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Ferias libres: desarrollo a escala humana para el resguardo intergeneracional
c o l u m n a s
ferias libres: desarrollo a escala humana para el resguardo intergeneracional
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Felipe Gutiérrez-Antinopai
Constructor Civil y MSc. Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, asociado al Núcleo de Investigación y Docencia en Ambiente y Sociedad (NIDAS) y Fundación Newenko. Ingeniero de sustentabilidad en FIC–2017 “Plataforma tecnológica de apoyo a la gestión de residuos y puntos limpios”.
Fabián Rodríguez Salvo
Ingeniero Ambiental y MSc. Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, asociado a ONG Defensoría Ambiental
y Co-fundador de Consultora SimCustom Ltda.
Las ferias libres y sus dinámicas asidas a tiempos pasados emergen hoy en día como espacios de vínculos comunitarios. Sus rasgos, describen lo que muchas veces se tilda como “desarrollado” pero no desde un sentido macromonetario, sino de un desarrollo a escala humana cuyas acciones resguardan lo intergeneracional por medio de acciones concretas.
ferias libres | desarrollo a escala humana | memoria intergeneracional. Definir espacios comúnmente calificados como expresiones de un “desarrollo” es algo que está afecto a matices. Mientras la escala espacial se aleja de la escala humana, la incertidumbre de calificar de “desarrollada” a una ciudad, por ejemplo, es algo que conlleva a ciertas paradojas o metamorfosis interminables siempre y cuando se considere el “desarrollo” como expresión integral entre progreso ético y material no sólo presencial, sino intergeneracional (de la definición de “sustentabilidad” en Daly y Cobb 1997). Indudablemente que la perspectiva clásica recae en considerar al “desarrollo” como un constante flujo de pequeñas modificaciones al sistema existente,
principalmente enfocados en lo económico, probablemente por su facilidad en la construcción de indicadores, pero no como un tangible, sino, sólo como una utopía a la cual se despega infatigablemente. Por el contrario, la consideración de desarrollo local o sustentable comunitario juega factores de tradición, de patrimonio, de cultura a una escala explícita. Por esta razón, autores como Mishan (1983), Schumacher (1983) y Max Neef, Elizalde y Hopenhayn (1998) han sido pioneros en que la escala para definir un desarrollo se supedita a un espacio de vínculos e interacciones humanas próximas, lejos de la macro-escala de planificación imperante. De este modo, aquellos barrios, mercados o espacios de generación de vínculos comunitarios, sería una expresión potencial de un desarrollo local o sustentable comunitario. Un ejemplo de ello son las ferias libres.
Desde el punto de vista de Salazar (2003:17), su irrupción de antaño contempló una forma de participación necesaria para la identidad ciudadana, donde “cada uno de los ciudadanos podían y debían participar deliberada y responsablemente en el diseño y la ejecución del proyecto histórico de su polis”. Junto con ello, estas ferias, también ofrecían “una relajada actividad social que sacaba a los aldeanos (y aldeanas) de sus ancestrales rutinas productivas, y que ellos mismos, a través de sus concejos y municipios, regían soberanamente” (Salazar, 2003:31).
Actualmente, las ferias tienen al menos 80 años de soberanía pública reconocida y legítima (Salazar, 2003), encarnando hoy en día una conglomeración inmediata que atrae actores no sólo a escala humana, sino, institucional trayendo un pedazo de lo rural a las urbes con los consiguientes beneficios de proximidad. Efectivamente, uno de los argumentos que ha sustentado la ayuda y/o el reconocimiento ha sido
flagrantemente el intercambio económico. Según el primer catastro de ferias libres a nivel nacional realizado por SERCOTEC (2016) existen 1.114 ferias en Chile, cuyas ventas alcanzan en promedio $254,8 millones mensuales por feria. Con una aritmética sencilla, estas cifras se traducen aproximadamente a US$4,5 mil millones anuales, a diferencias de la ASOF (Confederación Gremial Nacional de Organizaciones de Ferias Libres, 2017), que las sitúa en US$3 mil millones anuales repartidas entre 933 ferias a lo largo de Chile. En tanto, su composición laboral es casi la mitad por género logrando cerca de 300 mil puestos de trabajo (SERCOTEC, 2016). Todo esto, sin considerar el mercado informal que trasciende más allá de sus perímetros.
Lo sustancial de ello es que tanto la tradición y la economía de las ferias libres se encuentran en un contexto de proximidad a la población, fortaleciendo el desenvolvimiento de estos espacios. Primero, porque
«[...] la noción de sustentabilidad se despliega en espacios académicos y comerciales, y en menor medida a quienes aún están condicionados materialmente, donde paradójicamente surgen las ferias libres como nidos para un desarrollo a escala humana, como catalizadores de patrimonio e imaginarios inmateriales, generando
los flujos frecuentes de personas que pueden acceder a ellas configuran un escenario permanente. Segundo, por los usos de movilización: si hay proximidad, hay accesibilidad mediante un potencial uso de transporte no motorizados o bien, de transporte público.
Uno de los estudios que ratifica esta afirmación fue el realizado por el Laboratorio Ciudad y Territorio de la Universidad Diego Portales, indicando que en el Gran Santiago el 59% de los hogares tiene una feria al menos a 600 metros, lo cual permite llegar en diez minutos caminando (Mora en Torres, 2016). Es más, esta proximidad parece resaltar espacios de un solvento económico condicionado, que a diferencias de los más pudientes, tienen más posibilidades de acceder “sustentablemente” a las ferias libres. En palabras del investigador “No significa que las comunas más ricas no compren en las ferias libres, sino que no tienen una feria próxima y que es probable que cuando vayan a una lo hagan en auto” (Mora en Torres, 2016).
Sin embargo, las ferias libres parecen no estar contempladas en un proyecto país. Según Max Neef et al. (1998:15) existen “espacios de sociabilidad concretos” que han estado sujetos a una fuerza generada desde un lente “macro” de las políticas públicas, a un proyecto único de verticalidad. De otra forma, las ciudades al estar expuestas a una excesiva concentración de la imagen o del fin en sí mismo (Sabatini y Soler, 1994) [1], supone que en Chile los proyectos instaurados no han sido capaces de reflejar la diversidad de comunidades que comparte la sociedad civil. Así, las ferias libres quedan desatendidas, y no a un proyecto colectivo que las impulse a lo largo de Chile (Mora en Torres, 2016).
Lamentablemente, este ambiente ha ido olvidando oficios y centros de proximidad y convergencia social como las ferias libres que al día de hoy se miran
como algo nostálgico y lejano, relegadas sólo a una memoria colectiva. Por su parte, la noción de sustentabilidad se despliega en espacios académicos y comerciales, y en menor medida a quienes aún están condicionados materialmente, donde paradójicamente surgen las ferias libres como nidos para un desarrollo a escala humana, como catalizadores de patrimonio e imaginarios inmateriales, generando “memorias concretas” para el resguardo de las próximas generaciones.
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referencias bibliográficas
ASOF. (2017). Cifras ferias. Recuperado el 24 de febrero de 2017, de http://asof.cl/cifras-ferias/ Daly, H., & Cobb, J. (1997). Para el bien común (Primera reimpresión español ed.). Distrito Federal, México: Fondo de Cultura Económica. Max Neef, M., Elizalde, A., & Hopenhayn, M. (1998). Desarrollo a Escala Humana (Segunda ed.). Montevideo, Uruguay:
Editorial Nordan-Comunidad. Mishan, E. J. (1983). Los Costes del Desarrollo Económico (Español ed.). (F. M. Rubió, Trad.) Capital Federal,
Argentina: Orbis. Sabatini, F., & Soler, F. (1994). Paradoja en la Planificación
Urbana en Chile. EURE, XXI(62), 61-73. Salazar, G. (2003). Ferias Libres: espacio residual de soberanía. Santiago, Chile: Ediciones Sur. Schumacher, E. F. (1983). Lo pequeño es hermoso (Español ed.). (Ó. Margenet, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Orbis. SERCOTEC. (2016). Primer catastro nacional de ferias libres.
Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. Recuperado el 24 de febrero de 2017, de http://4w.sercotec.cl/
Portals/0/Documentos/catastro%20ferias%20libres_ baja.pdf Torres, A. (18 de mayo de 2016). La mayoría de los hogares en Santiago tienen una feria libre a 600 metros o menos. El Mercurio – Vida, Ciencia y Tecnología, pág. 13. Recuperado el 28 de febrero de 2017, de http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail. aspx?dt=18-05-2016%200:00:00&NewsID=404912&d tB=28-02-2017%200:00:00&BodyID=1&PaginaId=13