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Soltar, sanar, crecer

¿Por qué cuesta tanto soltar vínculos que hacen mal? ¿Por qué naturalizar encontrar placer en el displacer aferrándonos a idealizaciones de felicidad que ya no volverán?

Dijo una vez un sabio que para ser fuerte no es necesario levantar mucho peso… con que seas capaz de levantar el tuyo cada vez que te caigas, es suficiente. Me recuerda a una frase de mi abuelo, que es un proverbio japonés muy popular y que él repetía siempre: “si te caes siete veces, levántate ocho”. La traducción literal sería “caído siete veces, levántate ocho” y se refiere a que fallar en algo no es necesariamente malo sino que nos obliga a crecer y a probar cosas que están fuera de nuestra zona de confort, algo que no hubiéramos considerado si la adversidad no nos hubiera afectado.

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¿Te pasó alguna vez seguir sosteniendo vínculos o relaciones amorosas, laborales, de amistad o de cualquier índole pese a que te incomodaban o te hacían sentir realmente mal? ¿Te sucedió sentirte atrapada en alguna relación en la cual el círculo vicioso de dependencia no te permitía cortar de raíz eso que, muy conscientemente, sabías que te lastimaba? ¿Por qué, algunas veces, cuesta tanto soltar?

Soltar implica dejar atrás algo que antes –no ahoranos hacía bien. Y ese aferrarse a la idealización de que algo volverá a ser posible tal como lo era antes hace que el cerebro no lo considere una opción demasiado seductora. De ahí que es difícil hacerlo ya que los recuerdos de felicidad conducen a un autoengaño y nubla la mirada sobre lo que es necesario hoy, en el presente, para lograr el máximo bienestar personal.

Aunque te duela, aunque te resulte difícil, aunque te angustie. Hay veces que cueste lo que cueste es imprescindible soltar personas, cosas, situaciones. Si sentís la necesidad llorá, si eso te ayuda y te libera. Justamente el llanto es una respuesta fisiológica del organismo mediante el cual el cuerpo se libera del estrés acumulado. Pero, cuando ya lloraste todo y todavía no podés soltar ¿qué queda al final de la última lágrima? Vos destruida, vos desolada, vos sin saber cómo continuar.

La acción de soltar busca dejar de sostener algo a lo que le dedicamos mucho esfuerzo y tiempo, demasiada expectativa y seguramente un inmenso amor o dedicación, tanto que se vuelve de alguna manera negativo para nuestra salud mental o física.

Y el hecho de poner fin a situaciones perjudiciales emocionalmente es muy simple de comprender: implica dejar de vivir aquella felicidad –hoy anhelada y que ya no existe como tal- para dar paso al “después”, que muy probablemente traerá –en un primer momento- tristeza y dolor. Ese miedo a sufrir es paralizante y es el obstáculo más grande a superar para dar el primer paso. Porque el cerebro se acostumbra a encontrar placer en el displacer.

¿Sabés cuál es el secreto para salir adelante? Llenarte de energía, coraje y valentía y dar ese primer pasó. El primer paso es el que más te fortalece, por pequeño que sea, porque es el que te pone en marcha. Sea lo que sea. Entonces, antes de que caiga la última lágrima, animate a dar ese primer paso. A veces te va a tocar tener que salir sola. Otras, te vas a sentir acompañada. Pero, lo más importante es que siempre sepas que no necesitás a nadie más que a vos en tu mejor versión para poder ser vos misma en tu búsqueda de la plenitud y la felicidad. Soltar no sólo ayuda a estar mejor sino a sanar en niveles muy profundos y vitales, para crecer espiritual y emocionalmente.

Después de soltar, atravesado el proceso necesario, afrontado el miedo y superado, siguiendo siempre adelante aunque cueste, ya nunca volverás a ser la misma.

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