Cuando miramos atrás, hasta nuestra más tierna infancia, vienen a nuestra memoria aquella caja tonta llamada televisión que se convirtió en nuestra niñera y después en nuestra amiga, que nos trasladaba a mundos fascinantes en blanco y negro. Antes de que llegara el color, nos criamos con viejas series y películas, pero también con aquellos que nuestros padres llamabas despectivamente “monitos”, pero que con el correr de los años comprendimos que en realidad eran “dibujos animados”, un trabajo de artesanos, genios de los lápices, el papel, las celdas y secuencias animadas a mano, Ahora rendimos un sentido como humilde homenaje aquellas series que están en nuestros corazones.