El Infinito en un Junco El impulso que movía a Alejandro, la razón de su energía desbordante, capaz de lanzarlo a una expedición de conquista de 25.000 kilómetros, era la sed de fama y de admiración. Creía profundamente en las leyendas de los héroes; es más, vivía y competía con ellos. Tenía un vínculo obsesivo con el personaje de Aquiles, el guerrero más poderoso y temido de la mitología griega Lo había elegido de niño, cuando su maestro
Aristóteles
méricos,
y
soñaba
le
enseñó
con
los
poemas
parecerse
a
él.
hoSen-
tía la misma admiración apasionada por él que los chicos de hoy en día por sus ídolos deportivos. Cuentan que Alejandro dormía siempre con su ejemplar de la liada y una daga debajo de la almohada. Alejandro no volvería a ver la ciudad. Menos de una
década
más
tarde,
regresaría
su
cadá-
ver. Pero en el año 331 a. C., cuando fundó Alejandría, tenía veinticuatro años y se sentía invencible. 4