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Historias El mundo según Ridley Scott
considerado como uno los grandes directores de cine de la historia, a sus 85 años, ridley scott está haciendo dos películas juntas: mientras monta su biopic de napoleón, que protagoniza Joaquin phoenix, ya está rodando escenas de la secuela de gladiador. la vitalidad de un creador que logró unir éxios de taquilla con un cine de altísimos vuelos.
Es muy posible contar la historia de la humanidad usando únicamente películas de Ridley Scott. El viaje empezaría en el 1300 A.C., con la historia de Moisés (Éxodo: Dioses y reyes ), para luego tocar el Imperio Romano (Gladiador); pasar por la Edad Media con la épica de Cruzada, Francia en el siglo XIV (El último duelo) y su versión centennial de Robin Hood; arribar a la modernidad con el choque de civilizaciones (1492, La conquista del paraíso); pasar por las guerras napoleónicas con Los duelistas y su inminente biografía del propio emperador; la Italia de fines del siglo veinte con sus reconstrucciones del secuestro de Paul Getty Jr. (Todo el dinero del mundo) y el asesinato del titular de La casa Gucci; la obsesión militar de Estados Unidos en G.I. Jane y La caída del Halcón Negro; los crímenes de la mafia neoyorquina (Gangster americano) y la yakuza japonesa (Lluvia negra). Y por supuesto podríamos seguir hasta el futuro distópico donde residen sus obras maestras: Blade runner y Alien, el octavo pasajero
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El hombre gusta de la historia y también del gran espectáculo, de eso no cabe duda. Por si esto fuera poco, también tiene una larga carrera en el cine publicitario (junto a su hermano Tony, el de Top Gun y Déja vu); y dirigió una de las películas más feministas de la historia del cine, Thelma y Louise , ¡hace más de treinta años! Inclu - so ha demostrado ser un buen hacedor de secuelas y precuelas, aun de franquicias ajenas (Prometheus, Alien: Covenant, Hannibal) y a la vez no tener problema en dejarle la dirección de la secuela de Blade runner al más joven Denis Villeneuve (reteniendo, eso sí, el rol de productor).
Es que Scott pertenece a ese grupo de los directores que siempre piensan más en la película que en sí mismos. Nunca tuvo ínfulas de “autor” y no encaja en esa categoría a la que en una época la crítica lo quiso asimilar. Sin embargo, su imaginación visual y su dominio de la puesta en escena son evidentes, adaptándose a los cambios tecnológicos y a la diversidad de materiales (depende de guionistas que le acerquen historias y cambia de género como de camisa). Desde fines de los años ‘70 es uno de los directores más importantes del mundo. Pero su carrera había incluso em- pezado mucho antes, allá por 1963, en los pasillos de la televisión estatal británica.
Camino Largo Y Sinuoso
Los hermanos Scott arribaron un poco tarde a mejor década para los “autores”, los años setenta del siglo pasado. El primer largometraje de Ridley, Los duelistas, es de 1977 y Tony no estrenaría el suyo (El ansia) hasta 1982. En años previos la carrera de ambos transcurría en televisión y, en especial, publicidad: fueron miembros de una generación dorada del rubro, la de los también británicos Alan Parker ( Expreso de medianoche), Hugh Hudson (Carrozas de fuego) y Adrian Lyne (Flashdance). Todos ellos se destacaron por sus cortos publicitarios antes de pasar a la pantalla grande,
1977 lo S d U eli Sta S
Su primer largo fue una magnífica adaptación de la novela de Joseph Conrad. Protagonizado por unos jovencísimos Harvey Keitel y Keith Carradine, fue adorado por la crítica.
Alien
Pensada como una versión de “Tiburón” en el espacio”, fue su primer gran éxito de público. Scott exigió que el papel protagónico lo tuviera una mujer: la desconocida Sigourney Weaver.
1982 b lade RU nne R
Un filme de culto, filosófico y visualmente vanguardista, que no tuvo una gran taquilla en su estreno. Basado en uno de los grandes relatos de ciencia fición de Phillip K. Dick.
y la mayoría trabajó para RSA, compañía de cine publicitario fundada por Ridley y Tony en 1968.
Ridley había nacido en 1937 en el seno de una familia militar; su padre era miembro del cuerpo de ingenieros del ejército inglés, y la familia lo seguía por diferentes destinos durante la Segunda Guerra y los años siguientes. Eran tres hermanos: Frank, el mayor, se metió en la marina mercante; Ridley, el del medio, estudió arte y diseño en el Royal College of Art londinense; Tony, siete años menor, le siguió los pasos desde entonces. Tony protagonizó en 1962 el corto de graduación de Ridley, Boy and bicycle, quien al año siguiente ya estaba trabajando en la BBC como diseñador. Pronto empezó a trabajar en series, llegando a dirigir episodios sueltos; pero su verdadero plafón fue la publicidad.
Para 1975, Ridley tenía 38 años y tres guiones terminados que nadie en Hollywood quería tocar. Finalmente contrató a un guionista para adaptar la nouvelle El duelo de Joseph Conrad.La Paramount aceptó hacer el film por un presupuesto mínimo, con dos actores jóvenes (Harvey Keitel y Keith Carradine) como protagonistas; Scott quería a Oliver Reed, pero no le dieron bolilla. Los duelistas ganó el premio a la mejor ópera prima en Cannes y su director estuvo en mejor posición para negociar. Cuando el director Walter Hill le ofreció hacer una “Tiburón en el espacio”, aceptó a partir del excelente guión de Dan O’Bannon, que además traía consigo al equipo gráfico del fallido proyecto Duna de Alejandro Jodorowsky. Con los diseños de Moebius y Giger (creador del monstruo), más los storyboards de Ridley, la Fox subió el presupuesto y pudieron rodar en los míticos estudios Shepperton, donde se venían haciendo los films de la saga Bond
(hoy se llaman Pinewood y el realizador tiene participación accionaria). Scott asegura que fue suya la idea de que Ripley, el único personaje que llegaba al final de la película, fuera una mujer, y le dio el papel a una piba que recién empezaba, una tal Sigourney Weaver. El resto es leyenda. A pesar del éxito de taquilla de Alien (1979), que lo puso en la primera fila de los realizadores de Hollywood, tres años después Scott tuvo que aceptar cambiar el montaje de Blade runner cuando las primeras proyecciones de prueba reportaron cierto desconcierto del público, que no entendía lo que pasaba con el personaje de Harrison Ford. Se agregó una voz en off explicativa, se acortaron escenas y la película, de gran presupuesto, fue un relativo fracaso de taquilla en un principio. Pero lo deslumbrante de la puesta en escena y los disparadores filosóficos del relato original de Philip K. Dick, cimentaron un culto que abarcó no sólo a los fans del género sino a los académicos, que calificaron al film con una palabrita mágica: “posmoderno”. Diez años después, Scott sería uno de los pioneros del director’s cut al acceder a la posibilidad de remontar la película como era originalmente. Para entonces, ya brillaba en diferentes géneros y era un número puesto para cualquier gran proyecto. Esto no quita que haya tenido fracasos: ahí están Peligro en la noche (1987), un thriller estilizado hasta la insignificancia cuando todos esperaban que cimentara su fama de director “autor” luego de Blade runner y Leyenda (1985); o su versión de la historia de Colón en 1492 (1992)... verlo a Gérard Depardieu haciendo del genovés bajo una perenne puesta de sol daba un poco de vergüencita. Pero como en toda larga carrera, con el tiempo los pifies se van olvidando y quedan los aciertos, que fueron grandes. Ahí están Gladiador (2000), donde por primera vez usó animación 3D para “completar” el Coliseo romano y llenarlo de público digital; o la tensión insoportable de La caída del Halcón Negro (2001), reconstruyendo una fallida incursión militar norteamericana en el cuerno de África.
Siempre es hoy Scott ha logrado incorporar a su estilo los efectos de CGI, en especial en sus incur- siones históricas, evitando de alguna manera la sensación de estar viendo una animación pluscuamperfecta como en las películas de superhéroes. La animación le permitió superar la pérdida de actores en al menos dos ocasiones: en Gladiador, donde por fin trabajaba con Oliver Reed, cuando éste murió en medio del rodaje y hubo que superponer su cara al cuerpo de otro actor para algunas escenas; y en Todo el dinero del mundo (2017), cuando estalló el escándalo sexual que involucraba a Kevin Spacey y Scott decidió sobre el pucho volver a filmar sus escenas con el siempre eficiente Christopher Plummer. Scott es conocido por dar libertad a sus actores en el set, lo cual le valió ser respetado por intérpretes con fama de “difíciles” como Russel Crowe, con quien ya hizo cinco películas. Si Crowe no está en la secuela de Gladiador que llegará a fines de 2024 es sólo, aseguran, por que no encontraron una manera decente de resucitar a su personaje Maximus; el film será la historia de sus descendientes. El que sí vuelve a trabajar con Scott es el no menos carismático Joaquin Phoenix, pero no en esa película sino en el biopic de Napoleón que entregará este año, a tiempo para los Oscars. Una prueba más de la vitalidad de Ridley Scott, que a los 85 años sigue sin asustar a las compañías aseguradoras encargadas de respaldar los rodajes. Siguiendo la estela del nonagenario Clint Eastwood, nuestro héroe se propone seguir haciendo películas hasta el último día. Y caer desmayado en un set, rodeado de cámaras, como exige su propia leyenda.
1991
t helma & lo U i S e
Considerada una película 100% feminista, estrenada 30 años antes de la irrupción del movimiento #metoo. Con el tiempo se convirtió en un ícono cultural y político.
2000 gladiado R
Otro bombazo de taquilla, inscripto en su pasión por la historia y la épica. Russell Crowe en estado de esplendor, en el rol del soldado-gladiador Maximus. Ahora está haciendo la secuela.
2023 na P oleón
Este año, el tan genial como incansable Ridley estrenará el biopic de Napoleón, que será interpretado por otro de sus actores fetiche: el talentoso e imprevisible Joaquim Phoenix.
bajore L ieve
Por cri ST in A b A jo
Carlota emperatriz
no recuerdo haber escrito sobre ella, aunque es posible que lo haya hecho: las biografías de gente notable me fascinan. Se llamaba María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina y era princesa de Bélgica, única hija mujer de Leopoldo l y María Luisa de Orleans y nació un 7 de junio de 1840. Perdió a su madre muy chica y fue educada junto a sus hermanos Leopoldo y Felipe. Le gustaba cabalgar y la natación, estudió música y canto, historia y literatura, además de aprender cinco idiomas. A los 17 años, un 27 de julio de 1857 la comprometieron con Maximiliano de Habsburgo; él tenía 25 años, y ella 17. Todo parecía sonreírles: no sólo se entendían, se ha- bían enamorado. A él le dieron un cargo en el exterior y aunque se desempeñó bien, las rivalidades de las coronas vecinas desestabilizaron su gestión.
Cansada de la corte, Carlota convenció a su esposo de que aceptara ser emperador cuando la Junta de Notables de México –en 1864- se lo propuso, creyendo que era una petición popular. Cuando llegaron a Veracruz el pueblo les dio una fría acogida, pero en la capital la Junta de Notables los recibió calurosamente.
Maximiliano procuró mejorar la vida del pueblo, pues había mucha pobreza y analfabetismo -y padecían las secuelas de una guerra civil-. mientras Carlota viajaba por el país para conocer a su gente: sospecho una vejez diferente