Bestiario Director Emilio M. Tejeda Director de Medios Edgar Franco Bravo Subdirector Editorial Antonio Rosas Contacto legajo.editorial@gmail.com Fotografía en portada Harris & Ewing Collection (Library of Congress)
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Revista Legajo. Año 2, Número 3. México: agosto, MMXVII.
EDITORIAL
ANTOLOGÍA DE FICCIONES MONSTRUOSAS
U
n primer asomo a la naturaleza de la ficción se encuentra en la representación rupestre de la eterna persecución del hombre y la bestia, donde, sin menor conocimiento de la ambición humana, no se
puede saber quién persigue a quién. Sin embargo, para la noción contemporánea, queda claro que siempre ha sido el hombre el que ha trazado las virtudes de la ficción, mientras la bestia huye temerosa de su destino inevitable. Esto, hasta que la bestia se reconoce como tal y embiste la imaginación que la encierra. Hasta entonces, la sublevación del propio invento del hombre produce nuevas fatalidades, que traducen al animal salvaje en un espectro del miedo: el monstruo. Más allá de la interpretación carnal del terror, la literatura ha concebido la idea de la bestia fantástica dentro de una significación que extiende todas las facetas del hombre a su propia creación. En este contexto, incluso el animal cotidiano se puede convertir en azote del miedo y la fascinación cuando se exaltan sus cualidades más salvajes y fantásticas; mientras el hombre responde a su necesidad de ficción con la creación de seres y narrativas. De esta forma surge el bestiario: de la literatura antológica que comprende las inquietudes más humanas respecto a sus creaciones monstruosas y que, a diferencia de los orígenes medievales de este tipo de colección literaria, reconoce también la cualidad estética e imparcial de los demonios propios del hombre. Esta nueva aproximación del bestiario permite observar que los monstruos, más que simples invenciones, pueden ser un reflejo de la psicología de quien los inventa, y que una antología de ficciones monstruosas puede ser más que un imaginario ilusorio, puede ser una reivindicación colectiva de realidades fantásticas.
Emilio M. Tejeda Director Editorial
CONTENIDO EL ALEBRIJE Emilio M. Tejeda
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LUCIA Y LA BESTIA Alvaro Martínez
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LOS MONSTRUOS SÍ EXISTEN Aldo Iván Martínez Lozano
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FOTOGRAFÍA Lucía Galván
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EL PERRO ENTROMETIDO Jesús Velazco
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I. Antonio Rosas
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CREACIÓN LIBRE SONETO EN O Santiago de Coste
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CUENTO
EL ALEBRIJE Emilio M. Tejeda
Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa.
Federico García Lorca Romance Sonámbulo
C
ruzamos miradas por primera vez en una tienda de recuer-
que un inútil vestigio– se borraron los labios como arena en la
dos. Sus ojos dorados relampaguearon contra los míos y
que también se hundieron barba y piel. Todavía en el sueño se
creí ver que el alebrije tornasolaba aun entre oscuridad y polvo.
transfiguró mi rostro y no hubo razón, enigma o espejo para
El escalofrío perduró el resto del camino por más que me negara
reconocerme. Grabaciones y retratos perdieron su valor aun si
a las supersticiones, y sentí la vigilia de sus ojos sobre la distan-
alguien pudiera recordarlos; las páginas de los libros que lleva-
cia que nos resguardaba. Pensé en la relación de una muerte
ban mi nombre empezaron a olvidarlo. No fui más para las me-
reciente y la simbología en la escultura que había visto, sentí
morias que llegaron a guardarme, y sin embargo, mi olvido no
miedo y lástima y dos ojos dorados sobre mi cabeza. Intenté
fue más que una confusión de la que no me di cuenta.
olvidarlo pero llegada la noche, ya cerradas las ventanas a la luz Pasaron medidas de tiempo de las que he perdido capaci-
de cualquier cielo, sobre el revés de mis párpados y en la inmen-
dad de expresar hasta que acabé de convertirme en alebrije. Del
sa nada que cubría el sueño, revoloteaba todavía.
que una vez me hospedó no tengo más que estos ojos secos y Su lengua de fuego profirió maldiciones que no entendí; sus ojos de oro relataron historias que no recuerdo; sus alas, más
rasgados, casi ciegos pero que de cuando en cuando tienen signos de lucidez.
grandes que el lienzo que provee la imaginación, cubrieron la totalidad de mis pensamientos. Las garras de jade rasgaron mis
No sé cuándo salí de esa casa donde todas las ventanas
ojos al acercarse y lo escuché reír mientras hervía en los colores
estaban cerradas, quizá decidí que no fue nunca mía, así como sé
que emanaban mis cuencas.
que cualquier cosa que he llegado a pensar no lo ha sido tampoco y que es solo un reflejo de algo que cada vez recuerdo menos.
Nunca desperté, y aunque en realidad yo ya no estaba, mi
No hace mucho llegué a este lugar donde por primera vez me
cuerpo siguió ahí. Él tampoco se fue, en cambio, denigró cada
sentí aceptado: aquí han llegado otros alebrijes como sacados de
sentido que pudiera delatarlo. Dejé de escuchar su aleteo, el tro-
un sueño y no del barro y la nada. Nunca hablamos o movemos
nido de sus pliegues al moverse y mi respiración. No quedaron
las alas –los que tenemos–, ni nos atrevemos a ocupar dimensio-
otras palabras más que las suyas, cantos caníbales y céfiros inau-
nes donde seguramente habrá muchos otros como nosotros aun-
dibles, pero no percibidos ya por mis oídos, sino asumidos como
que más libres y sin tanto fuego por dentro. Cada vez la visión
propios por cada órgano que no impusiera resistencia. Cientos
me falla más y pienso e imagino menos. Aquí, en la inmovilidad
de sus voces se consumaron con la mía, no siendo ya sonido ni
de todo espacio y recuerdo puedo seguir siendo, no ya siquiera
ritmo, apenas una poesía eléctrica latiendo en lo indefinible.
un alebrije, algo más, como los hombres que pasan delante de mis ojos de oro. Desde aquí puedo esperar seguir siendo en los
Dejé de creer en los gustos, y mi nariz no fue más que un
sueños de los hombres cuando llega la noche y por las ventanas
rasgo primitivo y mi boca una semblanza de lo que había sido
no entra la luz de ningún cielo. Puedo vivir en la carne, la san-
hasta antes de aquel sueño. De esa boca de la que ya no salía
gre, a través de los sentidos y los ojos blancos de los hombres; y
conocimiento alguno –pues ya todo conocimiento no era más
allá va uno.
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REFLEXIÓN
LOS MONSTRUOS SÍ EXISTEN Aldo Iván Martínez Lozano
E
s curioso, ¿no lo crees? Cómo en algún momento de nues-
Nunca se fueron, creo habértelo dicho, y nunca se irán,
tras vidas, cuando nada pretendía hacernos daño, cuando
eso ya deberías saberlo. Si bien es cierto, todos vivimos luchan-
las nubes tenían formas y nos contaban historias, tuvimos mie-
do una batalla interna contra dichos demonios, solamente que
do, tanto miedo.
cada quién a su manera. En diferentes frentes, todos peleamos la misma lucha, y nuestro objetivo siempre ha sido resistir y ven-
Remontémonos algunos años atrás, cuando nuestra
cer.
inocencia se veía acechada, nuestros sueños abrumados y nuestras peores pesadillas personificadas como aquellos monstruos que no nos permitían conciliar el sueño, arrancándonos nuestra luz poco a poco. «Los monstruos no existen», te decían. Dichas ficciones con cuerpo, forma y cometido estuvieron un largo, largo tiempo atormentándote. Bestias, demonios, monstruos, un sinfín de entes, todos con el mismo propósito. Desearía poder decirte que ellos se fueron a la par que tu ropa dejó de quedarte. Me temo que jamás estuviste más equivocado, ya que los monstruos sí existen. Dices haber cambiado y madurado, crecido y olvidado; dices ya no ser el mismo. Algunas cosas cambian, muchas otras no. Siento que hayas tenido que llegar hasta este momento para descubrir que aquellos demonios no desaparecieron, solamente cambiaron de forma, y que nunca estuvieron en un armario ni debajo de tu cama, sino dentro de ti; esperando, acechando. Algunos denominan a estos fenómenos como locura, unos cuantos demencia. Yo los llamaría de cuatro formas distintas: inseguridad, el no confiar en tus acciones, en tus decisiones, en ti; ambigüedad, como la mera imprecisión del hombre, falta de claridad, falta de algo por lo cual seguir adelante, debilidad psicológica; egoísmo, cuando se olvida que la humildad y la simpleza juntas hacen la esencia del hombre; y, finalmente, miedo, el más puro de todos. Estas cuatro monstruosidades encontraron grietas en el
//Marek Miller
punto más endeble del ser humano: su coraje, su confianza y su determinación, y lograron hacerlo pedazos.
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CUENTO
EL PERRO ENTROMETIDO Jesús Velazco
–Primero hay que repasar los hechos: el viernes pasado
guntó el examinador, pero la mujer seguía insistiendo en que se
usted fue atacado por un perro de más de dos metros de altura al
tenía que identificar a aquella bestia criminal. La descripción
mediodía, y no hubo un solo testigo.
del perro que dio la mujer era idéntica a la del hombre, por lo que se determinó que hablaban del mismo. El comité entonces
–No digo que fuera un ataque como tal, ya que solo me
publicó un comunicado solicitando que la ciudad entera tuviera
empujó. Pero fue por eso que me lastimé la rodilla y llegué tarde
precaución con este animal, reconociendo su existencia.
al trabajo. En el Comité de Seres y Bestias diariamente se recibían casos relacionados con animales y bestias de origen fantástico. El comité era la única autoridad con los medios necesarios para hacerse cargo de este tipo de situaciones dentro de la ciudad. Se escuchaba y evaluaba todo aquello que tuviera que ver con bestias, animales y seres antes de realizar un veredicto del caso, por lo que si faltaban pruebas físicas se conducían breves entrevistas
Al final de la semana el perro estaba en boca de todos. Al comité empezaron a llegar un incontable número de llamadas, correos y visitas, todas relacionadas con el supuesto animal. Un compromiso, una fiesta, comida, entrega, cualquiera que fuera la situación, el perro siempre aparecía para interrumpirla, como si frustrar los planes de los demás fuera el mero propósito de su existencia. Entre más gente se enteraba del perro, más gente era atacada. Se convirtió en un tema cotidiano, donde mencionar al
para obtener más información.
perro siempre funcionaba como justificante para cualquier des-
–Y entonces –continuó diciendo el examinador –¿cómo está su rodilla?
gracia. «Te cuidas del perro» se convirtió en una despedida común. El perro había tomado la ciudad.
El hombre se levantó el pantalón y, efectivamente, había
Tiempo después, cuando el perro ya había generado gran
un enorme raspón en su rodilla. El examinador suspiró. Aquel
cantidad de mercancía, varias canciones, una docena de libros y
hombre había entrado por la puerta desesperado para que se le
una película que fue un éxito en todo el Estado, el mismo exami-
concediera al instante una entrevista, aun cuando la sala de espe-
nador del comité del primer caso decidió releer el expediente de
ra se encontraba vacía en aquel momento. Después de indagar
tan popular incidente. A pesar de la facilidad con la que el perro
un poco más, el examinador le dijo al hombre que se retirase
se presentaba ante las personas, el examinador nunca había teni-
mientras investigaba sobre la existencia de dicho perro, dándole
do la desgracia de encontrarlo. Después de pasar por un archive-
un comprobante para justificar cualquier penalización en su tra-
ro creado exclusivamente para los casos del perro encontró los
bajo. El hombre salió de la sala con una sonrisa de alivio en su
papeles del primer y segundo caso.
rostro.
Al leerlos se dio cuenta de algo que había ignorado por Dos días después se presentó una mujer con una situación
similar: un perro gigante le había robado su bolso mientras salía
completo cuando los vio por primera vez. Ambos trabajaban en la misma empresa. Al parecer, el primer sujeto le contó sobre el
de su casa. «¿Por qué un perro habría de querer un bolso?» pre-
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perro a su compañera. El examinador dejó lo que estaba hacien-
interrumpir a los demás. La existencia del perro transformó la
do, salió del edificio y empezó a fumar un cigarro. Por fin lo
ciudad en un lugar de irresponsables. El examinador terminó su
había comprendido. El perro era una bestia real, pero solo exis-
cigarro y regresó a su oficina como la última persona que aún
tía en la mente de las personas. Fue creado como una excusa
trabajaba en la ciudad. Todos los demás en el comité también
para poder evadir cualquier compromiso; que la gente creyera en
habían sido víctimas del perro.
él le permitía seguir existiendo y actuar según su cometido de
//(Dis)Appearing - Fabio ©
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CUENTO
LUCIA Y LA BESTIA Alvaro Martínez
E
ntre pedazos de madera, tormenta y balas, se encontraba
aquellos que nadie notaría: una araña, la aplastó aumentando la
Carlos. Las gotas golpeaban su cuerpo como las balas a los
gravedad sobre ella, pero siguió, electrocutando personas, ma-
árboles que lo rodeaban. Lucia observó todo desde la distancia,
tando ardillas, quitándoles la piel.
sintiéndose impotente.
Meses después de lo sucedido, se despertó desnudo en el
Meses antes, en las profundidades del mismo bosque,
mismo punto del bosque. No fue hasta que vio el cuerpo destro-
empezó todo. Era una noche sin nubes, los rayos de la luna en-
zado del lobo, que comprendió que el líquido borgoña en el cual
contraban su camino entre el follaje y sus labios chocaban una y
estaba bañado era sangre. Se sentía más salvaje, algo en su mo-
otra vez. Una rama tronó cerca de ellos, lo que los paró en seco.
ver le recordaba al lobo. Empezó a desconfiar y a ser más agre-
Asustada, Lucia sujetó su mano, jalándolo hacia el coche, pero
sivo. Dejó de dormir en la cama, acurrucándose desnudo en el
era demasiado tarde, Carlos solo podía ver los ojos del lobo.
suelo. Su cuerpo se volvió más rápido, instintivo. Sus rasgos
Lucia corrió y se encerró en el coche. Pudo ver desde ahí cómo
más duros y su voz más grave. Su pelo perdió la suavidad y for-
el lobo lo mantenía bajo su control. Carlos se arrodilló y bajó la
ma. Su aspecto y mirada eran intimidantes, como los de una
cabeza, como si esperase indicaciones de su nuevo amo. El lobo
bestia.
se acercó hasta estar frente a frente, pegando su nariz contra la de Carlos. Sus ojos empezaron a brillar con un azul eléctrico mientras el cuerpo de Carlos se alzaba y la bestia rasgaba su pecho. Para cuando el cuerpo de Carlos cayó en el suelo, el lobo se había desvanecido.
Se volvió huraño, pero no con Lucia, su amor se transformó en completa lealtad, como la que un perro siente por su amo, protegiéndola y amándola. Esto la tomó por sorpresa, pero no la asustó. Cuando él empezó a sentirse más seguro de sí mismo, empezó a mostrarle lo que podía hacer. Al principio no entendía
El cuerpo de Carlos estaba boca arriba, agitándose salva-
y por lo mismo, temió. Lentamente se acostumbró, y diariamen-
jemente, la sangre saliendo rápidamente de la herida. Lucia
te iban al bosque; con ella cerca se hizo más potente y menos
arrastró el cuerpo de Carlos hasta el automóvil y lo llevó al hos-
salvaje. Hasta esa noche.
pital. Al llegar, las heridas que unos minutos antes se encontraban en el torso de Carlos, se habían desvanecido. La sorpresa causó que Lucia entrara en estado de shock, tomándolo todo como un simple sueño.
Carlos jugaba con rayos de luna, haciendo que la rodearan. La risa de Lucia atrajo a cuatro cazadores, quienes cambiaron el tipo de presa que buscaban. Al ver el aspecto de Carlos y la espiral luminosa que rodeaba a Lucia, abrieron fuego. Carlos
En cambio, Carlos lo recordaba todo, pero nunca se lo
empujó el cuerpo de Lucia lejos de ellos, mientras las balas vo-
dijo. Durante las siguientes semanas empezó a sentir lo que los
laban hacia él. La lluvia empezó a caer y con ella vinieron rayos.
demás pensaban, como si fuesen presentimientos. Empezó a
Carlos los usó para matar a tres de los cazadores. El último de
controlar las ondas alrededor de él, podía hacer que la luz se
sus atacantes sacó un cuchillo, arremetiendo contra Carlos. Tras
moviera como él quisiera, creaba campos magnéticos alrededor
forcejear un rato, el hombre se encontraba sobre Carlos. Sin
de su cuerpo y la gravedad fluía como su mente ordenaba. Un
encontrar escapatoria, controló el metal de la hoja, haciendo que
día, sin más, controló la energía eléctrica de su casa, creando un
se enterrase en su ojo. Al acercase, en lugar de encontrar a Car-
rayo dentro de su cuarto. Pero con esto, vinieron deseos insacia-
los, Lucia escuchó a lo lejos el aullido de un lobo.
bles de lastimar a los seres vivos a su alrededor. Empezó con
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FOTOGRAFÍA
//Lucía Galván
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CUENTO
I. Antonio Rosas
A
yer saqué por primera vez al perro que compré hace unos
golem y seguir hasta las armas guardadas con tanto celo en se-
nueve o veintisiete meses, no recuerdo realmente, pero
creto. No me permití ver cuando saboreaba los detectives salva-
ayer fue la primera vez que lo saqué al aire que suele pasar fren-
jemente.
te a mi casa. Es blanco y lo nombré «I.»; el nombre realmente podría ser cualquiera o incluso podría no ser un nombre, creo que Saramago (H.) lo explica mejor con su propia caligrafía. En fin, el perro no reconocía las flores, ni a la vecina (que está un poco enferma de la cabeza). Caminamos por las calles de mi fraccionamiento y llegamos de nuevo a la casa de la mujer enferma, a su lado vi una flor como envuelta en cemento, su tumba tal vez. Tomé mi cámara para tomar la foto pero la correa de mi perro me jalaba pues estaba acercándose, curiosa, la enferma,
Acabó con casi todo, falta solo que encuentre la manera de arrancar la rayuela del suelo y que pise las ciudades de cristal o las que son invisibles; creo que ha terminado también con los fuegos. Masticó el álef que tenía colgado de la pared. Hoy estoy esperando a que sus colmillos salpicados de tinta no devoren estas últimas páginas, de los pocos sobrevivientes. Espero resistir la perfidia absoluta que tanto me ha roto el alma pues lo amé sin saber que era Ignorante.
e I. le gruñía furioso. Lo solté pues olvidé que él no sabe nada y atacó directamente al cuello con sus colmillos sucios y amarillos; I. logró escapar para arremeter contra la vieja y arrancarle de una vez los ojos. Corrí a jalarlo, pero se aferró a su piel. Dudo que sepa jamás lo que significaron sus actos, dudo que su conciencia le susurre que mató a alguien. El día pasó, pero decidí no sacar a I. de nuevo por más que le ladrara a la correa. Brinca y brinca para alcanzarla, gruñe y llora para por lo menos rozarla con los dientes, rasca la pared con sus garras insaciables. Procuré elevarla para evitar que la bajase pues intento salvar al mundo de su naturaleza primitiva; no deseo la muerte de todo –porque ataca todo lo que no conoce. Sigue gruñendo con espuma en la boca y ha dejado ya de llorar. Ese día se acercó a mi estudio con la nariz roja y el colmillo de fuera, corrió en círculos por mi escritorio, hasta que su diente entonado tomó partido. Comenzó con poco, por los jefes luego los cachorros. Empecé a preocuparme cuando mordió el perfume para luego penetrar con sus dientes el aura. Sentí una espada en la costilla cuando alcanzó la arena y devoró el primer bestiario. Siguió y llegó despiadadamente a ficciones, después, sin mayor problema arrancó con furia la puerta que tenía en el muro. Conté mis lágrimas mientras lo veía comer poco a poco el
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//August Brill
SONETO EN O Santiago de Coste
Andando tu carente y huidiza Con tus fulgores para ti exiguos Estando sosegada con los míos Dejando esta calle ya descalza
Indagando un lugar dónde cesar Tomando un cuerpo blanco y lleno Ese cuerpo es mi cuerpo; insano Haciéndote con alusión y en par
Penetrando en mis rojos horados Yaciendo con lentitud nos quedamos Para solo así quedarnos sin vigor
Esperando, lloviendo sobre el polvo. Allí miraba con sus ojos derrotados. Solo así creceré, crecerás y creceremos.
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CONVOCATORIA La cuarta edición de Revista Legajo convoca a colaborar con obras originales relacionadas a la temática de este número: Paralelismos físicos y ficticios. Los textos seleccionados serán publicados en la edición de septiembre 2017. Paralelismos físicos y ficticios. Tanto el mundo de la naturaleza como el de la imaginación presentan la posibilidad del reflejo: la infinita repetición de imágenes y el paralelismo de la realidad con la ficción. En el cuarto número de Legajo, los invitamos a retratar en literatura las posibilidades, percepciones e interpretaciones del espejo físico de la cotidianidad, así como del de la retórica: proyecciones, similitudes y comparaciones entre toda clase de conceptos que resulten en un reflejo multiplicador de ideas. Desde ambos lados del espejo, Legajo convoca a la reflexión. Se aceptan textos en los géneros de cuento corto, poesía, ensayo, reflexión o crónica. Deben ser enviados a legajo.editorial@gmail.com antes del viernes 8 de septiembre de 2017. Para ser considerados para la selección, deben estar firmados con el nombre real, nombre corto o seudónimo original con el que quieran ser publicados. La extensión máxima de los textos es de 700 palabras, excepto para ensayo o crónica, donde puede ser de hasta 1200 palabras. También se aceptan textos de temática libre de los cuales se seleccionará un ganador por convocatoria. Para esta categoría aplican las mismas condiciones. La convocatoria también se abre a recibir fotografías relacionadas a la temática de esta edición, las cuales deben ser enviadas a la misma dirección de correo electrónico y en el mismo plazo. Las fotografías deben ser trabajos originales y de alta resolución, de al menos 720 píxeles de ancho. Al aplicar en esta categoría, el autor de la fotografía acepta que esta sea modificada y adaptada por Revista Legajo.
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