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Noche de bodas

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MARÇ

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Hace justo 67 años que Almudena dio el 'Sí quiero' en el altar de su pueblo. Vestía de blanco seda y tenía la mirada vertical clavada hacia el altar. Una joven que recibía la noche de bodas como el principio de una vida sellada para siempre al mismo hombre. Una vida sencilla y feliz.

Aquella noche brillaba el vestido y sonaba en la alcoba el tintineo que dejaban las joyas al desvestirse lentamente. Desnudo su cuerpo al fin, entregada al calor de ese amor de juventud que impaciente esperaba enredarla en caricias. Dos almas unidas, dos cuerpos deseando disfrutarse y empezar un camino juntos.

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Quizás habló la prisa y la impaciencia cuando un hilo de sangre se deslizó entre sus piernas anunciado la ansiada pérdida de la virginidad. No sé asustó, no se quejó. 'No temas, hija, duele unos instantes. Son cosas que tenemos que pasar las mujeres' en palabras de su abuela materna.

No fue una noche agradable y apenas descan- só. Se acomodó de nuevo la ropa de cama y se hizo un burullo al pie de su esposo, que ya descansaba profundamente. El amor bien valía el sacrificio. Para muchas mujeres en aquella época era el inicio de una nueva vida y de un nuevo ser. Como muchas otras noches que quedaban por llegar donde el placer y la obligación se peleaban para llevarse bien.

Si algún día disfrutan de su noche de bodas, recuerden que un día no muy lejano, ser mujer y cumplir el 'deber' con tu marido no siempre iba de la mano de ser recordada como la noche más feliz. Quizás para Almudena a pesar de todo, sí lo fue.

Dedicado a todas nosotras.

'Que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel'.

Joaquín Sabina.

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