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Los Antifa

TEMA DE PORTADA

POR JAVIER ANSORENA

Uno de los episodios más controvertidos –y dolorosos, para muchos en EE.UU.– de la presidencia de Donald Trump ocurrió en agosto de 2017 en Charlottesville (Virginia). El multimillonario neoyorquino apenas llevaba unos meses en el cargo y reaccionó a los disturbios violentos en aquella ciudad, donde una joven murió cuando un hombre embistió a la multitud de manifestantes congregados contra un acto de la extrema derecha, con presencia de neonazis, supremacistas blancos, miembros del Ku Klux Klan y milicias ultraderechistas. El conductor se identificó como un supremacista blanco. Trump incendió a la opinión pública al asegurar que había “muy buena gente en los dos bandos”, para no atacar a los grupos de extrema derecha. Entre quienes se manifestaron contra los neonazis había elementos del llamado movimiento “antifa”, que ahora ocupa buena parte de la atención alrededor de los disturbios violentos tras la muerte George Floyd, el hombre negro que murió a manos de la policía en Mineápolis. Trump, varios altos cargos de su administración y muchos comentaristas de sus medios afines han cargado la responsabilidad de la violencia de la última semana en ellos. Durante el fin de semana, el presidente aseguró que los denominaría como “organización terrorista”. Los grupos “antifa” –activistas radicales antifascistas– vienen de lejos, pero su existencia como un

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movimiento conocido en EE.UU. es relativamente reciente. Su origen está en los grupos que se formaron contra los fascistas italianos en la década de 1920 y 1930 y empezaron a aparecer en Estados Unidos en la década de 1980, como grupúsculos juveniles que se enfrentaban a activistas neonazis. Los “antifa” empezaron a captar más atención en EE.UU. con el ascenso de Trump al poder y la mayor actividad de grupos supremacistas blancos que la acompañó. Fueron responsables de disturbios graves en la jura del cargo de Trump, en enero de 2017 y sus actividades contra la extrema derecha empezaron a dejarse notar más. Pero saber quiénes son, cuántos son y cómo es su organización es una misión complicada. Son grupos disgregados, sin jerarquía, montados en pequeñas células que operan en distintas ciudades y campus universitarios. No tienen líderes claros y su ideología no está bien definida, más allá de la oposición a los grupos neonazis y de extrema derecha, todo teñido con un ideario anarquista y antisistema. Sus actividades se centran en boicotear y atacar actos, conferencias o manifestaciones de los grupos a los que se oponen, publicar la información personal de sus líderes y agitar las redes sociales con sus ataques. Su estética particular –ropa negra por completo, botas militares, pañuelos o pasamontañas en la cara– les distingue en los actos en los que participan.

Las autoridades ya habían detectado planes de grupos anarquistas para agitar en las calles, antes de la muerte de Floyd.

Las protestas en las grandes ciudades de EE.UU. contra los abusos policiales les han dado una oportunidad para provocar caos. Según John Miller, vicecomisionado del Departamento de Policía de Nueva York para antiterrorismo e inteligencia, las autoridades habían detectado planes de grupos anarquistas para agitar las calles de la ciudad incluso antes de que las protestas por la muerte de Floyd comenzasen. “Se prepararon para provocar daños a la propiedad e instruyeron a la gente que les sigue para que se haga de forma selectiva y solo en zonas de alto poder adquisitivo o en tiendas exclusivas”, aseguró en una conferencia telefónica con periodistas, donde también aseguró que planearon rutas para la distribución de gasolina para probar incendios y el envío de ojeados para encontrar zonas con menos presencia policial. Trump, su fiscal general y su asesor de seguridad nacional se apresuraron a culpar a los “antifa” de la violencia de estos días. Su anuncio de calificación como “organización terrorista” no tendrá mucho recorrido porque no hay una lista como tal para grupos dentro de Estados Unidos. Pero, políticamente, sirve a los intereses del Presidente. Es imposible determinar qué parte de la violencia vivida estos días se debe a los “antifa”. Es evidente –como se ha visto en Minneapolis, Nueva York o Washington– que se han infiltrado en las protestas y que han azuzado su parte violenta. Pero en los disturbios violentos y en los saqueos también han participado miembros de las comunidades de la minoría negra indignada con el último caso de abusos policiales, o sectores marginales que se sienten despreciados por la sociedad y aprovechan para romper y robar. Algunos –como el gobernador de Minnesota, Tim Walz– han apuntado que hay sectores de extrema derecha que han contribuido a la violencia –haciéndose pasar por “antifa”– para disparar la tensión racial. Lo cierto es que todos ellos han estado a diario en las calles de Estados Unidos.

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