Revelaciones
LECCIONES
de amor
No hay hijo o hija que no sienta admiración y amor incondicional por su madre, y lo que de ellas aprendemos es la luz que guiará nuestras vidas. Por eso, los hijos de algunas mamás famosas nos cuentan qué es lo mejor que han asimilado de ellas. Textos: Sandra Gómez. Fotos: Byron Vera.
Rafaela y Martina Valarezo
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Sensibilidad y amor por el arte
afaela y Martina son las hijas de la reconocida cantante y poetisa quiteña, Margarita Laso, y del percusionista Pablo Valarezo. Para Rafaela, de 20 años y estudiante de Artes Liberales y Música, es difícil explicar lo que representa tener como madre a una figura como Margarita: “No podría comparar cómo es ser hija de una mamá que no sea famosa porque es la única mamá que he tenido, pero es un orgullo y me siento feliz cuando veo a gente de mi generación que dice que le gusta su música”. Por su parte Martina, de 29 años –quien es graduada de Artes Visuales y es profesora de Arte de primaria–, dice entre risas que “realmente yo tuve una sola amiga de mi generación que me dijo que le gustaba la música de mi mamá. Por lo general me dicen: ‘A mi mamá o a mi abuelita les encanta esa música’. Pero sí, el ser hija de Margarita Laso ha sido también como una forma de relacionarse con las demás personas”. Sin duda a esta familia les une el amor por el arte. Rafaela canta, toca la guitarra, el acordeón y da clases de piano; Martina también ha acompañado a su madre en el canto y toca el ukelele y la marimba. Pero para Rafaela una de las cosas más importantes que ha aprendido de su madre, aparte de la música, es acercarse a las personas: “El ser cariñosa, ser atenta y ser cálida es parte de lo que es mi mamá y eso hemos aprendido de ella. También nos ha enseñado a tener sensibilidad, cómo conectarse con la belleza de las cosas sencillas que nos mueven por dentro”.
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Martina agrega que su mamá les enseña “la valoración de la belleza, ya sea en una pintura o en la música, tanto la que ella escucha como la de nuestro entorno. Siempre ha tratado de acercarnos a otras artes como el cine y otras formas de expresión, a ser sensibles y empáticas con las otras personas, a entender las otras realidades”. Para las hermanas Valarezo Laso, una de las lecciones más importantes que les deja su madre es que pese a sus múltiples ocupaciones, siempre ha sabido sacar tiempo para ellas. Margarita dice: “En el tiempo que hemos compartido, más que una enseñanza, ha habido una búsqueda de la experiencia, entendiéndola como tener abierta la mente y el corazón sin limitaciones para que digan no a la indolencia, no a la indiferencia”. Al respecto explica Martina: “Mi madre escribe con sensibilidad y conciencia de la violencia del entorno, del machismo, del racismo, de todas las injusticias y diferencias, y eso es lo que nos enseña y a lo que se refiere con el no ser indolentes”. Rafaela finaliza diciendo: “Lo que yo soy y lo que yo cargo es gracias a donde he vivido, gracias a la mamá con la que he crecido, y le agradezco mucho lo que me ha dado. Mientras más pienso en algunas características mías, más digo que soy igualita a mi mamá. Agradezco la forma en la que ella se expresa con cariño hacia el resto de las personas y sobre todo su amor al arte, su búsqueda creativa a través del juego. Lo más valioso que me ha dado mi mamá es la creatividad, es una herramienta hermosa”. Valles 35
Mía Terán y Matías Salazar
Fabianna y Eliana Caviedes
El valor de la generosidad
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Un ejemplo de vida
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abianna, de 10 años, y Eliana, de siete, son hijas de Cynthia Wright, la conocida presentadora de televisión y conductora de radio. Para las hermanas, el que su mamá sea famosa o no da igual; en su candidez no hay diferencia alguna: “Yo amo mucho a mi mami por ser siempre alegre, y así tenga problemas y esté un poco triste, siempre saca lo mejor de las cosas y se inventa algo para reírse y hacernos reír”, comenta Fabianna. Para Cynthia el ser una mamá famosa y con una agenda copada no ha sido un problema, ya que antepone las actividades con sus niñas a cualquier compromiso profesional: “Hasta ahora he podido sobrellevar bien el trabajo y el ser mamá, puesto que tengo prioridades y lo principal son mis hijas. Todo lo demás es secundario”. Con la inocencia y sinceridad que solo una niña puede tener, Eliana dice que ama a su mamá porque “me quiere mucho y siempre está conmigo”, mientras busca el refugio en los brazos de su madre. Fabianna, por su parte, expresa que Cynthia es “la mejor mamá porque siempre está pendiente de nosotras y nos enseña que debemos ser generosas, respetuosas, educadas. Pero lo que más me gusta de ella es que siempre ayuda a las personas que lo necesitan”. Aunque estas son lecciones valiosas que Cynthia les ha dejado, afirma ser ella quien aprende más de sus hijas: “Desde que nacieron cada día es un aprendizaje ya que los niños vienen con la dulzura y la inocencia que los adultos no tenemos, y nos contagian de ello. El que ellas nacieran fue un renacer para mí, y yo espero enseñarles a que siempre luchen por lo que quieran y lo que hagan, lo hagan bien y a su tiempo. Creo que solo así podrán lograr lo que se proponen y tener una vida feliz”.
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Sus hijas no solo la admiran como madre, sino también en su faceta profesional, pues Fabianna cuenta estar “orgullosa porque mi mamá está emprendiendo un nuevo proyecto en el que enseñará y ayudará a otras personas a que trabajen desde su casa en un computador. Sé que vamos a estar menos tiempo juntas, pero eso lo hace por el bien de todos”.
ara los hijos de la famosa actriz Cristina Rodas: Mía (María José) Terán, de 23 años, y Matías Salazar, de 14, los sacrificios de la vida de artista que ha llevado su mamá no les ha impedido pasar tiempo de calidad con ella y, al contrario, se sienten orgullosos de su trayectoria. “Para mí es un orgullo que mi mamá sea famosa, ver todo el trabajo y lo que ha conseguido, ya que nunca se ha rendido y siempre ha logrado lo que ella se ha propuesto. Eso es digno de admirar y me hace sentir orgulloso y feliz”, afirma Matías. Mía comparte con ella el amor por el arte, ya que también es cantante y actriz: “Yo, más que ver a mi mamá como famosa, la veo talentosa. De ella aprendí a ser perseverante para hacer las cosas que me gustan en la vida, porque es fácil elegir una profesión en la que sabes que te va a ir bien, pero es complicado luchar por una carrera que amas aunque sebes que el camino no va ser fácil. Es hermoso tener una mamá famosa”. Aparte de compartir profesión, otra cosa que tiene en común con su mamá es la risa: “Siempre estamos riéndonos de cualquier cosa, tenemos la facilidad de sacarnos una sonrisa la una a la otra. Y lo más difícil de ser su hija creo que fue cuando era pequeña y tenía que dejarme para ir a grabar en el canal donde trabajaba, yo lloraba porque siempre hemos sido muy unidas”. Una anécdota que la joven artista no olvidará es justamente cuando Cristina la llevaba al teatro cuando tenía ensayos: “Tenía 12 años, me escondía tras las patas del escenario y mientras ensayaban, yo me comía un helado tras otro. Engordé un montón, pero me sabía todas las escenas de la obra y era feliz”, relata. Del vínculo que une a Matías con Cristina él destaca “la enorme confianza que nos tenemos uno al otro. A más de ser mi madre la veo como una amiga a la que puedo contarle todos los problemas y las cosas que me pasan, y ella puede hacer lo mismo conmigo”. Respecto a la lección más importante que le ha enseñado su mamá, Mía afirma que “es el valor de ser generosos en la vida, porque yo he visto que si eres generoso de corazón y lo que das, lo das con amor, eso se te devuelve, tal vez no en cosas materiales sino de manera general, pero te llega como el amor de las personas”. Matías coincide con su hermana pero expresa que su mamá, además de inculcarles la generosidad, les ha enseñado “a ser humildes, a no ostentar las cosas que se tienen, porque uno se siente mejor compartiendo que enseñando. Las cosas se disfrutan más cuando se comparten ya que así todos nos sentimos bien”. V Valles 37