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Editorial Sandra Barbero

EDITORIAL

Humanizar pantallas. Linkeados para el encuentro

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Las tendencias que hemos pensado en algún momento como parte de la vida se van desarrollando o imponiendo, según sea el caso. Hemos tenido que aceptar, dentro de nuestros sistemas familiares y dentro de nuestras vidas, el permanente acceso a una pantalla para hacer algo relacionado con nuestra vida. Comprar, trabajar, socializar, hacer deportes, estudiar, acompañar en duelos, permanecer dentro de una relación de pareja, trámites de todo tipo, consultas médicas, conocer a alguien e infinidad de acciones que llevábamos en un formato presencial, hoy tiene una APP o un link. Estamos linkeados para interactuar. Y esta interacción se presenta de forma antagónica en muchos casos, en algunos está siendo un problema, y en otros una bendición, pero no es por la tecnología en sí misma, si no por el uso que le da la persona.

Somos testigos de cómo muchas personas en el mundo se despiden de su ser querido a través de una pantalla, seres afectados por esta enfermedad, se quedan solos y con un teléfono (vaya paradoja).

La pandemia ha originado que esta tendencia hacia el uso de las pantallas, que muchas veces imaginábamos tal cual una película de ciencia ficción, hoy sea una realidad. No podríamos decir que todo el mundo vive este escenario, porque estamos siendo testigos también de las innumerables situaciones que viven muchas personas en distintos lugares del mundo, por un acceso poco frecuente o nulo a

pantallas o sistemas operativos que les permitan estar e interactuar en este siglo XXI, que tiene una pandemia de fondo. Decenas de estudiantes en nuestro país (por ejemplo) no tienen aparatos ni internet en sus hogares, porque no tienen acceso a la luz. Solo esta perlita.

También y como lo digo en muchas oportunidades, la experiencia del mundo es muy grande, hay culturas que tienen ideologías que no promueven accesos a la tecnología de las pantallas. Este poco o ningún acceso al internet lo presenta Irán, Corea del Norte, y dos o tres lugares más en el mundo

Hay lugares con personas que, por estilo de vida, no usan sistemas operativos de ningún tipo, para escribir este artículo empecé a investigar si había programas o proyectos en los cuales se limita el acceso al internet y me encontré con los testimonios (escrito en el 2020, antes de la pandemia, puede ser que haya variado pero es bueno conocer estos testimonios) de 6 adolescentes que hablan de estar en el mundo sin acceso a la tecnología. Les comparto al final del artículo el enlace.

Ahora bien, en nuestra experiencia, o la de la mayoría de personas que leerá este artículo, considero que somos los que estamos de lleno en una vida con pantallas e internet. Un aparato, sea teléfono, tablet o computadora, están dentro de nuestra vida cada vez que apretamos el ON. Y nos ponemos “en línea” y actualizamos nuestros “estados” (no siempre conectados a la vida real). Quizás sea lo primero que tocamos al despertar y también lo último antes de cerrar los ojos, interactuar con un aparato. Nuestros ojos se iluminan quizás por la luz del teléfono, en vez de que se iluminen por la alegría de estar con alguien que nos quiere y nos valora.

Es bien cierto, que no podríamos ni deberíamos dejar de lado de forma radical, algo que es un medio, pero no un fin en sí mismo, a no ser que, como todo lo que es exceso sea dañino, como el azúcar o el gluten, en el mismo caso, puede ser el acceso a los aparatos, si es que se trasformó en

exceso. Sería bueno que puedas escuchar lo que dicen las personas de tu alrededor...

Es aquí el punto en donde puedes observar cuánto regulas tus acciones, cuánto puedes mediar entre lo que es necesario o innecesario. Es en este punto de observación en el que te das cuenta cuánto puedes llegar a manipular situaciones, con pequeñas mentirillas. Y ojo con esto, ATENCIÓN.

La pantalla permite, acceder a contenido maravilloso, nos permite acceder a nuestros vínculos, a poder alimentarlos, estar presentes, sostener, pero también nos permite mentir, engañar, acosar, tergiversar, violentar, manipular y esto no es por el internet o la tecnología, detrás de la pantalla siempre hay un HUMANO.

Es aquí donde nuestra libertad se pone a prueba y es en este punto en el que me doy cuenta de cuán auténtica es mi comunicación y también la relación con las personas o con lo que hago, porque de alguna manera estamos haciendo un discernimiento cada vez que estamos interactuando con alguien, aquí algunas situaciones :

¿Cómo decido encontrarme con el otro?.

¿Le escribo por mensaje de texto, hago videollamada o envío audio?.

¿Prendo la cámara en la reunión con mi jefe, o le digo que tengo problemas con la cámara para que no me vean porque no tuve ganas de bañarme y no estoy presentable?.

¿Hablo por micrófono o mejor escribo porque de fondo tengo otro programa abierto para seguir chateando y se van a dar cuenta que tengo varias pantallas abiertas, porque hay ruido de fondo?.

Estoy en clases, pero acostado en la cama, o estoy en mi trabajo en línea, pero en realidad estoy también en un proyecto haciendo dos o tres cosas al mismo tiempo, porque “no me controlan “o “no me ven “así que si puedo hacerlo.

No prendo la cámara porque mi casa o mi cuarto es un caos, o porque me salió un acné, o subí de peso, o estoy desalineado.

No pongo cámara porque siento vergüenza de mi casa o del ambiente donde estoy.

¿Qué fotos pongo? ¿Qué quiero darte a entender con esa foto? ¿Lo dejo explícito el mensaje o implícito?

Hay muchas situaciones más, que en este año que hemos estado en-pantallados más que antes quizás, se están dando y que están en relación a no mostrarnos verdaderamente auténticos, porque de alguna manera, un sistema operativo nos deja solos, nos deja sin miradas, me deja sin el otro real que te mira a los ojos, que te siente la energía, que te puede abrazar si te ve triste o te puede preguntar que tienes, PORQUE TE VE … en las pantallas tenemos la posibilidad de ESCONDERNOS del otro, y eso, si es que no te llevas bien contigo mismo, puede ser un peligro.

No hay porque esconderse.

No hay porque no mostrarse REAL.

No hay porque decir una cosa por otra. No hay porque presumir, no hay porque manejar una comunicación confusa o ambigua, para que el otro “entienda” o imagine, es decir una forma de captar la atención (un poquito perversa).

Solo un punto final, que las pantallas no sean un enganche para huir de ti mismo, porque llegará el momento en el que te vas a encontrar y sobre todo TE VAS A NECESITAR y en ese momento no habrá internet, porque el acceso no es con clave y contraseña, es con un corazón abierto, compasivo y amoroso.

¡A humanizar las pantallas!

Sandra Barbero

Directora académica de DAU Escuela de Vida y del Instituto Peruano de Logoterapia Viktor Frankl.

Corazón Poético

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