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Un Manto de Gemas
En El Fondo
Francisco Legaspi
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Entre tanto premio y estreno, es difícil escoger qué película ver en el cine. Pero sabemos que fuera del circuito Hollywoodense se encuentra lo mejor. Manto de Gemas, la primera película de Natalia López, se estrena el 9 de marzo y desafía toda convención prestablecida por la hegemonía cultural.
Más cercana a una inmolación ajena, somos testigos de una tragedia en la que no podemos intervenir, solo queda ver cómo el espectáculo del horror se consuma. El guion sitúa al público en medio de la incertidumbre de ser mujer en México. López levanta un espejo roto frente al espectador y le muestra quién se quemaba en realidad.
Manto de Gemas recorre las historias de tres mujeres tragadas por la violencia que repta su localidad. Una de bajos recursos busca a su hermana desaparecida y le comenta a su patrona que se involucra demasiado en la causa sin salir ilesa. Todo esto es supervisado por una policía con un hijo secuestrador que lo presume en redes sociales. Situaciones familiares, por desgracia, para todos los mexicanos. Un caleidoscopio de dolor. La propuesta audiovisual es contada desde ángulos fragmentados, se enfoca en lo subjetivo. Hay niños, mujeres y viejos lidiando con los ecos de aconteceres fuera de su control; les da un rol importante, aunque no protagonista. Distintas generaciones confluyen en esta espiral confusa propia a la naturaleza de un extraño enemigo invisible.
Certera, sabe perfectamente cómo reconfortar al público con las prioridades de una película que gira en torno a crecer. Es de admirar el estilo y la sensibilidad de una cineasta que lleva muchos años cultivándolos, Natalia López ha sido partícipe estelar de algunas de las piezas más relevantes producidas en la última década. Fue editora de Heli de Amat Escalante, Luz Silenciosa de Carlos Reygadas y Jauja de Lisandro Alonso por mencionar algunos de sus logros. En buen momento vino a darle una sacudida necesaria a lo que se estaba volviendo un tema muy trillado y rentable. La narcoviolencia y sus azotes se han trivializado, al punto de ser un género desgastado.
La propuesta audiovisual es contada desde ángulos fragmentados, se enfoca en lo subjetivo. Hay niños, mujeres y viejos lidiando con los ecos de aconteceres fuera de su control; les da un rol importante, aunque no protagonista.
Es por lo mismo que la visión presentada se siente refrescante, proviene de un lugar sincero. La directora antepone los testimonios de víctimas con las que trabajó para desarrollar su argumento. Todos los eventos son cubiertos con una esencia vicaria, se priorizan las sensaciones y momentos de contemplación para acrecentar la ruptura que provoca la disonancia que no admitimos aún: el crimen es la única posibilidad de ascenso social en este pútrido sistema.
La fuerza de la aseveración golpea primero con una discreta punzada en el imaginario colectivo. Una deprimente idea que se comprueba cada año con más cárteles (de toda índole), historias de políticos corruptos y el calor de los cuerpos que siguen apilándose. No es nada sencillo abordarlo, pero la directora, con su elegancia narrativa, nos atrapa y ahoga. Y, aun así, en medio del humo de su tratamiento, el respeto por las vivencias de otros es evidente. Además, el importante mérito de horrorizar sin necesidad de recurrir a lo grotesco o montar un vulgar despliegue emocional para manipular a quien lo ve. Ganadora de un Oso de Plata en Berlín, también es digna representante de la madurez cinematográfica dentro de la oferta del país. Su estética cruda y desértica complementa la desolación del legado que han dejado autoridades ahora perseguidas en el extranjero.
Es marzo, este mes demanda reflexión en torno a las vicisitudes de existir siendo mujer. Con las condiciones que impone una sociedad inclemente, injusticias esperando a ocurrir y múltiples depredadores acechando en cada inimaginable rincón. La óptica feminista ya es palpable en el ambiente de la política. Más que nunca, se vuelve necesaria para representar fielmente la complejidad de las demandas por parte la mitad de la población. Con toda la agonía que implica perder la seguridad, la autonomía, la libertad, a abuelas, madres o hijas.
Manto de Gemas se consagrará prontamente como un referente obligatorio. En poco tiempo todos miraremos el desastre a través de los ojos de Natalia López. Cuyo logro supera cualquier preferencia personal en cuanto al disfrute del cine; propone una puesta en escena que replica la inefable cicatriz que habita en la población. Sin duda fungirá como catalizador para toda la gente afectada, directa o indirectamente, por el caos generado para sacar provecho del miedo.
La herida sigue humeando, la carne sigue oliendo, las muertes sucediendo y no parece haber una salida de este infierno. Es menester verla en pantalla para apoyar la valiente voz de esta inteligente mujer que se atreve a denunciarlo sin tapujos, con todo el ardor que nuestra impotencia genera.
La herida sigue
Papa suprime viviendas gratuitas a Cardenales y altos cargos en el Vaticano
“El Papa Francisco ha suprimido la posibilidad de que los Cardenales y otros altos cargos del Vaticano dispongan gratuitamente o con condiciones ventajosas de las viviendas que son propiedad de la Santa Sede.
El propósito de esta decisión es favorecer el compromiso de la Santa Sede en su servicio a la Iglesia Universal y a los necesitados, “en un contexto económico como el actual, de particular gravedad”. La medida afecta a los Purpurados, así como a los jefes de dicasterio, presidentes, secretarios, subsecretarios, directores y equivalentes e incluso auditores del Tribunal de la Rota Romana.
En concreto, el Santo Padre instó a “que todos hagan un sacrificio extraordinario para destinar mayores recursos a la misión de la Santa Sede”, aumentando así los ingresos que provienen de la gestión de los bienes inmuebles.
La decisión del Santo Padre deja sin efecto cualquier disposición previa que prevea el disfrute del uso gratuito o con condiciones favorables de alojamiento a las citadas autoridades.
El rescripto también prohíbe el pago de la llamada “contribución de alojamiento” o de otras contribuciones similares que buscan compartir el alquiler o los gastos de vivienda.
Según el documento, “las entidades propietarias deberán aplicar a los sujetos anteriores los precios normalmente aplicados a quienes no tienen encargos en la Santa Sede o en el Estado de la Ciudad del Vaticano”.
Con un rescripto del pasado 13 de febrero, no publicado en el boletín de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco ha decidido abolir cualquier disposición “que consienta o disponga el disfrute de forma gratuita o en condiciones particularmente favorables” de alojamiento “a los Cardenales, jefes de dicasterio, presidentes, secretarios, subsecretarios, directores y equivalentes”.
En la práctica, el Papa Francisco ha abolido la cesión de apartamentos para el uso de oficinas y aquellos con alquileres controlados; pero, por ahora, solo a ejecutivos del Vaticano. Los precios de las viviendas destinadas a los empleados no se verían afectados.
El rescripto fue fotografiado mientras se encontraba clavado en el Vaticano y fue publicado por primera vez por el blog “Messa in Latino”. El propio rescripto señala que debía ser expuesto en el Patio de San Dámaso [el patio principal del Palacio Apostólico, en el Vaticano]. Aunque no aparece en el boletín oficial, ha sido publicado en el sitio web oficial de la Santa Sede, Vatican News.
El documento está fechado el 13 de febrero, y recién el 20 de febrero siguiente el Papa Francisco reiteró, con un motu proprio titulado “La ley nativa”, que los bienes de la Santa Sede pertenecen a la Santa Sede. La declaración parecía un fin en sí mismo, pero no lo era, porque varias entidades vaticanas tenían completa autonomía para la gestión de edificios y recursos. Ahora, la cuestión añade un elemento: probablemente algunos departamentos se habrán resistido y decidido seguir asignando sus instalaciones como se hacía hasta ese momento. Esto llevó al Santo Padre a establecer, por ley, que la gestión pertenecía únicamente a la institución de la Santa Sede, centralizando aún más el control de las finanzas.
Por un lado, el Papa Francisco continúa su lucha contra los privilegios eclesiásticos. Pero, por otro lado, el Santo Padre golpea a un sistema vaticano que, aunque con sus limitaciones, tenía la ventaja de hacer accesible a todos el trabajo en la Santa Sede.