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La caja de pandora Cría puercos

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Después de la muerte de su esposo, a quien cuidó hasta el último aliento, Esmeralda descubre que no cuenta con más razones para moverse en un mundo en donde nada cambia con su presencia. Tras de algunos días de depresión, en los que no le es posible siquiera ingerir bocado, se encuentra con la Cuina, un lechón que el comerciante del pueblo pasea en camioneta para su venta. Sin más impulso que encontrar un motivo para seguir su día a día, decide adoptarla. Es en la cerdita que Esmeralda tratará de reencontrar el movimiento de su vida.

Con pocos encuadres, esta película logra crear una atmósfera en colores cálidos, que sin embargo transmite la desolación de la espera, la desesperanza y la nostalgia del pasado idealizado. Asimismo, cobran vital importancia los alimentos, reflejo del interés y el aprecio de la protagonista con respecto al mundo exterior. Los encuadres cerrados a las comidas nos acercan de manera íntima a esos cambios emocionales que transforman a Esmeralda a lo largo de la travesía, que transcurre desde la muerte de su esposo hasta el momento en que se encuentra consigo misma. Por otra parte, se emplea también una gama de encuadres abiertos para crear ese contexto rural en el que se desencadena la historia.

A ello se suman, además, otros aciertos estilísticos, que permiten conocer a los personajes desde su propia situación. Nunca se les presenta con el lente de la miseria, por el contrario, se les muestra como una forma de vida distinta, alejada y funcional. Una forma de cotidianeidad distinta a las de las ciudades, en un pueblo en donde el tiempo transcurre sólo en la medida en que se le ocupa. En este sentido, la construcción de escenografías, que pueden resultar tan básicas como un chiquero, son fundamentales como espacios

que exteriorizan la condición de sus habitantes.

Otros aciertos de esta producción son el maquillaje y el trabajo de montaje que le brindan credibilidad a las interacciones, sobre todo a las de Esmeralda con la Cuina, que se transforma en principal historia visual.

La realidad de las relaciones que retrata este trabajo van más allá de la presentación de una historia lacrimógena o dramática. Pues por medio de pocos personajes nos asomamos a los significados y preponderancia de los roles sociales en los que nos vemos encasillados, y la incapacidad de reaccionar de forma correcta a ellos. Al menos correcta desde una perspectiva general.

Cría puercos es una excelente película que vislumbra otra cara del cine mexicano, en la que la pobreza, el narco, los clichés cómicos y otra serie de fetiches, llevados a las salas por su garantía de recaudar dinero en salas, no son los protagonistas, sino las personas reales que se mueven en el mundo de lo cotidiano y que precisamente por ello logran establecer una profunda conexión con el público.

FICHA TÉCNICA

Título: Cría puercos Dirección: Ehécatl García Guion: Ehécatl García Fotografía: Luis Montalvo Música: Manuel Velazquez Elenco: Concepción Márquez, Baltimore Beltrán, Clementina Guadarrama, Pedro Hernández Año: 2016 País: México Duración: 90 min.

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