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¿FINANCIAR LAS DOS GUERRAS O FINANCIAR LA PAZ?

Una pregunta que debe ser analizada por las potencias

Las guerras son locuras de la humanidad. El Papa Francisco ha dicho que "No debemos acostumbrarnos a la guerra, a ninguna guerra. No debemos permitir que nuestro corazón y nuestra mente se queden como anestesiados ante la repetición de estos gravísimos horrores contra Dios y contra las personas". Por eso, el análisis de las guerras de Rusia-Ucrania y Palestina-Israel debe ser realista y profundo.

Por: Federico Prieto Celi. Miembro de la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas

Todos quisiéramos que Israel firme un tratado de paz con Palestina; y que Rusia haga lo mismo con Ucrania. Pero en apariencia Ares le gana la partida a Dios, hablando a lo humano. Porque el Dios Único, Creador, Redentor y Santificador es el Dios de la Paz, en la cultura monoteísta, verdadera; y el dios griego Ares, hijo de Zeus y Hera, es uno de los ídolos olímpicos de la guerra en las culturas politeístas, mitológicas y falsas.

Hay una segunda solución para poner fin a las dos guerras, que los sudamericanos vemos desde lejos, pero que por la globalización de alguna manera nos toca, por los nuestros que viven y mueren en las zonas de violencia y por las noticias horrorosas que nos llegan. Esa solución, que ninguna persona quiere, porque es inhumana, es lanzar explosivos de alto poder que utilicen la energía nuclear sobre Moscú, Kiev, Jerusalén y Gaza. En un día acabarían dos guerras parciales.

En la práctica, las potencias mundiales ordenan (presionan, se dice diplomáticamente) a unos y otros, cuando lo ven impostergable, detener un día la guerra y conversar a la fuerza, a partir del terreno que ocupa cada nación. En este caso ganarían Israel y Rusia; y perderían Palestina y Ucrania. Israel, con el descarado apoyo de los Estados Unidos, desea apoderarse de todo el terreno palestino, inclusive Gaza, por lo que hemos visto en estos días. Rusia, heredera de un imaginario colectivo imperialista, primero quiso Crimea y ahora busca terrenos ucranianos donde población de habla rusa tiene simpatía con la antigua tradición ucraniana de apego a los rusos.

Cabe una cuarta hipotética posibilidad: apelar a las licencias morales contra el tiranicidio. Santo Tomás indica en su libro Gobierno de los Príncipes que el Tirano es quien desprecia el bien común y busca el bien privado; se ha de proceder contra la maldad del tirano por autoridad pública. ¿Autoridad pública mundial de las grandes potencias? No sabemos lo que respondería el Aquinate en el siglo XXI.

La respuesta a nuestra interrogante de si nuestro autor aprueba o desaprueba el tiranicidio podríamos encontrarlo en el mismo capítulo VI, cuando el Doctor Angélico dice que cuando la tiranía es en exceso intolerable, algunos piensan que es virtud de fortaleza el matar al tirano (VII Congreso de Católicos y Vida Pública «Llamados a la Libertad»). Los afectados serían Vladimir Putin en primer lugar, Benjamín Netanyahu en segundo lugar, Haniyeh en tercer lugar y, yo diría, nadie más, teniendo en cuenta que la responsable y valiente actitud del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, lo que se merece es un Premio Nobel.

Hay una segunda solución para poner fin a las dos guerras, que los sudamericanos vemos desde lejos, pero que por la globalización de alguna manera nos toca, por los nuestros que viven y mueren en las zonas de violencia y por las noticias horrorosas que nos llegan. Esa solución, que ninguna persona quiere, porque es inhumana, es lanzar explosivos de alto poder que utilicen la energía nuclear sobre Moscú, Kiev, Jerusalén y Gaza. En un día acabarían dos guerras parciales.

Desde el punto de vista de las naciones, los rusos se van cansando de esta guerra, que ven como un capricho de Putin; los judíos de la suya, que va mucho más allá de la justa reacción al ataque recibido; los palestinos inocentes y ajenos a la violencia huyen a donde pueden mientras los guerreros retienen a más de 200 rehenes para intentar cambiarlos por los palestinos presos en Israel; y los ucranianos defienden desesperadamente su tierra, alentados por los Estados Unidos, la Unión Europea y algunos vecinos.

El que fuera ministro de relaciones exteriores del Perú, Francisco Tudela, y excelente conocedor de lo que ocurre en estas dos guerras observa, entre otras cosas, en su comentario del domingo 22 de octubre de este año, en el diario El Comercio, que Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, afirmó el 16 de octubre, que su país puede financiar dos guerras simultáneamente, en Ucrania e Israel. Y digo yo, ¿y los Estados Unidos no podrían financiar la paz?

Cabe una cuarta hipotética posibilidad: apelar a las licencias morales contra el tiranicidio. Santo Tomás indica en su libro Gobierno de los Príncipes que el Tirano es quien desprecia el bien común y busca el bien privado; se ha de proceder contra la maldad del tirano por autoridad pública. ¿Autoridad pública mundial de las grandes potencias? No sabemos lo que respondería el Aquinate en el siglo XXI.
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