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Más Allá Del Bien y Fumar

En El Fondo

¿Qué huele peor que el humo de un cigarro?

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Los basureros, los políticos, sus políticas y adeptos. Les voy a confesar que no fumo, odio la sensación que me provoca el tabaco, me da asco su sabor, no disfruto de su humo (como nadie) y, tampoco me conviene económicamente. Aparte de no tener ningún beneficio para la salud, ¿por qué se defendería su consumo? Es muy sencillo enlistar razones para repudiarlo, una victoria sencilla, comprendo el disgusto. Pero voy a defender al diablo porque es necesario considerar los matices que hay en las medidas instauradas para su represión y las consecuencias subrepticias que traerán a personas.

Si la lógica girara en torno a la pernicia de cada sustancia, habría que replantearnos los obscenos niveles de azúcar permitidos todavía en el país

Su prohibición en espacios públicos ahora puede ser penada con una detención y una multa por decenas de miles de pesos; una medida excesiva para controlar un tema que no había sido regulado rigurosamente. Incluso en conciertos al aire libre, campo de práctica para que la policía haga sus simulacros de control de masas, será condenada la persona que se atreva a inhalar tabaco. Sin embargo, todos sabemos que en conciertos los problemas los causan los borrachos que pierden el control y provocan caos; o que saliendo de ahí, o el antro, o la reunión, se avientan a manejar poniendo en riesgo a otros. En fin, ese es otro tema, solo me parece que vale la pena mencionarlo. Si la lógica girara en torno a la pernicia de cada sustancia, habría que replantearnos los obscenos niveles de azúcar permitidos todavía en el país, o dejar la hipocresía de lado para admitir que el alcohol y su producción están creando estragos en nuestra sociedad.

Ese acto suicida de prender un cigarro, aunque molesto, no amerita escarmiento de la autoridad a este nivel. Hay muchos consumos nocivos alrededor de nosotros que no estamos persiguiendo con esta severidad. Dejémonos de moralismos.

Nos destruimos todo el tiempo. Nos gusta voltear la mirada para no ver las afectaciones de productos aparentemente saludables que, en comparación al vicio del cigarro, están llenando de humo el cielo que rara vez cambia su color gris desde hace unos años. Solamente la industria alimenticia, especialmente el sector cárnico, llena el aire de CO2 a un ritmo repugnante; hagan su investigación, los invito a revisar qué tanto nos matan sus dietas. Ya ni se hable de los automóviles y cómo se fuerza a la sociedad a necesitarlos. Se tendría que ser muy ignorante para no entender que el cigarro solo es otro de estos placeres que en unas décadas vamos a tachar de idiotas pero ¿deberíamos prohibirlas de la misma manera?

No hace falta, en un país con 98% de crímenes impunes suena hasta risible dedicarle atención, recursos, patrullas, personal, abogados, espacio o tiempo a personas que están prendiendo un montón de hierbas compactadas en papel. Bastantes problemas tenemos ya por resolver, de hecho hay un historial de terror que nos da razones de sobra para evitar más encuentros entre civiles y policías. Mujeres que han sido abusadas al ser detenidas o ni siquiera; solo por ir caminando en la calle, se les ha violentado por parte de oficiales. Ahora les estaremos dando el derecho a fiscalías para acercarles por estar “haciendo algo ilegal”: fumar.

Esta pesadilla represiva y autoritaria seguro está haciendo que muchas señoras católicas se exciten. La medida será popular, pero sentará un precedente terrible en nuestra tranquilidad. A partir de esto, se podrá increpar con más facilidad inventándose nuevas excusas para hacerlo. Si todo es ilegal, todos somos criminales y por lo tanto, sujetos a castigos. Será hasta que extorsionen, desaparezcan o de plano, maten a sus hijos por una nimiedad, cuando comprendan el trauma que dejará haber cruzado el camino de alguno de esos matones en México. Quizás no sea pronto, ni en los siguientes años pero, estamos garantizándoles las facultades para que se bajen de una camioneta vestidos de buchón a recordarte a golpes que aprobaste esta medida.

Hay una persecución que se replica en todo régimen fascistoide, comienza por los objetivos más sencillos de acorralar. Ir acumulando recursos y consentimiento con victorias sencillas como ésta. Ya ha sucedido con anterioridad. Hay peligro en la aceptación, en la complacencia de ver a personas que te molestan sufrir a manos de un sistema mucho peor que ellos. Todos estamos de acuerdo en que se regulen las sustancias, en que disminuyan los fumadores, en que haya espacios libres de humo. No entiendo qué parte de perder libertades están celebrando los que avalan la medida. ¿No iba MORENA a terminar la persecución de las drogas? ¿En esto sí están de acuerdo con sus adversarios? Los de pseudoizquierda que vinieron a desmantelar el régimen, ahora le está metiendo esteroides. Tal vez sí nos estamos acercando a Venezuela, pero nunca creí que sería tan fácil y patético lograrlo. Hay peores molestias que un fumador: el olor de los basureros, los políticos, sus políticas y adeptos.

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