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Bienestar Entretenimiento Tendencias

Número 1595 / Marzo 7 de 2013 / ISSN 0121-9804

LA ARMONÍA DE

LOS OPUESTOS ADIOS A LA BARRIGA

GUÍAPARATENER

UN ABDOMEN

FIRME

MODA EN

BLANCO Y NEGRO

PILAR CASTAÑO:

UNA VIDA MÁS ALLÁ

DE LA MODA


C destaca La mujer elegante EN PRIVADO

Bienestar Entretenimiento Tendencias

C impone Palabras DE MODA

Naturalmente ANNE

C aplaude

Contenido C recorre ¿Qué es lo que tiene CUARAZAO?

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El dolor DE ENTERRAR A UN HIJO

Una y quince

C embellece

Abdominales nada ABOMINABLES

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Pizzas AL ESTILO CHICAGO

C come



naturalmente

Anne »Treinta años, recién

casada, inteligente, sexy y elegante. ¿Qué más se le puede pedir a la actriz del momento? Mientras atraviesa con éxito la temporada alta de premios de Hollywood, Hathaway ya sueña con el Oscar y cuenta cómo se sobrevive a los riesgos de ser una joven estrella,

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E

n el año del Dragón, que comenzó en enero de 2012 y termina este mes, los nacidos bajo el signo del Perro tenían serias posibilidades de atravesar cambios peligrosos... o los mejores de sus vidas. Está claro que para Anne Hathaway -que porque nació en 1982 pertenece a este signo- la predicción se cumplió en su aspecto más positivo. Después de hacer un par de películas sin pena ni gloria y de que las críticas le cayeran encima por su labor como presentadora de los Oscar 2011, la actriz se puso el traje de Gatúbela y encantó a todo el mundo en Batman: el caballero de la noche asciende, de Christopher Nolan. Hasta Barack Obama elogió su trabajo y dijo que ella había sido “lo mejor de la película”. Luego, se entregó a una extrema transformación física y trabajo emocional para interpretar a Fantine en la versión cinematográfica del musical Los miserables, de Tom Hooper, que se estrenará aquí este mes. Por esa actuación ganó el Globo de Oro a mejor actriz de reparto y está nominada a un premio de la Academia de Hollywood, con grandes posibilidades de llevárselo. Su trabajo en este film y su estilo impecable la llevaron a la tapa de Vogue. Y los cambios en 2012 no fueron sólo profesionales: se casó, poco antes de cumplir los 30. “Fue el mejor año de mi vida.” Dice. En estos días, Hathaway navega los mares del éxito con la elegancia que la caracteriza. Uno de sus grandes logros es haber seducido al público a fuerza de trabajo, con inteligencia y sentido del humor en sus declaraciones, además de su fascinante sonrisa. Sin mostrar mucha piel ni someterse a cirugías, y cuidando, en lo posible, su intimidad, sobrevivió a los riesgos de ser una joven estrella y se ganó un lugar de privilegio en Hollywood, como una de las intérpretes más queridas.Sólo dos escándalos la tocaron de cerca: el primero fue cuando su ex novio, Rafaello Follieri, fue arrestado por estafa.


»Nació en noviembre de 1982, Nueva York.

»Estudió en Vassar College y en la NY University.

»Saltó a la fama como una

adolescente en El diario de la princesa, pero ganó prestigio con Secreto en la montaña y El diablo viste a la moda.

»En 2012, además de ser

Gatúbela en Batman, dio un paso crucial en su vida: se casó con el actor y diseñador de joyas Adam Shulman.

La actriz se separó del italiano y fue cuidadosa, pero clara, al contar que su confianza había sido defraudada tras cuatro años de relación. El segundo episodio fue hace muy poco, en el estreno de Los miserables en Nueva York, cuando los paparazzi la agarraron bajando de un auto: se le subió el vestido y podía verse claramente que no llevaba ropa interior. De nuevo, la actriz supo cómo manejar el tema con estilo. Un ejemplo es la respuesta que le dio a Matt Lauer, el presentador del popular programa de la televisión estadounidense The Today Show, cuando le preguntó sobre lo que había pasado: “Obviamente fue un incidente desafortunado. Me da mucha tristeza que en esta época cuando alguien le saca una foto a otra persona que está en un momento vulnerable, en vez de borrarla, la vende. Lamento que vivamos en una cultura que vende la sexualidad de la gente contra su voluntad. Lo cual tiene que ver con lo que le pasa a mi personaje en la película. Es alguien que fue obligada a vender sexo para poder ayudar a su hija porque no tienen nada”. Sin dejar de reconocer lo sucedido, la actriz consiguió seguir hablando de lo que le interesa que el público conozca. Hathaway esquiva con esmero la exposición pública desmedida. Entiende que en este momento de éxito el mero hecho de sacar a pasear a su perro la transforme en noticia, pero su intención es usar la fama para conseguir los trabajos que le interesan y llamar la atención sobre causas que le parecen importantes, como la violencia contra las mujeres. La sensibilidad de la actriz sobre este tema tiene una relación muy directa con su papel en Los miserables, una mujer de bajos recursos que se prostituye para poder mantener a la hija que tuvo con un hombre que las abandonó. Para preparar este rol, investigó la vida de prostitutas y víctimas de la trata de personas. “En todo el mundo hay mujeres haciendo lo mismo que Fantine, quienes preferirían morirse antes que prostituirse, pero lo tienen que hacer para mantener a sus hijos.

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alimenta

Existen Diferentes tipos de agua para el consumo en el mercado, conozca sus componetes y las recomendaciones a la hora de elegir con cuál hidratar su cuerpo. Es agua de manantiales y brota del suelo, pero la diferencia con la anterior es su alto contenido de minerales como calcio, magnesio, potasio, sodio, sulfato y cloruro. Para ser agua mineral se requiere que la concentración de calcio por litro supere los 50 miligramos. No tiene ninguna restricción de consumo. Es la más pura.

S e o b tiene

Se obtiene de un nacimiento natural. Los nutrientes que posee son propios del suelo de donde proviene. Por lo general contiene calcio, magnesio, sodio, flúor, sulfato y nitrato. Al tener una concentración significativa de minerales que hidratan el cuerpo, puede beberla sin restricciones; además, no tiene compuestos químicos que afecten el organismo.

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A G U A

SABORIZADA Contiene sodio, dióxido de carbono (CO2), ácido cítrico, sabor natural, edulcorantes artificiales y conservantes. Al consumir esta agua se debe tener en cuenta que el sabor sea natural y no artificial y se debe evitar la que tenga colorantes. Este tipo de agua no contiene ningún mineral, es similar al agua de la llave, pero según los expertos esta pasa por fuertes procesos químicos que la dejan sin ningún componente.

Su consumo no es usual; contiene dióxido de carbono (CO2), quinina y azúcar. Es amarga, por lo tanto su uso solo es recomendable en la elaboración de cocteles como el gin tonic. 7


GABO PERSONAL

Sus brillantes narraciones, su magia y la vitalidad de una pluma que permanece, han hecho de Gabriel García Marquez un escritor más que entrañable. Cada lector tiene su versión sobre él, lo siente cerca de una manera distinta. Por eso invitamos a cuatro escritores que han tenido una relación directa con él o que han estudiado su obra para que nos cuenten su percepción particular del

Las fuentes de su POR: AÍDA GARCÍA MÁRQUEZ

Cierro los ojos para ver claramente a mi hermano mayor en el centro de aquel patio de su infancia. Y pensar qué factores influyeron en su personalidad y en su inagotable imaginación de escritor. Una de las influencias en su formación, sin duda, fue el método utilizado en el Colegio Montessori en donde cursó sus años infantiles; este le dio oportunidad al desarrollo de sus sentidos. Con los ejercicios de silencio se educaba el oído; el tacto palpando superficies lisas y ásperas; el desarrollo de la vista utilizan-

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Nobel.

MAGIA

do loterías, rompecabezas y figuras con ausencia de detalles para distinción de cuál faltaba; el sentido del gusto se educaba diferenciando sabores de frutas. El orden de las aulas llevaba a la educación del gusto estético. La disciplina bien utilizada lleva a la puntualidad, exactitud, al control del tiempo, al orden, a la buena presentación, a la limpieza.La revisión diaria de limpieza personal: oídos, manos, uñas, vestido, etc. El elemento principal del aula era el profesor. Su pulcritud, su modo de ac-

tuar en todas las acciones, su ternura, su delicadeza y sumado todo esto a la belleza y el cariño para tratar infantes, hacen de la escuela el paraíso y la alegría para nunca olvidar el aprendizaje. Todo lo anterior logró en Gabito un modelo perfecto para aprender y estimular su mente infantil, agregando a esto la presencia de la profesora en la casa de los abuelos en los cumpleaños, visitas y fiestas. El entorno familiar: Gabito recibió a plenitud la influencia positiva de los abuelos. El abuelo Nicolás lo escuchaba, lo atendía,


le aclaraba dudas, le enriquecía su vocabulario con explicaciones claras a la medida de sus inquietudes de niño que iba descubriendo la realidad con pasos avanzados, llenándole la mente con ideas claras que le quedaban latentes para enriquecer su futuro y para que no le quedaran inquietudes.

“La verdadera aristocracia es la del talento”

Las historias de la Guerra de los Mil Días colmaban su curiosidad y las fue almacenando en su extraordinaria memoria, y sobre todo que le eran interesantes porque fueron acontecimientos vividos por su propio abuelo. Los cuentos representados por tantas mujeres que lo rodearon con verdades y mentiras y otras con fundamento, como las lecturas de las tiras cómicas, que además de despertarle el deseo de leer, le ayudaban a razonar el contenido. Las lecturas de libros como Las mil y una noches y las fábulas llenas de realidades y fantasías que contenían los cuentos de los Hermanos Grimm, que daban la oportunidad de soñar, de sentirse reyes, príncipes, héroes, y de todo aquello que tenía a la mano en el cuarto de los baúles donde Sara Márquez, la prima, había dejado cuando estudiaba en el Colegio de la Presentación de Ciénaga. La alimentación al cuidado de mi abuela Tranquilina: pollito asado al carbón, huevo tibio blando con un poco de sal, sopas de fideos con pedazos de guineo verde y ñame. La cocoa o chocolate en leche acompañado con galletas fabricadas en la propia casa, que nos servían a las cuatro o cinco de la tarde cuando sonaba el trueno en la Sierra Nevada. La atención esmerada de mi tía Elvira, tía Pa, que bordaba en su máquina de coser rodeada de sobrinos preguntando: “¿De dónde sale el hilo que sale debajo de la máquina? ¿Por qué cuando pasas el hilo no te pinchas el dedo con la aguja? ¿Cómo se llama la muñeca que está pintada en el librito donde están las partecitas de la máquina? Y ¿por qué? Y ¿por qué?”. En esos momentos entraba Wenefrida, Nana, que tenía un gran sentido del hu-

mor, a burlarse de todo cuanto preguntábamos y a distraernos y dejar en paz a la pobre tía Elvira de tanta preguntadera.

Luisa Santiaga pechichaba a toda hora a Gabito cantándole las canciones de la época: “este es el fado, fadillo, fadeiro tan colosal y original, lleva en sus notas canciones del alma, brisas de Portugal”. Y a veces lo dormía con cantos inventados: “El pollito asadito me lo como con Gabito”. Cuando Gabito ya era considerado como el mayor, se lo hacían sentir, y se notaba porque daba órdenes como lo hacía con sus compañeros en la escuela primaria donde ya estaba estudiando. Cuando pedía dinero a mi mamá para comprar cualquier golosina decía: “Dame dinero para comprar, para que veas que se te quintuplica”. Y realmente se le cumplió, porque cuando creció siempre tenía para darle a mamá lo que le pedía. La abuela Tranquilina influyó en la parte supersticiosa y sobrenatural, propia de sus ancestros guajiros. Creía en fantasmas, brujas, seres del otro mundo. Todas esas historias que creía se las contaba a Gabito, con su cara de palo como si todo este mundo fantástico e irreal fuera de verdad. La influencia de mi papá con respecto a Gabito, no la recibió con trato personal porque su infancia fue en la casa de los abuelos. Su amor a nosotros lo demostró con su ejemplo, nunca lo vimos embriagado, ni fumando. Se preocupó por darnos siempre una casa para vivir. Le gustaba referirnos cuentos, inventados muchas veces por él. Nos dejó también el sentido del humor, la lealtad y la honradez en el manejo del dinero. Fue un lector asiduo y también le gustaba escribir y lo hacía muy bien. Tocaba el violín, le gustaba el piano, la poesía y las artes. Poseía una gran visión del futuro, quería que todos estudiáramos inglés y decía que las gaseosas y los jabones serían las empresas que más florecerían. Le encantaba que todos estudiáramos

y decía: “La verdadera aristocracia es la del talento”. Aun cuando quería que Gabito estudiara Derecho, fue feliz y se sintió orgulloso de los triunfos de sus hijos, de sus capacidades y se llenaba de orgullo hablando de su hijo Gabriel José, y tuvo la dicha de disfrutar la felicidad del Premio Nobel de Literatura que ganó Gabito.

HABLANDO DE GABO EN LA FERIA DEL LIBRO MAÑANA, DE 7:00 A 9:30 P.M. EN EL AUDITORIO JOSÉ ASUNCIÓN SILVA, EN CORFERIAS, Aída García Márquez, hermana de Gabo y autora de Gabito, el niño que soñó a Macondo; Plinio Apuleyo Mendoza, amigo del Nobel y autor de Gabo, Cartas y recuerdos; Gustavo Castro Caycedo, autor de Gabo: cuatro años de soledad, y Óscar Pantoja, guionista de la novela gráfica Gabo: memorias de una vida mágica, conversarán sobre la vida y obra del escritor.

La tertulia será moderada por Fernando Quiroz, e invitamos a nuestros lectores a que no se pierdan este encuentro en el que se homenajeará a uno de los más grandes de la literatura.


No conozco a

GARCÍA MÁRQUEZ

POR: ÓSCAR PANTOJA

No conozco a García Márquez en persona. Nunca lo he visto. Lo conozco de libros, de oídas, de noticias. Lo he visto en fotografías, en videos, en sus novelas. Sin conocerlo, me arriesgué a contar su vida y la creación en su obra. Me arriesgué a contar su magia. El resultado fue una novela gráfica, la primera en Colombia de este género y la primera sobre García Márquez en el mundo. Ahora quiero hacer una breve narración de ese García Márquez que no conozco y que conozco profundamente. La primera vez que supe de él fue en la escuela. Estaba en cuarto de primaria. La profesora llegó con un libro pequeño. Nos dijo que teníamos que leerlo. Mi mamá me compró una edición de segunda, vieja, pero muy hermosa. Empecé a leer el libro y ahí cambió todo. El coronel no tiene quien le escriba me inició en la lectura y en mi deseo de ser escritor. Volvimos a encontrarnos en el bachillerato. Yo ya daba vueltas por el centro de Bogotá metiéndome en los talleres literarios. Oía de los escritores en ciernes, que no escribían, que no había que leer a García Márquez porque su prosa era como el fuego que aniquilaba y que un escritor se echaba a perder leyéndolo porque no saldría de su embrujo. Desconfiaba de lo que decían, sin embargo, me preparé. Leí a Dostoievski, a Kafka, a Camus. Cuando consideré que estaba preparado compré Cien años de soledad y me encerré a leer. Esos escritores, que no escribían, tenían razón: su prosa era fuego, su influencia inmensa. Duré una temporada escribiendo realismo mágico perverso. La tercera vez que nos vimos fue emocionante. Tenía 18 años, quería escribir y conocer todo. El tío de una amiga me planteó un trabajo que nadie hubiera rechazado: me propuso ser guía de una

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excursión de estudiantes por la Costa Atlántica. En lo primero que pensé fue en el mar, pero cuando el tío dijo “la ruta es esta” y mencionó Aracataca, sentí el frío de la emoción, esa sensación pura de la aventura que solo se siente cuando se es todavía adolescente. Dije que sí. Iba a ir a la tierra de García Márquez, al lugar donde surgió el mítico Macondo. Hice mi maleta y me fui. Faltando poco para amanecer, a eso de las 5 de la mañana, el chofer me dijo: “En una hora llegamos”. A medida que el bus recorría veloz esa tierra caliente y el paisaje pasaba y desaparecía, solo en una cosa pensaba: bajarme y ver el universo, como en El Aleph, de Borges. Me bajé y todo el calor de la tierra me envolvió. No había brisa. Estaba amaneciendo y las calles partidas estaban solas. No había ruido, solo el sonido de un pueblo dormido y el de los pájaros. “Compre agua”, me dijo el chofer y me lanzó el billete. Le había contado que quería escribir y conocer Aracataca. Tal vez por eso se detuvo. Caminé por las calles perdido. Una sensación de terror lentamente me iba invadiendo. Hacia el fondo de una cuadra vi una tienda. El lugar parecía abandonado. Salió un señor muy grande y me vendió el agua, congelada. La sacó de un cofre de nevera que brilló cuando la abrió. Di una vuelta pequeña, para no perderme del bus, y regresé. “¿Listo?”, me dijo el chofer. “Listo”, le dije. Y prendió el motor. Ahora que el tiempo ha pasado puedo explicar el terror que sentí caminando por las calles vacías de ese Aracataca que conocí. No vi la grandeza que llevaba en mi mente y que había leído en las páginas; solo me encontré con otro más de los pueblos pobres y olvidados por el Estado. Mi impresión había sido de desilusión.

“Era como pegar una porcelana que se había roto con un pegante que la unía y hacía que las fracturas desaparecieran a medida que se aplicaba” Luego entendí que sí, que ahí estaba todo. Era como una pequeña lámpara de Aladino: en un momento no había nada, pero, de repente, aparecía el universo en el momento en que un gigante me pasaba el agua hecha hielo. Ahí estaba la magia. Ese era el funcionamiento del realismo mágico: el tiempo arquetípico de la infancia que se reventaba y se evaporaba por el paso incesante de los años de la vida, y se perdía para siempre de la vida real, volvía a unirse, a pegarse, devolviendo ese instante de felicidad. Era como pegar una porcelana que se había roto con un pegante que la unía y hacía que las fracturas desaparecieran a medida que se aplicaba. Aquellas fueron las ocasiones en las que he visto a García Márquez de frente, a los ojos, en el alma. No necesitaba verlo a él; necesitaba ver su universo.


la novela de Gabo en zipaquirá

DONDE LO HICIERON

escritor POR: GUSTAVO CASTRO CAYCEDO

“Gabo nació fisicamente en Aracataca pero literariamente en Zipaquirá” Tengo vivo el recuerdo, era una noche de 1970, mi mamá veía televisión y mostraron a Gabo. Ella, que lo conoció en 1943 en Zipaquirá, gritó: “¡Miren, miren a ‘Peluca’!”, como le decían. Cecilia González Pizano fue una intelectual y su protectora allí; ella nos llevaba dulces cuando iba a mi casa; era amiga de mi madre, que aseguraba: “Cecilia fue su hada madrina”. Me interesé en esa historia cercana: nací 50 días antes de que Gabo llegara a Zipaquirá a vivir a cuadra y media de mi casa; hice mi bachillerato en el mismo liceo; tuvimos tres profesores en común y... escribí Gabo: cuatro años de soledad. No entendí por qué nadie investigó la vida del Nobel en Zipaquirá. Hasta su más reputado biógrafo, el inglés Gerald Martin, pasó por ella con ligereza y equivocaciones. Era una historia inédita que alguien debía contar, y decidí hacerlo yo. Investigué durante casi 15 años y 83 testigos me revelaron: dónde, cuándo, cómo y por qué Gabo se volvió escritor. En Zipaquirá lo convencieron de dejar sus caricaturas y coplas mamagallistas, y lo ascendieron a la prosa literaria. Lo dirigie-

ron y moldearon su gran talento. La ciudad fue anónima, a no ser que dijeran: Gabo sintió allá frío y soledad. El Liceo Nacional, más que un colegio, era como una ‘universidad literaria’ dentro de una casona construida en 1782; tenía fantasmas propios que fortalecieron su realismo mágico. Su tarjeta de identidad, la 3917, fue zipaquireña, no de Aracataca, Barranquilla, Sucre o Bogotá. Sí, él nació físicamente en Aracataca, pero literariamente en Zipaquirá. Gabo reconoció: “A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida fue a quien se le ocurrió esa vaina de que yo escribiera”. Y dijo: “Todo lo que sé, se lo debo al bachillerato”.

las cuatro tragedias que lo sacudieron allí; su soledad, dramas, terror, alegrías, éxitos y aventuras; sus primeros amores y su nacimiento como poeta, cantante de zarzuela, actor, orador y escritor, o sea su propia novela en Zipaquirá, donde a pesar de tener mucha compañía, se sentía solo. Siempre creí que si Aracataca es famosa porque Gabo nació allí, y que si él es casi inmortal por su Premio Nobel, parte de ese honor también les corresponde a Zipaquirá, al Liceo y a quienes lo llevaron con solidez a la literatura durante los “cuatro años de soledad” que le dieron pie a esta historia.

Plinio Apuleyo Mendoza en su libro Gabo, cartas y recuerdos, transcribe una que este le envió en 1967, y sustenta mi tesis cuando dice: “En realidad, Cien años de soledad fue la primera novela que traté de escribir, a los 17 años”. Cursaba cuarto año en Zipaquirá. Estudió en Zipaquirá del lunes 8 de marzo de 1943 al viernes 6 de diciembre de 1946. Los testigos en mi libro lo revelan elemental, romántico, tímido o mamagallista. Y relatan una gran galería de sucesos:

Gustavo Castro Caycedo es autor de Gabo: cuatro años de soledad (Ediciones B), en el que explora la época de estudiante del Nobel en Zipaquirá.


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