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Forma y fondo.
Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra “estridencia” significa “sonido estridente” o “violencia de la expresión o de la acción”. A su vez, “estridente” procede del latín “stridens”, “stridentis” y se refiere a un sonido agudo, desapacible y chirriante; como adjetivación hace precisa la descripción de una persona o cosa: “Que, por exagerada o violenta, produce una sensación molestamente llamativa.”
En el marco comunicacional de los contextos: político, informativo y hasta personal, la estridencia es un recurso, ahora frecuentemente utilizado, para atraer la atención de una audiencia o para enfatizar un mensaje en particular y dentro de situaciones específcas.
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Hay que recordar que en los inicios del siglo XX se registró en México un movimiento artístico y literario de vanguardia denominado “estridentismo”. Fundado por Manuel Maples Arce tuvo una infuencia importante en la cultura mexicana y abarcó poesía, pintura, teatro, fotografía y cine. Los estridentistas se oponían a los valores tradicionales promoviendo una nueva cultura acorde a los nuevos tiempos.
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Ahora, en pleno siglo XXI, con la introducción de la tecnología se incrementan las potenciales vías de acceso ciudadano a un marco expandido en materia de información hacia la sociedad. Sin embargo, surgen otras modalidades que producen temores y desconfanza pública. Me refero a dos usos comunicacionales que afectan el sano desarrollo de la refexión social apoyado en la transparencia informativa, estos son: “estridencia mediática” y “estridencia política”.
En los medios de comunicación se ha introducido el concepto de “estridencia mediática” que se refere a la forma que se utilizan diferentes estrategias para captar la atención de los públicos y transmitir sus contenidos con mayor efectividad. En este sentido, los medios de comunicación utilizan la sobreinformación, saturación noticiosa, uso de titulares sensacionalistas y otras técnicas de manipulación para impactar en el receptor.
Esta estridencia también se puede observar programas televisivos que transmiten videos de extrema violencia que se relacionan con víctimas humanas. Como lo expuso Fritz Pappenheim en su libro “La Enajenación del Hombre Moderno”: son “imágenes sensacionalistas que buscan el redito de su acción y de convertirlos en mercancías de mayor precio”. Este tipo de estridencia puede asociarse al tipo emocional que puede producir reacciones emotivas y la generación de actitudes antisociales.
Hay que enfatizar que la estridencia mediática o emocional puede traer efectos negativos en la percepción de la información por parte de la audiencia ya que puede confundir, distorsionar el sentido de la información (textual o videográfca) e inclusive modifcar la percepción de la realidad en los receptores.
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Con la multiplicación de los medios informativos que atienden las fuentes nacionales y locales (gobierno, partidos, empresarios, sectores fnancieros, organismos no gubernamentales, asociaciones políticas, etc.) además de las fuentes internacionales, se ha creado un contenido informacional de alta complejidad que es fltrado a través de la selección y priorización para destacar ciertos contenidos en detrimento de otros, asimismo de otros fltrados de enfoque que condicionan las formas en las que se presenta la información, misma que puede infuir en la percepción o interpretación que se hace de ella. Esto es, manipulación mediática.
Por ello, al mercado de la información en México le corresponde asumir un sentido de responsabilidad social, abierto y plural que contribuya a la creación de contenidos que contribuyan a la formación ciudadana. Esto es, sin deformaciones, ni tergiversaciones o falsedades que puedan infuir en la percepción de la realidad, lo que implica evitar la selectividad noticiosa que solo presenta visiones parciales; no alterar ni manipular hechos; tampoco utilizar técnicas persuasivas, como inducir emociones o la utilización de estereotipos; desde luego evitar la tentación de crear noticias falsas o entornos deformados.
Este crecimiento del mercado noticioso se ha estimulado más bien por la elevación de mediciones de las audiencias (rating) o la ganancia económica y en ciertos casos hasta por vínculos ideológicos. Esta condición afecta necesariamente, la imparcialidad o independencia del medio informativo. Hay que señalar que existen otros factores que infuyen en la positiva valoración social como la credibilidad, calidad del contenido, creatividad, originalidad y desde luego, la relevancia social, cultural o formativa.
Hay que identifcar a la estridencia política, como una extensión de la estridencia mediática, que tiene un amplifcador resonante en los medios de información cuando adoptan un enfoque efectista o polarizado por la forma en que presentan los hechos, dirigido principalmente a generar mayor atención y reacciones emocionales de la audiencia, generando mayor debate y discusión en las redes sociales y otros medios.
Un modo pernicioso que lastima la sensibilidad social es lo que algunos comunicadores han denominado “lilitellismo” o “sandracuevismo” que recurre a las expresiones insultantes y agresiones verbales en el diálogo social, reduciendo el nivel de calidad en la discusión de los asuntos públicos. Hay que destacar que algunos medios son altamente selectivos de estos contenidos y difunden con gran amplitud estos diálogos desfavorables para la imagen de la clase política. Por lo que importa mucho que los medios de comunicación equilibren el interés público y el deber de informar con una presentación justa y objetiva. Estas acciones seguramente disminuirán el objetivo de los protagonistas en el uso de la ofensa y la agresividad como recurso político.
En las redes sociales, el modo estridente se puede expresar en la utilización excesiva de emojis, mayúsculas o signos de exclamación para acentuar el mensaje; también imágenes o videos virales, hashtags polémicos o provocativos.
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El estridentismo mediático, como se dijo, puede tener efectos nocivos en el público, especialmente cuando se trata de una exposición excesiva o constante a este tipo de contenidos. Actualmente, puede estar generando una desensibilización en el público, es decir, que las personas normalicen a la violencia criminal, la exageración y el sensacionalismo, lo que puede llevar a una pérdida de la solidaridad humana y empatía hacia los demás.
En este sentido, las medidas que se pueden tomar para prevenir socialmente el estridentismo mediático se encauzan a proteger a la sociedad de contenidos que puedan ser perjudiciales para la salud, la seguridad o la convivencia pacífca.
En cierto sentido, las acciones para prevenir socialmente el estridentismo mediático pueden generar preocupaciones en cuanto a la libertad de expresión. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la libertad de expresión no es un derecho absoluto, sino que está sujeto a ciertas restricciones para proteger otros derechos y valores como la privacidad, la dignidad humana, la igualdad y la seguridad.
Además, es importante señalar que estas medidas no tienen por objeto censurar ni restringir la libertad de expresión de los medios de comunicación o de las personas y, pensando en la salud pública, promover la responsabilidad y el respeto por los derechos y valores sociales.
Concluyendo, el estridentismo mediático puede ser visto como una estrategia para sobresalir y atraer la atención del público en un contexto de alta competencia por la audiencia y la visibilidad en los medios de comunicación. Sin embargo, también puede ser criticado por sus efectos negativos en la calidad y veracidad de sus contenidos y por su potencial para fomentar la polarización y la desinformación.