Cuando yo muera, que canten y recuerden los momentos compartidos, las alegrías y penas, que me incineren y suelten mis cenizas al viento. No tendré lugar exacto a donde ellos puedan acudir a visitarme, porque yo ya habré marchado, solo quedarán las cenizas de un cuerpo cansado, que también desaparecerán con el viento. Yo estaré siempre en sus memorias y recuerdos, Y desde allí podrán recibir mi amor eterno.
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