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Hacia ciudades más sostenibles el rol del financiamiento climático en la transformación de las urbes
EDIFICACIONES SUSTENTABLES
HACIA CIUDADES MÁS SOSTENIBLES:
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EL ROL DEL FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO EN LA TRANSFORMACIÓN DE LAS URBES
Sandra Guzmán y PriscilLa Negreiros
Climate Policy Initiative
LAS CIUDADES
De acuerdo con el Banco Mundial, alrededor del 55% de la población vive en ciudades, esto representa cerca de 4,200 millones de habitantes en el mundo. Se prevé que hacia 2050 la población urbana se duplicará, y casi 7 de 10 personas vivirán en ciudades (BM, 2021). Esta tendencia traerá consigo una alta demanda de recursos como el agua, electricidad, y generará más residuos que el entorno será incapaz de procesar. Por ello es imperante pensar en un nuevo paradigma para el diseño ciudades, en donde se hable de una integralidad de los sectores.
Por años las ciudades han evolucionado y se han ido formando alrededor de sectores como el transporte, lo que ha favorecido la construcción de calles y avenidas para el paso de vehículos terrestres, que hasta hace poco se basaban en su totalidad en la quema de combustibles fósiles como la gasolina y el diesel. De esta manera, el sector transporte se ha colocado como uno de los sectores de mayores emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático (IPCC, 2022).
Aunado a ello otros sectores como el de residuos, el aumento de la deforestación para construcción de edificaciones y el consumo eléctrico, basado también en combustibles fósiles, han detonado mayores emisiones a nivel de las urbes, que representan 60% de las emisiones del mundo (ONU-Habitat, sn). Las ciudades, sin embargo, no son solo causantes del problema sino también son altamente vulnerables ante los impactos negativos del cambio climático (ONU, 2018).
En este contexto, surge una demanda por una nueva forma de pensar el diseño urbano y territorial desde una visión más integral, en donde los factores sociales, ambientales y económicos converjan para favorecer a todas las personas que habitan las ciudades. Esta visión transformadora, sin embargo, no solo se debe dar en el sector transporte, en donde se debe favorecer a todos los usuarios como el peatón y a los usuarios de la movilidad no motorizada; sino también en otros sectores como el de residuos, en donde se debe dar un mayor y mejor tratamiento a los desechos urbanos, desde una visión de economía circular; o como el sector agricultura, en donde se deben favorecer más los huertos urbanos y otras actividades que incrementen la
resiliencia y reduzcan las emisiones.
Las ciudades son importantes centros de desarrollo. Cerca del 80% del producto interno bruto se genera en las ciudades. Sin embargo, el crecimiento exponencial y sin una nueva visión es insostenible. Sin embargo, esta nueva visión para hacer de las ciudades centros de sostenibilidad, requerirá inversiones, tanto públicas como privadas, nacionales e internacionales. El cambio de paradigma en las ciudades es una construcción que requiere tiempo, pero la emergencia climática ha demostrado que el tiempo es uno de los recursos más preciados y en agotamiento. El IPCC ha alertado que en 2030 es el año en que 45% de las emisiones globales deberán ser reducidas si se desea evitar un aumento de la temperatura de más de 1.5º C (IPCC, 2018). Las ciudades tendrán que ser parte fundamentales tanto en la reducción de emisiones, como en el incremento de la resiliencia, pero el financiamiento será esencial para lograrlo.
FINANCIANDO CIUDADES MÁS SUSTENTABLES
A pesar de la necesidad de movilizar y financiar la transición hacia ciudades más sostenibles y climáticamente inteligentes, diversos obstáculos quedan por delante. Entre 2017 y 2018, se invirtieron aproximadamente un total anual de USD 384 000 millones de financiamiento climático urbano a nivel mundial, de acuerdo con el Cities Climate Finance Leadership Alliance (CCFLA). Pese a que las inversiones en las ciudades han ido creciendo, están muy por debajo de los aproximadamente USD 5 mil millones que se necesitan anualmente para alcanzar la transición en las ciudades. La pandemia de COVID-19 incrementó la presión financiera, dificultando la planificación para el futuro. La capacidad financiera de las ciudades para cumplir con las metas climáticas se encuentra en un momento crítico, lo que demanda la colaboración entre gobiernos nacionales, organizaciones internacionales, sociedad civil y sector privado para ampliar la inversión a nivel local.
Para lograrlo existen dos principales caminos que permitirán la movilización de fondos e inversiones en infraestructura climática. El primero es el uso de fondos públicos nacionales e internacionales. De acuerdo con el CCFLA, a nivel mundial la inversión del sector público fue de USD 84 000 millones anuales (promedio) en 2017/18, lo que representa el 22 % de la inversión total en financiamiento climático urbano. Los mayores contribuyentes fueron los gobiernos nacionales y locales, que invirtieron una cantidad aproximada de USD 60 000 millones en transporte sostenible y eficiencia energética en la construcción de ciudades.
Aunque el sector público es el principal motor del financiamiento climático urbano, no será posible responder a los desafíos que el cambio climático trae consigo sin promover la participación del financiamiento y las inversiones del sector privado. De 2017/2018 la inversión privada anual fue de USD 136 000 millones (promedio anual) lo que corresponde al 35 % de la financiación climática urbana total. Esto fue impulsada por actores privados a nivel local, y principalmente por el gasto de los hogares en la compra de vehículos eléctricos privados, así como en medidas de eficiencia energética en edificios residenciales. Las corporaciones también contribuyeron significativamente al co-financiamiento del transporte urbano masivo, la generación de energía renovable y la gestión del agua y las aguas residuales.
Cuando se habla de los principales sectores financiados, los flujos destinados a la mitigación a nivel urbano, como el transporte y edificios verdes fue mucho mayor que el financiamiento dedicado a la adaptación urbana relacionada con la atención de desastres naturales. Eso es preocupante ya que la emergencia climática ya está teniendo severos impactos en toda la población, especialmente en ciudades, en donde existe una gran brecha de inversión para atender desastres e incrementar la resiliencia. La inversión anual estimada en medidas de resiliencia y adaptación urbana representa solo el 9 % del total invertido, siendo el sector público el principal financiador. Por su parte el sector privado participa mínimamente en el campo de la adaptación, cuando debería usar instrumentos financieros disponibles – como garantías y seguros- para atender este tema, considerando que el sector privado también es un sector vulnerable y su contribución será positivo para la sociedad.
VISIÓN HACIA EL FUTURO
Si bien se han aumentado las inversiones en ciudades más inteligentes y sostenibles, aún existen muchos desafíos para lograr una transformación de las ciudades en el corto, mediano y largo plazo. El reconocimiento de la urgencia de actuar ante la emergencia climática es sin duda un paso fundamental. Actualmente en el mundo miles de ciudades están trabajando para establecer metas climáticas considerando sus desafíos locales. Según la alianza global de ciudades GCOM, cuatro de cada cinco de las ciudades partes de la alianza, que suman casi 9,500 ciudades y gobiernos locales, han establecido un objetivo de mitigación climática mientras apenas 2.000 ciudades han establecido un objetivo de adaptación. Tanto ciudades como la ciudadanía en general deben involucrarse en el diseño y ejecución de las políticas a nivel local y promover que éstas sean consideradas en los instrumentos de política nacional como las Contribuciones Nacionalmente Determinadas que los países someten ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. En este sentido es necesario impulsar a que los tomadores de decisiones manifiesten la voluntad política y generen entornos propicios más favorables para lograr la inversión local. Muchas ciudades no pueden obtener préstamos privados o acceder de manera directa a los fondos internacionales, lo que dificulta la búsqueda y diversificación de fondos.
De igual forma es importante aumentar la solvencia y acceso a crédito de las ciudades, así como identificar políticas presupuestales para integrar el cambio climático en la asignación del gasto público y medidas fiscales como impuestos al carbono a nivel local, y otros mecanismos innovadores que permitan la recaudación de recursos que faciliten la inversión en tecnologías limpias. Para eso los proyectos de infraestructura verde y climáticamente inteligentes deben ser desarrollados con el nivel técnico necesario, mejorando la capacidad de gestión y planificación financiera. La preparación minuciosa de los proyectos es esencial para fortalecer las capacidades dentro de las ciudades, ayudar a identificar proyectos catalíticos, y posibles financiadores que se puedan escalar y -por qué no- replicar en otras ciudades. Diversas organizaciones internacionales promueven ese tipo de soporte en preparación de proyectos y es importante conocer esas herramientas.
El CCFLA busca generar estas alianzas en materia de financiamiento climático a nivel de las ciudades mientras que otras iniciativas regionales buscan fortalecer las capacidades de los actores locales en materia de financiamiento como el Programa de Asistencia Técnica a nivel sub-nacional del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe, en México y América Latina y el Caribe. Mucho trabajo está pendiente, pero reconocer el rol de las ciudades es fundamental para mejorar la actuación y transformación de las mismas.