¿Y por qué no sucede eso?
“Muchas veces, la industria no suelta estas preguntas, porque creen que es darle ventaja competitiva a la de al lado. Pero eso es lo que debiera alimentar mucha investigación orientada al desarrollo. Y recién, luego de eso, los científicos y tecnólogos deberían investigar y buscar la forma de hacer una transferencia tecnológica exitosa, eficiente y apropiada. Pero esto requiere de una constante retroalimentación de todas las partes que funcionan en el sistema. Y va a tomar tiempo, antes de que esta cosa agarre vuelo. Uno lo ve en otros países. Hace dos o tres años hice un estudio sobre la situación de la investigación científica y tecnológica en Latinoamérica. Y cuando traté de separar cuántos investigadores había en universidades y empresas de Brasil, me dijeron que era muy complicado por el feedback que existe y por cantidad de gente que comparte ambos mundos. Había personas que trabajaban media jornada en la universidad y media en una empresa y, en el fondo, llevaban las preguntas de la empresa para conversarlas con sus colegas en la universidad. Había gente que se pasaba seis meses desde la universidad a la industria para resolver sus problemas, para después volver. Es decir, un ir y venir muy grande, que yo espero que algún día se dé acá, especialmente en la acuicultura, que es un sector muy importante”.
¿Cómo ve la acuicultura chilena en diez años más? ¿La ve más diversificada con todas las iniciativas que hoy existen?
“La veo con complicaciones sobre la superficie posible de cultivar. Es cuestión de pensar que hay una cantidad de superficie que está siendo usada por salmones y otra por mitílidos. Si se logra tener éxito en el desarrollo de uno o dos sistemas de cultivo de algas, como el huiro y el luche, habrá una industria grande relacionada con esto. Entonces, creo que va a venir una crisis de algún tamaño con respecto a cómo distribuimos los espacios cultivables dentro de la franja costera. Y las zonas manejables comienzan de Puerto Montt al sur. En el norte hay pocas bahías tranquilas. Más tarde o más temprano,
el turismo va a empezar a competir, como ya ocurre en Bahía Inglesa, que es una playa demasiado bonita como para tener sólo cultivos allí. El turismo también deja una cantidad de recursos económicos importante y desde ese punto de vista son actividades que compiten entre sí. Entonces veo que además de la diversificación, viene un problema. Y tampoco hay que hacerse
Y, finalmente, ¿el futuro de Chile y el mundo está en las múltiples aplicaciones posibles de las algas y otros organismos marinos?
muchas ilusiones con la diversificación, porque yo no conozco ningún país donde se cultiven tantas especies de peces o de algas. Normalmente esto se concentra en, a lo más, diez especies que son las comerciales en mar. Es posible cultivar otras especies en tierra, pero ya son de muy alto valor y no sé si se pueda justificar el costo de la operación que eso implica. No veo cultivos hacia el norte, excepto en estas pocas bahías que podrían tener problemas con la actividad turística. Es deseable que los cultivos se sigan expandiendo, pero no tengo la esperanza de cultivar veinte especies de algas. Con suerte, estaremos cultivando cuatro o cinco de alto valor”.
hoy se consume. Se supone que a través de pescado, pero esas proyecciones se han hecho muchas veces y va a haber una cantidad de gente que no puede crecer. Yo creo que el uso del mar, de forma coherente, coordinada, adecuada, sí puede permitir el desarrollo, no solamente cultivando algas, sino también otros organismos. Las algas, sin duda, son absolutamente necesarias, no sólo por su capacidad de captar rayos, luz, hacer fotosíntesis y ser la base de todas las cadenas tróficas. Además, porque hay una diversidad de sustancias donde cada día estamos aprendiendo a usarlas. Pero el futuro no está sólo en las algas, aunque sin duda, van a ser parte importante”.
“Está en varias cosas. Depende de qué futuro estamos hablando. Pueden ser cinco, diez años más. Ayer (inauguración IV Congreso Nacional de Acuicultura) un empresario hablaba que hay que cuadruplicar el número de proteína que