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LUIS ABILLEIRA

Su casa es su castillo. Ahí tiene su corte este Rey arrollador en simpatías y en aventuras.

Ciclista imperecedero, Rey de campañas en la Montaña, conquistador del repecho y del desnivel. Pero Abilleira no solo conquistó la Montaña, para él cerro o loma, conquistó su enorme vida, quizá su más escarpada ascensión.

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José Luis Abilleira

El Rey y La Montaña.

Por Antonio Terán y Pando

Antonio Terán y Pando teranpando@gmail.com

Fotos de Archivo

-“…después del deporte, tienes que buscarte la vida. Y ahí entra el ingenio, la audacia, el desparpajo que le quieras echar a la vida…”

-“…yo decidí tirar para adelante y buscarme la vida en una forma que no es pública, pero que me ha hecho vivir tremendas vivencias…”

Luis es enfático y sus inflexiones de voz arrastran a un terreno que conoce bien. Tiene la voz rugiente y la gestualidad pronta. tremendo Monarca de los horizontes y las brañas. -Quien eres tú? Le espeto retador.

-“…Ahora soy una persona, como siempre, muy reflexiva…creo que soy buena gente, eso dice todo el mundo…Amo a los niños, tengo una especial ternura por los niños…los niños de las caras sucias y las lágrimas saladas, me conmueven…”

El Rey parece flaquear, pero es un espejismo. Se mantiene con su voz rugosa en el roquedo conquistado.

-“…Queda el amor a esa tierra, a lo auténtico de las gentes de esa tierra. Son sufridores. Aún tienen que emigrar para triunfar…”

¿Qué de bueno ha obtenido, Luis, del deporte? Él nos lo explica en términos muy transcendentes:

-“…Me ha ayudado a adquirir un compromiso y una disciplina, Antonio, ya verás…lo primero que aprendí, muy jovencito, es que tenía que ser ciclista, por huevos, si o si, para sacar a mi familia de la pobreza…”

El Rey se yergue. Este recuerdo confeso es parte del acervo. Honra y fuerza, la de Abelleira.

-“…Esa disciplina me ha servido para realizar el trabajo que he desarrollado durante treinta y tantos años, para el cual se necesita una disciplina férrea y dos pares de ojos para mirar una cosa y mirar otra…”

Luis es un melómano entusiasta y un gran lector. El Rey se desenvuelve bien entre la partitura y la letra impresa, dos lenguajes. Dos códigos que necesitan empeño y…disciplina.

-“…Me dedico analizar al señor que está escribiendo y lo que ha escrito…”

Le gusta Pérez-Reverte y Don(Sic) Antonio Gala. Le pregunto si se engreía cuando subía al podio, si el ego es una infección común a artista y deportistas, si a veces se comete el pecado del “hybris” griego, tan castigado por los Olímpicos.

-“…No he caído nunca en esa tentación, porque necesitaba seguir creciendo…hasta hace poco, he necesitado seguir creciendo…aun teniéndolo todo, para mí la vida ha sido siempre un combate, una lucha…”

Luis anda dos horas diarias, sea en Yemen o en Pedrezuela, ha de salir y respirar. Pero es capaz de recluirse 20 días sin salir, cuando ha sido necesario. La nómina de gente que Luis ha conocido es enorme. Relacionado con varias esferas, ha podido juzgar con precisión quien es cada cual. Algunos personajes le han marcado:

-“…A nivel económico, sin ninguna duda, Juan Villar-Mir, por su naturalidad…a nivel político... (larga duda)…Que hayamos cruzado unas palabras…el que me sorprendió (y yo le sorprendí a él) John Fitzgerald Kennedy…”

El Rey tiene tres hijos y es feliz…y se lleva de maravilla consigo mismo. La soledad no le da miedo alguno.

-“…No se puede vivir con un mal recuerdo…Es importante vivir el momento…”

Hablamos de una caja pequeña donde mantener en espera los problemas grandes, y haciendo un sprint, que Luis tan bien conoce, este entrevistador lo coloca en la estética de las cosas, del arte.

-“…¡Pero si después de Miguel Ángel ya no existe nada…hay un escalón brutal! ¡Las manos de Miguel Ángel!...Yo que he visitado el Vaticano, en visita privada, cuando contemplé la Capilla Sixtina…Bueno, Teotocopuli, con esa defectuosa visión, me encanta.”

Cuando en un ejercicio de lesa majestad le obligo a escoger un contemporáneo me dice que Antonio López, aduciendo que no hay cámara fotográfica que capte lo que López capta. Como en todo Luis pone pasión y énfasis y fuerza.

-“…¿Que me hubiese gustado ser? Pues…que por un

don divino o que viniera de las estrellas, hacer que los seres humanos fuéramos diferentes. Tener el poder de hacer que fuéramos diferentes…”

Hay un destello de melancolía en ésta aseveración. Pero, rápidamente, el Rey vence a la Montaña. La pregunta subsiguiente era obvia: hay que escoger un personaje, Hemos de sacar a flote al “alter ego” de Abilleira. Y ahí está:

-“…Por lo sinvergüenza, por su descaro, por cómo se buscaba la vida, como se salvaba de la horca cuando mataba, en el Madrid de la época…teniendo en cuenta que era un gran espadachín, de la escuela de

Florencia… ¡Quevedo!”

Bueno, quien lo iba a decir. Decidiré en su momento quien es Jeckill y quien Hyde. Para Luis el mundo es pequeño. La inmediatez de los hechos reducen el tamaño del mundo, máxime en las áreas de la inte-

ligencia gubernamental, donde todo es “ipso facto”, por eso a Luis le da lo mismo viajar a cualquier sitio, pues hay gente pendiente de él, en cualquier lugar. Es todo cercano, inmediato y amueblado.

Su película preferida es “Pretty Woman”, porque no quiere dejar escapar el romanticismo, le encantan los sueños y los finales felices. Es decir el cuento de una Neo-Cenicienta. El final feliz. Que Luis identifica por diametralmente opuesto al “Homo homine lupus”.

-“…Para mi es importante la traición. Es la palaba y el hecho que es más importante para mí. La traición encierra muchas cosas. Traicionar es abandonar, es vender…es tan profunda…y tan destructivo para la persona que lo hace…y tú lo ves…es realmente demoledor.”

-¿Te han traicionado muchas veces, Luis?

-Lo han intentado.

-Y no lo han conseguido…

-No.

-“Para mí la familia es lo primero y además concurre

que no puedas vivir sin ella-si la tienes y la conoces-. Tengo pruebas de vida con mi familia…Es lo primero.”

Con mi rueda pegada a la suya, he ascendido al puerto de la vida de Luis Abilleira. La Montaña ha sido vencida de nuevo por el Rey, que no desprecia a su víctima derrotada, sino todo lo contrario. Hiperactivo, inteligente y, en cierto modo, dulce, con Luis se me ocurren muchas cosas que decir, pero voy a dejar a un Maestro que las diga por mí:

“Si logras que tus nervios y el corazón te asistan aun después de su fuga, de tu cuerpo en fatiga. Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz. (Rudyard Kipling)

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