¡Oh, capitán! (muestra)

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Walt Whitman

¡Oh, capitán! Poemas de Walt Whitman para la gente del instituto



Prólogo

Walt Whitman, el hombre, el autor Walter Whitman, a quien pronto llamarían Walt para distinguirlo de su padre, nació en el año 1819 en Long Island. Fue el segundo de nueve hermanos, en una familia no precisamente privilegiada. Su padre, carpintero y granjero, hombre de escasa formación, fervoroso patriota y simpatizante de los cuáqueros (comunidad religiosa defensora de un cristianismo primitivo), era autoritario y tenía problemas con la bebida. Su madre, en cambio, era una mujer cariñosa, y Whitman sostiene que él heredó su temperamento. La tragedia fue una constante familiar: un hermano del poeta nació enfermo y dependiente; otro, alcohólico, murió joven; un tercero ingresó en un psiquiátrico y murió allí; y una hermana, también con problemas mentales, era maltratada por su marido. Como él refirió en alguna ocasión, la suya no fue una infancia feliz. Cursó estudios primarios, pero a los once años abandonó la formación reglada. No obstante, desde muy temprano compensó esta carencia con lecturas, visitas a museos y, más adelante, con asistencia a círculos de intelectuales y artistas. Comenzó su inestable vida profesional trabajando de mozo de los recados en un despacho de abogados; luego fue aprendiz en una imprenta y editor en diversas publicaciones, e incluso llegó a fundar un periódico propio, de escaso éxito y corta vida. Durante varios años trabajó también de maestro, 7


profesión que nunca le gustó, pues creía en la capacidad del ser humano para aprender libremente y desconfiaba del poder educativo de las aulas. En un momento en que atravesaba penurias económicas, llegó incluso a abrir una tienda. Cuando estalló la Guerra Civil, el autor ya tenía cuarenta años –demasiados para alistarse–, así que trabajó como enfermero voluntario y redactor de cartas personales de los heridos que llenaban los hospitales de Washington. Su afición por la literatura surgió vinculada al periodismo, que fue la actividad más constante en su vida. Escribió cuentos y artículos, e incluso una novela sobre el alcoholismo, Franklin Evans, de la que renegaría después diciendo que había sido escrita en tres días y bajo la influencia, precisamente, del alcohol. Pero la grandeza que asociamos a su nombre proviene sin duda de la lírica, ya que Walt Whitman será conocido por apelativos como “el poeta del pueblo” o “el bardo de la democracia americana”. En una conferencia, Whitman le escuchó decir al escritor y filósofo Ralph Waldo Emerson que “poeta es el que dice, nombra y representa la belleza; el soberano, el que está en el centro; el que anuncia lo nunca profetizado; el único sanador verdadero; el dios que libera”. Así que decidió lanzarse a esta ingente tarea: compuso sus primeros poemas y los editó con el nombre de Hojas de hierba (a pesar de que el nombre “hierba” era el que se les daba a las publicaciones de escaso valor). La obra tuvo muchas reediciones, en las que el poeta iba completando, modificando y reorganizando sus versos, pero no todas tuvieron la misma suerte. La primera, de 1855 y pagada por el autor, fue prácticamente ignorada por la crítica. Las pocas reseñas elogiosas las escribió el propio Whitman con distintos seudónimos. Las ventas fueron escasas, como también las de una temprana segunda edición. Por la tercera, 8


de 1860, unos editores de Boston le pagaron derechos de autor y, además, se vendió bien y tuvo buenas críticas. Sin embargo, con la llegada de la Guerra Civil los editores se arruinaron y el libro pasó a otra editorial que lo publicó durante años sin pagarle sus derechos de autor al poeta. Aun así, Whitman fue creciendo en prestigio, tanto entre los lectores norteamericanos como entre los ingleses. Pero el verdadero impulso promocional se lo dio, sin pretenderlo, la Sociedad de Nueva Inglaterra para la Supresión del Vicio, que denunció la séptima edición (estamos ya en 1881) ante el fiscal de Boston. El editor le pidió al autor que retirara de la obra los poemas más obscenos, pero como Whitman se negó a hacerlo, rescindió el contrato. La obra volvió a cambiar de editor y el volumen fue vendido como “el libro que quisieron prohibir”, lo que le proporcionó un éxito rotundo y unas buenas ganancias a su autor. La última edición (la novena, 33 años después de la primera) es de 1891, y saldrá cuando Walt Whitman está ya en su lecho de muerte.

La importancia de su obra Hojas de hierba está considerado como el gran poemario de la nueva nación estadounidense, el canto al nacimiento de un mundo nuevo. Es también un canto al yo, de un ser en formación, y de todas las personas que conformaban el mosaico de su tierra: ricas y pobres, blancas y negras, mujeres y hombres. Pero para cantarle a la nueva sociedad, había que buscar un lenguaje también nuevo. Los moldes de la poesía tradicional inglesa no valían para un nuevo estado, el lenguaje y los metros antiguos no valían para la modernidad. Quizás su elección más signifi9


cativa en ese sentido fue el verso libre, aunque hay otro rasgo estilístico que condicionó más la recepción de su obra: el uso de un vocabulario vulgar que no huía de palabras como “fornicar” o de menciones explícitas al sexo con una naturalidad que escandalizó a muchos, especialmente a los sectores católicos. Whitman era, como dijimos, un defensor de la democracia y de una sociedad igualitaria en armonía con la naturaleza y el cosmos. Era antiesclavista y creía también en la igualdad entre hombres y mujeres y en la libertad amorosa. Se ha discutido mucho sobre su homosexualidad, pero el hecho es que se desconoce si mantuvo o no relaciones afectivas o sexuales con otros hombres, a pesar de sus alusiones más y menos explícitas –que de ambas hay– en su obra. Lo que está claro es que hay en sus versos una naturalización del sexo a la que la poesía americana no estaba acostumbrada. Por ello, y porque Whitman defendía también que las contradicciones del ser humano formaban parte de un todo que era hermoso en sí mismo, su obra y el hombre que la firmaba recibieron con frecuencia feroces ataques.

Criterios de elección y traducción La selección de los poemas que componen esta antología se hizo siguiendo dos criterios principales: que fuera de interés de un lector o lectora joven (a pesar de ser consciente de la ambigüedad del término) y que fuera representativa en cuanto a los temas y su tratamiento por parte del autor. En su traducción se nos presentaron algunas dificultades que nos gustaría mencionar aquí. La primera, y la más evidente, tiene que ver con el léxico. El uso de arcaísmos, 10


neologismos y jergas profesionales nos dio más de un dolor de cabeza. Además, las elecciones léxicas del poeta muchas veces buscan la extrañeza, y lo mismo ocurre con la sintaxis. Algunas traducciones a otros idiomas optan por la naturalización en la lengua meta, en pro de la fluidez en la lectura. En algunos casos muy extremos lo hicimos también así, pero en muchos otros intentamos mantener el impacto que el texto tiene en su versión original. Otra dificultad de la traducción reside en el uso de la puntuación. En los versos de Hojas de hierba predominan las larguísimas enumeraciones de imágenes separadas entre sí por comas. En algunas traducciones se opta por sustituir esas comas por puntos, en busca de una mayor correspondencia con la puntuación en la lengua de destino, pero la lectura de los versos adquiría un peso que no sentía en los versos originales. Decidí, pues, respetar en la medida de lo posible la puntuación primitiva. No fueron pocas, tampoco, las dudas que tuvimos en cuanto al género (¿se está refiriendo a un hombre o a una mujer?, ¿a una hermandad de hombres o de personas?). En cualquier caso, siendo esta una edición bilingüe, la traducción puede servir como elemento de apoyo a quien se anime a sumergirse en los poemas originales. Os deseo una buena y placentera lectura. Y ojo, porque placentera no es lo mismo que cómoda. Es posible que alguno de estos versos exijan de vosotros una implicación a la que no estáis acostumbrados: Walt os interpelará y os veréis en el deber de darle una respuesta, pero el esfuerzo merecerá la pena. Penélope Pedreira Sevilla, febrero de 2021

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When I read the book When I read the book, the biography famous, And is this then (said I) what the author calls a man's life? And so will some one when I am dead and gone write my life? (As if any man really knew aught of my life, Why even I myself I often think know little or nothing of my real life, Only a few hints, a few diffused faint clews and indirections I seek for my own use to trace out here.)

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Cuando leí el libro Cuando leí el libro, la famosa biografía, me dije: ¿así que esto es lo que el autor llama la vida de un hombre? Y ¿también escribirá alguien, cuando yo haya muerto, mi vida? (Como si alguien supiese realmente algo de mi vida, si incluso yo pienso a menudo que nada sé, o bien poco, de mi verdadera vida, apenas ciertos indicios, señales vagas, difusas y sesgadas que, para mí mismo, procuro rastrear aquí.)

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Poets to Come Poets to come! orators, singers, musicians to come! Not to-day is to justify me and answer what I am for, But you, a new brood, native, athletic, continental, greater than before known, Arouse! for you must justify me. I myself but write one or two indicative words for the future, I but advance a moment only to wheel and hurry back in the darkness. I am a man who, sauntering along without fully stopping, turns a casual look upon you and then averts his face, Leaving it to you to prove and define it, Expecting the main things from you.

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Poetas venideros ¡Poetas venideros! ¡Oradores, bardos, músicos venideros! No será hoy el día que me justifique y responda por lo que soy, pero vosotros, una nueva prole, nativa, atlética, continental, más grande que ninguna conocida, ¡despertad!, pues vosotros habéis de justificarme. Yo tan solo escribo una o dos palabras reveladoras del futuro, tan solo avanzo un momento para girar y volver a las tinieblas. Soy un hombre que, caminando sin prisa pero sin pausa, os dirige una mirada fortuita para después apartar la cara, dejándoos a vosotros demostrarla y definirla, esperando de vosotros lo importante.

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