La evolución táctica del fútbol, Martí Perarnau

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l a evolución táct ica del fút bol. 18 6 3 - 1 9 4 5 parecer a simple vista discordantes entre sí, pues alejarse del área aparentemente es contradictorio con marcar goles. El falso 9 es un verdadero delantero centro, aunque no viva en el área y solo la pise para marcar gol. Por todo ello, el falso 9 debe definirse como una función y no como una posición. El falso 9 nació en 1910 gracias a una inspiración genial del uruguayo José Piendibene, fruto de su empatía con el mediocentro escocés John Harley, pero el hecho de que su participación en la selección celeste concluyera en 1922, justo antes de que Uruguay alcanzara a partir de 1924 los grandes éxitos universales, impidió que la formidable astucia de Piendibene como falso 9 tuviera proyección mundial, por lo que no resultó conocida más allá del Río de la Plata. Para la visión eurocéntrica del fútbol, Piendibene siempre fue un desconocido. A partir de 1925, la función del falso 9 adquirió una mayor dimensión al aparecer como movimiento de reacción a la implantación masiva del tercer zaguero (el conocido como «stopper» en la WM). Frente a dicho sistema de juego, la primera reacción del delantero centro consistió en evadirse del marcaje del tercer zaguero, para lo que de entrada decidió retrasar su posición, alejándose de la zona de influencia del stopper. Fue una decisión enmarcada en la selección natural de las especies, pues el atacante buscaba burlar de este modo el marcaje de un defensa férreo que le impedía demostrar su talento goleador. En dicho proceso, el delantero comprendió que no solo podía es­­ caparse del marcaje, sino que al mismo tiempo también podía lo­grar que los zagueros adversarios abandonaran el área, lo que como consecuencia permitía liberar espacios para la penetración de sus compañeros de ataque. En otros casos, los zagueros decidían no salir del área, pero se manifestaban confusos y dudaban sobre cómo actuar, por lo que el falso 9 advirtió que sus movimientos siempre acarreaban consecuencias en la defensa adversaria, fuese en términos espaciales o en términos intencionales. En un caso o en otro, el falso 9 siempre contribuía a generar superioridad en el centro del campo, lo que le permitía colaborar para que su equipo pudiera atacar de forma más directa por el lugar donde generalmente más daño se puede hacer: el centro de la defensa rival.

El falso es el verdadero 9 Los mejores delanteros de la historia han sido falsos 9, probablemente porque esta sea la manera más eficiente de ejercer como delantero 18


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