LUDUS|cuento
mala POR AVE BARRERA
E
scucho toser a mi papá del otro lado del muro. Tose en rachas largas, se ahoga, carraspea, respira y vuelve a empezar. Por lo general, tose de cuatro a seis, luego se calma y me deja dormir un rato. A las nueve le doy la pastilla con el Ensure. Mientras le limpio la cama, él mira la ventana, señala hacia el jardín con su dedo seco y gime. Antes de salir, voy y empalmo las orillas de la cortina, me aseguro de cerrarla bien. Mi papá se esmeraba mucho en cuidar sus plantas. Se lamentaba de que en la entrada de la casa hubieran tenido que cubrir el suelo de cemento para estacionar los dos coches, el suyo y el de mi mamá. Ahí solamente había podido conservar un par de macetas de teresitas que nunca se dieron bien. Sin embargo, en la parte de atrás, que además mira hacia el sur, había cultivado lo que él llamaba su pequeño paraíso. Decía que así iba a ser toda la tierra cuando Jehová trajera el Nuevo Orden: “Ahora me tengo que conformar con este pedacito, pero después del Armagedón vamos a vivir en un jardín del tamaño del mundo”, y abría los brazos al decir la palabra mundo, y parecía como si de sus manos fueran a brotar madreselvas, a desparramarse una alfombra de pasto y de flores.
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magis JULIO-AGOSTO 2022