Revista Psicoanálisis Vol XX N°2

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PSICOANALISIS

REVISTA DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA SOCIEDAD COMPONENTE DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA INTERNACIONAL JULIO - DICIEMBRE 2008 VOLUMEN XX NÚMERO 2 EDITORA Hilda Botero Cadavid COMITÉ EDITORIAL Pedro Vargas Navarro Mario González Velásquez Italo di Ruggiero Cozzarelli COMITÉ CIENTÍFICO Geny Talberg - Miembro Asociado Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. SBPRJ. BRASIL Johanna Trip - Miembro Titular Asociación Venezolana de Psicoanálisis Asovep VENEZUELA Scarlett Garbán de Ayala - Miembro Titular de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis Asovep VENEZUELA Sergio Nick - Miembro Asociado Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. SBPRJ. BRASIL Eduardo Laverde Rubio - Miembro Titular Didacta Sociedad Colombiana de Psicoanálisis SCP. y Miembro Titular Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA

Mario González Velásquez - Miembro Titular Didacta Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA Fabio Eslava Cerón - Miembro Titular Didacta Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA Ismail Yildiz – Miembro Asociado Asociación Psicoanalítica Colombiana. APC. COLOMBIA ASESOR EXPERTO DEL COMITÉ EDITORIAL Ernesto L. Ravelo C. CORRECTOR DE ESTILO Alvaro J. Botero C. Dirección electrónica: revista@asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA (A.P.C.) SOCIEDAD COMPONENTE DE LA INTERNACIONAL PSYCHOANALYTIC ASSOCIATION (I.P.A.) Calle 134 # 17-71 Teléfonos: (57 1) 522 7627 - (57 1) 259 6000 Ext. 6112 E-mail: apscol@gmail.com - Página web: www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co Bogotá - Colombia


ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA SOCIEDAD COMPONENTE DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA INTERNACIONAL MIEMBROS TITULARES Alberto Álvarez Arboleda Horacio Arias Duque Sonia Bialikamien Goldband Aura Victoria Carrascal Márquez Julio Roberto Correa Miranda Roberto De Zubiría Consuegra Danilo Diazgranados Moncada Juan Manuel Escobar Guerrero Fabio Eslava Cerón Marcela Eslava de Angel Henry García Moncaleano Eduardo Gómez Escallón Mario González Velásquez Iván Jiménez Rojas Eduardo Laverde Rubio José A. Márquez Cuervo Álvaro Méndez Peñaranda Liborio Orejuela Devis Luz María Pinilla Perdomo Guillermo Sánchez Medina Pedro Vargas Navarro Edgard Yamhure Kattah

MIEMBROS ASOCIADOS Hilda Botero Cadavid Gabriel Augusto Castillo Castelblanco Gladys Patricia Chávez Sabogal María Victoria Niño Villamarín Luz Stella Núñez Sánchez Diana Isabel Robles María Clara Syro Morales Ismail Yildiz

MIEMBROS HONORARIOS Horacio Etchegoyen Jaime Heresi + Otto E. Kernberg Juan Francisco Jordán Romualdo Romanowsky

MIEMBROS ADHERENTES Italo di Ruggiero Cozzarelli Robert Silverman

COMISIÓN DIRECTIVA PARA EL PERÍODO 2008 – 2010 PRESIDENTE: Aura Victoria Carrascal Márquez TESORERO: Henry García Moncaleano SECRETARIA: María Victoria Niño Villamarín DIRECTOR DE RELACIONES SOCIETARIAS: Pedro Vargas Navarro DIRECTORA DE PUBLICACIONES Y DIFUSIÓN: Hilda Botero Cadavid VOCALES: José A. Márquez Cuervo-Mario González Velásquez DIRECTOR DEL INSTITUTO DE PSICOANÁLISIS: Edgard Yamhure DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA: Italo di Ruggiero C.

Las opiniones expresadas en esta publicación corresponden a sus autores y no comprometen a los editores de la Revista.


PSICOANALISIS Volumen XX No. 2, Julio - Diciembre 2008

EDITORIAL Hilda Botero Cadavid .............................................................................................................................................

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ARTÍCULOS ¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE? LA MASCULINIDAD APLANADA ADHESIVE IDENTIFICATION IN AN EMPTY CLAUSTRUM? THE FLATTENED MASCULINITY IDENTIFICAÇÃO ADESIVA NA PAREDE DO ESPAÇO VAZIO DO INTERIOR DA MÃE? A MASCULINIDADE ACHATADA Cecilia Muñoz Vila .....................................................................................................................................................

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ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. Convergencias, suplementos y divergencias ANXIETIES AND PANIC ATTACKS. ANGUSTIAS E ATAQUES DE PÂNICO. Convergências, suplementações e divergências Ismail Yildiz .........................................................................................................................................................

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LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO VISUAL IMAGES IN THE PSYCHOANALYTICAL PROCESS AS IMAGENS VISUAIS NO PROCESSO ANALÍTICO María Inés Nieto M. ..........................................................................................................................................

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EN LA FRONTERA DEL SENTIDO AT THE BOUNDARIES OF SENSE NA FRONTERA DO SENTIDO Carlos Tamm L. de Sá .......................................................................................................................................

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EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS THE WORLD OF THE INTERNAL OBJECTS O MUNDO DOS OBJETOS INTERNOS Eduardo Angarita Rojas .................................................................................................................................

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VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. Un acercamiento clínico. VICISSITUDES OF SEXUAL IDENTIFICATIONS IN CHILDHOOD. A clinical approach VICISSITUDES DAS IDENTIFICAÇÕES SEXUAIS NA INFÂNCIA. Aproximação clínica. Mónica Cardenal ...............................................................................................................................................

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EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD THE CHILD OF THE WOODEN REEL. A VISIT WITH W. ERNEST FREUD. O MENINO DO CARRETEL. UMA VISITA A ERNEST FREUD Adriana Prengler Benveniste ........................................................................................................................

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¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES WHAT IS BABY OBSERVATION? SOME CONSIDERATIONS O QUE É A OBSERVAÇÃO DE BEBÊS? ALGUMAS CONSIDERAÇÕES Hilda Botero Cadavid .....................................................................................................................................

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ENSAYOS DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA María Victoria Niño ................................................................................................................................................

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PROBLEMAS Y VICISITUDES EN LA FORMACIÓN ANALÍTICA Pedro Andrés Oróstegui H. .............................................................................................................................

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¿EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD? Alba Lucía Arias ................................................................................................................................................

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ANÁLISIS DIDÁCTICO Y SUPERVISIÓN Pedro Andrés Oróstegui H. .............................................................................................................................

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PROCESO DE CAPTACIÓN DE PACIENTES PARA PSICOANÁLISIS Josefina Sarmiento Nova ...............................................................................................................................

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PROMOCIÓN Y DIFUSIÓN Lilian Morales ....................................................................................................................................................

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IDENTIDAD Y CRISIS DEL ANALISTA EN FORMACIÓN Betty Acosta Zuleta ..........................................................................................................................................

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RESEÑAS VIII CONGRESO INTERNACIONAL DE OBSERVACIÓN DE LACTANTES ...............................................

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IXXVIICONGRESO CONGRESOLATINOAMERICANO LATINOAMERICANODE DEPSICOANÁLISIS PSICOANÁLISIS“PERSONA “PERSONAYYPRESENCIA PRESENCIADEL XXVII DEL ANALISTA” ANALISTA” Betty Acosta Zuleta .........................................................................................................................................

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III SIMPOSIO DE PSICOLOGÍA PERINATAL. CLÍNICA COLSANITAS ......................................................

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NOTAS PRESENTACIÓN Y LANZAMIENTO ........................................................................................................................

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ACTIVIDADES INSTITUCIONALES 2009 ..............................................................................................................

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NORMAS DE PUBLICACIÓN ............................................................................................................................

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PSICOANÁLISIS XX (2); 5-6, 2008

EDITORIAL

REVISTA PSICOANÁLISIS HILDA BOTERO CADAVID* CADAVID

Presentamos un nuevo número de Psicoanálisis, la Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Contamos en esta edición con la presencia de destacados autores quienes comparten con todos los lectores sus experiencias, pensamientos, disciplinas investigativas, y en especial, la experiencia emocional de depurar su capacidad comunicativa hasta alcanzar el lenguaje escrito, que evidencia su ejercicio profesional y lo convierte en alimento intelectual, claves de comprensión y estímulo en la búsqueda del conocimiento. En la presente edición iniciamos el abordaje de la Observación de Bebés, Método Esther Bick, con una introducción a su teoría y su práctica. Desde 1948 hasta ahora, éste ha sido un método que ha crecido para aportar al Psicoanálisis hallazgos asombrosos sobre la vida mental temprana, sobre las vicisitudes que acompañan las relaciones primarias medre-hijo-padre-familia, tanto en la conformación del sujeto, como en la instauración de la salud mental. La revista continuará, en cada una de sus ediciones, “observando” cómo esta tarea descubre y comunica detalles íntimos del desarrollo psíquico. Con el Método Psicoanalítico, base para la comprensión y la aplicación de la técnica; la Observación de Bebés irá encontrando el justo lugar que merece dentro de nuestro quehacer profesional. En nuestra pasada edición comenzamos a hacer efectiva la cooperación y el aporte de varios escritores extranjeros, invitados a

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Editora de la revista.

compartir pensamiento y conocimiento. Nos acompañan en este número, psicoanalistas con generosidad y entusiasmo, quienes han llegado a nuestra ‘casa’ para conversar en el idioma que compartimos: el Psicoanálisis. Carlos Tamm, y su maravillosa sensibilidad puesta el servicio de la recuperación del niño y el adolescente; Mónica Cardenal nos comparte sus inquietudes acerca de la salud mental y el desarrollo psíquico con niños en momentos difíciles de su organización emocional; Adriana Prengler nos lleva de paseo hasta Freud, literalmente; comparte con nosotros la experiencia de hallarse en los terrenos emocionales en los que nació el Psicoanálisis. Agradezco enormemente a todos estos autores aquí presentes por su trabajo y dedicación, su vivencia y su esfuerzo comunicativo. No es fácil lograr la creativa reunión de material como el que se logró en esta edición, dado que los temas desarrollados por varios colegas son de una importancia indiscutible: Cecilia Muñoz V., generosa y amable, comparte con nosotros su sensibilidad asombrosa y su capacidad de comprensión. Su artículo deja en nosotros el sabor y el sentir de los esfuerzos por asomarnos al alma humana, con sus inquietantes complejidades; alma, como refería Freud que hallaba en sus intensas y profundas investigaciones. Maria Inés Nieto presenta la evocación de imágenes parlantes, guías del conocimiento, y nos alumbra caminos por transitar. Eduardo Angarita entra al mundo de los Objetos Internos y nos hace escuchar los ecos de su existencia; Ismail Yildiz


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HILDA BOTERO CADAVID

con su intensa capacidad investigativa, nos ubica en la atmósfera de la Angustia y el Pánico, analiza y comprende este estado mental inquietante e intensamente explorado; Hilda Botero nos invita a entrar en contacto con ese mundo primario de cada uno, desconocido, asombroso, y que promete creatividad, sensibilidad y comprensión. Como vemos, tenemos un universo enorme para viajar y permitirnos explorar las inmensidades del psiquismo, la insania mental, la salud mental y las posibilidades de seguir dialogando sobre nuestra naturaleza y cómo la ejercemos. En la sección de Ensayos, miembros y candidatos hacen su arribo presentando, ahora en lenguaje escrito, lo que nos ha reunido en varios momentos con el afán de mantener el diálogo y el intercambio. Presentamos algunas Notas acerca de eventos en los cuales

hacemos presencia, no sólo como individuos, sino como grupo que comparte conocimiento y ejercicio profesional. Cerramos nuestra edición con una invitación a formar parte de momentos de riqueza intelectual y ánimo investigativo. Varias actividades institucionales pueden consultarse para comenzar a compartir, en mayor medida, inquietudes y aspiraciones. La Asociación Psicoanalítica Colombiana espera que este intercambio logre iniciar una relación más asidua con el conocimiento y la comprensión que nos aporta el Psicoanálisis como ruta para conocernos cada vez más como individuos y como Grupo Humano. Reitero mis agradecimientos a la Asociación por su confianza y a todos quienes colaboraron para que este esfuerzo tuviera el resultado que ofrecemos en este Volumen.


ARTÍCULOS


LOS AUTORES CECILIA MUÑOZ VILA: Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia, realizó estudios de postgrado en Sociología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Chile, en la Universidad Católica de Lovaina, en la Universidad de Münster y en la Universidad de Cornell, y en Psicoanálisis en la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. Actualmente es profesora de Cátedra en la Maestría de Sicología Clínica desde el vértice psicoanalítico en la Pontificia Universidad Javeriana. Realiza práctica privada como psicóloga-psicoanalista y lleva a cabo investigaciones sobre análisis crítico de medios y sobre historia de niñez. Recientemente terminó una investigación sobre Duelo en niños y adolescentes y otra sobre la manera como desde la academia y los medios de comunicación se enfrentan la desmovilización y la reinserción de miembros de grupos insurgentes. Publicaciones: Gamines-testimonios, La niñez en el siglo XX-Comienzos de siglo, La aventura infantil a mediados de siglo, Réquiem por los niños muertos con Ximena Pachón; Niño trabajador-testimonios con Martha Palacios, Algarabías de paz y guerra con Leonor Esguerra y Reflexiones sobre crianza con Alejandro Rojas y Los Viejos-testimonios y El niño trabajador migrante del cual autora única. ISMAIL YILDIZ: Nació en Ankara, Turquía. Graduado en Medicina y Cirugía en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Magíster en Ciencias Biomédicas e investigador y docente en la misma universidad. Vive en Colombia desde 1988. Trabajó como investigador y docente en Neurociencias en la Universidad Nacional de Colombia y en colaboración con Colciencias. Psicoanalista, Miembro Asociado de la Asociación Psicoanalítica Colombiana y de la Asociación Psicoanalítica Internacional. MARÍA INÉS NIETO M.: Psicóloga de la Universidad Javeriana, Especialista en Psicología Clínica de la Universidad de los Andes, Psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia. Miembro Titular de la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia y Miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Ha sido docente universitaria en Psicopatología y Psicología Clínica, además de conferencista en temas relacionados con Psicoanálisis y Educación. Al mismo tiempo que se dedica a la práctica privada, participa en la gestión de El Taller de psicoanálisis, un espacio de tertulia permanente, en la ciudad de Bogotá. CARLOS TAMM L. DE SÁ: Es Psiquiatra y Psicoanalista Miembro Titular de la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro, donde, hasta 2007, dictó el curso Desarrollo emocional de niños y adolescentes. También es Miembro Invitado de la British Psico –Analytical Society. Ha publicado varios trabajos sobre las relaciones entre Psicoanálisis, Lenguaje y Literatura, focalizados, especialmente, en los estados mentales carentes de representación. Actualmente reside en Londres. Paralelo a su práctica privada trabaja en el Brent Adolescent Centre en la Tavistock

Clinic, donde desarrolla una investigación sobre Núcleos Autistas y Procesos de desarrollo del Lenguaje. EDUARDO ANGARITA ROJAS: Médico Psiquiatra de la Universidad Javeriana, Psicoanalista de la Sociedad Psicoanaítica Freudiana de Colombia Paralelo a su práctica privada participa en la gestión de El Taller de psicoanálisis, un espacio de tertulia permanente, en la ciudad de Bogotá. MÓNICA CARDENAL: Psicoanalista, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalitica de Buenos Aires (APdeBA). Especialista en Psicoanálisis de niños y adolescentes (IPA) Profesora de la Carrera de Especializacion en Psicoanalisis del Instituto Universitario de APdeBA. Coordinadora de la Secretaría de Extensión de APdeBA. Co-coordinadora General y Profesora del Curso: “Estudios observacionales: aplicación de los conceptos psicoanalíticos al trabajo con lactantes, niños, adolescentes y familias”, modelo Tavistock, que se dicta en el Hospital Italiano y Hospital de Niños Pedro Elizalde de Buenos Aires. Co-editora de la “Revista internacional de observación de lactantes y sus aplicaciones”, editada por la Fundación Kamala, Bs. As., Argentina. Supervisora del Área de Primera Infancia del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires. Profesora Titular en la Carrera de Psicología, de la Universidad del Salvador de Buenos Aires. Profesora invitada y colaboradora docente de Cursos de Postgrado sobre Clínica de niños de la Universidad de Buenos Aires (UBA). ADRIANA PRENGLER: Miembro Titular de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas [Asociación componente de la International Psychoanalytical Association (IPA) y de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL)], Licenciada en Psicología. Universidad Católica Andrés Bello, UCAB, con Post grado en Psicología Clínica (Hospital General Carlos Arvelo en Caracas). Miembro del Board de la IPA (2005-2009), Chair del Comité de Préstamos para candidatos (IPA). Conferencista en congresos nacionales e internacionales y docente del Instituto de Psicoanálisis de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas y de diversos post-grados de Psiquiatría y Psicologia Clínica en Caracas. Ha publicado articulos sobre Psicoanalisis en varias revistas nacionales e internacionales. HILDA BOTERO CADAVID: Psicóloga U. Javeriana. Psicoanalista, Miembro Asociado Asociación Psicoanalítica Colombina y Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). Docente de maestría en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica, Universidad Javeriana. Experta en trabajo emocional con la díada madre-hijo. Directora Seminarios de Observación de Bebés Método Esther Bick. Trabaja en la implementación de proyectos de atención emocional en las Unidades de Recién Nacidos, Hospital San Ignacio, Hospital Meissen y con grupos de salud en la Clínica Reina Sofía, Bogotá. Trabaja en la organización y gestión de El Taller de Psicoanálisis en la ciudad de Bogotá.


PSICOANÁLISIS XX (2); 9-20, 2008

¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE? LA MASCULINIDAD APLANADA CECILIA MUÑOZ VILA* Recibido noviembre 06 08 Aprobado diciembre 20 08

Resumen Tres partes conforman este artículo. En la primera, la autora establece algunas conjeturas imaginativas sobre las formas de construcción y encuentro del continente-contenido como abstracción (Bion) y sobre los estados, formas y funciones de la dimensionalidad del espacio psíquico en el interior del claustro materno (Meltzer), que pueden ser utilizados como instrumentos de observación, tanto de la realidad psíquica como de la realidad social. En la segunda parte, revisa algunos de sus trabajos clínicos anteriores (1990-1998), en los que ha explorado la relación de estos conceptos con la estructuración de la mente y con la visión del mundo. En la tercera parte, a partir de un sueño reflexivo propio, plantea una hipótesis sobre la posibilidad de una identificación adhesiva en el interior del claustro materno, que permitiría entender la condición de masculinidad aplanada en algunos pacientes hombres que perdieron a sus padres en la pubertad.

Palabras clave: identificación adhesiva, identificación proyectiva intrusiva, abandono y masculinidad

ADHESIVE IDENTIFICATION IN AN EMPTY CLAUSTRUM? THE FLATTENED MASCULINITY Summary The article can be sum up in three points: 1) the author establishes some imaginative conjectures over the construction forms and encounters between container and contained as abstraction (Bion) and over the estates, forms and functions of the psychic space dimensionality (Meltzer), as possible observation instruments of the psychic and social realities. 2) she does a summary revision of her previous works in which she explores the relationship of these two concepts with mind structures and world visions. 3) emerging from a reflexive dream of her own, she establishes an hypothesis over an adhesive identification inside the mother’s claustrum that could explain the flatten masculinity of some men patients who lost their fathers in their puberty.

Key words: adhesive identificaton, proyective and intrusive identification, abandonment and masculinity.

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Psicóloga, Psicoanalista Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. cmvila@etb.net.co


CECILIA MUÑOZ VILA

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IDENTIFICAÇÃO ADESIVA NA PAREDE DO ESPAÇO VAZIO DO INTERIOR DA MÃE? A MASCULINIDADE ACHATADA Resumo1 Este artigo é composto por três partes. Na primeira, a autora nos fala de algumas conjecturas imaginativas sobre as formas de construção e encontro do continente-contido como abstração (Bion) e sobre os estados, formas e funções da dimensionalidade do espaço psíquico no interior do claustro materno (Meltzer), que podem ser utilizados como instrumentos de observação, tanto da realidade psíquica como da realidade social. Na segunda parte, a autora faz a revisão de seus trabalhos clínicos anteriores (1990-1998) nos quais explorou a relação destes conceitos com a estruturação da mente e com a visão do mundo. Na terceira parte, a partir de um sonho reflexivo seu, propõe uma hipótese sobre a possibilidade de uma identificação adesiva no interior do claustro materno, que permitiria entender a condição de masculinidade achatada em alguns pacientes homens que perderam seu pai na puberdade.

Palavras chave: identificação adesiva, identificação projetiva intrusiva, abandono e masculinidade

INTRODUCCIÓN Hay dos conceptos que, por su carácter multidimensional, metapsicológicamente hablando, por la riqueza morfológica y funcional que sugieren y por su gran utilidad clínica me han interesado teóricamente y los he utilizado en varios de mis trabajos, no sólo psicoanalíticos, sino sociológicos de los últimos años. Uno de ellos ha sido la relación dinámica continente-contenido de Bion y el otro el de la dimensionalidad del espacio psíquico de Meltzer. En este trabajo, a partir de un sueño reflexivo propio sobre la calidad del estado mental de algunos pacientes hombres que tengo en este momento en consulta, intento explorar una nueva idea sobre la identificación adhesiva masculina en las paredes del espacio interior cúbico y estéril de la madre. Estos hombres perdieron a su padre amado y admirado cerca de la pubertad. Como hijos mayores, o como hijos únicos o cercanos 1

Traducción al portugués de Geny Talberg.

afectivamente a la madre, se quedaron al cuidado de ella como sus edecanes, remplazaron al padre ausente en calidad de protectores, pero se adhirieron a los aspectos femeninos o masculinos de la madre y perdieron su propia existencia masculina y femenina combinada de los dos padres, por estar presos en el interior de ella. Antes de entrar al sueño y a la descripción de los estados mentales de estos “hombres actuales”, quisiera explorar someramente los conceptos de relación dinámica continente-contenido, de dimensionalidad del espacio psíquico y las modalidades del encuentro continente-contenido.

I. UNA NUEVA MIRADA AL CONCEPTO DE RELACIÓN DINÁMICA CONTINENTECONTENIDO DE BION Y AL CONCEPTO DE DIMENSIONALIDAD DEL ESPACIO PSÍQUICO DE MELTZER La relación dinámica continente-contenido fue descrita inicialmente por Bion de


¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?

manera amplia y sistemática desde su origen, con respecto a su inicio en la relación madre-bebé en Aprendiendo de la experiencia (1962). y un año después fue expuesta de manera abstracta en Elementos de psicoanálisis (1963). Más tarde, en Atención e interpretación (1970) Bion realizó algunos intentos de aplicación de este concepto al funcionamiento del grupo frente a la idea nueva, a sus reacciones frente al individuo que se opone al funcionar dogmático, rutinario e institucionalizado del grupo, pero que puede llegar a contribuir al cambio catastrófico de la mentalidad y el funcionamiento del grupo, si es aceptado, o bien que, por el contrario, puede reforzar al grupo antiguo y merecer su expulsión porque pone en peligro la integridad pasmada del mismo. Al final de su vida, en Memorias del Futuro (1991) usó este concepto y lo amplió en todos sus componentes sobre la relación masculino-femenino del ser humano, no sólo en la realidad externa, sino en la realidad multiestructural y multifuncional de las partes de la mente. Todos estos trabajos de Bion se convirtieron en un estímulo para pensar en una morfología mental compleja, en una geometría mental no suficientemente explorada y en una dinámica alterada por las formas geométricas, tanto del continente como del contenido cuando estos dos componentes entran en contacto. La construcción del continente y del contenido, las formas que estos elementos pueden adquirir, antes de entrar en contacto, o las formas que tienen que asumir para entrar en contacto me inquietan, no sólo de manera abstracta, sino como instrumento para reflexionar sobre la realidad psíquica y sobre la realidad social. De manera abstracta las posibilidades son infinitas. En términos del continente y del contenido, puede variar la calidad de las paredes: las formas redondas o cuadradas, alargadas o achatadas, puntiagudas o romas, ásperas o suaves, gruesas o del-

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gadas, flexibles o rígidas que pueden adquirir las paredes que los conforman. En términos del continente puede variar notoriamente la permeabilidad misma de las paredes, su disponibilidad a recibir o rechazar los contenidos que se acercan y quieren entrar en él. En términos del contenido puede variar igualmente la calidad de la fuerza que usa para acercarse y para entrar en el continente, así como la calidad de la fuerza utilizada por el contenido en el interior del continente, que puede determinar el que permanezca o sea expulsado de él, o inclusive, que el uso de una fuerza violenta y destructiva aniquile las dos partes. No es lo mismo un encuentro entre un continente de pared delgada y flexible con un contenido de forma delgada y penetrante, que plácidamente y con fuerza no violenta lo atraviesa para unirse e iniciar una relación creativa y lúdica que da origen a nuevos seres, a nuevas ideas, que uno entre un continente áspero, de pared rígida, con un contenido de vértices puntiagudos que no le permite la entrada, o que exige una fuerza tal para ser perforado, que en el encuentro lo que se produce es una explosión que aniquila el continente; o la entrada fácil a un continente que es aparentemente receptivo, pero que por la cualidad violenta interior se convierte en un continente que apresa al contenido y finalmente lo destruye; como, tampoco, el encuentro entre un continente y un contenido rígidos, ásperos, inflexibles tanto en la receptividad como en la violencia de entrada que conduce al alejamiento indiferente o al encuentro explosivo y destructivo. Si volvemos a las ideas de Bion sobre la relación pecho-pezón-boca, a la relación madre-bebé, a la relación entre las mentes, entre partes de una mente, entre el analista y el analizando, entre el grupo y el individuo que trae una idea nueva, entre la mujer y el hombre -lo femenino y lo masculino-, entre grupos diferentes, naciones diferentes, o


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CECILIA MUÑOZ VILA

ideologías diferentes, nos encontramos con un instrumento, que por su carácter de gran abstracción, nos permite explorar las múltiples modalidades tanto de la conformación de las unidades que entran en contacto, como la de la modalidad de los encuentros entre las unidades y de la resultante de éstos. Si le añadimos, además, la relación integradora o desintegradora (PS↔D) al encuentro que puede llevar a la modificación creativa del encuentro, a la destrucción maligna del mismo, y la calidad de los vínculos (A, O, C / -A,-O,-C) que se establecen entre las partes, y que tiñen el encuentro de benignidad o malignidad, el cuadro se complejiza aún más. Es fácil ver los extremos. Están los encuentros plácidos, amorosos, interesados, que se defienden de quienes los atacan: parejas o familias, grupos o naciones que se interesan en el bienestar de todos, bienestar que conlleva la aceptación de la evolución diferente de cada uno, el funcionar diferente de las partes, la búsqueda de objetivos paralelos, complementarios o diferentes, que por último, se convierten en continentes que evolucionan para dar cabida a existencias y mentalidades diferentes, pero que saben que hay que limitar la violencia destructiva y explosiva y la indiferencia aniquilante. Están, también, los desencuentros que conllevan un intento de encuentro o un rechazo del mismo por su cualidad destructiva, o que implican modificaciones aceptadas mutuamente para poder lograrlo. Finalmente, están los encuentros violentos llenos de vínculos negativos que sólo intentan imponer con violencia en el continente la cualidad del contenido, con dominación violenta, pero de la que tal vez es posible salir con igual calidad de violencia para alejarse o diferenciarse del continente o contenido enemigo, situación que se ve fácilmente en esa oscilación entre dominación y liberación. Otras veces, como sucede con el parasitismo mental, los encuentros producen un

encerramiento de la confusión que se produce entre partes no diferenciadas, amorfas o bizarras del continente y del contenido, donde la desintegración produce una mezcla imposible de discriminar y los vínculos positivos y negativos se entrelazan erráticamente haciendo imposible la separación, y produciendo en cambio, ese movimiento oscilante y atrapador entre el sadismo y el masoquismo, entre la destrucción y la protección. Esta situación se ve con claridad en las relaciones de los hijos con madres violentas en su dulzura, pero impenetrables, de las cuales es difícil alejarse o diferenciarse. Está presente también en el Síndrome de Estocolmo, cuando el enemigo amoroso que puede matarme se convierte en mi salvador, o en la defensa de la democracia de algunos pueblos que conllevan una tiranía violenta y una destrucción aparatosa de la nación que se intenta proteger. Son los abrazos de la muerte, en medio de la confusión entre el amor y el odio, del continente y del contenido. Con el descubrimiento de la dimensionalidad del espacio psíquico descrito por Meltzer en Exploración del autismo (1975), y posteriormente con el desarrollo de sus ideas alrededor del claustro en su libro Claustrum (1992), la mirada psicoanalítica se desplazó hacia los procesos diferentes de identificación (adhesiva y proyectiva) y hacia la vida en el interior del objeto materno. Se exploraron entonces las consecuencias en cuanto a la conformación de la mente y la calidad de la vida en la realidad social cuando se vive desde la cabeza-pecho, con la mirada idealizante: o en los genitales con una mirada y una existencia erotizada y excitada hacia el sí mismo, hacia los otros y hacia el mundo: o en el ano con una mirada y una existencia sadomasoquista donde la dominación y tiranía se hacen sentir en el interior de la mente y en la vida social. Surgió también la idea de una carencia de continente, cuando lo que hay es solamen-


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te un contenido que se mueve sin destino, o cuando su intención de encuentro no halló un continente receptivo y amable: situación que es clara en el narcisismo del yo, que no es más que un contenido omnipresente en el mundo que quiere imponer su tiranía sobre otros contenidos, que para él no tienen existencia propia, sino que tienen que estar a su servicio cada vez que se los encuentra. Son sólo puntos que se mueven, se encuentran, chocan y se alejan, pero no producen ningún cambio en el yo que sigue existiendo sin conciencia de los otros. Apareció también la idea de una superficie-continente-abierto que no se cierra, con el cual el contenido se estrella o se resbala o se abre y se pega como lapa a la superficie plana de la bidimensionalidad. Es solamente en la tridimensionalidad cuando el continente y el contenido se encuentran en el espacio interior del cuerpo de la madre. Unas veces, la calidad del continente –amoroso y receptivo- permite el desarrollo del contenido, pero otras veces, la voracidad del continente hace que el contenido quede apresado y pierda el hilo que lo conduce a su salida, a la huida del continente destructivo. Meltzer nos llevó a pensar en tres espacios continentes apresadores: cabeza, pecho y útero o ano, lugares en los cuales el contenido que los ocupa desarrolla modalidades de patología psicótica. El análisis de Meltzer se centra en la función del espacio interno de la madre y los contenidos existentes, previos a la entrada del yo, como los determinantes de lo que le sucede a la existencia psíquica, a los estados de la mente y a las cualidades del funcionamiento social. Es a partir de las ideas anteriores que es posible pensar no sólo en la función, sino en las formas de estos tres espacios y en la calidad de sus paredes y orificios, y en la calidad de los continentes previos. Nueva área del conocimiento por explorar sobre la realidad psíquica y social.

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II. UNA MIRADA SOMERA A ALGUNOS DE MIS TRABAJOS ANTERIORES EN LOS CUALES EXPLORÉ ESTOS DOS CONCEPTOS En varios de mis trabajos he explorado, con base en material clínico, algunos aspectos de estos conceptos, tanto con relación a la estructuración de la mente como con relación al vínculo analista-paciente. En mi trabajo “Una expresión clínica de la configuración continente-contenido” (1989), a través de un caso de postautismo pude observar cómo la conformación progresiva del psiquismo desde un continente inexistente, superficie inicialmente plana que no tiene capacidad de recibir y en la cual los contenidos se resbalan, pasó al estado de un continente que recibía de manera rígida sólo ciertos contenidos y posteriormente a un continente que adquiría movilidad no sólo en cuanto a la calidad de los contenidos que recibía, sino en cuanto a la función alterna y flexible de contenido o continente que se desarrollaba, proceso este que se reflejaba en el juego y en la forma de aprender de la paciente, desde una copia confusa del habla del objeto, hasta la posibilidad de concebir ideas nuevas. Esta paciente pasó del embadurne mental repetitivo y obsesivo a la posibilidad de crear ideas, figuras o combinaciones nuevas. En otro trabajo, “Un material clínico a la luz de modelos neokleinianos” (Muñoz, 1994a), exploré el material clínico recogido por una colega a la luz del modelo continente-contenido de Bion y de la dimensionalidad de Meltzer. De esa mirada analítica surgieron algunas ideas sobre la cualidad tanto del continente como del contenido en los que apareció la piel como continente sin firmeza, que opera “laxamente estructurado” y dificulta la conformación de identidad, la utilización de pieles ajenas que conforman identidades ajenas y variables que se copian; además, la imagen de la boca


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que, como un continente sin capacidad de expansión suficiente, no puede conservar el contenido sino que lo expulsa y reincorpora repetidamente en un círculo vicioso producto de su rigidez y limitación. Igualmente, se veía la imposibilidad de establecer relaciones interpersonales adecuadas bajo un continente propio laxamente estructurado que se expandía y confundía en la relación con los otros, o no lograba relacionarse porque no tenía la flexibilidad adecuada, y pasaba constantemente del encuentro al desencuentro. Allí sugerí la necesidad de un continente adecuado -flexible pero con límites propios- que ayude a la conformación de uno flexible y estructurado, que permita detectar, diferenciadamente, los contenidos del interior propio de los contenidos externos y ajenos. En el trabajo “Las narraciones de recuerdos, de vida cotidiana y de sueños son coordenadas que permiten conceptualizar los estados de la mente” (Muñoz, 1998), exploré la morfología psíquica de los objetos y los procesos de identificación, y tuve la oportunidad de observar en un paciente joven cómo la cualidad del objeto externo e interno podía variar. Éste podía ser inexistente (ausente, abandónico, deprimido) peligroso (traicionero, persecutorio) o aniquilador, (violento, explosivo, destructivo). Pero, estas cualidades no permanecían aisladas sino que se cruzaban con lo femenino (madre) y lo masculino (padre), y surgían entonces una madre-mujer inexistente, peligrosa o aniquiladora y un padre-hombre inexistente, peligroso o aniquilador. El self identificado con ellos (proyectivamente unas veces y adhesivamente otras) se convertía en inexistente, peligroso o aniquilador. Adicionalmente, lo femenino se relacionaba con lo pasivo y lo masculino con lo activo y surgían cambios en las formas de los objetos. Lo femenino-mamá se volvía pasivo y predominaba su inexistencia. Lo masculino-papá se volvía activo y se resaltaba lo peligroso y agre-

sivo de su ser. Esto le dificultaba, indudablemente, su identificación sexual. La alternativa era volverse mujer-hombre-pasivo-inexistente, o bien hombre-hombre-activo-peligrosoaniquilador. Adicionalmente, observé cómo los objetos padre-madre no habían podido asumir una diferenciación adulto-niño, y en su indiscriminación predominaba lo polimorfo perverso. Esa manera de funcionar guiaba al paciente en la misma dirección, en la misma indiscriminación y confusión. Para evitar las confusiones zonales, producto de la confusión femenino-masculina, activo-pasivo, adultoniño que lo orientaban hacia el vacío en la relación con el otro o hacia la aniquilación del otro y del sí-mismo, el paciente se paralizaba, se sumía en una pasividad-impotente, en una incapacidad, muy cercana a una vagina inútil y estéril. Cuando las cualidades masculino y activo se valoraban positivamente, pero aún persistía la conexión femenino-peligroso-destructivo, la identidad homosexual entraba en crisis; ya no quería ser vagina inútil, ni pene agresivo; ya no era posible dejarse penetrar, pero tampoco era posible penetrar. El paciente entró en un estado de “limbo sexual”. Sin embargo, esta situación se hizo insoportable y el paciente regresó a estados mentales femeninos pasivos y volvió a ser una vagina inútil. Sus intentos de construir infructuosamente una heterosexualidad-activa terminaban en fracaso. Finalmente, el pene no pudo entrar en una vagina clara y fértil y quedó convertido en un pene potente pero sin continente adecuado donde ubicarse. Como producto de la recuperación de relaciones buenas con objetos hombres más discriminados (analistas y padres anteriores y nueva mirada a su padrastro actual), que tenían formas psíquicas no peligrosas y no destructivas, sino más bien continentes, presentes y benignas, las cualidades femenino-masculino pudieron diferenciarse y


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desaparecieron las mezclas rígidas antiguas con masculino-activo-peligroso y femeninopasivo-inexistente, para surgir la diferenciación niño-adulto. El paciente pudo buscar su identidad sexual del lado de lo masculino-activo-adulto-protector, un hombre adulto que podía hacerse cargo de sí mismo y de otros, de sus lados infantiles y de otros niños. Pero, como no pudo aclararse suficientemente las cualidades femeninas inexistentes, peligrosas o destructivas, la única posibilidad que tuvo fue convertirse en un padre-protector-activo que seguía confundido al identificarse con la madre no aclarada y persistió en su posición homosexual. El objeto elegido para establecer una relación afectiva era el reflejo del objeto materno: un hombre-mujer-pasivo-niña que él cuidaba desde su posición de hombre activo y protector, identificado con el objeto padre-masculino-activo, más discriminado y valorado. En el trabajo “El edecán de la madre: una depresión melancólica” (1994b), pude observar cómo fallaba la función continente-contenido en la mente de un paciente. Su funcionamiento mental era el de una madre que diera de mamar a su hijo, y en lugar de mirar el efecto de la mamada en el bebé pensara: “¿será que la leche es buena?”, “¿tendrá vitaminas?”, “¿será dulce?” y en ningún momento se preocupara por el bebé que recibe la leche, en cuyas actitudes podría encontrar el reflejo del efecto de la mamada. Lo que hacía o decía sólo lo evaluaba en términos de bondad en sí-misma del contenido que emitía y no con relación a la reacción del continente que recibía su producto. Predominaba en él una pregunta: “¿estaré haciendo o diciendo lo mejor?” Al no tener en cuenta la reacción del depositario, sino la cualidad de lo emitido, no se establecía un vínculo con el objeto sino una mirada narcisista hacia su producto. El movimiento de las identificaciones que se observaba en la mente de este paciente

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podría resumirse de la siguiente manera: muerte del padre, sentimiento de abandono y tristeza, que no pudo ser contenido por la madre deprimida. En ese momento él, a pesar de sus deseos y con una gran decepción por no lograr reemplazar plenamente al padre, se vio forzado a convertirse en el acompañante de la madre triste, silenciosa e inactiva. No pudo sentir la rabia hacia la madre que no lo aceptó como compañero sustituto del padre y pasó entonces a convertirse en la madre triste, silenciosa y pasiva y a sentir rabia contra estos rasgos de carácter de la madre, convertidos ahora en propios. Después de año y medio de análisis, comenzó a aparecer una relativa tolerancia a la tristeza y al silencio y tomó contacto con la gran rabia hacia el padre, por haberse muerto cuando todavía lo necesitaba para ubicarse en el mundo, y hacia la madre, por no haberlo aceptado como marido sustituto, ni recuperar su alegría con su compañía, después de la muerte del padre. Un interrogante surgió de ese trabajo. Me pregunté si la melancolía era producto solamente de un proceso de internalización del objeto como parte del sí-mismo crítico a través de un proceso de incorporación canibalística, pero a la vez de expulsión y destrucción previas, exclusivamente, como lo planteara Abraham (1924), o podría tratarse en algunos casos de un proceso de identificación proyectiva tanto con el padre como con la madre y una doble mirada desde dentro de cada uno de estos objetos. Pensé que era posible que el melancólico se encontrara perdido dentro de la madre y, a la vez, dentro del padre, como objetos internos, y que el proceso analítico pudiera permitirle salir de estos encierros en el claustro materno y dentro del pene apresado en el claustro combinado y confuso de papá-bebé-mamá, en un gran edén (cabeza/pecho-pezón), pero viviendo dentro de los objetos y sin poder salir porque no sabía cómo hacerlo. Sugerí que el daño


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en la melancolía estuviera dado, en algunos casos, por la doble identificación narcisística proyectiva. Metido dentro del padre se quedó acompañando, lleno de amor y dedicación a la madre, y metido en la madre se quedó triste, silencioso y vacío como la madre, echando de menos al padre. Enclaustrado no pudo experimentar, desde él mismo, la doble pérdida de sus padres. En otro trabajo, “Fantasías de final de análisis” (1991), en el cual exploré las últimas sesiones del análisis de cuatro niños a la luz de los conceptos de dimensionalidad de Meltzer y de continente-contenido de Bion, encontré algunas variaciones. La primera niña, con una imagen de columpio en su mente, sin noción de continente, oscilaba entre dos situaciones sin límites claramente definidos. No había la concepción de espacio diferenciado adentroafuera, sino un oscilar entre dos situaciones planas que no tenían configuración de continente. Permaneció en un estado en el cual el acercamiento y alejamiento de los objetos era de carácter fortuito. La segunda niña se sentía expulsada del consultorio-continente a un espacio exterior no definido notoriamente. Sólo existía el espacio claro que quedaba clausurado para ella y carecía de una concepción clara sobre el lugar al que se enfrentaba. En el tercer niño, con la fantasía del cordón umbilical que lo ligaba todavía a la matriz, como espacio continente, y que le permitía salir sin perder su origen, se desplazó del continente a un espacio no bien definido, pero al menos podría volver. La cuarta niña se fue de un espacio que se modificaría con el tiempo hacia un espacio en el que la esperaba un nuevo objeto continente: la madre. En ese artículo concluí que en la unidimensionalidad no había ninguna concepción de espacio, en la bidimensionalidad había la noción de ir y venir entre dos situaciones planas, en la tridimensionalidad aparecerían dos momentos: uno donde la noción de espacio

continente implicaba que el contenido era pasivamente expulsado y otra donde el contenido puede entrar y salir del continente en forma activa. Pero en ambos casos el espacio nuevo no estaba claramente definido. En la tetradimensionalidad, finalmente el espacio viejo es un lugar en el cual es posible entrar y salir en forma activa pero a la vez éste se va modificando a medida que el tiempo pasa. El espacio no es nunca igual y no hay regreso posible a un espacio infinito sino a otros espacios que contienen objetos que pueden servir de nuevos continentes.

III. EL CONTENIDO DEL SUEÑO Este sueño lo tuve al regresar de vacaciones el día antes de entrar de nuevo al trabajo. Es Navidad, voy de visita a la casa de los padres de una pareja mayor amiga mía que no ha tenido hijos, una pareja estéril. Estando en la casa de los padres de él, observo adheridos al piso, a las paredes y al techo, trozos no continuos de lo que sería un árbol de navidad, de color verde oscuro y verde claro. Es un árbol de Navidad construido en casa de los padres de él-ella, son como dibujos al óleo o en papier maché. El árbol surge en el piso y se eleva hacia la pared, luego viene un espacio en blanco y continúa en la parte alta de la pared para pasar al techo, donde vuelve a haber un espacio en blanco, y del otro lado del techo vuelve el mismo proceso en dirección contraria. Siempre con pedazos en blanco y trozos de verde claro y verde oscuro. Lo observo desde la mitad del cuarto y veo la construcción en lo que sería la bóveda del espacio. No veo la pared del fondo porque estoy de espaldas a ella y no hay pared enfrente porque ahí continúa la casa, sólo se ve el marco de madera que enmarca el espacio que continúa. Ellos me muestran la construc-


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ción, están orgullosos de ella y yo pienso “es como una instalación conceptual” pero en espacio ajeno, en el interior de la casa de la madre de él-ella. Me dicen que de allí saldrán a su propia casa donde van a armar concretamente el árbol de navidad. Este sueño me inquietó mucho. ¿Qué representa socialmente el árbol de navidad? Es un árbol-padre lleno de regalos, que entrega sus frutos a la casa familiar. Pero en la imagen del sueño hay partes que se ven claras y otras oscuras y otras son parte de la imagen, están perdidas. Son seguramente las imágenes de partes del padre, unas claras, otras oscuras y otras que se perdieron. Trozos de imágenes en el piso, las paredes y el techo de una bóveda. ¿Serán pedazos de las imágenes del padre pegadas al interior de la bóveda materna? Ni el padre, ni la madre tendrían vida en esta imagen. No hay luces, ni frutos, sólo dos superficies incompletas. Ni continente cerrado, ni árbol-padre en tercera dimensión. Hay una construcción que pareciera tener lugar con vivencias pasadas no claramente entrelazadas, espacios perdidos e imágenes reconocidas en pedazos, no plenamente recuperadas.

IV. UNA MIRADA SOMERA A LA CONDICIÓN MENTAL Y EL PROCESO ANALÍTICO DE TRES PACIENTES HOMBRES JÓVENES QUE NO LOGRABA ENTENDER Durante el año anterior tuve tres pacientes hombres con características mentales y vitales similares. Dos de ellos habían perdido, al terminar su infancia e iniciar la pubertad (once y doce años), a sus padres, por la ruptura de la relación con la madre. Uno de ellos era hijo único y el otro el mayor de cinco hermanos. Ambas madres habían quedado deprimidas y ellos habían tenido que hacerse cargo de su dolor. Desde ese momento se habían convertido en los protectores de la ma-

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dre y de las hermanas. Ambos eran exitosos profesionalmente, pero ambos, también, habían tenido problemas en sus matrimonios. Sus propias mujeres se habían convertido en una carga de dolor y necesidad y ellos se mantenían allí porque no podían alejarse de estas mujeres necesitadas que se convertirían en dolientes con su ida. Tenían una actitud ambivalente hacia el padre ido, pero no totalmente ido. Por una parte lo admiraban; habían sido exitosos económicamente, pero se habían quebrado, y estos hijos habían tenido que hacerse cargo de lo que quedaba de la quiebra del padre, que finalmente no se alejaba del todo. El otro hombre, el tercer paciente, que había tenido que reemplazar al padre frente a su madre y sus hermanos, era también el hermano mayor. Por razones de trabajo, el padre viajaba constantemente y la madre era incapaz de resolver los asuntos domésticos cuando el padre no estaba. Esta situación determinó que el hijo se hiciera cargo de estos asuntos y se convirtiera en el todero de la casa, modelo que se trasladó posteriormente a su trabajo, en donde se convirtió en el gerente todero de una empresa exitosa que lo usaba de manera abusiva. En los procesos analíticos de estos tres hombre empecé a ver en ellos una parte mental de apariencia madura que era clara, precisa, cuidadosa, respetuosa, amable en su funcionar en sesión y fuera de ella, y una parte más infantil, necesitada y entristecida, que se hallaba detrás de la relación con sus mujeres necesitadas y entristecidas a quienes complacían. Eran hombres-mujeres protectores eficientes, con exceso de demandas de parte de sus mujeres necesitadas, entristecidas y nada generosas. La imagen era, más bien, la de mujeres a quienes ellos acompañaban. Mi sensación en terapia era la de encontrarme con unos hombres que habían aprendido a cuidar pero que nunca


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habían aprendido a pedir, a demandar, porque el objeto no recibía, no podía oír, ver, ni entender sus necesidades. En el análisis con estos hombres tuve la sensación de que me veían a mí misma como otra mujer a la que no podían abandonar, una mujer mayor necesitada. Hombres que vivían con deseos de ser libres, moverse por el mundo como los padres, pero que habían quedado atrapados en el cuidado de sus madres y esposas demandantes, necesitadas y entristecidas. Alejarse de ellas significaba convertirse en los padres adorados pero irresponsables que los abandonaron, y quedarse a su lado significaba permanecer en una cárcel con cadenas construidas por ellos mismos a las cuales les era imposible renunciar.

V. UNA NUEVA FORMA DE IDENTIFICACIÓN ADHESIVA PERO EN EL INTERIOR DEL CLAUSTRO MATERNO Estos tres hombres habían experimentado grandes sufrimientos en su niñez, en la soledad de sus cuartos, al lado de seres que sufrían como ellos y que no encontraban salida porque estaban en un espacio desconocido: el abandono. Los tres niños abandonados por sus padres y convertidos en cuidadores del dolor de la madre, para lograr sobrevivir establecieron una relación de identificación proyectiva en el interior de la madre. Supervivencia, apresamiento y adhesión parecían estar vinculadas como salida a la tristeza, al desamparo, a la soledad y al peligro en que cayeron ellos y sus madres cuando el padre su fue. Pareciera que ellos se sumergieron en el hueco negro de la depresión de la madre y trataron de remplazar al padre para devolverlas a la vida, sin lograrlo. ¿Cómo entender entonces el sueño? Pensé que tal vez la imagen estaba representando la esterilidad de las identificaciones adhe-

sivas de los hijos construidas en el interior de madres abandonadas y entristecidas por la ausencia de sus maridos. Madres que ya no tenían el hombre a su lado, ni el hombre dentro de ellas, sino que habían caído, bajo el dolor de la pérdida, en un estado mental inundado de dolor y abandono, carente de capacidad para recibir el dolor de los hijos. Impotentes e inactivas no respondían a sus demandas sino que por el contrario se convirtieron en objetos perdidos para sus hijos. Huérfanos ahora de padre y de madre, estos niños se vieron forzados a convertirse en hombres protectores de la madre y los hermanos sin recursos propios suficientes para hacerlo. Ubicados en el interior de sus madres internas, adheridos a las cualidades protectoras de los padres perdidos, construidos con pedazos no siempre vinculados, recuperando la imagen del padre, que no era la propia, trataban de contener el dolor y las necesidades de la madre, sin lograrlo plenamente. El dolor de la madre los inundaba y los metía al foso negro de su dolor. Estos hombres no eran una caricatura del padre, sino una imagen incompleta del mismo, con aspectos claros y oscuros sobre su manera de ser. Necesitados de protección y enfrentados a su propia carencia, se adhirieron al objeto necesitado que encontró alivio a su dolor con su presencia cercana, no diferenciada, que los inquietaba y sumía en la misma condición mental. No es que yo proteja, parecían afirmar estos pacientes, es que demando protección, y al no lograrla, me vuelvo protector copiando el modelo antiguo de mi padre protector, hoy también perdido, a quien sólo recuerdo a pedazos. Trato de reemplazarlo en el interior de mi madre pero no lo logro. Por eso los trozos en blanco, por eso la imagen plana, por eso la carencia de tercera dimensión de los objetos internos padre-hijo, porque el espacio no es el propio, es el espacio interno de la madre.


¿IDENTIFICACIÓN ADHESIVA EN LA PARED DEL ESPACIO VACÍO DEL INTERIOR DE LA MADRE?

VI. CONSIDERACIONES FINALES En la evolución histórica del concepto de identificación adhesiva, Bick y Meltzer nos mostraron su carácter bidimensional de apariencias sensoriales que se copian, Klein nos permitió contactar la identificación proyectiva como una forma de entrar en el objeto y controlarlo desde adentro para apropiarse abusivamente de sus cualidades, Meltzer nos describió los efectos que el apresamiento y la vida en el interior de la madre tienen sobre la mente y sobre la visión del mundo en los procesos de identificación proyectiva, y Freud nos señaló las ventajas para el desarrollo psíquico de la identificación introyectiva que elige cualidades admirables de los objetos y las hace propias, no por control, no por robo, sino por emulación y por transformación. En mi trabajo “Identificación por aferramiento” (1997, inédito), quise mostrar una identificación proyectiva que se daba en los obsesivos, por apresamiento del continente sobre el contenido que convertía la identificación proyectiva en adhesiva. Un espacio continente totalmente cerrado sobre el contenido de manera que nada puede entrar y nada puede salir, unión estéril paralizante en su repetición obsesiva de la que no pueden salir. Vinculé esta identificación con una falla temprana en el mecanismo prensil. Ahora quisiera proponer una nueva modalidad de identificación adhesiva dentro del interior de la madre que se da cuando el objeto paterno protector al abandonar a la madre la deja en condición de tristeza y necesidades no resueltas, y fuerza, en los hijos más sensibles o con mayores recursos, una identificación proyectiva, no para controlar a la madre, sino para proyectar en su interior los restos del antiguo objeto paterno protector de la madre en la realidad externa y en la realidad interna, ahora perdido para siempre. Al producirse la inversión de funciones,

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el hijo se siente forzado a quedarse cerca de la mujer-madre-esposa-novia necesitada y carente de hombre. En función de protector, asume un papel que no le corresponde por derecho propio sino que es recuperado parcialmente de la imagen proyectada del padre protector en las paredes del interior de la casa-madre. Por eso, en el sueño aparece la pareja estéril que dibuja en pedazos el árbol-padre de navidad, época del nacimiento del salvador con padre putativo, árbol lleno de regalos, pero en este caso un árbol bidimensional, casi reptante y en pedazos por las paredes internas de la madre. Estos hombres se sienten orgullosos de la instalación y construcción realizada pero sólo pueden recuperar pedazos de la función paterna y pegarla, adherirla al interior del cuerpo de la madre, pedazos de la protección idealizada, de la protección erotizada y de la protección violentada, confundidos entre el amor y el odio, entre la necesidad y la protección, entre la tristeza y la alegría, entre lo interno y lo externo. Es una nueva forma de identificación adhesiva con el objeto paterno, pero bajo la condición de identificación proyectiva intrusiva en el interior del cuerpo de la madre, perdiendo en ambos casos su propia identidad separada de los objetos. Están apresados por la identificación con el padre, en su cualidad protectora y por la identificación con la madre, en su aspecto necesitado y triste. Por esta razón, la masculinidad de estos hombres aparece aplanada. Son hombres construidos con el recuerdo parcial del ser hombre de sus padres adheridos a la pared del interior de la madre, como una construcción del sí-mismo-padre no claramente definido porque está pegada a la pared solitaria del interior de la madre. Esta situación es una expresión clara de un incesto estéril. Ni el continente está cerrado adecuadamente, ni el hijo puede fantasear con la entrada y


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la posesión de la madre. Simplemente, en su apresamiento, dibuja la imagen entrecortada de su padre ido y no logra poseer a la madre, sino que está apresado en ella, en el dolor de la madre que lo ha aspirado dentro de ella, que lo ha forzado a la intrusión. Es un medio padre y un medio hijo, tan entristecido como la madre, tan desamparado como ella y tan ausente como el padre, pegado a una función protectora aniquilante y estéril.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ABRAHAM, K. (1924), Un breve estudio de la evolución de la libido, considerada a la luz de los trastornos mentales, en Psicoanálisis Clínico, Lumen Hormé, Buenos Aires, 1994. BION, W. R. (1962), Aprendiendo de la experiencia, Paidós, Buenos Aires, 1980. (1963), Elementos de psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1966. (1970), Atención e Interpretación, Paidós, Buenos Aires, 1974. (1991), Memorias del futuro. S.A. Editores, Julián Yébenes, Madrid, 1995.

(1992), Cogitations. Editorial Promolibro, Valencia, 1996. MELTZER, D. y otros (1975), Exploración del autismo. Paidós, Buenos Aires, 1979. MELTZER, D (1992), Claustrum. Una investigación sobre los fenómenos claustrofóbicos, Spatia Editorial, Buenos Aires, 1994. MUÑOZ, C (1989), Una expresión clínica de la configuración continente-contenido, en Revista de la Sociedad colombiana de psicoanálisis, Bogotá, Vol. 14 (2): 251-270. (1991), Fantasías de final de análisis, Trabajo presentado en la Sociedad Colombiana de psicoanálisis (Inédito). (1994a), Un material clínico a la luz de modelos neokleinianos, en Revista de la Sociedad colombiana de psicoanálisis, Bogotá, Vol. 19 (2): 152-163. (1994b), El edecán de la madre: una depresión melancólica, en Revista de la Sociedad colombiana de psicoanálisis, Bogotá, Vol. 19 (1): 30-47. (1997), Identificación por aferramiento, (Inédito). (1998), Las narraciones de recuerdos, de vida cotidiana y de sueños, son coordenadas que permiten conceptualizar los estados de la mente, (Inédito).


PSICOANÁLISIS XX (2); 21-49, 2008

ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO Convergencias, suplementos1 y divergencias ISMAIL YILDIZ2 Recibido septiembre 11 08 Aprobado diciembre 2 08

Resumen Se describe la evolución de las diferentes formas de angustia de una paciente (P) con ataques de pánico, durante los siete años del proceso psicoanalítico. Se considera inicialmente a P como con una organización fronteriza de la personalidad. Su angustia de separación, que inducía a veces ataques de pánico y somatizaciones, se reactualizaba repetitivamente en transferencia y se elaboró durante los primeros años. Varias formas de angustia se relacionan con re-vivencias traumáticas o se producen por anticiparlas y, eventualmente, para evitar estas vivencias desbordantes Esos y otros síntomas disminuyeron su intensidad paulatinamente, y luego desaparecieron o dejaron de ser una preocupación. Con el propósito de buscar convergencias, suplementos y divergencias en las teorías, se revisan las conceptualizaciones construidas sobre las diferentes formas de angustias. Las de P corresponden más a las pre-edípicas que a las de las posiciones posteriores.

Palabras clave: angustias, ataque de pánico, angustia de separación, angustia de muerte, insomnio.

ANXIETIES AND PANIC ATTACKS Summary The evolution of the different forms of anxiety of a patient (P) with panic attacks is described during seven years of the psychoanalytic process. The P is considered initially like having a borderline organization of personality. Her anxieties of separation that was inducing, sometimes, panic attacks and somatisations, were reedited repetitively in transference and were elaborated during the first years. Several forms of anxieties are related to relieve traumatic experiences or they take place to anticipate them and to possibly avoid these overflowing experiences Those and other symptoms diminished gradually of intensity, and disappeared or they stopped being a preoccupation. In order to look for convergences, supplementations and divergences in the theories, are reviewed the conceptualisations constructed on the different forms of anxiety. The anxieties of P correspond more to pre-oedipus anxieties than to those of later positions.

Key words: anxieties, panic attack, anxiety of separation, anxiety of death, insomnia.

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El autor originalmente utiliza el término suplementaciones, por su carácter dinámico, pero, finalmente, después de varias consideraciones, se ha decidido por este término, eso sí, haciendo siempre el énfasis en el aspecto mencionado. (N. de la E.) MD, MSc. Miembro asociado de la APC. E-mail: iyildiz@etb.net.co


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ANGUSTIAS E ATAQUES DE PÂNICO Convergências, suplementações e divergências Resumo3 O autor descreve a evolução das diferentes formas de angustias de uma paciente (P) que sofria de ataques de pânico durante sete anos do processo analítico. Inicialmente considerou P como uma personalidade de organização fronteiriça (borderline). Suas angustias de separação, que as vezes induziam ataques de pânico e somatizações, se reatualizaram na transferência e foram sendo elaboradas durante os primeiros anos. Varias formas de angustias se relacionavam com revivências traumáticas ou surgiam por antecipá-las e eventualmente para evitar estas vivencias que transbordavam. Estes e outros sintomas diminuíram paulatinamente de intensidade, logo desapareceram ou deixaram de ser fonte despreocupação. Com o propósito de encontrar convergências, algo que acrescente e divergências nas teorias, são revistos os conceitos construídos a partir de diferentes formas de angustia. As angustias de P correspondem mais a posições pré-edípicas do que a posições posteriores.

Palavras chave: angustias, ataque de pânico, angustia de separação, angustia de morte, insônia.

I. INTRODUCCIÓN

II. CASO CLÍNICO

Las múltiples formas de angustia hacen parte de los afectos más dolorosos que vivencia el ser humano. Vemos en ellas también un motor esencial para el proceso psicoanalítico. De otra parte, las teorías explicativas de angustias de diferentes enfoques psicoanalíticos son también diferentes. Éstas no son únicamente de orden teórico, sino que tienen también consecuencias en la práctica psicoanalítica: determinan las modalidades del pensar del analista, afectan su manera de escuchar y comprender, y orientan los modos y los contenidos de sus intervenciones (Yildiz, 2006a y 2006b). En el presente trabajo describo brevemente las angustias y los ataques de pánico de una paciente, y discuto algunas convergencias, suplementos y divergencias de las teorías explicativas más pertinentes. Incluyo también algunas consideraciones personales.

II.1. Entrevistas La paciente, que llamaré con el seudónimo de Esperanza o P, me pide una cita de urgencia en diciembre de 2000. Cuenta que tiene ataques de pánico desde hace más de un año pero su frecuencia aumentó últimamente, y tuvo una crisis espantosa esa mañana. Estaba en “psicoanálisis” (dos sesiones semanales durante un año y una vez los últimos seis meses) pero su analista se ausenta con frecuencia y salió de vacaciones por tres meses al inicio de noviembre. Es por esto que quiere cambiar de terapeuta y me pregunta si yo puedo tratarla también durante las vacaciones. Justifica su petición diciendo que sus ataques de pánico ocurren con mayor frecuencia durante este tiempo y los fines de semana. Ante mi indagación, explica que sus ataques de pánico se manifiestan con angustias

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Traducción al portugués de Geny Talberg.


ANGUSTIAS Y ATAQUES DE PÁNICO. CONVERGENCIAS, SUPLEMENTOS Y DIVERGENCIAS

muy intensas acompañadas de una sensación de muerte inminente. Durante sus crisis más fuertes llega a no sentir partes de sus piernas, su espalda y la parte posterior de su tronco, y siente que está a punto de desmayarse y morirse. No pierde el conocimiento, no obstante tiene que sentarse o acostarse para no caerse. Teme también morir de un ataque al corazón, derrame cerebral o tener catalepsia. Consultó con algunos médicos que le dijeron que no tiene hipoglicemia, ni la tensión arterial baja, que su cuerpo funciona perfectamente, y que lo que tiene es de origen psicológico. El neurólogo le prescribió un calmante (Lexotán) pero ella no quiso tomarlo pensando que si tiene algo psicológico tiene que tratarse psicológicamente y no con drogas. No reconoce ningún factor desencadenante de sus ataques de pánico. Tiene también una angustia anticipatoria constante de tener ataques. Además, tiene varias fobias que incluyen miedo a la muerte, a los perros y gatos, a estar sola en la calle y en su casa, a viajar en avión y en buses de transporte público. Esperanza tiene entonces 21 años y estudia en cuarto semestre de universidad (U), en un campo de ciencias sociales. Vive con su madre y una hermana menor. Considera que todo su sufrimiento se debe a su padre, por haberla separado de su mamá cuando tenía 6 años, después de peleas y pleitos. Dice estar nerviosa desde entonces y que nunca lo perdonará por haberlas separado. Ella y su hermana volvieron a vivir con su madre un año después, también después de pleitos. Dice que él, aunque sea tacaño, le paga todo, le da toda la plata que quiere, hasta le paga un conductor, pero que no están relacionados afectivamente. Considera ambivalentes (sic) las relaciones con su madre, dice ser muy celosa de ella y cree que fue uno de los factores para que no volviera a casarse. Reconoce parcialmente la anormalidad de acostarse

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en el mismo cuarto que su mamá para poder dormirse desde hace muchos años, pues siempre temió acostarse sola en un cuarto. Aun acostada al lado de ella, tiene a veces ataques de pánico pero no le cuenta para no asustarla porque es muy nerviosa. Además cuando tienen disputas, ella la llama loca, y por eso no quiere que sepa de sus ataques de pánico. Esperanza, con cara y voz muy angustiada, me pregunta qué es lo que tiene, si es una enfermedad genética incurable lo que provoca estos ataques. Le explico que no es una enfermedad genética ni incurable, pero que se necesita más investigación, y le propongo una segunda entrevista. Esta primera entrevista fue muy espontánea, pero en algunos momentos me sentí tensionado, como si no supiera cómo hacerla. Esperanza explicaba muy poco sus cosas, respondía con generalidades y enseguida quedaba en silencio, por lo que yo tenía que preguntar para aclarar y precisar sus relatos. Además, después de la entrevista me quedé con un malestar inexplicable y sentí como si hubiera realizado mi peor trabajo. Llegué a comprender posteriormente (en la supervisión) mi “tensión” durante nuestro encuentro y mi malestar subsiguiente, como resultado de mi captación inconsciente de las angustias aterradoras de P. En la segunda entrevista, comenta que la noche anterior en una fiesta de matrimonio estuvo muy nerviosa y tampoco durmió, sino tal vez una hora, por miedo a tener crisis de pánico con alguna pesadilla. Al contrario de lo que relataba, ella me parecía radiante, a pesar de trasnochar, comparada con su estado muy ansioso durante su primera entrevista. Investigué más activamente su pasado y presente, incluyendo las relaciones con sus terapeutas anteriores. Nació de parto normal. No tomó pecho porque no le bajó leche a su madre. Caminó a los 11 meses, habló temprano y leyó como a los 3 años. Desde siempre se


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sintió nerviosa, pero esa sensación aumentó después de la separación de sus padres. Inicialmente la trató el psicólogo de la escuela. Cuando tenía entre 13 y 14 años fue tratada por un terapeuta hombre, a causa de su depresión y anorexia leve. Hace año y medio empezó otro tratamiento con una terapeuta mujer, por estar muy angustiada. Dice que ésta es psicoanalista y amiga de la familia. Antes de su salida por sus vacaciones, Esperanza le manifestó su desacuerdo y la posibilidad de buscar otro terapeuta. Su analista aceptó esta posibilidad. Generalmente se sentía nerviosa en el colegio y la U, y actualmente teme mucho tener allí un ataque de pánico, o algo peor. Ha podido estudiar y pasar los semestres, aunque sea con dificultad, a pesar de su nerviosismo y sus angustias. Añade que perdió dos semestres en la primera carrera, y le tocó cambiar a la que está estudiando por ser más fácil. En la nueva no ha perdido hasta ahora ningún semestre, pero sí algunas materias. Comenta que su vida afectiva es caótica y conflictiva, que tuvo novios con problemas emocionales, y piensa que tal vez ésto se deba a sus propias dificultades. Incluso, se separó mal de su último novio hace unos tres meses. Repite que tiene miedo a desmayarse, a que la hospitalicen o a morir por sus crisis de pánico. Me pregunta si no está loca o si tiene una enfermedad biológica incurable. Le explico que no es una locura en el sentido de perder contacto con la realidad, como tampoco una enfermedad biológica incurable; es más bien un trastorno emocional importante, principalmente de origen psicológico. Después de que acordamos trabajar cuatro sesiones semanales, comenta que sus padres no creen en su necesidad de un tratamiento psicológico y consideran el psicoanálisis como uno de sus caprichos, pero ella considera que sí necesita el tratamiento.

Cuando le anuncio la finalización de la entrevista, Esperanza se angustia y me pregunta si puede llamarme durante el fin de semana en caso de tener ataques de pánico. Explica que durante los fines de semana siente que no puede contar con nadie si los tiene, por lo que llamaba a su terapeuta anterior. Añade, además, que aumentó la frecuencia de sus crisis desde que su terapeuta se fue de vacaciones. Yo acepto, con cierto desagrado, y le doy los datos de mi buscapersonas. En esta segunda entrevista yo ya tenía más conciencia de la gravedad de la situación de P y de mis preocupaciones por las dificultades del tratamiento, así que acepté sus llamadas eventuales como un Parámetro ante sus ataques de pánico. Decidí también llevar el caso a una supervisión.

II.1.1. Diagnóstico hipotético Esperanza consulta por ataques de pánico aparentemente espontáneos acompañados de una sensación de muerte inminente, asociados a veces a síntomas de despersonalización en forma de pérdida de la sensibilidad de partes de su cuerpo. Tiene también múltiples fobias e insomnio. Además, tiene hipocondría sobre su salud corporal y mental: consultó médicos para averiguar cómo funcionan su cuerpo y su cerebro, teme tener una enfermedad genética incurable, morir de un derrame cerebral o de un infarto cardíaco, tener catalepsia, y estar loca o enloquecerse. Con los síntomas descritos y basándome también sobre mi contratransferencia (predominio de malestar y preocupación por ella y por el tratamiento), consideré graves sus perturbaciones emocionales y pensé en primer lugar en una organización fronteriza de la personalidad, según los criterios de Kernberg (1984). Consideré a favor de este diagnóstico “presuntivo” el conjunto de los síntomas descriptivos de ansiedad crónica, difusa y flotante, que incluyen los ataques


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de angustias, neurosis polisintomática, difusión de su identidad (percepción disociada y contradictoria de sí mismo y de otros). La petición de llamarme en casos de ataques de pánico refleja el uso de mecanismos primitivos de defensa, la idealización primitiva, e indica que no es capaz de hacer frente sola a sus angustias abrumadoras (debilidad yóica). P. venía con la explicación de su terapeuta anterior: sus angustias y síntomas se deberían a la no resolución de su complejo edípico. Sin embargo yo pensé en un predominio de déficit y conflictos pre-edípicos. Consideré el hecho de acostarse en el mismo cuarto con su madre para poder dormirse como evidencia de una insuficiente separación-individuación o de una regresión al estado simbiótico con la madre (Bleger, 1967; Mahler y col., 1975). Parece también evidente, que sus ataques de angustias, sobre todo durante los fines de semana y las vacaciones, y su exacerbación reciente con las vacaciones de su terapeuta, la consulta urgente conmigo con deseo de cambiar de terapeuta y su querer tratarse durante las vacaciones, son manifestaciones de su angustia de separación (pánico) de su terapeuta-madre primitiva.

II.1.2. Analizabilidad e indicación del psicoanálisis Consideré en favor de la analizabilidad de P, su gran motivación expresada para tratarse psicológicamente, su edad joven, haber estado ya en un tratamiento psicológico en el diván, el hecho de que podía estudiar a pesar de sus angustias permanentes y cierto grado de introspección manifestado en las entrevistas. Ante la urgencia y la gravedad de su situación, pensé en la posibilidad de utilizar parámetros, como la aceptación de llamadas telefónicas en casos de ataques de pánico y el uso de algún psicofármaco como un tratamiento suplementario si fuese indispensable.

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II.1.3. Pronóstico inicial Considerando que P tiene múltiples fobias, hipocondriasis, ataques de angustias con despersonalización y angustia anticipatoria constante de tener ataques de pánico, preví un tratamiento difícil y largo, similar a los casos de organizaciones fronterizas de la personalidad. Preví también metas terapéuticas menos ambiciosas, por ejemplo, pasar de un nivel bajo a un nivel más alto de la organización fronteriza de la personalidad (Kernberg, 1984).

II.2. Evolución de la situación psicoanalítica Describí y discutí ampliamente en mi libro (Yildiz, 2008) la evolución de la situación psicoanalítica, los sentimientos, las emociones, las pasiones y los síntomas de Esperanza durante los siete años que duró el tratamiento. Aquí consideraré brevemente la evolución de sus angustias y ataques de pánico. Durante los cuatro primeros meses, hubo incertidumbre para mantener el encuadre, a causa de dificultades en el pago de mis honorarios por parte de sus padres, así que finalmente concertamos una rebaja con el fin de mantener las cuatro sesiones semanales. Después de las primeras semanas de tratamiento, disminuyeron la frecuencia e intensidad de sus ataques de pánico, pero aparecieron somatizaciones como polaquiuria con angustia y disnea y más tarde ahogos durante las comidas. Consideré esas somatizaciones como una fijación de sus angustias difusas sobre algunos órganos y sus funciones, también como una llamada de ayuda a sus padres para que pagaran la terapia y para que yo no la abandonara. Volvió a comer mejor después de llegar a un acuerdo económico para la continuación de la terapia, pero se empeoró hasta poner en peligro su nutrición durante la separación de las vacaciones de fin de año. Su temor a ahogarse comiendo predominó periódicamente durante varios


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años, y sólo durante los dos últimos de análisis no volvió a mencionarlo. Sus angustias de separación de los fines de semana se intensificaron después de dos meses de tratamiento y me llamó varias veces por muy intensos ataques de pánico, calmándose generalmente durante la conversación. Esperanza reaccionó fuertemente al anuncio de mis vacaciones de mitad de 2001, y ante sus angustias intensas a causa de esa separación le indiqué que tomara Lexotán. Desde entonces, tomó Lexotán cuando aumentaban la intensidad de sus angustias o ante situaciones que imaginaba que la aumentarían. Después de esta primera separación por mis vacaciones, P reaccionó con más silencios en las sesiones, y quiso abandonar la terapia. Revivió de cierta manera sus ira, rabia, resentimiento, tristeza y agonía de otras separaciones traumáticas, llorando muchas veces durante las sesiones. De hecho, ella había sido separada violentamente de su madre cuando tenía seis años, a causa del divorcio de sus padres. Estaba convencida que esa separación era la causante de sus sufrimientos desde entonces y culpaba de esto a su padre. Consideré como progreso el hecho de que P pudiera sentir y expresar sus emociones en transferencia (rabia, resentimiento, etc.), sin terror a la retaliación. Durante todo este tiempo, la transferencia predominante fue pre-edípica (idealización primitiva, simbiosis y angustia de separación) y mi contratransferencia fue de preocupación por sus síntomas amenazantes y por la posibilidad de que interrumpiera el tratamiento. Durante la separación de fin de 2001, me llamó dos veces por ataques fuertes de pánico y soportó agonías y dificultades para comer, por terror a asfixiarse mientras tragaba y morirse. Tuvo gastritis y úlcera duodenal, y perdió mucho peso. Se mejoró progresivamente de esos síntomas en los siguientes meses, al mismo tiempo que disminuía también la intensidad de mi contratransferencia.

Esperanza soportó mejor la separación por mis vacaciones de mitad y fin de 2002. No obstante, volvió a reaccionar más fuerte a la separación de mitad de 2003 y se hospitalizó tres días en el servicio de neurología por jaquecas y vómitos persistentes. Un mes antes de esta separación, las relaciones con su padre habían empeorado y sentía que él nunca volvería hablarle de nuevo. Además, había fracasado en mantener un trabajo debido a sus angustias. Consideré que esas nuevas tensiones se juntaron con la angustia de separación de la terapia, desbordaron sus capacidades para elaborar esas emociones y provocaron las somatizaciones citadas. Otra área de preocupación de Esperanza y de angustias intensas y frecuentes era el temor a no pasar sus semestres en la U. Ya había perdido dos en su primera carrera, y venía pasándolos con dificultad en esta nueva y con deuda de una u otra materia en cada uno. Además, sentía que estudiaba por obligación hacia sus padres y pensaba que su carrera no serviría para nada. Pensó varias veces en abandonar sus estudios en los momentos de mayor angustia. También se consideraba como no inteligente de nacimiento y no tenía esperanzas de mejorar. Sin embargo, por primera vez pasó directamente el primer semestre de 2002 y lo logró también en el segundo. Empezó el año de 2003 con ánimo de estudiar mejor y pensando que, tal vez, su carrera sí podría servirle para realizarse en su vida, y al final tuvo el mejor promedio de su facultad. Con esas mejorías rompió el círculo vicioso en sus estudios y ganó mayor confianza en sus capacidades. Las relaciones objetales internas y externas predominantes eran inicialmente de objetos no diferenciados (simbióticos) o de objetos parciales: unos totalmente malos y persecutorios, proyectados principalmente sobre su padre, y otros simbióticos, totalmente buenos y protectores proyectados princi-


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palmente sobre su madre, su terapeuta anterior y sobre mí. La vivencia de los persecutorios predominaba generalmente sobre la vivencia de los protectores, en forma de demonios en su sueño, que la paralizaban, con temor a ser poseída por espíritus malignos y finalmente, ataques de pánico que amenazaban su vida mental y corporal. Los buenos eran vivenciados de manera más primitiva (simbiótica), con necesidad de cercanía del cuerpo de su madre para poder tranquilizarse y dormir, o necesidad de comunicarse conmigo durante los fines de semana y vacaciones. La angustia de separación del objeto simbiótico se manifestaba con agorafobia, claustrofobia, insomnio y ataques de pánico. En general, la necesidad del objeto protector no era reconocida (renegada) era rechazada (como su rechazo a la terapia), y en su parte más madura sentía gran vergüenza por esta dependencia . P contaba también con la parte protectora de su padre, aunque no lo reconociera, porque se alteró mucho con el empeoramiento de sus relaciones. También empezó a descubrir progresivamente que tiene más terror a su madre que a su padre. Como consecuencia de la simbiosis persistente, la insuficiente separación-individuación, y la no integración de objetos parciales y de partes de sí misma disociadas, Esperanza no tenía suficiente constancia objetal, tenía una identidad difusa, sus emociones eran primitivas (violentas) con actitudes de todo o nada con los objetos simbióticos y parciales. A semejanza de sus relaciones objetales internas y externas, la transferencia fue inicialmente de idealización primitiva y de fusión (transferencia narcisista y simbiótica). La intensidad de la identificación proyectiva de su terror sin nombre (desvalimiento psicológico), produjo en mí una gran preocupación por su salud mental y corporal durante el primer año de tratamiento. Al lado de la ideali-

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zación primitiva y de la fusión, emergieron en pocos meses rebeldía, rechazo y desprecio en la transferencia, que se manifestaron repetidamente de varias formas, desde silencios prolongados, renegación de la utilidad del tratamiento hasta deseos de interrumpirlo. Pero, con el progreso del proceso psicoanalítico, se produjo cierto grado de acercamiento de partes persecutorias (malas) y protectoras (buenas) de sus objetos y de su self, que se reflejó en la disminución de sus terrores hacia sus padres y en transferencia conmigo. En efecto, empezó a contarme progresivamente sus “secretos”, incluyendo sus vivencias abrumadoras (traumáticas) durante la separación de su madre. Lo que mostró un mayor grado de confianza en mí y en ella para atreverse a revivir y a elaborar así esas emociones traumáticas. Después del primer año de terapia, volvió a tener algunos ataques de pánico (generalmente, durante las separaciones de fines de semana o de mis vacaciones); sin embargo, ya sabía aguantar en general y temía menos enloquecerse o morir durante las crisis. Mientras tanto, su sensación de ahogo comiendo era como si fuese a morir inmediatamente, aunque ella se daba cuenta que podía seguir respirando. Desde el mes de mayo de 2002, las dificultades con la comida dejaron también de ser una de sus preocupaciones principales. Aunque durante mucho tiempo temió estar sola en la U y aun en su propia casa, en septiembre de 2002 empezó a mejorar de su agorafobia y claustrofobia. Esperanza había tenido colecho con su madre desde los siete hasta los doce años y después dormía en el mismo cuarto, aunque tenía la posibilidad de hacerlo en otro. Al inicio, racionalizaba esta situación diciéndose que no veía nada malo en ello. Ante mis interpretaciones repetitivas sobre el origen de sus angustias y ataques de pánico como resultantes de la no separación-individua-


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ción suficiente de ella, comprendió, desde los primeros meses de la terapia, la necesidad de sacar su cama a otro cuarto. Desde entonces, pensó en la posibilidad de separación, empero se sentía incapaz para intentarla. Después lo intentó varias veces, en tiempos diferentes, pero no pudo porque se despertaba con angustia después de pocas horas y a la noche siguiente volvía al cuarto con su madre. Finalmente, sacó su cama en enero de 2003, y la mantuvo separada desde entonces. Como otras señales de la disminución de la intensidad de su simbiosis, disminuyeron también la intensidad de sus angustias de separación durante los fines de semana y las vacaciones. Después de los tres primeros años de tratamiento psicoanalítico, la disminución de la intensidad de simbiosis patológica, el progreso del proceso de la separación-individuación y cierto grado de integración de sus objetos parciales y de su self se reflejaron, entre otros, en la adquisición de una mejor capacidad para relacionarse con los otros. Efectivamente, la relación con su novio de entonces fue menos angustiante, menos compulsiva, de mayor confianza, y con menos terror de ser abandonada, que con los anteriores. Por momentos, llegó hasta a sentirse bien y alegre en esta relación, como nunca antes se había sentido. A pesar de temer mucho, se arriesgó a tener sus primeras relaciones sexuales con él. Durante el año 2004, Esperanza aguantó las incertidumbres y angustias normales y exageradas de su graduación, y empezó a trabajar enseguida. Sus angustias aumentaron, generalmente, con las responsabilidades de los trabajos (que cambió cuatro veces, durante los tres años siguientes) y, fácilmente, llegó a tener relaciones persecutorias con sus jefes y colegas. Sin embargo, poco a poco, aprendió de sus experiencias y ganó cada vez mayor confianza en sus capacidades. Al mismo tiempo empezó a valorar progresivamente, mu-

cho más, las sesiones psicoanalíticas, al darse cuenta de que le ayudaban a comprender sus relaciones conflictivas en el trabajo y, eventualmente mejorarlas. Así que disminuyeron paulatinamente sus silencios en las sesiones hasta que acabaron por desaparecer. Poco a poco, mejoraron también las relaciones con sus padres y con sus colegas de trabajo. A partir del inicio de 2006, tanto su trabajo como su vida se transformaron muy lentamente, pasando de ser un sufrimiento continuo y de aguante, hasta momentos de disfrute y de realización. El inicio de estos momentos coincidió con un noviazgo nuevo, más sereno. Con este novio pudieron cultivar más la confianza mutua y decidieron vivir juntos y, desde mayo de 2007, lo están haciendo en otro país. Esta determinación, la de separarse de su madre y de mí, fue elaborada en análisis durante más de un año, y antes de decidir marcharse de Colombia, habíamos acordado que, eventualmente, podíamos seguir la terapia por Internet, como efectivamente lo hicimos, desde el mes de mayo hasta final de 2007. Durante su estancia en otro país, después de sus angustias de viaje y de los grandes cambios de las primeras semanas, Esperanza siguió mejorando mucho más; entre otras cosas, dejó de utilizar el ansiolítico que tomaba ocasionalmente, aprendió a usar el bus (en Colombia nunca lo había hecho, y se consideraba incapaz de ello para siempre), a quedarse en su residencia sin angustiarse sobremanera, a hacer compras, etc., todo ello sola. Los meses antes de su viaje, Esperanza no solamente se sentía mejor, sino que tomó conciencia de sus mejorías en muchas áreas. Asimismo, reconoció la importancia del tratamiento y me agradeció por mi compromiso con ella. Fue en este momento que le pedí su autorización para publicar su caso en un libro. Ella lo aceptó, considerando que su mejoría podría dar esperanza a otras personas que sufren intensamente, así como ella había sufrido.


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Después de su viaje, empezamos a trabajar con miras a finalizar el tratamiento. Efectivamente lo hicimos de común acuerdo en una sesión en mi consultorio en enero de 2008 (Esperanza estaba de vacaciones en Bogotá). Puedo decir que la evolución de Esperanza, hasta entonces, fue mucho mejor que lo que yo mismo había pronosticado inicialmente.

III. DISCUSIÓN III.1. Diagnóstico psicodinámico Aunque ciertas corrientes de psiquiatría expliquen la angustia de un trastorno de pánico como de origen puramente biológico (Restrepo, 1994), nosotros buscamos mecanismos psicodinámicos como ante cualquier tipo de angustia. No obstante, la existencia de diferentes enfoques psicoanalíticos hace posible también explicaciones psicodinámicas diferentes de la misma sintomatología. Según las teorías freudianas, Esperanza sufre de una neurosis mixta que incluye las neurosis actuales (neurosis de angustia e hipocondría) y las psiconeurosis. Sus ataques de pánico son muy similares a los ataques de angustia de neurosis de angustia (Freud, 1895a, 1895b, 1898; Yildiz, 2006c). El trastorno de pánico sería un ataque de angustia abrumadora que rebasa las capacidades yóicas (protección antiestímulo) e inunda al yo, volviéndose así una angustia traumática. Según la escuela kleiniana, nuestra P vivía la mayor parte del tiempo en la posición esquizoparanoide, cuya exacerbación explicaba sus angustias primitivas (psicóticas) de fragmentación corporal y mental (Klein, 1957; Rosenfeld, 1987; Steiner, 1987, 1991; Hinshelwood, 1989; Yildiz, 2007a). Los ataques de pánico se producirían por la confusión de partes del self con el objeto, debido a la identificación proyectiva patológica. De hecho, nuestra P sufría generalmente de an-

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gustias persecutorias, muchas veces internas (hipocondriasis) y otras veces proyectadas hacia afuera (fobias). No parecía sufrir generalmente de angustias depresivas por haber dañado sus objetos, penar por ellos y eventualmente tratar de reparar y recrearlos. Sus fobias se explicarían por la proyección de objetos parciales persecutorios (malos) internos en el mundo exterior. Los psicoanalistas poskleinianos, como Bleger (1967), Garbarino (1968) y Ogden (1989, 1991), para explicar las angustias y síntomas considerados aun más primitivos, propusieron otra posición que existiría antes de la posición esquizoparanoide (antes de la discriminación entre el objeto bueno y malo, yo y no-yo). Según Bleger (1967) y Garbarino (1968), el remanente de núcleos de indiferenciación primitiva en una personalidad “madura” es el responsable de la persistencia de la simbiosis o de la posición umbilical, respectivamente. Cuando se rompe esta simbiosis, la invasión masiva del yo, más integrado por este núcleo, lo desorganiza con sensaciones de ansiedad y estados confusionales catastróficos, despersonalización, amenaza de locura y de desintegración. Según Ogden (1989), la angustia de la posición autistacontigua involucra la experiencia de la desintegración inminente de la cohesión del self y de la superficie sensorial. Los ataques de pánico y la despersonalización de P podrían corresponder a lo descrito por estos autores. Más particularmente, las sensaciones de despersonalización durante sus ataques de pánico fuertes, el temor a no poder controlar su orina y el acostarse cerca de su madre para poder dormir, pueden equipararse a las angustias y a las defensas de la posición autista-contigua. Sus actitudes de estar cerca de su madre sin comunicarse íntimamente y de venir a las sesiones con gran dedicación, pero quedándose en silencios prolongados, pueden ser expresiones de


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las necesidades apremiantes de los objetos autistas (Tustin, 1987, 1991), y de utilizar la terapia como una segunda piel, para conservar la cohesión precaria de su self (función sostenedora o contenedora de la terapia y del terapeuta [Bick, 1968; Kogan, 1988]). Dentro de los desarrollos de la “psicología del yo”, las conceptualizaciones de Mahler (1979a, 1979b; y Mahler & col., 1975) sobre la fase autista normal, la fase de simbiosis normal, la fase de separación-individuación y el logro de constancia objetal, explican con otro enfoque el desarrollo biopsicosocial “normal”. Los defectos de elaboraciones de estas etapas dan cuenta también de los estados autistas, las angustias de separación, las simbiosis patológicas (incluyendo la psicosis simbiótica) y los estados fronterizos. En Esperanza se observó, con toda evidencia, la insuficiente separación-individuación y la simbiosis patológica con su madre primitiva y con los objetos en transferencia (con su terapeuta anterior, conmigo, con sus novios, etc.). Había considerado a P como fronteriza después de las entrevistas. Sin embargo, persisten imprecisiones y desacuerdos en el campo de la clínica del fronterizo (Frosch, 1988), aunque la mayoría lo considere, como Kernberg (1975) y Paz & col. (1976, 1977a, 1977b, 1991), una estructura psicopatológica diferente de las psicosis esquizofrénicas y de las neurosis “clásicas”. La coincidencia de la mayoría de los autores en que los fronterizos no se psicotizan de manera permanente, a pesar de sus indudables oscilaciones regresivas tanto en su vida cotidiana como en un proceso terapéutico, acentúa la posibilidad de que constituyan una sola estructura psicopatológica predominante. Kernberg considera, que aunque los fronterizos han logrado la diferenciación de las re4

presentaciones del self del objeto, sin embargo, no han podido integrar las representaciones disociadas del self ni las representaciones de los objetos parciales, que se manifiestan como una difusión característica de la identidad (Yildiz, 2007b). Mientras que Paz y col. (1976) piensan que los fronterizos tienen principalmente una falta de separación-individuación y partes simbióticas con el objeto (partes psicóticas). Podemos destacar esas explicaciones contradictorias de los fronterizos como una divergencia entre esas teorías. Considero que P no solamente tiene la no integración de su self y sus objetos parciales, lo que explica la difusión de su identidad (al inicio de su tratamiento me dijo que quería ser otra persona), sino que también tiene partes simbióticas -o no-diferenciadas- con su madre primitiva. Esperanza tenía, también, un narcisismo patológico manifestado por medio de una gran vulnerabilidad a la frustración, muy baja autoestima y falta de confianza en sí misma. Al mismo tiempo, manifestaba una omnipotencia de su self grandioso primitivo que inducía la devaluación y el desprecio de otros (Kohut, 1969, 1971, 1977; 1984; Green, 1983; Bleichmar, 1983; Lizarazo, 1990; González, 1993, 2003). Hemos constatado que P estaba viviendo su adolescencia alterada, vivía en la posición esquizoparanoide predominante, padecía un narcisismo patológico, sufría enormemente por estar sola, agorafobia, ataques de pánico y somatizaciones como consecuencias de una insuficiente separación-individuación y de una simbiosis patológica con su madre primitiva-analista, de manera similar a las descripciones y conceptualizaciones convergentes y suplementarias4 de Bleger (1967), Garbarino (1968), Mahler (1979a, 1979b) y Ogden (1989, 1991).

Quiero aclarar que uso el concepto suplementario diferente de complementario. El concepto complementario implica la totalidad, la saturación y el cien por ciento. Mientras que el de suplementario implica no saturación, la incompletud y la abertura a más posibilidades de explicación que pueden ampliar nuestra comprensión.


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III.2. Analizabilidad e indicación del psicoanálisis Se puede cuestionar la analizabilidad e indicación de psicoanálisis en nuestro caso considerado inicialmente como una organización fronteriza de la personalidad, dado que no existe unanimidad sobre la analizabilidad de los fronterizos. Kohut (1971) considera que no es capaz de empatizar con uno. Kernberg (1984, 1991), en cambio, propone un psicoanálisis modificado, que llama psicoterapia expresiva, con utilización eventual de Parámetros, pero no excluye totalmente el psicoanálisis como una indicación “heroica” en casos menos graves. Paz & col. (1976, 1977a, 1977b, 1991) y Lizarazo (1987a, 1987b, 1988, 1989) aceptan la organización fronteriza como una organización psicológica particular, indicando el psicoanálisis en la mayoría de los casos, y en casos más graves ven la necesidad de parámetros como la utilización de psicofármacos e intervenciones en el medio familiar. Mientras que para los kleinianos no existe esta frontera y todas las personas tienen partes psicóticas que hay que tratar en psicoanálisis. Aunque pensé, al inicio, que era un caso difcil para el psicoanálisis, en las primeras semanas me di cuenta de que me había equivocado en mi estimación sobre la capacidad de introspección de P. Muchas veces la alianza de trabajo no había funcionado, en el sentido de asociar libremente, porque ella prefería quedarse callada. Ante sus angustias intensas, acepté que podía llamarme en casos de ataques de pánico. Durante la primera separación por mis vacaciones aconsejé que tomara un ansiolítico, así que tomó Lexotán como un tratamiento suplementario según sus necesidades. Después de tres años de tratamiento, consideré que ella seguía fronteriza, con narcisismo patológico y partes psicóticas (simbióticas) predominantes, que dificultaban el proceso psicoanalítico. Desde

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el inicio se añadió otro factor que dificultó aún más el proceso terapéutico: el “sabotaje” del tratamiento por parte de los padres que amenazaron periódicamente con no pagar la terapia. Sin embargo, después de siete años de tratamiento, frente a los resultados alcanzados, podemos afirmar que el psicoanálisis fue una buena indicación.

III.3. Diferentes formas de angustia Existieron muchos intentos de clasificar los afectos. Es probable que ellos sean también, como las ideas, infinitos en sus diferentes combinaciones y matices. Además, los afectos son más difíciles de identificar, discriminar, describir y precisar con palabras (Chiozza, 1998). La particularidad que tienen los afectos de poder volverse conscientes sin unirse a las palabras en lo pre-consciente (Freud, 1923), explica la limitación del lenguaje verbal para dar razón de ellos. Aunque en psicoanálisis tengamos costumbre de usar el concepto de angustia en singular, yo prefiero usarlo en plural porque tomo en consideración que existe en múltiples formas. En lo siguiente revisaré brevemente las teorías explicativas de Freud y de otras corrientes post-freudianas sobre las diferentes formas de angustia. Esas teorías convergentes, suplementarias y a veces divergentes, pueden ayudarnos a comprender mejor las angustias de Esperanza. Freud (Lección XXV, 1916-17) diferenció las angustias en dos categorías según los agentes causales: denominó angustia real (o miedo) cuando es una reacción a la percepción o a la anticipación de un peligro exterior (se produciría por los instintos de autoconservación); y angustia neurótica cuando el peligro exterior no existe o es insuficiente para explicarla. Las neuróticas pueden manifestarse asociadas con cualquier tipo de neurosis o como angustia flotante y/o ataques de angustia en neurosis de angustia (o sus equi-


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valentes como temblores, vértigo, palpitaciones, opresión, etc.). Aunque Freud adjudicara la angustia de la neurosis de angustia a la no elaboración de las excitaciones sexuales actuales, es decir a la represión de la libido, consideraba generalmente que la represión de cualquiera de las excitaciones afectivas (libidinosas o agresivas) puede transformarse en angustia neurótica. Podemos resumir las otras tres teorías de angustia de Freud según sus tres teorías dualistas de pulsiones. Según su primera teoría pulsional (Freud, 1905, 1915a), la angustia se genera por la oposición (conflicto) de pulsiones de autoconservación y las sexuales; según la segunda (Freud, 1914), por la lucha (conflicto) entre la libido del yo y la libido objetal; y según la tercera (Freud, 1920), por la lucha entre las pulsiones de vida y de muerte. La vivencia de lo siniestro (ominoso) es también una forma de angustia que Freud (1919) describió. Lo siniestro amenaza la integridad del sujeto: terror a la castración, a la fragmentación o a la desintegración del self corporal y mental, y horror a la muerte. Lo siniestro se produce cuando se desvanecen los límites entre la fantasía y la realidad; se puede decir que la vivencia de lo siniestro es una forma de angustia confusional o psicótica. Freud propuso otra nueva en 1926, dividiendo todas las angustias en dos categorías, según sus efectos o consecuencias en el sujeto: la angustia señal y la angustia traumática. La angustia señal se origina ante un peligro (externo o interno) anticipado; entonces, el yo le hace frente fugando o luchando, postergando la satisfacción o renunciando conscientemente o, también, reprimiendo las pulsiones peligrosas. Mientras que la angustia traumática (o automática) irrumpe a través de las barreras antiestímulo y de la represión, y es involuntaria, intolerable, indecible, e inunda y desorganiza al yo. La angustia señal es producida por el yo para evitar la angustia

traumática. La angustia traumática sería una re-vivencia del desamparo psíquico (desvalimiento) de un niño de pecho, el cual sería análogo al desamparo biológico en el trauma de nacimiento. El estado de desamparo psíquico deja al bebé impotente frente a las demandas pulsionales primitivas, lo que genera una desorganización del yo que es todavía incapaz de poner en operación defensas capaces de alejar esa angustia intolerable e indecible. Después del desarrollo de las instancias psíquicas, el ello persigue, exclusivamente, el beneficio placentero mientras el yo tiene la función de autoconservación y se preocupa por la seguridad. El yo utiliza las sensaciones de angustia como señales que indican amenazas para su integridad, mientras que la angustia traumática se produce automática e involuntariamente, cuando el yo se vuelve impotente ante un peligro real o fantaseado. El yo vive entonces, pasivamente, esta angustia porque pierde el control, se desorganiza, pierde su integridad, siente un peligro inminente de muerte fisiológica y/o psicológica, como una reactivación de las vivencias de desvalimiento psicológico anteriores. El estado afectivo se hace, entonces, paralizante e inadecuado al presente (Freud, Lección XXXII de 1933, 1940). Nosotros podemos decir que el ataque de pánico es la vivencia más extrema de las angustias traumáticas, que puede inducir gritos no controlados, huída, parálisis, despersonalización, estados lipotímicos y aun desmayos con pérdida de conciencia, como ha ocurrido a veces con nuestra P. Freud (1926) consideró también que cada una de las edades del desarrollo psicosexual tiene adscrita cierta condición de angustia, adecuada a ella. El peligro del desamparo psíquico corresponde a la época de la carencia de madurez del yo (angustia traumática); el peligro de la pérdida del objeto y de la pérdida de amor del objeto, a la dependencia de otros en los primeros años infantiles (angus-


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tia de separación y angustia de perder el amor del objeto); el peligro de la castración por el varón y la angustia de ser abandonada por la niña, a la fase fálica (angustia de castración); y el miedo al superyó (angustia de conciencia moral o angustia social), al período de latencia. Sin embargo, todas estas situaciones peligrosas y condiciones de la angustia pueden subsistir conjuntamente y provocar la reacción angustiosa del yo en épocas posteriores a las correspondientes o actuar varias de un modo simultáneo. Esas afirmaciones de Freud indican la posibilidad de la superposición de vivencias de diferentes tipos de angustia. Freud consideró, en 1930, que el ser humano se angustia ante tres amenazas: desde el propio cuerpo (temor a perder el control ante las pulsiones del ello y las enfermedades orgánicas), el mundo exterior (la crueldad de la Naturaleza) y las relaciones con otros seres humanos (el superyó como su representación). Sostuvo que la angustia ante el superyó y la angustia de muerte son elaboraciones de la angustia de castración. Brenner (1974), perteneciente al enfoque de psicología del yo, en su proposición de una teoría unificada de los afectos, reserva el término angustia (ansiedad) para un afecto que la expectativa del peligro despierta en el yo, que no estaría presente como tal desde el nacimiento. Prefiere denominar simplemente “displacer”, o congoja (distress), o afectos primarios, a la respuesta innata intensa a las situaciones traumáticas de la muy temprana infancia. Es una consideración más similar a las de Freud (1926), y en total contradicción con las de Klein, que acepta la existencia de angustias persecutorias desde el nacimiento. Según Klein, durante los primeros meses de vida se manifiesta la angustia persecutoria y en los meses siguientes predomina la angustia depresiva. Estos dos tipos de angustia corresponden a iguales posiciones

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propuestas también por la autora: la posición esquizoparanoide y la posición depresiva (Klein, 1940, 1946, 1955, 1957). Considera la angustia de muerte como producto de angustias psicóticas de desintegración, y no como Freud la conceptualizaba: resultante de la transformación de angustia de castración edípica o castración social. La despersonalización sería otra manifestación de la angustia de desintegración. Según Baranger y col. (1988), la teoría de la angustia de Klein, con sus dos variedades fundamentales, la angustia paranoide y la angustia depresiva -a las cuales agregan las angustias confusionales y las angustias de desintegración-, hace de la angustia una de las vicisitudes de la relación de objeto. Consideran que todas las formas psicopatológicas tienen como finalidad común evitar que se presente la forma extrema de angustia, la angustia traumática, y caracterizan a esta forma de angustia como el trauma puro, sin sentido, totalmente des-estructurante. Piensan también que los sujetos del “trauma puro” son los que padecen “neurosis actuales”, pero que lo “actual” de la neurosis no es de índole biológica (estasis libidinal), sino el muro impenetrable que se opone en el sujeto a la historización de algunos sectores de su existencia. Podemos considerar, entonces, los ataques de pánico de P como re-vivencias de “traumas puros”, que necesitan ser recordados, contenidos, pensados, construidos y elaborados. Bion describe el “terror sin nombre” como el tipo de angustia que puede tener un bebé que ha proyectado en su madre su miedo a morir y ésta, en lugar de metabolizar este temor con su función de rêverie, devolviéndoselo mitigado, despoja al sentimiento del niño de su significado específico y le devuelve un “terror sin nombre”, que es mucho más grave que el miedo a morir que antes sentía (Grinberg y col., 1991). La experiencia emocional llamada “pánico psicótico” (Bion,


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1967) puede ser concebida como el fracaso de una parte de la mente para actuar como continente de emociones muy violentas que no pueden ser toleradas. Según Winnicott (1949, 1952, 1960; Abadi, 1996) existen tres tipos de angustia primitiva que resultan del fracaso del holding (sostenimiento) materno: 1. La no integración, que se trasforma en un sentimiento de desintegración; 2. La falta de relación entre la psique y el soma, que se transforma en un sentimiento de despersonalización; y finalmente, 3. El sentimiento de que el centro de gravedad de lo consciente se desplaza desde el núcleo a la cáscara que lo envuelve, desde el individuo a la técnica de cuidado, lo que genera un falso self. Cuando este holding (estable, seguro y confiable) fracasa, la continuidad existencial se interrumpe y el infante vive amenazado por las angustias primitivas. Esta experiencia con las angustias primitivas deja una marca traumática en el psiquismo. La organización de defensas tempranas de emergencia genera una escisión del self con el fin de mantener sitiado el trauma, que queda así inscrito en el inconsciente, sin acceso al recuerdo ni a la palabra, pero con la potencialidad de reactualizarse posteriormente. Winnicott llamó “angustia inconcebible” (o agonías primitivas) a aquellas ansiedades muy primitivas a las que se halla expuesto el bebé en la etapa de dependencia absoluta, en ausencia del holding. Éstas forman la matriz de las angustias psicóticas. El autor las clasificó según varias modalidades de vivencia subjetiva: fragmentarse, desintegrarse, caer interminablemente, no tener relación con el cuerpo, confusión, no tener orientación en el espacio. Consideró también que el temor al derrumbe es un fenómeno universal y es el temor a la falla en la organización de las defensas que mantiene unida la integración yoica. El paciente en regresión pasaría por un período

de desintegración reviviendo las angustias primitivas (Winnicott, 1954, 1955). La corriente de psicología existencialista considera que la angustia es inherente a la condición humana (angustia existencial) (Arango Jaramillo, 1963). Ella surge por la amenaza hacia un valor que el individuo considera esencial para su existencia, como su personalidad y su libertad; es la experiencia de la amenaza de un inminente no-ser. La angustia de la disolución del sí-mismo no es algo que les sucede sólo a los neuróticos sino que también se refiere a la naturaleza normal de la angustia, pues ella apunta al centro mismo de la autoestima, al sentido del valor del sí-mismo. Dentro de los culturalistas, Horney considera que el agente de la génesis de la angustia y la neurosis no es el complejo de Edipo, ni el impulso de placer, sino todas las influencias adversas que hacen al niño sentirse desamparado e indefenso y lo llevan a concebir el mundo como algo amenazador. Lo fundamental de la angustia y de la neurosis no reside en los impulsos eróticos en sí mismos, sino en los impulsos hostiles (conscientes e inconscientes) vinculados a ellos (Mandolini, 1992, Roudinesco y col., 1997). Según la autora, la angustia básica se genera por un medio ambiente que no da seguridades afectivas y despierta la hostilidad básica y su represión. El niño reprime su hostilidad (que produce angustia) por temor a perder a la persona necesitada y/o su amor, y por temor a ser un niño malo. La angustia básica produce aislamiento emocional, destruye la autoconfianza, genera conflicto entre el deseo de confiar en los demás y la desconfianza adquirida y, por último, constriñe a la persona a invertir casi toda su energía en recuperar la seguridad perdida. Para los lacanianos la angustia es principalmente de orden imaginario, es decir, narcisista (Dor, 1985a, 1985b; Golse, 1987, Roudinesco y col., 1997). Lacan describió una


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fase de espejo en el desarrollo del infante, al final de la cual conquistaría su identidad y superaría la fantasía del cuerpo fragmentado y la vivencia de dispersión angustiosa. En su opinión, las psicosis infantiles pueden concebirse como un fracaso de esta experiencia clínica del estadio del espejo, y pueden aparecer esas angustias primitivas en ciertas experiencias de despersonalización (Lacan, 1966a, 1966b). Considera que la castración (simbólica) es la separación del niño (o de la niña) de la madre por parte del padre. Esta separación es un sacrificio que hay que pagar para convertirse en un sujeto con acceso al orden simbólico y a la cultura (La ley del Padre, el Otro). Si no se realiza esta castración simbólica se produce una forclusión del Nombre-del-Padre, la ausencia de la metáfora paterna, y el niño se queda en la fusión con la madre, en lo imaginario y la psicosis. Dentro de esas consideraciones, la angustia se genera por temor a asumir la castración simbólica, a no ser ya el falo de la madre (a no ser el deseo único de la madre). Hay que precisar que el falo no es el pene, sino lo que completaría al Otro (madre) en lo imaginario del infante. El falo no existe en la realidad, sino que es el atributo paterno imaginario y significante primero de toda la cadena de los significantes inconscientes y conscientes. Querer ser el falo del Otro es tener la ilusión de colmar todas las necesidades, deseos, demandas o faltas de otra persona. La angustia surgiría al darse cuenta de la falta y del vacío que no se pueden colmar (ni en el otro ni en uno mismo). Hay que enfatizar que los lacanianos diferencian totalmente el Deseo (el Deseo de ser el falo del Otro) de las necesidades fisiológicas y materiales. Sabemos que existen también angustias ante los factores que pueden lesionar el cuerpo o hacer peligrar la autoconservación, aparte de las angustias de no realización de los deseos “lacanianos”.

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Inspirado por el lacanismo, Bleichmar (1983) diferencia los objetos de la satisfacción de la pulsión, de los objetos de la actividad narcisista. Los objetos de la pulsión satisfacen la zona erógena, mientras que los objetos de la actividad narcisista exaltan el yo. Considera, con razón, que muchas veces el narcisismo adquiere prioridad sobre la satisfacción biológica. En el narcisismo, todo está en el orden de la significación, en la mirada del que puede otorgar reconocimiento con su admiración. Las angustias narcisistas surgen cuando entran en peligro las aspiraciones narcisistas. Considera que parte importante de la llamada angustia existencial se revela como de naturaleza narcisista, pues el deseo insaciable de ser un yo ideal único produce un sujeto que no encuentra paz al no poder mantener la admiración incondicional del otro o del superyó. En casos de mayor susceptibilidad narcisista, las menores objeciones por parte del otro despiertan la angustia señal para evitar caer en la situación traumática narcisista de impotencia y desvalimiento. Kohut (1977) describió dos tipos de angustia: una, propia de la persona cuyo self está intacto y que se experimenta como una respuesta al peligro específico (amenazas de pérdida de objeto, pérdida del amor del objeto, culpabilidad y castración ante la desaprobación superyoica); y otra, que comprende las ansiedades experimentadas por quien se está dando cuenta de que su self está comenzando a desintegrarse. Considera que la angustia más profunda no es la de castración sino la de desintegración y que la primera surge cuando la segunda no ha sido suficientemente neutralizada por la actitud empática de los objetos del self de la infancia. La ansiedad arrolladora durante la cual se experimenta el terror al aniquilamiento no se debe al miedo a los impulsos, sino a la percepción anticipatoria de la ruptura del


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self. La angustia como resultado de la amenaza a su cohesión se origina en los defectos y debilidades estructurales del self, en las circunstancias donde se experimenta a sí mismo como aislado o carente de los aportes de objetos del self. Los estados de fragmentación del self en los casos de trastornos narcisistas de la personalidad pueden ocurrir básicamente en tres niveles. Primero, bajo la forma de una depresión vacía, muchas veces sin llanto, con afectividad plana, sin aparente culpabilidad, sin ansiedades de superación y sin deseos reparativos. Segundo, es el de la angustia desintegrativa, caracterizada por un estado de ansiedad constante, temor culposo y pánico, disociaciones y sensaciones de fin del mundo, seguido por mal funcionamiento mental (pérdida de memoria, deficiencias en los juicios de realidad, disminución en la capacidad de la función sintética). Tercero, es la hipocondría que refleja un self que ha perdido su catexis narcisista y su cohesión. Si un paciente se encuentra en medio de una reacción aguda de fragmentación puede sentir sensaciones corporales inusuales (regresiones a niveles pre-psicológicos o somatizaciones) como los síntomas de despersonalización, dificultad en regular la temperatura corporal, otros síntomas psico-fisiológicos como vómito, diarrea, sudoración, temblor, afonía, balbuceo, decaimiento, desmoronamiento, desmayo, etc. (González, 1993). Como acabamos de ver, varias formas de angustia se relacionan con re-vivencias traumáticas o se producen por anticiparlas y, eventualmente, para evitarlas. Esperanza ha afirmado, muchas veces, que todo su sufrimiento se debe a la separación de su madre, cuando tenía seis años. Pienso que la separación después de peleas y pleitos debió ser traumática para ella, pero el hecho de separarse de su madre e ir con el padre debió ser también como una realización de su fantasía

edípica incestuosa y producir una culpa intensa. Si esta realización del deseo edípico no fue traumática en su momento, pudo volverse así con retroactividad a causa del proceso de reinterpretación y resignificación del pasado, lo que puede explicar el aumento de su angustia y la producción de ciertos síntomas durante su adolescencia, cuando intentaba repetir, reeditar o recrear otra relación incestuosa con uno de sus profesores. Tomando en cuenta el discurso de ella, se puede inferir (construir) que la madre no fue capaz de dar la suficiente seguridad emocional a su infante durante sus primeros años, aun antes de la separación, para una estructuración psicológica adecuada. Tampoco el padre ni las otras personas que la cuidaron pudieron compensar suficientemente los defectos (carencias o déficit) y los excesos de las funciones maternas, de manera que ella pudiera desarrollar un self con suficiente cohesión. Las relaciones actuales y construidas de P con sus padres sugieren la existencia de traumas positivos (separación forzada, madre intrusiva), negativos (por carencia empática) y acumulativos. Además, los padres seguían ejerciendo todavía efectos traumáticos durante los tiempos del tratamiento, no únicamente por falta de empatía con su sufrimiento, sino creando nuevas angustias mediante las amenazas de no pagar los estudios si perdía un semestre, y de no pagar su tratamiento si no les hacía caso a sus demandas irracionales. Basándonos en los estudios del desarrollo psicosexual y narcisista, podemos concluir que aunque la criatura humana nace con ciertas capacidades innatas (autonomía primaria), necesita de un ambiente facilitador para su desarrollo ulterior. Además, adquiere funciones, valores, símbolos e identidades por medio del aprendizaje durante sus relaciones interpersonales permanentes con el medio (incluyendo su propia creatividad). Si el ambiente no facilita continuadamente el


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desarrollo de la pre-programación, se producen acumulaciones de traumas negativos por carencia que dañan incluso las áreas de autonomía primaria, impiden el aprendizaje de otras funciones psicológicas y el desarrollo de la creatividad propia para hacer frente a los estímulos externos e internos, lo que crea una vulnerabilidad mayor a vivir traumáticamente las nuevas situaciones frustrantes. Cuando el entorno estimula demasiado, el sujeto vuelve a revivir el desamparo o desvalimiento psicológico, así que el yo se desorganiza, pierde el control y vive pasivamente la angustia traumática. Una vez que esa vivencia se memoriza como terrible e indecible, amenazadora de la integridad y la supervivencia, el sujeto intenta prevenirla con todas sus fuerzas, conscientes e inconscientes, lo que genera una hipervigilancia de su mundo interno y externo (angustia señal anticipatoria exagerada y permanente), desarrolla nuevos mecanismos de defensa y de adaptación (que pueden incluir el sometimiento y la creación del falso self) a veces con inhibiciones en algunas áreas, otras veces con mayor desarrollo de otras funciones (mecanismos compensatorios) y, eventualmente, creando síntomas para seguir su lucha contra las angustias persistentes. Pienso que no debemos reducir los efectos traumáticos de la vida al trauma de nacimiento (Rank, 1923), cuyas perturbaciones todos los humanos hemos padecido. Es cierto que hay unos partos más traumáticos que otros (Winnicott, 1949), pero desde el punto de vista psicoanalítico, el trauma psicológico se refiere a las perturbaciones de las relaciones interpersonales (agudas o acumulativas), ya sean por exceso o por carencia. No hay padres perfectos, como dice Bettelheim (1987), para impedir cualquier traumatismo 5

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durante la lactancia y aplicar únicamente frustraciones óptimas (no traumáticas), posteriormente. Necesariamente se producen traumatismos incluso en los mejores cuidados. Los padres suficientemente empáticos pueden no ser capaces de impedir la ocurrencia de algunos traumas, pero sí pueden ayudar en su elaboracion después de constatar lo ocurrido, reasegurando al infante o hablando sobre el tema con el niño mayor o con el adolescente para reparar la confianza interpersonal dañada. De otra parte, algunos autores consideran posible adscribir el trauma a alguien (persona ausente o hiperpresente) que no hizo lo que debía hacer, o hizo lo que no debía. No obstante, no debemos excluir los factores congénitos (constitución genética, traumas pre- y/o perinatales detectados o no) en algunos infantes, que a pesar de una buena dedicación de sus padres y del entorno inmejorable, su extrema intolerancia a las frustraciones puede perturbar el desarrollo biopsicosocial e inducir angustias patológicas y enfermedades mentales.

III.4. Neurosis de angustia y ataques de pánico Según los síntomas de Esperanza, podemos afirmar que sus ataques de angustia conforman la neurosis de angustia descrita por Freud (1895a, 1895b, 1898), o la neurosis de ansiedad aguda o el trastorno de pánico descritos por la psiquiatría (Restrepo, 1994) y por varios psicoanalistas (Brainsky, 1985, 1988; Carvajal, 1987; Lichtmann, 1993; Chiozza, 1998; Fernández de Nieva y col., 1998; Rubinstein, 1998; González, 2003). Existe consenso en la descripción de los ataques de pánico típicos; ellos se manifiestan con una ansiedad abrumadora (angustia traumática)5, se pueden acompañar de pal-

La palabra “pánico” significa “miedo inmenso” y deriva del griego panikós (πανικó ), “terror causado por Pan”. El grito súbito de dios Pan (παν), que habría aterrorizado a los Titanes, se hizo proverbial y ha dado la voz “pánico”.


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pitaciones, dolor o sensación de constricción precordial, sensación subjetiva de asfixia o ahogo, mareo, vértigo, sensación de desmayo inminente con “flojera en las piernas”, parestesias, sensación de vacío, dolor o hundimiento en el epigastrio, sensación de frío, temblor y experiencias dereísticas varias (despersonalización y des-realización). Esos síntomas pueden variar en intensidad: van desde estados de tipo sub-pánico, que extraña al sujeto y lo deja perplejo, pasando por ataques de angustia típicos, hasta llegar a estados de agorafobia y polifobia, que pueden llevar al sujeto a un aislamiento total, indefensión e invalidez, con pérdida casi completa de su sentido de autosuficiencia y de libertad. Varias veces fui testigo auditivo de las vivencias de Esperanza, a través del teléfono, durante sus ataques de pánico o después de un desmayo precedido de su ataque de pánico. Ella nunca ha tenido un ataque de estos durante las sesiones, aunque siguiera sintiendo a veces sus equivalentes en forma de dolor corporal y jaquecas. Durante esas llamadas, parecía estar transformada, con respiración muy alterada y con dificultad en el habla, diciendo sentir que iba a morir y que ya no aguantaba más; con voz suplicante, preguntaba qué tenía que hacer. Generalmente, se calmaba en pocos minutos con nuestra conversación, calma manifestada por la regularización de su respiración y la normalización de su voz. Muchas veces pidió disculpas en las sesiones siguientes a sus llamadas, y sentía mucha vergüenza por haberme molestado. Más tarde en la terapia, se quedaba silenciosa para expresar su rabia por no haberse curado todavía y/o diciendo, abiertamente, que la terapia no le había servido, que no le estaba sirviendo y no le serviría. En cuanto a la etiopatogenia de los ataques de angustia, la mayoría de los autores, dentro de los cuales me incluyo, no aceptamos la hipótesis freudiana de estasis libidinal

de neurosis actual, es decir, una insuficiente descarga o elaboración de la excitación sexual genital en la actualidad. Rosolato (1984) propuso una estructura de carácter de la neurosis de angustia, donde predomina la denegación de los problemas actuales que superan al sujeto. Otros autores (Lichtmann, 1993; Fernández de Nieva y col., 1998; Rubinstein, 1998) llegaron a las conclusiones convergentes y suplementarias de la existencia de predominio de un narcisismo primitivo y una insuficiente separación-individuación, además de la persistencia de simbiosis patológica en estos pacientes adultos. Fernández de Nieva y col. (Ídem) consideran que en las experiencias infantiles de sujetos con ataques de pánico están presentes la sobreprotección encubridora de hostilidad reprimida y la desconfianza en las posibilidades del hijo, como también las situaciones de rechazo y de distancia afectiva. Lichtmann (1993) piensa que el proceso de internalización del objeto ha fallado en esos pacientes simbióticos, no se ha establecido la delimitación sujeto-objeto, lo que explica la existencia de un déficit en el proceso de pensamiento y de simbolización. Ante amenazas de pérdida o abandono, reaccionan con la angustia de desvalimiento en lugar de la típica señal de angustia. Rubinstein (1998) hipotetiza la ausencia de la elaboración psíquica de la “excitación” agresiva en casos de ataques de pánico, cuando afirma que estas personas padecen una seria dificultad en la exteriorización de la agresión y, particularmente, con aquellos objetos con los que han establecido un fuerte lazo libidinal. Cuando exacerban los impulsos hostiles, al quedarse impedida la descarga hacia afuera, se produce la descarga neurovegetativa interna en forma de ataque de angustia. Los mismos sujetos tendrían, generalmente, pensamiento operativo, una vida pobre de fantasías, escasa capacidad de simbolización y notoria imposibilidad de nombrar los


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afectos (alexitimia)6. Esta hipótesis me parece suplementaria de otras más conocidas sobre los mecanismos de ataques de pánico. De hecho, en nuestra P, muchas veces, sus ataques o sus somatizaciones se iniciaron por una hostilidad no reconocida y/o no expresada. Ella tenía también dificultad para sentir hostilidad y expresarla, aun cuando estaba maltratada. Durante mucho tiempo me pareció tener muy poca fantasía diurna (decía que trataba de sobrevivir día a día), soñaba poco u olvidaba sus sueños y era bastante alexitímica. Durante los primeros años trabajamos para reconocer y discriminar sus afectos, y hasta establecimos entre nosotros una gradación de la intensidad de sus angustias para facilitar nuestra comunicación, que iba de cero a diez, donde cero correspondía a un estado de supuesta indiferencia anímica mientras que diez era la máxima intensidad de angustia que ella había sentido, es decir, ataque de pánico fuerte. Según González (2003), los ataques de pánico se producen por la cohesión insuficiente del self frente a los estímulos. En algunas oportunidades, él no logra anticipar el peligro mediante la angustia señal y, en lugar de un temor controlado que evite el trauma, lo precipita y es expuesto a la inundación y al pánico arrollador. En el caso de que no se logre una ligazón de la angustia, ésta puede generalizarse y permanecer como en el trastorno por ansiedad generalizada. En el trastorno de pánico existe una insuficiente internalización transmutadora de funciones de tranquilización, debido a las fallas en las experiencias de fusión con el objeto del self idealizado. Se reactivan en él los temores infantiles de desvalimiento frente al abandono. El autor considera que, durante la regresión transferencial, se reviven las angustias trau-

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Dificultad para expresar afecto.

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máticas de la separación. La reactivación de la experiencia de fusión durante el análisis, a partir de la movilización de la transferencia idealizadora, permite la elaboración de las situaciones traumáticas de separación. Considero que nuestra P padecía un narcisismo primitivo que la impulsaba a buscar relaciones de fusión con objetos arcaicos del self. Trastornos de su narcisismo que se manifestaban, de una parte, en sus debilidades comentadas (baja autoestima, difusión de su identidad, aislamiento emocional, fobias e inhibiciones, etc.), y de otra, mediante explosiones de omnipotencia (reprimida y/o renegada) en forma de no necesitar de nadie, de arrogancia extrema (“mi madre no me importa”), furia narcisista dirigida hacia sí misma (“si no paso el semestre me mato”). Es probable que su furia narcisista no sentida y/o no expresada fuese uno de los factores principales de sus ataques de pánico. Brainsky (1985, 1988) considera que la neurosis de angustia se produce por la no psicologización de las pulsiones y de la angustia. Opina que las pulsiones libidinales y agresivas se reprimen, pero el resultado de esta represión se descarga directamente por la vía neurovegetativa, en forma de ataque de angustia. Piensa que en los ataques de pánico intervienen, aparte de la angustia de castración, las angustias más primitivas. De otra parte, se ha demostrado que cuando los medicamentos elevan el umbral al que los mecanismos cerebrales activan los ataques de pánico, surgen nuevas posibilidades de conversación abierta y reflexiva para comprender los significados simbólicos de las angustias traumáticas, es decir, psicologizarlas (Griffith y col., 1994; Pinzón Junca A., 2007). Ésta fue una de las motivaciones de prescribir Lexotán a Esperanza.


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Todos los autores, incluyendo a Freud, que consideraron las angustias arcaicas convergentes en el desvalimiento psíquico, se refieren a la angustia del infante relacionada con la madre, es decir, a una relación dual, un estado de indiferenciación entre el self y el objeto, la confusión de los límites hasta llegar a la confusión narcisista (estado simbiótico). La transferencia y la contratransferencia predominantes con estos pacientes son, necesariamente, reflejo de esos funcionamientos mentales. Esos analizantes establecen transferencias fuertemente idealizadas, con una dependencia oral mágica del analista, tal que en los intervalos de inter-sesiones necesitan comunicarse con él para sentirse amparados, como ocurría con nuestra P. Pero, al mismo tiempo, la dependencia casi intolerable del analista crea dificultades significativas que ponen en juego la agresión dentro del proceso, fundamentalmente con ataques al encuadre, como los silencios prolongados de Esperanza. De hecho, ella me idealizó precipitadamente, no obstante, pronto llegó al rechazo y al desprecio por no haberla curado rápida y mágicamente. Se piensa que la frecuencia de trastornos de pánico ha aumentado en occidente en las últimas décadas debido a los cambios socioculturales. Fernández de Nieva y col. (1998) consideran que el sujeto se encuentra en una situación de desamparo “primordial”, surgida de su conflictiva intrapsíquica y reforzada por el contexto de su realidad cultural. El desamparo inicial tiene su especularidad en la cultura, por la pérdida de las redes sociales que ayudaban al sujeto y que le servían de soporte identificatorio. Piensan, acertadamente, que se perdieron los valores, las creencias y las ideologías anteriores, que servían como redes de contención y no fueron reemplazados por nuevos paradigmas para mitigar un sentimiento de inseguridad creciente. En la sociedad actual predomina

el anonimato, el aislamiento, la soledad y el desamparo. Se aleja el contacto con el otro y se ofrecen canales sustitutos por donde se pierde la identidad. Vivimos en una sociedad individualista en la cual el consumismo, el dinero, el éxito personal y el brillo de la imagen parecen ser las metas propuestas desde los medios de comunicación, la propaganda y las instancias más elevadas del poder. La institución familiar padece también los efectos de los cambios culturales, perdiendo su función contenedora, formadora e identificatoria. Los autores recuerdan las consideraciones de Freud (1921) sobre el pánico en las colectividades, que se genera por el rompimiento de vínculos libidinosos entre el líder y sus otros miembros. Cuando se quiebra ese soporte narcisista se produce una angustia colectiva, manifestada en forma de pánico. De manera similar, el actual aumento de ataques de pánico se debería a la caída del imaginario social y familiar y a la ruptura del entramado simbólico. Estos cambios sociales facilitan el desamparo psíquico del sujeto.

III.5. Simbiosis patológica y angustia de separación Vimos que existe cierto consenso en que los ataques de pánico se producen, generalmente, en los sujetos que tienen un vínculo de fusión narcisista y cuando se sienten en peligro de separación o de abandono; es decir, la angustia de separación no funciona como señal, sino que precipita una angustia traumática. Freud (1926) reconoció tardíamente la existencia de angustias más primitivas, anteriores a la angustia de castración de fase fálica, en formas de angustia de desvalimiento o de desamparo psíquico del lactante durante la inmadurez del yo (angustia traumática) y la angustia de pérdida del objeto (angustia de separación) durante los primeros años de dependencia infantil. Así, trasladó también


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el papel del padre a la madre en la génesis de angustias más primitivas y catastróficas, relacionándolas con trastornos de la relación dual madre-hijo. Este traslado implicaba revisar todas sus teorías anteriores sobre los afectos y síntomas, pero Freud no lo hizo. Probablemente es una de las razones del surgimiento de tantas teorías posteriores, a veces divergentes, en estas áreas. Según Mahler (1979a, 1979b; Mahler y col., 1975), las madres engolfantes (narcisistas, invasivas, intrusivas, sobreprotectoras, fobígenas) no toleran la separación-individuación y mantienen la persistencia de la fase de simbiosis normal, induciendo una simbiosis patológica en forma de una folie à deux. En los casos de alteraciones importantes del proceso de separación-individuación, se produce la psicosis simbiótica del niño. En los adultos, los ataques de pánico son las expresiones más traumáticas de la angustia de separación. Entonces, el sujeto busca una relación simbiótica con la madre primitiva (o algún representante) para aliviar las angustias de separación-individuación y la sensación de desvalimiento psíquico. Al fracasar la regresión defensiva simbiótica puede emerger también la posición autista. La posición simbiótica (Bleger, 1967), la posición umbilical (Garbarino, 1968) y la posición autista-contigua (Ogden, 1989, 1991) se convergen y se suplementan con las fases autista y simbiótica descritas por Mahler. Durante el tratamiento de Esperanza se confirmó la existencia de una insuficiente separación-individuación y de una fijación y/o regresión a estados de simbiosis-autismo con su madre primitiva, y su persistencia en acostarse en el mismo cuarto que su madre. La simbiosis patológica y las angustias traumáticas de separación-individuación de ella se reactivaron repetidamente en la transferencia. Durante el primer año, muchas veces empezaba a angustiarse desde el martes por

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el fin de semana y, sobre todo, por un fin de semana con lunes festivo. Después, con sus vivencias abrumadoras de la separación de mis vacaciones de mitad de 2001, sentía que no podía aguantar mis vacaciones de este fin de año. Pensó muchas veces hospitalizarse durante esas vacaciones, por temor a no aguantar la falta de terapia. No se hospitalizó pero sufrió mucho, tuvo gastritis y úlcera duodenal. De otra parte, la mayoría de sus ataques de pánico ocurrió durante los períodos de separación, fuesen fines de semanas u otras vacaciones. Poco a poco disminuyó la intensidad de esas angustias, pero pienso que las presiones repetidas de los padres sobre P, al decir que no estaba mejorando y amenazar con no pagar la terapia, han dificultado durante mucho tiempo la vivencia necesaria de una simbiosis más serena en la transferencia para elaborar su simbiosis patológica. Otros psicoanalistas describieron los trastornos de pánico, con o sin agorafobia, también relacionándolos, principalmente, con la angustia de separación-individuación y con el fracaso de la vivencia normal de simbiosis o de fusión (Brainsky, 1985, 1988; Carvajal, 1987; Villarreal de Soulier, 1995; Fernández de Nieva y col., 1998; Lichtmann, 1993; Rubinstein, 1998). Si tomamos en cuenta que los postkleinianos consideran que los ataques de pánico se producen por la confusión de partes del self con el objeto (debido a la identificación proyectiva patológica), podemos afirmar la existencia de convergencias y suplementos en las teorías explicativas en esta área. De hecho, la existencia de escuelas psicoanalíticas, a veces con puntos de vistas totalmente contradictorias, llevó a la comunidad psicoanalítica, en las últimas dos décadas, a buscar convergencias, coincidencias o bases comunes entre ellas (Kulka, 1988; Wallerstein, 1988; Killingmo, 1989; Diazgranados, 1990; Márquez, 1990; Laverde, 1994a, 1994b;


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Sánchez Medina, 2002; Yildiz, 2008). Según Kernberg (1993), se constata también cierto acercamiento en las técnicas de las diferentes escuelas. Soy partidario de que se construya un “supermodelo” del funcionamiento mental o uno multiaxial (Kolteniuk (1987) que integre una visión convergente y suplementaria de la multiplicidad conceptual que amenaza con fragmentar nuestro campo de estudio. Este supermodelo o modelo multiaxial no debe necesariamente suprimir la riqueza y las diferencias de los ya existentes, y debe dejar espacios “abiertos” (no saturados) para incluir y añadir (suplementar) nuevas conceptualizaciones de los hechos psicológicos del pasado y del porvenir de la creatividad permanente del devenir humano (Yildiz, 2006b).

III.6. Angustia de muerte e insomnio Esperanza, aparte de sentirse morir durante sus ataques de pánico, ha tenido con frecuencia angustia de muerte. Inicialmente, temía morir de un ataque al corazón, de derrame cerebral o simplemente durmiendo. Otro terror u horror específico y periódico fue el de sufrir catalepsia (muerte-viva) y despertarse ya enterrada. Freud (1915b, 1923, 1926) consideró repetidamente la angustia de muerte como una angustia neurótica, y la equiparó a la angustia del yo ante el superyó por sentimiento de culpa, y en lo último a una transformación de la angustia de castración. El yo criticado por el superyó se angustiaría ante la posibilidad de perder la función protectora y salvadora de los padres interiores, que se proyectaría en los poderes del Destino o de la Providencia. Además, planteó que no es posible la existencia de un miedo a la muerte propia por ser la muerte una experiencia jamás vivida, desconocida, y, por lo tanto, ausente en el acervo de las representaciones inconscientes. “No se puede temer aquello que se desconoce”, parece ser su curiosa afirmación.

De otra parte, la especulación de Freud sobre la existencia de una pulsión de muerte ha generado desacuerdos y controversias en la comprensión de la vida y de la muerte, del amor y del odio, y también en la explicación de la angustia “normal”, “neurótica” o “psicótica” ante la posibilidad o la certeza de la muerte (Green, 1983, 1984; Segal, 1984; Golse, 1987; Soulier, 1988; Abadi, 1993; De Zubiría, 1996; Sánchez Medina, 1997, 1999; Laverde, 1997, 2002; Vives y col., 1998-99; Ballesteros, 2002; Yildiz, 2007c). Para los psicoanalistas de la escuela kleiniana, las pulsiones de muerte tienen una inscripción en el inconsciente y toda angustia es una respuesta a la amenaza de pulsiones de muerte (Segal, 1984; Hinshelwood, 1989). Kohut (1977) piensa que la angustia de muerte está vinculada con la angustia de fragmentación, desintegración o aniquilamiento del self. Varios autores piensan que, generalmente, una parte del ser humano reconoce la realidad de la muerte y otra parte la niega o la desmiente. Entonces, se acepta la existencia de angustias conscientes e inconscientes ante la propia muerte (Soulier, 1988; Vives y col., 1998-99; Sánchez Medina, 1999). Abadi (1993) piensa que hay un miedo básico ante la muerte, cuyo referente es una fantasía construida sobre la base de muerte de otros, los momentos de inconsciencia y las vivencias traumáticas. Green (1983, 1984) y Laverde (1997, 2002) refutan también, de cierta manera, la hipótesis freudiana de que la muerte no tiene representación psíquica inconsciente. De Zubiría (1996) considera que la idea de muerte es interiorizada por el individuo mediante incorporaciones de situaciones reales de muerte. De otra parte, hipotetiza, en algunos casos, la formación de un objeto interno agonizante, ni vivo ni muerto, pero amenazante y perseguidor, que puede indu-


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cir angustias intensas con terror a la muerte, incluyendo ataques de pánico. El objeto agonizante se formaría cuando el sujeto equipara la muerte del objeto, o su separación, a su propia muerte. Golse (1987) considera, con acierto, que la adquisición de la noción de muerte es un fenómeno lento y progresivo en el niño, y corresponde a una aceptación de una pérdida definitiva de objeto. Piensa, en consecuencia, que no es posible un trabajo de duelo auténtico durante los primeros años de la vida. Considera que la noción de muerte presenta un aspecto intelectual y otro afectivo. En el plano intelectual, el concepto de muerte incluye varios elementos que el niño adquiere sucesivamente: 1. La noción de irreversibilidad, hacia los 4 o 5 años. 2. La noción de universalidad, por la cual la muerte concierne a todo el mundo, incluido el propio niño, hacia los 5 o 6 años. 3. La noción de lo desconocido después de la muerte, adquirida mucho más tardíamente (a veces jamás) y contra la cual luchan numerosos sistemas filosóficos o religiosos. El conocimiento de este desconocimiento es, por lo tanto, parte integrante del concepto de muerte, al que confiere precisamente su carga misteriosa y ansiosa. Golse piensa que nuestras reacciones afectivas frente a la muerte están realmente centradas en la cuestión de ausencia, pero si bien puede abordarse desde la perspectiva de la pérdida del objeto y de la angustia de castración, en el plano fenomenológico continúa persistiendo la sensación de impotencia frente a este tipo de angustia, la cual varía poco con la edad (sólo puede variar el grado de resignación intelectual ante la perspectiva de este hecho humano). Las consideraciones de Golse sobre la separación y su elaboración (duelo) se acercan a (convergen con) las teorías de Mahler (1979b) y Kernberg (1977) -(para ellos, la constancia objetal se adquiere entre los 3

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y 7 años)- y se alejan mucho (divergen) de las teorías de Klein. De hecho, Klein ubica la posición depresiva, la elaboración de la separación del pecho y de la madre, en el primer año de vida, aunque esta elaboración no sea completa y dure el resto de la vida. Esperanza ha tenido varias pesadillas relacionadas con la muerte y sintió su primer ataque de pánico después de una pesadilla donde ella estaba muerta. Se sentía morir durante sus ataques de pánico y sus crisis de asfixia. Todos esos hechos clínicos mostraron que tenía terror a la muerte y, muchas veces, temía quedarse viva-muerta (catalepsia) y despertarse ya enterrada. Ella ha tenido también varios períodos de insomnio, temiendo conscientemente que podía morir mientras dormía o podía empezar a sufrir un ataque de pánico con una pesadilla. Diferentes autores explican las perturbaciones del dormir mediante mecanismos suplementarios como los siguientes: temor a que fracase la represión (Fenichel, 1945); amenaza de destrucción y de muerte en los sueños (Lewin, 1953); temor a la invasión por el núcleo psicótico (Bleger, 1967); existencia de la imagen de una madre ausente, abandónica, intrusiva o asesina (McDougall, 1982, 1989); y, finalmente, por la sensación de fragilidad del self y el temor a su desintegración (Kohut, 1977; Ogden, 1989, 1991). Pienso que los insomnios de Esperanza se debieron a sus angustias anticipatorias de tener otro ataque de pánico con una pesadilla, morir durmiendo, tener catalepsia y despertarse ya enterrada. Todas estas angustias conscientes e inconscientes le obligaban a permanecer vigilante para intentar controlar los peligros reales y, sobre todo, fantaseados, reprimidos, forcluidos, disociados y proyectados. Ante esos peligros, probablemente, no podía relajarse corporal ni mentalmente para abandonarse, dormir y, eventualmente, soñar.


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Considero que las angustias primitivas de desvalimiento psíquico (angustia traumática), las angustias de perder el objeto anaclítico y las angustias de desintegración del self se acercan más a la angustia de muerte que a la transformación neurótica de angustia de castración de fase fálica. De otra parte, pienso que cada sujeto va construyendo representaciones de una muerte, de un ‘estar muriendo’, con sus propias experiencias de la vida y con sus fantasías personales. Estas representaciones pueden asociarse con las vivencias de sus desvalimientos psíquicos, angustias de separaciones traumáticas, angustias y dolores de heridas físicas sufridas. Además, el sujeto puede identificarse con angustias, sufrimientos psicológicos y dolores de otras personas y construir representaciones de la muerte de otros y de sí mismo. Esas representaciones pueden instalarse también en las partes inconscientes del yo y del superyó (no necesariamente en el ello por una inscripción filogenética), donde lo reprimido puede funcionar con el proceso secundario o mixto. Con todo, la angustia de muerte puede ser también un miedo a lo desconocido, a lo cual se le da el nombre de “muerte”. Pienso, finalmente, que la angustia de muerte de Esperanza estaba relacionada principalmente con sus angustias de separación de su objeto primitivo materno interno, simbiótico y agonizante. Esta madre primitiva parece que no ha podido tener suficiente empatía y función de rêverie durante la primera infancia de ella. Su posterior separación traumática de su madre pudo ser vivenciada y/o tal vez reinterpretada como un “abandono” de ella, un abandono a la muerte. Era también probable que, detrás de su angustia de muerte física, existiera una angustia de muerte psicológica: desintegración del self, perder el control y enloquecerse.

IV. CONCLUSIONES PROVISIONALES 1. Los ataques de pánico de P se debían principalmente a angustias de separación durante fines de semana y vacaciones. Esta sintomatología se explica por la simbiosis patológica y por la organización fronteriza de su personalidad. Sobre este mecanismo de producción de ataques de pánico, muchos psicoanalistas tienen conceptualizaciones convergentes y suplementarias. 2. Sus somatizaciones (disnea, polaquiuria, jaquecas, vómitos, atoramiento, desmayos, gastritis y úlcera gastro-duodenal) se produjeron en períodos de mayores incertidumbres y angustias. 3. La transferencia inicial fue de idealización primitiva y simbiosis. Se añadieron rápidamente rebeldía, devaluación de la terapia y negativismo que se manifestaron durante los primeros años mediante silencios prolongados en las sesiones. Esas transferencias fueron contenidas, comprendidas, interpretadas y elaboradas durante el proceso analítico. 4. El proceso psicoanalítico siguió varios años con sus incertidumbres y altibajos. Después de los dos primeros años empezaron disminuir la intensidad de sus ataques de pánico y somatizaciones. Paulatinamente, P ganó confianza en sus capacidades y se relacionó mejor con los otros. Empezó también a imaginar la posibilidad de separarse de su madre y de mí, y hacer su vida. Efectivamente, se fue a vivir en otro país con su novio. Proseguimos el tratamiento seis meses más por Internet y lo finalizamos después de siete años de tratamiento. 5. El psicoanálisis de pacientes con ataques de pánico y con síntomas fronterizos graves es más difícil que los de los neuróticos “clásicos”, como fue el caso de nues-


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tra P. Este tratamiento psicoanalítico fue posible gracias a mucha dedicación, que incluyó atender sus llamadas telefónicas y aguantar y contener muchos silencios prolongados e incertidumbres. 6. Algunas corrientes de psicoanálisis priorizan la pulsión de muerte para explicar todas las formas de angustia (escuela kleiniana), mientras que otros las explican principalmente por las fallas del medio (culturalistas, Winnicott, psicología psicoanalítica del self). Sabemos que los animales también tienen instintos, y, sin embargo, no parecen sufrir de angustias existenciales, neuróticas, fronterizas ni psicóticas. Debemos considerar la angustia real, compartida por los animales y el ser humano, como indispensable para la superviviencia biológica. En consecuencia, considero que las angustias específicamente humanas se generan por las dificultades de relaciones objetales, interpersonales, intersubjetivas y vinculares, pero no causadas directamente por los instintos compartidos con los animales. No obstante, no debemos excluir los factores congénitos (constitución genética, traumas pre- y perinatales, detectados o no) en algunos infantes que pueden dificultar sus relaciones interpersonales. Por ejemplo, la extrema intolerancia a las frustraciones puede ser provocada por estos factores, perturbar el desarrollo biopsicosocial e inducir angustias patológicas y enfermedades mentales, a pesar de una dedicación suficientemente buena de los cuidadores.

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7. Ya no se acepta la hipótesis freudiana de estasis libidinal para explicar la neurosis de angustia y ataques de pánico. Existe un consenso importante en el sentido de que esas personas no tienen un self con suficiente cohesión, así que la angustia señal no funciona adecuadamente. Son fijadas o regresan en relaciones de simbiosis patológica (fusión narcisista o con-fusión por identificaciones proyectivas patológicas) y la angustia de separación se transforma fácilmente en ataques de pánico o sus equivalentes (somatizaciones). 8. Los insomnios de nuestra P se explican por mecanismos convergentes y suplementarios: temor al fracaso de la represión; amenaza de destrucción y de muerte en los sueños; temor a la invasión por el núcleo psicótico; existencia de la imagen de una madre abandónica e intrusiva; y por la sensación de fragilidad del self, además del temor a su desintegración (temor al derrumbe o a enloquecerse). La elaboración progresiva de esos temores y amenazas ha mejorado el dormir de P.

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Aclaraciones. Cuando hay una sola fecha en una bibliografía, corresponde generalmente al año de su publicación; cuando hay dos fechas, la primera corresponde a su publicación original y la segunda a la edición o a la reimpresión consultada; cuando hay tres fechas, la primera corresponde a su publicación original, la segunda a su retoma en otra publicación y la tercera a la edición o a la reimpresión consultada. Abreviaturas: APA: Asociación Psicoanalítica Argentina; APC: Asociación Psicoanalítica Colombiana; OC: Obras Completas; T: Tomo; EBN: Editorial Biblioteca Nueva.


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PSICOANÁLISIS XX (2); 51-60, 2008

LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO* MARÍA INÉS NIETO M.1 Recibido noviembre 10 08 Aprobado diciembre 15 08

Resumen Este artículo intenta acercarse a la significación de las imágenes visuales que surgen en el proceso analítico y a las posibilidades que para su comprensión aborda W. R. Bion en la perspectiva de la comunicación de los estados emocionales. Propone que es necesario para el analista suponer que se están produciendo en la mente del paciente para poder así convertirse en material útil; esto mismo es válido para las imágenes que aparecen en la mente del analista. Finalmente, reseña algunas experiencias y planteamientos de autores que se han interesado en el tema.

Palabras clave: Imágenes visuales - mente del analista - estados emocionales

VISUAL IMAGES IN THE PSYCHOANALYTICAL PROCESS Summary This article is an intent to aproach to the meaning of visual images that emerge in the analytic process and the Bion’s theory and his perspective about the communication of emotional experience. It suggests that the analyst must suppose that visual images are generated into the patient’s mind in order to profit them as usefull material; the same thing is valid for images that appear in the analyst’s mind. Finally it reviews some experiences and deliberations of psychoanalysts who are interested in this topic.

Key words: Visuals images, psychoanalist mind, emotional states.

AS IMAGENS VISUAIS NO PROCESSO ANALÍTICO Resumo2 Este artigo procura aproximar-se ao significado das imagens visuais que surgem no processo analítico e às possibilidades que, para sua compreensão, W.R.Bion aborda na perspectiva da comunicação dos estados emocionais. Propõe que é necessário que o analista suponha que as imagens estejam sendo produzidas na mente do paciente e que possam deste modo converterse em material útil; o mesmo é valido para as imagens que aparecem na mente do analista. Finalmente, relata algumas experiências e propostas de autores que se interessaram pelo tema.

Palavras chave: imagens Visuais; Mente do Analista; Técnica; Pensamento

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Una versión inicial de este trabajo fue presentado en julio de 2008 en la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia. Para esta publicación, ha tenido algunas modificaciones. Psicoanalista. Miembro titular Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia. mariainesnieto@yahoo.com Traducción al portugués de Geny Talberg.


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PRÓLOGO Una descripción de contexto Hace años terminé la formación analítica; una experiencia emocional que gesta y determina la relación con la Sociedad. En los tiempos de candidata del Instituto, me interesaba la ampliación del plan de estudios para considerar, en los seminarios, autores contemporáneos y temas que parecían proscritos. Recuerdo en particular la reacción ante la posibilidad de considerar fenómenos contratransferenciales desde el vértice de la comunicación y no desde la “falta de análisis” del profesional. Eran épocas en las que los esfuerzos por ser reconocidos como Sociedad en la IPA propiciaban un ambiente de preocupación y una sensación de vulnerabilidad. La determinación de ser fieles a los planteamientos freudianos para asegurar una práctica genuinamente psicoanalítica se erigió como un estandarte que representa una identidad. Hoy, buena parte de los maestros y supervisores que marcaron mi formación han renunciado a su membresía y también lo ha hecho la mayor parte de mis compañeros de promoción. Pienso en los motivos para el presente trabajo y creo que no son ajenos a este escenario. Me alienta pensar que no es necesario profesar una fe por una teoría psicoanalítica particular, sino acercarse a la experiencia de psicoanalistas con respecto a los problemas teóricos y técnicos que nos ocupan. Tal vez podemos asegurar que nuestra esencia como analistas está signada por el análisis didáctico, la orientación en los seminarios y las su-

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pervisiones didácticas. Pero es crucial un esfuerzo continuo de diferenciación en medio de los procesos de asimilación y de identificación: quizás no para replantearnos si tuvimos o no los mejores padres, sino, con los padres que tuvimos, conservarlos en nuestra mente para que sean inspiración en la búsqueda de la verdad y en el disenso.3

INTRODUCCIÓN El paciente es, permanentemente, imagen en nuestra mente analítica. Cuántas veces captamos inadvertidamente su estado emocional sin que diga una palabra. Cuántas otras, de forma inusitada, una imagen que llega a nuestra mente coincide con el momento analítico vivido. Además, su discurso no sólo nos permite realizar conexiones asociativas de palabras, sino que muchas veces configura imágenes correspondientes al relato (que plantean complejos escenarios tridimensionales poblados por elementos descritos o no por él) u otras imágenes cuya relación no se hace evidente a primera vista. Una decisión por integrar estas imágenes a nuestra construcción interpretativa quizás nos daría un plano de comunicación más amplio. La relevancia de las imágenes visuales, que aparecen tanto en la mente del paciente como del analista, puede perderse de vista cuando se considera el tratamiento psicoanalítico como una terapéutica que privilegia la palabra. Este artículo intenta abordar la significación de las imágenes visuales que surgen en el proceso analítico y las posibilidades que para su comprensión emprende

Aunque Meltzer (1974) hace una referencia a esta noción de diferenciación como uno de los modelos mentales para la comprensión de la estructuración de la personalidad con respecto a la génesis del super-yo-ideal, podría aplicarse a la estructuración como psicoanalistas: Una introyección adecuada debe ser compatible con el libre desarrollo de las propias cualidades y permite al sujeto funcionar en forma distinta y autónoma. La internalización de la ideología del analista puede llevar a distintos tipos de identificación. Si el sujeto no puede diferenciarse del objeto, la identificación le hará perder autonomía. Una identificación discriminada no interfiere con la propia identidad (p. 126).


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W. R. Bion dentro de la perspectiva de la comunicación de los estados emocionales, así como algunos ejemplos de la clínica.

I. FREUD Y LOS SUEÑOS Plantear que las imágenes visuales aparecidas en el curso de una sesión analítica pueden ser miradas como escenas del sueño, es una idea que surge de las aproximaciones hechas en los principios del psicoanálisis, cuando se estableció una relación directa entre el trabajo del sueño y la simbolización. Muy tempranamente Freud la señalaba, y en Interpretación de los sueños (1900), puede leerse: El sueño puede representar simbólicamente el estímulo como tal, la naturaleza de la excitación producida y el objeto al que tiende, o bien hacer entrar al yo onírico en una relación concreta con las simbolizaciones del estado mismo por el que atraviesa. […] Aparte de la enorme variedad de la representación, hallamos en todo sueño, como fuerza central, una actividad simbolizante de la fantasía (p. 400). La simbolización presente en sueños, mitos y leyendas es propuesta como evidencia de la acción del pensamiento inconsciente (Freud, 1901, 1915, 1916 y 1925). Además, el predominio de las imágenes visuales en el contenido de los sueños ha sido siempre destacado. Tendría sentido suponer que esta forma visual de expresión del inconsciente pudiera ser también privilegiada en las condiciones favorables del encuadre psicoanalítico. Desde la perspectiva del escenario del sueño, es importante traer aquí lo que Grassano y cols. (1995) destacan de la mirada freudiana: cómo las representaciones plásticas del escenario lo conducen a investigar conexiones lingüísticas entre las palabras con las que

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se describen las imágenes del sueño, que a su vez producen nuevas asociaciones verbales y la representación de espacios mentales en la escena del sueño. Así mismo, abordan la dimensión abstracto-concreta y la posibilidad de expresión a través de imágenes: Otro modo de enmascaramiento es la sustitución de nociones abstractas de las ideas latentes por otras plásticas y concretas. Este doble cambio de expresión abstracto-concreto/verbal-plástico favorece el enmascaramiento a través de la representabilidad, y además, resulta ventajoso para la condensación y la censura; los términos concretos son más ricos en conexiones que los abstractos. El cuidado en la representabilidad se efectúa a través de imágenes visuales. El sueño incluirá formas verbales cuando la idea abstracta sea irrepresentable plásticamente (p. 49). Después de reconocer la importancia histórica de la Teoría de los sueños y su impacto en el desarrollo de la práctica clínica, Meltzer (1987) lamenta que para Freud los sueños sólo tengan un interés testimonial (como manifestaciones y no como continentes de significado) y que la comprensión de los símbolos sea sólo un problema de retraducción. A su juicio, Freud elude “el problema central de la representación simbólica de los estados de ánimo del soñante en tanto que una actividad onírica que, en forma alguna, puede ser atribuida al simple hallazgo de representaciones pictóricas de los restos diurnos” (p.21). Para él, el estudio de los sueños implica reconocer que son una forma de experiencia vital real y que los afectos son genéticamente anteriores al contenido de la representación. Si lleváramos esta propuesta a la sesión analítica, podría pensarse entonces en la configuración de imágenes visuales como un evento pleno de significado emocional y no como una simple anécdota del proceso.


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II. IMÁGENES VISUALES Y W.R. BION La imagen visual es el núcleo de la fantasía inconsciente, afirma Bion (1963), a la vez que la señala como vital en la comunicación y la supone como prerrequisito para comunicar el desarrollo de ideografías. Aquí estaríamos describiendo un tipo de imagen visual que contiene símbolos que representan una idea, pero, como se verá más adelante, para convertirse en elemento α (alfa), la impresión sensorial debe convertirse primero en una ideografía. Un ejemplo del surgimiento de imágenes al servicio del conocimiento nos lo da Bion en Cogitaciones (1992), mientras realiza un intento de pensar un problema teórico: Pensando acerca de la resistencia, “¿A qué se opone la resistencia? ¿Al análisis? ¿A la interpretación? ¿A la experiencia emocional del análisis? ¿A la posibilidad de descubrir algo? ¿Al surgimiento de emociones? ¿A los elementos de la posición esquizo-paranoide? ¿A la integración de lo esquizo-paranoide con lo depresivo?” Mientras escribo, y considerando que la respuesta es, probablemente, que la resistencia es contra todo ello, me descubro a mí mismo pensando con odio y temor en Z: la imagen es que estoy en una reunión y le acuso de ser la vergüenza de su profesión. Y se me ocurre que es precisamente esta imagen lo que me asusta. No quiero sentir la vivencia de esa imagen visual. Un temor de esta clase, llevado lo bastante lejos, inhibiría o destruiría α –el proceso mediante el cual el hecho inmediato se transforma en material ´almacenable`, no siendo introyectado, solamente como un hecho sin digerir-. La imagen visual de 4

mí mismo siendo expulsado de la reunión ofreciendo nobles y apasionadas disculpas… (p.106) Guardar imágenes en la memoria es lo que le permite conservar información hasta el momento en el que pueda serle útil para efectos de la adaptación a la realidad. Bion señala cómo las impresiones sensoriales no necesariamente contribuyen a construir imágenes visuales que permitan su almacenamiento en un ejercicio de hacer contacto con el ambiente y aprender de la experiencia; es lo que identifica como un proceso de asimilación mental. En comparación con las posibilidades iguales para otra persona, dice que el paciente: … podría […] ser incapaz de transformar la experiencia de forma que pueda almacenarla mentalmente. En vez de ello, la experiencia (y las impresiones sensoriales de la misma) permanecen como un cuerpo extraño; se sienten como una ‘cosa` que carece de cualquier calidad de las que, normalmente, atribuimos al pensamiento o a la expresión verbal del mismo (p.198). Para el autor, esos elementos sensoriales sin digerir son los elementos β (beta), característicos del predominio del principio del placer y no exclusivos de las personalidades patológicas. Una idea indeseable expulsada de la personalidad se convierte en elemento β, del que el paciente no tiene conocimiento a pesar de que de allí provengan sentimientos persecutorios. Así mismo, relaciona la capacidad para ‘el pensar inconsciente diurno` descrito por Freud en Los dos principios del suceder psíquico (1911), la capacidad de producir y de utilizar pensamientos oníricos y la capacidad para la memoria, con la producción de elementos α (alfa)4, en los que

Para que sea posible atender la impresión sensorial, ésta debe ser duradera, transformarse para ser susceptible de almacenamiento y de evocación y configurarse como ideografía. La ideografía consiste en una representación gráfica con significado.


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predomina el principio de realidad y que permitirían la exploración de la experiencia emocional. Insiste: Lo que quiero enfatizar es que su característica como elemento α es su adecuación para ser utilizado en el pensamiento-delsueño y en el pensar inconsciente diurno, y no a la manera en la que puede ser utilizado […] características del elemento α que lo hacen adecuado para ser utilizado como símbolo o como ideograma (p. 199). Entonces, la capacidad de tener imágenes visuales hace parte de la función α: Hace posible el almacenamiento porque las imágenes visuales son una especie de notación […]. Pero, antes de que sean posibles los pensamientos-del-sueño, es necesario descubrir el hecho seleccionado y utilizarlo para iniciar el interjuego entre las posiciones esquizo-paranoide y depresiva. Esto quiere decir que los elementos α dan coherencia, separan, dan coherencia otra vez, separan de nuevo, convergen, divergen y así sucesivamente […]. Es parecido a la experiencia de la perspectiva reversible –en un momento se ve una cosa, en otro momento otra-. Es parecido al sueño –en un momento se recuerda el sueño, y en otro, no hay ni rastro del mismo- (p. 243). También considera como operaciones de elementos α, además de la generación de imágenes visuales, la posibilidad de asociarse temporalmente en una secuencia narrativa (como en el sueño) y de relacionarse lógicamente. Y Bion nos presenta un contexto adicional para pensar cuando propone las realizaciones del espacio tridimensional y la falla en la función alfa que se manifiesta en la ausencia de imágenes visuales de puntos, líneas y espacio (Bion, 1970). En Transformaciones

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(1965) propone un ejercicio mental, que permite acceder a esta conceptualización al generar una imagen visual apreciable desde diferentes perspectivas y que transcribo a continuación: Podemos comenzar con la imagen visual de una línea que se halle delante de nosotros. Podemos suponer que los dos extremos de la misma, están unidos a nuestro ojo, o que nuestro ojo proyecta la línea hacia fuera, hacia el punto que queramos. En ambos casos, el ojo es el vértice de una configuración de líneas. Podemos hacer rotar la línea de modo que termine en el extremo de nuestra “línea de visión”, y así parece un punto. O podemos considerar que el punto es proyectado hacia fuera y, al mismo tiempo, permanece conectado al ojo. Si se lo proyecta hacia fuera, mientras permanece conectado, se estira y puede considerarse entonces como una línea. El extremo de la línea “visto” frente al ojo y el punto estirado pueden considerarse como duales. O como el mismo objeto transformado bajo proyección y que posee un sentido direccional distinto, según se suponga que la línea se inicia en el ojo o que es traída hacia él. Ya he considerado otras manipulaciones posibles de estas imágenes visuales, por lo que no voy a seguir elaborándolas. El lector puede continuar con el ejercicio por sí mismo […]. Si quiero usar el punto para encerrar un objeto, puedo estirarlo de modo que llegue a tocar su extremo y el objeto quede dentro del círculo llevado a cabo. Pero esto, ¿es un círculo o un punto con cola? (p. 119) . Este juego visual, al que nos atrae, parece estar representando todas las posibilidades de perspectiva, y si las llevamos a la sesión analítica, también ilustrarían la forma en que podemos “jugar” con las imágenes y verlas desde otros “vértices”.


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Las imágenes visuales pueden aprovecharse, entonces, desde la perspectiva de Bion5, para aproximarse a la evocación de estados mentales que están, hasta ahora, contenidos en estas imágenes como significantes6. Pero, ¿cómo aprovecharlas en la sesión analítica? Propongo que es necesario para el analista suponer que se están produciendo en la mente del paciente y puedan así convertirse en material útil. Quizás considerar, también, que no sólo las ocurrencias en términos de palabras son bienvenidas, sino incluso las imágenes que aún no tienen palabra, igualmente lo sean. He encontrado que cuando el discurso del paciente se interrumpe y genera una breve pausa, esto corresponde a la irrupción de una imagen visual que valoro en el mismo sentido en el que suceden los lapsus en la producción verbal. Podría tratarse de una imagen que se cuela para tener la oportunidad de ser analizada. Una imagen visual que podemos interrogar a través de preguntas como: ¿qué se ha dibujado en tu mente? O, ¿qué apareció ahí? De cualquier manera, esa imagen requiere de alguien que se interese en ella para no pasar inadvertida. Lo dicho es válido también para las imágenes que pueden aparecer en la mente del analista.

III. LAS IMÁGENES VISUALES EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA ¿Cómo una imagen puede representar el estado emocional de un paciente? Un hom-

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bre de 50 años que sufría mucho, tanto por su incapacidad para crear y sostener las relaciones de pareja, como por sus últimos meses de inactividad profesional. En una sesión en la que se quejaba de su estado de ánimo pesimista, narra cómo ha gestado una reunión de expertos, en la cual piensan en un proyecto por desarrollar: “La idea es tomar un edificio construido en los años 40 ó 50, en el barrio La Soledad, y rediseñar sus espacios, abrir nuevos espacios dentro.” ¿De qué edificio se trata? Aún no se ha establecido. Y sin embargo, toda una serie de imágenes de las posibilidades de rediseño se abren en su mente como espacios renovados que es capaz de imaginar y describir con detalle. Por supuesto, coincidimos en que se trata de cómo, en la soledad, él está empezando a considerar volver habitable su mundo interno, un mundo del que él mismo se había expulsado para no pensar, para evitar vivir el dolor por la frustración y el fracaso reales. Inmediatamente, fija su atención en un fenómeno que en el consultorio se había repetido muchas veces a esa hora del día durante las sesiones: el sol dibuja en el techo las hojas de la enredadera que está en el jardín, en un efecto de juegos de luz y de sombras en movimientos muy estéticos. Es la primera vez que las ve. Se trata de un proceso que se da paralelamente en su mente y en la realidad externa: el avance en la reparación de su mundo interno le permite explorar la reparación en el mundo externo, que a su vez le permite recuperar la confianza en que aún tiene algo de bondad para gestar y cuidar bebés en su interior. Por

En opinión de Green (1992) el vínculo entre la función alfa y las imágenes visuales debe ser enfatizado; plantea que para Bion, como pensador de sueños, las imágenes visuales fueron representaciones de cosa fundamentales. Money Kyrle (1968: 693) describe muy claramente la transición esperada: “La teoría del desarrollo conceptual debe ampliarse no sólo hasta incluir el desarrollo en cantidad y alcance de los conceptos sino también de cada concepto individual a través de por lo menos tres etapas: la primera de representación concreta, que estrictamente hablando, no es representación en absoluto, dado que no se hace distinción entre la representación y el objeto o situación representados; una de representación ideográfica, como ocurre en los sueños, y una etapa final de pensamiento consciente y preponderantemente verbal.”


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otro lado, la consideración de la dimensión de lo interno, le permite apreciar algo de su realidad externa del consultorio. El paciente nos ofrece, él mismo con su cuerpo, movimientos y gesticulaciones, una imagen compleja que comunica simultáneamente, mientras habla. A veces, puede su discurso ir en otra dirección, y ser más relevante referirnos a la imagen: un paciente que usualmente se despoja de sus zapatos para tenderse en el diván, aparece en una posición muy tensa; su nuca aún no reposa sobre la superficie y ha flexionado una de sus piernas, en una actitud dubitativa que llama mi atención. No habla de su preocupación de parecer alguien sin “rotos”, pero su actitud postural quiere encubrir la evidencia de su fractura interna. Por supuesto, no se trata sólo de una media rota, una media rota que en esta posición aspira a no ser vista.7 Con mucha frecuencia me pregunto por el impacto de la imagen de determinados pacientes en mi mente: no pasan inadvertidas la textura de la piel de un niño que puedo leer como abandono; los materiales del vestido de un hombre adulto que me sugieren un bebé vulnerable, con dificultad para conservar la temperatura corporal; todas estas imágenes que configuran una posibilidad de acercamiento a las vivencias emocionales. A continuación, reseño algunas experiencias y comprensiones reportadas alrededor de las imágenes visuales observadas en procesos psicoanalíticos. Psicoanalistas como Pistiner (2001) han informado acerca de pacientes que no sueñan, pero que traen a sesión un material de naturaleza figurativa que puede ser aprovechado para generar significado, e investigar las experiencias emocionales a partir de la construcción de imágenes. Symington (1996) también 7

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comunica en la descripción de un proceso analítico la presencia de una especie de datos telegráficos compuestos por imágenes visuales, que encapsulaban experiencias emocionales intensas. Agger (1993) dice que para ella son raras las imágenes visuales como parte de los recuerdos y asociaciones de los pacientes, excepto por el material de los sueños. No lo son sus propias asociaciones inconscientes que frecuentemente toman la forma de recuerdos visuales olvidados hace mucho tiempo, particularmente cuando la resistencia es muy manifiesta. Sugiere que se trata de una resonancia empática muy profunda, en la búsqueda del vínculo con el paciente y su deseo de favorecer la capacidad de observación en el paciente. Y Zolotnicki (2001) refiere el proceso con un paciente que cuando hablaba producía en ella imágenes visuales, más que auditivas, y la sensación de que él dibujaba con las palabras usando un lenguaje que califica como pictórico. Mientras escuchaba el relato de un sueño, fue construyendo una figura, una conjetura imaginativa visual que reconoció como correlato de la fantasía imperante. Así mismo, Simon (1981) reporta cómo en una sesión analítica viene a su mente una imagen visual; minutos más tarde, el paciente se refiere a una imagen muy similar que entendió como evidencia de una comunicación empática muy profunda pero que develó la posibilidad de negación de un aspecto de la dinámica de la relación. Otros más, también, refieren la evocación de imágenes visuales en el analista como emergiendo a raíz de las producciones del paciente (Balter y cols, 1980; Gardner, 1994; Norman, 2001), la tendencia a usarlas en la exploración analítica (Giannakoulas, 1989), y Ferro (2002) supone que está en juego la capacidad visual del

Con respecto a este caso de mi experiencia, puede ser ilustrativo revisar la referencia que Bion (1963) hace a la significación de los agujeros en Notas sobre la teoría de la esquizofrenia, trabajo en el que relaciona el material de su paciente con tres ejemplos clínicos citados por Freud (1915)


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analista en la conducción del análisis, cuando revisa las microtransformaciones que tienen lugar en el curso de la sesión analítica. Puede considerarse la idea de que sólo algunos psicoanalistas, de acuerdo con su estilo cognoscitivo, podrían inclinarse a atender las imágenes visuales. Abrams y Welsh (1990), bajo el supuesto de que la capacidad de mutuo entendimiento entre el paciente y su analista se basa en un medio de intercambio disponible para los dos, proponen que si un paciente se aproxima a la sesión analítica como si se tratara de un lienzo en blanco y la llena con imágenes visuales, debería tener un analista que apreciara el arte y no que sólo amara la música. Cuando Arlow (1969) propone, como un fenómeno simultáneo con la asociación libre del paciente, una especie de pensamiento visual en el analista que contribuya a la construcción conjunta de la imagen del pasado del paciente, también señala cómo cada analista tiene una capacidad diferente para la memoria visual y para la representación de la fantasía: Pienso que es correcto decir que alguna forma de pensamiento visual ocurre en la mente del analista en la medida en que se producen las asociaciones libres de su paciente. La búsqueda conjunta del paciente y del analista de la imagen del pasado es un proceso recíproco. En un sentido, nosotros soñamos con nuestros pacientes, tomando como punto de partida inicial nuestro propio almacén de imágenes… (p.31) Por otro lado, en la explicación del “proceso intuitivo” en el que las imágenes juegan un papel preponderante en el desarrollo del pensamiento, Szalita-Pemow (1995) muestra

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cómo dibuja sus propias imágenes visuales mientras escucha a un paciente en una actividad que describe como una especie de taquigrafía mezclada con pensamiento organizado. Ella cree que hay diferencias constitucionales en la habilidad para usar esta capacidad, pero también, que se puede desarrollar con la práctica. De acuerdo con Blechner, M. J. (2001), el concepto clínico de “monólogo interno” de Szalita-Pemow recoge una particularidad de la naturaleza de la comunicación8 que lograba con el paciente en la selección de lo esencial para trabajar con él: las fantasías, imágenes y reacciones corporales del analista examinadas como claves acerca de lo que está intentando comunicar, evidencian un proceso activo en el que el analista oye realmente lo que la persona está diciendo –sin preconcepciones- y atiende su propio “cine” en el acto de escuchar, además de monitorear cómo ha oído el paciente las intervenciones del analista. Un aspecto que podrá ser motivo de otro trabajo pero que quiero esbozar es el de la naturaleza de la imagen visual. Maldonado (1999) ha vuelto sobre el componente kinético estudiado por Baranger y Baranger (1969), Etchegoyen (1986) y el mismo Meltzer (1977), para referirse a un factor de inmovilidad de las imágenes visuales característico de estados de impasse y que correspondería a un estado de parálisis de los objetos introyectados en el mundo interno. Cambios cualitativos de la imagen referidos a su contenido, nitidez, riqueza, colorido y a la experiencia emocional que suscita podrían representar variaciones sutiles en las modalidades de comprensión del mundo interno y de la percepción del sufrimiento psíquico.

Según el mismo autor, la aproximación epistemológica de Szalita-Pemow implica que el paciente ha experimentado realmente lo que dice, pero invita a su reconsideración. En el caso de las ideas delirantes acerca de las intenciones de otras personas, no pregunta si alguien más quiere hacerle daño sino por qué la persona querría hacerlo, o cuando se trata de alucinaciones, no cuestiona la realidad de la percepción sino que indaga por qué puede haber ocurrido y el poder de la reacción emocional.


LAS IMÁGENES VISUALES EN EL PROCESO ANALÍTICO

Algunos psicoanalistas han abordado el fenómeno de las imágenes visuales situándolo en el contexto de la contratransferencia. Ross and Kapp (1962) citados por Schlesinger y Wolitzky (2002) propusieron una técnica para el análisis de la contratransferencia en la que el analista usa asociaciones personales con respecto a las imágenes visuales evocadas por el sueño de un paciente para revelar reacciones contratransferenciales. En momentos cruciales de los cinco tratamientos psicoanalíticos presentados en este trabajo, al convertir la contratransferencia en consciente, se produjo una reformulación sustancial de los conflictos del paciente y de la transferencia. Por otro lado, Mendelson y cols. (1992) realizan un estudio que intenta responder a la pregunta de cómo la noción de contratransferencia es concebida actualmente en la práctica analítica, bajo el entendido de que temas técnicos tan complejos probablemente se resuelven en la práctica más que en artículos teóricos. Este estudio tiene como sujetos de investigación a psicoanalistas graduados, miembros y/o didactas de dos diferentes sociedades psicoanalíticas, divididos en dos grupos: analistas clásicos y analistas interpersonales. Los resultados señalan, en general, una frecuencia reducida de reacciones emocionales y de otras respuestas en el analista, entre las que se incluyen las imágenes visuales (comparando los dos grupos, menor aún en los analistas clásicos). Encuentran que analistas interpersonales usan frecuentemente sus propias reacciones –incluidas las imágenes visuales- como fuente de información acerca de la dinámica del paciente y un ocasional uso por parte de los analistas clásicos, de quienes se concluye una mayor variabilidad en sus respuestas en comparación con los primeros (desviación estándar). Podría objetarse que no se trata de una muestra representativa, y definitivamente, no lo es; sin duda, sirve como una primera aproximación.

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Para terminar, quiero volver a considerar la idea de Bion (1992) sobre la relación existente entre la incapacidad de producir imágenes visuales y el daño en la función alfa. Así mismo, plantear cómo tendría sentido -en los programas de entrenamiento analítico- el desarrollo de las habilidades para usar la capacidad de atender las imágenes visuales. Un campo por indagar nos lo ofrece el contexto cultural en el que se desarrollan los niños y adolescentes de hoy, con predominio de recursos tecnológicos virtuales que privilegian lo visual. Sabemos poco del impacto de estas condiciones en la construcción de la realidad interna, y las experiencias emocionales que favorecen. La inclinación a alimentarse de imágenes por encima de las palabras no parece ser motivo de interés psicoanalítico. ¿Qué modalidades de pensamiento se están recreando? ¿De qué manera contribuyen a la comprensión de sus estados emocionales? Espero prestar de aquí en adelante una atención sistemática a la presencia de imágenes visuales en los procesos analíticos, con la idea de favorecer la transformación en elementos α. Probablemente, intervenciones dirigidas a atenderlas pueden tomar un camino similar a la expectativa por la descripción del contenido de un sueño. Y quizás, sea la vía de acceso al mundo de la fantasía inconsciente que se expresa en imágenes aparentemente inconexas con el material verbal de la sesión. Finalmente, considero relevante indagar el valor concedido a las imágenes visuales por otros autores psicoanalíticos que no fueron revisados aquí.

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MARÍA INÉS NIETO M.

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PSICOANÁLISIS XX (2); 61-72, 2008

EN LA FRONTERA DEL SENTIDO1 CARLOS TAMM L. DE SÁ.2 Recibido: octubre 10-08 Aprobado noviembre 20-08

Resumen El presente trabajo aborda la necesidad de flexibilizar el ‘setting’ analítico en el caso de adolescentes con dificultad de simbolización, permitiendo que el analista ejerza una función continente, necesaria no sólo para el paciente, sino, más indirectamente también, para su familia. En ese tipo de pacientes encontramos una capacidad de pensar que no se desarrolló adecuadamente desde los inicios de la vida, y es substituida por una constante descarga física de ansiedad, o, en otros casos, por una postura pasiva, anestesiada, encapsulada, un vacío mental y verbal muchas veces llenado por narrativas audio-visuales consumidas ávidamente. El autor propone, a partir de las formulaciones de Bion sobre personalidades psicóticas y de Tustin sobre los Estadios autistas, la existencia de un ‘funcionamiento autista’ en la dinámica mental de algunos de esos pacientes que los defiende contra un colapso, y que es amenazada en la crisis de la adolescencia. Se presentan viñetas clínicas del análisis de un adolescente, ilustrativas de esos dos aspectos.

Palabras clave: Psicoanálisis de adolescentes, función continente, psicosis, estados autistas, lenguaje, déficit de simbolización.

AT THE BOUNDARIES OF SENSE Summary This paper deals with the need to broaden the psychoanalytic setting in the case of adolescents with difficulty in simbolizing. This would enable the analyst to perform a containing function not only for the patient, but also indirectly for his/her family need. In such patients we find a capacity of thinking which has not adequately been developed from the outset of life. This incapacity is often replaced by constant physical discharges of anxiety or, in other cases, by a passive, numb and encapsulated attitude, a mental and verbal emptiness often filled by audiovisual narratives which are avidly consumed. Based on Bion’s ideas about the psychotic functioning and on Tustin’s considerations on autistic states, the author also suggests the existence of an autistic position in some of such patient’s mental functioning which shields them from a breakdown, and which is disturbed in moments of adolescent crisis. Some clinical examples from the analysis of an adolescent are presented to illustrate these two aspects.

Key words: Psychoanalysis of adolescents, containing function, psychosis, autistic states, language, simbolization deficit.

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Una primera versión de este trabajo fue presentada en el 1er Encuentro de Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de Río de Janeiro el 8 de septiembre del 2006. Traducción del portugués: Italo L. di Ruggiero C., e Hilda Botero C. Miembro Efectivo de la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. Invitado de la Sociedad Británica de Psicoanálisis; Psicoterapeuta de Adolescentes en el Brent Adolescent Center (Londres). vcls@terra.com.br


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NA FRONTERA DO SENTIDO Resumo O presente trabalho aborda a necessidade de flexibilização do setting analítico nos casos de adolescentes com dificuldade de simbolização, permitindo que o analista exerça uma função continente necessária não só para o paciente, mas indiretamente também para sua família. Nesse tipo de pacientes, encontramos uma capacidade de pensar que não se desenvolveu adeqüadamente desde os primórdios da vida, podendo ser substituída por uma constante descarga física de ansiedade, ou em outros casos por uma postura passiva, anestesiada, encapsulada, um vazio mental e verbal muitas vezes preenchido por narrativas áudio-visuais consumidas avidamente. O autor propõe ainda, a partir das formulações de Bion sobre personalidade psicótica e de Tustin sobre os estados autísticos, a existência de um funcionamento autístico na dinâmica mental de alguns desses pacientes, que os defende contra um colapso, e que é ameaçada na crise da adolescência. São apresentadas vinhetas clínicas da análise de um adolescente, ilustrativas desses dois aspectos. Palavras chave: psicanálise de adolescentes, função continente, psicose, estados autísticos, linguagem, déficit de simbolização.

INTRODUCCIÓN Me gustaría asegurarme de que estoy creciendo a paso acelerado y compactamente aunque mi propio crecimiento perturbe esa ecuanimidad opaca aunque eso se haga con esfuerzo a través de largas noches, oscuras y sofocantes o períodos de melancolía H. D. Thoreau

El punto de partida para estas observaciones es relativamente simple: si bien en la irrupción de la adolescencia, se reactualizan, aunque en otro contexto, conflictos emocionales de la primera infancia que quedaron en cierto grado silenciados durante la latencia, también se reactualizan en los adolescentes con conflictos más graves, su dificultad o imposibilidad de contener esos conflictos, y las dificultades o imposibilidades por parte de las figuras importantes de su ambiente, en ser continente facilitador para su elaboración por parte del adolescente. El potencial

disruptivo de esa crisis del adolescente sobre la familia es enorme, y las imposibilidades, de parte y parte, para lidiar con la situación generan un efecto de somatización en el que aquello que es expelido de un lado y encuentra un continente refractario del otro, retorna aumentado al primero, y de éste es re-expelido con mayor intensidad, generando una reacción aún mayor en el segundo, en un proceso de potencialización de la crisis difícil de ser interrumpido, y en cambio, fácilmente incrementado por la actuación de parientes, médicos y psiquiatras. Este proceso exponencial en el que reacción genera reacción aún mayor, podríamos llamarlo de activación reactiva de las identificaciones proyectivas, si partimos del modelo de Bion de la teoría del pensar (Bion, 1967) y añadimos que las proyecciones que, rechazadas por la madre no-continente retornan intensificadas al bebé, pueden retornar de éste hacia ella, así como hacia el ambiente incrementadas y susceptibles de generar reacciones refractarias aún más intensas.


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Estoy proponiendo un modelo para pensar sobre algo que es observado en innumerables relatos de observación de complicaciones precoces en la interacción madre-ambientebebé, en muchos de los cuales la presencia de un terapeuta padres-bebé o un Observador Participante, puede ejercer una función continente que interrumpa el ciclo de reacciones activadas. Por activación reactiva entiendo no sólo procesos conflictivos explícitos, sino diversas modalidades de no-aceptación de contenidos emocionales y de reacción por la actuación de éstos. Al compararse lo que es vivido en el contexto de una crisis en la Adolescencia que extrapola los límites del llamado ‘Síndrome de la Adolescencia Normal’ (Knobel, 1992), con las situaciones precoces que aparecen en esos relatos, podemos muchas veces sentirnos como quien asiste a una re-filmación de un mismo argumento con personajes de otra época. Cabe agregar, que en esos casos que estamos tratando, la pacificación provisoria obtenida en el período de la latencia no fue aquella que pudiéramos llamar latencia exitosa; o sea, no le fue posible al niño, no sólo dirigir la atención hacia otros focos de Interés diferentes a la obsesionante relación, interna y externa, con los objetos primarios –desarrollando así la curiosidad intelectual, la relación con otros niños y adultos, como profesores, etc.- como tampoco incrementar su relación con esos mismos objetos primarios, lo cual, paralelamente a las cuotas de odio, a la escisión e idealización inevitables, pudiese fortalecerse también en el sentido de la integración, del desarrollo de la consideración y del afecto. Al contrario, hablamos de un control de los impulsos que ocurre a costa de procesos masivos de inhibición y empobrecimiento de la actividad mental e imaginativa, y de los vínculos afectivos.

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Así, la amenaza de un colapso puede inclinarse tanto en dirección a la eclosión de un brote psicótico con las posibilidades resultantes de la psiquiatrización, de las internaciones, etc., cuanto en dirección a un evento que posibilita la transformación de patrones alienantes de aislamiento, inercia e incomunicabilidad. Podemos recordar aquí el concepto de Bion (1965) del ‘cambio catastrófico’ ejemplificado en el epígrafe. Este evento puede darse en varias edades, si consideramos la adolescencia como un estado mental. El tipo de pacientes que refiero aquí es aquel en el que predomina un tipo específico de funcionamiento psicótico, es decir, pacientes fronterizos con un funcionamiento mental predominantemente psicótico, pero con características de retraimiento y encapsulamiento, pacientes que podríamos definir como con fuertes núcleos Autistas, a partir de la concepción de Frances Tustin sobre las ‘Barreras autistas en pacientes neuróticos’ (Tustin, 2003) y de Bion sobre ‘Personalidades psicóticas y personalidades no-psicóticas’ (Bion, 1967). Aunque Tustin haya evolucionado desde la noción inicial de un ‘Autismo Primario’ común a todos, para, en el trabajo The Perpetuation of an Error, de 1994, cambiar sus Consideraciones anteriores y postular que un estado autista prolongado sólo ocurriría donde ya hubiese patología, mantuvo sin embargo, la idea de los ‘estados autistas’ (Tustin, 1994), entre éstos y los que llamaré ‘estados relacionales’, el niño normal fluctuaría. Tustin continuó sosteniendo aun la idea de existencia de ‘barreras’ (Tustin, 2003) ‘encapsulamiento’ (Tustin, 1990) o ‘elementos’ autistas (Tustin, 1981) en pacientes neuróticos, idea que fue primero expuesta por Sydney Klein (S. Klein, 1980) con el nombre de ‘fenómenos autistas’. Winnicott trató el mismo asunto en otros términos: “Organización defensiva contra una agonía primitiva” (Winnicott, 1974).


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I. PRIMERAS IMPRESIONES DE M. Y SU AMBIENTE M. me fue traído por la familia, cuando contaba con 16 años. El contacto fue realizado por el padre, quien lo trajo para la entrevista junto con la madre, a pesar de estar separados hace ya algunos años. M. estuvo en análisis desde los cuatro a los catorce años con una colega y ahora, necesitando ayuda de nuevo, prefirió buscar ‘un hombre’. La familia lo llevó a un psiquiatra, especializado en formular medicamentos y, casi simultáneamente, me lo trajo a mí. En la entrevista con los padres, supe que M., de bebé, presentaba episodios de ‘sofocación’ que los asustaban mucho. La madre relata, como ocurrida durante la gestación de M, sólo una fuerte crisis de asma. Esos episodios de ‘sofocación’ no tuvieron un diagnóstico preciso hasta los ocho años de edad de M. y fueron motivo de gran angustia principalmente para su madre. Unas veces fueron identificados como amenazas de ‘Muerte Súbita’ lo cual le causaba pánico y motivaba la internación del bebé en la UCI; (Unidad de Cuidado Intensivo); otras veces eran considerados como asociados al reflujo, por lo que le era recomendado evitar la alimentación al pecho, ya que la leche materna sería ‘muy espesa’; tampoco debía permitir que el bebé durmiese acostado; y evitar manipularlo mucho o acercarlo a su regazo. Como nada de eso surtió efecto, la madre lo llevó a los Estados Unidos, donde obtuvo el diagnóstico de que tenía un tipo de ‘pequeño mal’ (Petit mal, epilepsia) y la prescripción de Fenobarbital, que según ella hizo cesar las crisis. M. tomó la medicación hasta la edad de dos años. El padre refirió que tal medicina, de otro lado, lo habría dejado con problemas de ‘hiperactividad y de comportamiento’. En la primera tentativa de los padres de llevar a M. a la escuela, éste presentó agitación y agresi-

vidad que hicieron que la madre se decidiese por aplazar su ingreso y buscarle terapia. Con la mejoría obtenida, el niño pudo ingresar a la escuela al año siguiente. En su desarrollo, M. presentó problemas de socialización y de comportamiento, con dificultades para comunicarse de forma adecuada, aunque aparentemente sin atrasos cognitivos o en el desarrollo del lenguaje. El motivo para haberle buscado ayuda entonces sería un estado de mucha angustia, en el que él entró a partir de una frustrada e inadecuada tentativa de socialización en la escuela, donde ya estaba desde hacía algunos años, pero sin haber hecho algún esfuerzo por relacionarse con los compañeros. M. era el penúltimo de cuatro hijos, su madre pertenecía a una familia muy rica, en la cual las relaciones parecían ser bastante frías. El padre ejercía irregularmente una actividad intelectual, y, aunque inteligente y culto, su inestabilidad psíquica le impedía tener una vida más activa. Oscilaba entre depresiones y estados hipomaníacos y desde hacía muchos años se trataba con análisis y medicamentos. Se evidenció después una relación extremadamente conflictiva entre los padres. La madre era menos simpatizante con el Psicoanálisis que el padre. Tendió a buscar substratos orgánicos para las cuestiones emocionales y se sometió a terapias ‘bioenergéticas’. En la primera entrevista M. se mostró excesivamente ansioso y al mismo tiempo su modo de actuar y expresarse daba indicios de un cierto estado confusional. Era un adolescente de apariencia común, pero presentaba una expresión facial congelada. Su caminar y sus movimientos eran rígidos. En el momento en que me contactó presentaba temblores ocasionales (no tomaba anti-psicóticos). Su voz era grave y la dicción muy defectuosa, hablaba ‘para adentro’, algunas veces rápido y tragando sílabas, principalmente las iniciales.


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Me contó que comenzó a querer relacionarse. Un compañero chateó con él, otro comenzó a ‘darle consejos’ diciendo que la voz, el cabello, la ropa, la apariencia, el vestido, el aspecto, todo en M. estaba ‘errado’. Reveló que antes no encontraba ‘importante’ esa parte de la vida. Dijo que comenzaba a estar muy ‘afligido’, lo que lo perturbaba aún más, entonces se sintió estigmatizado por los compañeros, visto como el ‘loquito’. Debido a la dificultad para explicarme lo que pasaba dentro de él, M. comenzó a dibujar en el aire y entonces le ofrecí lápiz y papel, lo que aceptó rápidamente3 y comenzó a diseñar un triángulo lleno de flechas. Uno de los vértices tenía la letra S, el otro la letra E, y el tercero no tenía letra alguna. Sólo más tarde vine a saber que el nombre del hermano menor, de quien M. tenía muchos celos, comenzaba con la letra S. La letra E era la Inicial del nombre de la madre. El día siguiente, cuando debería volver, M. me telefoneó desde la calle, pues la consulta con el Psiquiatra se había extendido más de lo previsto, y él no llegaría a tiempo a la sesión. Era un jueves y volvimos a programar la cita para el lunes, pero yo le dije que él podría contactarme el fin de semana si lo requería. El viernes el padre me llamó y me comunicó que M. le había dicho que consideraba que “ya había entendido todo el esquema mental de él con un triángulo que diseñó y no necesitaba de más terapia”. En el estado de desesperanza en que M. se encontraba, y con la transferencia rápidamente desencadenada, típica de los funcionamientos psicóticos, la pérdida de la sesión del jueves, con un espacio vacío de cuatro días hasta nuestro próximo encuentro, debe

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haber sido sentido por él como perturbador, asustándose lo suficiente como para querer romper el vínculo emocional que se iniciaba. Los pacientes con fuertes núcleos autistas anulan el dolor de la separación, para ellos insoportable, vaciando de significado el encuentro con el analista, anulando su existencia, como un otro de quien ellos dependerían emocionalmente. Sin la presencia del analista no permiten siquiera que las emociones que podrían destruirlos, salgan a flote. El apartarse de los incómodos sentimientos que la permanencia de la relación interna con el analista podría traer, de falta, de abandono, dependencia, odio, envidia, persecución, los protege contra el temor de desintegración y aniquilamiento. O sea, evaden los dolores de la separación evitando el reconocimiento interno, emocional, de la propia relación, protegiéndose en su ‘concha’. En la segunda entrevista, inmediatamente, pidió el papel e hizo un nuevo diseño. Se acostó en el piso para dibujar e iba intentando ‘explicarme’ el diseño, de modo confuso, mientras lo hacía. Después dijo que su madre tal vez pudiese explicarlo mejor, sugiriendo traerla a la sala. Pienso que aquí aparecía su deseo de poder ser completamente comprendido sin siquiera necesitar hablar o tratar de expresarse, ya que la necesidad de comunicación como ‘puente’ entre él y la madre o entre él y yo, marcaba la separación existente entre los dos. Pienso que el estado de confusión que M. experimentaba entonces se relacionaba con la presión en dirección al objeto, provocada por las transformaciones de la adolescencia, y que no le permitía prolongar más su estado de aislamiento, al mismo tiempo que él

Creo que para atender a niños, adolescentes o adultos con características Psicóticas es necesario una cierta flexibilidad del setting que facilite al analizando ir encontrando un lenguaje para expresarse al analista. En el caso de M. un adolescente con fuertes rasgos psicóticos, esa necesidad se hizo sentir posteriormente en varias otros momentos.


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se sentía totalmente no preparado para cualquier vivencia social. M. decía ignorar ‘antiguamente’ que relacionarse con las personas era una parte importante de la vida. Ahora intentaba conversar con niñas y niños, pero no lo conseguía, se sentía ‘extraño’, manifestaba no saber qué decir a los demás, e ir a la escuela se volvió una tortura. Acostumbraba sumergirse ocasionalmente en grandes silencios durante las sesiones, pero, en una sesión, respondió significativamente a mi pregunta sobre su silencio: Es la ausencia de palabras; dijo esto e hizo una sonrisa triste. Dijo además, que pensaba mejor por imágenes y hasta por trozos de música que por palabras. Parecía expresar que existían esbozos de imágenes en su mente que no llegaban a evolucionar hacia un sentido, lo que lo hacía sentir con frecuencia en un vacío mental. En términos de Bion, podríamos hablar de elementos ‘α’ (alfa) que no encuentran elaboración que las transforme en narrativa (Bion, 1963). Obsérvese aquí que estoy considerando aspectos de funcionamiento mental autista, que coexisten con aspectos esquizo-paranoides y depresivos. De ahí tal vez su apego por las historias audio-visuales –filmes, historietas cómicas, juegos de computador– que parecían funcionar como pseudo-sueños, constituyendo una especie de continente-sustituto para su mente, ordenando sus fragmentos visuales, sonoros y verbales esparcidos. Cabe agregar aquí la relación de las dificultades en el lenguaje con la presencia de esos ‘Núcleos Autistas’, ya que esto se relaciona íntimamente con el reconocimiento de la separación. M. hablaba, además con una voz vuelta ‘para adentro’, con las sílabas mal articuladas o ‘tragadas’ como si moviese poco la boca y la lengua para hablar. María Rhode (2002) nos recuerda las dificultades que niños con problemas en el lenguaje presentan con las consonantes que indican la ruptura, la separación entre las sílabas.

Cabe recordar la descripción que obtuve, en las entrevistas iniciales con la familia, referente a los comportamientos de M. -quien pasó por una primera infancia difícil-, en la Infancia: su no-interacción con los compañeros en la escuela, la agitación física automática y sin objetivo definido, la impermeabilidad al medio; todo sugiere un funcionamiento muy próximo al descrito por Melanie Klein (1996) en el caso ‘Dick’, un niño con importantes rasgos autistas a pesar de ser bastante inteligente. Desde mi punto de vista, Klein probablemente aplica el término ‘Esquizofrenia Infantil’ a ese caso por no disponer todavía -ya que el trabajo es de 1930–, de la clásica descripción del Autismo Infantil hecha por Leo Kanner en 1943 (Pienso en el Autismo Psicógeno). Recuérdese incluso el hecho de que la madre de Dick es descrita por Melanie Klein como excesivamente ansiosa –lo que le dificultaba ser verdaderamente amorosa- y las observaciones recientes de diversos autores, Psicoanalistas y Psicólogos del Desarrollo, en cuanto a los efectos de la Depresión Materna sobre los bebés (Waddell, 2002; Trevarthen, 1977). No pretendo con esto hacer un diagnóstico retrospectivo del cuadro Infantil de M. sino sólo destacar la presencia de aspectos autistas en su funcionamiento mental. El afecto de la madre de M., a quien llamaré ‘E’, siempre se expresó en forma de una postura ‘activa’ que revelaba muchas veces una dificultad de contención de su propia ansiedad. Esa dificultad, aliada a una Idea de actuar concretamente para aliviar el sufrimiento del hijo, hizo bastante difícil el inicio del análisis. El Psiquiatra a quien llevó a M. recomendado por su propio ‘Terapeuta Corporal’ no sólo tenía una posición y visión bastante organicista, sino que también, a pesar de ser un profesional respetado, se mostró bastante ansioso y confuso con respecto al caso de M. viéndolo una vez por semana y cambiando y aumentando la medicación a


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todo momento. Esa posición, a mi modo de ver, contribuía a la ansiedad de ‘E’ en lugar de ayudar a aliviarla. De la misma forma influía en la relación de madre e hijo, gracias a su posición excesivamente intervencionista. Ella llamaba por teléfono para amenazar, que si M. no mejoraba, buscaría ‘otras alternativas’. Mis intervenciones con ‘E’, cuando ella me buscaba, y enfatizaba su natural ansiedad con respecto a su hijo y sugería la ayuda de una tercera persona con experiencia en la atención a familias en situaciones como ésta, para ayudarla a lidiar con el problema, eran rechazadas desde el inicio: “No es algo tan vago, como simple ansiedad, no”. “Ya tengo mi terapia”, etc. Aún así, la referí a una colega a quien ‘E’ sólo fue a buscar tiempo después estimulada por el hecho de atravesar un momento depresivo, debido al nuevo matrimonio del ex–marido. El cambio entonces en su comportamiento fue impresionante. La disminución de su ansiedad y de su posición intervencionista contribuyeron a rebajar la propia angustia de M. y nos dejó el campo del análisis más libre para progresar. Aplicando el modelo propuesto al Inicio del trabajo, podemos ver que la madre no sólo no conseguía ser continente para la angustia de M., sino que, debido a la angustia que la situación de éste le despertaba y que ella no podía contener, aumentaba su inseguridad y sufrimiento. De otro lado la actitud inestable del padre no ayudaba ni a M., ni a su madre. El Psiquiatra, contagiado por la angustia de la madre, la asustaba más todavía, así como al mismo M. El papel que pude ejercer, con dificultad, inicialmente con la madre de M., creo que fue lo que permitió que ella no generara una implosión en su análisis. La función ‘continente’ ejercida por el colega que la atendió posteriormente, sobre su angustia, fue tan fundamental que ella pudo entonces soportar la ansiedad del hijo sin intervencionismos o actuaciones, prácticamente dejó de

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buscarme y pudo percibir y valorar la ayuda que el análisis le venía prestando a M. lo que significaba también valorizar los recursos de éste y su empeño en tratarse, lo cual le dio más autonomía.

II. ABRIENDO BRECHAS Climb Left through the zero and watch, looking back at the blood in its jacket, the breath in its jacket, the Absence opening its arms. Robert Bringhurst

Creo que, particularmente al inicio del análisis, la función continente del analista es lo que estos pacientes más necesitan. La turbulencia que M. presentaba se relacionaba con las angustias paranoides y depresivas que lo amenazaban más intensamente en la medida en que iba rompiendo su aislamiento. Hacía parte de aquella función, en este caso, poder aceptar la irritación y la rabia que comenzó a demostrar en nuestros contactos y que con el tiempo disminuyeron considerablemente. En una de esas sesiones iniciales, a una interpretación mía M. rebatió algo irritado diciendo que Yo no estaba ‘siendo capaz de entenderlo bien’. Le dije que talvez aún yo no lo estuviese entendiendo ‘bien’, pero que la manera como él expresaba eso indicaba una gran desconfianza con respecto a la posibilidad de que yo, o cualquier persona, pudiese llegar a entenderlo. Después de haber fortalecido su vinculación conmigo, pasó un buen tiempo teniendo que llamarme por teléfono, no sólo en los fines de semana -eventualmente lo atendía los sábados y domingos-, sino también en los días de la semana, algunas horas después de haber sido atendido. En ese tiempo utilizaba siempre un celular que pudiese conectarlo a la madre o a mí varias veces al día. En las


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horas de estudiar, pedía la presencia de la madre en el cuarto. Aunque comenzaba a fortalecer sus vínculos, los telefonemas S. O. S. para la madre y para mí, y la necesidad de la presencia de la madre en el cuarto en esa etapa, para que él tratase de concentrarse en el estudio, mostraban tanto la necesidad de la presencia física (o vocal) del objeto para aplacar su angustia, como la dificultad de pensar en ausencia del objeto, fruto todavía de la limitación de los procesos simbólicos. M. tenía miedo de perder sus objetos o el vínculo con estos, que estaban insuficientemente establecidos en su interior. La angustia que aparecía entre las separaciones era extremadamente intensa denotando no sólo el miedo de ‘perder’ internamente el vínculo con el objeto, sino de perder todo lo bueno dentro de él, caer dentro del agujero negro del que él, espontáneamente, algunas veces hablaba, y perder la ‘vida mental’, lo que era vivido concretamente por él como perder la propia vida, riesgo que, por lo menos en la idea de la madre, él efectivamente sufrió cuando bebé. En momentos de gran angustia al teléfono, M. parecía vivenciar el retorno de sentimientos no simbolizados que encontraban forma en chillidos –comunicaciones no verbales– o enunciados de situaciones mentales vividas concretamente de modo persecutorio o como experiencias corporales. Esos ‘chillidos’ a mi modo de ver, podríamos relacionarlos, tanto con lo que Bion llama ‘Terror sin nombre’ (Bion 1962) como con lo impensable e indecible de que hablan Tustin (1990) y Winnicott (1974). Pienso que la dificultad de elaborar las angustias primitivas pudo haber inhibido fuertemente su curiosidad y su interés por el mundo externo, visto como fuente de estímulos detonadores de gran ansiedad. Aunque presentaba algunos aspectos cognitivos desarrollados, su capacidad de simbolización

real era precaria, como se ve en su dificultad para expresar y designar estados emocionales. Además de eso, la propia capacidad de pensar sobre sí mismo y conocerse emocionalmente implica un distanciamiento imposible si ‘el mundo es Yo’. Tustin, en supervisión dada a Celia Korbivcher (Korbivcher, 1995) hace una importante distinción entre las personalidades de tipo esquizofrénico, que utilizan la identificación proyectiva, o la ‘intrusiva’, según Meltzer (Meltzer y col. 1975), entran en el cuerpo de la madre y viven la confusión en cuanto a lo que es el ‘yo’ y el ‘no yo’, y estas personalidades encapsuladas, en una maniobra autista, a través de la ‘ecuación adhesiva’ generan su propia concha: todo es Yo. De ahí la gran angustia que aparece cuando estos pacientes comienzan a romper las ‘Barreras Autistas’ reconociendo, emocionalmente, la separación de los objetos. En una sesión del viernes M. decía que algunas veces se sentía como si estuviese en una cuerda floja sobre un abismo de odio. Tuve la impresión, que le comuniqué, que la cuerda floja se extendía sobre el abismo del fin de semana, entre la sesión del viernes y la del lunes, y que él tenía miedo de que el vínculo conmigo no resistiera dentro de él, debido al odio provocado por la ausencia, por la separación. Sus sentimientos persecutorios se activaron cuando comenzó a ‘dejar la concha’. Al mismo tiempo, aspectos positivos de los objetos internos también comenzaron a aparecer, junto con ansiedades depresivas. Véase este momento de una sesión más adelante: M. relató los cambios que venía percibiendo en sí mismo; dijo que observó mejor el sitio por donde transita desde la infancia sin nunca haber prestado atención. Contó también que lloró, y por primera vez en la vida, percibió ‘el olor de tierra mojada, diferente de cuando no llueve, o de la ciudad, y nunca había sentido eso antes’; dijo


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que era un olor placentero. Le dije que tal vez estuviese despertando a la vida, a las cosas buenas de la vida, y a las cosas buenas dentro de él. En ese momento pienso que M. aparecía emergiendo de su estado algo ‘congelado’, de su parcial encapsulamiento, a partir del hecho de que los mundos interno y externo eran menos asustadores. Los mismos sentidos podían estar más abiertos a percibir y registrar las informaciones que venían del mundo, y él pudo permitir a las sensaciones evocar recuerdos y sentimientos. La “casa de la infancia’ aparecía como una cosa buena, lo que tuvo y tiene puede ser valorizado, ‘el olor a tierra mojada’ –imagen de resonancias maternas– era ”delicioso”. La ‘tierra mojada’, con su connotación de fertilidad, pienso que es un buen símbolo para ese lento despertar sensorial, emocional y mental. La sesión siguiente es emblemática de algunos de sus mecanismos y muestra cómo las películas e historietas cómicas de dibujos animados y de ciencia ficción, con Superhéroes y Supervillanos que tanto le gustaban a M., le servían de continente para sus propios sentimientos hostiles y para sus fantasías de grandeza, sustitutivas de su sentimiento de impotencia y desamparo. M.- cuenta que el programa con los compañeros anoche estaba bueno y después de separarse, sintió la incomodidad de quedarse solo, de no continuar con ellos. Habló acerca de su miedo a las separaciones, que antes le impedía vincularse a las personas; de la duda sobre mantener el vínculo y la confianza dentro de sí, y sobre no haber venido el día anterior, lo que pudo haberlo dejado con miedo a perderme. M.- cuenta la película Guerra de las Galaxias, el último episodio en que el héroe, con miedo a la fantasía de perder la novia, 4

Teratología, estudio de anomalías. (N. del E.)

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se vuelve Darth Vader, el villano, lo que acaba provocando la muerte de ella. Habló de que parece que el protagonista se vuelve Darth Vader, villano superpoderoso, como forma de evitar la fragilidad, el miedo a la pérdida, lo que acaba sucediendo, irónicamente, cuando él se deshumanizó. Digo que él debe haberse identificado con eso. M.- dice que nunca pensó en el miedo a la separación como algo tan poderoso, que llevara a la muerte. Es renuente a terminar la sesión. M. No acostumbraba a faltar ni a llegar tarde, pero me llamó la víspera avisando que no podía ir a aquella sesión. Pienso que en esa sesión apareció su miedo a perderme. La historia del film, relatada inmediatamente después de la comunicación sobre sus sentimientos al separarse de los amigos, mostraba el efecto teratogénico4 del miedo a la pérdida y a las separaciones. Me parece que M. ya podía tener amigos a pesar de todo ese sufrimiento, por haberse atenuado ese miedo. Antes se refugiaba en su cuarto, y su vinculación con el mundo se daba a través del computador -frente al que pasaba la mayor parte de sus días-, el cual estaba sujeto solamente a su control, y que conectaba o desconectaba cuando quería, evitando sorpresas.

III. COMENTARIOS FINALES Los aspectos de encapsulamiento mental que M. mantenía parecían defenderlo de la eclosión de un desastre psicótico, que vino a amenazarlo con toda su fuerza en la adolescencia -un período de crisis en sí mismo-, debido a las presiones en dirección al objeto, al relacionarse, que, el incremento del im-


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pulso sexual, entre otros factores, acarreaba. Cabe aclarar que mi suposición acerca de la presencia de esos ‘núcleos autistas’ en el paciente no excluye los aspectos neuróticos y paranoides presentes en él, como puntos de contacto con la realidad y de desarrollo intelectual que presenta -a pesar del empobrecimiento afectivo-, ya que tratamos aquí con un adolescente fronterizo y no con un paciente autista, aunque tampoco encaje, a mi modo de ver, en la descripción clásica de una organización patológica de la personalidad. Recuérdese aquí nuevamente la observación de Tustin de que en los pacientes de tipo ‘autista’ no hay confusión yo-x-mundo, ya que todo es ‘Yo’. Así, hay intolerancia frente a la aceptación de la diferencia, de la disonancia entre las personas, única posibilidad para la vivencia de una relación, de una pareja. Cuando el paciente experimenta la diferencia, ahí comienzan la rivalidad, la persecución y las ansiedades esquizo-paranoides, que le parecen insoportables. La dificultad para ‘reconocer’ y ‘registrar’ (en palabras de él) las experiencias positivas de satisfacción, que él fácilmente ‘olvidaba’, era reconocida por el propio paciente en su vida cotidiana; al contrario de lo que sucedía con las vivencias de frustración, que por mínimas que fueran, ganaban gran importancia. Ese aspecto se relaciona con lo que Bion (1967) llamó ‘ataque a los vínculos’, origen del déficit del aparato mental para la percepción de las realidades interna y externa. En una analogía con el proceso fotográfico, es como si él no tuviese una película en donde registrar las experiencias de comprensión y consideración. En esos pacientes, por lo tanto, no se podría contar con la posibilidad de que, por su parte, den sentido a las interpretaciones que formulamos al respecto de su estado emocional, ni aún de colaborar activamente en la construcción de ese sentido. Al contrario,

en esos casos, tendrá que haber, primero, un desarrollo de la propia capacidad de pensar, atrofiada. Esto se da, en parte, a partir de la capacidad del analista, ausente en el paciente, de tolerar la ignorancia, la confusión y el vacío mental de éste, sin que esto le impida ser curioso, pensar lo posible a partir del caos y de la dispersión mental, de conformarse con, a veces, la mínima colaboración del paciente. Esa función continente del analista, se volvió más esencial en este caso, en la medida en que, a la par con su posible vulnerabilidad constitucional y sus difíciles experiencias precoces, el paciente no encontró aún modelos que pudiesen soportar su confusión y angustia y que a la vez quisiesen ayudarle. El paciente parecer haber encontrado objetos sordos a sus dificultades emocionales que respondían a éstas con frases como ‘vete de paseo’. M. se refiere a esas respuestas pseudo-objetivas, pseudo-pragmáticas, como ‘álgebra’, queriendo expresar con eso que era un lenguaje distanciado de la realidad emocional. Podríamos decir, un lenguaje incomprensible, porque no era comprensivo, en el cual los objetos funcionaban como un continente refractario. Así, sentía que mi desafío era no sólo oír cuidadosamente lo que M. comunicara, sino tratar de resistir la presión de su propia impaciencia e intolerancia, y no darle pseudo-respuestas rápidas. El vínculo se fue estableciendo en un proceso lento, gradual y penoso, y M. era constante y obstinado en su análisis. Si bien en una fase de mayor angustia necesitó de una gran disponibilidad mía así como de la madre, y precisó no sólo de medicación S. O. S. -objeto inanimado sustitutivo de un objeto con función continente- sino también del celular que reconstruiría un vínculo físico con objetos que podrían desaparecer dentro de él. Algunos años después eso no le fué más necesario, y se volvió muy raro que necesitase llamarme fuera de los horarios de sus


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sesiones, lo que demostraba su evolución en cuanto a la posibilidad de pensar, aún en la ausencia del objeto, la disminución del ataque a los vínculos y la transformación consecuente en cuanto a los procesos simbólicos, que aparecía, por ejemplo, en la expresión de un ‘verbo subjetivo’ para sus angustias, expresadas antes al máximo por imágenes somatoformes y parciales como ‘una aflicción en la barriga’, ‘una cosa en la garganta’, ‘un desánimo en los dientes’. La posibilidad de revivir el terror de la separación en la relación transferencial -saliendo de su aislamiento- para descubrir que sobreviviría a ella para ir aprendiendo a tolerarla y continuar confiando, y disminuir los ataques internos y los sentimientos persecutorios, le fue permitiendo una apertura hacia el Otro -hasta entonces inédita en él– evidenciada en su vida social. Yo destacaría aquí la importancia de esos momentos en que ocurre la oscilación de lo que yo llamaría un ‘funcionamiento autista’ -algo presente, en cierto grado, en todo desarrollo (los momentos de retraimiento que todo bebé parece presentar) pero que en los casos patológicos se constituye en un fuerte y precoz mecanismo defensivo- para las angustias esquizo-paranoides, contra cuyas angustias persecutorias el paciente venía defendiéndose. El resultado inicial es un incremento de esos sentimientos que serán dirigidos al analista, desafiándolo a tolerar y a ayudar al paciente a tolerarlos. Del mismo modo en que el paciente con fuertes núcleos psicóticos de tipo paranoide se protege de los dolores de la posición depresiva manteniendo un modelo de funcionamiento mental esquizo-paranoide, pienso que el paciente con fuertes núcleos autistas se protege del terror de la situación esquizo-paranoide refugiándose en el funcionamiento autista. Una de las inmensas contribuciones de Bion a nuestra comprensión de la vida mental está en el modelo de las

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fluctuaciones entre las posiciones esquizoparanoide y depresiva, Ps↔D, inclusive en el analista durante la sesión (Bion, 1965). Opino que podríamos pensar en algo análogo en términos de otra fluctuación presente entre las angustias esquizo-paranoides y un funcionamiento autista. Los aspectos más saludables de M. no aparecían como ricas respuestas asociativas en las sesiones. Éstas estaban marcadas por largos silencios y repeticiones de expresiones aparentemente poco significativas, dichas entre-dientes y en tono monocorde. Me parece que, en este caso, en vez de contar con ricas respuestas asociativas, sean verbales, gráficas o lúdicas (en el caso de niños), el analista tendrá que colaborar con el desarrollo de la propia capacidad de los pacientes para pensar –lo que ya sucede en otro nivel, con los pacientes neuróticos- lo que nos exigirá tolerar nuestra propia ignorancia y el vacío mental del paciente, sin abandonar la curiosidad. La firme creencia del analista en la posibilidad de encontrar sentido para la experiencia emocional, pienso que será lo que ayude a mantener esa actitud de tolerante expectativa que puede contagiar, como modelo, al paciente, como creencia en la posibilidad de la búsqueda de la propia verdad, en un proceso inverso al que describí al inicio de este trabajo como activación reactiva de las identificaciones proyectivas generada por continentes refractarios. Esto se vuelve extremadamente importante cuando estamos lidiando con pacientes que presentan graves dificultades y que, en general, no tuvieron quien desempeñase semejante rol desde su primera infancia.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BION, W. R. (1962), O Aprender com a Experiência, Zahar Editores, Río de Janeiro, 1966.


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PSICOANÁLISIS XX (2); 73-82, 2008

EL MUNDO DE LOS OBJETOS INTERNOS EDUARDO ANGARITA ROJAS1 Recibido octubre 31-08 Aprobado diciembre 10-08

Resumen El autor se refiere en este trabajo al concepto de objeto interno a lo largo de la obra de Melanie Klein, buscando tener una concepción más clara y amplia del término. El descubrimiento de un mundo interno y su conexión con la estructura y funcionamiento de objetos internos concretos tuvo notorias implicaciones tanto en la teoría como en la técnica psicoanalítica. No sólo definió de una manera más clara los procesos de internalización descritos por Freud y Abraham, sino que cambió el concepto de transferencia, mecanismos de defensa y hasta la misma formulación de la interpretación. Ahora la transferencia es total, es una externalización del presente inmediato en el mundo interno de la persona; los mecanismos de defensa están unidos a las fantasías operativas, tienen un origen muy primitivo y se simplifican a unos pocos: la escisión, la identificación proyectiva, la omnipotencia, entre otros; la interpretación, así mismo, adquiere la concepción de ser una interpretación profunda en lo que tiene que ver con las capas mentales, vinculada al punto de urgencia y al timing, que depende de la capa mental activada y del contenido inconsciente relacionado con la ansiedad y la culpa.

Palabras clave: Mundo interno, objeto interno, desarrollo psíquico, psicosis, transferencia, interpretación.

THE WORLD OF THE INTERNAL OBJECTS Summary The author is referencing in this paper to the internal concept of object through the Melanie Klein work, looking for a more extensive and clear term. The discovery of an internal world and its connection with the structure and its functioning of the internal and concretes objects had notorious implications as well as in the theory and in the Psychoanalytic technique. Not only defined in a clearer manner the internationalization proceedings described by Freud and Abraham, but that changed completely the concept of the transference, defense mechanism, and as far as the same formulation of the interpretation. Now the transference is total, is an externalization of the immediate present of the person internal world; the defense mechanisms are unities to the operatives fantasies, have an origin very primitive and it simplify to a few: the splitting, the projective identification, the omnipotence, among others; the interpretation acquire the conception of being a profound interpretation related capes, to the entailed to the point of urgency and to the timing, that depends of the mental cape activated and to the unconscious contents related to the anxiety and the guilt.

Key words: internal world, internal object, psychic development, psychoses, transference, interpretation.

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Médico Psiquiatra y Psicoanalista. E-mail: eduardoangarita677@hotmail.com


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O MUNDO DOS OBJETOS INTERNOS Resumo2 O autor neste trabalho faz referencia ao conceito de objeto interno ao longo da obra de Melanie Klein, buscando uma concepção mais clara e ampla do termo. A descoberta de um mundo interno e sua conexão com a estrutura e funcionamento de objetos internos concretos teve conhecidas implicações tanto na teoria como na técnica psicanalítica. Não somente definiu de uma maneira mais clara os processos de internalização descritos por Freud e Abraham, como também alterou o conceito de transferência, mecanismos de defesa e até mesmo a formulação de interpretação. Agora a transferência é total, é uma externalização do presente imediato no mundo interno da pessoa; os mecanismos de defesa estão unidos às fantasias operativas, tem uma origem muito primitiva e se simplificam a uns poucos: a cisão, a identificação projetiva, a onipotência, entre outros; a interpretação, deste modo, adquire a concepção de ser uma interpretação profunda no que tem relação com os estratos mentais, vinculada ao ponto de urgência e ao timing, que depende do estrato mental ativado e do conteúdo inconsciente relacionado com a ansiedade e a culpa.

Palavras chave: Mundo interno, objeto interno, desenvolvimento psíquico, psicose, transferência, interpretação.

INTRODUCCIÓN Mi objetivo con este escrito es iniciar una somera revisión, dada la extensión y la enorme tarea que significa su exploración, del concepto de objeto interno en la obra kleiniana, para buscar con ello una concepción más amplia del mismo en lo que concierne a su estructura, organización y funcionamiento. Parecería que una comprensión y conocimiento más completos acerca de lo que sería un objeto interno han sido para la institución psicoanalítica motivo de muchas discusiones y conjeturas, como lo fue, principalmente, en la década de los años treinta. Esta época abarca el período de 1934 a 1943, en especial todo el año de 1939, y coincide con la llegada de la familia Freud a Londres y con el desarrollo del grupo kleiniano en la Sociedad Británica de Psicoanálisis. Tal vez el primer impacto para el establecimiento psicoanalítico de esa época, es-

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Traducción al portugués de Geny Talberg.

pecialmente el inglés, fue la descripción por parte de Melanie Klein de la existencia de un mundo interno, es decir, de una Teoría de los Espacios Mentales, a partir de sus observaciones en el análisis de niños, quienes hablan tanto de la existencia de un interior en el cuerpo de sus madres como de un interior en los suyos propios. Este mundo interno que se esquematiza de manera muy evidente en El psicoanálisis de niños (1932), está poblado de objetos y emociones que se experimentan de una manera muy concreta, con un impacto enorme sobre los estados mentales. Para Klein, poderse contactar con estas emociones y objetos internos significó, por lo menos inicialmente, una mayor comprensión de las primeras fases del desarrollo psíquico, de la estructura del superyó y de la génesis de las enfermedades psicóticas. En este artículo voy a explorar y a conectar el concepto de mundo interno y de objeto interno con el desarrollo psíquico, la psicosis, el


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duelo, la situación edípica, la transferencia y la interpretación. Por último, haré alusión a cómo ubicamos internamente un objeto interno.

I. DESARROLLO PSÍQUICO, INTERNALIZACIÓN Y RELACIÓN OBJETAL No obstante que en El Psicoanálisis de Niños (1932) se vislumbran las nociones kleinianas de angustia, objeto interno, fantasía inconsciente, agresión, proyección-introyección, se considera que es a partir de Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos (1935) que esta estructura teórica se torna sistemática. Esta publicación marcó una línea divisoria al describir, de manera más específica, los procesos de internalización que derivan de las ideas de Freud y de Abraham. Recordemos que Freud (1930 [1929]) ya nos había hablado de cómo la autoridad es interiorizada por la instauración de un superyó. A su vez, Abraham (1924) en Un breve estudio de la evolución de la libido, considerada a la luz de los trastornos mentales, confirma lo dicho por Freud (1917 [1915]) acerca de la melancolía, y expone sus puntos de vista relativos a los estados maníaco-depresivos, especialmente en lo que es la relación con el objeto amoroso durante las fases de depresión y de manía. En este trabajo, que es tal vez en el que más se va a apoyar para desarrollar sus ideas, Abraham explica cómo el curso que sigue la melancolía tiene dos fases: la pérdida, y la reincorporación del objeto amoroso. También describe los mecanismos de introyección-proyección, las fantasías asociadas a impulsos canibalísticos hostiles y cómo en la melancolía todo el proceso psíquico se centra en el primer objeto: la madre. Al respecto dice: “El melancólico desea vengarse de su madre castrándola, a su vez, quitándole, sea sus pechos o su pene imaginario” (Abraham, 1924: 353). Más ade-

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lante nos describe, a partir de un caso clínico, cómo todo el cuerpo femenino era representado como un pecho. Así mismo, nos habla de incorporaciones parciales de objeto, de una etapa oral de succión y canibalística, de una etapa anal-sádica de evacuar al objeto y destruirlo, y otra, posterior, de retenerlo y controlarlo. Siguiendo con Klein, en Contribución..., retoma la fase de sadismo por la que pasa el niño durante el primer año de vida, y muestra cómo los impulsos sádicos son dirigidos, no sólo contra el pecho de la madre, sino también contra el interior de su cuerpo, con la simultánea introyección de objetos buenos y malos. De estos objetos dice Klein: “El niño los concibe como realmente peligrosos, como perseguidores que teme lo devoren, vacíen el interior de su cuerpo, lo corten en pedazos, lo envenenen, que, en resumen, maquinen su destrucción por todos los medios que el sadismo pueda imaginar” (1935: 267). De esta definición se puede inferir, en principio, cómo la concepción de objeto interno está íntimamente unida a la acción del sadismo en conjunción con los mecanismos de introyección y proyección. Entonces, podemos ver cómo los mecanismos de introyección-proyección y, especialmente, la introyección, van a poner en marcha todas las esferas de la vida psíquica, con el surgimiento de un mundo interno, donde el infante siente que hay objetos dentro de su cuerpo que están vivos y activos, que influyen en él a la vez que son influidos por él. Este mundo interno es creado por la fantasía inconsciente del bebé, en relación con el mundo externo y los objetos que lo rodean. Los sucesos que se dan en el mundo interno son un reflejo del mundo externo en forma fantásticamente elaborada y distorsionada, pero que al mismo tiempo pueden hacer aparecer al mundo externo sólo como reflejo de ese mundo interno (Heimann, 1952).


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II. PSICOSIS A partir de las nociones de mundo interno y objetos internos comienza una comprensión más profunda, no sólo de las primeras fases del desarrollo psíquico, de la estructura del superyó, sino también de la etiología de las enfermedades psicóticas, o lo que Melanie Klein llama las psicosis más graves. Para Klein la base de estas psicosis graves se origina en el uso de la escotomización como defensa contra los perseguidores internos y externos, que trae como consecuencia una restricción importante de los mecanismos de introyección y proyección como la negación de la realidad externa; tal como sucede en el autismo. En cuanto a la paranoia, Klein piensa que se origina en la dificultad que tiene el yo para defenderse contra los perseguidores internalizados, especialmente por una deficiencia del mecanismo de proyección, motivo por el cual el miedo a esos objetos no se logra expulsar y, más bien, se dirige contra el propio cuerpo. Así, en la paranoia, existe un ataque al yo por parte de los objetos malos internos. Igualmente, la ansiedad del paranoico está principalmente relacionada con la persecución de los buenos objetos internalizados con los cuales el yo se identifica. En cambio, en el caso de la depresión lo que existe es un ataque de objetos buenos y malos entre sí. Asimismo, en el depresivo la ansiedad está asociada al temor de que los objetos buenos, y con ellos el yo, sean destruidos, o que se encuentren en estado de desintegración. En cuanto a la melancolía, Klein (1935) está de acuerdo con Freud y Abraham en que el proceso fundamental de esta afección es la pérdida del objeto amado, pero va más allá al decir que es el exceso de impulsos canibalísticos por parte del sujeto lo que hace que esta introyección se malogre y aparezca la enfermedad. A renglón seguido aclara que

debe diferenciarse la forma de incorporación que existe en la paranoia con la de la melancolía, la que está relacionada con cambios en la relación del sujeto con el objeto, y de un cambio en la constitución del yo introyectante. Para decir esto se apoya en Weiss (1926), quien planteó que en la paranoia el objeto introyectado es perseguidor, en la manía el objeto introyectado perseguido es proyectado al mundo externo, y en la melancolía quedan internalizados, tanto el objeto perseguido como el perseguidor. Con respecto a la manía, Klein (1935) considera que en ésta el yo busca refugio, no sólo de la melancolía, sino también de una situación paranoica que se le hace incontrolable. La manía se caracteriza por el sentimiento de omnipotencia para controlar y dominar los objetos introyectados, y está basada en la negación, mecanismo a través del cual el yo, aún no desarrollado, se esfuerza por defenderse de la ansiedad más abrumadora: el temor a los perseguidores internalizados y al ello. Así, se niega primero la realidad psíquica y luego una parte de la realidad exterior. La negación tiene como objetivo evitar sentir la importancia de los objetos buenos y los peligros a que son sometidos tanto por el ello como por los objetos malos. Llegados a este punto, podemos ver cómo el proceso de internalización es fundamental para el desarrollo de las posiciones psicóticas: esquizoparanoide, depresiva y maníaca.

III. DUELO En El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos (1940), trabajo que continúa la línea de pensamiento expuesta en Contribución… (1935), Melanie Klein busca aclarar la naturaleza del Duelo y cómo es su vinculación con los estados maníaco-depresivos. Parte de la idea de que existe una co-


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nexión entre el juicio de realidad en el duelo normal y los procesos mentales tempranos. Asimismo, Klein considera que el bebé experimenta una melancolía en statu nascendi, en la cual el objeto del duelo es el pecho de la madre y todo lo que éste representa: amor, bondad y seguridad. Es por esto que su hipótesis principal es que la pérdida del objeto amado reactiva la posición depresiva infantil, y que sólo en la medida en que se haya resuelto esa posición, se tendrá la capacidad para enfrentar y resolver el duelo después de la niñez. Klein, que parte de los postulados freudianos acerca del duelo, da un paso trascendental al hablar de la existencia de un sentimiento inconsciente de haber perdido también el objeto interno bueno, ante la experiencia de la pérdida de un objeto bueno externo. Desde este punto de vista, a la aflicción del dolor por la pérdida externa, se suma un dolor por la pérdida interna que genera una sensación de estar destruido, con la reactivación de las ansiedades persecutorias y depresivas tempranas de la posición depresiva. Entonces, para Klein, un duelo tendrá una elaboración exitosa cuando se logre re-introyectar a la persona real perdida como también a los padres amados que sintió como objetos buenos internos en la fantasía. De esta manera el lactante volverá a experimentar la sensación de no estar destruido, lo que también le permitirá construir nuevamente su mundo interno para completar la elaboración de su duelo.

IV. LA SITUACIÓN EDÍPICA La pérdida del pecho, con todos sus elementos constitutivos, la siente el bebé como resultado de su excesiva voracidad y de sus fantasías e impulsos destructivos, que Klein une al mismo dolor que el lactante experimenta con la pérdida inminente de ambos

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padres; es el dolor que surge de la situación edípica que está relacionada con las frustraciones del pecho. Al respecto Klein dice lo siguiente: “El dolor y la preocupación por la pérdida temida de los “objetos buenos”, es decir, la posición depresiva, es, según mi experiencia, la fuente más profunda de los conflictos dolorosos en la situación edípica, así como en las relaciones del niño con su medio ambiente general” (Klein, 1940: 347). En el desenlace normal de la situación edípica, los sentimientos de dolor, aflicción y temor se vencen mediante los procesos de internalización. El bebé incorpora a sus padres de un modo concreto dentro de su cuerpo, de la misma manera en que experimenta sus fantasías inconscientes, y así se edifica un mundo interno, cargado de objetos internos, en la mente inconsciente del niño, que corresponde a las experiencias reales y a las experiencias del mundo exterior, pero que está alterado por sus propias fantasías e impulsos. De esta manera, hay una constante interacción con la madre externa en contraste con la madre interna. En El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas (1945), Klein busca conectar el complejo de Edipo con las ansiedades tempranas, y, lo que termina por ser más importante, determina que el escenario principal para esta situación es la posición depresiva infantil. La posición depresiva se convierte en el punto crítico para la comprensión del complejo de Edipo, que incluye etapas pregenitales y fantasías tempranas en relación con el cuerpo de la madre que contiene el pene del padre, y de los órganos internos del propio niño que forman parte de la situación edípica. Así, Klein relaciona el desarrollo sexual del niño con sus relaciones de objeto y las emociones que desde un primer momento delinean su conducta hacia la madre y el padre, desde una concepción tanto externa como interna.


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En la posición depresiva, el bebé experimenta los deseos edípicos junto a las ansiedades depresivas para lograr integrar su amor y su odio. Entonces, a la culpa, que para Klein está presente desde el comienzo del complejo, y no es su resultado, se une el amor por los padres y su deseo de conservarlos, lo que en su totalidad va a influir para el debilitamiento del Complejo de Edipo.

V. TRANSFERENCIA Lo dicho hasta ahora nos sirve de base para abordar el tema de la transferencia. En Los orígenes de la transferencia (1952), Melanie Klein se ocupa de la forma en que ésta se va a manifestar en el Psicoanálisis. Su punto de partida es que el paciente necesita transferir experiencias, relaciones de objeto y emociones primitivas en la figura del analista. Por lo tanto, en la situación analítica el paciente reactiva conflictos y ansiedades utilizando los mismos mecanismos de defensa que empleó en situaciones anteriores. Inicialmente, en el lactante predominan durante los tres o cuatro primeros meses de vida la ansiedad persecutoria, la idealización del objeto y los procesos de clivaje, omnipotencia y negación, que van a influir en las relaciones objetales. Estas relaciones objetales, como hemos visto, van a estar marcadas por los procesos de introyección y proyección asociados a las angustias y emociones del lactante. Por la proyección se establece la relación de objeto pues se desvían la libido y la agresión hacia el pecho de la madre (como objeto externo); por la introyección del objeto, especialmente del pecho, se estructuran las relaciones con los objetos internos. Entonces, Klein considera que el bebé tiene desde el inicio de su vida postnatal las mismas características de las que está impregnada una relación de objeto: amor, odio, fantasías,

angustia y defensas, dentro de una situación total transferencial, desde el pasado al presente, de emociones, defensas y relaciones objetales.

VI. INTERPRETACIÓN La interpretación psicoanalítica va a estar siempre asociada, y de manera similar a lo que decíamos con respecto a la transferencia, con lo que pasa en la relación con el objeto, interno y externo, ya que no hay, como dice Klein, necesidad instintiva, situación de angustia, ni proceso mental que no implique objetos. La instrumentación de la interpretación, por lo tanto, tiene como objetivo hacer accesible a la observación del paciente y a su discernimiento, ese mundo interno que no puede verificar por los medios de percepción de que dispone en relación con el mundo externo, tangible y palpable. ¿Cómo lo logramos? Pienso que sólo hay un camino: la exploración juiciosa y seria de la naturaleza fantaseada inconsciente de ese mundo interno, es decir, la interpretación del objeto interno va a depender del contenido de la fantasía inconsciente, ligada a la comprensión de los mecanismos de defensa desarrollados y empleados por el yo para manejar la ansiedad. La fantasía es el contenido primario de los procesos mentales inconscientes, es la expresión mental del instinto (Isaacs, 1948). Su fuente es interna. Así como decíamos que toda necesidad instintiva, expresión de angustia y proceso mental abarca toda relación objetal, no hay impulso, ni necesidad o respuesta instintiva que no sea vivida como fantasía inconsciente. Susan Isaacs piensa que los instintos libidinosos y destructivos, los representantes psíquicos de los impulsos y sentimientos corporales, deben ser considerados como el origen más primitivo de las fantasías, sin descartar que la fantasía tam-


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bién se puede convertir en un medio para defenderse de la angustia, en un medio para inhibir y controlar las pulsiones instintivas y la expresión de deseos de restaurar. Otro aspecto importante para tener en cuenta es que la fantasía representa el contenido particular de las pulsiones o sentimientos que dominan a la mente en un instante dado. Ahora debemos considerar brevemente la conexión de la interpretación con la relación que hace Isaacs entre fantasía inconsciente y palabra. Es evidente que las fantasías primarias se expresan y se relacionan con procesos mentales muy alejados de las palabras y del pensamiento consciente de relación, y que sólo van a estar determinadas por la lógica de la emoción, que es más antigua que el lenguaje tanto filo como ontogenéticamente. Es por eso que las palabras son sólo una manera de referirse a la experiencia real o fantaseada. Ellas solamente evocan sentimientos, imágenes y acciones, y señalan situaciones; es decir, son un signo de los sentimientos y fantasías inconscientes, en los que la emoción hace que la fantasía se pueda sentir, se sienta como real, mucho antes de que se pueda expresar en palabras. Por lo tanto, la interpretación, a través, como es natural, del uso de la palabra, irá dirigida a interceptarse con la emoción de ese momento, y estará unida a una fantasía inconsciente específica como expresión primitiva de una realidad interna y subjetiva. Este aspecto técnico de la utilización del término Objeto Interno, Klein lo describió de la siguiente manera: En mi experiencia cuanto más concretamente y más específicamente, yo diría vívidamente si esto no tuviera un sabor dramático innecesario, podemos transmitirle al paciente el contenido de las fantasías inconscientes que vemos en acción, más efectiva será nuestra interpretación. Es, por lo tanto, cuando nos encontramos

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con estas fantasías de un mundo interno poblado por seres que son en parte un reflejo de seres externos, pero que al ser internos adquieren cualidades propias para expresarlo de la manera que el paciente lo siente; y esto es en mi experiencia los “objetos interiores” y los objetos “buenos” y “malos”, o más bien las gradaciones de bueno y malo (D16, documentos del Trust Melanie Klein, Biblioteca Wellcome).

VII. SOBRE CÓMO SE ESTABLECE LA POSESIÓN DE UN OBJETO INTERNO Para Melanie Klein, la internalización siempre estuvo en su mente como el proceso para el desarrollo de toda la personalidad. Esto la llevó a hablar de objetos incorporados que crean un mundo interno de relaciones objetales. Estos objetos van a formar parte integral del sentimiento del self, pero que al mismo tiempo se experimentan como objetos separados bien concretos dentro del cuerpo. En el siguiente material clínico ejemplificó esta idea: El paciente se quejaba de los diversos trastornos físicos y después enumeraba las medicinas que había tomado para el pecho, garganta, nariz, orejas, intestinos, etc. Parecía como si hubiera estado cuidando estas partes del cuerpo y de sus órganos. Siguió hablando sobre su interés por algunos jóvenes a su cargo (era maestro), y luego sobre la preocupación que sentía por algunos miembros de su familia. Se hizo claro que los diversos órganos que trataba de curar estaban identificados con sus hermanos y hermanas internalizados, por los cuales se sentía culpable y a quienes tenía que estar salvando perpetuamente (Klein, 1935: 281). Un manuscrito entre los trabajos de Melanie Klein, sin fecha, y que reposa en los archi-


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vos del museo Wellcome, trata explícitamente sobre los objetos internos. Al respecto escribió: Los psicoanálisis de niños pequeños que permiten una imagen de las concepciones inconscientes de la mente muy precisa, clara, específica y concreta me llevó a utilizar un término que no ha resultado aceptable ni suficientemente claro para una cantidad de colegas. Es el término “objetos internos” u “objetos interiores” y objetos “buenos” y “malos”. (D 16, documentos del Trust Melanie Klein, Wellcome, Library, citado por Hinshelwood, 1997). Este manuscrito que fue titulado “Notas sobre los términos “objetos internos”, “objetos interiores”, etc., objetos “buenos” y “malos”, etc., incluye una descripción muy específica de lo que Melanie Klein quería decir por Objeto Interno: Mi razón para preferir este término a la definición clásica, la de “un objeto instalado en el yo” es que el término “objeto interno” es más específico, ya que expresa exactamente lo que el inconsciente del niño, y también el del adulto en las capas profundas, siente acerca de él. En estas capas no se siente que sea parte de la mente en el sentido que hemos aprendido a comprenderlo, que el superyó sea las voces de los padres dentro de la propia mente. Este es el concepto que encontramos en los estratos más altos del inconsciente. Sin embargo, en las capas más profundas se siente como un ser físico, o más bien como una multitud de seres, que con todas sus actividades, amistosas y hostiles, están alojados en el cuerpo, particularmente dentro del abdomen, concepción a la que los procesos fisiológicos y sensaciones de todo tipo han contribuido en el pasado y en el presente (D 16, trabajos del Trust Melanie Klein, Wellcome Library).

Para Melanie Klein (1935,1940,1957) era muy importante que el paciente pudiera establecer más firmemente los objetos internos, a la vez que lograra poseer un objeto interno provechoso. Sólo las experiencias gratas en el bebé, especialmente la alegría y el contacto con los seres amados disminuyen la ambivalencia, aumentan la confianza y esperanza, y también disminuyen sus ansiedades sobre la aniquilación interna y la persecución externa. Si existe una buena relación con el objeto interno y externo predomina el deseo de refrenarse y preservarlo. Sin embargo, es también necesario que el individuo crea en su propia bondad; la que se fundamenta en la confianza en el pecho bueno como derivado de la capacidad del bebé para investir con libido el primer objeto externo. De esta manera se establece un objeto bueno que ama y protege al individuo, siendo a su vez amado y protegido por éste. Es por eso que lo que pone en duda la bondad del objeto amado es que el odio inconsciente del yo lo domine, y ante la ansiedad de ser arrastrado por el ello, destruya al objeto amado, lo que provoca dolor, sentimientos de culpa y desesperación, y que se constituyen en la base de la tristeza. Por último, la concepción y posesión de un objeto interno, Susan Isaacs buscó explicarla en su valioso trabajo Naturaleza y función de la fantasía (1948). Para ella, la “introyección” y “proyección” eran términos abstractos, mecanismos particulares de acción de la vida mental para enfrentar las tensiones y conflictos internos, que se refieren a que el sujeto se apropia frecuentemente de ideas, impresiones e influencias que llegan a formar parte de él; o al abandono de aspectos o elementos del sujeto, y su atribución a alguna persona o grupos de personas o a cierta parte del mundo exterior. Sin embargo, el problema se centraba en describir el proceso de introyección con la fantasía de incorporación. En primera instancia se puede


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decir que lo que se introyecta es una imagen o “imago”, que es una imagen inconsciente, pero sigue siendo necesario reconocer, distinguir y comprender que lo que se ha incorporado realmente, el objeto interno, es una imagen y no un objeto corporal concreto. Isaacs considera que para comprender que el objeto interno es una imagen y no un objeto corporal concreto, se hace necesario un proceso evolutivo muy complejo, que incluye las siguientes etapas: a) Las primeras fantasías se elaboran principalmente sobre impulsos orales, y se vinculan más íntimamente con la experiencia de incorporar; b) Estas sensaciones e imágenes constituyen una experiencia corporal, al principio poco relacionadas con un objeto externo, espacial. La piel todavía no se percibe como límite entre la realidad externa e interna. La fantasía tiene una cualidad corporal concreta, una yo-idad; c) El elemento visual se integra lentamente en la percepción, se funde con la experiencia táctil y es espacialmente diferenciada; d) En la medida que los elementos visuales y las imágenes correspondientes predominan, se aclara la distinción entre mundo interno y externo, y los elementos corporales concretos de la experiencia total de percepción y de la fantasía son reprimidos en gran parte. Entonces, los elementos visuales referidos externamente en la fantasía son parcialmente privados de su emoción, desexualizados, independizados en la conciencia de las ataduras corporales. De esta manera se transforman en “imágenes”, en representaciones “mentales”, pero no conscientemente incorporaciones corporales de objetos reconocidos como tales. Al respecto Isaacs concluye lo siguiente: Se “comprende” que los objetos están fuera de la mente, pero que sus imágenes están dentro de la misma. […] Estas imágenes pueden afectar a la mente por estar “en ella”, es decir, que su influencia sobre

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los sentimientos, la conducta, el carácter y la personalidad, sobre la mente en su totalidad, está fundada sobre sus elementos asociados somáticos inconscientes reprimidos en el todo inconsciente de deseo y fantasía, que forma el lazo con el Ello; y que significa en la fantasía inconsciente que los objetos a los cuales se refiere se consideran dentro del cuerpo, es decir incorporados (Ibídem: 101).

VIII. COMENTARIO Después de esta somera revisión de conceptos podemos darnos cuenta cómo Melanie Klein amplió el concepto de mundo interno de Freud, al describir con mucha claridad las emociones llenas de dramatismo que suceden en la mente del niño. Al describirlas se encuentra con la existencia de unos objetos en ese escenario, los objetos internos, con una naturaleza concreta. Entonces, el objeto interno se refiere a una fantasía inconsciente respecto de un objeto concreto ubicado en el interior del yo, más específicamente en el cuerpo, que tiene unos propósitos muy definidos hacia el yo y hacia otros objetos. Son las fantasías acerca de lo que hay en el interior del cuerpo, con la diferencia de que no son representaciones, como sí lo son los recuerdos o las fantasías conscientes, sino que se sienten como elementos constitutivos del cuerpo y de la mente. El aparato mental concebido de esta manera por Klein le permitió entender la etiología de la psicosis, la melancolía y la manía. Asimismo, aclarar la naturaleza del duelo y apreciar su vinculación con los estados maníaco-depresivos. No obstante, Klein va más allá al explicar el desenlace normal de la situación edípica mediante los procesos de internalización. La transferencia ahora es vista dentro de la fenomenología de las relaciones objetales


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y encuadrada dentro de los procesos de introyección y proyección. Igualmente, la interpretación psicoanalítica también va a estar asociada con lo que pasa en la relación con el objeto, tanto interno como externo, para así lograr que el mundo interno sea accesible a la consciencia. Por último, se puede decir que si el descubrimiento del inconsciente por parte de Sigmund Freud fue revolucionario, la descripción de un mundo de objetos internos por parte de Melanie Klein abrió toda una nueva perspectiva acerca de los procesos mentales. El fenómeno de la internalización comenzó a ser muy importante para entender el desarrollo de toda la personalidad, con un lenguaje nuevo para el quehacer psicoanalítico al hablar de objetos incorporados que habitan un mundo interno de relaciones objetales, que van a formar parte integral del sentimiento del self, pero que al mismo tiempo se experimentan como objetos separados bien establecidos dentro del cuerpo.

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(1930 [1929]), El malestar en la cultura. Obras completas XXI, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1994. HEIMANN, P. (1952), Algunas funciones de introyección y proyección en la temprana infancia. Desarrollos en psicoanálisis, Ediciones Hormé, Buenos Aires, 1962. HINSHELWOOD, R.D. (1987), El escurridizo concepto de los “objetos internos” (1934-1943), en International Journal of Psycho-Analysis, 78,877-897. ISAACS, S. (1948), Naturaleza y función de la fantasía. Desarrollos en psicoanálisis, Ediciones Hormé, Buenos Aires, 1962. KLEIN, M. (1932), El psicoanálisis de niños, Paidós, Barcelona, 1994. (1935), Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos. Obras completas, 1. Paidós, Barcelona, 1989. (1940), El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos, Obras Completas, 1. Paidós, Barcelona, 1989. (1945), El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas, Obras Completas, 1. Paidós, Barcelona, 1989. (1952), Los orígenes de la transferencia, Obras completas, 3. Paidós, Barcelona, 1994. (1957), Envidia y gratitud, Obras completas, 3. Paidós, Barcelona, 1994. WEISS, W. (1926), Der Vergiftungwahn, t. 12, citado por Melanie Klein (1935), en Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos, Obras completas, 1. Paidós, Barcelona, 1989.


PSICOANÁLISIS XX (2); 83-92, 2008

VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. Un acercamiento clínico1 MÓNICA CARDENAL2 Recibido octubre 08-08 Aprobado diciembre 20-08

Resumen Acercarse a la temática de los “trastornos” en la identidad sexual en la infancia, coloca al analista de niños en una delicada y, por demás, comprometida situación en la clínica. Por lo tanto pensé en un título que justamente no me implicará definir un estado de “anormalidad” sobre lo que debiera suceder con un niño en su desarrollo sexual, ubicándome más en una posición de intentar comprender metapsicológicamente el por qué de determinada elección sexual temprana, ya que los casos que comentaré son todos niños que llegaron a la consulta antes de los 6 años de edad. Es mi intención en este trabajo convocarlos a pensar al niño no sólo desde los aportes de la clínica, no sólo desde las teorías, sino también desde la Observación de Bebés y niños pequeños. Quisiera entonces proponerles una visión más cercana y amplia del niño pequeño que se encuentra en la compleja tarea de llevar adelante su desarrollo emocional, plagado de cantidades de fantasías y ansiedades, donde el establecimiento de la identidad sexual es una de las cuestiones centrales de ese desarrollo. Se presenta una viñeta clínica.

Palabras clave: Psicoanálisis de niños, desarrollo temprano, sexualidad infantil, fenómeno de segunda piel.

VICISSITUDES OF SEXUAL IDENTIFICATIONS IN CHILDHOOD. A clinical approach Summary Approaching the subject of “disorders” in childhood sexual identity places the child analyst into a delicate and committed situation in the clinical practice. Consequently, I thought of a title that would not imply providing a definition of “abnormal” states of what should happen with a child during its sexual development. I tried rather to approach the subject from a position where I could, from a metapsychological perspective, understand the reason for a particular early sexual choice, taking into consideration that the cases I will discuss in this paper come from children who came to consultation when they were under 6 years old. My aim with this work is to invite you to think the child not only from contributions coming from the clinical practice and theory, but from baby and young child observation. I would like therefore to propose a more closer and complex vision of the young child who is going through the tough task of carrying on his/hers emotional development, which is riddled with a large amount of fantasies and anxieties and where one of main matters is to establish a sexual identity. A clinical vignette is presented.

Key words: child psychoanalysis, early development, child sexuality, Second Skin Phenomena

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Una versión reducida de este trabajo fue presentada en el Congreso de FEPAL, Chile, septiembre 2008, en un Panel, y publicada en la página Web de dicho Congreso. Psicoanalista, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Bs. As (AP de BA). Andrés Ferreyra 3455, La Lucila, Buenos Aires, Argentina- cardenalmonica@fibertel.com.ar


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VICISSITUDES DAS IDENTIFICAÇÕES SEXUAIS NA INFÂNCIA. Aproximação clínica Resumo3 A aproximação ao tema dos “transtornos de identidade sexual na infancia, coloca o analista de crianças em uma delicada, e por vezes ,comprometida situação clínica. Pensei em um título que não implicaria em definir um estado de “anormalidade” a respeito do que se espera que aconteça com uma criança em seu desenvolvimento sexual, fixando-me mais em uma posição de tentar comprender metapsicologicamente o por que de determinada escolha sexual precoce, uma vez que os casos que comentarei são todos de crianças que foram trazidas para consulta antes dos 6 anos de idade. Foi minha intenção convidá–los a pensar a criança de modo abrangente: não somente com as contribuições vindas da clinica, não somente com as teorias, porém também, com a contribuição da observação de bebês e de crianças pequenas. Gostaria de propor-lhes uma visão mais ampla a aproximada da criança pequena que tem a complexa tarefa de dar continuidade ao seu desenvolvimento emocional, castigado por fantasias e ansiedades, e o estabelecimento da identidade sexual é uma das questões centrais do seu desenvolvimento. O autor apresenta uma vinheta clinica.

Palavras chave: psicanálise de crianças, desenvolvimento temprano, fenómeno de segunda pele.

INTRODUCCIÓN Acercarse a la temática de los “trastornos” en la identidad sexual en la infancia, coloca al analista de niños en una delicada y, por demás, comprometida situación en la clínica. Por lo tanto, pensé en un título que justamente no me implicara definir un estado de “anormalidad” sobre lo que debiera suceder con un niño en su desarrollo sexual, para ubicarme más bien en la posición de intentar comprender metapsicológicamente el por qué de determinada elección sexual temprana, ya que los casos que comentaré son todos referentes a niños que llegaron a la consulta antes de los seis años de edad.

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Traducción al portugués de Geny Talberg.

En mi experiencia como analista de niños, he recibido la consulta de cinco varones que decían querer ser mujeres y comportarse como tales desde muy pequeños, entre el año y medio y los tres. Sólo he tratado a una niña, cuyo caso no incluiré porque su determinación por querer ser un varón fue, a mi entender, reactiva frente a situaciones ambientales y vinculares, concretamente traumáticas: mi sospecha de un abuso sexual por parte de su padrastro, y una madre borderline y adicta. De los varones hay uno de los casos que tampoco incluiré por tratarse de una psicosis infantil; por lo tanto, el trastorno en la identidad sexual en el que este niño, por momentos, hablaba como una mujer y dibujaba extraor-


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dinariamente bien cuerpos femeninos, especialmente bustos y caras, lo entiendo como parte de sus extremos estados confusionales. De los casos que presentaré, me he detenido a detectar aquellos antecedentes evolutivos en los que coincidía cada una de esas historias, así como momentos de la clínica, especialmente del juego de la transferencia en el proceso analítico. El resto de los niños estuvieron un tiempo prolongado en análisis conmigo, y sólo en uno de ellos los padres decidieron interrumpir el tratamiento. Una temática tan delicada como ésta, me obliga a describir y aclarar desde qué tipo de datos y cantidades de casos, según mi propia experiencia como analista, les propongo pensar los trastornos en la identidad sexual en niños. De igual manera, quisiera transmitirles mi comprensión sobre su desarrollo emocional y el devenir de la sexualidad, lo que define sin dudas mi posicionamiento en la clínica. Es mi intención en este trabajo convocarlos a pensar al niño no sólo desde los aportes de la clínica, ni desde las teorías, sino también desde la Observación de bebés y niños. Quisiera, entonces, proponerles una visión más cercana y amplia del infante que se encuentra en la compleja tarea de llevar adelante su desarrollo emocional, plagado de fantasías y ansiedades, en las que el establecimiento de la identidad sexual es una de las cuestiones centrales de ese desarrollo.

I. EL NIÑO Y SUS ESTADOS MENTALES, DESDE LAS TEORÍAS A LAS OBSERVACIONES Mi acercamiento a la comprensión de los procesos mentales y sus progresos está 4

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ampliamente influenciado por las teorías kleinianas y post-kleinianas, además de mi esfuerzo permanente por no abandonar la lectura de la metapsicología freudiana4. Como he escrito en “Object relationship vicissitude: towards the acknowledgement of living depende, young children observation” (publicado en “Create bonds”, Cracovia, 2004), la calidad amorosa de las relaciones con el objeto parecen resultado de un difícil y trabajoso proceso de la mente. Entiendo, siguiendo las ideas kleinianas y post-kleinianas, que el crecimiento de la mente supone el reconocimiento del objeto de amor por sus funciones y cualidades: fecundidad, cuidado, responsabilidad, bondad y belleza. A mi entender, la mente del niño, muy al comienzo de su desarrollo, estaría en condiciones de detectar esas cualidades en el objeto, por lo tanto, también de comprender el tipo de vínculo que lo liga a éste. El infante humano, tal como lo señala Meltzer (1990), es capaz de responder tempranamente ante la calidad, y no sólo al nivel cuantitativo de la experiencia sensual en su vínculo con el objeto. Detectar la belleza y bondad del objeto, supone reconocer sus cualidades y valores, entre ellos su capacidad de pensar, e implica también, aceptar que esas cualidades son exclusivamente inherentes al objeto y a su interioridad. De este reconocimiento fundamental depende la mente para crecer, ya que si es capaz de encontrarse internamente en este tipo de relaciones con el objeto, en esta clase de experiencia, podríamos decir, que ha tenido que aceptar su dependencia de un objeto amoroso pensante, lo que implica también reconocer, por lo tanto, que ese objeto de amor tiene una vida propia

Especialmente para este trabajo tengo en mente artículos como: Tres ensayos para una teoría sexual (1905). Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci (1909). Pegan a un niño (1919). La organización genital infantil (1923). El fetichismo (1927). La escisión del yo en el proceso defensivo (1937). También otros autores que hicieron importantes aportes a la comprensión de las perversiones: Sachs (1923) Gillespie (1955) y H. Rosenfeld (1949; 1971).


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e independiente y se encuentra en vínculo con otros. Tolerar el dolor inevitable que provoca la exclusión, fundamentalmente frente a la pareja de padres en relación y sus productos, supone que el Self tiene la experiencia de que cuenta con el objeto y su fecundidad en la propia mente, por lo tanto se encuentra en condiciones de desarrollar pensamientos y emociones y está agradecido por ello. Este proceso es el de la identificación introyectiva (Meltzer), en el que predomina más el deseo de saber sobre el objeto, que el de poseerlo (vínculo K, Bion). Entiendo que un desarrollo emocional estable y saludable, depende, entonces, en gran parte, de la capacidad temprana de la mente para enfrentar el dolor, actitud básicamente sostenida, como acabo de describir, por la confianza en los objetos buenos y en el reconocimiento de la dependencia amorosa hacia ellos (Meltzer, 1964). Dentro de este contexto de ideas doy central importancia a la calidad de las fantasías edípicas en la determinación y estabilidad de la identidad sexual en un pequeño, ya que, el decurso que tome la identidad sexual en un niño a medida que crece, está, a mi entender, ligado a la configuración edípica y a cómo, de qué manera, ese niño se posicione frente a la escena primaria, lo que va a depender, en gran medida, de su historia emocional con el primer objeto: el pecho y el interior de mamá. Cuando sostengo que un desarrollo emocional estable despende de una genuina y buena dependencia entre las partes infantiles del Self con una madre interna buena, agrego que esto es sostenido y posibilitado por las funciones mentales de una madre que sea capaz de recibir y contener las proyecciones de dolor de su bebé, que pueden ser sentidas por él como muy persecutorias; las funciones mentales de mamá suponen no sólo recibir esas proyecciones sino que puede “limpiarlas” de su cualidad persecutoria. Desde ya incluyo

la importancia muy temprana de las funciones del padre interno en estos procesos de crecimiento mental. Tal como lo describí en el “Play and the function of the father” (Cardenal y col. 2000), siguiendo las interesantes ideas de Meltzer sobre dichas funciones, el pene del padre y sus testículos, garantizan la preservación de los bebés dentro de mamá. Esto es fundamental para que el niño sienta ese interior, cuerpo y mente, protegido de sus ataques, a partir de esas funciones de papá. Su pene y su semen, protegen y mantienen en orden los diferentes espacios del interior de mamá (1. Arriba delantero y trasero; 2. Abajo-ídem; 3. Trasero) (Meltzer, 1973) Por lo explicado queda claro también que esta función del padre interno es fundamental para que la mente del bebé evite confusiones zonales. Al hablar de padre y madre en relación dentro de la mente del niño, estamos hablando de la escena primaria y de lo que intercambian entre ellos; el resultado final de ese intercambio, si el desarrollo emocional del niño va bien, serán cosas buenas, pero si esto no es así, la mente estará plagada de intensas ansiedades persecutorias, que se expresarán en diferentes formas defensivas psicopatológicas y, consecuentemente, en posibles dificultades en el posicionamiento sexual. En esa escena primaria que el niño vislumbra, su self infantil irá jugando diferentes roles: será mamá, papá, el bebé, la niña y el niño; este despliegue edípico pone en jaque el sentimiento de identidad. Si predominan los procesos de identificación introyectiva con ambos padres, podrán desplegarse los celos, las rivalidades y, al mismo tiempo, el amor, el reconocimiento y la gratitud hacia los padres (Meltzer, 1964-65). Se irá también estableciendo una relación diferenciada, incluso por género, con cada uno de ellos. Hasta aquí el camino esperable.


VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. UN ACERCAMIENTO CLÍNICO

II. ALGUNAS CONSIDERACIONES CLÍNICAS Cuando me encuentro en la consulta con un niño que dice que él es una mujer, desde que estaba en la panza de su mamá o que verbaliza: yo soy una nena, con total convencimiento5, mi tendencia es a pensar que detrás de esa elección femenina hay altos niveles de ansiedades paranoides y depresivas, y que, quizá, la “desviación” en la elección sexual es un intento de resolverlas dentro de la configuración edípica, signada por fantasías de intenso sadismo. Pienso, también, que en esta clase de procesos mentales predominan modos de estar con el objeto, en los que se evita toda relación amorosa diferenciada y auténticamente dependiente de él, debido al intenso temor a dañarlo y perderlo, y/o a ser dañado o abandonado por él. Fue interesante para mí detectar, en los cuatro casos que traté, madres poco conectadas mentalmente con sus hijos, con una pobre capacidad de comprenderlos y, por supuesto, de contener sus proyecciones, en algunos de los casos con cuadros confirmados de depresiones, incluso una de ellas con un diagnóstico de enfermedad bipolar. Alguna de ellas había vivido, por motivos profesionales, un año en el extranjero cuando mi paciente tenía tres años de edad, y el niño había quedado al cuidado de su padre junto con un hermano un poco mayor que él. Otra de las familias había vivido en el extranjero, donde nació mi paciente, y en donde la madre sufrió una intensa depresión, a causa del desarraigo, durante el primer año de vida del bebé; ambos padres lo reconocieron. En cuanto a la madre que les comenté que fue diagnosticada como bipolar, enferme5

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dad que también padecía su propia madre, quien vivía con ellos, reconoció que durante los primeros meses del bebé ella estuvo muy deprimida mientras cuidaba a su propio padre, el cual falleció en esa época, por lo que hubo escaso contacto emocional con su hijo; describe una relación de “pegoteo” y “aferramiento” con él para aliviarse de su depresión. El cuarto caso es un niño que nació con ciertas dificultades como hipotermia, estuvo en incubadora, y a los dos años sufrió convulsiones febriles, sin que este panorama orgánico haya sido aclarado del todo. En el momento de la consulta presentaba una forma de funcionamiento muy infantil; lo interesante es que cuando los padres me hablaban de él, prácticamente lo presentaban como un autista, pero mi sorpresa fue inmensa cuando lo conocí y me di cuenta que era un niño muy inteligente y, por demás, conectado y pendiente de los estados emocionales de su madre. En cuanto a las figuras paternas de estas familias, aparecían dos modalidades: o un padre sumamente omnipotente, por lo que que la figura de la mujer aparecía descalificada, o uno pasivo frente a la figura femenina; desde mi comprensión de las funciones mentales, cualquiera de estos dos estilos de padre funcionaban como muy rivales, envidiosos de las funciones maternas y en franca competencia con ellas. ¿Qué hace, entonces, un niño cuando no cuenta mentalmente con su madre, ni con un padre dentro de la mente de la madre, cumpliendo funciones como las descritas anteriormente? Una de las posibilidades es que tema, cada vez más, dañarla con su sadismo,

Uno de los niños le dijo a su mamá que quería ser mujer, a lo que la mamá le contestó que no es posible y él le dijo esto se arregla, mamá; la mamá agrega en su relato que él le da un toque femenino a toda su ropa; otro niño dijo que está seguro de que nació nena y los que no quieren darse cuenta de esto son sus padres.


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que podría ser el esperable; pero al no contar con la mente disponible de mamá para digerirlo, ni de papá para limpiarla de sus proyecciones, el niño siente que queda solo para tramitarlo y, al mismo tiempo, preocupado por la depresión que detecta en su madre, la que podría confirmarle el daño que él le hizo; la fantasía puede ser entonces que por eso ella se aleja de él; y desde allí, elegir la posición femenina es una forma de retenerla, de estar con ella, “siendo ella”. El mismo trato, posiblemente, espera del pene de papá dentro de ella, el cual, en lugar de crear bebés y ser fecundo, puede ser destructivo y atacante; el niño teme identificarse con ese pene, “es preferible ser mujer”. Estos pequeños eran presentados por sus padres en el momento de la consulta, como muy seductores con los otros en general; obsesivos en sus hábitos cotidianos, muy inteligentes y con excelente rendimiento escolar, salvo uno de ellos, como ya comenté. Las escuelas confirmaban estos datos, y si bien eran niños muy sociables, también tenían cierta dificultad para integrarse con sus pares varones porque no jugaban ningún deporte de contacto, aunque algunos de ellos demostraban sólo por momentos su actitud femenina en la escuela.

III. ESCENA RITUAL Y FETICHE Como mencioné al inicio del trabajo, estos niños decían ser niñas, tener “vagina”, “agujerito”, desde muy tempranamente en su desarrollo (unos padres comentaron: Viene desde hace tiempo. En Jardín, cuando tenía dos años, en la clase empezó a decir “vagina”, 6

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y que él tenía vagina).Sus padres agregaban que en los juegos preferían las Barbies; en general juegan con niñas. Llamativamente, para mi dato que aparecía en el relato de cada consulta, estos niños tenían ciertos rituales que repetían de manera secreta y obsesiva: consistía en disfrazarse de mujer, a mi entender momentos de travestismo, cuando particularmente se ponían suéteres en la cabeza simulando cabellera6, envolturas de telas haciendo de vestidos; con especial predilección, todos ellos, por accesorios de pieles: cinturones, binchas, y botas. Sólo uno de estos niños se maquillaba e incluso llegaba a pintarse la uñas. Así, bailaban y cantaban, impostando la voz de manera femenina (Se pone a bailar y a cantar, “es una mina”, dijo un papá). Quisiera detenerme a analizar este tipo de escena tan cargada de sensualidad7 y donde predomina la utilización de ciertos “objetos fetiche”. Estos objetos me hacen pensar en los desmantelados descritos por Meltzer (1975), que se usan junto con una forma de ritual obsesivo que se repite compulsivamente. Para la mente, la utilización de este tipo de objeto en este tipo de escena, se produce por una forma de splitting diferente al de carácter sádico descrito por Klein (1945), ya que a través de los actos obsesivos la mente desmantela al objeto en sus funciones y lo toma o lo aprehende sólo por su sensorialidad y de manera inmediata, y le quita toda cualidad emocional; lo desmantela obsesivamente y lo recrea como se le ocurre. Separa objetos y los une cuando quiere. Es la degradación amorosa del objeto y de su relación con él, llevándola a lo sensual y excluyendo toda emoción.

Esta descripción coincide con la referida por la Lic. Luisa Busch de Ahumada en su artículo: “Clinical notes on a case of transvestism in a child”, publicado en Int. J. Psychoanal., 2003.83:291-313 Interesantes los aportes de Rodolfo Moguillansky (Berlin 2008) sobre la pérdida de la temporalidad en los rituales perversos adultos, repetidos compulsivamente en una misma escena.


VICISITUDES DE LAS IDENTIFICACIONES SEXUALES EN LA INFANCIA. UN ACERCAMIENTO CLÍNICO

Meltzer (1975) incluye una idea que me parece de lo más apropiada para una posible comprensión de estos trastornos tan tempranos en la identidad sexual: el desmantelamiento inicial puede haber sido hecho al servicio de la seguridad de los objetos, siendo entonces una clara defensa frente a las ansiedades depresivas, el temor intenso al daño a los objetos, y al reconocimiento de que no se puede contar con ellos. El objeto fetiche, quizá maníacamente, revitaliza a los objetos, los revive; y por otro lado, sensualmente, puede sentirse que se tiene al objeto, o a una parte de él. Estos niños demostraban un especial interés sensual por peinar el pelo de sus madres y el de las muñecas; podríamos pensar que si no se puede tener a mamá porque está deprimida, y su mente no está disponible, una forma de evitarse ese enorme dolor es sensualizarla y tenerla de esa otra manera, incluso siendo ella, o una parte de ella, su pelo, sus botas, sus binchas. Me resultaba muy curioso, también, y lo pude observar en las sesiones, no sólo por el relato de los padres, el que los niños, se “envolvieran” en telas (manta del diván por ejemplo), de los pies a la cabeza, demostrando a partir de este juego tener un tipo de experiencia de “envoltura” muy sensual, quizá como forma de proveerse ellos mismos de una contención. Relacioné este juego con el fenómeno de “segunda piel” que describe Esther Bick (1968), como psicopatológico, a partir del cual puede pensarse que “ser mujer” se ve enlazado a formas de brindarse autocontención a través de lo sensual y corporal, de la acción, como bailar o cantar, es decir, formas no mentalizadas, ni interiorizadas, de contenerse e integrarse; y así lo interpreté en las sesiones.

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IV. EVOLUCIÓN DEL JUEGO EN LA TRANSFERENCIA Quisiera incluir, ahora, algunos momentos más de la clínica que puedan dar cuenta de algún cambio, a mi entender, dentro del mundo emocional de estos niños: SESIÓN GONZALO, 4 años de edad, y a un año de tratamiento: Está escondido, y como espiando, cuando salgo a recibirlo en la calle. Dice: -En todas las casas me gusta esconderme. Meterse dentro de mí y controlarme, incluso saber qué niño entra o sale; le interpreto. Me pide un jarrito con agua, lo saca de adentro de su caja, es con pico, luego dice “mejor una mamadera”. Se lo nota excitado. Interpretación: sos como un bebé hambriento dispuesto a sacarme toda la leche; eso te excita, pensar en lo que me quisieras hacer. Toma los bloques de madera, construye una cuidad; “es Hawai” . Dice: allí hay casas, cines, juegos para chicos (defensa maníaca). Interpretación: Podés hacer cosas fabulosas y muy importantes, como un padre muy importante, para todos los chicos de este consultorio. Toma los juguetes de su caja y dice que me prepare para ver una película: Dice: La bella y la bestia: la mujer y el hombre se besan y se pelean, todo con música, cantado, y él hace ambos personajes, hay más movimiento que palabras. Ella es muy hostil con el hombre. Interpretación: ¡qué crueldad lo que se hace esa pareja! Lo que intercambian los hombres y las mujeres entre ellos.


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Sigue, llega un Hechicero y la duerme. Interpretación: hace hechizos, como quizá los que le hace papá a mamá. Vos temés a lo que pasa entre mamá y papá. Y quisieras hacerme eso y tenerme bajo tu poder con tus hechizos. Así parece que no temés ser varón. Pero tenés que cargarte de muchos poderes para sentirte tranquilo siendo hombre (defensa maníaca). Se levanta del diván, se pone y lleva un cubo de madera entre las piernas. Interpretación: Parece que te hiciste caca. Va al baño, envuelve el cubo con papel higiénico. Viene y me lo pone en mi estómago. Interpretación: ¡qué lindo regalo, un regalo caca-bebé!. Interpreto transferencia positiva, amorosa: Ya te animas a pensar en meterte dentro de mí, por ahora llenándome de cacasbebés, ya menos preocupado por dañarme, como si empezaras a darte cuenta que tenés un pito que puede dar bebés. Seguramente cada uno de nosotros podría interpretar de manera diferente este juego plagado de significados; deben pensar que yo hice un recorte de aquello para interpretar teniendo en cuenta el proceso analítico que se venía desarrollando. Pensando en lo sucedido en la sesión, en tanto quiere mamar, está la posibilidad de introyectar el pecho, desde allí puede ir hacia la pareja: juego de la Bella y la Bestia, y hacia la posibilidad de darme él bebés-cacas-penes, desde un lugar masculino. Quisiera agregar, que este niño empezó luego a hacer ciertas fobias, especialmente a las ratas y traía algunos sueños y fantasías sobre esto, especialmente referidos a una película que había visto por TV. La fobia fue pensada como una evolución en su organización mental y defensiva frente a las ansiedades.

SESIÓN FRANCISCO, 4 años de edad, a casi un año de la consulta: Ingresa rapidísimo, estaba casi pegado a la puerta de entrada. Le señalo esto, y le interpreto su apuro de entrar dentro de mí, como una manera de evitar tomar contacto con nuestra separación. Se sienta frente a la mesita de juegos, frente a mí. Me dice que vamos a armar “una casa con los bloques.” “Una vos también, Mónica” (él forma una y yo debo hacer otra al lado, quedan como un barrio) Luego trae la casa de juguete, la deja en el piso, la vacía de todos sus muebles y los pone dentro de la construcción. “Esta es la casa de la Barbie y el caballero” Le señalo el lugar tan alto, “importante” en el que había puesto la cama. Dice: ¿A qué jugamos? ¿A la nieve, a las olas, al frío o al calor? Le señalo cuántas cosas pueden pasar entre esos dos y ¿qué prefiere él que pase? A las olas. Grandes. Voy al baño, dice. Se acerca al diván, ahí está su caja con el “caballero”; lo voy a desnudar, dice. Hace que le saca la ropa. (Intervención): ¿Por qué? F. responde: “Porque quiero que esté sin ropa.- Mirá, caballero, lo que tengo, y sale para el baño. Deja al caballero ubicado al lado mío. Interpretación: cuando vuelve del baño él se hubiera quedado desnudo también frente a mí, y quizá querría que yo lo viera y que certificara que es varón, y en ese caso cuántas cosas él siente que podrían pasar entre nosotros. Se ubica en su silla, y me dice”vestílo”. Mientras, él tiene a la Barbie en la mano y también le pone ropa. Dice: Vestílo otra vez porque la Barbie no lo vio.Dale. Empuja un bloque de la casa, se cae y dice:Mirá lo que me hiciste hacer, Mónica.


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Interpretación: él está muy molesto con esto de la desnudez, y que mostrarse desnudo puede asegurar que se tiene pito y que no se le ha perdido. Pero que al mismo tiempo él quiere estar del lado de las mujeres, como si eso también lo protegiera de perder algo; como la mujer no tiene. Aunque de todas maneras él no se queda tranquilo con este tema. Su enojo conmigo es porque él siente que yo no lo entiendo en esto que le pasa. Dice: Se van a nadar. No hablan porque están abajo del agua. Reúne al caballero con la Barbie, mientras sostiene el aire en su boca. Recorre todo mi consultorio en círculo como haciendo que nadan. Dice: La Barbie tiene una ballena (para esa época su madre confirma un embarazo de mellizos varones, este niño tenía un hermano varón pequeño de 2 años y medio). Analista: ¡Uy, qué miedo! ¿Lo podrá atacar al caballero? Dice: No… Es buena, ¿no ves? Se meten en las olas, ¡cuidado! (Vuelven a nadar) Salen del agua, les cambia la ropa. Dice: Van a encontrar un tesoro. Dale. Primero llega la Barbie. Y colocó en el piso del consultorio unas bolas de cerámica. Tomó algunas la Barbie, y otras el caballero. Las llevan hasta su casa. Analista: ¿Qué van a hacer con este tesoro? Dice: Es de ellos, ellos lo encontraron, hay más cosas (calcula más bolas), las llevan hasta la casa. Analista: ¿Y qué tesoro es? Dice: Es oro y plata. Analista: ¡Qué valioso! Eso puede suceder entre mamá y papá, tener tesoros, bebés, quizá vos estás muy interesado y curioso de los tesoros que las parejas encuentran y guardan para ellos, dejando a los otros bebés curiosos afuera.

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Dice: Ahora nadan otra vez. Él pone sobre el diván a la Barbie, dice que le pone el pijama, la acuesta, toma un almohadón y le hace una cama; queda como alta, le interpreto que queda como en un trono, en un lugar muy importante, como una reina. El caballero estaba a un costado, abajo, sobre el diván, cuando le señalo lo de la cama, él me dice que acueste también al caballero y le ponga el pijama. Dice: Ya no se pelean. No van a pelear más. Va a terminar la sesión, él me dice que juntos, el caballero y yo, y él con la Barbie (¿dos parejas?) pateemos los bloques y destruyamos la casa. Interpretación: Para que nadie más la use. Ningún chico más, ningún otro bebé muestre tantas ganas de meterse dentro mío, y quiera curiosear como te pasa a vos, en todos mis contenidos bebés valiosos. Esta sesión también es rica en juego simbólico en su despliegue en la transferencia. Resulta notable para mí cómo se sucede en el niño el interés por lo que ocurre primero en el interior de la analista-mamá, y la ansiedad que esto genera, y luego, cómo se orienta ese interés hacia lo que ocurre entre la pareja de padres, “sumergidos en las profundidades del mar, entre enormes olas”. Aparece entonces la fantasía de una mamá ballena, cargada de bebés, cacas, valiosos tesoros de oro y plata. En tanto estos contenidos de las fantasías surgen y son jugados en la transferencia podemos pensar que la mente tiene más alternativa de tolerar la exclusión de la escena primaria, ya que lo que intercambian los padres son cosas buenas, en todo caso muy valoradas, se reconoce incluso la ambición que se tiene sobre ellas (que nadie más use estas casas), pero estas cosas que intercambia no son sádicas o crueles, por lo tanto mamá no está dañada, y el niño puede en-


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tonces meterse con ella y sus contenidos. De este modo resulta más factible posicionarse como varón frente a los padres.

V. IDEAS FINALES Espero haberme acercado, aunque sea un poco, a la propuesta que les planteé al comienzo de este trabajo: el objetivo central, poder pensar juntos el complejo camino que debe transitar la mente del niño para crecer, en relación interna con sus objetos de amor, aceptando su dependencia amorosa diferenciadamente con cada uno de sus padres (varón-mujer), para poder, por lo tanto, contar adecuadamente con cada uno de ellos y sus funciones dentro de la mente. Desde estas ideas el dolor mental será entendido como una experiencia esencial para el desarrollo de la personalidad desde el comienzo de la vida. Por supuesto, esta ha sido sólo una posible manera, entre tantas otras, de acercarse a comprender el intenso mundo emocional del niño pequeño.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BICK, E., (1968), The Experience of the Skin, in Early Object Relations, International Journal of Psychoanalysis, Vol 49, p.484.

BION, W. R. (1962), Aprendiendo de la experiencia, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1966. (1967), Volviendo a pensar, Editorial Lumen-Hormé, Buenos Aires, 1970. BRITTON, R., (1989), The missing link: parental sexuality in the Oedipus complex, in The Oedipus Complex Today. Clinical Implications, Karnac Books, London, 1989. CARDENAL M. y colaboradores (2000), Play and the function father en The International Journal of Infant Observation and its Applications, Vol.5, N° 2, Editado por: Tavistock Clinic Foundation, Londres, 2002. CARDENAL M. (2002), Object relationship vicissitude: towards the acknowledgement of living depende, young children observation, en Create bonds, Cracovia, 2004. KLEIN, M (1930), La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo, en Obras Completas, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1980. KLEIN, M (1945), El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas, en Obras Completas, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1980. MELTZER, D. (1973), Los estados sexuales de la mente, Editorial Kargieman, Buenos Aires, 1974. MELTZER D. y colaboradores (1975), Exploración del autismo, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1984. (1990), Metapsicología ampliada, Editorial Spatia, Buenos Aires, 1990. MELTZER, D. y Harris Williams, M. (1990), La aprehensión de la belleza, Editorial Spatia, Buenos Aires, 1990.


PSICOANÁLISIS XX (2); 93-101, 2008

EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD1 ADRIANA PRENGLER* Recibido octubre 31-08 Aprobado diciembre 20-08

Resumen En este artículo, la autora relata su experiencia a raíz de una visita que realizó en abril de 1999 al nieto de Sigmund Freud, Ernest, quien, a la edad de 85 años, aún vivía en la ciudad de Heidelberg, Alemania. Ernest es el nieto de Freud que creó, siendo un bebé de 18 meses, el famoso juego del carretel o “fort-da”, al cual se hace referencia en el célebre libro Más allá del principio de placer. Este trabajo relata algunos acontecimientos vitales de la vida de Ernest e intenta poner en evidencia la estrecha relación que existe entre los eventos que le acontecieron ya a partir de su más temprana infancia, y los intereses científicos que desarrolló más tarde. Así, vemos cómo su primordial juego del carretel, observado e interpretado por su abuelo Sigmund como una manera simbólica de recrear separaciones y reencuentros, parece haber representado un paradigma en su vida.

Palabras clave: Biografía /Duelo / Fort-Da / Historia del Psicoanálisis

THE CHILD OF THE WOODEN REEL. A VISIT WITH W. ERNEST FREUD Summary In this article, the author tells the story of her visit with W. Ernest Freud in March of 1999 at his home in Heidelberg, Germany. W. Ernest Freud, the oldest grandson of Sigmund Freud, was born in 1914 and died last September 30th at the age of 94. In Beyond the Pleasure Principle, Sigmund Freud described the game (Fort-Da) of an eighteen month old baby whom he had observed at play. W. Ernest Freud was the object of that observation and the inventor of the Fort Da game. The author recalls some of the events in the life of W. Ernest Freud and ties them, thematically, to his childhood game of Fort-Da as well as to his later scientific interests. This linkage illustrates how the childhood game, originally observed and interpreted by Sigmund Freud as a way of symbolically recreating separations and reunions, seems to have paralleled some of W. Ernest Freud’s subsequent life experiences.

Key words: Biography / Mourning /Fort-Da /History of Psychoanalysis

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Trabajo presentado al Comité Editor el 1 de noviembre de 2002, y aprobado para su publicación en la Revista de Psicoanálisis el 22 de enero de 2003. La presente versión ha sido corregida y aumentada por la Dra. Prengler, para la revista Psicoanálisis (N. de la E.) Miembro Titular de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas. Dirección: Calle Los Andres, Qta. Lali, Prados del Este, Caracas 1080, Venezuela. Correo electrónico: <lalipren@telcel.net.ve> <lalipren@cantv.net> <lalipren@gmail.com>


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O MENINO DO CARRETEL. UMA VISITA A ERNEST FREUD Resumo2 Neste artigo, a autora relata a sua experiência a partir de uma visita que realizou em Abril de 1999 ao neto de Sigmund Freud, Ernest, que aos 85 anos, ainda vivia na cidade de Heidelberg, Alemanha. Ernest é o neto de Freud que deu origem, sendo um bebê de 18 meses, ao famoso “jogo do carretel” o “fort-da”, que aparece descrito no celebre livro “Mais Além do Principio do Prazer”. Este trabalho relata alguns acontecimentos vitais da vida de Ernest e tenta evidenciar a estreita relação que existe entre os eventos que lhe aconteceram a partir de sua mais tenra infância, e os interesses científicos que desenvolveu mais tarde. Assim vemos como o seu primitivo jogo do carretel, observado e interpretado por seu avô Sigmund como uma maneira simbólica de recrear separações e reencontros parece ter representado um paradigma em sua vida.

Palavras chave: Biografia / Luto / Fort-Da / História da Psicanálise.

S. Freud, en compañía de sus nietos, Heinz (izquierda) y Ernest.

En marzo de 1999 realicé una visita al nieto de Sigmund Freud en compañía de mi esposo y colega Daniel Benveniste, un psicólogo de orientación psicoanalítica formado en la ciudad norteamericana de San Francisco y con residencia en Venezuela. Ernest Freud acababa de dejar su hogar en Inglaterra para establecerse en Heidelberg,

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Traducción al portugués de Geny Talberg.

una pequeña ciudad al suroeste de Alemania. Finalizaba el invierno, se asomaba la primavera y el cielo gris, acompañado de una perpetua llovizna, no lograba privar de su encanto a esa pintoresca ciudad a orillas del río Neckar. Una vez resguardados de la lluvia y al primer repique del teléfono, Ernest nos respondió; el hombre que había creado el juego


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del carretel a los 18 meses de edad mientras era observado por su abuelo Sigmund. Habían pasado ochenta y tres años desde entonces y pensamos que sería interesante que él mismo, en carne y hueso, nos contara algo sobre aquella actividad lúdica que tanto interesó a su abuelo. Ernest se mostró entusiasmado de saber que nos encontrábamos en su hermosa ciudad y con agrado nos invitó a visitarlo. Llegamos a su puerta y leímos emocionados: “Dr. Freud”. Mi imaginación se remontó cien años atrás, evocando la imagen del propio Sigmund en su época floreciente. Nos encontrábamos frente a la puerta de su nieto, la persona que habría recibido la mirada, el afecto, las enseñanzas de quien cambió la concepción de la mente humana con su sabiduría e intuición. La escena que imaginaba, en la que el bebé Ernest jugaba con el famoso carretel mientras era observado por su abuelo, fue interrumpida cuando se abrió lentamente la puerta, detrás de la cual se asomaba un señor menudo, de pequeña estatura, con una mirada amplia. Su apariencia física evocaba fácilmente la imagen de su abuelo. Ernest Wolfgang Halberstadt Freud había nacido un 11 de marzo de 1914. Hijo de Sophie, quinta hija de Freud, y de Max Halberstadt, un fotógrafo de Hamburgo, Alemania. Siendo el primer nieto, su nacimiento ocasionó la siguiente nota a Ferenczi: “Anoche alrededor de las 3:00 a.m. nació un pequeño que es mi primer nieto. ¡Admirable, un sentimiento tardío ante las maravillas de la sexualidad!” (Gay, 1988). En el momento de nuestra visita, Ernest Freud acababa de cumplir 84 años. Con un cálido saludo, nos invitó a pasar, ya que había preparado un ambiente para conversar cómodamente. Estantes de libros reposaban junto a algunas interesantes fotos, como en un paisaje de Grundslee, el hermoso lugar

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donde compartía de niño sus vacaciones veraniegas con la familia Freud y sobre el que tantas veces habíamos leído en los textos; fotos de sus padres Sophie y Max, de su tía Anna, y de su propio hijo, cuando era niño. En los estantes, al frente, fósiles de varios tipos, una punta de flecha de manufactura indígena que le había sido obsequiada por Karl Menninger, entre otras cosas. Recordó emocionado, cómo de niño, en compañía de su abuelo, solía recorrer variados terrenos en busca de fósiles. Éste era un movilizador recuerdo de su relación con Freud. Ernest recordó momentos de su pasado y se entregó a añoranzas y vivencias que tuvimos el placer de compartir acerca de aquel juego en presencia de la atenta observación que le prestó su abuelo, y que lo convirtió en el primer infante observado psicoanalíticamente. En su célebre libro Mas allá del principio de placer (1920), Sigmund Freud cuenta que durante unas semanas de convivencia con su hija Sophie, su yerno y su nieto Ernest, pudo dedicarse a observar con atención el juego del pequeño. Su hija lo había amamantado y cuidado personalmente y mantenía con su bebé una relación tierna. El niño tenía un carácter “juicioso” y no lloraba cuando la madre lo abandonaba por algunas horas, más bien parecía que se resignaba fácilmente. S. Freud (1920: 14) dice: Este buen niño exhibía el hábito, molesto en ocasiones, de arrojar lejos de sí, a un rincón, o debajo de una cama [...] todos los pequeños objetos que hallaba a su alcance, de modo que no solía ser tarea fácil juntar sus juguetes. Y al hacerlo profería, con expresión de satisfacción e interés, un fuerte y prolongado “o-o-o-o”, que, según el juicio coincidente de la madre y de este observador, no era una interjección, sino que significaba “fort” {se fue} [...] El niño


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no hacía otro uso de sus juguetes que el de jugar a que “se iban”. Un día hice la observación que corroboró mi punto de vista. El niño tenía un carretel de madera atado con un hilo [...] con gran destreza arrojaba el carretel, al que sostenía por el hilo tras la baranda de su cunita con mosquitero; el carretel desaparecía ahí dentro, el niño pronunciaba su significativo “o-oo-o”, y después, tirando del hilo, volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando ahora su aparición con un amistoso “da” {acá está}. Ése era el juego completo, el de desaparecer y volver. La mayoría de las veces sólo se había podido ver el primer acto, repetido por sí solo incansablemente en calidad de juego, aunque el mayor placer, sin ninguna duda, correspondía al segundo (pág. 15). La interpretación del juego resultó entonces obvia para S. Freud, quien sostuvo que Ernest admitía sin protestar la partida de la madre y entonces escenificaba con sus objetos (que sí estaban a su alcance) las idas y los regresos de ella. No escenificaba la partida (“fort”) porque le diera placer, sino que parecía necesitar la representación de la partida porque era “la condición previa de la gozosa reaparición (“da”)”. Sin embargo, confundía a Freud el hecho de que la primera parte del juego era jugado la mayoría de las veces sin que le siguiera la segunda. ¿Dónde estaría entonces el placer de ese juego? Freud intuyó entonces un motivo que explicara el repetido juego y sostuvo que “en la vivencia con su madre el niño era pasivo, era afectado por ella; ahora (en el juego) se ponía en un papel activo repitiéndolo como juego, a pesar de que fuera displacentero”. (pág. 16) A esta idea de cambio de pasividad a actividad se sumó otra interpretación referida a la presencia de “un impulso de vengarse de la madre por su partida, como si dijera: ‘Vete pues, no te ne-

cesito, yo mismo te echo’” (pág. 16) convirtiéndose así en el único responsable de la ida de su madre. Nuestro anfitrión se mostró deseoso de compartir sus ideas acerca del fort-da y nos ofreció una muy interesante descripción del carretel que él mismo realizó a través de un dibujo improvisado. Al preguntársele sobre las interpretaciones formuladas por su abuelo en relación con su juego, afirmó haber coincidido con él plenamente. Puso énfasis en la manera en que este juego le otorgaba un sentimiento de control y dominio sobre la pérdida temporal de su madre. Confesó que esas ausencias fueron particularmente difíciles debido a que al mismo tiempo su padre también se encontraba ausente del hogar, sirviendo al ejército durante la Primera Guerra Mundial, lo cual intensificó aún más las relaciones con su madre. Inicialmente, Ernest vivió su infancia con su padre y su madre en Hamburgo, Alemania. El 18 de diciembre de 1918, a sus 4 años y medio, nació su hermanito Heinz (Heinerle) (Gay, 1988: 310). Este evento pareció provocar intensos celos en el pequeño Ernest (Freud, 1920). Un año más tarde, en la Alemania de la posguerra, una peligrosa forma de influenza comenzó a propagarse rápidamente por Europa. Sophie Freud, su madre, estaba en aquel momento embarazada de su tercer hijo cuando contrajo la enfermedad. Lamentablemente desarrolló neumonía y falleció el 20 de enero de 1920 a la edad de 27 años, cuando Ernest contaba con apenas 5 años y 10 meses. Así, pierde en una sola jugada a su madre y a su pequeño futuro hermano. Freud (Ibídem) reporta en ese momento: “Ahora que su madre realmente se ‘ha ido’ (o-o-o) el pequeño no parece estar de duelo”. (Freud 1920: 16) Ernest confiesa que nunca, ni siquiera en su adultez, indagó acerca del tiempo de gravidez de su madre al morir. Quizá su juego del carretel era una manera de permitirse no


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tener que saber, sólo tirar del carretel hacia sí y recuperar el objeto perdido. Pero esta vez su madre se había ido para siempre y su padre continuaba sin estar suficientemente presente en su vida. Luego de la muerte de Sophie, Anna Freud, su hermana menor, de 25 años en ese momento, se involucró en el cuidado de sus dos sobrinos, Ernest y Heinerle, y comenzó a pasar sus vacaciones con ellos. De alguna manera, estos dos niños se fueron convirtiendo en sus primeros “pacientes” de análisis infantil. Se dice que Anna los ayudó a enfrentar sus miedos a la oscuridad incitándolos a que contaran las historias que imaginaban (Gay, 1988), con lo cual los niños estaban cuidados a la vez que Anna “practicaba”. Impresionado especialmente por la extraordinaria capacidad que ella poseía para integrar las ideas principales de todo cuanto escuchaba, Ernest conserva de Anna cálidas e íntimas memorias y la imagen de una mujer aguda y de una claridad inigualable. Heinerle fue adoptado informalmente por sus tíos Matilde y Robert Hollitscher, y Anna se hizo mayor cargo de Ernest, asumiendo, dentro de lo posible, el papel de su madre. Desgraciadamente, el 19 de junio de 1923, de nuevo la muerte acechó al pequeño; esta vez fue su hermano Heinerle, quien sucumbió a la tuberculosis. Nuevamente Anna Freud volvió a Hamburgo para ayudar a Max Halberstadt y a su hijo a sobrellevar este terrible y nuevo duelo (Young-Bruehl, 1988). Como vemos, tuvo una infancia difícil; perdió a su madre junto con su hermanito aún no nacido, y luego a su hermano Heinerle. Su vida escolar tampoco fue muy feliz, pues ocurrieron múltiples interrupciones en su educación, a causa de enfermedades, ausencias, mudanzas y cambios frecuentes de escuela, todo lo cual se veía agravado por su condición de soñador diurno con algunas dificultades de aprendizaje y poco aplicado en

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su escolaridad. Recuerda sus años escolares en la escuela Heitzing, la cual era dirigida por su tía Anna, y que incluía como parte de sus maestros a Peter Blos, Erik Erikson y su esposa Joan. Su padre era un hombre amable y bondadoso, decente, honesto y laborioso, pero sus relaciones con él no eran cercanas, y cuando contrajo segundas nupcias, Ernest trató de pasar el mayor tiempo posible en Viena con su familia materna. Refiere que su abuelo Sigmund siempre fue muy afectuoso con él, aunque no pudo dedicarle mucho tiempo debido a que estaba entregado en cuerpo y alma a sus labores de lectura y escritura, las que apenas le dejaban algún espacio libre. Pasado un tiempo, su padre, madrastra y media hermana emigraron a Sudáfrica. Él se quedó en Viena, hasta que en 1938, al sucumbir Austria ante la invasión nazi, se vio forzado a emigrar a Inglaterra con el resto de la familia Freud (Freud y Martin, 1984). Al morir su padre, adoptó su apellido materno y se convirtió en Ernest Freud haciendo honor a este abuelo. Influido por éste y su tía Anna, decidió continuar estudios universitarios de psicología en la Universidad de Londres, y comenzó a considerar la posibilidad de formarse como analista durante su análisis con Willi Hoffer. Mientras tanto contrajo matrimonio con Irene, con quien tuvo un hijo varón –su único hijo– al que llamó “Collin”, y cuyo nacimiento coincidió con la celebración del centenario de su abuelo Sigmund en 1956 (Benveniste, 1999). Realizó su entrenamiento formal como psicoanalista de adultos en el Instituto Psicoanalítico de Londres, y desarrolló su formación durante la época de la guerra entre Melanie Klein y Anna Freud, por lo que tuvo contacto con los discípulos de ambas personalidades. Describió a los estudiantes de aquélla como agresivos, pero a la misma Melanie como “una buena abuela judía”. Posteriormente sentó su práctica privada y se entrenó en análisis


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de niños en la Clínica de Terapia Infantil de Hampstead (Hampstead Child Therapy Clinic) junto a su tía. A pesar de que ésta era como una madre para él, no le resultaba fácil relacionarse afectivamente con ella; sin embargo, trabajaron muy de cerca en la Clínica Hampstead y se distinguió notablemente en la investigación de observación de infantes y como autor de un número considerable de artículos en esta materia, así como en los cuidados intensivos (Freud y Martin, 1984). Alcanzó el estatus de analista Didacta y se dedicó durante varios años a la enseñanza de observación de madres y niños. Una de sus publicaciones iniciales más importantes fue un trabajo realizado junto a Anna Freud y Humberto Nagera, Metapsychological Assesment of the Adult Personality: The Adult Profile (1965), en el que los autores desarrollaron un instrumento para conectar conceptos metapsicológicos con datos observables de las situaciones clínicas, tomados como un punto de vista para el pensamiento analítico. Durante los siguientes doce años, Ernest publicó varios artículos sobre la observación de infantes y la evaluación de la infancia temprana y a partir de 1980, sus publicaciones versan mayormente sobre los aspectos psicológicos asociados a la terapia intensiva en neonatos. Se interesó por la reacción de los infantes a los traumas intrauterinos y la importancia de la relación entre madre e hijo, así como por los aspectos de comunicación en esta relación diádica en las situaciones pre y postnatal. Mostró tanto interés en los problemas del nacimiento que lamentó que su abuelo no se hubiese dedicado más al estudio de este tópico, por lo que reconoció estar sumamente complacido con el trabajo de Otto Rank y otros seguidores de su abuelo, que enfatizaron la importancia del trauma del nacimiento y sus vicisitudes en la infancia como un evento psicológico y lo concerniente al bienestar de la relación entre la madre y el niño.

Resulta muy llamativo su profundo interés hacia los bebés nacidos y no nacidos, así como a la relación de bienestar entre el dúo madre-hijo y la comunicación entre ellos. Esto nos induce a evocar la vivencia traumática de la muerte de la madre en su infancia –una madre que, a pesar de sus esfuerzos, no logró garantizar su presencia–, así como la sorpresa desconcertante por el hermanito que no llegó. En este sentido, podemos decir que su posterior interés científico quedó signado por sus múltiples vivencias traumáticas en relación con las separaciones y los reencuentros; en fin, por los repetidos fort-da. Nos encontrábamos frente a Ernest escuchando su relato. Una historia de vida inundada de pérdidas irreparables que pareció anunciar con su precoz juego. Pareciera que se involucró de lleno en el estudio sobre los cuidados intensivos perinatales como un derivado de los traumas que, cuando tenía cinco años y medio, él mismo sufrió al perder a su madre y a su hermanito aún no nacido y luego, a los 9, a su hermano Heinerle. Freud afirma que los niños repiten en el juego todo cuanto les ha hecho gran impresión en la vida. El niño juega para escenificar lo que le ha pasado. Ernest jugaba a las separaciones y a los reencuentros. Resulta sumamente llamativo pensar cómo éste, uno de sus primeros juegos, no solamente representó para él una experiencia vívida de separación, sino que parecía estar “practicando” precozmente las tragedias de separaciones consecutivas por las que tuvo que pasar a lo largo de toda su vida, anticipando su necesidad de controlar las cuantiosas pérdidas que le tocaría vivir en un futuro cercano. Aún me pregunto: ¿es posible que tanto jugar a lo que desaparece (más que a lo que aparece) le hubiera otorgado cierta capacidad de tolerar el dolor ante la pérdida y la separación irreparables? Las pérdidas y separaciones sufridas por Ernest no terminaron en su infancia. Resultaba


EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD

tentador pensar que, al crear una nueva familia, lograría dar tregua a ese destino. Quizá vendría la época de los merecidos “da”. Sin embargo, relató con profundo dolor la muerte súbita de Collin, quien fue arrollado por un camión, a los 30 años, mientras manejaba la bicicleta de manufactura casera que él mismo había construido. Su última pérdida significativa ocurrió recientemente cuando se mudó con todas sus pertenencias desde Inglaterra a Heidelberg. Él llegó sano y salvo, pero gran parte de sus objetos se perdieron en un accidente que provocó un incendio en el tren en que viajaban; libros, recuerdos familiares, objetos que daban testimonio de ochenta y cuatro años de historia de vida. Nos mostró algunos de sus libros más queridos con sus páginas consumidas por el fuego. Aunque quemados, recuperó parte de ellos, re-apropiándose así de partes de sí mismo. Nuevamente algo desaparece y aparece, aunque al re-aparecer se ha transformado en un objeto distinto. Pareciera que él nunca se quejó demasiado de las pérdidas, tal como hacía cuando lo dejaba su madre, pero insistió en escenificarlas, para sobrellevarlas con sublimada

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dignidad, inicialmente con su juego y, posteriormente, en la adultez, a través de sus estudios e investigaciones, cuando exploraba experiencias traumáticas que se entrelazaban con su propia historia. Los juguetes (“o-o-o-o...”, fort) se iban, su madre, sus hermanos, su padre, sus objetos... pero no reaparecieron como habría de esperarse. Sin embargo, Ernest parece no abandonar su carretel. Se dedica al estudio del psicoanálisis, al nacimiento, sus milagros y sus tragedias, a través de la investigación de la perinatalidad y de la relación madre-hijo. Él fue el primer infante observado psicoanalíticamente y se convirtió, a su vez, en asiduo observador de infantes tratando de ligar la teoría con la práctica psicoanalítica... de ligar separaciones con reencuentros. Nada fácil es la tarea que le ha tocado vivir –que de alguna manera, sin duda, todos compartimos–, tarea que viene practicando desde su tierna infancia, desde siempre. Trata de controlar y adaptarse a las separaciones sin desfallecer, teniendo la ilusión de atraer nuevamente hacia sí el carretel, seguir adelante... y esperar el próximo reencuentro.

La autora del artículo, Adriana Prengler, en compañía de Ernest Freud, agosto 2001.


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EPÍLOGO (2008) En julio de 2001 visité a Ernest nuevamente en su ciudad; esta vez en un clima de mayor familiaridad y amistad, debido a nuestra relación previa y a nuestro contacto frecuente por carta y telefónico. Él no había podido asistir al congreso de la IPA en Niza, recientemente acontecido, así que le ofrecí una presentación “personal” del trabajo que yo acababa de presentar allí. Éste describía, en tres sesiones, el trabajo con un niño de 10 años, que había sido víctima de las inundaciones de Venezuela, y a quien yo había apodado “Ernesto”, porque me recordaba a Ernest, debido a que había perdido su casa y todas sus pertenencias en esta catástrofe natural. El relato de mi presentación lo conmovió tanto, que llegó a identificarse con mi paciente y sus pérdidas. Al terminar mi relato, me comentó que en la última sesión descrita, el niño había transformado en activo lo que había tenido que sufrir pasivamente. Así, se estaba refiriendo a lo que él mismo había hecho con el juego del carretel, esto es, transformar en activo lo que había estado obligado a sufrir pasivamente: la ida de la madre. Más tarde, fuimos a almorzar a un pintoresco restaurante de Heidelberg y luego nos detuvimos en una tienda cercana a su casa, donde compró un regalo para mí, que conservo con gran cariño y nostalgia. Es un cepillo para desempolvar objetos antiguos tallados, el cual me había llamado la atención, con mango de madera y cerdas muy suaves, y que me obsequió con una dedicatoria de su puño y letra sobre la madera. Ernest fue, de los nietos de Freud, el único que llegó a ser psicoanalista. Entró al Instituto de Psicoanálisis de Londres para su formación analítica en psicoanálisis de adultos (194953) y niños (1954-58). Siendo analizado por Willi Hoffer, asistió a seminarios dictados por su tía Anna, Melanie Klein, Donald Winnicott

y otros; en 1953 comenzó su práctica privada. Trabajó como analista de adultos en su práctica privada y en la Clínica Hampstead con su Tía, realizando investigación en observación de bebés y perfiles metapsicológicos de la personalidad. Fue analista Didacta en la Clínica Hampstead y en el Instituto de Psicoanálisis de Londres de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Enseñó observación de madres-infantes durante varios años en ambas instituciones y fue coordinador del Grupo de Investigación de Bebés en la Clínica Hampstead. En 1967 definió su área de especialización y durante los siguientes 30 años realizó investigación, dio conferencias internacionalmente y escribió numerosos artículos sobre observación de bebés, vínculo madre-bebé y los aspectos psicológicos de los cuidados intensivos neonatales. A mediados de los años 1980 descubrió, en su auto-análisis, que su investigación estaba motivada en parte por su anhelo de rescatar a su hermano que murió en el vientre con su madre en 1920. Ernest Freud murió recientemente, el 30 de septiembre de 2008 a la edad de 94 años. Fue el sujeto de las observaciones de niños que realizara su abuelo Sigmund, el primer paciente analítico de su tía Ana, estudiante de Peter Blos y Erik Erikson, y psicoanalista, investigador y escritor de Psicoanálisis, de un modo u otro, a lo largo de toda su vida. Con la muerte de W. Ernest Freud, parece haberse roto el último “hilo” que nos conectaba directamente con los tiempos de Sigmund Freud.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BENVENISTE, D. (1999), Fort da, the reel mother and romantic desire (Manuscrito no publicado). FREUD, S (1920), Más allá del principio de placer, A. E., XVIII, Amorrortu, Buenos Aires, 1979. GAY, P. (1988), Freud: A life for our time, Nueva York, W. W. Norton, [Traducción cast.: Freud.


EL NIÑO DEL CARRETEL. UNA VISITA A ERNEST FREUD

Una vida de nuestro tiempo, Paidós, Buenos Aires, 1989. YOUNG-BRUEHL, E. (1988), Anna Freud: A Biografy, Summit Books Nueva York. FREUD, W. E. Y MARTIN, J., Ernest Freud y Jay Martin: A conversation, Psychonalitical Education, Vol. 4, 1984. MOLNAR, M. (1992), The Diary of Sigmund Freud: 1929-1939: A Record of the Final Decade, Freud Museum Publications Limited, Londres.

SELECCIÓN DE PUBLICACIONES DE ERNEST FREUD FREUD, W. E.; FREUD A. Y NAGERA, H. (1965), “Metapsychological assessment of the adult personality. The adult profile”, in Psychoanalytic Study of the Child, 20, págs. 9-41. — (1967), “Assessment of early infancy: Problems and considerations” (también conocido como “The baby profile - Part I”), in Psychoanalytic Study of the Child, 22, págs. 216-238. — (1968), “Some general reflections on the metapsychological profile”, in International Journal of Psychoanalysis, 49, partes 2 y 3, págs. 498-501. — (1971), “The baby profile - Part II”, in Psychoanalytic Study of the Child, 26, págs. 172-194. — (1975), “Infant observation: Its relevance to psychoanalytic training”, in Psychoanalytic Study of the Child, 30, págs. 75-94. — (1980-1989), “Notes on some psychological aspects of neonatal intensive care”, in STANLEY GREENSPAN Y GEORGE H. POLLOCK (eds.), The Course of Life: Psychoanalytic Contributions Toward Understanding Human Development, vol. 1 - Infancy and Early Childhood, Conn. International Universities Press, Madison. — (1981), “To be in touch”, in Journal of Child Psychotherapy, vol. 7, nº 2, págs. 141-143.

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— (1983), “Funeral tribute to Anna Freud”, in Bulletin of the Hampstead Clinic, vol. 6, parte 1, págs. 5-8. — (1985a), “Prenatal attachment and bonding”, in The Birth of a New Science: Selected Papers From the First International Congress on Pre and Perinatal Psychology - 1983, Toronto. También en Stanley Greenspan y George H. Pollock (eds.): The Course of Life: Psychoanalytic Contributions Toward Understanding Human Development, vol. 1 Infancy and Early Childhood, Conn. International Universities Press. Madison. — (1985b), “The relevance of prenatal psychological aspects for neonatal intensive care”, European Symposium on Psychosomatic Obstetrics and Gynaecology, 6-8 de junio de 1985, Leuven, Bélgica. — (1985c), “The perinatal continuum: Implications for neonatal intensive care”, Second International Congress on Pre and Perinatal Psychology, 26-28 de julio de 1985. — (1988), “Prenatal attachment, the perinatal continuum and the psychological side of neonatal intensive care”, in P. G. Fedore-Freyberg y M. L. V. Vogel (eds.), Prenatal and Perinatal Psychology and Medicine: Encounter with the Unborn, Parthenon Press, Lancaster, págs. 217-234. — (1995), “Attempts at understanding the most promising paradigm of neonatal intensive care: Some essential though less tangible aspects of the Marcovich model”, in Psychosomatic Obstetrics and Gynaecology, 11th International Congress of Psychosomatic Obstetrics and Gynaecology, Monduzzi Editore, Bologna. FREUD, W. E. Y FREUD, I. (1976), “The Well-Baby clinic”, in Child Psychiatry and Human Development, vol. 7, nº 2, invierno de 1976, págs. 67-84. FREUD, W. E. Y MARTIN, J. (1985), “W. Ernest Freud and Jay Martin: A conversation”, in Psychoanalytic Education, vol. 4, 1985.



PSICOANÁLISIS XX (2); 103-124, 2008

¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? Algunas consideraciones HILDA BOTERO C.1

Recibido noviembre 10-08 Aprobado diciembre 20-08

Resumen Esther Bick, creadora del Método de Observación de Bebés, dejó un legado de una riqueza sorprendente, que nos ayuda a mantener despierta la curiosidad y el afán por el conocimiento. En este artículo se lleva a cabo un recorrido por el método y algunas de sus aplicaciones. Unos pocos datos biográficos nos dan a conocer, no sólo el contexto histórico, sino humano, en el cual se descubrió y desarrolló toda una teoría, un método y una técnica, que en estos momentos ha alcanzado relevancia, tanto para el Psicoanálisis, como para la Observación de Bebés como disciplina autónoma. Sus aportes a otros campos del conocimiento e investigación son innegables. El Observador de bebés desarrolla una capacidad sui generis, esencial para su formación como psicoterapeuta o psicoanalista. Con unos pocos ejemplos, la autora busca plasmar la importancia y sensibilidad de esta tarea de observar y sus contribuciones al estudio del desarrollo psíquico del bebé, que conlleva la posibilidad de comprender más claramente la emocionalidad del ser humano.

Palabras clave: Observación de Bebés, Método, Técnica, Emocionalidad, Desarrollo Psíquico.

WHAT IS BABY OBSERVATION? SOME CONSIDERATIONS Summary Esther Bick, creator of the Infant Observation Method, left a remarkably rich legacy that helps us to maintain our curiosity and eagerness for knowledge alive. This paper runs through the Method and some of its applications. A few biographic details allow us to know both the historical and the human context of the discovery and development of a theory, a method that has attained, nowadays, major relevance for Psychoanalysis and Baby Observation as autonomous disciplines. Its contributions to other fields of knowledge are undeniable. The baby observer develops a sui generis ability essential for his/her training as psychotherapist or psychoanalyst. Based on a few examples, the author aims to draw attention to the importance and sensibility of the task of observation and its contributions to the study of the baby´s psychic development, leading to a greater comprehension of human emotional life.

Key words: Baby Observation, Method, Technique, Emotional life, psychic development.

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Psicóloga, Psicoanalista, Miembro Asociado APC. E-mail: hildabotero@hotmail.com


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O QUE É A OBSERVAÇÃO DE BEBÊS? ALGUMAS CONSIDERAÇÕES Resumo2 Esther Bick, criadora do Método de Observação de bebês, nos deixou um legado de tal riqueza que nos ajuda a manter acesa a nossa curiosidade e o desejo de buscar o conhecimento. Neste artigo, a autora, descreve sobre o método e algumas de suas aplicações. Alguns dados biográficos nos permitem conhecer, não somente o contexto histórico, mas humano através do qual se descobriu e desenvolveu toda uma teoria, um método e uma técnica, que hoje em dia alcançou grande destaque tanto para a Psicanálise como para a Observação de Bebês como uma disciplina autônoma. Suas contribuições a outros campos de conhecimento e investigação são inegáveis. O observador de bebês desenvolve uma capacidade sui generis, essencial para sua formação como psicoterapeuta e psicanalista. A autora, através de alguns exemplos, busca evidenciar a importância e a sensibilidade deste trabalho de observação e suas contribuições ao estudo do desenvolvimento psíquico do bebê, o que ajuda a compreender mais claramente o lado emocional do ser humano.

Palavras chave: Observação de bebês, Método, Técnica, Capacidade de se Emocionar, Desenvolvimento Psíquico.

INTRODUCCIÓN El objetivo de este artículo es ofrecer una mirada general a la Observación de Bebés, su historia, técnica, aplicaciones y posibilidades para la investigación. Esther Bick, creadora del método explotó su naturaleza observadora y su gran sensibilidad para detectar y resaltar las emociones en sus diferentes formas de comunicación. A lo largo de los años de aplicación y desarrollo del método son innumerables las comprensiones que han arrojado conocimiento para el método y la disciplina del Psicoanálisis. Esta experiencia se ha destacado como semillero de psicoterapeutas y psicoanalistas en los países con mayor tradición en esta disciplina: Inglaterra, Italia, Francia, Argentina, Brasil, son países en los cuales desde años atrás se exige formación de por lo menos un año en Observación de Bebés para comenzar el entrenamiento en psicoanálisis.

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Traducción al portugués de Geny Talberg.

Comenzando por una pequeña biografía de Esther Bick, nos introduciremos en su habilidad y sensibilidad para observar, especialmente, emociones y desarrollo emocional. Veremos el método, la técnica, su desempeño y sus contribuciones a la comprensión de la vida mental y emocional del bebé y del niño. Haré especial énfasis en las posibilidades para la investigación, como aspecto forjador de conocimiento. Haré alusión a algunos ejemplos de la Observación de Bebés en diferentes ámbitos para ilustrar tanto la técnica como las comprensiones clínicas y evolutivas que arroja la experiencia de Observar Bebés.

I. ¿QUIÉN ES ESTHER BICK? APUNTES SOBRE SU VIDA Algunos psicoanalistas han emprendido la labor de recolección de datos acerca de la


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vida de Esther Bick. Martha Harris3, quien trabajó con ella intensamente, publicó, en 1983, una pequeña biografía; J. Magagna y H. Dubinsky4, en 1983, la recordaron en una publicación de la Tavistock Clinic; A. Briggs realizó una interesante recolección de sus datos y en 20025 editó varios aportes al conocimiento de la vida de esta autora. Andrej Gardziel, psicoanalista polaco, nacido en Przemysl, el mismo pueblo natal de Esther Bick, con motivo de los 100 años de su nacimiento, cuya conmemoración se llevó a acabo durante el VI Congreso de Observación de Bebés en Cracovia, en 2002, realizó una intensa revisión de datos en registros de nacimientos, de bienes inmuebles, escolares etc., etc., y publicó Historia de la Vida de Esther Bick (2002), texto al que haré mayor referencia. Un poco de contexto histórico nos hará comprender con mayor profundidad el espíritu de esta mujer, cuya personalidad se destaca por su tenacidad y búsqueda de autonomía. En 1772 Przemysl y el territorio del sudeste polaco, conocido como Galicia, fueron incorporados al Imperio austríaco, en momentos en los cuales Polonia era repartida entre las tres grandes potencias continentales del este y centro europeo. Cuando, en el ocaso de la primera guerra mundial, el Imperio austro-húngaro cae y Polonia recupera su libertad, la Galicia polaca dejó de existir en su sentido histórico y geográfico. Sin embargo, este territorio ha permanecido en la conciencia pública asociado con un período especial de su historia en el cual, por cientos de años, la convivencia entre naciones con diferentes

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religiones y tradiciones fue amable y tranquila a pesar de conflictos frecuentes, y conformaron una única fundición de culturas. Galicia, pues, está asociada a desarrollos políticos, culturales y educacionales, así como al gran boom económico de 1860. Sobresale como región con gran autonomía dentro del imperio Habsburgo y como receptora de grandes inversiones austríacas en preparaciones militares para el conflicto armado con Rusia. En estos momentos Przemysl, estratégicamente ubicada, adquiere relevancia para Austria, y ahora, de un poblado empobrecido y descuidado pasa a ser una de las ciudades más importantes de la región. De una población de 10.140 habitantes en 1860, cuenta en 1910 con 54.692 habitantes, de los cuales 25.455 son Católicos Romanos; 16.034 Judíos y 12.300 Ortodoxos Griegos. Durante la Primera Guerra Mundial esta ciudad, sitiada por el ejército ruso, sufrió privaciones y vejámenes; la convivencia armónica entre religiones y culturas fue atacada; los judíos fueron expulsados de las ciudades como práctica común de los rusos desde el edicto del zar Nicolás II (1894-1918)6. Sin embargo, cuando la ciudad fue nuevamente recapturada por los ejércitos alemán y austríaco los judíos regresaron. Pero en 1939, como Przemysl había perdido su valor estratégico y económico, desde el término de la Primera Guerra, y las alianzas habían cambiado, fue ahora capturada por el ejército alemán; en esta oportunidad sólo expulsaron a los judíos; más de 600 personas, especialmente judíos, fueron asesinadas y destruidas

M. Harris: Esther Bick (1901-1983). I. Child Psychoterapy, 1983, Vol. 9. H. Dubinsky, J. Magagna: Remembering Mrs. Bick, Remembering Mrs Klein. Tavistock Gazette, No 10, 1983 A. Briggs ed: Surviving Space. Karnac, London & New York 2002 Bajo la administración del zar Alejandro III, se estableció que la ‘explotación judía’ constituía el origen de los ‘pogroms’ (término derivado del verbo ruso progromit, romper, atacar, conquistar), y como resultado se dictaron en 1882 las Leyes Temporales de Mayo, que prohibían a los judíos establecerse en las ciudades, entre otras limitaciones. Esta política fue continuada por Nicolás II, hasta que en 1903, con la publicación del clásico antisemita “Los protocolos de los sabios de Sión”, el antisemitismo llegó al extremo (Tribuna Israelita, 1991).


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las sinagogas renacentistas, muy cerca de la casa de la madre de Esther Bick, y los que quedaron fueron obligados a establecerse en un Ghetto. Luego, fueron trasladados a los campos de concentración donde la mayoría de ellos perecieron (Gardziel, 2002). Los padres de Esther Bick, Samuel Wander, llamado “el proveedor de Przemysl” y su madre Chawa Lea, se casaron el 18 de junio de 1901 en Lacka Wola, un pueblito a 18 kilómetros de Przemysl. Fueron dos padres en la adolescencia temprana. Esther Lifszha Wander nació en Przemysl, Polonia, el 4 de julio de 1902, en la calle Mnisza No 5, en un edificio de tres pisos. Una construcción financiada por la comunidad judía para alojar judíos pobres. Esther fue la primera hija de la pareja, dos hermanos, Michal nació el 7 de marzo de 1907 y Helena Maryem, el 29 de enero de 1912. Ambos en domicilios diferentes. Muchos cambios de vivienda conectados, talvez, con los cambios en el status laboral del padre (Director en una compañía de créditos, de un banco…), hacía azarosa e inestable la situación económica de la familia. Cuando nació Esther, su mamá sufrió una fuerte depresión (¿depresión puerperal?), por lo que residió con su abuela hasta que ésta quedó embarazada; así que Esther regresa a su casa a los cinco años. Su madre también estaba en aquel momento embarazada de su segundo hijo. Estos traslados de una vivienda a otra fueron permanentes a lo largo de la infancia de Esther, que vivía ya con su abuela, ya con su tía, ya con sus padres…; es por eso que su vida estuvo marcada por una serie de comienzos y recomienzos, serias dificultades para mantener una secuencia tranquila en sus años de infancia y juventud, debidas no solamente a los cambios de situación económica, sino, desde 1914, a las consecuencias de la Primera Guerra cuando su padre fue trasladado a Siberia, de donde regresó muy enfermo y el status social de la familia y su

situación económica se deterioraron sensiblemente. Todas estas circunstancias y sus vivencias forjaron un carácter confrontador, perspicaz, y de un celo enorme por su autonomía. Esther inició el primer grado a la edad de 6 años, en 1908; muchas ausencias por enfermedad o traslados, idas y venidas a vivir a casa de la tía o la abuela hicieron difícil una continuidad en su dedicación. En 1918 están anotados los últimos registros de Esther en la escuela. En Przemysl terminó enfermería en el Private Real Gimnasium de Lvov y trabajó en una nursery, una casa para niñas huérfanas de la guerra. Intentó entrar en la Universidad Jagiellonian en Cracovia, pero fue rechazada debido al “numerus clausus” en relación a los judíos, es decir, un límite impuesto para el número de estudiantes judíos que podían ser admitidos. Finalmente, se inscribió en la Universidad de Viena, ciudad a la que se trasladó a vivir en 1924/25 para comenzar sus estudios en el departamento de Leyes; luego de dos años, era ya estudiante del departamento de Filosofía. Se graduó el 4 de febrero de 1935; Richard Meister y Charlotte Bûlher fueron los supervisores para su trabajo de doctorado, cuyo título fue: La construcción de grupo en el segundo año de vida. Se trataba del estudio de un par de mellizos. Recibió su doctorado el 12 de junio de 1936, el que estuvo realizado, y paralelamente alimentado, con la disciplina de observación etológica que compartía con Konrad Lorenz, a quien conoció por intermedio de Karl Bûlher con la American Behaviourist Pshychology (Piontelli, 1992). La fecha de la muerte de su padre, Samuel Wander está sin confirmar; según la información disponible, sucedió el 19 de enero de 1922, a los 33 años (¿?), lo que nos arroja su paternidad, cuando nació Esther, a los 1314 años. Su hermana Helena Maryem murió en Agosto de 1934, por una meningitis en el transcurso de una fiebre tifoidea. Su madre,


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en febrero 1942 a los 55 años por esclerosis, así que tuvo a Esther a los 14-15 años. El hermano de ésta, Michal y la mayoría de sus familiares, murieron en campos de concentración (Gardziel, 2002), durante la Segunda Guerra Mundial. Esther se casó el 6 de septiembre de 1936 con Phillipp Bick, un judío con quien convivió desde 1933. En peligro de ser arrestados por la Gestapo huyeron a suiza, donde el matrimonio, sin hijos, no sobrevivió, así que se separaron en buenos términos; él se quedó en Suiza, pero ella se fue a Inglaterra. Esther Bick llegó a Londres, en donde tuvo muchas dificultades para comenzar un trabajo acorde a su formación. Trabajó en tareas domésticas, sirviendo mesas, cuidando niños.... Sin embargo, se procuró análisis personal inmediatamente. Dos intentos resultaron decepcionantes. Cuidar niños en estas circunstancias de guerra afianzó en ella su capacidad observadora y pasó a trabajar en un jardín infantil donde pudo realizar una exitosa labor en ayudar a estos niños a lidiar con estas experiencias. En enero de 1942 comenzó su análisis con Michel Ballint, pero tuvo que viajar a trabajar como enfermera asesora en Yorkshire’s West Riding y en una clínica para ayuda a los niños en Leeds. Conoció a Melanie Klein cuando se preparaba para este trabajo, leyendo sus escritos. Al terminar la guerra, regresó a Londres, Ballint también, y prosiguió su análisis. En 1946 él le propuso trabajar en la Tavistock Clinic y en 1947 la impulsó a iniciar su entrenamiento en el Instituto de Psicoanálisis Británico. Allí fue supervisada por James Strachey, Hedwig Hoffer y Melanie Klein, con quien comenzó en 1948 (¿1950?) su segundo análisis. Presentó el trabajo Notas sobre un caso de un niño tratado una vez por semana (este texto se perdió), para optar a ser miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Alentada por Jhon Bowlby comenzó a dirigir el primer curso de psicoterapia

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infantil en la Tavistock Clinic. Allí introdujo la Observación de Bebés como método de enseñanza y formuló sus principios. En 1950 se convirtió en psicoanalista de niños. En 1953 obtuvo la membresía completa en la Sociedad Británica de Psicoanálisis con su trabajo Ansiedades subyacentes a una fobia de curso sexual en una mujer. En 1954 llegó a ser Analista Didacta (Ibídem). Una fuerte personalidad, conflictiva, con un enorme celo por su independencia en relevar la experiencia directa y la observación sobre la teoría y la ideología, además de una falta enorme de habilidades diplomáticas, precipitaron su alejamiento del Centro de Melanie klein, y en 1960, Bowlby, su otrora amigo y promotor en la Tavistock Clinic, le prohibió seguir dirigiendo sus cursos. Esther Bick dejó la Tavistock y se centró en su propio trabajo psicoanalítico y en los seminarios que dirigía en el Instituto de Psicoanálisis Británico. Comenzó a viajar intensamente para la comunicación de su método y técnica. Continuó trabajando, en su retiro, hasta 1980. Luego de ello, sus últimos años fueron en una clínica con graves trastornos de memoria. Murió en Londres el 20 de julio de 1983 a la edad de 81 años. Sus restos están en el cementerio de Hoop Lane, el mismo donde yacen los de Melanie Klein. Esther Bick publicó sólo tres artículos en vida: Análisis de niños hoy (1962); Notas sobre la observación de infantes en la formación psicoanalítica (1964) y La experiencia de la piel en las relaciones tempranas de objeto (1968). Sin embargo, son sus escritos de una riqueza tan extraordinaria que gran cantidad de estudios psicoanalíticos acuden a sus planteamientos teóricos. Su niñez y adolescencia no fueron fáciles. Varios eventos dramáticos en su vida ayudaron a forjar su personalidad: muchas pérdidas familiares, la ruptura de su matrimonio, la anexión alemana de Austria, la Segunda


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Guerra Mundial, el Holocausto que cobró la vida de casi todos sus familiares, todo esto necesitó de su gran coraje para procesar el dolor. Y fue en la comprensión del infante y el psicoanálisis de niños, donde creó el concepto de lo que precisamente fue una carencia en su vida, una buena contención. Concibió un método que, precisamente, ofrece esta función y nos ayuda a re-conocer y a conocer el desarrollo psíquico temprano esencial para el posterior desempeño del individuo.

II. MÉTODO DE OBSERVACIÓN DE BEBÉS (O.B.) SEGÚN ESTHER BICK El método y la técnica como tales se fueron creando paulatinamente durante el desempeño de Esther Bick, cuidando y atendiendo niños, desde sus años en Viena. Ella venía desde una disciplina de observación etológica que, a mi modo de ver, aguzó sus propias capacidades de observadora, y en 1948, en Inglaterra, lo ofrece ya como un método configurado y aplicado en la Tavistock Clinic. Desde 1968 es indispensable en la formación de psicoterapeutas y psicoanalistas. Desde 1970 la Observación de Bebés llegó a ser parte de los cursos de observaciones más amplias para varias otras profesiones, como trabajadores sociales, psicólogos clínicos, médicos… y otros. La intención es comprender la relación Madre-Bebé, de un lado, usando un método científico, y por otro lado, como una práctica para el conocimiento del desarrollo evolutivo y clínico del ser humano y todas sus relaciones (Rustin, Michael 1998, Reid, Susan, 1997a). Básicamente, el método exige una práctica semanal durante una hora, idealmente a la misma cada semana, en la casa de un bebé recién nacido y su familia. La experiencia se extiende durante uno o dos años. La observación sistemática del desarrollo de un niño provee al Observador la oportunidad de

ponerse en contacto con estados emocionales primitivos, tanto en el bebé como en la madre y la familia, y aun, con su propia respuesta a este entorno turbulento. El Observador comparte el espacio físico y emocional de madre y bebé y se vuelve el receptor de algunas de las proyecciones que van y vienen entre la díada y entre los otros miembros de la familia. Esta es una observación sin intervención, cuyo objetivo es asistir al desarrollo emocional del bebé en su medio natural con su madre y su familia. El énfasis está puesto en lo que se ve y lo que se siente, la consigna sería: ver lo que está allí para ser visto (Reid, S., 1997a: 1), y no, mirar lo que el Observador piensa que debe haber allí o debe ser visto. Éste, una vez finalizada cada experiencia, realiza protocolos fieles a los sucesos, y se realizan básicamente en sentido descriptivo. El registro cuidadoso y el análisis de sí mismo generan, con todos estos datos, insights de los estados mentales de madre y bebé primordialmente. Inferencias, especulaciones, y aun las reacciones personales de quien observa, no son parte del material que se consigna. La continuación de este ejercicio es de importancia fundamental y no puede ser obviada; se trata del Seminario de Observación en el cual, bajo la supervisión de un experto en O.B., se leen los protocolos y, con un background psicoanalítico, se comprenden los sucesos en la hora de práctica, se hacen inferencias acerca de las emociones comprometidas en el bebé, la madre, la familia y el Observador. Además, se accede a la comprensión de los aspectos inconscientes del comportamiento y se detectan patrones de comunicación, que se van haciendo evidentes a medida que se analizan los sucesos y movimientos emocionales que se llevan a efecto en todos los personajes que intervienen en la experiencia de observación (Rustin, Margaret, 1989). El fundamento primordial del método ha sido pedagógico. Esta experiencia, o


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formación para la clínica, intenta enseñar a los Observadores cómo Observar. Desde el vértice psicoanalítico esto quiere decir, pensar acerca de las interacciones entre madre y bebé o sus cuidadores, observar el desarrollo, reflexionar acerca de estados mentales diversos, emitir hipótesis que nos ayuden a comprender y a contemplar posibles consecuencias. Se espera que toda esta labor la procese internamente cada profesional con el apoyo de su supervisor y el grupo de Seminario. No habrá intentos de comprender e interpretar mientras se lleva a cabo la actividad, ya que es material para digerir en el Seminario. Esta técnica aporta una oportunidad para aprender acerca de las propias respuestas a la Observación y sus vicisitudes. Nos ayuda a entender cómo cada investigador encuentra un lugar para sí mismo en la familia, sus respuestas a la ansiedad, la incertidumbre, la desesperanza y la exposición de sus problemas personales como consecuencia del gran impacto emocional de la Observación. Es crucial el trabajo en el Seminario de Observación, pues además, surgen contundentemente, al descubrimiento gradual de los estudiantes o practicantes, los fenómenos de Transferencia y Contratransferencia en la situación de Observación. Didier Houzel (1999) resalta, como un enorme valor del método de Bick, el hecho de que el Observador enfoca sus esfuerzos sobre los aspectos de su receptividad mental. Y señala tres de éstos, a saber: 1. Receptividad a nivel perceptivo; lo que pueda ser objetivamente observado sobre la conducta del niño y su entorno (cambios en el tono muscular, gestos, imitación…). 2. Receptividad empática y emocional, que permite al observador experimentar, dentro de sí mismo, aquello que el niño o los que lo rodean pueden estar sintiendo. 3. Receptividad inconsciente; se manifiesta en la Contratransferencia por medio

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de sentimientos, representaciones, ideas, incluso manifestaciones físicas, que en ese momento pueden aparecer vacías de sentido, pero que en el análisis más profundo que se lleva a efecto en el Seminario de discusión de la observación resultan plenas de sentido. Es bien importante la sugerencia de Houzel acerca de cómo, más allá de la atención consciente hay una atención inconsciente, receptividad pasiva que permite que las comunicaciones latentes del analizado se reúnan y tomen forma en la mente del analista. Y la Observación de Bebés muestra mejor que ningún otro método la importancia de esta función de ‘atención’ para el desarrollo psíquico. La función del Observador debe ser como la función del analista, de Bion (1970): - sin deseo (a no ser el de estar tan atento y receptivo como sea posible) –sin memoria (a no ser los recuerdos de ensoñación, los cuales podrían ocurrirle durante el curso de la Observación o del grupo de Seminario) –sin comprensión (a no ser la que podría surgir cuando los vínculos K se han generado espontáneamente entre los elementos que él ha recolectado) (p. 87) (cursivas mías). Para lograr todo esto el Observador, como el analista, debe estar abierto a las comunicaciones implícitas que lo alcanzan sin su conocimiento y que reúne con lo que este autor llama atención inconsciente. El profesional se presenta a la familia como interesado en el estudio del desarrollo de los bebés en su medio familiar, como parte de su formación, idealmente desde antes del nacimiento, por medio de una o varias entrevistas. Se advierte a los practicantes no dar más información de la absolutamente necesaria para establecer una cómoda posición como Observador en la familia. Desempeñan su rol como receptores, más que como


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quienes acepten o sigan los requerimientos de la madre, el bebé o la familia. Es muy útil, no sólo como aprendizaje, sino como conocimiento propio para el practicante, distinguir entre las ansiedades que tienden a afligirlo como consecuencia de esta nueva tarea y rol en medio de un ambiente nuevo y diferente, de las ansiedades expuestas, tanto de la madre como del bebé, también en sus primeras experiencias juntos en el período post-natal. El contexto de las Observaciones puede prestarse para el acting-out por parte del observador, a menos que tenga lugar un gran compromiso de pensamiento cuidadoso, ya que su self infantil puede ser dolorosamente estimulado por esa experiencia de la observación de la díada madre-bebé. Pueden salir a flote e invadir la experiencia, por ejemplo, sentimientos de ser una madre rival, un hermanito rechazado, un padre compitiendo, una abuela benevolente o simplemente ser ese tercero excluido. Evocaciones de sus propias experiencias como bebé, miedos y deseos acerca de sí mismo, de su madre, actuales o potenciales, pueden ser removidas. El Observador varón es particularmente sensible a los primeros días de amamantamiento, y ambos, él y la madre tendrán que encontrar la forma de manejar esta intimidad física. Es importante tener presente que la presencia de quien observa, en la intimidad de los hogares, no se realiza como una visita social, sino como un testigo del cuidado que se da al pequeño infante, a la vez que de la intimidad de madre y bebé. Ahora bien, todo este peso emocional que recae sobre él, puede ayudar a clarificarlo una cuidadosa y detallada secuencia en la elaboración de los protocolos. La contención de las ansiedades del Observador es función del Seminario de Observación. Así mismo, es ideal el análisis personal acompañando toda esta experiencia. En la natural evolución y enriquecimiento del método se han desarrollado diversas for-

mas para su aplicación. Además de la Observación como entrenamiento para profesionales en Psicoterapia y Psicoanálisis, se llevan a cabo en la Tavistock Clinic, en Londres, cada vez más Observaciones de bebés en el marco de maestrías diferentes, Literatura por ejemplo, y otros estudios contextualizados dentro de las Ciencias Sociales y las Humanidades. En lo concerniente a la Psicoterapia, el método de Observación de Bebés se aplica en varios niveles de intervención, una vez acreditada la experiencia de formación en la cual es específica la no intervención. Observar al bebé o al niño en el consultorio, en interacción con sus padres por ejemplo, es una modalidad que plantea intervenciones terapéuticas ajustadas a la dinámica familiar. Realizarlas con intervención en niños hospitalizados ayuda, tanto a su recuperación como a las difíciles relaciones con el equipo médico y los demás miembros de la familia. Se realizan Observaciones en ámbitos diferentes, por ejemplo el aula, maestros observando a sus alumnos con la aplicación rigurosa de la técnica, con un Seminario de Observación que cumple con las mismas funciones de sostener y contener la turbulencia emocional que se desencadena en los Observadores. También en el lugar de trabajo en las Empresas, que miden el clima laboral y realizan trabajo emocional con los empleados. En Colombia se están realizando hace algunos años Observaciones en hospitales, Unidades de Recién Nacidos, como estrategia de capacitación y trabajo emocional con el personal de salud. Todo esto da razón de la eficiencia del método y la técnica en pensar y comprender acerca de las relaciones emocionales en todos los ámbitos que implique la interacción humana. La contribución de la Observación de Bebés a la Pediatría es realmente enorme, con beneficios tanto para el bebé o el niño, como para los padres y la dinámica familiar. Liliana Berta y Alicia Torchia


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(2000) son explícitas y puntuales en señalar la enorme función constructiva que se lleva a cabo con la O. B. asumida en la pediatría. Didier Houzel (1999) nos ubica en la Psiquiatría, con un esclarecedor artículo sobre aplicación terapéutica de la O B. Estos autores destacan de manera sensible y clara la riqueza del método en estas disciplinas profesionales. Berta y Torchia nos presentan el abordaje clínico de un caso en el cual se evidencia la integración del trabajo pediátrico con la O.B. en su modalidad participativa. En un valioso artículo exponen cómo la Observación de Bebés “puede convertirse en una herramienta que favorece el encuentro entre estas dos disciplinas, abordando en forma conjunta, mediante una práctica integrada, situaciones de riesgo” (L. Berta y A. Torchia, 2000: 91-92). De esta forma, pueden implementarse estrategias clínicas para facilitar la asistencia al consultorio psicológico o médico, de manera tal, que se evite la tendencia a distanciar en el tiempo cualquier consulta hasta que las patologías, de una u otra índole, alcancen una mayor gravedad. Podríamos decir que, salvando la particularidad de cada bebé y familia observados, el pediatra realiza Observaciones con objetivos específicos; esta es una aplicación de la técnica, diferente a la netamente formativa. La Observación Participativa, en la escena directa de la interacción madre-hijo y la dinámica familiar, adquiere información valiosa con el fin de brindar la ayuda específica y necesaria del caso en cuestión. El pediatra, al comprender cómo funciona la pareja parental con respecto al bebé y cómo éste responde a ellos y a la atmósfera circundante, puede atender de manera más efectiva las dificultades del niño, y podrá así remitir directamente a una atención emocional, tanto al niño como a los padres, si es necesario. Se facilita la detección de factores etiopatogénicos y su grado de influencia en las patologías del niño. Y algo de vital im-

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portancia es que se crea un espacio adecuado en el cual los padres pueden volcar sus emociones, preocupaciones, temores, falencias, con la confianza suficiente de ser contenidos y ayudados a vivir de una mejor forma la relación con sus hijos. Podrán integrar mejor, tanto sus cuidados, como la consideración físicopsicológica del niño y de sí mismos. Las autoras concluyen cómo con esta forma de usar la Observación se favorece la delimitación de un contexto en el cual el protagonista es el niño, se diferencia del resto del grupo familiar, pero a la vez está inmerso en él. Un tercero como testigo del crecimiento propicia el espacio en el cual los padres pueden pensar en el niño y en ellos mismos. La Observación, en su ocurrencia, promueve el reconocimiento de las emociones como factibles de ser comunicadas por diferentes medios; y la búsqueda de comprensión alienta en los padres su capacidad para entender el lenguaje de su hijo. Didier Houzel, usando este método, se ha dedicado, hace más de 20 años a tratar las relaciones disfuncionales entre madre e hijo. La indicación para realizar esta Observación especializada, puede ser cualquier desorden funcional severo en la niñez temprana, alteraciones del sueño, problemas de alimentación, problemas de autismo infantil, psicosis. El método, en casos graves, comienza con la Observación terapéutica y posteriormente se agrega terapia individual desde los dos años. Esta modalidad se ampara dentro de lo que Houzel (1999) llama ‘tratamiento en el hogar’, en cuya implementación este autor es pionero y un intenso promotor. La Observación tiene una enorme ventaja en este marco, pues permite tomar medidas terapéuticas en cuanto el diagnóstico apropiado se realice. La aplicación de esta modalidad requiere de un equipo de profesionales especializados: el que lleva a cabo estos tratamientos centrados en el hogar está formado por seis


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psicoterapeutas especializados en puericultura, dos años de formación en O.B. según el método de Esther Bick e, idealmente, análisis personal. Dos veces por semana se lleva a cabo la actividad, se realizan los protocolos y se llevan a la discusión de un Seminario de dos horas, tres veces por semana. Los padres se reúnen mensualmente con un consultor, con el objetivo de seguir el desarrollo del niño, ayudarles a ampliar su pensamiento y resolver, en la medida de lo posible, tanto sus dudas con respecto a sus hijos en tratamiento, como sus propios sentimientos y comportamientos. En psicopatologías especialmente severas se aconseja tratamiento individual para el niño a partir de los dos años. Un aporte innegable de este método se refiere a la detección de dificultades en el vínculo madre-bebé. En el ámbito del maltrato infantil, reconocemos siempre inadecuados vínculos primarios, disfunciones en las relaciones parentales. Por lo tanto, el aporte de la Observación de Bebés, Método Esther Bick puede ser tanto en el ámbito del tratamiento como en el ámbito de la prevención.

III. LAS OBSERVACIONES III.1. Observación de Santiago Observación en la casa del bebé. Observadora: Luz Marina Rincón7 Fecha: 6 de Octubre de 2004 Observación No. 17 Santiago Edad: 5 meses, 17 días Presentes en la observación: M., la madre; D, el hermanito; A., el bebé y la Observadora. La madre de esta Observación ha permanecido con el bebé durante todo el tiempo, ella lo ha atendido y cuidado siempre. El

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grupo de Seminario ha tenido la experiencia de hacer una práctica llena de datos de una relación madre-hijo excelente. M., la madre, es dedicada, tolerante, clara, amorosa. Es una de las pocas ocasiones en las cuales hemos podido ver en acción la función rêverie, a tiempo, consecuente, llenando de significado las experiencias del bebé. En este contexto, el siguiente fragmento nos da material para comprender el desenvolvimiento natural de madre y bebé en una relación en la cual se impone la necesidad de cada momento y esto es vivido tranquilamente y cumpliendo con el crecimiento de uno y otra, y en definitiva, de la familia como grupo humano en armonía. La sesión de la semana anterior fue cancelada por la madre pues estaba remodelando, y por lo tanto, la familia estaba viviendo en la casa materna. Narra la Observadora: Llego a la casa de la familia y me abre la puerta la mamá del bebé, lo primero que noto es que se ha cortado el cabello, ahora lo lleva arriba de los hombros, no como antes que lo tenía bastante largo.... La saludo, hago alusión a su cambio, ella me comenta que se siente mucho mejor con este nuevo corte, que es mucho más práctico y no tiene que dedicar tanto tiempo a peinarse y esas cosas, además que su esposo quedó muy contento. Entramos a la casa y ella me invita a pasar directamente a la cocina, que fue la parte que remodelaron la semana anterior... Esta remodelación del mundo de afuera está representando una remodelación que está llegando a su plena ocurrencia en el mundo interno, tanto del bebé como de la madre, incluso en D, el hermanito y en el padre; la familia cambia de escenario emocional. El bebé está acabando de cruzar, talvez,

Psicóloga Clínica de Familia. Integrante grupo de Observación de Bebés dirigido por la Dra. Hilda Botero


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su puente más importante, pasa a otro tipo de dependencia, y lo Observamos en cada una de las opciones que propone a la madre y a su entorno. La madre, todo el tiempo dedicada al bebé, encuentra también que ha cruzado ese puente con su bebé y puede rescatar ahora partes de sí misma que había dejado de lado durante el ejercicio concentrado de la maternidad, es más práctico y no tiene que dedicar tanto tiempo a peinarse y esas cosas.... Realmente ya no dedica tanto tiempo a su bebé, ni su bebé a ella. Ahora él no necesita ese tipo de madre, y se lo hace saber. Ella lo impulsa hacia su autonomía, hacia sus propios logros. Todos los sucesos están llenos de significado…. En la comprensión del estado de ‘mundo interno’, es el momento de festejar el reconocimiento en cada atmósfera emocional, de la Posición Depresiva. La madre ahora puede usar sus decisiones autónomas, puede cambiar sin temer el extrañamiento por parte de su bebé. Toda la experiencia mutua anterior ha sido de suficiente seguridad, presencia, continencia, como para que los dos, ahora madre y bebé y ya no madre-bebé, puedan permitirse uno a otro, sin una ansiedad desbordante, reorganizar el mundo y sus relaciones. Todo este movimiento está significando y dando acción a un estado interno, tanto de la madre como del bebé, con una base segura de la relación para permitir cambios y reorganización; no hay pánico de abandono… la madre estará al alcance del bebé como siempre… éste tendrá que implementar diferentes modalidades de conexión y re-conexión usando las nuevas herramientas y la atmósfera diferente de sus 5-6 meses, dirigidas a afianzar su nueva y desconocida posición depresiva que, en tranquila compañía de su madre, podrá experimentar contenidamente. En el Seminario se comenta cómo las mujeres (término que en este momento elige el

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grupo de seminario) que son madres, también quieren empezar a salir, al igual que el bebé, de esa díada concentrada y especial. Precisamente eso de mujer, vuelve a tomar fuerza en esta edad de la relación. El cambio de la madre es simultáneo al del bebé, también ella pierde un bebé totalmente dependiente. Es un movimiento que realizan de forma simultánea, en el que ambos empiezan a pasar alejados más tiempo. Así, la madre también intenta rescatar aspectos de sí misma que ahora se permite extrañar y que van reorganizando su identidad. Es posible que se estén modificando aspectos de la relación de la pareja de padres, y es de esperarse que estos produzcan cambios también en la emocionalidad del bebé. Hasta el reacomodo de la pareja se está mostrando en toda esta Observación. Entramos a la cocina, ella me comenta acerca de las reformas que hicieron en el piso, el techo y los muebles, me comenta que ahora está muy contenta y que le agrada pasar mucho tiempo allí. Mientras pica algunos vegetales me comenta que salió con su esposo el fin de semana, porque estaban estresados y cansados de todos los arreglos y el trabajo que tuvieron en la casa. Dejó a los niños con su suegra y ella estaba preocupada por el bebé, por que se pusiera muy inquieto por la falta de la leche materna, sin embargo, ella le había dejado un tetero con leche extraída, pero la abuela le dijo que los niños estuvieron muy juiciosos y que el bebé durmió toda la noche. Se sabe que el bebé ahora es capaz de estar más tiempo alejado de la madre, que ambos son ahora más autónomos y que la preocupación de la madre al dejarlo con la abuela corresponde, tal vez, a su propio dolor mental ante la nueva autonomía, a la vez tan importante en el proceso de desarrollo.


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III.2. Observaciones en la Unidad de Recién Nacidos En las etapas muy tempranas del desarrollo las defensas somáticas y psíquicas todavía están poco discriminadas. Esto, aludiendo por ejemplo a la Observación y su utilidad en Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal (UCIN). Superficie y Profundidad en las comprensiones en esta etapa están escasamente diferenciadas, también, unas de otras. Con la Observación de Bebés hemos accedido a una etapa que difícilmente podríamos comprender, salvo por inferencias retrospectivas. La siguiente es una de las ‘Observaciones con intervención’ que realicé en la Unidad de Recién Nacidos de la Clínica Santa Bibiana, Bogotá

III.2.1. Daniela. Salvada de las Aguas8 a) Observación Nº. 1. Día 8, en la UCIN Conocí a Daniela cuando tenía 8 días en la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal (UCIN); me llamó la atención su tamaño tan pequeño, 28 semanas de gestación, con Retardo de Crecimiento Intrauterino (RCI). Pero, algo más hacía que yo mirase intensamente a esta bebita. La Observé por 45 minutos varias veces en la semana durante el tiempo que permaneció en la Unidad. Al principio no podía determinar qué me atraía tanto, como si su expresión facial, con un misterioso ceño fruncido, que yo percibía como enojada, me comunicara algo. Por mucho tiempo no pude entender. Las enfermeras se referían a ella como linda pero “¡tan llorona!”, había días, decía la jefe de enfermeras, que tenía períodos en los que no paraba de llorar, nadie podía decir de qué se trataba todo ese llanto inconsolable. Así transcurrió

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su tiempo en la Unidad: Dormida, con el ceño fruncido y un poco encorvada hacia sí misma, sus manitas muy cerca de su rostro. Era ésta una posición de contenerse a ella misma, se recogía, se juntaba y calmaba el terror a esparcirse en un espacio sin límites. Pensaba yo que imitaba un útero, en el cual permanecía, sin enterarse aún de que había nacido y estaba fuera de él. Talvez, si mantenía su ‘forma’ en el útero, también éste seguiría existiendo…. Una fantasía arcaica de existencia simple, una fantasía in-útero, o, una certeza vital (Botero, 2004). b) Observación Nº. 5. Día 20, en la UCIN. Llegué a la incubadora de Daniela, me acerqué, abrí la pequeña puertecita hacia su mundo, saludé, y me quedé observando su sueño, talvez demasiado profundo; sus manitas estaban fuertemente cerradas, aferradas diría yo, a cuanta conexión podía asir. La expresión de su rostro era de un frenético esfuerzo suspendido, no sé dónde… en el aire, en el interior de la incubadora; yo sentía que se agarraba de ‘algo’ que la mantenía viva. Era una nena con muchas dificultades médicas. Dificultades que la enrutaban más hacia la muerte. La expresión de sus cuidadores era de pesimismo y desesperanza. Sin embargo, decían ‘es muy linda’. Había un especial encanto en ella que atraía la atención. Cuando llevaba allí cerca de 20 minutos sus ojos comenzaron a moverse de un lado a otro y sus manos se crisparon en un tremor inusitado, su barbilla también tremaba, y su cuerpo rígido se arqueó en su universo de vidrio y aire, cables y sonidos intermitentes. Su rostro se fue configurando en una mueca de espanto y su frecuencia cardiaca subía y subía. La alarma se extendió en el ambiente. Fue

Este material de observación forma parte del artículo Vida y Muerte Compañeras Inseparables (Botero, 2004)


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atendida inmediatamente, nada médico pasaba, Daniela estaba talvez soñando, soñando una dura lucha por aferrarse a la vida. Su rostro permanecía tenso, una tensión angustiada, pensaba yo. Me sorprendí a mí misma atenta, siguiendo el recorrido de cada uno de los cables a los cuales estaba agarrada. ¿Por qué? Observé cómo su expresión dejaba en mi mente un mensaje para ser descifrado. “son mi conexión con la vida, me amarro con ellos a la vida, vivo gracias a ellos”. Comprendí en ese momento la trascendencia de su necesidad de estar conectada, sostenida, ¿por una madre-máquina, talvez? Una madre de contactos duros, dolorosos e intrusivos, y aún así, era su madre-vida, sentida como el contacto que se volvía cada vez más su seguridad de existir. Me impactaba como podía sentir sus esfuerzos por vivir y, en cambio, observaba y escuchaba los comentarios en la unidad, incluso de otras madres: “todavía está viva”… “ayer pensé que se moría”… “pensé que hoy no la encontraba”. Esta ha sido una experiencia inolvidable en mis múltiples Observaciones en la UCI. Daniela estaba en la mente de casi todo el personal de salud y las madres prematuras que asistían a estar con sus bebés, como la sentenciada a muerte. Sólo así aseguraban, dentro de ellas mismas, que sus propios hijos vivirían. Para esto, para que la vida continuara en todos estos otros bebés, tenía que morir alguien, y ellos habían elegido, inconscientemente, a Daniela. Fui asistiendo a la germinación de la vida en esta chiquita a pesar de ser la muerte la que abrigaba su precaria existencia. Hubo un factor excepcional que a mi modo de ver marcó la fuerza de la decisión. Era su madre. Ella misma, a pesar de lo difícil de este nacimiento, a pesar de las dificultades de salud de su hijita, era quien con su maternidad volcada a la vida, la que iba reemplazando poco a poco todos los cables y máquinas a

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los cuales la niña permanecía aferrada y de los que no se podía soltar. Varias veces se intentó desconectarla del oxígeno; se retiraban las cánulas, pasaba unos momentos respirando bien, sola, pero cuando se percataba de la falta de ellas, se paralizaba su cuerpo, su respiración caía en el vacío y había que conectarla nuevamente. Ahora bien, ¿qué pasaría -pensé- si la madre asistía y contenía la experiencia de desconexión y ofrecía con su presencia, su voz, su tacto, una conexión más humana, más viva? ¿Y si poco a poco esa relación con las máquinas buscaba transformarse en una relación con lo animado, lo vivo, si la respuesta cálida y continente sustituía la fría y dura respuesta de lo inanimado? Daniela fue conectándose a mamá, reconociendo un continente incondicional y amoroso. Se fue relajando, su ceño fruncido se fue tornando en otra emoción que se configuraba en su mente; ahora abría sus ojos y buscaba figuras animadas, se fijaba a ellas, sólo así aflojaba su aferramiento a cables inanimados; cada vez era más fácil alimentarla, su llanto fue cediendo, y para cuando la madre pudo llevarla piel a piel en el Canguro Intrahospitalario, ya sonreía a su madre, es decir, devolvía alimento emocional a quien tan duramente había insistido en contener su fragilidad y nutrir su vitalidad. Permaneció cuatro meses en la Unidad de Recién Nacidos, pues se presentaron varias complicaciones y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente. Sólo después de un poco más de tres meses, pudo la madre tenerla en sus brazos. Allí comenzó la experiencia Canguro Itnrahospitalario. Y ahora, en contacto piel a piel de todo su cuerpo, no sólo sus manos desde el exterior de la incubadora, Daniela fue tejiendo con su madre una relación íntima, intensa y profunda que cada instante aferraba más a la vida a esta díada. Daniela comenzó a existir en el mundo de los vivos.


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c) Discusión Esta experiencia abrió la puerta a reflexiones importantes en mi trabajo. Era ésta una bebita aún en el útero, y ésta era una realidad contundente; ella sobrevivía porque su fantasía, construida con los ‘datos sensación’, y evocaciones de estar suspendida en un medio acuoso, en el cual su ‘forma’ y su contacto líquido la alimentaban, dieron existencia real a su vivir, gestada en la incubadora, que se tornó en el útero del cual no nacía aún, y sólo así mantuvo la tenacidad de existir. Creo que esta bebita evocaba el contacto con el medio intrauterino, y como una ‘figura autista auto-generada’ (Tustin, 1987), la ‘forma’ que adoptaba para contener-se calmaba su pánico a no existir. Esta figura no compartida suponía sin embargo, si se extendía en el tiempo, un peligro para su desarrollo. Había que intervenir y deshacer poco a poco ese útero ilusorio para introducir la realidad del útero artificial. La camita-nido que se adecúa para estos niños prematuros imitando los límites del útero-continente, tendría que sufrir permanentes variaciones para que la experiencia de cambio estimulara en Daniela la vivencia de poner los pies, o… ¿su cuerpo? en la tierra, para aterrizar, talvez, como narra Tustin de John9, (Ibíd.) ‘en paracaídas’. La presencia de la madre fue reemplazando poco a poco ese útero alucinado. Primero la voz, luego las manos de quien, a través de las pequeñas ventanitas de la incubadora, llegaba hasta la bebita para hacerla ‘sentir’ un contacto diferente. La niña iba respondiendo a cada eco del exterior con actitud de alerta y espera silenciosa, con una disposición a recibir que marcaba la presencia de la vida cada vez más fuerte, ya no dentro en la incubadora, ahora estaba dentro de Daniela. 9

Esta madre, y un movimiento de rescate que se activó en todo el servicio de salud de la unidad, promovido y alimentado con mis intervenciones, actuaron como un equipo ultrasensible, absorbedor de shocks (Ibíd.: 71). Daniela pudo escapar entonces de esas experiencias devastadoras de los terrores primordiales, pánico al depredador, miedos que en tiempos pasados aseguraban la supervivencia. Permanecía con vida gracias a las vivencias que se instauraban en su mente, en su emocionalidad, cada vez que le hablaban, cada vez que era tocada, mirada. Estas vivencias fueron ordenadoras de su sensualidad y de su emocionalidad. Reviviendo cada una de estas experiencias, que narraba en mis anotaciones, me encontré pensando en lo que Thomas Ogden ha descrito de forma tan sensible como la posición autista contigua, una organización psicológica primitiva que “contribuye a formar la base apenas perceptible de los límites sensoriales de todos los estados subjetivos posteriores” (Ogden 1989ª: 47). Este modo de atribuir significado a la experiencia emocional facilitaba en la bebita hacer conexiones cada vez más compartidas, y nacer verdaderamente, salir fuera del útero alucinado. Las aguas del útero ya podían ser historia. Cuando Daniela pudo salir de ese útero y comenzar la experiencia piel a piel del canguro precoz, prometía el ‘amoldamiento’ como un ejemplo vivo de contigüidad, su precario sentido del self abrigaba ya un ritmo en las sensaciones, las pausas de mirada, succión, caricia, marcaban también el inicio de la periodicidad. Daniela estaba surgiendo en los comienzos de la auto-vivencia rudimentaria (Ogden, 1989b: 32).

Jhon es un paciente autista de Frances Tustin, Psicoanalista, y famoso por proponer e ilustrar lo que, una vez que poco a poco podía verbalizar su estado de sensación, lo podía nombrar como ‘el hoyo negro’ y su estado de sensación acerca de aparecer por instantes en el mundo fuera del autismo, dice la autora que es caer en paracaídas.


¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES

III.3. Buscando a mamá En la especialización en Clínica y Psicoterapia de Orientación Psicoanalítica de la Universidad Javeriana, los estudiantes llevan a cabo un año de Observación de Bebés, seis meses en URN y seis meses en la casa del bebé. El siguiente es un fragmento de una Observación realizada por una de las estudiantes: Lugar: UCIN Hospital San Ignacio. Observadora: Ana María Arévalo10 ... la bebé está en cuna… está tapada con cobijas, sólo se ve su cara. Llora, llora suavemente y por momentos. En algunos instantes para de llorar, pero continúa… arruga su cara, mueve brazos y piernas rápidamente. Por momentos abre los ojos, los deja abiertos y los vuelve a cerrar.… La enfermera pasa por el lado y al oírla llorar dice “esta bebé quedó con hambre”, se acerca a ella, le levanta la cobija diciéndole “usted lo que tiene es frío… miremos a ver”, le quita la cobija, levanta a la nena, la sostiene con su brazo izquierdo mientras con el derecho arregla las sábanas y las cobijas. Mientras la bebé está alzada, llora tenuemente, mueve sus piernas pataleando suavemente y permanece con los ojos cerrados. La enfermera estira las sábanas, las cobijas y pone a la bebé boca abajo, volteando su cabeza hacia el lado derecho (desde el que yo estoy mirando). La bebé llora y patalea suavemente. La enfermera le dice “usted lo que tiene es frío… claro… tiene esos pies helados… ahora sí va a quedar calientica”. La enfermera la envuelve en las cobijas levantándole los pies y metiendo la cobija por debajo de los pies. La bebé continúa llorando suavemente y la enfermera se aleja. La nena levanta la cabeza de la cama intentado voltearla, pero como está boca abajo queda 10

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con toda su cara pegada a la cama… y allí continúa llorando. Nuevamente regresa la cabeza hacia el lado derecho, abre sus ojos y comienza a llorar más fuerte que antes. Llora, arruga su cara y trata de voltear su cabeza. Más o menos al tercer intento logra hacerlo… permanece llorando suavemente… en ocasiones llora más fuerte. La enfermera vuelve a pasar y me pregunta: ¿se durmió? yo le digo ‘no’. Ella dice “eso fue que quedó con hambre” y se aleja. La bebé continúa igual, llorando, por momentos más fuerte o suavemente… ¿Dónde está mamá? Sería ésta una demanda que entenderíamos en esta bebita. Una nena que emite mensajes, buscando quién los reciba y los decodifique. ¡Tantos bebés allí en la misma situación! Los intentos de maternaje de la enfermera atienden, cuidan y asisten, pero parece que la nena busca y necesita más, ¿otra presencia, otro olor talvez, otros brazos? ¿Tiempo para relacionarse? Después de la atención que realiza la enfermera, la niña continúa emitiendo los mensajes, continúa llamando. A lo mejor, un objeto más permanente logre la relación que demanda esta pequeñita. Es imposible no pensar cómo el llanto de un bebé, los datos que emite, mueven a la madre o al cuidador para que lo que se realice sea algo cercano al trabajo parental. Cuando un padre se pregunta ¿qué pasa?, ¿qué tienes? Está pensando sobre y por el bebé. Los padres necesitan tolerar no sólo el dolor mental y el sufrimiento del bebé, sino el suyo propio para que, de esta forma, las capacidades de pensamiento y de sentimiento del bebé puedan desarrollarse. El cuidador está en esta misma situación, su capacidad de tolerancia, que afirma su capacidad ‘continente’, tiene que estar presta a funcionar.

Psicóloga, Especialista en Psicoterapia de Orientación Psicoanalítica 2007


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IV. OBSERVACIÓN DE BEBÉS E INVESTIGACIÓN El laboratorio, dice Bruno Latour, antropólogo y sociólogo francés, “es el encuadre donde los fenómenos naturales pueden ser investigados en un estado puro, bajo condiciones controladas y a través de intervenciones específicas” (cita M. Rustin, 1998: 16). Michael Rustin comenta cómo el laboratorio de Pasteur en el cual estableció la importancia del bacilo, era análogo al consultorio de Freud para establecer la existencia y el poder de los fenómenos mentales inconscientes. Claramente, hay diferencias significativas en la formación y transmisión de estos tipos de conocimiento. Centrándonos en qué es Observar un Bebé habría mucho qué decir. Entendamos con Winnicott, que no hay algo como, un bebé, sino una pareja madre-bebé de la cual va emergiendo el lactante como un ser separado. Es posible hacer demostraciones fundadas acerca de las contribuciones psíquicas de la madre al desarrollo del bebé, y estas Observaciones nos permiten emitir hipótesis sobre la respuesta del lactante a su madre. Este vínculo primordial es, pues, el objetivo de la investigación en la Observación de Bebés. Y una vez establecidos nuestros primeros contactos seremos observadores, testigos de la identidad en desarrollo del lactante. Las evidencias centrales en este método están constituidas por el Material de Observación. Centrarse en categorías por ser observadas no ha sido esencialmente el objetivo primordial de este método. Es parte de sus desarrollos actuales realizar la práctica con alguna o algunas categorías focalizadas. Pro11

fesionales ya formados encuentran ahora experiencias de niveles más depurados de la Observación, ubicando categorías importantes de observar; por ejemplo, se destacan las experiencias de Stephen Briggs (1998) quien se ha centrado en las dificultades del desarrollo en situaciones de riesgo11 y ha generado hipótesis acerca de los tipos de “contención” parental, en términos psicoanalíticos, que podrían estar asociados con esas dificultades. Investigaciones sobre el autismo (Susan Reid, 1997b) combinan la evidencia clínica y la observación de lactantes para explorar mecanismos psicológicos en niños autistas con resultados impactantes. Aunque el método de O.B. es in-estructurado y no está aún organizado por mediciones o convenciones de información codificada tiene, sin embargo, un abordaje bastante consistente: la Observación tiene una duración determinada, 1 hora; se realiza en un ámbito también determinado, la familia; una regularidad semanal; y un período de uno o dos años. Genera informes escritos, descripciones narradas sin teorizaciones. Un encuadre observacional confiable y consistente. “Encuadre” con similitudes con el del psicoanálisis clínico. Se alcanzan algunos propósitos del análisis clínico, por ejemplo, en ambos las características constantes posibilitan tanto a terapeutas como a observadores identificar variaciones significativas en lo que observan, y pensar acerca de las posibles causas e inferencias de estas variaciones. No es posible observar una familia sin que la presencia del Observador produzca alguna diferencia en el encuadre; es así como la pregunta de ¿cuál es esta diferen-

Brigs, S. (1997a) Growth and Risk in Infancy. London: Jessica Kingsley. Briggs, S. (1997b) Observing when infants are at potential risk. Reflections from a study of five infants concentrating on observations of a Bengali infant. In Reid, S. (Ed) (1997) Developments in Infant Observations; The Tavistock Model. London Routledge.


¿QUÉ ES LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS? ALGUNAS CONSIDERACIONES

cia? es tema, asimismo, de investigación y reflexión. La neutralidad que se le pide sufre varios embates, que se convierten en materia de reflexión y comprensión. Comprender que él genera una diferencia sólo por su presencia nos ha llevado a darle usos prácticos y preventivos a la O. B. En estos momentos del proceso del método se plantean experiencias para el desarrollo de utilidad diagnóstica y preventiva en el campo de la salud mental infantil, manteniendo el concepto cardinal de una presencia observacional no intrusiva y de sostén.

IV.1. Estrategias para la investigación a) Empirismo Como estrategias generadoras de conocimiento podemos acercarnos a dos formas propuestas por M. Rustin (1998). La primera, sería con los abordajes de laboratorios de investigación del desarrollo infantil que operan mediante protocolos a seguir, como los de la teoría del apego, por ejemplo. Pero esta recolección de datos viola la condición esencial del método de Observación que es su forma in-estructurada, naturalista. El método se basa en un Observador presente en la vida cotidiana que, dentro de lo posible, transcurre normalmente, no en situaciones extrañas controladas o respondiendo a tests. Sin embargo, es posible la codificación y sistematización cuando se aborda el análisis. Es posible clasificar y codificar los datos obtenidos por las transcripciones en los protocolos rigurosos y habituales de la Observación de Bebés. Además, es posible buscar correlaciones significativas de variables identificadas de esta forma. Los informes podrían ser sometidos a procedimientos de evaluación a ciegas con el fin de testear la confiabilidad de las inferencias extraídas. Estudios de seguimiento de las familias involucradas permitirían comprobar pronósticos de desarrollo derivados de secuencias de

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Observación. Hipótesis emitidas durante el ejercicio de pensamiento en el Seminario podrían contrastarse con base en el seguimiento de las familias y los niños observados. Esto como posibles instrumentos diagnósticos para identificar familias que necesiten apoyo preventivo. Podrían triangularse los hallazgos con otros métodos más formalizados de investigación; debería ser posible comparar los hallazgos de estudios de Observación Psicoanalítica con evaluaciones hechas a los mismos lactantes con tests de situación extraña; a los mismos padres con entrevistas de apego adulto. Así estableceríamos, con más claridad, las condiciones bajo las cuales pueden ser válidos y confiables los procedimientos y mediciones obtenibles por medio de la O.B. Los métodos desarrollados en la tradición del apego identifican variables poderosas que explican importantes tipos de variaciones en el desarrollo. Sin embargo, no dicen mucho de la textura detallada de la interacción emocional entre madre y bebé y las posibles consecuencias para el desarrollo de la personalidad. Este es un punto fuerte en las observaciones psicoanalíticas en cuanto a la descripción de las interacciones de la madre y el bebé y otras interacciones en la familia, pero no establecen correlaciones causales firmes entre variables del proceso de desarrollo. Ahora bien, el progreso está dándose en la medida en la cual se adapten algunos de los procedimientos más rigurosos de la escuela empírica con el objetivo de situar en una base mejor definida y probada los hallazgos de este método.

b) Psicoanálisis La otra forma que posibilita la investigación en la O. B., es seguir más de cerca los procedimientos del Psicoanálisis Clínico para generar conocimientos. Esto requiere prestar la debida atención a las diferencias


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y similitudes con los métodos clínicos, pues debido a que son muy obvias y significativas las diferencias, cunde el escepticismo entre los psicoanalistas con respecto a la utilidad primaria del material de la Observación como recurso de investigación. Demos una rápida mirada al ejercicio de conocimiento e investigación que se realiza en la relación analista-analizado. Los datos clínicos de los que provienen nuevos conocimientos psicoanalíticos se generan en los diálogos entre analista y analizado. Las interpretaciones de patrones de discurso, o comunicaciones de diferente tipo construyen modelos psicoanalíticos de la mente, son evidencia de la existencia de estructuras mentales (narcisismo…) y procesos (escisión…). Estructuras y procesos se vinculan por inferencia con patrones y secuencias específicas. Es compleja la relación entre evidencia clínica discursiva y los modelos que se infieren de ella (Ibíd). Actualmente, es menos importante la reconstrucción de la experiencia temprana de lo que solía ser y la atención se ha trasladado ahora hacia la comprensión de las estructuras y el modo como permanecen eficaces en el presente, sin que esto quiera decir que la experiencia temprana haya cedido su importancia. La existencia de Estructuras Profundas es un supuesto en Psicoanálisis y es tarea del mismo clarificarlas. Es el analista quien se entrena para leer entrelíneas, por debajo del nivel superficial de las descripciones de los pacientes, para encontrar otro nivel de significado. Es con base en las inferencias que dependen de la Transferencia y Contratransferencia, que se crean condiciones necesarias en las que “la transferencia puede prosperar y sus efectos estar disponibles para la investigación hecha por el analista y el paciente”. (Ibíd.: 23). Ahora bien, son las respuestas del

paciente a las interpretaciones las que, de alguna manera, las proveen de validez. Se elabora así, gracias al proceso, una descripción en continua evolución de la vida mental del analizado, las defensas son datos que contribuyen a la comprensión del modelo dinámico de la mente del paciente. Es así que podríamos señalar someramente, sin pretensión de profundizar, cuatro aspectos sobre los cuales oscila el analista en el proceso de descubrimiento: 1. Fragmentos de discurso como evidencia primaria. 2. Estructura mental del paciente. 3. Procesos observados en la interacción. 4. Modelos teóricos usados para descifrar los fragmentos y comprender los patrones que conducen la vida mental del analizado. Este proceso de descubrimiento nos ilustra el movimiento inductivo que hace el analista desde el material clínico a los conceptos y las teorías: se reinterpreta el material como va emergiendo a la luz de un marco perceptivo existente. A lo que Bion (1962) alude como el proceso de pensamiento en el que los conceptos se “saturan” por la experiencia (preconcepciones innatas que llegan a su realización de esta forma). Ahora bien, el desarrollo de las ideas genera incertidumbre y confusión, que comenzamos a contrastar con lo conocido, con los recursos teóricos disponibles en forma consensuada; pero, a veces, la resolución de los problemas planteados se configura como una intuición nueva que entra en conflicto con las ideas establecidas. Estas ideas nuevas abren la posibilidad de que nuevos patrones sean acogidos como fenómenos clínicos. Se lleva a cabo una transformación: ideas nuevas guían a recursos conceptuales disponibles en un flujo interactivo inductivo-deductivo que


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caracteriza la producción de la “teoría fundada”12 en psicoanálisis. Nuevos conceptos, segmentos de teoría y experiencia clínica, en permanente interjuego, ayudan a resolver incertidumbres, confusiones, desbloquean impasses clínicos, de tal forma que los conceptos que surgen se van saturando con los sucesos clínicos, tanto en la práctica como en la literatura publicada. Así pues, un desarrollo teórico nuevo en el campo se prueba con la experiencia hasta llegar a alcanzar un status en el cual no requiera explicación cuando se haga referencia a él. Entonces, comprendemos cómo en Psicoanálisis el desarrollo teórico se produce cuando surgen discrepancias entre el material generado en el consultorio y los marcos teóricos disponibles para interpretarlo. La articulación entre una forma de pensar abstracta y teórica y el empirismo de la práctica clínica da fuerza y renovación a la tradición psicoanalítica.

V. OBSERVACIÓN DE BEBÉS E INFERENCIA PSICOANALÍTICA La O. B. no trata de una reconstrucción, sino de la observación de la formación original de las estructuras psíquicas tempranas. Hay que tomar en cuenta, pues, problemas de muestreo, ética y técnica. Utiliza, además, este método de Observación las mismas inferencias de la práctica clínica, desde la descripción superficial hasta los conceptos teóricos. La madre puede parecer en un principio más útil para los procedimientos interpretativos en la Observación cuando el Observador-investigador busca describir el estado mental de ella, ya que el estado mental del lactante 12

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realmente sí está más sujeto a conjeturas. Sin embargo, el objeto disponible más importante para la observación y la inferencia es la madre-en-relación-con-su-bebé, la pareja madre-bebé. Es posible hacer referencia a las contribuciones psíquicas de la madre al desarrollo del lactante, y observar y construir hipótesis de la respuesta del lactante a ella. Este vínculo en desarrollo es el objeto primario de la investigación en Observación de Bebés durante las primearas semanas, pero la identidad en desarrollo del pequeño surge como un objeto de estudio en sí mismo. Las evidencias nucleares en este trabajo las constituye el material de observación, igual que la evidencia clave del trabajo clínico la componen los ejemplos del discurso psicoterapéutico y de la observación clínica. Es necesario, sin embargo, optimizar rangos de normalidad y anormalidad, la descripción de estados mentales, y procedimientos de inferencias desde las observaciones, para reconocer cómo estos patrones típicos nos ayudan a identificar las diferencias significativas y las variaciones que deben ser tenidas en cuenta para formalizar la existencia y la autonomía del método como instrumento para la investigación. Contenidos y sucesos transferenciales, aunque utilizados como recursos terapéuticos, están disponibles para la investigación en la O. B. Proveen datos significativos acerca del estado mental de la madre, su vulnerabilidad y su historia psíquica. Ahora, la presencia de la Contratransferencia es realmente fuerte. El Observador se vuelve el receptor de las proyecciones de la familia completa, no sólo del bebé y la madre, lo que puede convertirse en una experiencia fuerte y dolorosa. Todos estos datos cuidadosamente registrados y el análisis

Glaser y Strauss (1967) (citados por Rustin, 1998) en The Discovery of Grounded Theory, Chicago, Aldine, describen la generación de una teoría fundada como resultado del método que acompaña el proceso del contraste permanente de los hallazgos en la investigación, con modelos de teorías consistentes, para permitir la generación de nuevas comprensiones, y por lo tanto, el crecimiento teórico e investigativo


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de sus propias emociones por parte del observador generan insight de los estados emocionales de la madre y del bebé. Algo no disponible como fuente de investigación, en este caso en particular, es el resultado del diálogo terapéutico clínico y la respuesta del analizado al proceso analítico. Esta “falta” es la que sustenta el escepticismo de muchos psicoanalistas con respecto a las contribuciones esperables de esta práctica en el desarrollo de una nueva comprensión del desarrollo del sujeto. Otro contraste, menos obvio, con respecto a los métodos observacionales y clínicos, es la estrecha relación entre los problemas clínicos y teóricos. Los problemas clínicos no aparecen en el trabajo de Observación, y cuando aparecen son más periféricos a la comprensión del desarrollo. La investigación observacional no afronta los mismos problemas relacionados con la conducción de la Observación que los que se presentan en la del análisis. La mayor pasividad del Observador, quien registra los hechos sin intervención alguna, hace que se considere muy difícil un proyecto elaborado de investigación. De hecho, todas estas diferencias evidencian como fuente primaria de las estructuras teóricas los descubrimientos realizados en el consultorio, más que en la Observación del lactante en la familia. Si se llevan a cabo esfuerzos más sostenidos para utilizarla como recurso investigativo será posible saber la magnitud del desarrollo teórico que pueda obtenerse de ella. La Observación de Bebés, por razones éticas y de formación, ha trabajado con muestras de familias normales, lo cual podría ubicarla como de tipos ‘corrientes’ de interacción (Ibíd). Sin embargo, sabemos que hay fuerte desviación desde el desarrollo ‘suficientemente bueno’, lo cual estimula el reconocimiento de las variaciones o escollos que se detectan, incluso en las observaciones normales. Precisamente, el surgimiento de mayores o meno-

res desviaciones dentro del ejercicio de estas observaciones ha dado lugar a consideraciones de adaptación del método para abordar más ampliamente y de manera tal los resultados observacionales, que puedan configurar una tarea investigativa. El ejemplo clásico que marca, no sólo este Método, sino el resultado de una acción investigativa, es el planteamiento teórico de Esther Bick en 1968: La experiencia de la Piel en las Relaciones Tempranas de Objeto. Este es un trabajo muy condensado, de una riqueza extraordinaria, que nos ilustra un patrón anómalo en el desarrollo infantil. Una adaptación observable a una deficiencia de maternaje por medio de una pseudo-independencia infantil. Voy a nombrar solamente dos Observadores de Bebés que han trabajado por muchos años y han contribuido a la Investigación utilizando este Método. Stephen Briggs. La Contribución de la Observación de Bebés a la Comprensión de los Trastornos Alimentarios en la Infancia (1998). Sus hallazgos se apoyan en la evidencia recogida durante sus Observaciones, la cual ha sido analizada luego de finalizada la experiencia observacional. Este autor nos pone al tanto de cómo la calidad continente de la madre es vitalmente relevante en el desarrollo de tipos específicos de dificultades alimentarias. “El papel de las proyecciones maternales es una característica muy significativa en estas dificultades” (Briggs, 1998: 47). Las proyecciones de la madre sobre el bebé marcan una forma especial de ‘continente’. Por lo tanto, propone como comprensión tres tipos de continente: Convexo, Plano y Cóncavo. Este desarrollo se aprecia según que el afecto entre la madre y el bebé marque un ‘compromiso’ de la madre con el contenido de las preocupaciones emocionales de su bebé. Esta dinámica puede plantear un movimiento desde un continente convexo a cóncavo, o puede eternizarse el funcionamiento en uno de los dos primeros.


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Los lactantes desarrollan patrones de relación y estos pueden ser estudiados por la cuidadosa observación de los patrones de las ‘relaciones de aferramiento’ que se desarrollan desde las interacciones tempranas entre los padres y los lactantes. Es posible que estos patrones tengan un papel significativo en los distintos tipos de dificultades de alimentación que demuestran los lactantes, y que estos patrones subyazcan también en presentaciones posteriores de trastornos de la alimentación en las situaciones clínicas […] Estos procesos de desarrollo hacia el pensar y el simbolizar contribuyen a la posibilidad de elasticidad e integración internas (Briggs, S., 1998:48) Susan Reid: El desarrollo de defensas autistas en un lactante: La utilización del estudio de un caso clínico individual para la investigación (1997b). La directora de seminario de Observación de Bebés, Susan Reid dedicada a la investigación sobre el Autismo, explora el uso de Observaciones de Bebés proporcionadas por una estudiante en formación. El patrón de interacción de un bebé con su entorno parece predisponerlo al desarrollo de conductas autistas. Este es un modelo de estudio de casos de Observación de Bebés que estimula la relevancia y aplicación de esta metodología en la investigación. Freddie, el bebé protagonista del caso en referencia, se enfrenta a una serie de situaciones generadoras de ansiedad que espontáneamente se presentan en su entorno. Ilustra además los intercambios emocionales tempranos que lo predisponen a usar las defensas autistas. La privación de ser alguien interesante para la mamá limita la experiencia que el lactante tiene del mundo y en especial el establecimiento de un sistema diádico madre-bebé vital que a su vez impulse al bebé a comportamientos autorregulado-

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res que a la larga comprometen el desarrollo del niño. El retraimiento de la interacción social hacia el comportamiento autorregulador es comúnmente reconocido en la sintomatología autista (Susan Reid, 1997b: 73) La Observación de Bebés ha facilitado el acceso a una etapa del desarrollo que, de otra forma, es difícil de estudiar clínicamente, salvo por inferencias retrospectivas. Esther Bick y su genialidad para desplazarse de un lado a otro, entre la Observación de los Bebés y la comprensión psicoanalítica pre-existente, nos abrió la posibilidad de pasar desde la información de una anomalía específica del desarrollo hacia un insight teórico más profundo. Es claro, si nosotros también hacemos un esfuerzo de observación de este desarrollo, cómo la teorización de esta psicoanalista nos alumbra un insigth más fundamental, esto es, que en las etapas muy tempranas del desarrollo las defensas somáticas y psíquicas están difícilmente diferenciadas unas de otras. Es vital señalar que los supervisores de Observación de Bebés tienen una incidencia clave y un compromiso enorme con la investigación. No sólo por su experiencia clínica, sino por la oportunidad de estudiar permanente y simultáneamente varias observaciones, lo que daría lugar al uso del material recolectado en la investigación clínica psicoanalítica. “Los problemas científicos en Psicoanálisis surgen en el contexto de problemas clínicos, y teóricamente están ligados a ellos” (Rustin, M., 1998: 29). Sesenta años cumplió este método creativo y vivo, en 2008. Son innumerables los aportes que ha realizado a varias disciplinas, pero especialmente al conocimiento del psiquismo y su desempeño emocional dentro de la comprensión psicoanalítica. Hemos realizado un recorrido, a grandes pasos, que nos plantea el propósito futuro de, poco a poco, profundizar en los diferentes aspectos que nos ofrece


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este método y su background teórico. Esther Lifsha Bick, formada en las vicisitudes de la vida, separaciones y pérdidas permanentes, en un contexto de persecución y desamparo, supo encontrar la función esencial para sanar su propio desarraigo, la ejerció, la conceptualizó y la probó pragmáticamente. La Observación de Bebés en sí misma realiza una función continente para todos aquellos que participan en la experiencia: el bebé, la madre, la familia, el Observador y el grupo de Seminario. Es esta una experiencia de permanente saturación-des-saturación que asegura su vitalidad, renovándose y creciendo, conociendo y reconociendo. Cada bebé observado nos descubre profundidades sorprendentes de la psique humana. Cada experiencia de Observación es una experiencia viva de conocimiento.

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ENSAYOS



PSICOANÁLISIS XX (2); 127-130, 2008

ENCUENTRO DE MIEMBROS Y CANDIDATOS APC CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA El 30 de agosto del 2008, en el auditorio Henry García Escobar, de la Clínica Montserrat de Bogotá, se realizó el Encuentro de Miembros y Candidatos de la Asociación Psicoanalítica Colombiana, sobre el tema Convergencias y Divergencias en la Práctica Psicoanalítica. La presentación del material teórico estuvo a cargo de la Dra. María Victoria Niño, así como del Dr. Danilo Diazgranados y el Dr. Pedro Vargas. El evento fue organizado por la Dirección de Actividades Societarias de la APC, a cargo del Dr. Vargas y se desarrolló exitosamente.

DIVERGENCIAS EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA MARIA VICTORIA NIÑO1

¿No te encuentras, a veces, con personas que no te permiten pensar?” Estanislao Zuleta.

El asunto de las divergencias en la práctica analítica es un tema complejo, si se tiene en cuenta que es aquí en donde se despliega la individualidad de los analistas como seres humanos con una personalidad específica, con un bagaje cultural propio y con sus propias capacidades y puntos ciegos. Por otro lado, el encuentro con el Otro, el paciente, despierta en el analista una determinada forma de entender el material, una determinada forma de pensar y ejercer su práctica. El objeto psicoanalítico, el ser humano, con sus experiencias, su constitución, su ser único e irrepetible, la imposibilidad de reproducir sus actos de igual manera ante distintos observadores, hace del psicoanálisis una disciplina particular, en la cual las divergencias son la característica fundamental que hacen de

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analista y analizando un cuerpo único e irrepetible. Como plantea Eduardo Laverde en su artículo Modelos para pensar: modelos para aplicar. Articulación entre la teoría y la práctica (2007), cada analista plantea una teoría sobre su paciente que tiene que ver con un funcionamiento inconsciente, identificatorio, vivencial, resultado de la aplicación de los recursos personales, dentro del método de Observación Participante, lo que otorga peculiaridad a cada pareja analista-analizando. Por otro lado, la práctica psicoanalítica está influenciada por la Teoría Psicoanalítica y por la apropiación que cada analista haga de la misma. La pretensión de tener un cuerpo unificado de teorías para llevar a la práctica, que ha llevado a que los analistas se inscriban

Psicoanalista. Miembro Asociado APC. mariavini@hotmail.com


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en determinadas escuelas de pensamiento psicoanalítico, a mi modo de ver, ha restringido en algunos aspectos la comprensión de la persona en toda su complejidad. Por fortuna, como lo plantea Paulo Duarte Guimaraes en su artículo Las recientes convergencias teóricas en psicoanálisis y su importancia epistemológica (2004), en los últimos años se aprecia un cambio en el intercambio de ideas entre las diferentes escuelas, una mayor receptividad hacia los desarrollos teóricos de diferentes enfoques, considerándolos como un conjunto de construcciones útiles en el trabajo clínico, lo que, como dice Shafer, aumentan en la práctica la eficacia clínica. Otto Kernberg, en su artículo Convergencias y Divergencias en la Técnica Psicoanalítica Contemporánea (1993), con miras a establecer un puente entre la psicología del yo y la teoría de las relaciones objetales, señala divergencias en la técnica, de las cuales retomaré tres: a) La relación “real” y los problemas de la transferencia-contratransferencia, en la que señala además divergencias sobre el efecto terapéutico; b) Los aspectos terapéuticos versus los aspectos resistenciales de la regresión, y c) Psicoanálisis y Psicoterapia psicoanalítica.

a) La relación “real” y los problemas de la transferencia-contratransferencia Kernberg plantea tres divergencias fundamentales en este campo: La primera, relacionada con la relación analista-paciente; la segunda, con el efecto terapéutico, y la tercera, con la concepción del origen de la transferencia. De esta manera, en un extremo estarían los analistas que consideran que todo en la relación analista-paciente es transferencia y refleja disposiciones transferenciales surgidas de la relación madre-bebé. En el otro, los que suponen una relación ‘real’ independiente de la transferencia y consideran que la alianza terapéutica refleja la relación de

trabajo entre la parte sana del paciente, y el analista en su rol profesional. En cuanto al efecto terapéutico del psicoanálisis, por un lado estarían los que consideran que dicho efecto proviene solamente de la interpretación, y por el otro, los que plantean que es resultado de una nueva experiencia emocional: un analista que provee de una relación auténtica, donde entra en juego la personalidad de ambos participantes y el análisis de la transferencia-contratransferencia, que permita compensar los déficits y detenciones del desarrollo y retomar el crecimiento del paciente. La tercera divergencia tiene que ver con la transferencia como creación exclusiva del paciente, la reproducción inconsciente en el ‘aquí y ahora’ de los conflictos y relaciones objetales del pasado, quedando el analista por fuera de estos conflictos, excepto como facilitador de su esclarecimiento por medio de los sucesivos análisis de los paradigmas de la transferencia. Por otro lado, estarían los que aceptan la contribución de la personalidad del analista a la transferencia y consideran que para que el paciente lo experimente como un objeto seguro, el analista debe modificar su comportamiento para mantenerse equidistante entre el riesgo de “ser peligroso” y de hacerse cómplice de ella.

b) Los aspectos terapéuticos versus los aspectos resistenciales de la regresión Aquí plantea, que algunas posturas psicoanalíticas atribuyen valor terapéutico a la regresión transferencial en pacientes con severos trastornos de la personalidad y consideran que la capacidad del analista para tolerar esta regresión y “sostener” al paciente durante la misma, permite un “nuevo encuentro”. Por otro lado, estarían las que enfatizan la importancia de un análisis sistemático de la transferencia positiva y negativa de los pacientes severamente regresivos, pero que mantiene al analista en una posición neutral.


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Habría una tercera postura, representada por los que consideran necesario establecer una estructura que permita mantener un encuadre analítico e interpretar las operaciones defensivas primitivas y las relaciones objetales del paciente en la transferencia, para permitir la transformación gradual de las transferencias regresivas en otras más avanzadas, fortalecer el yo del paciente y ayudarle a colaborar en la exploración analítica.

c) Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica Para algunos no habría diferencias significativas entre estas dos formas de intervención, mientras la psicoterapia psicoanalítica sea llevada a cabo por un analista con formación psicoanalítica. Para otros la psicoterapia psicoanalítica es una terapia con un foco, una meta, lo que la diferenciaría de la mirada integral del Psicoanálisis. Kernberg, por su parte,, considera la modificación de tres herramientas básicas de la técnica clásica en la aplicación del Psicoanálisis a la Psicoterapia psicoanalítica: 1. La interpretación, en la segunda, estaría restringida a aclarar, confrontar e interpretar los significados inconscientes sólo en el ‘aquí y ahora’, mientras que las reconstrucciones genéticas se reservan para etapas avanzadas del tratamiento. 2. El análisis de la transferencia, también en la segunda, se modificaría en cada sesión, para incorporar la atención a objetivos terapéuticos a largo plazo y a los conflictos actuales dominantes de la vida del paciente fuera de la sesión. 3. Se modifica la neutralidad técnica, ya que es necesario estructurar o poner límites a la situación terapéutica; pero debe ser eventualmente reinstalada esclareciendo al paciente, por medio de la interpretación, las razones que hubo en su momento para desviarse de la posición neutral.

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Duarte Guimaraes plantea las divergencias en la práctica psicoanalítica desde otra perspectiva. Retoma a Freud, quien en 1937, cuando hablaba de las construcciones en Psicoanálisis, consideraba que en un principio él asimiló la labor psicoanalítica con la del arqueólogo, pero más tarde empezó a notar que algunos elementos de las culturas primitivas investigadas y en gran medida desaparecidas, seguían vivos y activos en el campo de la observación. Esta metáfora permite pensar que el trabajo del analista no es solamente un trabajo de arqueología, sino también de antropología. Se ha dado un debate entre dos grandes del Psicoanálisis actual con respecto a estas metáforas: Antonino Ferro y André Green. Ferro (1995), considera que si el analista se enfoca en una mirada arqueológica, se entorpece su contacto con las manifestaciones vivenciales actuales del paciente y dificulta los requerimientos de la tarea antropológica. Por otra parte, Green (1996), considera que la desvalorización del aspecto arqueológico ocasionaría la pérdida de los factores esenciales que determinan los fenómenos psicoanalíticos, y por lo tanto, una distorsión básica de la disciplina. En este punto, Green está en desacuerdo, sobretodo, con las teorías de las relaciones objetales, pues considera que al comienzo estas teorías enriquecieron el pensamiento psicoanalítico, pero luego se distanciaron de la teoría de las pulsiones en una simplificación tal, según él, que redujo los procesos psicoanalíticos a las relaciones interpersonales. Si miramos la práctica psicoanalítica sobre un plano cartesiano, podríamos colocar en cada uno de los ejes, X e Y, los extremos planteados que dan cuenta de las divergencias, para visualizar la enorme gama de posiciones divergentes en cuanto a la técnica, dependiendo del peso que cada analista le dé a cada uno de los factores. Así por ejemplo, en el eje X podemos colocar el peso que tiene la metáfora de la


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arqueología y en el otro, el Y, el de la antropología. Los dos extremos estarían representados por las posturas de Green y Ferro, a las que les podemos dar un valor de uno en cada eje respectivamente y cero en el otro. Habría una postura intermedia, a 45º en nuestras coordenadas cartesianas, que articule los puntos de vista intra e intersubjetivos según un enfoque psicoanalítico. De esta forma, podríamos decir, extrapolando lo enunciado por Freud, que las divergencias se presentan en el énfasis que cada analista le dé a su labor en la mirada arqueológica o antropológica. Para terminar, quiero enfatizar que considero que las divergencias en la práctica psicoanalítica no se dan solamente de un analista a otro, sino también con un paciente u otro, e incluso en un momento u otro. Así, retomando lo planteado por Kernberg, ¿no sucede a veces que en ciertas circunstancias, la relación “real” se antepone a la transferencial? ¿Puede decirse acaso, con certeza, si la cura está en la interpretación o en la experiencia emocional? Así, podríamos detenernos punto por punto y creo que ninguno podría negar que

hay sesiones de Psicoanálisis que se parecen mucho a una sesión de psicoterapia y que hay sesiones de psicoterapia que no se diferencian en nada de una sesión de Psicoanálisis. Esta es al menos mi postura. Trazar líneas tajantes entre los modos de interpretar, los modos de considerar la cura, o partir en dos los tipos de intervención, seguramente nos tranquilizaría porque nos haría sentir un piso sólido sobre el cual pararnos… pero, ¿es real en el trabajo clínico?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS DUARTE GUIMARAES, P., Las recientes convergencias teóricas en psicoanálisis y su importancia epistemológica, Revista APdeBA, XXVI No. 3, 2004. KERNBERG, O., Convergencias y Divergencias en la Técnica Psicoanalítica Contemporánea, Institute of Psychcoanalysis, Londres, 1993. LAVERDE RUBIO, E. 2007, Modelos para pensar: modelos para aplicar. Articulación entre la teoría y la práctica.


PSICOANÁLISIS XX (2); 131, 2008

CONGRESO DE CANDIDATOS EN FORMACIÓN ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA PROBLEMAS Y VICISITUDES EN LA FORMACIÓN ANALÍTICA PEDRO ANDRÉS ORÓSTEGUI H.1

Desde la revisión bibliográfica sobre el tema, nos hemos dado cuenta de que una preocupación general de la comunidad psicoanalítica es el progreso del psicoanálisis, como disciplina, dentro de cada contexto socio-cultural específico. Se hace necesario, entonces, crear un espacio de reflexión, dentro de nuestra Asociación, con el fin de identificar las variables que puedan dificultar el crecimiento y expansión de la práctica del Psicoanálisis en Colombia y proponer alternativas de solución frente a los problemas detectados.

Dra. Lilian R. Morales Consideramos nuestro deber, como candidatos de la Asociación Psicoanalítica Colombiana (APC), cuestionarnos sobre los problemas que en este momento surgen dentro del proceso de formación, que son determinantes para nuestra práctica analítica futura así como para el futuro de nuestro gremio y del psicoanálisis mismo. Nos propusimos hacer una revisión del estado del arte, de la práctica y el aprendizaje del psicoanálisis a nivel global, frente a los diversos problemas que surgen durante la formación psicoanalítica, tales como: 1

1. Identidad del analista en formación 2. Dificultades en el proceso de supervisión y análisis didáctico 3. Procesos de captación de pacientes para psicoanálisis. 4. Promoción y difusión del psicoanálisis. Finalmente, fue sorprendente encontrar gran cantidad de escritos al respecto, fuentes de todas latitudes, candidatos y psicoanalistas cuestionándose sobre el futuro del psicoanálisis y su enseñanza, de esta experiencia

Dr. Pedro Oróstegui

quisimos extractar algunas reflexiones acerca de los temas antes enunciados, con el fin principal de generar un espacio de discusión dentro de nuestro instituto, esperando que más adelante surjan propuestas y soluciones frente a los retos del psicoanálisis como disciplina vigente en el contexto global actual. Las exposiciones siguientes hacen parte del trabajo presentado en la reunión del claustro de candidatos del instituto de psicoanálisis “Arturo Lizarazo” en el mes del octubre de 2008.

Médico. Psicoanalista en formación VIII semestre, IDEAL. E.mail: pedrorostegui@hotmail.com


PSICOANÁLISIS XX (2); 132-134, 2008

¿EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD? ALBA LUCÍA ARIAS1

Partamos de la base de definir identidad según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad, que determina un sentimiento y un conocimiento hacia dentro, (del individuo o del grupo) de ser único y distinto de los demás, situación que es reconocida por otros individuos o colectividades y que perdura en el tiempo y en el espacio. Desde el punto de vista psicoanalítico entendemos este término como la identificación del Yo con sus objetos y las vicisitudes de éstos en aquél y en su relación con el mundo externo. Al mismo tiempo plantea la distinción entre el self y el no-self; en éstos el sentido de la imagen corporal, “el self” abarca al Yo y al no-Yo, al Yo corporal, al vínculo con los objetos internos y externos, y al sujeto como opuesto al mundo de los objetos. Podríamos decir que el sentido de identidad está basado en la capacidad del Yo para percibirse como continuidad; este sentido es progresivo y va paralelo con la maduración en el proceso de desarrollo del sujeto. Podríamos decir que desde nuestro punto de vista de candidatos nuestra identidad psicoanalítica se ve influenciada por nuestros propios rasgos de personalidad, que son descubiertos, acentuados y “modificados” por las horas de análisis a las que debemos, por obligación y “afortunadamente”, someternos para ingresar a la formación psicoanalítica,

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pero también a la relación con nuestros objetos externos, que en este caso vendrían a ser nuestros docentes de los seminarios; tanto éstos como nuestro analista personal influirán decididamente en nuestras características de identidad psicoanalítica, que surgirá evidentemente a medida que enfrentamos a cada paciente para supervisión. Es inevitable que de esto surjan varias preguntas: ¿Qué tanto influye nuestro analista en el descubrimiento de nuestro verdadero “self analítico”? La respuesta, creo, está en nuestra capacidad de identificación con el analista. Pero no con la persona del analista, sino con su función analítica, recordando que la identificación no es sólo una mera imitación, sino que toma características del otro y las introyecta en el sí-mismo, volviéndolas parte de su personalidad. La segunda es, ¿qué tanto influyen los seminarios y nuestros docentes en el marco de nuestra identidad analítica? Desde el Instituto hemos recibido una formación con base en dos escuelas, la de Freud y la de Melanie Klein. En este párrafo debo recordar al Dr. Gustavo Ángel, quien se encarga de recordarnos que a partir del conocimiento de estas dos teorías podremos entender cualquier otra, opinión que compartimos, pero afortunadamente el Instituto no nos ha negado la oportunidad de conocer otras teorías adicionales, y no sólo de conocerlas sino también de criticarlas “atrevidamente”, juzgarlas, hasta desecharlas e ignorarlas, dándonos la libertad para escoger lo que nos sirve y lo

Médico-Residente en Psiquiatría. Psicoanalista en formación, IV semestre, IDEAL.: E. mail albaluarip@hotmail.com


¿EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD?

que nos dé cada una de ellas, sin caer en extremos de inflexibilidad o de confusión. Sin embargo, también debemos reconocernos no como los mejores investigadores, ni como los mejores escritores, talvez porque a través de la formación nos hemos encontrado con poca motivación o pocas bases para hacerlo, circunstancia un poco ambivalente pues no creemos que ninguno de nuestros docentes haya dejado de publicar libros, artículos para revistas, aun con menor frecuencia, muchos han participado de la investigación. También hemos de reconocer que la crisis de identidad por la cual han pasado algunos de nuestros docentes, nos ha influenciado -no podríamos calificar si positiva o negativamente-; pero, nos ha hecho cuestionar acerca de nuestra propia identidad como analistas, crisis que hemos evidenciado a través del bajo número de pacientes que realmente están en análisis y en la forma en que se manejan algunos pacientes dentro de la Clínica Montserrat por algunos tratantes analistas, docentes pero también psiquiatras. Por último cabe preguntarse, ¿cómo la supervisión afecta nuestro ejercicio profesional? No todos los candidatos actuales del Instituto cuentan con pacientes para supervisar, sin embargo, los que han tenido la oportunidad de presentarlos de manera colectiva e individual se han visto abocados a crisis personales como la dificultad de sentir un tercero en la relación medico-paciente, situación que se hace más difícil para los que llevan mucho tiempo ejerciendo como Psicólogos o Psiquiatras, e incluso como Médicos generales: sin embargo, la angustia de no tener aún definida nuestra identidad como analistas también nos hace sentir la necesidad de contar con el apoyo de alguien con experiencia que nos guíe en nuestras interpretaciones y construcciones que nos permita diferenciar nuestro Yo del Yo del paciente, y también

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“prestar” nuestro Yo, sin perder nuestra propia identidad, y permita, a la vez, que el paciente descubra la suya propia, sin dirigirlo hacia lo que nosotros consideremos lo mejor para él, es decir, manteniendo la anhelada neutralidad. Aquí debemos recordar a Leonardo Peskin, quien, al preguntarle en una entrevista acerca de la supervisión curricular, responde: “los paciente perdonan los errores propios del analista porque simplemente éstos muestran su castración y convocan al análisis; pero no perdonan los errores impuestos al analista por otro, sea un reglamento, una teoría, o un supervisor indicativo, porque esto es sometimiento del analista, lo que denota “imbecilidad.” […] ”El acto analítico no puede ser programado desde un libreto ajeno y en definitiva, el único responsable ético de lo que se haga es el analista.” Cabe añadir lo que todos nuestros docentes nos han repetido incansablemente: “Cada sesión psicoanalítica es única e irrepetible.” Finalmente, hemos de resaltar la influencia que tiene para nosotros el grupo que tiene cada uno en la formación. En este momento podría contar, por experiencia personal, que éste definitivamente influencia la formación y por ende la identidad psicoanalítica; el grupo de candidatos de séptimo semestre está conformado por un Psiquiatra y dos Psicólogas, todos con diferentes concepciones y estructuras profesionales, lo que lo hace un grupo bastante enriquecedor desde la formación, pues cada uno desde su óptica aporta a cada concepto formas diferentes de interpretación, análisis e introyección. En lo personal, el mío está constituido por dos Médicas quienes nos encontramos en formación psicoanalítica y en formación como residentes de Psiquiatría, situación que ha aportado mucho a nuestro entendimiento como analistas de las patologías psiquiátricas; también pensamos que el ser madres ha aportado una


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ALBA LUCÍA ARIAS

visión diferente de muchas maneras de brindar holding. Para terminar, quisiera añadir que nuestra esperanza se cifra en cumplir, cuando menos en parte, con las expectativas de nuestros docentes que se plasman en un párrafo publicado en la revista de la Asociación, escrito por nuestra docente la Dra. Aura Victoria Carrascal: Estar siempre motivados,’sanos mentalmente’, con ausencia de patologías graves que nublen nuestro juicio crítico, con buena capacidad de insight y sintonía con los contenidos inconscientes, con espíritu epistemofílico, observadores del adentro y del afuera, investigadores, con adecuada tolerancia a la incertidumbre y a la frustración, con un narcicismo sano, bien

puesto, que no nos haga omnipotentes, ni protagónicos, pero tampoco fríos, ni distantes, cuyo resonar emotivo nos permita ser empáticos pero preservando el sentido de realidad, disciplinados, sin conflictos de autoridad, buenos lectores, con gusto por la cultura en el sentido amplio.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ESLAVA CERÓN, Fabio, Identidad psicoanalítica y formación de candidatos, Revista, en “PSICOANÁLISIS”, ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA, julio 8, 2006, pp. 92-123. SÁNCHEZ MEDINA, Guillermo, El Psicoanálisis, una nueva profesión. NATALVICH, Patricia, Vicisitudes en la construcción de una identidad analítica, en REVISTA PSICOANALITICA OCAL, 2008, Vol. (9), pp. 7-10.


PSICOANÁLISIS XX (2); 135-137, 2008

ANÁLISIS DIDÁCTICO Y SUPERVISIÓN PEDRO ANDRÉS ORÓSTEGUI H.1

Nada permanece, sólo el cambio es permanente. Heráclito

Sólo luego de la experiencia dentro de la formación analítica, asaltan a nuestra conciencia una serie de interrogantes y controversias frente a los diferentes desarrollos del trípode analítico tradicional (análisis personal, supervisión y seminarios), tal vez de cierto modo ligadas a nuestra propia conflictiva transferencial, pero no por ello despreciables como inquietudes dignas de reflexión y discusión dentro de la metodología y fundamentos de este particular proceso de aprendizaje. Al investigar sobre el tema, es tranquilizador notar que los cuestionamientos son compartidos por candidatos de todas las latitudes y aun por analistas experimentados que abogan por la evolución del psicoanálisis al ritmo de los tiempos actuales, sin temer, por ello, que éste pierda su esencia. He aquí una breve revisión de los orígenes y modalidades de la supervisión y del Análisis Didáctico, desde la óptica del cambio. El análisis didáctico surge de la necesidad, para el terapeuta en formación, de un conocimiento vivencial personal del inconsciente dinámico. La experiencia pionera de autoanálisis realizada por Freud, resalta desde el comienzo este hecho como medio excelso del aprendizaje del psicoanálisis. En 1910, el mismo Freud propone puntualmente la experiencia analítica como requisito para el futuro psicoanalista.

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Aunque algunos otros se disputaron este reconocimiento, el primer análisis didáctico le fue practicado a René Spitz (1910), pero sólo hasta 1922, con la creación del Instituto Psicoanalítico de Berlín, Eitingon lo define como exigencia institucional en la formación psicoanalítica. Llama la atención cómo estas primeras experiencias didácticas no institucionales, además de cortas en duración, incluían elementos instructivos y educativos que parecían mezclar sus fines con los de la supervisión. Actualmente, La Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), mantiene al análisis didáctico como uno de los tres elementos fundamentales exigidos para el analista certificado. La Supervisión Analítica, que parece surgir muy cerca del análisis didáctico, recalca la importancia de un interlocutor externo a la pareja analítica, con el cual se genere un espacio de reflexión, validación y crítica, frente a la experiencia del analista y su visión del paciente. Mijolla (1992), hace un recuento de la evolución de la supervisión en diferentes fases, clasificando los diferentes encuentros históricos entre los personajes gestores del movimiento psicoanalítico, así: • Primera fase: Breuer y Freud (1883), un profesor y su discípulo que participa activamente.

Médico. Psicoanalista en formación VII semestre, IDEAL. E.mail: pedrorostegui@hotmail.com


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PEDRO ANDRÉS ORÓSTEGUI H.

• Segunda fase: Freud y Fliess (1900), dos colegas que intercambian impresiones, ideas y experiencias. • Tercera fase: Steckel y Freud, un alumno que consulta a su admirado profesor. • Cuarta fase: Jung y Freud, un alumno psicoanalista que pide ayuda contratransferencial a su maestro. • Quinta fase: Policlínico de Berlín, Eitingon (1922), Supervisión como requisito institucional. De esta forma, dos de los tres elementos fundamentales del entrenamiento psicoanalítico surgen como necesidades naturales del proceso de creación y estructuración de la teoría y de la técnica, así como de los intereses propios de todo analista a la hora de forjar su identidad terapéutica. Sin embargo, las condiciones inherentes a estas experiencias, no escapan de presentar dificultades. Con respecto al análisis didáctico, Greenson (1976) afirmaba que la vinculación del analista Didacta como una verdadera figura de autoridad en el Instituto Psicoanalítico, inevitablemente contaminaba la transferencia. Kayris (1964) iba aún más allá al señalar las implicaciones transferenciales que el mismo instituto puede desarrollar en el análisis didáctico. Por su parte, Kernberg (2000) señalaba que en los institutos en que la autoridad y el poder lo ejercen primordialmente los analistas Didactas, la excesiva idealización y la tendencia del analista aprendiz a generar identificaciones muy fuertes, pueden viciar el desarrollo de la identidad analítica. Finalmente, una de las principales críticas que se ha planteado ya en muchas ocasiones, radica en conducir el análisis didáctico de manera diferente del análisis terapéutico, aunque ambos persiguen el mismo objetivo. El proceso de supervisión analítica puede también alterarse; en principio, el Supervisor es un representante institucional y debido a

eso, puede despertar en el candidato elementos persecutorios que obstaculicen su desenvolvimiento. Además, ya dentro de la sesión de supervisión, Grinberg (1975) refiere que si un supervisor centra mucho su atención en el material del paciente, señalando el cómo abordarlo, podrá favorecer el aprendizaje por imitación del candidato y no el desarrollo de su propio estilo terapéutico. Así mismo, si se detiene más en las reacciones de supervisado (contratransferencia), puede invadir el análisis personal. Actualmente, la IPA, acepta 3 modelos de formación psicoanalítica; el clásico, instaurado desde 1922 y sin muchas variaciones desde entonces, y dos modelos alternativos propuestos como adaptaciones a contextos socioculturales y académicos particulares, el francés y el uruguayo. El modelo clásico, instituido por Eitingon, con el aval del propio Freud en el Instituto psicoanalítico de Berlín (1922), enuncia la triada tradicional de análisis didáctico, supervisión de casos y seminarios teórico-clínicos, como fundamentos para el aprendizaje del psicoanálisis. El modelo francés surge en 1960, y trae como novedades, frente al anterior, la realización del análisis didáctico previamente al ingreso a la formación (seminarios y supervisiones); también flexibilizaciones en cuanto a número de sesiones exigidas para el análisis personal y la supervisión de casos. Hay mayor apertura frente a los modelos teóricos que se estudian, con la inclusión de seminarios obligatorios y otros optativos, y la posibilidad de que el candidato personalice sus horarios. Con estos cambios, la supervisión parece adquirir mayor importancia. Finalmente, el modelo uruguayo nace en el contexto de una sociedad en la que predomina la clase media, hay una tradición educativa gratuita y un gobierno socialdemócra-


ANÁLISIS DIDÁCTICO Y SUPERVISIÓN

ta. Esto se ve reflejado en que para este modelo la figura del analista Didacta se elimina, y se crean funciones (didáctica, de supervisor, director de seminario), que pueden ser ejercidas por cualquier miembro del instituto y se reparten por consenso. Frente a los cambios socioculturales, tecnológicos y económicos, en muchos contextos el Psicoanálisis ha tenido que abrirse paso no sólo en medio de las resistencias individuales y colectivas en su contra, sino también frente a las barreras reales que se imponen en un mundo agitado y mediático. Por otra parte, el cuidado y complejidad de sus métodos, amenaza con aislarle del resto de las alternativas terapéuticas y de otras áreas del conocimiento. El gran desafío sigue siendo, pues, el de la adaptación, pero visto como evolución y no como alienación; es decir, para que el Psicoanálisis permanezca vigente no implica que deba renunciar a sí mismo para convertirse en otra cosa. Con este dilema, además de otros interrogantes, algunos autores aportan sugerencias innovadoras y recomendaciones puntuales que invitan al cambio y la creatividad dentro de la educación en psicoanálisis. Thomä y Kächele (1999) proponen descentralizar el análisis didáctico, es decir, una desconexión total entre el análisis personal y la parte central de la formación psicoanalítica. Además, opinan al igual que Kernberg que la tríada clásica original, que fue malentendida, comprende la enseñanza, el tratamiento y la investigación, y es la que se debe aplicar en los institutos psicoanalíticos. También señalan que un defecto serio en la formación tradicional de los candidatos tiene que ver con las escasas oportunidades para aprender observando a los analistas expertos en acción, lo más cerca posible, y proponen

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más intercambios académicos entre analistas y candidatos, como alternativa. Por su parte Kernberg (2000) recalca que la educación psicoanalítica no puede asumir que es inmune a los cambios en la cultura social, profesional, científica y educativa circundante, y además afirma que los filtros tradicionales en la selección de candidatos al ingreso o en la promoción de estos deberían abolirse, y que la preocupación por el buen nivel de los candidatos debe reflejarse en el seguimiento de todo el proceso de formación, la evaluación constante de su desempeño, por parte del instituto. No resta más que preguntarnos cómo es que dentro de nuestro propio proceso de aprendizaje y cambio, podemos aportar al mejoramiento de los procesos y desarrollos de nuestro gremio en lo local, y del movimiento psicoanalítico global.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BARRERO L., Formación y Supervisión, Sao Paulo, 1990. GREENSON R., Técnica y práctica del psicoanálisis, Siglo veintiuno editores, México, 2004. MANTYKOW B., Acerca de la admisión a la formación psicoanalítica en el contexto socio-económico y cultural actual, Psicoanálisis AP de BA, Vol. XXVI, No. 3, 2004. KERNBERG O., Controversias contemporáneas de las teorías psicoanalíticas, sus técnicas y aplicaciones, Editorial Manual Moderno, México, 2007. THOMÄ H. Y KÄCHELE H., Teoría y práctica del psicoanálisis, Tomo Uno: Fundamentos, Editorial Herder, Barcelona, 1989. THOMÄ H. Y KÄCHELE H., Memorando sobre la reforma de la formación psicoanalítica, IPA Newsletters (1999, 8: 33-35), Versión de marzo 16 de 2000, Traducción al castellano de Carlos Rodríguez Sutil.


PSICOANÁLISIS XX (2); 138, 2008

PROCESO DE CAPTACIÓN DE PACIENTES PARA PSICOANÁLISIS JOSEFINA SARMIENTO NOVA1

Quiero empezar este escrito citando al fundador del psicoanálisis y a uno de sus primeros discípulos, refiriéndose al tema que nos ocupa: Puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertará y le recordará que el pobre no tiene menos derechos a la terapia anímica que los que ya se les acuerdan en cirugía básica. Se crearán entonces sanatorios o lugares de consulta a los que se asignarán médicos de formación psicoanalítica. Estos tratamientos serán gratuitos; puede pasar mucho tiempo antes de que el Estado sienta obligatorios estos deberes. Es probable que sea la beneficencia privada la que inicie tales institutos (SIGMUND FREUD, 5º Congreso Psicoanalítico, Budapest, 1918) Que nadie diga que el factor económico influya en el psicoanálisis, como tampoco, que la decisión de tratamiento se base en la necesidad del candidato de contar con material para su formación (MAX EITINGON, 1920). Una de las grandes preocupaciones de los psicoanalistas en formación es la consecución de pacientes que tengan cuatro sesiones semanales de tratamiento con el fin de llevarlos a supervisión individual, y así poder cumplir con uno de los requisitos exigidos. Para poder cumplir con este propósito, las diferentes asociaciones psicoanalíticas del mundo han planteado diferentes estrategias entre las que se destacan: 1. La publicidad: ésta se presenta como una de las de mayor alcance y cobertura y se realiza través de la World Wide Web (Internet). 1

2. Apertura de Policlínicos dependientes de los Institutos de psicoanálisis; para citar unos ejemplos podemos referirnos al Poliklinik abierto en 1920 en Berlín por Max Eitingon, y al Ambulatorio de Viena (1920), iniciativa de Eduard Hitschman. En eI ámbito latinoamericano actual, algunos de los más importantes son el instituto Universitario de Salud Mental de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, el Centro de Derivación Ignacio Matte Blanco de la Asociación Chilena de Analistas en Formación, ACHAF, y el Centro de Intercambio de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay. La International Association of Psychoanalysis (IPA) no ha sido indiferente a esta preocupación de los psicoanalistas a nivel mundial; es así como creó el Programa para el Desarrollo del Ejercicio Psicoanalítico y la Capacitación, (su sigla en inglés DPTT, Development of Psychoanalytic Practice and Training), inaugurado en 2003 por Don Campbell, entonces Secretario General de la IPA. Uno de los principales objetivos de este programa es el de financiar proyectos dirigidos, entre otros fines, a buscar un incremento en el número de pacientes para psicoanálisis mediante el establecimiento de clínicas psicoanalíticas de bajo costo, así como el desarrollo de fuentes de derivación de pacientes. Una vez detectado el problema es indispensable que las asociaciones psicoanalíticas planteen y desarrollen estrategias viables para su solución; de esta manera se podrá asegurar la continuidad de nuestra disciplina.

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PSICOANÁLISIS XX (2); 139-140, 2008

PROMOCIÓN Y DIFUSIÓN LILIAN MORALES1

Breve reseña histórica del inicio de la difusión del psicoanálisis Durante los primeros años del siglo pasado las obras y conferencias de Freud en la Universidad de Viena comenzaron a atraer la atención de un pequeño grupo de médicos e intelectuales; entre ellos estaba Wilhelm Stekel, médico dotado para el periodismo, quien luego de leer La Interpretación de los sueños, publicó un artículo al respecto en un exitoso periódico vienés. Posteriormente, en 1902, se puso en contacto con él para proponerle formar un pequeño grupo dedicado a hablar de Psicoanálisis. Freud acepta e invita a dos médicos que solían asistir a sus conferencias, Maz Kahane y Rudolf Reitler, además a Alfred Adler, con el objetivo de reunirse los días miércoles para debatir sobre este tema: es así como nace “El círculo de los miércoles”. Stekel comenta sobre la reunión:”La primera noche hablamos de las implicaciones psicológicas del hábito de fumar. Existía una armonía total entre los cinco, éramos como pioneros en una tierra recién descubierta”. En varias ocasiones escribió en los periódicos artículos de divulgación sobre ideas psicoanalíticas. Es así, entonces, como se establece un grupo armonioso: Freud, el Maestro; Adler, el Socialista; Kahane, el Relajado; Reitler, el Reticente y Stekel, el Inquieto. Dichas reuniones tenían el siguiente orden: Uno de los asistentes presentaba un trabajo. A los 15 minutos iniciaba el debate; la última palabra era de Freud, quien concluía y cerraba las reuniones. Cuando cumple 50 años, en 1906, sus alumnos le regalaron una medalla con un

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grabado de Edipo. En ese momento había 20 integrantes, judíos casi todos. El grupo estaba conformado por médicos, intelectuales y gente del ámbito del arte, la música, la literatura y la edición. Existía un movimiento constante de integrantes, cada uno de profesión diferente, pero todos interesados en el conocimiento de las teorías de Freud, todos con conocimiento formal de cada una de sus actividades, en otras palabras, eran personas que tenían acceso a formación y educación. Por otro lado, muchos de los que profesaban interés por las teorías de Freud tenían problemas psicológicos, por lo que, además de su iniciativa por la cultura, estaban deseosos por superar sus propios temores, síntomas e infidelidades. Finalmente, en 1908, el círculo de los miércoles cambió su nombre por el de Sociedad Psicoanalítica de Viena. Una vez establecidos los contactos con Europa y América, todo se encontraba listo para la primera reunión internacional o Congreso que se celebró en Salzburgo, en el que se vio reflejada la composición de los dos principales centros psicoanalíticos: el mayor y predominantemente judío, la Sociedad de Viena, que incluía la mitad de los asistentes, y el suizo, del que Jung era su miembro más destacado. En 1909, Freud y Jung recibieron una invitación del psicólogo estadoudinense G. Stanley Hall para pronunciar unas conferencias en la Clark University de Worcester, Massachusetts. Un elemento que a Freud le preocupaba

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LILIAN MORALES

era que la mayoría de sus seguidores eran de origen judío y era ésta una de las razones por las cuales encargó a Brill y Jones para iniciar sociedades en el Nuevo Mundo, el cual tenía en el momento poca influencia de una cultura judía. Brill fundó, entonces, la de Nueva York y Jones la Sociedad Psicoanalítica Americana, ambas en 1911. Pero volvamos un poco sobre el aspecto de la cultura judía para lograr entender un poco mejor su influencia sobre el Psicoanálisis. Debido a persecuciones de orden religioso, para los años de 1870 y 1890 tuvieron lugar grandes migraciones de un pueblo, los Ezkenazies, quienes llegaron a Europa, principalmente. Aunque sus actividades primordiales eran el comercio, la joyería, y otros eran banqueros, todos estaban deseosos del conocimiento de la cultura. Las raíces de Sigmund Freud provienen de éste pueblo. Las migraciones de postguerra, en cambio, fueron principalmente hacia países en el Nuevo Mundo. De ahí que las comunidades judías significativas en América se encuentren en Nueva York y Buenos Aires. La distribución de las migraciones primero se vio influenciada por situaciones económicas, pues Argentina era en el momento la séptima potencia mundial y de este modo ofrecía mayor seguridad y futuro para estas familias. Por otro lado como era más fácil moverse si se tenía constancia de estudios o de formación cultural, algunos de éstos llegaron a Estados Unidos. El resto migra a diferentes países en centro y norte de Sur América, y eran todos aquellos que tenían actividades de orden comercial y no una educación formal. Una cuarta parte de la comunidad Freudiana llegó a Gran Bretaña como consecuencia de este movimiento migratorio; poco menos de las tres cuartas partes se instaló en los Estados Unidos, y la minoría restante en Sudamérica (Argentina-Brasil). Esto tuvo tres consecuencias: el refuerzo del poder de la IPA, el estallido del freudismo en varias corrientes

(con las escisiones), y el fin del predominio de la lengua alemana, que fue reemplazada por el inglés. Por tanto, la aceptación o rechazo del Psicoanálisis no puede explicarse solamente por los obstáculos mentales o culturales, sino, además, por el contexto histórico en el que se desarrolló. En la actualidad nos encontramos tan influenciados por la globalización, que el desarrollo de los medios de comunicación nos permiten disminuir los obstáculos propios de la distancia. Entre estos encontramos Internet, muy bien implementados tanto por la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), como por la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL), entre otras, logrando conectar asociaciones, institutos y sociedades psicoanalíticas de Latinoamérica con el resto del mundo. Pero aún así no somos muchos los candidatos en formación psicoanalítica, ni muchos las psicoanalistas en estas latitudes centroamericanas, ni del norte de Sur América. Con lo cual podemos pensar que primero hay que conocer bien este síntoma para llegar a la causa.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS RABBI J. TELUSHKIN, Jewish Literacy, The most important things to know about the jewish religión, its people, and its history, William Morrow and Company, INC, NY, pág. 227-254 y 345-360. FREUD, S., Freud Total 1.0; (CD–ROM), Ediciones Nueva Hélade, 1995. LOUIS BREGER, Freud el genio y sus sombras (Freud Darkness in the Midst of Vision), Traducción de Mercé Diago y Abel Debrito, 1ª edición octubre 2001, Ediciones B Argentina, S. A., Capítulos 13,14 y 17. Páginas consultadas en Internet: • http://www.fepal.org/ • http://www.ipa.org.uk/default.aspx • http://www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co/ • http://www.socolpsi.org/inicio.php


PSICOANÁLISIS XX (2); 141-144, 2008

IDENTIDAD Y CRISIS DEL ANALISTA EN FORMACIÓN BETTY ACOSTA ZULETA1

El día 24 de septiembre del 2008, a las 8.30 de la mañana, se dio inicio al Congreso de la Organización de Candidatos de América Latina ((OCAL)), con el tema “Persona y presencia del analista en formación”; previo al congreso de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL), “Persona y presencia del analista”, que se realizaría en los días 25, 26 y 27, ambos en Santiago de Chile. Mi interés en asistir a este pre-congreso, estuvo motivado por mi propio proceso de formación, en el cual llevo ya siete semestres.2 Cuando inicié mi formación como analista, llevaba ya un largo tiempo de ejercicio de la Psicología Clínica en mi consultorio particular; tenía conocimientos previos adquiridos en otras especialidades, la más importante para mí el Psicodrama, que me habían permitido implementar una forma especial de enfrentar los problemas que llevaban mis pacientes. 20 años atrás había estudiado, por dos años, el Psicoanálisis Lacaniano en un grupo formativo; aunque la visión freudiana aprendida en aquella época complementaba mi proceso, sentía que me faltaba una estructuración seria en Psicoanálisis; es así como, en el año 2003, ingresé a un postgrado en Psicología Clínica y Psicoterapia de orientación Psicoanalítica, pero, al término de dicha especialización, descubrí que ésta no hizo

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más que crearme la necesidad de entrar a formarme seriamente como Psicoanalista, lo que implicaba adquirir una nueva identidad, pues ser una analista en formación, una candidata, era prepararme para asumir un nuevo rol, el cual, debido a sus características, hacía que yo, como terapeuta-persona, también me convirtiera en un instrumento para entender los problemas que me llevaban los pacientes. Es así como, a partir de mi análisis personal, surgió la idea de iniciar ese camino, ingresar en él y empezar a asistir a seminarios, recibir la supervisión colectiva, y una vez cumplidos los requisitos, empezar la supervisión individual; se abrió para mí la posibilidad de ser Psicoanalista. No ha sido fácil el proceso de volver a ubicarme como alumna para recibir conocimientos nuevos, ya que había sido profesora y algunos de mis profesores habían sido mis alumnos;3 como consecuencia, de ser objeto de transferencia (de mis pacientes), me volví sujeto de ella. Los profesores de los seminarios nos llevaban de una teoría a otra, se hablaba desde lo clínico y desde lo teórico, pero siempre tratando de rescatar la vivencia del analista, lo que me implicaba dejar el rol de terapeuta tradicional, en el que, a pesar de mis conocimientos previos, no trabajaba la transferencia de manera sistemática, sino

Psicóloga. Psicoanalista en formación, VIII semestre, IDEAL. E.mail: bety_acosta01@cable.net.co “Cuando nos identificamos con la teoría psicoanalítica y buscamos un lugar para profundizar nuestro conocimiento, estamos también buscando un lugar para que entendamos nuestra existencia, lugar este que legitima esta búsqueda y esta comprensión por el análisis personal que se tiene en este modelo como una de las piernas del trípode de la formación.” (María Teresa Silva, 2008) Para Cirio (2007), citado por Amelia Casas de la APP (2008), embarcarse en un entrenamiento de alto nivel como el entrenamiento analítico, nos hace vulnerables; por ello debemos ser capaces de renunciar a muchas de las seguridades ya ganadas para acceder a esta nueva identidad.


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que la aplicaba desde lo teórico, pues en algunos momentos en las sesiones con los pacientes podía percibirla y hasta intentaba trabajarla.4 El ser ahora sujeto de la transferencia ha representado para mí todo un proceso de aprendizaje; operativizar la contratransferencia como respuesta a la transferencia del paciente, me creó la necesidad no sólo de leer sino de aprender más, dado que lo teórico es un campo en el cual únicamente se puede poner distancia, y ahora se me imponía integrar la vivencia con lo emocional. Los cambios más importantes en la vida del paciente se dan en la relación con el analista, en la que repiten su relación con el mundo exterior; los postulados tradicionales de vivencias traumáticas en el pasado, empiezan a cambiar en mi nuevo enfoque, pues no todos han sufrido vivencias traumáticas, sino que existen falsos recuerdos que encubren núcleos de conflicto. Como esto es nuevo para mí, empiezo a integrar la teoría del trauma (que venía utilizando) con nuevos aportes teóricos provenientes del psicoanálisis, pues se complementan unos a otros y esto hace que empiece a ampliar mi visión terapéutica; en efecto, ahora entran a jugar en el espacio terapéutico con mis pacientes la identificación y contra-identificación proyectiva, el acting in y el acting out, tanto

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del paciente como el mío, el trabajar de lo superficial a lo profundo, y del impulso a la defensa contra éste. En mi trabajo aislado paso, de ver 30 pacientes diarios, a un máximo de 10; unos empiezan análisis, pero encuentro que algunos de ellos no son analizables; otros dejan el tratamiento por temor a depender demasiado de mí. En este aspecto, anteriormente me permitía cómodamente dejar que el paciente se fuera, pues estaba presente mi miedo a depender de ellos; pero ahora empiezo a incluirme en el vínculo terapéutico de una manera diferente. El narcisismo propio de quien trabaja solo, y es requerido con frecuencia, me crea conflictos para llevar mis pacientes y ser supervisados; en mi trabajo en solitario quería ser acompañada por otros que me dieran otra mirada y me mostraran lo que yo no veía, mis puntos ciegos, los que gracias a estar en análisis personal ahora podían ser trabajados; pero, a la vez, era duro para mí dejar que otros entraran y espiaran mi trabajo en el consultorio. Además, empiezo a llevar material a Supervisión Colectiva y a mostrar mi antiguo modelo; allí se me hizo notar que hacía muchas preguntas, muchas intervenciones, y me aconsejaron esperar, no actuar como “psicoterapeuta”, quien, como me dijo el Dr. Fabio Eslava en la entrevista para mi ingreso,

El desarrollo de la identidad psicoanalítica es un concepto complejo en cuya génesis intervienen numerosos determinantes, que incluyen: 1. El proceso a través del cual un candidato incorpora partes de su analista, introyecta la función analítica; esto hace que el análisis personal pueda continuar por el resto de la vida del analizando como una operación autónoma y cuasiautomatizada, ahora ya sin la presencia física del analista. 2. Una serie de identificaciones parciales, tanto funcionales como personales, con los supervisores con quienes trabajó algunos casos en su formación como psicoanalista. 3. Identificación con algunos de los profesores con los que compartió la discusión de los seminarios. 4. Identificación con líderes formales, sea por representar una forma prototípica de pensamiento teórico-clínico, por representar una postura ideológica, o por ser representantes de una línea político-administrativa en el ejercicio del poder dentro de la institución psicoanalítica. 5. Un proceso de asimilación final, sedimento de todas las anteriores, en la que se combina algo tan concreto como la identificación con la persona de Freud, y algo tan abstracto como el asumir una personalidad que incluye un proyecto de vida profesional centrado en el ser psicoanalista. ( Asociación Mexicana de Psicoanálisis).


IDENTIDAD Y CRISIS DEL ANALISTA EN FORMACIÓN

“dispara y dispara; aquí hay que esperar para poder interpretar; el material del paciente es fundamental para las intervenciones”; lentamente aprendo lo que en mi supervisión individual me señala el Dr. Mario González: “La forma de llegar al inconsciente del paciente es usando sus propias palabras”; tenía que renunciar a mi propio discurso, el cual era oído y acatado por mis pacientes de psicoterapia. Debía renunciar a ser el Sujeto del Supuesto Saber (Lacan), para entrar a usar el discurso del paciente, a integrarlo a través del sentimiento, y a luchar a la vez contra sus intelectualizaciones y las mías. Empiezo a ver en la Supervisión individual, cómo el paciente va creciendo, y cómo ante un viaje mío regresa a la niñez y necesita ser controlado a causa de sus miedos a la muerte y a la desintegración. Todo esto a la vez que en los seminarios se profundiza en un nuevo modelo de la psicología del self, después de pasar por la escuela clásica, la Kleiniana y otras Escuelas Psicoanalíticas. Yo también voy creciendo como analista, pero a la vez quiero mantener mi status, de psicoterapeuta, a lo que el Dr. Mario González me dice, “tienes dos herramientas de trabajo que hay que utilizar, los señalamientos, confrontaciones, y aclaraciones también son terapéuticas”; así que empiezo a aprender a utilizar las dos herramientas, no a excluir la una por la otra, sino a integrarlas en mi trabajo clínico. A algunos pacientes, analizables para mí, y que estaban en psicoterapia les sugiero entrar en psicoanálisis, lo que unos aceptan pero otros declinan; los que deciden iniciar el

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análisis empiezan a mejorar, pero también a regresionar. Debido a mis años de trabajo solitario como psicoterapeuta, y mi tendencia a mantener patrones fijos en el tratamiento, se genera en mí una crisis, ¿Será que yo sí podré adquirir mi nueva identidad como analista? Era más fácil claudicar, dejar de insistir en un tratamiento que a todas luces asustaba a mis pacientes y de paso a mí misma.5 Pero, ¿el psicoanálisis está en crisis? No hay pacientes para análisis, la mayoría de los analistas, dicen mis profesores, tienen más pacientes en psicoterapia, y mis compañeros de formación enfrentan dificultades para tener pacientes en Supervisión. Si bien mi modelo teórico siempre había sido un tanto Freudiano, pues buscaba las raíces del problema actual en la infancia, utilizaba el “Aquí y Ahora”, traído desde el psicodrama; esta técnica empieza a ser nombrada en los seminarios, pero era un “Aquí y Ahora “desde el psicoanálisis, y la resolución de los conflictos se daba en la relación conmigo: la teoría de Moreno se integraba así con la teoría psicoanalítica. Es así como decido ir a Chile. A finales del año pasado me había llegado información sobre el Congreso de la FEPAL, en Santiago de Chile, y me pareció que era importante para mí como analista en formación, conocer de cerca la crisis del psicoanálisis en America Latina, ver cómo trabajaban los analistas de nuestros países, y saber sí aún habían personas interesadas en aprender y trabajar con esta disciplina. Arribo a Santiago el 23 de septiembre, después de cinco horas y media de vuelo; ha-

“ Para muchos candidatos, ser psicoanalista nos significa un ideal por alcanzar, que tal vez se encuentre poco encarnado en nuestra propia persona; esto sucede al inicio de la formación y, por tanto, requiere de un largo camino de apropiación, de ir armando una identidad, propuesta que será necesario recorrer, aunque no esté exenta de dificultades. Sostener las ansiedades relacionadas a esa identidad en formación, resulta a los candidatos todo un desafío: requiere una actitud paciente, de espera, tolerar incertidumbres, no saber, conduciendo por momentos al desaliento. Construir una identidad implica un camino que no es lineal, envuelve un trabajo de re-elaboración, replanteamiento de viejas estructuras, a partir de lo cual irá surgiendo lo nuevo, y así sucesivamente en un trabajo continuo durante nuestra vida futura como psicoanalistas” (Patricia Natalevich 2008).


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bía viajado sola, o al menos sin compañía, así que voy sin conocer a nadie. Llego a mi hotel y me informo de cómo ir al Hotel Sheraton, sitio del Congreso, y encuentro que queda pasando el puente, tras atravesar el río, a 15 minutos a pie desde mi hotel. La chilena es gente amable, muy hospitalaria, y Santiago es una ciudad moderna, con amplias avenidas, túneles, Metro, etc. Al día siguiente, a las ocho de la mañana, llego al evento; hay gran cantidad de gente inscribiéndose, pero como yo ya me he inscrito, pido mi escarapela y me la pongo; también me dan el Programa, y empiezo a buscar a la Presidenta de la OCAL con la cual me había contactado varias veces por Internet, y quien amablemente me había inscrito como candidata, gracias a lo cual pagué 40 dólares menos; pregunto por ella y me dicen quién es: una mujer joven y cálida me saluda amablemente, pero es requerida por gran cantidad de personas. Se inaugura el Pre-congreso, con los 100 inscritos que fuimos a Chile de los casi 1000 candidatos que hay en America Latina; mi pregunta empieza a ser respondida: no hay pocos candidatos, más bien hay muchos; gente que como yo cree en el psicoanálisis y entra en la aventura de formarse; personas de muchas edades, jóvenes, de edad media y gente madura con experiencia clínica como yo. Empiezan las ponencias de los candidatos de Brasil, Uruguay, Perú, Chile, Argentina, México, todas ellas de alto perfil, y me llama la atención su gran amor por el psicoanálisis; cada ponencia es recibida con agrado y aprobación por cada uno de nosotros; ya en la tarde asisto a supervisiones cruzadas. Supervisan a candidatos de Argentina, Perú, Brasil, México, Chile y Colombia. El Congreso de la FEPAL, se inicia al día siguiente, con1.500 inscritos; mucha gente

interesada en esta disciplina. Me vuelvo a preguntar sobre la Crisis en el Psicoanálisis, y me respondo que debe ser como la mía, debe ser personal de cada analista. En cada una de las ponencias se rescata el trabajo con la contra-transferencia, aprendo, comparto y conozco a analistas de gran experiencia. El Dr. Horacio Etchegoyen, es aclamado en la ceremonia de instalación, inaugura el Congreso el Presidente de la IPA; después asisto a un Taller de Investigación dictado por el Profesor Horst Kächele. Más adelante, Hugo Bleichmar y Enrique Núñez Jasso, hablan sobre “La persona y presencia del analista”. También se tratan múltiples ejes temáticos como Familia y pareja, Cultura y comunidad, Investigación y teoría, Persona y presencia, Identidad analítica, Niños y adolescentes, Clínica, Universidad y formación psicoanalítica, Derechos Humanos, Género y sexualidad, y Neurociencias: En la ceremonia de cierre, concluyen que el Psicoanálisis está saliendo de su Crisis. Regreso a Colombia, con el convencimiento de que superarla depende de cada analista.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS CASAS. Amelia, El Analista en Formación, en “Revista de Psicoanálisis OCAL”, Número 9 Septiembre 2008, página 31. NATALEVICH Patricia, Vicisitudes en la construcción de una identidad analítica, entre lo propio y lo ajeno, en Revista de Psicoanálisis OCAL, Número 9, Septiembre 2008, Página 11. ROCABERT, Juan Vives, La identidad psicoanalítica. Algunas consideraciones institucionales, Documento consultado en la WEB, Asociación Psicoanalítica Mexicana. SILVA, María Teresa, La persona del Analista en formación (una reflexión a partir del documental Santiago), en Revista de Psicoanálisis, OCAL, Número 9, Septiembre 2008, página 101.


RESEÑAS



PSICOANÁLISIS XX (2); 147-149, 2008

VIII CONGRESO INTERNACIONAL DE OBSERVACIÓN DE LACTANTES MÉTODO ESTHER BICK EL DESPERTAR DE LA VIDA MENTAL EN EL ENCUENTRO CON EL MUNDO EXTERNO Buenos Aires, Argentina, agosto 21, 22 y 23 de 2008. El Congreso estuvo organizado por una alianza estratégica entre: ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA APA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES APdeBA FUNDACIÓN KAMALA HILDA BOTERO C.

De todos los continentes acudieron a una cita más, muchos de los Psicoanalistas o Psicólogos comprometidos con la Observación de Bebés. El comité organizador estuvo conformado por: Dra. Graciela Abdala, Dra. Liliana Berta, Dra. Claudia Borensztejn, Lic. Mónica Cardenal, Lic. Violeta Fernández, Lic. Josefina Finzi, Dra. Silvia Neborak, Dra. Clara Nemas Como asesores: Dra. Virginia Ungar, APdeBA – Coordinadora del Comité de Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de la API (COCAP); Dr. Primitivo Gómez, Director del Departamento de Niños y Adolescentes de APA y Miembro de COCAP, por Latinoamérica Los formadores en Observación de Bebés asistimos al pre-congreso el 21 de agosto en el cual se discutió y analizó en el material, la técnica y el método, su desarrollo e implementación. Francia y Argentina presentaron material, y discutieron Brasil y Gran Bretaña.

Principales expositores en reuniones Plenarias: Presenta Margareth Rustin, Londres, Simona Nissim, Italia. Presenta Manjari Keswani, Bombay, Virginia Ungar, Argentina. Presenta Didier Houzel, Francia, Jeanne Magagna, Gran Bretaña. Presenta Meg Harris Williams, Gran Bretaña

Presenta Solange Camauër, Argentina Presentan Michael Rustin, Gran Bretaña, Marina Altman Uruguay Investigación: Supervisión Virginia Ungar Argentina. Supervisiones Colectivas de Material de Observación. Se presentaron más de 50 Trabajos Libres en sesiones simultáneas. En cada una de ellas se expuso magistralmente y fueron luego debatidas y analizadas por los asistentes en cada una de las mesas de discusión. De todos estos temas podríamos resaltar: • Alicia Beatriz Dorado de Lisondo (Brasil) Observación de bebés. Método de observación de bebés de Esther Bick. Evolución y transformación con las contribuciones de W. R. Bion y Donald Meltzer. • Hilda Botero C. (Colombia) Un continente para un contenido. Acción alfa del continente. • Vanesa González Rizzo Krasniansky (México) Surge un nuevo cuerpo: la relación continente-contenido desde la Observación de Bebés. Enlaces. • Savy McKenzie Smith (Gran Bretaña) Observación de gente de edad. Un estudio aplicado utilizando la técnica de observación de bebés de Esther Bick./ Observational study of the elderly (An Applied Study utilizing Esther Bick’s Infant Observation Technique)


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• Dra. Graciela Ball y Lic. Andrea Austa (Argentina) Un paso adelante en el método Esther Bick: su inserción en la carrera de puericultura para prevención perinatal a nivel comunitario. • Leandro Stitzman (Argentina) Momentos en el albor de una mente. Hacia un modelo del nacimiento mental. • Nara Amália Caron y grupo (Brasil) - El bebé y sus majestades: algunas reflexiones sobre el desamparo humano. • Miriam Botbol Acreche (España) Bebé ¿Bienvenido al mundo? • Hilda Botero, Carmen Córdoba, José Cuellar, andrea Guido, Carolina Alonso (Colombia) Cambios del clima emocional en la atmósfera familiar. Un clima que Felipe no logra regular. • Deborah Blessing y Karen Block (E.E. U.U) Sewing on a shadow: acquiring dimensionality in a participant-observation. / Cosiendo una sombra. Adquiriendo tridimensionalidad en una observación participante. • Jeanne Magagna y Becky Bailey (Gran Bretaña) Comprehending with compassion and its influence on being with grief alone. / Comprender con compasión y su influencia en la posibilidad de tolerar el dolor a solas. • Mariângela Mendes de Almeida, Lilian Finkelstein, Nathalia Teixeira Caldas (Brasil) Psychoanalytic observation and resonante within the supervision group. • Rosella Sandri (Bélgica) L´observation Dans la situation analytique / La utilidad de la observación del bebé en el trabajo psicoanalítico con pacientes adultos. Adriana Ribas, Lea Lubianca Thorman, Nara Amalia Caron (Brasil) Transferencia: transitando de la Observación de Bebés a la clínica psicoanalítica. • Régine Prat. Atelier Marie Cossart, Sophie Gariel-Bataille (Francia) La précarité psychique. • M. Clotilde Juárez-Hernández (México) Dificultades en el amamantamiento de un infante con síndrome de Down.

Todos los trabajos libres se reunieron en dos publicaciones exclusivas para el Congreso. 10 Workshops simultáneos presentaron temas importantes de la aplicación de la Observación de Bebés en diferentes ámbitos. Asistí al congreso con tres ponencias: 1. Un Continente para un Contenido. Acción Alfa del Continente, presentado también en febrero de 2008 en el Congreso de Bion en Roma. La observación de una bebita canguro y sus vicisitudes con la alimentación. 2. Cambios del clima emocional en la atmósfera familiar. Un clima que Felipe no logra regular. Las dificultades, para un bebé, de mantener un clima emocional familiar, y recurre entonces a la somatización para comunicar sus estados emocionales. Trabajo realizado por el Grupo de Observación que dirijo hace varios años. 3. Emociones en la URN. Un Modelo de Atención Integral Físico-Emocional en la Unidad de Recién Nacidos. Este último fue el tema de un Workshop, se refiere al trabajo de atención emocional realizado en la Unidad de Recién Nacidos del Hospital San Ignacio en la ciudad de Bogotá. Esta experiencia despertó enorme interés y entusiasmo, surgieron muchas inquietudes y contactos para futuras discusiones. Las experiencias de Observación compartidas por tantas latitudes afianzan cada vez más el método de Observación de Bebés Esther Bick, como una oportunidad para el trabajo clínico e investigativo. Se hace evidente cómo el método está desarrollándose en todos los países del mundo con una acogida abrumadora, lo que exige una constante vigilancia y revisión de sus aplicaciones y descubrimientos. El método en sí mismo y sus aplicaciones realizan la función contenedora y de pensamiento de las emociones desde el primer momento en que el ser humano entra en acción en el mundo.


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Los congresos de Observación de Bebés se realizan cada dos años, intercalando un Encuentro Internacional de Formadores y un Congreso Internacional del Método y sus Apli-

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caciones. El próximo Encuentro de Formadores será en Ciudad de Méjico en 2010 y el próximo Congreso Internacional, en Senegal en 2012.

XXVII CONGRESO LATINOAMERICANO DE PSICOANÁLISIS “PERSONA Y PRESENCIA DEL ANALISTA” Santiago de Chile - Chile, 25 al 27 de septiembre 2008 BETTY ACOSTA ZULETA

El congreso “Persona y presencia del analista”, nombre que llevaba en sí mismo la pregunta por el quehacer del Psicoanalista, y bajo el cual se desarrollaron los múltiples ejes temáticos (Niños y adolescentes; Derechos humanos; Familia y pareja; Género y sexualidad; Clínica, Psicoanálisis y Neurociencias); tuvo la finalidad de mostrar la tarea del analista en Latinoamérica, cursos sobre los diferentes desarrollos del Psicoanálisis en nuestra región, que mostraron el acervo del trabajo e inquietudes del quehacer del analista. Personalidades como Horacio Etchegoyen, Hugo Bleimar, Sonia Abadi, Roberto Jordan y otros, muestran desde diversas perspectivas cómo la Contra-transferencia cada vez más es uno de los instrumentos fundamentales de la técnica. La visión crítica de la teoría y los aportes para una mejor implementación de la

misma fue uno de los aspectos que más llamaron mi atención, debido a la necesidad del analista de ingresar a nuevos desarrollos, tomando en cuenta los cambios que se van dando a nivel global, que planteaban intentos teóricos nuevos en los cuales se incluía el concepto de red para hablar de la comunicación entre analista y paciente; además, la lectura del cuerpo en la sesión analítica, en especial el del analista, y su participación en el trabajo clínico y lo que éste tiene que decir sobre el tópico de los derechos humanos, etc. La Investigación en Psicoanálisis, taller dictado por el Profesor Horst Kächele, y al cual asistí, me permitió conocer aplicaciones metodológicas, concluyendo que así como la práctica del psicoanálisis es un arte también en sentido investigativo es una ciencia.

III SIMPOSIO DE PSICOLOGÍA PERINATAL Clínica Colsanitas “Vínculo Afectivo: Los lazos que nos unen” Bogotá, Noviembre 21 y 22 de 2008. Hotel Cosmos 100 HILDA BOTERO C.

La Psicología Perinatal, cada vez más, es un campo que se impone en su necesidad de comprender la integración del mundo físicoemocional del bebé que llega al mundo. Hace

tres años comenzó, en el marco del Congreso de Perinatología de Colsánitas, un espacio dedicado a la vida emocional del bebé intrauterino y del recién nacido. El último


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encuentro, el tercero, con mayor autonomía y con tiempo y espacio propios para su desarrollo, se llevó a cabo en el Hotel Cosmos, en Bogotá. Contó con una nutrida asistencia de ésta y otras ciudades de Colombia. Los siguientes fueron los temas tratados durante toda la jornada: Como invitada Internacional la Licenciada Gabriela Muniagurría, quien compartió su vasta experiencia en trabajo con padres con sus bebés hospitalizados en el Sanatorio Mitre Buenos Aires. - Óbito fetal y muerte neonatal: Cómo ayudar desde el apego. - Padres en la UCIN y los equipos de salud: Los lazos afectivos - Taller de masajes al recién nacido y diseño de programas de atención en Unidades de Recién Nacidos. Los temas que se presentaron durante la jornada del Simposio abarcaron interesantes y sensibles exposiciones a cargo de profesionales comprometidas con pensar sobre la vida mental y trabajar para lograr un mejor desarrollo psíquico, como respuesta a unas mejores relaciones padres-hijos. Las conferencias que se llevaron a cabo abordaron los siguientes temas: Relaciones Primarias y Vínculo Afectivo: La Historia: Dra. Hilda Botero C. Infertilidad: Cuando desear un hijo no es suficiente: Dra. Adriana Chaves Maternidad y Paternidad Adolescente Necesidad de una Matriz de Apoyo: Dra. Hilda Botero C.

Interrupción Voluntaria del Embarazo y Objeción de Conciencia: Marco Legal: Dra. Ana Maria de Brigard Prematurez y Programa Canguro: Vínculo Temprano: Dra. Paola Suárez Patología Vincular: Dra. Myriam Alarcón de Soler Diagnóstico prenatal de anomalías e Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE): Cómo participa el Apego: Dra. Sandra Zorro Adopción: El vínculo más allá de lo biológico Dra. Adriana Chaves Cuando papá no está. La ausencia del padre como un factor generador de violencia: Dra. Hilda Botero C. Sensibilidad Materna: Organizador de la seguridad vincular. Dra. Sandra Juliana Plata Secretos familiares y su impacto en los vínculos: Dra. Myriam Alarcón de Soler El Psicoanálisis ha tenido importante representación en estos eventos, desde sus inicios, con ponencias todas ellas dedicadas a la experiencia de abordar la emocionalidad de la madre, el padre y el bebé durante la gestación, el parto y las primeras relaciones padres-hijos. Sus intervenciones se llevan a cabo en el marco de los desarrollos más recientes en la actividad psicoanalítica, el Psicoanálisis de bebés, por ejemplo, la Observación de Bebés en Unidades de Cuidado Neonatal, y las intervenciones terapéuticas a grupos de madres y padres con bebés prematuros y hospitalizados. La realización del Simposio cumplió con las expectativas respecto a una nutrida asistencia, y sobretodo, a la discusión y compromiso con los temas tratados.


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PSICOANÁLISIS XX (2); 153-160, 2008

PRESENTACIÓN Y LANZAMIENTO PRESENTACIÓN REVISTA PSICOANÁLISIS Nueva época El sábado 18 de octubre de 2008, en el auditorio Henry García Escobar de la Clínica Montserrat en Bogotá, se llevó a cabo la presentación de Psicoanálisis, Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana, en su nueva estructura, ajustándose a los requerimientos de Colciencias para su ingreso al Índice Internacional de Publicaciones Científicas, sistema Publindex. El acto se llevó a cabo desde las 11:40 a.m. y asistieron varios miembros de la Asociación, además de algunos invitados al evento. El programa se inició con unas palabras de la Directora de la APC, Dra. Aura Victoria Carrascal; continuó con la Presentación de los artículos elegidos para este número, por parte de la Editora, Dra. Hilda Botero C., quien además explicó las novedades y expectativas de la nueva estructura de la publicación.

Dra. Aura V. Carrascal

la Sociedad Brasilera de Psicoanálisis, de Río de Janeiro. Seguidamente, la Dra. Luz Stella Núñez, presentó el trabajo “Cuando papá no está. La ausencia del padre como un factor generador

Dr. Fabio Eslava C.

Dra. Luz Stella Núñez

El Dr. Fabio Eslava C., presentó “El Fanatismo, una perversión del Narcisismo”, del Dr. Rogeli Armengol, de la Asociación Española de Psicoanálisis. La Dra. Aura V. Carrascal, presentó “Rumbo a la Subjetivación. Lo esencial en la atención al adolescente”, del Dr. Sergio Nick, de

de violencia”, de la Dra. Hilda Botero C. de la APC. Para finalizar el evento, la Dirección de la Revista ofreció una Copa de Vino a los asistentes, a la vez que los invitó a participar activamente, con sus aportes intelectuales, en esta nueva etapa de la publicación.


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LANZAMIENTO DEL LIBRO SENTIMIENTOS, EMOCIONES, PASIONES Y SÍNTOMAS DEL DOCTOR ISMAIL YILDIZ El 18 de octubre de 2008, en el marco del lanzamiento de la nueva estructura de la Revista Psicoanálisis, y el Encuentro de Candidatos del IDEAL, se presentó el Libro del Dr. Ismail Yildiz, Psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana, titulado Sentimientos, Emociones, Pasiones y Síntomas. Estudios Psicoanalíticos y aplicación a un caso clínico. El Dr. Mario González pronunció las siguientes palabras. Felicito a los candidatos del Instituto de Enseñanza de la Asociación Psicoanalítica Colombiana por su excelente presentación sobre los aspectos más prominentes de las dificultades en el ejercicio del Psicoanálisis; a la doctora Hilda Botero por el éxito editorial de la remozada revista de la Asociación; y al doctor Yildiz por la presentación de su libro.

Me honra la distinción que se me ha hecho para referirme en esta ocasión a esa importante obra. Con la aparición del libro Sentimientos, emociones, pasiones y síntomas, el doctor Ismail Yildiz se consagra como el Psicoanalista serio, dedicado y creativo que todos conocemos desde su ingreso a la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Esta obra me ha inspirado profundas reflexiones, tanto teóricas como clínicas, las cuales me gustaría compartir con los colegas, en profundidad y con suficiente disponibilidad de tiempo, en ocasión más propicia. En consecuencia, le solicito a la doctora Aura Victoria Carrascal, presidenta de la Asociación, que incluya en la programación de este año un evento académico convocado específicamente para

Dr. Ismail Yildiz. APC.

Dr. Mario González V. APC

este fin. La presentación de hoy, enmarcada en el ámbito social, no se ubica en el nivel científico, como es obvio, pero eso no impide que me refiera a ciertas particularidades que deseo destacar. Entre éstas, a la vocación del autor por hacer “anotaciones personales” de cuanto conocimiento psicoanalítico se encuentre.

Es así como en el prólogo dice con claridad: “Anoté mis consideraciones personales sobre las teorías de varios autores en sus partes respectivas y mis consideraciones más generales sobre las teorías de afectos y síntomas”. Al leer el párrafo anterior recordé de inmediato un concepto que Greemson expresó en


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la introducción de su libro Técnica y práctica del psicoanálisis, en 1976. Escribió el destacado psicoanalista: “Tengo la impresión de que es muy peligroso permitir que se transmitan de palabra ambigüedades, divergencias y desviaciones de analista a analizando, de analista supervisor a candidato y de colega a colega en discusiones privadas sin ser debidamente anotadas y reconocidas por lo que son en realidad” (cursivas mías). Esta coinci-

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dencia, por sí sola, coloca el libro del doctor Yildiz entre las obras de psicoanálisis que dan fe de la labor concienzuda del científico y que aseguran el proceso riguroso que debe seguir la ciencia que todos compartimos en la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Razones más que suficientes para recomendar no sólo la lectura de la obra, sino fundamentalmente su estudio concienzudo.


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ACTIVIDADES INSTITUCIONALES 2009 ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA COLOMBIANA PROGRAMACIÓN DE ACTIVIDADES ACADÉMICAS FECHA Feb. 7/09 Mar.07/09 Mar.21/09

ACTIVIDAD PONENTE Preparación a la presentación del Trabajo del Instituto de Enseñanza de Psicoanálisis Dr. Gabbard IDEAL Terminación del análisis

Presentación del trabajo “Terminación del Análisis” Elaboración sobre la conferencia del Dr. Glen Mar.28/09 O. Gabbard. Presentación Material Clínico Abr.18/09 En torno al hombre de las ratas VIII Encuentro de Intercambio Regional May.8-9/09 Congreso de Niños y Adolescentes Congreso Psicoanálisis de Niños: Jun.06/09 Caso Juanito Congreso Investigación Convergencias y Divergencias Resultados y otros Jul.04/09 Encuentro de Didactas Ago.01/09 Presentación Material Clínico Ago.22/09 Integración del psicoanálisis con ciencias médicas. Ej.: Alrededor de la depresión Sep.12/09 Presentación Material Clínico Sep.26/09 Presentación Material Clínico Oct.03/09 Encuentro de Candidatos Oct.24/09 Cine Foro Nov.07/09 Material clínico “Medicina Psicosomática” Nov.21/09 Material clínico

Drs. Alvaro Méndez Italo di Ruggiero Dr. Glen O. Gabbard Instituto de Enseñanza, IDEAL Drs. Edgard Yamhure Pedro Oróstegui Federación Colombiana de Psicoanálisis Drs. Pedro Vargas Danilo Diazgranados María V. Niño y otros Didactas Drs. Hilda Botero -Lilián Morales

Dra. Betty Acosta-Alba Arias Dr. Mario González-Josefina Sarmiento Dra. Betty Acosta (Presidenta) Dr. Italo di Ruggiero Dra. Luz Stella Núñez Dr. Alberto Álvarez

Las actividades se realizarán los días sábados a partir de las 9:00 a.m. en el Auditorio Henry García Escobar de la Clínica Montserrat, o en su defecto en otro salón. INFORMES: Dr. PEDRO VARGAS NAVARRO Director RELACIONES SOCIETARIAS APC. apscol@gmail.com – TEL. 522 7627


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SOCIEDAD COLOMBIANA DE PSICOANÁLISIS CURSO INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS FECHA Enero 29 Febrero 5 Febrero 12 Febrero 19 Febrero 26 Marzo 5 Marzo 12 Marzo 26 Abril 2 Abril 16 Abril 23 Abril 30 Mayo 7 Mayo 14 Mayo 21 Mayo 28 Junio 4 Junio 11

CONFERENCIA Teoría de Klein Teoría de Bion Teoría de Winnicott Teoría de Kohut Contribuciones Francesas Contribuciones Latinoamericanas Colombianas Terapia vincular y Psicoanálisis Familia y Pareja Neurosis Psicopatología Borderline Psicosis Adicciones Patología de Niños Duelo Patología de Adolescentes Suicidio Presentación Material Clínico de Adultos Presentación Material Clínico de Adolescentes Presentación Material Clínico de Niños

CONFERENCISTA Bernardo Alvarez Eduardo Gómez Lucía Restrepo Mario González Alejandro Rojas Luz Marina Orejarena Sara Patricia de Coral Ricardo Yamín Fanny de Laverde Efraín Noguera Pedro Fernández Bertha Gamarra Carlos Enrique Ramírez Camilo Jácome Jorge Ballesteros Luis Fernando Orduz Martha Lapacó Laura Brainsky

Los precios para el curso son los siguientes: Profesionales: $530.000 Estudiantes: $450.000 Grupos de más de tres personas: $400.000 cada uno. El curso comienza el jueves 29 de Enero/09, de 7:30 pm - 9: 30 pm, será dictado en la sede de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis Cra. 14A Nº 102-52 - Tel. 610 0508

JORNADAS PSICOANALÍTICAS FACTORES TERAPÉUTICOS DEL PSICOANÁLISIS

30 y 31 DE MAYO DEL 2009

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FEDERACIÓN PSICOANALÍTICA DE AMÉRICA LATINA “FEPAL” VIII ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE PSICOANÁLISIS DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE EN UNA SOCIEDAD VIOLENTA. Bogotá, D.C., Mayo 8 y 9 PROGRAMACIÓN MÓDULO Nº I. A cargo de los delegados de FEPAL Doctores: Magda Passos-Brasil; Johanna Trip-Venezuela; Teresita Suárez-Argentina; Camila de Carvajal-Colombia Viernes 8 de Mayo: 8:00 a.m. - 8:15 a.m. Inauguración. Palabras del Presidente de SOCOLPSI. Dr. Camilo Jácome 8:15 a.m. - 12:30 m. Presentación material clínico de un niño (Plenaria) Discusión en subgrupos Plenaria: Discusión de aspectos teórico-técnicos sobre el material clínico presentado. Presentación de un material clínico de un adolescente (Plenaria) Discusión en subgrupos Plenaria: Discusión de aspectos teórico-técnicos sobre el material clínico presentado Este modulo se dictará en el auditorio de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis (Exclusivo para Psicoanalistas) MÓDULO Nº II INFANCIA Viernes 8 de Mayo: 2:15 p.m. - 3:15 p.m. Las formas de violencia que alteran la capacidad de pensar, en el niño. Dra. Beatriz Miramón. Asociación Psicoanalítica Argentina 3:15 p.m. - 4:15 p.m. Imagen y violencia. Dra. Johanna Trip. Asociación Venezolana de Psicoanálisis REFRIGERIO 4:40 p.m. - 5:40 p.m. La violencia silenciosa en el niño y el adolescente. Dra. Magda Passos. Sociedad Psicoanalítica de Recife. Brasil MÓDULO Nº III ADOLESCENCIA Sábado 9 de Mayo: 8:15 a.m. - 9:40 a.m. Trastornos de comportamiento en adolescentes Panel: Dr. Eduardo Gómez. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis y Dr. José Luís Islas. Asociación Psicoanalítica Mexicana. 9:40 a.m. - 10:40 a.m. Tribus urbanas. Dr. Luis Fernando Ordúz. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis REFRIGERIO 11:00 a.m. - 12:00 m. Pornografía en medios de comunicación. Dr. Juan Rafael Padilla H. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis MÓDULO Nº IV FAMILIA Sábado 9 de Mayo: 2:15 p.m. - 3:15 p.m. Buscando a María. Un caso de abuso sexual infantil. Dra. Sara Patricia de Coral. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis 3:15 p.m. - 4:15 p.m. Violencia y mundo interno de paciente y analista. Dra. Teresita Suárez. Sociedad Psicoanalítica de Mendoza. Argentina 4:40 p.m. - 5:40 p.m. Campo Santo. Dr. Alejandro Rojas-Urrego. Sociedad Colombiana de Psicoanálisis

ORGANIZAN: SOCIEDAD COLIMBIANA DE PSICOANÁLISIS SOCIEDAD PSICOANALÍTICA FREUDIANA DE COLOMBIA INFORMES E INSCRIPCIONES: cursos_seminarios@socolpsi.org Carrera 9° N° 117- 20, primer piso • Tels.: 610 0508 - 611 3831 • Fax: 616 4924 Lugar: Auditorio Asociación Médica de los Andes


NOTAS

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ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE PSIQUIATRÍA CONGRESO DE RESIDENTES DE PSIQUIATRÍA

SEDE ASOCIACIÓN

BOGOTÁ D.C.

MAYO 1y2

XLIII CONGRESO COLOMBIANO DE PSIQUIATRÌA

CENTRO DE CONVENCIONES HOTEL LAS AMÉRICAS

CARTAGENA DE INDIAS D. C. Y T.

OCTUBRE 8 - 12

UNIVERSIDAD EL BOSQUE INSTITUTO COLOMBIANO DEL SISTEMA NERVIOSO CLÍNICA MONTSERRAT XII SIMPOSIO INTERNACIONAL DE ACTUALIZACIONES EN PSIQUIATRÍA. PROFESOR HUMBERTO ROSSELLI

AUDITORIO UNIVERSIDAD EL BOSQUE BOGOTÁ D.C.

Dres. Glenn O. Gabbard Charles B. Nemeroff Steven Southwick

MARZO 20, 21, 22

POSTGRADO DE ESPECIALIZACIÓN EN PSIQUIATRÍA PROGRAMA VIERNES ACADÉMICOS PRIMER SEMESTRE 2009 FECHA

TEMA

PROFESORES

Enero 30

Clínica Psicosocial. Implicaciones para las víctimas de violencia.

Dr. Alfonso Rodríguez González.

Febrero 13

Bases de meditación y relajación como coadyuvante terapéutica en la consulta psiquiátrica.

Dr. Galo Salvador Utreras.

Febrero 27

El sesgo de publicación en literatura científica.

Dr. Carlos Gómez Restrepo.

Marzo 13 Marzo 27 Abril 24

Aproximación Psicoanalítica sobre el transexualismo. Neurobiología del Apego. Principios y desarrollo de la terapia conductual cognoscitiva. El cerebro del hombre y el cerebro de la mujer: Algunas diferencias?

Dr. Ulises Santaella Gutiérrez. Dr. Roberto Chaskel Heilbronner. Dra. Patricia Martínez Serrano.

Mayo 22

Violencia y terrorismo.

Dr. Carlos Gómez Fuentes.

Junio 5

Psiquiatría en el Japón.

Dr. Yoshiaki Ishii.

Junio 12

Cuerpo mente espíritu, hacia una nueva vieja terapéutica

Dra. Aura Victoria Carrascal Márquez.

Mayo. 8

Dr. Leonardo Palacios Sánchez.

Informes e inscripciones: Clínica Montserrat Calle 134 Nº 17-71 - Tel. 259 6000, Ext. 6009 - 6010


NORMAS DE PUBLICACIÓN Psicoanálisis, Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana es la publicación oficial de la Asociación. Tiene como finalidad difundir el pensamiento psicoanalítico en sus aspectos teórico-prácticos y de reflexión, acerca de su ejercicio en la comprensión de la salud mental y emocional. Están invitados a contribuir con sus producciones escritas psicoanalistas, candidatos en formación, y todos aquellos autores, tanto nacionales como internacionales, interesados en el pensamiento psicoanalítico, que contribuyan a mantener un espacio de diálogo, investigación y conocimiento.

DESCRIPCIÓN DEL MATERIAL DE PUBLICACIÓN Los artículos postulados deben ajustarse a una de las siguientes modalidades: 1. Artículo de Investigación científica y tecnológica. Documento que presenta de manera detallada, los resultados originales de proyectos de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes Fundamentales: Introducción, Metodología, Resultados y Conclusiones (esquema IMRYC). (Que en el caso de las Ciencias Humanas, se puede traducir en: Introducción, Marco Teórico, Presentación de Caso y Discusión, y Conclusiones). 2. Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales. 3. Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por los menos 50 referencias. 4. Ensayo. Documento que constituye una forma flexible y abierta para exponer ideas o defender una tesis conceptual sobre cualquier tema desde varias ópticas. Por definición, es un texto en el que se apunta alguna idea y se reflexiona sobre ella, sin que se llegue a agotar el tema principal. Más que un texto de valor demostrativo, se trata de una invitación al pensar y a la reflexión sobre algún tópico, desde un nuevo enfoque más creativo. 5. Reseña Bibliográfica. Informe usualmente crítico sobre el contenido y cualidades de un libro; se puede también realizar una Reseña Hemerográfica cuando ésta se refiere al contenido de una artículo de interés, aparecido en alguna publicación afín. 6. Reseña Periodística o de Difusión. Información sobre eventos culturales, académicos y/o artísticos que puedan considerarse de interés para la comunidad psicoanalítica o en general para lectores de la revista. Se pueden comentar aspectos de obras de arte (Exposiciones, obras de Teatro o Cinematográficas, o incluso Documentales de TV) y eventos Culturales, que guarden relación explícita o tácita con los temas de interés dentro de la comunidad científica.


7. Además, la revista publica en español Reporte de casos, traducción de artículos de revistas psicoanalíticas -previa autorización del autor- resúmenes de libros, tesis de grado en psicoanálisis, artículos de psicoanálisis aplicado, una vez sean aceptados por el comité editorial por su calidad e interés. Los trabajos deben presentarse a 1.5 espacio; tipo de letra Arial 12 o Times New Roman 12; hasta 30 páginas; Título; no menos de tres (3) Palabras clave; un Resumen de hasta 200 palabras. Todo esto en inglés y en español. Los autores deben enviar sus escritos a la Asociación Psicoanalítica Colombiana, dirección de la revista, por correo electrónico a: apscol@gmail.com o revista@asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co, o hacerlos llegar en medio magnético, con original y copia impresa a la Calle 134 Nº 17-71. Todas las contribuciones serán evaluadas por árbitros expertos asignados por el comité editorial, quienes dictaminarán acerca de la calidad, pertinencia, originalidad e importancia del trabajo sometido a consideración. El comité editorial comunicará su aceptación o no aceptación, así como las sugerencias para su modificación en un plazo máximo de dos meses a partir de su recepción. Los artículos serán sometidos a una revisión de Estilo con derecho a alterar el texto sin modificar su contenido. El autor deberá llenar la ficha de información que se anexará a la revisión de su escrito, y en la cual comunicará su dirección, teléfono y correo postal y electrónico para cualquier notificación y para la remisión del material físico de publicación. Cada autor recibirá dos ejemplares de la Revista en la cual se encuentra su contribución. Una vez la aceptación del artículo sea conocida por el, o los autores, éstos deberán enviar su artículo con Carta de aprobación y revisión propia del material, así mismo comunicar si el trabajo ha sido publicado anteriormente. En caso de haberlo sido, total o parcialmente, en otro medio impreso, deberá anexarse la aprobación por parte de los editores para su publicación en Psicoanálisis. A su vez, enviarán carta al (la) editor (a) de la revista transfiriendo los derechos de autor a la Revista Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Las citas y referencias bibliográficas deben ceñirse, en general, al sistema Harvard-APA, no se escriben a pie de página, además, deben tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones. 1. Para citar en el texto principal a) Cita directa (o textual): Se utiliza el apellido del autor, seguido de coma, la fecha de escritura (si se conoce) o publicación, seguida de dos puntos y la página correspondiente, todo entre paréntesis. Ejemplo: Es bien sabido que “la consecuencia de una vida desordenada es una vejez prematura” (Harison, 1968:56) O bien,


Harrison (1968: 56) dice que “la consecuencia de una vida desordenada es una vejez prematura.”

b)

c)

d)

e)

Si un autor tiene más de una publicación en el mismo año, se acompaña la fecha con una letra minúscula, según el orden en que aparezca en el texto: Ejemplo: Harrisson, en dos estudios recientes (1968a, 1968b) sugirió que…. O bien, Harrisson, inicialmente (1968a), sostuvo tal proposición, pero luego (1968b), tras nuevos estudios, añadió… También, separadamente: Harrison (1968a), sostuvo que… […] Nuevos estudios (Harrisson, 1968b) demostraron Cuando una cita es indirecta, es decir, que se menciona la idea del autor pero no se cita textualmente, no se coloca la página de referencia: Ejemplo: Es preciso tener en cuenta el estilo de vida, cuando estudiamos pacientes de edad avanzada (Harrisson, 1968) Para citar varios autores, hasta cinco, escriba los apellidos de todos ellos sólo la primera vez, de resto, utilice las siglas et al., o, y col (y otros/ y colaboradores). Ejemplo: La primera vez sería, (Harrisson, Lorimar y Muhler, 1969:55) Pero, posteriormente, (Harrisson, et al., 1969: 75) Cuando necesite citar como fuente a un autor desconocido o anónimo puede, en el primer caso, citar las primeras palabras del título, seguidas del año y la página; en el segundo caso, utilice la palabra Anónimo, seguida por el año y la página. Ejemplo: En una reciente publicación (Manual de epidemiología…, 1995: 3), se asegura… O bien, (Anónimo, 1546: 85) Cuando se trata de una cita de cita, es decir, cuando es necesario referenciar una investigación que se encontró en otro trabajo, el procedimiento es el siguiente: Lemon (1960; 45), citando a Stands (1958), quien recuerda que… Stands (1958), citado por Lemon (1960: 45), recordaba que… Se pudo establecer (Stands, 1958, citado por Lemon, 1960: 45) que… De hecho se sabe (Lemon, 1960: 45, citando a Stands, 1958) que…

2. Para presentar las Referencias Bibliográficas al final del trabajo El listado debe organizarse alfabéticamente, según el apellido del autor. Los títulos de libros, nombres de revistas, enciclopedias, diarios, etc., deben destacarse utilizando siempre letra cursiva. Así: a) AUTOR-apellido con mayúscula sostenida, nombre con mayúscula inicial o sólo las iniciales- (año de escritura – si se conoce- o de edición), Título del libro, Editor, lugar de publicación, año de la publicación.


Adicionalmente, nombre del traductor (cuando lo haya), número de edición, a partir de la segunda y, si se considera relevante, el nombre del prologuista (si lo hay), o cualquier otro dato que se considere relevante. Ejemplo: LEMON, John (1968), Mis años en el orfanato, Penguin Books, London, 1980, 2° edición corregida por el autor, traducción de Juan Pérez, prólogo de César Pagano. O bien, HARRISSON, F. (1975), Mis años en el Tíbet, Penguin Books, Londres 1980. b) Igualmente, si hay más de un autor: LEHMAN, J., BANKS, G., MANN, H., (1980) Estudios sobre..., Harvard University Press, Cambridge, 1990. c) Si se trata de un artículo en una revista, el procedimiento es el siguiente: AUTOR, Nombre del artículo, en Nombre de la revista, volumen, número, año, páginas. Ejemplo: NICK, Sergio, Rumbo a la subjetividad, en Psicoanálisis, APC, Vol. XX, N° 1, enerojunio 2008. Pp. 51 – 60. d) Para citar un documento en la red: AUTOR, Nombre del artículo, en línea, dirección URL, (fecha de consulta). Ejemplo: BOTERO, J. El Teatro en Colombia, en línea, http:www.academiacharlot.edu.co (Consultado en marzo 20 1998) e) Para citar un documento electrónico: Mcconnell, Wh. “Constitucional History”, en The Canadian Encyclopaedia, (CDROM). Macintosh versión 1.1. Toronto: McClelland & Stewart, 1993. ISBN 0-77101932-7.

DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN: Editorial Kimpres Ltda. PBX: 413 6884 Diciembre de 2008


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