ISSN 0188-9834
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CIUDAD JUÁREZ
REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Cab
VOL. 16 NÚMERO
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JULIO-DICIEMBRE 2007
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CIUDAD JUÁREZ Nóesis, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades del Instituto de Ciencias Sociales y Administración
Jorge Mario Quintana Silveyra Rector David Ramírez Perea Secretario General Javier Sánchez Carlos Director del Instituto de Ciencias Sociales y Administración Servando Pineda Jaimes Director General de Difusión Cultural y Divulgación Científica Héctor Antonio Padilla Delgado Coordinador General Rosalía Herrera Olivas Asistente Mayola Renova González Subdirectora de Publicaciones
Comité Editorial:
Juan Luis Sariego Escuela Nacional de Antropología e Historia ENAH-Chihuahua Conaculta/Instituto Nacional de Antropología e Historia Chihuahua, Chihuahua, México Noemí Luján UAM-Xochimilco México, D.F.
María Vara Universidad Autónoma de Madrid Madrid, España
Tony Payán Universidad de Texas en El Paso Department of Political Science Estados Unidos Clara Eugenia Rojas Universidad Autónoma de Ciudad Juárez México Christine Carton Universidad Autónoma de Ciudad Juárez México Víctor Orozco Universidad Autónoma de Ciudad Juárez México Servando Pineda Jaimes Universidad Autónoma de Ciudad Juárez México Roberto Follari Universidad Nacional de Cuyo Argentina
José Manuel García Universidad Estatal de Nuevo México Estados Unidos Gustavo Gómez Quintana Diseño de portada Nóesis es una revista del Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la UACJ, volumen 16, número 32, julio-diciembre 2007. Para correspondencia referente a la revista, comunicarse al teléfono: 656 688-38-53 ext. 3658, o bien escribir a los siguientes correos electrónicos: roherrer@uacj.mx y/o hpadilla@uacj.mx. Hecho en México /Printed in Mexico © UACJ Los manuscritos propuestos para publicación en esta revista deberán ser inéditos y no haber sido sometidos a consideración a otras revistas simultáneamente. Al enviar los manuscritos y ser aceptados para su publicación, los autores aceptan que todos los derechos se transfieren a Nóesis, quien se reserva los de reproducción y distribución, ya sean fotográficos, en micropelícula, electrónicos o cualquier otro medio, y no podrán ser utilizados sin permiso por escrito de Nóesis. Véase además normas para autores. Revista indexada en Latindex.
Nóesis: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades/Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Instituto de Ciencias Sociales y Administración. núm. 1, vol. 1 (noviembre, 1988). Ciudad Juárez, Chih.: UACJ, 1988. Semestral Descripción basada en: núm. 19, vol. 9 (julio/diciembre, 1997) Publicada anteriormente como: Revista de la Dirección General de Investigación y Posgrado. ISSN: 0188-9834
1. Ciencias Sociales—Publicaciones periódicas 2. Ciencias Sociales—México—Publicaciones periódicas 3. Humanidades—Publicaciones periódicas 4. Humanidades——México—Publicaciones periódicas H8.S6. N64 1997 300.05. N64 1997
Permisos para otros usos: el propietario de los derechos no permite utilizar copias para distribución en general, promociones, la creación de nuevos trabajos o reventa. Para estos propósitos, dirigirse a Nóesis.
NÓESIS. Este término es griego y se vincula con otro muy empleado en la filosofía clásica: nous (razón, intelecto). La elección de este título se deriva de algunas consideraciones acerca de la teoría del conocimiento que se desprenden del conocido símil de la caverna (República, VII). El hombre, que ha podido contemplar el mundo de los arquetipos, esto es, que ha logrado penetrar las esencias, no puede ya contentarse con la proyección deformada del conocimiento sensible. La luz que lo iluminó es la filosofía, que Platón conceptualiza todavía en el sentido pitagórico de ancla de salvación espiritual. Al ser iluminado por ésta, el hombre siente la necesidad de comunicar a ex compañeros de esclavitud la verdad que ha encontrado, aun cuando estos últimos puedan mofarse de él, como lo había hecho la mujer tracia con Tales. La misma alegoría recuerda los descensos al Hades del orfismo y del pensamiento religioso pitagórico. En el conocimiento, así caracterizado, Platón encuentra diversos grados. El primero es dado por la experiencia, que es de suyo irracional, porque se fundamenta en una repetición mecánica de actos. Ésta se racionaliza en el arte (techne), es decir, en la habilidad adquirida, en las reglas metodológicas, puesto que en dicha actividad se investigan los datos de la experiencia. Entre las distintas artes sobresale la filosofía, porque no examina los fenómenos aisladamente, sino que los ve en su conjunto. Platón llama a esta visión totalizadora “dialéctica”, y dice que ella se alcanza a través del ejercicio de la razón (nóesis). Por medio de este ejercicio alcanzaremos pues el conocimiento que, para ser válido, debe ser verdadero y tan real como su objeto. Estas consideraciones sintetizan el propósito y el objetivo de esta revista: presentar trabajos que reflejen, manifiesten, denuncien, los diferentes aspectos de nuestra realidad y hacerlo a través del “ejercicio de la razón”, es decir, de la NÓESIS.
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EL SIGNIFICADO DE NÓESIS
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Contenido
6 Abstracts 10 Presentación
Sección monográfica/Héctor Antonio Padilla Delgado, coordinador Borderlands Peregrinations. Adela C. Licona
14 narco-folklore: narrativas e historias de la droga en la frontera. 46 ElHoward Campbell discurso de la educación bilingüe en la frontera México-Estados Unidos: 72 Elformación de identidades, relaciones de poder y opresión. Luis Huerta, María Mercado, Elva López-Reza y Flor García
for Social Justice: Juan de Oñate and the Struggle for Chi96 Communicating cano Cultural Representation in Public Art. Frank G. Pérez
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Sección varia Participación ciudadana en las colonias sin agua potable y alcantarillado de Ciudad Juárez, Chihuahua. Gustavo Córdova y Ma. de Lourdes Romo
México-US Higher Education Collaboration: Perspectives of 152 Facilitating U.S. Border Academics. Eduardo Arellano
Mecanismos de Democracia Directa en México: el plebiscito y referén176 Los dum en las entidades del país. León David Zayas Ornelas
¿un clásico de la Historia en Occidente? Reflexiones en torno a la 206 Heródoto: historiografía del pensamiento. Jorge Ordóñez-Burgos
a “historiar”. 246 Aprender Graciela Manjarrez Cuéllar libros, entrevistas y otras narrativas 268 Sección Jijos (sic) de Marshal Mcluhan. Eduardo Barrera
Juárez que yo recuerdo. 276 ElLeticia Calderón Chelius
Abstracts
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Borderlands Peregrinations This article develops a definition and offers an application of borderlands rhetorics in academic and non-academic contexts. The focus in this article is on the transformational and coalitional potential inherent in borderlands rhetorics. Zines, or non-commercial often selfpublished magazines represent the non-academic contexts in this essay. Throughout, the author reclaims the potential in borderlands’ perspectives and lived experiences. Borderlands rhetorics are rhetorics of resistance, coalition, community education, activism, imagination, and re-presentation that are produced (and reproduced) in what the author identifies as third space contexts. For her, third space is the very epistemology of borderlands rhetoric. Keywords: Borderlands rhetorics, third space, zines, coalitional consciousness, politics of articulation. Adela C. Licona
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Drug-folklore: Narratives and Stories on the Border What the United States has called “war against drugs” is based on the idea that drug consumption and trafficking are unquestionably harmful and dangerous activities, which people in the country will fear and reject. However, ethnographic studies —conducted in the United States-México border— indicate that drug trafficking has become such a common activity that it has created it own subculture style, including music and folklore. Current anthropological studies on the drug culture on the border have focused on narcocorridos; a Mexican popular music genre which narrates and celebrates drug dealing and the drug lords’ rich life style. Furthermore, these studies offer valuable perspectives on the internal functioning of the drug dealing organizations and the cultural context in which these emerge. Yet most of the people who work for the drug cartels are not super heroes, or wealthy outlaws represented in the narcocorridos. They are part of the general population, whose main motivation to get involved the world of drugs is based on their economic survival. The image of a rich folklore of drug trafficking has become a common profile in the El Paso/Ciudad Juárez border region. This ethnographic study shows how drug-trafficking has become a “normal” part of the everyday life. This everyday folklore is indicative of the degree in which drug trafficking has impacted the border population at multiple levels. Keywords: Border, drug-folklore, narrative, history, culture, identity. Howard Campbell
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The Bilingual Education Discourse in the México-US Borderland: Identities Formation, Power Relationships, and Oppression This article is a testimony of the critical reflective processes of a group of bilingual educators that live in the México-US borderland and work teaching prospective bilingual teachers in a US Southwest University. As part of their critical reflections, they analyze bilingual education as a discourse of power and exclusion. They begin by considering the way bilingual education is currently organized in the US; and, from that analysis, they move forward to examine the impact that this discourse has on shaping bilingual students’ identities as well as the pedagogical practices teachers utilize in these borderland schools. Keywords: Bilingual education, bilingual education’s discourse, bilingual teachers’ perceptions, nepantla, border identity, border pedagogy. Luis Huerta, María Mercado, Elva López-Reza y Flor García
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Public Participation in Colonies without Drinking Water and Sewage Systems: Ciudad Juárez, Chihuahua The focus here is to analyze public participation in water management at 14 colonies without no drinking water or sewage systems in Ciudad Juárez, Chihuahua. This article discusses the relationship between external e internal influences in citizens to participate. The results show a very low public participation in water management as a consequence of a few knowledge about the subject, distrust in public institutions, low readiness for participating in communities projects and because of a big influence of political system in public services management. Keywords: Public participation, public institutions, community. Gustavo Córdova y Ma. de Lourdes Romo
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Communicating for Social Justice: Juan de Oñate and the Struggle for Chicano Cultural Representation in Public Art This essay provides a case study which illustrates conflict as an inherent part of the public art process. It examines the civic discourse surrounding a recently installed, 40-foot tall statue of failed colonizer Juan de Oñate outside the El Paso International Airport, with a focus on race and social class issues. El Paso’s population is predominantly of Mexican descent and working class, most of the statue’s supporters are White and middle to upper-middle class. These differences allow for the analysis of the discourse along lines of race and class. Keywords: Social justice, civil discourse, identity, Chicano, cultural representation, public art, Juan de Oñate. Frank G. Pérez
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Facilitating México-US Higher Education Collaboration: Perspectives of U.S. Border Academics The North American Free Trade Agreement (NAFTA) has contributed to an increase in higher education collaboration between México and the US, especially on the border. The increase in collaboration led to literature focused on the challenges, impact, need, and prospects of collaboration. However, until 2001, no known study had been conducted to discover whether there a set of personal and institutional characteristics facilitate collaboration. The purpose of the study then was to explore such characteristics. In order to first explore these characteristics, the views of U.S. border academics were obtained. The views of U.S. border academics were collected through the use of a questionnaire with items drawn from research regarding higher education collaboration and other related research. The results of the study verified the existence of a set of personal and organizational characteristics which can be summarized as commitment and cross-cultural competence. Some recommendations based on the study’s results conclude the paper. Keywords: México-US, higher education, collaboration, border. Eduardo Arellano
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Direct Democracy Mechanisms in México: Citizen Veto Player and the Agenda Setting of Local Level Plebiscite and Referendum In México, the political change at local level is less studied although it reveals new aspects of the institutional design of democracy in the country. The lost of hegemonic majorities, the conformation of plural spaces of representation in the local Congresses and the change of party of the Executives, have increased the veto points of decision making. In this frame, have appeared what we called Mechanisms of Direct Democracy like institutions that allow to reduce to the costs of negotiation between powers because it openness the game to a third actor of citizen veto player. From 1998 have been appeared figures like the referendum and plebiscito in sixteen states. This article proposes a model of analysis of the MDD as veto points within the framework of local democratization. It studies the institutional design and elaborates a priori postulates to explain some scenes of possible future utilization. Keywords: Divided government, political change in México, veto players, local Executive-Legislative relations. León David Zayas Ornelas
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Herodotus: A Classic of the History in West? Reflections Around the Historiography of the Thought History of Philosophy is the great supporting stock of an important part of occidental philosophical Tradition. This essay shows a more careful reading about a dogmatic point of view, adjective refused several times by occidental thinkers in the field of Tought’s Historiography. Keywords: Historiy of Philosophy, Philosophy of History, Philosophy of Philosophy, Ancient Philosophy. Jorge Ordóñez-Burgos
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Learning to “Historicize” This is a reflection over the praxis of the history discourse. The meaning sense in the social practices it is not always evident; when we put in discussion the dominant discourses, we create our own and confront this way the criteria that conforms us as individuals. There are several ways: verbalized, in the sight visual objects makes contact, in the sense of smell or acoustic reception are internalized. Old schemes derived from the social hegemonies perception are used to discriminate in position defense of what the social group legitimacy or naturalized without noticed, such as nationality, and the myth of the origin. This work relates about the stablishment of the discourses. Keywords: Historical discourse, social practices, everyday life, space, sense, nation myth, schools. Graciela Manjarrez Cuéllar
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Presentación
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En
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más de un sentido las elecciones presidenciales de 2006 fueron un hecho de trascendencia histórica, cuyos resultados y consecuencias futuras aún están por verse y forman parte de la especulación y del análisis político. Con las elecciones del año pasado, concluyó el primer gobierno federal emanado de un partido diferente al Partido Revolucionario Institucional, que gobernó sin interrupciones durante siete décadas; y gracias a los resultados validados por un fallo del Tribunal Federal Electoral (Trife), el Partido Acción Nacional logra permanecer en el poder. Esto a pesar de que el candidato del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador, había logrado mantenerse al frente de las preferencias electorales durante la mayor parte del tiempo que duró el proceso electoral. ¿Qué ocurrió antes y después de los comicios? ¿Cómo se explica el resultado del voto popular emitido primero por Instituto Federal Electoral y refrendado por el Trife? ¿Qué factores se hicieron presentes en el proceso electoral? Y más específicamente, ¿cómo intervinieron los medios de comunicación en el curso de los acontecimientos?, o bien, ¿cuál fue el peso del voto de los mexicanos en el extranjero en el resultado de las elecciones? Estas son sólo algunas de las interrogantes que motivan a los cinco ensayos que integran a la sección monográfica de este nuevo número de la revista Nóesis. En ese sentido, Eduardo Barrera a partir del análisis del discurso político mexicano observado durante las elecciones, evidencia el deslizamiento de la política mexicana hacia la derecha y una carencia de alternativas que empobrecen la vida política. Luego, Jorge Balderas, centra la mirada en el papel que jugaron los medios de comunicación electrónicos, destacando la centralidad de estos medios en el curso de los acontecimientos. Y después Francisco Aceves, analiza las encuestas y los resultados electorales, sopesando el valor que la medición de las preferencias tiene, ya sea como instrumento de investigación mercadotécnica o arma diseñada para el vaticinio de los resultados electorales y la inducción de la conducta de los electores.
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También sobre las elecciones, pero más directamente sobre los preparativos previos a estas, Noemí Luján y Eduardo Albarrán, escriben sobre los procesos de demarcación de los distritos electorales federales realizados en 1996 y 2005. Su propósito es evidenciar los aspectos tecnológicos implícitos en esas demarcaciones, pero sobre todo ubicar la importancia de la mediación política necesaria para propiciar la construcción de acuerdos entre los partidos y las autoridades electorales. La mediación política, o mejor dicho, su ausencia o ineficacia, también fue un factor determinante en los acuerdos que se cristalizaron en lo que quizás puede decirse fue la principal novedad de las elecciones del 2006: permitir el voto de los mexicanos residentes en el extranjero. Cómo se llevaron a cabo estos acuerdos y cómo éstos se reflejaron en la instrumentación del voto en el exterior, es justamente el objetivo del texto de Tony Payán y Gregory Schober, con el cual se cierra la sección monográfica dedicada a las elecciones. Con ello, el propósito de la revista es colaborar en la tarea de difundir perspectivas de análisis que contribuyan a dar una explicación de las diferentes variables que intervinieron en un proceso político muy complejo; un proceso político que aún no concluye y sobre el cual es necesario reflexionar por sus implicaciones que tendrá en el futuro tanto en la construcción de la vida democrática en nuestro país, como en el debate sobre la continuidad del modelo económico que se ha sostenido en México desde hace ya dos décadas. Por otra parte, en la Sección Varia se integran textos que en su mayoría coinciden en abordar aspectos urbanos en ciudades medias mexicanas. El primero de ellos, de Guillermo Álvarez, hace específicamente una propuesta metodológica para el estudio de la estructura urbana de las ciudades medias en México considerando a “el tiempo” como una de las variables importantes. Luego, César Fuentes, Luis Cervera y Sergio Peña, ofrecen los resultados de una investigación que analiza el impacto espacial de la integración económica entre México y Estados Unidos en el sistema urbano de la región transfronteriza Ciudad Juárez-El Paso. Y por último, Kimberly Collins, realiza un estudio comparativo de las capacidades gubernamentales para procesar el crecimiento de las demandas ciudadanas derivadas del aumento
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demográfico, en los casos de las ciudades fronterizas de Calexico, California y Mexicali, Baja California. Finalmente, en la sección dedicada a libros, entrevistas y otras narrativas, además de una reseña escrita por Consuelo Pequeño sobre el texto Historia de Marta, de Dolores Paris, se incluye una amplia nota crítica de Adrián Acosta sobre el texto Después de la transición. Gobernabilidad, espacio público y derechos, de José Woldenberg, que junto con el testimonio de Héctor Pedraza sobre su participación en las elecciones de 2006, en calidad de Consejero Electoral de un distrito electoral federal, refuerzan el interés de Nóesis por ofrecer en este número textos que contribuyan a la reflexión sobre los retos de la construcción de la vida democrática en nuestro país.
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Héctor Padilla
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En este artículo se desarrolla una definición y se ofrece un uso de la retórica de las fronteras, borderlands rhetorics, en contextos académicos y no académicos. El enfoque se encuentra en el potencial del activismo transformativo, y de coalición inherente en retóricas/os de las fronteras. Zines, o revistas no comerciales y frecuentemente autopublicadas, representan los contextos no académicos en este ensayo. La autora recupera el potencial de las perspectivas teóricas de la frontera y las experiencias vividas. Borderlands rhetorics o retórica de las fronteras es la retórica de la resistencia, la coalición, la educación de la comunidad, el activismo, la imaginación y la representación que se producen (y se reproducen) en lo que identifica la autora como contextos del tercer espacio. Para ella, éste tiene la misma epistemología que la retórica de las fronteras.
Retórica de las fronteras, tercer espacio, revistas no comerciales, sentido coalicional, política de la articulación
Palabras clave:
Peregrinaciones fronterizas
Sección Monográfica
Borderlands Peregrinations Adela C. Licona1 This article develops a definition and offers an application of borderlands rhetorics in academic and non-academic contexts. The focus is on the transformational and coalitional potential inherent in borderlands rhetorics. Zines, or non-commercial often self-published magazines represent the non-academic contexts in this essay. Throughout, the author reclaims the potential in borderlands’ perspectives and lived experiences. Borderlands rhetorics are rhetorics of resistance, coalition, community education, activism, imagination, and re-presentation that are produced (and reproduced) in what the author identifies as third space contexts. For her, third space is the very epistemology of borderlands rhetoric.
Borderlands rhetorics, third space, zines, coalitional consciousness, politics of articulation
Dra. Adela C. Licona, profesora del Departamento de Inglés en la Universidad de Arizona, Estados Unidos. Correo: aclicona@email.arizona.edu. 1
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Introduction
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have been interested in the limits and im-possibilities of discourse and its representational potentials beyond the binary ever since I can remember. My intrigue with language and its in/ability to capture and represent borderlands experiences began when I was a child. Words, meanings, and truths commingled and contradicted one another in the borderlands of my youth. Proper language and proper perspectives had little to do with my everyday except when they were deployed by my great-aunt, mi tía, who worked hard to teach us all that was proper. The proper had been codified for my greataunt in the Velázquez Spanish-English / English-Spanish bilingual dictionary and in the works of Emily Post —both texts she referred to with regularity and seemingly appropriate rigidity. My intentions here are informed by the disconnect I experienced in my childhood between what I was taught, what I experienced, and how people, practices, and places were mis/represented to me along the way. I remain interested in rhetorical practices and performances and in mis/representations of lived experiences.
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Beyond the Limits of Divisions and Dichotomies
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I am of and from the border. I embody the border. It is how I know and experience the world. Growing up on the U.S./México border gave me particular insights —ways of moving, being, reading, writing, and knowing the world. For too long these insights have been devalued and corrected. This essay is an effort, in part, to reclaim the value of that which doesn’t need, never needed to be corrected. I am a borderlands being. I am aware, painfully at times, of the consequences and risks of my names and how I self identify. Saldiver-Hull (1999) notes that when the new mestiza “names all her names, once again she enacts the culmination of unearthing her multiple [and I would add, at times, contradictory] subjectivities” (7). On each side of the border of my beginnings I can be in/authenticated —not quite American and not quite Mexican either. Fronteriza? Chicana? Latina? Ameri-
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Víctor Villanueva, in his essay “Blind: Talking about the New Racism,” (2006) makes reference to the way in which identity politics has been invoked in the academy to undercut its potential. Specifically, he notes the ways in which some understand identity politics to imply a simple choice. Those of
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can/a? Mestiza? Lived borderlands experiences challenge notions of purity and even authenticity which fit neatly within a dichotomous framework of either/or but not so neatly within a borderlands framework of both/and. It is the lived condition of crossing borders and existing in the realm of both/and that together allow for the conscious movement into the re-creative terrain of what I term third space. Third space is an interstitial space of intersections and overlaps. It is an epistemological as well as an ontological space revealing ways of knowing and being in the world. Acknowledging third-space ways of knowing and being can be subversive in that it defies the values that are implicated in the “authentic,” the “proper,” and the “pure.” Third space is a space that materializes what borders serve to divide and obscure. Borders are arbitrary lines that constructs and are constructed. They are meaningful and meaningless, material and metaphoric, visible and invisible. They divide and unite. They are powerful and powerless, peaceful and violent and scar the (psychic) landscape for those of us who lived divided as a result of their imposition. Borders have historically been spaces of colonization where powerful forces have imposed, represented, and mis/interpreted historical truths. Borders, in my experience, have all too often been understood and utilized only to divide and order things. Like borders, binaries have served as demarctions that have divided and defined in the context of identity formation. Traditionally, rhetorics of identity have relied on modernist tendencies that have promoted a notion of self that is unitary, unified, whole, fixed, and stable. Identity configured accordingly disallows the visibility of lived experience and those third spaces which exceed and are excluded from identity binaries. Revealing multiple (inter)subjectivities is a result of a deconstructive process as it requires a conscious challenge and ultimate dismantling of the identity binary.2
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Borderlands rhetorics express this dismantling and reveal third-space ways of being and knowing beyond binaries.3 As I have argued elsewhere, borderlands rhetorics are subversive third-space tactics that can prove discursively disobedient to the confines of phallogocentrism and its neo-colonizing effects over time and space.4 Like many third-space subjects I have needed to read and reread, and interpret and reinterpret, contexts in multiple directions. Growing up on the El Paso/Juárez border, this tactic of reading between the lines was part of how I read and understood the world. It was representative for me of my location and the ways in which I moved in the world —always between the lines. I learned this tactic before I can remember and perfected it in simultaneity with my for-
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us still working for the potential and promise of identity politics understand that it is not so easy. In our introduction to our NWSAJ cluster issue titled “Moving Locations: The Politics of Identities in Motion,” (2005) Aimee Carrillo Rowe and I move from identity politics to the politics of identity in motion. Our efforts were undertaken to identify and pursue the potential in alliances formed across borders of difference. Identities and locations can be shifting and fluid and so imply movement. Moving, for us, is both spatialized and affective. A spatialized approach to identity and location (and here I am drawing from the work of feminist geographers including Doreen Massey) allows us to move from a fixed listing of identity markers along different axes of power to a relational understanding between people and places; what Massey (2005) refers to as “stories so far.” Elsewhere I have written of the borderlands rhetorics that circulate specifically in academic third spaces to reveal new perspectives and new knowledges. I am especially intrigued by the work of feminist biologist Anne Fausto-Sterling (2000) whose work engages a borderlands rhetoric to actively subvert a rigid gender binary. My work in this essay will shift the focus from academic to non-academic third space to demonstrate how the two overlap and how the academic / non-academic divide is rather artificial. Ultimately, my goal is to reveal a way of being and knowing in the world that is third space which is reciprocally related to a borderlands rhetoric I am working to define. My understanding of neocolonization as informed by reading Chela Sandoval (2000) and Susan Bordo (1993) is that the neocolonial is the appropriation and commodification of difference in late capitalism to effect what Bordo terms normalized heterogeneity or sameness.
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Because I was not then attempting, am not altogether now attempting, to have dominant audiences understand the subversiveness in this third space naming practice, I do not see my effort as autoethnographic. Instead, more like the survival skills identified by Sandoval (2000), it is what I did to legitimate my presence in an elementary school that otherwise erased my lived experience and invalidated my tactics for understanding the context within which I was learning to be and know. There are dis/similarities between third space and notions of the contact zone and autoethnography. While I do believe third space can be considered a contact zone as defined by Mary Louise Pratt (1992), I do not believe my efforts are altogether autoethnographic. My project is an attempt to understand and engage the
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mal education. I remember vividly how these practices emerged for me in elementary school when I read Dick and Jane and Spot books. At home we, too, had a dog Spot only we called him Lunares. Lunares, in Spanish, means mole which translates roughly into Spot in English. I read and reread, and interpreted and reinterpreted my first grade reader from both a dominant and a non-dominant perspective. Through a silent, unauthorized and subversive act, I inserted myself —y mi familia— into the text by first reimagining myself and my history as a central part of the text and then by rewriting the story to fit my lived experience.5 Only then could I make meaning and sense of what I was supposed to be learning. This subversive reading allowed me to function within and yet beyond a dominant knowledge system. I was six years old. Such a reading practice demonstrates a differential consciousness developed and deployed over time (Sandoval, 2000). I play with language. I always have. I reimagine its potential. Borderlands rhetorics can be playful rhetorics that allow for the exploration of un/authorized terrain. By un/authorized terrain I mean the spaces between and beyond binaries and those created at intersections. Since my childhood, those spaces identified as “off limits” remain of intrigue to me. Sandoval (2000) notes that “[t]his process of taking and using whatever is necessary and available in order to negotiate, confront, or speak to power —and then moving on to new forms, expressions, and ethos when necessary— is a method for survival” (29).6
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By investigating the multiple ways in which words are used, my intentions are to broaden our (academic) understanding of language and its implications for practices of representation that have meaning beyond dominant culture. Mis/representations are sources of objectification that, when re/visioned, can allow subjects to engage in new ways of interpreting and representing lived experiences and new knowledges. Borderlands rhetorics are those rhetorics that have the potential to reconstruct stories, identities, places, histories, and experiences in such a way as to expose new perspectives and even new knowledges (see Brummett and Bowers, 1999). In this essay, I refine my definitions of third space and borderlands rhetoric, paying particular attention to the relationship between the two, and to their implications for subject formation and representation.7 I then explore third-space sites, subjectivities, our dissident performances and rhetorical practices as materialized academic contexts and then in zines, or non-commercial, often self-published magazines. I will dis-
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world from a third-space perspective and deployed borderlands rhetoric. While there can be similarities identified between my efforts and those defined by Mary Louise Pratt as autoethnographic, there are some distinctions to be made. While I do, at times, engage the misrepresentations others may have made of me, my purpose is to reclaim the promise and potential of a non-dominant and coalitional way of making sense of the world. This other way is a borderlands rhetoric and third space. It is a space from which to pursue coalitional understandings and new ways of being collectively. Because I believe my considerations work to subvert dichotomy they are also distinct from autoethnography as defined by Pratt. She notes that autoethnography works by using or appropriating colonial (mis)representations to re-present oneself and one’s history. I am searching for ways —through a borderlands rhetoric— of speaking our locatedness that reveals a both/and consciousness that is always shifting and always relational. In Crossing Borderlands: Composition and Postcolonial Studies (2004), Andrea Lunsford and Lahoucine Ouzgane’s identify the counter-hegemonic potential in non-dominant representations from and of “difference.” Their project is exciting in that it puts postcolonialists, compositionists, and rhetoricians in conversation with one another. My efforts move from their reference of a middle way as a space of suggested compromise to third space as borderlands rhetoric.
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In Alt Dis: Alternative Discourses in the Academy (2002), Schroeder, Fox, and Bizzell identify the mixed forms of intellectual work being produced from within the academy. See also Víctor Villanueva (1999; 2004; 2006), and Keith Gilyard (2001). I like to think my efforts are in keeping with their understanding of what alternative discourses are and what democratic functions they might serve from within, and beyond, the academy. It is important to note others who have written extensively of zines across a number of different contexts. In a cultural studies context, Stephen Duncombe (2002) has analyzed zines as tools of resistance and potential particularly focused on punk culture. Michelle Comstock (2001) has written from a composition and communication studies perspective to investigate what zines can teach us about writing practices. And Rory Dicker and Allison Piepmeir (2003) have co-edited Catching a Wave on generational feminisms that brings together essays addressing the activist potential in third wave feminism some of which is expressed in zines. My work extends these projects to focus on the rhetorical import and implication of zines-of-color and those zines conscious of the politics of identity-in-motion that pursue alliances and serve a radical coalitional democratics.
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cuss zines in greater detail in what follows. However, for those perhaps unfamiliar with zines I turn to Stephen Duncombe (año). In zines he has identified “the seeds of a different possibility: a novel form of communication and creation that burst with an angry idealism and a fierce devotion to democratic expression,” (228). I am continuing to explore the coalitional potential I believe feminist and particularly feminist zines-of-color promote and pursue. Throughout my consideration I will draw parallels with alternative discourses and borderlands rhetorical practices within the academy and in zines as a means of demonstrating the ways in which a borderlands rhetorical framework is about a theory and practice of coalition and potential transformation.8 My ideas regarding borderlands rhetorics are informed by lived experiences and visions of a socially just world. Previously, I have focused on the potential in zines to subvert the borders and boundaries of gender dichotomies. For purposes of this paper I focus on the ways zines materialize third space and borderlands’ rhetorics to demonstrate the emergence of a coalitional consciousness and practices of articulation that serve the creation and mobilization of coalitions for social justice.9
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By borderlands I mean the in-between spaces —third spaces— that are created at virtual and material intersections. Borderlands rhetorics and third space each can be understood as a practice and a location. As practices they reveal a differential consciousness and as locations they reveal spaces of opportunity for the building of coalitions. Borderlands rhetorics can potentially inform egalitarian social relations and social justice as they are rhetorics of resistance, coalition, community education, activism, imagination, and re-presentation that are produced and reproduced in third space contexts. Third space then is the very epistemology of borderlands rhetoric.10 Third-space consciousness is inherent in the deliberate deployment of a borderlands rhetoric. Third space is a possibility for many concurrent, interacting, ambiguous and even contradictory discourses.11 In my explorations of third space I have begun to draw on feminist critical geographers, particularly Doreen Massey (2005). For Massey, space is a relational production, that is to say, a product of social relations, and thus, necessarily political. Space emerges through active material practices (see Massey, 2005; Katz, 2006). It is never complete, never finished. Rather, it is the sphere of dynamic simultaneity constantly disconnected by new arrivals and determined by new relations. To capture such a dynamic and contested nature of space, I engage the narrative-based part of Massey’s definition of space as “stories so far” (see Hayden, 2006; Massey, 2005). This conceptualization allows me to identify third spaces within what I am calling borderlands rhetorics. Third spaces are both indeterminate and constructive. They are constructed by and they construct —geographies, histories, embodied subjectivities, and borderlands rhetorics. Revealed third-space locatio-
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I am grateful to the conversations I had with Víctor Villanueva throughout the revisions to this manuscript as they helped me to articulate this important relationship as one that moves beyond both a fixed geography and a fixed identity. I am grateful for the virtual conversations with Víctor Villanueva ( July, 2007) who helped me both clarify the definition of third space and more clearly articulate its potential.
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I offer a more detailed treatment of the relationship between critical and feminist geography and third space in an unpublished manuscript I collaborated on with Marta Maldonado titled “Rethinking Integrations as a Reciprocal and Spatialized Process,” (2007). We delivered this paper at the Cumbre 2007 Conference in Omaha, NE. For further discussion of bodies inscribed with history, see also Cixous (1986), Kristeva (1984), De Lauretis (1987), and Pérez (1999). Feminist theorists across disciplines have been writing about the body and the ways in which (discursive) borders have marked and played themselves out on bodies. Cixous, in particular, has written about the discursive disorderings effected by language on the body of the Other. Ultimately Cixous opposes and sees as artificial the sexual and gendered dichotomies dictated by the heterosexual imperative on the body and beyond. See, too, De Certeau (1984) writes, “a body is itself defined, delimited, and articulated by what writes it” (139). For a study on non-unitary subjectivity, representation, and feminist methodology see Leslie Bloom’s Under the Sign of Hope: Feminist Methodology and Narrative Interpretation (1998).
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ns illuminate the spaces from which third-space subjects self-identify as well as the spaces we occupy and/or are relegated to, individually and collectively. Third space is borderlands rhetoric.12 Borders have been imposed on the land and re-inscribed on and in our bodies in ways that have proven oppressive and subordinating.13 The notion of embodiment is of importance to my discussion of non-unitary subjectivity and agency, or relationships that together make up the possibility for social action, because it serves as a material grounding of sorts to resist the potential for discursive essentialism in purely constructivist arguments regarding subjectivity.14 Identifying a relationship between the material self as embodied and the discursive self as constructed allows for a discussion of subjectivity that takes into account the “durable but not eternal” self as subject in the world. In resisting the arbitrary nature of borders, third-space subjects and borderlands rhetorics can blur the divisions and expose fertile spaces/places for re-invention of “new subject formations, new cultural formations, [and] new political formations,” (Pérez-Torres, 1995: 12). My efforts bring together Sandoval’s (2000) differential consciousness and Pérez’ (1999) decolonial imaginary as necessarily
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present in, and important to third space contexts and borderlands rhetorics.15 The demarcating line of the border —not always a straight line— obscures third space or fertile ground of unrealized potentials. Third space becomes a space of rhetorical struggle and of shared understanding or conocimiento. Third space, as I understand it, provides the conjuncture of space and time —an opportunity— to reflect on, and revision the ways in which discourses have been used to mis/represent histories that have erased lived experiences not coinciding with dominant interpretations of life on and of the border(s). Coming to identify and name a borderlands rhetoric is not without struggle and conflict for me. It has the potential to dilute and conflate important differences. I am conscious then of my own potential misrepresentations. In employing a borderlands rhetoric, a rhetoric of third space, I do not lose sight of the tangible and material realities, inequities, and injustices that prevail in the México-U.S. borderlands from which I come. I am arguing, however, for the epistemological significance of third space and the promise and potential for a borderlands rhetoric to communicate a vibrant and important way of knowing and being in the world across borders of difference.16
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The decolonial imaginary, broadly deployed, allows us to re-claim certain spaces in time to re-tell our stories and thereby resist and transform historical misrepresentations. Specifically, for Chicanas to revision ourselves as active participants in history. Pérez’ (1999) emphasis on the decolonial moves us to remember, even reimagine, our history from a non-colonial perspective. Chicanas are utilizing collective imaginations in literature to retell our decolonialized tales. Imaginative historical reversals, revisionings, and rememberings allow us to see ourselves as active agents in history. In “Memoria is a Friend of Ours: On the Discourse of Color,” (2004) Villanueva notes that memoria calls and pushes us forward. He insists that we must “invite her into our classrooms and into our scholarship.” This call itself reveals a borderlands rhetoric that invites dissidence through rememory. See also Morrison (año) on remembering as a necessary act of survival. See Lugones (2003); Carrillo Rowe & Licona (2005); Alcoff (2006); and Villanueva (2005).
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Except where noted in text, the zines I analyze here are housed at the Sallie Bingham Center for Women’s History and Culture in the Rare Books, Manuscript, and Special Collections Library at Duke University. Specifically, the zines come from either the Sarah Dyer (ca. 1988–1999) or Dwayne Dixon (ca. 1984–1995) collections or from the Sarah Woods collection.
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I am interested in exploring and re-producing borderlands rhetorics that represent the discursive, symbolic, material, and disciplinary borders and boundaries that constrain and produce us and our discourses in the everyday. I propose that it is through the in-depth exploration of third-space and borderlands rhetorics that meaningful re/discoveries can be made to reveal important insights into the transformative potentials of third space. For Sandoval (2000) “the social space represented by these —‘third-term’ identities is that place out of which a politicized differential consciousness arises. It is this personal, political, and cultural configuration that [has] permitted feminists of color from very different racial, ethnic, physical, national, or sexual identities access to the same psychic domain, where they recognized one another as ‘countrywomen’ of a new kind of global and public domain, and as a result generated a new kind of coalition identity politics, a ‘coalitional consciousness’” (71). Borderlands rhetorics reveal a shared understanding of non-dominant experiences that can build coalition. I have chosen to focus my efforts on zines that work to address social injustices and then pursue a coalitional politics that are transformative in their agendas. The borderlands rhetorics deployed in feminist zines of color17 illustrate the creative and generative capacity of third-space, borderlands rhetorical practices, and cultural reproduction that offer third-space subjects a potentially powerful site for representation. Zines can be single-authored and are often anonymously authored. Next, I move from borderlands rhetorics in academic contexts to focus on zines written to represent non-dominant community interests and coalitional practices that inform, and are informed by borderlands rhetorics and third-spaces theory. While they can be sleek productions, zines are often put together in a raw cut-and-paste style, (photo) copied, and traded or sold in non-domi-
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nant spaces.18 The zines I have researched are creative and generative third-space sites in which borderlands rhetorics represent non-dominant lived experiences and the conscious pursuit of political coalitions. Anzaldúa and Keating (2002) spoke of activist authors who have gone before us as “luchadoras que nos dejaron un legado de protesta y activismo por medio de la pluma” (5). The very act of writing zines is undertaken as an act of subversion and revision and so represents a technology of potential transformation. In its powerful challenges to the limits and obfuscation of dualistic representational rhetoric, much of the discourse in the zines I have studied is recognizable as borderlands rhetorics. I was and remain hope-filled by the new knowledges, and the new cultures that are part of a social reconfiguration emerging in zines. These emergent cultural reformations are sites and discourses of third-space activist subjects and borderlands rhetorics. Many of the zines I studied reflect not just the injustices of third-space subjectivity but the joys of nepantla that can be uncovered and encountered as well. As Anzaldúa (1999) notes, “[l]iving on borders and in margins, keeping intact one’s shifting and multiple identity and integrity, is like trying to swim in a new element, an ‘alien’ element. There is an exhilaration in being a participant in the further evolution of humankind” (preface to the first edition, n.p.). Like Anzaldúa, I, too, believe that in “every border resident, colored or non-colored —…dormant areas of consciousness are being activated, awakened” (n.p). My work suggests that this activation can be found
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Zines are often reproduced subversively, on company time and with company resources. Office copy machines are often the unauthorized tools of reproduction. These tactics of reproduction are not themselves transformational, but the potential for countercultural resistance and transformation can be found in the consciousness-raising, knowledge-generating, information-disseminating, and community-building action in zines. In creating coalitions, zines are a space for the production of knowledges and an outlet for the dissemination of information. Zines are also spaces of reconfigured community. Zinesters, as third-space subjects, resist myriad mechanisms of social controls. Many zines work to disarticulate identified modalities of control and interrupt networks of power relationships.
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in (micro) practices of rearticulation and resistance in borderlands rhetorics. The politics of articulation are reconfiguring third-space sites, subjectivities, and rhetorical practices in pursuit of an activist, transformative agenda. Zines use subversive tactics and strategies of interruption and resistance to challenge and potentially transform dominant practices of subordination, division, and exclusion. While my focus will be on zines as non-academic third-space sites, I want to first briefly identify the ways in which similar approaches to the representation of lived truths, the production of knowledge, the role of the imagination and the imagined, and the process of deconstructing subordinating divisions are present and circulating in academic contexts. Ultimately, but also beyond the scope of this paper, my goal is to demonstrate that borderlands rhetorics and third spaces are other ways of being and knowing that offer hopeful potentials for what has been referred to as a radical, transcultural, and for me coalitional democratics.19
In Woman, Native, Other: Writing Postcoloniality and Feminism (1989), Trinh T. Minh-Ha reflects on acts and notions of writing and storytelling, history and literature, fact and fiction. As a demonstration of the subordinating effects of dichotomous thinking, she reconsiders how fact is privileged over fiction. Specifically, she looks to the valued consumption of facts as an act subordinating and devaluing imagination. “Imagination,” she writes, “is thus equated with falsification” (121). She writes that “being truthful is being in the in-between of all regimes of truth” (121). She continues with the understanding that “there does not seem to be any possibility either as to the existence of such things as, for example, two (or more) different realms of makebelieve or two (or more) different realms of truth. The ‘civilized’ mind is an indisputably clear-cut mind” (125). The “civilized mind” she wri19
See Gilyard (2001); Sandoval (2000); and Laclau and Mouffe (1985).
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Re-imagining Third Space and Borderlands Rhetorics In and Beyond the Academy
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tes of, values that which is “clear-cut” as the proper, the authentic, and the pure over the ambiguous and the imaginative. These reflections on liminal truths are familiar to me as borderlands rhetorics.20 Authoritative practices of devaluing and dismissing the imagined, the ambiguous, and the contradictory as merely fictive, represent those dominant and domesticating practices that have obscured third space and borderlands rhetorics and their potentials as valid and legitimate sites and practices of knowledge re-production and representation. Different realms of truth exposed through borderlands rhetorics and third space can reveal opportunities for shared meaning, understanding, and coalition. The politics of articulation as discussed by Haraway (1992), and as traditionally defined in cultural studies, are at play in zines to reconfigure intentional communities.21 Laclau and Mouffe (1985: 2001) discuss the politics of articulation in terms of partiality. Articulations of structures, practices, and discourse are open-ended and so never able to represent a (discursive) totality. This translates into the understanding that the politics of articulation are always also the politics of disarticulation in an unending potential of new cultural formations and practices. Borderlands rhetorics are deployed in these reconfigu20
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Similarly, Foucault (1972) also engages the notion of truths, among other ways, by noting that a “fictional discourse [can] induce effects of truth …a true discourse engenders or ‘manufactures’ something that does not as yet exist, that is ‘fictions’ it” (193). In Code’s (1995) explorations of alternative epistemologies she reconsiders how sociopolitical agendas, based on (non)dominant ways of knowing and a sense of mutuality, can be moved forward thereby revealing the matrices of social relationships that prove potentially transformational and agentive. Her ideas are based in the power and potential of empathetic knowledge and the notion of a potential mutuality that can inform coalitions and socially just agendas. Specifically, she states that “[e]mpathy at its best preserves yet seeks to know the ‘strangeness’ [of the Other], respects the boundaries between self and other… Its ambiguity is manifested in coming to terms simultaneously with the other’s likeness to oneself, and her/his irreducible strangeness, otherness” (141).
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See Brettschneider’s Democratic Theorizing from the Margins (2002).
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red spaces to re-imagine and re-present third ways of being and of knowing. These borderlands rhetorical practices and performances are deployed to revision and explain the world differently and demonstrate a practiced resistance to dominant mis/representational practices while insisting on recognition.22 Third-space tactics often include code-switching or bilingualism as a means of representing borderlands experiences and thereby resisting the limits of dominant discourses. Code-switching can be a change in language within a given context. Those of us able to follow and generate the switched codes understand and are able to identify one another. As Edén Torres notes in her work Chicana Without Apology: The New Chicana Cultural Studies (2003), “attacks on bilingualism, English-only laws, and the elitism of European Spanish mean that our code-switching abilities are seen as colloquial and thus insignificant in public discourse” (22). Code-switching is identified in dominant contexts as illegitimate, impure, improper, and therefore invalid. As a practice, code-switching demonstrates the validity and import of the (allegedly) impure in non-dominant contexts. In Queer Latinidad: Identity Practices, Discursive Spaces (2003), Juana María Rodríguez acknowledges the code-switching that goes on in queered Latina spaces between quotidian language, or what she calls street vernacular, and political theoretical discourse. She also invites us to “reimagine the practice of knowledge production” and (3). Code-switching blurs the boundaries between discourses which, for me, create third-space discourses and borderlands rhetorics of representation. Coalitions are tactical groupings undertaken in space and time to move forward transformative sociopolitical agendas. Coalitions provide (non)dominant subjects with relational and agentive opportunities for resistance and transformation. The investigation of these identified coalitions informs my understanding of the conceptual tools and tactics that pursue resistance and transformation as part of the agenda of a radical cultural politics. In work on coalitional consciousness and its potential to generate knowledge and build community, strategic es-
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sentialisms23 and code-switching emerge as tactics and tools of change. Code switching is an act of solidarity, communication, and coalition that can be identified throughout a number of zines. It occurs in zines to reveal an alternative, mixed discourse that, in turn, speaks ambiguity that resonates with third-space subjects. Resistance in zines comes into view through a politics of dis/re/articulation that promotes and pursues a reimagined world based on a radical democratic politics and a community agenda of social justice.24 Disarticulations interrupt, even dismantle, the taken-for-grantedness of networks and relationships of control. Often zinesters begin a process of disarticulation through the investigation of their own privileges. As countercultural third-space sites, zines offer fertile ground for exploration of the political, practical, and transformative tactics and goals of reconfigured and reimagined coalitions.25 23
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Spivak, G. The Post-Colonial Critic: Interviews, Strategies, Dialogues. In: Sarah Harasym (ed.). New York, Routledge, 1990. I am inspired by Keith Gilyard’s work to pursue King’s vision of a “radical, transcultural democracy” that can be potentially achieved through “maximizing various epistemologies, searching for transcultural understandings, opening up spaces for imaginative wanderings, [and] for scholarly recreation,” (College Composition and Communication, No. 2, Vol. 52, December, 2001). Third space is a space to be engaged imaginatively. It is an epistemological space and borderlands rhetorics are made up of the discourses of these spaces. Methodologies of the oppressed, as defined by Sandoval (2000), are comprised of both “inner and outer technologies” (3). As third-space subjects, we utilize these skills or technologies to reveal third-space meaning in our practices of re-reading, re-writing, re-interpreting, re-presenting, and remembering ourselves, our stories, our histories, and our futures. These technologies, identified by Sandoval as semiotics, deconstruction, metaideologizing, differential movement, and democratics, are undertaken and utilized in our work through oppositional consciousness to differential consciousness to coalitional consciousness and back again (3). They are creative technologies of movement and transformation undertaken in fertile third-space terrain by mobile, border-crossing, third-space subjects. More specifically these technologies demonstrate how signs are re-read or decoded, and re-written or recoded from different locations and with the purpose of transforming mis
representations and other injustices. These technologies further demonstrate how some practices are interrupted and others are proposed and perpetuated as acts of orthopraxis, or reflected upon right-action. My project offers important insights into understandings of agency and authority as they are implicated in activism, representation, and transformation.
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The performed and discursive acts of resistance in the zine ¡Mamasita!, Issue No. 1 (año), begin with an act of code-switching as evident in both the zine’s title and the grammatical markings that surround it. Third-spaces are exposed throughout this zine. Even the space between childhood and adulthood becomes one of legitimate inquiry for to question expertise and authority as potentially repressive and even silencing. Issue No. 1 also questions the role of rules in artistic expression. In the ensuing discussion rules are identified as delimiting and oppressing to imagination, expression, and (artistic) representation. In an unnumbered issue, this zinester questions the information reproduced in authorized spaces such as dictionaries. She then explores the implication of word pairs such as like “big and stupid,” and “skinny and pretty” to demonstrate an awareness of how dichotomous discourse reproduces hierarchy and inequity (n.p.). A borderlands rhetorical strategy is also evident in the identification of those discursive practices that sustain subordination and oppression. Throughout ¡Mamasita! dominant language practices are consciously re/considered and experienced as a form of power and are associated with the re-production of the statu quo. Through creative third-space tactics and borderlands rhetorical strategies a modeled resistance emerges to dismantle the imposed limitations to dichotomous and neatly oppositional discourses. In Gift Idea, 1 & ½ (año), Seanna reflects on the potential for a more just world throughout her zine. One entry reveals her imagination at play as she wishes “they’d come out with a tang instant social consciousness juice powder that everyone could drink.”(7) She ack-
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Third-Space Peregrinations: Dissident Performances, Borderlands Rhetorics, and Zines
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nowledges that social transformation takes time and coalitional effort. As a third-space act of knowledge-building and meaning-making, she includes a glossary at the end of her zine because “there just seems to be so much vocabulary that’s very important and last year I didn’t really have an idea of what these words mean! so it would be assy for me to just use them and not define them” (11). Seanna has included her own neologisms as well as provided definitions for concepts such as “oppression, imperialism, colonialism, critique, dialogue, institution or ‘institutionalized,’ and privilege” (11). Borderlands rhetorical practices subvert exclusionary practices and boundaries that keep information and knowledge inaccessible. The questioning of the authorized and expert, especially in terms of knowledge production, is a third-space and borderlands rhetorical practice. This zine works to consciously imagine and reconfigure community and community agendas that value accessibility to information based on lived experiences. Bamboo Girl, Issue No. 1, also pursues coalition through the deployment of borderlands rhetorics. It is a zine written specifically for “brown” women for the pursuit of coalition across difference to challenge practices and notions of colorblindness and its ill-effect of conflating difference with sameness.26 Sabrina Sandata (2002) begins her zine switching from English to a Tagalog greeting. She defines her reasons for creating the zine stating that she has “always been a little perturbed by the fact that nobody sees ethnic chics in the hardcore [punk] scene [but she knows] they exist, because [she’s] one of them. [She’s] a Filipina/Spanish/Irish mestiza of sorts [who has] always wanted to express [her] frustration toward racist assholes who think that the hardcore scene belongs to the white middle-class boyz alone” (1). The goal seems to be to break from the tyranny of the practices that zinesters have experienced as alienating over time. In the lives of many zinesters, these social networks are mechanisms of control and disci26
For an excellent critique of post-civil rights era discourse and policies of colorblindness see Bonilla Silva’s Racism without Racists: Color-Blind Racism and the Persistance of Racial Inequality in the United States (2006).
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Foucault (1972) notes that “connections, cross-references, complementarities and demarcations,” are established between “family, medicine, psychiatry, psychoanalysis, the school, and justice,” with each to varying degrees retaining its own modalities (159). See Essed (1991); Lorde (1984); Alcoff (2006).
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pline that need to be subverted and reimagined.27 Borderlands rhetorics resist and reveal the active obfuscation and exclusions Sabrina discusses. In this first issue of Bamboo Girl there are critical reflections on the lack of diversity and gender-equity in punk and other sub-cultural contexts. Further evidence of a coalitional consciousness is revealed in an entry that chronicles the coalitional efforts of different community groups. This zine manifests a decolonized, third-space site and borderlands rhetorics reminiscent for me of Sandoval’s (2000) decolonized cyberspace “in which alternative realities provide individuals and communities increased and novel means of communication, creativity, productivity, mobility, and a different sense of ‘control’” (136). Entries throughout this zine provide insight into the challenges of attempting coalition through diversity by questioning the ideas that only sameness can serve coalitional practices and politics.28 Other contributions in Bamboo Girl manifest practices of resistance and the politics of articulation to include practices of code-switching and bilingualism. One entry is based on a political flyer the author acquired at “the festival of resistance,” which reproduces a political slogan/logo naming the “coalición por los derechos humanos de los inmigrantes / coalition for human rights of immigrants” (55). Articles throughout this issue that call for community action based on pursued coalitions and promotes activism and social change include: “rally against street beat sweatshops,” “calling all asian brothers and sisters,” “working our world by painting it,” and “Interview with Dr. Zieba Shorish-Shamley: Director of Women’s Alliance for Peace and Human Rights in Afghanistan (WAPHA)” (3). Essays are written expressly to disseminate information in community contexts. Critical borderlands rhetorical reflections propose new perspectives that speak the personal in order to enter into dialogue with a created (vir-
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tual) community, generate new knowledges, and pursue new articulations. The submissions in this zine exemplify the multidimensional and creative borderlands rhetorics as rhetorics of resistance, coalition, community education, and activism. Believing that women learn from women’s lives, one zine, Women’s Self Defense: Stories & Strategies of Survival (2003), employs a borderlands rhetoric to privilege lived experiences as a valid, valuable, and legitmate source of knowledge and theory.29 Specifically, the zine’s writers state that the zine is meant to “give women more options to choose from when using self-defense by sharing a diverse range of strategies successfully used by women in real life situations… so that we can talk about it, take action, and overcome it” (4). Borderlands rhetorics interrupt the notion of a singular response to any given social problem and allow for the exploration of multiple voices and experiences in the search for solutions. The significance of this zine is in its valuing of women’s everyday lived experiences and individual stories of sexual assault and harassment. As tactics of third space, the reproduction of these stories expressed through a borderlands rhetoric validates individual experiences and authorizes the telling of these experiences as informative, educational, and valuable —even healing. These validations are an important function of borderlands rhetorics. Borderlands rhetorics in zines challenge a deficit approach to nondominant contexts and peoples and instead insist on an approach that acknowledges lived truths as potential strengths and assets in and across communities.30 Specifically, the valuing of one’s story and its application to a broader context are activist political acts with consequences for the greater community.31 Borderlands rhetorics deployed in zines offer voices and counter-stories from third space which 29
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See González, Moll, & Amanti (1992). See critiques of deficit theories for non-majoritarian populations in Valenzuela (año) and also Delgado Bernal (año). I am drawing from the work of González, Moll, & Amanti (1992) who identify and reclaim the power and potential of the funds of knowledge that circulate in non-dominant community contexts.
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In The Practice of Everyday Life, De Certeau (1984) investigates quotidian language and the tactical and strategic practices and deployments of discourse especially for purposes of resistance and disruption. He states that “the approach to culture begins when the ordinary man becomes the narrator, when it is he who defines the (common) place of discourse and the (anonymous) space of its development” (5). In his discussion about discourse at work in the world he believes that normative discourse becomes operationalized when it becomes a story “recounted by bodies” (149). Ultimately his ideas about narratives are that they authorize delimitations or transcendences of limits. Similarly, in their essay “Subject Positions as a Site of Rhetorical Struggle: Representing African Americans”, Brummet and Bowers (1999) investigate “what symbolic means… people have to refuse a text that calls to them as objects” (123). Their investigation locates the subject/object duality as a site of rhetorical struggle.
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can be disruptive and re-creative. They can serve to interrupt dominant discourses, which can be restrictive, reductive, and even objectifying.32 Borderlands rhetorics in zines provide insight into third-space practices, relationships, and discourses in their cultural contexts. The borderlands rhetorics in zines can contribute to the refutation and (re)visioning of (colonizing) histories that have obscured and silenced shared, and yet diverse, lived experiences. Dorothea (año) is a zine dedicated to revisioning mental health and madness in a society that is identified as often divisive, alienating, and maddening. This zine’s work is accomplished by first reclaiming the presence and activism of Dorothea Dix in (women’s) history. A vital and vibrant third space practice in so many zines I reviewed is the research and reclaiming of contested histories and especially women’s works and words historically. It is a revisioning that gives voice, renewed vision, and hope to the zinesters engaged in these kinds of recovery projects. Dorothea Dix is introduced in this zine as “the first” advocate for the mentally ill. Her activism disarticulated the mentally ill from those deemed criminals. She advocated for better living conditions and a revised understanding of mental health and mental wellbeing. The zinester notes that changes occurred gradually as a result of Dix’s persistent, even relentless activism. Micropractices that result
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in transformations over time are unearthed and reclaimed in this zine, demonstrating borderlands rhetorical practices while providing an alternative model for social activism and change. Bamboo Girl, Issue No. 8 (1999), like Dorothea, promotes awareness about mental health and reflects on families and family structure. This issue of Bamboo Girl promotes awareness about the taboo of mental health issues particularly in communities of color. Through a borderlands rhetoric this issue offers a playful demonstration of its dissatisfaction with the injustices in society through its “table of contempts,” which lists articles, essays, contributions in which third-space subjects practice a politics of articulation, resistance, and activism (3). Third space reveals itself to be a shared space of understanding and, as such, it is often a component in the politics of articulation. Through a borderlands rhetoric one entry begins with a third-space reflection on identity: “Thinking about adoption and identity is difficult because, for me, adoptees stand in-between identities: biological and adopted. And identity politics don’t seem to allow for ambiguity” (19). Borderlands rhetorics speak ambiguity as an integral part of lived experience in third-space contexts. Amy, a self-identified Korean adoptee into a Jewish home, situates herself in third space and uses borderlands rhetorical strategies to discuss how she faced being “Korean-but-not” and “Jewish-but-not” for the first time (19). The borderlands rhetorics she uses reveal a recognition of the need to build her own community —a goal she is committed to pursuing. Issue No. 11 of Bamboo Girl practices the politics of articulation and borderlands rhetorics to represent third-space understanding and coalitional consciousness. One interview titled “Samira (Un)Veiled,” describes Samira Ali Gutoc as a spirited Muslim-Filipina [and] law student at the Arellano University School of Law… A cultural hybrid, [who] openly discusses the intersections of her identity —on being born and raised Filipina in Saudi Arabia, getting in touch with Muslim identity and culture during the early part of her move to the Philippines, articulating Islam with feminism as well as the feminist implications of keeping her veil on— and relating these with her commitment as a journalist to take Muslim struggles, youth perspectives, cultural diversity
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For an academic treatment of everyday racism see Philomena Essed’s work by the same title (1991).
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This passage offers a third-space re/presentation of a young Muslim-Filipina not available in mainstream media. A borderlands rhetoric reveals a contradictorily positioned and ambiguous coalitional subject who is understandable and knowable. Another entry in Bamboo Girl, Issue No. 11, uses the veil metaphor as a borderlands rhetoric to acknowledge the “veil of invisibility” Filipina/os have lived under for far too long (79). The writer expresses a theoretical and quotidian understanding of racism based on lived experience.33 Borderlands rhetorics are evident in her demonstration of a multivoiced perspective and of the code-switching she performs as third-space practice. The code-switching in this entry occurs between dominant and non-dominant (discursive) practices to demonstrate how third-space subjects are able to navigate both dominant and nondominant terrains. Specifically, the “Angst Column” is written with consciencia de la mestiza / third-space consciousness (83). It is entitled “How Filipino/Philipino Are You?” and begins with the question: “Who is anybody to tell you you’re not ‘enough’ of anything?” (83). This entry embodies the understanding for third space subjects of the empty signifiers and alienating myths of authenticity, purity, and legitimacy. The author is aware that these myths need to be shattered by a conscious understanding and represenation of what it means to live as a borderlands inhabitant with a borderlands identity. She describes grappling with the taunts that she was not “Filipino enough,” “feminine enough,” “queer enough,” or even “dark enough” (83). Demonstrating an awareness of the ways in which borders can not only divide but inauthenticate subjects, the author asks what it means to be real or true Filipino (emphasis my own). An emergent environmental consciousness and call to action around the issue and experience of environmental racism is revealed
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and women’s stories to the mainstream. She’s both a fighter and a pop culture junkie. (Villacorta, 2002: 47)
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in this zine. FACES is defined as a “nationwide coalition that’s committed to pressuring the U.S. government to take responsibility for the toxic wastes that were left behind at former U.S. military bases in the Philippines, namely Clark and Subic” (103). The presence of this article demonstrates an understanding of the relationship across difference in the context of both the local and the global. Lived experiences of non-dominant populations are being articulated to practices of environmental degradation defined as environmental racism. Issue No. 11 of Bamboo Girl is also identified as a post 9/11 zine. The back cover of this zine focuses on a photograph taken of a sidewalk spray-painted with the words “Please don’t attack other americans.” Sabrina notes how 9/11 has led to dangerous expressions of patriotism that are feeding into a culture of fear AND allowing for the profiling of brown people referred to throughout this zine as brothers and sisters. As noted, brown is a named ambiguity that is deployed strategically to build community and forge coalition across borders of difference. One entry reproduces a poster stating “Not in our name! Women of color AGAINST WAR” (45). There is a caption that encourages readers to hang the slogan “on your computer at work. Surely to impress the powers that be. Exercise your goddess right! Unless of course, it gets you fired” (45). This call for agitation in mundane contexts is made with the understanding that one is differently constricted in different contexts. This third space understanding demonstrates the ways in which contradictions are understood and navigated in the everyday. Throughout each issue of Bamboo Girl there are dis/re/articulations that demonstrate a developed and deployed coalitional consciousness and commitment to community representation, education, and outreach —all elements of third space and borderlands rhetorical practices. The editrix of Esperanza, Issue No. 2, December 2002, demonstrates a commitment to the kinds of disarticulations and rearticulations that pave the way for pursuits of community action and social justice. The disclaimer that expresses this commitment reads: “any [zine] trades I get that are racist, sexist, homophobic or otherwise offensive get recycled in the city dumpster” (inside cover). Like many zinesters she calls for other zines with which to make trades in order to engage in
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a kind of community dialogue. Trading zines is a third space practice of alternative consumption and community building that offers a means of entering into a community dialogue and action. There is a “womanifesto” included in this zine written “in order to encourage and support the blossoming of female friendship and community” (6). A deployed borderlands rhetorics reveals a critically engaged act of disarticulation that acknowledges the intersecting systems and practices of oppression. This zinester states that she will
This zinester offers a borderlands rhetorical approach to the disarticulation and rearticulation of social structures and (discursive) practices in pursuit of social equity and equality. In using Matsuda’s (año) work this zinester demonstrates that zines are crossing borders between the academic and the non-academic to inform everyday practices.
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Refuse to engage in self-loathing that corporations profit from and perpetuate. Understand that ‘all forms of subordination are interlocking and mutually reinforcing’ by using Mari Matsuda’s ‘other question’ technique: ‘when I see something racist, I ask, ‘Where is the patriarchy in this?’ When I see something that looks sexist, I ask, ‘Where is the heterosexism in this?’ When I see something homophobic, I ask, ‘Where are the class interests in this? (6)
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Conclusion Borderlands contexts are familiar to me. I read and experience —even imagine— the world through a borderlands rhetorical framework that speaks to my history and my earliest ways of knowing and being on the Juárez/El Paso border. The border, however, shifts. It is re-created and re-produced through practices and representations in multiple spaces. This essay attends to an applied theoretical application of what I term borderlands rhetoric and third space theory and practice. Third-space practices unearth the colonizing tendencies of dominant rhetorical structures and practices, and then deploy rhetorics of resistance, transformation, and (partial and potential) emancipation.34 This is also a project of re-spatialization because the border is not, cannot be, restricted to a geographic space as a fixed location. Borderlands spaces are material narratives —stories in the making— that are contested and contingent.35 My relationship to this space called borderlands is embodied such that I now know the world through my experience living, breathing, being, and becoming on the border. Borders, however, are re-created, resisted, and reshaped through our interactions. They are at play in different spaces, relationships and practices. In this essay I have demonstrated that third space and borderlands rhetorics are mutually constitutive. I have explored what I identify as a reciprocal and productive relationship between third space sites, subjectivities, and borderlands rhetorical practices. I have examined and applied a borderlands rhetorical lens to better understand rhetorical relationships, interactions, and representations that are pursued in spatialized contexts to build coalition and enact conscious social change. Zines materialize third space and reflect borderlands rhetorics of representation through the language of resistance, opposition, and, most importantly, coalition. As third-space subjects practicing and performing and producing what I consider third-space theory, 34
For discussions on the colonizing effects of discourses and discursive practices, see also Anzaldúa (1987); Nye (1990); Pérez (1999); Tuhiwai Smith (1999); Gray-Rosendale and Gruber (2000); and Carrillo-Rowe (2005).
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See Doreen Massey (2005). The tools and technologies utilized in this unearthing are primarily, though not exclusively, those of the methodology of the oppressed as defined and described by Chela Sandoval (2000) in her book by the same title. My efforts are, at least in part, an answer to the invitation made by Sandoval to acknowledge our complicated places and consciously drift into the abyss beyond dualisms in order to speak a third voice, re-vision third meaning (142–145). This abyss is a third space where subjectivities can be re-imagined and remembered and from which they can be (re)presented.
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zinesters, as well as academics are performing coalitional subjectivities, building community, disseminating information, questioning practices, and sharing knowledge across the seeming impervious boundaries and borders of language, race, class, color, gender, size, sexuality, education, and ability. Investigating the borderlands rhetorical activity within the context of third space, I contend, is a scholarly, pedagogical, and activist enterprise. It offers the potential to examine issues of self and community representation and to investigate the dissemination of information and the re-production of new knowledges, as well as the contradictions and ambiguities that reflect the realities of multiply-situated subjects. The third space of ambiguity is a generative, creative, and productive space, and the discursive practices from these spaces are tied to the production of identities. My purpose is to apply lived theory and to make visible the sites, subjectivities, and borderlands rhetorical practices of resistance undertaken to generate alternative knowledges, practices, and relations that first imagine, and then re-construct and promote antiracist agendas and models of social justice. I, too, am unearthing and investigating third-space sites and subjectivities as “sitios, lenguas y empleos de resistencia, protesta y transformación”.36 This project unearths, identifies, and applies the methodologies of the borderlands as I understand and have lived and un/learned them.
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Frontera, narco- folklore, narrativa, historia, cultura, identidad
Lo que el gobierno de los Estados Unidos ha llamado “La guerra contra las drogas” se basa en la idea de que el consumo y tráfico de estupefacientes son inequívocamente actividades dañinas y peligrosas que la población del país temerá y rechazará. No obstante, los resultados de estudios etnográficos en la frontera Estados UnidosMéxico indican que el tráfico de drogas se ha convertido en una actividad tan común que ha generado su propio estilo de subcultura, incluyendo música y folklore. Hasta la fecha los estudios antropológicos de la narco-cultura en la frontera se han enfocado en los narcocorridos, un género de música mexicana popular que celebra y narra el comercio de los estupefacientes y las vidas de traficantes de alto nivel. Estos estudios proporcionan perspectivas valiosas sobre los funcionamientos internos de las organizaciones de la droga y del contexto cultural de los cuales emergen. Sin embargo, la mayoría de los trabajadores del narcotráfico no son los superhéroes o los bandidos ricos retratados en los narcocorridos. Es el pueblo, que tiene como principal motivación para involucrarse en el mundo de los estupefacientes la supervivencia económica. La imagen de un rico folklore de tráfico de drogas se ha convertido en un perfil común en la región fronteriza de El Paso / Ciudad Juárez. Este estudio etnográfico muestra cómo este comercio se ha convertido en una parte “normal” de la vida diaria. El folklore cotidiano alrededor del tráfico de drogas indica el grado en el cual el comercio de éstas afecta a los habitantes de la frontera en múltiples niveles.
PALABRAS CLAVE:
culture, identity
Key Border, drug- folklore, Words: narrative, history,
What the United States has called “war against drugs” is based on the idea that drug consumption and trafficking are unquestionably harmful and dangerous activities, which people in the country will fear and reject. However, ethnographic studies —conducted in the United States-México border— indicate that drug trafficking has become such a common activity that it has created it own subculture style, including music and folklore. Current anthropological studies on the drug culture on the border have focused on narcocorridos; a Mexican popular music genre which narrates and celebrates drug dealing and the drug lords’ rich life style. Furthermore, these studies offer valuable perspectives on the internal functioning of the drug dealing organizations and the cultural context in which these emerge. Yet most of the people who work for the drug cartels are not super heroes, or wealthy outlaws represented in the narcocorridos. They are part of the general population, whose main motivation to get involved the world of drugs is based on their economic survival. The image of a rich folklore of drug trafficking has become a common profile in the El Paso / Ciudad Juárez border region. This ethnographic study shows how drug-trafficking has become a “normal” part of the everyday life. This everyday folklore is indicative of the degree in which drug trafficking has impacted the border population at multiple levels.
Howard Campbell2
1
Otra versión en inglés de este artículo fue publicado en la International Journal of Drug and Policy, vol. 16 (2005). 2 Dr. Howard Campbell, profesor del Departamento de Sociología y Antropología en la Universidad de Texas en El Paso, Estados Unidos. Correo: hcampbel@utep.edu.
Drug-folklore: Narratives and Stories on the Border
El narco-folklore: narrativas e historias de la droga en la frontera1
El narco-folklore: narrativas e historias de la droga en la frontera
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Introducción
Los
traficantes de drogas y los que las usan son a menudo temidos y despreciados porque los asocian a tabúes y amenazan de manera simbólica el statu quo social (Douglas, 1978 y Szasz, 2003). Según Fitzgerald y Threadgold (2004: 409) los consumidores de drogas “en virtud de estar fuera del orden social, son etiquetados como sucios, peligrosos y tienen consigo un tabú que los aleja de los derechos de los ciudadanos normales”. La prohibición de las sustancias llamadas “drogas”, crea inevitables oportunidades de negocios ilegales (Herman, 1999). El tráfico importante de drogas se centra en ciudades como Ciudad Juárez / El Paso, en donde la economía de narcóticos es tan grande y extensa que ha llegado a ser una parte “normal” de la vida diaria. Es decir, que el estigma del tráfico de drogas se ha disminuido y transformado por las diferencias subculturales, redes sociales (Duff, 2004: 390-391); Fitzgerald y Threadgold, 2004: 409), y la ubicuidad de la economía de la droga en regiones específicas. En tales lugares, el tráfico constante de drogas y las historias que se han creado a su alrededor, en términos de De Certau (2002) son “tácticas” cotidianas. En la frontera de Estados Unidos y México, la presencia del comercio ilegal del narcótico se refleja en cómo la gente hace su vida y en elementos de la expresión de la cultura tales como música, ropa, joyería, y artículos de consumo como los carros de lujo y los hogares llamativos, costosos (Marez, 2004). Es también evidente en cómo la gente habla y las historias que cuentan del comercio de los narcóticos. Actualmente, debido a la violencia y el peligro asociado a éste, hay poca literatura etnográfica relacionada con el tráfico de drogas (Adler, 1985, Bourgois, 1995, Malkin, 2001 y Morales, 1990), y mucho más sobre el consumo de las drogas (Bourgois, 2002, Duff, 2004 y Curtis, 2002; Clatts, Welle, Goldsamt, y Lankenau, 2002; Maher, 2002). Este artículo, en un esfuerzo por disminuir este vacío en la literatura, es un estudio de la normalización del tráfico de drogas por medio del folklore de la frontera. En esta edición, esto se refiere específicamente a El Paso y a su ciudad hermana adyacente, Ciudad Juárez.
Tráfico de drogas: folklore y cultura Como Vila (2000) ha demostrado, las identidades se construyen por medio de narrativas. Este artículo trata de las identidades personales y sociales construidas con historias de la droga. Edberg (2004) analiza el personaje cultural del traficante de la droga en las canciones mexicanas conocidas como narcocorridos. El personaje polisémico del narcotraficante representa a los vendedores de la droga como bandidos sociales, héroes trágicos, y nuevos ricos hechos al vapor (Valenzuela, 2002). Sin embargo, los narcocorridos son representaciones de los comerciantes 3
Información demográfica tomada del Data conference, Making cents of El Paso “by University of Texas-El Paso, socióloga Dra. Cheryl Howard el 26/09/02.
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Una razón por la que es normal el tráfico de drogas en la región, es debido a que es una de las más pobres de Estados Unidos. El Paso es la ciudad americana grande más empobrecida y su población se encuentra constantemente debajo de los promedios nacionales para el ingreso, el empleo y los niveles de enseñanza.3 El tráfico de droga es una manera práctica, rápida en la que la gente pobre puede aumentar sus ingresos. Así, por ejemplo, por manejar un automóvil con cocaína de El Paso a Chicago una persona puede llegar a ganar $10,000 dólares. Conducir un coche con droga de Ciudad Juárez hacia El Paso cruzando el puente internacional, un viaje que dura 5 minutos el conductor puede llegar a ganar $1,000 dólares o más. Simplemente el permitir que un mensajero almacene durante una noche una bolsa de lona con droga le puede producir ganancias de $200 dólares. Vendiendo las drogas pocas veces en un mes o en un año una persona puede aumentar perceptiblemente sus ingresos. Por lo tanto, una gran cantidad de gente sucumbe a tales tentaciones; de hecho El Paso y Juárez han sido centros del contrabando por lo menos durante 100 años (Martínez, 1978). El tráfico de droga, es una adaptación fiable de la gente relativamente pobre a la pobreza y se ha convertido en una parte de la identidad de las comunidades de la frontera (Campbell, 2004).
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de la droga que hacen los músicos y los compositores, algunos de los cuales pueden también ser traficantes, pero la mayoría de los artistas no hablan de su experiencia propia ni de lo que experimentan (Wald, 2001). Los narcocorridos son parte de la música popular de la industria que realza el comercio de las drogas pero a través de un prisma del comercio y el entretenimiento de algo alejado de la vida diaria. Las historias presentadas a continuación por el contrario, fueron contadas por los participantes directos en el comercio o sus parientes y amigos cercanos. La mayor parte de estas historias fueron contadas en lugares de trabajo y reuniones sociales y a menudo por los amigos o los parientes. No busqué estas historias. Las descubrí en el transcurso de mi vida diaria en la comunidad de la frontera de Estados Unidos y México. Otros residentes locales pudieron tener más de estas historias, otros menos, pero son pocos los residentes de la frontera que podrían mostrarse inconscientes o alejados completamente del fenómeno del narcotráfico. La gran difusión de las historias del tráfico de drogas, y la popularidad de los narcocorridos, indican el grado en que los narcotraficantes son aceptados por el público en general como algo normal, un aspecto usual de la vida en la frontera de los Estados Unidos y México. A pesar de esto, el único periódico de la lengua inglesa en el área de El Paso, El Paso Times, proporciona poca cobertura del comercio de las drogas, aunque periódicos de Ciudad Juárez (El Diario y Norte) lleven las historias sobre las drogas, especialmente matanzas sangrientas por los carteles de la droga, de manera casi diaria. De hecho, el Cártel de Juárez, conocido por algunos, como el periodista mexicano Eduardo Valle, como el Cártel de El Paso / Juárez, es una de las organizaciones de tráfico de drogas más grandes del mundo (Bowden, 2002; U.S. Office of Nacional Drug Control Policy, 2004). El impacto del comercio de las drogas se evidencia en la prisión federal de El Paso, donde están encarcelados el 70% de los delincuentes de la droga, esto según un celador de la prisión con el que me entrevisté (Oficialmente, en 2004, el 54% de presos federales eran delincuentes de la droga, ver búsqueda rápida en Federal Bureau of Prisons, 2004.) Aun cuando los medios de noticias de El Paso han elegido reducir
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al mínimo la cobertura de noticias relacionadas al narco, los residentes locales saben que está en todas partes. A propósito de esto, Fitzgerald y Threadgold (2004: 416) aplican las ideas de Deleuze en donde se muestra claramente la proximidad existente entre los drogadictos, y los habitantes de las grandes ciudades. Asimismo las historias del tráfico de drogas de la frontera demuestran que los traficantes, son gente común tales como nuestros hermanos, hermanas, hijos, e hijas (Fitzgerald y Threadgold, 2004: 416). Por otra parte, El Paso se compone en gran parte de inmigrantes mexicanos que pudieron haber sufrido maltratos por el gobierno de Estados Unidos. Una porción sustancial (quizás el 15%) de la población es indocumentada (es decir, ilegal en los Estados Unidos). Dentro de tal población puede haber mucha más gente que simpatiza más con los evasores que con los ejecutores de la ley. Por ejemplo, en un pequeño restaurante mexicano en el centro de El Paso, observé una máquina de chicles (los ingresos de ésta van normalmente a las campañas nacionales del servicio social) la cual tenía un letrero que decía “para los ilegales que no tienen documentos”. Así, puede haber una tolerancia mayor del tráfico de droga en comunidades de la frontera que al interior del país. Los vendedores de narcóticos a lo largo de la frontera de Estados Unidos y México es para miles de personas o incluso quizá para millones de personas un modus vivendi. Muchas personas que se dedican al narcotráfico en pequeña escala pueden dedicarle sólo una pequeña porción de sus vidas a esta actividad y aun así hacer una cantidad considerable de dinero, esto puede disminuir todavía más el estigma en la mente de los practicantes y colegas de actividad. En una entrevista, un inspector de la aduana fronteriza llamó al tráfico de drogas como “una cultura en la frontera”. En tal contexto, la condenación moral y política del negocio del narcotráfico, que emana del gobierno federal de Estados Unidos y de los políticos de la derecha conservadores, simplemente no tiene el mismo impacto que tiene en el centro de Estados Unidos. De hecho, algunos residentes de la frontera que consulté tienen actitudes sobre las drogas relacionadas con las de “cazadores furtivos ilegales” en África descrita por James Siegel:
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Si un schmuck pobre que subsiste como cazador tiene mala suerte fuera de un área del parque y después cruza el parque de caza hacia el área prohibida debido a que espera tener una suerte mejor, él sabe que él está rompiendo una ley del gobierno central, pero él no se ve a sí mismo como cazador furtivo. Él piensa que el límite del parque fue dibujado arbitrariamente y la ley de protección del juego es arbitraria también.Veo una cosa sutil que se da aquí. Hace que un cazador furtivo acusado, reconoce que él está haciendo algo ilegal pero es importante ver que él o ellos hacen caso omiso de las leyes arbitrarias ya que para ellos no tiene ningún significado “el gobierno del estado”. (Siegel, 2005)
Como los cazadores furtivos africanos, la postura moral / ética de muchos narcotraficantes de baja escala en la frontera es la de la gente que está intentando simplemente hacer una vida y ver las leyes de la droga del gobierno como punitivos e injustos. Como Siegel (2005) menciona: … la persona común ve al guardián del parque (o en este caso, el agente anti narcótico) como algún policía estúpido del estado el cual no protege los intereses de la comunidad. Se convierte en un juego del gato y ratón, una competencia tonta y destructiva. Y la naturaleza y la sociedad que son parte de este nuevo entorno, son los perdedores. (Ibid)
El tráfico de drogas en la frontera, entonces, no es visto por la gente local simplemente como un mal implacable como lo es visto por George W. Bush y la administración de la Agencia Antinarcoticos (DEA). Las historias y las canciones sobre esta importante actividad económica y cultural son extensas y numerosas, y forman una clase de cultura popular oral. Con frecuencia, después de contarme tales historias, los residentes de la frontera hacen comentarios tales como “las drogas están por todas partes” o “cada uno conoce a alguien que está implicado”. Las representaciones populares más conocidas del tráfico de drogas, según lo observado previamente, se ha diseminado con las canciones populares, conocidas tradicionalmente como corridos, que se han desarrollado recientemente en “narcocorridos” (las canciones de la droga). Esto se ha convertido en la comercialización de las canciones de las crónicas y las hazañas de los traficantes mexicanos famosos tales como Rafael Caro Quintero, Amado Carrillo Fuentes y “El Cha-
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po” Guzmán. Pero para que prosperen los ejes centrales, millares de individuos menos afortunados deben arriesgar sus vidas sembrando, cosechando, procesando, empaquetando, transportando o vendiendo la marihuana, la cocaína, las anfetaminas y la heroína (The Sentencing Proyect, 2001: 3). En lugar de enfocarme en los iconos de la droga celebrados comúnmente en narcocorridos, este artículo lo orienté en el folklore diario, en las historias “normales” contadas por los participantes, los amigos y los parientes de trabajadores de bajo perfil insertados en el comercio. Lejos del glamour de los protagonistas de las canciones de Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, y Chalino Sánchez, las historias analizadas aquí no están en el ojo público. Las historias de esa gente se cuentan en lo privado en grupos de socios, amigos y parientes. Las historias cotidianas del narcotráfico, como el folklore, en general (Bauman, 1984) tiene varias funciones para sus narradores: “genera autoestima para sus narradores” impresionando a su interlocutor con su conocimiento y hazañas, descargan su sentido de culpabilidad o de ansiedad, transmiten información secreta acerca de la actividad clandestina. Algo característico, es que el narrador mueve su cabeza alrededor para cerciorarse de que las historias no alcanzan los oídos incorrectos. Las historias provocan a veces tristeza o cólera en sus narradores. Otras veces provocan sensaciones de grandeza o de exaltación. Las historias mencionan con frecuencia lugares públicos tales como bares, restaurantes y otros negocios (por ejemplo, los lotes de carros y los deshuesaderos de coches) que son centros conocidos de la actividad del tráfico. Las localizaciones de las narco-matanzas se convierten a menudo en señales importantes usadas por la gente para orientarse o para dar direcciones, como por ejemplo “yo le atenderé al lado del restaurante X, usted sabe, el lugar donde mataron a fulano”. Las historias del narcotráfico tienden a seguir varias líneas históricas o diagramas básicos, tales como la iniciación, la confesión, el alarde, el cuento preventivo, y la historia de horror. Comienzan a menudo con un conteo de la detención de los protagonistas seguido por un retroceso de los acontecimientos que le condujeron a la misma. Como Martin y Stenner (2004: 403) precisan, las narrativas relacionadas con las
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drogas son “construido y constructivo”, es decir que están expresados dentro de marcos discursivos existentes y tienen consecuencias para el individuo en cuanto a su posición social. En la presentación de estas historias mi intención no es el de criticarlas o culpar a los narradores o calificarlos como portadores de valerosas historias de resistencia. En lugar de eso, utilizo las historias para ilustrar un proceso cultural. Por otra parte, como la “teoría de la tendencia” de Agar (2002: 256) propone, que sí hay patrones sociales e históricos más grandes que explican la aparición de las dolencias particulares del narcotráfico, también hay los patrones que explican actitudes públicas que cambian de opinión respecto a las drogas. En ese sentido, la omnipresencia de las historias del tráfico de drogas en la reflexión es un reflejo de la enormidad del contrabando en la frontera, que puede indicar la aceptación de los residentes de la frontera que el comercio de las drogas como una parte “normal” de la vida. Una comprensión de esta experiencia subjetiva puede ser útil en los esfuerzos de reformar la política de la droga para reducir el daño causado por la supuesta “guerra contra las drogas”. En las historias que siguen, las identidades y los detalles se han modificado o se han falsificado para proteger a los informadores. Cualquier semejanza a cualquier persona es terminantemente coincidente. Las historias presentadas aquí fueron recogidas en contextos familiares, en fiestas, en el trabajo, en reuniones en la calle o en negocios, y en las zonas en las cuales residí en un periodo de 10 años (en relación con la espontaneidad en el terreno etnográfico, vea Agar, 1996). Son solamente una selección pequeña de la abundancia de historias del narcotráfico que circulan constantemente en las ciudades de la frontera. He procurado presentar una amplia selección representativa de historias de nivel medio o bajo, de una base mucho más grande de las narrativas del comercio de las drogas que he recogido. Fueron conseguidas a través de más de 40 personas que fueron entrevistadas. La observación participante extendida en la cultura de la frontera, de la cual soy parte, formó el conocimiento etnográfico de fondo para el estudio. Los datos de las entrevistas fueron obtenidos de manera algo espontánea y de manera afortunada en conversaciones (en el valor de obtener datos cualitativos de la sociología de manera
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afortunada, vea Stimson y Webb, 1975). La sensibilidad del tema imposibilitó el uso de grabadoras o de tomar notas en tiempo real. He presentado estos informes en forma reducida, para proteger la secrecía de los informantes y del antropólogo. La naturaleza fragmentaria de los datos, sin embargo, no diluye su esencia, que es demostrar el carácter omnipresente, común del tráfico de droga en la sociedad de la frontera de Estados Unidos y México.
Historias del narcotráfico en la frontera 1.
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El padre de un hombre joven está en una penitenciaría por un largo tiempo por traficar cocaína. Él muestra orgulloso sus recortes. Contó que en una época en la que era un joven muchacho exploró el dormitorio de su padre y descubrió los bolsos del polvo blanco apilados en un armario. Abrió un bolso y descubrió lo que era. Un estudiante de secundaria escribe en un ensayo cómo su tío es parte de una organización de la distribución de droga en una ciudad pequeña en Durango, que tiene reuniones semanales del consejo en un edificio alto en el mero centro de la ciudad. El negocio, aunque ilegal, funciona eficientemente como cualquier otro negocio y tiene flotillas de carros, de planos y de equipo diverso. Todos en la familia saben sobre el negocio, al igual que los otros residentes de la ciudad. El estudiante es algo cauteloso sobre compartir la historia con su profesor, pero él no está avergonzado de su tío, él encuentra en sus actividades diversión. Un hombre de Sinaloa conoció a un alto comandante de la policía, ahora difunto, que era uno de los fundadores de un cartel del norte. De niño, jugaba con los hijos del comandante y él iba a las fiestas con su padre al rancho del comandante. Cuando pregunté por la profesión del padre, contestó: “ganadero” (ranchero), un eufemismo bien conocido. El hombre cuenta su
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Esta sección registra los breves resúmenes de las historias del tráfico de drogas
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historia como una parte común de su vida. Durante su segundo año como profesora, una colega en una escuela local da una conferencia referida a la ética al hacer una investigación sobre los traficantes de droga. Tiempo más adelante, los estudiantes devuelven los libros prestados de la profesora. Ella los guardó en su estante. Dos semanas después toma uno de los libros y hojea uno de ellos. Al hacer esto nota que uno de los estudiantes había pegado un paquete de heroína en el centro del libro. Podría ser un estudiante que cabecea a veces y se muestra desganado en clase y despierta de vez en cuando de un cabeceo para dar una opinión interesante. El estudiante escribe en una tarea que no tiene relación alguna con la clase, sus experiencias de venta, y consumo de chiva en los baños de los bares en Juárez y cuenta también una experiencia de una sobredosis en la cual lo inyectaron con adrenalina para restablecerlo. El estudiante queda fuera de la escuela y vuelve a México. Ella nunca lo ve otra vez. Una mujer en una cantina tiene tatuados los brazos y habla de las experiencias como tecata en los callejones de Juárez y de El Paso. Trabajó como mula (mensajera de la droga) por muchos años. Es brillante pero errática. Menciona haber rechazado su vida anterior, pero pudo haber decidido no cambiar. Ella es un izquierdista radical y escribe poesía. Un hombre que se dedica a la reparación de hornos habla de su amistad con el hijo del fundador de un cartel. Recuerda la existencia del niño como una vida normal a excepción de los guardaespaldas que lo llevaban y lo recogían en la escuela y que vivió en una mansión grande con una piscina gigantesca. Un hombre de Parral, Chihuahua, México visita a una amiga en su casa en El Paso. Su amiga estaba sentada en un sofá con dos amigos marroquíes que lo veían a él de manera sospechosa. El amigo saca repentinamente de debajo del sofá un bolso de dos kilos y ella se lo lanza a él. Ésta se jacta ante él que su trabajo principal es conectar compradores y vendedores en los centros nocturnos céntricos. Durante algún tiempo ella usó su
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pelo de manera afro y vivió una vida bohemia. Después de verse dañada (no consiguió un grado técnico) y sufrir problemas emocionales y financieros, cortó su cabello, comenzó a usar vestidos y vestirse formalmente y volvió a la universidad. La última vez que él la volvió a ver, le preguntó si no necesitaba nada. 8. Un amigo de Guadalajara, Jalisco, México dice que su primo estuvo implicado profundamente en el negocio de la droga y que fue deportado de Estados Unidos para rendición de cuentas. La abuela del amigo manejó las ventas al menudeo para la organización. Posteriormente el amigo se involucró con otro amigo, pidió que le almacenara bolsos de lona con cocaína en su casa. El amigo hizo buen dinero con esto por un tiempo pero paró con el negocio después de que su conexión fuera descubierta en un punto de revisión en Colorado. La familia vendió el condominio en donde vivía, y él se trasladó repentinamente a California. Aunque actualmente se encuentra fuera del negocio de la droga, el amigo considera su implicación anterior como un acto de resistencia en contra de leyes injustas hacia la droga. 9. El abuelo de un señor ha estado cerca de 20 años en una penitenciaría federal y le faltan 9 años más. Su tía, una hermana, y otros parientes también han estado implicados. Se ha convertido en cristiano pero cuenta con orgullo cómo usaba sus conocimientos para robar coches y para transportar cargas de droga a una ciudad importante en la costa del este. Sus conocidos le piden en varias ocasiones ayuda en el negocio pero él los rechaza. 10. El camarero de un restaurante conocido en El Paso, platicaba a la vez que tomaba la orden, que estuvo deportado de Estados Unidos por un tiempo, por conducir cargas de cocaína a Los Angeles. A él le pagaban 10,000 dólares por carga. Su coche se averió fuera de Phoenix acto que lo condujo a su detención. Promete contar la historia completa si su entrevistador asiste a la fiesta de quinceaños de su hija en Juárez. Él demuestra poco
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remordimiento. Está apenas arrepentido de lo que lo hayan atrapado. Hay un traficante asiático-americano en un restaurante de Juárez. Él ofrece vender cantidades ilimitadas de negra, blanca, grifa (heroína, cocaína, marihuana) o píldoras. Proporciona su número de celular y el teléfono de la casa en donde vive con su amante masculino en Juárez. Las siguientes semanas no se le pudo encontrar en ninguna parte ni en varios restaurantes ni en un bar donde trabajó por cortos lapsos de tiempo. Los dueños de los lugares tuvieron que despedirlo porque hacía abiertamente entregas delante de los clientes. Una mujer vende heroína en los centros nocturnos en el otro lado de la frontera. A pesar de una severa discapacidad ella vende su producto cada fin de semana y se liga fácil con los hombres de los bares sencillamente debido a la calidad de su mercancía. Siente que está haciendo mal, pero con la cocaína que consume, obtiene la fuerza necesaria para hacer frente a sus problemas físicos y emocionales. Un hombre que trabajaba como mecánico en un negocio local cruza el puente fronterizo del centro todos los días. Trae en su boca bolsos de polvo blanco. Vende algunos de los bolsos y utiliza el resto para él mismo. Renunció a su trabajo y dejó de ir a El Paso después de que su esposa, con quien él tenía problemas maritales, lo amenazara en reportarlo a la migra o a la agencia de drogas de Estados Unidos. Un día lo pararon en la frontera, cuando no llevaba nada, pero el episodio lo asustó tanto que decidió dar por terminado su negocio de tráfico de droga. La tía de un estudiante está en una prisión federal por un largo tiempo por vender marihuana. La tía ha dicho que ha vuelto a nacer y lamenta el daño que sus acciones han causado a su familia. Ella espera ser transferida a una prisión mexicana donde piensa que las condiciones serán más favorables y la posibilidad de obtener libertad condicional (o una condena reducida obtenida con soborno) es mayor. Los parientes de la tía
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también estuvieron implicados y discuten estos temas con una mezcla de amargura, orgullo y vergüenza. Una abuela mexicana trae paquetes pequeños a través del puente cada mes para un hombre. No pregunta nada al hombre de los paquetes. Para ella las cantidades pagadas son buenas. No necesita trabajar debido al dinero que los viajes le producen pero ella adquiere trabajos por hora para poder demostrar que tiene ingresos legales. Parece la imagen de la tradicional abuelita (abuela). La primera esposa de un hombre fue una amante apasionada que le hacía frente a cualquier mujer que lo viera a él. También lo hizo un adicto y un vendedor de cocaína. Ella acabó con los ahorros de la familia y también con su negocio. Él sin embargo todavía tiene memorias agradables de ella. Su hijo es un genio quién inventó una nueva clase de computadora. Un hombre en una fiesta charla sobre las matanzas en pequeñas comunidades fuera de Juárez. El miembro más conocido de su familia trabajó como vendedor en una tienda al menudeo en el lado americano de la frontera pero aun así llegó a ser fabulosamente rico. Él continuó viviendo en una ciudad pequeña de la frontera en donde construyó una mansión enorme con una azotea roja costosa del azulejo. También acaba de construir una piscina enorme en su casa. A él lo asesinaron. También mataron a numerosos miembros de su familia que se dedicaban al narcotráfico. En algunos casos, los parientes mataron a otros parientes. Poco después de que una mujer se muda a El Paso, llegan a vivir cerca de ella una familia de narcotraficantes famosos. Ella se traslada a un departamento en otra parte de la ciudad y los vecinos le dicen que uno de los departamentos de un vecino es un lugar de escondite. En el departamento llega mucha gente y los coches van y vienen. Las exhibiciones patrióticas ostentosas y las decoraciones de temporada parecen ser una tapadera para la situación inestable en el departamento. Después enviaron a otro vecino a la cárcel por lavado de dinero. Otros
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vecinos trabajan para las agencias federales antinarcóticos. El escondite es abatido. Está situado en un suburbio de clase media, uno de los mejores de la ciudad. La mujer se traslada a otra parte de la ciudad. No se opone al consumo de drogas pero se preocupa por la seguridad de sus niños. Un buen amigo escribe notas para un periódico de Juárez. Él recibe numerosas amenazas de muerte debido a los artículos que escribe acerca del comercio de las drogas, por lo que se muda a El Paso. Ahí, continúa cubriendo historias del crimen y de corrupción y sigue recibiendo amenazas en contra su vida. A un hombre de Alaska lo liberaron recientemente de una prisión de California después de cumplir una condena de 15 años. Lo encarcelaron por violación. Su pandilla había estado implicada en un conflicto serio con otra pandilla, que condujo a la violación. El hombre también había sido un vendedor importante de heroína. Su tío era uno de los traficantes más grandes en el oeste de Texas hasta que lo capturaron y docenas de sus negocios locales fueron confiscadas. El hombre menciona estar arrepentido, pero se muestra algo nostálgico cuando habla de su vida en el narcotráfico. La cuñada de una cajera de banco fue arrestada con cerca de 50 libras (22.68 kg) de metanfetaminas en Arizona. Su hermano y su cuñada tienen tres niños. El cajero de banco explica que la pena para tal falta es una sentencia automática a una prisión federal. El cajero de banco preguntó a su hermano si él va a dejar a su esposa. Dice que “quizá”. El primero también menciona que “arrestaron al hermano de la mujer también; imagínese con lo que su madre está pasando”. Un estudiante le envía por correo electrónico a otro estudiante una historia sobre el cuñado del primero, es miembro de una banda local, y fue arrestado por posesión de 10 kilogramos de cocaína cerca del puente internacional de Zaragoza en El Paso. El cuñado tomó un petate con las drogas que fue traído a través del otro lado del río por una mula de Juárez. El agente
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fronterizo vio al hombre y pensó que era un inmigrante indocumentado que intentaba cruzar ilegalmente hacia Estados Unidos. Arrestó al hombre y cuando le encontraron droga lo condenaron a una sentencia en una prisión federal. Un colega conoce a una persona en un bar quien le pregunta acerca de la forma en que su ex novio pasaba de contrabando la droga hasta que lo atraparon. Le contó que un hombre conducía un coche de El Paso hasta Austin, Texas a mitad de la noche. Si el punto de chequeo de Sierra Blanca, Texas estaba cerrado, algo común en esos días, el hombre llamaría a una grúa que remolcaría el carro con la droga dentro de éste, y el conductor de la grúa lo llevaría fácilmente hacia su destino. Desafortunadamente, un día hicieron mal el cálculo y fueron arrestados. El primo de una estudiante compra dos libras de marihuana, las empaca en grasa y transporta a California. Ella se preocupa por el hecho y sufre en todo el viaje. Cuando llegan a una ciudad grande en la costa ella intenta vender la mercancía pero tiene cierta dificultad. Un viejo contacto finalmente le compra la mercancía pero apenas le alcanza para costear el viaje y el costo del producto. Ella dice que nunca hará esto otra vez, aunque continúa oponiéndose a la política antidrogas de Estados Unidos. Una mujer mayor alquila una casa. Un amigo le dice que el vecino de la puerta contigua es un traficante conocido. Esto fue confirmado más adelante por un agente federal que conocía el hijo de la señora. Varios amigos asisten a una iglesia local junto con tres agentes que están involucrados en la “guerra contra las drogas”. Sus hijos van a una escuela privada que cuenta con un número importante de niños descendientes de importantes líderes mexicanos de los carteles de la droga. Un primo de una mujer de edad mediana es un funcionario de alto grado en la “guerra contra las drogas”. Cuando el primo la visita ella nota que los miembros de una pandilla regional
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(“pandilla-golpeadores” como ella los llama), que son conocidos por su implicación en el negocio de las drogas, están teniendo una fiesta cerca de su casa. El primo ha sido amenazado por altos capos (señores de la droga) del otro lado de la frontera. 28. Durante su segundo semestre en la universidad, un profesor nota que uno de sus estudiantes usa siempre un uniforme de la patrulla fronteriza. El estudiante está implicado en una organización grande de tráfico de drogas. Es condenado ante el tribunal pero desaparece antes de que lo puedan enjuiciar e ir a prisión. El profesor discrepa con la política de la droga del gobierno pero cree que no se consigue nada estando cerca del mundo de las drogas. 29. Un hombre mayor va a muchas fiestas, incluyendo las fiestas de cumpleaños de sus nietos, en las cuales la gente susurra que algunos de los presentes están en el negocio de la droga, o los identifican por los carros nuevos y costosos que se conducen. Él no se preocupa mucho porque conoce a las familias implicadas, pero sabe que asociarse con estas personas es potencialmente peligroso.
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Esta sección presenta un análisis preliminar de las características principales de las historias antes mencionadas. El propósito de este artículo es ilustrar la universalidad y el folklore de la droga en la frontera, y ver la variedad de experiencias del tráfico de drogas a lo largo de la frontera. Las limitaciones del espacio imposibilitan un análisis profundo de cada una de las historias. La presentación y un análisis más detallado de estas historias serán proporcionados en un artículo futuro. Según Edberg (2004: 120-121), el personaje del narcotraficante tiene su fuerza de: (1) la yuxtaposición de la pobreza y la abundancia en la frontera de Estados Unidos y México; (2) las jerarquías raciales y de clase en México; (3) los conflictos fronterizos; (4) el personalismo mexicano; e (5) imágenes del macho mexicano norteño. Las historias presentadas aquí contienen mucho de los elementos sociales identi-
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ficados por Edberg en su estudio de narcocorridos. Pero su ímpetu y significado son diferentes dado que están contados no como parte de un género conciente de sí mismo ni como parte de un género musical presente en las conversaciones diarias. Aunque a veces mis informadores hablaron de resistencia a las injustas leyes de la droga o de la opresión económica (por ejemplo, historias 8, 24, 28), más a menudo las historias del tráfico de drogas que recogí expresan problemas psicológicos, personales y cuestiones económicas (historias 4, 7, 10, 12) más que las sociales (Bourgois, 1995: 54). Sin embargo, parecidas a las teorías de conspiración que estudiaron de cerca West y Sanders (2003), las historias de la droga son un camino para alcanzar un “entendimiento alternativo” que vaya más allá de las historias oficiales (historias 2, 3, 5, 14). El motivo más común para contar las historias era jactarse del conocimiento o de las hazañas personales (historias 1, 6, 20, 23) —el jactarse es también una característica dominante de narcocorridos y de los corridos clásicos—. Por lo tanto, el narrador de la historia ocho estaba muy orgulloso de su capacidad de violar leyes que consideraba injustas y de que conseguía un poco de dinero en el proceso. No sentía ninguna culpabilidad de sus actos. Un segundo motivo importante es el sentido de la vergüenza, de la culpabilidad o del miedo a las consecuencias de sus acciones y que afecten a terceros (historias 9, 13, 18, 29). Así, el narrador veintiuno discute cómo un arresto debido a las drogas puede separar a su familia. Las historias exhibieron a menudo una ambivalencia considerable; los locutores estaban orgullosos y avergonzados de sus acciones y al contar sus historias se encontraban ante la tentación de revelar y a su vez de comprender sus propios cuentos (historias 5, 9, 14, 20). Por ejemplo, el narrador nueve hace alusión a que gracias al cristianismo recuperó su vida, aunque también goza al entretener a una audiencia con historias punzantes sobre su comportamiento criminal. Sin embargo, un guardia federal que trabaja en la prisión de El Paso cuenta que los internos, constantemente le cuentan historias sobre sus experiencias del tráfico de drogas para jactarse y sin mostrar arrepentimiento. De hecho, dijo que en la prisión una gran cantidad de delincuentes de la droga hacen
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contactos con señores más poderosos que les ayudan a volver a los negocios de las drogas cuando son liberados. El guardia también indicó que aunque muchos presos le cuentan a él de sus experiencias en el comercio de las drogas, el más poderoso capo en la prisión rehúsa platicar de sus experiencias previas, esto debido a que sus negocios continúan funcionando aunque él esté prisionero. Estas historias también evidencian esfuerzos de la gente normal inmiscuida en el tráfico de drogas que busca darle sentido social a su existencia (historias 6, 17, 28). Además, transmiten información práctica, establecen enlaces entre el narrador y el oyente compartiendo emociones de la discusión de experiencias comunes, comentan respecto a realidades sociales difíciles, celebran la obtención de dinero fácil, o expresan sensaciones de miedo, de repugnancia o de tristeza (historias 15, 19, 25, 26, 27). Las historias 25-27, comunican la información sobre las acciones y paradero de los traficantes de drogas que permiten que el oyente se aleje de esa gente. El hilo común de todas las historias era que se trataban de sucesos individuales que fueron relacionados como acontecimientos de la vida real dentro de un contexto en el cual tal actividad se asume por ser peligrosa y secreta, pero común en la vida cotidiana. En El Paso, como Bourgois (1995: 326) lo ha observado en Harlem del este, traficantes del mundo de la droga son parte de la sociedad común; “son hechos en América, y no en otros lugares exóticos”. James Scott (1985: xvi) es famoso por su formulación de las “formas diarias de resistencia campesina”, que él define como “la lucha prosaica pero constante… las armas ordinarias de grupos relativamente débiles: simulación, deserción, falsa conformidad, robos, fingir ignorancia, calumnias, incendios provocados, sabotaje, etcétera”. Las historias presentadas aquí, y las actividades comentadas, son “formas diarias de resistencia” de algún modo. Esto, refleja los esfuerzos de la gente común por evitar que los atrape la policía y de las autoridades antinarcóticos. Con todo esto el motivo principal de los narradores es la supervivencia económica, y no el desafío a las leyes. En ese sentido las motivaciones y las acciones diarias de los traficantes de drogas comunes es como un comportamiento de “slantwise behavior” (Campbell y Heyman, 2005).
El folklore local que emerge alrededor del tráfico diario de droga en la frontera, se asemeja a la tradición de los pueblos del “corrido clásico”, la tonada popular tradicional, más que al fenómeno producido por el narcocorrido (Edberg, 2004: 12-103). Esto está arraigado en las tradiciones culturales populares de México y de la frontera (Limón, 1992 y Paredes, 1958). Los participantes en el tráfico de droga de la frontera y los narradores de las historias populares de la droga son en su mayoría mexicanos y también anglos (y de otros grupos étnicos), aunque dada la demografía local, la mayor parte es descendiente de mexicanos. Las historias del tráfico de drogas, siguiendo (Limón, 1992: 14-15) el análisis de la poesía oral de la frontera, se sitúa en un contexto de relaciones herméticas entre el narrador y sus oyentes: “Lo que es un logro considerable del poeta popular [o del narrador de las historias de la droga], la canción [historia] también fluye al entorno social y de nuevo a regresa a él [las inserciones del autor]. En ese sentido las historias de los traficantes de drogas complementan el folklore histórico del mexicano y del habitante de la frontera, a los iconos culturales como La Llorona, El Chamuco, y los soldados revolucionarios del ejército de Pancho Villa, así como también a las historias populares más mundanas sobre los acontecimientos diarios de la vida doméstica, religiosa, agrícola, comercial y social”. Como formas anteriores de folklore, las historias del tráfico de drogas en El Paso / de Juárez están repletas de detalles y de gran importancia local y personal, y no de comentarios sobre celebridades del narco o de la política nacional como en los narcocorridos. Además, las historias diarias de la droga expresan una similitud del discurso, de deseo de los trabajadores alemanes en las fábricas discutidos por
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acciones para prever y para asegurar recursos necesarios (materiales y simbólicos) que no necesariamente ni directamente se enfrentan con el poder. Al mismo tiempo, tales acciones también pueden no caber fácilmente en conceptos “naturales” existentes en el orden social. Sin desafiar tales conceptos, pueden estar fuera de la ley.
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Por “slantwise behavior” entendemos:
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Barrington Moore (1978). Los trabajadores alemanes, más que el esperar utopías políticas o abundancia monetaria, soñaban con llevar a cabo pequeñas mejoras y la eliminación de dolor y el sufrimiento en sus vidas diarias. Yo propongo que los sueños modestos, más que el hedonismo y el materialismo exagerados de los narcotraficantes de alto nivel estudiados por Adler (1985), motivan a muchos de los participantes comunes en la economía local de la droga, que se ven a sí mismos menos como figuras heroicas que como gente normal que intentan sobrevivir. Es decir, son miembros típicos de la sociedad más que gente extravagante (Adler, 1985: 1–10). Sus deseos y necesidades, que no se pueden satisfacer fácilmente con la economía formal sí se logran en el mundo del narco. En sus historias, hablan de sus vidas privadas que son fácilmente reconocibles para su audiencia, mencionan que han oído muchas historias de este tipo. De hecho muchas historias de la droga se convierten en una característica recurrente en las reuniones sociales incluyendo fiestas de cumpleaños, quinceañeras, amigos que beben en bares, y juntas familiares. En palabras de Heyman y en términos elegantes, estos narradores participan en “redes ilegales”, es decir, en formas complejas, de redes sociales y culturales arraigadas en la ayuda y tolerancia (Heyman y Smart, 1999: 17). Esta realidad social incluye a muchas mujeres, así como hombres, aunque poca estadística está disponible. Las mujeres también han sido de vez en cuando los temas de los narcocorridos tales como “Camelia la Tejana”. Cerca del 25% de las historias presentadas en este artículo, muestran a las mujeres como los agentes principales. Con todo, aun cuando las mujeres no son los traficantes reales, sus vidas son afectadas profundamente por esta actividad debido a sus esposos, hermanas, madres, etcétera. Cuando atrapan a un marido por las drogas, la esposa debe mantener y tomar el cuidado de los niños. Mis informantes femeninos tendieron a acentuar las dimensiones de la familia en el tráfico de drogas y los efectos de esta actividad en la estabilidad familiar de manera más frecuente que los informadores masculinos. Un agente antinarcóticos con el que me entrevisté me ha explicado que las esposas y los niños de los capos mexicanos de la droga terminan a menudo como indigentes en El Paso después de que matan a los
Sea dicho por hombres o mujeres la omnipresencia de estas historias y la manera en que son contadas en las poblaciones de la frontera demuestra que para esta población, el tráfico de drogas es una actividad tolerada o un fenómeno común, que aunque no es aceptado totalmente, no se considera como una forma de vida inusual. Los traficantes de droga son estudiantes de secundaria, bachillerato, universidades, trabajadores manuales, abuelos, compradores y vendedores de almacenes, camareros, profesores, y empleados de gobierno. Son nuestros vecinos, hijos, madres, primos, amigos y compañeros de trabajo. Están por todas partes. El comprender, a los actores que hablan y cuentan historias, el folklore de la droga y a los participantes de los acontecimientos descritos, puede ayudarnos a replantear políticas existentes. La realidad misma del negocio de las drogas y la de los narradores en la frontera es un desafío directo a los pronunciamientos del gobierno de Estados Unidos, de que está ganando la “guerra contra las drogas”.
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Conclusión
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grandes señores de la droga. Algunos capos incluso contratan grandes pólizas de seguro en su nombre, para proteger a sus familias, sabiendo que probablemente serán asesinados.
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Este artículo es un testimonio de los procesos reflexivos y críticos de un grupo de educadores bilingües radicado en la frontera norte de México y el suroeste de Estados Unidos que forma profesores en una universidad del suroeste de la Unión Americana. Parte de este esfuerzo de reflexión crítica analiza la educación bilingüe como discurso de poder y exclusión a partir de las formas en que está siendo organizada en estos tiempos en Estados Unidos. A partir del discurso actual de la educación bilingüe, se estudia el impacto que ésta tiene en la formación de las identidades de los estudiantes bilingües y en las prácticas que desarrollan los maestros en las escuelas que atienden a estos estudiantes en la frontera. Educación bilingüe, discurso de la educación bilingüe, percepciones de los maestros bilingües, nepantla, identidades fronterizas, pedagogía fronteriza
PALABRAS CLAVE:
The Bilingual Education Discourse in the MéxicoUS Borderland: Identities Formation, Power Relationships, and Oppression This article is a testimony of the critical reflective processes of a group of bilingual educators that live in the México-US borderland and work teaching prospective bilingual teachers in a US Southwest University.As part of their critical reflections, they analyze bilingual education as a discourse of power and exclusion.They begin by considering the way bilingual education is currently organized in the US; and, from that analysis, they move forward to examine the impact that this discourse has on shaping bilingual students’ identities as well as the pedagogical practices teachers utilize in these borderland schools. Key Bilingual education, bilingual education’s discourse, Words:
bilingual teachers’ perceptions, nepantla, border identity and border pedagogy.
El discurso de la educación bilingüe en la frontera MéxicoEstados Unidos: formación de identidades, relaciones de poder y opresión Luis Huerta,1 María Mercado,2 Elva López-Reza3 y Flor García4 1
Dr. Luis Huerta, profesor del Departamento de Curriculum e Instrucción de la Facultad de Educación de la Universidad Estatal de Nuevo México. Correo: lhuertac@nmsu.edu. 2 Dra. María Mercado, profesora del Departamento de Curriculum e Instrucción de la Facultad de Educación de la Universidad Estatal de Nuevo México. Correo: mariamm@nmsu.edu. 3 Dr. Elva López-Reza, profesora del Departamento de Curriculum e Instrucción de la Facultad de Educación de la Universidad Estatal de Nuevo México. Correo: elvar7374@aol.com. 4 M.A. Flor García Urías, educadora de padres en AVANCE El Paso. Correo: florelenagu@yahoo.com
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Introducción
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ya casi treinta años, Maxine Greene (1978) señaló que la educación debe preparar a los individuos para que sean concientes de las realidades y percepciones múltiples de nuestra cultura, a fin de que sean capaces de cuestionarlas para que no tomen nada como dado o como destino inalterable, sino que consideren esas realidades y percepciones como procesos socialmente construidos y, consecuentemente, modificables. Greene continúa diciendo que, a fin de cuentas, la educación debe llevarnos hacia la emancipación y el desarrollo de la conciencia si queremos preparar individuos críticos que asuman el compromiso de transformar nuestra sociedad en un lugar para vivir mejor; o como Freire (2003; 2004) dice, en una sociedad menos fea y más justa. Parar lograr lo que Greene y Freire (falta datos del autor) nos plantean, es necesario tomar la decisión de actuar de manera congruente con esta visión. Por lo tanto, debe ser un compromiso nuestro el elegir trascender la “pasividad” o la “amnesia histórica” en que nos sumerge la sociedad globalizada actual en que vivimos. Si decidimos actuar en consecuencia, tenemos que hacerlo a través de acciones conscientes que fortalezcan nuestra capacidad de acción crítica. Esta decisión, para construir una sociedad más justa, no nos puede ser dada o impuesta por alguien más, al contrario, somos nosotros quienes tenemos que decidirlo así. Cuando las personas son capaces de preguntar, de cuestionar la realidad que perciben y tratan de comprenderla buscando su emancipación y trascendencia, es un indicador de que han iniciado su elaboración crítica, tomando conciencia de sus historias y procesos personales; han iniciado, entonces, la elaboración de su inventario personal. Gramsci (1971) señala que el inventario personal se debe construir continua y cotidianamente, en un proceso de reflexión crítica, donde tomemos conciencia de eventos, acciones, situaciones que han sucedido en nuestras vidas y que han marcado nuestro ser y nuestro corazón. A través de este proceso de reflexión crítica seremos conscientes de la huella que han plasmado esos eventos en nosotros y nos han llevado a
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ser las personas que somos actualmente. En ese sentido, las personas capaces de cuestionar críticamente las realidades múltiples, de buscar su trascendencia y ser concientes de sí mismos, han logrado comprender y reflexionar críticamente sobre sus vidas. Por tal motivo, Greene (1978) afirma que cuando las personas lo logran es que han iniciado la construcción de sus propios paisajes. La noción que Greene nos presenta implica una capacidad crítica de “leer” la realidad (Freire y Macedo, 1987), de tomar conciencia de nuestra elaboración crítica y un compromiso de actuar en consecuencia. Esto es, de actuar de manera conciente para transformar nuestras realidades. En otras palabras, construir paisajes implica para nosotros entender nuestras identidades, de-construirlas y re-construirlas para elaborar nuestro inventario personal y “delinear” nuestros paisajes en los cuales estamos viviendo e interactuando para transformarlos críticamente. Así, partimos de la noción de que las identidades son espacios de construcción constante (Castells, 1999; Kincheloe, 1999; Kincheloe y Steinberg, 1999); que están estrechamente vinculadas con nuestras complejas y multivariadas biografías (Gidenns, 1991), pero que sólo pueden conformarse como tal a través de procesos de interiorización individuales cuando algunos atributos culturales son aceptados como unificadores de nuestro sentido (Castells, 1999). Sin embargo, no olvidamos que este proceso está determinado por relaciones de poder a través de ciertas instituciones y agentes de control, así como de fuerzas sociales que moldean nuestras identidades bajo cierto enfoque opresor que marginaliza y excluye a grupos subordinados que son considerados como el otro, que es diferente (Dussel, 2002; Giroux, 1992; Rodríguez, 1999; Kincheloe, 1999; Kincheloe y Steinberg, 1999; Villaverde, 1999). Siguiendo a Maxine Greene, los paisajes que compartimos en este escrito son paisajes de esperanza y lucha que cada uno de nosotros ha construido en nuestras propias batallas e interacciones sociales, políticas y culturales en la frontera del norte de México y el suroeste de Estados Unidos, que es el lugar en que hemos decidido vivir y estar para construir una sociedad más justa. Estos paisajes son elaboraciones en proceso que muestran y comparten la comprensión que en este
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momento hacemos de nuestras realidades, pero que al mismo tiempo son prueba de cómo nuestras identidades, aunque moldeadas bajo ciertas relaciones de poder ciertamente opresivas, no son incambiables. Al mismo tiempo, los paisajes que compartimos están marcados por nuestras posturas (Greene, 1995; Rosaldo, 1993), es decir, por las formas en que las nociones de raza, lenguaje, género, preferencia sexual y, sobre todo, de clase, nos han construido socialmente como sujetos o nos han impuesto de diversas maneras en ciertos espacios de la sociedad. En ese sentido, reconocemos que nuestros paisajes tienen una marca específica que nos une a la educación bilingüe, como inmigrantes o descendientes de inmigrantes que aprendimos inglés como segundo idioma y que hemos vivido, de alguna manera, procesos opresivos y excluyentes al aprenderlo; también como trabajadores culturales de la educación (Giroux, 1992) que forman profesores, incluyendo los bilingües, desde una perspectiva de sensibilidad política y crítica, a fin de que los/las futuras docentes asuman un compromiso en favor de la justicia social, de una educación de calidad para todos, así como el compromiso y la fuerza necesaria para luchar en contra de cualquier tipo de discriminación y exclusión en las escuelas públicas y en la sociedad. Nuestros paisajes reflejan nuestras voces y nuestros procesos de elaboración crítica, que apuntan a la construcción cotidiana de nuestra conscientización. Entretejen reflexivamente situaciones que han impactado nuestro desarrollo profesional y personal, que han estado en el centro de nuestra atención y muestran la reflexión que hemos realizado sobre las mismas. Es a través de estos procesos reflexivos que comprendemos nuestras realidades concretas (Kosik, 1976) más allá de la comprensión superficial que, la mayoría de las veces, está marcada por mistificaciones y distorsiones. Estos paisajes revelan nuestra pasión por imaginar que las cosas pueden ser diferentes, a grado tal que nos mantiene activos en la búsqueda de alternativas ante la complejidad de las situaciones que en estos momentos enfrenta la educación bilingüe, la educación en general, y nosotros como educadores.
Segundo paisaje: educación bilingüe como una lucha constante Históricamente, los programas de formación de maestros bilingües en los Estados Unidos han sido organizados bajo una fuerte orientación sobre procesos de adquisición del lenguaje de los/las niñas bilingües, a fin de prepararlos para trabajar en los salones de clases. Aunque este enfoque ha incorporado un variedad de procesos lingüísticos como parte del currículo de la preparación de maestra/os, además de la
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Consideramos que la educación bilingüe es una práctica social, cultural y políticamente determinada que por diferentes medios y formas se nos quiere hacer creer que es una práctica “neutral,” ya que solamente busca los mejores métodos para “ayudar” a quienes no hablan inglés en los Estados Unidos. Si consideramos cierta esa visión de la neutralidad, nos llevará a pensar que lo único que importa es enseñar a los niños a aprender a hablar inglés sobre cualquier otra preocupación académica; de esta manera lo entenderemos y lo justificaremos. Ese manto de neutralidad y aparentes buenos propósitos ha llevado a que se construyan visiones de la educación bilingüe que excluyen cualquier consideración sobre aspectos de la formación de la identidad de los estudiantes, del respeto y valoración de la cultura así como del lenguaje, y que a fin de cuentas conlleva procesos de discriminación y exclusión. Por lo tanto, parte de nuestros propósitos es enfrentar mitos y concepciones erróneas sobre la educación bilingüe incluyendo en sus análisis la dimensión política, social y de poder que generalmente se deja fuera de la discusión. Sin embargo, queremos que nuestras experiencias personales y profesionales se conviertan en testimonios que aportan elementos para transformar las visiones de neutralidad excluyente que, de una manera muy real y concreta, afectan directamente el desarrollo académico de los niños/as bilingües, las prácticas educativas, sociales, y culturales de las escuelas, así como las interacciones entre los profesores, directores, administradores, padres de familia y la comunidad.
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Primer paisaje: sobre la educación bilingüe
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adquisición del primer y segundo idioma, cambio de código —codeswitching en inglés—, y la necesidad de considerar la cultura de los estudiantes en los salones de clases, este enfoque ha sido unidimensional con respeto a procesos complejos del lenguaje. Esta unidimensionalidad ha limitado la comprensión de las/los maestros acerca de un amplio espectro de las experiencias de vida de las/los niños bilingües. De manera semejante, las implicaciones para el aprendizaje del niño/a y la necesidad de comprender cómo proceder hacia decisiones curriculares y de enseñanza cotidiana son impactadas. Con estas limitaciones para entender las experiencias de niños bilingües en los Estados Unidos, se hace más imperioso que se considere, dentro de los programas de formación de profesores/as, y especialmente con los bilingües, una perspectiva con un fuerte énfasis sociocultural. Esta perspectiva debe extender la visión sobre el lenguaje como proceso exclusivamente lingüístico hacia la inclusión de situaciones relacionadas con cuestiones de identidad, las distintas variedades de lenguaje que traen los niños/as al salón, y los aspectos socioculturales y políticos relacionados con las experiencias trasnacionales de los estudiantes de la frontera. En 1968 se estableció como ley el Acta de Educación Bilingüe (Bilingual Education Act) durante la presidencia de Lyndon B. Johnson. Esta acta fue la génesis del Título VII dentro del Acta para la Educación Primaria y Secundaria (Elementary and Secondary Education Act- ESEA), que autorizó recursos para apoyar programas educativos para las minorías (Crawford, 1999). Durante los años sesenta y setenta, época de los derechos civiles en Estados Unidos, prevalecieron básicamente ideas compensatorias en la política que orientaba la educación bilingüe en las escuelas. La perspectiva compensatoria entendía las diferencias como un déficit cultural de los/las niñas a partir de sus experiencias diversas en términos lingüísticos, étnicos, socioculturales, y económicos. Una característica principal de esta visión es que no considera que los/las niñas de habla hispana llevan al salón de clases distintas necesidades (sean lingüísticas o socioculturales); aunque sí reconocía que tenían que “compensarlos” culturalmente por su pobreza. Además, la noción compensatoria tenía un sentido económico pues relacionaba la com-
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pensación educativa con dirigir más fondos a las escuelas que atendían a estos niños/as. Por lo tanto, el enfoque del Acta era específicamente dirigido a niños/as pobres en desventaja educativa. Al mismo tiempo, esto implicaba una concepción de cultura “empobrecida” que escondía una visión colonizante al considerar a las otras culturas —la de los pobres o los inmigrantes, por ejemplo— como insuficientes o inadecuadas, y esto justificaba que se les tenían que “dar” las bases de la “normalidad” para que se pudieran incorporar a la sociedad. La cultura normal, obviamente, era la cultura anglosajona. Las prácticas generadas a partir de la perspectiva de déficit cultural en la educación bilingüe trataban de compensar las “deficiencias” de los niños bilingües. Una acción concreta que derivó de esa política fue que la falta de habilidad para utilizar el inglés se construyó como una discapacidad, lo que desafortunadamente etiquetó a los estudiantes bilingües —aún hasta estos días— como “clientes” permanentes de educación especial. Aún y cuando se presentaron cambios en el enfoque, al incorporar los procesos lingüísticos de las/los niños bilingües, la visión seguía siendo limitada porque mantenía la misma idea de déficit. A pesar de que ya se consideraba que los niños traían su idioma natal al salón de clase, ese idioma no era considerado válido como medio de instrucción. Esta política compensatoria ignoraba y sustraía el idioma materno de los estudiantes de los procesos educativos sin alcanzar a vislumbrar formas aditivas de educación bilingüe (Ruiz, 1984). El concepto aditivo en educación bilingüe se acuñó en el campo de la política del lenguaje para denotar que los programas de educación bilingüe debían mantener una posición acerca del lenguaje y cultura de los grupos minoritarios como necesarios de mantener y desarrollar, además de adquirir el segundo idioma: el inglés. En ese sentido se “adicionaba” el segundo idioma al desarrollo del primer idioma y no se le “sustraía” importancia al idioma materno para proclamar el segundo idioma como dominante por su mayor aceptación social. Desafortunadamente, la comprensión de las/los profesores sobre los procesos lingüísticos de los/las niñas bilingües aún era muy limitada en relación a los procesos de adquisición del segundo idioma. Por
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ese motivo, aún en la época de la lucha por los derechos civiles, la educación bilingüe basó muchas de sus prácticas en la idea del tratamiento igualitario para niños que por no hablar inglés eran considerados con habilidades limitadas, y en esa búsqueda de un trato equitativo, los “sumergían” en salones donde sólo se usaba inglés como medio de instrucción. Sin embargo, en vez de generar mayores oportunidades de éxito académico para esos niños/as, este sistema sólo lograba que se les diera un trato desigual a los niños bilingües porque no tenían las experiencias académicas necesarias para el éxito escolar deseado que por cuestiones de raza, clase y acceso a la cultura sí poseían los estudiantes anglosajones. Estas experiencias muestran un “D”iscurso de deficiencia en las escuelas públicas de los Estados Unidos en relación con los niños bilingües, especialmente los hispanos. Durante los años setenta se logró un adelanto en la política educativa bilingüe porque el gobierno de los Estados Unidos declaró que los distritos escolares con más de 5% de estudiantes de origen minoritario, cuyo primer idioma no fuera inglés, debían seguir sus obligaciones marcadas en el Acta de los Derechos Civiles, que prohibía la discriminación racial en programas apoyados con fondos federales. Además, los distritos escolares que estuvieran bajos esas condiciones debían establecer acciones afirmativas para rectificar la “deficiencia” de lenguaje abriendo programas de instrucción que apoyaran a estos estudiantes (Crawford, 1999).
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Tercer paisaje: el discurso de la educación bilingüe como representación simbólica de procesos sociales
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Para comprender mejor la educación bilingüe en los Estados Unidos, debemos analizar críticamente los valores implícitos en el discurso que la expresa. El Discurso (con mayúscula) de la educación bilingüe indica que a éste se le considera más allá de lo que representa el simple lenguaje o las palabras que integran las expresiones. Es decir, se le da una posición de poder porque el discurso no se ubica exclusivamente a nivel de lenguaje, sino de controles y condicionamientos concretos que, de diversas maneras, supeditan las prácticas de enseñanza y apren-
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dizaje reales que se desarrollan en las escuelas (Gee, Hull y Lankshear, 1996). De la misma manera, el discurso determina o moldea las actitudes y comportamientos de entidades que concretan las acciones que forman las identidades de las personas bilingües como son las escuelas, por ejemplo. Al mismo tiempo, el discurso de educación bilingüe es presentado socialmente por grupos de poder con un manto de neutralidad, lo que la hace ser considerada aceptable por las ‘buenas intenciones’ de ayudar a los niños a superar esa ‘deficiencia’ lingüística. Por esta razón, el discurso de la educación bilingüe que promueve la idea de deficiencia e incapacidad es aceptado como algo normal, como que así debe ser. Esa neutralidad justificaba que, por ejemplo, los maestros pensaran que la “falta” de idioma y cultura que se atribuye implícitamente a los estudiantes bilingües se reconociera como deficiencia en comparación con el inglés, que es considerado como el idioma del poder. Al considerar al inglés como el idioma dominante no se valora ni el lenguaje ni las experiencias ni los conocimientos previos de los estudiantes en el salón de clase; se “borra” su familia, su cultura, en fin, su identidad. Por lo tanto, ser bilingüe en los Estados Unidos nunca ha sido solamente un proceso lingüístico individual, sino algo situado en relaciones sociales, históricas y luchas políticas entre grupos diversos. Así debemos considerarlo en el momento histórico que ahora estamos viviendo, porque es un espacio de representación simbólica de las luchas políticas, sociales, raciales y de clase. En estas luchas se entretejen aspectos de inmigración, cuestiones del terrorismo internacional, la globalización y los cambios demográficos en los Estados Unidos, que incluyen el incremento del poder social, político y, algunas veces, económico de las minorías étnicas. Por esto es importante comprender que la educación bilingüe siempre ha representado algo más que la mera enseñanza del inglés a los estudiantes bilingües; se analizarla como un dilema más complejo que incorpora la experiencia sociocultural, distinta y variada, de los/las estudiantes y cómo esas distinciones se reflejan a nivel concreto en las escuelas. En los tiempos actuales, el Discurso de la educación bilingüe bajo la política de No Child Left Behind (NCLB por sus siglas en inglés), se
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sigue construyendo sobre la misma idea de discapacidad y deficiencia de los niños que no hablan inglés, pero especialmente sobre los de habla hispana. Consecuentemente, esta idea de deficiencia se extiende hacia la noción de bilingüismo (especialmente español/inglés en la frontera norte de México y sur de los Estados Unidos) y a la educación bilingüe en general. La política educativa en cuanto a la educación bilingüe derivada de la ley NCLB, termina con la Bilingual Education Act e introduce la nueva política y lenguaje de English Language Acquisition Act desde el año 2001. Denominamos las políticas de No Chile Left Behind como “D”iscurso siguiendo las ideas de Gee (2000), que plantea una distinción significativa entre el Discurso con mayúscula y el discurso con minúscula. Discurso, con mayúscula, parte de que el lenguaje construido implica una comprensión de lo político-social o de la distribución de beneficios sociales presentes en todos aspectos de la sociedad. Además, el Discurso abarca lo semiótico y las maneras en las cuales los sistemas simbólicos identifican valores implícitos de la sociedad. La valoración de estos sistemas simbólicos se puede observar a través de las políticas educativas en nuestra sociedad. Por ejemplo, desde el cambio del nombre de la oficina que atiende los temas de educación bilingüe se muestra las intenciones de las políticas educativas actuales; ahora se llama Oficina de Adquisición del Inglés, lo que deja fuera cualquier noción de bilingüismo. En la actualidad los niños no son bilingües sino aprendices del inglés, lo que impacta las acciones concretas que se ejercen para —o debemos decir contra— ellos en las escuelas. De la misma manera se observan las construcciones simbólicas sociales y la valoración de cómo tratar la diversidad del lenguaje en las escuelas en las especificaciones de cuándo el estudiante bilingüe debe tomar exámenes estandardizados en inglés. Bajo esta nueva política, ya no es necesario considerar si el niño tiene la habilidad necesaria para utilizar el inglés para tomar los exámenes estandardizados requeridos, sino que al tercer año de participar en un programa de English Language Learners (ELL) marca el tiempo necesario para tomar el examen. Esto indica un cambio significativo con la política anterior del Bilingual Education Act, que no especificaba la exigencia de pre-
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sentar exámenes estandardizados en inglés sino en el idioma en el cual el estudiante tenía mayor dominio, sea español o inglés para niños de habla hispana. En este sentido, el Discurso de la educación bilingüe bajo NCLB no es algo nuevo sino que es la misma idea de déficit y discriminación pero disfrazada. Es una especie de English Only con una nueva máscara. English Only se basa en propuestas de grupos extremistas tradicionales que buscan oficializar el uso del inglés en todos los aspectos de la vida social, legal y de gobierno, hasta en los niveles privados. Entre estos grupos existen organizaciones como U. S. English que incluye en sus metas la eliminación total de la educación bilingüe. Por lo tanto, considerar el inglés como el idioma oficial no es una acción neutra ni inocente, sino que esconde tras de sí toda una serie de posiciones imperialistas, de dominación, control y opresión, porque todo lo que esté fuera o sea diferente al idioma “universal”, es anormal y digno de exclusión o eliminación justificada. Estas acciones concretas muestran el apoyo a la hegemonía política del inglés (Macedo y Benedicto, 2003) cuando es usado como referente “universal” en los programas que atienden estudiantes adquiriendo el idioma. Bajo NCLB, la responsabilidad de las escuelas y de las maestras por el aprendizaje de los estudiantes juega un rol importante en las decisiones acerca del currículo y las prácticas pedagógicas con los alumnos bilingües. Este énfasis en la responsabilidad de las maestras se determina por medio del uso de un solo examen estandardizado que decreta si el alumno debe continuar en el siguiente nivel o si está preparado para graduarse del nivel en el que está. Estas acciones se conocen como Accountability y High Stakes Testing. Al mismo tiempo que las maestras reciben una presión considerable para que sus estudiantes acrediten el examen estandarizado, los alumnos también pagan un precio alto al ser examinados en inglés, principalmente cuando no han desarrollado las habilidades necesarias para tener éxito en hacerlo así. Estas políticas ignoran procesos específicos del bilingüismo y se basan en ideas reducidas de la adquisición del lenguaje que grotescamente simplifican importantes procesos sociolingüísticos y culturales del lenguaje. Este enfoque limitado ha promovido tipos de instrucción
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de la lectura que resultan inapropiados y, consecuentemente, dañinos al desarrollo de los niños bilingües. Además, el enfoque de la lectura ha sido principalmente en inglés mientras la instrucción en español ha sido casi ignorada por las presiones de responsabilidad y de avanzar lo más rápido posible la adquisición del inglés. Con el nuevo tipo de English Only y las políticas educativas de NCLB, seguimos discriminando y excluyendo a los estudiantes bilingües al devaluar su lenguaje y cultura porque el lenguaje es, como Anzaldúa (1999) lo menciona, una segunda piel de nuestra idiosincrasia. Por tal motivo, podemos afirmar que estas acciones de devaluación cultural y lingüística afectan lo más profundo de la experiencia de un niño: su identidad. Es por estas mismas razones que en nuestras clases pretendemos incorporar una perspectiva sociocultural que lleve a los/las futuras maestras bilingües a desarrollar la capacidad de contextualizar y atender integralmente en sus aulas los procesos de lenguaje, de identidad, de las variedades de lenguaje, y los aspectos sociales y políticos relacionados con las experiencias trasnacionales de los estudiantes de la frontera. Como andamiaje para estos procesos se han ido desarrollado teorías que, aún con limitaciones epistemológicas, apoyan la incorporación de los procesos lingüísticos y cognoscitivos del bilingüismo. Como ejemplo podemos mencionar los planteos teóricos de Jim Cummins (1979; 2000; McSwan, 2000) sobre lo que el denominó Capacidad Común Subyacente, Principio de Interdependencia Lingüística y la noción de Transferencia que echan por tierra la idea opresiva y discriminatoria de que al aprender el inglés los estudiantes tienen que olvidarse de su idioma materno. Contrario a eso, estas teorías favorecen la idea de la existencia de una base cognitiva común para el aprendizaje de dos idiomas que apoya la adquisición del segundo idioma a partir del desarrollo del primero. Aun y cuando estas teorías revelan ciertas limitaciones, han jugado un papel importante al proveer un contra-discurso acerca de los procesos lingüísticos del niño bilingüe en las escuelas públicas de los Estados Unidos. Esto nos da elementos para situar el aprendizaje del inglés y del bilingüismo dentro de relaciones de poder y opresión y no en la noción
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de ‘coexistencia pacífica’ de los dos idiomas, español e inglés, en la frontera. Estas perspectivas teóricas ofrecen fundamentos para considerar que ya no podemos seguir pensando el bilingüismo desde posiciones individualistas que desechan consideraciones de los procesos sociales, culturales y de poder que impactan el aprendizaje de un segundo idioma. Sin embargo, en la frontera nos hace falta desarrollar más investigaciones en donde se analice el bilingüismo desde el nacimiento como una realidad que viven muchos estudiantes nativos de la frontera. Esto se vuelve fundamental porque el lenguaje sirve como mediador de la identidad en la experiencia transnacional de los niños fronterizos. Si se logra esa comprensión, las maestras y los/las niñas bilingües deben alcanzar una metacognición de su identidad fronteriza. Esa elaboración analítica podría desarrollar la capacidad crítica de acción para que se genere un contra-discurso en relación a la sustracción del lenguaje, cultura e identidad de niños en la frontera. Si consideramos esta perspectiva del contra-discurso, tenemos que empezar a reconocer que el aprendizaje del lenguaje debe ser entendido como un proceso de comprensión de un sistema simbólico que juega un papel importante de mediación crítica en la transición de la conciencia humana del plano social al individual (Vygotsky, 1962). A partir del reconocimiento de lo sociocultural y de la centralidad del lenguaje para el desarrollo de habilidades superiores en la conciencia humana, se debe entender la importancia de la incorporación de la lengua materna del niño bilingüe en los procesos educativos. Pero esta comprensión de lo sociocultural que señalamos debe ser entendida no como la simple incorporación de más y mejores técnicas de enseñanza, por el contrario, debe ser el reconocimiento de los derechos de los aprendices bilingües. Sin embargo, estos avances y muchos otros de la investigación son abiertamente ignorados en las políticas educativas actuales. La noción de Vygotsky (1962) sobre la Zona de Desarrollo Próximo es útil para las maestras bilingües por la flexibilidad que les da al considerar la relación de las experiencias propias de los estudiantes bilingües con los temas de estudio. Además, las maestras puede considerar diversas maneras acerca de la enseñanza como el incluir ambos idio-
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mas en la instrucción y proveer experiencias múltiples para que el niño tenga más oportunidades de éxito académico. Esta forma de trabajar con los niños bilingües contrasta con la perspectiva que considera al aprendizaje como algo estático, con visión unidimensional de éste. En este mismo contexto, es necesario extender esta concepción del aprendizaje sociocultural, complejo y multivariado hacia la formación de la identidad. Debemos comprender que los niños bilingües, al estar aprendiendo el segundo idioma como lo académico del mismo en las escuelas, al mismo tiempo están construyendo su identidad. Por tal motivo, en los programas de formación de maestras/os debemos hacer lo posible por prepararlos en la comprensión de la importancia que tiene el desarrollo de la identidad para el éxito académico de los estudiantes en general y de los de la frontera en particular. Asimismo, en los programas de formación de maestros/as debemos ser conscientes de la orientación ideológica de nuestras posiciones, ya que esto influye en las maneras con que mostramos a nuestras futuras maestras cómo organizan sus salones de clases y las interacciones con sus propios estudiantes.
Cuarto paisaje: las percepciones de los maestros afectan la identidad de los estudiantes bilingües
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Hasta que tenga orgullo en mi idioma, no puedo tener orgullo en mi misma. Ya no permitiré que me avergüencen de mi existencia. TENDRÉ MI VOZ.
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Con esta frase, Gloria Anzaldúa (1999) nos muestra cómo el lenguaje impacta y es parte importante de nuestra identidad y de la valoración que construimos de nosotros mismos. El lenguaje valoriza quienes somos y le da poder a nuestra voz —elementos necesarios para una ciudadanía en una sociedad democrática. Es por eso que cuando pensamos la educación bilingüe y el bilingüismo tenemos que situar al lenguaje en un contexto sociocultural y político, especialmente en el área fronteriza. En la frontera norte de México y sur de Estados Unidos no hablamos un solo idioma; coexiste la interacción de varios —dos idiomas
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(o más) que viven en el mismo espacio y tiempo—que los hace fluir en una dinámica que favorece la evolución de los mismos (Bakhtin, 1981). El cinematógrafo Paúl Espinosa (1999) describe a la frontera como una ventana hacia el futuro, un espacio en donde diversas culturas chocan, se mezclan y/o se sintetizan. Calderón y Correón (1999) la definen como una región en donde se encuentran esfuerzos, tradiciones y fragmentos, así como la oportunidad y esperanza que lleve a un futuro basado en la educación. La frontera es una mezcla de culturas e idiomas, en donde la integración de lenguajes nos hace aprender a escuchar y hablar dos idiomas como si fuera uno, lo que muchos denominan, en el caso de esta frontera, como Spanglish. Sin embargo, muchas veces esto es visto únicamente como un ‘fenómeno lingüístico’ que analiza el cambio de un lenguaje a otro en medio de una conversación y que desde la lingüística se le denomina code-switching. En nuestra frontera el inglés y el español coexisten y el spanglish, como lenguaje vivo, se ha convertido en un tercer idioma (Anzaldúa, 1999). Sin embargo, siguiendo la orientación de NCLB, en la mayoría de los distritos escolares y en las escuelas públicas no se percibe de esta manera. Contrario a esto, la mayoría de las veces se considera que los idiomas deben estar separados que la lengua del poder sigue siendo el inglés. Por este motivo, la frontera mexico-norteamericana vive una paradoja porque en esta región se encuentra un número considerable de escuelas que tienen una gran cantidad de maestros bilingües y, sin embargo, también existe una gran cantidad de estudiantes bilingües con una historia profunda de fracaso académico y lingüístico. Se ha vuelto una práctica común o “normal” que el estudiante que no sabe inglés esté condenado al fracaso —como si esto estuviera diseñado socialmente— y él mismo dice que está en el “limbo” —como un espacio vacío en el que “vive” un número considerable de estudiantes. Por lo general no se considera que el idioma fronterizo que domina el estudiante ubicado en el “limbo” tenga un valor para la identidad del estudiante y el respeto a su cultura. De la misma manera, ese idioma fronterizo no es tomado en cuenta para pensar en la posibilidad de construir una pedagogía fronteriza (border pedagogy).
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En el contexto de la construcción de una pedagogía fronteriza, es importante recordar lo que Mercado y Benedicto (2004) señalan a partir de su estudio con maestras de programas bilingües de doble inmersión, acerca de que la ideología de las maestras al aceptar el uso del español, contribuyeron a favorecer prácticas aditivas o de sustracción del idioma, la cultura, y, consecuentemente, de su identidad, de los niños de habla hispana en sus salones de clase. Por ese motivo es necesario considerar como algo importante que las futuras maestras reflexionen sobre las posiciones ideológicas que han adoptado acerca del bilingüismo (Moll, 2004) y que lo construyan a través del diálogo entre los actores educativos y entre participantes de los dos lados de la frontera. La influencia de la perspectiva ideológica de las maestras en la formación de la identidad y del éxito académico de los estudiantes bilingües se refleja en un diálogo que sostuvimos con maestras que enseñan en una escuela secundaria fronteriza y que tomaron parte en un estudio sobre la didáctica para la enseñanza del inglés académico a estudiantes que lo aprenden como segundo idioma (Reza-López, 2006). Este diálogo es parte de una entrevista con un grupo de enfoque. Las participantes coincidieron en que los estudiantes que aún seguían en el programa bilingüe (los “lifers”) ocupaban un espacio “vacío,” como si estuvieran en el “limbo.” A los estudiantes “lifers,” se les etiquetaba así por el tiempo que tenían en el programa y, aunque se reconocía que por muchas y diferentes razones seguían ahí, la más segura y común de considerar por las maestras era que ‘no son muy inteligentes’ porque no han podido salir de aquí. Continuaban con la etiqueta de ser limitados en el inglés aunque la idea de la “limitación” en el idioma se extendía a otras áreas como a la inteligencia. El siguiente diálogo muestra cómo los estudiantes son etiquetados por las mismas maestras que les enseñan: Yo trabajo con los estudiantes que se conocen como “lifers”—los que desde primaria siguen clasificados limitados en su inglés (LEP). Muchos de estos estudiantes no tienen conocimientos básicos en lectura, escritura y el hablar en ningún idioma. Están demasiados atrasados en su inglés y, a la vez, no tienen oportunidad de
Exacto. No hablan inglés o español correcto. No pueden escribir en español, y si no pueden escribirlo correctamente en su propio lenguaje entonces…no hay nada qué transferir de conocimientos… no hay nada. Ellos hablan Spanglish. No tienen conocimiento en ningún lenguaje. Ellos…bien esta región es muy especial en que casi tenemos nuestro propio idioma, porque ellos hablan Spanglish—, no saben cómo hablar inglés correctamente… [ni] el español…. No tienen éxito en el currículo de inglés, que es lo que ellos deben de saber….
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dominar las destrezas necesarias en español, así de que están atrasados en ambos.
Estas maestras muestran una frustración hacia estos estudiantes “lifers” al no poder funcionar en un currículo de ambos idiomas. Se observa claramente que los estudiantes son culpados por su incapacidad académica —sólo dominan el Spanglish que, desde el punto de vista de estas maestras, no es un idioma ni mucho menos puede servir como medio de instrucción. La falta de una identidad que les podría asegurar a los estudiantes un espacio de éxito en la escuela preocupaba a estas maestras. Pero a pesar de esto, los estudiantes son culpables de lo que les pasa, del fracaso; son victimas de su propio destino. Sin embargo, una de las participantes hizo un comentario que da referencia a la estructura del programa bilingüe y cómo vive la paradoja de ser maestra de un programa en el que no cree y que niega sus posibilidades de ser un instrumento de éxito académico y de respeto a la identidad de los estudiantes. Así se vuelven parte de la opresión. Yo estoy contra el programa bilingüe. Yo pienso que debe de ser sólo para los más recientes inmigrantes, no para los niños que son nacidos aquí en Estados Unidos y sus padres sólo hablan español. Yo pienso que en cuanto entren a la escuela estos niños deben estar en aulas monolingües. Es la responsabilidad de los padres enseñarles su idioma natal. Mi responsabilidad es enseñarles inglés.
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Es como que ellos no tienen cultura. Están en un vacío, “en limbo”. No están allá, no están aquí, son gente de en-medio, en-medio del río. No se han aclimatado allá (referencia a México) y no están aquí tampoco. No pertenecen en ningún lugar.
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Este comentario muestra cómo la educación de los estudiantes bilingües se centra solamente en enseñarles a hablar el inglés y en cierta forma a borrar del espacio educativo y académico el idioma materno. Además, se percibe que la educación bilingüe no es para lograr un desarrollo en lo académico, en lo cognitivo. Es como si solamente se quisiera que los estudiantes aprendieran el inglés para funcionar, para trabajar en este país, pero no para ser ciudadano activo que participa en una democracia. Esta visión afecta a muchos de los “lifers,” pues los ubica en un “tercer espacio” que, como hemos visto, los identifica como unos “don nadie.” Están “en limbo.” La forma en que estas maestras perciben a sus estudiantes y la falta de expectativas que tienen de ellos se concreta y se cumple en la visión que los estudiantes tienen de ellos mismos: Yo soy floja; no sé leer; soy muy tonta, no tengo buena memoria. Los estudiantes interiorizan esas visiones y las hacen propias, construyendo su identidad como perdedores, como ciudadanos de segunda clase, y además tenemos que agregar que su lenguaje de comunicación, el que les da identidad y voz, el Spanglish, es rechazado como idioma y es visto como una forma “inculta” de comunicarse, de poca educación. En esta encrucijada que viven los estudiantes “lifers”, es importane recordar a Gloria Anzaldúa (1999) quien elabora, con una perspectiva totalmente diferente, una noción del tercer espacio —aparentemente donde se encuentran estos estudiantes— como un espacio en donde dos culturas, dos idiomas, se entrelazan para la creación de un nueva identidad de los individuos: Nepantla. El espacio de Anzaldúa no es un espacio vacío sino fértil, donde se está desarrollando una identidad fronteriza. El estudiante no está “en el limbo,” en la nada; el estudiante está en Nepantla construyendo una identidad diferente, una identidad fronteriza que le permite adaptarse a una dinámica transfronteriza, bi- y multi-lingue que es la que se vive en la frontera. Nepantla es el estado en donde una identidad fronteriza se está fraguando, pero que aún no está totalmente desarrollada (Anzaldúa, 2000); a la vez, implica aprender a vivir y pensarse como ciudadano de en medio; requiere aprender a vivir en la incertidumbre y ser capaz de seguirse construyendo e interactuando en medio de esa dinámica. El reto entonces, es
Finalmente, y tal vez este sea nuestro último paisaje, queremos compartir algunas de las situaciones que hemos vivido en los salones de clase bilingües y que por lo mismo hemos luchado arduamente en contra de esas situaciones porque no podemos, ni queremos ser parte de esas injusticias que se cometen en contra de los estudiantes bilingües y que limitan o deforman sus identidades. Queremos iniciar el cierre de estos paisajes de elaboración crítica sobre lo que somos y lo que deseamos ser como educadores bilingües en la frontera, compartiendo la siguiente inquietud: en el contexto mundial en que vivimos, Estados Unidos no puede seguir intentando implantar la idea de que solamente un idioma debe ser dominante en la sociedad, en este caso, el inglés como idioma del poder y dominación. Esto lo hace ser uno de los pocos países que no valora la importancia de hablar dos o más idiomas, aunque reconocemos que esto tiene que ver con la visión imperialista opresiva con que se ha manejado la política del país en los últimos años. En segundo lugar, queremos enfatizar, por lo tanto, la importancia de darle igual valor a los idiomas que se hablan en los salones de clases y que los estudiantes bilingües traen con ellos a las escuelas. Por ese mismo motivo, los maestros no deben pedir a los padres de familia que hablen en casa el segundo idioma (en este caso el inglés) como estrategia para aprenderlo “más rápido;” de hacerlo así, estaremos reforzando la idea de que el inglés es más importante que el idioma materno de los niños y, al paso del tiempo, se romperá la comunicación entre la familia y entre las generaciones de las familias (abuelos sin poder hablar con los nietos, o padres sin poder hablar con los hijos); de hacerlo así, estaremos participando en una gran injusticia en contra de los estudiantes y sus familias porque es como pedirles que nieguen su identidad y sus raíces. Estaríamos siendo parte de una política de
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Conclusión
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desarrollar una pedagogía fronteriza que respete, valore, y considere el idioma, la cultura y los antecedentes familiares de los estudiantes como parte de la identidad fronteriza de ellos.
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opresión, de segregación y de exterminio de otros idiomas. Para finalizar, queremos resaltar la necesidad de que comprendamos que la educación y el lenguaje son expresiones de poder y que actualmente hacen que la educación bilingüe se exprese a través de un discurso que no se ubica exclusivamente a nivel de lenguaje y palabras, sino de controles y condicionamientos concretos que de diversas maneras condicionan las prácticas de enseñanza y aprendizaje reales que se desarrollan en las escuelas. Es indispensable la toma de conciencia sobre estos procesos a fin de que podamos tomar decisiones informadas para actuar hacia la transformación de esas condiciones opresivas que a través de la educación bilingüe dan forma a la identidad de los estudiantes de grupos minoritarios, especialmente de los que viven en la frontera norte de México y sur de Estados Unidos, porque esto no sucede de la misma manera en la frontera norte de estadounidense.
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public art, Juan de Oñate
Key Social justice, civil discourse, identity, Words: Chicano, cultural representation,
Communicating for Social Justice: Juan de Oñate and the Struggle for Chicano Cultural Representation in Public Art
This essay provides a case study which illustrates conflict as an inherent part of the public art process. It examines the civic discourse surrounding a recently installed, 40-foot tall statue of failed colonizer Juan de Oñate outside the El Paso International Airport, with a focus on race and social class issues. El Paso’s population is predominantly of Mexican descent and working class, most of the statue’s supporters are White and middle to uppermiddle class. These differences allow for the analysis of the discourse along lines of race and class.
En este ensayo se presenta un estudio de un caso que ilustra la noción de conflicto como una parte inherente del proceso de arte público. En el estudio se examina, desde un enfoque de raza y clase, el discurso civil en torno al recién instalado monumento —de 12 metros de altura— del colonizador fallido, Juan de Oñate, en las afueras del Aeropuerto Internacional de El Paso, Texas. La población de la ciudad es predominantemente de descendencia mexicana y en su mayoría eso de clase trabajadora, mientras que los que apoyaron la instalación del monumento son parte de la población minoritaria compuesta por blancos, y parte de la clase media y media alta de la localidad. Estas diferencias permiten un análisis de discurso en los ejes de raza y clase. PALABRAS CLAVE:
Justicia social, discurso civil, identidad, chicano, representación cultural, arte público, Juan de Oñate
Mensaje para la Justicia Social:
Juan de Oñate y la lucha por la representación cultural chicana en el arte público Frank G. Pérez 1
Dr. Frank G. Pérez, profesor del Departamento de Comunicación en la Universidad de Texas en El Paso. Correo: fperez1@utep.edu. 1
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Identity is forged in the cultural spaces of everyday life, inside the emerging map of the city. Social justice demands spatial justice. Jim Ferrell2
Introduction
Conflict
is an inherent part of the public art process. Efforts to unite 1,000s of people along a common understanding of any subject selected to beautify a location are problematic, at best. When those directly involved with the selection and funding of such endeavors ignore their constituents, conflict often arises. This essay provides a case study of such a happening. It examines the civic discourse surrounding a recently installed, 40foot tall statue of failed colonizer Juan de Oñate outside the El Paso International Airport with a focus on race and social class issues. El Paso’s population is predominantly of Mexican descent and working class, most of the statue’s supporters are White and middle to upper-middle class. These differences allow for the analysis of the discourse along lines of race and class. The essay provides a brief overview of Oñate’s role in Southwest history and the evolution of the XII Travelers Memorial of the Southwest (hereafter Travelers), the cornerstone of which is the Oñate statue. It then provides a three-tiered social justice framework as the vehicle for the analysis of this project. Research questions the examine how resources are distributed (distributive justice), how social networks operate in the selection process (associative justice), and how ethnic history is framed (cultural justice) will be addressed. The essay, part of a larger research agenda (Pérez & Ortega, 2006; Pérez & Ruggiero, in press), concludes with suggested strategies that may have lessened the conflict. These suggestions have implications in a number of public art controversies and transcend the case of study. They should serve other communities that face similar encounters. 2
Source: Ferrell (2001), p. 177.
Frank G. Pérez
The history of far West Texas and New Mexico is filled with a long series of colonial Spanish incursions into indigenous territory and subsequent conflict between the colonists and Natives. In April 1598, Mexican-born Juan de Oñate and a colonizing party of 400 people arrived at the Río Grande in present-day San Elizario, Texas, (Mirandé & Enríquez, 1979) east of contemporary El Paso. There Oñate and his party met Manso Indians, the name was given to them by the colonizers, and held a celebration of thanksgiving and read a proclamation, La Toma (literally “the taking”), that claimed the region for the Spanish Crown (Kessell, 2002). When Oñate’s party reached what is now known as northern New Mexico that June, they subjugated the Pueblo peoples under Spanish rule, occupying their houses and refusing to work (Weber, 1992). In the winter of 1598, the Acoma people rebelled, killing 11 soldiers under Oñate’s command, including his nephew, Juan de Zaldívar. In a three-day battle, 72 Spaniards destroyed the Pueblo, murdering 500 Acoma men as well as 300 Acoma women and children (Weber, 1992). After the battle, 80 men and 500 women and children were placed on trial. Those between the ages of 12 and 25 were forced into indentured servitude. The Spaniards severed one foot of each male over 25 years of age (Hammond & Rey, 1953a). Children under 12 were taken from their families and sent to México (Hammond & Rey, 1953a, Weber, 1992). These actions were meant to intimidate other indigenous peoples into submission to Spanish rule (Rabasa, 2000). When reports of Oñate’s excessive cruelty reached Mexico City, he was ordered to stand trial. Found guilty of cruel “abuses against Indians; ill-treatment of some of his own officers, colonists, and priests; and adultery” (Weber, 1992: 86), Oñate was permanently banished from New Mexico. He left for Spain, arrived there a failure, and died as a mining inspector (Weber, 1992). Despite Oñate’s well-documented violence against both Indians and his fellow colonists, his representation remains at the center of questions about ethnic and regional identity in the region. Although no image or likeness of Oñate is
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The Spanish Legacy in the Southwest
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known to exist, he was selected as the cornerstone statue of the XII Travelers project. Installed in October 2006, and officially unveiled six months later, the statue has divided El Paso for 19 years.
The Origins of the XII Travelers in Contemporary El Paso In early 1988, sculptor John Houser approached the City of El Paso with the concept to build 12 statues of individuals historically important to the surrounding area. Houser was influenced by a 1947 calendar of a similar theme and earlier attempts to promote the concept that dated from 1915 (XII Travelers, 1990a).3 In June, city officials accepted Houser’s proposal and agreed to set aside $1 million toward the completion of the sculptures ( Jauregui, 1992). Houser’s proposal stated that he and his supporters would independently raise an additional $2.7 million dollars to fund the Travelers initiative (Olvera, 1990). The city’s acceptance of the project initially caused concern among some in the community because of allegations that alternative proposals were not solicited, and because of what some viewed as Houser’s questionable standing in the art community. The allegations were never proven or disproven; my research indicates they eventually lost the media’s interest and forgotten. The criticism against Houser stemmed from the University of Arizona’s initial reluctance to install one of his statues on its campus (see Ligon, 1990). Critics stated that Houser’s supporters (e.g., Storey-Gore, 1990) misrepresented him as a worldrenowned artist because of this and other failures (see Pérez & Ortega, 2006). When the first Travelers’ statue of Fray García was installed, it raised little concern or reaction. However, the Oñate statue, second in the series of 12 proposed Traveler statues, triggered very strong reactions. The Oñate statue thus symbolizes a troubled historical past and a troubling present for the El Paso community. While the statue glorifies Oñate as a hero, many 3
In keeping with González’s (1998) concept of “speaking secrets” that holds individuals accountable for their actions, authors of any newspaper or Internet source are cited in text by name.
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in the community, especially indigenous people and Chicanos or politicized Mexican Americans, castigate him as a colonizing criminal (e.g., Chacón, 1990; Martínez, 2001; Romo, 1990a, 1990b). Protests against the statue led to it being renamed The Equestrian by the City in 2003 (Flynn, 2003: A1). As I will argue in the remainder of this essay, a large part of the conflict surrounding the statue could have been avoided, had civic leaders adopted a social justice approach to address critics’ concerns. Instead, civic leaders, particularly those most closely associated with the project, largely ignored critics concerns.
Social justice refers to “a concern with the principles and norms of social organization and relationships necessary to achieve, and act upon, equal consideration of all people in their commonalities and differences” (Gerwitz & Cribb, 2002: 502). Traditional approaches to social justice typically begin with a deliberation on human rights and subsequently create or propose ways to improve them within a legal framework (Kobayashi & Ray, 2000). Yet, the theorization of social justice as a multifaceted construct allows one to conceptualize social justice issues from a pluralist perspective (Gerwitz & Cribb, 2002), where social justice is argued to represent at least three social facets or levels. Distributive justice addresses the economic principles used to allocate resources in society. It is particularly relevant wherever a privileged group uses its access to material resources and capital to maintain its status over others. Cultural justice addresses issues of intellectual domination. It questions, for example, when a privileged group ignores another group’s calls for cultural sensitivity. Finally, associational justice relates to the (in)ability of previously marginalized groups to participate fully in the decision making process because of (pre)existing social relationships (Gewirtz & Cribb, 2002). An example can be provided when artists of color struggle to justify their work for inclusion in prestigious social spaces against criticism that it is primitive or lacking in comparison to traditional Western art (Gaspar de Alba, 1998; West, 1999).
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A Pluralistic Framework of Social Justice
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A pluralist perspective of social justice has three important implications for the study of social justice and public art. First, it expands the scope of traditional social rights models of justice to include facets that may normally fall beyond the compass of social justice. Legal frameworks, the typical focus of social justice research, conventionally limit who is and is not affected by social injustice situations (Brodsky & Day, 1989; 148, cited in Kobayashi & Ray, 2000). Next, it forces us to accept that tension may develop between various facets of any particular social justice movement. For example, some statue critics may have been content with the name change; others may have wanted a more radical solution, such as demolishing the statue. Finally, a pluralist social justice perspective “collapses” the distinction between evaluation and action (Gewirtz & Cribb, 2002: 501) by providing a suggested resolution that can be easily adopted by those advocating social justice. Of primary concern within each of these three levels of social justice is the role played by privileged individuals and groups. Goodman (2001: 30) explains that those in privileged groups often display: (a) a lack of consciousness of their own dominant identity and its benefits to them, (b) a denial that oppression exists in society and a tendency to avoid addressing it, and (c) a sense of internalized superiority or a sense of “entitlement” that leads those in privileged groups to expect favored treatment over others. In short, privileged groups benefit from “unequal power relationships that allow one group to benefit at the expense of another group” (Goodman, 2001: 6). An example of this entitlement includes the ability privileged groups have to voice their views with little concern for other viewpoints. The views and actions of privileged groups and non-privileged groups are analyzed through the pluralistic social justice framework above via a rhetorical analysis of phenomena related to the Juan de Oñate / Equestrian statue. My construction of pluralist social justice is also influenced by the view that: a “politics of difference” means promoting a concept of social justice that provides a place for everyone whitih our society, by transcending the normative mechanismos
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Kabayashi and Ray’s (2000) statement above addressed the two fundamental points of much social justice research: (a) social justice dynamics exist at multiple levels and (b) privileged individuals and groups eclipse the interests of others. The goal of this essay, then, is to shed light on how abuse of power, a lack of privileged group cultural sensitivity, and a deficit of shared dialogue can lead to social injustice in the selection of public art in a predominantly Mexican descent or Chicano community. Using the framework above I will address how the selection and installation of this statue reflects the controversial nature and power dynamics common to most public art endeavors. The framework serves to reveal the identity concerns (e.g., Gaspar de Alba, 1998; Hutchinson, 2002; West, 1999) and power struggles (Levine, 2002) that typically ensue in the selection and installation of public art. This case study will focus on distributive, cultural, and associational justice to examine a broader social justice paradigm in relation to public art. Consideration will be given to the various tensions within and among the groups arguing for and against the XII Travelers and its centerpiece, the Juan de Oñate / Equestrian statue. The theoretical framework explores issues of access to community decision-making based on the three levels of social justice. Distributive justice includes having access to revenue or the ability to raise capital more easily than other groups (Goodman, 2001). Another example relates to the ability of one social segment to offer or withhold jobs to various social segments or communities (e.g., Bourgois, 2003). This level of distribution reflects many hegemonic biases and strategies for operation. Issues of associational justice reflect the authority of a privileged group to participate in community decisionmaking processes more easily than other groups. Those with greater access to decision making are most often cultural and economic elites (Goodman, 2001; Levine, 2002), many of whom hold mainstream (i.e.,
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that define difference as inherently perverse and by providing a means to resist the power of dominant groups to direct civil society from a privileged centre. (Kabayashi & Ray, 2000: electronic version)
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eurocentric) views of history and art (Blaut, 1993; Frank, 1998; Gaspar de Alba, 1998; Said, 1978, 1993). Such categories of people typically have greater associational privilege than do others (Acuña, 1996, 1998, 2003; Blackwell, Kwoh, & Pastor, 2002; Hero, 1992, 2000). Cultural justice issues are addressed in terms of ethnic representation in public art. Privileged positions in the U.S. typically invoke an ethnic bias that favors and represents the experiences of (Neo)Europeans (BonillaSilva, 2003; Omi & Winant, 1994), particularly White heterosexual males (Dyer, 2002), over any other social category. As Hutchinson (2002: 443) convincingly argues, public art projects are enmeshed in an “ideological tangle of who they are for and why they were made.” Thus, three research questions will be addressed to provide insights into the public art process: RQ1: What is the role of distributive justice in the selection of the Juan de Oñate statue? RQ2: What is the role of associative justice in the selection of the Juan de Oñate statue? RQ3: What is the role of cultural justice in the selection of the Juan de Oñate statue? Distributive Justice: Tax Increment Financing or Who Pays for Public Art? RQ1 addressed the role of economic distribution in the public art project of study. Analysis of the Oñate statue reveals a distinct lack of distributive justice in relation to the Oñate statue vis-à-vis various sections of the El Paso community. In the early 1990s, El Paso Mayor Suzy Azar initially supported the Travelers as part of her administration’s downtown revitalization initiative. Funding for the project came from a downtown improvement entity known as the Tax Increment Financing Board (TIF) (Pérez & Ruggiero, in press), which promoted joint public and private investment in downtown redevelopment. TIFs represent an increasingly common funding structure for community revitalization projects (Turner, 2002), but while public funds form the bulk of public art project financing, the decision-making process remains in the hands of the political and economic elite.
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When the Travelers project began, the 12 sculptures were to be installed throughout the 88-block downtown TIF district (Olvera, 1990). In 1992, the city approved the first phase of the project and partially funded the creation of the first two statues in the amount of $275,000. However, Houser’s project was allegedly the only project considered for municipal funding. The city issued no calls for proposals, effectively barring other projects from consideration (Olvera, 1990). Critics of the program voiced concern because other artists were denied the opportunity to compete for city project funding. Houser’s early XII Travelers proposal included provisions to create a foundry and art studio downtown, according to David Holguin, of the city’s Office for Economic Development (Olvera, 1990). The goal for the foundry and studio was to “create jobs [in] and function as a tourist attraction” (Holguin, cited in Olvera, 1990: B2) for the downtown area. Houser claimed the revision was a poorly titled “shorter version of the original” (Olvera, 1990: B3) and insisted, “We [Houser and his supporters] intend to live up to the original concept” (Olvera, 1990: B3), implying that the foundry and studio would be built as part of the project. Despite Houser’s promises, Holguin’s committee recommended the mayor, city council, and TIF board reevaluate the Travelers’ eligibility for TIF funds without the foundry and art studio. Despite these concerns, the project was approved. The mayor and city council then organized a committee of local business leaders and members of the art community to identify 12 historical figures important in local or regional history (Metz, 2001). The first figure selected was Fray García de San Francisco, a missionary credited with the introduction of Catholicism to the area. It was installed in 1996 with little public concern (Houser, 1996; Flynn, 1996). The Oñate statue, however, was controversial and some suggested changing its name, including City Representative Jan Sumrall in 1999. City Representative Anthony Cobos suggested the same in 2001.The idea failed o garner support because, according to Oñate supporters, to rename the statue opened the Travelers project and the city to potential lawsuits from donors who contributed money for a statue of Juan
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de Oñate and not an anonymous Spanish conquistador (Shubinski & Garber, 2001). This “legal” interpretation reflects an abuse of power on the part of the statue supporters, many of whom used their access to economic resources and the mass media to frighten the city council, which eventually reversed its position. Yet, in late 2003, the city council voted 4-3 to rename the statue “The Equestrian” and to fund the “struggling” project an additional $713,000 (Wilson, 2003: A1). The change of name was triggered by the continued controversy surrounding the statue that included protesters in front of city hall (Wilson, 2003) and was followed by an announcement that the city, unable to fund the project to completion, accepted a proposal that would move “The Equestrian” to the El Paso International Airport (Editorial Board, 2003; Wilson, 2003). Three years after citing fears of a lawsuit, the Oñate / Equestrian statue supporters agreed to the name change in order to see the statue through to completion. The statue supporters neither addressed concerns about a lawsuit nor did the local media raise questions of the name change’s legality, although the media had reported such legal concerns two years previously. The statue’s newest proposed location also violated the terms of the TIF that partially funded the statue’s completion, a pointed missed by El Paso’s political, media, and local elites. The Oñate / Equestrian statue was completed in a Mexico City foundry (Thompson, 2002) with the final assembly of the sculpture to take place in New Mexico (Wilson, 2003). The statue’s final cost exceeded $2 million4 and workers outside El Paso earned the majority of those funds. Even the sculptor, John Houser, lived in Santa Fe by the time of the statue’s completion. Yet, the statue would have created jobs for working class and artisan employees under the TIF plan (Olvera, 1990). Taxpayer monies that funded the statue’s completion were distributed to another nation and a neighboring state. Those elites who
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This figure is a conservative estimate since Wilson (2003) reported the Travelers Committee raised $1.25 million and the city’s award totaled $713,000 in November 2003 alone. Other amounts of funding were awarded to the project throughout its 18-year history.
Associative Justice: Media Access and Support The second research question addressed issues of privileged group associations and their role in the public art process. Two aspects of associative justice were analyzed concerning the Oñate statue as public art. First, media access is an important component of associational privilege because media content influences societal perceptions, particularly in terms of cultural framing (Chen, 1991; Kellner, 1995, 2003) and relative importance of an issue (McCombs & Reynolds, 2002). Similarly, local media influence community perceptions of public art. Given that the city of study has only one daily newspaper, like most
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have supported the project have effectively denied working class and artisan El Pasoans from any share of the tax-based infusions of money generated by the construction of the Oñate / Equestrian statue. Overall, the statue’s continued funding throughout the past 16 years illustrates distributive justice issues in two ways. First, the statue’s supporters have managed to secure funding for an as yet uncompleted public art project that has cost the city $100,000s of its $2 million price (see Wilson, 2003). These funds were distributed out of the local community. Furthermore, there has been much public outcry condemning the sculpture (e.g., Martínez, 2001; Romo, 1990a, 1990b; Wilson, 2003) throughout its various states of development. For example, State Representative Norma Chávez asked the city council to terminate the project (Wilson, 2003). Despite these and numerous other petitions, the project continues to receive economic support from city government. This situation suggests an unjust situation with a handful of civic and business leaders forcing their agenda for the project at the city’s expense. Negotiations in the process of distributive justice were dynamic. Eventually, non-privileged groups forced their concerns to the public level. However, they were often dismissed, as evidenced by the distribution of funds to complete the statue. Privileged group’s assessments of public art held sway in most local media (Perez & Ruggiero, in press). The statue continues to be promoted as a community-based public art project.
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metropolitan areas throughout the U.S (Bagdikian, 1999), the association between people in privileged groups and the print media is particularly important. In this case, the El Paso Times editorially supported the Oñate statue; thus, little press attention was given to the concerns of those who oppose it. Four principal groups were found to have a relatively strong ability to shape the mediated discourse surrounding the Oñate / Equestrian statue: (a) columnists for the El Paso Times, at least one of whom is on the Travelers Committee, (b) honorary members of the Travelers Committee, (c) and local politicians. Although it may seem redundant to state that El Paso Times columnists have associative links to their employer; however, this point is particularly significant because the Times Editorial Board (1992, 1997, 2003) supports the Travelers. This support is evident in the views expressed by several Times columnists. Sports Editor Joe Muench (1998: 13) wrote a column addressing the idea that Oñate’s expedition party was heading to San Antonio, Texas, not Santa Fe: “Don [Oñate] wanted his ancestors [sic] to have an NBA team and a big fish aquarium” (emphasis added). Times Columnist and local writer of popular history Leon Metz (1997: A6) defended the project by referring to its critics as “naysayers” [sic] dancing around “sacrificial fires.” Such framing of the issue aims to steer public attention to support the Oñate / Equestrian statue. The Travelers committee receives associative benefits from Metz’s standing as a regular columnist for the El Paso Times. The courtesy appointments of several Mexican and U.S. elites constituted another important aspect of associative justice. Early on, the Travelers Committee invited people such as Laura W. Bush, then “First Lady of the State of Texas” (XII Travelers, n.d.), to serve on their honorary board. Other honorary members included local business leaders, civic leaders, and “Direct descendent of Don Juan de Oñate Manuel Gullon y de Oñate” (XII Travelers, n.d.). These associations simultaneously add a degree of credibility to the project, particularly among those with a mainstream orientation. They embed the Travelers project within an elite group of business, cultural,
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and political leaders. Regrettably, non-elites are absent from the committee. For example, a XII Travelers committee letter of solicitation, dated October 27, 1995, includes a list of 2 local elite along its left border. These people are listed with such titles as “Historian, Author, Professor Emeritus” and “Cultural Leader”. Curiously, this letter also lists four people with the title “Dr.”, the person’s name, and “Ph.D.” (e.g., Dr. Wilbert H. Timmons, Ph.D.). The redundant use of titles breaks with established protocol that lists a person as either “Dr.” or with their name, followed by “Ph.D.” It also attempts to reinforce the credibility of people with such credentials, particularly with those who may be unfamiliar with such titles. The apparent goal of the honorary board is to lend credibility to the Travelers project. Yet there is an absolute absence of associative justice in relation to this strategy. The honorary board consists of privileged individuals who represent various privileged social groups. Furthermore, the honorary board serves to present an image of community support from cultural experts. Equally qualified critics have exercised their voice against the project (e.g., State Rep. Norma Chávez; History Professor Oscar J. Martínez), but have been typically ignored. The board’s association with its mainstream supporters is more often addressed in local media. This media bias is also likely influenced by the associative links that exist between Travelers committee members and the El Paso Times. Associative justice is a crucial area in the analysis of social justice because of the synergistic tendencies that elite groups have, particularly in terms of race and economic well being (Blackwell et al. 2002; Bonilla-Silva, 2003; Dyer, 2002). In El Paso, various city councils and mayors supported a project that is culturally offensive to many people in the community. The ability of the Travelers committee to associate itself with the only daily paper in the area, a paper whose editorial board supports the project (e.g. Editorial Board, 1992, 1997, 2003), is beneficial to the statue supporters. The Times’ columnists garner a large amount of editorial space to use in support of the statue. These same columnists also benefit from credibility ascribed to columnists who write regularly for the newspaper. Thus, media professionals’ in-
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volvement with the XII Travelers public art project benefits them, as well as local and regional elites who allow themselves to be associated with the project. These types of associations create the impression that the Oñate / Equestrian statue is an important and publicly sanctioned project. These types of associations with elites fail to address the cultural issues that concern the statue’s critics. Most importantly, these types of associations deny voice to those who oppose the statue.
Cultural Justice: Physical and Symbolic Racism The final research question examined the representation of ethnicity vis-à-vis the statue. Cultural domination is a common phenomenon in Western culture (Córdova, 1998; Said, 1978) that typically frames various elements in a eurocentric manner (Blaut, 1993; Dussel, 1998; Shohat & Stam, 1994). The Oñate / Equestrian statue physically and symbolically overshadows the cultural contributions of the indigenous peoples of the area. The other proposed statues are to be approximately 14-feet tall, less than half the 40-foot height of the centerpiece statue. The height disparity suggests that the contributions of other historical figures were less important. Furthermore, it also suggests that Oñate is worthy of such civic accolades and ignores his brutality against the Pueblos. He is more important to northern New Mexico because a majority of his activities were carried out in that region, most notably the battle at Acoma and the subsequent amputation of one foot from each Pueblo male over the age of 25 (Hammond & Rey, 1953a, 1953b; Kessell, 2002; Weber, 1992). From a cultural standpoint, many New Mexicans embrace the Spanish elements of their past and ignore their indigenous ancestors (McWilliams, 1990, Montgomery, 1999), despite the fact that Oñate’s wife was the granddaughter of Córtez and the great-granddaughter of Mocecuhzoma (Mirandé & Enríquez, 1979). Such is not the case in El Paso, where many people embrace their Mexican roots (see Vila, 2000, 2005). The design of the sculpture frames Oñate as a noble individual, suggesting that the failed colonizer (Rabasa, 2000; Weber, 1992) deserves the civic tribute a 40-foot statue implies. Although no record
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exists of Oñate’s physical appearance, the statue’s face was developed from a bust of Manuel Gullón y de Oñate, a descent of Juan de Oñate (XII Travelers, 2001) who visited El Paso during a First Thanksgiving festival in 1989 (Farley-Villalobos, 1989). The sculpture’s facial characteristics (e.g., long, thin nose) make it clear that Oñate is not to be mistaken with a Mexican or mestizo, a person of Indian and Spanish blood (Acuña, 2003; García, 1997). One side of Oñate’s helmet features the image of a crucified Christ with a kneeling Spaniard at his feet. The use of religious iconography is symbolic of the role the Roman Catholic Church played in the colonial project and serves two purposes. It represents the conquering of the Mexican Indians through Catholicism and it also places Oñate within the graces of the Church. The use of this iconography amplifies the myth of Oñate as an explorer concerned with “Christian” values. However, Oñate’s primary concern was economic. Mining equipment was among the tools his colonizing party brought with them to northern New Mexico (Kessell, 2002). Although Catholicism was forced upon the indigenous populations of the Southwest, it remains a central cultural element in contemporary Chicana/o communities (e.g., Medina, 1998). Most problematic in Houser’s helmet design is the link between the religion that subjugated the indigenous peoples and its suggestion of spirituality. For this reason, it is likely that many individuals who notice this element will be influenced to view Oñate as a religious or pious individual. Furthermore, Oñate’s right arm is extended skyward and he holds a scroll in his hand. The scroll represents the toma, a document used in the colonial process of land acquisition. The name for this “legal” document literally translates as the word “take” and represents the colonial perspective that legal written documents determined legitimate ownership of colonial territory. The colonial perspective argued that the indigenous peoples of the New World, and other colonized regions, such as Africa, lacked the concept of private property or written law; as such, they were unfit to govern themselves or to have dominion over their native lands (Blaut, 1993). This erroneous view was also substantiated through the myth that
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indigenous peoples were nomads and had no concept of private property. These ideas were a cornerstone of the ideological rationalizations for European conquest over non-Europeans in the colonial period (Blaut, 1993). The scroll is also representative of Oñate’s status as an adelantado, a colonizer authorized by the Spanish Crown to conquer foreign lands (Mirandé & Enríquez, 1979). This standing secured Oñate’s legal claim to discoveries in what is now New Mexico. The rush to create a memorial that will theoretically lure people to the downtown area also raises questions about the priority the city council and mayor placed on economics over cultural concerns. Particularly when economic development has been found to work well community involvement and cultural concerns (Hou & Ríos, 2003; Visser, 2001). Cultural insensitivity is a criticism of the statue’s height. Sculptor John Houser rejects such criticisms, claiming that size is an artistic aesthetic (Thompson, 2002). Yet, the Oñate / Equestrian statue dwarfs much of its surroundings. Furthermore, the sculpture works to promote a eurocentric view of Southwest history. The XII Travelers Committee’s refusal to take seriously the concerns of Oñate’s critics illustrates the limited ability non-elites have to voice their concerns for cultural representation of their own ethnic group —in a city where they are a numerical majority. After 17 years of protest, the city continuously funded the project and local Oñate apologists continued to insist the statue be completed. Such Oñate / Equestrian supporters openly display their lack of respect for the concerns of those who view the project as a racist symbol. Traveler committee member Sandra Braham voiced one example of this cultural insensitivity in response to the statue’s name change, “It’s [the name change] like saying Columbus didn’t discover America” (Wilson, 2003: A1). Such a view ignores the multitudes of indigenous people who occupied the Americans prior to European exploration and conquest. Similarly, the focus on Oñate’s failed exploits in the region dismisses the long-standing indigenous civilizations that were in the area prior to (neo)European encroachment.
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The essay’s objectives have been two-fold. First, it discussed how those with economic resources, political power, and media access influenced the statue’s selection and installation as public art in El Paso. Next, it illustrated how the Oñate statue is a culturally insensitive work that ostracizes the Chicano community and other critics from the arena of public art. This situation is problematic because, as Hutchinson (2002: 435) argues, “Art practice that disempowers in the name of empowerment is a form of bad totality.” Artistic representations have social impact and the increased importance of people of color requires that public art reflect multicultural values, particularly when it is funded or partially funded by government entities. Public art helps shape local understanding for residents and tourists; as such, scholars should investigate the impact of such projects on the social milieu. Indeed, public art is political at myriad levels (Hutchinson, 2002; West, 1999). Those funding the project have a great deal of influence while those lacking economic and cultural capital typically have less. Thus, abuses of power occur when a public art project, installed at the behest of a few powerful privileged groups, is installed in a community that does not support it. Concern for distributive, associative, and cultural elements should be of particular concern when public art is selected and installed by privileged individuals, because they often fail to understand how their status influences their worldview in relationship to the non-privileged numerical majority (Goodman, 2001). In the Southwest, for example, public art should not be offensive to the Mexican / Chicano and indigenous communities. The region’s peoples are largely Native and/or Mexican-descended and Mexican populations. This analysis illustrates the eurocentric perspective reflected in the Travelers project, particularly the Oñate / Equestrian statue, and provides the locus for a push toward more thorough representation of people of color in the historical record. Breaching local traditions and community tastes, celebrating its status as colonizer, boasting of an imagined past, the colossal Oñate
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Conceptualizing Social Justice and Culturally-Sensitive Public Art
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/ Equestrian statue proclaims its otherness. But public art not only occupies public space; it also makes some claim to represent the community where it is installed, producing an image of the public that is then broadcast to the world and future generations. The Oñate/ Equestrian statue not only stands in a public space and gathers its support from public funds: it comes to stand for the public of El Paso.
Conclusion Using the previous critical analysis as a guide, I offer three recommendations to those engaged in or planning to enter into a public art project. First, public art sensitive to cultural diversity should contextualize the events that shaped a place, avoiding fantasy heritage representations to do it. Second, public art sensitive to cultural diversity should reveal social conflicts in the city, not repress them; it should create art works that illuminate and explicate conflict and points of dynamic change. Third, the opportunity to create a public art project aimed at increasing tourism and economic development for an economically depressed area should incorporate the voices of all residents who voice interest. As evidenced by Visser’s (2001) study of a Tygerberg, a post-apartheid African city, and Hou and Ríos’ (2003) study of San Francisco’s Union Point Park, economic development that is coupled with cultural sensitivity and large amounts of community input improves social, as well as economic development. Only when all voices are included can a project such as this and others like it truly be public art.
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dana en la de la participación ciuda sis áli an un ta en es pr y se En este artículo l servicio de agua potable de en rec ca e qu ias lon nsistió en gestión del agua en 14 co ahua. La metodología co hu hi C , ez ár Ju d da iu C nos alcantarillado en e internas de los ciudada s na ter ex s cia en flu in l agua analizar y relacionar las muy baja en la gestión de na da da ciu ión ac cip rti la pa resultando una cimiento sobre el tema, no co co po el r po a id ed ición de determinada en gran m blicas, la mínima dispos pú s ne cio tu sti in las en poca confianza an influencia que tiene el gr la r po y s rio ita un m co participar en proyectos stión del servicio. sistema político en la ge , Participación ciuda,dana cas bli pú es ion uc tit ins comunidad
PALABRAS CLAVE:
t Drinking Water u o h it w s ie n lo o C in n Public Participatio management at c participation in water bli pu ze aly an to is re he ad Juárez, The focus or sewage systems in Ciud er at w g kin in dr no t nal ou 14 colonies with between external e inter ip sh ion at rel e th s sse scu c Chihuahua. This article di ults show a very low publi res e Th e. at cip rti pa to s en influences in citiz a few knowledge ement as a consequence of ag an m er at w in ion participating at particip tutions, low readiness for sti in c bli pu in t us str di litical system in about the subject, use of a big influence of po ca be d an cts oje pr es iti un in comm ent. public services managem
Key Public participation, Words: public institutions,
community
Sección Varia
a en n a d a d iu c n ió c a ip c ti r Pa le b ta o p a u g a in s s ia n lo las co dad y alcantarillado de Ciu 1 Juárez, Chihuahua ez, Chihuahua ár Ju ad d iu C s: m te ys S and Sewage
2 Gustavo Córdova y3 Ma. de Lourdes Romo
unicipio de Juárez. Mixto CONACyT-M o nd Fo el r po do cia 1 biental y Estudio finan ecialista en gestión am esp , ez qu jór Bo a ov 2 Dr. Gustavo Córd la Frontera Norte en dor de El Colegio de ga sti ve In . ca bli x. pú participación o: gcordova@colef.m Ciudad Juárez. Corre nistración integral ar, especialista en admi uil Ag mo Ro s de ur 3 en Ciudad Dra. Ma. de Lo de la Frontera Norte io leg Co El de ra do ga @colef.mx del ambiente. Investi Juárez. Correo: lromo
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Introducción
La
participación ciudadana en su significado más general alude a la acción y efecto de tomar parte en algo, a tener uno parte en una cosa o tocarle algo de ella. Existen dos nociones generalizadas de participación; la primera, la define como un estado o situación y enuncia la pertenencia de tener parte en la existencia de un grupo o de una asociación. La segunda acepción entiende por participación a la acción y el compromiso, y se refiere a la actividad social que ejercen unos individuos en un grupo del que forman parte, supone una coincidencia de las finalidades operativas del grupo, un sentimiento de responsabilidad personal, unas obligaciones creadas por el deber o unos vínculos de amistad (Ramírez, 1993: 25). La gestión pública, por su parte, se ocupa de la utilización de los medios adecuados para alcanzar un fin colectivo. Trata de los mecanismos de decisión para la asignación y distribución de los recursos públicos, y de la coordinación y estímulo de los agentes públicos para lograr objetivos colectivos. De esta manera, la decisión pública es un compromiso entre múltiples actores interdependientes (Meny y Thoenig, 1992: 130) y es, a su vez, un conjunto de reglas y decisiones dirigidas a incentivar y a coordinar acciones, y pública porque persigue metas colectivas y se desenvuelve en el marco de unas restricciones jurídicopolíticas peculiares (Albi et al., 1997: 7-12). Así, la participación ciudadana en la gestión del agua potable indica el grado de compromiso que la sociedad tiene para definir su propio desarrollo bajo ciertas reglas establecidas por la propia colectividad. La gestión del agua potable, por tanto, debe estar definida por los ciudadanos en un estado de derecho en donde las instituciones trabajen para asegurar el bienestar y desarrollo de los mismos y se asegure el verdadero cambio social. Una participación ciudadana discreta es señal de que las instituciones trabajan de manera eficaz, transparente y eficiente o bien, que las instituciones han tomado un rol diferente al inicial y por tanto, se establece una relación difícil entre instituciones y ciudadanos que impide el desarrollo social. La relación entre instituciones y la ciudadanía se puede medir por
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el grado de incursión de ésta en la toma de decisiones con respecto al agua (gestión del agua potable). Después de la Independencia de México aparece una gestión ligada a los grupos sociales, por lo que se considera a este periodo como de alta incursión ciudadana. En la era porfiriana, la gestión del agua la realiza un gobierno fuerte que apoya principalmente a los grupos de presión económica extranjeros, lo que resulta en una gestión del agua potable alejada de los gobiernos locales y por ende, de los ciudadanos y de las comunidades. Con la Revolución hasta ya entrada la década de los ochenta, se consolida el modelo centralizado de la gestión del agua por la federación. Este modelo suma a la gestión del agua potable no sólo a los empresarios, sino a los ciudadanos en general, pero de manera corporativa o por sectores. Éstos, a su vez, tienen que ser reconocidos por la única estructura de articulación de intereses ciudadanos: el Partido Revolucionario Institucional. Prevalece un tipo de gestión del agua acorde con el modelo económico de sustitución de importaciones que propicia los grandes complejos hidroagrícolas de mediados del siglo XX. La poca incursión ciudadana y de las autoridades locales se refleja en los grandes rezagos en materia de infraestructura hidráulica en los crecientes centros urbanos de todo el país. Con la crisis del estado social de derecho en todo el mundo y en México en las décadas de los sesenta y setenta, se perfila la salida a las calles de una sociedad civil aletargada por las comodidades que ofrecía un modelo de gestión estatal. Surgen entonces los nuevos movimientos sociales llamados así por abordar temáticas que no se habían considerado de manera colectiva, tales como lo estudiantil, feminismo, ecología, y problemas electorales e indígenas. La alternativa a este surgimiento de nuevos movimientos sociales es el modelo neoliberal, porque propone principalmente el alejamiento prudente del Estado de la economía y de la política, a través de una democracia que combina la representación con la participación activa de la sociedad en las tareas del gobierno; de esta manera, se incluye conceptualmente esos nuevos movimientos sociales. Se propone con el nuevo modelo un tipo de gestión del agua potable que permita la entrada de la ciudadanía en un ejercicio pleno
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de sus derechos y así definir junto con las instituciones públicas las políticas que más se ajusten a su desarrollo. Este modelo, sin embargo, se enfrenta en primer lugar a la complejidad de las relaciones sociales, a la influencia externa al país vía la globalización que influye de alguna manera en la toma de decisiones, las prácticas políticas del pasado todavía insertas en el sistema político, la gran presión que ejercen los grupos empresariales y el lento proceso que implica pasar de una ciudadanía atomizada a una con conciencia de clase o con alta cultura política. En este trabajo se analiza la participación ciudadana en la gestión del agua potable a través de cuatro apartados. En el primero, se hace la propuesta metodológica; en el segundo, se analizan las influencias internas del ciudadano sin servicio; en el tercero, se analizan las influencias externas al ciudadano y al final se exponen algunas consideraciones a manera de conclusión.
Propuesta metodológica
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Las variables Para evaluar el activismo de la población, la descentralización y las acciones públicas es preciso evaluar los fenómenos estructurales y los que ocurren al interior del individuo. Este interés puede medirse de acuerdo a dos variables independientes (Mcklosky, 1975: 628): 1) las influencias internas al ciudadano que pueden ser psicológicas y cognoscitivas; y 2) las influencias derivadas del ambiente social y político, externo al ciudadano. Las dos variables obedecen al mismo tiempo a una forma de análisis social y urbano frecuentemente usada por quienes tratan de mezclar los fenómenos sociales de pequeña y gran escala.
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Indicadores micro y macro Por el lado de la variable micro: Influencias Internas del Ciudadano (IIC) hemos construido cuatro indicadores: 1. Responsabilidad para cuidar el agua; 2. Afiliación en una organización; 3. Confianza en las instituciones; 4. Intencionalidad de participar. Por el lado de la variable macro: Influencias Externas del Ciudadano (IEC) hemos construido
Hipótesis por indicador de la variable micro IIC 1. De la responsabilidad se establece la siguiente hipótesis de trabajo A: La responsabilidad para cuidar el agua ha sido un concepto inexistente en los ciudadanos de Juárez, toda vez que ignoran sobre el recurso y su administración mostrando desinterés por el desarrollo de la función pública relativa al agua. 2. De la afiliación se establece la siguiente hipótesis B: Los ciudadanos no buscan afiliarse con la intención de influir en la toma de decisiones sobre el agua, sino simplemente lo hacen con la intención de cumplir algún ordenamiento o bien, identificarse con algún grupo social en particular. 3. De la confianza se establece la siguiente hipótesis general C: La confianza en las instituciones del sistema político es muy baja y aumenta en las organizaciones sociales, religiosas y las empresas. 4. De la intencionalidad de participar se establece la siguiente hipótesis D: El ciudadano no participa regularmente en proyectos comunitarios de gestión del agua potable, pero mantiene una opinión favorable sobre el servicio del agua. Es posible encontrar ciudadanos que quieran insertarse en una dinámica de gestión en virtud de las posibilidades de que se agote la única fuente de abastecimiento (Acuífero Bolsón del Hueco), pero no tienen acceso a información suficiente para participar.
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Esquema metodológico principal sobre participación ciudadana y gestión del agua potable en Ciudad Juárez, Chihuahua. (Ver cuadro 1, anexos)
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tres indicadores: 1. Tipo de ciudadano; 2. El hogar y su entorno; y 3. Sistema político. En el cuadro 1 se puede apreciar que cada indicador está compuesto por subindicadores, mismos que sirven para el análisis de las influencias internas y externas.
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Hipótesis por indicador de la variable macro IEC 1. Del tipo de ciudadano tenemos las siguientes hipótesis de trabajo: E: Las mujeres son más proclives a participar en cuestiones relativas a los servicios públicos como el agua en las ciudades.4 F: La edad relacionada con los bienes materiales influye en la participación: a mayor edad, mayor número de bienes materiales y menor participación (Pliego, 2000). G: Los ciudadanos que tienen un empleo sin patrón pueden tener una mayor participación con respecto a los que tienen un régimen de horario (Pliego, op. cit.). H: Los ciudadanos que manifiestan provenir de otras ciudades del país son los que menos participan en la gestión del agua potable. I: Los que cuentan con un mayor ingreso participan en mayor medida en las ciudades (Mcklosky, 1975). J: Los que cuentan con mayor nivel educativo son los que son más proclives a participar en las ciudades (Mcklosky, op. cit.). 2.
Del indicador hogar y su entorno se establece la siguiente hipótesis: K: Los hogares con menor cobertura de servicios básicos son los que manifiestan una mayor participación.
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4
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El Movimiento Urbano Popular (MUP), por ejemplo, está compuesto principalmente por mujeres debido a que el problema urbano atañe principalmente a éstas, dado que corresponden a la esfera de la reproducción y consumo colectivo; la actividad doméstica: la seguridad y el bienestar de la familia (Massolo, 1999 y 2001).
L: El sistema político a través de los partidos, el sistema electoral y el gobierno, influye considerablemente en la conducta de los ciudadanos en un sentido vertical de arriba abajo. De esta manera, la participación ciudadana es avasallada por un sistema político que usa mecanismos de control social de un régimen totalitario y antidemocrático. M: En el caso del sistema electoral y partidista de Ciudad Juárez, la participación está dirigida por prácticas incrustadas en el sistema político como el clientelismo que está caracterizado por la desvalorización ideológica de la política y su consiguiente valorización económica. N: La relación social entre el agente de la política y el ciudadano deja de ser una relación de identificación de convicciones y propósitos, en la cual se produce un acto de delegación de poder para transformarse en una relación de intercambio entre portadores de mercancías (Rojas, 2006). Los indicadores planteados aportan la operatividad necesaria para el trabajo empírico que llevaría a la comprobación de las hipótesis de trabajo que acompañan a cada indicador.
Procedimiento metodológico
El análisis de las dos variables parte del análisis de los resultados de un muestreo aleatorio a hogares para aplicar 200 cuestionarios. Geográficamente esta población se encuentra distribuida en cuatro zonas de la ciudad y 14 colonias: Lomas de Poleo, Siglo XXI, Estrella del Poniente, Renovación, Ampliación Fronteriza, Palo Chino, Granjas Unidas, Campesina, Tesoro Escondido, Bello Horizonte, Vista Hermosa, Villa Esperanza, Gobernadores y Km 29. (Mapa 1)
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Del indicador sistema político se establecen las siguientes hipótesis:
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Análisis de las Influencias Internas del Ciudadano (IIC) El análisis de esta variable es a partir de cuatro indicadores: 1. Responsabilidad para cuidar el agua a)
Conocimiento: Los jefes de hogar manifiestan en general poco conocimiento sobre la gestión del agua potable en la ciudad. El 69.6% de éstos desconoce de dónde vienen las pipas de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento ( JMAS) y el servicio particular. Lo mismo sucede con respecto a lo que se debería hacer para asegurar el agua en un futuro para la ciudad, solamente el 57.6% de los encuestados manifiesta tener una opinión sobre el tema; la mayoría de los que contestaron opina que se debe reutilizar el agua residual de la ciudad. b) Actitud: La actitud del ciudadano la evaluamos con la opinión que tienen sobre el recurso y el servicio. La actitud que muestran los ciudadanos nos lleva a pensar que pueden seguir con este servicio en las actuales condiciones por mucho tiempo, porque de alguna manera ellos resuelven su problema. Pero es cierto también que este satisfactor es el más importante y buscan elevar su calidad de vida al tener el servicio completo de agua y saneamiento. El 62.3% de los jefes de hogar encuestados manifiesta que el agua es el satisfactor más importante para el hogar y el 32% considera que todos los servicios son importantes y los califica de la siguiente manera en una escala de 0 a 10: al servicio de electricidad le pone 7.82; al alumbrado público, 7.22; al transporte público, 6.31; al servicio de recolección, 7.82; al servicio de pipas de la JMAS le pone la calificación más alta de 8.11, y al servicio de pipas particulares, 7.23. En cuanto a la calidad del agua que se les lleva por parte de las pipas de la JMAS y del servicio particular, los jefes de hogar consideran regular su calidad. Del agua que lleva la JMAS, el 56.5% de ellos la considera regular, el 36.6% la considera limpia y buena y sólo el 0.8%
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la considera sucia y mala. Del agua que lleva el servicio particular, el 44.3% la considera regular; el 46.6%, limpia y buena; el 1.1%, sucia y mala y el 4%, muy mala y sucia. Llama la atención que a pesar de ser el servicio más deseado y de que se les brinda a través de pipas con un procedimiento complicado, los jefes de hogar de estas colonias manifiestan tener un buen concepto del servicio provisional suministrado. Debemos considerar que el 29.3% de los encuestados consume el agua de los tambos que les surten, tal vez hirviendo el agua o de manera directa, ya que no compran garrafones de agua purificada y además, se tienen documentados casos en donde varios consumidores se han enfermado del estómago por consumir agua en mal estado, como sucedió en la colonia Olivia Espinoza en el año 2003. A pesar de esto, la mayoría de los usuarios considera a este servicio y a la calidad del agua adecuados. c) Elección: Los jefes de hogar identifican en su mayoría a la JMAS como el único organismo que se encarga del agua en la ciudad, pero a su vez manifiestan cierta disposición a no depender tanto de este organismo gubernamental. El 74.8% identifica a la JMAS como la única institución que trabaja con el agua; sin embargo, se aprecia que un 13.6% de los ciudadanos identifica a los comités de vecinos como aquellos que también se encargan del agua en la ciudad. Asimismo, el 50.75% de los jefes de hogar de las 14 colonias se manifiesta por que sea el gobierno municipal quien administre el recurso y el servicio. Le siguen en orden de preferencia un organismo ciudadano con el 18.2%, el Gobierno del Estado con el 15.5%, la empresa privada con el 5.4% y el gobierno federal con el 4.7%. (Cuadro 2) Llama la atención que las preferencias en un buen porcentaje se inclinen por un organismo ciudadano, esto refleja una memoria que se relaciona con el trabajo de los mismos ciudadanos por hacerse llegar el servicio o bien, el trabajo de los líderes que ellos ven como sus pares, es decir, los identifican como iguales a los jefes de hogar y en ese sentido pueden tener más confianza para tratar los asuntos relativos al servicio del agua. Si éste es el caso, la participación ciudadana para definir las políticas futuras de su colonia o su entorno se considera potencialmente buena.
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Preferencias por quién debe administrar el agua en colonias sin servicio de agua y saneamiento de Ciudad Juárez, Chihuahua (véase cuadro 2, Anexos) Por último, se evaluó el sistema de designación del encargado de administrar la JMAS. Un 27.2% de los jefes de hogar de las 14 colonias se manifestó por que sean los usuarios en una elección abierta como se designe al encargado de esta institución. En segundo término, el 23.9% considera que sea designado por el gobernador; el 22.3%, que sea el Ayuntamiento de Juárez; el 16.3% no sabe o no contestó y el resto, otros organismos ciudadanos organizados de tipo Organización No Gubernamental (ONG), la iniciativa privada e incluso el Congreso local. El sistema de designación coincide con quién debe administrar a la JMAS: los jefes de hogar se inclinan por que sean los mismos usuarios en una elección abierta como se elija al encargado de administrar el agua. Reiteramos que el ciudadano de estas colonias no está muy familiarizado con el ejercicio de gobierno; de hecho, como se verá más adelante, considera que el gobierno cumple poco con sus necesidades; de allí a que vuelva su vista a otras alternativas que pueden solucionar su problema con el agua e incluso sentir el poder de decidir cómo llevar una buena gestión del vital líquido. d) Disposición de pago: La disposición de pago de los jefes de hogar de esta zona marginada de la ciudad, se manifiesta de acuerdo a su ingreso. Por el servicio completo del agua y saneamiento, los jefes de hogar están dispuestos a pagar un promedio de $171.67 pesos con una mediana de $100 pesos. Esto nos muestra que la disposición es muy variable, de allí que tengamos que utilizar la mediana, la cual coincide con que el 68.4% de los encuestados prefiere pagar menos de $100 pesos. Se observa también como dato relevante que el 19.3% estaría dispuesto a pagar entre $151 y $200 pesos. Con todo lo anterior, se observa a un ciudadano responsable que quiere mejorar sus condiciones de vida e incluso participar en la defi-
3. Confianza en las instituciones a) En la política: La gran mayoría de los jefes de hogar de las cuatro zonas califica como mala a la política, entendiéndose ésta como de bajo nivel. Sólo el 11.8% la califica como buena y muy buena. Esta calificación se relaciona con el cumplimiento del gobierno como principal ente político identificado con las
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2. Afiliación en una organización Son pocos los jefes de hogar que se encuentran afiliados a alguna organización. Solamente el 22.4% de los jefes de hogar manifestó estar afiliado a alguna organización. Del total que expresa estar afiliado, el 10.9% dijo estar afiliado a una organización religiosa; el 3.3%, a un comité de vecinos; el 2.7%, a un partido político; el 2.2%, a un sindicato y el 1.1%, a una ONG. Como se observa, la afiliación es reducida y la que existe se concentra en la actividad religiosa principalmente diferente a la religión católica. La afiliación política es mínima toda vez que son muy pocos los jefes de hogar que se relacionan con algún partido, sindicato o comité de vecinos. En cuanto a los partidos se pudo observar en campo una cierta preferencia por el PRI y por algunos partidos de izquierda como el Partido del Trabajo (PT) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En cuanto al sindicato ya se expuso que la mayoría trabaja en la maquiladora o el comercio en donde esta figura de reivindicación laboral no funciona o no existe; también es clara la poca afluencia de los vecinos en los comités en los cuales sólo trabajan los de la mesa directiva, según pudimos evaluar en el capítulo respectivo.
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nición de la gestión del agua potable; sin embargo, se encuentra acotado en gran medida por factores externos que influyen en él como el ingreso y la falta de información relacionada con su bajo nivel educativo e influido también por el sistema político, a través de un manejo del agua por líderes de comités de vecinos y/o líderes ligados al sistema de partidos y una falta de información a los ciudadanos negada por el sistema de gobierno, tal vez de manera involuntaria por las tres unidades de gobierno.
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necesidades de los ciudadanos. El 66.8% de los jefes de hogar considera que el gobierno cumple poco con sus necesidades y el 24.5% considera que no cumple nada con sus necesidades. Como se observa, una cuarta parte de los jefes de hogar considera que el gobierno no cumple nada con sus necesidades y más de la mitad que poco les cumple. Esta percepción interna la tienen por saberse, tal vez, olvidados o marginados por el gobierno; sin embargo, cabe decir que por su situación geográfica, el tipo de asentamiento que es nuevo y con problemas de tenencia de la tierra, la relación con el sistema productivo y de consumo, los hace marginados de la ciudad y por ende, del gobierno.5 b) En el sistema político: En una evaluación de la confianza en el sistema político, se pudo determinar una calificación de 5.57 en una escala de 0 a 10. Esta calificación está dada por la calificación que obtuvo la evaluación en parte del sistema de gobierno y el sistema de partidos. (Cuadro 3) Del primero le correspondió una calificación promedio de 6.23, dada por una calificación de 6.38 al gobierno municipal; de 6.47, al Gobierno del Estado; de 7.57, a la JMAS (la más alta); de 6.08, al gobierno federal y de 4.67, a los legisladores (la más baja). Del sistema de partidos le correspondió una calificación promedio de 4.92, dada por una calificación de 4.84 a los partidos en general; de 6.7, al PRI; de 4.72, al PAN y de 3.42, al PRD. Los resultados de una evaluación relativamente baja del sistema político coinciden con los de una mala evaluación de la política. De
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Se considera marginados a los sectores de la población segregados en áreas no incorporadas al sistema de servicios urbanos en viviendas improvisadas y sobre terrenos ocupados ilegalmente. De aquí el término se extendió a las condiciones de trabajo y al nivel de vida de este sector de la población. Se percibió entonces su marginalidad tanto en relación con el sistema económico y social de la producción como con el sistema regulador del consumo, en bienes y servicios. Germani (1973: 12).
c)
Instituciones fuera del sistema político tradicional: En esta categoría se toma en cuenta a la Iglesia, a las ONG y a la empresa privada. En una evaluación de estas instituciones realizada solamente en las zonas de Sierra de Juárez e Infonavit, se pudo determinar una calificación de 6.9 en una escala de 0 a 10. Esta calificación está dada por la calificación que obtuvo la evaluación de estas tres instituciones. La Iglesia tuvo una calificación de 8.24; las ONG, de 5.94 y la empresa privada mexicana y la Industria Maquiladora de Exportación (IME) tuvieron una calificación promedio de 6.69.
Los resultados muestran una buena confianza en todas las instituciones resaltando la confianza que se le tiene a la Iglesia que, como ya se indicó, corresponde a la Iglesia protestante principalmente y un papel decidido por apoyar la introducción de los servicios como el agua o con el apoyo de materiales para conservar el agua en buen estado. También resalta la confianza a la industria maquiladora y su identificación inmediata con el empleo, aunque no se refleje así en el ingreso. 4. Intencionalidad de participar a) Participación ejercida: La participación ejercida por los jefes de hogar sobre proyectos de agua en las cuatro zonas de estudio es muy baja. Apenas el 18% de los jefes de hogar de estas 14
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Confianza en el sistema político por jefes de hogar en colonias sin servicio de agua y saneamiento de Ciudad Juárez, Chihuahua (véase cuadro 3, Anexos)
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manera particular hay que resaltar la calificación relativamente buena que tiene la JMAS, a pesar de que no presenta un servicio completo en estas colonias. Se entiende este resultado por la presencia constante a través de las pipas al llevar el agua de manera gratuita a los hogares de manera diaria. En el caso de los partidos, aunque no tienen una evaluación buena de manera general, el PRI presenta una buena calificación.
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colonias ha participado en algún proyecto de agua. La mayoría de ellos en razón de un 63.65% no ha participado por desconocimiento del problema y de las formas de participar, y el 7.6% manifiesta no tener tiempo para participar. Los resultados nos dicen que existen limitaciones de información de los ciudadanos; sin embargo, es claro que es nula la información que sobre el tema se está recibiendo por parte de las autoridades. b) Las formas de participación: La mayoría de los jefes de hogar está dispuesta a participar en algún comité o grupo de ciudadanos en pro de cuidar el agua y mejorar el servicio, principalmente con el gobierno. Un 82% de los encuestados sí está dispuesto a participar. De éstos, al 28.3% le gustaría participar con el gobierno; al 16.8%, con los vecinos si los ayuda el gobierno; al 15.2%, con el líder de la colonia y el 8.7% considera que el gobierno debe hacerse cargo de todo. Se observa que sólo el 39.2% de los jefes de hogar de estas colonias prefiere relacionarse con el sistema político, en este caso con el gobierno y con los partidos. Una de las razones que puede explicar esto es que gran parte de la articulación de intereses se ha dado en primera instancia por la unión de varios vecinos, enseguida con algún líder producto de esta unión o bien, líderes ya conocidos que tienen en su haber varias demandas resueltas. También es factible encontrar otras estructuras de articulación de intereses como las ONG como parte de un movimiento social organizado y la Iglesia en su conjunto, a través de la atención directa de los problemas o por medio de sus Comunidades Eclesiales de Base en el caso de la Iglesia católica.
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Análisis de las influencias externas al jefe de hogar
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1. Tipo de ciudadano De los 184 jefes de hogar encuestados en las 14 colonias sin servicio de agua y saneamiento, el 23.5% son hombres y el 76.5%, mujeres, en donde un 62.3% son amas de casa. El promedio de edad de los jefes de hogar de estas colonias es de 36.91 años, que se considera joven.
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Se toma en este caso la mediana dada la gran dispersión de datos. Ídem.
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Solamente el 17.6% de los jefes de hogar de esta zona nació en el municipio de Juárez; el 11.5%, en Torreón, Coahuila; el 8.8%, en el municipio de Durango y el resto, en otros 52 municipios del país. Por entidad federativa, el 38.8% nació en Chihuahua; el 18.6%, en Durango; el 15.3%, en Coahuila y el resto, en otros 15 estados de la República Mexicana. La escolaridad promedio de los jefes de hogar es de 6.18 años apenas rebasando la primaria. En este renglón destaca el hecho de que el 20% de los jefes de hogar entrevistados apenas llegó al tercer año de primaria; el 6% terminó la preparatoria y sólo un caso de los 183 que contestaron esta pregunta, manifestó tener estudios universitarios. El 62.3% de los encuestados se dedica al hogar; el 20%, a la maquiladora y el 12%, al comercio; y del resto, 5.7% son jornaleros, mecánicos y trabajadores de la construcción, entre otros. Haciendo una ponderación con el total de los jefes de hogar encuestados, se estima que alrededor de un 14% de las mujeres trabaja en la IME y en el comercio. El ingreso promedio mensual por hogar es de $4,303.68 pesos. La mediana es de $3,600 pesos y resulta pertinente esta estadística, dada la alta dispersión de los datos. Este ingreso corresponde al salario que gana un empleado de la maquiladora, a pequeños comerciantes y a jornaleros que apenas rebasan los dos salarios mínimos. El ingreso que se aprecia es producto en muchos casos del trabajo de más de dos personas. En el 33.2% de los hogares trabajan dos personas; en 11.5%, tres y en el 4.3%, más de cuatro personas. El gasto mensual promedio que los jefes de hogar manifiestan se destina a lo siguiente: A) Gastos básicos: $3,573 pesos, distribuidos en: alimentos, $1,971 pesos; combustibles (gasolina y transporte en general), $476 pesos; salud (consulta y compra de medicamentos), $462.88 pesos; educación (cuotas y materiales escolares), $252 pesos;6 recreación, $171.68; ropa y zapatos, $167 pesos;7 ahorro, $50.73; otros, $22.28 pesos en promedio. B) Servicios: $634 pesos en total. Este gas-
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to se distribuye en agua de pipas (particulares), $52.01 pesos;8 agua purificada de garrafón (20 litros), $183.80 pesos; electricidad, $150.00 pesos;9 gas (butano en cilindros), $176.76 pesos; teléfono (no se especifica si es sólo de línea o compra de tarjetas prepagadas), $71.47 pesos en promedio. El gasto total mensual es de $4,207 pesos, quedando un saldo a favor de los hogares de $96.68 pesos; en caso contrario, si tomamos la mediana el ingreso no es suficiente para cubrir el gasto. De cualquier manera se observa que en los hogares apenas se cubren los gastos básicos. (Figura 1, anexos) Porcentaje de gasto promedio en hogares sin servicio de agua potable y saneamiento Ciudad Juárez, Chihuahua (véase figura 1, Anexos) 2. El hogar y su entorno El 80.9% de los ciudadanos que no cuentan con servicio de agua y saneamiento vive en casas de su propiedad con un promedio 2.8 cuartos y un baño (letrina principalmente). Los materiales que usan para la construcción de sus casas son: ladrillo, cemento y madera. El 76% de las casas tiene paredes de ladrillo, el 83.1% tiene piso de cemento y el 68% tiene techo de madera. En cada vivienda habita un promedio de 5.17 personas, teniendo hogares de 10 personas y hogares de una persona. El promedio de habitantes por hogar en la localidad de Juárez para el Censo del año 2000 fue de 4.6. Se observa, entonces, un hacinamiento mayor y por tanto, una mayor densidad poblacional en estas 14 colonias con respecto al resto de la ciudad. En cuanto a la infraestructura y servicios, ninguna de las 14 colonias estudiadas cuenta con pavimento con excepción de Palo Chino, donde algunas calles ya están pavimentadas y tienen agua y drenaje.
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También se consume lo que surte gratuitamente la JMAS, alrededor de cinco tambos de 200 litros cada uno a pipas particulares del servicio público a razón de $10 pesos por tambo. La mayor parte de las pipas particulares se encuentran afiliadas a la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Se toma en este caso la mediana dada la gran dispersión de datos.
3. Sistema político La influencia del sistema político en las colonias que no cuentan con el servicio de agua y saneamiento se ha enfocado en tres aspectos: a) el afán de las autoridades por cubrir la demanda principalmente en asentamientos irregulares; b) la lucha constante entre las autoridades y el servicio de pipas particulares para mejorar el servicio y la calidad del agua; c) el MUP que se resiste a desaparecer y se encuentra latente para asegurar el servicio a estas colonias por medio de viejos líderes. 10
Un hogar con servicio de agua consume alrededor de 30 metros cúbicos por mes.
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En general, el 89% de los hogares cuenta con electricidad; el 86.8%, con alumbrado público; el 73.6%, con transporte público; el 89.5%, con recolección de basura; el 77.9%, con el servicio de pipas gratuitas de la JMAS y el 63%, con el servicio de pipas particulares. El servicio de agua al que tienen acceso en la actualidad los jefes de hogar presenta un mecanismo complicado que los obliga a una lucha constante con las dependencias públicas y líderes de sus colonias para asegurar el agua. El procedimiento empieza con la obtención de bonos o boletos canjeables por agua de pipas de la JMAS y privadas. Dichos boletos se recogen en sesiones vecinales en los centros de barrio o bien, en casas de los líderes vecinales al menos una vez por mes; esta táctica es muy interesante porque obliga a “necesitar” al comité vecinal. Cada dotación mensual corresponde a 30 tambos de 200 litros cada uno, es decir, 6 m3 por hogar.10 Estos boletos son entregados al personal de las pipas de la JMAS y/o pipas particulares con convenio con la Dirección General de Desarrollo Social del Municipio de Juárez. En algunas colonias no se ocupan los boletos para el servicio gratuito que presta la JMAS; en este caso, el criterio del personal de gobierno es importante. Cabe mencionar que en el 35.7% de los hogares en donde viven más de seis personas, el agua que se les proporciona no les alcanza; de allí que tengan que pagar a pipas particulares hasta $200 pesos por mes para cubrir sus necesidades.
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a)
Una solución, mientras tanto, fue la de llevar el líquido en camiones cisterna (pipas). En un principio este servicio representaba serias irregularidades según la opinión del Comité de Defensa Popular (CDP)12 y los colonos de Anapra que llegaban a estar hasta tres días sin agua,13 lo cual motivó, entre otras causas, a que ocho familias de esta zona compraran un camión cisterna14 y en otros casos a extraer el agua de un ojo (“venero”) de la Sierra de Juárez aledaño a las colonias Díaz Ordaz y López Mateos, en el año 1994.15 Esta situación continuó año tras año. La administración de Ramón Galindo Noriega (1995-1998) presionó para que se regularizara este servicio en el sentido de incrementar el número de pipas.16 En 1994, según la JMAS, había sólo 20 pipas para 30 colonias y cerca de 100,000 habitantes.17 Para julio de 1995 había 29 pipas y 20,000 11 12
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Cubrir la demanda: Ante una interminable situación en la que se le dota a una colonia del servicio de agua y saneamiento, aparecen otras nuevas que requieren lo mismo. Tanto el gobierno estatal, a través de la Junta Central de Agua y Saneamiento y de la JMAS, como el gobierno municipal han enfrentado el problema de una manera singular que es preciso abordar. Desde 1992, que es el año de partida de esta investigación, la JMAS en voz de su presidente, Santiago Nieto, sostenía que era casi imposible introducir el agua al norponiente (área de Anapra) por tres razones sencillas: la alta demanda de la ciudad, la tenencia irregular de la tierra en la zona y la topografía separada del resto de la ciudad.11
14 15 16 17
El Diario, 16 y 17 de junio de 1993. Base de Datos Hemerográfica (BDH) propia, notas 90 y 91. El Diario, 1 de diciembre de 1992. BDH, notas 65 y 154 (ver Anexo 5 para todas las notas numeradas). El Diario, 15 de junio de 1994. BDH, nota 141. El Diario, 3 de junio de 1995. BDH, nota 211. El Diario, 5 de junio de 1995. BDH, nota 214. El Diario, 19 de junio de 1996. BDH, nota 304. El Diario, 23 de junio de 1994. BDH, nota 148.
18 19 20 21 22 23 24
El Diario, 15 de julio de 1995. BDH, nota 216. El Diario, 2 de abril de 1997. BDH, nota 324. El Diario, 21 de mayo de 1999. BDH, nota 435. El Diario, 13 de junio de 2003. BDH, nota 648. El Diario, 24 de enero de 1996. BDH, nota 249 (ver Anexo 5). El Diario, 27 de enero de 1996. BDH, nota 254. El Diario, 17 de abril de 1997. BDH, nota 327.
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familias, según datos de la JMAS.18 La solución formal llega con el Programa de Reparto de Agua a Colonias Marginadas que se ordena en abril de 1997, estando en la presidencia de la JMAS José Mateos Torres.19 Para 1999, con Luis Mario Gutiérrez en la presidencia de la JMAS, se establece en mayo de ese año un programa de contratación del servicio de pipas particulares para los meses de mayor demanda que es en el verano.20 Actualmente, el servicio ha estado bajo el mismo esquema, pero ahora con 14 colonias y cerca de 5,000 familias, que se les surte el agua por medio de pipas de la JMAS y particulares afiliadas a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP),21 esto es, cerca de 26,000 habitantes. b) La lucha entre autoridades y el servicio particular: La principal lucha entre autoridades y particulares se da por la calidad del agua que se surte a las familias de la periferia en pipas. Por un lado, la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), que vigila celosamente la calidad del líquido; y por otro lado, la JMAS que busca cumplir con la demanda en cantidad y en calidad, y agrega que el servicio de pipas particulares actúa bajo la lógica de la ganancia incumpliendo a veces los precios establecidos y las normas básicas de higiene. La SSA advierte la necesidad de surtir con mayor frecuencia el agua y con una mayor calidad evitando las infecciones gastrointestinales por una mala cloración del agua que se transporta en pipas de la JMAS.22 A este respecto la JMAS reconoce la insuficiencia de cloro en el agua de las pipas y se llega en 1996 a formalizar un convenio entre la JMAS y la SSA para obligar a todo el servicio de pipas de gobierno y particulares a mejorar el servicio.23 Para 1997, la SSA establece adicionalmente su Programa de Revisión Sanitaria.24 Esta situación no
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ha cambiado y sigue una relación constante entre la JMAS y la SSA, puesto que el problema de fondo, el suministro por tubería de agua potable, no existe en la periferia de la ciudad. En últimas fechas el gobierno municipal y la SSA denuncian una mala calidad de agua en las pipas que surten agua en las colonias del suroriente de la ciudad.25 c)
El movimiento urbano popular y el sistema político: El movimiento urbano popular es inseparable de los partidos y el gobierno y aparece en toda nuestra investigación de una manera entendible si consideramos que existe el manejo clientelar y corporativo de las necesidades de la población. Una de las necesidades primarias es el suelo urbano y junto con ello, la demanda de servicios públicos como el agua potable y el alcantarillado. César Fuentes (2004) señala que esta necesidad ha sido muy atractiva para políticos y empresarios privados del ramo inmobiliario:
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La especulación de la tierra continúa siendo una importante práctica. De acuerdo con los Planes Directores Urbanos de 1984, 1995 y 2002, los terrenos baldíos se han incrementado, pasando de 1,529 hectáreas en 1984 a 2,219 en 2002, lo que significa el 11% del área urbana. El manejo de información privilegiada como la decisión de hacia dónde dirigir el crecimiento de la ciudad, ha ocasionado la compra de tierra por políticos o grupos empresariales cercanos al poder y ha ocasionado que sólo el 31% del suelo urbano sea público (20% municipal, 7% estatal y 4% federal) y esté siendo usado en zonas consolidadas, ocupadas por equipamientos ya existentes como El Chamizal, el Parque Central, panteones municipales, o bien, son las cesiones de áreas verdes correspondientes a fraccionamientos. Esta escasez se refleja en el precio de hasta un mil pesos por metro cuadrado en las áreas más equipadas y de 30 a 100 pesos en Anapra, Sierra de Juárez y carretera a Casas Grandes.
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Como bien lo describe Fuentes, el factor de suelo urbano ha propiciado en primer lugar los asentamientos alejados del centro urbano por tener un menor precio, y en segundo lugar estos asentamientos han sido dirigidos por la clase política, quienes aprovechando esta si25
El Diario, 19 y 20 de septiembre de 2003. BDH, notas 666 y 668.
26 27
El Diario, 18 de agosto de 1994. BDH, nota 154. El Diario, 20 de mayo de 2000. BDH, nota 510.
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tuación buscan sacar ventaja de las necesidades propias de un asentamiento como la regularización del terreno, la introducción de los servicios y el equipamiento respectivo. En esta dinámica han participado todos los partidos y demás organizaciones políticas y al mismo tiempo, se ha creado una clase política de base, es decir, líderes del MUP que se han ajustado a los tiempos y circunstancias políticas. El Comité de Defensa Popular (CDP) es un movimiento de izquierda en un principio y después se liga al PT y al PRI; se incrusta en las colonias populares de la ciudad, casualmente las que no tienen el servicio de agua y desde allí lucha por reivindicar el derecho a servicios públicos básicos como el agua. Es en la colonia México 68 donde es conspicuo el CDP y exige la introducción del agua al asentamiento.26 En el año 2000, cien personas dirigidas por César Tapia protestan frente a la JMAS para que se regularice la dotación de agua por pipas y se reduzcan las cuotas por este servicio.27 Por el lado del centro (por llamarlos de alguna manera), en la región de Anapra se advierte la fuerte presencia en la década pasada de los comités de solidaridad ligados al PRI y los comités de vecinos introducidos en el año 2001 por el Concejo Municipal (2001-2002) que gobierna la ciudad ligado al PRI y donde dos comités de los cinco que existen, son operados o presididos por dos líderes ligados a otro que llega en 2004 al cargo de regidor. El Partido Acción Nacional (PAN), por su parte, también ha buscado mejorar los servicios a través de los comités de vecinos en colonias como: Felipe Ángeles, Cazadores, Altavista y El Retiro, que todavía a principios de la década pasada no contaban con todos los servicios básicos, entre ellos, el drenaje, según los últimos resultados electorales mantiene una buena presencia en estas colonias. Como se observa, el sistema político en sus tres componentes: el sistema de partidos, el sistema de gobierno y el sistema electoral, siempre ha estado presente. Rivera (2004) lo expone de esta manera:
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Existe un juego en donde aparecen las dinámicas clientelistas de las cuales hacen uso tanto el PRI como el PAN. En la misma lógica, los partidos cooptan a una serie de grupos y organizaciones de colonos que muchas veces residen en asentamientos irregulares, o bien, que viven en zonas en las que carecen de los servicios públicos más elementales y de esta manera dichos partidos controlan mediante promesas de solución y de otorgamiento de los bienes urbanos. Entonces los colonos de escasos recursos ven una oportunidad real de que sus demandas sean atendidas y aunque sus esperanzas muchas veces son defraudadas, en cada elección renacen nuevamente.
Es de apreciarse la labor de introducción del servicio de agua potable y alcantarillado en casi la totalidad de las colonias del suroriente de la ciudad creadas recientemente, en comparación con la falta del servicio en las 14 colonias del poniente señaladas en este estudio, siendo estas últimas creadas desde hace más de 20 años. La razón principal según las autoridades28 es la topografía y la lejanía de pozos con capacidad de suministrar eficientemente el líquido. Agregaría a esta “buena” razón la influencia del sistema inmobiliario y la cosecha de simpatías legítimas por los partidos en el poder de los ciudadanos recién instalados y un manejo conveniente de los tiempos electorales.
28
Manuel Herrera, director técnico de la JMAS. Entrevista realizada el 7 de julio de 2003.
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Analizar la participación ciudadana en la gestión del agua potable en colonias sin servicio en Ciudad Juárez fue un objetivo cumplido, toda vez que se pudo determinar el grado de incursión ciudadana en un asunto público de gran interés, dadas las repercusiones que el recurso del agua tiene y puede tener en el desarrollo económico y social de una de las ciudades fronterizas con mayor dinámica desde el punto de vista demográfico y económico del país. El enfoque teórico desarrollado nos permitió observar dos grandes corrientes de pensamiento que han estado presentes en la discusión teórica. La corriente macro, estructural o sistémica, que analiza los hechos sociales, ofreció un conocimiento amplio del área de estudio y sus componentes básicos estructurales que definen en gran medida las condiciones de vida de los ciudadanos estudiados. La corriente micro o desde el actor, da a conocer parte del pensamiento y la capacidad de actuar individual y de grupo de los ciudadanos en un fenómeno que afecta su desarrollo social. Los resultados de este análisis mostraron que la incursión ciudadana se encuentra lejos de lo que estipula la gobernabilidad democrática: una participación en donde el ciudadano a través de diferentes vías pueda demandar administradores eficientes, eficaces y transparentes e incursionar en la toma de decisiones de política pública del recurso y el servicio del agua. La sociedad de Juárez se ubica en las sociedades que se cohesionan y estructuran de manera normativa con un sistema político no diferenciado en los tres sistemas clásicos: gobierno, partidos y elecciones. Los tres sistemas parecen trabajar como uno solo en la gestión del agua potable, de tal suerte que la participación se ve limitada por quien tendría que ser el principal promotor de ésta y de la gobernabilidad democrática: el sistema político. A un ciudadano que posee poca instrucción escolar, bajo ingreso, pocas relaciones sociales y con carencias en la vivienda, se le dificulta adquirir y entender la información documental sobre el problema del agua en la ciudad y sólo recibe la información que las autoridades
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Conclusiones
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quieren a través de los medios de comunicación masivos como la radio y la televisión o bien, por medio de los líderes. Llamamos a este fenómeno “interferencia mediática”. Cuando el ciudadano tiene acceso a información diferente a la proporcionada por el anterior mecanismo, puede pasar que se interese por el problema y quiera participar o bien, que se muestre apático a participar, principalmente con quien a su juicio es un mentiroso. En general los jefes de hogar de las 14 colonias estudiadas son en general jóvenes, nacidos fuera del municipio, dedicados a trabajar en la IME, con un ingreso muy bajo y un nivel educativo apenas de primaria. En el análisis realizado se pudo establecer que son los jefes de hogar del sexo masculino, con bajo nivel escolar, una ocupación libre de horarios preestablecidos y que tienen mayores ingresos, los que reúnen las características más atractivas para la participación en la gestión del agua potable. Prácticamente sólo podrían participar los comerciantes. Se puede concluir también que existe una presencia fuerte de las autoridades para cubrir la demanda de servicios e infraestructura principalmente en la época electoral; que se manifiesta una lucha constante por parte de las autoridades de la JMAS, la SSA y el servicio de pipas particulares por mejorar el servicio y la calidad del agua que se sirve, y que el MUP se resiste a desaparecer y se encuentra latente para reivindicar el servicio a estas colonias por medio de los viejos líderes que se adhieren al mejor partido o causa política. En cuanto a las influencias internas de los jefes de hogar sin servicio, se puede concluir que tienen poco conocimiento sobre el manejo del recurso y el servicio que se les proporciona y no buscan solucionar en el corto plazo su situación, más bien tratan de adaptarse. Presentan una muy buena disposición de pago en relación a su ingreso, una afiliación a organizaciones sociales y baja desconfianza en las instituciones políticas, especialmente en los partidos políticos. Su confianza está depositada en la Iglesia en general y en su principal fuente de empleo, como es la industria maquiladora. La desconfianza se hace patente en la poca participación ejercida en proyectos comunitarios sobre el agua. Sin embargo, resulta con-
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tradictorio que, a pesar de esa desconfianza, todavía manifiesten su preferencia por trabajar junto al gobierno para resolver sus problemas de agua en lugar de escoger otras alternativas como trabajar con los vecinos, organizaciones civiles o el(los) líder(es) de la colonia. Es un ciudadano que se siente vulnerable, cooperativo e influenciable por la autoridad, a quien le debe respeto por tolerar su osadía de asentarse en un lugar incómodo para el desarrollo urbano, amén de estar invadiendo la propiedad privada.
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Un ido sd eN ort eam éri c
+ a
Universo de estudio
Zona de estudio
Límite internacional Límite internacional Río Bravo
Vialidades principales Sierra de Juárez
Aeropuerto
Estudio social, económico y de planeación en sectores o lugares sin agua potable y alcantarillado Fondo mixto CONACyT-Municipio de Juárez El Colegio de la Frontera Norte Elaboró: Lourdes Romo • Mapa base: IMIP
0
6
Km
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Es tad os
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Mapa 1. Colonias sin servicio de agua y drenaje
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Anexos Cuadro 1. Esquema metodológico principal sobre participación ciudadana y gestión del agua potable en Ciudad Juárez, Chihuahua Variables (y)
I. Influencias internas del público o ciudadano (psicológicas y cognoscitivas)
Indicador principal
1. Responsabilidad para cuidar el agua
Indicador secundario
a) Conocimiento
Hipótesis
A
b) Actitud c) Elección
d) Disposición de pago 2. Afiliación
B a) Afiliación
3. Confianza en instituciones
b) Tipo de institución
C
a) Sistema político
b) Empresa privada c) Organizaciones sociales 4. Intencionalidad de participar
d) La Iglesia
a) Designación del administrador b) Participación ejercida
c) Las formas de participación
Nóesis
d) El tiempo
148
D
Variables (y)
II. Derivada del ambiente social y político externo al individuo
Indicador principal
5. Ciudadano
Indicador secundario
a) Sexo
Hipótesis
E, F, G, H, I, J
b) Edad
c) Lugar de nacimiento d) Ocupación
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Cuadro 1. Esquema metodológico principal sobre participación ciudadana y gestión del agua potable en Ciudad Juárez, Chihuahua (continuación)
e) Ingreso
f ) Nivel educativo
6. Hogar
a) Agua entubada
b) Agua dentro del hogar
K
c) Drenaje
e) Teléfono
f ) Gas natural (entubado)
7. Sistema político Fuente: Elaboración propia, 2005.
a) Partidos
b) Elecciones c) Gobierno
L, M, N
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d) Electricidad
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Cuadro 2. Preferencias sobre quién debe administrar el agua en colonias sin servicio de agua y saneamiento de Ciudad Juárez, Chihuahua Frecuencia
% preferencias
1. Gobierno federal
Institución u organismo
7
4.7
2. Gobierno estatal
23
15.5
3. Gobierno municipal
75
50.75
4. Empresa privada
8
5.4
5. Organismo ciudadano
27
18.2
6. Otro
8
5.4
148
100
36
19.6
% total No sabe/no contestó Fuente: Elaboración propia, 2005.
Cuadro 3. Confianza en el sistema político por jefes de hogar en colonias sin servicio de agua y saneamiento de Ciudad Juárez, Chihuahua
Sistema de gobierno
Confianza promedio (por institución)
Gobierno municipal Gobierno estatal JMAS
Gobierno federal Promedio parcial
Sistema de partidos
Legisladores
Partidos políticos PRI
PAN
Nóesis
Promedio parcial
150
Promedio SISTEMA POLÍTICO
Fuente: Elaboración propia, 2005.
PRD
Calificación promedio 6.38 6.47 7.57 6.08 4.67 6.23 4.84 6.7
4.72 3.42 4.92 5.57
11% 48% Alimentos
11% Salud
Fuente: Elaboración propia, 2005.
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2% Teléfono 4% Recreación 4% Ropa 4% Agua purificada 1% Ahorro 1% Otros 4% Gas 4% Electricidad 6% Educación
Combustible
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Figura 1. Porcentaje de gasto promedio en hogares sin servicio de agua potable y saneamiento de Ciudad Juárez, Chihuahua
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Facilitando la colaboración México-Estados Unidos en la educación superior: perspectivas de académicos de la frontera norte
Key Words:
México-US, higher education, collaboration, border
The North American Free Trade Agreement (NAFTA) has contributed to an increase in higher education collaboration between México and the US, especially on the border. The increase in collaboration led to literature focused on the challenges, impact, need, and prospects of collaboration. However, until 2001, no known study had been conducted to discover whether there a set of personal and institutional characteristics facilitate collaboration. The purpose of the study then was to explore such characteristics. In order to first explore these characteristics, the views of U. S. border academics were obtained. The views of U. S. border academics were collected through the use of a questionnaire with items drawn from research regarding higher education collaboration and other related research. The results of the study verified the existence of a set of personal and organizational characteristics which can be summarized as commitment and cross-cultural competence. Some recommendations based on the study’s results conclude the paper.
El Tratado de Libre Comercio (TLC) ha contribuido al incremento de colaboración entre las instituciones de educación superior mexicanas y estadounidenses, especialmente en la frontera. El incremento resultó en literatura enfocada en retos, impacto, necesidad y prospectos de colaboración. Aun así, hasta 2001, no se encontró un estudio para describir si existían características personales e institucionales que facilitaran la colaboración. Entonces, el propósito de este estudio fue explorar tales características. Para iniciar esta exploración, las perspectivas de académicos en la frontera norte fueron obtenidas. Sus perspectivas fueron juntadas con un cuestionario con preguntas extraídas de investigaciones sobre la colaboración y de otros temas relacionados. Los resultados del estudio verificaron la existencia de características que se pueden resumir como compromiso y competencia transcultural. Unas recomendaciones basadas en los resultados del estudio concluyen este artículo.
PALABRAS CLAVE:
México-Estados Unidos, educación superior, colaboración, frontera
Facilitating México-US Higher Education Collaboration: Perspectives of U. S. Border Academics
Eduardo Arellano1
Dr. Eduardo Arellano, profesor de departamento de la Dirección Educacional y de Desarrollo en la Universidad del Estado de Nuevo México, Estados Unidos. Correo: edarella@nmsu.edu 1
Facilitating México-US Higher Education Collaboration: Perspectives of U. S. Border Academics
Introduction
In
the summer of 2001, a study was conducted to explore whether a set of personal and institutional characteristics facilitate collaboration between Mexican and U. S. Institutions of Higher Education (IHEs). Higher education collaboration takes many forms including joint research projects, degree programs, and development of courses and programs. Collaboration also includes distance education programs, multinational student cohort-based programs, and faculty and student exchanges. Other types of collaboration include shared faculty appointments, placement services, and joint development and technical assistance programs (Ganster, 1997: 110; Klasek, 1992: 108-128; León-García, Matthews, & Smith, 1999; Santillánez, 1995). It was important to investigate the existence of a set of personal and institutional characteristics that facilitate collaboration between Mexican and U. S. IHEs since the number and importance of these efforts has increased since the ratification of the North American Free Trade Agreement (NAFTA) in 1994, especially in the México-US border region (Gill & Álvarez de Testa, 1995; León-García, Matthews, & Smith, 1999; Ponton, Ganster, LeónGarcía, & Marmolejo, 1997; Weintraub, 1994). The study was also needed because without knowing whether there were personal and institutional characteristics that facilitate collaboration, the efforts would likely be ineffective if occurring at all. This paper provides some background relevant to higher education collaboration, the methodology used in the study, and its results. The paper then concludes with some recommendations based on the study.
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Background on Collaboration
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NAFTA as a Catalyst of Collaboration NAFTA is a treaty between Canadá, México, and the United States to integrate their economies (Browne, Sims, & Barry, 1994; Raat, 1996). However, NAFTA has become more than an economic agreement given that increased social, cultural, and political
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integration has also occurred since discussions of NAFTA first began (Browne, Sims, & Barry, 1994). Integration has been evident in increased collaboration between Mexican and U. S. businesses, governments, non-profit organizations, and IHEs (De la Garza & Velasco, 1997). In business for example, the US-México Chamber of Commerce sponsored the “Good Neighbor” program in which Mexican and U. S. business college students participate in an internship exchange. This program was started in 1995 and primarily benefits business college students near the border (Marmolejo & León, 2000). In government, the Mexican and U. S. governments created the US-México Binational Commission that addresses a wide variety of border issues such as business, cultural and educational exchange, the environment, infrastructure, law enforcement, and public safety. Accomplishments by the commission include the construction of international bridges and sewage treatment plants, formal information exchange between law enforcement agencies, technical assistance programs, amending treaties to protect endangered species and establishing binational parks and protected lands (U. S. State Department, 1997). In the non-profit sector, Mexican and U. S. health, social action, human rights, and environmental groups have collaborated widely and effectively according to De la Garza & Velasco (1997). One example is the US-México Border Philanthropy Partnership (BPP) which is a “cross-border, binational collaboration of a group of funders and group of community foundations” whose mission is to “improve the quality of life of low-income communities along the U. S.-México border” (2007). The BPP fulfills its mission by strengthening community foundations and promoting philanthropy in the border region. From its inception in 2002 to now, 22 border community foundations, 12 regional, national, and international funders, and the Synergos Institute have formed the partnership. Together, they have mobilized $15 million dollars to strengthen border community foundations and over $3 million in local philanthropy for border communities. The partners have also created a network centered on peer learning to leverage more funds. In addition, the BPP has established six foundations in border com-
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munities that previously did not have one and they have improved the capacity of 13 foundations to serve their respective communities (2007). Lastly, Mexican and U. S. IHEs have collaborated in a variety of ways as mentioned above. Examples include the Border Partners for Action (Border PACT) which in 1999 began providing financial support to collaborative efforts along the border in many areas including health, immigration, special education, and water, among others (Consortium of North American Higher Education Collaboration, 2000: 2). Other examples include the partnership between the University of Arizona in Tucson, Arizona and the University of Sonora in Hermosillo, Sonora to provide health education to residents on both sides of the border (Rubin, 1997: A52). Also in the area of health, the University of California in San Diego, California; the San Diego Community College District also in San Diego; the Autonomous University of Baja California in Tijuana, Baja California; the Universidad IberoAmericana (Iberian-American University) also in Tijuana, and government agencies and private groups on both sides of the border developed the “Integrated Cross-Border Healthcare Education and Leadership Network.” The goal of the network was to develop a program to improve the quality of health care in the San Diego/Northern Baja California region (Robson, 2001). Another example was a partnership between the San Diego Community College District in San Diego, California, and the Tijuana area technical schools in Tijuana, Baja California in which the San Diego Community College District trained Mexican instructors in mechanics, fire fighting, and police protection (Rubin, 1997: A52). Yet, another example is the collaborative effort between the Maricopa Community College District in Tucson, Arizona, and the University of Veracruz in Jalapa, Veracruz. These two institutions collaborated in small business development and disease prevention (Association Liaison Office for University Cooperation in Development, 2000). Yet, another example was the US-México Teacher Exchange Program at the University of Texas at El Paso in El Paso, Texas. This program paired school districts from both sides of the US-México border and provided training
Rationale for Collaboration There are general reasons why IHEs collaborate internationally, and there are specific reasons why Mexican and U. S. IHEs collaborate. In general, IHEs collaborate to increase mutual understanding and cooperation between nations through knowledge of different countries and the ability to communicate in other languages (Overton, 1992: 164-176). IHEs also collaborate to reduce ethnocentrism, make cultural research more applicable, and increase discussions about culture (Brislin, 1993). In fact, according to the most recent data available, over 200,000 U. S. college students studied abroad in academic year 2004/2005 (Institute of International Education, 2006). Mexican and U. S. IHEs share some reasons for collaboration and there are reasons that are specific to each nation. Some of the reasons why Mexican and U. S. IHEs collaborate are because they face some of the same issues such as autonomy and accountability, individual and community needs and benefits, quality and access, and competition for limited resources (Gill & Álvarez de Testa, 1995). Another shared reason is to work towards academic integration which calls for “improving student employability, strengthening the curriculum, and adding value to the academic experience” (León-García, Matthews, & Smith, 1999: 8). For Mexican IHEs, collaboration translates into improvements to the educational system, which is vital for México’s economic potential (Crane, 1997: 26-30; De los Reyes, 1997: 96-104; Statland de López, 1996: A39). Improvements to the Mexican educational system are especially critical given that Mexican IHEs have had to respond rapidly to México’s industries’ globalization and modernization. The globa-
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in technology and teaching strategies, arranged site visits, and sponsored information exchange forums (Canales, Gómez, & Villanueva, 1995). Collaboration between México and the US has had important impacts on both countries including a greater interdependence between border communities, sharing of resources, and improved relations (Herzog, 1995: 176-189). Aside from NAFTA, there are several reasons why Mexican and U. S. IHEs collaborate.
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lization of México’s industries in turn has compelled Mexican IHEs to prepare their students for a multicultural and multilingual work environment (Statland de López, 1996: A39). Mexican IHEs have also sought collaboration to provide doctoral training for their faculties (León-García, Matthews, & Smith, 1999) because as of 1999 only 11% of their full-time faculties had doctoral degrees (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, 2000) compared to 60% of U. S. faculties (National Council of Educational Statistics, 2004). U. S. IHEs collaborate with Mexican IHEs and with other IHEs as a way of sharing limited resources and simultaneously decreasing their dependence on federal and state funding, which is critical given that public funding for higher education has been restricted and unpredictable (Heller, 2001). Furthermore, U. S. higher education has faced greater competition for funds from other services (Zusman, 1999: 109-148). For example, from 1986-1987 to 1996-1997, while the national average change in share of state budgets for higher education decreased 13.8%, it increased 96.1% for Medicaid and 26.7% for corrections (Mumper in Heller, 2001: 39). A host of other challenges exist to collaboration. Challenges to Collaboration While there is a need for México-US higher education collaboration, there are also many challenges. One of those challenges is the marked differences between the Mexican and U. S. higher education systems (Klasek, 1992: 108-128; Smuckler, 1993: 167-178). Evidence of such differences includes the facts that the US has had significantly more institutions, students and faculty (Levin, 1998). According to the Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching, the US had over 4,000 institutions as of Fall 2004, while México had just over 2,000 in the 2005-2006 academic year (Secretaría de Educación Pública, 2007). And, while the US had 17 million college students in the Fall of 2004 (Knapp, Kelly-Reid, & Whitmore, 2006), México had nearly 2.5 million in academic year 2005-2006 (Secretaría de Educación Pública, 2005-2006). Another difference is that Mexican higher edu-
Improving Prospects for Collaboration Some literature suggests how the prospects of collaboration can be improved. One recommendation is for IHEs to include cross-cultural competence as a criterion for hiring, tenure, and promotion (Carter, 1992: 39-51). Cross-cultural competence is “the ability to think, feel, and act in ways that acknowledge, respect, and build upon ethnic, sociocultural, and linguistic diversity” (Lynch and Hanson, 1998). Canales, Gómez, and Villanueva (1995) asserted that an understanding of the educational systems of México and the US and the linkages within and between them is essential for effective collaboration. Other authors argued that knowledge of the structures of Mexican and U. S. higher education systems must exist, and collaboration partners should have knowledge of the major issues important to the Mexican and U.
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cation curricula are more focused toward professions as opposed to the U. S. curricula which generally incorporates some liberal arts to its professional curricula. Yet another difference is that while U. S. higher education is generally under the jurisdiction of individual states, Mexican higher education is greatly influenced by its national government through funding (Marmolejo & León-García, 1997: 17-30). It should be noted that Mexican higher education offers very little in terms of two-year degree programs (Marmolejo & León-García, 2000). Aside from the differences between the two systems, the list of additional challenges is long: lack of financial support because of other institutional and societal priorities in both countries (Smuckler, 1993: 167-178); language barriers (León-García, Matthews, & Smith, 1999); lack of incentives for faculty members to initiate binational collaboration (Carter, 1992: 39-51); and the reliance on individual faculty members and departments rather than involving a broad base of support, which would include administrators and community members (Smuckler, 1993: 167-178). In 1997, Bosworth, Collins, and Lustig (1997) also noted that some Mexican and U. S. citizens are highly nationalistic and have little interest in integration beyond economic integration. The above challenges pose the question of the prospects of collaboration.
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S. educational systems (Ewell & Kent, 1995; Gill & Álvarez de Testa, 1995). Deresky (1997) pointed to several personal and institutional characteristics to enhance binational collaboration such as effective conflict resolution, patience, adaptability, flexibility, cultural awareness, strong personal relationships, and political awareness across nations. Although, the previously mentioned authors suggested characteristics that would facilitate international higher education collaboration, none had been tested in the field with the academics involved in these efforts. To address this gap in the research, the following methods were used in the current study.
Methodology Delimitations The study included a number of key delimitations. First, it focused on collaboration between México and the US, specifically those in the border region. Although, there are different ideas as to what is considered the México-US border region, for the purpose of the study, it was defined as the geographic area encompassing the six Mexican states of Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora, and Tamaulipas and the four U. S. states of Arizona, California, New Mexico, and Texas (Raat, 1996). Second, although academics on both sides of the border are equally important to successful partnerships, the study centered on U. S. border academics due to limited resources and time constraints. Again, for the purpose of the study, academics were defined as higher education faculty and administrators. Third, the study was concentrated solely on academics at public universities due the very different natures between public and private universities. The study focused on universities without including community colleges due to their very dissimilar missions. Fourth, a personal characteristic was defined as one that a person participating in a collaborative effort possesses. An example of a personal characteristic was an individual’s fluency in English and Spanish or his or her personal understanding of a certain issue. Lastly, an institutional characteristic was defined as one that involved two or more people or elements of an
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Research Design A questionnaire was developed guided by literature on México-US and North American higher education collaboration, and international education. A group of six U. S. border academics at public border universities, who had experience and had written about México-US collaboration, were asked to provide feedback on the questionnaire to ensure face validity. These experts were identified during the literature review of the study. They were researchers, administrators, faculty, and consultants in higher education, especially international education. Besides their knowledge on the topic of the study, the experts also came with backgrounds in higher education and business administration, cross-cultural communication, and bilingual education, among others. Some of the experts had also worked with Mexican governmental agencies and non-profit organizations. The questionnaire was designed to find personal and institutional characteristics that facilitate México-US collaboration. The statements in the questionnaire reflected the personal and institutional characteristics that served as the dependent variables for the analysis. The questionnaire was made available through the Internet and U. S. mail. Potential participants without an electronic mail address were sent a questionnaire via U. S. mail. Of the 243 academics that were invited, 107 or 44% of them participated in the study. Texas was the U. S. border state with the greatest participation in the study with 36%, followed by California with 27%, Arizona with 21%, and New Mexico with 16%. The study’s population was public university academics who worked in the U. S. border states and had participated in a collaborative effort with a Mexican IHE between 1996 and 2001. Potential participants were obtained from the directories of the Association of International Education Administrators, the Association of International Educators, and the Consortium for North American Higher Educa-
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IHE. An example of an institutional characteristic would be structural characteristics of collaboration or upper administration’s involvement in a collaborative effort.
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tion Collaboration. It was necessary to use these directories because at the time of the study there was no inventory of México-US higher education collaborative efforts or a directory of their participants (Marmolejo & León-García, 2000). Both descriptive and inferential statistics were used to treat the study’s data. Descriptive statistics were used to categorize and summarize the data (Hinkle, Wiersma, & Jurs, 1994) as well as to present the profile of the study’s participants. Frequency distributions were the descriptive statistics that were used. The t-test was the inferential statistic that was used to test whether the hypothesized personal or institutional characteristics could be generalized to the study’s population (Hinkle, Wiersma, & Jurs, 1994). An alpha level of .05 was set for all t-tests. While the methodology may be perceived as simple, the research was inevitably exploratory in nature given that no empirical research was found on the particular focus of the study, therefore one could not assume that seemingly obvious characteristics such as English-Spanish bilingualism would be supported by U. S. border academics involved in collaboration with Mexican IHEs.
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Results
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Background Information As mentioned previously, different demographic data of the participants was solicited to provide a profile of the participants. The majority of the participants were Anglo (65%), over 30% were Hispanic, and less than 5% identified with another ethnic or racial background. Approximately 40% of the participants indicated that they spoke and read Spanish fluently, but only 30% indicated that they wrote Spanish fluently. The majority of the participants (58%) lived less than 200 miles away from the México-US border while the remaining (42%) lived over 200 miles away. Over 64% of the participants had five or more years of experience collaborating with Mexican IHEs. The top four types of collaboration that participants had experience with included student exchanges, faculty exchanges, joint research projects, and joint academic cour-
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se offerings. Participants were able to choose more than one type of collaboration, and many had experience in more than one type. Fifty percent of the participants had collaborated in the academic areas of science, math, engineering or technology, while education, health, and human services were the next most chosen areas of collaboration. Personal and Institutional Characteristics Participants were asked to rate the level of importance they attached to the hypothesized personal and institutional characteristics. Table 1 below shows which characteristics were statistically significant and those that were not. Statistical significance, as given by the t-test in Table 1, meant two things: (a) the sample population believed the characteristic to be important to collaboration with Mexican IHEs, and (b) the results from the sample were statistically representative of the hypothesized population. Table 1. Perspectives on Personal and Institutional Characteristics
Being proficient in English & Spanish Being able to resolve conflicts effectively Understanding the structure of the Mexican higher education system Understanding the major issues of the Mexican higher education system Understanding the Mexican political system and how it affects its higher education system Understanding and respecting the Mexican culture Understanding institutional policies regarding international education collaborative efforts Knowledge of various funding sources for international education collaborative efforts Being in continuous contact with Mexican colleagues during a collaborative effort Using the latest technology (Internet, e-mail, etc.)
Statistically Significant
Yes Yes Yes Yes No Yes Yes Yes Yes Yes
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Personal Characteristics
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Table 1. Perspectives on Personal and Institutional Characteristics Institutional Characteristics
Having a collaborative effort in which the participants frequently visit each other’s institutions Having a collaborative effort in which the chief executive officers of the participating institutions are personally committed Having a collaborative effort in which the participants share common goals Having a collaborative effort that is continually evaluated and modified by its participants Institutions and participants making a multi-year commitment to a collaborative effort Having a collaborative effort that involves many people Having collaborative efforts that are mutually beneficial to institutions and participants Having financially stable collaborative efforts
Statistically Significant
Yes Yes Yes Yes Yes No Yes Yes
As Table 1 shows, there was only one personal and one institutional characteristic that did not meet the criteria of statistical significance. The rest of the characteristics that were significant can be summarized as commitment and cross-cultural competence. For each of the characteristics above, t-tests were used to test the statistical significance. Each of the characteristics had the following scale: (a) strongly agree, (b) agree, (c) disagree, and (d) strongly disagree. Each choice from the scale was assigned a number: strongly agree = 4, agree = 3, disagree = 2, and strongly disagree = 1. Therefore, the t-statistic examined whether the mean response was significantly greater than 3. The resulting t-statistics and p-values are shown in Appendix A. There was not enough support to suggest that knowledge of México’s political system and the system’s effect on higher education was a concern for the study’s population, nor that the participants believed that numerous people must be involved in a collaboration to make it successful. These results suggest that the political system may provide some context to collaboration, but that it does not have a direct impact on the results of collaboration. In addition, it is likely that individual or small groups of
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faculty or staff in U. S. institutions conduct partnerships with Mexican IHEs and generally do not solicit involvement across departments or many other individuals throughout their campuses. In order to provide participants an opportunity to elaborate on their perspectives regarding the personal and institutional characteristics, a comments section was included in the questionnaire. The comments reinforced the findings in Table 1 but also presented other characteristics that were not addressed in either the literature review or the questionnaire. For example, participants stressed the importance of trust, respect, patience, and flexibility in initiating and implementing collaboration. Although the Mexican political system was not a concern, some comments did indicate that it is important to understand the political, social, and economic aspects of particular issues that are relevant to collaboration. In light of these comments, it is possible that the question on the Mexican political system was too broad. The results led to other conclusions and recommendations.
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Conclusion Collaboration between Mexican and U. S. IHEs need to draw on institutional strengths and fulfill critical needs to be successful. For example, a major goal of the Mexican higher education system is to increase the number of its faculty members with graduate degrees. U. S. institutions have the expertise to provide this training. Collaboration that provides graduate opportunities to Mexican faculty members has been successful and will continue to be successful precisely because institutional strengths and needs are addressed on both sides of the border. For the U. S. higher education system, internationalizing its students and academics in light of globalization remains a vital issue for which Mexican IHEs can provide avenues to build upon. Perhaps the biggest challenge to successful collaboration is the element of time. The study’s participants indicated, both quantitatively and qualitatively, that the collaborative process requires long-term commitment because success does not occur quickly. This long-term commitment requires continuous contact, which strengthens personal and professional relationships. It is the strength of the relationships that determines how the participants will confront resource challenges and cultural misunderstandings. Cultural issues were also of particular interest in the study, specifically the understanding and respecting of the Mexican culture and English-Spanish bilingualism both of which also require time. Ultimately, successful collaboration between IHEs is worth the effort, as the benefits flow from the institutions into their respective societies. Although, the study obtained perspectives from U. S. border academics, the following recommendations based on the literature review and the study’s results, may be useful to academics on both sides of the border. While some recommendations may seem simplistic, their implementation in many cases is far from reality: 1.
Discover and pursue mutually beneficial goals such as the sharing of resources and increased understanding between the two systems of higher education and societies.
4. 5. 6. 7.
8. 9.
The following are recommendations for future research: 1.
Due to limited resources and time constraints, the study was limited to academics from U. S. border public universities. However, future research may include the perspectives of U. S. border academics from various types of public and private institutions, including community colleges, liberal arts colleges, and universities. It may also be useful to compare the perspectives of academics from the different types of institutions. It may be possible that implementation of collaboration differs substantially across types of institutions. Furthermore, future research can compare the perspectives between administrators and faculty that are involved in collaborative efforts. It may be possible that administrators and faculty view collaboration differently.
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3.
Develop, select, and promote cross-culturally competent academics. Provide incentives to encourage collaboration due to the extensive time commitment needed. Create awareness about collaboration among top administrators whose support is needed to make such efforts successful. Provide or facilitate training on the Mexican and U. S. higher educational systems and their major issues. Emphasize patience, adaptability, flexibility, trust, and respect in academics interested in collaboration. Make readily available information on possible funding sources and the institutional policies pertinent to international education on the Internet and at multiple campus sites and share the information on a regular basis to academics. Facilitate continuous contact between academics across the border by funding regular site visits and making the latest communications technology accessible to them. Build in sufficient resources to implement effective collaboration and evaluation of such efforts in order to sustain them for long-lasting positive impacts.
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3.
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Again, the study was limited to the perspectives of U. S. border academics. However, future research can attempt to obtain the perspectives of Mexican border academics involved in collaboration with U. S. IHEs. For example, a study can be conducted to compare the perspectives of Mexican and U. S. academics on the personal and institutional characteristics of the current study. The current study was limited to México-US border collaboration. However, future research can attempt to discover personal and institutional characteristics that facilitate collaboration involving all of Canadá, México, and the US in both binational and trilateral collaboration. Such research can also compare the perspectives of academics from each of the nations to analyze whether there are significant differences between the academics. Furthermore, such research may provide insight as to whether binational collaboration continues to be more prevalent than trilateral collaboration. Lastly, such research can compare the perspectives of academics involved in binational collaboration as opposed to those involved in trilateral collaboration to analyze whether there are significant differences. Future research may assess the degree to which academics involved in North American higher education collaboration have demonstrated cultural flexibility. Cultural flexibility is defined as changing one’s behavior to meet the demands of situations found in another culture (Brislin, 1993). Cultural flexibility is important to analyze because national cultures affect professional practices to a point that some practices that are acceptable in one culture may not be acceptable in another (Hofstede, 1995: 150-165). For example, a professional practice accepted in the Mexican culture is that a personal commitment to an individual can form the basis of a business agreement (Deresky, 1997). However, in the US, a personal commitment is insufficient for a business agreement, instead written contracts are the norm. The proposed future research could attempt to
6.
In sum, the acceleration of globalization has many implications. Thurow’s (2003) work strongly points to the economic, social and cultural ties that accompany globalization. Governmental ties, such as those exemplified by NAFTA will only increase over time, and the current study shows that México-US higher education collaboration is a growing phenomenon that will rise in importance as communication systems advance and distance becomes trivial. México-US collaboration is of joint interest and can be of mutual benefit to both nations. Although, the current study discussed what U. S. border academics can do to improve collaboration, these insights are applicable to Mexican border academics as well. By seriously considering the results and recommendations of the study, academics on both sides of the border can move toward the benefits of globalization rather than resist its challenges.
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5.
determine whether Canadian, Mexican, or U. S. professional practices are more prevalent. The proposed research may suggest that academics involved in collaboration are adapting to the Canadian, Mexican, or U. S. culture or that a North American culture of collaboration is evolving; one that combines all three. However, it is equally possible that the academics are not demonstrating cultural flexibility and instead continue to use their own national professional practices. Future research may evaluate the status, success, and beneficial impacts of collaboration between Canadá, México, and the US. Such research can inquire as to the different types of collaboration that is occurring in North America, to what extent involved academics believe that their efforts have been successful, and what, if any, have been the beneficial impacts of collaboration. Due the very different nature of the business, government, and non-profit sectors, future research may analyze México-US collaboration in each of these sectors. Such research may wish to explore the personal and institutional characteristics that facilitate implementation in each of these sectors.
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Appendix A
Resulting t-statistics and p-values
Personal Characteristics Being proficient in English & Spanish Being able to resolve conflicts effectively Understanding the structure of the Mexican higher education system Understanding the major issues of the Mexican higher education system Understanding the Mexican political system and how it affects its higher education system Understanding and respecting the Mexican culture Understanding institutional policies regarding international education collaborative efforts Knowledge of various funding sources for international education collaborative efforts Being in continuous contact with Mexican colleagues during a collaborative effort Using the latest technology (Internet, e-mail, etc.) Institutional Characteristics Having a collaborative effort in which the participants frequently visit each other’s institutions Having a collaborative effort in which the chief executive officers of the participating institutions are personally committed Having a collaborative effort in which the participants share common goals Having a collaborative effort that is continually evaluated and modified by its participants Institutions and participants making a multi-year commitment to a collaborative effort Having a collaborative effort that involves many people Having collaborative efforts that are mutually beneficial to institutions and participants
t 6.24 8.98
P .00005 .00005
6.38
.00005
4.06
.00005
1.59
.06
18.44
.00005
7.03
.00005
4.38
.00005
8.45
.00005
4.80
.00005
6.28
.00005
7.66
.00005
12.90
.00005
5.86
.00005
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-4.14
.00005
15.09
.00005
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Gobierno dividido, cambio político en México, jugadores de veto, relaciones Ejecutivo-Legislativo locales PALABRAS CLAVE:
En México, el cambio político a nivel local es poco estudiado a pesar de que revela nuevas facetas en el diseño de instituciones democráticas en el país. La pérdida de mayorías hegemónicas, la conformación de espacios de representación plurales en los Congresos locales y el cambio de partido de los Ejecutivos han incrementado el número de puntos de veto en la toma de decisiones. En este marco aparecen los Mecanismos de Democracia Directa (MDD) como instituciones que permitan reducir los costos de negociación entre los poderes, al abrir el juego a un tercer actor de veto ciudadano. Desde 1998 han aparecido figuras como el referéndum y el plebiscito en dieciséis entidades. Este artículo propone un modelo de análisis de los MDD como puntos de veto en el marco de la democratización local; estudia su diseño institucional y elabora postulados a priori para explicar algunos escenarios de su posible utilización futura.
Key Words: Divided government,
political change in México, veto players, local ExecutiveLegislative relations.
Direct Democracy Mechanisms in México: Citizen Veto Player and the Agenda setting of Local Level Plebiscite and Referendum
In México, the political change at local level is less studied although it reveals new aspects of the institutional design of democracy in the country. The lost of hegemonic majorities, the conformation of plural spaces of representation in the local Congresses and the change of party of the Executives, have increased the veto points of decision making. In this frame, have appeared what we called Mechanisms of Direct Democracy like institutions that allow to reduce to the costs of negotiation between powers because it openness the game to a third actor of citizen veto player.From 1998 have been appeared figures like the referendum and plebiscito in sixteen states. This article proposes a model of analysis of the MDD as veto points within the framework of local democratization. It studies the institutional design and elaborates a priori postulates to explain some scenes of possible future utilization.
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Mtro. León David Zayas Ornelas, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, tutor de la Especialidad Política y Gestión Educativa de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Correo: lzayas@flacso.edu.mx. 1
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Introducción
En
la literatura académica sobre el cambio político en México, el espacio dedicado al estudio sobre el diseño de las instituciones locales es reducido. A pesar de ello, el análisis sobre los procesos de apertura democrática en décadas recientes, no puede pasar por alto la conformación de los diversos espacios de participación dentro de los estados y su importancia para la consolidación de un sistema más competitivo y plural. El proceso de democratización a nivel local se caracteriza por el paso de gobiernos sustentados por mayorías hegemónicas hacia la pluralización de las formas de representación. Ello es evidente en las gubernaturas, donde la alternancia es ya un fenómeno regular. Mientras que en 1980 la totalidad de los Ejecutivos locales pertenecían al Partido Revolucionario Institucional (PRI), para el año 2003 ese porcentaje se redujo a menos de la mitad. Por su parte, el fenómeno es igualmente interesante en las asambleas locales, donde en la década de 1970 el control de los asientos por parte del PRI era casi absoluto, pero con la apertura a la competencia de los partidos políticos, la cifra se redujo cerca del 80% para 1980 y a poco más del 40% en la actualidad. Hoy en día, al menos el 46% de los Congresos unicamerales locales cuentan con mayorías legislativas de un partido distinto al del gobernador, haciendo habitual la presencia de los gobiernos divididos en los estados. Para responder a esta nueva realidad, producto de la pluralización de los espacios de participación y representación, se han modificado los diseños institucionales estatales y se han constituido instrumentos novedosos de negociación entre los actores con capacidad de influir en las decisiones legislativas sobre políticas.2 En este sentido, han sido incorporados novedosos instrumentos de participación en las legislaciones locales. A lo largo de la década pasada, la mayoría de los estados 2
A estos actores se les denomina jugadores con capacidad de veto o veto players, porque pueden cambiar el estado de cosas (statu quo) de la legislación (Tsebelis, 2002).
El problema de la representación: la preeminencia del Ejecutivo sobre el Legislativo Al sistema político mexicano se le ha caracterizado por el hiperpresidencialismo desarrollado durante gran parte del siglo XX. Marcado por un Ejecutivo fuerte, un Legislativo débil y un partido político cuya principal virtud fue lograr aglutinar una amplia y diversa gama de intereses sociales, la representación política estuvo centrada en un solo actor de veto funcional: el Presidente de la República, para el caso de las políticas federales, y los gobernadores, para las políticas estatales. El sistema político mexicano funcionó durante varias décadas con un número reducido de actores con capacidad de decisión. En términos de jugadores con capacidad de veto, formalmente el Legislativo era un actor facultado institucionalmente; sin embargo, en términos
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agregaron las figuras de referéndum y plebiscito a sus Constituciones y leyes electorales o de participación ciudadana. Estos Mecanismos de Democracia Directa (MDD) son una innovación en el diseño del sistema político que debe ser atendida, puesto que sin información adecuada sobre su procedimiento y formulación de la agenda, es difícil vislumbrar el alcance que puedan tener en un futuro. A través de estos mecanismos se ha incorporado a un nuevo actor de veto: el ciudadano elector, que tiene, al menos formalmente, el potencial de reproducir formas de representación y procesos de decisión cuyos efectos reales aún se desconocen a cabalidad. Los estudios sobre el funcionamiento y la calidad de la democracia local en México, requieren una evaluación de las instituciones que han comenzado a diseñarse como parte del cambio político. Este artículo pretende proporcionar una luz al debate, identificando un aspecto puntual del diseño institucional del sistema de separación de poderes desde un enfoque de actores con capacidad de veto en la toma de decisiones: la aparición reciente del ciudadano elector como nuevo actor de veto en el marco institucional de la mayoría de las entidades del país, a raíz de la presencia de los MDD en las Constituciones locales.
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reales predominó el Ejecutivo como el único actor con capacidad para ejercer el veto sobre las legislaciones sobre políticas. Si bien la preponderancia del Ejecutivo radicó en atributos institucionales excesivos previstos constitucionalmente (Burgoa, 1973), fueron los factores informales los que desequilibraron la correlación de fuerzas entre los poderes (Hurtado, 2001; Weldon, 1992; Córdoba, 1973). Aunque el diseño institucional otorga al Ejecutivo amplias capacidades de decisión fue a través del partido cuasi hegemónico que logró concentrar la representación política. Como señala Sirvent (2004), a lo largo del siglo XX la representación política se trasladó hacia el único partido capaz de homogeneizar la pluralidad social, mientras que la facultad de negociación y acuerdo se trasladó al Ejecutivo en tanto máxima cabeza del partido. De esta manera fue como la relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo recorrió el camino desde la extrema fragmentación de intereses heredados a las primeras legislaturas después de la Revolución, hasta la concentración de la representación política en la figura del Ejecutivo por sobre los otros poderes y al margen de las divisiones formales marcadas en la Constitución (Sirvent, 2004). Es conveniente aclarar que este fenómeno no se debió a que el Legislativo formalmente fuera débil. Como señala Weldon (1992), la aprobación de las iniciativas de un Ejecutivo no se debe necesariamente a tener un Legislativo complaciente, sino más bien a los factores “metaconstitucionales” informales del sistema político. En este sentido, la combinación de la figura del Ejecutivo con capacidades amplias y un partido predominante que le es leal en el Congreso, junto con mecanismos como la falta de reelección y la dependencia de los cargos políticos a la voluntad presidencial, aminoraron la independencia legislativa. Esta lógica se reprodujo en los ámbitos federal y estatal. Es ampliamente conocido como el Ejecutivo controlaba la agenda a través del respaldo del partido hegemónico a nivel federal, pero poco se ha estudiado sobre cómo sucedió esto a nivel local en los Congresos unicamerales estatales. Durante décadas, el escenario de baja autonomía legislativa inhibió por completo los pesos y contrapesos en las entidades federativas. Una
El cambio profundo: gobiernos sin mayoría y gobiernos divididos Los estudios sobre los sistemas políticos hacen referencia a distintos efectos generados por la conformación de los poderes, entre ellos, el que tiene un arreglo institucional determinado para la toma de decisiones sobre políticas. Cada sistema político comprende las reglas que configuran las relaciones entre los poderes y fija las formas en las cuales será procesada una política. La interacción entre el Ejecutivo y el Legislativo es relevante si ambos son los principales actores que inciden en la formación de políticas, como sucede en los regímenes
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parte importante de la transición democrática mexicana ha sido el fortalecimiento de las instituciones representativas locales. Uno de los principales elementos del cambio político ha sido la transformación en las relaciones Ejecutivo-Legislativo, como se ha documentado extensamente en el plano nacional (Lujambio, 2002, 2000; Casar, 2002). No obstante, aún se conoce poco sobre cómo afectó este fenómeno a nivel local. La concentración del poder en un solo jugador con capacidad de veto, se fundamentó en los cacicazgos que se reprodujeron localmente en la estructura del partido hegemónico dentro de cada estado. De esta manera, los liderazgos locales se articularon en torno de la figura del gobernador y éstos, a su vez, asumían la representación popular directa (Hurtado, 2001), por ejemplo, al negociar la asignación de los presupuestos con el Presidente de la República (Weldon, 1992). El diseño y operación del sistema político redujo el margen de disenso, disminuyendo los canales de representación de preferencias de distintos grupos con intereses, fuera del ámbito de las instituciones formales, las cuales dejaron de operar como verdaderos actores con capacidad en la toma de decisiones sobre políticas. Los puntos de veto no pasaban por las asambleas legislativas estatales, formalmente encargadas de asignar presupuesto y definir políticas, sino a través del partido hegemónico y por los canales controlados por los Ejecutivos locales.
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presidenciales (Colomer y Negretto, 2002; Linz y Valenzuela, 1994; Shugart y Carey, 1992). El diseño institucional moldea la ordenación de las preferencias de los tomadores de decisiones. En el marco de un sistema democrático competitivo cada actor, por decir, el Ejecutivo o la fracción de un partido dentro de una asamblea representativa, tiene un orden de preferencias establecido y la decisión que adopte es resultado de la conjunción de ellas. Ello implica un escenario de correlación de fuerzas entre actores institucionales con capacidad de decisión. Cada actor tiene un mínimo de libertad en la formación de su orden de preferencias y un mínimo de capacidad para plantearla en la agenda. Una de las principales características —si no la más trascendental— del cambio político en México, es la transformación radical del sistema de representación política debido a la pérdida de hegemonía del PRI en las asambleas legislativas y por tanto, la apertura del sistema a más actores. Esto es singular al observar los procesos de democratización en las entidades federativas. La creciente pluralidad en las legislaturas y los procesos de alternancia locales ha generado una profunda segmentación de la representación en un conjunto de canales mediatizados por grupos y organizaciones diversas que se conducen con mayor autonomía frente a los partidos políticos. La concentración de la representación que caracterizaba al PRI, sobre todo a nivel local, se dispersó y ha sido captada por otros actores que buscan influir en la toma de decisiones. Ello ha conducido a que se incluyan nuevos mecanismos de representación en las instituciones de las democracias locales. A continuación haremos una breve revisión de las características de los gobiernos sin mayoría y los problemas teóricos que generan los gobiernos divididos, así como su trascendencia para la representación, de acuerdo con la coordinación entre actores de veto. Posteriormente analizaremos los factores que dieron origen a la pluralidad en la representación política del país con la intención de marcar algunas pautas sobre sus implicaciones para la cooperación entre los actores de veto.
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En regímenes presidenciales los jugadores de veto están especificados claramente por la Constitución, en tanto instituciones con poderes específicos y separados: el Presidente, la Cámara de Diputados, el Senado o los Congresos estatales, mientras que en sistemas no presidenciales, lo están por el sistema político entre los diferentes partidos que conforman la colación de gobierno (Tsebelis, 2002). En sistemas presidenciales en donde los titulares de los poderes Ejecutivo y Legislativo se eligen de manera separada y comparten funciones de representación y gobierno, la formación de políticas depende de la interacción entre ambos poderes. De esta característica se desprende la necesidad de establecer incentivos para la cooperación entre ambos actores, sobre todo en situaciones donde los poderes emanen de partidos diferentes. Diversos autores han discutido acerca de las condiciones necesarias para que se dé la gobernabilidad democrática en sistemas donde se diferencian las figuras del Ejecutivo y Legislativo como actores de veto institucionalmente distintos. Un núcleo fuerte ha criticado los sistemas que inhiben la formación de mayorías legislativas que apoyen al Ejecutivo por considerar que generan una “legitimidad dual” y favorecen la parálisis gubernamental (Colomer y Negretto, 2003; Shugart y Carey, 1992; Linz y Valenzuela, 1994; Linz, 1987). Las situaciones de falta de cooperación se pueden dar por determinados arreglos institucionales bajo los cuales se fomente la formación de gobiernos divididos. Un gobierno sin mayoría es aquel en el que mientras un partido controla el Ejecutivo, en el Legislativo ningún partido controla por sí solo el cincuenta por cien más uno de los asientos necesarios para pasar una reforma; mientras que un gobierno dividido es aquella situación en la cual partidos distintos controlan ambos poderes (Casar, 2002; Fiorina, 1992). La relación entre poderes en sistemas presidenciales (o de predominio del Ejecutivo) siempre es difícil, ya sea por la presencia de un Ejecutivo excesivamente fuerte o un Legislativo que quiere gobernar (Sartori, 1994). En México, el optimismo que despertó en un princi-
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Gobiernos divididos y gobernabilidad
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pio el nacimiento de un sistema político en el que el Poder Legislativo acotara la agenda del Ejecutivo, se ha convertido en una preocupación por la parálisis gubernamental producida por la falta de acuerdo entre los actores con capacidad de veto sobre las decisiones y acciones (Casar, 2002; Aziz Nassif, 2002; Nacif, 2003; Lujambio, 2002, 2000). Es razonable que aquellos progresistas que no gustan del statu quo prefieran un sistema político con la capacidad de hacer cambios rápidamente, mientras que los conservadores prefieren un sistema que produzca estabilidad política. Aunque queda claro que no existe consenso acerca de qué tanta flexibilidad debería tener el cambio institucional. La mayor parte de la literatura, como señala Lujambio (2002), enfatiza cómo evitar la formación de gobiernos divididos y no cómo enfrentarlos eficazmente. Los escépticos de los gobiernos divididos (Linz y Valenzuela, 1994; Linz, 1987) proponen controlar su conformación a través del diseño institucional constitucional o del sistema electoral para fomentar la formación de mayorías y evitar la fragmentación de los sistemas de partidos (Shugart y Carey, 1992). No obstante, otros autores sostienen que la evidencia de parálisis hasta ahora ha sido limitada y en casos muy específicos señalan la existencia de alternativas al control de la agenda legislativa por parte del Ejecutivo y a la pretensión de gobernar de los Legislativos (Nacif, 2003; Lujambio, 2000). El problema para la ciencia política no es pues, cómo “enfrentar” una realidad de la pluralidad democrática, sino cómo explicar los determinantes de posibles escenarios de cooperación y negociación en la conformación de conjuntos de actores políticos. Para ello, la coordinación entre actores de veto se vuelve central en regímenes que tienden a presentar formas de gobierno dividido. Para que un actor de veto tenga incentivos para cooperar con otro es importante que las instituciones estén diseñadas para ello (Tsebelis, 2002). Un resultado de la preocupación generada por la posibilidad de que se produzca parálisis gubernamental ha generado un ambiente propicio para desarrollar mecanismos institucionales que tiendan a inhibir la pérdida de acuerdos entre poderes. Algunos de ellos han sido las llamadas cláusulas de gobernabilidad que otorgan sobrerrepresentación a los partidos mayoritarios en las legislaturas o bien, otros que fomentan
La democratización local La pluralización de actores en el escenario político mexicano es producto de diversos factores entre los que destaca la pérdida de hegemonía producto del incremento de la competitividad electoral entre partidos y la posibilidad real de acceder a puestos de representación. Como sugiere una amplia gama de la literatura, el cambio político mexicano ha implicado dos procesos simultáneos e interrelacionados cuyo objetivo principal es generar condiciones de competencia real y equitativa entre partidos políticos. Por una parte, se ha dado una gradual y pausada apertura de las instituciones representativas, y por la otra, ha seguido una prolongada serie de reformas al sistema electoral y de partidos (Méndez de Hoyos, 2006; Lujambio, 2000; Pacheco, 2000; Becerra, Salazar y Woldenberg, 2000). Ambos procesos han sido ampliamente registrados a partir de observaciones sobre las transformaciones en las instituciones federales, tales como la pérdida
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la cooperación mediante mecanismos más sutiles. La principal ventaja de la formación de gobiernos divididos es el impulso del equilibrio entre poderes mediante el fortalecimiento de las funciones de fiscalización y control del Legislativo sobre el Ejecutivo. De hecho, al ampliar la capacidad de los actores de veto en la toma de decisiones, se modifica el espacio de negociación de intereses y se obliga a los actores a encontrar puntos de equilibrio entre las posturas extremas. En palabras de Tsebelis (2002) el conjunto de ganancia del statu quo debe ser menor que el del cambio y los productos específicos de la negociación son el resultado tanto de las instituciones predominantes como de las preferencias de los actores involucrados. Otro efecto de los gobiernos divididos es que el Legislativo comienza a tener un papel más activo y abierto al público, haciendo que sus decisiones sean perceptivas a los intereses de la opinión pública. La necesidad de acuerdos políticos se ha hecho evidente a lo largo del periodo reciente de pérdida del unipartidismo local, por lo que cada vez se hace más imperante construir canales institucionales adecuados para ampliar las negociaciones y los acuerdos.
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de la mayoría absoluta del PRI en el Congreso federal a partir de 1988, la conformación de gobiernos divididos desde 1997 y la tan ansiada alternancia en la Presidencia de la República en el año 2000. Sin embargo, el cambio profundo, aquel que se sucede en las 32 entidades de la República, aún es un asunto pendiente en la agenda de investigación. La pluralización de la representación política a nivel federal ha concentrado la mayor parte de las miradas de académicos y analistas. Quizá debido al ímpetu centralista que aún perdura, poca atención se le ha prestado al cambio político local. En este sentido, para poder comprender la amplitud del cambio político en el país es importante observar las características que han adquirido las instituciones representativas locales más allá de hacer generalizaciones sobre la dinámica del Congreso federal y transferirlas al ámbito de las asambleas locales. La transición democrática mexicana emprendió un camino paralelo entre la apertura de espacios de representación y la alternancia, aunque este camino ha seguido trayectorias divergentes en lo local y lo nacional. Si bien en general el cambio político en los estados ha seguido la mecánica federal, éste ha estado influido por las particularidades de cada entidad. Las reformas de los sistemas electorales estatales impulsaron la competencia entre partidos a través de un lento y pausado proceso que siguió el modelo marcado por las reformas electorales nacionales, pero en todo caso, el comportamiento de los actores y el grado de transformación de las instituciones es heterogéneo. En la actualidad los sistemas electorales y de partidos estatales reflejan dinámicas de competencia y participación ciudadana diversas, bajo esquemas de inclusión o exclusión de las fuerzas políticas locales. La edificación del sistema competitivo se inició en la década de 1970 con la reforma electoral que incluyó la figura de diputados de partido en la Cámara de Diputados y posteriormente con la creación de los asientos de representación proporcional (Lujambio, 2000). Gracias a estas acciones, los partidos de oposición han ido ocupando un mayor número de espacios de representación desde los cuales impulsan la competencia bajo condiciones menos desiguales (Méndez de Hoyos, 2006; Béjar, 2004; Pacheco, 2000). Por su parte, la pluralidad en la composición de las legislaturas de
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los estados se vio favorecida por la posibilidad de que los partidos nacionales pudieran competir en las elecciones locales, con lo cual se construyeron sistemas de partidos al interior de los estados. La reforma política de 1977 estipuló en su artículo 115 la figura de diputados de minoría en las Legislaturas locales, propiciando la introducción de fórmulas electorales mixtas. Más recientemente, siguiendo la Reforma Electoral federal de 1996, las Constituciones locales adoptaron diseños electorales más competitivos, acordes con la pluralidad de actores políticos en los escenarios estatales. Como consecuencia de ello, en los últimos 10 años ha ocurrido lo que podríamos denominar el cambio político profundo de la actual transición mexicana. El incremento del número de partidos en las legislaturas nacionales y estatales ha modificado las dinámicas políticas al fortalecer la corresponsabilidad en el ejercicio de legislar. A partir de la década de 1990, la mayoría de las asambleas locales comenzaron a experimentar la pérdida de mayorías absolutas y a conformar gobiernos divididos. El cambio político local se ha caracterizado por la pérdida del predominio del Ejecutivo para controlar la agenda legislativa. Esta situación, se supone, es una condición que propicia la negociación y la cooperación entre los partidos en tanto actores con capacidad de veto. A partir del diseño de sistemas más competitivos, la composición de los Congresos estatales ha seguido una trayectoria de pluralización. En 1975 los diputados de partido apenas ocupaban el 0.5% del total de los escaños estatales; para 1980 cerca del 15%, en 1990 apenas rebasaban el 30%, en 2000 llegaban al 40% y actualmente ocupan el 46%. Si bien la presencia del PRI sigue siendo alta, ésta ha dejado de ser hegemónica en su conjunto y en muchos estados inclusive es minoritaria. Esto sin duda marca un paso importante en la historia de la representación local, aunque no en todos los casos los partidos representados en las asambleas locales tienen la capacidad suficiente para convertir a la asamblea en un contrapeso real del gobernador. Eso se reproduce inclusive en casos donde gobierna un partido distinto al PRI. En muchos casos los partidos locales que integran la mayoría en la Legislatura no se han logrado consolidar lo suficiente y dependen mucho del gobernador.
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No obstante lo anterior, es interesante observar las dinámicas particulares que se han formado al interior de los sistemas políticos estatales, por ejemplo, en cuanto a la composición de las asambleas locales diversas. En la actualidad existen estados donde predomina una mayoría absoluta del partido del gobernador como la LXIX Legislatura de Aguascalientes donde gobierna el PAN, la III del Distrito Federal donde lo hace el PRD o la LIX de Oaxaca del PRI, y otros casos donde la oposición tiene un número similar o superior de asientos en la asamblea que el partido del gobernador, como en Baja California (XVIII), Jalisco (LVII), Estado de México (LV), Michoacán (LXX), Quintana Roo (XI) o Zacatecas (LVIII). Inclusive hay Constituciones que promueven la formación de mayorías a través de asientos de representación proporcional para el partido que hubiera obtenido más votos de mayoría simple como el Distrito Federal, Guanajuato, Hidalgo, San Luis Potosí o Sinaloa. La particularidad de los procesos de democratización local también se ha reflejado en la conformación de sistemas electorales que tienden hacia una marcada competencia bipartidista. Este fenómeno se puede identificar regionalmente: al norte del país en su mayor parte entre el PRI y el PAN, y al sur principalmente entre el PRI y el PRD. Por su parte, la alternancia en los Ejecutivos locales precedió a la federal. En 1989 se dio un suceso extraordinario: la llegada en el estado de Baja California del primer gobernador no priísta en la historia. A partir de la segunda mitad de la década de 1990 la presencia de gobernadores de distintos partidos se convirtió en una experiencia regular en la mayor parte de las entidades del país. Un fenómeno particular de las primeras alternancias locales fue que el cambio de un partido en el gobierno se acompañó del incremento de su presencia en la Legislatura, al grado de virar la correlación de fuerzas en su interior. En diversas ocasiones el electorado ha otorgado un voto de confianza a los nuevos partidos para conformar gobiernos unificados, aunque la pluralidad más que las mayorías absolutas pareciera estarse convirtiendo en la regla en la mayoría de los casos. Con la alternancia y la variedad de partidos que integran las Legislaturas estatales, se ha iniciado una tendencia a revalorar el papel
Los Mecanismos de Democracia Directa en las legislaciones locales mexicanas En una democracia, el respaldo de una mayoría es una condición necesaria para el cambio en las políticas del gobierno. La parálisis de gobierno sólo ocurre cuando, a pesar de que la mayoría de los actores
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del Legislativo en los procesos políticos y jurídicos. En este sentido, el reto que enfrentan los sistemas políticos locales es lograr construir una gobernabilidad democrática fundamentada en los acuerdos sobre los asuntos trascendentales de la vida pública. Ello implica mejorar la capacidad de los mecanismos de toma de decisiones para lograr el consenso entre los actores con capacidad de veto. En este caso, la coordinación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo recobra importancia como un tema en discusión. En estos escenarios, la influencia de los actores de veto varía de acuerdo con la capacidad de cooperación que tienen los partidos políticos representados, lo cual depende de la influencia que tengan en la formación de la agenda legislativa y el grado de tolerancia a la pluralidad por parte del gobierno. En la mayoría de los estados la capacidad que tuvo el Ejecutivo local para controlar las posiciones dentro de su partido y por ende, en el Congreso estatal, determinó la apertura de los espacios de participación. Esto fue tanto para los estados con alternancia en el gobierno como en aquellos en los que no la ha habido. Es decir, la relación no supone que donde privó un Ejecutivo fuerte de origen priísta el cambio fue menor y donde hubo un Ejecutivo proveniente de otro partido fue mayor; por el contrario, hay muchos matices en las experiencias locales. La amplitud del cambio tuvo que ver más bien con la determinación de los actores particulares por trazar una ruta para el fortalecimiento de las instituciones democráticas adecuada a sus intereses. En algunos casos, la reforma al sistema político incluyó formas novedosas de participación ciudadana, por ejemplo, en Coahuila, Distrito Federal, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Veracruz o Zacatecas. En otros se limitó a la apertura de espacios de representación más limitados, como Campeche, Durango, Sonora, Tabasco o Yucatán.
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con capacidad de veto prefieren claramente un cambio, el statu quo prevalece. Esta situación tiene múltiples causas, pero los factores institucionales son importantes para entender los posibles escenarios. Los instrumentos existentes que contienen las acciones de los agentes con capacidad de determinar el curso de las decisiones están determinados en los marcos constitucionales. En México, tanto la Constitución federal como la totalidad de las Constituciones locales otorgan a los mandatarios estatales instrumentos de poder como la iniciativa, el veto y el decreto. A pesar de lo que suele considerarse, estos instrumentos son relativamente limitados (Sirvent, 2004; Nacif, 2003). En el ámbito estatal el derecho de iniciativa no es exclusivo de los mandatarios, porque éste lo comparten las asambleas, el Poder Judicial y organismos estatales, como las instituciones electorales en la materia. Pero inclusive, también es un derecho que los ciudadanos pueden ejercer. Solamente las Constituciones de Durango, Guerrero, Nayarit, Sonora, Tabasco y Yucatán no lo reconocen como tal y en el resto de las entidades existe e inclusive en algunas hay reglamentaciones para que los ciudadanos sometan iniciativas al Congreso local, como en Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Distrito Federal, Jalisco, Morelos, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas. Por su parte, la capacidad de veto de los gobernadores también es limitada. No se ha documentado suficiente evidencia que sugiera que el veto se presenta de forma regular para apoyar la hipótesis de la parálisis (Nacif, 2003). Pero incluso si el Presidente o los gobernadores utilizan con mayor frecuencia su veto para detener a las asambleas correspondientes, no queda claro que la parálisis resultante represente una amenaza para la estabilidad democrática. Por el contrario, dentro de ciertos límites, la parálisis puede contribuir a la estabilidad y al éxito de las políticas públicas. Finalmente, el decreto está limitado a ciertas acciones que impiden en muchos casos que se ejerza el gobierno mediante decreto. En este marco cabría la pregunta sobre si los MDD constituyen instrumentos de poder, en particular, si su formulación surgió como un instrumento alternativo para la negociación entre actores con ca-
La aparición de los Mecanismos de Democracia Directa En la actualidad 22 entidades de la república tienen legislados MDD.3 La aparición de los MDD en las Constituciones locales se dio en el periodo de reforma política que la mayor parte de los estados emprendió durante la segunda mitad de la década de 1990 y la primera del presente siglo (Zayas, 2004; Alarcón, 2002; Orozco y Silva, 2002). Este fenómeno corresponde también con la primera etapa del proceso de expansión de la alternancia en los gobiernos locales y la pérdida de mayorías en las Legislaturas estatales. La alta competitividad en las elecciones locales ha modificado la correlación de fuerzas, cambiando 3
Ver Anexo.
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pacidad de veto en escenarios donde la toma de decisión sea controversial o implique un riesgo en cuanto a la credibilidad, legitimidad o posición para alguno de ellos. La existencia de MDD no debe suponer que éstos sean efectivos sólo a partir de su recurrente utilización, como se puede demostrar con la clara evidencia de su escasa aplicación en nuestro país, a pesar de su amplia presencia en los marcos constitucionales locales desde hace una década. No obstante, su mera presencia, como la del veto ejecutivo, sirve como incentivo o restricción al comportamiento de los actores. Otra cuestión viene desde el enfoque participacionista. En efecto, los participacionistas defienden la idea de la democracia deliberativa o participativa como una alternativa al mejoramiento de la calidad democrática para solucionar el problema de la crisis de representatividad y a su vez, dotar a las instituciones representativas de mecanismos de participación directa de la ciudadanía en la toma de decisiones (Budge, 1996; Barber, 1984; Pateman, 1970). Sin proponer un enfoque radical, una revisión de la calidad de las instituciones democráticas no debe oponer participación a representación, puesto que, por definición, la democracia moderna requiere necesariamente la mediación institucional debido a la dimensión de las comunidades políticas y la complejidad de los procesos de toma de decisiones.
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las reglas de juego dentro de las asambleas y transformando las dinámicas de negociación entre los poderes estatales. En términos casuísticos, la alternancia o la formación de gobiernos divididos no ha sido una condición necesaria para la aparición de los MDD locales. Pero todos ellos surgen en el marco del proceso de cambio político local con elecciones más competitivas, la conformación de gobiernos sin mayoría y una opinión pública más demandante. Durante la década de 1990, la competitividad electoral cobró mayor relevancia a nivel local, convirtiéndose en un espacio de contienda real y mostrando los primeros ejemplos de alternancia en el gobierno. A mediados de la década se podía afirmar que la competencia electoral local “se ha constituido en el laboratorio en el que el Estado mexicano ensaya, prefigura de manera vacilante diversos escenarios de modernización política” (Alonso y Tamayo, 1994: 8). En un enfoque “multidimensional” los MDD son compatibles con la democracia representativa en tanto obedecen a un modelo, lo que permite hacer predicciones sobre cómo los suministros del instrumento afectan la estabilidad política y las relaciones entre las preferencias de los votantes, y los resultados de la ordenación representativa de las preferencias (Hug y Tsebelis, 2002). En este marco, los MDD constituyen instrumentos de presión en la formación de la agenda política, ya que le permiten a un tercer actor con capacidad de veto, el ciudadano, influir de manera directa en la toma de decisiones (Tsebelis, 2002). La mera posibilidad de que este tercer actor intervenga puede ser determinante para la formulación de la agenda entre los actores de veto tradicionales, como ocurre con la posibilidad de veto del Ejecutivo. La pérdida de hegemonía y la apertura de mayores espacios de representación en las Legislaturas estatales fueron acompañadas por reformas a sus leyes orgánicas, que otorgaron mayor dinamismo a los procedimientos internos y de formación de coaliciones para atender el pluralismo realmente existente. Por ejemplo, la integración de las comisiones comenzó a presentar un esquema multipartidista y los debates internos mostraron una mayor participación de partidos distintos al del gobernador.
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La aparición de MDD local no va separada de las reformas electorales, o al menos de uno de sus efectos: el establecimiento de una mayor competencia electoral y la necesidad de diseñar instituciones que permitan reducir los costos en negociaciones difíciles. Las dinámicas puestas en marcha por los diseños institucionales electorales han estado acompañadas por otros mecanismos que formulan incentivos para la toma de decisiones como el plebiscito o el referéndum. Estos mecanismos institucionales permiten la negociación en casos donde las preferencias de los actores de veto institucionales son extremas. De hecho, la posibilidad de referéndum introduce un jugador de veto más: el votante mediano (Tsebelis, 2002). De esta manera, el ciudadanoelector puede tomar la decisión sin costes para los actores políticos. La entrada de este nuevo actor de veto ciudadano lejos de generar mayor fragmentación, conduce la decisión a un centro. De acuerdo con Hug y Tsebelis (2002), los MDD se apoyan en la literatura espacial bajo el supuesto del votante mediano sin que parezca haber caos. Los MDD que solamente señalan una sola pregunta, reproducen un modelo unidimensional que representa una aproximación razonable, aunque en otros momentos, los MDD han sido utilizados para ratificar toda una Constitución, para lo cual un modelo unidimensional resulta insuficiente. Actualmente en 22 entidades del país están establecidos MDD como referéndum o plebiscito en sus marcos constitucionales. La figura del plebiscito tiene como base de intervención las acciones del Ejecutivo local, mientras que él ventila decisiones tomadas por la Legislatura estatal o inclusive del cabildo. Los procesos plebiscitarios son convocados para cuestionar actos o decisiones de los gobiernos, tanto en el ámbito estatal como municipal, según sea el caso, al igual que el referéndum, que permite, mediante la opinión ciudadana, la derogación parcial o total de iniciativas legales o reglamentarias, sean del Congreso local o bien del ayuntamiento.
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El plebiscito Las formas que adquiere el plebiscito se distribuyen de la siguiente manera: en 16 casos se encuentra regulado dentro de una Ley de Participación Ciudadana, Ley Reglamentaria o Ley Electoral que disponen reglas de procedimiento para su aplicación. Mientras que del resto, tres se observan en la Constitución sin legislación para su aplicación y tres aparecen en la Ley Orgánica Municipal. Se encuentra previsto en las entidades de: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Colima, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. Las materias que son válidas y no válidas como objeto del plebiscito son disímiles. Entre las materias no válidas se encuentra la exclusión explícita de actos y decisiones de titulares o representantes del gobierno; cuestiones fiscales, tributarias, del erario; materias reservadas a la federación; leyes orgánicas de los poderes; régimen interno de la administración pública en todos los niveles; códigos electorales, expropiaciones; actos obligados por ley, y nombramiento o destitución de funcionarios. Mientras que las materias válidas son aquellos actos o decisiones trascendentales para la vida pública de los estados o municipios. Estas decisiones tienen que ser trascendentales para la vida pública. Solamente en los casos de Baja California Sur, Colima y Jalisco se llega a definir de manera tangible qué se entiende por tal relevancia, bajo criterios del número de población que será afectada por la decisión tomada en el caso del plebiscito o de la iniciativa legal para el referéndum. En ocasiones se contempla también la formación o supresión de municipios, actos controversiales de los ayuntamientos u obras de beneficio colectivo. Solamente en el caso de Tlaxcala se permite el plebiscito para adiciones o reformas a la Constitución, aunque no exista Ley Reglamentaria para llevarlo a cabo. En la mayoría de los casos un proceso de plebiscito puede ser iniciado a solicitud de diversos poderes y órdenes de gobierno, aunque
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también se contempla la posibilidad de que sea de carácter activo, esto es, solicitado por los ciudadanos. Siendo una acción que afecta las decisiones o actos del Poder Ejecutivo, es significativo que pueda ser solicitado tanto por el gobernador en su calidad de titular del Poder Ejecutivo, como por el Congreso, los ayuntamientos y los ciudadanos en general. Por un lado, está Chiapas donde el Poder Ejecutivo es la única autoridad con facultad para solicitar el procedimiento y Veracruz donde solamente lo puede solicitar el gobernador y el Congreso, mientras que por el otro, en Baja California y Distrito Federal lo puede gestionar el 1% del padrón ciudadano. Aunque tenemos casos como San Luis Potosí y Tlaxcala que requieren las firmas del 20% del padrón para el primero y 25% para el segundo. De igual manera, en Baja California Sur, Chihuahua y Zacatecas donde para el plebiscito municipal se deben reunir firmas del 33%, 25% y 10% de los ciudadanos del municipio, respectivamente. Solamente en Michoacán, Puebla y Veracruz, los ciudadanos, en ninguno de los dos niveles, pueden solicitar el plebiscito. Por otro lado, en algunos estados la facultad de los agentes para hacer la solicitud depende del nivel estatal o municipal y en otros se establecen porcentajes distintos para ambos niveles. En los casos donde lo solicite el Congreso del Estado se requiere de una cantidad mínima de los miembros de la Legislatura local que ronda las 2/3 partes, y para los ayuntamientos de una mayoría simple de 50 más uno de los municipios. En cuanto a la organización del proceso del plebiscito sobra decir que en la mayoría de los casos esta actividad recae en los Institutos Electorales locales. Sin embargo, en Morelos y San Luis Potosí interviene conjuntamente con el Instituto Electoral, un Consejo de Participación o consulta que en ambos casos está presidido por el secretario de Gobierno de la entidad y en los que intervienen representantes de las fracciones partidistas representadas en los Congresos locales. Estos consejos supervisan el desarrollo de la organización del proceso plebiscitario, dejando a los institutos como instancias de apoyo técnico. Por su parte, en Aguascalientes la declaratoria de procedencia y emisión de la convocatoria del plebiscito es calificada por el Congreso,
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y en Chihuahua por el Tribunal Electoral estatal. Mientras que en las legislaciones del Distrito Federal y Tamaulipas el gobernador tiene un peso significativo para determinar el curso de la acción. Un aspecto relevante en la discusión sobre los MDD es la pertinencia de su utilización respecto de los mecanismos de elección de representantes y autoridades gubernamentales. En el caso de la figura del plebiscito, las legislaciones mexicanas casi en su totalidad establecen restricciones de simultaneidad con los procesos electorales. Solamente en Baja California Sur y San Luis Potosí se busca que en caso de que se presente simultaneidad en ambos procesos, éstos tiendan a presentarse en fechas próximas o inclusive como parte del mismo evento. Aunque Colima, Chiapas, Chihuahua, Hidalgo, Michoacán, Sinaloa, Tabasco y Tlaxcala no precisan este punto. Otro aspecto que resalta al describir los procedimientos respecto de estas figuras es la base del procedimiento, esto es, la autoridad ante la cual se puede ejercer una figura determinada. Para el caso del plebiscito es una acción que afecta decisiones o acciones del Ejecutivo que él mismo puede solicitar para legitimar en casos de controversia frente a otros poderes. En la mayoría de los estados la base del plebiscito es el gobernador, los ayuntamientos y en algunos casos, el presidente municipal. Solamente en Veracruz se contempla la Constitución local, a la manera de un referéndum. Respecto del financiamiento la legislación es más diversa. La mayoría no precisa quién es responsable del financiamiento de la campaña en torno del plebiscito. En algunos casos como Aguascalientes y Colima este gasto recae en el solicitante. En Baja California, Baja California Sur y Guanajuato el encargado es el Instituto Electoral. En los dos primeros con recursos provenientes del gobierno estatal o los ayuntamientos, según sea el caso. En Baja California la legislación obliga a establecer una partida específica para procesos de esta naturaleza. El tema del financiamiento, fuentes y destinos es, sin duda, de los más controversiales para la aplicación de los mecanismos de democracia participativa. En cuanto a las campañas de divulgación del plebiscito, éstas están escasamente legisladas. En Coahuila, Colima y Veracruz, los Institutos
El referéndum El referéndum se distribuye de la siguiente manera: en 17 casos está legislado en una Ley Reglamentaria, cuatro en la Constitución y uno en una Ley de Alcance Municipal. Está contemplado en: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Chihuahua, Distrito Federal, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. Las materias no válidas para el referéndum coinciden casi en la
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Electorales, y en Morelos, el Consejo de Participación, son los encargados de regular las campañas en cuanto a la divulgación de las propuestas de las distintas posturas respecto de las acciones y sus efectos. Un tema que se ha tratado poco en cuanto a estos mecanismos es el de la elaboración de la pregunta que se somete a plebiscito. En la mayoría de las entidades no está especificado quién se encarga de ello. En otras más es el Instituto Electoral quien se encarga de hacerla, en ocasiones en colaboración de agentes externos de carácter académico, gubernamentales o de la sociedad civil interesados, como en Aguascalientes, Baja California y Coahuila. Solamente en Colima se deja esta parte al solicitante y en Veracruz, al gobernador. En la mayoría de los casos el efecto del plebiscito es vinculatorio si cumple con los requisitos de mayoría que califique la ley como necesarios, los cuales difieren mucho porque van desde una mayoría simple de 1/4 del padrón en Baja California hasta las 2/3 partes en Tabasco y Tlaxcala. Aunque en Baja California no se precisan los efectos en el nivel municipal, pero sí en el estatal. Es obligatorio en Baja California Sur, Coahuila, Distrito Federal, Jalisco, Morelos y Sinaloa. En Jalisco el porcentaje válido para que sea obligatorio es del 40% del padrón, mientras que en Morelos es del 15%. Aunque en Chihuahua y San Luis Potosí es consultivo si lo promueven los ciudadanos y si lo promueven las autoridades es vinculatorio en el primer caso y obligatorio en el segundo. Solamente en Veracruz y Zacatecas es siempre de carácter consultivo.
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totalidad de los casos con las del plebiscito, porque se restringen las cuestiones tributaria o fiscal, leyes orgánicas de los poderes del Estado, las relacionadas con reformas a la Constitución Federal o actos obligados por ley. A diferencia de lo que sucede con el plebiscito, en Baja California Sur y Jalisco sí se precisan las materias restringidas para el referéndum. En Veracruz la única materia no válida que se especifica es la que tiene que ver con las resoluciones del Congreso en su calidad de miembro del Constituyente Permanente. En Colima, Guerrero, Jalisco, Querétaro y Zacatecas no se precisa, a pesar de que solamente el segundo y cuarto casos se encuentran regulados en la Constitución y el resto en legislaciones reglamentarias o de participación ciudadana. Respecto de las materias válidas, como en el plebiscito, en la mayoría de los casos se señala de manera general que son objeto de referéndum cuestiones de carácter trascendental para el orden público y el interés social. Sólo la Ley de Participación Ciudadana de Jalisco especifica en su artículo 3º lo que se entiende por trascendental: medio ambiente, ecología y agua; salud, asistencia social y beneficencia privada; derechos humanos, seguridad pública, comunicaciones, vialidad y transporte; educación, cultura, turismo y deportes; electoral; responsabilidad de los servidores públicos, así como civil y penal. La base del procedimiento en su mayoría es la aprobación o rechazo a reformas legislativas o a una decisión del Congreso local. Únicamente en Baja California el referéndum se contempla para la formación o fusión de municipios, facultad tradicionalmente otorgada al plebiscito. En cuanto al referéndum de tipo reglamentario, esto es, el que está referido al ámbito del gobierno municipal, destacan los casos de Coahuila, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tlaxcala y Veracruz. En los tres primeros la regulación específica le corresponde desarrollarla a los propios ayuntamientos, y en los tres siguientes los municipios tienen la facultad de someter a referéndum aquellas reglamentaciones estatales que los afecten. En Colima, Chihuahua, Estado de México, Jalisco, Morelos, San Luis Potosí y Veracruz existe el referéndum constitucional. De ellos, en Colima, Jalisco, San Luis Potosí y Veracruz tiene la característica de ser abrogatorio total o parcial. Por su parte, en Aguascalientes,
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Distrito Federal, Morelos y Tamaulipas el referéndum es de tipo “reyectivo”, porque el rechazo o aprobación es previo al acto o decisión del Legislativo. El referéndum legislativo facultativo se establece en: Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Colima, Chihuahua, Distrito Federal, Estado de México, Morelos, Puebla, San Luis Potosí, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. De éstos, en Coahuila, Puebla, San Luis Potosí y Zacatecas, es abrogatorio; pero también en Coahuila, Distrito Federal y Tamaulipas es preventivo o programático, y en los dos últimos es consultivo, porque se señala que los resultados no tienen carácter vinculatorio para el órgano legislativo y sólo sirven como elemento de valoración para la autoridad que convoca. El referéndum lo pueden solicitar en su mayoría los poderes del Estado y los ciudadanos (activo). En Colima y Tlaxcala esta facultad le corresponde exclusivamente a los ciudadanos, en Michoacán lo es del Congreso, mientras que en el Estado de México los ciudadanos hacen la solicitud al gobernador y en Veracruz les está vedado a los ciudadanos. El porcentaje de ciudadanos que pueden solicitarlo va del 1% en el Distrito Federal, Tamaulipas y Baja California en caso de reglamentos; 2.5% en Jalisco; 3% en Coahuila; 4% en caso de leyes y 5% para una reforma a la Constitución, en Baja California Sur; 5% en Aguascalientes; 7% en Colima; 7.5% y 10% en San Luis Potosí, según sea reforma legal o constitucional; 5% o 10% de igual forma en Chihuahua y Tlaxcala; 10% o 15% en Morelos; hasta el 15% en Puebla. En Guerrero, Hidalgo, Querétaro y Sinaloa no se precisa quién está facultado para solicitarlo; aunque de estos cuatro sólo Sinaloa tiene una Ley Reglamentaria y los demás carecen de ella. Cabe mencionar que los porcentajes también varían si se trata de un referéndum de alcance municipal. Por otra parte, la realización de la convocatoria se reparte en su mayoría entre el Instituto Electoral y el Congreso local; únicamente en el Estado de México y Veracruz la lleva a cabo el gobernador. La legislación de Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Puebla Querétaro, Sinaloa y Tlaxcala no precisa este rubro. Mientras que la organización del procedimiento le corresponde también en su mayoría al Instituto Electoral local. En el Estado de México lo hace un Consejo estatal de
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Referéndum; en Guanajuato, la Comisión de Participación Ciudadana; en Morelos, el Consejo de Participación y en San Luis Potosí, el Consejo estatal de Consulta, en los cuales llega a intervenir el Poder Ejecutivo a través de un comisionado o el secretario de Gobierno del Estado. En cuanto a las restricciones de carácter electoral, éstas coinciden con las formuladas para el plebiscito. Sólo Baja California Sur, el Estado de México y San Luis Potosí establecen que sea concurrente con las elecciones a cargos públicos. Entretanto la pregunta, al igual que el plebiscito, en su mayor parte no está precisado el actor que la formula. En Aguascalientes, Baja California Sur y Jalisco, le corresponde al Instituto Electoral, en Guanajuato al Consejo de Participación Ciudadana y en Veracruz a quien convoca.
Conclusión En la actualidad no se puede pasar por alto el creciente y sostenido desarrollo de los Mecanismos de Democracia Directa en las Constituciones. El avance del funcionamiento de las instituciones electorales ha estado marcado también por este fenómeno poco observado. En el marco del cambio político en México los MDD pueden jugar un papel importante en coyunturas críticas en las cuales el papel de un actor de veto elector sea fundamental. Los actores de veto son actores cuyos acuerdos son necesarios para un cambio en el statu quo legislativo. En la actualidad, la configuración de los poderes locales en la mayor parte de las entidades del país parece tender más hacia una pluralidad que puede llegar a requerir salidas excepcionales. Cada estado tiene su propia configuración de actores de veto institucionales marcado por la Constitución, y de actores partidarios al interior de la Legislatura determinada por el sistema electoral. En al menos 22 casos la legislación contempla la intervención de un actor de veto ciudadano. En contextos de democracia estables, la posibilidad de un mecanismo como el referéndum o el plebiscito introduce un nuevo actor de veto: el elector. Esto hace que los resultados políticos se acerquen
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más a las preferencias del votante mediano, pero si los actores de veto mantienen su poder hace que los cambios sean más difíciles. Entre más distantes sean las posiciones ideológicas entre los actores, será más difícil un cambio en el statu quo, y la estabilidad política, en términos de no cambio, se incrementa. Pero si los actores requieren hacer un cambio sin una confrontación entre ellos es posible que recurran al elector para tomar la determinación. Esta situación suele ser más común en contextos democráticos estables, ya que en donde la democracia no lo es, la distancia y el número de actores de veto juegan un papel importante para la desestabilización política. En este sentido, es impostergable comparar las instituciones de democracia representativa simple con las de una democracia representativa con MDD a la luz de la reiterada preocupación en torno de las limitaciones que la democracia representativa tiene respecto de la participación. Por ejemplo, en cuestiones básicas como la diferencia en el cálculo en la inadecuada atención que se presta a las regulaciones institucionales de los MDD y de manera específica, a la importancia de quién controla la agenda del referéndum, en específico quién elabora la pregunta y quién desencadena el instrumento. En la legislación local mexicana el desencadenamiento de un MDD puede pasar por diversas manos, por ejemplo, la ciudadanía que junta firmas que tiene que entregar al Ejecutivo o al Legislativo, para que a su vez se haga la solicitud formal al organismo encargado de emprender el proceso (un órgano de gobierno, el Congreso, el Instituto Electoral o un consejo formado explícitamente para el referéndum o plebiscito). Eso sin contar el problema de la formulación de la pregunta que puede llegar a pasar por diferentes manos en cuanto a la redacción y su revisión. Asimismo sobre los escenarios posibles de acuerdo a las circunstancias en las cuales son obligatorios y si sus decisiones son vinculantes para la autoridad.
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Anexo
Entidades con legislación en materia de Democracia directa Entidad
Aguascalientes Baja California Baja California Sur Campeche Coahuila Colima Chiapas Chihuahua Distrito Federal Durango Estado de México Guanajuato Guerrero Hidalgo Jalisco Michoacán Morelos Nayarit Nuevo León Oaxaca Puebla Querétaro Quintana Roo San Luis Potosí Sinaloa Sonora Tabasco Tamaulipas Tlaxcala Veracruz Yucatán Zacatecas
Fuente: Elaboración del autor.
Plebiscito
Sí Sí Sí No Sí Sí Sí Sí Sí No No Sí No Sí Sí Sí Sí No No Sí Sí No No Sí Sí No Sí Sí Sí Sí No Sí
Legislación
LPC CO/LPC LPC --CO/LPC CO/LPC CO CO/LE/LOM EG/LPC ----CO/LPC --CO/LOM CO/LE/LPC CO CO/LE/LPC ----LOM CO ----CO/LE/LR CO/LR --CO/LOM LPC CO/LE CO/LR --CO/LPC
Referéndum
Sí Sí Sí No Sí Sí No Sí Sí No Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí No No No Sí Sí No Sí Sí No No Sí Sí Sí No Sí
Legislación
LPC CO/LPC LPC --CO/LPC CO/LPC --CO/LE/LOM EG/LPC --CO/LR CO/LPC/LOM CO LOM CO/LE/LPC CO CO/LE/LPC ------CO CO --CO/LE/LR CO/LR ----LPC CO/LE CO/LR --CO/LPC
Nota: Las siglas indican la(s) disposición(es) que norman localmente los Mecanismos de Democracia Directa: CO (Constitución); LE (Ley o Código Electoral); LPC (Ley de Participación Ciudadana); LR (Ley de Referéndum); LOM (Ley Orgánica Municipal).
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Historia de la Filosofía, Filosofía de la Historia, Filosofía de la Filosofía, Filosofía Antigua
La historia de la filosofía es el gran báculo que “sostiene” gran parte de la tradición filosófica de Occidente. En el presente texto se propone la revisión más cuidadosa de una postura dogmática, calificativo repudiado una y otra vez por la filosofía occidental, en materia de historiografía de las ideas.
PALABRAS CLAVE:
History of Philosophy, Philosophy of History, Philosophy of Philosophy, Ancient Philosophy
Herodotus: A classic of the History in West? Reflections Around the Historiography of the Thought
History of Philosophy is the great supporting stock of an important part of occidental philosophical tradition. This essay shows a more careful reading about a dogmatic point of view, adjective refused several times by occidental thinkers in the field of Tought´s Historiography.
Heródoto: ¿un clásico de la Historia en Occidente? Reflexiones en torno a la historiografía del pensamiento Jorge Ordóñez-Burgos1 Mtro. Jorge Ordóñez-Burgos, profesorinvestigador del Departamento de Humanidades en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México. Correo: jordonez@uacj.mx. 1
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Heródoto: ¿un clásico de la Historia en Occidente? Reflexiones en torno a la historiografía del pensamiento
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“Los griegos no parten de la nada”. Walter Burkert, De Homero a los magos, la tradición oriental en la cultura griega
Introducción
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esencia socio-política de la humanidad ha cambiado muy poco en los últimos doscientos cincuenta años. Los nombres empleados en los discursos contemporáneos son diferentes a los del pasado: “esclavo”, “colonia”, “tributo”, “autocracia”, “monarquía”, “nobleza”, “ingeniería social” o “represión”; ya están fuera de sintonía. Por ello han sido sustituidos por otros mejores como “socio comercial”, “país marginal”, “sanción hecha por la Comunidad Internacional” o “Tratado Comercial”. La realidad cotidiana nos informa con gran claridad de relaciones internacionales de profunda inequidad entre pueblos. Sólo plantear la posibilidad de cierta competencia comercial entre Estados Unidos y los países africanos resulta irónico. El tan empleado concepto de desarrollo presenta muchas paradojas para ser aplicado en el mundo actual sin caer en reduccionismos tendenciosos. Los lineamientos internacionales, que en realidad son dictados por una triada de economías, afectan, además de las condiciones de subsistencia elementales del hombre del Tercer Mundo, también al derecho sagrado de autonomía de las naciones. De tal manera que aquellos quienes se encuentren fuera de la comunidad “adecuada” —y dicho calificativo no obedece exclusivamente a la ubicación geográfica, sino al conjunto de elementos intangibles que enmarcan y definen a las naciones—, no pueden aspirar a ingresar dentro del universo de lo humano. Dicho en otros términos, aquellas tradiciones no inscritas en lo occidental, en donde se presupone lo racional, lo democrático, lo científico, la libertad, o la tolerancia; como garantías todos de lo civilizado, no existen. El cultivo de todos los valores citados, según la historia oficial del Occidente, trae consigo el desarrollo sustentable: la evolución. Es en dichos términos como se escribe la historia del hombre, esa historia
Consideraciones sobre la historia de la filosofía Hacer historia de la filosofía es, sin lugar a dudas, una de las actividades que más han reforzado la convicción del Occidente como fuente de la cultura y la civilización. De hecho el Occidente mismo fue fundado por la cuna de la cultura, por la Grecia dotada de los instrumentos para pensar de manera correcta, el mismo Heidegger lo señala: En nuestro modo de hablar, griego no significa un modo de ser de un pueblo o nación, sino se trata de una marca cultural o antropológica; griega es la aurora del destino bajo cuya forma el
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universal demarcadora de las sociedades dignas de ser consideradas en cuenta, de aquellas que se sustraen de la barbarie. La historia es uno de los instrumentos más eficaces para llevar a cabo investigaciones en torno a la cultura. Hoy en día, se habla de estudios hermenéuticos, de estructuralismo, todos ellos como caminos novedosos y revolucionarios mediante los cuales se entienden civilizaciones de una manera más plena. Empero, el mundo sigue entendiéndose como un territorio integrado por dos parcelas, la perteneciente a los dominadores y aquella concesionada a los dominados, a salvajes faltos de instrucción y orden social. La historia occidental oficial del pensamiento se ha convertido, desde finales del siglo XVIII, en una herramienta cuya función consiste en indicar los modelos correctos, convirtiéndose en una especie de arquetipo ilustrativo que dicta cómo se construye la sociedad correcta y desarrollada. Dicho acto la torna en la gran pedagoga del Occidente. Tanto en el contexto de la historia mundial global, como en el enfoque particular de historias de la religión, de las ciencias, de la medicina, de la tecnología, de la política o de la filosofía, indicando el camino adecuado que sigue el espíritu de los pueblos que han alcanzado la trascendencia. Este tipo de historia, pues, ha de entenderse, dentro de este contexto enajenante, como la doctrina justificada mediante los hechos y las evidencias evaluadas bajo la lente de la ciencia. Dentro de esta colección de historias específicas se encuentra aquella que se ocupa de la filosofía.
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propio ser se aclara en lo ente y reclama una esencia del hombre que, en su calidad destinal, encuentra su marcha histórica en el modo como se encuentra guardada en el ser, pero en cualquier caso nunca separada de él.2
Respecto a Grecia, en tanto que punto de arranque del pensamiento filosófico: “En eso que llamamos lo griego reside, pensando epocalmente, el inicio de la época del ser. Tal inicio, que a su vez debe ser pensado epocalmente, es la aurora del destino del ser a partir del ser”.3 Es de considerarse el hecho que Heidegger no es un filósofo que exalte la superioridad occidental, debida al cultivo del pensamiento científico, empero, sí mantiene una postura caracterizada por el orgullo de la originalidad de los griegos, como creadores de la filosofía y las artes. Más adelante me encargaré de comentar un poco más sobre la cuestión de la paternidad de la filosofía. Heródoto, uno de los pensadores más importantes de la Antigüedad, considerado por la consciencia occidental como “El padre de la Historia”, es una pieza clave para comprender el tratamiento dado al pensamiento oriental en nuestros días. Antes que todo, debo aclarar que partiré de la idea que Heródoto es un filósofo, y lo es a tal grado que sus investigaciones son aportaciones significativas para la filosofía de la historia, la antropología filosófica, además de brindar herramientas epistemológicas de gran valía para lo que hoy llamamos “hermenéutica”. Igualmente, ha de revisarse un pequeño detalle. Varios filósofos presocráticos han ingresado a la historia de la filosofía gracias a la adjudicación de fragmentos, cuya autoría es casi imposible de sostener mediante evidencias de peso. Quizá Heródoto resultó un pensador incómodo por su método de exposición complicado, compuesto por metáforas, expresiones poéticas, contradicciones, además de su exten-
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Holzwege, 310. Si se consulta la traducción castellana sugerida en la bibliografía cf. p. 250. El subrayado es mío. Ibid, 312. p. 251. El subrayado es mío. Sin más que comentar quisiera enfatizar la filiación política del propio Heidegger. Si se quiere profundizar en el tema cf. Heidegger y el nazismo de Víctor Farías.
Kirk y Raven en su libro Los filósofos presocráticos. Historia crítica con selección de textos. Comentan sobre “Pitágoras”: “Debemos concluir que Pitágoras no fue un filósofo, sino un líder religioso carismático. No obstante, su contribución al pensamiento griego, considerada en un sentido más amplio, fue original, atractiva y duradera”, p. 345. Pregunto ¿por qué a un líder religioso, cuyo pensamiento está plagado de elementos mágicos, se le mantiene dentro de la historia de la filosofía? Personalmente no tengo objeción alguna en incluirlo, sin embargo, éste es un punto muy débil de la historiografía occidental en donde se exhiben tendencias doctrinarias y tendenciosas. “Pitágoras” es considerado filósofo, en gran medida, gracias a las valoraciones neoplatónicas y neopitagóricas de su obra y pensamiento y ¿por qué no se le prestan oídos a esos mismos autores cuando hablan de la filosofía babilónica y egipcia? Algunas fuentes sobre este particular son: Jámblico, Sobre los misterios egipcios y Vida pitagórica; Vida de Pitágoras de Porfirio. Burkert, en De Homero a los magos, la tradición oriental en la cultura griega, comenta lo siguiente: “La tesis que sospecha que la filosofía no fuese invención original de los griegos, sino que hubiera sido modelada sobre prototipos orientales más antiguos no es moderna: se retrotrae directamente de la obra Sobre la filosofía y a sus alumnos que trataron la bárbaros philosophía; naturalmente tomaron en consideración a los egipcios, los caldeos, los mágoi iranios incluido Zaratustra, los jurás indios, y también a los hebreos. Damascio [en Problemas y soluciones sobre los primeros principios, 123-125] presenta interpretaciones de las cosmogonías babilonias y las fenicias”, p. 53. Como contraparte, Frederick Copleston en Historia de la filosofía. Vol. I Grecia y Roma, comenta lo siguiente: “La geometría científica no fue desarrollada por los egipcios, sino por los griegos. Igualmente, la astronomía babilónica era cultivada con miras a la adivinación: era sobre todo astrología, mientras que entre los griegos se convirtió en investigación científica... La ciencia y el pensamiento, en cuanto distintos del cálculo meramente práctico y del saber astrológico, fueron productos del genio de Grecia, y no debieron ni a los egipcios ni a los babilonios”, p. 31 (El subrayado es mío). Fraile sostiene una concepción similar de las cosas: “En Egipto y en los pueblo del Oriente Medio se conocían las Matemáticas, la Astronomía, la Meteorología, la Medicina, las artes plásticas, la metalurgia, el arte del vidrio, etc. No hay duda que los griegos, que estuvieron en contacto con esos pueblos, se aprovecharon de todos esos elementos
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sión. Si vamos a descalificar el trabajo llevado a cabo por Heródoto, desde una perspectiva filosófica, argumentando su contenido míticoreligioso; hemos de pensar dos veces. Platón, “Pitágoras”, Parménides, Empédocles, Heráclito, entre otros, no terminarían bien parados.4
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Es muy posible que la exclusión de Heródoto se deba, entre otras cosas, a los puentes que él tiende, a lo largo de su obra, para conectar al Occidente con el Oriente. Historia está repleta de ejemplos, para los efectos del presente estudio, sólo presentaré una pequeña muestra tomada de los libros I, II, IV y V. Iniciaré con la opinión que le merecen a Heródoto los convencionalismos geográficos, entendiéndolos como productos de una tradición muy antigua: Y por cierto que no alcanzo a explicarme por qué razón la tierra, que es una sola, recibe tres denominaciones diferentes que responden a nombres de mujeres, y por qué motivo se han tomado, como límites para la misma el Nilo, un río egipcio, y el Fasis, uno colco…5
Quiero señalar que Heródoto no es precisamente el defensor de la equidad entre los hombres. Pero, estas líneas nos muestran la concep-
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culturales. Incluso pudieron tomar de ellos otros conceptos, como, por ejemplo, el de una Naturaleza universal por debajo de las mutaciones de las cosas particulares, el de leyes universales que rigen el desarrollo de la naturaleza, el de una necesidad inflexible que domina todo el Universo, el retorno cíclico de las cosas originado por la observación del movimiento circular de los cielos… No obstante, el reconocimiento de la influencia oriental en la preparación del pensamiento griego no menoscaba en lo más mínimo su originalidad… Lo que en el orden filosófico pueden haber tomado los griegos del Oriente se reduce a lo sumo a unas cuantas ideas generales, envueltas en expresiones míticas, pero sin unificación en una estructura orgánica y sistemática”. Historia de la Filosofía I. p. 117 (El subrayado es mío). Dicho sea de paso, esas cuantas ideas generales nunca son estudiadas a consciencia por el autor. Es pertinente preguntar, lejos de pretender construir una argumentación positivista de la filosofía y siguiendo las consecuencias de la filosofía orientada por el logos ¿Qué resultaría más “racional”, una geometría cultivada en base a la práctica y la experiencia de los años, la agrimensura como era el caso de los egipcios; o la geometría elaborada a partir de la especulación y cargada de una axiología mágica, como el caso de “Pitágoras”? Enfatizo, mi crítica no se dirige al pitagorismo en sí, sino a la historiografía de la filosofía. IV, 45,2. El subrayado es mío.
Esta afirmación no sólo dicta un modo de hacer historia, sino también, la exégesis acerca de la historia de la humanidad y el juego establecido entre la conducta y la naturaleza del individuo proyectadas hacia la colectividad. Quisiera hacer explícita una de las intenciones de este trabajo, si revisamos la historia oficial del Occidente enfocada en la Europa actual veremos que las líneas recién citadas de Heródoto no son aplicables. ¿Polonia, Montenegro, Rusia, Portugal, Rumania y Grecia no son parte de Europa? Claro que lo son, pero no se les menciona como actores del teatro de la historia contemporánea, en el mejor de los casos son señalados como extras, dado que no poseen economías sólidas, ni sociedades desarrolladas. Algunos estudiosos los conocen como los países marginales por estar situados en una especie de cinturón envolvente de las democracias pujantes. De esta visión de Europa y del mundo parto para negar la paternidad de la historia occidental a Heródoto. Si hacer historia implica incluir dentro del discurso a una serie de pueblos no influyentes en el destino de la humanidad, entonces, Heródoto no puede tomarse como raíz de la historia-historiografía actuales. Quizá, ni siquiera como un clásico,7 y en este caso se encuentran muchos otros griegos más. 6 7
I,5,4. El subrayado es mío. Entendiéndolo en la acepción de “modelo digno de imitación”.
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…y seguiré adelante en mi relato ocupándome por igual de las pequeñas y de las grandes ciudades de los diferentes pueblos, ya que las que antaño eran grandes, en su mayoría son ahora pequeñas; y las que en mis días eran pequeñas; y las que en mi días eran grandes, fueron antes pequeñas. En la certeza, pues, de que el bienestar humano nunca es permanente, haré mención de unas y otras por igual.6
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ción del mundo y el hombre mantenidas por él. Ideas que contrastan con otras de la época, por ejemplo las expresadas en el tratado hipocrático aguas, aires y lugares en donde se construye una argumentación “cosmológica” para rechazar la cultura de los “asiáticos” por ser inferior a la griega. Heródoto parte del siguiente principio historiográfico:
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Explorando el tema de las fuentes de Heródoto, y quizá con ello sus posibles influencias, es menester no olvidar su recurrencia constante a lo persa. A los ojos de Heródoto los iranios adquieren la condición de autoridad. Los persas más versados en relatos del pasado pretenden que los fenicios fueron los responsables del conflicto, pues, tras llegar, procedentes del mar que se llama Eritreo, a este nuestro mar, se establecieron en esa región que en la actualidad siguen habitando y se empeñaron, en seguida, en largas travesías…8
Respecto a las guerras entre los griegos y los troyanos, los persas tenían la siguiente opinión: …los griegos…fueron los primeros en irrumpir en Asia antes que los asiáticos lo hiciesen en Europa. Los persas, en realidad, consideran que raptar mujeres constituye una felonía propia de hombres inicuos, pero piensan que tener empeño en vengar los raptos es de insensatos, y de hombres juiciosos no concederles menor importancia…9
Del primer fragmento se podría desprender la existencia de un grupo de historiadores iranios, si esto fuera así, la tan llevada y traída originalidad helena se vendría abajo. No es casualidad el apoyo de Heródoto en lo persa.10 Las referencias a lo oriental no sólo se reducen Persia y a la historia, I, 1. El subrayado es mío. I, 4,2. El subrayado es mío. ¿Parte de la originalidad griega, con respecto a sus vecinos orientales, se apoyaba en su racionalidad? 10 Otro comentario interesante de Heródoto es aquel que ubica a los persas, según su visión de las cosas, como el centro del mundo civilizado. Esta perspectiva puede servir como contraste con la opinión que los griegos tenían de sí mismos. “… pues los persas reivindican como algo propio Asia y los pueblos bárbaros que la habitan, y consideran que Europa y el mundo griego es algo aparte”. I,4,4. 8
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Heródoto nos da noticia de un diálogo nutrido y amplio entre la Hélade y otras civilizaciones, comprendiendo diversas materias, muchas de ellas clave para establecer el orden social —mismo del que no gozaban algunos griegos—. En Historia podemos leer: “… me da la impresión de que ningún pueblo pelásgico, mientras fue bárbaro, hizo nunca grandes progresos”.11 La tradición literaria griega, que vista desde una perspectiva arqueológica presenta múltiples dificultades, es uno de los cimientos en donde se erige el orgullo del pensamiento Occidental. Para el griego arcaico la escritura era algo novedoso y quizá exótico, en este sentido, las aportaciones fenicias fueron de gran importancia.
En este mismo parágrafo Heródoto menciona que se les llamaba “con justicia” caracteres fenicios a la escritura adoptada en la Hélade. Las palabras de nuestro historiador pudieron ser tomadas como una gran irreverencia por parte de algunos grupos políticos, ¿por qué no lo condenaron a beber cicuta? Si se pone en tela de juicio el origen autóctono del alfabeto griego, de un instrumento que no sólo sirve para pensar correctamente, sino que, según el decir de los mitos, fue un regalo de los dioses, es decir, el único vehículo para alabarlos; entonces, 11 12
I, 58,1. V 58, 1-2. Otro fragmento que nos habla de la relación Grecia-Fenicia es este: “...Tales de Mileto —que por sus antepasados era de raza fenicia—… “I, 170,3. Con ello no se sostiene que Tales estuviera inmerso dentro de la tradición cultural fenicia, pero lo que sí podemos desprender es la relación de intercambio entre ambos pueblos.
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…introdujeron en Grecia muy diversos conocimientos [los fenicios que llegaron a Boecia acompañando a Cadmo], entre los que hay que destacar el alfabeto, ya que, en mi opinión, los griegos hasta entonces no disponían de él. En un principio se trató del alfabeto que siguen utilizando todos los fenicios; pero, posteriormente, con el paso del tiempo, a la vez introducían modificaciones en el sonido de las letras, lo hicieron también con su grafía.12
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“lo griego” no era tan original. ¿No sería posible que los mismos helenos entendieran su origen oriental y que sólo la palabrería demagógica defendiera lo indefendible? Esto explicaría la tolerancia de la obra de Heródoto. Existe otro fragmento, quizá más radical que el anterior: Antes, los pelasgos —y lo se por haberlo oído en Doidona— ofrecían todos sus sacrificios invocando a los “dioses”, pero sin atribuir a ninguno de ellos epíteto o nombre alguno, pues todavía no los habían oído. Los denominaron “dioses”, considerando que, como “habían puesto” en orden todas las cosas, tenían a su cargo, en razón de ello, la distribución de todo. Pero, posteriormente —al cabo de mucho tiempo—, los pelasgos aprendieron los nombres de todos los dioses, que habían llegado procedentes de Egipto, salvo el de Dioniso (el de este dios lo aprendieron mucho después). Y, al cabo de un tiempo, hicieron una consulta sobre estos nombres al oráculo de Dodoma (ya que, efectivamente, este oráculo pasa por ser el más antiguo de los centros proféticos que hay en Grecia y, por aquel entonces, era el único existente). Pues bien, cuando los pelasgos preguntaron en Dodoma si debían adoptar los nombres que procedían de los bárbaros, el oráculo respondió afirmativamente… posteriormente, los griegos los recibieron [los nombres de los dioses] de los pelasgos.13 Y ellos fueron los que crearon [Hesíodo y Homero], en sus poemas, una teogonía para los griegos, dieron a los dioses sus epítetos, precisaron sus prerrogativas y competencias, y determinaron su fisonomía.” II, 53, 2-3. En otros aspectos de la
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II, 52 1-3 -53,1. El subrayado es mío.
Una tradición que se remonta a los filósofos judaicos de Alejandría (siglo I antes de J.C.) afirma que la filosofía griega procede de Oriente. Los principales filósofos griegos habrían tomado de doctrinas hebraicas, egipcias, babilónicas e indias, no sólo sus descubrimientos científicos sino también sus concepciones filosóficas más personales. Esta opinión se fue difundiendo cada vez más durante los siglos siguientes; culminó en la opinión del neopitagórico Numenio, que llegó a llamar
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“Los lidios, por otra parte, tienen costumbres muy similares a las de los griegos, con la excepción que prostituyen a sus hijas. Fueron los primeros hombres, que sepamos, que acuñaron y utilizaron monedas de oro y plata y, asimismo, los primeros en comerciar al por menor”. I, 94,1-2. El subrayado es mío. Recuérdese que para el pensamiento arcaico, la antigüedad brinda autoridad. “[Los libios]… se inventaron los dados, los astrágalos, la pelota y todos los demás tipos de juegos salvo el chaquete…”. I, 94,4. “… a ellos [los carios]… se deben tres inventos que adoptaron los griegos: fueron, efectivamente, carios quienes enseñaron a fijar penachos sobre los yelmos, a grabar emblemas en los escudos y ellos fueron los primeros que dotaron de brazales, ya que hasta entonces todos los que solían emplear escudos los llevaban sin brazales, manejándolos mediante tahalíes de cuero que se ceñían alrededor del cuello y del hombro izquierdo”. I, 171,5. ¿Podría ser éste el origen de nuestra heráldica?
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En lo que refiere a las fuentes del pensamiento griego, es de señalar la iniciación por la cual tiene que pasar el estudiante de humanidades a nivel licenciatura, es somero y, en la mayoría de los casos, dirigida a través de libros de texto cuya calidad académica es cuestionable. Todos los periodos de la historia de la filosofía son muy importantes, no obstante, el estudio de la Antigüedad proporciona los fundamentos para comprender las etapas posteriores. Quisiera citar algunos textos para la enseñanza de la filosofía en donde se reitera el origen occidental de la filosofía griega. Abbagnano señala:
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cultura como la guerra y la economía, encontramos préstamos significativos del Oriente.14
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a Platón “Moisés en versión ática”; y de él pasó a los escritores cristianos. Historia de la Filosofía, Volumen I. p. 3.* Sin embargo, tal opinión no tiene fundamento alguno en testimonios más antiguos. Es cierto que se habla de varios filósofos a Oriente, especialmente a Egipto. A Egipto habría ido Pitágoras; Demócrito, a Oriente; A Egipto, Platón. Mas el propio Platón (Rep. IV, 453e) contrapone el espíritu científico de los griegos al afán de lucro, propio de egipcios y fenicios; y así excluye del modo más claro la posibilidad de que en las concepciones de esos pueblos se haya podido o se pueda hallar inspiración para la filosofía.15 *
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La visión de Juan Estelrich, encargado de hacer el prólogo de la obra de Abbagnano, es más razonable: “La “Historia de la Filosofía” del profesor Abbagnano es la historia de unas determinadas doctrinas profesadas por determinados hombres en el transcurso de la historia de nuestro mundo occidental; implica un determinado concepto de la filosofía y un determinado concepto de la historia de las ideas”, p. XI. “La legitimidad de la historia de la filosofía, se pone en tela de juicio periódicamente. Este es un aspecto más, entre muchos, de la actual situación de la conciencia histórica, de esa falsa paz en que vivimos, de esa sensación de desequilibrio y angustia, consecuencia de las contradicciones en que se debate nuestro tiempo”, p. XII. Es de señalarse que Abbagnano, en su condición de filósofo, es significativamente superior que como historiador de la filosofía, puede constatarse en su obra Introducción al existencialismo. México, FCE, 1955. [Traducción de José Gaos]. 2000: p. 3. En este mismo tenor se expresa Copleston, quien tampoco pone mucho empeño en demostrar la génesis del pensamiento griego. “La filosofía griega fue, en realidad, un logro de los griegos, fruto de su vigor y lozanía mental, lo mismo que lo fueron su literatura y su arte. No permitamos que el laudable deseo de tomar en consideración otras posibles influencias no griegas nos lleve a exagerar la importancia de éstas y a estimar en menos de lo debido la originalidad del espíritu helénico: “en verdad, es mucho más probable que subestimemos la originalidad de los griegos que no que la exageremos”. [Burnet, Greek Philosophy, I, p. 9]. La tendencia del historiador a investigar siempre las ‘fuentes’ produce, sin duda, muchos y muy valiosos estudios críticos, y sería tonto quitarle importancia; pero también es cierto que tal tendencia puede llevar demasiado lejos, hasta un criticismo tan extremado que deje de ser ya propiamente científico... La afirmación de la originalidad de los griegos no parece que haya sido debilitada seriamente, al menos hasta ahora, por la legítima crítica
histórica”, p. 24. “El lugar de nacimiento de la filosofía griega fue la costa de Asia Menor, y los primeros filósofos griegos fueron los jonios”, p. 29. “Nunca se ha demostrado que los egipcios tuviesen una filosofía qué comunicar, y no hay lugar para suponer que la filosofía griega procediese de la India o China”, p. 31. El subrayado es mío. Op. Cit. N. 3. Aquel que pretende ser historiador del pensamiento debe adoptar una actitud científica, al menos en el Occidente ese es el ideal; dicha actitud implica recopilar estudios provistos de diversos enfoques y tendencias, de lo contrario la investigación se torna autocomplacencia. La gran mayoría de las Historias de la Filosofía, no citan el trabajo de arqueólogos, de documentos orientales o el trabajo de orientalistas. Mucho menos se comparan textos griegos con iranios, babilonios, indios o egipcios. Si es evidente el origen occidental del pensamiento griego ¿por qué no se demuestra de una vez por todas? Una de las excepciones a la regla es el texto de Kirk y Raven, cf. N.3, en donde sí se voltean los ojos a las fuentes orientales. Téngase como ejemplo los siguientes fragmentos. “Debemos, en consecuencia, admitir la concepción de que esta concepción popular se originara en las grandes civilizaciones ribereñas de Egipto y de Mesopotamia, que, de alguna manera, se introdujeron en Grecia, donde las revistieron con una manera específica propia”, p 30. En la N. 1 de la página 31 se refiere la tableta babilonia I, 1-6 (Pritchard) como elemento comparativo de algunas cosmogonías griegas. “El paralelismo entre la versión hesiódica de la sucesión de los dioses más antiguos y la tableta hetita de Kumarbi, de origen hurrita, que, en su constitución actual, data de la segunda mitad del segundo milenio a.C. aproximadamente, demuestra, de un modo sorprendente, que parte del contenido de la Teogonía no tiene un origen griego y es de una fecha muy anterior a los predecesores inmediatos de Hesíodo”, p. 77.
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Pregunto, la filosofía griega y con ella la filosofía del Occidente se enorgullecen por su capacidad argumentativa, un juicio categórico, como el hecho por Abbagnano acerca del origen del pensamiento griego, ¿no requiere de una gran cantidad de citas y referencias que lo apoyen? No obstante, ni siquiera se muestran textos de la mentada tradición judaica de Alejandría. Un problema al que se enfrenta el historiador de la filosofía es el definir qué es la filosofía, con ello se establece el rechazo o aceptación de ideas y pensadores. Para la construcción de este tipo de historia se parte de dos supuestos: 1) La filosofía se encarga de plantear y responder aquellos temas trascendentes para la existencia humana. Los
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tópicos atacados en el Oriente no adquieren la categoría de filosóficos, por lo general se tiende a reducirlos a expresiones míticas o religiosas; en el mejor de los casos son definidos como “sabiduría”, “pensamiento prefilosófico” o “mística oriental”. Los argumentos esgrimidos para juzgar el pensamiento de milenios en raras ocasiones está fundamentado en fuentes. El problema no es el rechazo, sino, la gran ignorancia con la que se tocan las ideas. A continuación un breve muestrario de posturas sobre este asunto. Giovanni Reale en su Historia del pensamiento filosófico y científico, volumen I, señala las metas de la enseñanza de la filosofía. “El punto de llegada de la enseñanza de la filosofía consiste en formar mentes ricas en contenidos teóricos, sagaces en lo que respecta al método, capacitadas para plantear y desarrollar de forma metódica los distintos problemas, y para leer de modo crítico la compleja realidad que nos rodea”.16 “...crear en los jóvenes una razón abierta, capaz de defenderse con respecto a las múltiples solicitaciones contemporáneas de huida hacia lo irracional o de repliegue hacia posturas estrechamente pragmatistas o cientificistas”.17 Sólo me queda una interrogante ¿Qué tan irracional es obligar a otras culturas a pensar científicamente; no cabría la posibilidad de pensar de otra forma?18 16 17
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P. 16. El subrayado es mío. P. 17. El subrayado es mío. La postura de Reale se refuerza con las siguientes líneas: “Se ha demostrado históricamente que los pueblos orientales con los que entraron en contacto los griegos poseían una forma de sabiduría constituida por convicciones religiosas, mitos teológicos cosmogónicos, pero no una ciencia filosófica basada sólo en la razón (en el lógos, como dicen los griegos). Poseían pues un tipo de sabiduría análoga a la que los griegos poseían antes de crear la filosofía... En la hipótesis (que habría que demostrar) de que alguna idea de los filósofos griegos tenga antecedentes específicos en la sabiduría oriental y que haya podido derivarse de ésta, no cambiaría la esencia del problema que estamos discutiendo. A partir del momento en que nación en Grecia, la filosofía representó una nueva forma de expresión espiritual, la cual —en el momento que acogía contenidos provenientes
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Julián Marías señala: La filosofía aparece en Grecia. Viene a proporcionar ese conocimiento que comprende la totalidad de la realidad, incluido lo latente ¿Qué había antes de aparecer la filosofía? ¿Cómo orientaban su conducta los hombres? Aristóteles decía que se apelaba a los mitos. Y en el mundo mítico, para poder atenerse respecto al futuro, los griegos recurrían a la adivinación: examinaban las entrañas de víctimas sacrificadas, consultaban oráculos…19
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de otras formas de vida espiritual— los transformaba estructuralmente, otorgándoles una forma rigurosamente lógica”. Ibid, p. 22. El subrayado es mío. ¿Por qué Reale no cita las demostraciones históricas en donde se deja ver la esencia de la sabiduría oriental? ¿Qué tan científico y racional es sacar consecuencias de una remota posibilidad de influjo oriental en Grecia, sin siquiera conocer sus dimensiones? ¿De esta manera se le debe enseñar a las mentes jóvenes a argumentar filosóficamente? Historia de la filosofía y de la ciencia, p. 14. El subrayado es mío. Sin mencionar a poetas como Ferécides de Siro, Alcmán, Hesíodo, “Museo”, Orfeo, o los mismos textos homéricos. El interesado en este particular puede consultar la obra erudita de Roxana Martínez Nieto: La aurora del pensamiento griego. Las cosmogonías prefilosóficas de Hesíodo, Alcmán, Ferécides, Epiménides, Museo y la teogonía órfica antigua. Trotta. Madrid, 2000. Otro autor que se toma a la ligera la interpretación de los mitos en Juan David García Bacca, quien los ubica en el subterráneo de una escala evolutiva del pensamiento: “En Mitología —ejemplarmente en ‘Ilíada’, ‘Odisea’, ‘Teogonía’— no se define. Se ponen ‘epítetos’: adjetivos calificativos descriptivos singulares dados a un sujeto o explícitamente mencionando con su nombre propio o aludido sin ambigüedad. Aquiles, ‘el de los veloces pies’; ‘Apolo, el acertador flechero’; Apolo, ‘el del arco
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De nuevo nos encontramos con la causa incausada de la filosofía griega, un prolegómeno tan obvio y evidente que no vale la pena demostrar. Por otro lado, y esto es tema para emprender un estudio muy amplio —repleto de demostraciones—, ¿en realidad el mito era para los griegos una mera historia fantástica?¿En verdad existe esa brecha infranqueable entre filosofía y mythós? La lectura crítica de Platón, Empédocles, los fragmentos de algunos pitagóricos y de Parménides puede comprometer nuestra respuesta.20
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Ahora el mundo latente puede ser descubierto o desvelado: a esto llamaron los griegos alétheia, patencia o verdad. La búsqueda de tal principio, que pretende lograr su descubrimiento o verdad, es la filosofía. La iniciaron algunos hombres en Grecia, en el siglo VI a.C.21
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de plata’; Minerva, ‘la de ojos verdemar’; Juno, ‘la de blancos brazos’; Júpiter, ‘el padre de dioses y hombres’; Júpiter, ‘el altitronante’; Juno, ‘la señora de bovinos ojos’.... La Mitología, y aun la Teogonía, viven de superlativos; hablan en superlativo de Señores del superlativo. Están integradas de Nombres propios. De singulares. La exigencia implicada y actuante ‘qué es’ deshace por igual Mitología y Teogonía. Y si se pudiera llegar a definir “qué es” dios quedaría constituida la Teología; mas ‘dios’ no será ya nombre propio de única realidad, sino tan común con hombre, número...”, 1988, p. 55. El subrayado es mío. El interesado en encontrar un estudio serio sobre este particular puede consultar el artículo de Alberto Bernabé, “Una forma embrionaria de reflexión sobre el lenguaje: la etimología de los nombres divinos en los órficos”. Revista Española de Lingüística. Madrid, 1992. Debo expresar mi total desconcierto respecto al tratamiento de los griegos hecho por García Bacca; dado que en su traducción de la Geometría de Euclides hace una Introducción Filosófica soberbia y reveladora. Cf. Euclides: Elementos de Geometría, libros I-II. UNAM. México, 1992. [Edición griego-castellano. Traducción de Juan David García Bacca]. Fraile, en Historia de la Filosofía I, toma partida, sin argumentación alguna, acerca de la separación entre la filosofía y el mito: “Existe un Cosmos ordenado, compuesto de una multitud de seres particulares, móviles, contingentes, que son percibidos por los sentidos. Pero ¿de dónde provienen esos seres? ¿Cuál es su primer principio? ¿Cómo se formó el Cosmos y quién es el que lo ha hecho? A estas preguntas trataron de responder las cosmogonías de los pueblos antiguos, India, Egipto, Caldea. Antes de que apareciera la Filosofía en Mileto, Grecia había producido un amplio conjunto de cosmogonías (Hesíodo, Helánico, Homero) en que las fuerzas de la naturaleza se personificaban poéticamente en divinidades. La gran aventura de Tales y de los primeros filósofos griegos consistió en sustituir esas divinidades por elementos naturales y fuerzas cósmicas: agua, aire, fuego, frío y calor, condensación y dilatación, etc.”, p. 141. Ibid, p. 15. Por esta línea va Fraile: “Los griegos disponían de un nutrido vocabulario para significar los modos de saber: sofía, gn1siq, gn1mh, nóhsiq, súnesiq, Ídreíh, ëpist¢mh, ëpisthmosúnh, Ídmosúnh, mázhsiq, mázhma, Ístoría, filosofía, filomazía, polumazía.
“Esta Historia de la filosofía trata de mostrar la esencial humanidad de los filósofos. Todavía subsiste hoy el prejuicio de que la filosofía se afana en torno a problemas que no tienen la más mínima relación con la existencia humana y de que se mantiene encerrada en una esfera cerrada e inaccesible a la que no llegan ni las necesidades ni las aspiraciones de los hombres”.22 “La historia de la filosofía no es ni un reino de doctrinas impersonales que se suceden desordenadamente o se concatenan dialécticamente, ni la esfera de acción de problemas eternos, de los cuales sean manifestaciones contingentes las doctrinas singulares. Es un entramado de relaciones humanas, que se mueven en el plano de una disciplina común de investigación, y, así, trascienden los
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Pero la misma amplitud de esas denominaciones ha permitido que bajo ellas hayan podido cobijarse holgadamente los sentidos más diversos. En concreto, los que ha revestido la palabra Filosofía a lo largo del tiempo son casi tantos como el número de sus cultivadores, conforme al concepto que cada uno tiene de la realidad y de nuestro modo de llegar a conocerla. Esta vaguedad e imprecisión eran perfectamente naturales en los comienzos de la Filosofía, que es un producto elaborado por la inteligencia humana, y que necesita un largo lapso de tiempo para llegar a su madurez… Sólo después de llegar a un cierto grado de madurez fue posible plantear reflexivamente el problema de la ciencia, buscando criterios para distinguir y articular orgánicamente sus diversas partes”. Op. Cit. N. 19, el subrayado es mío. De este fragmento podría desprenderse que el griego es prácticamente una lengua sagrada, en tanto que revela la manera correcta de pensar, hablar y abstraer el mundo. 2000, volumen I, p. VII. El subrayado es mío.
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Curiosamente, quienes colocan como artículo de fe la originalidad de la filosofía y lengua griegas, no hacen un examen de la jerga de otras latitudes, siquiera para descalificarla. ¿Cuántos historiadores de la filosofía se han dado a la tarea de estudiar, científicamente, el maat (verdad-orden-justicia-belleza-legalidad-armonía) o la saa (sabiduría) egipcios? Abbagnano cuando apunta el objetivo de la historia de la filosofía dice lo siguiente:
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aspectos contingentes o insignificantes, para asentarse en los que son esenciales y constitutivos”.23 “La historia de la filosofía encierra así una extraña paradoja. Puede decirse que no hay doctrina filosófica que no haya sido criticada, negada, impugnada y destruida por la crítica filosófica. Pero ¿quién osaría sostener que la supresión definitiva de uno solo de los grandes filósofos antiguos o modernos no representaría un empobrecimiento irremediable para todos los hombres?”.24
Concuerdo completamente con el autor en su entendido que la filosofía es producto de relaciones humanas, que obedece a circunstancias históricas y que la reflexión filosófica tiene conexión con la vida del hombre. Bajo dichos principios objeto ¿no es lógico que un pueblo ubicado en una zona comercial muy transitada recibiera préstamos de sus vecinos? O los griegos ¿fueron el único pueblo en una situación como ésta que se abstuvo de sostener un diálogo con civilizaciones cercanas? ¿No implica esto una incoherencia histórica? Por otro lado, ¿qué tipo de ideas tienen una relación más estrecha con la existencia humana, las aporías de Zenón de Helea o las reflexiones egipcias sobre la muerte y la conducta del hombre plasmadas en El libro de los Muertos, Los textos de las Pirámides o en El libro de las respiraciones? El primero es considerado filósofo. Por último Abbagnano afirma que es imposible suprimir a un filósofo del recuento histórico, y ¿qué hace cuando borra de un plumazo siglos de pensamiento oriental sin examinarlo siquiera?25 23 24
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Ibid, p. VIII. El subrayado es mío. Ibid, p. IX-X. El subrayado es mío. Cf. p. 3 del libro de Historia de la Filosofía de Abbagnano, citado arriba. Dicho sea de paso, una categorización de este tipo no sólo es hecha por esta autor, Fraile también hace lo propio, e igualmente sin tomarse la molestia de hacer un examen de fuentes. “El siglo y medio que transcurre entre Tales de Mileto y los sofistas constituye un periodo sumamente rico de vida intelectual. En contraste con la lentitud oriental, el pensamiento heleno sorprende por su brillante rapidez. Apenas comienzan a filosofar los griegos, imprimen a la especulación un impulso y un ritmo desconocidos hasta entonces”. El subrayado es mío.
“...la trayectoria histórica del pensamiento filosófico de los países de Oriente (China y la India, Egipto y otros países árabes, Irán y Japón), así como de algunos países de Europa Oriental y Op. cit., N. 19, p. 137. Menos radical es Reale: “La casi totalidad de los estudiosos consideran que la filosofía, como término o como concepto, es una creación propia del genio de los griegos. En efecto, para todos los demás componentes de la civilización griega se halla un elemento correlativo en los pueblos de Oriente que alcanzaron un elevado nivel de civilización antes que los griegos (creencias y cultos religiosos, manifestaciones artísticas de naturaleza diversa, instituciones políticas, organizaciones militares, etc.). En cambio, en lo que concierne a la filosofía, nos hallamos ante un fenómeno tan nuevo que no sólo no posee ningún factor correlativo en dichos pueblos, sino que ni siquiera existe algo estricta y específicamente análogo”, 2004: p. 21. 26 1971: p. 11. El subrayado es mío.
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Las opiniones de los autores citados contrastan con las de otros, con una perspectiva más abierta, algunos de ellos sacan de la historia de la filosofía el pensamiento oriental antiguo, empero, lo hacen después de revisar escritos de aquellos días. En este caso se encuentra Brice Parain: “Por más que algunos autores no duden en hablar de la ‘filosofía egipcia’, definiremos el pensamiento del antiguo Egipto como ‘prefilosófico’, al menos en la medida que las concepciones del universo visible y de lo divino, elaborados por sus sacerdotes, y las normas morales racionales predicadas por los sabios letrados, no parecen haber sido el objeto de ciencias especulativas independientes de los ritos y las prácticas cotidianas”.26 Independientemente de la opinión que nos merezcan estas líneas debe resaltarse la bondad de la obra en su conjunto, dado que cita fuentes textos orientales, haciéndoles observaciones críticas. Otro autor, encargado de hacer una historia más abierta es Dynnik, aunque debe señalarse el corte marxista de su interpretación que lo hace presentar una justificación del proceso evolutivo de la humanidad hacia determinado sistema político-económico. Sin embargo, hay elementos que son rescatables. En primera instancia, ha de citarse el prolegómeno en el cual se funda su historiografía de la filosofía. Dentro de su recuento histórico se incluye
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la América Latina”.27 “...no se pretende exponer la historia del pensamiento filosófico de todos los países del mundo, ya que la filosofía de algunos de ellos requiere todavía ser investigada desde un punto de vista científico, marxista”.28 “La filosofía es una de las formas de la conciencia social; comprende las ideas acerca de las leyes generales del ser y del conocimiento, y acerca de la concepción del mundo de determinados grupos o clases sociales. Su objeto, es decir, el círculo de problemas estudiados por ella en el curso de su trayectoria histórica, ha cambiado reiteradamente y, en ocasiones, de un modo radical”.29 “La misión de la historia de la filosofía en cuanto ciencia estriba en describir las leyes que presiden el desenvolvimiento de la filosofía como forma de la conciencia social que refleja el ser social. Las necesidades impuestas por la vida material de la sociedad condicionan, en última instancia, la trayectoria histórica de la filosofía. Al igual que otras partes integrantes de la superestructura de la sociedad (el arte, la moral, el derecho, etc.), la filosofía o bien defiende los intereses de la base económica o bien lucha por la supresión de la antigua base y por su sustitución por otra nueva que responda al carácter y nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad”.30 27 28 29
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Dynnik, 1968: p. 9. Ibid. Ibid, p.13. El subrayado es mío. Ibid, pp. 14-15. El subrayado es mío. Dynnik refuerza sus afirmaciones con las siguientes consideraciones: “...la historia marxista de la filosofía no considera en absoluto que la filosofía de la humanidad sea una mera suma de sistemas filosóficos, que hayan surgido en diversos países en forma aislada en independientemente los unos de los otros. Demuestra, por el contrario, que las teorías filosóficas surgidas y desarrolladas en tal o cual país se hallan en una relación de interdependencia con las de otros países, que al mismo tiempo que han sufrido la influencia de dichas doctrinas han influido, a su vez, en ellas. Dicha interdependencia se manifiesta más acusadamente cuando se trata de países que se han hallado en iguales o semejantes condiciones históricas. Por esta razón, el desarrollo del pensamiento filosófico nunca se ha encerrado en el marco de algunos países aislados, sino que ha abarcado al
...los primeros golpes asestados por el pensamiento progresivo a la concepción tradicional del mundo, sustentada por la vieja nobleza esclavista, iban dirigidos contra el dogma religioso de la vida de ultratumba. Así, por ejemplo, en La canción del arpista, obra clásica de la antigua literatura egipcia, se afirmaba que nadie puede apoyarse en los muertos para hablar de un reino de ultratumba. En vez de poner sus esperanzas en una vida ultraterrena, la canción hace oír vigorosamente esta exhortación: debemos arreglar “nuestros propios asuntos aquí en la tierra.
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mismo tiempo a algunos países que mantienen entre sí diversas relaciones económicas, políticas e ideológicas”, p. 21. “La historia marxista de la filosofía no sólo tiene una gran significación cognoscitiva, sino también una inmensa importancia práctica. En virtud de su íntima relación con la política de los partidos comunistas, está llamada a servir de instrumento en la lucha ideológica que libran las fuerzas progresivas de la sociedad actual contra las fuerzas de reacción y del oscurantismo”, p. 27. Ibid, p. 39.
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Sin tomar en cuenta los excesos del régimen político de la extinta URSS, ni la censura propia del sistema académico de aquel país, hemos de reconocer la visión antropológica de Dynnik en proponer una historia de amplios horizontes; un anclaje constituido por múltiples aspectos culturales, mismos que ayudan a comprender la filosofía como un producto en relación viva con su época. A los griegos se les estudia, según el método “oficial”, como una sociedad muerta con una filosofía inerte sin relaciones con otras manifestaciones culturales como el teatro, las religiones, los mitos, el arte, el derecho, la política o la medicina. Un breve muestrario de las referencias orientales hechas por Dynnik son las siguientes: El pensamiento social avanzado de ese período [antiguo Egipto] empezó a asumir una actitud crítica hacia la idea de que el poder de la nobleza era un poder eterno e indestructible, y hacia las creencias religiosas tradicionales que santificaban el poder de la nobleza.31
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[B.A. Turaev, Historia del Antiguo Oriente, ed. rusa, t. I, p. 232. Leningrado,1935.]”32
Nótese la referencia al documento egipcio, a pesar de citarlo para justificar la exégesis marxista de la historia, sin embargo, el autor por lo menos demuestra tener una visión más panorámica de la historia de las ideas que ciertos colegas suyos. En los monumentos del antiguo Egipto ya se plantea, aunque en forma elemental, el problema de cuál es el principio material de todos los fenómenos naturales; a este respecto, se menciona el agua fresca, que engendra a todos los seres vivientes y de la cual surgen todas las cosas; se habla también del aire que llena el espacio y que “mora en todas las cosas”. [K. Sethe, Amun und die acht Urgötter von Hermopolis, Num. 218-221. Berlín, 1929.]33 …en el antiguo Egipto, el pensamiento científico no se elevó al nivel alcanzado por otros países con régimen esclavistas más desarrollado. Los brotes ateos y materialistas fueron ahogados por las concepciones religioso-idealistas dominantes, según las cuales los dioses “inventaron” las cosas, adquiriendo estas una significación propia al ser designadas con palabras. Así se dice en un tratado teológico. Todos los trabajos, todas las artes, toda “obra de las manos” deben su origen a las “órdenes” que llegan del pensamiento y, en última instancia, de los dioses. [K. Sethe, Dramatisch Texte zu altaegyptischen Mysterienspielen, pp. 53-58 Leipzig, 1928.]34
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Es de mencionarse el trabajo de Joachim Hans Störig, Historia universal de la Filosofía. En donde el autor se da a la tarea de presentar una historia más abierta y completa; en pocas palabras, más apegada a los
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32 33 34
Ibid. Ibid, p. 41. Ibid.
La filosofía en cuanto intento del hombre por resolver con los medios del pensar los enigmas de la existencia —tanto los que le rodean en el mundo exterior como los que se hallan en su propio interior— es más antigua que todos los testimonios escritos que poseemos sobre ella. Nuestros conocimientos sólo alcanzan hasta tres mil años atrás. Mucho más allá de este período y de la historia que nos es conocida, está el tiempo en el que el hombre, al adoptar la marcha en posición erecta y liberar la mano, al obtener y dominar el fuego, al utilizar y fabricar sistemáticamente las herramientas más simples, comenzó a diferenciarse del medio animal.35
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principios historiográficos de Heródoto que hemos citado. Describe el problema de la génesis de la filosofía de esta forma:
...las grandiosas culturas antiguas del Mediterráneo oriental —la de los egipcios, la de los asirios y los babilonios, la cretense— de cuya “filosofía”, en la medida en que pueda hablarse de algo así, apenas sabemos nada, había ido muriendo lentamente, por anquilosamiento, o bien por alguna súbita catástrofe. El pueblo de los griegos, portador ahora de la antorcha del desarrollo universal, se acercaba ya al apogeo de su historia, el “siglo de oro” de Pericles.36
Por otro lado, incluye referencias directas de textos védicos como Rigveda, Upannisad Brihadaranyaka, Ramayana, 60 Upanisads des Veda aus den Sanskrit übersetzt (edición de algunos textos antiguos de la India). También da muestras de conocimiento de fuentes directas de la 35 36
P. 36. El subrayado es mío. P. 147.
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Existen dos elementos dentro de la construcción de este autor que deben ser enfatizados, por un lado, abre la posibilidad de que existiera un tipo de pensamiento filosófico en el cercano Oriente, además de una relación nutrida entre éste y el naciente griego.
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obra de Confucio. Störig es uno de los pocos historiadores de la filosofía en quien puede encontrarse esta metodología historiográfica. En este mismo estilo se encuentra Jesús Mosterín, quien tiene una Historia de la Filosofía Antigua repartida en diversos volúmenes, cada uno dedicado a periodos diferentes, inicia con el pensamiento arcaico, luego sigue con el Oriente lejano, y termina instalándose en Grecia estudiando diversos filósofos. Respecto al primer volumen El pensamiento arcaico, Mosterín declara que el inicio del filosofar hemos de ubicarlo en la India, Grecia y China, coincidiendo con Parain en no considerar el pensamiento egipcio como filosófico. Los tres últimos capítulos presentan las culturas arcaicas de la India, Grecia y China, culturas cuyo interés para la historia de la filosofía es evidente, pues fue en ellas (y no en otras) donde más tarde surgió la filosofía.... La mayoría de las historias convencionales de la filosofía responden a un esquema estereotipado, según el cual la filosofía sería algo meramente occidental, empezaría abruptamente con Thales de Mileto y estaría netamente separada de la religión, la ciencia y el resto de la cultura. Pero algunos pensamos que la historia de la filosofía hunde sus raíces en el pensamiento arcaico, se despliega planetariamente a partir de la India, Grecia y China y su desarrollo está inextricablemente unido al de la ciencia, la cosmovisión y la cultura.37
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No por ello renuncia a estudiar otras formas de pensamiento antiguo.
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Más bien que considerar brevísimamente las diversas culturas arcaicas de la zona (la mesopotámica, la egipcia, la semítica occidental, la elamita, la hetita, etc.), he preferido dedicar el escaso espacio disponible al estudio del pensamiento arcaico de 37
P. 8. El subrayado es mío.
Creemos que el ensayo es la forma adecuada, aun en el caso de tratarse de fuentes fragmentarias y confusas que obligan, sobre todo, a prestar atención al detalle, como primer deber del investigador de campo. En el ensayo puede utilizarse libremente un método nuevo; es posible establecer un corte transversal de la explicación 38 39
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P. 7. Entre ellos ha de citarse el famoso, y no tan bien logrado como su Historia de la filosofía, Racionalidad y acción humana. Madrid, Alianza, 1978. Publicado en 1946, por el Instituto Orientalista de la Universidad de Chicago, bajo el título de The Intelectual Adventure of Ancient Man, ambos tomos eran recogidos en un solo volumen.
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En el volumen 2, La filosofía oriental antigua, demuestra conocimiento de diversas fuentes filosóficas de la India y China, citando y discutiendo tanto su contenido como su estructura. La obra de Mosterín, además de ser erudita, es muy interesante porque propone una perspectiva diferente para abordar la exégesis de la historia-historiografía de la filosofía. Resulta paradójico que, con lo que popularmente se piensa respecto al pensamiento oriental “irracional”, Mosterín mismo tiene diversos estudios sobre el tema de la racionalidad,39 sin que ello implique la descalificación de las filosofía de la India y China. ¿Acaso se deberá a que en realidad ha leído los escritos provenientes de dichas culturas? Otra obra que quisiera incluir dentro del conjunto de aquellas con una perspectiva más antropológica y real es la de Frankfort, Wilson, Jacobsen e Irwin: El pensamiento prefilosófico. I. Egipto y Mesopotamia y El pensamiento prefilosófico. II. Los hebreos.40 Los autores, a pesar de no concederle el rango de filosofía al pensamiento oriental, al menos se dan a la tarea de estudiar sus fuentes —tanto babilonias, hebreas como egipcias—, podemos o no estar de acuerdo con sus conclusiones, pero, el valor de este trabajo es la metodología seguida.
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Mesopotamia, del que conservamos los más antiguos y abundantes testimonios escritos.38
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histórica, para enfocarla desde una nueva perspectiva; se puede hacer caso omiso de la mayor parte de los elementos de un problema para destacar alguno de sus aspectos; y, en ocasiones, basta solamente con apuntar o evocar, sin tener que discutir el punto... Empeñados en descubrir el significado de los fenómenos culturales e históricos, usarán un método humanista y se expresarán en términos comprensibles para el hombre de mediana cultura.41 Respecto a los mecanismos de interpretación del pensamiento de aquellas latitudes se sugiere: “Nos interesa, ahora, particularmente el pensamiento. Es probable que los antiguos adviertan ciertos problemas intelectuales y se preguntan por el “por qué” y el “cómo”, el “de dónde” y el “hacia dónde”. Pero, en todo caso, no es de esperar que en los documentos antiguos del Cercano Oriente nos encontremos con especulaciones en la forma acusadamente intelectual a que estamos acostumbrados, ya que esta presupone un procedimiento estrictamente lógico, aun cuando se intente trascenderlo. Ya hemos visto que en el Cercano Oriente, lo mismo que en la sociedad primitiva de la actualidad, el pensamiento no opera de manera autónoma. Todo hombre se enfrenta a un “tu” viviente en la naturaleza; y todo hombre —tanto el emotivo como el intelectual y el imaginativo— expresa esta experiencia... los antiguos formulaban mitos en vez de establecer un análisis o de llegar a conclusiones. Nosotros podemos explicar, por ejemplo, que ciertos cambios atmosféricos interrumpen la sequía y produzcan la lluvia. Los babilonios, observando los mismos hechos, los tomaban como muestras de la intervención del gigantesco pájaro Imdugud, que venía en su auxilio... Al formular un mito de esta naturaleza, los antiguos no trataban de proporcionarse diversión. Tampoco buscaban, distintamente y sin motivos ulteriores, una explicación inteligible de los fenómenos naturales. Relataban los acontecimientos con los cuales se hallaban comprometidos a lo largo de toda su existencia...
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Frankfort H.; Frankfort H.A.; Wilson J.; Jacobsen T., 1988:p. 9. El subrayado es mío.
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Tales imágenes se habían hecho en la época en que las encontramos en el arte y en la literatura; pero, originalmente, deben de haber sido consideradas como una revelación vinculada a la experiencia. Se trataba de productos de la imaginación, pero no de meras fantasías... el verdadero mito no representa sus imágenes y sus actores imaginarios como un libre juego de fantasía, sino con una autoridad apremiante... Las imágenes del mito no son, por lo tanto, alegóricas en modo alguno. Se trata nada menos que de un nivel cuidadosamente escogido del pensamiento abstracto. Las imágenes son inseparables del pensamiento. Representan la forma en que la experiencia se hace consciente.42
“No es de sorprender, por lo tanto, que nos encontramos con que la vida intelectual de Israel viene a alcanzar varios mundos, como heredero consciente y obvio de las realizaciones del Oriente y como continuador de su pujanza en lo que denominamos época clásica. El descubrimiento de que su primitivismo es sólo aparente es, tal vez, una de sus características más notables, que los estudios hechos en los últimos cien años han venido a poner de relieve.”43 “La mayor conquista lograda por Israel, tan conocida que su sola mención es cosa trillada, fue el monoteísmo. Se trata de una conquista que transformó la historia posterior. Nuestra deuda se hace evidente con sólo reflexionar por un momento...”44
42 43 44
Ibid, pp. 17-18. El subrayado es mío. Irwin A.W.; Frankfort H.A, 1988, p.11. El subrayado es mío. P. 12. El subrayado es mío.
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Puede constatarse, a lo largo de las páginas de este libro, la referencia constante a himnos, papiros e inscripciones como medio para respaldar tales observaciones. Respecto al pensamiento hebreo, que curiosamente el Occidente cristiano no considera como “clásico”, se señala:
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George Thomson, en su obra Los primeros filósofos,45 presta oídos a las ideas de China. Describe el contenido de la obra de la siguiente manera: El capítulo sobre la China constituye un enfoque tentativo para un estudio comparativo de las filosofías china y griega….. Fue mi intención decir algo sobre la filosofía hindú, pero tuve que desistir por las dificultades cronológicas de la historia de este pueblo. Es de esperarse que, con el surgimiento del marxismo en la India, estos problemas se solucionen.46
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El objetivo de la obra es el siguiente: “Cuando estaba estudiando las bases económicas de la tragedia, con los resultados obtenidos en Aeschylus and Athens, me di cuenta de que mis conclusiones podían aplicarse igualmente a otros productos ideológicos de la antigua democracia. De acuerdo con eso, he examinado en este volumen el papel que desempeñan la producción de bienes de consumo y la circulación del dinero en el desarrollo del pensamiento griego”, p. 9. P. 10. El subrayado es mío. A pesar de llevar a cabo un esfuerzo historiográfico importante, el autor incurre en una comparación poco afortunada: “Si comparamos la historia griega con la china, podemos observar algunos paralelos sorprendentes. Los testimonios escritos de ambas lenguas datan del segundo milenio antes de nuestra era. Ambas lenguas han sobrevivido, relativamente, con pocos cambios hasta nuestros días. El griego moderno se diferencia del griego clásico, pero el pueblo griego aun considera el lenguaje de Platón como el suyo propio; el chino moderno difiere del chino clásico, pero el pueblo chino sigue considerando el lenguaje de Confucio como el suyo propio. Así pues, se puede describir al griego como la más antigua de las lenguas europeas, y al chino como la más antigua de las asiáticas. Esta continuidad lingüística refleja en ambos casos una continuidad de cultura. La historia de Grecia, desde los tiempos primitivos hasta hoy, es la historia de un mismo pueblo, que nunca ha perdido su identidad o el recuerdo del pasado; y lo mismo sucede con el pueblo chino. Además, ambos pueblos se distinguieron, desde un periodo excepcionalmente temprano, en la filosofía y en la poesía, y ambos han ejercido INFLUENCIA perenne sobre los pueblos circunvecinos, en el Lejano Oriente y en el Lejano Occidente”, p. 71.
La base técnica de la civilización griega, incluido el uso de de los metales, el calendario y la escritura, no fue creada por los griegos mismos, sino copiada de civilizaciones más antiguas de Cercano Oriente…47
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Respecto a la originalidad del genio griego sostiene:
Platón, por su parte, no constituyó un principio nuevo en sentido absoluto: leyó y criticó a Heráclito, Parménides, Anaxágoras, Empédocles, Protágoras y los demás sofistas —hoy hablamos de presocráticos, pero deberíamos decir más bien preplatónicos—; Aristóteles, a su vez, leyó y criticó a Platón y a todos los demás. Desde entonces, la filosofía ha sido un diálogo crítico con los textos fundamentales; nadie ha sido capaz de reinventar la filosofía, porque ya existía. Aunque la filosofía no tenga una identidad rigurosamente definida, la pregunta específica “qué es la filosofía” va indisolublemente ligada a sus fundamentos griegos.48
A pesar de formular juicios extremistas sobre el trabajo de Platón, la esencia de sus palabras tocan el problema de la originalidad de la 47 48
P. 71. P. 58.
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Para cerrar esta serie de comparaciones y contrastes entre las diferentes perspectivas de la historia del pensamiento, considero conveniente hacer referencia a la obra de Walter Burkert, De Homero a los magos, la tradición oriental en la cultura griega, en donde se exponen argumentos, apoyados en documentos sumerios e iranios, para demostrar los fuertes influjos orientales en la Hélade. Las afirmaciones desafiantes y categóricas del autor invitan a la reflexión, a pesar de ser un trabajo más bien monográfico, sugiere un replanteamiento de principios historiográficos adoptados como dogmas de fe. Como ejemplo se encuentran las siguientes palabras:
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filosofía, no sólo en la Antigüedad, sino hasta nuestros días. Toda historia y toda filosofía son construidas partiendo del prolegómenos que las orientarán, podemos hablar de versiones islámicas, marxistas o protestantes de ambas; es una condición humana pensar de este modo.49 Empero, la elaboración de la historia de la filosofía requiere amplitud de miras y de llevar a cabo un gran esfuerzo por comprender el pensamiento en sus condiciones originarias y no como punto de apoyo para justificar la situación contemporánea de la filosofía y la ciencia. Uno de los grandes supuestos del Occidente es la idea de evolución que soporta la interpretación de la historia, aunado a ella se encuentra la convicción que la ciencia y la tecnología son consecuencias necesarias de dicho proceso. La conjunción de las dos prenociones señaladas trae consigo una historia de periodos rígidos, inamovibles, estáticos y sin posibilidad alguna de examen alguno susceptible de modificarlos. Tal es el caso de la relación Edad MediaRenacimiento acuñada por la historiografía occidental, en donde es necesario el oscurantismo y el espíritu reformador respectivamente. El estudio de la historia del pensamiento antiguo no es la excepción, por ejemplo, la secuencia histórica obligada para la narración del desarrollo del pensamiento implica la existencia de una etapa mágica, seguida por una mítica para desembocar en la científica-filosófica. A pesar de encontrarse cientos de contraejemplos en las obras de presocráticos, “Hipócrates”, Aristóteles, Platón y Galeno; así como en poemas religiosos del Helenismo en donde se retoman perspectivas místicas de la naturaleza y el hombre, no se plantea una revisión seria en materia historiográfica, al menos en el campo de la divulgación.
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Así lo señala Fraile: “Incluso los mismos filósofos que adoptan deliberadamente una actitud antisistemática, en el fondo no pueden menos de construir su propio ‘sistema’, con el que tratan de ofrecer una interpretación de la realidad. Porque, en último término, la razón íntima de todo sistema consiste en nuestra incapacidad para percibir intuitivamente el conjunto de la realidad y para representarla mentalmente en una sola idea”, p. 49.
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García Bacca, 1988, p. 13. El subrayado es mío. García Bacca expone los objetivos que pretende alcanzar con su texto: 1) ...se hará resaltar Almacén frente a Sistema: “Disponibilidad permanente”, frente a “dispuesto”, a “hecho”, a “especificado”. 2) “...se afinará, calibrará —y advertirá— tal efecto en y sobre variados Sistemas de Mitología, Teología, Filosofía; y aun en Ciencia, por obra de Técnica, en su fase actual. Veremos cómo los Sistemas se mueven ellos, a solas”, p. 19 3) “La presente obra está hecha de “citas” —de citas de obras teológicas, filosóficas, científicas, técnicas...— que cumplen las tres condiciones indicadas.” [1) articular el sentido de la cita en el contexto de la obra misma, 2) tener consciencia de una “pérdida de sentido total” de las obras con que se trabaje. 3) Darle un nuevo sentido a las citas, “reformarles” dentro de un contexto nuevo]. 4) “...mostrar —documental y detalladamente— que las Obras de Mitología, Teología, Filosofía, Ciencia y Técnica han sido y son minas de Radio-ontología; que de ellas surgen ocurrencias, atisbos, vislumbres, tanteos, tentaciones, sugerencias... cual del radio partículas alfa, beta, gamma; y mostrar que lo que surgió, de buenas a primeras, en fase y forma de “sugerencias, atisbos, vislumbres, tanteos.... herejías, cismas...” resultó tipo nuevo de ciencia, de arte, de filosofía —cual de uranio, reactor atómico, define el plan de esta obra y declara el tipo “actual” de hacer —de vivir, decir, planificar, realizar— teología, filosofía, ciencia y técnica”, p. 29 5) “... pretende intentar demostrar que todo, absolutamente todo... inclusive actos de ver, pensar, querer, sentimientos, atisbos, conceptos, sugerencias, palabras, errores, ensueños, números, figuras.... son reales a “su manera” y en su “tanto”; “tanto” que varía de uno a otro; mas “tanto” expresable en gramos o en ergios. Todo absolutamente todo “peso” o “masa” está sometido al campo gravitatorio
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La Grandeza —no la Magnitud ni el Colosalismo— parece ser propísimo atributo de la Mitología, Teología, Filosofía, Ciencia, Técnica, cinco nombres que no admiten, por superarla, la modesta calificación de “bueno”. Son nombres de lo mejor que le ha pasado al universo: el haber estado regido y obediente a palabras mágicas, y a dioses. “Mejor” que ascenderá a “óptimo” cuando el universo de los entes llegue a estar guiado y sometido a Sabiduría, ¿y qué culminaría en “superlativo” bajo el imperio de Ciencia y Técnica? 50
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García Bacca nos ofrece una visión evolucionista, dicho sea de paso acompañada de un lenguaje un tanto rebuscado:
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Se reafirma su postura en el campo de la filosofía de la historia con las siguientes palabras: “... sin embargo, tales ciencias han venido al mundo por, partiendo de atisbos, vislumbres, discontinuos, sueltos, que en dados, en instrumentos “antirracionales”, les saltó o asaltó a Pascal, Boltzmann, Gibbs, Einstein, Fermi...”51 y “[e]l universo físico está —se ha descubierto que— “mucho”, “más” y “mejor” unido que —lo concebido y afirmado por— el griego clásico, medieval y aun el renacentista”.52 ¿De aquí se podría desprender un mayor desarrollo del hombre actual? Acerca de los periodos rígidos de la historia de la filosofía, el si-
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universal, terrestre o celeste.” pp. 30-31. 6) “...se intentará mostrar, hacer caer en la cuenta y demostrar que todo, aun pensamientos, vida, virtudes, vicios ideas, fórmulas, números, ensueños, atisbos... tienen cada uno su “tanto” de masa —de gramos o de ergios. “Cuanto” pesa un número, “cuánto” pesa un pensamiento... son preguntas, ocurrencias, atisbos, vislumbres... con sentido, y además comprobables —sometibles a comprobación- con enseres de “instrumento”. p. 31. 7) “Nada de lo que propone el autor en esta obra tiene valor político”, p. 33. 8) “Toda esta obra es una lucha —cortés, pero decidida y constante— contra la vaguedad de conceptos, empalabrados ya y consagrados en diccionarios, manuales y cursos. Vaguedad resultante respecto del grado de rigor, finura, exactitud “actualmente” asequibles y alcanzados. En otros tiempos —de mitología, teología, filosofía, ciencia, arte...- pudieron parecer, y tenérselos, por “definidos”, claros, distintos, adecuados, definitivos y definientes. Así los conceptos clásicos de ser, causa, infinito, eterno, simple, principio, necesario, contingente, hombre, dios, sociedad, inteligencia, ley, número, figura, vida, cuerpo... son realmente “vagos”, “globales”, “confusos”. Desde 1500 no sólo se nota que lo son, sino se inventa, acude, propone y pone la manera y métodos de deshacer la vaguedad, descomponer lo global, fundir lo confuso y decantar sus integrantes primeros, básicos —cada vez en nivel más profundo, p. 34. P. 29 P. 31. A pesar de no mencionar el pensamiento oriental antiguo, García Bacca comenta la referencia hecha por Marsilio Ficino de la frase zoroástrica, transmitida por sabios griegos huidos de Constantinopla (1482): “¡Oh hombre!, eres artefacto de la naturaleza atrevidísima”, p. 32.
Esquema tomado de la p. 86 del texto de García Bacca. Una caracterización similar es hecha por Abbagnano: 1. El periodo cosmológico, que comprende las escuelas presocráticas, con excepción de los sofistas, está dominado por descubrir la unidad que garantiza el orden del mundo y la posibilidad del conocimiento humano. 2. El periodo antropológico, que comprende a los sofistas y a Sócrates, está dominado por hallar la unidad del hombre en sí mismo y respecto a los demás hombres, como fundamento y posibilidad de la formación del individuo y de la armonía de la vida en sociedad. 3. El periodo ontológico, que comprende a Platón y a Aristóteles, se ve dominado por el problema de rastrear en la relación entre el hombre y el ser la condición de posibilidad y valor de hombre como tal y de la validez del ser como tal. Este periodo es el de plena madurez del pensamiento griego, replantea en síntesis los problemas de los dos periodos precedentes. 4. El periodo ético, que abarca al estoicismo, al epicureísmo, al escepticismo y al eclecticismo, se centra en el problema de la conducta humana y está caracterizado por la disminución de la conciencia del valor teorético de la investigación. 5. El periodo religioso, que comprende las escuelas neoplatónicas y sus afines, está dominado por encontrar el camino de la reunión del hombre con Dios, considerándolo como único camino de salvación.” Historia de la Filosofía. Volumen I, pp. 8-9. Como era de esperarse, dentro de una obra filosófica producida dentro del régimen soviético, la obra de Dynnik presenta una división histórica radical e irreversible —sin que ello reduzca sus aportaciones—: “La primera época de la trayectoria del desarrollo de la filosofía, es decir, la historia de las doctrinas filosóficas anteriores a la adopción del marxismo como ideología del proletariado, se divide en los grandes periodos siguientes: 1) Filosofía de la sociedad esclavista. 2) Filosofía de la sociedad feudal. 3) Filosofía de la época de transición de la sociedad feudal a la sociedad capitalista. 4) Filosofía de la sociedad capitalista (desde la revolución burguesa de Francia de finales del siglo XVIII hasta las revoluciones de 1848-1849 en Europa Occidental).
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guiente esquema nos muestra una visión lineal, plana y sin mayores aspiraciones que repetir lo dicho por cientos de personas.53
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(II) Dialéctica constituyente (I) Dialéctica en fase de disolvente de mitología (I.1) Definir (con qué es). (I.2) Entrelazar (qué es realmente) (I.3) Razonar (cadenas de frases) (I.4) Dialogar (humano)
(II.1) Definir según eídoses (II.2) Dividir según eídoses (II.3) a) Razonar según constelación piramidal de eídoses; b) según compilación de eídoses supremos. (II.4) Dialogar según programa operativo común, guiado por idéntico-diverso, negaciones intrínsecas, conexión en ser entre pensar y ser pensado.
-T (-600) Sócrates Platón (-300) +T -(470-400-347)
Para finalizar con las consideraciones sobre la historia-historiografía de Heródoto quisiera señalar los límites de su discurso, aparentemente su tolerancia hacia lo extranjero no tiene límites, no obstante, su opinión respecto de los tracios no es muy buena.
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Por su parte, el Ponto Euxino, contra el que Darío apretaba a entrar en campaña, es, de entre todas las regiones, la que contiene, excepción hecha de los escitas, los pueblos menos evolucionados. En efecto, por su nivel intelectual no podemos citar a ningún pueblo de los aledaños al Ponto, ni tenemos conocimiento de que haya existido algún hombre de talento, con salvedad del pueblo escita y Anacarsis.54 Y como los tracios vivían miserablemente y eran bastante simples, el tal Salmoxis que se había hecho al género de vida jonio y a un modo de pensar más reflexivo que el de los tracios…55
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Desde el punto de vista cronológico, coinciden en lo esencial la trayectoria filosófica de los países de Europa Oriental y la de América en el periodo de la desintegración del régimen feudal y de la formación de las relaciones capitalistas”. Historia de la filosofía. Tomo I. De la Antigüedad a comienzos del Siglo XIX. P. 17. IV, 46, 1. El subrayado es mío. IV, 95,3. El subrayado es mío.
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El artículo de Pedro Bádenas de la Peña, El lenguaje de intolerancia en los Balcanes, muestra algunas observaciones interesantes sobre el rechazo griego de la población macedonia. “El nacionalismo serbio ha sido proclive a considerar a los albaneses como ‘serbios perdidos’ cuyo ‘nacionalismo agresivo es producto de una conspiración austriaca e italiana’. Punto de vista compartido también por el nacionalismo griego que nunca vio con buenos ojos la existencia separada de una Albania no griega”. “Los macedonios han sido considerados como ‘serbios meridionales’ por los serbios, como ‘búlgaros occidentales’ por los búlgaros, como ‘griegos eslavizados’ por los griegos quienes les niegan además hasta el uso del nombre de ‘Macedonia’ (cf. H. Poulton Who are the Macedonians? Londres, 1995 y P.Mackridge - E. Yannakakis (Eds.) Ourselves and Others. The Development of a Greek Macedonian Cultural Identity Since 1912, Oxford-Nueva York, 1997), de manera que, tanto en el lenguaje oficial como en el habla coloquial, para los griegos la República de Macedonia (ex-yugoslava) es el ‘estaducho (kratidion) de Skopje’ ya que el panhelenismo (en una contradictoria paradoja con el mito nacional de la continuidad) mantiene como algo sagrado el carácter inalienable del uso del nombre del antiguo reino de Filipo que acabara con la libertad de Atenas; sus habitantes por lo tanto no son macedonios sino ‘escopianos’ o ‘gitanos de Skopje’ o ‘gitanos balcánicos’ o ‘valacos escopianos’. Por otra parte, la palabra ‘valaco’ (vlajos) cobra a menudo en el habla coloquial de griegos, croatas y serbios el significado de ‘paleto, zafio’”. “El caso de Grecia en relación con otros países de su entorno, que durante más de cuarenta años tuvieron regímenes comunistas, es ilustrativo. Grecia, aun dentro del sistema occidental, que padeció sin embargo largos periodos de autoritarismo, parece haber redescubierto en el discurso étnico constitutivo del moderno estado nacional un instrumento de cohesión interna de primera magnitud. La restauración democrática no ha significado, aun cuando se abrieran
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“Entretanto los escritas, que andaban en su búsqueda [de los persas], tampoco dieron con ellos en esta nueva ocasión; de ahí que consideren que los jonios, en tanto que hombres libres, son las personas más viles y cobardes del mundo; en cambio, si se conceptúa a los jonios como esclavos, son, según ellos, unos siervos muy sumisos a su amo y muy reacios a escapar. Estos son en definitiva, los insultos que los escitas lanzan contra los jonios”. IV, 142,1. Es posible que esta opinión fuera común entre muchos griegos de la época de Heródoto, de igual suerte, es factible que todavía persistan en la zona balcánica rastros de aquella intolerancia antigua que se han ido sumando a los acumulados al paso de los siglos.56
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Conclusión Con el presente trabajo quiero demostrar dos cosas, por un lado, la estructura del trabajo histórico de Heródoto, el cual, al ser contrastado con el actual nos enseña las bondades de aquél en la comprensión del hombre en tanto que entidad viva, cambiante y en interacción con el entorno. Mediante tal contrastación surgen ciertos prejuicios historiográficos presentes en nuestra visión de la realidad. La separación tajante entre Occidente y Oriente no obedece a una tradición académica muy antigua, en realidad responde a intereses políticos y económicos de países colonizadores. La segunda cuestión es aquella vinculada con la definición de la filosofía y con ello la inclusión o rechazo de pensadores; se argumenta la falta de un correlato oriental del quehacer filosófico griego, condición suficiente para asignarle el título de sabiduría religiosa, mi pregunta es ¿de cuál quehacer, del pitagórico, del platónico, del empedocleano, del heraclíteo?. Si volteamos los ojos a las obras egipcias, chinas, babilonias, hebreas o indias notaremos paralelos. Por otra parte, ¿no ha dicho el mismo Fraile que existe gran ambigüedad en la conceptualización de la filosofía? ¿Qué nos hace pensar que ideas tan dispares como las de Bergson, Aristóteles, San Agustín o Foucault son todas filosofía? ¿Unidad de método? ¿Conclusiones estructuradas en una base similar? o ¿Una posición geográfica específica? Jamás encontraremos un correlato similar a un concepto que ni siquiera en el Occidente se ha fijado con precisión. Por otra parte, tampoco el arte griego, u occidental en su conjunto, tienen una equivalencia oriental ni en intenciones, mecanismos expresivos, papel dentro de la sociedad….¿por ello no existe el arte asirio? espacios de pensamiento y de lenguaje mucho más tolerantes y críticos, la superación del lenguaje hostil, algo que cualquiera puede comprobar en lo que se refiere al modelo de autopercepción nacional en los manuales escolares (especialmente los de historia) y a los medios de comunicación”. “Es llamativo que en Grecia, el país más democrático de la región, los medios muestren también una fuerte hostilidad contra intelectuales independientes, periodistas y organizaciones que no participan de las actitudes chovinistas e ideologizadas hacia Turquía, la República de Macedonia o las minorías que viven en Grecia”.
puede encontrar en una versión electrónica en: www.ucm. es/BUCM/revistas/fll/0212999x/articulos/RFRM9999110189A. PDF [ref. diciembre de 2006].
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Discurso de la historia, prácticas sociales, cotidianeidad, espacio, sentido, mito de la nación, escuelas
Este trabajo es una reflexión sobre las formas de practicar el discurso de la historia. El sentido de las prácticas sociales no siempre es evidente, al poner en juego los discursos, los hacemos propios y conformamos de esta manera el criterio que nos constituye como personas. Hay diversas formas, las verbalizadas, las que se manifiestan en la relación con los objetos, las visuales que la mirada reconoce, inclusive aquellas más internalizadas por el olfato o los sonidos. En la percepción actúan viejos esquemas de las hegemonías sociales, que se utilizan para discriminar una posición en el mundo en defensa de lo que se considera legítimo o que se ha naturalizado sin darse cuenta, tales como la nacionalidad y el mito del origen. Trata sobre la institucionalización de los discursos.
PALABRAS CLAVE:
practices, everyday life, space, sense, nation myth, schools
Key Words:Historical discourse, social
This is a reflection over the praxis of the history discourse. The meaning sense in the social practices it is not always evident; when we put in discussion the dominant discourses, we create our own and confront this way the criteria that conforms us as individuals. There are several ways: verbalized, in the sight visual objects makes contact, in the sense of smell or acoustic reception are internalized. Old schemes derived from the social hegemonies perception are used to discriminate in position defense of what the social group legitimacy or naturalized without noticed, such as nationality, and the myth of the origin. This work relates about the stablishment of the discourses.
Learning to “Historicize” • Learning to “Historicize” • Learning to “Historicize” • Learning to “Historicize” •
Aprender a “historiar”
Graciela Manjarrez Cuéllar1
Mtra. Graciela Manjarrez Cuéllar, investigadora del Colegio de la Frontera Norte, Ciudad Juárez Chihuahua, México. Correo: hojarodante@yahoo.com. 1
Aprender a “historiar”
Introducción
Este
escrito tiene al menos una intención visible, que es provocar una reflexión en torno a algunas de las maneras como practicamos la historia, en diferentes espacios o campos sociales. Quizá pueda recibirse con la soltura que tenemos cuando platicamos con los vecinos o con un compañero de la cafetería, si nos pregunta algo interesante sobre la historia. Una respuesta difícil, si estamos en el sentido común de la posibilidad de que la historia pueda hacer amena una plática informal, animadversión que debemos al aburrido sentido pedagógico que se le ha dado a la historia, que ha prevalecido en el sistema escolar y al reforzamiento que ha tenido la historia oficializada en diversos campos sociales como un signo de devoción a la nación. Aunque aún en la era de los “post” puede la historia anecdotaria, entretener a un público ávido de curiosidades, el discurso de la historia se encuentra aún permeado por el esquema de un nacionalismo anacrónico. Con el objeto de reflexionar sobre los lugares sociales dónde situar el discurso2 de la historia, vamos a intentar un ejercicio o más bien un recorrido por algunas calles de Ciudad Juárez, no por tratarse de esta ciudad en particular, que ya cuenta con una larga lista de calificativos peyorativos en su leyenda negra, sino porque no es la excepción el encontrar la historia oficializada en el espacio público y privado, como en la mayoría de las poblaciones de México.
El relato
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Bueno, debo aclarar que “historiar” no es un verbo, yo historio, tú historias, él historia, pero si lo entrecomillamos nos permitimos una licencia, que más allá de su definición gramatical, nos puede llevar a pensar en el sentido que le damos a diversas prácticas sociales. Muchas de estas prácticas las ejercemos sin darnos cuenta y en esto radica el peso del discurso
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Aquí defino la noción de discurso como el sentido de grupos de conceptos y de herramientas de análisis formados en la historia, en el juego de correlaciones que forma campos semánticos. Parafraseo a Michel Foucault, Arqueología del saber, Siglo XXI, México, 1985.
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Me refiero al significado que las personas comunes le dan en la vida cotidiana sin estar intelectualizado, como los autores señalan, y legitimados, aunque en algunas posturas de la racionalidad académica se califique de enajenación, falsa conciencia o sentido común, en el cual y del cual surgen los planteamientos más acabados como los que permiten constituirnos como personas ordinarias. Parafraseo a Bourdieu: son las condiciones sociales de producción de los discursos, que producen efectos retóricos en la generación de criterios legítimos. En la práctica, las representaciones mentales son actos de percepción y de apreciación, de conocimiento y reconocimiento.
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de la historia, que no se necesita leer un libro para hacer que el contenido de una frase, una posición o algún objeto, sea resignificado mediante una apropiación cultural en el mundo de lo cotidiano. Por ejemplo, pensemos en esa forma de comunicación que todos hacemos en todas partes del mundo, que es la de relatar los recuerdos. Es un discurso que se pone en juego dentro de unas coordenadas de tiempo y espacio, cuando nuestros abuelitos o los padres nos platican de las historias de la familia o de la comunidad filial, sobre cómo eran o cómo participaron en tal o cual evento, entre anécdota tras anécdota se va tejiendo una red de pertenencia, un “nosotros”. Se entrelazan tanto los que relatan como los que escuchan, porque en ambos se hace una selección y una representación de lo sucedido. Alguna fragancia, objetos que usaban los antepasados o en el presente, gestos corporales compartidos por una familia o una comunidad; son algunos actos que son percibidos o aprehendidos usualmente en el espacio ordinario regido por el sentido común, el sentido práctico (Berger & Luckmann, 2003: 34).3 Con el relato de las anécdotas se organiza una red verbal compartida, pero no van en línea recta hacia una especie de “conciencia”, se encuentran mediadas por códigos sociales (Bourdieu, 1985: 63-152)4 aprendidos y eso permite tener un criterio desde el cual se interpreta el “mundo”, es decir, la localidad desde la que se habla, una ubicación personal de vivencias compartidas, sin lo cual estaríamos perdidos. Las comunidades tradicionales organizan un ritual para el relato; uno de los mitos usuales que podemos situarlo en el modelo de la familia gerontocrática, es que sólo las personas mayores necesitan del
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recuerdo, se transmite en forma patriarcal para una colectividad con el objeto de que sea reproducido por generaciones. El relato creado en el ambiente familiar, de compadrazgo o asociación civil consentida, compromete un vínculo emocional en las redes sociales que distribuye entre los filiales. Pero no sólo los jerarcas asumen ese papel de transmisores, hay otros nexos que se incorporan a la familiaridad de lo conocido, como cuando se va un concierto y guardamos el boleto en un lugar especial dedicado a las memorias, que son los álbumes de fotografías, se quiere hacer perdurar un vínculo y para lograrlo le hacemos inclusive una hechura o una dedicación especial a la hoja,5 según el valor sentimental que le da a esos objetos o personas. Los álbumes se muestran como una forma de intimar con quien se tiene afecto, porque se comparte una parte de lo que han significado las vivencias y se hace una representación de lo que hemos querido ser. Estos objetos o recuerdos remiten más al placer de lo pasado que a la incertidumbre del futuro, en una temporalidad incierta por la fetichización que se hace de los objetos simbólicos que pueden irse heredando en un horizonte de tiempos largos. Los objetos no son cosas inertes es su significación, despliegan el espacio de su enunciación en la relación con el mundo simbólico, van circulando con su carga de valor (Foucault, 1988: 44). Eso, sólo para mencionar algunas experiencias que se encuentran dentro del ambiente más próximo de lo personal o familiar, donde se encuentra un sentido de identificación y cohesión. Todas estas prácticas cotidianas que las hacemos casi sin darnos cuenta, son un aprendizaje social de diversas formas de “historiar”, es decir, de poner en juego un discurso de la historia mediante hábitos del ambiente informal, que es donde usualmente se encuentran las redes de comunicación ordinaria.
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En la sociedad de la información los teléfonos móviles cumplen una parte de la función de recordar que tienen las fotos de la cartera, con frases o imágenes que se guardan en esos objetos pequeños de fácil manejo que se portan en el cuerpo. Del mundo de papel vamos pasando al de frecuencias y pantallas, sin embargo las tradiciones inclusive ancestrales permiten la incorporación de nuevos objetos de las telecomunicaciones a la vida cotidiana.
La calle La calle es uno de los espacios considerados como públicos, donde se da lugar la vida civil, lugar de encuentros en que se reproducen y resignifican los discursos desplegados en su visibilidad, otros actuando en un relativo ocultamiento por su invisibilidad no por ello menos significativos, en esa figura del “afuera” la calle implica un horizonte de expectativas distantes que parecen fluir como si no tuvieran un asiento fijo.6 “Lo social” o civil es el lugar de un espacio racionalizado ocupado 6
OJO Derrida hace una relación de la democracia republicana como modelo universable entre la filosofía con la cosa pública, con la publicidad, con la luz del día y la virtud esclarecida del espacio público, como un régimen de creencia de la doxa, que lleva la chora, la actitud circunspecta y suspensiva, en pensar la religión o hacerla aparecer en los “límites de la mera razón”. Una promesa de lugar.
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Mediante el relato, una forma narrativa hace posible el darle sentido a la existencia, aquellas experiencias que traducimos como lo ocurrido en sentido fáctico e imaginario, el suceso se resignifica de diversas formas. El lenguaje permite elaborar discursos de y desde las prácticas sociales, en una relación entre la narración y el conocimiento, es decir, conocemos porque tenemos forma de nombrarlo y darle sentido en el tiempo de la experiencia empírica, no tanto de la narrativa aunque los conceptos sirvan para hacer legible un suceso. Por lo que hay una doble facticidad, la de lo ocurrido como hecho y la del lenguaje como “el discurso (que) es el acontecimiento del lenguaje”. Los acontecimientos de la historia existen hasta que son narrados, el sentido de las cosas es producido mediante prácticas discursivas, sistemas de interpretación, necesidad de darle sentido a la existencia. (Palomar, 2001) Es la necesidad colectiva de simbolizarse a sí misma y producir sentido mediante la narrativa. “Las lenguas no hablan, las personas sí… el acontecimiento es que alguien habla (Ricoeur, 1999: 23-27). El relato teje una red narrativa discontinua, sin una lógica literaria o analítica de obra, sino expuesta a la contingencia del devenir y al azar de los acontecimientos.
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por cuerpos tangibles arquitectónicos y de servicios públicos o los de la materialidad del consumo, todo ese conjunto que compone un entorno “real” o lo que la vista puede ver y la experiencia hacernos figurar que “estar ahí” como prueba irrefutable de objetividad, suponemos. La edificación de la ciudad transcurre en un tiempo progresivo de lo que fue y lo que es, lo que está siendo, en un movimiento continuo de algo que está creciendo; los espacios como los terrenos baldíos tienen la intemporalidad del vacío, como si ahí no ocurriera nada. A diferencia del espacio cotidiano o cercano, donde las expectativas tienen la cercanía de las experiencias vividas, lugar de vínculos afectivos donde se desborda la imaginación de subjetividades resguardadas por las paredes de una casa.7 Como ejemplo del espacio racionalizado o métrico con relación a los sucesos históricos convertidos en objetos, está la nomenclatura de las calles o los nombres de las colonias, que nos hablan de personas o sucesos de la historia de México: 16 de Septiembre, Revolución Mexicana o Plutarco Elías Calles. Pero claro, de aquellos sucesos o personajes que son seleccionados como heroicos por los gobernantes y los historiadores de los gobernantes, en muchas ocasiones no son historiadores, se trata de administradores de lo público. Algo singular e intencional, es que en casi todas las ciudades del país, por no decir que todas, en México podemos transitar invariablemente por una avenida de la Raza, Benito Juárez, Abraham González, etcétera, que también circulan en nuestro imaginario como símbolos que dominan el discurso nacionalista. Se inventa una retórica del poder con el espacio correspondiente centrado en las calles principales para el comercio y oficinas de gobierno o la iglesia, esos tres apartados de la historia que han tenido lugares preferentes en el diseño espacial. Aquí, Ciudad Juárez, ya su nombre nos lleva a la imaginación de un pasaje de la historia consagrada desde la distancia como una figura de 7
Se trata de la noción de Descartes de un mundo de cuerpos en su esencia que sólo están ahí en su figura y movimiento, la res extensa, como un espacio que no parece estar en el sujeto. A diferencia de la res cogitans, como atributos de la mente, la imaginación, el sentimiento y la voluntad. Alma y cuerpo.
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lucha por la soberanía entre los países, a la vez por la defensa de particularidades o diferencias culturales. En la calle que empieza en la línea internacional con El Paso, Texas, en Estados Unidos, esa “frontera” que hemos internalizado como límite geopolítico pero que desde la localidad es una región territorial y cultural, se ha fabricado una escenografía de un mosaico folclórico como entrada a la nación mexicana. En el parque Chamizal, hay una pequeña pirámide de Chichén-Itzá en una ciudad carente de una historia de pirámides, se acompaña de esa apología de mexicanidad de la bandera grandilocuente como el discurso nacionalista, para recordarnos dónde y cómo estamos, por si tenemos duda. La misma calle conduce a un hotel con una fachada de grecas amarillas cuya enunciación pretende algo Colonial en la avenida Lincoln; o una hilera de banderas de la América continental y un letrero de “México” con letras de grecas aludiendo al mito fundacional de lo azteca con lo nacional. Más adelante, los bancos, restaurantes, centros nocturnos, oficinas de la Procuraduría General de la República junto a las de Telmex, otro hotel de cadena internacional. El ambiente abigarrado del entorno aniquila la intención nacionalista por el desenfado hacia la procuración de un paisaje urbano dirigido a los habitantes locales, dejado al vaivén de las políticas públicas en turno, es una indiferencia a la intención de una apropiación colectiva.
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Fotografía 1. Parque del Chamizal, reproducción de una pirámide de Chichén-Itzá y de arcos coloniales detrás.8
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En otro rumbo con menos intentos folclóricos, el boulevard Tomás Fernández topa abruptamente con un objeto monumental por su tamaño, un Arco del Triunfo que ha de evocar al francés, para referirse a una familia de la burguesía local; lo que más que hablar de historia nos habla del gusto kitsch (Hemingway, 199:10)9 de un sector social con la ambición de representarse con un estilo afrancesado. Por su parte, contraparte podríamos decir, las colonias llamadas periféricas, también tienen otros márgenes espaciales en sus enunciados de lucha social de masas oprimidas, como la colonia Obrera, México 68, Tierra y Libertad, Guadalajara Izquierda y la Derecha. En una proximidad física cuyo límite en muchas ocasiones es una barda, son los denominados fraccionamientos cerrados de clase media o alta, venden el paquete o kit de la familia feliz nuclear en un ambiente higiénico, aislado y ahistórico, propicio para que la familia tenga el ambiente para el ascenso social, con sus evocaciones en fuga de paraísos en el entorno semidesértico de Ciudad Juárez, como Cerrada de los Olivos, Jardines de Aragón, Hacienda del Nogal, Campestre, etcétera. En fin, hay un
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Todas las fotografías presentadas en este trabajo son de Jaime Bailleres. Una definición cercana al tema es la del autor: “Para mí kitsch es simplemente un producto de la humanidad. Es ridículo: “me hace reír”.
Fotografía 2. Calle Campos Elíseos con el Arco del Triunfo como glorieta.
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El entorno considerado como el espacio de complejidad de contingencias que permite regenerar las operaciones que requiere el sistema social para su funcionamiento. Giancarlo Corsi, Elena Esposito y Claudio Baraldi.
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entorno (Perez & Villalobos, 1995: 148-150)10 que recurre a objetos simbólicos para organizar el espacio público histórico que insiste en la nacionalidad popular o ahistórico para apartarse del bullicio de la inseguridad de la ciudad o del ruido de las voces inconformes que usan las calles como textos de muchas historias.
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Mito de la nación en juego Pero esos textos no se quedan como monumentos inamovibles en la pura representación, se ponen en movimiento al tomar partido o “creer” en favor de tal o cual facción, defender o desacreditar algún suceso histórico como si fuera propio. La noción de ser mexicanos hace mover al cuerpo, en gestos de devoción al sentir una emoción incontrolada frente a la mega bandera —de otra manera no se es un buen mexicano—, cantar o gritar los himnos de la nación o los de las localidades de identificación de origen como chihuahuense, veracruzano, etcétera, frente a los objetos sagrados (Bourdieu, 1985: 90).11 Otro gesto es la intolerancia hacia los foráneos o los extranjeros, para crear un régimen de normalidad y anormalidad, movilizada en actos que llegan a la agresión en desafortunadas ocasiones, en reacciones emocionales hacia lo diferente como una amenaza a un territorio imaginado como propio (Bartra, 2003: 70).12 Pero no son solamente las diferencias físicas o culturales el problema que se está generando o la noción del “otro”, sino la disyuntiva del capital que legitima a los grupos sociales representados mediante objetos fetichizados o por los códigos que se han normalizado de los campos sociales construidos a lo largo del tiempo. Así, puede parecer que se trata de la comida, la estatura física, la forma de hablar, de pensar o las costumbres, las que motivan las tensiones y los límites entre los grupos. En los tiempos “post” de liviandad efímera de las certezas, asirse a los viejos estereotipos no significa un regreso a esas creencias, es la puesta en escena de un mercadeo del mito nacionalista y con ello del mantenimiento de las hegemonías milenarias que se ponen
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Argumenta Bourdieu que el discurso regionalista es “performativo, pretende tanto imponer como legítimar una nueva definición de las fronteras y hacer conocer y reconocer la región así delimitada frente a la definición dominante y desconocida como tal —por tanto, reconocida y legítima—, que la ignora”. Es un discurso que se objetiva en la noción del límite. Ibid., p. 90. Se trata de una red imaginaria de poder que polariza su representación en una visión emocional maniqueísta de buenos y malos, normales y anormales.
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Parafraseo a Jacques Derrida, op.cit., pp. 32 y 101.
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en movimiento en el espacio de lo cotidiano frente a la pantalla o los objetos de telecomunicación, reproduciendo los viejos fetiches convertidos en mercancías. El asunto de la nacionalidad en la historia de México parece obedecer a una añeja operación, en que se junta la identidad como individuos, el relato melodramático de la epopeya de un territorio gloriososufrido entre buenos-malos, y el resultado es ser mexicanos; así parecen haber funcionado durante siglos las fórmulas de la oficialidad y de las instituciones dedicadas a la memoria. Es otra forma de aprender y actuar la historia, en este caso de forma más consciente aunque obligatoria, porque no vamos de manera tan voluntaria a los actos “cívicos” del ritual de la nación; pero es sentida o emocional porque además nos da esa sensación de seguridad, de permanencia y la pertenencia colectiva. Con el tiempo, hemos aprendido a transferir los espacios públicos con los privados, a convertir investiduras en autoridad, los mandatos en obligaciones, los cargos en poder, el ser con la fe, la justicia rebelión, una historia de devoción y poder que tiene sus visos desde el siglo XVI con política de exclusión e inclusión de Cortés en una sociedad jerarquizada y estamental, entre la república de indios y la república de españoles (Aguirre, 2003: 305).13 La doctrina cívica es una doctrina religiosa de culto, de actos performativos que comprometen e incitan al vínculo, al deber del ciudadano con la nación. Su horizonte de historicidad revelada o escatológica sitúa sus propios límites espaciales, el khôra, en monumentos, bandera, lo militar, edificios, el relato, la Constitución, los gestos de devoción, el sistema de vigilancia y control, la normatividad.14
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Fotografía 3. Honores a la bandera con la bandera y la trompeta de un militar.
Recordar lo vivido Los actos de recordar actúan bajo estrategias de lo cotidiano, su referente es más inmediato, está en lo vivido. ¿Hacer memoria de algo es historiar? (Nora, 1996)15 Se puede recordar lo que se hizo ayer, unos
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Pierre Nora distingue a las sociedades de tradición, interesadas en crear instituciones de transmisión de la memoria y de la creación de sus espacios como lugares de memoria, como los museos, monumentos, santuarios, etcétera. Señala que no hay memoria espontánea, por lo que estas instituciones vigilan la distribución de la memoria, sin las cuales la historia desaparecería.
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Este libro objetiva un acto de memoria, mediante la reflexión histórica de la noción de la intolerancia por especialistas. Hay un libro anterior de Weisel, con semejante finalidad de reflexionar sobre la memoria ¿Por qué recordar?, de la misma editorial, 1999, convoca a otros estudiosos del Foro Internacional Memoria e Historia, celebrado en La Sorbonne, el 26 de marzo de 1998.
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con más facilidad que otros, inclusive pueden recordar lo que hicieron la semana pasada, hace un año o cuando se era pequeño. La memoria acomoda aquellos eventos que más impresionaron en nuestras vidas de manera favorable o no. Por ejemplo, los que fueron participantes en las guerras en forma directa o indirecta, por un lado recordar tiene una función terapéutica de mitigar el dolor vivido al comunicarlo, pero nada puede restablecer las pérdidas o borrar lo sucedido; por otro lado, no se quisieran olvidar las atrocidades cometidas por los genocidios, hacerlos presente es también advertir al orden público sobre sus posibilidades y riesgos. Entonces, la memoria personal también puede entrar al campo de la conciencia compartida por una comunidad, para incorporar a sus recuerdos lo vivido por otros (Weisel, 2002).16 Puede convertirse en una ideología de lucha social para combatir contra la injusticia, se realizan actos para recordar lo sucedido, se organizan redes de comunicación o se forman instituciones para no olvidar. ¿Tendremos miedo de olvidar? No querer perder el trazo de lo vivido, le da certidumbre a la memoria, por su parte lo perdido provoca dolor de finitud, de muerte. Al ser expuestos los recuerdos a una colectividad y organizarse de acuerdo al sistema de una institución, adquiere un sentido adicional de acuerdo a la lógica del museo, de un periódico, de la guía turística, porque se incorporan a otros usos o prácticas más orientadas a justificar o legitimar algún grupo social, recurriendo al discurso de la historia. Cada institución o empresa tiene una forma de organizarse y llevar a cabo sus estrategias de acción. Cuando por ejemplo, un museo presenta un evento relacionado con la historia, se aprende más que nada de la selección de la historia que al grupo dirigente de esa institución le parece legítimo o rentable ofrecer en ese momento. Se incorpora otra representación al discurso de la historia, en este caso la de la esceno-
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grafía que requiere un museo, con su aislamiento pulcro del entorno en que un objeto se produjo y la vigilancia del comportamiento para establecer la distancia que requiere el reconocimiento de las obras perdurables, según el criterio de los museógrafos.17 Todo acto de recordar es un acto de selección, se recuerdan algunas cosas pero otras se censuran, se omiten o se olvidan. Muchas han quedado en la historia sin ser recordadas por nadie y cuántas se han repetido de manera obsesiva. Entonces, las instituciones también están en el juego de la memoria acompañada del olvido o la censura, porque discrimina entre lo que se quiere recordar y lo que se omite. Lo vivido no se trata sólo de lo que se experimenta en forma concreta en forma de sucesos, ni de lo que los ojos ven, sino de aquéllo que posibilita que algo sea inteligible y le dé sentido. En la memoria lo acontecido es por igual concreto como imaginado, tanto interpretado como sujeto a su materialidad. Cuántos sucesos no han sido experimentados por los individuos pero compartidos o mejor dicho seleccionados por los media por ejemplo; los sistemas de escolarización que normativiza las conductas en su selección de parajes, personajes o sucesos; también las escenas anacrónicas que los mitos religiosos les dan sustento a su gremio, sólo por citar algunos. Los hacemos propios aunque no se hayan vivido en forma directa. Se viven en la imaginación discursiva.
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Luis Gerardo Morales, “Ojos que no tocan: la nación inmaculada”, Fractal 31, www.fractal.com.mx/sumario31.html. El autor menciona que el museo es el escenario del pensamiento visual, supuso otorgarle al ojo con el cerebro una racionalización. En efecto, se incorpora a la museografía la práctica social de asociación de la mirada devota de las imágenes o los objetos idolátricos.
Graciela Manjarrez Cuéllar Fotografía 4. Centro nocturno La Esfinge.
La gran Historia, con “H” mayúscula, se fabrica en las instituciones sociales, bajo cánones establecidos para hacer perdurar el discurso de la nación. Su ejercicio ocupa espacios para llevar a cabo los actos de reverencia y oficializar no sólo el lenguaje y sus símbolos, sino sus gestos silenciosos que imponen modelos de conducta para homogeneizar el proyecto de nación con sus ciudadanos y el territorio incluidos, aunque sea usualmente sólo de un grupo gobernante (Roldan, 1996).18 Una de esas instituciones dedicadas a reproducir viejas prácticas que se han convertido en tradiciones, es la escuela. Construida la tipología de los mexicanos ideales, la narrativa de la historia crea la teleología que sublima la imaginación y los ejercicios escolares hacen operativo el discurso mediante sus técnicas normativas de control y vigilancia de las “buenas costumbres”. Por ejemplo, en la división espacial de la construcción de la escuela, cada quien debe ocupar su lugar, debe ha-
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cerse evidente en las relaciones de jerarquía social con la autoridad, en el orden que implica la ascesis corporal, con la división social del trabajo entre los géneros, en la imposición del orden con los castigos, los mecanismos de premio-castigo, la selección en el escalafón de ascenso académico, etcétera, impacta sobre la posición en la familia como buenos hijos y futuros buenos padres, buenos alumnos obedientes, trabajadores, con buenas calificaciones, por tanto buenos ciudadanos; y si es que internalizamos todo lo anterior, seremos forjadores de una buena nación en vías del ideal de una institución. Se ha tenido una persistente idea de que mediante la educación escolarizada, la nación se volverá tan civilizada como creadora del ejército laboral requerido por el mercado, para lo cual trabajan sus ideólogos. Por ejemplo, en últimas fechas, el gobierno federal ha propuesto como obsoleto el estudio de la historia antigua para agregar periodos recientes y dar una idea de progreso lineal hacia la coyuntura del cambio político partidista en el poder. En el sistema escolar la lógica de la producción económica de ganancia, ha generado discursos que desechan tanto las teorías sociales críticas como a periodos de la historia considerados “inútiles” ¿para qué o quién? El discurso de la historia es convertido en un objeto de manipulación ideológica, que en el espacio público se sirve de las reglas de mercadotecnia, especialista en las técnicas de impacto y persuasión de los media, abarca un gran público para convencer de una idea. Los partidos políticos, del color que sean, no son ajenos a esta técnica y se sirven de las virtudes de los próceres de la patria para ondear su ideología. Aunque parezca banal, es otra forma de aprender de historia. Sujeta a otra manipulación, aunque con un aura casi sagrada por su pretensión de objetividad científica, la historia aprendida en las universidades también tiene sus mitos y leyendas. Por un lado, en la construcción de la figura del héroe nacional con sus hazañas que recrea la historia mítica, tiende a exhibir una ambición: la de abarcar la totalidad de una nación ideal con una explicación magistral. Su impacto social ha sido tal que muchas veces proponer su revisión, es como una herejía para los consagrados. Por otro lado, en las investigaciones recientes se representa la figura del hombre ordinario en su quehacer
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cotidiano, cercana a su heroico hacer, reúne a ilustres puestos al “rescate” de los olvidados por la Historia con mayúscula para acercarse a la “h” minúscula; hace aparecer a los desaparecidos, con un análisis microscópico de lo singular. Ambas figuras parecen estar en el juego de la escolástica, de una vocación de hagiógrafos dedicados al servicio social actuando desde el monasterio de la academia, con el fin de “aplicar” a los más desfavorecidos los conocimientos ilustrados, mediante políticas públicas que serán administradas por los gobiernos para hacer justicia social. Sin duda, hay anacoretas, individuos sin partido, así como investigaciones que integran el sostén de una base de datos sólida con el refinamiento de buenos análisis. Cada historiador habla de la institución a la que pertenece, del grupo o epistemología a la que se adhiere en forma consciente o no, muestra el lugar social desde el cual se habla. Los centros de producción de estos saberes, aunque se cruzan en sus dimensiones de análisis, crean conocimientos especializados que defiende cada quien en sus parcelas, como la historia económica, la cultural, etcétera; también se separan por su posición epistemológica, los rudos del “dato duro” o los finos con sus análisis impecables. Los historiadores pueden ser políglotas, hablar otros lenguajes de antropólogos, periodistas, lingüistas, sociólogos o no tener una disciplina formal escolarizada; también están los cronistas, los relatores de las comunidades que reproducen en forma oral las tradiciones colectivas, los integrantes de las familias o colonias que les interesa legitimar su agrupación, mediante la identificación del “somos porque tenemos esta historia compartida”. Sin embargo algunos académicos no los consideran historiadores porque no trabajan con el rigor de una metodología científica las fuentes o documentos. Cuando se busca comprender y explicar un proceso social, de por sí complejo por sus diversas dimensiones relacionadas, no puede aislarse en su propia parcela. Los problemas que se plantean otras disciplinas, nos permite entrar al terreno de posibilidades no contempladas por el gremio de los historiadores. Aprendemos de las maneras de historiar de otras disciplinas. Se aprende de historia, pero sobre todo de esa manera de hacer historia.
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Conclusión Para terminar este escrito, haré referencia a la historia crítica, aquella escondida en los espacios cada vez más restringidos de la resistencia de las liviandades mediáticas con sus “post” antihistoricistas (Grüner, 2002: 103)19 o las exigencias del pragmatismo de la burocracia académica, al ubicar lo que se dice desde sus lugares sociales de producción. La cuestión que se pregunta aquí es ¿cómo es que se dice lo que se dice? Se revisan tanto los discursos como las formas de hacerlos, para comprender cómo se representan las sociedades en su diversidad cultural, donde tanto el tema como el discurso de la historia son puestos en análisis como objetos de estudio. Es un juego de espejos y de exorcismo, al perseguir los mitos de la historiografía tradicional y los creados socialmente. También es un ejercicio, es historiar poniendo distancia de lo que se hace y lo que se dice, mediante la revisión de su construcción, más que en los resultados. Como en los demás campos sociales, hay tensiones, representaciones y desviaciones, en ningún lugar hay una sola verdad para todos. Mi idea al escribir este texto es pensar en que la práctica de “historiar” es un aprendizaje social que incorporamos diariamente. No lo aprendemos solamente en las escuelas, lo practicamos a diario tanto en forma de memoria, de historia con minúscula o con mayúscula, en las calles, los anuncios de propagandas, hasta en nuestra forma de vestirnos. La historia sirve para más cosas que hacernos aburridas (Corea &
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“Curiosamente, el desinterés del pensamiento “post” —y, con frecuencia, de los estudios culturales— por esas historicidades diferenciales lo desliza —muy a pesar de sí mismo, sin duda— hacia una concepción cuasi metafísica y absolutizadora del lenguaje y la écriture, que sólo reconoce “diferencias” en el interior de un “texto” que parece haber colonizado por completo un mundo sin Historia” argumenta Eduardo Grüner. En efecto, la ausencia de politicidad de los discursos en su relación con realidades diversas, desaparece el mundo de los sujetos en el mundo de las letras.
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Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz, hacen una reflexión sobre el aburrimiento de las generaciones de jóvenes de las sociedades mediáticas. Su planteamiento nos puede llevar a reconsiderar el clásico aburrimiento de la materia de historia por su repetición temática y la práctica de la memorización de datos, por el asunto de la falta de sentido generalizado debido al agotamiento de recursos de las viejas instituciones encargadas de encuadrar la experiencia pedagógica, como el Estado, la familia y la escuela.
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Lewkowicz 2004) 20 las clases, como es el ejercicio de buscar explicaciones posibles a todo este complejo social, con dimensiones amplias siempre abiertas a lo variado en que la humanidad ha transcurrido. El conocimiento de la historia, nos advierte sobre la variedad de los diferentes presentes que se han dado en el tiempo, para comprendernos y explicarnos. Como contemporáneos, esta dimensión nos pone en una situación de búsqueda de respeto a la diversidad y aceptación de nuestra singularidad. Lo cual ya es bastante para vivir.
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Secci贸n Libros, entrevistas y otras narrativas
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Rese帽a de Lunenfeld, Peter. User: InfoTechnoDemo. Cambridge, Mass., The MIT Press, 2005. 2 Dr. Eduardo Barrera Herrera, profesor de la Universidad de Texas en El Paso y de la Universidad Aut贸noma de Ciudad Ju谩rez dentro del Departamento de Ciencias Sociales. Correo: eduardo@utep.edu 1
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el debate que sostuvo Jacques Derrida en uno de sus últimos textos con marxianos que habían criticado su Espectros de Marx (año), su más feroz contraataque fue el título del escrito “Marx & Sons” (año). Esos hijos putativos incluyeron, entre otros, a Toni Negri (año), Fredric Jameson (1991) y Terry Eagleton (2003). El título de “hijos” de Marshall McLuhan es, tal vez, tan erróneo y visceral como el aplicado por Derrida en la compilación de Sprinker (2002). Peter Lunenfeld (2005) es uno entre varios autores que, a mediados de la década, han sido llamados “el nuevo Marshall McLuhan”. Algunos de los autores que también han recibido el mismo calificativo son: Lev Manovich (2001), Henry Jenkins (2006) e Ian Bogost (2006). Estos “nuevos” McLuhans son en todo caso nietos, pues hubo una generación intermedia de autores bautizados como “nuevos” McLuhans que incluyeron desde el recién fallecido Jean Baudrillard (año) hasta Howard Rheingold (año), quien acuñó el término “comunidad virtual” en 1993. De las dos generaciones de émulos de McLuhan, indudablemente Lunenfeld es quien mayor esfuerzo ha hecho para merecer el controvertido título. Lunenfeld es profesor del Art Center College of Design, director del Institute for Technology and Aesthetics y fundador de Mediawork: The Southern California New Media Group. User: InfoTechnoDemo (2005) es el tercer libro de Lunenfeld y el primero en que sigue la fórmula de McLuhan de escribir aforismos apologéticos y entusiastas de las nuevas tecnologías de comunicación. McLuhan tenía una vasta producción de la que destilo The Medium is the Massage: An Inventory of Effects en 1967 y War and Peace in the Global Village al año siguiente. Ambos libros fueron gráficamente diseñados por Quentin Fiore. Siguiendo la misma fórmula, Lunenfeld se apoya en el diseño gráfico de Mieke Gerritzen para tener como resultado un libro visualmente atractivo, en donde las palabras son escasas y están subordinadas a la golosina visual, con la diferencia que el monocromatismo de McLuhan ha sido sustituido por colores en patrones que parecen tomados de la obra de Keith Haring o Niki de St. Phalle. User: InfoTechnoDemo consta de 15 capítulos y 172 páginas. Hay algunos capítulos para el olvido por su incoherencia como “Urine Na-
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tion” y “Teotwawki”. En la misma introducción, el subtítulo señala que el libro consiste en utilities y no manifiestos. Son utilities porque sirven como puente entre “el mundo del arte y las instituciones de diseño, entre el periodismo y el aula de seminario”. Lunenfeld confiesa no estar interesado en manifiestos. La tradición de manifiestos incluye los textos emancipadores decimonónicos de Bolívar y Marx, así como los artísticos que parten de los simbolistas de 1880, los cubistas de 1909 y, los más radicales de todos, los dadaístas de 1917 a 1921. En esta línea, Manuel Maples Arce publicó los “Manifiestos Estridentistas” (1921 y 1922) que terminaban con las famosas frases “Apagaremos el sol a sombrerazos… ¡VIVA EL MOLE DE GUAJOLOTE!”. Lunenfeld pinta su raya con manifiestos acerca de nuevas tecnologías de comunicación como los de Donna Haraway y su “Manifiesto Cyborg” (1985), Loyd Blankenship y el “Manifiesto Hacker” (1986), Gareth Branwyn y el “Manifiesto Cyberpunk” (1991) y Lawrence Lessig y el “Manifiesto de Cultura Libre” (2004). Lunenfeld se ubica como investigador “administrativo”, en oposición al investigador “crítico”, de acuerdo a la proverbial clasificación de Paul Lazarsfeld (año). Lunenfeld es el más influyente de los “nuevos McLuhans”, sobre todo si tomamos en cuenta que Ian Bogost (2006) no aporta nada más que rechazar tardíamente el estructuralismo porque las estructuras son fijas y estables. Bogost tiene una deficiente concepción de estructura e ignora el concepto básico de permutación producto de una lectura superficial y una capirotada teórica de Badiou (año), Zizek (1992) y Benjamin (año), además de dos de los nuevos McLuhans: Lev Manovich (2001) y Henry Jenkins (2006). La noción de permutación sería básica para entender el concepto de “operaciones de unidad”, con el que no hace más que dar otro nombre al concepto de “lógica de base de datos” que Lev Manovich había tomado, a su vez, de obras anteriores de Lunenfeld y contrapuesto a la “lógica narrativa”. Lunenfeld vuelve a hablar de esta lógica de base de datos en el capítulo “Master List”, contraponiéndola además a la lista jerárquica. Otra de las ideas principales de Manovich tomada de Lunenfeld y repetida en el presente texto es la de la estética techno-noir o retro-deco que caracteriza las visualizaciones del futuro a partir de Blade Runner (1982), de
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Ridley Scott. Esta estética es complementada por los íconos en miseen-abisme del Graphic User Interface (GUI), diseñado por Xerox en los setenta y popularizado por Apple en los ochenta. Estos dos textos crean el entorno visual del presente permanente al mantener la cultura visual atrapada entre el conformismo y la tecno-ansiedad. Lunenfeld pretende ignorar o, lo que es peor aún, ignora la Teoría del Presente Perpetuo de Fredric Jameson (1991), producto del triunfo estilístico del pastiche, que canibaliza aleatoriamente culturas pasadas a través de una nostalgia de imágenes vacías. Lunenfeld esteriliza este y otros conceptos de su carga política volviéndolos puramente estilísticos. Lo mismo sucede con su uso del concepto dromocracia, la monarquía de la velocidad que es aceptada acríticamente. Lunenfeld vuelve a ignorar la fuente original no solamente al no acreditar el origen de la idea, sino al pasar por alto la postura crítica de su creador, Paul Virilio (1986). De la concepción original de Virilio, Lunenfeld borra la dimensión clasista de la dromocracia, además de la inevitabilidad de accidentes y la imperiosa necesidad de frenarla. El autor ha ido dejando de lado las ocasionales citas de Marx, Hegel, Adorno, Barthes y Debord, como todavía lo hacía en su volumen anterior. El capítulo “Growing Up Pulp” revela lo que Terry Eagleton (2003) llama narcisismo académico. La franca y cínica fusión de la identidad del académico y del fan de tebeos y cine de futurismo tetosterónico es particularmente característico de Lunenfeld y, sobre todo, de otro de los nuevos McLuhans: Henry Jenkins, quien es el scholar-fan quintaesencial, pero tiene la excusa de haber sido el protegido de John Fiske, el culturólogo que es el blanco de los críticos (p.e. Kellner, 1989) cuando quieren señalar todo lo que está mal en los estudios culturales. Los académicos culturales son como Yambo, el amnésico personaje de Umberto Eco (2005), quien narra su reencuentro con los personajes de las historietas de la juventud: “No conseguía separarme de esas portadas y de esas viñetas. Era como estar en una fiesta y tener la impresión de reconocer a todo el mundo: las caras con que te encuentras te producen una sensación de déjá vu” (269). A diferencia de muchos culturólogos apologistas de la cultura popular, Yambo reconoce el sexismo, racismo y fascismo de los textos que le produjeron placer, y dice en los
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últimos párrafos: “No, no, por qué mala literatura me estoy dejando seducir, ya no soy un adolescente…” (484). Lunenfeld, Jenkins, Manovich y Bogost han tomado muy a pecho el presente permanente anclando su adolescencia perpetua. En el penúltimo capítulo, “Figura/Fondo”, el autor resume la postura de su padre putativo al señalar que permutó el medio y el mensaje siguiendo el principio de la psicología Gestalt. Lunenfeld celebra que la operación que permuta información y mundo crece exponencialmente. Los nuevos McLuhans heredaron su relación antinómica con los estructuralistas y parecen no darse cuenta que a su marco teórico subyace el planteamiento de la información como el código abstracto (léase estructura profunda), a la que se puede reducir el cuerpo y el mundo. Esta postura es más clara en N. Catherine Hayles (2005), colaboradora de Lunenfeld en su anterior volumen y a quien de manera machista nadie la menciona como la nueva McLuhan, a pesar de ser más original que los miembros masculinos de este colegio invisible. Es lamentable que Lunenfeld y el resto de sus “hermanos” no tengan la capacidad de aplicar la operación de permuta fondo/figura a la pareja síntoma/expresión. En sus textos sobre Baudrillard, Kellner (1989) sugería que era tiempo de revivir las críticas a McLuhan en los tiempos que surgían émulos del teórico canadiense. Ningún crítico de McLuhan fue tan agudo y contundente como Raymond Williams (1974), quien acuñó el término “determinismo tecnológico” para describir el marco teórico que antropomorfiza la tecnología y sitúa el análisis de efectos a un nivel terciario que está despolitizado al estudiar síntomas y no cuestionar las fuerzas de las que son meras expresiones. Esa operación es la misma realizada por sus contemporáneos, el estructuralista Althusser (1968) y el hermeneuta Ricoeur (1970). Althusser señala que Marx fundó una nueva ciencia al hacer una lectura sintomática de la formación social. Ricoeur lo agrupa con Freud y Nietzsche como los “grandes maestros de la sospecha”. El neolacaniano Zizek (1992) repite la afirmación al recordar que Lacan (año) apuntó que Marx inventó el síntoma. Lo más grave de la despolitización de Lunenfeld y los otros “hijos” de McLuhan, es la miopía que no les deja verse como síntomas de la
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subsunci贸n real del trabajo intelectual al capital en la 茅poca en la que la forma-mercanc铆a se ha espectacularizado.
Eduardo Barrera Herrera
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Bibliografía
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El Ju谩rez que yo recuerdo
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Dra. Leticia Calder贸n, profesora del Instituto Mora, M茅xico, D.F. Correo: lcalderon@mora.edu.mx
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A: Alfredo Limas Hernández El juarense más célebre que conozco
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propósito del bicentenario del natalicio de Benito Juárez me insistieron mucho para que escribiera una crónica, ensayo o comentario de dicho personaje más que célebre de la historia nacional. Me negué amablemente tantas veces como me lo solicitaron, pero la petición continuaba. ¿Qué podía decir de un personaje tan estudiado, tan analizado desde perspectivas tan diversas cuando apenas si he leído un par de trabajos más bien generales sobre el pastorcito que se convirtió en presidente? De Juárez sólo podía decir lo que se me venía a la mente de inmediato, que no era propiamente una reflexión profunda sobre el personaje en cuestión, sino más bien, pensaba en “el Juárez que yo recuerdo…”. Y me di cuenta que, de ése sí, de ése sí tengo mi versión, mi añoranza, un lugar en la memoria, y entonces no dudé en escribir lo que para mí representa Juárez, lo que me viene de inmediato a la mente al mencionar ese nombre. Ahí comenzó un salto por episodios inconexos —creía yo— de mi propia biografía. Todo empezó cuando decidí hacer mi tesis de licenciatura en la segunda mitad de la década de los años ochenta; entonces, no había más tema para mí, no podía haber otro tema que analizar el laboratorio político que representó en los años ochenta Ciudad Juárez, enclavada en la punta norte del estado de Chihuahua. Era esa frontera una fuente de atracción para especialistas de todo el mundo que veían en esa ciudad fronteriza la convergencia de los nuevos escenarios que perfilarían el México contemporáneo: el ascenso de las clases medias en la movilización política, la participación de las mujeres, los jóvenes en su inmensa mayoría sin ningún antecedente de activismo político. Lideraba ese movimiento social y político que expresaba estos cambios, el entonces poco atractivo, a nivel nacional, Partido Acción Nacional, y es más, ni siquiera se trataba del PAN en sí mismo, sino de lo que se definió entonces como neopanismo, que era una versión mucho más pragmática del otrora partido opositor
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por excelencia, mejor llamada “oposición leal” por Soledad Loaeza, catedrática conservadora a quien admiraba desde entonces. Era ese PAN, neoPAN, el que enarboló banderas que resultaron especialmente atractivas para la población norteña: no al centralismo y la valoración del voto como instrumento de legitimidad política. Estas demandas que hoy parecen lejanas, pero que hace relativamente poco —menos de veinte años—, en esa ciudad y en ese tiempo, se volvieron consignas que tomaron fuerza y se propagaron como pólvora por todo el país. Yo estaba fascinada por lo que ahí ocurría y lo seguía de manera detallada a través de crónicas, análisis políticos de gran profundidad que veían las señales del cambio, los estudios sociológicos que mostraban la realidad de sus personajes sociales alejados del estereotipo de otras entidades. Abundan de entonces cientos de trabajos que veían con cierta ambivalencia a las mujeres jóvenes de las maquiladoras, que resultaron ser sujetos con cierta independencia política por su lejanía con el poder centralizado de la CTM, lo que contradecía mucho del lugar común con que se había estudiado a la clase obrera por años. Por su parte, las clases medias aparecían como expresión de un nuevo liderazgo donde la pobreza no era la principal demanda y por el contrario, parecían romper con las viejas consignas de la izquierda tradicional que años antes se nutrió de numerosos estudiantes clasemedieros. Ésos eran signos del cambio que se gestaba para quien quisiera verlo “en vivo y a todo color”. En esos años de la segunda parte de la década de los ochenta, Ciudad Juárez acumulaba prestigio como ciudad próspera, combativa, con un estilo muy distinto al del centro político-histórico del país que por ese periodo sufría, irónicamente, su mayor crisis, tanto política como social, lo que se multiplicó con el momento más dolido, que aún “cala”: el terremoto de 1985, que más allá de la tragedia humana con las consecuencias en tantas esferas de la vida cotidiana de los capitalinos, representó la caída del centro en un sentido prácticamente literal. Esto se entiende en un contexto más amplio porque una de las principales rebeldías, a veces hasta excesiva de los fronterizos, fue esa consigna incansable contra el centro y todo lo que viniera de ahí, por lo que representaba, por el poder que ejercía, por su arbitrariedad, por su lejanía, y
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para ser honestos, hasta por su indiferencia. Todo eso alimentó y mantuvo por largo tiempo la bandera contra el centralismo que cobijó un movimiento social sin precedentes en la región. Junto con bandera nueva y de una fuerza inobjetable para la vida desde la frontera, un signo de gran renovación política se dio con la participación política de miembros de la sociedad civil que nunca antes se habían inmiscuido en movilizaciones de carácter cívico. Esto dio lugar a las novedosas formas de lo que entonces inauguró la “resistencia civil pacífica”, posteriormente reeditada en distintas formas y movimientos sociopolíticos. La de Juárez, poblada de moñitos negros en luto por la democracia, de los plantones cerrando el cruce internacional fronterizo en el puente del Pronaf, bien conocido por cualquier juarense, o las llamadas a no pagar los servicios públicos para minar la estabilidad económica de la autoridad, que se esgrimía impuesta por el poder del fraude. A estos actos que fueron “en creciendo” se sumaron episodios realmente dramáticos de huelgas de hambre de sus dirigentes empresariales, políticos y figuras públicas de la región que duraron más de 40 días, para demandar lo que hasta entonces era algo así como una osadía en un sistema fuertemente identificado con la transmisión de poderes por la vía del dedazo, la designación como privilegio de una cúpula. En esas condiciones, la bandera del voto, libre, transparente, elemental, era tanto como decir que había que dudar de la sensatez de quien elegía al sucesor del anterior y así hasta el infinito como solía hacerlo el priísmo local y nacional. En esos tiempos —y parece tan lejano— oí por primera vez eso que en el argot popular se señalaba como “urnas embarazadas”, llenas de antemano pues, o lo del “ratón loco” que no era sino la imagen divertida de las caravanas de votantes organizados para ir de urna en urna y votar repetidamente por el mismo partido que organizaba el festín —evidentemente el PRI—. Si eso ocurría a la vista de todos, demandar urnas transparentes, un padrón de electores confiable, era de primer orden para algunos y para otros, de plano, rayaba en la insolencia. Todo eso lo oí por primera vez allá en Juárez, no en mi espacio de vida en el centro del país donde pasaban otras cosas, o por lo menos a mí me pasaban otras cosas que coincidían más con el festejo que es la vida en esos años veinteañeros. El caso es que Ciudad Juárez era para mí, en ese entonces, ese espacio abierto,
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infinito, con un horizonte extendido hasta donde alcanzaran a ver mis ojos. Si eso lo combinamos con que yo le atribuía ser el germen por la democracia por el movimiento político de finales de los años ochenta, Juárez no era otra cosa sino ese espacio que había que relatar, constatar, atestiguar. Lo hicieron así muchos, expertos y novatos, iniciados y vacas sagradas, entonces ¿por qué no yo que conocía la región de haberla visitado desde siempre? Mi tesis de esos años se llamó Ciudad Juárez: del olvido histórico a la memoria cotidiana, y en realidad debo reconocer que acabó siendo más una apología de lo que me impresionaba entonces de esa ciudad fronteriza que un trabajo rigurosamente científico. Su lejanía, su desarticulación con el centro del país, su identidad tan propia, sus códigos que no tenían sino autorreferentes. Cuando pensaba en Juaritos, como le llaman muchos por puro cariño a la ciudad, además del heroísmo que entonces le atribuía a lo que ahí pasaba, me venía a la mente la imagen que aun ahora, en este instante, es la que poseo de esa ciudad fronteriza. Se trata de una vista panorámica del sol cayendo al atardecer por detrás de las montañas infinitas iluminando todo de un cielo pintado de rojo. Ese valle desértico que para mí es referencia de belleza porque crecí viéndolo, como crecí jugando a adivinar, durante las largas horas que no había más que hacer ante el calor sofocante y el desierto, siempre el desierto, las imágenes de las nubes perfectamente claras sobre un paisaje sin verdor. Desde entonces aprendí que el desierto es una belleza sin desperdicio, sin excesos, que al mirarlo al detalle te conmueve porque aprecias cada rasgo de vida y sólo así descubres que la vida es infinita. Total que de la apología pasé al desencuentro, y todo porque con el pasar de unos cuantos años la frontera cada vez me pareció más agresiva. Fue a inicios de los años noventa cuando empezó a desplegarse con toda su furia el muro fronterizo que ahora nos aqueja tanto, porque pretende extenderse por toda la zona que divide a México de Estados Unidos, pero en realidad fue entonces cuando el propósito de “salvaguardar la frontera” de parte de los norteamericanos empezó a ser ya parte de la vida cotidiana de los juarenses. El inicio del plan de los estadounidenses para hacer una frontera altamente
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tecnificada, a prueba de indocumentados, se inició ahí. Esta nueva etapa contradecía todas las historias con las que crecí escuchando a mi abuelito Benjamín que nos contaba de cuando él y sus hermanos tomaban camino por allá de los años treinta del siglo pasado, justo después de la Revolución Mexicana, y se iban al norte a caballo o a pie, y pasaban por lo que decían que era ya territorio de Estados Unidos como si nada, que se adentraban por esas tierras que no veían fin como ciudadanos del mundo, con la pura visa de sus ganas de ver, de andar en la aventura, de probar suerte. Todo eso se acabó para la región de Paso del Norte, que por una suerte de la fortuna un siglo antes había recibido por corto tiempo al exiliado más célebre de la historia nacional, Benito Juárez, y que de entonces la parte mexicana de esa frontera retomó el nombre del prócer —la parte que mejor conozco del personaje que me trajo a estos recuerdos—. Esa que fue una frontera bastante transitable sinceramente hasta bien finalizados los años ochenta del siglo XX, se fue volviendo dura, difícil, irreconocible incluso para quienes la conocían de siempre. Ante estos hechos, la ciudad que me parecía se empezaba a volver ya excesivamente dura no daba para otra cosa que marcar distancia, porque con las nuevas medidas de control, aparentemente no visibles, había en el aire una sensación de militarización, preludio de lo que hemos vivido con gran intensidad los años más recientes. A mí esa sensación y la incomprensión de lo que podía venir, de plano me alejó de Juárez por un tiempo. Pero en una especie de golpe de suerte, recuperé mi buena sintonía con la ciudad, pero esta vez de manera más amplia, pues dejé de verla como la parte mexicana versus el otro lado. Resulta que estuve haciendo entrevistas con mujeres mexicanas que viven en El Paso, Texas, y lo que ahí encontré en esos testimonios, en esas historias que cuentan una ruta, un destino, el momento de la decisión que las tenía frente a mí contándome su vida, fueron todos los sentimientos encontrados, desde los testimonios más aburridos que ningún investigador social se atreve a reconocer, hasta algunos de los recuerdos más célebres de mi vida. Mujeres maravillosas de una aparente simpleza, pero que en realidad cada una era una forma de explicar eso que sólo podía ser la vida en la frontera. De eso hice
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mi segunda tesis y me reencontré con el extenso territorio de Ciudad Juárez-El Paso (Paso del Norte dirían algunos), y por fin dejé las apologías para intentar explicar algo. Todo iba bien entre Juárez y yo, creía haber encontrado cosas novedosas, tenía explicaciones más causales indispensables para un análisis empírico, me había abierto a hipótesis más arriesgadas basadas en la teoría y lo que la región me aportaba. Estaba feliz y reconciliada con el desierto inmenso que nuevamente me sorprendía, hasta que, de repente, como si no hubiera habido un antecedente o por lo menos un anuncio, una señal que sugiriese que algo iba a cambiar, la imagen de esa ciudad aislada de todo adquirió una nueva cara. Por azares del destino andaba en Salzburgo, Austria, en un seminario donde la celebridad resulté ser yo por venir de un país exótico, lejano y donde más de uno esperaba que me comportara como diva, dada que su única imagen de México era María Félix, y ahí, en medio de un castillo a las afueras de la ciudad, resultó que además de “La Doña”, había dos cosas que mis internacionales y multiculturales compañeros de seminario habían oído de México recientemente. Evidentemente, el levantamiento zapatista en Chiapas que en su capacidad de mundializarse alcanzó la cúspide, y sobre “las muertas de Juárez”. Empezaron entonces las preguntas insistentes por saber más del asunto, por conocer las causas del escenario criminal, del ensañamiento con las jóvenes mujeres; en fin, querían que yo, digna representante de la patria azteca, explicara cómo una nación que se dice democrática permitía semejante situación. A mí de plano me corroía la vergüenza, la indignación, el dolor y sobre todo, la ignorancia de no poder dar una sola respuesta lógica ante la curiosidad científica de quienes no hablaban por morbo, sino comparando la violencia hacia las mujeres pobres de Juárez, mi pedacito de historia, con lo que pasaba en otras partes del mundo, en los trágicos casos de la India, de Pakistán, de China. ¿Cómo podía ser que se estuviera hablando de algo tan dramático y no pudiera transmitirles la belleza inmensa del desierto, o la sabiduría fronteriza frente a lo cotidiano, o el espíritu forjado en la lejanía? De nada sirvieron mis metáforas, mis imágenes discursivas para ampliar la imagen de la
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región dado que el asunto criminal de asesinatos en gran escala con tinte de género que en México apenas se empezaba a hacer público en esos años de mediados de los noventa, era conocido entre los ciudadanos informados de cualquier ciudad del planeta. Ciudad Juárez desde hace por lo menos una década se había vuelto marca registrada del concepto de feminicidio. El seminario acabó como suelen terminar esos eventos académicos: con mil nuevas preguntas y sendos contactos. Pero para mí se abrió una grieta ante un tema que conocía bien de oídas, por trabajos inéditos que había leído, por lo que me contaban mis conocidos y hasta por la misma relación familiar con la región, pero ni con toda esa información tuve una respuesta medianamente satisfactoria, y mucho menos reconfortante para mí, ni para quienes me preguntaban. Desde entonces, mi recuerdo antiguo de Juárez se empalma con eso que me conmueve, porque me lleva a pensar en muchos episodios de mi propia vida que se funden con la imagen que extiende el desierto hasta donde se topa con las montañas. Atrás está el sol y empieza otro territorio que desconozco. El Juárez que alcanzo a ver ahora se presenta tan distinto a lo que conocí, a lo que viví por años; lo desconozco y me duele y me aleja cada vez más de esa ciudad fronteriza, aunque siga pasando por ahí cada tanto y siempre añore volver. Me parece imposible creer lo que oigo, lo que leo, lo que constato en los informes de la Comisión de Derechos Humanos, en los libros que atestiguan minuciosamente el escenario del crimen colectivo que se verifica en la ciudad, que al mismo tiempo es para mí, lugar de reunión con algunas de las personas que más quiero en la vida. Literalmente para llorar. Una de las partes incomprensibles de lo que representa hoy Ciudad Juárez es tal vez una incógnita que cualquier politólogo adoraría estudiar y es la muestra que el electorado no siempre lleva en su voto la sensatez, y es que en este asunto de “las muertas de Juárez”, la alternancia tan añorada de la región finalmente triunfó en aquella frontera y el partido que entonces era oposición y se presentaba con una superioridad moral atribuida a la “gente bien”, que era un discurso de fácil impacto en el Juaritos de aquellos años ochenteros, dejó de tener justificación. Las muertas lo son con el PRI, con
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el PAN o con la disputa acalorada por el poder, con la rapiña, con la depredación total de las instituciones. Nada parece cambiar, ni siquiera con el cambio a nivel federal donde el sexenio de Vicente Fox pasó prácticamente en gris ante este tema, y hasta hoy, que yo sepa, nada ha cambiado con la nueva administración federal panista encabezada por Felipe Calderón. Gente valiente se sumó a la denuncia y a la acción, me consta y lo festejo, pero lo inexplicable es que el asunto persista pese a la cantidad de evidencias que han salido a la luz. Para efectos de esta remembranza, para explicar qué me evoca a mí Juárez, debo decir que hay un puente muy atormentado desde una imagen encapsulada en el tiempo de mi infancia y sobre todo, adolescencia, con esta adultez que no reconoce lo que vivió hace años y que tiene miedo de saber en qué se ha convertido una ciudad que, como muchos lo saben, está llena de gente buena, trabajadora, honesta, sencilla, cordial, amorosa. Pero lo trágico es que ahí se verifica la muerte de jóvenes, niñas, mujeres que se suman a los números escalofriantes de un sistema que, de plano, ante su ineptitud y complacencia, lo que muestra es su auténtica visión de las mujeres como seres que no merecen llegar a las últimas consecuencias de la investigación que lleva años. En Juárez hoy matan, y ése es el Juárez que no deja de conmoverme y de dolerme porque es la prueba más clara de la infinita impunidad que existe en México en su conjunto. A propósito de Juárez, el héroe patrio que motivó esta remembranza, sé que cada uno piensa inmediatamente en una imagen, en un recuerdo, en una enseñanza. No hay forma de no hacerlo, los mexicanos lo tenemos tatuado en nuestro código casi genético a través de la ruta de aprendizaje que la Secretaría de Educación Pública determinó desde hace más de medio siglo para todos los que hemos tenido el privilegio de cursar estudios en el país de la desigualdad. Lo sorprendente es que de la imagen del pastorcito que cuidaba ovejas al presidente indio de la Reforma y la resistencia frente a la usurpación extranjera, o los valores por encima de cualquier duda que se atribuyen a Benito Juárez, liberal, austero, ejemplar, cada uno son, en realidad, versiones del Juárez que le es significativo a cada quien. Para algunos evocará una calle o avenida llamada Juárez, la plaza
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cívica indispensable en cualquier entidad del país, o el compañero de la secundaria que se apellidaba así. Cuando pienso en Juárez, no se me ocurre otra cosa que la imagen del desierto, de la osadía de su gente, de su valor, junto con los huesos regados en el desierto de mujeres que, como yo, un día fueron jóvenes, pero que, por la cobardía asesina y la negligencia criminal, no podrán contar con un futuro para recrear su historia, su recuerdo, su propia imagen del desierto. A lo mejor a muchos no les gusta que los deje con la imagen más macabra de mi recuerdo y preferirían las partes donde la vida es una secuencia de sorpresas, pero desafortunadamente ése es el Juárez que recuerdo, el que se entrecruza con inmensidad y dolor, el que pide recuerdos de muchos, mucha justicia, tan sólo justicia.
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Examples: Conte, Amedeo G. “Regla constitutiva, condición, antinomia”. Nóesis, núm. 18, vol. 9, enero-junio de 1997, pp. 39-54. Krotz, Esteban. “Utopía, asombro y alteridad: consideraciones metateóricas acerca de la investigación antropológica”. Estudios sociológicos, núm. 14, vol. 5, mayoagosto de 1995, pp. 283-302. Taxes in electronic texts, bases of data and computer programs Responsible main (of the contribution). “Title” [support type]. In Responsible main (of the main document). Title. Edition. Publication place editor, publication date, date of upgrade or revision [it dates of consultation]**. Numeration and/or localization of the contribution inside the document source. Notes*. Disponibility and acces**. Normalized number.
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JOURNAL ENTRIES — Last names and name(s) of the authors. “Title of the article”. Name of the Journal, number, volume, date, page numbers.
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Example:
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Conte, Amedeo G. “Regla constitutiva, condición, antinomia”. Nóesis, núm. 18, vol. 9, enero-junio de 1997, pp. 39-54. Krotz, Esteban. “Utopía, asombro y alteridad: consideraciones metateóricas acerca de la investigación antropológica”. Estudios sociológicos, núm. 14, vol. 5, mayo-agosto de 1995, pp. 283-302. Contribuciones en textos electrónicos, bases de datos y programas informáticos Responsable principal (de la contribución). “Título” [tipo de soporte]. En Responsable principal (del documento principal). Título. Edición. Lugar de publicación editor, fecha de publicación, fecha de actualización o revisión [fecha de consulta]**. Numeración y/o localización de la contribución dentro del documento fuente. Notas*. Disponibilidad y acceso**. Número normalizado*.
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Ejemplo:
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Political and Religious Leaders Support Palestinian Sovereignity Over Jerusalem. In Eye on the Negotiations [en Internet]. Palestine Liberation Organization, Negotiations Affairs Department, 29 de agosto 2000 [ref. de 15 de agosto de 2002]. Disponible en Internet: <http://www.nad-plo.org/eye/pol-jerus.html>
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Esta obra se terminó de imprimir en noviembre de 2007 en los Talleres Gráficos Universitarios ubicados en edificio R, campus ICB, en Av. Hermanos Escobar y Av. Plutarco Elías Calles, Zona Pronaf, C.P. 32310 Ciudad Juárez, Chihuahua, México. Tiraje: 500 ejemplares