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Despojado por José Luis Pacheco Santillán

por José Luis Pacheco Santillán.

Despojado

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Juguetea, inocentemente, la mariposa por la quebrada pasea por el extraño bosque…

¿Sabrás que te irás lejos, alada colorida?

Dejas llagas y heridas en los cedrones y guindales, dejas el viento y el silencio que sacuden inconstante al eucalipto antiguo,

¿Caen sus hojas igualmente?

Te llevas fragancias y semillas como pequeñas cicatrices, mellé tu alma con ellas. ¿Terminé de alimentarte…? Eso ahora ya no importa.

Al despojado le queda, solo espera y deseo; su hija de cuando en cuando al verlo le acaricia, ahora es parte de lo que es, y lo que es le preocupa e intriga.

Dejo símbolos y palabras, imágenes que ahora existen, ¡son de quien las encuentre!,

¿Las cuidarás tú ahora?

Entre hoja y hoja

En el futuro, siempre toma su lugar cada elemento. Mi único temor, amor, es haber comenzado tarde.

Sin embargo, a los hechos, mi precaución le tiene sin cuidado, como tantas veces a mí, el destino.

Pero pude intuir que el guijarro no rueda solo, y que a ciertas cosas las mueve una palabra, una brisa, una caricia.

Quien musitó en las rocas, no imaginó el desastre que atribuyeron al azar. Cómo desdeñar al mundo, si la música brota allí, si por su leve curvatura, transitas tú, porque a pesar de todo te adoro tanto…

Tanto como a esos cuadernos, llenos de letras y formas que ahora no comprendo, como a las monedas antiguas y a las piedras sinuosas que aún conservo.

Porque son como las flores secas entre las hojas de un libro: tristes y hermosas.

Sueño absurdo

¡Quién imaginaría que un blanco serafín me visita! una curiosidad irrefrenable se agita en mis entrañas.

¡Cómo contemplarla si viniera! mi garganta inmanejable, ni un maullido musita.

¿Podrán ser las mismas, mis mañanas?

A la luz de la luna, luego la vi, acurrucándose oronda en los pastos de mi jardín. Aunque perplejo, mascullo un leve llamado, encaramado sobre el espejo.

Y te acercas, cuarzo centellante, con bellos ojos de marfil, simulando un espejismo calmo, que en mi novena vida veo al fin.

¿Me recordarás, viéndote agazapado mientras te divertías? o te olvidarás, cuando hayas despertado, como un sueño extraño que tuviste algún día.

Premonición

Abro los ojos,

ya casi impalpable, es aquel sueño.

Froto su cola, lamiendo su pelaje, está mi gata.

Cuando de pronto,

el jardín se enciende… Macabro fulgor.

Lóbrego cielo, espero resignado te resquebrajes.

Mientras inspiro, la vela se consume, bailan las sombras.

La tierra de mu

Asediada sin fin,

se resiste a la invasión. En la batalla y su fragor, sucumben guerreros turbios ante la codicia.

Sus corruptos ojos, olvidaron el honor. En sus cetros y espadas, centellea la malicia.

Reflejos de un resplandor en sus pupilas, ignoran la realidad malévola.

Camina como imbuido

de una nostalgia cibernética; seguro que va a morir, lo sabe su alazán

y el viejo Fafnir.

Gira en torno, como orbitando un planeta, observando a los cráteres, jugando con las piedras.

Poema de un moribundo

Sueño verde, verde y aún más verde… Tiernas esmeraldas colgantes.

Pálido verde agua… Dragones escamosos, milenarios líquenes.

Verde y amarillo…

Globito dentado bebe del río.

Verde lejano…

Cielo azul casi olvidado.

Verde oscuro y mojado…

Llora la grama su escarcha helada.

Verde antiguo y soleado…

La colina rocosa erosionada, tiene un manto dorado.

Verde gris difuso… Las colas de los zorros tienen el cuerpo oculto.

Verde tallo nimbado… Se elevan flores níveas hacia mundos craquelados.

Sombrea el valle una nube iridiscente. La retama solitaria, sobre la roja arcilla, oculta parte de una iglesia derruida. Inclinados, los eucaliptos, me escuchan; deshaciéndose, los queñuales, me enseñan.

Traigo algo tuyo, el sendero lleva algo mío. Hay una tumba, al lado del camino.

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