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Autoritarismo gubernamental
constituyen el todo nacional, y el respeto entre ellas, su convivencia pacifca dentro de la ley, es base frme del desarrollo, del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso social.”
La ruta de salida del autoritarismo gubernamental, instaurado desde el modelo de partido único (PNRPRM-PRI), puede marcar su inicio con la represión a los movimientos estudiantiles de fnales de los años sesenta y la percepción social del agotamiento del sistema político.
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Uno de los ideólogos de mayor infuencia en la formulación de las políticas electorales, Jesús Reyes Heroles había advertido, con claridad, la solución ideal al conficto social en un discurso pronunciado en Chilpancingo, Gro., el 1 de abril de 1977:
“La unidad democrática supone que la mayoría prescinda de medios encaminados a constreñir a las minorías e impedirles que puedan convertirse en mayorías; pero también supone el acatamiento de las minorías a la voluntad mayoritaria y su renuncia a medios violentos, trastocadores del derecho.”
“Quiere esto decir que el gobierno de México sabrá introducir reformas políticas que faciliten la unidad democrática del pueblo, abarcando la pluralidad de ideas e intereses que lo confguran. Mayorías y minorías
Consecuentemente, la implementación de los diputados de partido (1963); la llamada apertura democrática de los años setentas; la representación proporcional (1977); la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990 (con la Reforma Constitucional de 2014 que constituye al Instituto Nacional Electoral (INE); el inicio de las “concertacesiones” (1991); las reformas constitucionales que culminan en el año 2000 que, coincidentemente favorecen a Fox, son encaminadas a entregar la presidencia de la República a un partido de oposición (PAN); la continuidad de las políticas neoliberales de Salinas y Zedillo (sexenios de 2000-2012) a cargo de Fox y Calderón; el regreso del PRI a la presidencia de la república en 2012 (período de Peña Nieto) en un intento de recuperar el rumbo del gobierno, son marcas históricas del itinerario político del país hacia una potencial alternancia política.
Así las cosas, López Obrador con su victoria en las elecciones federales de 2018 cambia sustancialmente la política gubernamental. Ahora, con el uso de las facultades presidenciales, el lopezobradorismo implementa políticas gubernamentales de corte social y con un sostenido empuje político hacia la llamada “IV Transformación Nacional” defne el escenario electoral hacia 2024 que polariza las minorías elitistas con las mayorías empobrecidas en la disputa por el voto ciudadano. Una característica especial de la próxima elección presidencial se reconoce por la ausencia de infuencia política de las élites económicas en el gobierno lopezobradorista, misma que se introduce a los partidos políticos opositores.
De aquí avanzamos a los cuestionamientos sobre la sustentación política de los procesos de alternancia política y transición democrática, con el supuesto de que no es posible reconocer una alternancia política cuando las formas de gobierno y las políticas públicas se mantienen. Igualmente, desde la perspectiva de supuestas alternancias presidenciales a partir del 2000, tampoco se puede afrmar que México es un país más democrático o que avanza consistentemente en la transición democrática.
Además, de acuerdo con algunos politólogos no resulta pertinente, para el caso mexicano, proponer un modelo teórico para identifcar las características de nuestra evolución política, considerada la confguración, ideología y mentalidad del electorado mexicano.
Algunos trabajos de investigación registraron que a partir de 1988 se empezó a hablar de la transición a la democracia y que se consolidó en el año 2000 con la victoria electoral de Vicente Fox introduciendo la alternancia en el poder presidencial en el siglo XXI (Bolívar, 2003).
Mario Ojeda, en un texto publicado en 2004 por el Colegio de Sonora, señaló que el 2 de julio del 2000, al obtener el triunfo en las elecciones presidenciales el Partido Acción Nacional “…se dio, después de 70 años, la alternancia política.”
Otras indagaciones académicas (De la Garza, A., 2013), descubren desacuerdos sobre si efectivamente había ocurrido en México una transición o solamente una alternancia de partido en el poder: “Para gran parte de la sociedad mexicana, la perdida de la presidencia de la república por parte del PRI en el año 2000, representó la culminación de un largo proceso de transición democrática y el inicio de lo que debería ser un profundo proceso de consolidación. Pero, en palabras de Lawson (2007), para otra parte de la sociedad, principalmente para la izquierda mexicana, la alternancia en el poder entre el PRI y el PAN constituye solamente un cambio cosmético del sistema político.”
Rescatando el signifcado histórico de la trascendente elección de 1988 que puso en las urnas el futuro del país, entre un proyecto nacional de izquierda encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y la tendencia neoliberal prevaleciente el gobierno federal que impulsó a Carlos Salinas de Gortari. Los resultados son conocidos y sus consecuencias han sido ampliamente investigadas. Para muchos analistas y académicos con intereses políticos la fase terminal del priísmo concluyó con el gobierno zedillista entregando el poder a la élite coligada en el Partido Acción Nacional.
Con estos antecedentes, no resultan verosímiles las afrmaciones sobre la alternancia política y de una transición hacia la democracia en nuestro país hasta antes del 2018. Con el contundente triunfo de López Obrador y su Partido Morena, se registró con todos sus efectos, la real alternancia política por los cambios operados en el modo de gobernar; considerando el abandono de políticas neoliberales; cambios de actores políticos; reformas constitucionales y nuevas políticas de apoyo social. En suma, con estos argumentos se puede distinguir como alternancia política.
En lo relativo a la transición política y coincidiendo con Rosendo Bolívar (2013) sobre la signifcación de una transición a la democracia que “… implica un nuevo pacto fundacional, es decir, nuevas leyes, nueva constitución, nuevas instituciones, nuevas formas de hacer política y nuevos actores políticos.”
Regresando a la visión política de Reyes Heroles en el sentido de lo que realmente podría confgurar una transición a la democracia es la unidad democrática nacional con una propuesta emergente de la sociedad que tenga como objetivo la solución de los problemas actuales del país, resultando imprescindible el reconocimiento de la realidad actual de las condiciones económicas y culturales en un marco incluyente de libertades y derechos. Esto es, una visión de consensos para encontrar soluciones conjuntas y solidarias.
Así, para que la unidad democrática pueda ser posible es necesario que las minorías económicas que disponen de mayores capacidades y recursos reconozcan la complejidad y en cierto modo, la imposibilidad de imponer un gobierno estable en un ambiente de paz y concordia a través del voto popular sin la voluntad de las grandes mayorías sociales. La actual inestabilidad política del Perú lo explica.
La transición a la democracia y su fase superior denominada como la consolidación democrática son procesos que deberán examinarse con mayor profundidad en ruta a la elección presidencial de 2024 y a sus resultados electorales.