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BOR SIN BORDES
conversaciones con escritores
DES Natalia Monsegur William Rouge
SIN BORDES conversaciones con escritores
textos y edici贸n
Natalia Monsegur William Rouge
ÍNDICE
Prólogo / 6 I Ana Guillot. Argentina / 11 Entrevista. Aprender a esperar al tiempo / 15 Una constelación de voces por Matías Lockhart / 24 Poemas / 28
II Roberto Bianchi. Uruguay / 39 Entrevista. La transformación del pasado / 42 El mundo y los otros. Viaje por los bordes de la poesía de Roberto Bianchi. Por Natalia Monsegurt / 49 Poemas / 52
III Raquel Lanseros. España / 61
© Monsegur, Natalia 2014 Sin bordes : Conversaciones con escritores. 1era. Edición. Buenos Aires: Natalia Monsegur y William Rouge, 2014. E-Book. ISBN 978-987-33-5652-0 1. Entrevistas. I. Sin Bordes CDD 070.4 Diseño: Victoria Brunetta Ilustraciones: Inés Isaurralde
Entrevista. El amor y la palabra / 64 Dibujar serenas cicatrices. Ensayo sobre la poética de Raquel Lanseros por William Rouge / 74 Poemas / 78
IV Juan Hernández Ramírez. México / 89 Entrevista. La flor era mi lengua / 93 Con la lengua de los pájaros. Sobre la poética de Juan Hernández Ramírez por William Rouge / 99 Poemas / 104
Editores / 113
PRÓLOGO
ste libro está hecho de voces, visiones, y viajes. De interminables diálogos. Es una experiencia con los sentidos y la imaginación poética. También es un ejercicio de reflexión sobre el lenguaje y su fuerza renovadora en la experiencia interior y colectiva. Los poetas que participan en él, resuenan, y su voz poética busca alojarse en el lector, compartir la pasión crítica por las tantas formas de cantar y contar la vida. Este libro desea ser un encuentro con el poeta y su obra, una provocación para entrar a las reverberaciones de su palabra. Aparecen conversaciones que no se detienen, se amplifican, y buscan residir en un cuerpo que escuche lo íntimo, las correspondencias, lo extraño que nos habita. La plática no se detiene porque los poemas potencian la lucidez crítica de los poetas invitados. Nos proponemos bordear obras, aproximarlas a nuevos lectores, atravesar fronteras, y distancias para crear puentes flotantes. Sin Bordes es un proyecto de cuadernillos digitales de poesía que nos mostrará distintas formas poéticas que incluso se salen de las márgenes tradicionales. Se difundirán experiencias poéticas más que poemas y autores, el asunto será la poesía en todas sus variaciones y tonos. Este primer cuadernillo nos acerca a cuatro poetas que desde Suramérica, México y España triangularán sus visiones del mundo: Ana Guillot (Argentina), Roberto Bianchi (Uruguay), Juan Hernández Ramírez (Nación Nahualt, México), y Raquel Lanseros (España). Así que hemos comenzado a atravesar los bordes geográficos y estéticos, y también los de la soledad y la comunión. El goce y el placer por la palabra son parte de las razones que mueven este proyecto, así como la convicción de que la poesía tiene mucho para decir, acompañar y revelar. Pero sabemos que la explica-
ción viene después. Este libro no busca ilustrar o esclarecer nada, es un puente entre un alguien y la poesía: la vida. Y asumimos la poesía como una forma de conocimiento y no como un simple género literario o un tipo de inspiración puntual. Los lectores podrán recorrer las resonancias del poema, los contextos en donde palpita el poeta, conocerán sensaciones y emociones que dieron forma a sus visiones poéticas. Pretendemos que el libro mantenga el diálogo creativo en el lector, dinamizando preguntas, asombros y búsquedas que potencien la creación poética en soledad y en comunión. Al ser hijo de la conversación, este libro estimula la oralidad, la lúdica verbal que invita a crear imágenes que inquietan y seducen. Hablar, conversar, y departir es habitarnos, encontrarnos para crear nuevos sentidos. Luego, la escritura. Pero siempre primero el juego verbal. Tal vez este libro pueda ser a los ojos del lector, un taller de oralidad, un taller para las voces que residen en una voz poética. En las mismas entrevistas realizadas advertimos el goce estético de los poetas con sus acentos, inflexiones, y matices; cada entrevista fue eso mismo: un taller verbal, un ejercicio creador, experimental y festivo. La voz de cada uno ofrece sensaciones, y ecos diversos, convirtiéndose en la brújula de este libro. Sentir y vivir la voz nos permitió escuchar señales que le han dado forma a este proyecto. Pensamos que es pertinente experimentar con las posibilidades de la voz en la conversación con sentido poético, y en las lecturas en voz alta de los poemas, para dejar hablar la poesía que sólo cada uno puede escuchar. Entre estas señales nos parece oportuno preguntarnos por las formas empleadas para pensar la poesía como forma de conocimiento. Cada poeta a su manera responde con poemas y con su lucidez crítica, pero siempre con los matices de la conversación. El libro puede leerse por donde desee el lector, no hay un comienzo ni un fin definitivos. El camino lo hará cada quien. Incluso el formato digital ofrece más alternativas a esa lectura. Entre los poetas invitados hay correspondencias de orden estético, y contrastes en cuanto a su formación como escritores. La mayoría se desempeñan
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como docentes, y promotores culturales en sus territorios. Son poetas que han participado en la actualidad cultural de Hispanoamérica, así como en algunos casos, en las jornadas más difíciles de la historia de nuestros pueblos. Son poetas que participan en múltiples eventos literarios propiciando nuevos lectores y que se distinguen por su potencia, por la capacidad de experimentar y revitalizar el lenguaje y la vida. Nos debatimos entre la fascinación y el entusiasmo por las maneras de conocer y contar el mundo que tienen. En ellos reverberan las marcas del tiempo, sus experiencias con la naturaleza y el hombre, pero sobre todo son poetas del lenguaje, que dejan hablar a la poesía. Poetas que truenan paisajes verbales. Este libro es un viaje por las geografías de nuestra lengua. Tiene los colores de cada experiencia de vida junto con las palabras que vinieron de Europa y que se potencian de sentidos, sensaciones y divertimentos americanos. Vamos a transitar por las voces de la voz de la poesía. Este es el viaje: la palabra, la vida. Cada poeta será un viaje también, el lector creará su brújula, su mapa. En este libro todo es presencia, tránsito, movimiento. Un paisaje sonoro, cada palabra nos pronuncia. William Rouge y Natalia Monsegur
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ANA GUILLOT
ARGENTINA
na Guillot nació en Buenos Aires. Es profesora en Letras y ha ejercido la docencia secundaria y universitaria. Coordina el taller literario Tangerina y dicta seminarios de literatura y de mitología en su país y en el exterior. También ha co—conducido el programa radial “Dos Palabras”. Como docente ha publicado El taller de escritura en el ámbito escolar (1987, Ed. Stella), y ¿Querés que te cuente el cuento? (1989, Ed. Lumen—Magisterio del Río de la Plata), y fue una de las primeras en implementar el taller de escritura en las escuelas. También ha colaborado con autores de diferentes disciplinas en el armado y corrección de sus libros. Como poeta ha publicado: Curva de mujer (1994, Libros de Tierra Firme), Abrir las puertas (para ir a jugar) (1997, Libros de Tierra Firme), Mientras duerme el inocente (1999, Libros de Alejandría), Los posibles espacios (2004, Nuevohacer, Grupo editor latinoamericano), y La orilla familiar/La riba familiar (2009, Botella al mar; edición bilingüe castellano—catalán con post—facio del catedrático valenciano Pere Bessó; reeditado en 2011, versión en castellano). Este último libro fue presentado en Buenos Aires, Madrid, Valladolid, Pontevedra, Barcelona y Roma (donde se publicó también una selección de los poemas, traducidos al italiano bajo el título de La riva familiare); y fue motivo de estudio en una ponencia titulada “La poesía moderna de Ana Guillot y su visión de la feminidad” (a cargo de Monica Szablinska, en el I Congreso de Estudiantes de Filología Ibérica, Lublin, Polonia).
También publicó La lección de las diosas, junto a las terapeutas Silvia Salinas y Rosanna Spinzo (2010, Nuevo Extremo, Argentina; 2011, Océano, Méjico y RBA, España) y trabaja para las mismas editoriales en un nuevo libro de literatura comparada y hermenéutica: Hacia una nueva lectura de los cuentos maravillosos. Integra el blog Pensadoras y Escritoras Europeas, y diversas antologías (la Hofstra Hispanic Review, en los Estados Unidos, de Poesía Contemporánea de la Fundación para la Poesía, parte XVII, y Fórnix, número 10); integró el consejo de redacción de la revista Barataria y colabora con publicaciones del país y del exterior; entre otras: El cuervo (Puerto Rico), La Pecera, Apofántica, Letras de Buenos Aires, Hablar de Poesía, Ventizca, Plebella, los blogs Letra Urbana (Miami, EEUU) y No Retornable (Argentina), la editorial Caja Negra y la revista de la Universidad de Lublin (Polonia). Ha sido invitada a participar de la Semana de la poesía (Festival Internacional, Barcelona, 2004); del Festival Internacional de Rosario (2005); del Festival de Poesía de Zamora (Méjico, 2006, 2011 y 2012), del Encuentro auspiciado por la Casa del poeta peruano (Perú, 2006), y de Las dos orillas (Uruguay, 2008), del Encuentro Internacional de Rosario “El Círculo” (2008), del de Junín (2006—2008—2009), de El Ovillo de Ariadna (Madrid, 2009), de Los Viernes de Sarmiento (Valladolid, 2009), del Brumario Poético (Pontevedra, 2009), del Festival Internacional de La Habana (2010), de la II Bienal de Poesía de Brasilia (2010), del Encuentro de Poesía de Valdivia (2010), del Festival de Poesía de San Luis de Potosí (México, 2010), del Primer Encuentro Internacional de Poesía (Lima, Perú, 2012) y del Virginia Festival of the Book (EEUU, 2014). Su obra ha sido publicada parcialmente en España, Venezuela, Chile, Uruguay, Méjico, Austria, Estados Unidos, Italia, Nicaragua, Perú, Brasil, Holanda, Polonia y Puerto Rico; y traducida al inglés, catalán, árabe, alemán, italiano, polaco y portugués. Ha sido jurado del concurso internacional de minificciones “Ficticia”, Méjico (2004). Co—coordinó el ciclo de poesía Las hermanas de Casandra en la Casa de la Poesía de la Ciudad Autónoma de Bue-
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nos Aires, y co—coordina el ciclo Tohu—bohu. Ha sido parte del encuentro Kafka—Borges (2007), del Encuentro Internacional Borges y los otros (2008), del Encuentro Veinte años de mujeres en las Letras (Buenos Aires, 2009), del Foro Internacional organizado por la Fundación Mempo Giardinelli (2009) y del Encuentro Borges— lector (2011). Ha recibido una mención en el Concurso Internacional de Poesía: “Patagonia, sur del mundo”. El 8 de marzo de 2012 ha sido declarada Mujer Ejemplar, por su trayectoria como escritora y docente, en el Municipio de San Isidro (Pcia. de Buenos Aires, República Argentina), donde reside y trabaja. Su primera novela “Chacana” fue publicada por la editorial San Marcos (Lima, Perú; 2012); y presentada en la Feria Internacional del Libro (Lima 2012), en la ciudad de Cusco (2012) y en Miami (2013).
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E N T R E V I S TA A A N A G U I L L O T
aprender a esperar al tiempo
—Felicitaciones por Chacana, tu primera novela, ¿qué pasó con ella? Ana: —Chacana es una novela que se vino gestando durante muchos años. Más de quince. Pero tampoco fueron quince años de continua escritura sino que la abandoné muchas veces, la abandoné años enteros, en los cuales produje otras cosas, publiqué otros libros y siempre volví a Chacana, no como una obsesión sino como un placer. Siempre estaba ahí y necesitaba crecer y ser más sólida. Hoy pensaba “qué bueno que yo pude dilatarla tanto” –igual esto no es un consejo para los escritores, es lo que a mí me pasó— porque cuando yo empecé a escribir Chacana yo era una mujer que después enviudó, se quedó sola, crió hijos, se volvió a casar, le pasaron cosas en la vida y pude escribir ese libro desde otro lugar. Si yo me hubiera apurado y lo hubiera publicado hace quince años, hubiese sido otra Chacana, no sé si mejor o peor, otra, y yo estoy contenta con el resultado de Chacana ahora. Cuando uno de los protagonistas muere, yo lo pude contar desde la sabiduría de una mujer que enterró un marido. Me parece que uno puede experimentar desde la ficción, o imaginar lo que quiera, pero cuando las cosas te pasaron por el cuerpo, se cuentan de otro modo. Entonces todo ese dolor, o todas las alegrías que pudieron haber venido después, a mí me parece que flo-
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recieron en Chacana. Como era la primera novela, yo me sentía muy insegura de que fuera un buen producto. En algún momento, me pregunté si no era un producto muy femenino, y se la di a leer a un par de hombres, pero a ellos les gustó. Para mí fueron importantes esas lecturas, porque además son diferentes como personas. Y el hecho de que les gustara a mí me estímuló, me hizo sentir un poco más segura. Y después fueron pasando cosas. Estuve hablando con editores de acá que me dijeron que sí pero que tenía que esperar, pero que les había gustado. Luego me fui a Perú, al Primer Festival Internacional, organizado por Renato Sandoval, un encuentro prodigioso. Fue muy grande, muy importante. Gracias a Arturo Corcuera, yo conocí a Aníbal Paredes que es el director de la editorial San Marcos, que es una editorial de mucha tradición en Lima, en Perú, y tuve la suerte de que de un día para el otro, la respuesta fuera sí. Hoy estaba almorzando con una amiga, y yo le decía “cómo no me había dado cuenta de que Chacana tenía que nacer en Perú, si es una novela peruana”. La cosa decanta cuando decanta, pero ahora me parece que es el mejor lugar. —¿Qué pasó, en lo que se refiere a la literatura, en este período de quince años en el que vos comenzaste y cerraste la novela? ¿Qué tiene tu mirada de distinto, a nivel literario, que no tenía antes? —En el medio hubo como cinco libros y cinco libros es como haber hecho abdominales durante mucho tiempo, y, a su vez, también haber ido a la fiesta de fin de curso, porque edité. Entonces yo me fui cuestionando muchas cosas sobre la escritura, no necesariamente en relación a Chacana. Yo empecé a cuestionarme muchas cosas de la escritura más bien a nivel poético. El hecho de tener grupos a mi cargo siempre me exige a pensar también a nivel narrativo, y al ser profesora en letras, uno tiene el entrenamiento de haber leído de todo. Entonces siempre estás cuestionándote. Hubo procedimientos, formas, entrar y salir del narrador a través del indirecto libre de un personaje, dejar que el personaje monologara solo y luego volver y tomar al narrador, unas voces que aparecen todo el tiempo, que es como un coro griego, que está y no está, y para mí que es como el pueblo que murmura. Por otro lado, además pude reflexionar en
procedimientos, en espacios, en silencios, en ser barroca, en no ser barroca, en volverme más minimal, en ser emocional pero no demasiado, en pulir, en no desbordarme emocionalmente y que los personajes me quedaran como demasiado contaminados y pesados. Muchas cosas. Ahora estoy con otro proyecto, donde sí puedo detectar una escritura bastante femenina, con un acento puesto en reivindicar ciertas lealtades femeninas. —En tu escritura se nota la voz femenina, tu voz, y por el otro lado, el cuerpo. Todo el tiempo, está la idea de “pasar por el cuerpo”, “¿qué pasa con el cuerpo?”. ¿Cómo se hace lenguaje con eso? —Sale naturalmente. Es tan el cuerpo que uno de mis libros, Los posibles espacios, tiene una neurona en la tapa. Estaba muy preocupada con ciertos procesos mentales, ciertas obsesiones, neurosis propias y ajenas. Los problemas de la memoria, lo que uno desea o no recordar. Y lo que biológicamente somos. El cuerpo se enferma, quizás el alma se maravilla, pero el cuerpo se enferma. El cuerpo desea, el cuerpo tiene broncas. A mí me pasa todo por el cuerpo. No podía definir mi escritura sino es casi, y lo digo con minúsculas, como si no fuera casi como un canal de lo sagrado, pero con mucho respeto y achicando la cosa. Una escritura que sale más bien del estómago y que analiza, pero yo dejo que eso fluya, después soy letal al corregir, así sí hay un proceso de reflexión. Pero cuando escribo, escribo. Fue mejorando por el tiempo y la experiencia. Y algo que me fue pasando es que yo empecé escribiendo cosas mías y terminé siendo buscada por esa escritura femenina, que yo no busqué. Se ve que me gusta hablar de lo femenino en general. Cuando me empezaron a mostrar ese espejo, yo dije qué bueno, pero a su vez qué alivio. Mi experiencia es, cuando menos puse intención en una cosa, mejor me fue. Reinvindico fuertemente la inocencia, y por eso digo, qué alivio que yo no me propuse escribir sobre lo femenino. Y tampoco quiero que sea sólo femenino. Por eso quería que Chacana fuera un libro donde el hombre pudiera encontrarse. Me parece que sí hay toda una carga de patriarcado, que sí hemos tenido que reinvidicar ciertas cosas. Virginia Woolf no está tan lejos, y fue la primera que
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tuvo que hablar de un cuarto propio, quiero decir, ¿y antes? ¿Dónde estaba la mujer de carne y hueso? En la Grecia Antigua, en la Edad Media, en la hoguera, la estaban quemando en la hoquera. ¡Qué escandalo que una mujer escribiera! Que proclamara lo que deseaba. Por eso digo, Virginia Woolf no está tan lejos. Pero cuando hablo del patriarcado, quiero que quede super claro que el patriarcado también lo creamos las mujeres. Somos las primeras que condenamos otras mujeres cuando tienen una conducta diferente. El hombre se planta y dice, porque está acostumbrado, pero las mujeres en seguida censuramos lo que otra mujer hace. No hay como una solidaridad hacia lo femenino, hacia la otra que tiene ciclos como yo, tiene partos como yo, que tiene mis angustias. O la mujer deseante, o la mujer que se planta, ¿cómo se va a plantar? Igual, es difícil para la mujer, llevar todos los roles adelante. Ahora el hombre, de todas maneras, tiene un lugar interesante. Es nuclear este tema. Y el cuerpo también. Yo he sido muy idealista. Este proyecto de una nueva mirada sobre los cuentos infantiles que estoy llevando adelante, desde la hermeneútica, a mí me pone en la raíz más pura de lo que soy: Cenicienta, la Bella Durmiente. Entonces, empezar a sentir el cuerpo, y hacerse cargo de todo lo hormonal para mí fue difícil. Yo prefería estar allá con la niña, imaginando príncipes posibles. —Esa niña, ¿tuvo literatura en su infancia? —Uf, muchísima. Desde re chiquita. —¿Hay recueros literarios de esa infancia? —Sí. Yo soy hija única y se ve que a mis papás les parecía que era bastante inteligente. Entonces mi mamá se jacta diciendo que a los tres años yo leía, escribía y hacía cuentas con dificultad. Yo era bastante apurada en eso, me estimulaban y yo respondía. Sí, yo recuerdo de leer desde chica. Leí toda la vida. Para mí era entrar en un mundo alternativo en el que me sentía mejor que en el de la realidad. Si vos me dabas a elegir entre ir a patinar, yo me iba a leer. También cada tanto socializaba. En ese sentido, quizás ser hija única fue bueno. —Sabías qué hacer con tu soledad… —Sí. La amaba y también la buscaba. Por eso ahora también me
encanta estar sola. Y siempre escribí, desde muy chica. Y después terminé el colegio bastante joven. A los dieciséis yo había terminado y di libre el ingreso y me metí en Letras y a los veintiuno estaba recibida. —Hay una búsqueda, eso siente uno cuando te lee, de provocar belleza. —No me sale a propósito. Como digo en el taller, el que tiene el don, tiene la obligación. Y yo tengo el don. Me sale sólo. Sí, creo que Letras permitió darme una ducha fenomenal de grandes escritores, que también me inhibió durante mucho tiempo. Bueno también crié hijos, hice otras cosas. Yo censuraba mucho mi escritura. Llegó tarde y llegó gracias, también, a Gloria Pampillo. Y desde un lugar no buscado. Cuando uno especula mucho, las cosas no se dan. —Pero encontraste algo en la escritura… Estoy toda yo en la escritura. Siempre estamos un poco fragmentados, pero cuando yo estoy en lo literario, estoy toda yo. No escribo para hacer catarsis, ni tengo talleres terapeúticos. Pero sé que la escritura es terapéutica y es anticipatoria. Muchas veces. Yo escribí en “Mientras duerme el inocente” sobre una muerte, y seis meses después me quedé viuda. Siento que ella me busca a mí y ella, podría ser una categoría abstracta, casi una idea, pero ella soy yo. Una parte de la conciencia superior que soy yo, que me busca a yo, y se encuentra conmigo, y ahí vamos en ese eje, alimentándonos, ahí estoy plenamente. Ahí reino, soy la princesa que quería ser de chica. —Esta faceta tuya, que también es muy importante, es la de profesora, ¿todos pueden escribir? —Sí. —¿Todos deberían escribir? —Bueno, no sé si todos pueden escribir. A ver, ¿todos pueden jugar al tenis? Yo juego pésimo. Poder, podés. Todos vamos al colegio, y en algún momento se escribe. ¿Todos deberían? A mí no me gusta plantear las cosas en términos de lo que se debe y no se debe. La pregunta puntual, o lo que a mí se me ocurriría como coordinadora, todo el que viene al taller es bienvenido. Y creo que hay dos maneras
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de acercarse a la escritura básicamente, con matices. Está el que es talentoso per se. Te das cuenta rápido y eso brilla; y yo ahí pondría comillas a debería y diría “ese debe”. El que tiene el don tiene la obligación, pero el que tiene el don y brilla tiene una trampa. Yo me he cruzado con un par de personas así, y es que brilla tanto que no corrije, es totalmente asistemático, disruptivo, no tiene la disciplina que también exige llegar a editar un libro, que es me siento a corregir, me sinto a reflexionar, veo por dónde va, veo si lo armo con capítulos. Es decir, me parece que el que es genio, es genio, el que tiene que llegar a algún editor, lo descubre. Y luego hay otros que son menos geniales, pero muy disciplados, también editan y editan muy bien. Y son libros muy buenos y muy dignos. Ahí me parece que hay un término medio que es “don— inspiración” (intencionar la escritura) y después disciplina. Porque yo creo mucho en la corrección. Entonces la idea es: puede venir el que quiera, puede escribir lo que quiera, si lo hace incluso como algo terapéutico, que no está buscado especialmente, que lo disfrute. ¿Puede editar todo el mundo que pasa por el taller? Y no. Yo estimulo mucho para que editen, pero me fijo muy bien a quién estoy estimulando. No quiere decir que el que no estimulo es un no para siempre. La escritura es un proceso, a lo mejor es sí dentro de un año. A lo mejor lo hace muy rápido y dentro de medio año. Eso lo vemos dentro de los grupos. A mí igual me parece que uno tiene que tener como docente mucha apertura hacia la voz del otro, porque por ahí es magnífica y no nos damos cuenta y tiene que tener muy pocos prejuicios porque si uno tamiza por lo que a uno le gusta y lo que uno haría con ese texto, no puede dirigir al otro. Uno tiene que ser muy respetuoso con esa voz. —Pareciera que la profesora Ana Guillot se nutre mucho de la escritora Ana Guillot. ¿Se pelearon en algún momento?. —No se pelean. La profesora le gana. La profesora abre y dice “no, flaca, no, tenés que leer el trabajo de tal, tenés que supervisar el libro de cual, tenés que preparar la clase de tal grupo, y ¿Cuándo escribo? No sé, mañana”. Recién ahora estoy dándole más espacio, más tiempo en la semana. Yo con mis grupos de escritura me siento
a escribir, y entonces tengo libros porque los trabajo en los grupos, además. —Antes contabas esta cualidad premonitoria, que te encanta, de la escritura. ¿Cómo te relacionás con el futuro? —Yo volvería a Comala y diría siempre estás yendo hacia ese futuro, supuestamente, pero siempre estamos volviendo a la casa del padre, que es la propia casa. Como dicen los cuentos infantiles, no hay ningún lugar a dónde ir porque ya estamos donde estamos. Parece que vamos, parece que venimos, parece que pasa el tiempo, pero hay un núcleo que está siempre en permanencia y, en mi experiencia, uno va haciendo y va trabajando sobre eso. Y el arte, la literatura ayudan un montón. Uno lo único que hace es pelar capas de cebollas para pelar el núcleo, para saber mejor quiénes somos: ah, esta soy yo, esta es mi voz. Pero no solamente mi voz para escribir, sino para hablarte ahora, para hablar con el que amo, para dirigirme a un hijo, a un amigo. Esta es la que soy, acá estoy plantada. Con respecto a futuro como futuro, a mí es un tema que me está costando mucho porque tengo la maravilla de tener padres vivos y grandes y me da bastante miedo el futuro porque sé que van a venir momentos que otros ya pasaron mucho más jóvenes. Y además está mi propia finitud, mi propia muerte y mi propia vejez. Desde otro lugar, medio dramáticamente. Me parece que cuando uno trabaja honestamente con uno mismo adquiere un quantum, un peso específico, la aspiración de moverse en sociedad sin dañar a nadie, ni grandes rencores. Hay que escuchar mucho la voz interior, y me parece que la escuchamos muy poco. Hay cosas, de todas maneras, que no pasaban hace veinticinco años, más allá de una new age un poco frívola, hay cosas que potencian para bien. Hay una corriente interesante en lo que uno debería, como intelectual, si nos vamos a arrogar ese título, como seres pensantes que somos, prenderse al vagón de cola y llevar gente hacia eso. A escuchar la voz interior, a no quedarse solamente en el ruido. A entener quiénes somos y para qué venimos. Me parece muy fundamental eso. Y como escritores, y si también nos vamos a arrogar ese título, y como educadores sobre todo, es en la escuela el momento de
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poner todas las cartas sobre la mesa, y de tratar de poder acompañar al otro, al lado del otro, en esa búsqueda porque todo lo que ocurre con la violencia en el mundo, con la parte oscura, con la droga, no es más que el vacío interior que todos tenemos. El horro vacui sigue siendo el horror vacui. Todos tenemos miedo a la bestia que tenemos dentro. No podemos hacernos los distraídos. Leer más, y leer filosofía y leer el paisaje, un cielo maravilloso, y una copita de vino con la persona que uno ama. Leer eso y pasarlo por el cuerpo. Ponemos tantas resistencias y queremos aparentar tantas cosas. Es un trabajo que lleva mucha energía. Buscar desde un lugar lo más luminoso a lo que podamos acceder, sabiendo que por debajo de lo luminoso hay una sombra enorme y amigándose con ella. En el mito está todo. En lo que nos leyeron de chicos, en la luz y la sombra, el bien y el mal, todo eso es el ser humano. Integrar las polaridades y decir “esto soy” e iluminar desde donde se puede. Esta es mi sombra y la bendigo. Taparla es neurosis, taparla es ataque de pánico, angustia y drogas. No se puede tapar lo que uno es como ser humano. A lo mejor es el que escribe desde la sombra más terrible, y es un escritor re jodido y re materialista, también es un gran escritor porque muestra eso y qué suerte que lo muestra. Si no hubiera habido literatura gótica, no hubiera habido un siglo XX terriblemente existencial. Pero qué suerte que se habló de la existencia, de que somos existencia pura, de que nos vamos haciendo día a día. Hoy soy esta, y mañana soy otra. Por un lado voy, por el otro, vengo y donde me encuentro es donde soy más Ana que nunca. Cuando estoy muy distraída con lo de afuera eso no pasa. Y después que cada uno haga el arte que haga. Todo es bueno, sólo que no nos damos cuenta. Tenemos talentos a descubrir. Encontrar lo diferente en el que me igualo con el otro. Parafraseando a María Negroni: todos estamos ya viviendo en el palacio de cristal que el río lleva. Sólo que no nos damos cuenta y parece que vivimos en una cloaca. Y lo vemos sólo por fragmentos, pero bastaría ese fragmento para decir “algo hay”. Esto que dice Borges de haber estado en el jardín edénico siquiera un día. Bueno si estuvimos un día, es que esa maravilla en algún lado está. Pero qué difícil que es buscarla.
A mí me parece que por suerte tenemos un cerebro, pero tanto peso se le ha dado a la razón y hay tan poco crédito a lo intuitivo; el que habla de corazonadas, o de videncia, nos creemos que están súper locos. ¿Por qué? Si ya la físíca cuántica nos está diciendo un montón de cosas. Por supuesto que hay patologías al respeto. Antes era sólo lo comprobable, lo sólido. Mentira: esto no es sólido, está en movimiento. Avalar este movimiento, sumarse a ese movimiento, y ver a dónde vamos, me parece que sería un estado del alma bastante interesante. El peso de lo intuitivo. Da miedo perder el control, pero en realidad, uno cree todo el tiempo que tiene el control, y no tenemos el control de casi nada. Las cosas nos vienen y nosotros controlamos poco. Hay una diferencia muy sutil entre el control y otra cosa es el eje. El eje sí hay que mantenerlo. Esta que soy y hoy se desvió. Dice Joseph Campbell que todos estamos en emergencia espiritual. No es fácil esta vida, pero es maravillosa. En el contacto con el otro, porque uno se encuentra verdaderamente con tesoros. Y en el contacto con los niños, por eso disfruto tanto de ser abuela, la experiencia es directa, viven sin filtros, te dicen todo lo que te tienen que decir y vos obrás de la misma manera, porque no podés tener ninguna postura con un nieto. El hilo de Ariadna, entrar al laberinto, enfrentarse el minotauro y besarlo con un beso de lengua en la boca. Eso es, animarse a eso.
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U N A C O N S T E L AC I Ó N D E VO C E S
p o r m at í a s l o c k h a r t
¿Quién es Ana Guillot?, ¿es Ana María Mas?, ¿de Guillot?, ¿ex de Guillot?, ¿viuda (ex) de Guillot, ¿de Fanti?, ¿Ana Guillot no existe? Ana Guillot es todas las anteriores, más todas las yuxtaposiciones posibles. Como en la nota al lector (pero sobre todo al Cusco) de su novela Chacana, aclara: “No pretendo adueñarme de este espacio. Soy porteña, desciendo de españoles… ¿entonces? No pretendo apropiarme de este espacio, repito, como lo haría una extranjera que, exóticamente, describe algunas fracciones de un paisaje”. No se adueña ilegalmente, no invade el territorio, pero respira todas las raíces como propias. Y no se lee como pose. Literariamente, Ana Guillot sorbe todas sus iniciaciones, sus lecturas, y las entreteje de manera fluida y plástica. Voy a enfocarme en dos de sus últimos libros: el poemario bilingüe La orilla familiar (2008); y la novela Chacana (2012), quizás el primer libro que comenzó a escribir. La autora entreteje, repito, de manera fluida. En Chacana hay un esqueleto poético que se vislumbra a lo largo de toda la novela. En La orilla familiar la historia transita a través de la poesía. Yo agrego que ambos textos están íntimamente conectados, hasta en la concepción. Chacana la acompaña desde hace más de quince años como una reverberación indescifrable. Escribir la historia de sus pasados debe de haber sido un descenso a los infiernos. Ana Guillot suma
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esos pasados y se reconoce: me acurruco en el hambre/…/ y cada trozo es mío/ y duele.1 En los dos libros se reconoce un coro. El de Chacana es una voz colectiva, anónima, con matices oraculares. Y con las contradicciones de lo grupal. Aquí hay algo de la autora también: su interés por la tradición oral de la literatura. El carácter impreciso de una voz que rebota y, en cada rebote, adquiere otro matiz: — Que los cabellos de Ada son de coral. — Que Magdalena esconde escamas de luz en el vientre. — Que son hechiceras, las dos.2 El coro en esta novela trae reminiscencias a las voces de Comala, el pueblo (¿fantasma?) de Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo. También en Chacana hay un dueño de la tierra. En este caso uno podría pensar que la naturaleza de Joaquín no es tan oscura como la de Pedro. Pero a los dos los guía/ domina una mujer. Susana San Juan estaba loca. Podría decirse que Magdalena estaba en sus cabales, aunque el rumor dijera otra cosa: — Que por eso va casi a diario a la laguna—dicen. — Que no la busca en el cielo sino entre las aguas. — Que está loca. — Que no. (C.26) El Coro, en La orilla familiar, es otra cosa. Tiene cuerpo o, mejor dicho, cuerpos. De mujeres. Abarca un capítulo completo. Es un bloque, más corpóreo que la “brisa” del coro de Chacana. Doce mujeres (¿una mujer?) que se cuestionan: —¡Ah!, ¿no estaba mal tentarse con la risa de otro/ con el olor de otro/ con la cintura de ese hombre perfumado/ que traía jazmines los domingos?— (C.84) Cuando caen la razón y lo permitido se abren las posibilidades: 1 4, La orilla familiar, Ed Botella al Mar, Buenos Aires, 2008. Pág. 16. A continuación se citará entre paréntesis para esta edición el número de página como O.F. 2 Chacana, Ed San Marcos E.I.R.L., Lima, 2012, pág. 17. A continuación se citará entre paréntesis el número de página para esta edición como C. 25
Cuando la luna cae/ cuando su disco se abre/ se fibrila en las zonas erógenas/…/y se toca el vestido/el lino blanquísimo/ accesible/ la costura finita/ de la enagua. (O.F 89) Varios elementos se hilvanan en los dos textos, ya sea por identificación o por contraste. En Chacana la ausente es la madre (¿la sirena?). Magdalena también es alejada de su propia hija y, al principio, se resigna a esa distancia. En La orilla familiar la ausencia es masculina. El padre del padre, que no: —difícil ser un padre/ si no se ha sido hijo— (O.F 25) Magdalena podría haberse dicho “difícil, si no se ha sido hija” antes de restituirse como madre a partir de aquella ausencia. El sueño de Ada en que se levanta el hábito y le exhibe su sexo vacío a Magdalena: Y Ada, que levanta la túnica, como las tablas antes, y que muestra el sexo, vacío; y la otra, que mira ese lugar inhóspito, insondable (C. 186) En Ada podemos reconocer a la poetisa Adelina Flores de Sombras sobre un vidrio esmerilado, de Juan José Saer. La que espía detrás del vidrio (¿detrás del hábito?), la de las mutilaciones (físicas o de las otras). En La orilla familiar el coro entiende al fin que sí: —se podía gozar— dicen a coro/ danzan en círculo/ se levantan obscenas los vestidos (O.F. 107). Ana Guillot es todas las mujeres que transitan estos textos y, a diferencia de su padre en el poemario, ella no deja atrás sus raíces, ni la lengua ni el nombre. Tiene (la niña Ana) las trenzas de Magdalena y también: Y ella (la de trenzas)/ abarcan la intemperie/ entre sus dedos (O.F 26) Lejos de la inocencia primera del héroe (heroína en este caso), Ana Guillot entrelaza esa intemperie: Cierro la constelación sin darme tregua/ una estrella por cada cementerio/ una constelación de voces/ que han podido/ alimentarse de lluvia en sus planicies (O.F 151). Urde una trama orgánica. Heterogénea sí, pero no por eso despareja. Ha transitado todas las ausencias y ha vuelto:
En el desorden de los años/ de la vida que roba que entrelaza/…/ el alma/ sólo el alma/…/ recuperando el gesto (O.F 153) Ella duerme. Chaca, chaca, chacana. Sin el fondo del alma no hay principio en el cuerpo, sueña. (C. 249)
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M atías Lockhart nació el 26 de enero de 1976, en Buenos Aires. Asiste al taller de escritura Tangerina. En 2004 publicó su primer libro, el poemario La Primera Sed, editorial Botella al Mar. Desde 2008 coordina, junto a Lucía de la Vega, su propio taller de escritura, Universo de Escritura. En junio de 2008 fue invitado al XII encuentro de poesía de Zamora, Michoacán, México. En septiembre del mismo año fue invitado a la I BIP de Brasilia. Integra el grupo TresComas, cooperativa de letras, junto a Silvina Marino y Lucía de la Vega. Tiene un segundo libro en proceso de corrección.
De La orilla familiar
POEMAS
ANA GUILLOT
—el camino va o viene según parezca— dice —preciado el don de entender la gramilla como si el cielo fuese— dice —vine a comala a buscar a mi padre— y le da un bustazo a la bestia (que va, ¿o viene?) —mi padre es también el tuyo— dice (¿el que se va a desmoronar?) preciado el aire que tenían ahí abajo donde la calavera toca los abusos y ella parece enloquecer ahora está muerto el hermano (¿y qué los otros?) —vine a comala— dice y el cuervo repite –cuar cuar cuar— va o viene el camino y murmuran arriba buscando el padrecito para que él perdone la falta —siempre se estuvo yendo— dice ella vine a comala a buscar el páramo paterno
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esta desolación reducida a escombros diosito y el calor como infierno de arcilla me come los bordes de la cara siempre andamos buscando a ese padre sin ver el cielo azul en las arterias (el camino va o viene interminable)
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Mujer 1
—¡ah!, ¿se podía elegir?— pregunta ahora que ya es vieja ahora que su vestido es negro, aceitoso, que ha parido seis hijos y tiene el vientre entumecido, lacio el peinado tirante y esa sonrisa tiesa y finita —¡ah!, ¿se podía gozar?— es posible entonces dejarse tocar en la entrepierna sin que los padre miren era posible cantar con voz profunda como chavela vargas no como doris day el pasito liviano ese final feliz y tan yanqui era posible cantar un bolero como si entrecerrara los ojos para él la nuca para él los pechos como frutas abiertas y ese olor a verano y las enaguas flotando el precipicio la clara manera de decir que sí —¡ah!, ¿se podía reir y no planchar el ceño almidonado para que no se enojaran en casa?— como si fuera la calle la apertura
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la noche la apertura un corredor erógeno un relámpago en la columna vertebral —¡ah!, ¿no estaba mal tentarse con la risa de otro con el olor de otro con la cintura de ese hombre perfumado que traía jazmines los domingos? elegir qué inglés, qué palabras, qué portazos pegar cuando le pegan a ella las palabras dolidas las palabras precarias, amarretas haber parido hijos y no haberle escuchado ni un –te amo— nunca la caricia después de la descarga nunca una manera de mirar diferente antes del desayuno ¡ah!, el frío la acobarda es hora de cerrar esa puerta que viene haciendo ruido es hora de prender el farol y apenas descansar
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El muerto
el muerto dice —no me sale la crema chantilly la raya al medio en la cabeza la mancha de sangre la de mi compañero en el ombligo como un falso nacimiento no me sale el abrazo en la cajita de madera no puedo sobornar a las semillas para volver a cantar no es posible dice el muerto estoy quieto y jodido en este cofrecito pulverizado de noche y de hambre no me sale el sexo por la boca no me puedo lavar no hay duchas ni bautismos ni lagrimales prontos para enjuagar nada de nada no puedo no me sale nada de nada ahora
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no es posible que yo escriba el relato (cada fusilamiento es una guerra) no puedo amarte no puedo tener hijos para sanar el duelo de la patria— (¿cuál es la patria, helena?) (¿cuál de las dos?) dice el muerto —no puedo cruzar esta distancia este nido mortuorio este olor agusanado pútrido y el alma (si la hay) llora a mi cuerpo desde afuera desde arriba ¿desde dónde el alma pretende alejarse de mi pena? si no puedo cruzar esta distnacia del otro lado del auricular de la historia de la tumba
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De Chacana
Es que a veces sólo es posible llegar de golpe. Si se intenta recomenzar, y nada que decir entonces. Los datos son aleatorios, posibles. Conversaciones en voz baja, reminiscencias. Por encima de la bruma, voces. —Que viene de lejos y sabe leer las estrellas— dicen. —Que a sus hijas las ha parido una sirena. —Que está solo porque su mujer la abandonó. Don Cosme Altaide se instaló en la casa blanca (Cuesta de San Blas, sin número) un sábado de mayo por la tarde. Traía poco equipaje y dos niñas (una que caminaba de su mano, otra en sus brazos). Dejaba atrás una historia que sólo él conocía y que nunca contó. Si a ellas les fue diciendo que las había parido una sirena, de mirada carnívora y muslos de nácar. Una sirena, triste y hermosa, que había deseado volver a su lugar. —Que los cabellos de Ada son de coral. —Que Magdalena esconde escamas de luz en el vientre. —Que son hechiceras, las dos. (…)
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Y es que hubiera deseado desmenuzarse las entrañas. Desoir los trayectos habituales, renegar de lo aprendido (que no se es madre porque sí, es necesario desearlo). Si la sirena ha vuelto, carnívora, en el útero. Nadie supo que era otra vez el miedo (como antes a la hora de la siesta, a punto de cortar la flor). Nadie supo que ella sí hubiese querido un girasol de ámbar, mirada lateral, tan pequeñito. Que sí hubiera querido el llanot de Gratificada sobre el pecho, que sólo si estaba Juan para siempre con ella, como una familia. Y no tan lejos, en esa trinidad desangelada. Y que si consentía con Joaquín, era porque hacía de cuenta que estaba con el otro (o no).
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II
ROBERTO BIANCHI
U R U G UAY
R
oberto Bianchi es un escritor uruguayo nacido en Montevideo el 30 de marzo de 1940. Como poeta realizó recitales en casi toda Latinoamérica. Actualmente se destaca su participación en espectáculos como integrante del Grupo Voces encordadas, compuesto además por la poeta Nina Reis, y los cantautores Adelaida Fontanini y Leonardo Figuera. En el repertorio figuran sus canciones: Amante de mi hoguera (música L. Figuera), Mis cosas, Vuelo corto y Los penitentes (música de H. Numa Moraes). En poesía publicó: Dedos índice, 1973, Opinando, 1981, Sumario, 1987, Bordes, co-edición utopías del sur/Signos, 1992, Lugar en Marcha, primer premio publicación Editorial Nubla, Bs. As.,1993, abro Montevideo, antología poética, Ediciones Poramor, Colección Sur, La Habana, 1993, Esto es Cuba, poesía-ensayo, 1995, montevide-o-dios editorial Graffiti, Montevideo,1997, Los amores son arcos formidables, bilingüe español-portugués, Proyecto Cultural SUR, 1999, ...y sin embargo abren los jazmines, aBrace 2003, Gestual de Dominio, (poemario ilustrado por Fernando Barreto, Brasil, aBrace, 2009), FRONTERAS (poemario ilustrado por Fernando Barreto, Brasil, 2011), Ríos de Cabezas, antología poética seleccionada por Miladis Hernández Acosta, Guantánamo, e ilustrada por Ileana Mulet, La Habana, (SUR editores, UNEAC, Cuba, 2013). Como narrador, resultó Premio Cuento del Concurso Literario “20 aniversario de AUDA”, 2004, con el auspicio y jurados de la Casa de los Escritores del Uruguay, por su trabajo: Un sombrero negro de alas anchas. Publicó Vaivén, Memorias desde el más acá, 2009, (no-
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vela co-edición aBrace-El Monje Editor, Argentina). Otras publicaciones: En las líneas de la mano, (poesía, Bianchi-Reis-Zavala, Tres poetas de América Latina, Marzo 2004, Quito, Ecuador) Trilogía Poética,-Celada sobre encaje de guipur- (Nina Reis, Roberto Bianchi y José María Pinilla), Ediciones Atenas, Barcelona, 2005. Poesía HUELLAS/MARCAS, Reis, Bianchi, Zavala, poesía bilingüe español portugués, Centro de Artes y Letras de Ecuador “Esmeralda Guzmán Carrera” y en numerosas antologías de poesía y de narrativa en portugués y en español, destacándose Entre Eros y Tánatos, de la Asoc. de Escritores de Mérida, Venezuela. Mención especial Poesía, Concurso literario Historias y poemas del mar, 1986-2006, con su poema Acaso el mar, Liga Marítima Uruguaya; Tercera mención en el Concurso Internacional de poesía De las dos orillas, con su poema Las uvas rodaron como gemas, Montevideo, 2007; Seleccionado para I Concurso Mundial de Ecopoesía 2010, (Unión Mundial de Poetas por la Vida). Es Director de aBraceCultura.
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E N T R E V I S TA A R O B E R T O B I A N C H I
—Aparecen muchas cosas en esa antología. En principio, la imagen recurrente de la cabeza y de los amigos. Esos amigos que son de todos lados y de todos los tiempos. Desde una filiación poética (Neruda, Vallejo), hasta tus compañeros. Es interesante esta idea de la fraternidad. —Mi poeta de cabecera, eterno: Vallejo. Soy muy vallejiano. A pesar de que me escapo sustancialmente de parecerme a él. Creo que el fundamento espiritual de Vallejo -su militancia, el buscar siempre lo nuevo, sus travesuras literarias- me marcó. Yo tengo un poema que dice “cuando leí a Vallejo tenía 17, y aun hoy sigo su rastro”. Con respecto a los amigos, tengo un gran problema: se me pierden en el tiempo. Los de la primera infancia, los del barrio, los del secundario. Más adelante, tuve compañeros, pero no tanto amigos, compañeros de ruta. Incluso alguno de esos compañeros de ruta, por temas de militancia política, -ni siquiera sabía sus nombres porque actuaban bajo seudónimo, o con nombres ficticios-, los perdí. Recién comencé a tener amigos, con profundidad a la mediana edad, cuando me fui a
vivir a Buenos Aires, porque yo viví veintidós años en Buenos Aires. Tengo muy buenos amigos argentinos. Después tuve los amigos de mis hijos. Y ahora como me volví de la Argentina y vivo en Montevideo, estoy en esa búsqueda permanente de nuevas amistades. No conservo los amigos. Eso es un drama. Hay encuentros y desencuentros, reencuentros. Luego me fui a vivir al Brasil. Un poco uno en esas andanzas, al ser un poco veleta, va dejando amistades. Pasa que uno siempre quiere estar en otro lado. Ahora estoy pensando en mis futuros viajes de este año. —Hablás de los viajes y está eso en tu poesía. La geografía. Y una idea de geografía dual. ¿Querés explicar eso? —Eso aparece mucho en el poema “Bordes” que está en el libro que se llama Bordes. Vivía en Buenos Aires, pero empecé a poder venir al Uruguay. Había terminado la dictadura en Argentina y podíamos venir acá de contrabando, porque acá todavía estaba el gobierno militar. Entonces, pude empezar a venir y hacer lío. Peñas, recitados y cantos. Esas cosas que eran consideradas revolucionarias. Y lo mismo en Argentina. Entonces, uno estaba con un pie en cada lado. Por eso lo de la geografía dual. —Aparece dualidad en tu poesía. Por un lado hay cierto anclaje en la memoria, y el poema se hace más metafórico y más estático, y por otro lado, la palabra acción. Un vaivén entre la idea de que aún la palabra puede hacer y el recuerdo. La nostalgia y el hacer. —Yo no sé si la palabra puede hacer. Yo creo que la palabra marca. Por lo menos es la forma más importante que tenemos para comunicarnos. Yo no creo más en el discurso. Creo que, con los años he aprendido, el discurso en general es falso; y si no es falso, me refiero al discurso político, se presta para la mentira. Más allá de que el que enuncia no tenga la intención de mentir. Pero sí creo en el discurso poético, porque sigo pensando en que la poesía es la madre de todas las artes y creo que el que nace en poesía, de alguna manera, tiene una herramienta muy poderosa. Hoy nadie recuerda un discurso completo, pero sí se recuerda los poemas de Vallejo y de Neruda. Se recuerdan, por lo menos, versos. Versos sueltos que son sentencias
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l a t r a n s f o r m a c i ó n d e l pa s a d o
La entrevista con Roberto Bianchi se dio en el momento de la llegada de su nueva antología, Río de Cabezas, publicada en Cuba. Toda la entrevista, en este sentido, fue un festejo y una bienvenida por el nuevo libro.
que perduran. No creo en el infinito. Creo que la eternidad no existe para uno. En el poema “Tiempo” lo digo: “seguiré estando/ pues me propuse sucumbir más tarde/ y todos saben que esas decisiones/ no empalidecen ni desmayan./ Allí donde se quiere puede estar mi pecho/ la soledad ahorcada por la vida/ toda la intensidad de la memorias/ cabalgando jinetes desbocados/ y estará mi ventura/ mi colección de letras/ la madura sonoridad del viento/ cuando sale a gritos/ a derribar el mundo/ que me deshabita” y ahí termino el libro con esa… no es nostalgia. Es una desesperación, porque realmente uno está deshabitado por el mundo. Uno no habita el mundo, el mundo lo deshabita a uno. El mundo lo inhibe a uno de tantas cosas. —¿Cómo podríamos remediar esa ausencia? —Yo no creo en las victorias. Políticamente, en este país, Uruguay, aunque también en la Argentina, y en el Brasil, aquellos personajes que fueron los más castigados, los reprimidos, hoy son los que gobiernan. Por ejemplo, el presidente nuestro fue un guerrillero que estuvo trece años preso. El Che Guevara fracasó estrepitosamente en todas las cosas que hizo, y sin embargo hoy es un ídolo universal. Discutible sobre cómo lo utilizan. Y en Bolivia, en aquel pueblito donde lo mataron, hay monumentos hechos para él. Y Bolivia es otro país luego del Che Guevara. A pesar de que el Che no triunfó en nada de lo que hizo. Tampoco creo en las derrotas. Yo nunca me voy a sentir derrotado porque todos los días lucho. Todos los días trato de hacer otra cosa, recuperar algo, y creo que eso es lo único que podemos hacer en la vida. La vida es eso. Son pequeñas acciones que te pueden llevar a sentirte bien contigo mismo, en principio. —¿Abrace Cultura tiene que ver con esto? —Abrace es eso. En definitiva, si bien su historia surgió por derrotas. Las derrotas fueron en este caso muy diferentes. Yo era el representante del proyecto cultural Sur en el Uruguay. Lo respeto mucho, pero me separé de ellos. Entonces con Nina Reis, una compañera excepcional, generamos un movimiento. Es poco democrático, yo reconozco que no es democrático, y no lo es porque cada vez que intentamos que lo fuera, los fracasos eran un poco mayores. Osea, yo
creo en la democracia como un elemento interno de cada uno, pero cuando lo llevás a la práctica siempre tiene muchísimas limitaciones, tenés que ampliarla, cada vez más, pero eso te va retrasando en los logros. Como nosotros no teníamos demasiado tiempo para esperar que democráticamente se obtuvieran ciertas cosas, deicidimos que no fuera democrático, sino que fuera un movimiento dirigido por dos personas, Nina y yo, que damos apertura. Lo que es democrática es la puerta. Cualquiera puede en nombre de Abrace, siempre y cuando no sea indigno lo que hace, manifestarse. En teoría tenemos 150 representantes, pero en la práctica tenemos uno, dos, tres. Creo que el mayor representante que tenemos está en Cuba, pero porque la ideología también es distinta. La forma de pensar es diferente. Pero en general los que han sido nuestros representantes, no llevan adelante esto como cosa propia. Lo seguimos llevando nosotros y sabemos que cuando nosotros no estemos, como todas las cosas, esto también va a caer en el olvido. Pero por lo menos, dejamos una cosa marcada y alguien lo va a retomar de alguna manera. —¿Qué hace Abrace? —Abrace está compuesto de dos ramificaciones. Una es la parte editorial. Y la otra es el movimiento cultural que es sin fines de lucro. El movimiento cultural es una entidad de orden cultural que simplemente se manifiesta de todas las formas posibles. Ahora vamos invitados como individuos a Zamora, pero llevamos elementos para la difusión de la poesía, principalmente. Llevamos los libros, los exponemos, los regalamos, los donamos en bibliotecas. Tratamos de que la palabra de más de quinientos autores que hemos publicado en estos quince años pueda tener la oportunidad de ser vista y leída por otras personas. En este momento apostamos mucho al bilinguimo, al portugués, principalmente. Tenemos ese factor, que a nosotros nos beneficia, de que somos bastante originales, a diferencia de otros movimientos que están en un solo idioma. Con el portugués no existe prácticamente. En Brasil, por una necesidad estratégica, el ex presidente Lula estableció en cierto momento la obligatoriedad del español en las escuelas, cosa que nosotros no hemos hecho. Brasil es un
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país que está aisaldo por el idioma. Y es un continente. Brasil tiene dentro muchos brasiles. Y diferencias muy notorias. Aprovechando esas circunstancias hacemos muchas cosas en los dos idiomas. Antologías poéticas en dos lenguas, encuentros y festivales poéticos en Brasil. Debemos llevar unas treinta antologías publicadas y después libros individuales. Somos de los pocos que editamos poesía acá. Ahora han surgido dos o tres editoriales. Por lo menos de aquellos autores que no son conocidos. Hemos realizado 14 encuentros internacionales. Y siempre en le marco de la difusión de obra. En estos encuentros hacemos ponencias, presentaciones de libros, pero el marco es diferente. Tenemos dos preceptos: solidaridad entre creadores. El creador de poesía es muy egoísta. Pero a los efectos de cambiar esto, Abrace toma el precepto de solidaridad entre creadores. Como movimiento, nosotros no juzgamos la obra de ningún autor. Cuando viene un autor joven y veo que su obra es defectuosa, primero veo si vale la pena hablar y, si me doy cuenta de que hay pasta, un elemento, entonces trato de decírselo de la manera más suave posible. Pasa algo curioso con el tema de la ortografía. No de sintaxis. Yo conocí jurados que decían: si tiene faltas de ortografía ni lo miro. Yo creo que es un gran error. Lo que hay que mirar es otra cosa en la literatura. Para eso existen correctores. —¿Cómo fue tu infancia en la poesía? —El tiempo poético nació muy temprano. En general, uno siempre escribe sus primeros versos cuando se enamora. Cuando tenía 16 años, empecé a escribir las primeras cosas. Yo tuve una especie de suerte poética. Mi primera novia la tuve a los 17 años y ella era nieta de un gran escritor uruguayo, de la generación del 900, que se llamo Angel Falco, un poeta de tipo anarquista, con mucho espíritu de lucha que fue cónsul en Italia y después en México. Este poeta, que yo ya conocía, veterano, de alguna manera me marcó en mis andanzas por la poesía, y si bien yo me separé rápidamente de su línea literaria, sí me impregnó de inquietud poética, y así fue como generamos círculos literarios, cuando tenía 18 años, círculos como grupo Ariel, que
ya muchos de los que estábamos allí no están. Y las lecturas de joven fueron las lecturas que normalmente se hacían en aquellos tiempos. Revistas, las tiras en los diarios, y después Verne, todos los autores que uno transita. Y sobre todo de ciencia ficción, soy muy lector de ciencia ficción y de poesía, los clásicos. Yo incursioné también en la narrativa. Tengo una novela publicada que se llama Vaivén, que son cuarenta años de la historia del Río de la Plata, de alguna forma. Hay mucho de historia argentina y uruguaya, enmarcado en una pareja que se reencuentra. El gran misterio de esta novela es el narrador, es un narrador que de alguan manera no existe. “Es la historia de una mirada que mira, y lo mirado lo incluye y a la vez lo deja afuera”. Lo más importante para mí fue el narrador, el narrador que es un no nacido. La que estoy escribiendo ahora se va a llamar algo así como Platea. Y es sobre los escritores, y fundamentalmente sobre los poetas, sus vicios, sus errores, todo lo que nos acontece como escritores. —¿Cuál es tu opinión acerca de las nuevas generaciones lectoras o no? —Hay un fenómeno muy interesante con los jóvenes, porque cuando se interesan por algo, lo agotan. Tal vez el gran error de los escritores sea no haber encontrado el camino exacto para esa necesidad. Acá en Montevideo, hay un fenómeno muy interesante que se llama Voces Encontradas. Es un fenómeno televisivo, en el orden de Harry Potter, que busca misterios sucedidos en el Uruguay. Aunque los misterios se están agotando y ahora ya están acudiendo a otras cosas. Por ejemplo, esas casonas abandonadas, suicidios, o crímenes nunca resueltos, tipo fantasmagórico. Con muchísima habilidad, y con un equipo interesante de trabajo, hicieron la serie más vista del país. Pero además hicieron un libro con cada una de esos capítulos y el libro lleva miles de ejemplares vendidos. ¿Qué quiere decir? Encontraron un camino de salida para las necesidades de lectura de esos muchachos. Ojalá uno pudiera lograr eso como escritor, sin bajar los níveles, porque yo creo que eso no puede hacerse. Para hacerse popular perder la calidad.
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—Y ¿qué lugar para las tecnologías? —Una vez vino a un encuentro un español que dijo que el libro desaparecía, que se sabía que el libro iba adesparecer. Y yo estoy en desacuerdo, aunque no puedo hacer futurología. Yo creo que el libro va a desaparecer el día en que nos injerten algo en el cerebro que ayuda a que automáticamente tengas toda la información, todas las lecturas. Y no tengas necesidad de leer o de mirar ni de hacer nada. Pero ¿qué pasa? Si bien el libro compite con internet, pensemos una cosa: la radio y la televisión. La televisión existe, pero la gente sigue escuchando la radio porque hay cosas que no se dejan porque son más cómodas que otras. Uno cuando se sienta a ver televisón se sienta a ver televisión, o sino tiene prendida una cosa todo el día, como sucede en algunos restoranes, bares, que está prendida una cosa que nadie mira. En cambio la radio, para muchas tareas, es una gran compañía y nunca va dejar de existir. Yo recuerdo que cuando empezó la televisión fue una forma de unir a la familia. Profundo error. Hoy cada uno tiene un televisor en su cuarto. Y la otra cosa, que ahora la radio vaya a desaparecer. No. Pienso que con el libro e internet pasa lo mismo, coexisten. No sé si la técnica hará que se use menos papel, pero igual nunca se uso tanta cantidad de papel como ahora. Yo creo que nunca se gastó tanto papel como ahora. Por cualquier cosa ya uno está imprimiendo. —Tenés una frase muy linda: la reconfiguración del reinicio. —Siempre renacer, siempre reiniciar. La búsqueda constante del poeta, el poema. La poesía es un acto de amor, y el poema tiene que de alguna manera encontrar el lugar para el amor. El gran sentido. Lo único que puede salvarnos es el amor, porque todo lo demás es perjudicial y nos lleva a una trampa mortal, pero con el amor se pueden salvar muchas circunstancias.
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EL MUNDO Y LOS OTROS
Viaje por los bordes de la poesía de Roberto Bianchi.
p o r n ata l i a m o n s e g u r
Roberto Bianchi viaja. Es un viajero, un trotamundos, quizás un trovador. Ha encontrado hace tiempo en la poesía y en la cultura su razón de ser, el sentido que renueva su compromiso con el mundo. “Hay que llevar la palabra”. Pero, ¿qué palabra es la que se debe llevar? La palabra digna, nos dice él. La que puede nombrar, volver a nombrar, la que puede crear. Bianchi se encuentra ahí. Para pensar desde su palabra, ha atravesado formas. Sus libros no se repiten, hay una búsqueda formal constante. Ningún poema se parece a otro. Hay un interés en lo diferente, en la búsqueda de sonoridades, en nuevas palabras. Los temas, en cambio, permanecen: “todos escribimos sobre lo mismo”, dice el poeta. Ha viajado, decimos, y en sus poemas está Montevideo, su ciudad; Buenos Aires, su ciudad vecina; La Habana, una patria que constantemente le da cobijo. Las ciudades aparecen y desaparecen detrás de esperanzas y desesperanzas. Entre forma y forma, entre ciudad y ciudad, Bianchi atraviesa fronteras, reales y literarias. Lleva y trae versos, propios y ajenos. Es un contrabandista y un conversador. Un experto en la intertextualidad, en otros términos. Se apropia del
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mundo y de la palabra de otros poetas, de Simón Závala, de Nina Reis, de Fernando Vallejo. Retoma y revierte esos versos. Los vuelve familia. Filiación. Los hace pasar al otro lado de la frontera, los mastica, los conversa. Vuelva a charlar con sus amigos en el libro. Vuelve a jugar con las ideas, ideas que lleva adelante verso a verso, pensando mientras uno los lee. Imagina e idea. Él se vuelve ciudadano de todo lo que nombra. Y se hace responsable. Vuelve a poner a la luz aquella melancolía que tiene el Río de la Plata. Es un hombre de acción, alguien que vive para la esperanza, pero que, en cada verso, se cuela esa retirada de la murga, ese frío en la boca del río en junio. Son las fronteras que dividen, las guerras pasadas que traen esa neblina. Hay pérdida y memoria. Hay resistencias del pasado y convicción, aunque el mundo se empeñe en ir por el camino de la violencia. El hombre recuerda y resiste y para ello bordea, oscila entre un lenguaje altamente metafórico y un lenguaje que se ancla en lo coloquial, en lo conversacional. Ahí nace ese poema que registra Montevideo: “Pedaleando”1. Bianchi va a decirnos todo el recuerdo, todo lo injusto y todo lo bello que tiene el pasado y el presente. Hay utopía. Todavía, y menos mal. Y Roberto la utiliza a su vez como un topos literario. Hay un buen lugar que no está en ningún lugar. Lo único que tenemos que hacer para alcanzarnos es avanzar. Tomar lo que tenemos a mano, nuestras palabras, y decir, volver a decir, volver a pensar. No hay metafísica. La intención se fija en lo social. Hay denuncia, pena, “bastante lágrima está ya rodada como para que la tierra nos recuerde”, está la guerra, está el ojo puesto ahí, en el mundo, donde “está la luz que todavía nos enuncia”. En esa geografía se mueve Roberto Bianchi, entre el pasado y el presente, entre los límites y aduanas del continente americano, que tanto tiene de pasado y tanto de promesa. La certeza, luego, del amor como único elemento que salva. Su poesía es voluptuosa, sensual, cortés, quiere darse, románticamente, a la antigua. Y en ese viaje, se encuentra su tono más genuino: el
amor, lo coloquial, la utopía. Entre esos tres espacios, el poeta recorre y se recorre. Conversa con Nina Reis, su compañera, y son muchos los poemas que parten con un epígrafe suyo. La voz femenina le da pie a sus disgregaciones, a sus pensamientos. La voz femenina contiene. Y da guía. Ella trae sus palabras. Roberto Bianchi necesita del mundo. Lo sopesa, lo mira, la critica, lo resiste. El mundo, dice, lo deshabita. Lo hace suyo sin querer, de eso se trata este lenguaje que tenemos. Nos apropiamos de las cosas que nos rodean con él –o por lo menos eso creemos. Escribimos para poner orden, para dar sentido al mundo, este nuevo, viejo mundo que crea y se crea sin parar. El poeta Bianchi escribe estos versos de la memoria y los recuerdos, de las posibilidades de futuro. Son versos de la conciencia. Versos del viaje. Un viaje que le aportó esas visiones y esos contactos con los otros, los amigos, nuevos versos para continuar en la tarea del decir. Poeta del otro, de lo alterno, de la búsqueda, el borde siempre nos proporciona el contacto con lo diferente a nosotros y nos enriquece. Aquí, las voces de los demás, las visiones de los desaparecidos, del pueblo, del ciudadano común, del poeta loco y admirado. Todo eso es un nuevo sistema de vida, una propuesta de utopía. El lugar del deseo primero debe ser descrito y vuelto a escribir.
1 Ver poemas de Roberto Bianchi. 51
De Montevide-o-dios
Pedaleando
POEMAS
ROBERTO BIANCHI
Hoy volvimos -como de costumbremágicas las ruedas piernaypierna por la rambla. Hoy volvimos pedaleando al aire proclamando bellezas como de costumbre. Del mar viene del mar ese reflejado amanecer. Llega del mar el olor sorprendido en pleno ascenso. Hoy volvimos -como de costumbrepiernaypierna por la rambla.
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De Fronteras
De En las líneas de la mano
Nada de todo
Reinicio
Lo que fluye entre la piel y el reto entre la marca y lo vivido lo que se contamina de miradas circula en pasos que tienden a volarse nada de lo que avanza en los minuteros y retrocede en los quejidos lo que se enciende de silencio se entretiene en la mesa servida nada de lo que significa resistir estar soñando cuando ya no duermes reconocerse en los alambres que llevan voces -ojos- lo que se alimenta de sentidos nada es ni será ajeno a mi memoria ni se perderá en tinieblas vespertinas ni se confundirá con otros ríos ni otras vecindades y será todo nuevo en cada despertar como cuando algo no se axnuncia y nace.
Cambian las paredes los meridianos las latitudes se suceden el pleno sol deja paso a mediastardes y contrastes a la boca oferente que se multiplica y todo el universo pareciera rendir sus estallidos dar créditos de vida para que las habitaciones sucesivas sean siempre vestidos abrigados donde se configure el reinicio.
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De Bordes
Bordes Cada vez que milagro las aguas y navego los párpados tensos movidos de río que transito disímiles bordes equilibrio comparo que seduzco mi propio criterio jineteando dos tierras dos modos dos rumbos cada lecho extiende su vientre caracola su ombligo me colmena me enjambra.
edificios historias sostenidas memorias heridas cada vez más fluido cerrado imposible de tantos encuentros derretido de ausencias. No me voy a negar a creerte cuerdo sueño discurso estás ido desnudo insensible pero tienes el rol de existirme más allá que no llegue el acuerdo y sean dos siempre opuestas presencias geografía dual otra historia pero un solo y humano camino de errores que se exudan por todos los poros cada vez que me asombro de arribos.
Cada vez que atornillo los ojos que aproximo mi entraña a un saludo un adiós un vacío -cada vez que me asombra un arribosepultados me quedan perdidos injertados de anécdotas suelos
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De … Y sin embargo abren los jazmines
Resistir Quedaremos en destellos quánticos energía disparándose expandiéndose en ramos de luz al menos la mirada el acto deslumbrante al menos los ecos las enunciaciones de amores y destinos más allá de la muerte las ideas las palabras siempreboca de la carne la curva más obvia del vacío al menos los embriones del grito.
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III
R AQ U E L L A N S E R O S
ESPAÑA
tanto en España como en otros países como Italia, México, Bélgica, Nicaragua, Colombia, El Salvador, Turquía, Chile, Perú, India, Estados Unidos y Argentina.
R
aquel Lanseros (Jerez de la Frontera, España, 1973) es una de las voces más premiadas y reconocidas de la poesía española actual. Ha publicado los libros de poemas Leyendas del Promontorio (Ayto. Villanueva de la Cañada, Madrid, 2005), Diario de un destello (Editorial Rialp, Colección Adonáis, Madrid, 2006), Los ojos de la niebla (Editorial Visor, Madrid, 2008) y Croniria (Ediciones Hiperión, Madrid, 2009), (Ícono Editorial, Bogotá, 2012) y (El Suri Porfiado, Buenos Aires, 2012). Su libro Diario de un destello ha sido traducido y publicado en Francia bajo el título Journal d’un scintillement (Les Éditions du Paquebot, Paris, 2012). Asimismo, su obra ha sido reunida en las antologías personales La acacia roja (Ediciones Tres Fronteras, Murcia, 2008), Un sueño dentro de un sueño (Ediciones del 4 de agosto, Logroño, 2012) y A las órdenes del viento (Valparaíso Ediciones, Granada, 2012). Entre los galardones que ha recibido por su obra poética destacan el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del Tren 2011 y el Premio Antonio Machado en Baeza. Como traductora acaba de publicar Poemas de amor de Edgar Allan Poe (Valparaíso Ediciones, Granada, 2013). Licenciada en Filología Inglesa, su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, italiano, holandés, hindi, turco, hebreo y portugués. Asimismo, ha sido incluida en numerosas antologías y publicaciones literarias
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E N T R E V I S TA A R A Q U E L L A N S E R O S
—Raquel, ¿qué significado tiene para vos la infancia? —Ya dijo Rilke que la patria de un hombre o una mujer es la infancia. Yo sinceramente creo que en la infancia se gestan muchos de los rasgos definitorios que después de alguna manera van a condicionar nuestra personalidad. Y no cabe duda de que ciertas cosas que ocurren en la infancia, aunque uno no es consciente a esas alturas, después fructifican en forma de fruto poético. Yo tuve la inmensa suerte de tener una infancia muy feliz, tal vez esté mal decirlo, pero lo que realmente un niño necesita es cariño sobre todo, que no le falte la comida, que no tenga frío, y ya está. Yo tuve esas cosas. Y compartí mucho tiempo con mis abuelos. Mi madre trabajaba, ahora está jubilada, y entonces mis padres estaban bastante ocupados, y yo pasaba mucho tiempo con mis abuelos, lo cual en mi caso lo vivencio como un tesoro, como un regalo de la vida, porque de repente me hice más consciente del paso del tiempo, porque estaba muy en contacto con ellos. Me daba cuenta del decalar generacional que había entre seres humanos, que ahora es una obviedad, pero para un niño es un descubrimiento, y ellos me regalaron retazos de la historia, de una manera sentimental. No es lo mismo estudiar en un libro o ver una película, a que tu abuelo te cuente lo que ocurrió en la familia. Está ese legado de memoria. Sin quererlo me hicieron depositaria, y eso
desde el punto de vista poético, es absolutamente influyente, porque en mi caso la necesidad de expresar poéticamente las cosas también parte de esa fascinación y también angustia por el paso del tiempo. —¿Qué lecturas de aquella época te quedaron en la memoria? —Ahora me ha venido a la cabeza una anécdota mía. Mi abuelo era un gran amante de la dramaturgia, y él, de joven, había sido apuntador en un teatro, y bueno, un apuntador siempre está apuntando, la figura del apuntar ahora ya ha desaparecido, pero entonces existía. Entonces si una obra de teatro la representan treinta veces, se aprendía de memoria las obras de teatro y su favorita era -en realidad en ese sentido habla de su buen gusto, no es nada original- Calderón de la Barca, La vida es sueño. Adoraba La vida es sueño, y me acuerdo que me recitaba sin parar, de vez en cuando, muchos retazos, pero sobre todo el famoso soliloquio de Segismundo en su torre. Yo notaba que me encontraba con algo más que palabras, pero esto qué es, era algo superior, una sensación de encontronazo místico casi con el soliloquio que me deslumbraba y me lo aprendía de memoria. Era un mantra. Mi abuelo era un hombre muy medido, muy razonable, siempre muy comedido. Se sabía de memoria obras de Jacinto Benavente, de Vallejo, y de todos los grandes, de Lope de Vega. De alguna manera el teatro del siglo de oro era poesía. Y luego también mi madre es una gran lectora de poesía, es una aficionada. Había en casa por ese motivo muchos libros de poesía, pero no había nada contemporáneo realmente, llegaba hasta la generación del 36. Miguel Hernández era lo más novedoso que tenía. Yo ahí leí a Machado, Lorca, Neruda, leí a Octavio Paz, a Borges, a Gabriela Mistral. Y todos los autores españoles por supuesto, Cervantes, Cernuda, Salinas, Juan Ramón, tuve acceso a Becquer. A mí Becquer me deslumbró de niña, como a todos los niños a través de las rimas, que dan un flechazo en el corazón; y Fray Luís, los místicos, Santa Teresa, San Juan. Yo tenía unos siete u ocho años cuando ya leía a hurtadillas, -la poesía me parecía más fácil de leer que la prosa-. Ahí en la biblioteca de mis padres tuve alimentación.
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e l a m o r y l a pa l a b r a
Tuve la suerte de vivir en una familia bastante politizada, mi padre fue miembro del partido comunista hasta hace muy poco. Entonces en aquel momento cuando yo tenía cinco años se aprobó la constitución de 1978, entonces me llevaban a los mitines. En España en esos días había una ebullición política muy fuerte, y había mucho sentido de consciencia política. Por mi casa pasaban los amigos de mi padre, que muchos de ellos pertenecían al partido comunista, los que habían estado exiliados en Rusia o en Francia, y bueno, yo eso lo veía bien, con el candor y la inocencia de un niño que no sabe muy bien de qué se trata, pero eso iba calando en mí. Yo recuerdo el hecho histórico que realmente me afectó de lleno, y vi ahí el miedo en los ojos de mis padres. Mi abuelo fue al golpe de estado de 1981. Hubo un intentón de golpe de estado que afortunadamente fracasó, y ahí sí que me di cuenta de la magnitud del problema. También luego tuve un momento en el que maté al padre, en la adolescencia, y de repente puse en cuestión todas las ideas de mis padres y quise tener las mías, propias. Y luego me he reconciliado… ideológicamente con las ideas de mis padres, que tampoco me las han impuesto, que sí es cierto que el peso de lo que se hablaba en mi casa tuvo mucho peso en mí obviamente, no podía ser de otra manera. —¿Y qué relación encontrás entre las crisis y la poesía? —Leí el año pasado El olvido que seremos para intentar comprender lo que ha pasado y me di cuenta de que, en un territorio de dolor, la poesía construye esperanza y es un resurgimiento de futuro. Yo el año pasado me fui tan impresionada que muchas veces en España lo he puesto de ejemplo de como de una circunstancia triste, trágica, la poesía puede actuar casi de bálsamo curativo, sanador y germinativo para seguir construyendo en el futuro. Por eso ahora, la crisis está desanimando mucho a la gente, no lo comparo con el dolor de una guerra, pero a mí sí me parece que la poesía sirve, sirve para construir. Sí me parece que la poesía puede servir aunque los poderosos no nos dejen. Hoy en día la poesía es revolucionaria. Tuve varios profesores de literatura, gente que estaba muy comprometida con la literatura que no era solo un oficio pecuniario, sino que ellos
creían en eso. Entonces desde pequeña tuve la suerte de tener buenos profesores de literatura. En los ochentas había ese empuje de querer avanzar, y había profesores que, para ellos, la poesía era un especie de arma revolucionaria, pero sin intentar sesgarla, sin adoctrinar en algún momento. Estudiábamos a Vallejo, gente de Uruguay, Benedetti, Onetti como narrador, Idea Villariño, luego estudiábamos a los nicaragüenses, sabíamos quién era Ernesto Cardenal, Claribel Alegría, Gioconda Belli por ejemplo que en aquella época era una mujer muy joven, Octavio Paz, Jaime Sabines, Rosario Castellanos. Yo la literatura hispanoamerican la crecí sintiéndola tan propia como la española. Se estudiaba Rubén Darío, acto seguido se estudiaba a los hermanos Machado, todo junto. Cosa que ya no es tan así. Pero yo creo que debe conocerse lo cercano y lo lejano a la vez. —¿Necesitas volver a tus poemas? —Mi poesía no la suelo leer, pero sí cuando debo leer en público debo pensar qué voy a leer y me doy cuenta de la relación que tengo con mis poemas. Hay algunos que están más plenos de significado porque tal vez fueron escritos en algún momento muy sensible, otros que se han modificado con el tiempo, empezaron siendo muy queridos y que los he olvidado, y otros que estaban olvidados y de repente me han vuelto a enamorar. La relación con los poemas está viva y es cíclica, a medida que tú vas cambiando y hay otras cosas en tu vida. Tengo una hija de tres años que también hace que vea y reviva toda la historia de la literatura. Le leo cosas y de repente vuelvo a reinterpretar. Realmente yo creo que la literatura y el arte nos hace un poco más libres y me gustaría que ella fuera libre, libre de escoger, de elegir, sobre todo de tener conocimientos críticos para que no la manipulen. —¿Qué pensás de la relación entre poesía y educación? —Yo era profesora hasta hace unos años, pero de inglés. Tengo la oportunidad de ir a Institutos y colegios. Me doy cuenta de que no leen poesía, pero no es único de los adolescentes, los adultos leen menos. Cuando yo hablo con ellos intentó hablar de cosas que podemos tener en común, que les importa a ellos, a mí, a todos, puede ser
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el amor, los fracasos, las alegrías, las ganas de ser libre, la emancipación, todas aquellas cosas que para ellos pueden ser importantes y que también las toca la poesía. Entonces normalmente hago lecturas guiadas, escojo los poemas que yo creo que les va a interesar y por ahí les intento enganchar, y me doy cuenta de que hay un montón de chicos que después tal vez no van a seguir leyendo, pero en ese momento se la pasan bien, disfrutan, preguntan. Les preguntas si escriben y de repente hay cuatro o cinco que le han escrito a la compañera, que tienen el corazón roto o lo tienen pletórico viviendo una gran pasión… y de repente sí que les llega, les encanta, y dicen ah, eso suena muy bien, se parece un poco a la música. Yo escribo también mucha poesía rimada y lo sonetos, escribo décimas, porque creo que con los adolescentes es más fácil, la rima tiene algo de embrujo, hechizo innato, y sí que me doy cuenta de que la poesía les gusta, lo que pasa que presentada como una materia, exámenes, se hace árida, pero sí que son receptivos cuando se lo haces de otra manera. A mí me han musicalizado muchos poemas, incluso hay un disco con un cantante holandés. Otros amigos de Barcelona, han hecho rumbas, otro grupo de rock. Todo eso se los llevo y se los pongo en la pizarra digital. Entonces leen el poema, oyen la canción, y de repente entienden que la poesía no es una cosa así polvorienta en los estantes de una universidad con gente con gafas. Es la vida misma. —¿Para qué enseñar poesía? Las humanidades sufren más el utilitarismo del para qué. Yo a veces les digo, por decirles algo, bueno, ahora vosotros sois lozanos, jóvenes, teneís el cuerpo, otros placeres físicos, corren, hacen deporte y el amor, y toman el sol… va a llegar un momento en que el cuerpo deprime… y en ese momento vaís a ser más felices con algo que no se acabe con los años, tendreís otras formas de placer que no se marchiten con el vigor físico. Eso es la cultura, una forma de ser feliz toda la vida. No sólo cuando eres joven… Para transmitir una pasión hay que tenerla. Creo que hay más puestos de profesor de literatura que apasionados de verdad. —La pregunta por el tiempo: el pasado, el presente y el porvenir.
—La sensación que tengo es que dialogan. Tengo una concepción del tiempo unitaria como un bloque de manera que el pasado, el presente y el futuro ya han ocurrido y siguen ocurriendo. En ese sentido me da la sensación de que dialogo, hablo del futuro, hablo del pasado, y también celebro el presente. No creo que mi obra esté orientada a uno solo de los tres tiempos. Dialogo continuamente con los tres. —¿Qué necesita un poema? Efectivamente la poesía funde sus raíces en el territorio de la emoción, la intuición, de lo onírico, de lo irracional de algún modo. Nadie tiene la receta mágica del gran poema, es imposible. Si me preguntan, no lo sé y si lo veo, sé lo que es. Yo si tuviera que hacer un análisis de lo que yo personalmente creo que debe hacer un poema, o algo que merece la pena…pensaría en la emoción, por supuesto, pero para también en el pensamiento, la filosofía. Yo pienso que la poesía tiene mucho que ver con la filosofía. Es una forma de preguntarnos cosas a las que no necesariamente tenemos que responder. La poesía está más relacionada con las preguntas que con las respuestas. Respuestas concretas no hay y lo hermoso es continuar en la eterna búsqueda de ellas. Hay muchas respuestas, no hay una sola respuesta. La vida no es tan maniquea, es mucho más compleja, mucho más llena de matices. Pero yo creo que el pensamiento, y de hecho yo estoy estudiando filosofía… el disfrute está en el camino. A mí me parece que la reflexión tiene mucho que ver con la poesía. Pondría en el mismo orden de cosas, la emoción y la reflexión, el pensamiento y luego la música. La musicalidad, el ritmo para que la poesía no sea algo árido. Tiene que tener ritmo interno, incluso la poesía verso librista, como dicen, que yo creo es algo despectivo, incluso la poesía en verso blanco, o verso libre debe tener ese ritmo interno. Reivindico el pensamiento, el pensamiento lírico. —¿La poesía y el futuro? —Yo creo en la poesía con toda el alma. Pienso que independientemente de lo que nos vayan deparando los acontecimientos históricos, la poesía siempre tendrá su sitio. Porque lo que nutre a la poesía, digamos, es lo inmanente, lo que nunca cambia, lo que nos hace hu-
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manos; por eso da igual que haya una revolución tecnológica. Pase lo que pase siempre los hombres necesitarán consuelo, los hombres necesitarán amor, los hombres necesitarán historia, necesitarán otros ojos en los que se reflejarse y eso va a ser perpetuo. —¿La poesía y la crisis? Yo creo que la poesía puede ser paliativa. Incluso germinativa, para germinar otras vías. Porque estamos ante una crisis no tanto real, productiva, ni industrial, sino una crisis especulativa, es decir, es una vuelta de tuerca para intentar que la gran masa, el pueblo por miedo y por temor, por causas a derechos adquiridos, a la dignidad personal por ejemplo. Yo creo que la poesía que es una inoculación de belleza con mayúscula. En el sentido filosófico del término, puede ser revolucionaria. Puede ser más difícil amedrentar y desposeer de su espíritu verdadero a una persona que ama la belleza, que ama la armonía y se siente consciente de su propio valor antropocéntrico. La poesía puede hacer mucho y necesitamos belleza, necesitamos arte, necesitamos revestir este mundo de cosas que, por un lado, nos consuelen y por otro lado nos estimulen frente al materialismo más estepario, más árido. Entonces la poesía tiene mucho que decir. Bien lo saben ellos que siempre a lo largo de la historia han matado poetas. —¿ Y los otros lenguajes? —El lenguaje poético y el afán artístico se adapta a todas las realidades. Vivimos en un mundo en el que todos prácticamente tenemos Smartphone, que nos comunicamos por whatsupp y reducimos las letras para que nos quepan en un SMS. Enviamos mensajes de amor por el SMS. Al contrario, no renuncio a la tecnología. Yo soy una apasionada de la tecnología además. Tengo Ipad, ebook y creo que en el futuro convivirán y los medios electrónicos de hoy serán en el futuro algo mucho más obsoleto y que tendrá el peso de objeto de museo. Cómo se adapta el lenguaje poético a la necesaria brevedad por ejemplo de los SMS, y del twiter, pues eso sí es más complicado, porque efectivamente la literatura tiende a remanizarse, a comprimirse. Yo creo que se puede hacer poesía por Twiter, pero ya tiene que ver con el ingenio, la ocurrencia que son cosas no exactamente
sinónimas, pero sí que engloban la otra. Es otra cosa distinta, no viene a suplir, viene a sumar. —¿El amor? —El amor en su gran acepción, como Eros el motor de la vida, es exactamente lo que hace que el mundo continúe andando. No es que me parezca importante, me parece fundamental. Somos todos hijos del amor, somos todos padres del amor. El amor es un poco el hilo conductor que tiene la vida. Cómo no escribir sobre el amor. En todas sus múltiples facetas, el olvido, el desamor, por la desesperación, el dolor, la pasión absoluta, la indiferencia amorosa que es tan terrible, tan lacerante. Todas las facetas del amor nos sirven para crecer. Necesitamos ser el cornudo, el bufón, el rey, el soldado. Todos somos todos esos personajes. El amor es la gran escuela. Cómo sustraerse a esa fuerza. Yo tengo un montón de poemas de amor, no puede ser de otra manera, pero del amor enfocado en un montón de ópticas. Un poema de amor:
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El discreto encanto de la autenticidad
Fue Antoine de Saint-Exupéry quien dijo que conocer a alguien no era memorizar su nómina y su oficio sino saber si amaba los geranios… vas contando radiante mientras corres al abrigo del tiempo rasgando una guitarra imaginaria. Yo apenas te conozco de esa manera convencional y triste en que se miden las gentes rigurosas las mismas que calculan circunspectas los números ajenos, las posibilidades de establecer un marco común satisfactorio
como base de sólidas alianzas que redunden en beneficios mutuos. Afortunadamente ignoro todo eso. Pero sé muchas cosas. Aprendí navegando tu mirada infinita que los días nos premian sólo a veces con veinticuatro horas que un pez es el vecino del charco de la esquina y la esquela de un príncipe un folio de papel. Si conocer es verte sin que te vean los ojos soñar a tumba abierta y no saber quién se adueña de quién pulimentar la luna izar contigo todas las banderas exentas de pecado vislumbrar el secreto elevar al cuadrado la risa de la tierra escuchar sin abismos tender la mano igual que quien construye un puente. Entonces, te conozco.
En aquel tiempo teníamos nosotros los ojos rebosantes de futuro y una impresión confusa del amor. Qué poco sospechábamos entonces la lección desasida para la libertad como un pacto sagrado: la invención de uno mismo. Y no es casualidad que la raíz etimológica del término invención signifique el encuentro. El mismo encuentro mantenido en la eterna inmensidad del tiempo contra todo pronóstico. Como hiciera Penélope. Hoy hemos aprendido que ser libres significa luchar, imponerse al destino, intercambiar sin miedo las identidades. Y quizá comprender que los dioses desoyeron a Ulises, los mismos que tampoco nos oirán a nosotros el día que decidamos olvidarnos. RAQUEL LANSEROS (De Diario de un destello, Ed. Rialp, Madrid, 2006)
Un poema de amor para que ellos entiendan que no todo es cuantificable, que no todo es medible. Es cierto, nos dijeron muchas veces que la vida es un juego peligroso. No la vida de pétalos y estambres que acunó nuestra infancia. Esta otra vida, la de las colas y los formularios, la auténtica existencia, nos dijeron.
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en las mil infinitas posibilidades.”
D I B U J A R S E R E N A S C I C AT R I C E S
Ensayo sobre la poética de Raquel Lanseros
por william rouge
A Raquel Lanseros le interesa poner en cuestión ciertas cosas, sobre todo aquello que no rezuma vida, pasión, urgencia humana, digna disposición para aprender del tiempo y las heridas. Sus convicciones son el amor, la poesía, la fraternidad, las mil formas de la ternura y la abrazadora belleza de las lenguas. Su poema “Invocación” resuena fuerte para apostarle a la existencia tal como venga, tal como se pongan las cosas sin restarle filos y brisas. Este poema puede ser credo y arte poética. Intuyo que creer en la vida es también, y más tratándose de un escritor, una síntesis de las visiones sobre lo indecible. “Invocación” confiesa una manera de ser poeta y ser humano. No pretende la calma del suspicaz, el confort del prejuicioso, la desconfianza fácil y gratuita sobre tanta secreta belleza. Entonces Raquel Lanseros debe decir: “Crea yo siempre en la vida crea yo siempre
Su voz busca posibilidades de ser escuchada, festivamente atendida. Posibilidades frente a la mezquina voz de los solemnes pesimistas. Posibilidades de celebrar con la palabra y el cuerpo todas las canciones que se han sembrado en el mundo. En su voz pueden fluir las tradiciones que han nutrido la poesía hispanoparlante y las nuevas preguntas y silencios. “Consérvense en mis labios las canciones, muchas y muy ruidosas y con muchos acordes. Por si vinieran tiempos de silencio.” No habla del silencio del que está poblado la palabra poética, es mas bien, ese silencio cuchillo que destaja sueños y vidas. Considera que el poeta es quien guarda los muchos y diversos acordes de la memoria del hombre. El poeta debe seguir creyendo, sostener la voz de las cosas entrañables. El poeta huye del “realismo encorcetado”, pero aprende a bucear en la realidad para cantar lo que no comunican los noticieros y los periódicos. Aprende una voz delgada, fina, despierta el surtidor de una finísima voz, esencial e inminente que sabe esperar su tiempo, su poeta. Quisiera poner al mundo a rendirle cuentas al amor, a la belleza, al mismo hombre. Quisiera poner en cintura las producciones humanas y sacarles canciones. Algo indecible debe tener todo, alguna lengua debe haber para contarlo. Y en su amor a los idiomas y a la música de las palabras, acordes ha encontrado. Todo horror debería ser traducible a la ternura, algo de amor tendrían los monstruos de nuestro tiempo. Tal vez la ternura y el amor del canto, de la poesía que puede sostener el dolor y la traición. Y con transparencia lo dice el poema: “No todo está en venta Busco la claridad
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Repudio las fronteras los mercaderes de nuestro desamparo y el siniestro comercio con voluntad humana Mi pensamiento nunca tendrá dueño”. Para Raquel Lanseros es posible ver “cómo el alma dibuja serenas cicatrices sobre viejas heridas”, que la maestría está en dejar que la poesía haga su trabajo, no apurar la savia, como lo dijo Rilke, no apurar ni los nacimientos ni el desastre. La vida es la maestra, no la poeta que escribe. La poeta se entrena en los ritmos de la vida, lo suyo es la danza de lo incierto. Ni acróbata ni fósil, solo danzar: dejar que la poesía haga su trabajo. La poeta advierte que el festejo puede concluir, pero lo que importa es danzar lo simple, los mundos pequeños:
“Ser súbdito tan sólo de la naturaleza, no temer a la muerte ni al olvido, no aceptarle a la vida una limosna, no conformarse con menos que todo.” Raquel Lanseros es una poeta con postura ética frente a su compromiso con la palabra. Busca reflexiones que permitan convivencia y dignidad en nuestros tratos humanos. La palabra es resistencia frente al nimio desencanto. Y qué más perentorio que decirse a sí misma: “Siempre quise una muerte a la altura de la vida.”
“Y es aún más difícil comprender que la fiesta de las cosas sencillas casi siempre termina mucho antes que la voluntad del festejado.” Raquel Lanseros goza de una voz serena, dúctil, y contundente. Crea ambientes para estimular la situación poética, en sus poemas el lector es abrazado por una atmósfera que le permite sentir que todo ocurre adentro de él. Las palabras de sus poemas se impregnan en el interior. Hay magnetismo en su lenguaje porque todo parece perentorio, decisivo. Como cuando dice: “Descuida, soy sumisa tu adiestramiento previo ha prosperado: quien lo ha perdido todo varias veces reconoce el honor de una derrota.” Es tajante para no vacilar. La voz le sale precisa para decir:
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A propósito de Eros
POEMAS
RAQUEL LANSEROS
De todas las terrenas servidumbres que aprisionan mi afán en esta cárcel me confieso deudora de la carne y de todos sus íntimos vaivenes que me hacen más feliz y menos libre. A veces, sin embargo, la esclavitud se muestra soberana y me siento señora del destino. Porque sé amar, porque probé la fruta y no maldije nunca su sabor agridulce, porque puedo ofrecer mi corazón intacto si el camino se digna requerirlo, porque resisto en pie, con humilde firmeza, el rigor de este fuego que enloquece. En este fragor mudo en el que todos somos rufianes, vagabundos, desposeídos y presos no existen vencedores ni vencidos y mañana no arrienda la ganancia de ayer.
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Que no entre en la batalla quien sucumba ante el rencor pequeño de las humillaciones. Sabed, son necesarias descomunales dosis de grandeza de espíritu y coraje en las lides calladas de la pasión humana. La recompensa, en cambio, es sustanciosa. Ser súbdito tan sólo de la naturaleza, no temer a la muerte ni al olvido, no aceptarle a la vida una limosna, no conformarse con menos que todo.
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A las órdenes del viento
Para todos los que sienten que no están al mando Me habría gustado ser discípula de Ícaro. Hubiera sido hermoso festejar las bodas de Calixto y Melibea. Me habría gustado ser un hitita ante la reina Nefertari el joven Werther en Río de Janeiro la deslumbrante dama sevillana por la que Don José rechazó a Carmen. Yo quisiera haber sido el huerto del poeta con su verde árbol y su pozo blanco el inspector fiscal con el que conversara Maiakovski. Me habría gustado amarte. Te lo juro. Sólo que muchas veces la voluntad no basta.
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La mujer herida
Solamente si alguna vez amaste con uñas y con dientes sin red sin salvavidas aciertes a entender el vértigo insondable que se extiende a los pies del desengaño. Ella creyó encontrar la fuente del principio cuando lo conoció, en medio de la tierra, sin más escudo que su piel de hombre bruñida por el sol igual que el oro viejo. Lo amó sin precipicios ni preguntas tiernamente, en silencio con esa gratitud voluptuosa que provoca la lluvia en primavera. Todo era tan sencillo.
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Los versos inflamados de poetas infinitos parecían seguirla a todas partes como si el corazón se hubiera convertido en un fiel animal domesticado. Porque no existe nada que perdure una noche aprendió, como tantos lo hicieran antes y después de ella, que el amor es un río con cataratas propias y remansos ajenos que siempre desemboca en el océano. Míralo de este modo: la vida te ha enseñado siguiendo su costumbre de incansable maestra cómo el alma dibuja serenas cicatrices sobre viejas heridas.
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Invocación
Que no crezca jamás en mis entrañas esa calma aparente llamada escepticismo. Huya yo del resabio, del cinismo, de la imparcialidad de hombros encogidos. Crea yo siempre en la vida crea yo siempre en las mil infinitas posibilidades. Engáñenme los cantos de sirenas, tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua. Que nunca se parezca mi epidermis a la piel de un paquidermo inconmovible, helado.
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Llore yo todavía por sueños imposibles por amores prohibidos por fantasías de niña hechas añicos. Huya yo del realismo encorsetado. Consérvense en mis labios las canciones, muchas y muy ruidosas y con muchos acordes. Por si vinieran tiempos de silencio.
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2059
Nos encontraremos en un lugar en el que no hay oscuridad George Orwell He imaginado siempre el día de mi muerte. Incluso en la niñez, cuando no existe. Soñaba un fin heroico de planetas en línea. Cambiar por Rick mi puesto, quedarme en Casablanca sumergirme en un lago junto a mi amante enfermo caer como miliciana en una guerra cuyo idioma no hablo. Siempre quise una muerte a la altura de la vida. Dos mil cincuenta y nueve. Las flores nacen con la mitad de pétalos ejércitos de zombis ocupan las aceras. Los viejos somos muchos somos tantos que nuestro peso arquea la palabra futuro. Cuentan que olemos mal, que somos egoístas que abrazamos
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con la presión exacta de un grillete. Estoy sola en el cuarto. Tengo ojos sepultados y movimientos lentos como una tarde fría de domingo. Dientes muy blancos adornan a estos hombres. No sonríen ni amenazan: son estatuas. Aprisionan mis húmeros quebradizos de anciana. No va a doler, tranquila. Igual que un animal acorralado muerdo el aire, me opongo, forcejeo, grito mil veces el nombre de mi madre. Mi resistencia choca contra un silencio higiénico. Hay excesiva luz y una jeringa llena. Tenéis suerte, -mi extenuación aúlla-, si estuviera mi madre jamás permitiría que me hicierais esto.
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IV
JUAN HERNÁNDEZ RAMÍREZ
MÉXICO
uan Hernández Ramírez nació en Colatlán, Ixhuatlán de Madero, Veracruz, México. Es hablante de la lengua náhuatl de la variante Huasteca veracruzana. Licenciado en Educación Media en Lengua y Literatura, durante toda su vida fue maestro de Educación Indígena, pasando por diversas funciones hasta ser asesor técnico en la Dirección de Educación Indígena en la Secretaría de Educación del Estado de Veracruz. Ha promovido el desarrollo, el rescate y la preservación del acervo cultural, lingüístico y ecológico de la región Huasteca de Veracruz. Ha coparticipado en la traducción de la lengua española al náhuatl la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Veracruz Llave 2000 y de Los Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Es poeta y narrador. Su interés por la creación literaria lo llevó a experimentar en lengua castellana e indígena. Como poeta ha publicado Auatl iuan sitlalimej. = Encinos y Estrellas.- Edit. Fondo Editorial de Culturas Indígenas del Gobierno del Estado de Veracruz 2001; Eternidad de las hojas. Sólo en español. Edit. Reunión de Escritores 2006. Xalapa, Veracruz; Chikome xochitl.- Siete flor. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Dirección General de Culturas Populares 2007; Totomej intlajtol.- La lengua de los pájaros. Gobierno del Estado de Veracruz 2008; Totomej intlajtol.- La lengua de los pájaros. Secretaría de Educación Pública 2009. Para Libros del Rincón; Tlatlatok Tetl.- Piedra incen-
diada. Escritores en Lenguas Indígenas A. C. y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 2010. Además ha publicado en antologías nacionales e internacionales parte de su obra. Mantiene seis obras inéditas. Ha recibido premios y reconocimientos. Fue dos veces becario por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes del FONCA en los periodos 1997-1998 y 2003-2004. Fue Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) en el periodo 2009-2012. 2013-2015. Recibió el Premio Nezahualcoyotl de Literatura en Lenguas Indígenas 2006, por el libro de poemas, Chikome xochitl-Siete flor del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, recibido en el Palacio de Bellas Artes. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento náhuatl por el cuento: Chikome xochitl iuan Makuilxochitl, otorgado por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla 2007, recibido en la Biblioteca Palafoxiana de la Ciudad de Puebla. Ganó el Premio Continental de Literatura en Lenguas Indígenas 2008. Le otorgaron el premio “Canto de América” de los Escritores en Lenguas Indígenas, A. C. Recibido en la sala Nezahualcoyotl de la Universidad Nacional de México, por el libro de poemas, Tlatlatok tetl-Piedra incendiada. Le concedieron el Reconocimiento por el Gobierno del Estado Libre y Soberano de Veracruz Llave, a través de la Secretaria de Educación y Cultura por su obra publicada. 2002; también el Premio estatal “Benito Juárez” al mérito ciudadano, por haber obtenido el primer lugar en el área cultural. La Secretaría de Cultura a través de la Casa de Cultura lo reconoció por haber obtenido el 1er. lugar en el XXII Concurso de Cuento náhuatl 2007. Obtuvo el “Jesús Reyes Heroles”, por contribución al desarrollo de la lengua náhuatl y la cultura indígena 2008. El Gobierno del Estado de Veracruz le reconoció su contribución al desarrollo de la lengua náhuatl y Cultura de Veracruz. El Gobierno del Estado de Veracruz, La Academia Veracruzana de las Lenguas Indígenas y el H. ayuntamiento de Chicontepec, en el
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marco del Día Internacional de la Lengua Materna, lo reconocieron por su destacada trayectoria a favor del estudio, preservación, fortalecimiento y difusión de las lenguas indígenas 2008.
E N T R E V I S TA J U A N H E R N Á N D E Z RAMÍREZ
la flor era mi lengua
—¿Querés contarnos tu experiencia con la poesía y tu identidad como escritor náhuatl? —La poesía a veces es inexplicable, la poesía a veces es oscura. Pero por el matiz indígena puede ser más oscura. Los poetas indígenas de México hemos comenzado a escribir desde adentro, desde nosotros mismos. Nosotros somos los desconocidos, los invisibles, es nuestra obligación como poeta empezar a hablar desde el corazón, desde aquí mismo, desde nuestro propio conocimiento, qué encierra nuestra lengua, que visión del mundo tenemos. Empecé escribiendo en español: La eternidad de las hojas. Es una especie de catarsis ese libro. En 1990, yo fui autoridad educativa en Chicontepec en trece municipios, tratábamos de rescatar la cultura nuestra, los cantos, la danza, la música, la poesía. Era parte todo eso del renacimiento de los pueblos aborígenes. Muchos maestros no quisieron y me acusaron de retrógrado, de que íbamos a volver a construir pirámides. En junio, por esos días mi esposa se va a un foro que la habían invitado y me invita a ir y nos subimos al autobús y sufrimos un accidente. Mi esposa fallece. Y después de allí tuve broncas con mis suegros, me culparon de esa muerte. Tenía tres niños pe-
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queños, y me dediqué a tomar. Después me querían quitar mis hijos. Todo eso me llevó a escribir en español. Pero después me empecé a reunir con Natalio Hernández y con otros compañeros empecé a asistir a reuniones para la recuperación de la identidad, aunque ya la cuestión de la identidad la llevaba yo desde antes por el trabajo que estaba realizando y empecé a escribir en la lengua Náhualt. Desde allí empezó la creación y la búsqueda constante de la identidad. —¿Cuál es tu relación entre el náhuatl y el español? —Nací dentro de la cultura náhuatl y, mucho de lo que sé, es por la lengua que aprendí de mi padre. Algo del español lo aprendí con mi madre, lo seguí aprendiendo en la escuela y en la sociedad y en la lectura lo he reafirmado un poco más. Pero mucho de la filosofía de la vida que he aprendido, se la debo a la cultura náhuatl a la que, afirmo, pertenezco. —En el poema “Ya estábamos aquí” hablás de “cambiarnos la voz/ a silenciar nuestra palabra”. ¿Existe una denuncia o una necesidad de defender la propia voz náhuatl? —A la llegada de los europeos a estas tierras, éstas ya estaban descubiertas. En ella vivían nuestros antepasados. La mayor parte de las tierras de este lado del Atlántico estaban pobladas. Nos esclavizaron, dijeron que no teníamos espíritu y que éramos como animales, nos impusieron a punta de espada y de Santa inquisición, una religión y una lengua que ha venido desplazando a las lenguas originarias. Defender la voz náhuatl, es defender la identidad que da nombre a México. Es defender el rostro que como originarios de México tenemos. —¿Cuáles son las lecturas que te llevan al camino del primer libro, las lecturas que les hacías a tus estudiantes? —Leíamos los textos propios de la secretaría de educación. Empezamos por castellanizar. El primer lugar donde fui a enseñar, fue a enseñar castellano. Yo no sabía ni dar clases. Tenía 16 años, me divertía con ellos, eran compañeros míos. Los primeros libros que nos llegaron fueron para aprender las vocales. Nuestra lengua náhualt está construida de imágenes. Para hablar
de unos ojos tengo que haberlos visto. Para escribir este libro- me dije- voy a escoger siete flores del mundo mexicano. —¿Hay alguna diferencia entre un poeta Náhuatl de hoy y uno del pasado? —El nacimiento del poeta actual siempre fue influenciado por el poeta del ayer. En este caso uno de los más reconocidos: Nezahualcoyolt, vivió preguntándose, sufriendo, por esta cuestión efímera de la vida y se preguntó también como un buen filósofo: a qué vinimos, quiénes somos, a dónde vamos y hasta la fecha no se ha resuelto este problema. No sabemos quiénes somos ni a qué vinimos ni a dónde vamos. Eso mismo nos influenció, y comenzamos a escribir sufriendo además de esa filosofía de la vida. Sufrimos porque todavía lo sentimos, la invasión que sufrimos por los occidentales porque no fue conquista, fue una invasión brutal que vino a terminar con muchas culturas y todavía había mucho rencor al que nosotros llamamos blanco, al español concretamente. La poesía se fue por ese lado, pero ahorita no cantamos al sufrimiento, le cantamos a la vida, pero sí hubo cierta influencia. —¿Tú crees que en tu poesía hay un conocimiento particular? —Definitivamente lo creo. Mi hermano me dijo una vez: “oye, Juan, yo no tengo toda tu colección de libros, quiero preguntarte qué es lo que encierra tu poesía, me parece que tu poesía es esotérica, va más allá del conocimiento mundano, tiene una profundidad que todavía no logro entender”. Yo me empecé a reir porque uno escribe lo que sabe y siente desde adentro. —Tu poesía parece estar enriquecida, además de por el gusto por las palabras y los sonidos, por una búsqueda simbólica. ¿Es así esto? ¿Podrías explicarlo? —Las culturas originarias del mundo están llenas de símbolos. Los elementos primordiales como la tierra, es nuestra madre porque nos brinda protección y nos proporciona el sustento. Por ello nuestro amor a la tierra. En los símbolos escondemos lo que no podemos decir abiertamente en un lenguaje prosaico. La flor es bella, pero efímera, que mejor manera de representar la breve existencia
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del hombre sobre la tierra. —¿Por qué la palabra y la flor? ¿La palabra y la naturaleza? Pareciera que en ese juego hay un avance de la metafìsica del poema hacia una eternidad imperturbable y perfecta. —Los nahuas adoramos las flores por su semejanza con lo femenino, por su belleza, por su naturaleza fugaz y porque nosotros no podemos vivir sin nuestro par. Es dualidad que siempre está trascendiendo. La palabra y la flor, fugaces por excelencia, pero eternas en su movimiento. Creo que todo es perfecto, pero destructible. —¿Cuál es tu rol en tu comunidad? ¿Cuál es tu rol como poeta en la comunidad? —Me gusta mucho el silencio y la soledad, pero no se puede vivir tan aislado y hay que responder a la voces del lugar donde vives. Tengo dos pueblos. Uno donde radico y que es de habla hispana, donde doy conferencias y recitales. Otro, mi pueblo de habla náhuatl, lugar donde es un gran placer leer mis poemas en esta lengua y dar talleres de escritura a los niños. —¿Tú crees que es importante enseñar la poesía en la escuela? —Sí se puede enseñar a los niños a leer poesía, no les puedes enseñar a escribir poesía. Se puede enseñar a leer poesía para que ellos mismos se vayan encaminando y digan “a mí me gusta la poesía y puedo escribir poesía” o simplemente “me quedo con la lectura”. Pero quien empieza a leer, empieza a escribir. La poesía no solo es el verso sino también la prosa. No necesariamente el niño puede escribir versos, puede escribir cualquier género, pero tenemos que empezar por enseñarle a leer. —¿Si la poesía tiene un poder en qué consiste ese poder? —La poesía tiene el poder de convencer, a quien la lee, para que se sienta feliz o también para decir que tiene que cambiar el mundo. No tenemos que andar matándonos para ser felices, ¿por qué no sembramos flores? —¿A dónde va México? Hay muchas corrientes y una es que este mundo tiene que cambiar. Los mayas por ejemplo señalan un fin de milenio y no es con po-
líticas equivocadas ni con guerras que podemos cambiar el mundo. El mundo va a cambiar tratando de cambiar primero uno, cambiando de mentalidad. Yo digo que sembrando flores, es una metáfora también, sembrando palabras positivas, sembrando árboles. —¿Qué crees que le puede pasar a la poesía en el futuro? —El mundo se está interesando en escribir poesía, la poesía es una de las armas bastante fuertes para cambiar el mundo. Empezar con los niños, si queremos cambiar el mundo tenemos que empezar con los niños, decirles “no tiren la basura en las calles porque tapamos los drenajes”, “por favor, cuando vayan manejando, denle paso a los peatones porque nos podemos lastimar”, “utilicemos menos coches”, “lean mucho, escriban mucho”. Para mí la ecuación es muy importante. —¿Qué pensás del futuro desarrollo de la comunidad? ¿Qué futuro le encontrás a la poesía dentro del futuro? —Cada día es más difícil para la comunidad. El hambre va a azotar a los más necesitados. La falta de combustible se va acentuar. También se va acentuar : la necesidad de agua por estos movimientos la vida es incierta, además de las guerras para adueñarse de territorios mas débiles por los más fuertes. Por lo menos la poesía indígena de México tiene un descollamiento, pero hace falta mayores apoyos. Y en lo general, creo está creciendo el número de lectores de poesía en todo el mundo. —¿Sabes dónde comienza y termina un poema? —Podría saber dónde empieza, pero nunca sabría dónde termina. Creo que la poesía es infinita como el mismo firmamento. —¿A dónde llevarías a un niño o a un joven para mostrarle la poesía, y por qué ? —Los lugares son los recitales porque apreciaría la musicalidad del verso. La belleza del ritmo. Los talleres, porque de alguna forma modelaría la palabra. Construiría su edificio de palabrascon sus ojos, con sus manos, con su olfato, con su piel. Las librerías o bibliotecas para que con sus manos y sus ojos palpen huelan los poemas ya construidos.
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—¿Qué debe aprender el poeta y el ser humano en general sobre la naturaleza? —Para aprender de la naturaleza, hay que vivir en ella. Estar cerca, sentirla, mirarla. Saborear lafruta madura cortándola del árbol. Sembrar el árbol. Cultivar la flor. Bañarse en el rio claro y perfumado al amanecer. Caminar por senderos entre las rocas o la arena candente o en medio de una arboleda y tener sed. La naturaleza con sus propias palabras enseñarían a cualquiera a quererla.
C O N L A L E N G U A D E L O S PÁ J A R O S
Sobre la poética de Juan Hernández Ramírez
por william rouge
Juan Hernández Ramírez es un poeta tejido a su tierra, a las piedras y las flores de su tradición maya. Sus cantos traducen los ritmos, los secretos y los asombros de la naturaleza que le correspondió a su voz y a su compromiso con su comunidad. Es poeta por necesidad urgente de comunicar la belleza de su pueblo. En sus poemas todo brilla, los colores refulgen, sus imágenes destellan formas y sensaciones. Deja hablar a las piedras y a las flores. La naturaleza pareciera que le dictara esas cosas inefables. El poeta nos dice: “Yo canto el mundo con la lengua de los pájaros”. Y el lector siente cómo se desatan bandadas. Juan Hernández, desencadena todos los reinos, minerales, animales y vegetales se hacen palabra en sus visiones. Las imágenes han nacido adentro, se han cocido con su tierra, es hermano e hijo de Nezahualcoyolt, la memoria de su tradición nahualt reverbera en él. Se alimenta de lo que le dejaron la luna, el sol, el viento y la lluvia, se nutre con el lenguaje de las semillas que se esparcen por la tierra.
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Se propone darle forma verbal a la belleza, palabra a la luz, signo a “la piedra dormida”. Lo suyo es ser puente o río para nombrar, le interesa la palabra que brota no en el papel sino en el aleteo de una mariposa. La palabra semilla revienta bajo el sol, es: “escudo de flores y flechas de cantos”. Palabra y naturaleza se integran, así que puede vivirse en la palabra porque reconcilia todos los elementos, y a su vez, la naturaleza es realidad verbal, experiencia poética. El cuerpo y el deseo no están al margen, si todo es magma por ser cantado, entonces la: “… la palabra nombra los muslos de la mujer, sabe si son candentes o tranquilas aguas.” Desparramar la palabra como canto es para Juan Hernández un parir luminoso, nacer para la tierra, no es un asunto de signos lingüísticos, la palabra como vida por germinar es diálogo con los ancestros, con su gente de carne de maíz, del “maíz primordial”. Jicaradas de palabras trae Juan Hernández como si fueran manantiales, pero también lleva obsidianas, jades, tezontles, flores, un jaguar dormido espera ser llamado porque en sus poemas todo existe. Cada vez que dice palabra hay nacimientos. Es que:
Aunque de la palabra su pueblo no ha salido ileso, y también debe decirlo porque las heridas son jardines, nidos de silencios donde se incuba lenguaje que sabe de vuelos, de aires torrentosos, hay dolor que se despluma, y las heridas cantan, picotean futuro, pero antes conviene decirse que: “Ya estábamos aquí cuando otros vientos vinieron a golpearnos el rostro y cambiarnos la voz, A silenciar nuestra palabra.” En la obra de Juan Hernández despunta una pertinencia inaplazable, la consciencia sobre la naturaleza, el respeto, y la responsabilidad urgente que también debe alzarse en los poemas y en las aulas. Hay coherencia entre la fascinación y el fervor por la palabra poética como por la experiencia vital en la naturaleza. Hacer poemas no puede ser distinto a conversar respetuosamente con los recursos naturales. En su poema “La gran ciudad”, nos dice que: “El viento se ha ido sin ver el rostro del sol… Aquí la vivienda no siente el viento. No hay pájaros, encinos ni cedros; todos los árboles son ajenos y no tienen luz.
“la palabra es real en boca de mi pueblo porque es jade que brota del corazón, rocío del alba, manantial que fluye, espiga de maíz.”
La ciudad, no está hecha para los hombres, sino para que caminen
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las máquinas y los que ya se acostumbraron, beben el humo negro del viento.” Este poeta colibrí ha libado fuegos en la montaña y en la ciudad, desde sus primeros años como maestro rural y como poeta en diálogos con el mundo. Ha sabido escuchar lo pequeño, gotas de cielo o semillas de los dioses, su magisterio consiste en enterarse de lo que ocurre en el corazón de los niños que ha formado para placer de los pájaros. Desde adolescente subía a la sierra a platicar con los ríos de cada niño, él era casi un mar para las palabras de ellos, y supo decir que: “Los niños son peces del viento, atrapan la madrugada con sus redes de agua”. Juan Hernández Ramírez ha educado en lunas, “senderos de barro tejido en letras”, piedras que retumban flores, enseña encinos, cedros, “alas solares”, ofrece lecciones de “fruta fresca”, y así moldea lluvias, y sus estudiantes comprenden. Comprenden lo relevante, lo que ellos al fin de cuentas son, comprenden, y no han dejado de hacerlo, comprenden que por el poeta habla el colibrí y la cascada.
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Dalia: Canto VI
El embriagante zumbido de abejas y el vino ámbar de la flor, hace dormir la noche. Cántaros dorados de luz desnudan el relámpago.
POEMAS
Espejos del agua mojada, canto de la flor.
JUAN HERNÁNDEZ RAMÍREZ
(“Dalia: Canto VI” del libro Siete flor)
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La lengua de los pájaros
Mi lengua vive en los pájaros y en los manantiales canta. Mi palabra está en la noche para hablar de la luna vestida de agua. Nombra a los pueblos vivos y muertos. Ha escrito la cuenta de los años, habla del alma de las cosas. Es un dardo de luz que atraviesa las sombras. Baja por las escaleras del inframundo, platica con los huesos y los cascabeles de obsidiana. Mi palabra es luna, soledad en la niebla. Humedad, frío. Mi palabra es un escudo de flores y flechas de cantos.
Mi palabra tiene cuerpo. Es viento, tierra, agua y música de pájaros. Mi palabra nombra los muslos de la mujer, sabe si son candentes o tranquilas aguas. Yo canto el mundo con la lengua de los pájaros. (Tomado del libro La lengua de los pájaros)
Nombra los montes nevados, las selvas de jade divino, los manantiales de plumas preciosas.
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Ya estábamos aquí
Me duelen las venas que dibujan los pasos de mis antepasados. Estaba sembrada la semilla, la flor esparcía su aroma y se pintaba de amarillo cuando se rasgó la pluma. Ya estábamos aquí cuando otros vientos vinieron a golpearnos el rostro y a cambiarnos la voz, a silenciar nuestra palabra. (Tomado del libro La lengua de los pájaros)
La gran ciudad
A la gran ciudad he llegado. El viento se ha ido sin ver el rostro del sol. Como en lajas caminas donde estaba la tierra. Aquí la vivienda no siente el viento. No hay pájaros, encinos ni cedros; todos los árboles son ajenos y no tienen luz. La ciudad, no está hecha para los hombres, sino para que caminen las máquinas y los que ya se acostumbraron, beben el humo negro del viento. (Tomado del libro La lengua de los pájaros)
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Pétalos amarillos
Hermano, tenemos las manos desnudas ante la muerte. No hay escudos ni dardos que puedan detener la danza que nos despoja de la carne. Somos flores del jardín, somos pétalos amarillos que se marchitan en la orilla de la noche. Con las manos desnudas andamos el camino del sueño dejando las flores y el canto aquí en la tierra. Todos los caminos aunque vestidos de flores o sembrados de espinas, nos llevan al silencio.
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EDITORE S
N ATA L I A M O N S EG U R WILLIAM ROUGE
N ATA L I A M O N S E G U R
WILLIAM ROUGE
Natalia Monsegur nació en Barcelona el 1 de junio de 1983. Es licenciada y profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, especializada en Literatura Latinoamericana. Con esa formación se desempeñó como docente en diferentes instituciones tanto públicas como privadas y en diferentes contextos sociales de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Ha participado en el programa Cultura en Movimiento de la Biblioteca Nacional promocionando la lectura en todo el territorio de la República Argentina. Así mismo, ha impartido talleres de escritura para niños y adultos en diversos centros culturales de Buenos Aires. Es una apasionada de la educación, del trabajo con los jóvenes, y sus posibilidades creativas. Participó en publicaciones, como periodista y redactora, integrando grupos de investigación. En su labor de escritora editó el poemario Casa de Viaje en 2010 por el sello argentino Viajera Editorial. Fue invitada al XV Festival Internacional de Poesía de Zamora, México. Actualmente se encuentra trabajando en relatos cortos que integrarán un nuevo libro. Hoy reside en Madrid donde realiza una Maestría en Comunicación Audiovisual Digital.
Nacido el 9 de Junio de 1977 en la ciudad de Medellín, Colombia. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana. Su tesis de grado fue realizada sobre el poeta mexicano Octavio Paz. Especialista en Literatura con énfasis en Producción de Textos e Hipertextos de la misma universidad. Ha realizado conferencias sobre Promoción de Lectura, la literatura en el aula, talleres de creación literaria para niños, jóvenes, y adultos de diversos autores y temas de la literatura universal. Ha sido asesor literario en diversos eventos de la ciudad y jurado de prestigiosos concursos de cuento y poesía. Tiene tres libros publicados: El Sudor de la Bailarina (2001), Las Batallas Inventadas (2003) y Árboles de leche (2009). En el año 2001 obtuvo el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín para poetas menores de 30 años teniendo lecturas de sus poemas en dicho evento. Ha publicado ensayos literarios y poemas en El Pequeño Periódico. En 2003 y 2010 fue Invitado al Encuentro de Escritores en el Desierto de Atacama, Chile. En 2011 representó a Colombia en el XV Encuentro de Poetas en Zamora, Michoacán, México. Ha sido promotor de lectura y coordinador de talleres y cursos de Creación Narrativa y Estética en diversos espacios educativos y culturales. Es profesor de Cátedra de la Facultad de Educación de la U.P.B.
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漏 Monsegur, Natalia 2014 Sin bordes : Conversaciones con escritores. 1era. Edici贸n. Buenos Aires: Natalia Monsegur y William Rouge, 2014. E-Book. ISBN 978-987-33-5652-0 1. Entrevistas. I. Sin Bordes CDD 070.4
SIN BORDES conversaciones con escritores
Este libro está hecho de voces, visiones, y viajes. De interminables diálogos. Es una experiencia con los sentidos y la imaginación poética. También es un ejercicio de reflexión sobre el lenguaje y su fuerza renovadora en la experiencia interior y colectiva. Los poetas que participan en él, resuenan, y su voz poética busca alojarse en el lector, compartir la pasión crítica por las tantas formas de cantar y contar la vida.