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Revista Río Negro Número VII
Revista Artístico-Literaria Editada por: César Castillo Cristóbal Castro Daniela Silva Javier Flores
www.colectivorionegro.cl
Motivo de Portada: “Brother” por José Luis Flores
“ Baudelaire” por Gregorio Alayon
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indice Editorial// 5 Poesia //6
Narrativa //33
Novela por entr
ega //47
Traiciones //52 Ensayo// 55
Creer es crear //
58
De nuestros colaboradores //62 4
EDITORIAL Como lo prometimos durante la publicación de la edición anterior, este nuevo número salió antes de lo acostumbrado. Antes de lo que hubiéramos imaginado hace un par de meses atrás, reunimos el material y comenzamos el proceso de maquetación; y aunque la abundancia de contenido es algo propio del uso masivo de las tecnologías de la información, hemos entendido durante la edición de Río Negro que sin la valoración del trabajo único de un autor, no logras entender la figura de lo que llamamos revista de creación. Esto va más allá del encantamiento o el asombro que le puedas dedicar a una obra en particular, o si reconoces ese hilo de sangre que cae en las madrugadas y te hace levantar de improviso sabiendo que la deuda más grande que tienes que pagar es contigo mismo, y buscas inútilmente una manera de anunciarlo para permanecer en paz; se refiere a las partículas de incendiaria genética que componen la textura sustancial de la publicación, que logran verse al revisar página a página un conocimiento que nunca abandona su carácter críptico, por más difundido que esté a través de sucesivos avisos de advenimiento. Una revista de creación es una pieza construida por la niebla en las manos de una criatura perdida en el bosque aullante, y en sus sueños con la ciudad, ofrecida en un aullido de respuesta. Es una pieza, como lo es un trozo de madera húmeda que después de una tormenta aún se siente tener vida, haber sobrevivido o resucitado ante el destino sangriento del oro, la elemental facción de su espíritu prevalece tangible si elegimos protegerla y hacerla visible, si no, tendremos la profunda consciencia de que una forma así podía ser concebida ante nuestros ojos, difusa en el tiempo al igual que todo lo querido, y expandida abarcando todo el espacio en el instante entregado a ella, tal como imaginamos la sangre para defenderla de la muerte. El por qué, quedará remanente en la oscura serenidad de tu pecho, ya es vital materia para el arte.
Equipo Río Negro.
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poesia Libertades por DarĂo G. S.
El que te hablaba mientras amanecía
Era dulce el aroma desprendido inequívocamente desde tus labios, carmesí, divina; apagabas las velas al sólo mirar aquel candelabro de roble teñido; una cascara caía, uno de tus aros era la luz que iluminaba el cuarto; un crujido sonó, un vidrio roto de la pecera en que guardábamos “tú sabes qué”; la almohada se desgarró, mientras el sol nacía por el norte; raro, la luna seguía arriba; era y es, una lucha malévola, decadente; de inocencia es el aroma que envuelve aquel candelabro, de roble teñido carmesí.
Por Felipe Maldonado
7 “La lucha” por Darío G. S.
ES DA PO ÍA I R E U Q
La sociedad de los legisladores muertos Esta es la sociedad de los legisladores muertos En donde nobles de escudos y chapa se dan la autoría capitalista Aquella que ha etiquetado todos nuestros problemas Con el rostro grosero de los borceguíes prusiano Miro al cielo con los ojos blancos redentores clamando huevadas Quisiera escribir sobre la vida, pero solo es letra muerta Quisiera gritar, pero el broquel me constriñe Estoy en el País de los legisladores muertos Muertos envueltos en momio guardián Por no decir momio de mierda Hoy sin chapa, pero con autoría capitalista Donde nobles y serviles no tropiezan Se atropellan viviendo en una dilatada y angosta orla estercórea En donde la tiranía es divisa.
Por Luis Ricardo Antimán Mella
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En soledad Detrás del espanto viene tu imagen. No busques sueños atornillados en las veredas. Alguien llora desde este lado de la vida; cuesta saber quién es. Pero los ojos tienen el color de la sangre y las lágrimas sabor a tristeza. Debe irse con el corazón abierto. Mientras el cielo se desploma En tu cabellera de fuego.
Por José Manuel Luque
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Río Negro
No sé dónde está la biblioteca municipal de mi pueblo, no sé cuántos libros hay en ella, cómo son sus anaqueles la forma de sus pasillos el color de la corbata del hombre en el mesón, no sé cuántos la visitan o qué hora es allá cuando en mi patio son las seis y con mi hermano recogemos en frascos metafísicos el canto que las bandurrias lanzan desde el cielo. No conozco su silencio, el protocolo de encargo, sus puertas o el baño o su salamandra; pero imagino sus ventanas enmarcando la rural verdura de los perennes suelos de este Río Negro siempre húmedo y callado.
Por Andrés Carozo
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“Mujer” por Darío G. S.
Fingir Amor Nos floreció la figura plena del remordimiento, su revés me culpa del hecho. Le dije – una y otra vez – que el dolor ajeno no era lo nuestro, se lo dije. El contacto filantrópico de mis piernas sometió nuestra simbiosis a un régimen lingüístico. Si hubiese aceptado mi forma de amar su ausencia no, su ausencia no me abriría ningún agujero.
Por Constanza Marchant
Sueños de amor Te he soñado tantas veces, en sueños he sido tuya. He visto en tus ojos negros hechizo de luna, quisiera en ellos mirarme otra vez. Sentí vibrar el fuego de la pasión en mi cuerpo, deslizarse sobre mi piel ríos de aguas cristalinas. Mi corazón se agita, recordando la tibieza de tu cuerpo desnudo, mis manos dibujando tu piel morena, temiendo despertar de este sueño sutil. Quizás esta herida no cicatrice nunca, pues mi amor sin ti es un calvario, aunque pasen los años y me muera sin verte mi amor por ti seguirá intacto.
Por María Isabel Bugnon 11
Mosca Se descomponen las moscas Y se revuelven dentro de la sopa Se van caminando hacia su boca Y se descomponen las moscas.
Llevas las perlas Entre las fosas y entre las Carnes de tu frente
Se descomponen sus dientes Apretando crujiente Dejando en su cuello
Las de tu ente Las que te hacen pensar Que a veces se te cae A pedazos lo poco Que te queda ya de suerte La muerte Viene hacia a ti A llevar donde tú estarás Aquí, al lado del señor El que siempre te enseño Que pecar es vagabundear Y que en el infierno arderas Aquí abajo donde estarás Donde la puerta no abre jamás Acá, a mi lado tú estarás.
Dulce aroma sonriente. Dulce aroma sonriente Dulce pudor entre los dientes De un hombre muerto Ya demente Dulce hombre asesino Muerto en gusanos Sin destino Carnicero y asesino Dulce flor sin dulce muerte Dulces labios de los senos De su amarga mujer pudiente Dulce dama Acorralada dentro de su Alargada y retorcida La mirada…
Por Hernán Caamaño
Amargo color de fuente Dulce lúgubre terror De muertas muertes De aflicciones latentes Dulce muerta Dulce puerta de mi puente De mis pendientes Encrucijadas sobre mi mente Ahí está, ahí estas Te escondes por ahí detrás Ahí entre los dientes Llevas las moscas 12
Yes. 1 Todo se mueve, todo se expresa en el universo para la armonía.
Fem y Sidio
Sidio la seguía y Fem Corría
Fem corría y Sidio la seguía Femicidio así lo llamaron
La idiotizó con su sonrisa él, se obsesionó con su cuerpo ella, se embobó con sus palabras él con sus celos la protegía, la llamaba mía ella todo lo justificaba con un te amo parchó sus labios ensangrentados sanó su ojo morado.
Sidio mutiló a la mujer en dos mitad esclava… mitad puta… ella sólo repetía te perdonó, todo cambiara nuestro amor es de verdad.
Sus ojos cegaron toda realidad bebió de sus lágrimas odió su sexo decidió escapar.
cuando encontraron su cadáver en aquel matorral.
Por Denni Zú
Con un lápiz y un cigarro
Se acerca la tarde Y yo sola en mi habitación Con un cigarrillo en mi boca, Y un lápiz en mi mano, El fin se acerca Tengo mucho miedo Mi cuerpo tiembla Y un viento muy helado atraviesa Mi cuerpo. De aquí se escucha mi llamado No quiero ir Pero ya es inevitable Camino hacia el… Mi cigarrillo desaparece El lápiz se acaba Y yo Me desvanezco en el tiempo.
Por Josiane Villegas
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Súplica a la Luz Cuando deje de beber mis sales, vísteme, Dulzura, de racimos, convierte tanta piedra maldita en puente para tu amor arado. ¡Átame fuerte a tu mejor pozo, que por sus aguas quisiera morir! Haz que mi abismo madure en gozo, donde talles tus flores pacientes entre campos que saben de noches, entre cielos que claman la lluvia. No recites los mismos poemas, tan sólo deja que el amor te ame. Cava hondo tu bandera de plata, que de tu anhelo me quiero bañar.
Por Arturo Moraga
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LLANTO EN EL CORAZÓN
Como duele el alma cuando hay tristeza y llanto en el corazón. Cuando las gaviotas rompen con sus alas los cristales de la noche. Cuando la tristeza cruza la calle para morir en las garras del silencio.
Cuando los violines de agua dejan de cantar en las paredes húmedas del tiempo. El hilo de la vida se rompe y se desangra hasta vaciar el mundo. Cuando la travesía de la noche es larga y a veces eterna.
Por René Arturo Cruz Mayorga
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Si Te Pierdo Muchas veces me he preguntado si hay una fogata en el alma que me duela, por desgracia sí existe y es si te pierdo evitar quemarme con el fuego que cuido, saber lo que mi corazón te transportaba se vaya muy lejos como una persona con droga, me hace pensar que vivir sería como agonizar que reír sería como llorar, saber que estás aquí me hace vivir con más ganas y sobre todo sobrevivir, mi mayor miedo es no ver un atardecer ver como toda mi vida se puede caer, saber que te pierdo en un instante sin o con razón sería un asesinarme, tu presencia es como ser un indigente con casa, pan, perfumado y algo para invitarte
un papel lleno de suciedad, no vivo de un futuro así aunque en mi presente siempre se haga frente y me atormente, me hace cuidar cada huella de luna que tengas marcada en tu persona, apreciar a quien tengo a mi lado convirtiendo lo trágico en pasado, sentir de oro tus manos sabor rico con tus abrazos, en mi camino tu compañía por ti yo mi vida daría, si te pierdo moriré en vida será mi más dolorosa caída
Si te pierdo me haré invisible en un rincón, no habrá ningún doctor que encuentre cura a este pobre hombre que perdió a su mayor razón, caminare por un desierto donde los cactus aunque los esquive se me clavarán, sus espinas se enterrarán en mi corazón hasta Si te pierdo aunque sea muy bueno en la vida dejarlo sin sangre, seré como una flor sin agua, sé que el futuro no me iré al paraíso viviré un infierno, es incierto pensar en aquello me hace escuchar melanpero ya no me interesara saber lo que vendrá colía si no estás, una llamada de una botella de alcohol tú sabes bien mi amor que quiero compartir para olvidar y esquivar la verdad, mi vida contigo, me hace matar al niño que vive dentro mí, saber que estás aquí me hace sentir ganador para que dios sea testigo de que no es lo único eterno. de algún premio de lotería, para que dios sea testigo de que no es como si me hubiera ganado al mundo lo único eterno. es que mi mundo ahora y siempre eres tú, respirar bajo el agua, volar como ave vivir al máximo cada segundo compartido contigo Muchas veces he hecho el mismo problema matemático siempre me ha dado el mismo resultado negativo, saber que si te pierdo me desintegraré seré un ser solitario y poco a poco desapareceré, desierto caminante en la ciudad
Por Pancho Tález 17
Yes 1
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Todo se mueve, todo se expresa en el universo para la armonía.
En tus ojos cándidos imprimo las letras del poema con la palabra SOLEDAD
Unas estrellas dúctiles alumbrando el terror de la noche, una luna obsequiando sonrisas a la sombra, un sol bailando como loco al ritmo de cascadas de rayos Todo se mueve. Todo se expresa en el universo para la armonía. Una lluvia llorando como niñas en cuna, árboles aplaudiendo espectáculos de terrores, pájaros bebiendo cerveza hasta emborracharse y una tierra cantando dolores.
4 A mi ciudad natal Puerto Príncipe, yo vi sí, lo he visto, a ese monstruo gigante que encima de ti se lanzó para tragarte como su presa. De tu belleza y recuerdos quedaron ruinas escuche esos suspiros, esas voces disonantes grabadas en mi memoria que de pulso a pulso golpearon mis oídos. Hasta los santos lloraron
2 Mi querida Haití: hoy, desde mi exilio, pinto cada día en tu cara de papel la triste arquitectura de mi vacío.
Puerto-Príncipe, estás en mí sí, en mí te llevo aún junto a las cicatrices desde mi alma, Puerto-Príncipe, ese día de tu caída, esa caída altísima
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5 Llanto de niño La resonancia en la caída de lágrimas que botaron los ojos del huérfano hambriento se evaporó en el aire que le empujó hacia los oídos del creador
Las letras de su canto eran así: “Grenadier a l´assaut sa ki mouri safe ayo pa gen manman pa gen papa sa ki mouri zafe ayo”
7 Mi voz aislada
6 El asesino era poeta El joven Racine murió el murió bajo las balas, palabras de un poeta. Recorrió cual sofista toda la ciudad predicando el amanecer de un pueblo en agonía.
Mi voz aislada del resto de las voces, olvidada , humillada reclama un espacio para extenderse hasta donde llega el límite del mar. 8 Los niños del barrio donde nací
El joven Racine se suicidó bajo los verbos mágicos, aliento de poeta. Su flecha potente hizo cantar himnos revolucionarios ¡pobre Racine, que apenas empezaba a leer Marx! El pobre Racine se lanzó en una aventura insólita, pensó que sus convicciones detendrían las balas bandidas. Terminó siendo llevado por el silencio.
Sí, claro que sí todo ha cambiado allá en el lugar donde nací. El sol ya no extiende más sus manos de rayos para acariciarnos. En los rostros de tabla de los niños de mi barrio, hay una monocromía, una sola palabra: miseria, miseria, miseria que no la vean por favor los especialistas de la “organización de las nociones unidas”.
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En los ojos desesperados de los niños de mi barrio hay un semáforo, en hojas de polvo se lee deletreamos en mayúsculas H-A-M-B-R-E Y E-D-U-C-A-C-I-Ó-N ausentes en sus agendas las agendas de los dirigentes. En sus gargantas lejanas arrinconadas entre montañas, sus fuertes murmullos que suenan como tambores no llegan a las orejas huecas de los ricos, hasta que la muerte con su oído más sensible atiende a sus llamados y se los lleva. Sí, claro que sí, todo ha cambiado para mejor, para peor, allá en el barrio donde nací donde el sol es vacío.
9 Soy Soy como esos puntos suspensivos dentro de un paréntesis mudo, libro todavía no abierto al público. Soy gota de agua en océano de lágrimas que brota lenta a los ojos de un huérfano en Puerto Príncipe. Soy rocío que viaja subido a la llovizna en espera de un tiempo tranquilo para caer en la tierra.
10 Haití Todavía se ve de lejos, muy lejos llegar a los negreros llenos de tus hijos. Navegando sobre las aguas irritadas de la miseria les he visto en suaves cadenas sonriendo al opresor.
Por Michée Dasmar
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He cambiado: no soy otro; soy yo.
Por Diego AlegrĂa
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Instante en que estás arriba En otros instantes hubiera escuchado con atención tus palabras como un niño leyendo las instrucciones de un colorido juego de mesa ahora parada frente a mi eres espuma y chocolate dulce veneno que embriaga y mata suavemente placenteramente hasta hacerme delirar en otra hora no ésta hubiera caminado el mundo de tu mano hubiera jugado contigo a las cartas mientras el naranjo ocaso o las titilantes estrellas ahora me acoplo a tus movimientos y el ocaso y las estrellas se hacen poco parecen olvidados objetos menores paupérrimos desiertos secos llenos de miseria y contaminación y tu el oasis y tus movimientos la alegría de la vida el resplandor de este instante el dulce fuego que mata pero mata contento como el whisky al hígado como las papas fritas las arterias como tus rasguños mi carne y me muerdes para que te sienta más de cerca me agarras fuerte con los dientes como si por un momento quisieras arrancarme la carne y mi sangre y alimentarte de mí y yo hipnotizado en tus movimientos no puedo ni quiero defenderme no puedo ni quiero escarparme no puedo ni quiero dejar de mirar tu cara poseída inmediata femenina entonces me agarro fuerte de tus senos para no hundirme en el océano para no caer en el abismo para que tú y solamente tú seas mi descuartizadora me agarro fuertemente y de a poco cesan tus gritos y tus palabras se hacen suaves y tus movimientos pausados hasta detenerse y caes sobre mí domada y dócil para besarme y decir te amo. Por Jorge Ignacio Muñoz
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ANOCHE SOÑE UN SUEÑO
Anoche soñé un sueño que, podría decir sin asombro, ya no es sueño Quizás, un abecedario de ideas, en movimientos y sin aire que mas que acompañarme en sílabas silenciosas ya no mueven mis labios Quizás, una sombra que ya no es más sombra Tal vez fue sólo un sueño en medio del miedo que ya no es miedo
Por Patricio Valdés García
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La Ciudad.
La Ciudad es movimiento sempiterno: Gran matriz paradigmáticamente capitalista El cielo yace roto / Trozo de mundo corrompido El conticinio inexistente: La Ciudad Son los murmullos mecánicos Los claxon / Las luces / Las balizas frenéticas El aire interrumpido por la aerodinámica: La Ciudad La máquina horrísona & imponente Como glóbulo metálico Recorre la red de esquinas & callejones
“Astros” por Darío G. S.
El hombre es sólo instante en la arquitectónica Gris / Inmensa / Sólida / Que rompe el infinito azul El siglo de la huella dactilar contemplado desde un círculo Avistamientos de globos aerostáticos e hipopótamos encarcelados: La Ciudad Espirales eólicas Hélices caóticas La geografía encerrada en una claraboya La fisiología monumental de los falsos crepúsculos Un arco-iris degollado a los pies de la santísima pornografía Sangrando colores de calidoscopio / Interminablemente: La Ciudad Por Helvert Barrabás
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Poesía de frutas muertas
Manzana podrida, La muerte debiera tener tu nombre, Sería la única forma de llegar a ti. Manzana podrida, Me envenenaste el alma, Ahora soy un durazno fermentado De ira, de odio. ¿Cuál fue el maldito árbol Del que saliste, Y te dejó caer al suelo?, Roja manzana, Podrida por dentro. Tu corazón y tus semillas, Pulpa de rencores, Fruta muerta, Me han hecho pudrir Y ahora soy, por ti, Una fruta envenenada. Cuando el jugo de mi furia Alimente un alma ajena, Te darás cuenta Que al envenenarme, Sembraste un árbol De frutas muertas.
Por Rodrigo Permal
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La libertad del azor. Se libre como el viento, levántate y ondula en tu flamígero desvelo Rompe las frágiles ataduras terrenales, Eleva tus alas hacia el cielo y gorjea para que vengan mejores tiempos Cuya hermosura se plasma en cálidos y llameantes anhelos Desmigajados en trocillos desperdigados de espejo Donde afloran bermellones gotas devoradas por sedientas sanguijuelas Que proclaman a gritos consumir el corazón de Ícaro sumido en desconsuelo. Vuela tal águila furtiva hacia un objetivo sin fronteras Bátete contracorriente en la tempestad de la vida Lucha salvajemente en delirios de pasión Asiendo por los brazos el suspenso cruel de la razón Que invade los llanos del abismo que se dicen verdaderos y prístinos, Sumérgelos en los mares de la locura, estado insigne que nos hace libres En las vanas esperanzas inmundas de la soberana suciedad social. Cruza las costas de los valles, navega surcando los bellos mares Atraviesa el mundo y deléitate con los saboreados sinsabores que en tu camino encuentres Observa panorámicamente la naturaleza de la muerte, Que se consume acompasadamente en la desfachatez del destiempo En un ir y venir incesante que nace en el ocaso y desfallece en el cenit Así aléjate ¡oh espíritu errante! Y fórjate tu propio destino cual azor, bien te digo. Por José Chamorro
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Capturando el misceláneo Pensar que el vacío lo sumerge todo, en silencio. Que es fácil vaciar la cabeza de videocaseteras baratas. Que la soledad es simple palabra, porque la sensación es eterna. Que se está en un sitio, consternado por estar en todos y en ninguna parte. Llorar en un rincón murmurando perdones ingenuos. Que el tipo de la esquina coloque su cuchillo en mi costilla, que me quite todo,
ni la nada tengo. Que me llamen señorita y escupirles en la cara su algarabía. Y beber una copa de vino, sentada en la barra del bar donde se prometa la venta de sueños a buen precio y el borrón y cuenta nueva de memorias. Volver a nacer. Morir. Sentir la vida y la muerte. De igual manera.
Por Larrafael
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Madre prostituta
““F lor de Chile” por Darío G. S.”
Amamanta a tus cachorros de hiel, y de ira y rencor y blasfemias, madre prostituta inclinada sobre tu prole en acción de gemir, secas ya tus fláccidas vertientes, amamántalas de leche negra, de odio intrínseco y sed de venganza, para que nunca olviden lo que son, de qué matriz proceden sus rostros, y hacia qué destino van sus pasos. Dótalos de abrojos y de espinas, aliméntalos de resistencias, inyéctales tus noches sufridas, la copa de la intemperie en rigor, la mano del puñal homicida. Para que tenga sentido el dolor, para que una lámpara arda por ti, para que nadie mancille tu cuerpo.
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Por Ulises Varsovia
Villa Grimaldi
Brilla, Grimaldi con tu sol de medio dĂa, tus lĂĄpidas sometidas, tus sepulcros blanqueados y su luz de la mentira; tus nombres, tu memoria arrepentida que recuerda pero olvida bajo el cĂŠsped, mosaicos y esculturas, la tortura de ver a tanto deudo arrebozado en excelencia y calidad de vida
Por Erick Be.
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te vi partir son los sueños que he olvidado los que me preocupan, no los que he cumplido ni los razonablemente desechados son los sueños que soñé antes del atardecer y que ahogan sus nombres entre mis deseos sueños esporádicos latentes en sueños no revelados en arcanos no fundidos con verdes anhelos me ocupo de mis fantasías con la misma sensatez pero a veces olvido lo que escribo y suelo acordarme de ti quizás mis sueños olvidados lleven tu nombre tal vez todo vuelva a ti como la primera vez que hablamos o cuando por última vez te vi partir puede que mis sueños sueñen espacios pero yo no soy el hacedor de espejos ni he sido aprendiz de mago sólo fui un sueño dentro mío que he perdido desde la última vez que te vi partir
Por Fernando Palacios Moreno
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“felinos” por Darío G. S.
SI TUS ALAS SE HUMEDECEN
He visto tus sublimes alas fosforescentes; mariposa Que te anidas en la corola gallarda de una flor hermosa Donde al pasar del día rompes tu cárcel dorada y misteriosa Y vas confiando a otras flores los secretos de tu alma. ¿Qué confiesas mariposa? ¿Qué les cuentas fugitiva? Solo lo sabe la suave brisa confidente de tristezas Todas estas, que te echan a perder la calma ansiada; Cuando sometida estas a tiempos de borrascas. Si tus alas se humedecen mariposa, tú; mujer de mis amores, Yo estaré a tu lado entonado dulces acordes de arpa Segregando la inocencia candorosa de las lluvias de tu llanto Con abrigo y fe, con amor y entrega por la pasión que te siento.
Por Elvis Pesantes
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LA PAZ NO ES UNA GUERRA GANADA POR NOSOTROS
imaginemos que un día clarea que la marea del mundo es distinta imaginemos que un trébol reparte hacia los cuatro vientos sus semillas
imaginemos que riegan al hombre para que brote su estrella de fuego y que en la tierra florecen cantando todos los hijos de todos los cielos
imaginemos que el cielo comparte parte por parte este viento y deseo de que a la mesa del hombre se sienten la sed y el hambre de todos los tiempos
imaginemos que un canto nos cuenta que la tormenta alimenta su aurora sobre los cinco frentes de esta guerra el rostro de otro planeta se forma
Manos del hombre
imaginemos que un sueño transforma la pesadilla que muerde los cuerpos
para levantar una casa Casa del hombre para levantar su esperanza Manos hermanas para desandar la acechanza
imaginemos al mundo en las plazas para el desfile de sus jardineros
“Sin Titulo” Por César Castillo.+
Por Rubén Vedovaldi
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IVA
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RR
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Los secretos sólo existen en la imaginación. No hay dolor más atroz que ser feliz. Alfredo Zitarrosa. Cerramos la puerta del garaje con llave, se la entregamos a la empleada de la agencia inmobiliaria. Arreglamos como nos pagarían la comisión y fuimos al aeropuerto para regresar a nuestro país. Escuchamos el golpe seco de pelota de fútbol en el jardín. No pasó mucho tiempo hasta que sonó el timbre de la puerta de entrada. Abrí la puerta y allí parado había un chico de unos 10 años, quien me pidió que le alcanzara la pelota que estaba en el jardín. Le dije que esperara en la calle y yo le pasaría la pelota por encima de la pared. Cuando me dio la espalda para bajar la escalera, le pregunté – ¿cómo te llamas? Charlie- dijo sonriendo. Fui hasta el jardín y encontré la pelota. Del otro lado de la muralla los chicos corrían gritando. - Ahí va. Por la mañana del 18 de Enero, caminé junto Enidia, mi mujer, esquivando el viento invernal de Londres. El día había comenzado con sorpresas. La dueña de nuestro cuarto nos saco de la cama para decirnos que teníamos 48 horas para desalojar el dormitorio e irnos con todas nuestras baratijas. Estaba tan agitada que se olvido de reclamarnos las semanas que debíamos. Quise decirle que era una hija de puta, pero la pobre no tenía la culpa que nosotros fuéramos unos parias. Éramos incapaces de mantener un trabajo por más de dos semanas, siempre nos arreglábamos para aborrecer cualquier actividad y aceptábamos cualquier excusa para abandonarlo. Salimos a la calle a pasear, conscientes que el futuro se nos escapaba. - ¿y ahora qué? - ¿hacemos squating? – Con todos los locos que viven bordeando la miseria, no, para eso nos volvemos. Llegamos a la ventana de Patel, el vendedor de diarios, la vidriera cubierta de papeles absurdos y un panel de Anuncios donde algunos desesperados como nosotros escribían notas indescifrables con proposiciones complejas, y los colgaban adentro de unos sobres de plástico transparente. “Cambio lecciones de Español por lecciones de Farsi.” Otro estaba escrito sobre un papel amarillo (me imagino para llamar la atención) se leía: “Alquilo cuarto a lesbiana, vegetariana en lo posible
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que carezca de interés en comunicarse”. “Mujer atractiva 40, necesita hombre profesional para ir al cine.” No pudimos contener la risa. -¿Te imaginas el encuentro? -Si, ella es alta y muy flaca con aires de soy hermosa no me toques. -No, ella es morena y muy pequeña y es una obsesiva sexual. -Como quieras. ¿Cómo sería el diálogo? -Él la llama por teléfono y le dice. Soy profesional, ¿te gustaría ir al cine? -La flaca diría. Te encuentro a la entrada de Screen on the Green, sí el cine que está cerca de la estación de subterráneo de Ángel, a las 3 de la tarde. Vení con un sombrero negro. La morena sería menos precavida, le diría, vení a buscarme a casa y tomamos un café. Si me gustas, te hecho sobre mi cama y si no vamos a aburrirnos al cine. Los diarios estaban en una hilera sobre un estante destartalado. Desde la calle podía leer los titulares, las naderías de los pasquines siempre ocupados en la vida sexual de los famosos en particular y la de todos en general contrastaban con los horrores de la guerra en Irak en los otros diarios. Acostumbrábamos a ir a las inmobiliarias, de Upper Street, en Islington. Con las narices apretadas contra el vidrio de los escaparates soñábamos con los ojos abiertos al ver fotos de inodoros blanquecinos, cocinas resplandecientes de paredes lisas y colores atractivos. Distraíamos el destino que se nos acercaba peligrosamente. Enidia señalaba con un dedo los precios de las casas mientras se reía de nuestras imposibilidades. Veíamos a los empleados detrás de escritorios, rodeados de un caos de papeles, todo controlado por sus memorias prodigiosas. La empleada más cercana a la ventana nos conocía porque yo la saludaba todos los días que pasábamos. Nos miraba por encima de sus anteojos y movía la cabeza una sola vez, de arriba hacia abajo, nosotros repetíamos el mismo movimiento y nos íbamos, pero el frío de la mañana y la incertidumbre nos detuvo más de lo necesario hasta que ella se levantó dirigiéndose hacia la puerta de entrada nos invitó a pasar. La seguimos hasta su escritorio, acercó dos sillas y sentándose del otro lado del mismo nos miró sonriendo.
- Los veo todas las mañanas mirando los anuncios. Me imagino que están buscando algo para comprar.dijo. - No, curiosidad, es una manera de pasar el tiempo. Pensé que mi respuesta sería suficiente para que nos mostrara la puerta de calle. Sin embargo, la vi juntar los dos brazos enfrente de su cuerpo y apoyarlos sobre el escritorio, tirando su cabeza hacia adelante murmuró – -¿dónde viven? - Cerca de aquí. - Alquilan un departamento. - Un cuarto en un departamento, lo compartimos con otra pareja. Nos miró en silencio, mientras un vaho de perfume se escapaba de su cuerpo. ¿Les gustaría vivir en una casa? Intenté levantarme para irme, no andaba para chistes, pero Enidia me detuvo agarrándome con violencia la pierna, inmovilizándome. Disimulé el dolor y dije - Sería interesante. - Si, pero es un poco difícil ahora mismo - dijo Enidia. - Yo podría ayudar. - ¿Cómo? pregunté recuperando mi desesperación. - Bueno, ustedes saben que Islington está plagado de zorros. - ¿Entonces? - Tenemos una casa que la podría vender fácilmente si desalojamos a los zorros que viven en el jardín. - ¿Porqué no contratan a un cazador? - Porque nuestra compañía considera que es inmoral matar, cazar o como quieran llamarlo. La casa está desocupada hace ya varios meses y ustedes podrían vivir con una sola condición: que le hagan la vida imposible a los zorros, así se van. Les daríamos tres meses de alquiler gratis y una comisión cuando se venda… La proposición nos convenía. Podríamos hacer nada sin preocuparnos. -Tenemos un problema, los zorros saldrían de su madriguera durante la noche y ese sería el momento donde tendríamos que acosarlos, perseguirlos, esto nos tendría bastante cansados durante el día impidiéndonos trabajar. - ¿Qué quieren, dinero? dijo levantándose bruscamente y desapareciendo detrás de una puerta que tenía el cartel de DIRECTOR. - Volvió sonriendo… - Les adelantaríamos el dinero de la comisión. - No, gracias. Queremos £200 por semana más la comisión. Como se dará cuenta, trabajaríamos 10 horas por día cada uno, siete días a la semana que sumarían
140 horas. Si lo dividimos, estarían pagando £ 1.40 por hora, casi tres veces menos el salario mínimo. - Está bien – dijo ella resignada. Fuimos hasta la casa en cuestión en su automóvil. - Es en la próxima esquina – nos dijo frenando el coche para estacionarlo. - La calle era simple, con esas caras limpias que suelen tener las Terrazas Victorianas. Todos los frentes iguales, para ahorrar dinero y no por falta de imaginación, discusión recurrente entre Enidia y yo. - El ahorro es la base de la fortuna de los Puritanos - Nash construyó las casas de Regent Park con los materiales más baratos posibles para ahorrar, aunque tal vez lo hizo para vengarse del Príncipe Regente que se acostaba con su mujer. Escuchamos el golpe seco de pelota de fútbol en el jardín. No pasó mucho tiempo hasta que sonó el timbre de la puerta de entrada. Abrí la puerta y allí parado había un chico de unos 10 años, quien me pidió que le alcanzara la pelota que estaba en el jardín. Le dije que esperara en la calle y yo le pasaría la pelota por encima de la pared. Cuando me dio la espalda para bajar la escalera, le pregunté – ¿cómo te llamas? Charlie- dijo sonriendo. Fui hasta el jardín y encontré la pelota. Del otro lado de la muralla los chicos corrían gritando. - Ahí va. Abrió la puerta. Entramos a un hall que era un pasillo angosto sin decoraciones, tenía las paredes de color blanco brillante que hacían doler los ojos. A la derecha había una puerta que daba acceso al Living Room, del lado opuesto una escalera, al final del pasillo también a la derecha un baño y al final un cuarto. Al abrir la puerta nos enfrentamos con una ventana que da al jardín. Este cuarto sería nuestro lugar de observación. Frente al baño, otra escalera conducía al semisótano, allí estaba la cocina reluciente y moderna como las que veíamos en las vidrieras. - Pueden usar el baño, la cocina y el dormitorio que está en primer piso y da a la calle. Ah, vayamos al jardín y les muestro el garaje. - Allí atrás debajo del garage, viven los zorros hay por lo menos una pareja y sus hijos… - Déjelo por nuestra cuenta. Corrimos por la escalera hacia arriba y abajo, entrábamos y salíamos de los cuartos a los empujones. No podíamos entender nuestra suerte. Enidia preguntó – ¿qué hacemos con los zorros? - No tengo la menor idea y lo que es peor jamás vi un zorro. - Yo sí, vi el Llanero Solitario en la televisión.- dijo ella
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burlonamente. - Pero él está en Nuevo México y nosotros en Londres. - ¿Qué vamos a hacer con los zorros? - Fácil, llenamos el garaje de comida, dejamos la puerta abierta, cuando entran cerramos la puerta y esperamos que se mueran. - Fantástico, ¿pero cómo cerramos la puerta sin espantarlos? - Nos sentamos a esperar desde la ventana de la habitación del primer piso, mantenemos la puerta abierta atando una soga a la manija de la puerta y nosotros controlamos la otra punta de la misma, conseguimos esos mecanismos que cierran las puertas automáticamente y lo instalamos, cuando ellos entran nosotros largamos la soga y se quedan atrapados. Los dejamos encerrados un par de días y después vemos cómo nos deshacemos de ellos. Tenemos casa por tres meses, debemos tomar el trabajo con tranquilidad…y después volvemos a nuestra tierra. Nuestra rutina cambió poco, de no hacer nada ahora seguimos haciendo nada. Decidimos que lo mejor sería primero ver cómo eran los zorros, de qué tamaño y color. Investigamos el garaje que estaba en un estado precario, las paredes parecían aún sólidas pero el techo se derrumbaría en cualquier momento. Adentro todas las cosas mantenía un balance tenue, teníamos la sensación que si movíamos algo todo se caería… Las semanas pasaron casi sin darnos cuenta, los zorros ni se asomaban y después de varias noches sin dormir decidimos darnos un descanso. Escuchamos el golpe seco de pelota de fútbol en el jardín. No pasó mucho tiempo hasta que sonó el timbre de la puerta de entrada. Abrí la puerta y allí parado había un chico de unos 10 años, quien me pidió que le alcanzara la pelota que estaba en el jardín. Le dije que esperara en la calle y yo le pasaría la pelota por encima de la pared. Cuando me dio la espalda para bajar la escalera, le pregunté – ¿cómo te llamas? Charlie- dijo sonriendo. Fui hasta el jardín y encontré la pelota. Del otro lado de la muralla los chicos corrían gritando. - Ahí va. Enidia buscó en wikipedia información sobre los zorros. Le gustó la idea que los japoneses tienen de los zorros “es una forma poderosa de espíritu animal muy travieso y astuto”, mientras que la de los chinos le pareció desagradable. En la cultura china, “los espíritus de los zorros alejaban a los hombres de sus esposas. La palabra china para “espíritu de zorro” es la misma que designa a la amante en una relación extramarital”. Desde entonces los llaman kitsune.
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- Son como perros que no son perros, aunque pertenecen a la misma familia – me decía. Dos meses después vimos a los zorros, varias veces, pero no pudimos hacer nada, no tenían miedo, se sentían los dueños de la noche, salían a buscar comida y no se permitían ser distraídos por nada. Yo tenía miedo, eran como perros salvajes aunque no eran perros, como dice la wikipedia en el internet. Era hora de poner en marcha nuestro plan. Durante una semana los alimentaríamos, cada día acercaríamos la comida hacia la puerta de entrada del garaje. El objetivo era terminar con ellos encerrados y dejarlos que se mueran de hambre por una semana, cerrar la entrada de su madriguera, dejarlos libres y espantarlos. Colocamos un mecanismo para cerrar la puerta automáticamente. La mantendríamos abierta con un sistema de poleas y sogas, una vez que estuviesen adentro la accionaríamos para que queden atrapados adentro del garaje. Quedaban pocos días de los tres meses. La empleada de la agencia se comenzó a inquietar y nos llamaba todos los días para enterarse de lo que estaba pasando. Esa noche nos acomodamos en la ventana del cuarto del primer piso, vimos el zorro más grande salir de la madriguera. Estuvo husmeando el peligro, entró y salió varias veces del garaje para estar seguro, después lo siguió la zorra. Hicieron la misma rutina hasta que parecieron convencidos y toda la familia entró. En ese instante largamos la soga y la puerta se cerró con las bestias adentro del garaje. Cuatro días después volamos a nuestro país. - Dejamos los zorros encerrados. - No te preocupes le pediré a mi amigo Ismael, que les abra la puerta y los espante. Mirando por la ventanilla del avión Enidia me dijo - Fui feliz. Charlie estaba jugando solo como todos los días en la calle. Pateó la pelota de voleo y fue a caer al jardín. Como siempre fue a tocar el timbre de la puerta de entrada. Al no recibir ninguna respuesta decidió subirse al techo del garaje y de ahí saltar al jardín. Una vez en el techo corrió hacia el centro para ubicar la pelota, pero el techo se deshizo bajo sus pies y cayó adentro donde decenas de zorros hambrientos estaban encerrados desde hacía más de un semana.
Por Mario Flecha
Apología del suicida. Voy a morir, lo sé. Lo supe una vez y lo olvidé, pero ahora lo recordé: voy a morir. ¿Qué les diré a mis padres, a mi hermano, a mis amigos? ¿Qué le diré a mi amor? “Voy a morir, lo siento”. No es que no haya podido evitarlo, sé que tengo la culpa, sé que fue mi decisión aunque no recuerde haberla tomado, sé que olvido las cosas, pero también sé que están ahí, en alguna parte. No pretendo culparlos ni por haberme engendrado ni por haberme amado. Tampoco quiero darles las gracias, pero gracias, de veras muchas gracias, no sé que habría sido de mí sin ustedes. Probablemente hubiera muerto de todas formas. (¿Recuerdan el último Año Nuevo que pasamos juntos, todos reunidos frente a la mesa con tantas cosas ricas para comer, incluso buen vino, que casi olvidamos la pobreza por espacio de una hora entera, todos como familia: padres, hijos, nueras, hermanos, novias, novios, mascotas? Fue realmente bello. Lástima que papá se tuvo que ir a trabajar a las diez, que tuvimos que ir a darle el abrazo a la conserjería y que el resto de la noche terminó siendo un hastío, pero qué más da, es sólo una fiesta entre tantas. De hecho, es la peor de las fiestas, es la fiesta en que se impone el pasarlo bien, la fecha en que se registra la mayor cantidad de suicidios de aquellos que enloquecen de soledad escuchando las risotadas de fingida alegría, de estimulada euforia al son de los fuegos artificiales, los abrazos, los bailables inolvidables, las descorchadas de champaña, los gritos, las peleas, los accidentes automovilísticos, los llantos, los orgasmos, en fin, la camaradería. Incluso los que odian el Año Nuevo, la navidad, el dieciocho, el diecinueve, el cumpleaños, el aniversario sucumben ante la presión, y aunque deambulen en solitario por las calles del centro del Gran Santiago bebiendo una botella de vino, fumándose un porro, dialogando de vez en cuando con caras desenfocadas en sí mismas que los abrazan y les desean irresponsablemente que se cumplan todos sus deseos, imaginando que nada les importa, celebran de todas formas.) Sé que voy a morir y hubiese preferido haberlo hecho en vísperas de Año Nuevo, o a las doce en punto para haberles arrebatado a esos estúpidos bebés la portada en los diarios, pero un suicidio no siempre otorga el beneficio de la duda. A propósito del suicidio, y qué curioso que haya salido a colación este tema, seguramente porque me moría de hambre, me apena o enfurece sobremanera, depende del día, constatar cómo se critica, cómo se juzga, cómo se menosprecia, cómo se vilipendia a los pobres suicidas. Muchos de ellos héroes, mártires, sabios olvidados, iluminados pero apagados, valientes pero demasiado osados y, sin embargo, 37
la mayoría insignificantes, pobres almas en pena y sin gloria, olvidados de nadie, esquizofrénicos, depresivos inútiles a sí mismos. Igual que el resto de los mortales de muerte natural nomás, así que ¿para qué la mala onda? Conozco a varios que deberían suicidarse, le harían un bien a la humanidad aunque el bien a sí mismos no esté asegurado. ¡Viva el suicidio! Voy a morir, y me apena decirlo. Me muero de vergüenza, pero debo enfrentarlo con la frente muy en alto: voy a morir y estoy de acuerdo, creo que debería haber muerto hace al menos un par de años, pero nunca me atreví porque sale caro para los parientes e imagínense que uno en realidad sigue vagando y se entera del sufrimiento y el endeudamiento. Qué mundo más de mierda, hasta por morirse se contraen deudas. Uno se muere y contrae matrimonio con la misma mierda de siempre: el dinero. Ya no es más la muerte la única certeza, lo es también su precio: dinero. ¿Qué implica el dinero? Muerte, nada más que eso. Voy a morir y les pido disculpas. No es mi intención causarles dolor, ni mucho menos llamar su atención ni imaginar cómo van a llorarme ciertas gentes, cómo van a sentirse culpables, cómo me van a echar de menos, cómo van a exclamar “qué grande que era, qué genio, qué pedazo de artista, qué lástima que todos mueran incomprendidos, solos, presos”, pero es que ese tipo de deseos no se pueden evitar, ni el dolor ni el deseo de inmortalidad. Voy a morir y reconozco que me da miedo, porque quién me asegura que una vez muerto permaneceré muerto, pero piensen en esto: si me muero es porque estuve vivo y eso es lo bello. Viva la vida, muera la muerte, al César lo que es del César y a la mierda lo que es la gente, total todos se mueren; alegría, alegría, a ver, una risita, cambie esa cara, mi’jito, tómese un copete, ¡salud!
Por Erick Be.
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El mérito de la mandrágora
La empinada parecía no terminar nunca. Partimos cinco desde el valle del río Baker, confiados en realizar nuestra hazaña en menos de cuatro días. La bosqueja iba quedando atrás a medida que se inclinaba el camino. Un nuevo hábitat de especias que se camuflaba en la verdesta parecía cobrar repentina vida con las alturas. Nuestros sentidos dormidos despertaban al contacto con el oxígeno del sendero. El equilibrio de nuestros pasos se sometía a prueba con el barrial formado por el peine de las nubes con el suelo a esas alturas. Sin embargo, a medida que queríamos huir más rápido de las gigantes torres del reino, de ese océano inmenso que siempre en oriente tormentaba, nos encontrábamos con otro suelo empantanado de riveras ya antes caminadas. Era un nuevo reino con nuevas murallas, con nuevos espacios que recorrer. Esta tierra – no nuestra tierra – era la metamorfosis de nuestro escape. Era la nueva cima con su empinada escalera al cielo. Seguimos entonces, avanzando en la empinada, hacia ese reino prometido, soñado, que nunca nadie había visto y ningún mapa registraba. Al amanecer del tercer día estaba solo. El sol me despertó desde la cordillera y abrí mis muchas manos a su brillo matinal. El húmedo clima y su tos de pájaro la absorbían mis pies y la bruma penetraba en las cicatrices de mis hojas. El arrayán había soñado otra vez su partida.
Por Jaime Zur
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TRANSACCIÓN Detuvo el vehículo. La lluvia sobrecogedora caía como un castigo divino sobre el asfalto. No veía nada. De pronto, un trueno. A lo lejos unos gatos maullaron, una botella se desquebrajó y algo parecido a un perro aulló a la luna cubierta por las densas nubes. Hizo partir el vehículo. Nada. Volvió a acelerar. Nada. El marcador de gasolina indicaba claramente que este combustible se había vuelto un mito; una leyenda en medio del océano que se abalanzaba sobre el mundo. -Pero… ¡No! ¡Imposible!… Si hasta hace poco… Tenía, le quedaba… Por la… Tomó su celular para pedir ayuda: estaba descargado. Otro trueno, otro gato gimiendo, una especie de aullido carcomiendo la noche. Más lluvia. ¿Un temblor? Bajó del vehículo. No tenía paraguas, sólo andaba con su camiseta apegada y pantalones cortos. Usaba sandalias. -Dijeron que iban a haber treinta grados…- se dijo a sí mismo. La avenida estaba llena de agua. No se veía ningún vehículo, no se veía ninguna persona, no había luz: sólo el crepitar de las gotas. Caminó abrazándose a sí mismo, tiritando, al borde del colapso hipotérmico. Allá arriba, de repente las nubes dejaban entrever unos haces de luz penetrante, como flashes perdidos en el horizonte. -Maldita página de internet… Jamás volveré a comerciar ahí… Odio la lluvia… El tipo que me va a vender ese bastón va a tener que pagarme el hospital… ¡Achís!… Lluvia y la que te…- seguía hablando solo. Seguía caminando. Frente a él, la oscuridad, la lluvia. ¿Una silueta? Le había parecido ver en la esquina de un pasaje, algo parecido a un cuerno esconderse. Corrió hasta ahí sin saber bien por qué. Sería el vendedor, pensó. Entró al pasaje. A uno y otro lado las casas mustias y lóbregas sin un ápice de luz parecían llorar con el caudal que las aplastaba. Una forma se divisaba a lo lejos. Cayó, pero rápidamente se incorporó y corrió hacia ella. La forma arrancó y se sumergió en unos pastizales. El agua les hacía parecer algas marinas crecidas desde el alcantarillado. Otro trueno. El cielo gimió. Una batalla entre nubes, una luna que gritaba, haces de luz, otro gato gimiendo, una botella en pedazos, un perro aullando, ¿un perro? -¡Achís!… Hey, ¿eres el que me va a vender el bastón?… ¡Achís! ¡Sal de ahí! ¡Soy yo, el comprador, el de la página de internet!… ¡Achís! Un par de cuernos emergieron desde los arbustos. El agua corría a través de sus anillos como en un resbalín. Una forma alta, de dos metros y medio, verdosa y con llagas rojas apareció frente a él. Su rostro: lo innombrable. Estaba llorando pero sus lágrimas se confundían con la lluvia. Hurgó en su estómago y sacó un bastón 40
de oro. En él, estaba escrito: “Jotunheim, mundo del fuego”. El comprador tomó el báculo. Se sintió protegido. La lluvia seguía, los truenos destrozaron un árbol, los perros gruñían, alguien gritó; el ser seguía llorando. -¡Achís!… ¿Quién eres?… ¡Achís! La criatura sonrió levemente. Tiritaba. Quedó unos segundos en suspenso. Unos pequeños duendes se escurrían como ratas por su piel. Habló: -¿Para qué quieres el báculo?- su voz era como el canto de una ballena. -Es para mi abuelo… ¡Achís!… Quería regalarle algo sofisticado… ¡Achís!… ¿Cuánto me ibas a cobrar? “Minimal Drea m” por Cati A..
La criatura se movió lentamente. Tenía un brazo menos. Miró hacia arriba. La batalla continuaba: lluvia tormentosa caía, haces de luz como flashes se encandilaban mutuamente, las nubes cargaban oscuridad que caía como sangre cristalina. La criatura continuó llorando. Volvió a hablar en su lenguaje semejante al de una ballena: -Ya no vale nada… Llévatelo… He sido expulsado -¡Achís!… Pero… ¡Achís! Pero dime quién eres La criatura levantó su mano. Truenos, relámpagos, un temblor, más lluvia. Tomó uno de sus cuernos. Gritos, perros, gemidos, una batalla, nubes oscuras. Se lo arrancó de su cabeza. Más lluvia. Se lo entregó al comprador. Luego, se fue lentamente dando saltitos entre los charcos de agua. Cuando se perdió de vista, la lluvia amainó y el comprador comprendió su propia miseria. ***
Por Rodrigo Torres Quezada 41
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Interrupciones en la continuidad Francisco se lamentó a las 21:55 cuando las noticias sepultaron el ánimo de los televidentes, un domingo por la noche. La rutina de fin de semana caminaba rigurosa y ciega sin ninguna alteración. Entrada las 22 en el reloj, Francisco admiró su nostalgia en el espejo, como lamentándose de su mala suerte. Suspiró hondo, tratando de desahogar esa desdicha de la agonía lenta y dolorosa que el monótono transcurrir del domingo obligaba a imponer en el ánimo de las personas. El lunes, a las 6:30, la diversión de los días anteriores se disipaba ahogada en la ducha matinal, constituyéndose en la primera actividad oficial del protocolo antes de enfilarse en la rutina del ritmo de trabajo. Su laburo no era de otro mundo. Unos cuantos papeles desparramados para seleccionar entre las 9:30 y las 10:30 y luego las suspiros habituales de desdicha. Montarse en la moto y recorrer las calles de la ciudad finalizando en los destinos de aquella correspondencia. Estaba cansado. Diez años en la misma labor terminaban por agotar a cualquiera. Por eso, al iniciar esa semana, a las 9 puntual en la oficina, tomó desayuno con calma. Nunca lo había hecho, al menos ante la presencia del jefe explotador. Pasada las 10:45, Francisco tomó su bolsito con la correspondencia y las llaves de la motocicleta. Echó rumbo hacia el oriente, como viajando hasta otro mundo. Los ricos sí que saben vivir, pensó. Esquivó unos cuantos obstáculos en forma de vehículos, buses y camiones. Clandestinamente se pasó tres luces rojas, pero la policía aguantaba su estrés riéndose en la anécdota de Santibáñez. La multa alcanzó a fugarse. Ingresó a la autopista, porque era el impulso más rápido hasta la dirección del objetivo. Las tres pistas de circulación deshabitada parecían un desierto desolado por la frialdad de la evolución. En el horizonte ningún automóvil impidió el paso agigantado de la motocicleta que a sus espaldas cargaba a Francisco. El velocímetro aumentó a 100 kilómetros por hora, bordeando la máxima permitida en esa zona. Pero como se fue entusiasmando, la aguja recorrió hacia la derecha hasta los 120 contra su
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voluntad. La fuerte gárgara entre sus piernas no permitió a Francisco escuchar la voz aguda e insistente de un viejo Chevrolet que escoltaba su retaguardia. Cuando lo identificó por uno de los espejos, el registro de la patente amenazaba demasiado encima como para esquivarlo. El golpe en el trasero de la moto fue certero y grotesco. Algunas chispas saltaron despavoridas desde la máquina hacia el cielo. El sonido, en cambio, acompañó de la mano el arrastre de los vehículos hasta que el muro de contención los abrazó. Por fortuna Francisco logró alcanzar sólo un gran susto; su motocicleta cinco rasguños trazados al azar. En el pavimento un paquete de correspondencia quedó desolado unos cuantos metros más allá. La caída desde la moto había quebrado su envoltorio. Usualmente no husmeaba en la mercancía que transportaba, pero su desmotivación laboral era tan concreta que de alguna manera había que ponerle emoción. En esta oportunidad fue inevitable no llevárselo. Guardó el paquete el resto de la semana. Recién el viernes, entrada la medianoche alimentó su curiosidad. Recostado en su cama, descansando la rutina de lunes a viernes, Francisco recordó la correspondencia. Por la televisión pasaban un comercial de la agencia de correos, por lo que era inevitable no evocarlo. Intentó explorarlo con sus manos y sintió la forma de una caja. Cuando la abrió, una bola de cristal provocó su desconcierto. El manual de instrucciones enseñaba cómo utilizarla. En el paso de la lectura, Francisco descubrió la premonición de la suerte y la realidad de los deseos de la bola. Al final de las indicaciones, casi como una precaución para los menores de edad, recomendaba que no fuera utilizada por personas inexpertas en magia. Era viernes a las 22:30. Con esa odiosa morbosidad del ser humano, Francisco se enfrentó a lo inevitable y pidió su principal deseo en contra de su escepticismo: que siempre fuera fin de semana. Esa noche durmió ansioso ante la posibilidad de una ilusión hecha realidad. El sábado se lo pasó la mayor parte de la mañana pensando en lo que haría si es que efectivamente aquella bolita albergaba esos poderes. Por la tarde caminó por el par-
que y al volver a su casa, el oportunismo personi- Por la televisión, el Gobierno anunció Estado de ficado en unos ladrones, lograron despojar espe- Sitio ante la repentina ola de fin de semanas. El cies de valor, incluyendo la bolita de cristal. comercio y la economía nacional cayeron ostensiblemente y dimensionó la magnitud y conseLa impotencia y la rabia dejaron derrotado el cuencia de su deseo. Paradójicamente anhelaba deseo de Francisco. El domingo, a eso de las los tiempos antiguos en los que salía en su moto21:55, las noticias mostraban sus últimos vago- cicleta repartiendo la correspondencia. Ahora esa nes periodísticos, antes de continuar con el tren realidad estaba en otra dimensión, porque la boprogramático. Entrada las 22 en el reloj, Fran- lita de cristal estaba secuestrada. cisco se miró en el espejo y se lamentó en el borde de la conclusión de un maldito fin de semana. El transcurso alegre de un sábado por la mañana Suspiró hondo y como si en esa fuerte respiración se tiñó de nostalgia. Los pájaros enmudecieron encontrara una respuesta se acordó de su deseo. su cantar, conscientes que sus gargantas relucían Se proyectó el lunes por la mañana sobre su moto afónicas ante el piar constante del fin de semana. esquivando obstáculos de luces rojas y discos No existían aves sucesoras para reemplazar, pues pares. Y cuando despertó, la luz del sol alcanzó a el apareamiento ocurría entre martes y jueves. La colarse por una pequeña abertura en la cortina. reponedora siesta sabatina de la tarde, mostraba El rayito desveló su sueño desatado. Se levantó sus ojeras y agotamiento de tanto descansar. El alarmado. Las 11:45, leyó para sí. Entonces agotamiento –en una medida radical– fue despecuando terminó de bañarse, encendió el teléfono dido al no presentarse al trabajo entre lunes y para avisar que se había quedado dormido. Es- viernes. Las misas de domingo por la mañana pero que el jefe entienda, no es primera vez que agotaron su repertorio ante la altísima demanda me quedo dormido, razonó. Pero al descifrar la de fieles que llegaba hasta las parroquias. La nosfecha creció su incredulidad: sábado 11 de mayo. talgia de la tarde dominical lloraba los tiempos Ayer había sido domingo y antes de ayer sábado. antiguos. La monotonía de la noche, en el último No era un sueño, era absolutamente verdad. Ma- día de la semana, se escondía tras el suspiro de ñana era domingo. Entonces sonrió cómplice con- Francisco a eso de las 21:55 que se lamentaba sigo. cada vez que terminaban las noticias. Aprovechó de dormir desalmadamente, de recuperar el tiempo perdido con sus amigos y de ver mucha televisión. Tenía ganas de dormir, pero también de asistir a alguna fiesta. Entre esa disyuntiva prefirió desentenderse. Qué importa… ¡mañana es domingo!, pensó. Y así fue. La tranquilidad matinal del domingo, la esquivó durmiendo hasta las 13. Luego visitó a su madre. Entrada las 22 en el reloj, Francisco se miró en el espejo. No alcanzó a lamentarse. A lo mejor mañana también sería sábado. Y cuando despertó, efectivamente era realidad. Francisco disfrutó los dos días libres tal como el anterior. El domingo por la noche los lamentos habían estado ausentes. Al cumplirse cuatro fin de semana seguidos, la billetera de Francisco comenzó a implorar alimento. Como no existía un rango intermedio entre domingo y viernes no daba crédito a jornadas laborales. Eso encadenaba en la nula constitución de un sueldo para alimentarse.
La rutina de fin de semana caminaba ciega sin ninguna alteración. Entrada las 22 en el reloj, Francisco se miraba en el espejo y como lamentándose de su mala suerte, suspiraba hondo desahogando la desdicha de la agonía lenta y dolorosa del domingo, cuando anhelaba su trabajo del otro mundo.
Por Julio Rivera 43
El empampado Ya puedo verlos. Es cierto, no me lo había imaginado. Son dos. Un chico y una chica. De esos que la gente llama mochileros. Caminan tomados de la mano y parecen fascinados ante lo que sus ojos ven… pero aun así ella no pierde la cara de asustada. ¿Qué pasará cuando me vean? ¿Podrán esta vez las cosas ser distintas? El opresivo silencio que reina sobre el pueblo es apenas roto por el crujir de la arena bajo las zapatillas sucias de la pareja y el tenue susurro del viento que hace crujir las maderas carcomidas y se cuela por entre las grietas de las paredes. Ninguno de los dos ha hablado desde hace varios minutos. Es como si el esfuerzo de la caminata bajo el calor sofocante del mediodía hubiera secado sus gargantas hasta ahogar sus voces. Raquel cierra los ojos un momento, buscando tras sus párpados cerrados un oasis de oscuridad en medio de la blancura deslumbrante con que el sol del verano pinta los objetos a su alrededor. Es ella quien rompe el silencio, en voz baja, susurrante, como si se aprestara a confesar un íntimo secreto. –Quizás no debimos venir aquí. –Pero si no estamos haciendo nada malo –responde Víctor con voz cantarina– ¿No querías conocer un pueblo fantasma? –Sí, pero no los dos solos… a lo mejor nos encontramos con alguien. –Raquel, estamos en medio de la nada. Somos los únicos seres vivos en varios kilómetros a la redonda. Relájate. Parecen buenas personas. Se ve que él la quiere. Le acaricia el pelo, le da un beso en los labios y la toma otra vez de la mano para ayudarla a caminar. Creo que ella presiente que hay alguien más aquí, aunque, ahora que lo pienso, él tiene razón cuando dice que son los únicos seres vivos en varios kilómetros a la redonda. –Mira, esta debía ser la pulpería. – ¿La qué? –La pulpería. Eran los almacenes de la época y podías encontrar prácticamente de todo. En esa época nadie de por aquí soñaba todavía con los hipermercados. –No, y ahora tampoco. ¿A quién se le ocurriría instalar un supermercado en medio del desierto? –Bueno, nunca faltarán los soñadores… ni los ambiciosos. Siguen recorriendo el pueblo y pocos minutos después hacen un alto para comer algo. Raquel mordisquea en silencio un sándwich de mortadela mientras Víctor intenta refrescar su garganta reseca con un largo y tibio sorbo de agua mineral. –Después podríamos ir a ver si encontramos alguna maquinaria de las que se usaba para procesar el salitre. Por lo que he leído, eran unos estanques gigantes. Es posible que aun no… oye, ¿qué te pasa? –Siento que nos observan, Víctor. Sé que no estamos solos –susurra Raquel con los ojos fijos en las sombras que la luz del sol proyecta en los umbrales de las puertas. –Bueno –responde Víctor sin perder la serenidad–. Quizás sea un cuidador o a lo mejor hay otros turistas aparte de nosotros. O tal vez… –agrega enronqueciendo la voz– …sean fantaaaasmaas! La risita de Víctor rompe la tensión de Raquel, que le asesta un golpecito en el brazo. – ¡Qué pesado eres! Es ahora o nunca. Que sea lo que Dios quiera. – ¡Oigan, amigos!
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Víctor y Raquel se ponen de pie como impulsados por un resorte. Instintivamente Raquel se aferra al brazo del joven. La voz es masculina, cálida y amable, y emerge del estrecho y sombrío espacio entre dos casas. – ¡Por favor no se asusten! ¡Soy amigo! Víctor hace pantalla con su mano y sus ojos escudriñan las sombras tratando de identificar al misterioso dueño de la voz. – ¿Quién es usted, señor? ¿Por qué no sale dónde podamos verlo? –La verdad aquí estoy bien, joven. Verá: soy sensible a la luz. Hace muchos años que camino por las calles del pueblo buscando a alguien que pueda convidarme un cigarrito. Qué roto soy, no me he presentado. Me llamo Luis y soy un empampado. – ¿Un qué? –Un empampado. Mire, le cuento: yo era calichero cuando este pueblo estaba en su apogeo. Todavía ni se soñaba el salitre sintético. Trabajamos todo el día, bajo el sol del desierto y cuando la jornada llegaba a su fin nos gustaba juntarnos a fumar, tomar un traguito, conversar, reírnos con las niñas… usted sabe. Una noche, tarde, me peleé a corvo con otro calichero –ya ni me acuerdo por qué–, pero sí recuerdo que él me mató y me llevó al desierto, donde me enterró. Y al otro día todos pensaron que me había ido y nadie se preocupó por buscarme. En el rostro de Víctor la expresión de inquietud se ha trocado en una mueca de fastidio. Raquel, a su lado, se muestra sorprendida más que asustada. –Mejor vámonos –susurra al oído de su novio. Víctor asiente casi sin pensar. –Interesante su historia, amigo, pero ya nos tenemos que ir o no vamos a llegar a Iquique antes de la noche. Así que si nos disculpa. Sólo el silencio se despide de ellos cuando voltean y comienzan a caminar. –Apuesto a que son mochileros flaites –dice Víctor al oído de Raquel–. Probablemente se hayan tomado varias chelas y estén muy aburridos ahora. Un ruido de pisadas tras ellos les confirma que la historia aun no ha concluido. Raquel es la primera en voltear y el espanto la enmudece durante los primeros momentos: a dos metros tras ellos camina una figura esquelética, semi momificada y de huesos amarillentos, apenas cubiertos con unos harapos descoloridos. – ¡Esperen por favor! ¡Antes de que se vayan convídenme un cigarrito! Raquel da un grito que quiebra la parálisis que la fantasmal visión ha provocado en Víctor. Aquel cadáver está cerca… espantosamente cerca. Ambos echan a correr, pero el miedo los desorienta y pronto se encuentran en un callejón sin salida. La muchacha solloza mientras se aferra al brazo de Víctor como si su vida dependiera de ellos. Éste, trémulo y sudoroso, no puede emitir palabra alguna ni siquiera cuando el esqueleto llega caminando hasta la calle de enfrente y con sus brazos descarnados hace extraños gestos que una mente fría podría, tal vez, interpretar como de calma. –Por favor, no me tengan miedo. No les voy a hacer nada –extiende el brazo, del cual cuelga un jirón de tela que se agita con la brisa –-por allá está mi cuerpo, sepultado bajo la arena cuando los bisabuelos de ustedes aun eran niños. Lo único que les pido, por favor, es un cigarro. De verdad lo necesito.
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“Waves Care” por Maureen Shaughnessy
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Pero ninguno de los dos parece siquiera evaluar la posibilidad de convidarle algo. Cuando su parálisis se rompe Víctor echa a correr arrastrando consigo a Raquel hasta detenerse, asustados y confusos, en medio de una avenida mientras sus mentes tratan de recordar infructuosamente la dirección correcta. Como una omnisciente y macabra presencia, el esqueleto está otra vez a algunos metros enfrente de ellos, con el brazo nuevamente extendido señalando con su agudo índice un punto a su izquierda. –Bueno, sé cuando darme por vencido. Y por cierto, la salida está por allá. Y sin agregar nada más se marcha por el extremo opuesto, frustrado y cabizbajo, mientras a sus espaldas percibe el rumor familiar que la arena emite al crujir bajo los rápidos pies de gente que huye. –Ellos tampoco eran –se dice para consolarse–. Tal vez los próximos… Y cuando el sol se convierte en una esfera ensangrentada a punto de ser devorada por las montañas, el empampado contempla a la distancia el lugar donde sus huesos yacen bajo la arena mientras su boca descarnada anhela el sabor envolvente de un cigarrillo y su mente recuerda con nostalgia aquel día, hace muchos años, en que el gringo Johnson amaneció de buenas (los rumores decían que su suegro agonizaba) y le regaló un puro de esos que él fumaba, esos importados. Y que la primera bocanada le produjo tal aturdimiento que todo a su alrededor empezó a girar y a desdibujarse y al despertar, al día siguiente, aun tenía, aparte de un terrible dolor de cabeza, aquel fuerte sabor ahumado en la boca. –Algún día volveré a fumar de esos – se dice mientras el sol desaparece tras la cordillera.
Por Beatriz Catalán.
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“Man and woman at Warwick Farm racecourse” por PowerHouse Museu m
NOVELA POR ENTREGA
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Capítulo Primero: Normalidad. “…Lyra y su daimonion se apartaron del mundo donde habían nacido, miraron hacia el sol, y echaron a andar en dirección al cielo…Fin”. Así terminaba el libro “Luces del Norte”, de Philip Pullman. El joven Manuel Barreto pasó gran parte del verano leyéndolo, hoja por hoja, día a día, en los ratos libres que le dejaban los constantes trabajos y quehaceres de la casa. Leía sobre todo en la noche, hasta altas horas de la madrugada, maravillándose con aquella fantástica novela, regalada por una de sus profesoras de básica. Manuel miró alrededor. Se halló en la sala de estar del Internado de Temuco, acompañado por sus compañeros internos que se retorcían de risa, frente a una mesa de ping- pong. Guardó el libro en su bolso, se levantó de la silla donde estaba y se dirigió a uno de los grandes ventanales de la sala. Del otro lado de la calle, estaban todos esos árboles de castañas dispuestos en fila, por toda la Avenida Balmaceda. También vio el Liceo, el imponente edificio adyacente al Internado, donde en algunos instantes, volvería a estar. Se quedó mirando aquel paisaje, pero luego de unos minutos, una familiar voz lo sacó de su ensimismamiento, lo devolvió al mundo real, y le dio un pequeño golpe en el hombro. — ¿Y eso?— preguntó Manuel a Jorge, su mejor amigo en el Internado y compañero de curso, quien había adoptado una especie de posición de en guardia. — Pues pensé que responderías— dijo Jorge, refiriéndose al golpe recién dado, e imitando el movimiento saltarín que hacen los boxeadores dentro del ring.
Bajaron por las escaleras hasta el primer piso. Jorge se detuvo frente aquel espejo en la pared, el de cuerpo completo, y se revisó cada cabello de su cabeza, peleando un poco con los mechones rebeldes que no se querían quedar en su lugar. Para colmo, Manuel le hacía morisquetas, caras y gestos, desconcentrándolo. — Trato de verme decente el primer día de clases, ¿Acaso es mucho pedir? — Pues sí. Tu ataque estético nos está retrasando, recuerda que tenemos que buscar la sala, así que otro día si quieres te llevo a algún salón de belleza, o algo parecido. Pero ahora, ¡Vámonos! Salieron del Internado a paso ligero. Era un soleado día, casi sin nubes en el cielo, perfecto para dejar atrás las lluvias torrenciales de la semana pasada. Ellos dos caminaban empujándose, golpeándose a propósito como una forma de divertimento, y veían cómo el Liceo tenía abiertas de par en par las rejas de su entrada, recibiendo una impresionante cantidad de chicos y chicas de la jornada de la tarde. La mitad de este mar de gente eran “carneros”, chicos de primer año medio, comúnmente acompañados por sus padres. La otra mitad eran de segundo medio, como Manuel y Jorge, ya habituados a la rutina del Liceo. Todos conversaban, se reían, disfrutaban, algunas caras lacrimógenas o padres orgullosos; todo parecía reflejar la emoción del inicio de un nuevo año en este lugar.
El Pablo Neruda de Temuco era el liceo más importante de la región, y uno de los más grandes seguramente. A su máxima capacidad, podía albergar a unos 2500 alumnos en sus dos jornadas, de la mañana y de la tarde, y a un ejército de pro— Te doy en el gusto entonces— le replicó son- fesores con vasta experiencia, eso sumado a alguriente Manuel, dándole un suave puñetazo de- nos practicantes que venían a cumplir su último bajo de las costillas—, ¿es hora ya? año de universidad aquí. El edificio del Liceo era imponente: dos grandes pabellones, el A y el B, de — Déjame ver— Jorge vio la hora en su reloj y tres pisos cada uno, más el alejado pabellón C, luego asintió con la cabeza—, sí, vamos. cercano a la cancha del Liceo. Alejado de todos los pabellones, y más cerca del Internado, se encontraba el Gimnasio, lugar donde se reunía al grueso
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de los alumnos en ciertas ocasiones, y donde se jugaban los encuentros deportivos dentro del Liceo o con otros de la región; frente al Gimnasio, se encontraban las ruinas de un antiguo pabellón consumido por un incendio de años atrás, ahora mejor conocido como la “ratonera”.
sente. Eso les dijo a él y a sus amigos que era hora de entrar a clase. Uno de sus compinches sabía dónde estaba su nueva sala, así que lo llevó hasta el tercer piso del pabellón B, es decir, las salas de Historia y Ciencias Sociales.
— Nuestra nueva profe jefe es una de las profes Esto era todo lo que Manuel podía recordar del de Historia—le comentó el más entendido a los Liceo. Entraron a duras penas con Jorge, ya que demás. los alumnos se aglutinaron frente a un diario mural que tenía escritas las nóminas de los cur- — Por favor, dime que no es la Waleska Marín, sos, diario mural que, con pésima estrategia, po- por favor dime que no es ella— le exigió Manuel, nían en la misma entrada del recinto. Cuál era la frente a la posibilidad de que le tocara con esa anmanía de ponerlo siempre ahí, nadie lo compren- tipática docente. día, pero cada año, ahí se volvía a poner. La galería del Liceo era espaciosa, con algunas bancas a — Cálmate, Manu. No, no es ella. Por lo que me los lados, y conectaba a los dos pabellones A y B dijo el profe de Lenguaje, el profe Vivallo, nos como si de un gran puente se tratara. Alejándose asignaron a una profesora recién salida de la Unilo más rápido posible del gentío, Jorge y Manuel versidad, recién llegada, jovencita. salieron hacia el gran patio del Liceo; había también mucha gente ahí, pero desperdigada por — ¿Y cómo está? — preguntó Jorge, interesántodos lados. dose en el tema de conversación. En el patio se reencontraron con varios de sus compañeros de curso. Platicaron un rato sobre lo que hicieron durante el verano que hace sólo unos días había acabado. Algunos fueron a la playa, o a la cordillera, varios viajaron a Santiago o a otras partes más alejadas, mientras que los más fiesteros se lo pasaron de carrete en carrete. Manuel, en cambio, hizo lo mismo que hace todos los veranos. No es que su vida sea aburrida, pero es bien rutinaria. Los primeros días del verano fueron buenos, ya que se había deshecho de la odiosa a veces, rutina del Liceo; podía levantarse más tarde, como en el Internado, veía lo que quería en la televisión, y todo ese tipo de cosas triviales. Pero como después de las primeras semanas, la emoción del cambio de rutina se desvaneció, y entraba en la rutina de estar todos los días en la casa, que a fin de cuentas es tanto o más odiosa que la del Liceo. Para Manuel, era más vivible la rutina “Liceo-Internado”, así compartía con personas de su edad, con intereses comunes. Además, tenía tiempo para escribir sus cuentos y cosas literarias.
— Según el de Lenguaje, sino estuviera casado, dijo que se le tiraba encima en el acto. Y todos sabemos lo macabeo que es el profe, así que debe de estar bien buena.
Cuando la conversación se fue hacia eso, Manuel decidió adelantarse ya que a esta hora, el acceso a las salas. El tercer piso sólo tenía el espacio vacío de un pasillo que va de norte a sur, vacío que se llena en instantes luego del toque del timbre. Y es que es cosa de sacar cuentas: hay diez salas que se ocupan normalmente en el tercer piso, y cada sala puede contener a 45 alumnos que es el normal dentro de un curso del Liceo. No hay necesidad de decir que 450 estudiantes dentro de un pasillo ralentiza bastante el paso, y para colmo, la puntualidad de los profesores dejaba siempre mucho que desear, lo que hacía algo interminable la espera para pasar a las aulas. Sin embargo, Manuel descubrió que su sala ya estaba abierta, si hasta afuera de aquella habían algunas personas, mujeres específicamente, las que conversaban como loros, comentando qué fue lo habían hecho en el verano. Pasó él tan sólo saludando, sin siMientras Manuel divagaba sobre las rutinas, el quiera detenerse a escuchar el berrinche de sus familiar sonido del timbre del Liceo se hizo pre- compañeras de curso.
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Manuel tenía una imagen mental muy distinta de lo que ahora estaba viendo. Y es que a final de año su curso había celebrado el fin del 2007 en esta misma sala, ya que la suya, por alguna razón que dieron los inspectores, estaba “inutilizable temporalmente”. Al final de la fiesta del 2°D, el aula había quedado toda desordenada, con vasos plásticos por todas partes, comida aquí y allá, bebidas vacías o a medio vaciar y una que otra bandeja o plato roto. En cambio ahora, la sala 321 de Historia estaba perfectamente aseada, con olor a flores inclusive, nuevas cortinas, nueva capa de pintura y con los vidrios impecables. Simplemente una nueva imagen. Dentro de la sala habían 10 o 15 de sus compañeros, Manuel pasaba al lado, los saludaba, los reconocía a todos ellos… excepto a una. Era una chica seguramente de su misma edad, al parecer eran iguales en estatura. Esbelta, de facciones bellas, pelo castaño liso que le llegaba más allá de los hombros, parecía tener un cuerpo atlético debajo del apagado uniforme del Liceo, era “rica”, usando terminología de sus amigos, pero Manuel extrañamente no lo importó mucho eso. Le interesó en gran manera, el hecho de que esta niña no demostrase ninguna emoción, era como una muñeca a escala humana. Estaba abstraída mirando a través de la ventana de la sala con sus ojos cafés claros que no parecían detenerse en algo concreto afuera, en el exterior. De pronto su mirada rápidamente se dirigió a la entrada de la sala. Eran los amigos de Manuel que entraban ruidosamente, hablando alto y riendo a carcajadas; ella los miró con indiferencia unos instantes, luego devolvió la mirada al paisaje de la ventana, pero antes de perderse en sus pensamientos inexpresivos, se detuvo y se encontró con la mirada de Manuel. El enrojeció violentamente, mientras ella lo observaba hasta que, otra vez, volvió a mirar a la ventana. Manuel entendió esto como una forma de decir “deja de mirarme”, y caminó hacia el asiento contiguo al que había tomado Jorge, y se sentó, aún rojo por una extraña vergüenza.
— Nada. Leseras mías. ¿Y la profe nueva? — No la hemos visto, de hecho, la estuvimos esperando, como supondrás, pero ya son un cuarto para las 3, y la inspectora nos echó para adentro. Efectivamente. Los compañeros de Manuel entraron de golpe, y de un momento a otro, la sala rebosaba de una infinita y juvenil alegría de chicos un tanto nerviosos por el inicio de otro año. Su curso era bastante ordinario; como cualquier otro, les gustaba jugar, reírse, aunque también eran bastante listos. Si no fuese por esa extraña capacidad de desordenarse en un segundo, serían uno de los cursos modelos del Liceo. Casi todos eran bastante simpáticos, buenos para la “talla”, aunque también había algunos más huraños, pero eran amigos entre sí. Manuel dentro de esto era, bueno, era Manuel. Había días donde él irradiaba una inusitada alegría, y otros, donde apenas hablaba y se la pasaba mirando por la ventana, la misma costumbre que al parecer tenía esa chica nueva. Tenía el presentimiento de que algo bueno ocurriría ahora mismo, y efectivamente, fue así. Tras la puerta de la sala, venía entrando una persona muy importante para Manuel; si hasta éste dejó de respirar al verla, ya que así no era como recordaba a su compañera. Antes se veía frágil, enfermiza, de aspecto paliducho; su cara demostraba su gran falta de energía, y sus movimientos eran lentos y un tanto inseguros. En cambio ahora, se veía más crecida, con un tono de piel más moreno, agradable; esta vez su caminar era seguro, y con una sonrisa, saludaba a todo a quien veía, y se acercó. — ¡Pero qué bien te ves! — le dijo Manuel con júbilo a Nadia, aunque a duras penas, ya que un fuerte abrazo de ella no le permitía hablar del todo.
— ¡Muchas gracias! Tú también te ves bien, oh vaya, estás mucho más grande— le replicó ella con voz dulce. Nadia lo apretaba contra ella con fuerza, hasta se empinaba, se paraba en puntillas — Pareces un tomate— le dijo Jorge, son- para abrazarlo mejor. Manuel por su parte, estaba riendo—, ¿Te pasó algo? más que feliz por esta bienvenida, y le apretujaba con ganas la cintura, dichoso de volver a verla.
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Cuando algunos de sus compañeros comenzaron a molestarlos, (Jorge incluido), tuvieron que soltarse. Claro que no querían, si no se habían visto en estos dos meses de vacaciones, se extrañaban como dos condenados. De todas formas, Nadia le preguntó a Manuel dónde estaba sentado, y luego ella se sentó al lado suyo.
y extrovertida ciento por ciento; les hablaba a los compañeros como amigos más que como alumnos, demostrando algo importante como es la confianza. Ella tenía carisma, y en un curso algo desordenado, esa es una gran arma. Llegado el momento del recreo, el curso salió hecho una bala hacia el patio, quedándose en la sala las dos recién llegadas, la profesora y la chica nueva. A Manuel Entonces hizo su entrada la profesora Ulloa. le hubiese gustado el saber el porqué, pero una Todos tomaron asiento, y la gran mayoría se mano suave y cálida le tomó la suya, y se lo llevó quedó en silencio. La inspectora, siendo bajita, al patio. imponía una gran autoridad, porque cuando andaba de malas, era difícil de aguantar; su verbo- Quince minutos después, Nadia y Manuel volvían rrea interminable sobre las reglas del Liceo y esas a su siguiente clase. Por alguna razón habían recosas. Sin embargo, esta vez no dijo nada (sólo gresado tristes, y se alejaron rápidamente el uno miró a alguien que se rió muy fuerte, y esta per- del otro. Parecía como si hubiesen peleado o algo sona recibió su archiconocida mirada asesina), y así. Dentro de la sala no se hablaron en ninguna en vez de darles un grandilocuente discurso, hizo ocasión, y no mantuvieron ningún contacto vila seña para que entrara alguien afuera de la sala. sual; los dos se veían desganados, y no hablaron Entró, de la puerta, una joven mujer, de unos casi nada. La chica y la profe nueva habían destreinta años y menos, alta, pelo negro y bonita. aparecido. Eso a primera vista. Pero con un enfoque más detenido, era posible captar una extraña sonrisa en los labios de la recién llegada, y además de eso, unos asombrosamente negros ojos, como hollín. Se paró la mujer en medio de la sala, junto a la inspectora, y les habló: — Pues bien, como ya deben de haberse imaginado, yo soy su profesora de Historia Común, y además, este año también seré su profesora jefe. Es un gusto conocerlos, mi nombre es Nicole Montes. Silencio total. Si había personas aún hablando, ahora habían cerrado la boca de golpe. Los varones del curso se miraron entre ellos, con un dejo de complicidad en cada guiño, y miraban a la profesora con un inusitado interés. La profesora en cambio, los miró a todos por igual, recorriendo la sala con la mirada. Su sonrisa de pronto se hizo más notoria, se ensanchó y le dijo luego a la profesora que eran “unos chicos adorables” y “puede dejarme sola, no se preocupe”, a lo que la inspectora respondió con “están en sus manos” y dejó la sala. Tras ver la asistencia, la profesora comenzó a pasearse por la sala, preguntando los nombres, riendo a veces con bromas y dejando descolocados a muchos. La profesora era alegre,
Por Ramón Sebastián Chanqueo.
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“Minimal” por Maistora
TRAICIONES 52
EVERYWHERE I GO/ ADONDEQUIERA QUE VOY (1958) Por Jack Micheline/ Traducción por César Castillo
Everywhere I go is beauty trees illuminated street lights glowing in the darkness I want to run up to strangers and kiss them but there is too much noise men kill each other I'm sick and tired of seeing sad faces stop that bastard machine everyone is God and Holy a spike is ripping at my throat I smell a fragrance of a rose everywhere I go is beauty
Adonde quiera que voy es bello Árboles iluminados Postes brillando en la oscuridad Quiero acercarme corriendo a los extraños y besarlos Pero aquí el ruido es demasiado Los hombres se asesinan Estoy enfermo y cansado de ver caras tristes Detengan la maquina bastarda Cada quién es Dios y santo Una culebra se arrastra en mi garganta Huelo una rosa Adondequiera que voy es bello
Jack Michelline (1929 – 1998), pintor y poeta Norteamericano, perteneció a la generación beat y al renacimiento de la poesía de San Francisco en la década de los 50´s. 53
ĐAVOLJI SKOK/ EL SALTO DEL DIABLO Por Milenko Županović / Traducciçon por Javier Flores Letelier
Iz daljine mu se približavao čovjek u crvenom odijelu, on nije mogao da reaguje bio je vezan I ležao je na podu. Što se više približavao to je bio sve debljii deblji, jedva je hodao , ali morao je obaviti svoj zadatak taj čovjek u đavoljem odijelu.Kada se našao iznad njega ovaj je molio za milost, ali umjesto odgovora , čovjek u crvenom odijelu je pao i spljoštio nesretnika. -Ah, opet ti prokleti košmari-reče sebi čovjek u bradu. Ko zna što mi spremaju, kakvu osvetu-pomislio je. Noćima nije spavao, bio je zabarakidiran u svojoj kući, ali nije mogao pobjeći čovjeku sa vatrenim nogama.Ovaj je samo prešao preko njega i spržio ga. -Ovo moram nekako da riješim, reče čovjek probudivši se iznenada.Košmari su bili posljedica događaja koji je prethodio. Na svečanom ritualu, maskiran u đavola, svake godine on je bio taj koji je preskakao novorođenčad, kao znak da će duhovi biti otjerani. Ali tada je sve pošlo naopako, slabo se odrazio i pao,neke je povrijedio , a nije htio. Sledeće noći čuo je kucanje na vratima, kada je otvorio ,čovjek u crvenom ga je ščepao za ruku i izvukao iz kuće. Natjerao ga je da legne na glavnom gradskom tgu, vezao ga, a zatim nestao. Ovaj je sav bio u grču...mislio je da sanja. Noć je bila mirna , ništa se nije čulo sve dok nije osjetio neki žamor. Prvo je vidio dvojicu, pa desetak, dok nije ukapirao da su tu svi.Svi stanovnici tog malog mjesta na drugom kraju.Obučeni u crvena odijela, spremni na skok. Ali mnogi nisu uspjeli, bilo je preteško preskočiti ili nisu htjeli. Napokon, košmari su nestali. KRAJ Vio a un hombre vestido con un traje rojo, fue hacia él, pero antes otro estaba en el piso amarrado, que ni siquiera se movía. El hombre del traje rojo se volvió gordo, caminaba con dificultad, pero debía hacer su trabajo, su obligación. Caer sobre la persona que estaba en el piso, y aplastarla. Oh, de nuevo esa pesadilla, dijo. Cada noche no podía dormir, solitario en su casa, un hombre con piernas llameantes lo perseguía, hasta hacerlo arder a él. Oh, de nuevo esas pesadillas. Debo detener esto, exclamó el hombre solitario. En un ritual, con un traje del diablo, él era alguien que cada año saltaba por sobre encima de un niño. Ese es el signo de que el ghoul se aleja. Pero en ese momento cayó golpeando a la criatura por accidente. Se mantuvo sin poder conciliar el sueño. Al anochecer el hombre vestido de rojo lo apresó, poniéndolo frente a la ciudad, amarrado. Todos ahí estaban vestidos con el traje del demonio. Saltaron sobre él, pero cada uno de ellos cayó encima suyo, aplastándolo. Cada pesadilla terminó. FIN Milenko Županović nació el 24 de Febrero del año 1978 en la pequeña ciudad de Kotor, en el país europeo de Montenegro. Todavía reside en Kotor, pero su nacionalidad es croata. De profesión Ingeniero Naval, en sus tiempos libres escribe historias de ciencia ficción, literatura fantástica y terror.
ENSAYO
“Officer writing home” por National Library of Scotland.
Siddhartha: Una novela para aprender sobre el espíritu y el hombre. Quien busca no halla, pero quien no busca es hallado. Franz Kafka
En el año 1922 James Joyce y T. S. Eliot publicaban, respectivamente, Ulises y La tierra baldía, obras cumbres de la literatura del siglo XX. No fue un año improductivo: otro conocido autor, Herman Hesse, publicaba una novela sobre la búsqueda interior. Mientras Hesse escribía Siddhartha, los principales pensadores, escritores e intelectuales europeos creían que el hombre moderno estaba sufriendo una crisis del espíritu, una decadencia. A partir de los múltiples pensamientos que divergían completamente y la Primera Guerra Mundial que recientemente había ocurrido, el hombre no reconocía el estado de caos de su civilización, y lo que había creado a lo largo de los años: la guerra, el materialismo, el individualismo, la codicia, la ambición. Desde esta perspectiva, y tras su encuentro con la filosofía oriental en un viaje a la India en la década de 1910, Hesse relata la vida de un hombre, Siddhartha, para quien el camino de la verdad se encuentra en la renuncia de los deseos y los placeres, y en la comprensión de la unidad que subyace en todo lo existente. Es de allí que esta obra literaria nos señale una forma de conocer y entender lo que el espíritu, el hombre y la vida son. Siddhartha ha dejado de hallar alegría en sí mismo, y quiere encontrarla nuevamente alcanzando la iluminación interior. Por eso inicia un camino de búsqueda espiritual junto a Govinda, su amigo, que lo llevará hasta los umbrales de la sabiduría. Así debe retirarse y desligarse de su, hasta entonces, realidad social y religiosa. Para sentir quién es, necesita adentrarse en la vida de los hombres y comprender que todo es algo único. Siddhartha conoce a personas que también, a veces inconscientemente, están buscando la felicidad, como los samanas, los comerciantes, los hombres-niño y Kamala. Sin embargo, en su intento por encontrar el objetivo, se apega a aquellas vidas, a aquellas visiones de la existencia. Se pierde en las ilusio56
nes, los sueños, el porvenir y el pasado. No obstante, en el tiempo que vive junto al río, no busca, pues al buscar se tiene un objetivo. Para ser felices es necesario ser libres, estar abiertos a las circunstancias de la vida, se dice Siddhartha. Y ya, cuando no busca la sabiduría, comienza a escuchar, a contemplar: siente a plenitud la unidad del mundo. Siddhartha tiene la convicción de su lugar en el cosmos: él es el universo; el universo es él. Por ello, cuando escuchaba el río, todo ese conjunto, todas las voces, las metas, los deseos, los sufrimientos, los placeres, el bien y el mal, todo eso junto es ahora el mundo. Todo eso junto forma el río del devenir: es la música de la vida. La iluminación y el conocimiento de lo que el espíritu y el hombre son, significan amar todas las cosas que están presentes en el mundo, o sea, amarse a sí mismo. Entonces, el alma de Siddhartha trasciende en el tiempo, para vivir el eterno presente. Todo lo existente, todo lo que forma el cosmos tiene un lugar en el río de la vida. Cada gota fluye sin término, con plenitud y pureza. Pero si aquella gota no estuviese en el río, el equilibrio, el orden y la unidad, ¿permanecerían? La perfección a la que llega Siddhartha, se ha debido al aprendizaje de su alma y de lo que es. Por ello ha recorrido el largo camino de los caminos; su experiencia lo ha obligado a entregarse a la vida de él y de los hombres. Por eso es un sabio: conoce y siente la esencia de las cosas y de sí mismo en todo lo existente. Su tiempo y su espacio no son iguales a nuestro tiempo y nuestro espacio; su universo es único y uno solo.
Por Diego Alegría 57
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CREER ES CREAR
Para los que tienen ganas de nada: algo escrito… también sin ganas.
Llevo más de dos semanas pensando en que escribir para el artículo de este mes, se me pasearon por la cabeza variados temas, algunos no muy trascendentes, otros demasiado, no obstante, ninguno de ellos alcanzaba a inspirarme lo suficiente como para lanzar a destajo mis letras sobre una hoja en blanco y comenzar a pintar palabras con aires de reflexión. Necesitaba eventos importantes (pensaba yo), aconteceres relevantes, algo que me incitara verdaderamente a escribir… y sucedió: Los inicios de una revolución en la educación chilena. Mi universidad y muchas otras luego de semanas de marchas y protestas, ahora están en TOMA, haciendo de las dependencias nuestro hogar, luchando por una educación más justa, de calidad, dejando de hacer de ella un negocio, dando voz y voto al estudiantado de toda la larga y angosta faja de tierra que es mi hermoso país. No obstante, hasta ahí me llegaron las ganas de escribir sobre ese y otros tantos temas que pudiesen ser muy interesantes, generando grandes reflexiones, debates y rebeliones. Pero tengo un gran problema, y hoy, hace unos minutos es que lo descubrí. Sucede que lisa y llanamente… no tengo ganas. Yo creo a muchos les ha pasado, esto de no tener ganas, ganas de nada, eh? Eso que no se arregla con una salida a un bar, ni con una compra matutina o una salida a correr para botar las malas vibras, como dicen. No, es que no se tienen ganas y punto, tanto así que no se tienen tampoco ganas de dejar de no tener ganas, no se si entiende… pero bueno, así es como estoy. No tengo ganas no se por qué, o quizás si se, pero me una da una lata tremenda ponerme a pensar en las razones y hallarles solución, encontrarles medicamentos para que se quiten, etc etc… a veces la gente prefiere hacer oídos sordos, ojos ciegos, bocas mudas… a veces es una verdadera lata, una joda tremenda ponerse a buscarle explicación a los sucesos… sucesos que suceden y luego simplemente se van, los sucesos son y luego desaparecen y nosotros nos quedamos ahí, atónitos, esperando a ver que sucede… y nada sucede… todo se ha ido… hasta los sucesos mismos, nosotros somos los que con ellos: los sucesos… nos rompemos el seso… nos armamos historias, nos inventamos diagnósticos, soluciones o no soluciones, llantos y alegrías, problemas y glorias, recuerdos e historias… incluso… olvidos pero con memoria… analizando todo esto, como voy a tener ganas de hacer algo, si se desencadena una nebulosa de todos estos espirales de la consciencia… no, para qué… prefiero creerme una especie de Buda del nuevo milenio y dejar la mente en blanco, sin nada de nada, será por eso que estoy escribiendo, para vaciarme de lo último que me queda. Así es el asunto hoy en día, tantos habrán como yo que tienen esos días sin ganas, días que parecen eternos, que nada los hace ni mejores ni peores, desprendidos de todo afecto u emoción, lejos de ser buenos o malos, porque son sólo días, que andan sueltos por ahí caminando a paso lento o a paso veloz, porque da igual el paso… porque todo en esos días da igual, el frío, el calor, el día o la noche… nada absolutamente nada importa… 59
¿Por qué podría suceder algo así?, cabe preguntarse, ¿y por qué será que elijo escribir algo como esto?, cabe decir. En primer lugar a mucha gente le sucede y lo escribo en primer lugar porque hoy me sucede y en segundo lugar porque tiene mucho que ver con aspectos ligados a mi rama, la psicología y mi promesa de empezar a incluirla sutilmente en mis escritos de lo cotidiano, así que veamos… algunas de las razones del por qué esto puede y nos suele suceder. Muchas personas suelen alarmarse, creyendo que los estados anímicos tales como la tristeza, la pena o la nostalgia, son malos indicadores, algunos creen tener depresión y muchas veces se auto diagnostican uno que otro síndrome. Qué sucede con eso? Claramente sucede que es más fácil entonces sentirse así, justificamos nuestros dolores con un término médico, que nos respalda y nos da permiso, de cierta manera para no andar de ganas, como a mi me sucede hoy. El ser humano se caracteriza por vivir muchos procesos de manera consciente e inconsciente, dentro los cuales la búsqueda de sentido es algo que sucede casi en todo momento y ante cualquier eventualidad, incluso, cuando no tenemos ganas, buscamos el motivo por el cual esto sucede y es en ese aspecto en donde quiero profundizar.
No siempre estimados, somos seres depresivos, la sociedad nos mal acostumbró a buscarle un nombre, un diagnóstico y una receta médico-psicológica a cualquier suceso que bajo nuestro criterio escape a la normalidad (cuando en realidad es en mi opinión, la normalidad es lo que debería preocuparnos). Las sensaciones des-sentidas que yo relato, todo este alarde de no tener ganas, de no querer nada, puede ser diagnosticado psicológicamente hablando de mil maneras, algunos le llamarán depresión, otros anhedonia (pérdida de la capacidad de disfrute) otros podrán decirle distimia (una especie de depresión menos intensa pero más prolongada) y otros tantos nombres y aunque en ocasiones puede ser así, mi idea no es deslegitimizar mi futura profesión sino hacer consciente al resto de que no siempre el sentirnos mal, raros, extraños, se relaciona con padecer ciertos desórdenes que nos hacen ser de tal o cual manera. El auto diagnosticarnos, a pesar de que creo no es bueno en su totalidad, responde a nuestra necesidad interna de buscarle a los sucesos un porqué, esa búsqueda de seguridad, de control, saber que somos, que tenemos, que padecemos, para saber cómo dejar de ser, de tener o de padecer. Muchas veces olvidamos o muchos a lo mejor no conocen el importante y fugaz paso de las emociones por nuestro cuerpo. Las emociones que son reacciones fisiológicas adaptativas muy intensas y de escasa duración, muchas veces nos llevan como hoy a mi, a percibirnos de tal o cual manera y a sentir o no sentir tal o cual cosa. Las emociones a diferencia de los sentimientos, pasan, como a mi se me están pasando las ganas de no tener ganas, los sentimientos tienen por el contrario una duración más prolongada, pero menos intensa, así como yo voy sintiendo de a poco una especie de reconciliación con mis historias, con mis deseos, con mis dolores y alegrías, con mi pasado y mi futuro, conmigo… y con otros…
De todo esto me interesa que se desprenda, una especie de reconciliación interna en cada uno 60
de nosotros, un entendernos a nosotros mismos en donde tenga cabida la noción de que no siempre nos entenderemos, de que no siempre tendremos respuestas a nuestras preguntas, de que a veces las emociones nos invaden sin que sea necesario padecer o no padecer enfermedades que a veces siento el ser humano necesita, necesita sentirse enfermo para sentirse vivo, necesita ser diagnosticado para conocerse, saberse chiflado para aceptarse, creerse malo para querer ser bueno, sentirse insano para querer sanarse. Lo importante creo, sin embargo, no es hacer juicios de valor en nuestra diversa humanidad, en nuestras distintas formas de ser, de actuar, de conocernos y desconocernos, todo lo que hacemos, la mayoría de las veces, entra en un abanico en el que la decisión tomada probablemente fue la mejor que pudimos o a la que en ese momento tuvimos acceso. El dilema no está en las posibilidades que tenemos, sino en por qué creemos tener sólo tales posibilidades, el dilema no está en lo que nos pasa o en lo que sentimos, sino en lo que hacemos con ello, el dilema no está finalmente en no tener ganas… sino en que las ganas de tener ganas o las ganas de no tener ganas, no nos ganen la batalla del proceso reflexivo que surge de ellas, que no se nos congele la vida en hechos particulares, que no veamos todo como un “porque si o porque no” como un “por algo pasan las cosas, o el destino así lo quiso” el dilema no está en lo que los otros piensen sino en lo que nosotros pensamos o dejamos de pensar y claramente, la respuesta al dilema de cada uno de ustedes, de cada uno de nosotros, no está planteada en este texto… por qué? Primero, porque el dilema no está en las preguntas que nos hacemos ni que nos hacen, sino en la capacidad sagrada y bendita que tenemos para inventarnos respuestas… y en Segundo lugar… no está acá… simplemente por que hoy… no tengo ganas.
Porque tenemos absoluto y pleno derecho a no querer a veces tener ganas, hasta que se nos quite la congoja, el sueño, la pena, la pereza, la nebulosa… hasta que nos vuelvan solas la ganas locas de tener ganas, hasta ese preciso momento instalado quien sabe en que hora del día, del día de hoy o del día de mañana… hasta ese instante histórico… todos podemos, sin que sea necesaria explicación ni detalle alguno… estar simplemente desganados… hasta que incluso, de eso… se nos quiten las ganas.
Por Camila Doussang Leiva 61
DE NUESTROS COLAB ORADORES
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Mi nombre es Rodrigo Torres Quezada. Soy Licenciado en Historia pero en realidad hago cualquier cosa menos algo relacionado con historia. El 2010 fui uno de los ganadores del concurso casting literario de novela “Sé un Best Seller Digital”, con la obra Encanto de Duermebella. A principios del 2010, también, se publicó un cuento mío llamado Ideal programado en el libro Bajo Río de la editorial Mago Editores. También obtuve el segundo lugar en el concurso de cuentos Villa Gesell en el marco del 21 º Winterfest 2010 de Argentina.
Denni Zú Elizabeth Zúñiga, poeta emergente chilena, conocida como Denni Zú, nació el 22 de Agosto 1983, es la mayor de tres hermanas, se tituló de Auditora, y escribe desde los 8 años, en el 2010 participa en el taller literario encuentro de la SECH, dictado por la escritora Mery Coloane. De Junio a Agosto Cursa un seminario de cuentos infantiles dictado por el escritor Manuel Peña, participa en Taller Creativo Lea realizado en la Fundación Neruda y participa en la segunda cumbre de Poetas Latinoamericanos realizada en Rancagua. En noviembre último participó en el segundo recital de poesía erótica realizado por la municipalidad de la Florida, también ha participado en lecturas poéticas en diversos cafés y pubs tal como el café fawaz y el chancho 6. Ha realizado publicaciones virtuales, Últimamente ges-
René Arturo Cruz Mayorga tlán deNació el 17 de agosto de 1959 en la ciudad de Oza Cruz y partamento de Usulután, siendo hijo de Juan filosofía en Juana Mayorga. Ex seminarista diocesano de por la Dióel Seminario mayor San José de la Montaña, en Letras cesis de Santiago de María. Profesor docente III Triunón. caci y Estética. Licenciado en Ciencias de la Edu de la ciufos obtenidos: Primer lugar en los juegos florales o el mismo dad de Usulután con el libro de poesía “Baj extranjera, cielo”; Tercer lugar en el concurso de poesía Argentina, organizado por la Feria de libros Moreno en octubre, 2010.
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ad Felipe Maldon
gustar, sino más No escribo por lo que hay denbien por expresar po opresor. Esta tro de este cuer ente, la única vía es, lamentablem ma que lleva ya de salida de mi al l ho encerrada (a una década y oc ). oportunidad menos hasta esta que la literatura Me gusta pensar ante más intere Chilena es bast o id a su conten sante en cuanto o del mundo: que la del rest nto, poco senMucho sentimie as. tido en las palabr
José Chamorro Soy José Chamorro, am ante de la literatura y el arte, qu e busca siempre innovar y es tar a la vanguardia con el acon tecer social, sin dejar de lado lo estético. Actualmente curso segu ndo año de Lenguas Hispánica s en la Universidad de Chile, de dicándome continuamente a esta fascinante labor que es la es critura. Si quieren conocer más sobre algunas de mis obras, pu eden visitar el siguiente blog: www.una-mir ad adiferente.blogspot.com
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Antonia Galdames Descubrí el poder de las sílabas por el simple hecho de querer desahogarme, después me creé las historias en mi cabeza para llevarlas a la hoja. Escribo desde los 14, sólo ha pasado un año ya que tengo 15, y no puedo escribir nada mejor que poesía, me gusta explorar el mundo de los sentimientos, ya que no todos experimentan todos. Nací en Iquique, me fui a Brasil, después a Viña del Mar y ahora volví a Iquique, me pregunto por qué he tenido que volver a mi origen. Creo en el poder de la mente para que los deseos más sinceros se realicen, pedí en la sinceridad de mi corazón irme de Viña del Mar, mi deseo fue concedido. ¿Y ahora qué?
José Manuel Luque do de la ) Docente, poeta egresa 74 19 ú, er (P co Ta e qu José Manuel Lu primer puesto en poesía el vo tu Ob . lle Va y án zm n honuniversidad Enrique Gu 9), obtuvo una menció 99 (1 a ut nt Ca La de les la universidad en los juegos flora los III juegos florales de en l na cio na l ve ni a ía s virrosa en poes o publicados en revista sid n ha as em po s Su . arece antoloRicardo Palma (1999) nal e internacional. Ap cio na io ed m l de s ica de tuales como fís prólogo y compilación 90 l de ía es po l bo Ár erto de gado en “Canarios en el do el poemario “El Hu ica bl pu Ha . 8) 99 (1 lvo nece al grupo César Toro Monta Llamas – 2011). Perte en s tra Le s ne cio di (e blogs: los los Alientos” dirige y s” so er “Di-v den.blogsliterario tp://alabanzasdeldesor ht om t.c po gs lo r.b ss ta http://cuentago pot.com Constanza Marchant Nacida en Santiago de Chile en 1988, Constanza Marchant decidió estudiar Trabajo Social al percibir la desigualdad e inequidad de un país que sabe de aciertos y errores. Fue miembro de los talleres Poesía Cero con Carlos Cociña, Poesía Chilena con Paz Molina y Literatura Femenina con Gabriela Gateño. Ganadora del primer lugar; Concurso de Poesía y Cuento “De Local” realizado por la Universidad Alberto Hurtado. Actualmente es parte del Colectivo de Poesía Operaciones Secretas, de Moda y Pueblo con Diego Ramírez, y es uno de los miembros becados por la Fundación Pablo Neruda, 2011.
Julio Rivera (Santiago, Chile, 1985). Es Periodista, Gestor Cultural y tiene estudios de guión de cortometraje y largometraje. La necesidad de traspasar la frontera de la realidad ha motivado a Rivera a crear en sus personajes, la sensación de que son frágiles a situaciones cotidianas. En los cuentos de Julio Rivera no existen jerarquías ni un orden lógico. Este autor nos entrega una invitación y un pasaje para escaparnos –aunque sea por unos minutos– de nuestra realidad y a viajar en sus cuentos del género fantástico. Ha publicado en Cinosargo y Río Negro y actualmente trabaja en su primer libro de cuentos.
María Isabel Bugnon nta San Javier (provincia Sa de d da ciu la de iza et Po jo en Diciembre de 2008, Ba Fe).Edito su primer libro me a Narcisos” Participa rfu Pe n co as m oe “P : ulo el tit dad. Participo en el 1ª en en cafés literarios en su ciu de narradores en la ciudad cuentro de escritores y au encia “PAL ABRAS” de su Goya (Corrientes).La viv 150 rticipar en la antología“ toría fue elegida para pa ”. del concurso Orola 2010 s re to cri Es 0 15 y ias nc Vive so AS ” finalista en el concur El poema “AMOR A CIEG en icos” Actualmente reside “Centro de Estudios Poét a cip poema “NAVEGA” parti la ciudad de Santa Fe. El de estudios poéticos Recide la antología del centro cia del poeta, en la red de bió la mención a la excelen ing.com con el relato “Sue poetasiberoamericanos.n el a del poeta vir tual en ños de amor,” en el dí a gid la red. Actualmente ele año2010, que se hizo en O tología homenaje a PABL para participar en la an NERUDA , AÑO 2011
ARTURO MORAGA FUENTE-ALBA , es chileno, tiene 37 años, licenciado en literatura y lingüística en la P. Universidad Católica de Chile. Ha sido premiado en diversos concursos de cue ntos a nivel nacional y regional, entre los que destaca n “Historias de Amores Maltratados”, del Min isterio de Cultura a nivel nacional, “Concurso de Cuento del Instituto de Letras de la P. Universida d Católica”, Concurso “Cuentos en Movimiento”, del grupo de empresas Denham; Concursos de cuento s del Instituto de la Juventud. Además, de var iadas participaciones honrosas en muchos otros concursos.
Rodrigo Pérez Maldonado (seudónimo Rodrigo Permal), 22 años, santiaguino, estudiante de periodismo.
Jorge Ignacio Muñoz Estudiante de la carrera de licenciatura en física de la facultad de ciencias de la Universidad de Chile, de 23 años, resido en la ciudad de Santiago donde he desarrollado gran parte de mi vida. Me gusta escribir, lo hago desde los quince años en el área de la poesía, y desde antes quizás salieron algunos textos, cosas varias. Todo eso está perdido, no me aficioné mucho a coleccionar mis textos si no a tratar que fueran mejores, una pretensión que tenemos todos yo creo. Esto será lo primero que salé a la luz, exceptuando por un blog y una página de facebook donde acceden algunos de mis amigos y conocidos. Fui invitado a leer un par de veces pero pequé de inseguridad, como uno hace en los tiempos difíciles, ahora no me importa nada en realidad sólo expresarme y tratar de que la gente se reencuentre con sus propios sentimientos al leerme.
Elvis Pesantes Nací en la ciudad de Machala, Provincia de El Oro – Ecuador. Pero desde temprana edad vine a vivir a Guayaquil con mi familia, Guayaquil es la segunda ciudad más importante del país, además es el 1er y más importante puerto también. Curse todos mis estudios aquí, tengo estudios superiores en Marketing; pero estoy por incursionar otra carrera Ingeniería en Sonido, ya que además hago algo de música (Guitarra). Escribo composiciones para canciones, poesía, ensayos; justamente estoy trabajando en un libro que recoge investigación y exposición sobre algunos temas de teología religiosa, pero bueno es un proyecto aún para un tiempo. En resumen desde que era un adolescente escribo y espero en los próximos meses lanzar si Dios permite mi 1er Poemario, que estaré dándoles a conocer con seguridad.
Beatriz Catalán Soy artista plástica y también cultivo el hábito de la escritura. Vivo en Frutillar, en el sur.
Mi nombre es Diego Alegría. Tengo 16 años y escribo poesía desde el año pasado. Me ha influenciado: Baudelaire, Rilke, Pound, Huidobro, Anguita y mi padre, quien es artista visual, poeta y ensayista. Mis poemas tratan, a partir de su brevedad o minimalismo, sobre los recuerdos; sobre la soledad, como una fuente de creación y autoconocimiento; sobre el vacío, como un estado o espacio trascendental, donde se encuentra el silencio, la belleza, la contemplación, el amor y la vida. Ulises Varsovia Nací el 2 de julio de 1949 en Valparaíso, cuyo mar y sus tempestades marcaron definitivamente mi persona y mi poesía. Estudié varias asignaturas humanísticas, y trabajé en tres universidades, tanto en historia como en historia del arte, al mismo tiempo que escribía poesía. En 1985 salí a doctorarme a Alemania, y como mi mujer es suiza, pude trabajar y quedar-me en San Gallen, ciudad en cuya universidad hago un par de lecciones. He publicado 28 títulos de poesía, cinco de ellos en Chile, y tres dedicados a Valparaíso, el último: Hermanía: La Hermandad de la Orilla, en Apostrophes de Santiago (www.apos.cl). El libro más antiguo que he publicado es Jinetes Nocturnos, de 1974, pero tengo otros inéditos más antiguos. En 1972 publiqué un cuadernillo, Sueños de Amor, que circuló sólo entre amigos. Me han publicado más de 70 revistas de literatura de todo el mundo, en varios idiomas, y repetidas veces, y estoy en numerosas páginas web. En agosto del año 2006 salió a la luz en Sevilla, España, mi libro de poemas Anunciación. Ángeles y Espadas, publicado por la Asociación Cultural Myr-tos. Esta misma entidad acaba de publicar mi Antología Esencial y Otros Poe- mas (1974-2005), que incluye dos poemas de cada poemario publicado, es decir, 52 poemas “esenciales”, y tres poemas de 12 libros inéditos, lo que hace un total de 88 poemas. Lo último mío aparecido es Vientos de Letras, también antológi-co, en colaboración con el poeta andaluz Alexis R., editado por Myrtos. De los 28 poemarios publicados, sobresalen Jinetes Nocturnos, de 1974/75, Tus náufragos, Chile, de 1993, Capitanía del Viento, de 1994, El Transe-únte de Barcelona, de 1997, Madre Oceánica, Valparaíso, de 1999, Mega-lítica, de 2000, Ebriedad, de 2003, y la Antología Esencial. http://ulisesvarsovia.tripod.com
gracias a todos