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El discurso de las emociones

EL PAÍS

POR RAYMUNDO RIVA PALACIO

EL FINANCIERO / Junio fue el peor mes del joven sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Todos sus atributos cayeron, y pese a mantenerse en niveles cómodos para gobernar, revela el desgaste que ha tenido en su gestión y la creciente tendencia hacia la desaprobación mayoritaria. Ese puerto no está cerca, pero cada vez está menos lejos. Sin embargo, las luces amarillas no existen en Palacio Nacional, como lo demostró en su mensaje de 45 minutos para celebrar la victoria electoral hace dos años, y que utilizó, como desde el primer momento de su empoderamiento, para apuntalar su narrativa de pureza contra los malos del pasado. López Obrador cambió el tono belicoso, pero no dejó de ser López Obrador. Habló con la misma arquitectura que siempre ha tenido, que busca estimular las emociones básicas de la gente y explotar los sentimientos que todavía tienen con el régimen al que derrotó, y está empeñado en aniquilar desde sus cimientos. Las emociones básicas de los mexicanos las tiene bien diagnosticadas, el rencor y el enojo, los temores y la tristeza. Sus palabras siguen funcionando para millones a los que toca en su estado emocional subyacente, y que le permite mantener el amplio apoyo pese a las tormentas que muchas veces lo ahogan. El discurso de la victoria fue, como desde aquel que pronunció la noche del 1 de julio de hace dos años en el Zócalo, para un México que partió en dos desde un principio, el pueblo y las élites, como las define en el maniqueísmo que sigue sonando en su caja política-electoral. A nadie debe sorprender que la estructura de su mensaje fuera la misma de siempre, que los énfasis hubieran sido repetidos hasta el cansancio, y que el manejo de sofismas, verdades a medias acomodadas caprichosamente a su retórica, sean parte

22 / EL PAÍS / Política de la fórmula que le funcionó para ganar, y que le sigue rindiendo frutos. No le durará todo el sexenio, pero por lo que se vio, intentará que el combustible le alcance para las elecciones intermedias del próximo año. El Presidente le habló al México que vibra ante sus palabras, sin importar qué tanta realidad carguen. Fueron las mismas imágenes, las mismas analogías, la misma dialéctica lópezobradorista. Los señalamientos de corrupción, de privilegios demolidos, tan ciertos muchos como falsos otros, forman parte de su pensamiento mecánico y lineal, que envuelve en sus mismas referencias históricas, en las citas textuales a las que le gusta recurrir, en sus trampas estadísticas, en sus mentiras conceptuales sobre política económica, seguridad, salud o una corrupción cuyo combate administra con la máxima juarista de “a los amigos justicia y gracia; a los enemigos la ley a secas”. Pero López Obrador tiene claro el termómetro de la gente. Sabe que todavía hay una masa de personas que respaldan su gestión, más por él como persona, que por su eficiencia en el ejercicio de gobernar. Por eso no se cansa de apelar a las emociones básicas, aprovechando que su palabra penetra. La mejor demostración de ello la aportó la encuesta que publicó el miércoles El Financiero, donde su aprobación está en el 56%, que aunque es una caída de cuatro puntos en un mes, 12 puntos con respecto a abril, y es la calificación más baja desde que inició su sexenio, sin embargo, sigue siendo tres puntos superior (un millón y medio de personas), al porcentaje con el que arrolló en la elección presidencial. Sin embargo, con la información demoscópica que tiene, el discurso de este miércoles es el que mejor se

acomodaba a sus intereses. Dijo lo mismo de siempre, pero de otra manera. No se peleó con nadie en particular, como goza hacerlo, ni fustigó a alguien en particular o laceró. En cambio, la única variable de su mensaje acostumbrado, aunque también con una idea ya usada, se llamó el presidente “más insultado” en la historia. No hay datos que lo corroboren, pero quienes hoy se quejan de ello, ayer lo hacían con sevicia al gobernante en turno. El mensaje de López Obrador, sin bien cultiva a sus clientelas y a una parte de aquellos que votaron por él y no se han ido, funcionará políticamente, pero el otro México con el cual litiga cotidianamente, no le cree. La nueva encuesta entre inversionistas de Credit Suisse, muestra el escepticismo que hay sobre López Obrador y su gobierno. El 98% de los inversionistas mexicanos y extranjeros considera que la situación económica está muy mal, ahuyentando a los capitales. El 40% duda en invertir en México por la volátil situación económica global, y el 31% por la inestabilidad de las políticas económicas. El tercer rubro que desalienta la inversión, con 21%, es la inestabilidad política, la segunda variable que colocan con mayor frecuencia cuando se pregunta sobre las dudas para inyectar recursos en el México de López Obrador. Sólo las tasas de interés, que siguen siendo muy competitivas, mantienen a flote lo que, de no haberlas tenido, la profundidad de la crisis sería mayor. Con ese México, menor al que se mueve por las emociones básicas, lucha siempre López Obrador, con afirmaciones al aire y sin ataduras, como asegurar que pese a todos los pronósticos, ya comenzó la recuperación económica. “A pesar de los pesares”, remató, los resultados han sido buenos. Ojalá tuviera razón, pero objetivamente no la tiene. Su fe será inagotable, hasta que la realidad termine de derrotarlo. Pero no será un mejor momento para nadie, o para quien apuesta a su colapso. Comenzará lo peor. Su narrativa de resentimiento se agudizará y la bipolaridad de las dos sociedades que sistemáticamente confronta, será su locomotora para la victoria en 2021. Si no lo logra, su proyecto estará en riesgo. Lo sabe y está apostando su capital político para que eso no suceda.

El presidente López Obrador celebró el segundo aniversario de su victoria electoral del 2018.

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CULTURA

RELOJ DE LA HISTORIA

LOS TEMIBLES MONGOLES

POR CÉSAR CERVERA

ABC Madrid / “¡La mayor felicidad en la vida humana es vencer a los enemigos y perseguirlos! ¡Cabalgar sus caballos y quitarles todo lo que poseen! ¡Hacer que vean, bañados en lágrimas, los rostros de los seres que les fueron queridos y estrechar los brazos a sus mujeres e hijas!”, afirmó en cierta ocasión Genghis Khan, el “hijo del cielo”, el caudillo mongol que declaró la guerra a las ciudades, lugares habitadas, según él, por seres humanos débiles y mediocres. A pesar de la obsesión por ver en el choque entre Occidente y Oriente el gran motor de la historia, la realidad es que otras fuerzas centrífugas llevan los mismos siglos colisionando con misma y hasta superior intensidad. El norte contra el sur y, sobre todo, la periferia contra el centro. En definitiva, el mundo nómada contra las ciudades. En la mejor tradición de las hordas de jinetes venidas del centro de Asia, Genghis Khan protagonizó en el siglo XII una gran incursión contra China, el mundo árabe y Europa oriental, que hizo temblar el planeta y dejó en segundo plano eventos que, como las cruzadas, se estudian hoy al detalle.

MÁS INTELIGENCIA QUE BRUTALIDAD Los jinetes que el “hijo del cielo” condujo a la batalla eran completamente distintos a los habitantes de las ciudades. Nunca se hartaban de la guerra o anhelaban asentarse en un lugar fijo. Si bien lo normal era que estas tribus se desangraran en guerras locales, Genghis Khan logró unificar a los pueblos mongoles y canalizar su furia para conquistar el mundo conocido. Su ejército llegó a estar formado por más de medio millón de hombres y contaba con un cuerpo de oficiales, con amplia experiencia, extraído casi en exclusiva de los mongoles-koko.

24 / CULTURA / Política “Ya que el cielo me ha destinado a reinar sobre todos los pueblos, ordeno que del tuman (una unidad social y militar compuesta por unos 10,000 hombres), de las divisiones de mil hombres y de las centurias, se elijan cien mil hombres para mi guardia personal. Esos hombres, que siempre estarán cerca de mí, tienen que ser altos, fuertes y hábiles, y deberán ser hijos de jefes, dignatarios o guerreros libres”, dispuso Gengis Kan como método para formar una guardia de élite y, a la vez, asegurarse la fidelidad de los distintos caudillos, temerosos de que si no obedecían sus hijos podían sufrir las consecuencias. El Khan creó así una nobleza fiel a su persona y una infinita cantera de oficiales y funcionarios para su enorme imperio. Al contrario de la idea extendida, los mongoles no avanzaban sin ton ni son, sino planeando al detalle cada campaña e investigando previamente las características de su enemigo. Su red de informantes y sus mensajeros, “las flechas”, a los que estaba terminantemente prohibido retrasar, marcaban la diferencia en sus guerras. Mientras sus enemigos, al menos en los primeros cincuenta años de su rápida expansión, apenas sabían algo concreto de las hordas mongolas, los generales mongoles conocían las debilidades y puntos fuertes de sus presas, sus enemigos y sus aliados, sus desavenencias internas… Eso explica, en parte, cómo pudieron destruir sin apenas dificultad reinos que, como Hungría, habían soportado todo tipo de incursiones sin romperse nunca.

LA GUERRA EN LA EDAD MEDIA Los mongoles aplicaban a conciencia una estrategia de terror. Atacaban distintas partes del país enemigo y buscaban sacar provecho a la debilidad de la mayoría de estados medievales. Los mongoles, acostumbrados a moverse a gran velocidad por estepas eternas, podían

Gengis Kan, el temible conquistador mongol de la Edad Media.

atacar sin descanso, desde puntos muy distantes y pareciendo que eran más de los que eran en verdad. Un comerciante que logró huir de Buchara, ciudad musulmana arrasada en 1219, relató el horror que arrastraba la horda con una sencillez heladora: “Vinieron, incendiaron, asesinaron, saquearon y se fueron”. De ciudades que contaban con más de un millón de personas no quedó “perro ni gato con vida”, pues únicamente artistas, artesanos y mujeres jóvenes se salvaban de la muerte a cambio de una vida de esclavitud. Los mongoles acostumbraban asolar por completo las ciudades enemigas, transformarlas en desiertos ricas provincias y no dudaban para ello en matar a todo ser viviente que no les fuera de utilidad. El gran número de caballos que acompañaba a cada jinete, entre tres y cuatro, hacía que tuvieran siempre refresco a tiempo y, a nivel visual, les hacía aparentar más efectivos de los que realmente eran. El hecho de que ellos y sus caballos, de una raza de pequeño tamaño, eran de naturaleza enjuta pero fibrosa hacía que pudieran sobrevivir largos periodos comiendo pocas provisiones. La leche de sus propias yeguas les permitía alimentarse en el curso de los combates y, en situaciones de necesidad extrema, los mongoles podían beber la sangre de sus caballos sin que éstos murieran. El guerrero mongol estaba demasiado acostumbrado a la vida nómada como para percibir las privaciones de la guerra. El arma principal de los mongoles era, sin duda, el arco compuesto, superior en efectividad a los arcos occidentales de la época. Cada guerrero llevaba consigo dos arcos, uno para distancias largas y otro para distancias cortas, y varias decenas de flechas con distintos tipos de punta. Su pericia disparando a galope, valiéndose de los estribos que las tribus nómadas manejaban con maestría, les permitía que ni siquiera montados perdieran efectividad sus arcos. Como arma secundaria, usaban una lanza de 3.5 metros y solían ir armados también con sables, hachas de mano y mazas, aunque evitaban en lo posible el combate cuerpo a cuerpo. A unas habilidades innatas en el manejo del arco a caballo, Gengis Khan añadió entre sus filas una disciplina que acostumbró a estos guerreros a realizar maniobras cerradas y a buscar siempre los flancos enemigos hasta introducirse como una cuña en el centro. Las emboscadas, las huidas fingidas y todo tipo de maniobras de engaño desesperaban a los ejércitos más convencionales, cuya infantería y caballería pesada no estaban preparadas para aquel grado de velocidad. El “hijo del cielo” recorrió en cuatro años más de veinte mil kilómetros y se enfrentó prácticamente en todas sus batallas a tropas que le superaban en número.

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UN IMPERIO MILITARIZADO La pericia como jinetes en campo abierto no le iba a la zaga de la capacidad destructiva de los mongoles en los asedios, donde contaban con máquinas de guerra procedentes de China, Persia y el mundo árabe. Precisamente de sus tropiezos contra la China de la dinastía Song aprendieron la importancia de dominar todos los aspectos del combate. Entre las primeras lecciones que recibían los oficiales mongoles estaba el uso de escaleras de asalto y de sacos de arena, así como la confección y empleo de gigantescos escudos para acercarse a las fortalezas. Cada tribu estaba encargada de fabricar el material de asedio, que era guardado en arsenales especiales bajo protección y sólo era distribuido cuando empezaba la campaña. El imperio de Gengis Kan, que inició una edad de oro a nivel cultural para China y abrió el comercio en Asia de punta a punta, se cimentó en importantes reformas y mezcló la brutalidad militar de las tribus nómadas con la cultura milenaria de los territorios conquista

El Imperio mongol abarcó casi dos. Como narra Michael Prawdin en su clásico libro “Gengis Kan y sus sucesores: Apogeo y decadencia del Imperio mongol”, el “hijo del cielo” organizó a nivel legal, a través de la Yassa, una sociedad tribal totalmente militarizada y regida por un estricto código de conducta, donde el robo de ganado se pagaba con la muerte y la guerra lo dictaba todo. Los mismos que conducían a los guerreros en campaña se encargaban de dirigir e impartir luego justicia en su tribu. Cualquier hombre desde los 15 a los 60 años estaba obligado a servir en la lucha, mientras las mujeres gozaron de derechos inéditos en el resto de Asia para gestionar el patrimonio familiar y contribuir, a su modo, a las futuras campañas. La esposa debía cuidar de que las botas, las calzas y el material de guerra estuviera listo para que su marido pudiera cabalgar en cualquier momento. Asegurar las provisiones en invierno era algo fundamental. Con leche de vaca, que hervida y guardada en bolsas de piel de cordero nunca enranciaba, fabricaban grandes cantidades de manteca y de otros productos re

sistentes al paso de las estaciones. toda Asia y una parte de Europa.

Gengis Kan (1162-1227) fue un guerrero y conquistador mongol que unificó a las tribus nómadas de esta etnia del norte de Asia, fundando el primer Imperio mongol, considerado el segundo más grande de la historia en términos de expansión territorial. Bajo su liderazgo como Gran Kan, los mongoles comenzaron una oleada de conquistas que extendió su dominio a un vasto territorio, desde Europa Oriental hasta el océano

26 / CULTURA / Política Pacífico, y desde Siberia hasta Mesopotamia, la India e Indochina. En la primera fase de esta expansión, las hordas mongolas conquistaron importantes reinos de Asia. Debido a una caída del caballo, Gengis Kan sufrió graves heridas que lo llevaron a la muerte en agosto de 1227. Tenía 65 años. Se desconoce actualmente el paradero de su tumba.

ZONA METROPOLITANA

ZAPOPAN, MÁXIMA CALIFICACIÓN EN TRANSPARENCIA

Como resultado de la verificación 2019 realizada por el Instituto de Transparencia, Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Jalisco (ITEI), Zapopan recibió una calificación de 100 puntos por transparencia en información financiera, patrimonial y administrativa del municipio, a través de su portal de internet.

Esta evaluación contempló la existencia de información pública, vigente, accesible y completa en el portal de internet del municipio sobre contratación de obra pública, gastos en comunicación social, declaraciones patrimoniales de servidores públicos (3de3) y contratos de prestación de servicios o por honorarios de asesorías externas. esta verificación a 10 municipios más de interior del estado en el Sistema de Portales de Obligaciones de Transparencia (SIPOT) de la Plataforma Nacional de Transparencia, así como el portal de internet de tres organismos más (Colegio de Jalisco, Cruz Roja Delegación Jalisco y Colegio de Notarios). Durante la administración encabezada por el alcalde Pablo Lemus desde 2015, Zapopan suma 15 distinciones nacionales y estatales por sus resultados en transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas por instancias como IMCO, ITEI y CIMTRA, entre otras evaluadoras.

“Este reconocimiento o esta calificación es solamente un, digamos, un impulso más para seguir trabajando en la materia. Somos sujetos a transparencia de manera permanente, por lo cual esto debe de motivarnos e impulsarnos a continuar con los niveles de excelencia en materia de transparencia, gobierno abierto, protección de datos personales, rendición de cuentas; seguir ese camino”, afirmó Marco Antonio Cervera Delgadillo, contralor ciudadano del municipio.

El ITEI evaluó el portal de internet de 27 municipios de Jalisco, incluyendo Zapopan, Guadalajara, San Pedro Tlaquepaque, Tlajomulco de Zúñiga y Tonalá. A su vez, también extendió

El portal informativo de Zapopan fue evaluado por el ITEI con calificación máxima.

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