Décima edición. Viajando con Sinapsis

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REVISTA LITERARIA SINAPSIS EDICIÓN 010 12 DE NOVIEMBRE DE 2015 EN PORTADA: Arms Open Wide tumblr.com

Esta revista fue creada sin fines de lucro, con el único objetivo de fomento a la lectura para la audiencia y divulgación cultural. Cualquier aclaración, duda o comentario, contactenos:

revistasinapsis@outlook.com

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Viajamos, no para escapar de la vida, sino para que la vida no se nos escape

Anonimo

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Indice 4

Bienvenida

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Musa de Poetas

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Columnas

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Cine

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Cr贸nicas

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Relatos Cortos

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Agradecimientos

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VIAJANDO… Dejando los recuerdos y el soslayo de encima del hombro atrás, dejando todo en ese pequeño espacio, esa mazmorra para los desperdicios arrojados por allí, sin pasión, sin memorias. Emprenderemos éste viaje juntos, ¿Estaremos al final o al comienzo?

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Náufragos del sueño llegamos a la orilla con tan solo una canción entre los dientes:

Beautiful Losers 6

Sergi La Nuit


Sergi La Niut

Alain Wood

Ă­ritu desinteresado Edisson Bedoya Gomez

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Beautiful losers Sacudimos el aire sacudimos el fuego sacudimos constelaciones terrestres con indiferencia adolescente para al final, acabar bailando sobre un viejo disco de Bob Seger. Tú y yo forajidos siameses protegidos por el dios tecnológico que todo lo ve. Al asalto, gobernando trenes inmóviles y fuertes ocupados por indios Cheyenne. Transitamos ciudades fúnebres, deshonestas y casi sin atmósfera Cubiertos de laurel con el blue jean gastado y la brújula de explorador. Y todo por conquistar el cosmos por hacerlo relevante a los ojos de un puñado de estatuas de sal. Todo por perpetuar el ideal del forajido sin interrupción mi8 amor, ¿te das cuenta?

Todo por perpetuar el ideal del forajido sin interrupción mi amor, ¿te das cuenta? Lo hicimos y sin embargo fracasamos se encendió la luz y dejó de caer confeti. La gente congregada fue desalojando de a poco la pista de baile, y, aunque trate de retenerte un señor de seguridad nos invitó a abandonar el lugar. Náufragos del sueño llegamos a la orilla con tan solo una canción entre los dientes: B-E-A-U-T-I-F-U-L L-O-S-E-R B-E-A-U-T-I-F-U-L L-O-S-E-R B-E-A-U-T-I-F-U-L L-O-S-E-R.


Desierto florido de Atacama Minimalista colecci贸n de flores Seres inalienablemente vivos Seres secretamente reservados Para embellecer las horas ajadas De los pobladores De una tierra ignota. Paralizada en una estaci贸n frecuente Ahora renovada Por una gota sutil De fresco verdor Amable dulzor.

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U

n espíritu desinteresado

Un espíritu desinteresado, de domingo, con muchas paradojas cortas en los recuerdos, con demasiada cafeína y sueños en la pluma, con cansancio, sin ganas de mirar de nuevo el crepúsculo. El poeta, la mirada fija en un otoño sin fin, en un invierno sin comienzo, en una constelación imaginaria en el ocaso, en un poema arrugado y pesaroso en el cesto de la acongojada noche. Un espíritu desinteresado, de domingo, con muchas paradojas en los recuerdos, eso soy, o eso creo ser. Agujero sin final, eternidad en la tinta de páginas oscuras, libertad en el libertinaje de la esclavitud, muchas letras, poca vida, una sola musa, y en la noche demasiada melancolía. Retorno elíptico.

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Setenta y dos horas

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Pero todo pasa, todo cambia y con el tiempo tambiĂŠn madura el sentido del viaje, el movimiento deja de ser constante o forzado, la necesidad se convierte en un reto de prevalencia y la fortuna depende de aquello que puedas ser capaz de conseguir con tus propias manos. 12

Viajar, conocer, arrastrar o volar.

Nasneth Schreiber


COLUMNAS Cecilia Valdivia

Nasneth Schreiber

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Un viaje al pasado (Siglo XVII)

Corría el

siglo XVII, la esclavitud aún era legal, aceptada y al ser legal, “hecha la ley, hecha la trampa”. Existía un tráfico clandestino de esclavos en América, precisamente en el Perú. Los españoles traían esclavos del África y para evitar pagar impuestos por ellos, los escondían por unos días dentro de unas catacumbas construidas para ese propósito y otros más. En el sur de la capital peruana, Lima, a doscientos kilómetros está ubicada la ciudad de Chincha, en ella se encuentra la Hacienda San José, la cual pertenecía a los españoles, y a donde llegaban estos, en su mayoría hombres fuertes, a trabajar bajo el sol inclemente de la ciudad Chinchana. Estos hombres de talla muy grande, alrededor del metro ochenta eran enviados a una especie de túneles secretos subterráneos, donde eran escondidos por un tiempo, indefinido a veces, para poder burlar los impuestos que debían pagar por cada esclavo que ingresara a trabajar en la Hacienda. Los castigos eran terribles, amparados en la religión católica, sus dueños consideraban que no eran humanos, no tenían alma; por lo tanto, no llegaban a ser 14 sometidos a la Santa Inquisición, pero no por ese motivo se

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humanos, no tenían alma; por lo tanto, no llegaban a ser sometidos a la Santa Inquisición, pero no por ese motivo se libraban de los sádicos maltratos de sus dueños. Los esclavos debían obedecer a sus patrones y cuando cometían alguna desobediencia, los castigaban ferozmente. Una de las torturas era sentarlos desnudos en la arena caliente y darle latigazos hasta que su piel sangrara, todo esto en un ruedo preparado para este acontecimiento, que por cierto, todos los demás esclavos observaban para que supieran que les podía pasar si desobedecían las órdenes de sus patrones, luego los metían dentro de una de estas catacumbas oscuras y los ponían en una posición casi fetal para que continuara el castigo, por ende al dolor insoportable que a veces, la mayoría, los llevaba a la muerte. Un tronco macizo de madera con unos grilletes de bronce gruesos a lo largo, era lo que se usaba para tal cometido. El esclavo maltrecho colocaba un pie dentro del grillete y las dos manos al costado dentro de grilletes cada una, lo cual lo hacía estar doblado casi en posición fetal. Esa postura no duraba mucho tiempo, por inercia y el dolor que causaba, el cuerpo caía hacia atrás. Al estar sujetados con esos grilletes, se quebraban las costillas, la

humanos, no tenían alma; por lo tanto, no llegaban a ser sometidos a la Santa Inquisición, pero no por ese motivo se libraban de los sádicos maltratos de sus dueños. Los esclavos debían obedecer a sus patrones y cuando cometían alguna desobediencia, los castigaban ferozmente. Una de las torturas era sentarlos desnudos en la arena caliente y darle latigazos hasta que su piel sangrara, todo esto en un ruedo preparado para este acontecimiento, que por cierto, todos los demás esclavos observaban para que supieran que les podía pasar si desobedecían las órdenes de sus patrones, luego los metían dentro de una de estas catacumbas oscuras y los ponían en una posición casi fetal para que continuara el castigo, por ende al dolor insoportable que a veces, la mayoría, los llevaba a la muerte. Un tronco macizo de madera con unos grilletes de bronce gruesos a lo largo, era lo que se usaba para tal cometido. El esclavo maltrecho colocaba un pie dentro del grillete y las dos manos al costado dentro de grilletes cada una, lo cual lo hacía estar doblado casi en posición fetal. Esa postura no duraba mucho tiempo, por inercia y el dolor que causaba, el cuerpo caía hacia atrás. Al estar sujetados con esos grilletes, se quebraban las costillas, la columna y por último se partían el cuello. El que salía vivo de esta tortura, era enviado a sus barracas a curar sus heridas si se podía, era realmente un milagro que alguno sobreviviera. Los que morían eran lanzados a una fosa común.


Cecilia Valdivia Perú era enviado a sus barracas a curar sus heridas si se podía, era realmente un milagro que alguno sobreviviera. Los que morían eran lanzados a una fosa común. Otra de las macabras torturas, diría hasta psicológica, era que cuando cometían faltas muy graves, más que las merecedoras de los grilletes, los encerraban en unas casi tumbas, unos cuartos pequeños dentro de las catacumbas, la altura no era mayor del metro treinta, por lo cual debían ingresar y permanecer encorvados. Estas cuevas eran un laberinto, de donde sin la luz de una vela, era imposible salir. Los metían allí, en total oscuridad, simplemente no se podía ver ni siquiera a uno mismo dentro de estas tumbas macabras. Los dejaban por varios días, sin agua ni comida. A los pocos días, cuando eran sacados de allí, no todos, pero la mayoría salían trastornados. No había vuelta atrás, al estar mal de la cabeza, ya no justificaba, ni siquiera alimentarlos para que trabajaran. Generalmente morían en manos de estos patrones que después de matarlos, rezaban en la preciosa capilla construida y adornada con elementos que se traían desde la madre patria.

estas tumbas macabras. Los dejaban por varios días, sin agua ni comida. A los pocos días, cuando eran sacados de allí, no todos, pero la mayoría salían trastornados. No había vuelta atrás, al estar mal de la cabeza, ya no justificaba, ni siquiera alimentarlos para que trabajaran. Generalmente morían en manos de estos patrones que después de matarlos, rezaban en la preciosa capilla construida y adornada con elementos que se traían desde la madre patria. Este viaje al pasado lo hice hace un par de días, pude experimentar lo que podía haber fue escalofriante cuando nos sometieron a la oscuridad total por tan solo unos segundos, no quisiera imaginar lo que podría ser permanecer allí por más tiempo. Esperemos que estas atrocidades no se vuelvan a dar en el mundo, aunque la esclavitud fue abolida dos siglos después; la misma ya no es legal por cierto, pero se dan otros tipos de esclavitud asolapada. Una esclavitud consensuada, adornada y sometida a los caprichos de algunos seres humanos que no contemplan ni respetan la dignidad humana.

sentido un ser humano dentro de esas catacumbas, realmente fue escalofriante cuando nos sometieron a la oscuridad total por tan solo unos segundos, no quisiera imaginar lo que podría ser permanecer allí por más tiempo. Esperemos que estas atrocidades no se vuelvan a dar en el mundo, aunque la esclavitud fue abolida dos siglos después; la misma ya no es legal por cierto, pero se dan otros tipos de esclavitud asolapada. Una esclavitud consensuada, adornada y sometida a los caprichos de algunos seres humanos que no contemplan ni respetan la dignidad humana.

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Viajar, conocer, Arrastrar o volar.

Muchas

veces las personas anhelan viajar, conocer, moverse para dejar de estar en donde están, creyendo que las diferencias de los mundos a donde irán los harán diferentes. En muchas ocasiones esas personas quieren escapar de su realidad a través de un viaje y volver a casa como si todo en el camino de ida y vuelta se hubiera resuelto. Aunque no siempre es así. A veces los viajes resultan un poco más agotadores, porque nos esmeramos mucho en el proceso de lograr realizar el trayecto perfecto, olvidándonos de dejarnos llevar. Resulta quizás la mejor experiencia de transición en la vida. Muchos desconocen la realidad de los viajes y aunque no saben porque envidian a los que estamos en constante movimiento, resulta perturbador pensar que hay quienes jamás se mueven de su lugar de origen, mientras otros nos volvemos constantes andariegos del mundo, empujados por las circunstancias y necesidades a salir de la tierra que nos vio nacer, a recortar raíces echando en una pequeña bolsa el bagaje de recuerdos que nos acompañaran a nuevos mundos; lugares, ciudades, personas, 16 historias y costumbres; a momentos que jamás habríamos

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acompañaran a nuevos mundos; lugares, ciudades, personas, historias y costumbres; a momentos que jamás habríamos tenido de permanecer en nuestro lugar de origen, pero que quizás de saber lo que esperaba a nuestro pasó nunca habríamos salido. Existen más razones para viajar que solo conocer o salir de vacaciones. Tal vez seamos más los que decimos viajar en búsqueda de una mejor vida, de un futuro certero o los que quizás nos vimos obligados a olvidarnos de nosotros mismos para recorrer una vida de inestabilidad absoluta, rellena de tristeza por la soledad o despojo.

En mi experiencia no todos los viajes son placenteros, no todas las nuevas experiencias son emocionantes ni en todos los lugares se es bienvenido. A veces resulta que huir, es la única salida a un problema, a veces parece que huimos de nosotros mismos, e incluso que nuestra supervivencia depende estrictamente de emprender aquel viaje jamás planeado. Cuando se es adulto y resulta consecuencia de nuestros propios actos podemos decir que un viaje forzado puede ser un vago castigo poco anhelado y aún menos planeado.

propios actos podemos decir que un viaje forzado puede ser un vago castigo poco anhelado y aún menos planeado. Sin embargo, cuando se es niño y el viaje resulta forzado a la dirección del rumbo que siguen los padres, derivado del acompañamiento eterno que nace de la relación intrínseca de ser parte de su mundo, pues firmaron de responsables por nosotros. Entonces, resulta que el viaje, pasa los umbrales del placer mundano de una rato de des-estrés necesario, que superan al castigo inherente en consecuencia de un acto y aunque no lo crean muchos el viaje resulta ser la maldición mal ávida de una vida llena de tragedias, traición, desdicha, desconsuelo, miedos. Muchos de estos acompañados de la inocencia de quien nunca pidió tener alas y añora sus raíces, aun cuando desconoces porque las deseas, otras más todo origen de la confusión provocada de un cambio constante de rutina y de lugar, perdiendo la seguridad de todo, sabiendo que lo que se tiene es nada, volviéndose fuerte dentro del proceso porque aprendes a sobrevivir con lo que tienes, Adaptando tu espíritu a lo que encuentras, tomando fuerzas de lo único que crees realmente conocer. ¡A ti mismo!


Nasneth Schreiber México Y a pesar de lo absurdo que suena saberse muerto de miedo, dudoso del tiempo, de la gente y lo que podría llegar a doler quedarnos solos. No echar raíces, se convierte en el estatus quo más seguro, ¿para qué? si en cualquier momento les podrías volver a cortar. No hacer amigos para siempre, porque de pronto los perderás, no sentirte parte de algo, porque podrías no volver a ver detrás. La envidia puede corroer a ambos sentidos, aquellos que nos ven con recelo por permanecer siempre en movimiento, así como la nuestra por no tener la seguridad de poder continuar en aquel lugar donde tanto disfrutamos estar como muchos a los que hemos conocido en el camino. Pero todo pasa, todo cambia y con el tiempo también madura el sentido del viaje, el movimiento deja de ser constante o forzado, la necesidad se convierte en un reto de prevalencia y la fortuna depende de aquello que puedas ser capaz de conseguir con tus propias manos. Descubres frente al espejo que has dejado la edad infante, que ya no hay acuerdo que te obligue a continuar, ni seguir los pasos de quienes te arrastraron con ellos, volcándose la responsabilidad a continuar aquel trayecto y tu destino, en algo solamente tuyo. Encontrando la mágica opción del poder de decisión, que ahora tiene aquel vals tan notorio a tu vida como a ti mismo; en la reflexión del tiempo pasado viviendo el presente, conoces tus fortalezas, dominas tus debilidades, el aire, el agua, la tierra y el fuego por los que has pasado, lograron forjar tu carácter, te rellenan de un poder único con el que eres capaz de elegir ¿dónde será la continuación del trayecto de tu vida? ¿En un nuevo lugar o echando raíces? ¿Dónde crees que puede ser mejor para ti? Cuando volteo al espacio vacío lleno de vivencias, personas, emociones tanto buenas como malas, creo en la posibilidad de que aun cuando no comprendía siendo niña la naturaleza del viaje, fue parte de un plan perfecto con el que logre formar mi voz, mis ideales, creando así a un tipo de persona más común, de los muchos que imaginan a quienes podemos identificar como: los habitantes del mundo. No tendremos patria por una bandera de colores, no derramaremos sangre, sudor, ni lágrimas por un himno o un escudo; pero si enlodare mis ropas, desgarraré mi aliento y agotaré todos mis esfuerzos construyendo un solo mundo, derribando fronteras, creyendo en la humanidad como única porque para nosotros que carecemos de raíces, ayudar a volar es nuestro destino.

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Cada viaje aumenta la aventura pero tambiĂŠn el riesgo y lo que ponen en juego. Al intentar adaptar el mundo a ellos mismos, crean efectos a escala mundial que acaban por afectarles directamente.

Proyecto Almanaque

Selva Salinas 18


Selva Salinas

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Proyecto Almanaque Este número se trata de viajes. Sobre esta temática hay muchas películas y como estaba la fiebre por volver al futuro, dada la fecha en que llegaba a nuestro tiempo Martín Mc Flay, elegí una peli sobre viajes en el tiempo. El film se titula Proyect Almanac o Bienvenidos al ayer (su nombre para Latinoamérica). La historia es algo así como El efecto mariposa, eso sí, sin las convulsiones y un poco más moderna. Un descubrimiento sorprendente lleva a un grupo de amigos a construir una máquina del tiempo que resulta ser un misterioso dispositivo con potencial ilimitado. Lo mantienen en secreto y comienzan a viajar al pasado experimentando ligeros cambios que van alterando, poco a poco, el curso de su futuro. Cada viaje aumenta la aventura pero también el riesgo y lo que ponen en juego. Al intentar adaptar el mundo a ellos mismos, crean efectos a escala mundial que acaban por afectarles directamente. Al final, se enfrentan a una carrera contra el pasado y el futuro para corregir sus errores y poner su vida de nuevo en orden. 20

La película tiene muy buenos efectos especiales y la trama cumple con las leyes básicas de toda película sobre viajes en el tiempo aunque, si el Profesor Emmet Brawn hubiera visto lo que estos chicos hacen, los habría golpeado repetidamente. Digo, cualquiera sabe que lo que hagas en el pasado a la larga afecta tu futuro.

Sam Lerner (Hijo del actor Ken Lerner. Conocido por su papel de director en la serie Buffy la caza vampiros y en Ángel. Además de sus papeles en el exorcista 3, Friends, The big bang theory, entre otras. Fue estrenada el 30 de enero de 2015. Espero les guste y repito mis queridos lectores, la revista no se responsabiliza si después de ver esta película tratan de armar una maquinita en el sótano de casa.


Selva Salinas Argentina ¿Ficha técnica? ¡Qué mal acostumbrados los tengo queridos cinéfilos! Les puedo decir que el actor principal es Jonny Weston (seguro lo reconocen por su papel en Insurgente) como David Raskin, Sofia BlackD'Elia, Amy Landecker, Michelle DeFraites, Ginny Gardner y Sam Lerner (Hijo del actor Ken Lerner. Conocido por su papel de director en la serie Buffy la caza vampiros y en Ángel. Además de sus papeles en el exorcista 3, Friends, The big bang theory, entre otras. Fue estrenada el 30 de enero de 2015.

caza vampiros y en Ángel. Además de sus papeles en el exorcista 3, Friends, The big bang theory, entre otras. Fue estrenada el 30 de enero de 2015. Espero les guste y repito mis queridos lectores, la revista no se responsabiliza si después de ver esta película tratan de armar una maquinita en el sótano de casa.

Sam Lerner (Hijo del actor Ken Lerner. Conocido por su papel de director en la serie Buffy la caza vampiros y en Ángel. Además de sus papeles en el exorcista 3, Friends, The big bang theory, entre otras. Fue estrenada el 30 de enero de 2015. Espero les guste y repito mis queridos lectores, la revista no se responsabiliza si después de ver esta película tratan de armar una maquinita en el sótano de casa.

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Todos se movían a una velocidad atroz y yo me demoraba minutos enteros en pasar una mano de un costado de mi cuerpo hacia el otro; mis pies no eran pies, eran pequeñas piedras rebotando en el océano sintiendo cada onda que las golpeaba; alrededor de mi cuerpo había una sombra pesada que no me dejaba concentrar sino en la traba en la que estaba

Dimensiones esporádicas

Lura22Manuela Arcilla


CRร NICAS Gabriel Baldo

รก Laura Manuela Arcila

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Viaje sin fin Revisa bien tu unidad, joven camionero; esos monstruos con piel de acero y alma de fuego, por muy nuevos y modernos que sean, aún no se gobiernan solos. Tampoco olvides revisarte a ti mismo en mente, cuerpo y alma. Esa morena de raya en medio no perdona a quienes la ignoran, así sea solo un segundo. No olvides encomendarte al santo o al ángel de tu devoción: no hay mejor guía de viaje que ellos, pues conocen el camino mejor que el trailero más experimentado del planeta. El volante es tuyo; es la puerta de entrada al pensamiento y sentimiento de aquella bestia de dieciocho ruedas que no se deja dominar por cualquier desconocido. Si te ganas su corazón, habrás conquistado su poder. Dicho lo anterior, es momento de despertar a nuestro monstruo viajero. La travesía está por comenzar… Kilómetro 1: Le has dado la espalda a la ciudad, la has despojado de tu presencia. La masa de estrellas anaranjadas que salpican la tierra no viajarán con nosotros pero, a cambio, las estrellas azules del cielo nos irán siguiendo los pasos. Kilómetro 2: A tu monstruo viajero poco le importa la noche, él rugirá todo el tiempo. Es su idioma, es así como él puede entenderse contigo y con esa morena de raya en medio cuya piel, cuyas curvas, le seducen e invitan a hacerle el amor. Kilómetro 3: 24 El viaje suena a salsa, a cumbia y a ratos, también suena a rock. Estos sonidos definen la


Kilómetro 3: El viaje suena a salsa, a cumbia y a ratos, también suena a rock. Estos sonidos definen la imagen que en nuestro subconsciente quedará de cada viaje, de cada kilómetro, de cada destino. Kilómetro 4: Poco a poco vas conociendo las entrañas de la noche. No vayas tan rápido, recuerda ese viejo dicho: “Lo importante no es llegar primero, sino saber llegar”. El camino es largo y no sabes lo que puede estar aguardando bajo la oscuridad. Kilómetro 5 al 20: ¿Has notado que desde hace algunos kilómetros, a orillas de la carretera, aparece de manera esporádica una extraña figura de luz? Pareciera que aguarda tu paso para hacer acto de presencia. Dicen que son ángeles guardianes que cuidan a los viajeros en todo camino. Si te encomendaste a alguno antes de salir a carretera, debe tratarse de ellos. Kilómetro 20 al 30: El monstruo viajero sigue rugiendo; sin embargo, esos rugidos ahora se escuchan tenebrosos. Ya no gritan su moderno poder como al principio; ahora gritan miedo, un miedo tenebroso. No rebases los 110 kilómetros por hora, no sabes lo que puedas encontrar más allá de ellos. Kilómetro 30 al 40: La luna se adueña de tu vista; su luz plateada ilumina el parabrisas. Pero se posó en tu vista para advertirte que el viaje seguirá por un camino distinto al planeado. Kilómetro 40: A mitad del camino y de la nada, a media penumbra, ha emergido una figura de luz alada. Y justamente esas alas se extienden de tal manera que marcan el alto al monstruo viajero, del cual has perdido por completo el control. La noche se vuelve día por unos instantes, y todo a tu alrededor es absorbido por esa luz cegadora. A partir del kilómetro 41… Inesperadamente llegó a su fin un viaje, inesperadamente, comienza otro. Tus manos ya no sujetan las riendas de esa bestia rodante, sino las de un ángel anhelante que te lleva ahora a rodar por el cielo. No mires atrás, porque ahí quedó tu cuerpo inerte, junto a los retorcidos restos de aquel monstruo viajero. Mira adelante, que el viaje sigue, pero en otro transporte y por otro camino.

México

Gabriel Baldo

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Dimensiones esporádicas Debía

sentir algo, éxtasis, alguna emoción que llenara mi jodida existencia. Recuerdo que sus dedos quemaban, fugazmente, como cuando enciendes un cigarro y el frío viento de la tarde lo apaga. Mi nombre es Maria, ¿De virgen?, no tengo nada, de lo que si tengo es ganas de un viaje veloz, placentero.., llenador. Pensé ese corto juicio en menos de 10 segundos para dirigirme a fumar un "porro" del tamaño del Empire State, no interesaba nada más, solo sentir 500 dimensiones a la vez para explorar cada rincón de mi ser y así vaciarme del absurdo dolor que me consumía día tras día. "Esta vaina es muy loca", pensé. Todos se movían a una velocidad atroz y yo me demoraba minutos enteros en pasar una mano de un costado de mi cuerpo hacia el otro; mis pies no eran pies, eran pequeñas piedras rebotando en el océano sintiendo cada onda que las golpeaba; alrededor de mi cuerpo había una sombra pesada que no me dejaba concentrar sino en la traba en la que estaba. Recuerdo que el corazón me hacía ¡boom! y las voces las escuchaba a mi antojo, lejanas, cercanas, como si logrará concentrarme en lo que otros decían. ¡Que jodido viaje! Con este pensamiento desperté varias horas después, ¿en dónde estaba?, no quiero ni saber, de lo que si tengo plena seguridad es que lo volvería a hacerlo.

Colombia 26

Laura Manuela Arcilla


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[…] quizás, dejaba atrás algo más grande que todo lo que me esperaba en el otro lado del mundo. Puede que el valor que tenía tras mi espalda pesase más que cualquier aventura inolvidable

El viaje del cambio 28

Marta Gago


JosĂŠ MarĂ­a Pacheco

Marta Gago

Melissa Cammilleri

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La salvaje VeracrUz Me

había enamorado de la carretera. Creo que todo comenzó cuando leí “On the Road” de Jack Kerouac. Cuando era adolescente me había obsesionado con comprar el Cadillac más desvalijado de la ciudad de Puebla, subir a un montón de sujetos de brío etílico y recorrer la carretera con el sol quemándome la espalda. Además mis amigos me habían metido en la cabeza la idea de que un escritor necesita experiencias para escribir prosas épicas o lo que sea, me sentía un verdadero escritor porque todos me lo decían. – Te presento a mi amigo escritor – decía algún amigo, cuando me presentaba a sus conocidos. Nunca compré el maldito Cadillac, ni si quiera aprendí a conducir. Quizá lo haga en un par de años. A lo que quiero llegar es que hice muchos viajes, a veces en el auto de Franco Carvajal; a veces en el de Valerdi, un amigo del padre de Bruno; algunas veces, cuando Chris viajaba desde la ciudad de Virginia hasta Puebla Capital en un avión, él rentaba un auto y viajábamos a la ciudad que se nos ocurriera. Entonces allá íbamos. También hice muchos viajes con Sergio Lepe, un maravilloso amigo actor y además joven visionario, tenía planeado viajar con Sergio Lepe a la India y con Chris y Bruno al África. Pero eso sería mucho tiempo después, cuando no tuviera algo que hacer. Cierta vez viajamos a la salvaje Veracruz. Estuve una semana fuera de casa. Al principio es un lugar idílico, pero, después transmuta a algo pérfido. Al ubicuo sol, astro sádico, solo puede soportársele un par de días sin que arda la piel. El penúltimo día, que era un viernes, desperté con un dolor de cabeza bien fuerte. Me había deshidratado, era como tener una de esas resacas que te dejan completamente ciego. – ¡Murciélagos! – Grité al despertar, algo me había despertado – ¡Bruno, Sergio! ¡Puta30madre, hay murciélagos en ésta maldita casa de campaña! – La estancia del murciélago había sido cosa esporádica. “¿Acaso estoy alucinando?” Necesitaba agua


José María Pacheco; México. despertar, algo me había despertado – ¡Bruno, Sergio! ¡Puta madre, hay murciélagos en ésta maldita casa de campaña! – La estancia del murciélago había sido cosa esporádica. “¿Acaso estoy alucinando?” Necesitaba agua urgentemente. Sergio se levantó y cuando vi su aspecto noté que el muy cabrón estaba peinado, Sergio nunca se despeinaba, supuse que era cosa de un corte de 200 en efectivo. – Estás alucinando amigo, no hay ningún maldito murciélago – dijo con talente convencido – Ahora tengo hambre. – Bruno aun dormía, Sergio se le acercó y le mordió la cara, ¿o acaso le estaba manoseando la cara, metiendo sus dedos en su boca y nariz? No lo recuerdo, creo que en serio estaba alucinando. Bruno despertó. Tenía la cara de un maniaco. Mario Arjona se había largado el día anterior, nosotros nos quedamos un día más. A esas alturas ya nos habíamos dado cuenta que llevábamos exiguo dinero desde el principio. Eso o nos comportamos como unos verdaderos promiscuos y pródigos cabrones. – ¿Cuánto dinero tienes Pacheco? – Dijo Sergio. Revisé mi cartera – Tengo una moneda de cinco – dije deleznablemente – ¿Tú cuánto tienes? – Tengo una moneda de diez – dijo luctuoso – Mierda. – Continuó – ¿Bruno, Brownie, Bruneta cuánto dinero tienes? – Un billete de veinte – dijo. – Creo que podemos comprar una cerveza o un litro de aguardiente. Tenemos que decidir en qué gastar el dinero. Comida o Licor. 31


– De eso nada – dije – por supuesto que licor. – Bruno fue atacado por carcajadas. Sergio me dio un golpecito en la cabeza – No sean imbéciles tenemos que comer – continuó – ¡Odio ésta mierda, ni siquiera puedo comprar una puñetera botella de agua! Sergio buscó en su cartera y encontró un cigarrillo. Lo compartimos, no sé por qué pero fumar hacia un poco más soportable la situación. Bruno guardó todo nuestro dinero. Ya ni si quiera estaba en números rojos, simplemente nada tenía, mi equipaje y un boleto de autobús que saldría hasta el próximo día. A lo lejos vi como un par de chicos paseaban un galón de agua. “A la mierda” pensé. En ese momento me dirigí al baño y bebí del grifo. Al menos me refrescó. Ni siquiera podía cagar. Cuando salí Bruno se veía muy alegre. Y gritaba – Yupi, Yupi. – ¿Qué pasa? – pregunté – Lepe y yo te tenemos un regalo. Ahora cierra los ojos. Cerré los ojos y ahí estaba frente a mí una botella de vidrio con medio litro de agua. – Bebe ahora mismo – Me ordenó Bruno. No lo pensé dos veces, quería tomármela toda de un trago. Di un sorbo muy grande cuando sentí como mi boca y garganta ardían. Grité – ¡Puta madre! – Era aguardiente, pero parecía agua normal. – ¿No compraste agua de verdad? – No esto es todo lo que tenemos Pacheco. – ¿Por qué no has hecho caso a Sergio? – Mira en esta situación lo mejor es beber para no pasarla tan mal. Tienes que embriagarte para dejar de sentir al Sol quemante – Le di otro beso a la botella. Estaba pasando el medio día, el sol continuaba quemando, como siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Siempre me ha parecido muy misteriosa la energía del Sol. Como sea ya no había nada que hacer. Estaba en el momento de paroxismo, era verdad, cada trago me hacía sentir más cómodo. Quería llorar, mi madre no estaba ahí para pedirle dinero, estaba solo, con personas solas. El clima es una guerra y yo lloré en esa salvaje Veracruz como Hemingway lloró en la Segunda Guerra.

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El viaje del cambio Sé que era una locura, pero me embarqué. No esperaba encontrar nada, ni siquiera esperaba llegar realmente al final. Solo cogí el billete que tenía ante mí y me fui. Al principio tenía miedo, dudas, inquietudes. Estaba parada frente a la puerta, en mi cabeza existían miles de excusas para no moverme, pero en mi corazón… en él, había demasiados motivos para irme. Fue complicado. La gente caminaba de un lado a otro, muchos embarcaron al momento. Yo no. Yo me quedé esperando. ¿A qué? Quizás a que alguien se acercase y me dijese que debía hacer. Pero, ¿No era de eso de lo que escapaba? De los mandatos, de las prohibiciones, de las limitaciones. Iba tras algo grande, lo sentía. Iba a por un sueño. Entonces, ¿Por qué esperar? Porque, quizás, dejaba atrás algo más grande que todo lo que me esperaba en el otro lado del mundo. Puede que el valor que tenía tras mi espalda pesase más que cualquier aventura inolvidable. Solo se vive una vez. Bonita frase y muy real. Puede que fuese eso lo que me hizo actuar en cuanto salió por megafonía el último aviso. Miré una última vez. No había nadie. Absolutamente nadie. Ahí estaba yo, dudando si quedarme o irme, cuando nadie se molestó en intentar retenerme. Sacudí cualquier pensamiento de mi cabeza que pudiese atormentarme y me fui. Entré en el avión con destino a algún lugar lejano. Un lugar distinto, con otro sabor, o eso esperaba. Si en ese momento, tras sentarme, ponerme el cinturón y los cascos con música, alguien me preguntase que esperaba encontrar en mi destino, seguramente, me quedaría pensando un rato, sonreiría. Pero lo haría por nada, aunque seguramente esa persona se creyese que en mi mente estarían pasando miles de deseos. Luego, miraría a quien me lanzó la pregunta, me encogería de hombros y soltaría: “Felicidad”. Y sí, me embarqué en una historia alocada, me lancé en la primera oferta de trabajo que vi. Tuve suerte cuando me aceptaron. Ni siquiera me interesa mi nuevo trabajo, pero lo hice, porque vi la oportunidad. Fue un momento raro. Estaba tan tranquila leyendo ofertas hasta que encontré esa. Entonces, todo cobró otra importancia, otro sentido. Ya no me veía a mí en mi casa, ni siquiera en mi nuevo trabajo. No, me veía a mí alcanzando mi meta. Me veía tocando día 34 el cielo y, en ese instante, sentí que aunque no consiguiese mi propósito, todo esto, a día todo este viaje, merecería realmente la pena.


Marta Gago; España siquiera en mi nuevo trabajo. No, me veía a mí alcanzando mi meta. Me veía tocando día a día el cielo y, en ese instante, sentí que aunque no consiguiese mi propósito, todo esto, todo este viaje, merecería realmente la pena. ¿Por qué? Pues, porque no sé. Por eso sé que merecerá la pena, porque no espero nada. Ya no lo hago. Solo dejo que el avión llegué a buen puerto, bajarme, subirme en un taxi, llegar a mi nuevo apartamento, comenzar a trabajar y… simplemente, aprender a vivir de nuevo. Y entonces, descubrir por mí misma que no existen fronteras.

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La historia de un retazo ¿Quién podría saber las tantas verdades que alberga el olvido? Si uno se detuviese a pensar en todo lo que el hombre ha dejado y deja constantemente atrás. Estos pensamientos me vinieron a la cabeza cuando paseaba por la playa y me encontré en la orilla, en medio de un mar tortuoso y negro, un viejo escudo agrietado; apurado para que no se lo llevaran las olas lo tomé, no sin cierto temor y extrañeza. El simple tacto me remontó años atrás, a una época en la que no había vivido pero sabía yo que existía. Me encontré pues en una Edad Media, rodeado de polvo y acero, en medio de una aldea muy pobre. Todo era ruido y alboroto. Quise imaginar que se preparaban para la guerra, una cruzada tal vez; todos querían unirse, hasta los más desdichados con sus mejores intenciones. Una imagen, una choza y un joven saliendo de ella, con un escudo en el brazo. Había pasado años colgado en las paredes de esa humilde casa, en silencio y en paz. No esperaba a nadie que lo sacara de su ensueño, de esa condición de los objetos como simple decoración, hasta que se vio obligado a dejar su lugar, perturbado por la guerra –porque una guerra perturba a todos por igual-. El escudo entonces estaba allí, en los brazos temblorosos del chico. En Jerusalén, quiero creer, peleó muy valientemente antes de morir. Perdía rastros del escudo en aquella época, pero los vientos me trajeron un aroma a incienso y agar. Mi cabeza voló a las murallas de Damasco, unos trescientos años más tarde y sin dudarlo remonté la historia del mismo a aquella ciudad. Estaba en un mercado, escondido entre un montón de cosas, sin dueño ni hogar. Durante los años siguientes viajó por los desiertos; llegó a formar parte de ejércitos turcos y musulmanes, hostilizado por fuerzas enemigas y culpado por una guerra de la que no era culpable. Mientras la arena me revolvía los ojos, supuse que el escudo había llegado a Egipto siglos más tarde. Entraba en barco por El Nilo –en uno de sus tantos viajes-, camino a Menfis. De allí se me ocurrió trasladarlo a Alejandría, en donde podría conectar mejor los cabos sueltos de la historia. Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que llegaran el ejército y las expediciones napoleónicas: unos soldados lo metieron en un cofre a escondidas de sus superiores, como botín de guerra; esa misma noche el barco naufragó al recibir hostilidades británicas en el Mediterráneo. Así un laberinto de posibilidades se abría en mi imaginación. Preferí pensar en que lo agarraron los británicos, en plena revolución industrial. Llegar a Gran Bretaña debe haber sido un gran salto en el tiempo para el escudo. Había permanecido ajeno al descubrimiento de América, a la Revolución Francesa, a tantas guerras y a tantas paces. Después de un breve silencio lo encuentro en un museo, en Bélgica. Allí reposaba tranquilamente, viendo a la gente pasar mientras esta se admiraba ingenuamente de su bello color, sin saber todo lo que había detrás de ese pedazo de acero. 36


Melissa Cammilleri; Argentina Lamentablemente ese momento de fama le duró poco; por esos años estallaron las contiendas sociales y, durante la Segunda Guerra Mundial, el museo en el que descansaba sus llagas de tanto caminar, fue destrozado. De ahí en adelante todo es silencio. No sé qué sucedió con él luego de ser aplastado por tanques y balas. ¿Qué otros brazos había acompañado? Supongo que algún viaje en avión lo rescató. O fue visto como hojalata y tirado al mar. O elegí un camino erróneo encerrándome en el laberinto de historias que inventé. ¿Quién sabe? Al fin y al cabo, todo queda en el olvido; uno nunca podrá saber la verdad del pasado. Volví a la realidad. El horizonte estaba negro. Un relámpago. Comenzaría a llover. Había pasado todo el día parado, creando situaciones y situaciones para el escudo, pero todavía no sabía cómo había llegado a mis manos. Busqué a mí alrededor a alguien, un barco, una pista, pero nada; sólo estaba el escudo y yo. Parecía como si este momento hubiese estado destinado a existir desde el momento en que fue despegado de la pared, en que unas débiles manos, llenas de esperanza, lo tomaron, pasando de hombre a hombre, acompañando mil viajes y cada uno de ellos diferente. Ahora era mi turno, pues, de dejar una marca en ese retazo de historia. Una gota de lluvia me cayó en los ojos. Conociendo el pasado no quería repetirlo; no quería cometer los mismos errores de los demás, llevados por sus ambiciones personales. Este escudo, después de tantos años a la deriva y sin una casa, sin un verdadero hogar, merecía un lugar en el mundo como nosotros. Decidí llevármelo a casa; lo coloqué en la pared, en donde todo comenzó, y desde ese momento volvió a ser parte de una familia, como la que había tenido mil años atrás.. 37


Agradecimientos A los lectores quienes aún con las ultimas adversidades nos han apoyado incondicionalmente, a todo el equipo detrás de este proyecto, a su notable esfuerzo y a su colaboracion en la decima edición de Revista Literaria Sinapsis.

Escritores en esta edición

Diseño

Sergi La nuit

Gabriel Baldo

Ivan Quiroga

Alain Wood

Laura Manuela Arcila

Nancy Vargas

Edisson Bedoya Gomez Jose Maria Pacheco Cecilia Valdivia

Marta gago

Nasneth Schreiber

Melissa Cammilleri

edición Denisse W. Hultzsch

Selva Salinas cordinación Edison Bedoya

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Sinapsis 10ma Edici贸n: Viajando con Sinapsis 12 de Noviembre de 2015

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