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CUQUIS SANDOVAL OLIVAS (Hgo. Del Parral, Chihuahua, México) Un sueño y una muerte

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JULIÁN R. CARSON

JULIÁN R. CARSON

UNIÓN “JOSÉ REVUELTAS”

AQUILES VARGAS DEL CAMPO

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UN SUEÑO Y UNA MUERTE

Ahí estaba Andrés, parado en la puerta del taller de don Carlos, esperando su respuesta positiva para comprar la máquina que tanto anhelaba, aquella que lo llevaría a recorrer su barrio, nuevos lugares de la ciudad, con la que podría viajar donde quisiera. Andrés sabía que su historia con la nueva pareja de su madre no había sido de las mejores; su displicencia, su negación de autoridad, su rechazo a este hombre sucio y lleno de grasa, que tocaba a su madre, le repugnaba Pero ahí estaba Andrés, rogando porque le pasara el dinero suficiente para comprar esa dichosa motoneta. Desde que se propuso conseguirla, decidió cambiar y cambiar para bien. Mejorar su asistencia al colegio, mejorar sus notas, mejorar su disposición en el hogar, su relación con don Carlos y con su madre.

Y lo había logrado, se había dado cuenta que, ser un problema, solo traía consecuencias negativas tanto para él, como para su familia.

Andrés miraba todo el taller de don Carlos nervioso, ansioso, no quería rogar más; se estaba dando cuenta de la peor forma posible que la vida sería muy difícil si no lograba salir adelante, aguantar o canjear sus sueños por alguna forma de comportamiento que no fuera con su fuero íntimo. Don Carlos ni se inmutaba, sucio y grasoso, con un pitillo en la boca, terminando de soldar quizás que cosa. Cuando termino su trabajo, apago la soldadora y el pitillo, como si hubieran estado conectados. Se irguió y miro a su hijastro, sonrió para sus adentros, lo miró fijamente a los ojos, y le dijo NO!.

Andrés sintió que se le habría la tierra bajo él, una sensación de llorar, de gritar de patear, lo inundo de pies a cabeza, y un grito desaforado ¡¡ QUEEE!! , ¡¡PORQUEEEE!!, arreció en su mente, no lo podía creer, 6 meses habían pasado de sus cambios, y este tipejo le negaba su sueño, quien mierda se creía que era este viejo, cerró sus ojos y empuño sus manos, se imaginó blandiendo el fierro más cercano, golpeando sobre la cabeza de Carlos, siii una y otra vez, maldito viejo asqueroso, me lo pagaras!! Y zas golpeaba la cabeza de Carlos con rabia, con odio, con miedo. Veía la sangre salpicar todo y sus manos seguían golpeando una y otra vez, una lagrima comenzó a rodar por su mejilla, y cuando sintió el sabor salado en su boca, abrió los ojos desaforadamente y se encontró con una visión que lo bloqueó mentalmente.

El maldito Carlos, agitaba en su mano derecha un juego de llaves y en su mano izquierda un casco de motorista, Carlos lo mira con una sonrisa y le dice, te lo ganaste, así le va bien a uno en la vida, con esfuerzo, coraje y corazón. Andrés solo dijo gracias, lo abrazó y rompió en llanto.

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