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El Masters

Nada que hacer. Es el mejor torneo del mundo. No hay lugar a dudas.

emoción, que jugadas, que nombres, que acciones.

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La primera sorpresa, que jugaran los excampeones que ahora son participantes del LIV y les permitieran jugar a pesar de las prohibiciones conocidas. Como todos unos profesionales, no hubo comentarios polémicos ni controversias innecesarias.

Se abrieron las puertas y a jugar con un resultado extraordinario: Phil Mickelson fue segundo con un -8, producto de un domingo espectacular y un Patrick Reed en 4º lugar también muy destacado.

Phil jugó con Jordan Spith que, hasta los últimos 9, se lanzó decidido a conquistar el top 5 y quedó de 3º

Pero lo de Jon Rahm es monumental. El Español arrancó con 2 bajo par y lentamente, con calidad y tranquilidad se le fue colando a Brooks Koepka, líder los 3 dias anteriores, que venía con paso seguro a volver por sus laureles perdidos desde hace más de 4 años. Pero no fue contendor del ibérico. Sí golpeó para birdie en varias ocasiones pero sencillamente no le entraron las que necesitaba y solo vino a meter un par al final cuando ya la ventaja era difícil de remontar.

El golf permite una lectura sensible: el lenguaje corporal. El de Jon era seguro, alegre, despierto, el de Brooks dubitativo, temeroso y muy inseguro, incluso, encima del green.

Para mí el mejor tiro de Rahm fue el tercero del 18. Par 4 de 465 yardas. Una salida muy mala desde el tee y muy afortunada, dicen que los ganadores necesitan de eso, porque las ramas de los árboles de la izquierda le detuvieron la distancia pero ubicaron la bola en el centro del green muy lejos de la bandera.

Con el segundo no se complicó y la puso a 85 yardas, pero antes de un bunker muy retador que impedía incluso mirar la base de la bandera.

Llegó para su tercero y se posicionó con un palo corto, fue maravilloso ver ese swing, suave, tranquilo, con esa presión de ser el último tiro exigente de campo, golpeó suave y la bola aterrizó en el fringe del green avanzando elegante hacia el hoyo para dormir a menos de 40 cms. Una obra de arte. Embocó para par y ganó el torneo.

Se vieron jugadas extraordinarias. Una de la más destacada la de Sahith Theegala en el 16 quién desde el mismo lugar de aquel icónico de Tiger, con la bola Nike, volvió a golpear igual a la izquierda del hoyo para aprovechar la loma y, por gravedad, descender la pelotica y en vez de detenerse en la puerta unos segundos como aquella de Tiger, entró como una tromba por la mitad del hoyo desapareciendo. Birdie extraordinario.

Que campo el de Augusta National golf club. Cada año mas bello, sofisticado y complicado. La variable de las alturas de los fairways y de los greenes es espectacular, defendiéndose de los tiros de los expertos quienes ven, en muchas ocasiones, como la bola prácticamente se sale del por sus desniveles.

Esta vez el hoyo 12 no mató a nadie. Jordan lo jugó con una seguridad perfecta que lo hizo olvidar, ahora si, de aquel error de hace unos años que le quitó el torneo.

Otro que no embocó fue el, hasta hoy, número uno del mundo Scottie Scheffler que se debió consolar con su número diez en la tabla de posiciones.

Cameron Young, nuestro candidato por su “pausa” en su swing, también se mantuvo en la primera página y con su 7º puesto corroboró toda la tesis de la ventaja que significa la pausa en lo alto del swing.

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