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Qué representa el Club para sus socios?

Invitamos a nuestros socios a compartir cuentos y anécdotas por los 75 años del Club

El hombre de hierro

Todos ustedes pasan diariamente a mi lado a veces sin mirarme siquiera. Sí, soy yo, el jugador que espera sentado en el banco junto a la fuente. Nadie conoce mi nombre, puede ser Diego, Marcelo o Pablo, o el de cualquiera de esos campeones que entran y salen de las canchas.

Pero yo sí los conozco a todos, porque los he visto crecer desde niños en las clases de entrenamiento, mejorando cada día su técnica del saque, el revés o la bolea.

A veces me pregunto por qué nadie me invita a jugar… y eso que tengo una constitución fuerte como el hierro que forma mi cuerpo.

Mi padre no fue el Geppetto de “Pinocho” sino un gran artista llamado Joaquín Arbiza que armó como en un puzzle las piezas de mi anatomía perfecta. Quizás sólo con unas gotas de aceite en mis articulaciones, funcionaria perfectamente todo mi mecanismo.

Quien sabe… yo espero que algún día quizás falte un jugador para completar “el doble” y alguien se acuerde de mí y me invite para integrarlo. Entre tanto, continúo observándolos para aprender cada vez más y sorprenderlos cuando llegue ese momento.

Pero hoy quiero contarles algo que me ocurrió recientemente. Surgió así, sin quererlo, como ocurren las

mejores cosas de la vida. Estaba aquí sentado esperando como siempre un “no sé qué”, cuando de pronto la vi acercarse a ¡ELLA¡

Venía charlando y riendo con sus amigas hacia las canchas. El viento alborotaba su cabello rubio y jugaba a levantar su pollerita blanca que ella intentaba bajar para cubrir sus piernas largas y doradas.

Pasó a mi lado indiferente, sin mirarme un poco y sin darse cuenta todo lo que se despertó al verla en mi cuerpo frío y oscuro.

En ese momento sentí que tenía un corazón dentro de mi caja metálica y que aún encerrado era capaz de vibrar más fuerte que cuando me sacude el viento y entonces desde mi cuello rígido quiso escapar el sonido de una voz para llamarla.

Pero no pude y sólo una gota de agua corrió por mi cara como una lágrima verdadera. Conocí entonces lo que es el amor imposible.

De pronto se acercó un niño corriendo, se trepó sobre mis rodillas tiesas, subió hasta mi cuello abrazándome fuerte y acercando su boca a mi oreja me susurró despacito: ¿Te gustaría jugar conmigo?

Patricia Castro de Bengoa

Quizás todos recordemos anécdotas respecto al Club. En mi caso, guardo sensaciones en imágenes y sonidos.

El jardín matizando con delicadas flores de estación. La musicalidad de la cascada esperando con su ceremoniosa voz. La explosión colorida de la antigua Santa Rita protegiendo el inocente juego de los niños.

La fresca risa de mis hijos celebrando cada renacer en el histórico Rancho. Las velas encendidas encontrándonos en 50 años de vida. Y diez años más tarde retornando con la misma alegría. La lluvia de un verano brindando juntos por la primera joven boda familiar. Y resonando aún las carcajadas de mis nietos.

Páginas de literatura desfilando ante mis ojos. Obras de preclaros artistas. Voces de afamados actores.

Quizás unas lágrimas. También despedidas. Más prefiero recordar: Melodiosas sonrisas y Armoniosos abrazos.

Celia Sena.

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