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mudanzas: la vida patas para arriba

Ruidos, olores y vecinos nuevos. Cambiar de casa es, según los especialistas, una de las situaciones más estresantes de la vida. Un trance en el que el desorden de canastos nada tiene que envidiarle al caos interior. Aquí, varios aportes para volver a nuestro centro.

Por S ol reu S / ilu S tración de tony ganem

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La casa llena de cajas. El desconcierto de las mascotas que deambulan entre bolsas de consorcio y libros. Niños alterados y cosas que se pierden en medio del caos. Embalar, tirar, despedirse. Enfrentar el vacío previo a la llegada del flete. Pedir más cajas en todos los super del barrio. Entregar las llaves y terminar el día estresados, como para una cura de sueño.

Mudarse es mucho más que firmar un nuevo contrato y cambiar de inmueble. Los que han teorizado sobre el asunto dicen que es lo segundo peor que nos puede pasar después de la muerte de un ser querido; que mudarse provoca estrés, depresión y ansiedad. Quizás el panorama sea un poco exagerado, pero definitivamente es una revolución que a nadie pasa desapercibida.

“Las mudanzas implican un fuerte movimiento interno”, dice la psicóloga Marina Souto. “Es como hacer un duelo: hay una sensación de pérdida mezclada con incertidumbre, temor y angustia. Las prioridades cambian y se replantean los vínculos”. Somos animales de costumbre. Las pequeñas molestias y desajustes de la vida cotidiana, como no saber dónde está la verdulería del barrio, no encontrar los anteojos o que se pierda el cepillo de dientes, pueden tornarse disparadores de crisis más profundas.

“Tengo 38 años y me mudé siete veces”, cuenta María Laura, empleada administrativa. “De soltera me parecía divertido cambiar de barrio, decorar la casa nueva y renovar las energías. Cada vez que se me terminaba un contrato de dos años, me buscaba algo nuevo en una zona diferente. Mudaba mi cama, la biblioteca y algunas cajas y no había ningún problema. Pero las cosas cambiaron una vez que me casé y que tuve a mis dos hijos. Nos mudamos tres veces y fue una tortura: los chicos sufrieron el cambio de escuela, se nos perdían papeles y mi marido quedaba contracturado por una semana. ¡Ahora no quiero saber nada con mudarme! Si fuera por mí, me quedo en esta casa veinte años más”.

En los EE.U U. las personas se mudan alrededor de 11,4 veces a lo largo de la vida, según el Censo Nacional. Los que menos se mueven son los de mayor poder adquisitivo ya que tienen viviendas propias y trabajos estables. En el otro extremo, están las personas con menos recursos, obligadas a cambiar de hogar en busca de nuevos trabajos o por falta de dinero para sostener los aumentos de los alquileres. En nuestro país, no hay cifras concretas, pero el movimiento es alto, sobre todo en las grandes ciudades y en tiempos de inflación.

“Los motivos de una mudanza son diferentes en cada familia”, dice la psicóloga Lucila Mathé. “A pesar de que muchas veces es buscada y anhelada, suele generar un alto nivel de estrés. Más aún cuando se da por necesidad u obligación. Mudarse es una experiencia que afecta a toda la familia porque, además de un desarraigo, implica empezar de nuevo. Se trata de volver a construir el espacio de convivencia y, en paralelo, una adaptación al lugar, los vecinos, el barrio . Para los más chicos también se suma el desafío de la nueva escuela y rearmar el grupo de pertenencia”. cada cosa en su Lugar la tecnología ahora también sirve de ayuda a la hora de cambiar de hogar. existen aplicaciones especialmente diseñadas para planificar el éxodo. Pro Moving Planner sirve para armar listas de contactos, presupuestos y una línea de tiempo. Trello también es muy útil, ya que podés crear proyectos con listas, inventarios, participantes y asignación de tareas. otra muy buena es MagicPlan, una aplicación de realidad aumentada ideal para diseñar y pensar la distribución de los muebles en los nuevos ambientes. ¡el futuro en tus manos!

Al igual que los animales, los humanos somos muy territoriales: nos habituamos a ciertos espacios personales y generamos fuerte dependencia. Durante una mudanza, todo se pone patas para arriba: por eso, es común que los recién mudados se sientan agobiados, perdidos y que no encuentren su lugar en el mundo No esperes que todo sea color de rosa: los desacuerdos son parte natural de este proceso. “Una vez concretada la mudanza, es importante mantener la calma y fomentar el diálogo -asegura Mathé-. darse tiempo para conocer el nuevo espacio y asumirlo como propio”.

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