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Pliegues y despliegues de la razón poética En general no comprendo de los narradores, los ensayistas y los cineastas que me dicen que no les gusta la poesía, o que están alejados de ella, que tal vez la valoran, que comprenden su alcance como algo serio y relevante, pero aún están a distancia de ella, tal vez no la necesiten y no la usen, pero que con el manejo de una diégesis y el relato les es suficiente. Sin embargo no han considerado que existe una poética que sobrepasa las formas de la poesía y se desarrolla en otras expresiones. La poesía puede perfectamente no ser poética, así como la poética no siempre es poesía, puede ser teatro, música, cine, novela, etc. Que están movidas por principios poéticos, una poética en sentido amplio o lo que podríamos denominar como una razón poética. Una razón poética es lo que nos hace pensar la construcción de una obra de arte, la que nos hace operar sin las consideraciones que se suelen contemplar en las actividades funcionales de la vida (a las que no pretendo restarles mérito alguno), es decir que nos hace sentir y pensar que las cosas pueden salirse de los cauces normales, ya sea porque se salen de las leyes de la naturaleza, de las leyes jurídicas o cualquier tipo de criterio de demarcación, no porque no los tenga o no los pueda tener, sino porque una razón poética posee su propia lógica, donde perfectamente sus conclusiones pueden no seguirse de sus premisas, aunque en rigor, los conceptos de premisas y conclusión no son propios para una razón poética. Si el narrador o el cineasta se contentan con sus personajes y sus estructuras de relato, de su historia principal y sus historias secundarias, sin contemplar una razón poética para su desarrollo ¿qué hacen? Posiblemente una historia que no alcance el valor de una estética y una ética que nos ofrece una razón poética en constante desenvolvimiento. En este libro se reúnen diversos trabajos poéticos, literarios y gráficos atravesados por una razón poética que permite que todo esto se junte, se mezcle, dialogue y finalmente se pueda expresar en algo concreto, en un libro chileno mexicano, de Morelia y de Valparaíso. Hace un poco más de una año cuando Karina García Albadiz visitó la ciudad mexicana y se reunió con el poeta Gaspar Aguilera se comenzó a gestar lo que hoy ya es una obra que nos ofrece los diversos pliegues y despliegues de una poética en sentido amplio. 2
Armando Salgado
Antonio Guzmรกn, La patada b y n, tinta china y acuarela sobre papel de cuaderno escolar antiguo, 28x22 cms, 2011
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Estado 16
Los fabricantes de sueños posmodernos se enorgullecen de ser capaces de convertir al mundo en una fábrica de inmortalidad mediante un sinfín de repeticiones televisivas. Peter Mclaren
Remite al principio. Estadística. Difícil de entender con más de cuarenta, tragos, años, cocaína. Difícil de leer con más de cuarenta grados bajo vena: es suicidio, la violencia en columna vertebral, la maquinaria mordiéndote los cuerpos. Tenemos un cuerpo. Dos cuerpos. Tres cuerpos. Una palmera diría el buen George, crecida con Tecate Light del Hussong`s o con el coro del Another Brick in the wall de Pink Floyd; es el cuerpo de los veintisiete años, edad del desplome, de la marcha, del pájaro azul cantando en la cabeza, del crack. Edad sin teoría crítica. Ellos tendrían que ser la Generación del 27 y no Rafael Alberti, Federico García Lorca o Emilio Prados entre otros y sí Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain, Jim Morrison y Brian Jones. Algunos lo usan de ejemplo para darse a conocer, como José Zorilla quien escribió una elegía por el suicidio de José de Larra. Hoy, son la flor depresiva, la represión de neuronas, los perros siguiéndote la sarna, la cuota y el progreso postmodernista. En verdad que hay muchos cuerpos y gotas de rock escurriéndoles la cara. Balas respirables como pases de sombra en la nariz, disparos de bala perforándote los cráneos del alfeizar o el instante lucido donde Beethoven escucha una cerveza o donde Van Gogh por fin es correspondido. Pintura anatómica: paisaje de vitriolo, no los gatos quemándose en el jardín de Fuentes, no los ojos de Aura sin el verde de las constelaciones, no los cuerpos ancianos con tiempo acurrucado entre su piel. El capitalismo cuesta, acuesta muertos, jode entrañas, no nació ayer. Apuesta. Juega con suicidas y rompe brújulas de azul. La depresión es eslogan. El estrés contamina el aire. El estado 16 es un cuerpo con muchos cuerpos. Logra opacidad en la prosa al ocultar engranes. Es el trasfondo de la poesía, el currículo oculto de la literatura actual. La puta idea acostada con dinero en diferentes camas e idiomas. Todo por no decir que las balas no son imaginarias, que existe otro mapa 4
donde Europa no es el centro del planeta y que Sudamérica es más grande que ella. Historia basada en fechas de guerras y sangre y no la amazónica nostalgia, no la gritería por ser feliz en una Cuba con muchas dificultades y tanto por hacer. Todo por no decir que un software infectado se introdujo en los canales de la paz, desatando una semilla, y al mismo tiempo un texto con olor a desfuturo. [Aquí, el capitalismo nace desnudo, es de carne y tiene límites. Para darle una apariencia de menos mierda lo llaman globalización. Hace poco lo volví a escuchar. Tiene un cuerpo que algunos consumen: muchos, lo llaman suicidio].
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Soft War
Hay un país extenso en el cielo con las supersticiosas alfombras del arco-iris. Pablo Neruda
Tentación del oprimido: árbol con metales. Las navajas son pueblos que rasgan su corteza. Los amantes dejaron su nombre sin profundidad. El dinero borra del viento la capacidad de sueño. El dinero borra la memoria. El dinero suplanta los nombres en la corteza del aire. La piel del árbol tiene firmas de las marcas más reconocidas en el mundo. Ya no dice Fedra ni Joao, tampoco Moscú ni Nathasa. Ahora se lee explotación infantil, abuso sexual, yuxtaposición, hiedra, dinamitas. Los primeros nombres son de fósil, de cenizas, de arcaica soledad. Los primeros nombres se olvidan a sí mismos. Los primeros nombres son el tuyo, el hijo, la casa, mis padres. Los primeros nombres padecen de esperanza y en rota levedad aprisionan una brava eternidad. Los primeros nombres emanan salitre, cal, silencio. Los primeros nombres son libros guardados en el polvo. Los milagros son de plástico. Ruedan sueños sin ojos, los muertos sin dueño, los cuerpos sin dueños. La guerra es metáfora. La paz, cementerio. “Cuando la guerra es la paz”, las palabras son mentiras y nuestra boca un panteón de vómito. Hemos perdido la capacidad de soñar. La resonancia de creer. La guerra es el nuevo reality show. La guerra se anida como software en las venas. La guerra es alimento desechable.
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Alienación
Hay metáforas que son más reales que la gente que anda por la calle. Fernando Pessoa
Censura. Me soy censurado. La mecánica rompe músculos, uñas. Nació como embrión al centro del mundo. Fueron hogueras, ritos, señales, libros y escobas para leer lo carcomido. La alquimia brotó bajo lluvia, sobre musgo. Fuimos la primera resistencia. Pero la modernización apareció como perra para morderte con casinos, guarderías, con el campo menos que tierra. Negro el vapor, la conciencia, la mañana. Negra la sarna, la intención, el horizonte, la manía de masturbarte viendo canales en Panamá y las rubias que transgénicas te maman el hambre del bolsillo. Cortar, sangre, los tornillos. Hay ansiedad: nació de los huesos transparentes. Todo pertenece a su calidad efímera, como los gelatinosos besos desechables o los suicidios tirados por la ventana. Hoy, los amantes no cortan flores del suelo, se cortan en pedazos, devoran piernas, miembros, la conciencia. Se venden putas en las tiendas de enfrente, menores, quinceañeras. [Max Weber sentenció el usufructo donde muchos cederían ante imágenes causadas con mera alienación, tan suyas, tan incuestionables]: Es engaño colectivo. La tercera vía. Balas cortando los trigales. Sueños rasgados con la hoz del insomnio.
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Maquinaria
Niego los imposibles… Conjuro y juro que los hombres volverán al amor. Carlos Eduardo Turón
Abrir el corazón a los motores, los hilos que tejen la palabra: libros de agua por si la sed. O sentir la encrucijada dentro de mí, afinando la cruz de plástico: elevador para alcanzar el desgaste. Así vivir, decirlo, con engranes crujiéndonos la vía, con trenes cruzándonos la vena, modelos de violencia cuneiforme. Sabemos lo cabrón, lo jodido bajo trazos de luz, cabezas rodándote o golpes de tiza partiendo máquinas que creen caminar sobre la mierda. Como pájaros rasgando sus gargantas, porque el aire se contaminó. El más viejo decía: Nada regresa las alas cuando sabes a dónde y por dónde llegar. La actualidad es una loca que corta de su pelo un final escrito por Kafka.
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Gravedad
Nada hay más que buscar –el corazón está saturado– el mundo, vacío. Novalis
Hablar de la crisis, sintonizar barcos en el frío. Sudar. Escuchar las verduras, los sentimientos, la última botella del periódico. Sudar retratos y alquiler. Esto de vivir es bajar del árbol los pájaros muertos. Es desintonizar el ruido de la muerte, apagar la vecindad: porque tienen VIH, porque el hambre, la clientela, los billetes. Hay mataderos para destazar la sexualidad. No basta con decir que la guerra tiene putos y putas, que la prostitución infantil tiene cayos y ratas, que la justicia social depende de la compra/venta de órganos. Podría aparentar: son los puertos el lugar de la nostalgia. Llegan barcos repletos de niñas con nutrias en vaginas y niños con dolor de intestinos. Cruces y triángulos quebrados. Los niños del invernadero tienen rostro de vacas rumbo al rastro. El humo cruza los rastros del aire. El frío tiene escamas, anida, muerta, practica cesáreas al invierno. Un trozo de madera flota sobre el lago. Los puertos sintonizan voces que algún día llovieron como vida. Esta vecindad es el puerto. Nieve. Cocaína. Aquí no hay marcha ni horizonte, la maquinaria de las drogas fornica con el hecho de narrar y los pocos lectores leen a Stephanie Meyer. Domesticación. Venden estampas de santos sin cabeza y el cine de arte pertenece a Hollywood.
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Variations d'une vie caffée Si quise decir lunas, dije perros muriéndose de hambre. Ramón Martínez Ocaranza
Rayando alféizar, proyección de sombras: 2 de octubre. Fantasmas que gobiernan holocaustos. Vidas bajo un gato muerto. Octubre con el cuello marcado. Esta es la actual Tlatelolco. Esto es la mierda. Octubre es un pájaro que caza bajo suelo nutrias y piedras de sueño. Vienta sobre tierra, no debajo porque en subsuelo que los hay, son recuerdos que vivos en la mente de los muertos dicen muertos que aún viven en la muerte de los vivos. Como decir 2, 12, o Revolución de Octubre. Corta sangre de su brazo, lo era: Eran los muchachos que vivían en la vecindad, siempre mozos hasta madrugar las ojeras con cuantos bolillos y un caldillo de frijoles en el estómago. Sin traza de aguacate ni por ser de Uruapan. Parecían estudiantes, pero en ese entonces perecían. Octubre contempla cómo el viento sale de su cuello. Es psiquiátrico, se le quiebran los huesos al verse en el río. A veces tiene Alzheimer. Se viste de nieve cuando camina por Montmartre: Cerca de la ciudad de León, Rubén Darío prepara un revólver. No insiste: la pulmonía es más densa que el plomo.
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Preguntarán qué somos
…preguntarán qué fuimos Roque Dalton
Rescaño, como res, matada por fragmentos y destazo que se vuelve respirable. La soledad se aspira en trozos que vidrios cortan la nariz, respetable lugar Catrina. Porque en la sangre son los grillos que indómitos vomitan después de la resaca. Porque en la tienda, armas cubren precio y no saludan con la mano. San Salvador lo dice, nadie respira, todos se tapan la boca para no decirte dónde están las cajas con sus cuerpos o dónde la otra caja con canicas, los plásticos juguetes o cada estampa del álbum de las ilusiones, bajo llave, con tiritas de pan o filas de monedas robadas a la fuente o la pita de un murmullo. Rescaño. Tan restan que flores son ejército y rompen la cabeza con piedras de bala. Levantones, cuota, guerrilla. Sí Catrina, en lugar de vestir a los niños con tu adoración, busca perros amarillos que son luz en las iglesias. El consumo también extinguió loa linderos de esta luz. Sí Catrina, ayer mataron en tu nombre y dieron drogas a peatones. Arrollaron periódicos, y tú, sin cobrar impuestos te dejaste piratear por tanto tirador. La muerte ya no es de verdad. Se malbarata cuando amarran a un perro con cadenas, un verdadero perro, dejándolo secar como flor de campo sobre la mesa, para decir: “esto es arte, tan contemporáneo me soy”, o tatuajes comprados para exponerlos en violeta, sábana, tan de tú, disparado, mero muerto, traficante, consumista. Decir que esta patria se consume antes y después del 2 de noviembre, y que tú mi Catrina, en la silla presidencial pierdes el sabor a los muertitos no de pan pero sí llenos de fierro. Carroña de áspero capitalismo. Desechando huesos, manos, lo no material. Arrumbado en el vómito de los grandes basureros debajo de las ingles de una Madagascar prostituida, donde todo lo que tocan, no de oro se vuelve mierda.
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Rojo 40
Parto do no se muere sino que se vive la cruda suerte de matar. Abigael Bohórquez
Es diablo en vena quien fraga lo dolido, lo que sabe a conjuro, lo escondite y el muerte. La sensación nula, el ocaso en la palabra y la puta sin palabras lloradita frente al transgénico de los restos. Saberlo, no decir vena sin la sangre, no revólver sin la vida, no decir amante sin los dientes. Aquí todo se marcha de sangre: estudiantes, mejunjes, etiquetas, asfalto. Calor, vuelan palomas del culo, eran fragarias, lo vendado, lo masticable, porque todo alimento en apareable ganancia es mierda digerida, cartón noctámbulo, rojo 40. Y no hacen falta culos de verdad para decir lo que industriable es alimento de los muchos, como los muertos son alimento segregado en las banquetas: las palomas picotean ojos, lenguas, trozos de cerebro, astillas. Las palomas se masturban con el peine de una loca al ver TV por cable. Las palomas se llaman Paris Hilton, Madonna, Britney Spears. Las palomas son anoréxicas y prefieren comida enlatada. Reliquias los buenos alimentos: cadáveres. Llueve afuera. El matadero llueve. El aspartame industrializa el asma, provoca dosis que no por la nariz vuelven como boomerangs cada corto, lacrándote el aire, violentando las ramas de tu árbol. Nos cuela sangre para mirarla despacio, lenta como lentos palabros, como lentos muertas, como lentos vacas que mueren por consumo que son, donde verbo mata culos para no drenar en mierda lo que en vista se come frente a todos, como muertos acuervados, como no dormir solo sin la sangre, como rama eructada en el campo, palidezca, otrora, fusil, la guerrilla. Los cuerpos tirados de cabeza, las manos cortadas con la tiza, los nombres consumidos por el tiempo: la lista desechable de los bares, la mudanza de la casa vieja, los retazos de piel sin colorante, los muchos libros sin sentido, los ritos de soñar acostado, el limón sin huesos, los cuerpos con lo hueso de fuera, el poema sin piel. La locura no germina, droga. La droga en no vida que es flanco de áspera letra, consume. La vida en fierro fuselaje, engranada a los sueños de la verga de un monitor. El cielo sin estrellas marca el control para encender en la pantalla puntos luminosos. La sangre traficante del insomnio se acuerda de venas y no del suelo, no de la bolsa, no de la plancha metálica. La sangre no escribe con rojo 40. La sangre se va de los metros al pisar letreros de amor, esperanza. La sangre de magnolias recuerda un pozo de los deseos. La sangre no aprende a caminar cuando descalzos cortamos los pies. Cuando sin pies cortamos las manos. Cuando sin manos nunca los libros que no logramos escribir.
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Lourdes Garibay Rubio
Patricio Bruna Poblete, En un podio, tinta china y mixta sobre papel, 56x44 cms, 2011 13
cuadrante
cierro los ojos y entrego sus húmedas pupilas al sapo‌ en el Este
en el Oeste eco ya escucha de nuevo
al Norte las alas en el farol tal fue el trato con el mirlo
y al Sur al Sur me dirijo sorda ciega y sin alas remontando la soledad consultando una brĂşjula prestada
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inter II
léeme y cree en las fórmulas en las fábulas en los milagros de mundos desfogados en edades febriles y pájaros vigías de estentóreos lenguajes desangrados
en breves silencios encuéntrame viviendo fiera en una llama núbil en noche humana invócame que el astro amasa cien granadas de lumbre
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primer odio
(Ocaranzista, atrevida a su Primera Carta)
desde que comenzó el frío oficio tan helado como habitar mi cuerpo terreno desde entonces en que llegaste derribando la ruta de la cordura desde que soñábamos sentimientos donde reinaban los ritos desde que el abracadabra brotó de su elíxir para salmonear el odio… desde entonces
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en valladolid
no puedes condenarme yo misma desconocí mi letra y también las desmoronadas tardes de cantera encharcadas en las manos no era yo la que se hospedaba en el umbral del viernes y copiaba presurosa un vapor evaporado ascendiendo y descendiendo no era yo dejaba el cuerpo en el segundo piso y volvía melódica oscura y descalza a escribirlo todo todo lo que hacía falta
me leí feliz escuché mi voz separándose de la lluvia no nombré el sol no nombré la luna volví a la plaza 17
a recostarme hasta las doce en el regazo de algún Cervantes de piedra con el puño desfalleciente punzado por rosa hay cuatro grados bajo cero empezando el invierno
Permanecía inmóvil
y nada se movía cerca de la ventana, excepto una pluma de faisán que llevaba prendida en sus cabellos Leonora Carrington
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la nívea hada de la noche
pule la bastilla de su falda luego se posa en la nariz de la muñeca de pasta ella en mi pequeña habitación de puntitas sobre la pechera bordada curiosa por alcanzar el cascabel del duende qué insoportable y cómodamente ronca
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espejo
duermo la sed de un pájaro sin cielo ansia de ángel que amanece sin sus alas duermo la raíz y el árbol que creció creyendo sus brazos ramas duermo el miedo y su tambor acorde que revienta los oídos duermo yo toda duermo y nado en la corriente que despeña en la cascada gritos que despeña en la cascada gritos duermo y nado en la corriente toda duermo yo acorde que revienta los oídos duermo el miedo y su tambor que creció creyendo sus brazos ramas duermo la raíz y el árbol ansia de ángel que amanece sin sus alas duermo la sed de un pájaro sin cielo
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salvoconducto
fórmula para salvar al poema: siete puntos negros juntos mejor siameses dos y medio gritos diligentes a las diez un avispero de calma colgando del postigo al futuro otro poema que se le parezca -por si esto no resulta un rubio cabello una feliz visita al patíbulo un ciento de ojos - con sus miradas a la entraña rocas y ríos a coro lo más importante: a las diez siempre a las diez -y todo bien mezclado comprenderás que ahora tendré que matarte
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Abdías Martínez
Carla Oliva, Keternen, xilografía y barniz blando, 60 x 39 cms, 2009 22
Sauce
Miras con tristeza la caricia carmesĂ que te sirve el cielo, tus brazos esconden en la afligida savia un murmullo lejano, tus brazos se mueven para mostrarse como son, para caer de lo alto y perder el cielo, para caer de lo alto y mojar el suelo. MĂĄs tarde desaparece en el soplo el secreto Ăntimo de una sonrisa decadente. Llegada la noche; silenciosos, oprimiendo el corazĂłn lloraremos juntos.
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Melancolía
Exhala el viento el frío polvo de tu nombre.
Mi boca quedó atrás.
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Nido
Cae la noche nuevamente, no ha parado de llover en días, el viento se ha trasmutado en vendaval, la lluvia martillea esta casa, la humedad cala hasta la medula, las gotas gritan su nombre hasta quedar afónicas. De día tejo bolsos para contener mis lágrimas, de noche retumban en perpetuo eco al ser liberadas; olas inmensas golpean las hebras de mi nido. La niebla ronronea al vaivén de mis sollozos, intenta abstraerme de mi duelo. Hubo un crujido interno que me lanzó a la tierra –desnudo–, sin sus alas, sin el néctar que vertía en mis venas; un vacío enorme me mantiene la pupila fija, la boca seca. Yermo bajo la corriente que cubre mi rostro, poco a poco mi cuerpo de sal se transforma en arena, en mi verbo muere la esencia del sentir; aferrado al nido, lloran mis labios porque se han marchado los de ella.
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Sicomoro
Guardará bajo sus brazos un espacio breve y cálido mientras cae la lluvia. Mientras cae la lluvia, diluirá inquietantes penas bajo el alma. Mira fluir la lluvia entre sus ramas, en el desprender del follaje, hojas de pecíolo acompasado, taciturna palidez anticipada. Temblará el fruto, teñido de agua, de dulce miel, que desprenderá el viento, y dormirá a sus pies, mientras cae la lluvia.
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Esperanza
Hoy cerraré mis ojos y voy a mirarte, no dejaré de ver tus ojos aunque la tarde esté nublada.
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Ciprés
Ya da el sol en los ojos del ciprés, aunque los estróbilos emigran en solitaria barcaza para adornar el suelo, las hojas se hallan perennes. Allá arriba en la longeva cima, acaricia el viento la persistencia de la vida. Allá arriba, donde da el sol, los ojos del ciprés contemplan calmos, íntimos horizontes. Ya da el sol, Piramidal.
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Casa
(Gélida música de fondo) El olor a tierra mojada me hace recordarte inmutable; tus piernas azules y ojos de estrella confortaban mi estancia. Te pienso en las tardes serenas, en el silbar de los juegos frente a la casa de mi abuela cuando corría descalzo. Te evoco en el cantar del arroyo cuando éste crecía, cuando el tiempo no importaba, cuando el chirriar de las horas se escurría de mis recostados ojos sobre la hamaca mientras veía pasar la gente. Te pienso en aquellos vecinos, en aquellos amigos entrañables, te pienso en aquel símil de familia cuando cuatro eran multitud. Hoy no me miran tus piernas ni me abrazan tus ojos, mi abuela ha muerto, el arroyo se ha secado, ya no veo pasar la gente, 29
me he unido a su transitar; los amigos dejaron de serlo, en mi familia quedamos tres pero ÂĄsomos uno! Suspiro al calor de ti morada, al soĂąarte gris, frĂa, seca, deshabitada.
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Encina
En el centro de la casa, donde pegaba la sombra, donde tantas veces encontré abrigo, donde emergía dulce el canto de las aves, el respirar de las ramas y el musitar de las hojas. Donde pegaba la sombra, justo en el centro, yace la encina rota. Un espacio hueco habita ahora, no volverán las aves en primavera, no germinarán los nidos. Un puñado de hojas me guían a sus pies, yace ahora la encina rota y no estarán sus brazos al amanecer.
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Alejandra Quintero
Karen Rosentreter, Menarquia, 贸leo sobre tela, 100x80 cms, 2011
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Tigre sin rayas La noche hunde su prestigio de tigre muerde al sueño y al cuerpo el tigre de la noche en el agua Amparo Dávila
I La noche en su penumbra arrasa con los objetos a su paso, los destruye con sus colmillos atroces desaparece los gestos, las líneas de las manos, incluso los murmullos que apenas percibo, salen de tu boca. Mañana vendrá de nuevo con sus garras amenazantes a rondar la habitación, con la gratuidad de sus extremidades que trepan los muros de la nostalgia y dan saltos mortales al recuerdo. Vendrá a envolvernos la pesadumbre a simular la ceguedad. Buscaré un pretexto endeble que dé nombre a las cosas, que reconstruya la mirada, la que rompió con la violencia del amor, de las separaciones universales, innombradas, incalculables.
Quizá nos demos cuenta por fin que este lugar ya no es mío, ni tuyo, 33
que ya no le pertenece ni siquiera a este tigre oscuro, silencioso, que nos acecha dentro de la casa.
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II El sonido rasposo de la voz, labios distorsionados en fluorescente taquicardia malentendida, trémula provocada por los ruidos que se convierten en presencia, se transforma en una especie de bálsamo que calma la ferocidad del recuerdo, y transforma el acto de desnudar, que sólo es comprendido por tus manos. Los paisajes a esta hora pertenecen al otoño, los arboles se transforman en colores cobrizos contrastan la media luz de una mañana que no termina de caer, que silencia este paraje insólito del corazón.
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III Tu deseo es una pantera incendiada, que camina cautelosa por los lĂmites de la ropa, hace equilibro en las bardas frĂĄgiles del recuerdo. Esconde entre sus garras el sonido de un arpa cayendo a destajo, desafinando en contorsiones destruye las tonalidades del negro con sus cuerdas, del contraste absurdo de la melancolĂa.
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IV Las paredes blancas aíslan el tiempo que transcurre a velocidades inverosímiles. Los labios rozan tu taquicardia. El estallido de los colores, mezclados con aullidos de emoción y ternura, el tono exacto que lleva al punto del encuentro.
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V En el cielo se apagan las hogueras, las nubes desprenden humo desencantado, que divide el ahora del ya nunca. La soledad es el sĂmbolo -intrascendente, por ciertode la miseria absoluta de un olvidado.
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Dejé de visitar el mar, cerré las ventanas que daban a la ciudad, anticipé la partida de las gaviotas, borré tus huellas de asfalto y se convirtieron en huellas de fuego, soñé el ámbar de las olas profundas, lloré las avenidas ciegas, permití que la ciudad se llenara de gris cuando no estabas, que tu mirada de colores me hablara a respiraciones lentas, sólo para verte a mi lado por las noches, deteniendo el mundo, con tus manos en mi sexo.
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Nos ha nacido el mar en la punta de los dedos, partidos por la arena. Ha venido su rumor a callar los gemidos las lágrimas. En la humedad más profunda da calor aún cuando la temperatura sea más baja. Labios de sal que nos regresan de un viaje que nunca hicimos, que tenemos guardado en las pupilas, en los dientes, en las uñas, en las líneas de las manos.
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Gaspar Aguilera
Edgar Del Canto, Cristo en cruz, 贸leo sobre tela, 65x30 cms, 2011
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Sentencia
El que pierde las palabras tiene los días contados el que las ha comprometido ante el mejor postor casi está condenado la palabra esa frágil violenta poderosa inquilina…
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Circo romano*
Quisiera arrojarte a los leones solo para compartir esta maravillosa antropofagia de tu piel salobre y redentora
*Dícese de un espacio circular en el que se representan - ante un público enfurecido - , escenas tragicómicas de amor, vida y muerte, y el gladiador vencedor con una actitud desconcertante, se arroja voluntariamente al final, a la fosa de los leones… Diccionario Bompiani, 1798, pp. 555 y 556
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Crucifixión
A mi derecha: Judas miembro del partido opositor a mi izquierda: Barrabás sicoanalista y traidor ideológico y pensar que puedo convertir todo esto en solo una pesadilla ¿pero convendrá a mis intereses políticos?
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Autorretrato I
Me miro en el espejo y veo el rostro de mi padre: la frente alta y digna los labios carnosos su humor interminable su sentido del tiempo y de la moral su impotencia ante la magia femenina su creencia –como Rubén Daríoen el “ensueño y el misterio como eterna atracción”
Me veo yo: inundado de dudas de zozobras de arrepentimientos (se va desdibujando parte de mi rostro y escucho repetir a la conciencia taladrante: “nunca segundas partes fueron buenas”)
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Sinónimos
Nada se parece a tu piel he buscado en el diccionario de autoridades en el diccionario de sinónimos y hasta en el célebre diccionario Larousse Y en ninguno he encontrado algo que se aproxime a tu calor a tu textura a tu infinito amparo…
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Credo
Creo en el agua y su rito vesperal En el ĂĄrbol y sus raĂces protectoras En la piedra y su ternura nĂłmada En el sol y su abrazo permanente En la lluvia que lava mi pensamiento amoroso Creo en el temblor de las seis de la tarde que limpia todas las impurezas
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Pessoa y el verano
Tengo que confesar que un verso de Tabaquería se me ha atravesado en las venas y ahora no sé a quién recurrir si a un acupunturista o a un especialista en saudade que me extirpe del alma esta inmensa terrible nostalgia y las últimas gotas del Oporto
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Ramón Guzmán Ramos
Mauricio Ojeda, Sin título-12, tinta china con pluma y pincel sobre papel Murillo, 50x70cm, 2010
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La idea de alguien
1 Soñé con los dioses que crearon al hombre. Les pregunté si reconocían su error. Los errores se destruyen, me dijeron. Ellos levantaron el agua y la tierra y les dieron abrigo con el viento. Echaron a rodar las piedras para que las piedras aprendieran a golpes de camino el arte tenebroso de vivir. Hicieron que las cosas brotaran de sí mismas y volvieran siempre a su origen. El hombre salta de noche y asalta las horas por venir. Afuera, la noche se hace nudo y remolino. Hay un tropel de ruidos temerosos que chocan contra la puerta y se desvanecen como el humo negro de la hoguera . Los muertos que no dejan de morir su muerte eterna. Las plegarias que nunca llegan al limbo de la vida. Los cuervos que se miran en el espejo roto de otros ojos. Los sueños de los dioses que no admiten otros sueños.
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2 Cubro mi piel con las cenizas negras del barranco. Dejo que mis ojos se abran a la noche y se llenen de la invisible luz. La luna está tan cerca que levanto mi mano y puedo tocar su sombra mítica, la figura de arena que parece saltar sobre nosotros. Desciendo de la montaña con una piedra de sombras atada a mis pies. Debo leer las señales del agua, los pasos de antaño sobre el agua, el agua que ya no tomaron en sus manos los pescadores porque se escurría de entre los dedos como una pequeña caída de luz. Las calles se han cerrado como secretos malditos. Una calle es una paralela irregular que se aleja y choca contra las faldas anchas del cerro que se dobla. El aire está cargado de signos. Uno los respira y se llena la sangre de presagios. Entran por las rendijas de las puertas y provocan la muerte apacible de los sueños. No sé si me haya quedado en uno de esos sueños asesinados. Alguien pasa corriendo más allá de la frontera del miedo. Sus pasos suenan en las puertas como golpes de martillo. No me atrevo a salir de esta esfera enemiga. Detrás de su piel está el cuchillo con el que le arrancaron de tajo una costilla al hombre de los huertos. Todo se acaba para que todo vuelva a terminar. Recuerdo que éramos puntos oscuros luchando por brotar a la luz, por constituirnos en cuerpos de luz. Es el origen de todas las batallas. En ese primer momento nuestro rostro era una silueta de sombra. Cuando miramos en la profundidad del tiempo nos encontramos con ese espejo oculto entre la sangre de fuego. De allá venimos. Desde allá nos vemos y nos determinamos como el objeto al deseo. Éramos la idea de alguien convirtiéndose en realidad, la realidad que justifica a la idea y que la hace sentirse necesaria. 51
Cuando pensamos el mundo e intentamos tocarlo con el vientre, el mundo se hace redondo y se convierte en hijo de nadie. Nos hemos quedado en los vientres de las piedras para sobrevivir cataclismos y exterminios. Pero las piedras se rompen y nos dejan caer por el aire envenenado. Polvo de fuego y polvo de noche. Somos polvo que choca en las paredes de las calles. Somos el espejo de otros que se miran desde la cima siguiente del tiempo y el abismo.
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3
Esta es la realidad, me dice el sabio que sueña con lagartos voladores. La realidad que se mira a través del aire con los ojos turbios de la tierra. Todo lo que ocurre ha pasado ya. Pero nada vuelve a ser lo que era antes. Somos lo que el polvo oscuro ha hecho de nosotros, esta materia opaca que carece de memoria. Dejamos de vernos en el espejo roto de los huesos. No hay espejo en el mundo que nos devuelva la mirada. Alguien nos sigue viendo desde el aire más alto de la cima. Es el sabio que habla, que nos habla, con el lenguaje antiguo de los sueños. Los sueños nos atrapan por la noche, nos dictan la letra inapelable de las leyes, y luego nos vigilan en el día para que no podamos eludir nuestro destino. Por eso escribimos la historia sobre los muros de aire de las ciudades invisibles. Pero los signos no son de este mundo. Tenemos que volver al campo de batalla, encontrar las claves debajo de los muertos.
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4 Es un dolor nuevo que cae como campana de iglesia vieja. Ocupa todo el hueco del mar y la mirada atónita del cielo. Se abre a la noche como estrella ávida. El llanto es una forma de ser de la lluvia en este día, un silencio que repica debajo de la tierra, un andar de seres etéreos que se encuentran y bailan y se hacen pedazos en medio de la bruma. Los signos en el agua anunciaban la catástrofe. Yo soy el signo de los signos, la lectura que mantiene prisioneras las letras del código. Yo soy el que soy. El mensajero y el mensaje. El verdugo.
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HĂŠctor Santelices
Alejandro Delgado, Electric Dream, fotomontaje, 2010
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El muerto delira, gesticula
Rompiendo está la mar en la boca del muerto oh niño tú que lo miras no aflojes el corazón en la calle que es un palestino sepulcro por donde la sangre y los llantos manan lenguas, porotos: en la tierra sin florecer y él dice no hay nadie y ella, la muerte femenina y apolítica dice que dice, ah… repite ese maravilloso poema que escribiste una noche prendado a las lágrimas, pero el muerto planetario, padre y abuelo con sus 28 niño híbrido mitad criatura doliente en seguida ciclón de risas putrefactas ¡alabado sea él! dice digo y muere diciendo es ella, la apolítica la seca amargo corazón de rubí incoloro ella la perra luna, carita de gitana, la antipoética ha arado el mar prendido fuego a los surcos fuego hecho tu destino con maderos los ojos calibrado en el colchón de tu músculo egoísta sopla el puerto de agujas construido, inyectando sus garfios en esquirlas; cada noche de cada estrella el muerto delira, gesticula y morimos putrefactos de pensamientos blancos filosofía al no dolor para el niño ángel y esa criatura que sale por sus ojos asevera que se ciernen sus alas en cada lupanar pero ¿eres mi poesía dices tú? pregunto extasiado y la noche nos tatúa esa pregunta pero el funesto niño que fue mi hermano mi poesía era de los días solares y lo fue con tanta fuerza que yo estaba bajo su influencia como las películas antiguas robándole las palabras para que se hiciesen cantos o garabatos siderales en esas máquinas de escribir añejas donde las manos de los niños que fui dibujaban en el aire sus gestos palabra por palabra las construí me jugué la vida en ello como también a Cristian ese niño tan a ti parecido ariete y jinete de la sombra que brillaba en los endurecidos ojos 56
de las criaturas que manaban en el río de su verbo en coa, dice que no te pierdas, vate el viento, grita untando la luna palpa el follaje, corre por las oscuras avenidas expulsa preocupado un ¡mi niño! o al menos lo gritaría lo grita lo gritó lo llora lo lloro lo vomita lo regurgito abominablemente entre las noches mareas en leva de su llanto mortal de los soplos albos de mi mandíbula oh lenguaje de un loco mi grito palpita en sus sienes y yo interpretándolo para cuidarte digitando su espíritu extorsiono lo escrito por el universo, ciega alma que gira en el alma mía y grita en mi ronquera subvirtiendo su aullido en porosas lágrimas y palabras sin peso rompiente musical nervio destrozado metales de carne hecha polvo que tañen en mis pesadillas polvo ensopado por la lluvia polvo y en esos papelitos aviones de besos inútiles que crepitan entre oraciones flagelantes dice que llora ¡oh si pudiera! golpearía en mi pecho todo el día y al salir la luna se destejerían leones arañas luces palpando el espesor hasta su calavera.
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Retrospectiva Escribo un poema lo desescribo lentamente guardo las hojas y el lápiz antes pienso qué escribir el día vuelve atrás y detrás los meses y los años conozco a casa azul los pierdo al instante vuelve la confusión estoy con otros amigos termino el cuarto medio temblorosamente lo vuelvo a comenzar me voy de las marchas salgo de las ollas comunes me desenamoro y mis lágrimas entran al ojo me retiro de las lecturas poéticas entro y salgo muchas veces de la radio comunitaria placeres conozco el anarquismo pregunto si tiene representatividad en el congreso se apuran las risas fumo marihuana vivo una pesadilla enfermo mi madre sale de la cárcel dejo de tener dolor me drogo casi todos los días tengo 16 años sueño con jugar al fútbol edito un librito escolar conozco la marihuana escribo mi primer poema me enamoro y luego no conozco el amor aún no siento la terrible inseguridad ante la vida no conozco el dolor de la pérdida soy un niño con sueños nuevamente. 58
De piedra o de azúcar Bajo el relámpago y la lluvia decrépita vende dulces la abuela con su mano roza y raspa los cuerpos almas de carne, jirón de pastosa herida y es tan viva que capitaliza mañosa su mercadería los muertos, cadáveres para un mundo de piedra la recuerdan con nostalgia filón oscuro son sus ojos, sus manos palomas cáscaras esqueleto. Pero ella tan señorita que fue especial fiel al hampa educa a sus nietos en los arrabales con amor un tanto brusco cocina a veces caldo de pan y cebolla mendrugos que le quitan el sueño y cogotea alguna gallina usando su arponera mano titánica una mano que ha de revolverlo todo y luego prueba y la conversa con su lengua confundiendo los sabores sazona pellizca araña ríe y cantar nunca, pero se queja de los tratos y llega con tele para no perderse ni un detalle de su perfil y mirarse en un atrio sucio de cenizas, ¡qué linda! llega regalando chucherías amapolas puteadas tan chora ella su humanidad carece de incorregibles lecturas y no sé si es de piedra o azúcar mas tengo la certeza que no leerá este poema morirá en la cárcel canosa y fría como siempre lo pensó su suerte pertenece a la ortiga y la abuela tan morena dicen las guardias y dirán después fue mosquita muerta su recuerdo quedará grabado 59
en las p谩ginas de la cr贸nica roja por ser torrante, mal genio, caritativa y tremendamente apegada a su tradici贸n como maestra y madre de los muchachos sin suerte que han mamado de su lengua y engalanado tupidas borracheras lis茅rgicas voces maestras del cuento y sus palabras de amor atropelladas por su ira y necesidad.
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La noche también es blanca No es el sol que sale por tu ventana, anoche de mi cara temblaban las grietas el azul cantar de un pájaro resbalando en los latidos del viento la zarza endemoniada de mis raíces inoculando vástagos poemas; anoche las palabras en la bahía, amoratadas se bifurcaban en unas torpes griterías, y ella me dijo: no creo en las metralletas, y dije solo toco las puertas y preguntando voy sobre este asunto, me dijo: prende fuego y con la calma de la llamarada construye un mundo en el cual tus lágrimas ¡oh, sí! la secreción y el dolor y ese avatar de pérdidas… te salve; no creo en las imágenes me dijo, son espejismos ese estilo lo he superado y recomenzado, bebe del cuenco de la verdad que hilvana y encabalga, es otra cosa; juega con los tonos dijo otro no pongas negro sobre negro, la noche, la noche también es blanca; me vacié dúctil en la carne la mosca era yo solo un niño en las telarañas miedo no tuve pues otras vidas brillaban otros poetas giraban selva Caribe y piedra Watanabe y Lezama la calma y la metralleta pero oh el guardián del hielo me hablaba con simplicidad otro ritmo tenía, era una pistola que se tomaba su tiempo para disparar uno solo, un solo tiro entre ceja y ceja del entendimiento ¿qué temblor es este? ¡la casa del cerebro revienta!, fulge la sangre se hace escritura y ni al viento es un epitafio: el poeta muerto mira el mar el mar le habla desde su paciencia viva. 61
El otro Jesús Malverde I
Las espinas de Cristo en los labios una legión inerte floreciendo húmeda para unos ojos que se cristalizan ha soplado brisa en la cornamenta cuernos de chivo en las patas de un perro y babeando está el caracol de la muerte frente a la ventana las hojas del álamo dejaron de florecer una mosca turquesa se alimenta de las lágrimas de la tarde ¿para qué? repito y tuerzo mi ánimo mañana quizás la tierra expela néctar y las alimañas se junten a beber. Pero hoy se han juntado a lloriquear despierta ¡oh niño! que hoy el silencio es un primate dormido y la furia come su banana frente a las tumbas champudas mal que mal no oyes, duermes mi camino termina te encuentro con sopor y miedo quizás tu alma sea un gusanito que se arrastra braseando la muerte como un imperio de tequila seré el evangelio del hampa un bardo, una piedra mísera y musgo tupido lo ha de cubrir todo borbotones de árboles de guinda musitan en los sueños según yo nada ha de arder como lo predestinan; el estado se encapucha, un bandido sangriento me río cuando me dicen que del barro salieron mis vísceras yo pienso que solo el fuego nos forjó las cenizas del árbol de la vida las astillas de la cuchilla y el hacha y ese críptico pulcro juego del amor en noviazgo con el poder y la política han palpitado mis lágrimas penetrado en la casa de los ruegos fenecido al levantar la Luna 62
saltado las cenizas al vibrar el relámpago la vida no está hecha para mi cazuela mis huesos sopean bajo la lluvia el granizo de la coca ha pagado mis favores mis huesos han cocinado para aumentar la mercadería la sangre ha manado de las vírgenes el amanecer ha aumentado la violencia mis favores han cegado pasos y caminos mi santidad puesta a prueba.
II
Las puntas de las garras el contorno de su cara rota olía a mierda, a tufo de borracho después de la resaca ha muerto de tres días con la vista pálida y suplicando con terquedad, ¡qué lástima me decía! tiritaba en el frío suburbio. Una cancha y muchos perros aullaban mujeres del hampa policías de mármol en la cloaca era un dios o un gil que se había engrupido mañana soplará brisa tempestuosa mañana construirán una animita con su foto y lo que quedó de su cuerpo unas flores de plástico y mucho, mucho olvido. Ya nadie le temerá, un perdido era, viejas creyentes le prenderán velas como a Jesús Malverde será el Cristo de los bandidos sangre se irá derramando por un poco de pasta por un fajo sanguinolento en su nombre perdido en alguna constelación. Dentro de 10 o 20 años ya 63
los niños que juegan a la guerra estarán grandes con arcabuces en las manos ahítos de ocupar el lugar del sol que les corresponde y la población estará más tiznada más roída por el tapiz amargo de la indiferencia. Todo ha de arder estúpidamente, una ruina seca montañas de cuerpos flacos aspirando solventes frente a otro dios miserable otro México parido de injusticias cuando los suburbios se jalen las estrellas y la ciudad muerta amanezca hormigueando de sangre. Una ola de mugre luciferina chicos con la cara pálida y drogos ácaros en las pipas molares en la tierra devastada aquí en Esperanza me puse a caminar y descendiendo por este cerro iluminado ¡cuántas botillerías! me dije ¡cuántas iglesias en nuestros devastados corazones! Como un garito ideé la forma somnolienta de andar de hablar y mover el esqueleto: carnes de piedra, venas verdes borracho de miserias paridas hablando, chacoteando la lengua pagana e incrédula alucinando la nada con la vista. Me quejo, salto, expando y me recojo los árboles ya no tienen savia gotean bilis sus ramas costillas, húmeros, cráneos se mueven en las noches otoñales mientras los pájaros de la muerte beben en las cuencas de los ojos de agua que han dejado las lluvias erosivas. Aquí en el mercado algunos borrachos han muerto difícil olvidarlos, muy difícil; aquí hay muchas ratas me dice Cristian y no le compro a nadie, a ninguno, a ninguno, pero el viento arrastra una Luna bastarda el santo ladrón tiene muchas flores de plástico, 64
bonitas, incorruptibles, parecidas a las noches de un verano que nieva mucho; me río, pues no puedo hablar, para qué, para qué, no puedo, no puedo; pero el viento sopla el mar y la parca me sonríe, ¡cuánta risa hay! me digo ¡cuánta muerte! fenecemos deformes alquitranados, indigentes de algún pariente que nos acurruque en su pecho. El barrio está hundido, viejo y yo huesudo y triste espero la última víctima que me salve y me devuelva con su soplo de gritos la ternura que he perdido. Pero muero porque soy despierto, una calavera me dijo que yo sería el próximo santo que tomaría el lugar que ha dejado Jesús Malverde, yo no le creo, pues no he tenido sueños de santo solo he visto algunas cosas que otros no han mirado: niños con el corazón pastoso una noche de ébano con lunas blancas girando, la muerte con patas de perros océanos de alcohol y lisérgicas risas mujeres como la carne de una sandía hombres llamados burreros y soldados, estos no aprendieron otro mensaje y en gramos cargan su alma; caerán muchos atardeceres, yo también cargo con mi virgen negra, la robé y ella ha sido milagrosa conmigo, he llorado tanto pero nunca he derramado lágrimas; el viento seguirá soplando y desde lo alto domino la vastedad el arrabal que duerme como un muerto. Anoche me persiguieron unas calaveras me persiguieron por un cigarrillo les convidé fuego y sus manos eran blancas pálidas manos albas deformes de tanto quererse pero la diosa emputecida me deja parásitos en el pecho. 65
Dios ha revuelto esta selva antidepresiva, hace regalos, la calle hace regalos bonitos y en ella no he pasado hambre salí del lecho materno un leopardo entristecido me convertí en eso que odiaba y que temía mi válvula vital ya no tiene sangre ese músculo delator a veces trae remordimientos me hace soñar con otra vida otros sueños de un mundo en el cual yo sea un rey faraónico o que me pierda de aquí, de la población, para hundirme en una selva donde sea solo una brisa y en eso quemar mi destino. Pero tiemblo y suplico, y llega la policía a romperlo todo y a mis hijitos, y a mis hijitos, les ofrecen falsas promesas de un futuro bienhechor. Frente a la inmensidad desigual comparo mi vida a la de un artista que regala mundos felices el sol y la luna, el sol y la luna titilan sobre mi cabeza la nada se extiende en las brasas de la ciudad y yo me jalo los astros buscando alguna esperanza mientras las noches tiemblan consumiendo cartílagos.
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Aluhel Fuentealba
テ]gel Pahuamba, Paliacates en el Rostro, Acrテュlico sobre tela, 100x100 cms, 2011 67
“Katya 2007”
Estuve preso allí de una forma injusta y arbitraria. Busqué soluciones. La primera es guardar paciencia y esperar que el buen sentido y la razón común abriera la puerta de fierro y me dejara en libertad en un tiempo razonable… No sé que poco de razonable tenía la cosa pero el hecho es que la estrechez, lo húmedo y lo hediondo a orina, lo excrementado y lo injusto, lo incorrecto sugerían en mí ideas antisociales a las que no soy del todo ajeno. La segunda idea fue la furia. Insultar la cámara insolente que espía mis movimientos en el control desatento de un guardia semidormido al otro lado del recinto… En la medida que me atrevía a observar aquel ojo vacuo, la noche entró por las rejas altas del cubículo cementado y entendí que la humedad, junto al frío, sería un aliciente en mi condena al dejarme sin descanso. Cabe agregar que los muros son burdamente pintados de blanco con un oleo resbaladizo en que la humedad explota a gotas. El lugar es indigno, la banca de concreto está empotrada en mierda, a lo largo del orinatorio se intuye la presencia de las ratas y la noche cae como un humus silenciosos y sin tiempo. La tercera idea es la fuga. Entre las gruesas rejas verticales no pasa la cabeza, esto a ojo, ya que están demasiado altas, demasiado resbaloso el muro. La puerta podría presentar una que otra debilidad, buscarla es experimentar al tacto el hierro carcomido por la orina… El cansancio te embarga al descubrir que en sus trabas no existe ni una falla. Entonces exploras los muros. Es una exploración inocente, antojadiza, descubres fechas, nombres, entre ellos una muchacha: “Katya 2007”. ¿Con qué lo habrá tallado? Tu no tienes llaves ni monedas, los cordones y el cinturón te han sido quitados para que no te suicides… descubres con horror que la traza ha sido esculpida con las uñas ¿Cuánto tiempo, cuanto rato, desde las tres primeras ideas, llegar a “Katya 2007”? Me acurruco en el lugar más lejano de aquella insoportable estrechez, busco en aquella cuadricula insensata, un espacio limpio para apoyar mis espaldas… mis espaldas que son trabajadoras y obreras… mis espaldas que son limpias. El encargado apaga la luz. 68
Camino al cielo
Hay un camino que sube y se interna en la montaña Recto, de subida suave y constante, serpentea ancho entre las nubes De lo alto de su alcance el caminante aprecia la geografía hídrica del lugar Es, por así decirlo, un camino absolutamente terrestre, físico y planetario El faldeo del cerro cae como una mano dormida en la orilla del mar, la mar se encorva en un reflejo de acero glaciado y el cielo no se encuentra en el horizonte, sigue más allá del mundo, se intuye convexo al otro lado del abismo. El caminante, a estas alturas, se ensancha y respira perplejo pero la perplejidad no es el escenario descrito, es el silencio, un silencio de cielo aplastante, un murmullo de insecto, una sombra de pájaro… un silencio de vaca en el pasto Es justo allí, en ese instante concreto, que se insinúa el miedo Nada a que temerle el camino sigue a la siga del cielo, se desenvuelve en la cumbre de dos mares y se interna en un bosque negro, ondulante en el blanco silencio del miedo Km 2600 recita un cartelito plástico amarillo Volver es impensable El caminante continúa en un solo sonido de zapatos en el empedrado Sería entonces lógica una amenaza, una bandada de perros vagos y hambrientos, el destello de un puma en el cerro, un caer de piedras verticales por el acantilado del mundo… pero que hay de ese hombre que viene por el sendero… Lo esperas Se detiene Avanzas Camina Detrás de un recodo decides su espera y llega con sus ojos blancos Mueve la cabeza en el silencio como quien viera con las orejas -Buenas tardes- y te obliga a lo amable Le acompañas el trecho Explica que camina día por medio, que es amigo y vecino, que de allí es nacido y no le importa la vista. Le importa el día porque en la noche hay peligro, la Leona roba novillos y los gringos cultivaron el hurón, una alimaña parecida a un gato y una culebra que salta por las ramas y destroza las gallinas. Con eso, explica, querían hacer pieles e importarlas a estados unidos, querían hacer chaleco y zapato pero el gobierno no le dio permiso y soltaron la bestia en el monte, al igual que el jabalí, que tenga cuidado usted si se mete en el bosque, que es bueno asado en el palo, que hay que comerlo porque, como no es animal de acá, nadie lo mata. Lo que si matan son a 69
las vacas y son los hombres que las descuartizan vivas en el cerro y las dejan tiradas a desangrarse en el pasto, se arrancan con una pierna de la pobre bestia para venderla en el pueblo, y que el llanto de la vaca estremece el cerro, caballero, y ahora andan desconfiadas… tampoco la gente, que ya no sabe cuidar animales… Da la vuelta en un cerco de alambre y desaparece Maravillado quedas en el silencio más callado aun, otro camino por delante, y el oscuro bosque atrás. En busca de algo miras a tu izquierda Una vaca te respira en el cuello, inmóvil, sus ojos fijos en tu mirada y te avergüenzas y miras tus pies hundidos en el barro de una temprana lluvia Te avergüenza tener miedo, miedo en un bosque, en un camino blanco espaciado de nubes, en un silencio que domina la montaña, en un lugar de poder y lloras, lloras tu conformismo, tu vacuidad, tu indolencia, lloras como un hombre perdido en un planeta frente a una vaca que te mira… El caminante reanuda su camino, esta vez de vuelta se sorprende de lo ancho y vasto de lo recorrido Bajará adentrada la noche al pueblo y aun tiene un poco de miedo La alimaña. El perro, el bosque y el camino …y porque conformarse? Conformarse a qué? A qué extraña cosa?
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Tiembla mundo Hay una franquicia de nube en el cielo, así que el sol se arrima al pasto con viento… Ricardo tiene una cara infeliz, la cara de sorpresa que queda después de una cachetada. No puede ser diversamente, Ricardo ha tenido una vida absolutamente infeliz. Lo internaron en el psiquiátrico a los quince años, una historia confusa de electro schock y duchas heladas… hoy tiene 54 años y vive en un “hogar protegido” junto a otros ocho locos furiosos y unos empleados a los que les dicen “tío” porque seguramente no tienen nombre alguno. Pero hay una tregua de sol en el instante en que la nube goza de Ricardo quien la mira sin alegría… desde su mente, blanqueada por la pastilla, mísero infeliz, me mira beodo desde un espanto al que quisiéramos traducir en sonrisa. -El mundo es un buen lugar para hueviarY lo dice serio. Seriamente mirándome a los ojos donde yo sacaba cuentas estrafalarias de una cuenta, que a todas luces, no podré pagar y quedaré en ansias del “proyecto” y del “salto cualitativo”, del “anhelo de libertad”; hechos nada por la rotunda simples que la locomoción sale 500 el arriendo 60 la luz 30 y otras cuentas más que siguen el curso de tu vida. -El mundo es un buen lugar para hueviar…y te juro que le encuentro sentido. Es probable que Ricardo, ahora, no se acuerde del instante supremo, perfecto y solemne en que ese mundo del que habla (rico para hueviar) se interpuso entre el fragmento de nube atrevida de sol y me dejó en un instante de perfecta realidad chamánica porque corrió pradera abajo con un espasmo poliomielítico para tragarse una mosca y lo tengo que ir a buscar, así que corro hacía abajo envuelto en una tremenda y autentica cordura: Quiero hueviar… y también tragarme una mosca. Tiembla mundo!
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Guerreo Artista Tolteca Otra vez quedaba sin trabajo Y, otra vez, confesarlo entre los cercanos y, lo peor, a la amada, quien tiene esperanzas de una casa grande, de un viaje largo, de una comida rica… Pero el Guerrero Artista Tolteca no se rinde. Y (nada más impecable que el cielo) se va a tomar unos tragos en el boliche de la esquina. Vuelve quebrado por una calle de lluvia cuyo lastre es un reflejo de frío que se acompaña en el silencio del mar. El Guerrero mira el obstáculo de un puente que cruza el canal y siente orgullo en el pecho No se rinde. Y, nada más impecable que el cielo, se lanza al vacío con ebria postura de alcohólica noche. Cae arruinado en la orilla de un charco maloliente. Cuesta trabajo regresar a la casa con la ropa mojada en un invierno del norte. A la tarde siguiente, despierta en un lecho sudado, la hinchazón del tobillo hace evidente la fractura, por lo que, un poco de lado, un poco saltando, se conduce a la guardia más cercana. Lo enyesan sin piedad y lo dejan en la puerta del complejo institucional sin el goce de muletas… extraño detalle de la mal educación burocrática. Hay un negocio ortopédico a unos cien metros del matasanos y, por suerte, quedan 20 mil del finiquito obrero… Cómo llegar? Confiar en la multitud de la gente y entregarle, a un extraño, el dinero y el encargo deseado. Se hace, y al instante se comprende que junto al saludo se va también el despido obrero. Una media hora de pánico y, que terrible… pero a lo lejos el extraño vuelve pausado y con las muletas bajo el brazo. -Pasé a tomarme una cerveza a su salud- explica y no faltaba más, es decir que en los caminos del señor a nadie la falta dios, pero estamos más agradecidos de la gente… Claro está que la amada (citada con desgano más arriba) nunca sabrá de esta historia porque se fue con alguien más cuerdo y que sí tenía una casa grande… El extraño, por su parte, resultó ser un buen bebedor de cerveza. De esto hace años, pero el Guerreo Artista Tolteca no se rinde.
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Acontecimientos Necesitaba el cuidado del peligro… por ello siempre fue delicada de una manera colérica y apasionada. En esa pasión fue abrazada, fue estrechada y runruneada como una flor y un gato de lana, la pasión funcionaba y en esa pasión se fue quedando. Florecía increíblemente bien y en su adolescencia, espléndida y blanca, el novio de turno se esmeraba en verla languidecer en una blanca cama cuyas ventanas cerradas daban a un negro porvenir… La enfermedad se confundía, entonces, con el violento espasmo del orgasmo acrecentado en el calor interminable de las fiebres escurridizas. Volcánica salió a buscar fortuna, una fortuna blanca, indómita que le compite a la seguridad de la muerte. Una fortuna funesta, en fin, que requería de mucho alimento para sostener aquella fragilidad tremante de dolores difusos que pedía la comprensión de los demás. Estribó en un invierno al culmine de su pasión en qué, sin saber por qué, recibió el insulto y el golpe de su último amado borracho quien, sin aguantar más la peste atractiva de su adorno, la deseaba lánguida y lunar en un temblor eléctrico de fiebres arrimadas a la dulzura espesa de sus tibias carnes. El ardid sonó fatal, pero el hecho era que, ahora, fruncía una sensación nueva en que sucumbir pasmaba: la violencia blanda de aquel hombre que, caído en desgracia, distribuía en ella sus dones antes de caer en un exabrupto abandono de capitales a maltraer… -Era como un niño- se decía –deseoso y púdico que se niega al amor- y sonreía a su verdugo con una gracia estremecedora. En un final posible él la mata y luego se suicida. O busca alivio en otra mujer (una compañera de trabajo fornida y campesina) y ella muere de abandono en su blanca cama (de lado, con el cuello pálido y la mano dulcemente abandonada en el borde del lecho). Pero lo cierto es que él, arruinado, busca consuelo en el alcohol y la abandona paulatinamente sin más violencia que el abandono. Ella, entonces, recobra una íntima lucidez y descubre su marfileña estructura en los bares y, de vuelta en vuelta, es retratada por ansiosos y delicados pintores en busca del espacio prerrafaelítico o por la sensibilidad estentórea de poetas malditos en sus propias maledicencias. 73
En las andanzas conoce a un príncipe (mayor que ella) y cae enferma en su cama de príncipe enloquecido de amor y de desdicha (ella lo quiere pero como a un amigo). Ahora la nombran “Duquesa” y “Señora” y tiene un perro blanco y cortito que le corre delante: es su “Amor que jamás la abandona”… poca cosa si supiéramos que, más adelante, el animal morirá de distemper por el descuido de su patrona quien, heredera, esta vez tiene el consentimiento de un boxeador (ni muy tonto ni muy inteligente), pero de una bondad superior al peso de sus golpes y que, de hecho, no tendrá éxito y morirá solo y postergado en una pocilga luego de un trabajo masacrante en una fábrica llena de asbesto. Ella, al enterarse de su muerte, desfallece (lo había dejado tiempo antes pero aún le guardaba un cariño hondo) y sufre una crisis de nervios que la obliga al reposo y, en un futuro posible, podríamos despedir a esta señora en un sanatorio de La Habana circundada por eminentes neurólogos y psiquiatras esmerándose en entender aquel capricho de niña deshonesta que no quería ir al colegio sino quedarse en casa al abrigo de sus padres… Pero esta es otra historia, la vida de estas señoras sigue improvisándose.
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El sueño de las tigres
¿Temes que yo abra el camino de las tigres o estás curioso de verlas danzar? Curioso, repuse, curioso y cauto. Un perfume envolvía la oscuridad, inciensos de mar se liberaban en el cielo... de golpe la vastedad verde de la selva se abrió bajo mi cuerpo... desnudo, solo. Mis compañeros, ahí, más adelante, se resistían... temían de rasguñarse su pecho delgado sobre las uñas más altas del territorio de la jungla... Una voz me decía:- No temas, camina sin pensar sobre la copa de los árboles...y yo los rozaba liviano, liviano bajaba por su curso nudoso y remontaba desde un verde oscuro a los últimos brillantes brotes de aquel mar vegetal. La voz dijo:- Te quiero íntegro, te deseo un día completo a conversar conmigo... Estás enamorado de mi mismo idéntico amor. Ahora verás la liberación de las tigres: ...y la tigres aparecieron desde el humor de la tierra, amarillas, pequeñas y peligrosas... las unas, otras altas, majestuosas, lánguidas. Rondaban en la vastedad vegetal con ojos de vidrio y de oro, con estriaduras danzantes como el sol, a veces, entre las ramas, y no había más lugar que su aliento tibio no prelustrase. Bajo todos los musgos su rostro, en cada piedra, en cualquier agua su lengua... A veces sus garras tocaban el cielo... pero era como si nada, no herían , no hacían ningún daño, y sus dientes destrozaban los alrededores como si nada... solo era una danza, una liberación de las tigres. Yo, agradecido por este regalo, me sorprendí al despertarme que una tigre dormía a mi lado.
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Jabalí
El jabalí en la cuna del bosque sueña con una gracia que le es ajena y se enternece de una blanca florcita que no puede acariciar... su pezuña rompería su elástica altivez. Entonces el sombrío jabalí se refugia en los ásperos matorrales y espera indómito la muerte... hasta que un rayito de sol le acaricia el lomo y lo llena de una viracunda hermosura... El negro jabalí merodea los alrededores de los lagos turquesas y se lanza como un espanto en la espesura del bosque. Sueña de ser una blanca flecha de fuego lanzada en el verde.
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Karina GarcĂa Albadiz
Carmen Jacobo, Memorias-Hugo, AcrĂlico y tinta papel, 70x50 cms, 2011
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Lo Interdisciplinario
En el acabo de mundo del 2000, lo interdisciplinario....los estudios culturales latinoamericanos, la beca no ganada....el supuesto viaje.....las posibles publicaciones.....las revistas a medio sacar, las ánforas y las botellas del naufragio, la escritura asaltándome, para desenmascarar ciudad, familia y colegio. Un Valparaíso de bosque coronado, la poética en sentido amplio que inventaste para todos, la alegría de una casa que no tengo y esa tina todavía albergando algunas cosas bellas, mi sífilis para la belleza y el dolor que me deja observando esta pequeña palabra que está inscrita en la tina. Me sumerjo una y otra vez, observo el cuerpo, nácar: palabra cristalina contraria a mi piel y entonces me arrodillo pidiendo toda el agua estancada y la de vertiente. Quiero entender el terrible juego de los elementos, quiero entender todas las ausencias y entonces me digo, nevermore, nunca más. Los momentos mejores de estos meses, lo que más duele, cuando no nos defienden, lo que más duele, abrieron los estadios por el frío, junta agua en la tina de vez en cuando porque dicen que se vienen los malos tiempos. Esta penumbra es lenta y no duele y ante tanto basural metálico, sabes que hay que reflejarse en el cielo-agua porque –lo que está en el cielo tiene su intimidad– como los fragmentos de la vida botados en las orillas de un bosque.
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Resonancias Amereida Las herraduras sin intenciones, las inscribiste en los árboles –signo de una cabalgata frenética, fuerte contracción continente y contenido. Pájaro Pez Culebra que picotea el cuerpo femenino como el tiempo se come a sus hijos, mientras el caballo luna con sus herraduras puebla esta serie con la cabalgata de siempre. Aduciendo a una conquista española que “fue una frenética cabalgata por un continente inmenso, atravesando ríos, selvas, montañas, de un espacio cercano a los diez mil kilómetros, dejando a su paso una ringlera de ciudades, prácticamente incomunicadas y aisladas en el inmenso vacío americano que solo recorrían aterradas poblaciones indígenas. Con una mecánica militar, fueron inicialmente las postas que permitían el avance y serían después las poleas de trasmisión del orden imperial”. Y dentro de esta mecánica, el fragmento, lo rayado remite al verano donde un gato incompleto es más que posible. Sombra y Luz del neobarroco, poco a poco nos encontramos con Eva versus Juana la Guerrera y en esta superposición se nos revela el contenido mapuche: la machi cuerpo resistente actuando en el origen. Múltiples resonancias, redundancias que caen como cazadores con sus lanzas desde diversos lados. “¿Centro del tiempo? ¿Amereida?”, el continente contenido, mensajera cruzando la noche de todos los vuelos, al igual que el agua con sus posibles lecturas nos inunda. Siempre hay una forma que nos lleva a otras, una cadena de significancias actuando en una infinitud formativa. Es Nuestra América, emergente cultura que se consagra, nos interroga y nos deja…siempre en espera.
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Lágrimas de Oro Entre tanto cenizoso destino, ruedan las lágrimas, en la angustia de la muerte, de ese hombre con cabeza de pájaro, el erotismo irradiador de los dos soles, con el diablo asomando en cada esquina, de ese poncho arrastrando a desmedida y ese yo ofendido hasta el cansancio, por el cosmos, la evolución, el inconsciente o peor…. por el lenguaje simbólico del aire, bajo el arresto domiciliario que me aturde, miro esos árboles de cobre rojo mostacilla del ropero sin pronunciar tu nombre. Siento que no se mata lo hecho con las manos. El alfarero me interpela desde la caverna, ¿cuánto el sujeto tiñe el objeto que elabora? La muerte como un origen no resuelto, de este insomnio que no habla, bestialmente guarnecido por un reborde óseo, con piernas no netamente levantadas. En adelante estos signos no dejarán de turbarnos, hay respeto y miedo al enterrarnos, algo así como mirar con la mitad, de una fuga de varias voces. Habla el Polifemo, allemanda, sarabanda, giga, gavota y el bouré, tupí or not tupí, esa es la? Cantata, que consigne el tipo de enterramiento que deseo.
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Residencia Ambulatoria ¡Hogar, dulce hogar! Una casa a 30 años, sucumbió ante la crisis inmobiliaria, familias en quiebra exhortan: ¡No pagues la hipoteca, quema tu casa! ¡No dejes que el banco la remate! Ya es hora que la verdad radical apriete la garganta. Diagnóstico: país con residencia ambulatoria, intelectualidad sin rol y cultura acumulativa. Lucha de dos clases sociales, economía de modelo, aunque pongo todo el acento en aquello que no se ve: asignar-designar-reasignar, todo para… ya sé, un juego serio entre dos inutilidades, porque no todo nació para ser armado, con reglas y estatutos. No hay por qué ser eficiente, así como no todo es actitud y no todo son buenas intenciones. Tristeza, rabia; es tan difícil de entender que detrás de toda esta bronca hay alguien que ríe y llora. No solo la muerte humilla, también la vida; no solo me canso de ser, sobre todo me cansan las divisiones en todo. Siento el rumor de mi niña leyendo, nos van agarrando las palabras. Eso nadie lo detiene, no lo olvides, única burbuja que disfruto: hermosa asociatividad entre pares, instante siguiente el circuito se desploma, la pared carcomida (a punto de caerse), la viga quebrada (a punto de ceder). Haré frente al frío de esta intemperie exterior e interior porque intuyo que lo mejor no tiene techo.
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Nueve Me muero aquí. En estado de pureza observo tus grabados –puente entre dos espacios: la X de la naturaleza, inaccesible, indeterminada e indefinible, donde no existe la terrible mediación de las formas, y por otro lado, el sol, la luna, sustantivos abstractos porque no se pueden tocar, mirados desde la gran metáfora de la ciudad muda. En ese intersticio, te instalas y nos remites a un nosotros como cuerpos que manchan, que se siguen. A una metáfora de la eternidad, como las inconmensurables caídas de todos los toros y su sangre, todas las sangres, manchando una usada bolsa de té. El agua. Las Rutas. El viaje como migración cultural, fascinación y descubrimiento indefinido de la Urbe moderna. Lo maravilloso del número. “La alegría es la prueba del nueve”. El agua fluye, firme y flexible sobre los trazos de tinta china, saltando al estado de pureza.....incapaz de ningún sentido estable, sabiendo que en la dictadura de luz ya no es la producción sino el desecho (el gesto, el trazo) lo que aparece como material precario y posibilitador. Esbozo y apunte. Entraña y germinal. La sorpresa física en el arte. ¿El sujeto tiñe al objeto o al revés? Es esta la finita metáfora de la belleza.
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Surtidor Nazco aquí, mientras me ofrecen lexitina, fluoxetina o algo así. Respiro y siento todas las hojas que no alcanzo en estos fines de semana sin mar, sin quechua, sin tupí, sin transculturación. No puedo creer que con todos los títulos me siga muriendo de hambre, pensar que no tengo un mejor traje para afrontar esos coqueteos con la muerte. Solo puedo entender las ramas de los árboles des-hojados que dicen este duro invierno de plaza, para mí el cielo dicta trascendencia. Solo tengo una blusa formal y un pantalón sin manchas. Por supuesto que no tengo lo que se dice un muy buen traje, solo un montón de ropa regalada y una rotunda vida que no alcanza para un yo peregrino de milenios; pero total eso somos, una imagen aproximativa de la trascendencia. Si de pronto desapareciéramos, el cielo lo llenaría todo y no andaríamos en búsqueda ni diciendo “te busqué, no te encontré.” y todavía sigo; no seríamos este signo de interrogación, esta fisura suerte de caldo de cultivo, surtidor de variadas homologaciones… donde la sexualidad es un signo agresivamente particular.
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Drogada El rito de la trasgresión, mariposa calavera, transformación y muerte... las lágrimas amargas de Petra von Kant… la oreja de terciopelo azul... el caracol nocturno de Lezama... la poesía como la gran máscara... los sueños de Kurosawa... la sutileza de los duraznos en flor... el cielo azul violeta... los arreboles anticipando el anochecer y amanecer... siempre nos quedará el ocaso... siempre nos quedará... una mujer sentada en una maleta en un aeropuerto y su caída... por las pastillas para los nervios... la oculta violación del padre en Twin Peaks... el ventilador... la nubladita... lo que no es cortante o duro como un día de transparente sol... la región más transparente de Fuentes... frente a la brumosidad de la comala rulfiana... en una atávica reformulación de la relación padre-hijo... el gran mal del despertar... Gran Imperio Americano... vicios privados, virtudes públicas... antes que anochezca la homosexualidad e intelectualidad reprimidas por el castrismo... las epifanías de nuestros memorables escritores como frente a un hombre armado de Mauricio Wacquez, muerto en Calaceite... ya sé, el interminable… cuerpo largo del pago de Chile.
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Un Barquero atravesando el desierto…… La noche está estrellada en el desierto. Los amigos en el extranjero se murieron o había que matarlos para soportar este “adentro”. La música da un medio tono, un ambiente. Barquero decía que observaba a su abuelo y lo veía como un ser humano que estaba en toda su plenitud, en su ESPESOR. Para Barquero, vivir era el oficio más importante y el único trascendental. Teníamos que ser capaces de desenredar la madeja, agarrar las huellas y saber cuáles se tenían que ahondar. Hoy ha sido extraño. La vida se desborda y el proceso humano no se ve completamente. ¿Cuáles son las huellas? ¿Cuánto demoraré en ahondarlas? Sólo somos un bus iluminado en este túnel de desierto, similares. Sólo hay unos pasos entre la luz y la oscuridad y el paraíso es la sombra; somos una mezcla. Barquero del desierto en las palabras universales: mesa, lecho, utensilio, un enjambre de miel dulce e incomprensible. ¿Dónde irá el agua en el desierto? Pensar que mi abuelo venía de acá, del norte, era un pirquinero, sacrificado y oscurito. Emilio Albadiz, cuando vino la crisis del salitre, decidió irse a Valparaíso y cambió la historia, mi historia. Este desierto fue su paisaje de formación. Aquí yacen dos conocimientos que no se encontraron nunca –él sabía de la pampa, yo jugaba a la escritura. En este papel nos reunimos, abuelo. Dicen que recibiste a Recabarren en el norte. A mí me gusta pensar que fuiste parte de aquel teatro político que inauguraba el siglo. Ya sé dónde estabas en 1907. Todavía tu cuerpo no se encuentra.
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Los sesentistas Efraín Barquero no pudo acostumbrarse a esta residencia ambulatoria y ha ganado con su premio, la poesía simple, utensilio, enjambre y espesor de barca. Sirvió poeta, la Mesa de la Tierra, ¡Tierra!, ¡Tierra! el nombre es el anhelo de algo que no existe, cuando la vocal de la tierra vive en altamar y el mareo permite volcar la vocal, sólo queda sacar de adentro una mesa, unas sillas. Ha ganado nuestra dama pobreza o vieja dama indigna que reconocemos en el mestizaje del tiempo. Pezoa Veliz y Bolaño, resentidos y grises, autores de cuatro poemas memorables, andan en patineta por Valparaíso como suicidas. Nos siguen soñando y sufriendo y dentro de sus últimos minutos agónicos a todos nos habitan y contienen. Esos pocos poemas cayeron en los objetos exteriores que nos fatigaban. Hoy importa más que nunca que gane la mejor de las poéticas. Hoy tú pones el título al día, a la moneda encontrada en el suelo y yo, humildemente aprendo a escupirla para cambiar mi suerte. Ganó el objeto y con él un sujeto humilde que nombra cosas humildes. Los adoradores del silencio sabemos que la palabra es sólo un espejeo de la cosa que en esencia yace. Hoy se retira la academia y el liceo y entra el Jardín de Epicuro, humanos que crean cambiando lo que miran, humanos que crean cambiando lo que miran. Hoy el jurado ha dejado de ser eficiente, con su rapidez insensible de gente que nunca vivirá como un poema. No hay títulos ni esposos millonarios, glamur o izquierda que manda, ni fundaciones funestas ni talleres que puedan con los sesentistas: nuestra principal escuela.
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Solo un detalle Sépanlo bien: no se aprende ni se enseña a escribir, porque no se enseña nada, se aprende y se enseña a vivir; por eso, escribir es solo un detalle de un vivir anécdota de lo escrito. Solo hicimos lo que había que hacer; subimos buscando el bosque porque la vida es fruta y el mañana es agua ante la lengua ojo que en-calla en los silencios bien guardados. Sí, con todos los títulos que tengo, me sigo muriendo de hambre, ¿iremos realmente a barrer calles? ¿será eso lo que hay que hacer? ¿esto era la vida: buscar algo que no nos aburriera y soportar miles de tonteras, perder el tiempo hasta el cansancio? ¿Eso era? Seguimos siendo felices con lo mismo: imágenes….la realidad nos sigue matando. ¿Ahora es peor o antes? No sé. Crecimos, escribo; me muero aquí, cambié derecho por las letras, sin tener conciencia todavía cambié el dinero por ser pobre, es decir, cambié una clase social por otra. No soy eficiente, no pongo límites a mis conversaciones, llego tarde a todos lados, tengo la casa revuelta de tanto papel, hago clases entremedio, para sobrevivir, sobre todo, espiritualmente (aunque una de las palabras más sospechosas es espíritu). Mi pasado está lleno y en calma ante un presente y un futuro, fuertemente condicionado, precario y tumultuoso. ¿Es culpa o no es culpa mía? Sé que nos muelen a palos, solo hicimos que algunas cosas pasaran.
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Jaime Villanueva
Juan Guerrero, La travesia de Julia IV, Aguafuerte papel, 26 cms de diรกmetro, 2008
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Greatest hits (lado A) Suena La triste voz De Roberto Dylan, O de Roberto Parra, La guitarra pasa de MI a LA De MI espanto A LA tarde de ella, De MI silencio A LA risa de ella, De MI risa A LA figura de la fuerza de ella. De Mi a LA, constante, Atravesando por un SI, SI, era un SI, Pero no, Era un SI menor. Se me desafina la cara. SI, pero menor, SI, pero no De MI a LA en escala de NO mayor, De MI mismo A LA cara de chilena de ella, Si, pero no, De MI vida A LA m煤sica de sus carnes, De MI a LA en escala de NO mayor, De MI SOL A LA cordillera de sus manos, De MI canci贸n A LA perfumada violencia de ella. Me quedo en MI con LA menor belleza Fumando un SI menor Con el blues del vals canci贸n. Con lo que de una u otra forma Aparezco en todos los rankings de tu alma, Like a rolling stone. 89
Los pies y la tierra ¡Ya! ¿Van a poner los pies en la tierra o se los pongo yo? Es cierto que se me acusa De no hablar correctamente Y de decir una cosa por otra. La verdad, no sé. Reconozco, eso sí, Siempre haber hablado A un alguien A un zapatero A una madre A una jirafa disecada A un dirigente de la central unitaria de trabajadores A un chofer que no respetó la luz verde ¿Y qué? (me pregunto en las noches) Se me acusa injustamente de acusarme solo Y de inventar mis propios enemigos, La verdad, no sé. Reconozco, esta vez, Haber discutido Con una lechuga mal lavada Con formas impersonales del verbo Con números primos Y todos juntos. Quizás por eso ahora hablo en forma tranquila, No quiero que me mal interpreten, Hay señoritas mirando, Me declaro inocente, (Siempre y cuando eso sirva para algo) En serio no se dan cuenta (?) ¡Ya! ¿Van a poner los pies en la tierra o se los pongo yo?
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Caída libre
En el piso 13 de otro edificio Un niño juega con un reloj artificial, En un arranque de no sé qué Lo tira por la ventana, El reloj al pasar por el piso 12 se llena de gritos y sustos Por el 11, de lágrimas y sueños Por el 10, de calambres el 09, de caravanas 08, de hediondez 07, de suerte 6, de sangre 5 de ruido 4 de calor 3 de odio 2 de sal por el 01, de silencio. (un minuto por favor) El niño que ya esta viejo, baja a confirmar su fechoría y se da cuenta de lo que ha conseguido, se tapa la cara (que es lo único que le queda en la cabeza) Y se convence de que es hora de acostarse, rezar y dormir; mañana será otro día mañana seré, mañana será otro niño.
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Feliz: Estar vivo es una obligación moral Al Marco Valdebenito
Mire joven, yo sé que usted Es un joven buena gente y simpático Además, por algún error de la computadora, (usted) es más joven que yo... por eso quería decirle, antes que sea tarde, que no se vaya a poner leso con eso de los años, mire que el tiempo no existe. El tiempo no existe, Sin embargo pasa, dirá usted; Está bien yo tampoco tengo todas las respuestas -de eso ya hemos discutido antespero lo que yo puedo decir sin pánico a equivocarme es que... sus orejas están bien, le dan equilibrio, su cara todavía cruza de norte a sur el agua, sus manos tocan melodías que me dolían, pero ahora no, su pelo todavía crece, su espalda no se urge, ni arruga con la mochila pesada, sus dientes todavía están tibios, su corazón da 5.000 palabras por centímetros cúbicos. -optimo diría yosus brazos todavía tocan el cielo y el suelo. Ya hemos hablado de esto, Usted es un muchacho saludable y bendito, Se lo dice un viejo sin experiencia. Créame. El cadáver quedó en el olvido, Aproveche el olor a cuerpo humano... Vale la pena haber vivido. El obrero dio gracias a sus manos, Yo, a la música Y al último de los amigos.
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Quise matar a Parraguez, pero ya no Al poeta Mauricio Redolés
Quizás las tragedias vienen del insomnio, del momento en que alguien no soñaba, de una idea que despertó a un personaje. De las grietas en la pared hasta el amanecer victorioso de mi interior pasaron algunos sucesos tales como acordarme de Parraguez, afeitarme, querer asesinar a Parraguez y otras melancólicas, pero no, a la mañana siguiente supe de una fuente informada, que Parraguez ya había sido asesinado por un sacerdote o por un susto. No sé por qué, pero la policía se presentó en mi casa para llevarme detenido, yo tenía todas las luces apagadas, me fue imposible huir, fui levantado de la cama en la que dormía a veces y fui llevado ante un juez del crimen para darle explicaciones, ahí dije que quería matar a Parraguez, pero que se me habían adelantado envidiosamente. El juez, desde atrás de su escritorio, me miró, tomó un vaso de agua casi vacío, bebió de él y lo dejó en su escritorio, aún le quedaba agua para beber después. El juez me condenó a una celda. Yo besé mi crucifijo. Les di la bendición al juez y a los guardias y me alejé, mirando de frente el rostro suicida de Parraguez en el espejo quebrado del pasillo militar, volviendo a la tragedia y al insmonio.
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La rutina del ladrón que salta por la ventana y se lleva un poema escrito años atrás Por más que se ha intentado No se ha podido dar con el paradero Del personaje que robó un poema anterior. Se sospecha de un personaje sin argumento Que quería pertenecer a una historia ajena, Aun así no hay rencor, Quizás envidia, por ser ahora el dueño falsificado De un territorio fértil e inexplorado, Pienso en que no es posible que el ladrón lo haya vendido Para comprar comida. Ahora ese poema anterior se aparece En espejos, en tazas de té, En calendarios. “no me acuerdo de qué lugar salimos caminando juntos” canta feliz, “no me acuerdo de los árboles, de la noche ni de las hojas secas que corrían detrás de una película italiana, ni de la flaca actriz llorando bajo las ramas del pasto”, el poema sigue suelto, baila, se ríe solo, Está feliz. “El vestido chino, La imagen de anciana, La imagen de niña y todo lo demás” El poema anda por ahí, apareciendo de lejos a cada rato En cualquier lugar, a cualquier persona Y a veces mi cara se acuerda de él y de ti.
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Tu capítulo
Tu capítulo no me interesa Podré escribir cartas adicto A las luces de las velas Tu capítulo no me interesa Ni con energía ni con fuerza Contando las cosas que cuentan Escribiste cartas de tierra firme Y ahora bailas con la estatua que rompiste Tu capítulo no me interesa No lo digo con maldad Es para que aprendas Aunque a la altura de este siglo Eso suena a proeza militar Los destinos no se compran Como los vestidos de la realeza La calle es un mar De bicicletas quietas
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Viajeros desesperados por el estruendo matinal Es un cuerpo tendido En la cocina no había nada Que esconder a dos metros De ti hay un libro azul Con mis páginas guardadas Como los reflejos de una lágrima bestia hecha de realidad Día del cerro bañado por cenizas De cristal murallas De fantasía con un pedazo de alma Ella viaja en suspenso de espacio inconcluso Viajeros desesperados por el estruendo matinal Tu cadáver fue hecho para mí A dos metros de ti hay un libro azul.
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Tragaluz La bajeza de este ser humano Mirar Resulta complicado ponerse de frente frente a una ciudad que se cierra como ese libro usado pero no leído que está por todas partes y despierta para persuadir las excesivas influencias de la vida Se leen en los diarios y pongo de extremo varias lámparas Más abajo de la bajeza este ser humano Se borronea de todo Y un sujeto entero se sumerge en esa parte Una inmersión profunda de última hora en las profundidades Y se enfrentan dos caminos Andar las profundidades de este ser humano O transitar la bajeza de este ser humano Que colindan Se roban terreno territorio terrenal Con los zapatos llenos de territorio se patean Será que nada valdrá la pena cuando caiga la noche contrala ventana Y todos contra la ventana Resumiendo y resumiéndose en la bajeza Suena una gota de agua desplazándose por el cuello de una botella Raspando el vidrio quebrado después Y ese ruido repercute En lo que se va diciendo No puedo bajar a la bajeza y no quiero En las profundidades del ser había una bajeza metafísica remendada con palabritas Todo hilvanamiento de esa cosa se hace con palabras, incluso cuando se dibuja, La noche cae por el tragaluz y al día siguiente hay que volver a limpiarlo Mirar Mejor decir Las profundidades emergen desde la bajeza Que abajo Se incendia página a página con ese fuego 97
artificial que no sube por el tragaluz. Mejor que se quede así Debajo Porque la bajeza del ser humano, en este capítulo, no tiene que ver con el ser humano, sencillamente ya estaba desgranada en el suelo ¿te fijas? El sujeto entero ya se perdió de vista Y no contesta el teléfono.
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Gabriel Palomo
Laila Pita, Suicidio de la Raz贸n,Tinta sobre papel, 14x22 cms, 2011 99
Necesidad de desecharte
Ahora siento necesidad de desecharte. Mi tesoro mi recompensa mi voluntad mi adicción. Mi única compañía de infancia. Desechado, mi tesoro desechada, mi recompensa desechada, mi voluntad desechada, mi adicción. Ahora siento necesidad de desecharte mi cadena, mi llave mi cadena, mi llave. (Mi única compañía de infancia).
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Chichón craneal
Por la mañana, ella prepara comida para congelar. Me levanto un poco para asomarme y ver las grietas en la pared, a veces me recuerdan una cara conocida. Visitantes tocan a la puerta, parecen ser de la familia. Ellos ya me conocen sin haberme dado cuenta. Ellos vienen desde lejos, ellos vienen como el tiempo, para saber cuanto ha madurado, mi herida. Entonces digo, he crecido con chichón craneal. Por la tarde, acordé conocer a la chica (o persona) con la que dejaría mi confianza, no existe. Vuelvo a casa para recordar la fecha, está en mi cabeza, pero aún tengo tiempo para moldear prejuicios, masturbar y hacer amigos fáciles. Succionando las lagunas mentales, he restaurado todo tipo de mentiras. Vuelvo a mi cama con la esperanza de encontrar a la persona (o chica) que me revele la muerte de mi hermano. Entonces digo, (estoy bien) mi vida es un chichón craneal.
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No mirar más hacia atrás
Qué pasaría si un día todos los pasos en falso que dimos volvieran justo al fin? y la estatua con la que creímos haber hablado se volviera humana, de una sola vez. Qué pasaría si te confesara, que ya no seré imperfecto? Anoche vi a Jesucristo fumando solo en una vereda, mientras regresaba del trabajo. Soy como un búho y no miraré más hacia atrás. Qué pasaría si un día todos los versos del mundo, rimaran desde el principio? y las páginas que creímos haber leído se abrieran, junto con la tierra, de una vez. Qué pasaría si te mintiera confesándote, que ya no seré imperfecto? La última vez que vi dar un paso en falso, fue cuando las sombras ya no tenían sujeto. Soy como un búho y no miraré más hacia atrás.
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Cardos Yo veo a tu pálida y rugosa cara, entonces puedo procesar tu inestabilidad. Has atravesado acaso el jardín en el cual nunca querrás revivir tus futuras escenas? Parece como si el tiempo ablandara en ti tu maldita complacencia, de cortar la ingeniosa inconciencia -de raíz-. Ahora estoy tendido justo a tu lado .....justo sobre tu figura, y tú transmites tu desgracia, tu don......tu exposición Sobre tu mente ha caído una gotera, has atravesado acaso el jardín..? Son las reminiscencias, ruinas del jardín... que te hacen llorar y reír de ansias. Está repercutiendo justo en tu mentalidad pero te está llenando de inseguridad, y me siento feliz, pero no pienso decirlo, me está nutriendo de insipidez. Son los sujetos de tu desgracia, te están cortando tu memoria de raíz, y son los que saltan, desechan y festejan afuera... pero ahora sólo son tus supuestos amigos. Entonces los pisarás con tus pies, de una vez. Se ha vuelto largo para ti, por tu singular histeria, y deberás conservarla antes del acto y deberás despojarte de estas arruinadas sabanas, las mismas que te arruinan noche a noche, y crear un amargo final para esta escena. Ahora has decidido agarrar mi mano para terminar, la misma que te rasga como esos cardos que alguna vez tú rechazaste para usarme y llenar tu vacía inquietud. Has atravesado acaso el jardín en el cual nunca querrás revivir 103
tus futuras escenas? Solo invítame hoy..... llévame sangrante a tu fiesta, llévame sangrante a tu fiesta, en tu mejor interpretación de gratitud, y no volveré a estar presente, no volveré a reaccionar a lo que eres. Humíllame ante todos antes que todos te humillen a ti. ¡Sólo humíllame! así Así, justo al medio....... de tu escena, tu desgracia.
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El amargo clímax Algo sobresale, aquí, en la cámara privada, al núcleo de este momento único donde todo se siente y huele igual. Todo el mundo espera mi fatídico secreto el incendiario ambiente detona en la úlcera de todos por mi fatídico secreto. Voy a desgarrar mi estómago para ello voy a maltratar mi organismo, esperando por ese enfermizo y milagroso fruto que yo mismo denegué...... Voy a reinventar una especie de herencia y bautizaré la nueva cosa hasta hundirla en esta fuente privada. Voy a botarlo todo de una vez, todo de una vez. La mezcla perfecta entre líquido y sólido, sangre y fierro, un sólo propósito, un solo final, un solo aroma. Tengo un poco de ese aroma en mis manos, la prueba de mi adherencia con la nueva cosa. Ella se esfuma por la fuente....... mientras la presiono, pero el aroma persiste, ya soy parte de ella. Lo siento ahora recorrer mis piernas. Los pasos de la gente afuera se sienten esponjosos. Todos invaden la cámara, todos esperan turnos, parezco un zombi satisfecho. El producto de esta herencia, es una parte usada de mí. Todos tienen un lugar para heredar su parte usada, todos tienen en sus manos la nueva cosa.
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Y está creciendo, y te está comiendo por dentro y manchando por fuera y ahora yace justo debajo de ti.... sólo mírala nacer, sólo mírala nacer. El miedo mueve montañas Recuerda tus más ocultas pesadillas Y sabrás que son el más dulce tabú. Lo que te causa escalofrío Es el verdadero rostro detrás de todos tus espejos. Solo tú eres la sombra del ente debajo de la cama. No temas la manía de abrirle las puertas Todas las veces que sea necesario hasta la máxima combustión de la vigilia Y la extrema aridez del ensueño. Vives al límite de la culpa por enterrar a tus amigos, tus queridos monstruos de la infancia… Echa un vistazo a tu cuarto, una vez más, Y descubre que la inocencia solo fue una excusa Para seguir creciendo Para seguir creciendo Así es como las lágrimas son más dulces Así es como el ruido es más armónico Y así es como el cuco se transforma en su víctima, su origen, su fin. Papá y Mamá son mitos errantes El miedo tu gran y único AMIGO Solo invítalo a dormir, cariñosamente Para seguir creciendo Para seguir muriendo
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Time Bomb Man "Yo no soy hombre, soy dinamita" Federico Nietzsche.
El extracto de lejía es perfecto para determinar la proyección del cosmos hacia la zona donde todas las venas hallan su caudal. Como cualquier servicio, puedes manipularlo, poseerlo limpiarlo, volverlo a limpiar. El esclarecedor ícono es perfecto el correr de la trivia tan virtual como vital. El sentir que las alternativas son menos definitivas que el comodín una suerte de progresivo pésame prohibido, fruto, prohibido. Ni lo intentes! Así, muy cerca para degustar tu derrota. Los dientes se esmaltan en su música... mordidas en alguna cadena o artefacto tan virtual como infantil... Y la sonata ha sonado correctamente, faltarían sílabas que la lleguen a describir. Déjame ser empático y tomaré tu pulso, desde hombros a piernas, porque es perfecto el determinar la zona donde hallan su caudal todas las venas. En un abrir y cerrar de ojos, el sentido de la vida, en una hipnosis barata, el estómago duele de certeza. Y es atonante describirlo, el cómo tus conocimientos se retrogradan 107
cómo tus ideas cómo tus voces cómo tus cantos cómo tus bocas cómo tus poemas cómo tus estrofas cómo tus versos cómo tus verbos cómo tus sílabas cómo tus vocales cómo tus grafías cómo el papel cómo la leña cómo el árbol cómo las raíces cómo la tierra cómo el planeta y cómo tus sueños, en fin, se retrogradan, en ti mismo... Perfecto es saber que estás presente, cada segundo, para distinguir entre rojo y verde, para distinguir entre cosmos y nada, para distinguir entre nada y noche. Y en una hipnosis barata, 1... 2... 3 El cerebro hiede de certeza. Hiede de certeza.
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Patricio Bruna
Celeste Jaime, Bifurcaciones, Tinta china sobre papel Fabriano, 70x40 cms, 2011
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Prédica ahumada
Muy de acuerdo estabas, pero el marcado acento nos engañaba si no sabíamos atenernos solo a una mímica circunstancial y precaria cuando éramos nosotros los asediados en nuestra mítica ciudad la que resplandecía por el imperio de nuestros ideales; ahora, mas no es el caso, sino todo lo contrario; ¿tú te refieres a eso? ¡Ahh! Bien, sí, lo reconozco, por algo lo digo así, expresándola en gris, de soslayo; tememos empuñar esa espada y blandir todo su doble filo de dura materia experimental por un lado, docta y académica por el otro, para hacer picadillo a los más novatos delatándolos en su urbana oscuridad de precarios lectores; hay que salar la carne derramada de esta cruzada y guisar sólo la necesaria, urgiendo al práctico al soldado que huye que todos llevamos dentro para otra futura hipotética batalla. El supuesto buen pastor para nada inocente, mientras tanto, nos acompaña en esto con su calculado entusiasmo distractor: aquí viene la buena chorrillana… ¡Hey amigos! ¿qué vamos a tomar —demasiado alegre y frotándose las manos— vinito o cerveza? El caballo de Troya dentro ahora de la ciudad letrada solo espera la total oscuridad.
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¡Oh, el letargo! Mira a lo que hemos llegado... El sopor con los años se ha convertido en algo parecido a la ira. Amalgamados contribuyentes al supuesto bendito oro de esta relación; y tercos tercos ¿así nos veíamos, pero según nosotros, montículos exactos de belleza? ¿Siendo el polvo en gran parte el desecho del desgaste de nuestra película recubriente acumulada en los rincones descuidados de nuestro hogar? ¿O te refieres al otro polvo? No, no, carnalmente no te lo aseguro, ¡pero si se pudiera esto fehacientemente afirmar con algún derecho moral... ¿moral? a la ácida crítica hacia el otro por cualquiera de una de las dos partes! ¡Si aún se pudiera! Qué pena. En fin. Mira, qué aparatoso: casi tragicómicamente se han conformado los saldos de las horas muertas en deudas las que hemos ido acumulando como para de la película como para de la piel ausentarse. Pero nos es imposible huir; de este celuloide, la factura, tómala ¿la sientes en su textura, cómo es que repetimos siempre la misma escena? La del seco papel… Intentemos definirlo, aunque no lo hemos memorizado conscientes, al menos en lo que nos concierne responsablemente. ¿Sí? Sí. Bien ¿mas tendría que ser necesariamente así para pagarla?… Pero, si estamos en medio de ella: la rotación de la tempestad del tiempo escrupuloso de no admitir ninguna responsabilidad 111
depositaria de la fe guardada en un cajón. No, no, no de muerto, sino en el cajón de las cuentas impagas del mes, en el primero de la cómoda —¿nuestro vínculo más fuerte con el presente?—; el letargo así posado sobre su cubierta, en forma de un libro cerrado hace algún tiempo ya, es una siesta el libreto que derivamos de su no lectura en esa nuestra tarde de dormitorio dominical. ¡La piel, la piel, la piel! no nos dejamos de escamar en su superficie.
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Menciono el tema por si acaso…
Usted me entiende, digámoslo de una buena vez: el alegre vuelo primaveral del moscardón nos trae una dedicatoria especial: joyas, para una monarquía abolida desde antes que naciéramos sin corona ni heredades, meciéndose como tiernas briznas de pasto, ¡oh Whitman, Whitman! yo también arengo, pero no acepto el tal barro primordial. ¿Para qué esbozar de aquel mi costilla —¿una vez más?—, si todo está por cumplir: restituciones, una constitución más humana, besos y… tantas otras yerbas más? Sí. Reclamo algo más para la ocasión del simplemente ser un itinerario verbal; a saber: la gran nación, jurisprudencia que al pueblo no sea indiferente, manifiestos restituyentes, la lucha, el partido, conciencia social, cosas y más cosas, como estas que turgentes resplandecen como ideas, abogan transparentes por su necesidad de ser carne, por su pedacito de ser más real pertenencia por lo menos a la libido que despierta usted con su fragancia… señorita; y no sé qué es lo que me pasa. El umbral del señuelo es lo que apura desmintiendo con cada llegada en su objeto del deseo, mismo ahora que gatea, sí porque así como pecas… ¿quién es el que paga? ¡Ah no! ¿Pero quién está dispuesto a dicho sacrificio por los otros, así sin más? Mientras tanto urge, con el trámite del cajero automático mi cara mitad. Compraba su lencería, que quisiera ser más fina… 113
e igual de negra. Ella ahora ronronea el placer del zumbido entrecortado sobre estas hojas de yerba. Una felina incoherencia.
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Como el agua del río
Pudo ser el entrecortado aliento el resoplar duro del perseguidor el que caía sobre nuestras cabezas; huí más rápido y más lejos entonces como el simple aire, así tan necesario y necesariamente huí, alejándome del grupo de cómplices rapazuelos —aquellos del tocar el timbre ajeno, en broma solo por la emoción del miedo y arrancar— por la esquina donde comprábamos de niños las provisiones; huí, alejándome de ese olvidado almacén, tangencias circunstanciales, diríamos hoy que ya visualizamos la trama desde lejos; el caracol va más rápido, qué duda cabe, si ya era un río en su lento desplace; pero no nos enteramos sino ya tarde; era un río de reír en ese presente, de primera persona; ¿cómo no te miraste ya de adulto en la pobreza de tu único argumento? ¿Nunca volveremos a pasar por debajo? El puente sigue ahí, pero más viejo.
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Devota asistencia
La fiesta nos proclama su convocatoria… ¿Desde cuándo estuvo ella tan dispuesta? Por contra entrega, la cenicienta promesa… Un castillo o una mansión de verano, se nos pasó a la resequedad, al repliegue, en la seda negra de su sueño… ¿Ves? te lo dije tantas veces, pero ¡no! ¡teníamos que probar por nosotros mismos! las reelaboradas visiones, si ellas mismas no nos buscaban, en su locura de hongos alucinógenos en las lámparas del recuerdo, contra ellas polillas quemándonos en cada choque las alas hasta perderlas tan lejos y tan cerca… Y ya en esta realidad, ¡tan, tan pedestres!, después de lo alados debimos destrabar el ojo al enfoque humano, digamos, arribar a un buen nivel de crítica, por cierto; el vampiro, el ángel, o dar con algo así, que nos sobre nombrara, algún elevado pero descendido, o sublimado vil personaje, lo cual pudo darnos la clave: de ahí nuestra devota asistencia —sobregirados, agotando nuestras últimas reservas espirituales— a ese cine negro o de culto, enfrascado en las repisas, lo que hoy nos muestra con desencanto los retazos perdidos de nuestra dolida humanidad. Aun así, desnudando la carne, visible a través de ese hoyo en el calcetín sonríes como un niño… Por qué huir entonces tan de prisa y sin mirar atrás; ajústate la corbata, del acomodo hoy es el día oficial de la entrega de galardones emulando a los “oscares” sonríe al público; deposita esto ¿algo en tu cuenta? Gimnasia, habrá que hacer gimnasia bancaria, ¿pero cuánta más? En todo caso 116
te delatan los ojos en esa sonrisa luminosa a toda dentadura, y ¿no es este un lugar demasiado vulgar? Pero escucha… el baile en la capital sigue, parece estar en lo mejor… ¿Volvemos?
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Algo de esa noche
El regulador cancela, la presión secos golpes destilando falsa ira: ¿todo era un juego? Meneaba la cola alegremente, con un giro marcó su espacio; en lo sucesivo largas sesiones de trabajo en el taller, resbalaban las horas comprensiblemente, no era algo de extrañar, pero nunca lo pensé así, de esta manera alterna, jamás precipitó simpatías pero se las arreglaba, tan solita, quizá esto era lo que le gustaba. Una galleta el donde dirigirnos por el puro gusto sorteando en la lengua lugares sortilegios ensortijados en lo más obvio de nuestras serpenteantes idas y venidas abría la cortina, entonces ya en la calma de su repliegue, era que fumaba metiendo algo de esa noche por la ventana —sí, era su único momento—, surca en el recuento la bocanada como queriendo con ella iluminar en el recuerdo, si hubo una marea de situaciones desgastando las orillas, acometiendo en ese error, sintiendo ese ir y venir; cintillo hojas secas del verde muriendo en su manufactura, marea vívida, y no en la de la mano del hombre. ¿Al final? Guardas, pasamanos o barandas del verano; no fueron ciertamente las señales propicias, aunque igualmente nos hemos concertado a pleno sol, pues tampoco dejaremos que las señales más claras entorpezcan el itinerario como aquello que brota incluso en una tibia sonrisa de lástima. La cordialidad ahora, 118
la cordialidad puede ser ahora camuflaje, el filo perfecto de la guillotina. El perro amable sigue, mueve y mueve la cola.
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Algo menos vedado
Plasmar fértilmente, recusaba su derecho; por supuesto, no lo desecha, faltaba más. Y la cobertura de su belleza la expresa con cierto desgano aunque le sobra soberbia. Así pues diríamos, aquella vez no fue nuestra excusa más feliz, por cuanto nos supimos culpables de ese blando derecho a la inconsecuencia —tres días pasaron por todos estos años—, nos fue dejando de forma imperceptible la incontinencia de esa pasión. ¿Qué más quieres hoy que haga, algo menos vedado para nuestras mentalidades de decentes esposos? No estoy dispuesta a hacer eso, menos a esta altura; claro… yo no diría eso. Replicabas con sarcasmo, toda una actitud intransigente casi una deriva del tu bien vestir… algún abrigo más caro —por ejemplo— piel natural, por supuesto. Y luego bella y altanera: ¿puedo, o no, darme ese gusto? La verdad... qué importa, si fue dicha, sólo por una vez; hoy se presenta menos desnuda que nunca al fin y al cabo, y así, tan suelta de cuerpo. De alguna manera, a su precisa manera, ella nos acusa... Inexcusablemente feliz.
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PORTADA: Antonio Guzmán,
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obre tela, 2012
CONTRAPORTADA, Paloma Zárate, Quetzalcoatl, Técnica mixta, 105x90 cms, 2005
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