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Tradición oral de Ayaviri EL MONJE DE LAS CATACUMBAS DE LA IGLESIA DE LA PUNTA
from Antología - 5
Tradición oral de Pomalca
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Cuenta el experimentado huaquero José, que un día llegó hasta su casa un reconocido brujo a pedirle sus servicios en el oficio que él durante varios años había logrado ganarse el respeto. El trabajo consistía en entregarle una calavera para ser empleada en la mesa del brujo, pero esta no debería ser de cualquier entierro, sino de una de las tumbas que se encontraba en el sótano de la antigua iglesia colonial de La Punta. Doscientos soles fue el ofrecimiento del brujo por el cráneo. José, acostumbrado durante muchos años a este oficio, no se hizo de rogar y de inmediato aceptó la propuesta. Por la tarde, cogió su mochila, su palana, su chuzo y unas cuantas hojas de coca que de inmediato echó a su boca y se dirigió a la antigua iglesia que muy bien conocía desde niño. Ingresó a ella por donde se ubicaba la puerta principal, se dirigió hacia el altar y volteando a la izquierda en el rincón, con su palana sacó un poco de tierra y adobes que apenas cubrían la entrada del sótano, bajó unas cuantas gradas y de pronto se encontró en medio de las tumbas, escogió la más cercana y con poco esfuerzo la destapó, observó dentro de ella y antes de recoger la cabeza sacó de su mochila su botella con yonque y se tomó un buen trago, retiró el cráneo del cuerpo, lo echó a su mochila, y sin buscar más en la tumba la tapó rápidamente y salió con el encargo del brujo. Al día siguiente como ya estaba acordado, el brujo llegó con el dinero y José le entregó la cabeza. A los pocos días, Carlitos, de apenas 8 años, hijo menor del huaquero, había perdido el apetito y estaba muy extraño. José llamó a su hijo para preguntarle qué le pasaba y este le dijo: «Allá en el algarrobo hay un señor que todos los días me dice “¡Quiero mi cabeza!”». Su padre en tono medio molesto le dijo: «¡Oye, qué te pasa!, no seas sonso, déjate de tonterías», y
1 Tomado de Fernández Gastelo (2009).
retirándose se fue a su cama a pensar y, sospechando de la cabeza que había entregado al brujo, empezó a preocuparse. Al día siguiente volvió a preguntar a su hijo por la apariencia del hombre que se le aparecía. Su hijo lo describió como un hombre con un largo vestido que le cubría desde la cabeza hasta los pies. Él, un poco temeroso pero disimulando, le pidió que le dijera el lugar exacto y la hora que lo veía para él mismo poder comprobarlo. Y así fue, al día siguiente en el lugar y hora indicada encontró al monje parado y en postura desafiante que en tono molesto y amenazador le dijo: «¡Quiero mi cabeza!». José, bastante temeroso y confundido pensando que se trataba de su imaginación, se retiró del lugar. Ya en el interior de su casa, al ver a su hijo muy enfermo así como también a su esposa, desesperado fue al brujo a contarle lo sucedido y obligándole a devolverle la calavera le regresó los doscientos soles. El brujo, al ver la desesperación y darse cuenta del peligro de la familia de José, accedió a devolverle la calavera. José, sin decir nada, la echó rápidamente a su mochila y la misma tarde regresó a la antigua iglesia. Ingresó por una de las ventanas y bajó a las catacumbas, abrió la tumba y repuso el cráneo en su lugar, tomó un trago de yonque, le rezó un padre nuestro, le pidió perdón, tapó la tumba y regresó a su casa. En un rincón prendió unas velas pidiéndole nuevamente perdón al monje, colocó su mochila junto a la palana y el chuzo. Y desde ese día no más se apareció aquel monje, su familia sanó y él por temor cambió de casa.
A partir de la lectura de la tradición de Pomalca, responde: 1. ¿Qué imaginas que podría haber pasado si no se devolvía la cabeza, según la lógica de la historia?
2. En la tradición oral se alude a la mesa de un brujo, imagina que la cabeza de la calavera hablara, ¿estaría de acuerdo en ser usada en dicha mesa?, ¿qué diría? Responde en las siguientes líneas y comparte tus respuestas en una plenaria.