Revista Virtual Rosacruz N° 33

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Junio Tercera Etapa - Año XX - ISSN: 2539-4584

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¿Cuál es la Rosa de los Rosacruces? La ROSA, es el ALMA que aflora, con sentido y belleza, siendo esta proeza, el trabajo del EGO que educe sensciencia y actualiza consciencia, de lo que mira y adora; pues sin adoración, no hay del alma función porque el EGO es el ALMA que se autocontempla, como la esencia del Ser y del Vivir, sin disminuir su sentir del Amor, pues amar y sentir, son los únicos caminos de auto-consciencia. La auto-sensciencia, es más que el amor y más que conciencia, porque sensibilidad sin conciencia, conduce al error; y, conciencia sin sensibilidad, se torna indiferencia y la indiferencia marca el destino del ser, sin dignidad ni nobleza. Hay que sentir para así comprender, pues solamente hay armonía cuando el sentir se une al saber y el saber es belleza cuando con presteza llega a suavizar el dolor del Alma que sufre, del Alma que añora vivir la plenitud en el instante que nace y, de aquel que fenece, sacar la lección que al Ego enaltece; así debe ser la vida, del que el sendero transita, para que florezca en la Cruz la Rosa bendita, cuya esencia es aroma, es luz y belleza del Alma, que en su arrobamiento se siente a sí misma. Sentirse es la Rosa, Amar es fruición de grandeza, cuando esa proeza abarca a la vida, en su plenitud.

Raghozini

Índice La Omnipotente Diosa de Mil caras.............................................................. 1 El hombre debe aprender de la Naturaleza................................................... 4 Mamá y el mundo del más allá...................................................................... 5 El amor al saber y saber del amor................................................................. 9 La Botánica y la Salud - Fiebre Tifoidea...................................................... 10 Eucalipto .................................................................................................... 10 Divino sonámbulo....................................................................................... 12 Voces de la Naturaleza................................................................................. 13


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Fraternidad Rosacruz Antigua Abril 27 de 1928 Personería Jurídica No. S0004815 de junio 1997 Sede: Calle 56 No. 16-53, Bogotá - Colombia Fundador: Israel Rojas Romero, Raghozini, 1901-1985 Director: Manuel de J. González C. Tercera Etapa - Año XX - Junio 2020 - No. 33 - ISSN: 2539-4584

La Omnipotente Diosa de Mil caras La Diosa de la Necesidad

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n fenecidos tiempos se hablaba de divinos ensueños, una época en que la humanidad sabía ver la verdad de la Vida en toda su realidad natural. Había una selva con grandes bosques, majestuosos arroyos de aguas cristalinas, aves de policromados colores, reptiles de ojos penetrantes, grandes saurios de peligro ondeante, arrogantes caballos con crines que flotaban al viento, jóvenes varones con divino entusiasmo, en la plenitud del vivir y, en fin, todo era paradisíaco en el recodo de una montaña, en la cual se erguían las encopetadas cimas rodeadas de nubes majestuosas y en medio de ellas un castillo, al que nadie contemplaba ya. Pero un joven estudiante, inquieto y sensorial, estaba animado del espíritu del divino saber y ansioso, al no comprender nada del castillo derruido que se ocultaba entre las nubes, meditaba qué habría allí; hasta que al fin pensando llegó a la conclusión de que el más anciano de los hombres que él conocía, podría informarle algo acerca de aquel vetusto edificio y... aproximándose a él, que vivía de la mendicidad, le preguntó: ¿qué es lo que se oculta en aquel castillo misterioso, que no es visitado por nadie? El anciano sonrió levemente y le dijo: Allí, se dice, que existe una divinidad omnipotente, cuyos mandatos obedece la naturaleza toda, no habiendo excepción, pues reyes, príncipes y patriarcas le deben obediencia, como también los más humildes de nosotros; pues como decíamos, ella es Omnipotente en sus designios. El joven decidió irse solo a despejar el enigma; fue trepando por las breñas, cada vez más alto sobre el valle, contemplando la belleza del paisaje, el majestuoso volar de los cóndores, el deslizarse de los reptiles, el encanto de las aves que hacían del ambiente un divino paraíso; admiraba el espectáculo y seguía su marcha pensativo, animado por una fuerza

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interior que se llama inquietud y que conduce al saber y al comprender progresivo de los misterios de la vida y de la naturaleza, si a ello se le dedica verdadera atención. Al fin, un poco fatigado, llegó a la cumbre, se sentó sobre una piedra, descansó de su agitación física, porque la psíquica se hacía cada vez más intensa. Deseando saber y comprender el misterio de la Diosa Omnipotente, al fin decidió penetrar en el templo o castillo y miró por todas partes, no pudiendo contemplar más que lianas, espinos, abrojos y pequeños seres vivientes que se movían sobre el haz de la tierra, sin que hallar pudiera el rostro de la Diosa; desconcertado, pensando que el anciano le había engañado, descendió lentamente, meditando en la vida y sus misterios. Al llegar al poblado, su primera intención fue la de no volver a saludar al anciano, porque lo consideró embustero, pero como la curiosidad de saber es una fuerza tremenda, que radica en la hondura de la naturaleza humana, decidió encarar al anciano y preguntarle, por qué lo había engañado. Se acercó a él disgustado y respetuoso al mismo tiempo --porque la ancianidad merece consideraciones especiales-- y, le dijo: --señor, nada hallé en el misterioso castillo, excepto la presión de la naturaleza creadora que destruye la obra de los hombres; allí no había tal Diosa Omnipotente, ni tampoco efigie alguna que la recordara. Hijo mío --le dijo el anciano--, la Diosa es tan poderosa que no se le pueden levantar efigies, ni se le puede describir nunca en su realidad incuestionable, ella es: “LA NECESIDAD”. Por necesidad de saber, fuiste a la cumbre y lograste mucha experiencia; por la necesidad de vivir y carente ya de posibilidades humanas para ganarme la vida me he dedicado a la mendicidad; por necesidad tú respiras y respirando vives; por necesidad buscas nutrición diaria; por necesidad la naturaleza te impulsa a ser y pensar; por la imperiosa necesidad todos los seres buscan la subsistencia en cualquier forma y luchan por ella sin descanso, ni espera; los más orgullosos reyes y los más ilusos príncipes y princesas, respiran para vivir, se nutren para sostener su cuerpo y piensan con el fin de descubrir el misterio de la vida y la verdad, que es ella misma y que alienta en todos los seres y en todas las cosas. Nadie puede escapar al imperativo de la Diosa Necesidad, porque si tú piensas, tú meditas, tú indagas las leyes de la naturaleza, es porque la Diosa Necesidad es, ha sido y será omnipotente a través del tiempo y el espacio.

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Lo que los hombres, en su lenguaje trivial, llaman Dios, la Energía omnipresente y omnipotente de la Vida, es el Poder Divino de la Necesidad en movimiento eterno, que genera y engendra mundos, universos, galaxias en eterno movimiento, cumpliendo la finalidad que la Inteligencia universal ha colocado en la hondura del átomo, en la molécula, en el aliento de vida, que es igual para los peces, los reptiles, las aves, los cuadrúpedos y los hombres erguidos que marchan sobre la periferia de la madre tierra, con más vanidad que consciencia, con más estulticia que saber; todos sin excepción, tienen que obedecer a la Omnipotente Diosa, a la gran Necesidad, que tiene mil y más rostros y que cuando escapamos de la mirada de algunos de ellos, los otros nos observan con ansiedad, con perspicacia, con mandato definitivo y determinante, para que llenemos las múltiples necesidades que caracterizan la necesidad de los seres, los cuales si sienten el imperativo categórico de la vida, de respirar, de nutrirse, de vivir, de reproducirse y así perpetuar la especie, para cumplir los fines de la evolución, todos sin excepción, grandes o pequeños, obedecemos al imperativo de la Diosa Necesidad, o también buscar los elevados fines que le han descubierto los grandes seres de la historia, tales como Buda, Hermes, Jesús, Pitágoras y otros; es de volvernos autoconscientes de la vida interior, que es el más grande imperativo de la existencia. Todos los hombres sin excepción, pese a la vanidad y el orgullo que nos suele caracterizar, viajamos, como el Judío Errante, figura alegórica del hombre que camina y camina sin descansar, hasta que halle en la hondura de su ser, en la profundidad de su corazón, la Omnipotente divinidad que subyace en todos los seres. Quizá ese castillo misterioso, no sea otro que el hombre inconsciente que se destruye a sí mismo por la acción del tiempo y por el no claro conocimiento de las leyes eternas, que rigen su destino y evolución. El imperativo categórico de las necesidades naturales, no pueden ni deben desobedecerse, porque son ley de la Evolución y de la Vida; en cambio, las necesidades vanas, creadas por el hombre mismo, son el dogal que cada quien se pone al cuello, sin razón, sin objeto, ni finalidad verdadera, en la mayor parte de los casos. ¡Oh Maravillosa Diosa de mil rostros, quiero rendirte culto en la comprensión de tus leyes, que son imperativos categóricos de la Naturaleza! ¡Oh joven, Hermano y amigo, procura que en tu vida, las voces divinas de la Omnipotente Diosa sean siempre tu guía y trata, por todos los medios,

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de no crear necesidades ficticias, hijas de la vanidad y de la inconsciencia humana y, ante todo, utiliza todo el poder espiritual de tu existencia, en amar la Vida y comprenderla, porque ella encierra en el Interno de todos los seres, la divina verdad que es sabiduría y esplendor, cuando se vive la plenitud del amor ideal, que hace de los hombres, dioses. El anciano inclinó la cabeza, con la delicada bondad del que tiene experiencia, sabe, ama y comprende. Si quieres ser verdadero hombre, siembra buenos pensamientos y cosecharás buenas acciones; siembra buenas acciones correctas y cosecharas nobles hábitos; siembra dignidad y carácter y cosecharás un hermoso destino. Revista Rosa-Cruz de Oro, septiembre de 1980 * * *

El hombre debe aprender de la Naturaleza Puesto que los planetas giran alrededor del sol, es por ello que reciben de él la luz, el calor y la vida. Si cortaran esta unión, morirían. Y como en el universo todo está construido según el mismo esquema, si los órganos y células no permanecen unidos al espíritu del hombre, a su YO divino, como los planetas están unidos al sol, perecerán. Esta es una verdad que los Iniciados han visto inscrita por todas partes en toda la Naturaleza. Sí, por todas partes, excepto, desgraciadamente, en la cabeza de los humanos. La gente imagina que cultivando la anarquía, la rebelión, rehusando someterse a las grandes Leyes Cósmicas, reafirman el poder de su carácter. No, reafirman su ignorancia. Porque cada vez comienzan, por el contrario, a perder el equilibrio y a debilitarse. La verdadera fuerza del hombre, es lograr arrastrar todos los movimientos instintivos de su ser en un impulso irresistible hacia su centro solar. Cuando lo logra, la armonía, la plenitud y la paz se instalan en él. Omraam Mikhael Ivanhov * * * Nuestros sentimientos constituyen en nosotros, la parte divina y nuestras acciones y emociones, la humana. Zanoni

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Mamá y el Mundo del más Allá Yo no me había dado realmente cuenta de que estaba muerto --me sentía tan perfectamente vivo--, hasta el momento en que vi aproximarse a mi madre. Entonces me vino la idea de que yo también debería hallarme en ese estado que llaman “muerte”. No había tenido tiempo de apreciar el nivel donde me encontraba y todo parecía natural, quizás diferente. Lo que me golpeó de momento fue la radiante expresión del rostro de mi madre. Mostraba un aire tan joven, como nunca le había visto, ni cuando era niño, parecía casi alegre. --“Oh, Harry, exclamó ella aproximándose, no sabes hasta qué punto estoy feliz de verte. Te he esperado tanto tiempo…”. Un torrente de palabras subió a mis labios, pero apenas pude balbucir: --“Mamá, querida mamá...” En ese instante, las palabras parecían inútiles. Yo estaba realmente dentro de la vida, pero en forma diferente, tenía una inteligencia diferente, toda una gama distinta de emociones. Pero, sobre todo, estaba en paz, en un estado de beatitud total. --¿Dónde estamos...?, me atreví, al fin a preguntarle. Mi madre levantó los hombros y sonrió. --“No sé. Nadie plantea esta pregunta. Estamos satisfechos de ser como somos y de estar donde estamos. Esto no es más que un espacio infinito, donde el tiempo no existe, solo hay eternidad”. Era una declaración totalmente inhabitual, más aún pronunciada por la madre que conocí allá abajo. --Mamá, le dije: debes haber aprendido montones de cosas desde que estás aquí. --“Hijo mío, me respondió, hay solo una cosa peor que la ignorancia, es la estupidez. No me sorprende que allá abajo, tú no me pudieras soportar. Era realmente estúpida”. Hubiera querido contradecirla, pero ella prosiguió: “Todo lo que aquí tenemos que hacer, es aprovechar la lección de nuestras faltas pasadas, de manera que cuando nos toque reencarnar, habremos sacado de aquí una vasta enseñanza. Aquí tenemos cuanto tiempo necesitamos. Unos aprenden más rápidamente que otros y retornan antes de que uno pueda conocerlos”. --¿Cómo haces para vivir? … ¿Quién consigue libros? Quién se encarga de los trabajos pesados…? “Aquí no hay trabajos que hacer. Lo que tú deseas, lo obtienes, con solo desearlo; lo que quieras aparecerá. ¿Te acuerdas que en casa había una guitarra que nadie tocaba?... Esa guitarra era mía, pero yo no sabía tocarla.

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Aquí hay una guitarra para cada vez que quiera tocarla y lo hago bastante bien. De repente, estupefacto, vi que ella tenía una guitarra en sus manos y que tocaba con talento. “Creería uno estar oyendo a Segovia, dije con admiración”. Segovia está aquí y él me ha dado algunas lecciones. Aquí se aprende muy rápidamente. Lo que se necesita es la aspiración. De golpe me di cuenta de que mi padre no andaba por allí. Le pregunté a ml madre si ella sabía dónde se hallaba... “Sin duda por allá, en algún rincón perdido. No he trajinado por esos sitios…” --Y, ¿no te hace falta…?, le pregunté. “No, hijo mío, nadie me hace falta. Aquí se aprende a estar satisfecho. Tu padre debe hallarse bien. -- Pero caigo en la cuenta de que no te he preguntado si quieres tomar o comer algo. Si tú lo deseas, en un momento estarás servido. Tú gustabas mucho de las cebollas, puedes tener un chateaubriand con cebolla y un puré de papas, si te apetece”. --Gracias, mamá. No quiero nada. Tengo la impresión de estar saciado. Hasta el aire parece alimenticio. Es como respirar un elixir. ¡Pero no me he fijado en el cielo...! “Aquí no hay. Hablan de cielo astral. En este momento ocupamos nuestro cuerpo astral. Es lo que me han dicho. De todos modos, no me interesa lo que aquí entienden por cuerpo. Solo se qué me conviene perfectamente”. --¿Me vas a decir que aquí no te duelen las muelas, ni tienes jaquecas, ni sufres de constipación o de diarrea? ... Mi madre, vigorosamente negó con la cabeza. --Pero, ¿tú no querrás estar aquí para siempre? De nuevo movió la cabeza. --“No hijo mío, nuestro sitio está en la Tierra, allí tendremos que regresar una y otra vez, hasta hallar un sitio donde vivir decentemente. Sería egoísta seguir viviendo aquí, dejando sufrir en la Tierra a tantos seres…” Me parecieron sorprendentes estas palabras, viniendo de mi madre. En ese poco tiempo llegué no solo a admirarla, sino a amarla. De repente se me acercó un hombre y con una sonrisa amistosa, me dijo: --“¿No es usted Henry Miller…?”

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No le reconocí y él añadió: --“No se acuerda de mi porque hace mucho tiempo que no nos vemos. Entonces era usted muy joven. Usted me colocó como telegrafista, a pesar de que estaba libre con fianza, por haber asesinado a mi esposa. Ud. escuchó mi historia y sin vacilar me dio el puesto y me anticipó 10 dólares”. --“¿Se acuerda ahora…?” Me acordé, entonces de los miles de hombres que coloqué cuando trabajé en Nueva York como director de personal de una empresa telegráfica. Nos interrumpió mi madre para decirme que había seguido atentamente mi carrera de escritor. “Yo me alegré siempre, pues tenías madera de gran escritor y al fin lograste triunfar... Muchas gentes desde aquí hacían esfuerzos por ayudarte”. --Mamá... ¿Por qué nunca quisiste leer nada de lo que escribía? --“Tu padre me hablaba de tus libros, pero yo no los leía. Te consideraba siempre como un niño con humos de escritor... ¿Te acuerdas de todos los libros que te regalaba para Navidad…?” --¡Qué torpe he sido al pensar que tú no te interesabas por la literatura! Ella me miró con ternura y añadió: “Desde que estoy aquí he descubierto que los libros no tienen la importancia que se les da en la Tierra. Aquí no tenemos ni revistas, ni periódicos, ni libros. Te diría que hablando entre nosotros, es como escribimos y como leemos ... Y así, ni úlceras, ni jaquecas”. --¡Cómo me gustaría que te oyeran tantos escritores y literatos…! --Tal vez aquí no está ni el infierno ni el paraíso, no se ven ángeles con alas tocando el arpa... ¿Por qué, mamá? --“Hijo mío, porque no existe ni paraíso ni infierno. Ni tampoco existe el pecado. Todo esto fue invención de las religiones dogmáticas para dominar al mundo. En cuanto al infierno, el verdadero infierno está en la Tierra y es creación del hombre, por su egotismo”. Mi madre era realmente otra persona diferente de aquella que conocí en la Tierra.

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--¿Cuánto tiempo piensas permanecer aquí…? --“La Ley de Causalidad define el tiempo. Seguramente, cuando haya encontrado la familia y el ambiente adecuados, entonces estaré lista para un nuevo renacimiento”. --“Espero, mamá, que no sea demasiado pronto. Me sentiría perdido sin ti”. Finalmente, mi madre observa que nadie tiene momentos felices sobre la Tierra y repite que allí está el auténtico infierno. Cada momento me impresionaban más las palabras de mi madre. Estaba muy lejos de ser tonta. Hasta pensé que había frecuentado los grandes escritores del pasado... y, entonces, me di cuenta de que escritores amados como Dostoievski, Tolstoi, Whitman, Hamsun, no se hallaban en estos lugares, sino que rápidamente habían regresado ... Seguramente, si lo hubiese deseado, había podido encontrar a Hemingway, Lewis, Waldo Frank, pero no quise hacerlo. Tuve el presentimiento de que mi madre se preparaba para regresar ponto a la Tierra. Le pregunté cómo podríamos encontrarnos cuando yo también volviera a nuestro planeta. Me respondió que no había una manera segura. Mientras ella hablaba, yo recordaba todo lo que había oído sobre evolución: Reencarnación y Karma. Las gentes que yo había conocido tenían la impresión de haber experimentado en algún momento de su vida, alguna experiencia o lo que ellos llamaban “extraña coincidencia”. Esos momentos, al buscar una calle, al encontrar algo que nos parecía haber visto antes, todas esas sensaciones vagas de ya haber estado allí, en alguna época lejana… Si realmente había infierno en la Tierra, también había la iluminación o presentimiento de “otras realidades”... Pese a mis deseos vehementes de volver a reunirme con mi madre, de encontrar de nuevo a Cora, poco a poco se fue apoderando de mí la idea muy fuerte de que preferiría, llegado el momento, volar hacia un planeta diferente de la Tierra o, mejor aún, a otro universo. Mientras estaba inmerso en tantas reflexiones, mi madre desapareció. Miré alrededor y no vi rastros de ella. ¿Habría reconquistado la Tierra…? La sola posibilidad de algo parecido, me produjo una enorme tristeza, pero alcé los ojos y la vi cerca de mí. Parecía próxima a partir, mientras que me hacía afectuosos signos de despedida. Con la voz entrecortada y los ojos húmedos, grité: --”Mamá, mamá, yo te amo, yo te amo…! ¿Me entiendes…?” Me pareció percibir una pálida sonrisa y después, ya nada vi. De un solo golpe, ya ella no estaba. Henry Miller

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El Amor al Saber y Saber del Amor La Sabiduría es la Luz del Amor y el Amor es el alimento de la Luz. Cuanto más profundo es el amor, más sabio se hace; y cuanto más se eleva la sabiduría, más se acerca al amor. Ama y te harás sabio. Llega a ser sabio y tendrá el deber de amar. No se ama verdaderamente sino haciéndose mejor y hacerse mejor es hacerse más sabio. No hay ser en el mundo que no mejore algo en su alma en cuanto ama a otro ser, aun cuando no se trate sino de un amor vulgar; y los que no dejan de amar, y siguen amando…, es porque no cesan de hacerse mejores. El amor alimenta la sabiduría y la sabiduría alimenta el amor y éste es un circulo de luz en el centro del cual, los que aman abrazan a los que son sabios. La sabiduría y el amor, no pueden separarse…; en el paraíso de Swedenborg, la esposa no es sino “el amor de la sabiduría del sabio”. Maurice Maeterlinck * * * El tiempo conceptual no da ni quita un instante al infinito, el cual es eternidad. Zanoni

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La Botánica y la Salud Fiebre Tifoidea (De la obra “El Secreto de la Salud y la Clave de la Juventud”, del Maestro Israel Rojas Romero). Es una fiebre muy alta debida a la fermentación de los residuos intestinales no eliminados oportunamente. Quien se habitúe a comer ajos crudos diariamente no contraerá esta enfermedad y evitará todas las de carácter infeccioso. Cuando se ha manifestado el tifo, el tratamiento rápido y seguro para curarlo es el siguiente: Se aplican al enfermo cataplasmas de cebolla cruda machacada, en las plantas de los pies; se le cambian cada media hora teniendo la precaución de no tocarlas con la mano sino con algún instrumento o tela, para evitar un posible contagio. Normalmente no se necesitan más de dos aplicaciones para que baje la fiebre. También se aplican al enfermo lavados intestinales con cocimiento caliente de ramas de verbena blanca o de “Matarratón”. Además se le da a tomar infusión de ajos. Las cataplasmas que se quitan deben ser enterradas junto con la tela con que se quitan, pues de lo contrario hay el peligro de infecciones. Debajo de la cama del enfermo de tifo o de cualquier otra enfermedad infecciosa, se debe mantener una vasija amplia con carbón vegetal, lo que ayuda a evitar contagios. Cuando el enfermo esté en capacidad de comer se le puede dar ensaladas crudas de repollo, cebolla, ajos, con jugo de limón.

Eucalipto Eucalyptus globulus (familia myrtaceae) “Florece todo el año. Originario de Australia, fue transportado a Europa por los numerosos europeos que fueron en el pasado siglo a aquella grandiosísima Isla de Oceanía para explotar los ricos productos del suelo. De Europa se trajo a América y así se ha aclimatado prácticamente en todos los continentes.

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Éste grandioso árbol es una de las plantas que proclama bien alto, la gloria de la Botánica. Sus brancas que se elevan hacia el cielo, parecen decir a través de los tiempos, con un gran gesto de clemencia: ´Mis hojas estarán listas a servir a la humanidad para ahuyentarle sus males y darle salud y bienestar’. La infusión de hojas de eucalipto tiene gran poder contra la gripe, catarros pulmonares, bronquitis, asma, tisis, fiebres malignas, angina de pecho y diabetes. Dosis: utilizar 15 gramos de hojas en infusión por una taza grande de agua, hervir un minuto y beber. Anécdota histórica: se cuenta que durante la epidemia de gripe en 1938, una mujer diabética, del pueblo español de Cataluña, tomó infusiones diarias de hojas de eucalipto durante unos 8 días para librarse de un fuerte catarro pulmonar y también para precaverse de la terrible epidemia. Después de haber desaparecido su tos, volvió al cuidado de su primera enfermedad, la diabetes, e hizo analizar de nuevo su orina para saber la cantidad de azúcar que contenía. El médico de cabecera, a quien se sometió el resultado del examen, esperándose un diagnóstico más o menos parecido al anterior, se sorprendió al ver la desaparición total de los síntomas diabéticos pero, a fin de cerciorarse bien del hecho, repitió el análisis durante dos días consecutivos y, en efecto, pudo convencerse de que no quedaba ningún rastro de diabetes. Al cabo de tres meses, la fama del poder virtuoso de esta planta maravillosa, se hizo notable en el mundo por aquel entonces; las revistas científicas lo relataron y todo el mundo se entusiasmó; sin embargo, el hombre volvió a la obcecación de su vieja rutina y no se volvió a acordar de las bondades del eucalipto, aun cuando si no fuera por la acción depurativa de sus emanaciones, las epidemias serían más abundantes en las ciudades. No olvide que el eucalipto cura: gripe, catarros pulmonares, bronquitis, asma, tisis, fiebres malignas, anginas de pecho y diabetes. El hombre moderno si quiere regenerarse, tiene que volver sus ojos a la Madre Naturaleza y conocer las virtudes de las plantas para aplicarlas en su bienestar”.

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El Divino Sonámbulo El hombre es un sonámbulo divino que camina dormido en su palacio, un sonámbulo errante del espacio que va a tientas buscando su camino. Deslumbrado en un sueño cristalino como al través de un mundo de topacio, va caminando rápido o despacio, dormido en pos de su severo sino. No ve el abismo ante sus pies abierto y avanza entre dormido, entre despierto, desprendido del sueño y de sí mismo. Una voz le previene de repente y al despertar del sueño subconsciente, cae en el fondo de su propio abismo. Rafael Ortiz González

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Las Voces de la Naturaleza El que escucha de la Naturaleza su voz en el sentido, se inspira, porque la comprensión es sentido en función, que al Alma ilumina. En una de esas mañanas suaves y melancólicas que parece que traen mucho de misterio, vagaba yo a campo traviesa, sin rumbo y sin halago por entre cascajos y escarcha. Había leído mucho, pero los libros comunes poco o nada habían sabido darme acerca de la razón o el porqué de la existencia. Caminaba cabizbajo, ensimismado en turbios pensamientos que como negros búhos se agitaban en mi cerebro. Mi cabeza estaba convertida en un dinamo, próximo a salirse de su círculo de rotación y romperse en mil pedazos. Me había interrogado muchas cosas que yo no podía responder. Esas mismas preguntas las había hecho a otros, pero nada había podido contestarme y si me contestaban, la respuesta no satisfacía mi sed insaciable, mi afán de investigación. Decidido a encontrar una respuesta que brindara algo de sosiego a mi torturado ser, recorría una campiña, como os digo, en una de esas mañanas que traen algo de misterio; iba a buscar una respuesta, que los humanos no habían podido darme..., que tampoco los libros profanos habían podido hacerlo y que por lo tanto no había podido encontrar en parte alguna. Rendidos mis pies por el cansancio, me senté a descansar sobre la raíz de un árbol gigantesco y, cuando casi me dormía…, oí una voz que me dijo: ¡APRENDE!”. Levanté la cabeza, abrí los ojos y no vi nada a mi alrededor. Recorrí el paraje y encontré un hormiguero cuyos habitantes, en continuo vaivén, entraban a él cargadas con hojas verdes. Me acerqué, y hacía mucho rato las contemplaba, cuando vi que una hormiga muy grande subía por mi rodilla; y si en una época me ocasionaba fastidio el animalito, este día no me impresionó y lo dejé trepar. La hormiga no me hizo ningún daño y la acaricié. Cuando la acaricié, le vi feliz y se me ocurrió preguntarle: --Tú sí sabes, ¿acaso... lo que yo nunca he sabido y lo que ningún ser humano ha podido decirme? --Sí, me contestó. --Sé que la misión en el mundo es cumplir nuestro deber, cada uno en su puesto. --¿De manera que tú cumples con tu deber? --Sí, me respondió. --Yo cumplo con mi deber en la parte que me corresponde. Nosotras las hormigas, como usted ve, somos unidas, nos amamos todas y lo que una no podría hacer nunca, como atravesar la tierra,

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lo hacemos todas. Tenemos nuestro sistema de gobierno y nuestro sistema de vida. En verano recogemos el alimento que en épocas de invierno no nos es posible salir a recoger; y otras muchas cosas que podríamos enseñarte, sobre todo si dedicas tu atención a conocernos. Y se marchó hacia el hormiguero a cumplir con su deber. Acababa de recibir una lección sublime y práctica de un ser que, como nadie, hubiera podido dármela tan cabal; una lección que nunca había encontrado en libros sin orientación espiritual, ni en los labios de ninguno de los humanos. Satisfecho y lleno de alegría por la enseñanza recibida, tomé una senda sin saber a dónde iba, pero con la alegría y el gozo del nuevo estado de comprensión. De pronto llegué a una zanja seca que no tenía sino arena. Me detuve y le pregunté a la arena: --¿Cumples tú con tu deber? --Sí, me contestó. --Yo, unida con el agua y con la piedra, que el hombre calcina en sus hornos, sirvo para convertir en roca los grandes monumentos y los grandes edificios. También sirvo para detener el golpe majestuoso de la ola ondeante del océano… y, muchas otras cosas que tú aprenderás si me observas con verdadera reflexión. Seguí ascendiendo una colina, y de pronto, sin haberme dado cuenta, estaba en la cima de ella. El sol estaba en el cenit, la brisa jugueteaba a mi alrededor trayendo el hálito que refrescaba mis sienes, confortaba mi cuerpo y animaba mi espíritu. Sobre la colina, a un lado, había una gran piedra a la que daban sombra unas enredaderas que crecían sobre los escombros de un árbol. Me senté sobre ella y empecé a meditar en todo lo que por esta senda y en esta peregrinación había aprendido. Sobre todo, había logrado hacer el descubrimiento comprensivo de la acción y del deber, al través del lenguaje de los seres y de las cosas que nunca habían dicho nada, y que nunca me había tomado el trabajo de interrogarlos, imbuido como estaba en la creencia errónea de que nada podrían decirme, cuando ellos en verdad todo lo dicen, porque siguen el ritmo eterno de las cosas. Pregunté a la piedra en la que me hallaba sentado: --¿Cumples tú con tu deber? --Cumplo con mi deber, me contestó. Para mí el tiempo no existe y, si relativamente existe, yo no hago ningún caso de él. Yo aguardo serenamente el paso de los años.

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Con el tiempo yo seré dos o más piedras o la mano del hombre me habrá triturado para servir de fundamento a algún soberbio edificio que sirva de amparo a aquellos que se dedican a interrogar a la naturaleza para encontrar sus leyes, o en una simple casa en la cual una armoniosa y noble familia, al calor de la vida y a la sombra del amor, pasa tranquila las horas cumpliendo con su deber. Sobre mí se han cernido, en muchísimas ocasiones, las críticas, absurdas muchas veces, con que los hombres se atacan, no para construir armoniosamente sino para destruir y producir por esta causa el dolor en la Naturaleza que al fin, no lo olvidemos, es el Gran Maestro que enseñará a la raza a ennoblecerse y a ser buena. Aquí terminó la piedra y no volvió a hablar, porque ya otro viajero se acercaba a descansar en ella. Ser y servir, cumpliendo nuestro deber, es el gran ideal de la vida, en el proceso infinito de la evolución. Francisco Caballero L. * * * El intelectual pierde el sentido de las cosas y se queda con su razón, que suya es, pero de la razón caprichosa al sentido real hay un abismo. --Cuando la necesidad manda el ente como lacayo obedece, porque si no, se le crece el poder que lo manda. Raghozini

No hay espada más filosa, que la palabra; ni mejor escudo que el de la serenidad; ni tinieblas más oscuras, que las de la ignorancia; ni miel más dulce, que la de la sabiduría. Buda

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Libros recomendados Si el lector desea superar las condiciones actuales de su evolución y ennoblecer su vida, lea y estudie los libros que recomendamos en esta sección. Tenga presente que quien estudia aprende, quien aprende sabe y quien sabe puede. Adquiera el hábito de leer, porque ilustrarse es progresar.

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Israel Rojas Romero - Viva Sano - La Salud de la Mujer - Manual Rosacrucista - Cultura Íntima Infantil - Cultura Íntima del Joven - El Sentido Ideal de la Vida - El secreto de la Salud y la Clave de la Juventud

Annie Bessant - Bhagavad Gita - La Sabiduría Antigua - El Sendero de Iniciación - El Poder del Pensamiento - Las Leyes de la Vida Superior - Los tres Senderos de Perfección

Max Heindel - Cristianismo Rosacruz - Cartas a los Estudiantes - Enseñanzas de un Iniciado - El Concepto Rosacruz del Cosmos - Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas - Principios Ocultos de la Salud y Curación

O. S. Marden - Abrirse Paso - Ideales de Dicha - La Vida Optimista - La Alegría del Vivir

William W. Atkinson - El Poder Creador - El Poder Subconsciente - El Poder de la Voluntad

Franz Hartmann - En el Pórtico del Templo de la Sabiduría - Rosacruces y Alquimistas - Una Aventura en la mansión de los Adeptos

R. W. Trine - Vida Nueva - Mi Filosofía y mi Religión - Las Facultades Superiores - En Armonía con el Infinito

Arnoldo Krumm-Heller - Rosa Esotérica - Rosacruz (Novela) - La Iglesia Gnóstica - Logos Mantram Magia - Tratado de Quirología Médica


Aulas Rosacruz en Colombia y Venezuela BOGOTÁ: Aula Raghozini Calle 56 No. 16-53 - Teléfono: 547 91 81 www.fraternidadrosacruzantigua.org e-mail: fraternidadrosacruzantigua@gmail.com Reuniones Públicas: Todos los sábados: 4:00 a 5:15 pm. Cursos de introducción a la filosofía Rosacruz. Entrada libre. Conferencias Públicas: Segundo Domingo de cada mes: 11:00 am. Temas de interés esotérico general para su aplicación en la vida diaria. Entrada libre. Servicio de Biblioteca - Sábados: 2:00 a 4:00 p.m. Entrada libre CALI - Reuniones Públicas: Sábados 4:00 pm Calle 25 No. 16-20 Cel: 318 749 08 26 CARACAS, VENEZUELA - Reuniones Públicas: Sábados 11:00 am Av. Universidad, entre Chorro y Traposos, Edif. Cerromar. Piso 4, Ofic.16 – Tel.: 0212 545 9953

NEIVA - Reuniones Públicas: Sábados 4:00 pm Conferencias Segundo Domingo de cada mes: 11:00 am Calle 25 No. 5 Bis-23 - Tel.: 8638063 Cel: 315 228 0346 PALMIRA - Reuniones Públicas: Sábados 7:00 pm Calle 33 No. 30-56 - Tel: 287 15 33

MANIZALES - Reuniones Públicas: Martes 7:00 pm y sábados 6:00 pm Calle 25 No. 21-15 Cel: 313 636 98 72

QUIMBAYA - Reuniones Públicas: Miércoles 7:00 pm Calle 16 No. 10-28 - Cel: 311 616 21 42

MEDELLÍN - Reuniones Públicas: Sábados 3:00 pm Carrera 46 No. 62-67 Cel: 312 285 49 99

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El Hombre ¿Qué es el Hombre? “El Hombre es un ser inteligente y corporal, hecho a imagen de Dios y del Mundo, uno en Esencia, triple en Substancia, inmortal y mortal”. Esta es la soberbia definición que da el Rosacruz Kabalista Wronski al objetivar, en modo sorprendente, la naturaleza múltiple de la entidad humana. No es el hombre una entidad simple sino compleja y, por tal, su conocimiento no está al alcance, sino única y exclusivamente, de aquellos que sin duda, temores ni vacilaciones, dedican su entera existencia y sus existencias y reencarnaciones a estudiar al Microprosopus y al Macroprosopus, el hombre frente a la Naturaleza y frente a la Vida. Se han escrito muchas obras con esa finalidad, e indudablemente todas aportan alguna sabiduría, pero sobre esos muchos ensayos, aparece un libro único en su género, porque aunque elemental, según su autor, presenta los fundamentos sólidos de una estructura filosófica, científica y mística de grandes valores; ese libro está al alcance de todo ser humano deseoso de comprender y saber. Tal libro se llama Concepto Rosacruz del Cosmos del señor Max Heindel. Sus primeras lecturas no le dicen mucho al estudiante, pero a medida que lo estudie, lo medite y lo compare con las fuerzas reales de la Naturaleza, encontrará un precioso tesoro de sabiduría, al ir comprendiendo la naturaleza del hombre. Alguien con un lógico sentido eufórico, dijo: “Esta será la Biblia del porvenir”, porque la Biblia está organizada con un conglomerado de textos derivados de las costumbres de tribus, pueblos y naciones; cada texto tiene a veces un sentido ambiguo y, su aplicación en la vida práctica, suele ser un tanto difícil y a veces imposible; frente a grandes verdades, posee tremendas aberraciones no muy éticas; en cambio el Concepto Rosacruz del Cosmos, es un manual debidamente organizado y concatenado, en tal forma, que es una verdadera guía de la inteligencia, para el que desea comprender los misterios de la Vida y del Ser. Además le permite al estudioso, al investigador de lo trascendental, saber de dónde viene, dónde se encuentra y hacia dónde va. Que la Luz, la Verdad, la Belleza y el Bien guíen al hombre en el sendero de la evolución consciente y sensoconsciente, ahora y por siempre, es el deseo sincero y fraternal de quienes huellan ese maravilloso sendero, infinito y eterno. Israel Rojas Romero


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