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La pandemia de la corrupción
from POLÍTICA 662
EL PAÍS
“Podrás decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te nos unas. Y el mundo vivirá como uno solo”.
POR MANUEL BORBÓN
- John Lennon.
La corrupción se ha convertido en un virus silencioso que ataca a prácticamente el mundo entero. Este grave padecimiento puede afectar a organizaciones públicas y privadas, lo que en consecuencia perjudica a millones de ciudadanos. Según diversas organizaciones internacionales dedicadas al tema, la corrupción es: “El abuso de un poder delegado para el beneficio propio” (Transparency International, 2016). Y como todos sabemos, para que exista la corrupción tiene que haber dos partes involucradas que proliferen el esparcimiento de este mal. Mucho se ha hablado ya de esta problemática, y casi todos hemos escuchado a políticos, empresarios y liderazgos de toda índole decir y repetir frases vacías en contra de la famosa corrupción. Pocos son los que se atreven a señalar dicho mal, pero, sobre todo, muy pocos son los valientes que se deciden a decirle “no” a la seductora tentación de la corrupción, con la firme convicción de estar haciendo lo correcto. En México, la corrupción ha hecho mella en toda una generación que ha crecido viendo este problema como algo normal, con lo que se tiene que vivir, nos guste o no. Para muestra, el INEGI acaba de dar a conocer desalentadoras cifras sobre el tema, las cuales significan para muchos, una señal para bajar la guardia y dejarse vencer por la corrupción, mientras que para otros, dichos datos se han convertido en una verdadera vocación de vida con la esperanza y perseverancia de acabar con este gran problema. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad de Impacto Gubernamental, publicada por el INEGI, uno de cada seis habitantes que realizó trámites gubernamentales en México, experimentó actos de corrupción durante 2019, acumulando la exorbitante cifra de 12,770 millones de pesos, lo que en promedio significa que cada persona pagó 3,822 pesos, mismos que se fueron por el caño de la corrupción. Como podemos observar, la corrupción avanza a pasos agigantados en México, corriendo el riesgo de arraigarse como una forma de cultura generalizada que poco a poco termine por acabar con el progreso y bienestar que tanto anhelan y necesitan miles de mexicanos. La buena noticia en todo este entramado de malas noticias es que existe una vacuna infalible para este gran mal, el antídoto se llama Integridad, misma que significa entereza y pulcritud en el actuar de cada persona y está sustentada en un cúmulo de valores que guían de una manera clara y concisa los pasos de los ciudadanos en su sociedad. En este punto, muchos pueden llegar a pensar que la calidad de ser una persona íntegra, no se las van a recibir como medio de pago en el supermercado, pero, al mismo tiempo yo les invito a pensar que, la carencia de integridad sí hará que el día de hoy, muchísimas personas se queden con hambre. El poder de cambiar esta situación que prevalece actualmente en México está en nuestras manos, la única forma de transformar esa realidad es con mucho valor, poner todos de nuestra parte para construir una sociedad más unida, más respetuosa y como resultado un país integro. borbonmanuel@gmail.com
Política / EL PAÍS / 21
EL PAÍS
EL PEQUEÑO PRIISTA
POR JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ PRATS
Coincidimos (en algo tenemos que hacerlo) en lo muchas veces dicho: los cambios económicos se hacen en unos cuantos años, los políticos requieren más tiempo; los culturales son de larga maduración, se necesitan varias generaciones, exigen actitudes, conductas, valores, convicciones arraigadas, prácticas cotidianas. A eso se refería Carlos Castillo Peraza cuando hablaba del “pequeño priista” que todos llevamos dentro. Efectivamente, el sistema político producto de la Revolución Mexicana tenía una forma de hacer política. Sí, lo malo nunca acaba de morir, pero no todo lo de aquel periodo (que dio estabilidad y desarrollo económico) fue malo ni todo lo que estamos viviendo con enorme desasosiego ha sido heredado. Hubo en aquella tan vilipendiada etapa algunas formas que dieron resultado y hoy hemos olvidado. Destaco algunas. La designación de personajes acreditados profesionalmente, hábiles negociadores y con gran prestigio como secretarios de Hacienda, con amplias atribuciones para manejar la política económica. De hecho, era una tradición que viene de la Colonia. Lázaro Cárdenas, sin una relación personal previa, al rompimiento con el entonces jefe máximo Plutarco Elías Calles, designó en el cargo a Eduardo Suárez. Démosle la palabra: “El haber podido sortear la gran depresión económica que amenazó al país a raíz de la expropiación petrolera; haber contribuido, allegando los recursos necesarios, para la importante obra constructiva realizada por el gobierno con la colaboración de la iniciativa privada durante los dos periodos en los que tuve la honra de servir; haber logrado implantar sobre bases sólidas el crédito exterior mediante arreglos favorables llevados a cabo con nuestros acreedores extranjeros…” Ahí está plasmado lo hecho por décadas. No me alcanza el espacio para relatar lo aportado en cada sexenio. Me remito a dos anécdotas. Adolfo López Mateos, ante las posibles inversiones, solía responder, “Eso no me lo autoriza el secretario de Hacienda” (Antonio Ortiz
22 / EL PAÍS / Política Mena). Saque sus conclusiones. Vicente Fox respetó ese método al designar a Francisco Gil Díaz, lo cual no fue del agrado de muchos panistas. A pesar de alguna actitud un tanto soberbia del destacado economista, permaneció los seis años en el cargo para dar certidumbre y confianza. El presidente López Obrador siguió esta tradición al designar a Carlos Urzúa, pero no lo respetó en sus funciones. Cometió el mismo grave error de Luis Echeverría con la renuncia de Hugo B. Margáin. Hoy, es patético el desempeño de Arturo Herrera, quien con su rostro afligido lo dice todo. Al viejo PRI se le hacen muchos señalamientos, menos la falta de manejo político. No hay duda de que el contraste con lo que acontece es abismal. La reciente declaración presidencial de guerra eligiendo su trinchera es la mayor torpeza política en nuestros 200 años de vida independiente. Por último, haría alusión a la comunicación. En la época priista (no la de Peña Nieto) se manejaba un discurso político hoy ausente. Nadie sabe qué es exactamente la 4T. Ya lo hemos dicho, lo malo, no es malo por viejo ni lo nuevo es bueno por nuevo. El sistema al que me refiero fue notoriamente realista, tal vez en exceso y el actual mandatario se ha desenchufado de la realidad. Es cierto, todos llevamos dentro un pequeño priista y no nos adaptamos a una democracia que por desgracia está fracasando. No vemos hoy un renacimiento de algo caduco, sino un nuevo capítulo de la novela latinoamericana que inicia con el “Tirano Banderas”, de Valle-Inclán y “El señor presidente”, de Miguel Ángel Asturias y continúa con otros muchos en el intento inacabado de retratar el alma del hombre obsesionado con el poder. Termino con una frase de Castillo Peraza: “La violencia es el fracaso de la política y la política sólo fracasa si fracasa la palabra”.
Salvador Echeagaray
OPINIÓN
YA ESTAMOS EN OTRA FASE DE LA PANDEMIA
MIRADOR
Pues ya de nuevo, aplicando el “reset social”. Casi tres meses de confinamiento, bueno, para muchos; otros, por necesidad, o por necedad, nunca se encerraron en sus casas. La mayoría sí lo hicimos, supongo. Por eso en Jalisco no fue tan alarmante el número de contagios. Ahora, que ya nuestras autoridades civiles nos dicen que podemos salir, claro, con mucho cuidado, otros, como las autoridades sanitarias -no oficiales-, advierten de aumentos de contagio. ¿A quién creerles? ¡No se ponen de acuerdo! Y el pueblo feliz, al garete. Lo bueno es que sigue feliz, si no, ya esto fuera un caos, anarquía, violencia. Lo que sí, es que debemos ser suma
24 / OPINIÓN / Política mente cuidadosos, ya que andamos fuera de casa. Así que, además de los consejos espirituales del “Decálogo presidencial”, hagamos, esto: 1. Lavarnos constantemente las manos. 2. No tocarnos la cara. 3. Usar mascarilla y/o cubre bocas y nariz. 4. Usar gel antibacterial. 5. Pisar tapete sanitizante. 6. Quitarse la ropa al entrar a casa y lavarla. 7. Mantener una distancia entre personas de metro y medio. 8. Evitar aglomeraciones. 9. Alimentarse bien, hacer ejercicio moderado. 10. Al tener síntomas buscar un médico, no ir a un hospital al menos que sea urgente. Evitar automedicarse. Estas, se puede decir, son las medidas que todos sabemos funcionan y debemos llevar a cabo. Desgraciadamente no todos hacen caso. Por ejemplo, traen cubre bocas, pero, de “porta papada”. O de plano no traen (aquí, cerca de donde escribimos esto, por la vía del tren en la colonia Vidriera, todos hacen vida normal sin cubre bocas). ¿Así cómo? Eventualmente nos iremos infectando, pero, entre más podamos aplazarlo, mejor. Ahorita los hospitales están saturados y son foco de más infecciones. Así que, si nos cuidamos, cuidamos a los demás. ---0--- Esposa: -Y ¿de qué escribiste hoy? Esposo: -De que la gente no hace caso y usa el cubre bocas de sostén de papada! Esposa: -¡Pues, úsalo así, ya pareces guajolote! ¡PLOP!