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Colonia: Iglesia y Esclavitud

Iglesia y Esclavitud

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La posición actual de la Iglesia

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Lee nuevamente el texto sobre colonialismo de tu libro de sexto grado (pp.28-38).

Iglesia y Esclavitud

Texto tomado de la Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona

Desde tiempo inmemorial la esclavitud en sí era aceptada como algo natural, y la

Iglesia no lo modificó. La autoridad de Aristóteles, de Santo Tomás, de los teólogos

lo confirmaba. La mayoría de los cristianos clérigos y laicos en las Indias la practicaron. Los jesuitas usaban negros, a veces a centenares, para trabajar sus estancias e ingenios. Su plantación en Xochimalcas tenía doscientos. Otras órdenes

hacían lo mismo.

Se imponían los imperativos económicos. En 1580 altos funcionarios de Méjico y

Perú escribieron que un aprovisionamiento constante de mano de obra africana era la

única manera de satisfacer las exigencias de la madre patria en metales preciosos. En

1646 José de los Ríos, procurador general de Lima, escribía que "La falta de negros amenaza con total ruina al entero reino, porque el esclavo negro es la base de la hacienda y la fuente de toda la riqueza que este reino produce".

En 1686 cuando Carlos II concede el asiento (privilegio del tráfico) a un protestante,

y la Inquisición alarmada interviene, el rey nombra una comisión investigadora. El

informe que ésta presenta declaraba:

"La introducción de negros es no sólo deseable sino absolutamente necesaria (...)

pues cultivan las haciendas, y no hay otros que podrían hacerlo, por falta de indios. Sin el tráfico, América se abocaría a una absoluta ruina (...). En cuanto a si la

esclavitud es permitida, muchos autores lo discuten (...) El Consejo [de Indias] cree

que no puede haber duda en cuanto a la necesidad de esos esclavos para el sostenimiento del reino de las Indias ni en cuanto a la importancia del bienestar público en la continuación y mantenimiento de este proceder sin cambios; y en

cuanto a la cuestión de conciencia, se prueba por las razones expuestas, las autoridades citadas, y su larga y general costumbre en los reinos de Castilla, América

y Portugal, sin que haya objeción de parte de Su Santidad o del estado eclesiástico,

sino más bien con la tolerancia de todos ellos..."

Es interesante notar que en todos estos períodos del tráfico, sus partidarios, tanto del

norte como del sur y en todas las épocas, usaban el argumento de que era un bien

para los propios negros, pues estaban mejor en la esclavitud en países cristianos que

en las salvajes tierras nativas, donde tan a menudo eran esclavos de otros negros. No hay constancia de que jamás se haya solicitado el parecer de los propios negros, o

como decía un inglés de mitades del siglo XVIII que había hecho diversos viajes a África, si los africanos se beneficiaban de ser esclavos en América, habría que dejarles

a ellos la decisión de ir ahí.

La posición actual de la iglesia

Tomado de la Enciclopedia católica en línea

Un segundo resurgimiento de la esclavitud tuvo lugar después del descubrimiento del Nuevo Mundo por los españoles en 1492. Relatar la historia de éste excedería los límites de este artículo. Será suficiente recordar los esfuerzos de Las Casas en favor

de los aborígenes de América y las protestas de los papas contra la esclavización de esos aborígenes y el tráfico de esclavos negros. Inglaterra, Francia, Portugal y España, todas participaron del nefasto tráfico. Inglaterra sólo hizo correcciones para sus transgresiones cuando, en 1815, tomó la iniciativa en la supresión del comercio de esclavos. En 1871, un escritor tuvo la temeridad de aseverar que el Papado “no tenía en mente condenar la esclavitud” (Ernest Havet, "Le christianisme et ses origines", I, p. xxi). Olvidó que, en 1462, Pío II declaró a la esclavitud como “un gran crimen” (magnum scelus); que, en 1537, Pablo III prohibió la esclavización de los indios; que Urbano VIII la prohibió en 1639 y Benedicto XIV en 1741; que Pío VII demandó del

Congreso de Viena, en 1815, la supresión del tráfico de esclavos y Gregorio XVI lo condenó en 1839; que en la Bula de Canonización del Jesuita Pedro Claver, uno de los más ilustrado adversarios de la esclavitud, Pío IX estigmatizó la “suprema villanía” (summum nefas) de los traficantes de esclavos. Todos conocen la hermosa carta que dirigió León XIII, en 1888, a los obispos brasileros, exhortándolos a desterrar de su país los remanentes de la esclavitud; carta a la cual los obispos respondieron con sus más enérgicos esfuerzos, como algunos propietarios de esclavos generosos que liberaron sus esclavos en masa, como en los primeros tiempos de la Iglesia.

Carlitos: dignidad y respeto

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