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Covid-19 y gripe estival, ¿cuánto se parecen?

Por Dr. rAM iro H E r ED i A *

Amedida que avanzó la pandemia, expertos de todo el mundo comenzaron a hablar sobre la posible transición del SARS-CoV-2 hacia algo más “similar a la gripe”, como parte de aquella evolución natural en la que un virus se vuelve menos mortal para poder continuar su propagación en la población.

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Sucede que tanto el SARS-CoV-2 como el virus de la influenza tienen como blanco el epitelio respiratorio y, en ese sentido, las células que infectan son bastante similares. Sin embargo, hay diferencias en lo que requiere cada uno para infectar a las personas: mientras que la influenza precisa de la hemaglutinina y de la neuraminidasa, el SARS-CoV-2 emplea a la proteína S para infectar a los humanos.

Hay similitudes cuando se habla de infecciones respiratorias agudas: ge - neralmente, las personas tienen dolor de garganta, secreción nasal y, a veces, una sensación general de fiebre y dolor. Pero el Covid-19 también causa una variedad de síntomas que habitualmente no se ven con la gripe, como la pérdida de los sentidos del olfato y del gusto. dedico a observar el estilo de letra que se usó, el tipo de papel, la inicial de la primera página y las viñetas que suelen acompañar el principio y el final de cada capítulo. dencia y el patriotismo a finales del siglo XIX, las cualidades humanas y familiares a principios del siglo XX, los ganados, las mieses y el trabajador rural poco después, y textos algo más internacionales y culturales al entrar los años 60.

La respuesta inmunológica puede ser diferente de una persona a otra y eso significar la diferencia entre la vida y la muerte.

En los primeros días de la pandemia, la tasa de mortalidad por la infección del Covid-19, es decir, la proporción de personas que murieron después de contraer la enfermedad, fue mucho más alta que la de la gripe.

Se cree que los factores que afectan la mortalidad del Covid-19 incluyen la edad, la ubicación y el origen étnico de una persona, así como el lugar en donde vive y trabaja.

Es así que tengo una hermosa colección de libros de lectura del primario y algo del secundario, que abarcan desde la mitad del sigloXIX -con un tomito cuyas letras están en cursiva, como si se hubiera escrito el texto a mano-, hasta llegar al más “nuevo”, editado en la década del 60.

Demás está decir que he resguardado en mis estanterías muchos tomos cedidos por otras personas. Casi todas estas obras son ilustradas, algunas muy bellamente, y esa es una segunda condición que me deleita: la hermosura de las imágenes y dibujos a tinta y pluma, otras como si fueran acuarelas en diferentes tonos de grises, generalmente copias de cuadros de pintores famosos que van a dar sentido a algún texto especial, generalmente, una poesía.

Nunca me había dado cuenta de esto, pero como cada tanto me gusta sentarme rodeada de estos libros, intentando descifrar el país que hemos sido y somos, siento una especie de tristeza: al hojearlos así, como si tuviéramos la visión de una película que pasa en cámara rápida: es indudable que hemos ganado mucho con la tecnología, pero perdido mucho a otros niveles.

“Amo los libros también como objetos. A veces me siento a mirar las bellas ilustraciones, el estilo de letra y la encuadernación.”

En esos casi doscientos años de libros de lectura encuentro versos de poetas famosos, ya de nuestro idioma, ya traducidos del francés, el inglés o el italiano, y textos cortos sobre temas que varían según las épocas en que fueron editados: la indepen-

Quizá sean mis muchos años, pero no creo que un joven de hoy tenga tanto cariño por sus celulares o los libros electrónicos como para coleccionarlos por amor, y al releerlos, recordar claramente la voz de una maestra querida o la emoción despertada por un paisaje en acuarela que le recordó un lugar donde se enamoró por primera vez,

Sugerencias: 1) Enseñemos a los niños a amar el libro por sí mismo; 2) Recordemos que la escritura ha conseguido sobrevivir por siglos, en la piedra, en el bronce y también en algo tan frágil como el papel.

Una investigación indicó que la mortalidad por la infección del Covid-19 ahora es igual o menor que la de la gripe (alrededor del 0,04%), mientras que a mediados del 2020 era veinte veces más probable que el Covid-19 matara a las personas que la gripe.

Por otra parte, el SARS-CoV-2 muta, evoluciona y forma nuevas variantes que han estado alimentando nuevas olas de contagios.

Este patrón de comportamiento es similar a lo que sucede cada año con la influenza, por lo que la vacuna contra la gripe debe reformularse en función de las variantes que van surgiendo. Mucha gente se ha olvidado de que cuando el Covid apareció por primera vez en la población humana, era un virus animal completamente nuevo para nosotros. Esa falta de contacto previo y de preparación inmunológica para los efectos del virus es lo que causó tal gravedad de la enfermedad en los primeros meses de la pandemia: el mundo entero era completamente susceptible. ramiroherediamd@gmail.com

* Médico clínico del Hospital de Clínicas José de San Martín.

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