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El afecto entre varones bajo la lupa

Por e duardo Maro S tica *

Una película estrenada hace poco en la Argentina, Close, dirigida por Lukas Dhont, reactiva un tema que siempre genera algunas tensiones y miradas prejuiciosas: la amistad masculina. La historia se sitúa en la relación entre dos varones preadolescentes. ¿Cuál es el límite permitido de esas expresiones afectivas?

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El prejuicio sobre estos vínculos tiene connotaciones sexistas, porque existe una suerte de tipificación que nos marca si una manifestación afectiva de un varón hacia otro está dentro de las significaciones de una amistad o de otra cosa. Y esa otra cosa está relacionada con su orientación sexual. “¿Son novios?”, pregunta a estos chicos una compañera de escuela en el filme. ¿Cuál es ese límite? Hay personas que se conmocionan cuando ven a un varón llorar, como si ese llanto tuviera un plus de sensibilidad... Si se quiebra un varón es porque “tiene demasiada angustia”. Co mo si un dique se desbordara por acumulación de agua.

Hay algo que se pone en tensión en el afecto del varón, y que se especula entre las hipótesis de género que se tejen a la hora de reconocer un varón sensibilizado. Algo de su masculinidad se juega en ese acto. Como cuando se le dice a un niño “que no mariconee” cuando llora porque le duele algo, o bien, como en este filme, donde dos varones se tratan cariñosamente.

Tal vez esta conducta sea tolerada durante la infancia, pero en la pubertad se activarán los mandatos sexistas que se mantenían en estado latente, para que estos muchachos tomen distancia tanto afectiva como físicamente.

El prejuicio de género encasilla en modo silogístico las formas de relacionarnos. Por ejemplo, entre dos personas que se demuestran cariño, ¿se espera de ellas, o de ellos, ese tipo de manifestaciones de

La temática de sus estudios es muy especial: es la historia y recopilación de las viejas adivinanzas. Y cada vez que hojeo sus libros me emociono, pues al abrir el tomo daré con alguna frase que merecordará a mi madre, a mis abuelos, una tarde de lluvia, encerrados en la vieja casa de Cabana, el agua tronando sobre el techo de zinc y el calor irreemplazable del fuego a leña. Porque sus libros recopilan esos viejos dichos, graciosos y ocurrentes, con que nos criaron: las adivinanzas con que nos entretenían en nuestra niñez, “avivándonos el seso y despertándonos la mente”.

Lo interesante del trabajo de Ivana y de su hija, Vanina Rodríguez, es que han sistematizado el estudio, lo que hace la búsqueda mucho más ágil cuando andamos detrás de algo específico para un trabajo literario.

El primer tomo trata de adivinanzas sobre animales, el segundo, sobre vegetales, el tercero sobre objetos y el cuarto sobre la naturaleza y los astros. La editorial –que es de la familia – tiene un nombre encantador y que viene muy al caso con los temas que trata: se llama Ediciones El Rescoldo, y esta última palabra me lleva a pensar en gente reunida alrededor de una fogata, de noche y sin luz eléctrica, los rostros iluminados por el vaivén de un fuego ya sosegado.

Estas obras fueron publicadas por la editorial: Cuadernos de la tradición, cuyo nombre define claramente su objetivo y que, presumo, pertenece a la familia. Como un detalle más, los textos, que cuentan con una excelente edición, están muy graciosamente ilustrados, seguramente por alguien joven de los Alochis-Rodríguez, dada la gracia y el humor de sus dibujos. Va de muestra un botón:

Cuando me siento, me estiro; Cuando me paro, me encojo; Entro al fuego y no me quemo, Entro al agua y no me mojo.

Se refiere, por supuesto, a la sombra.

Este libro tiene detalles que me fascinan, como un hermosa ilustración floral en las mayúsculas, junto con la idea del trabajo en familia para la búsqueda, compaginación, ilustración y edición de estas obras.

Sugerencias: 1) Para docentes: conseguir Con ciencia ortográfica y 2) Una gramática para el aula; 3) Para todos: Adivinanzas de objetos afecto? ¿Cuáles serían los pares donde estas expresiones serían más aceptadas?

¿Varón-mujer? ¿Mujer-mujer? ¿Qué cuestiones están implicadas en una amistad “demasiado” expresiva entre dos varones, como para que operen mecanismos sociales de disciplinamiento? Y ese disciplinamiento, que siempre es un ordenamiento social, opera bajo la teoría de un estereotipo heteronormativo. Entonces ¿es acaso la evidencia de una posible homosexualidad la que activa las alarmas sexistas?

Estas expectativas de comportamiento pensadas desde el orden binario generan visualizaciones y zonas de oscuridad

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