SEMILLAS
¿Qué beneficios puede generar un proceso de reflexión por parte del docente, en su práctica evaluativa?
El docente que logra reflexionar sobre su práctica evaluativa puede generar una gama de pensamientos e ideas (semillas) que tendrían el potencial a su vez de originar cambios importantes en su práctica docente. Señala Pedro Ahumada Acevedo (2005), catedrático de la Universidad Católica de Valparaíso-Chile, en su libro Hacia una evaluación auténtica del aprendizaje que el proceso de evaluación debe ser auténtico. Es decir, si las semillas están produciendo un cambio en la aplicación de los procesos evaluativos, de igual manera debería de ocurrir un proceso de germinación auténtico y por lo tanto la complejidad de dicho proceso debería reflejar un proceso integral y acorde con las demandas del momento.
El facilitador podría proponer nuevas e innovadoras formas de evaluar a partir de esta experiencia reflexiva en las aulas. Una de las reflexiones más retadoras es si debemos rediseñar el concepto de evaluación, es decir si debe evolucionar y pasar de un mero proceso aparentemente sólido a uno más auténtico y dinámico. Otra semilla sería la implementación de la diversidad de instrumentos para tener más fidelidad evaluativa y al mismo tiempo generar diferentes acercamientos con los aprendientes; en otras palabras innovar. Finalmente, otra semilla podría ser el cambio en el concepto de grado de complejidad en una prueba. Al ser la evaluación es un proceso integral permanente, las semillas son únicamente el inicio de ese arduo camino; su éxito dependerá de la calidad del abono con el que se cuide su desarrollo.
Dentro del proceso de evaluación debe vivenciarse el “reflexionar, emitir juicios de valor y tomar decisiones”, así lo anota Carola Flores (2010) en su artículo Evaluación de los Aprendizajes en la Universidad. Y es en este proceso de reflexión donde se interpretan los datos obtenidos y se utilizan los resultados para tomar decisiones importantes en el proceso de aprendizaje. Esto significa que la evaluación no debe basarse solamente en el rendimiento del aprendiente, sino en el trabajo docente y sus resultados. Un análisis introspectivo del educador hacia su práctica pedagógica, basado en los resultados de la evaluación de sus estudiantes es lo que le permitirá, de ser necesario, ajustar, rediseñar, nutrir y reorientar su práctica docente para optimizarla. Por estar basado en datos reales y contextualizados, el grado de éxito de tales modificaciones puede ser muy alto, resultando en una práctica de sumo beneficio para los aprendientes.
Por otra parte, Gutiérrez Cerdas (2000), en su libro La Evaluación como Experiencia Total, indica que "La evaluación más que un instrumento de medición para calificar, es un medio que nos permite corregir algunas fallas y procedimientos docentes, retroalimenta los mecanismos del aprendizaje, permite planear nuevas experiencias de aprendizaje, así como mantiene consciente al alumno de su grado, avance, o nivel de logro, refuerza oportunamente al alumno en áreas de estudio o aprendizaje que se perciban como insuficientes.”
Esto abre la oportunidad para que los educadores reflexionen sobre su desempeño docente en el salón de clase y replanteen nuevas experiencias de aprendizaje más efectivas para alcanzar las metas propuestas; también provoca que el mismo docente implemente medidas correctivas sobre su mediación, la cual puede estar afectando al alumnado en su desempeño en clase, lo cual beneficiaría a ambas parte por igual, es decir todos estarían ganando con la reflexión de la evaluación.
No hay un acto efectivo ni honesto en el proceso de evaluación si en éste está ausente la constante reflexión. Desde esta visión, la evaluación no es un proceso estático sino dinámico y fundamentado en la realidad, las necesidades y las capacidades. Uno de los inconvenientes mayores de este nuevo milenio y sus cambios mediáticos es ser congruente con los nuevos paradigmas y con la forma en que se evaluarán dichos procesos. La evaluación amerita de una integración de aprendientes para su conformación y junto a esto, requiere reflexionar en el proceso mismo de su ejecución.
Es de suma importancia realizar un proceso de reflexión mediante el cual cada uno de nosotros tome un espacio para valorar nuestra práctica evaluativa. Esto puede conllevar a una serie de beneficios, tanto para nosotros como facilitadores, como para nuestros aprendientes; esto ya que mediante una serie de consideraciones de valor se puede lograr un verdadero cambio. Tomando en cuenta lo citado por Flores (2010), la evaluación es transcendental ya que permite no solo monitorear el proceso de aprendizaje sino también el trabajo docente. Es así como podemos establecer que entre los beneficios de un proceso de reflexión se encuentra la auto-corrección. A través de esta podemos establecer medidas y cambios necesarios para obtener mejores resultados. También permite la obtención de realimentación necesaria para encontrar nuevas formas de evaluar los conocimientos. Y finalmente, nos permite mantener una actitud abierta hacia el cambio, nos previene de asentarnos en una única línea de trabajo que no permita errores, ni el aprendizaje de estos. Debemos recordar que el verdadero aprendizaje trata de cometer errores y aprender de estos, un proceso de aprendizaje para la vida.
Plantas
驴Con qu茅 elementos el Reglamento de evaluaci贸n de los aprendizajes de la UTN, se convierte en un respaldo o un factor facilitador, para implementar un adecuado proceso de evaluaci贸n?
El Reglamento de evaluaciรณn de los aprendizajes de la UTN se convierte en un respaldo al reglamentar los procesos propios de la evaluaciรณn, por ejemplo, plazos, procedimientos, condiciones y otros datos que nos permiten actuar de forma consensuada, utilizando todos los mismos parรกmetros. A su vez le informa, tanto al docente como al estudiante, la manera correcta de proceder ante las diferentes situaciones que se puedan presentar, como las apelaciones, ausencias, y otros. Al regular y orientar los procesos evaluativos, respalda y facilita la implementaciรณn de una evaluaciรณn adecuada.
Por otra parte, el reglamento de evaluación de los aprendizajes lleva al estudiante y al docente paso a paso por diferentes procedimientos que debe hacer durante el curso lectivo. Además, informa a todos con las nomenclaturas propuestas en el historial académico y representa gráficamente por medio de tablas los puntajes que se pueden obtener durante un curso. También, hace la intervención sobre asuntos operativos-académicos como que proceso se debe seguir para la presentación de apelaciones al sistema, qué hacer en caso de perder alguna evaluación durante el curso, las formas y plazos para brindar realimentación sobre las evaluación aplicadas, entre otros. Este documento también da respaldo al proceder docente ante algunas situaciones.
El reglamento puede lograr determinar bajo qué condiciones y con qué criterio filosófico se puede mover el docente para proponer acciones evaluativas que respondan a las necesidades de los aprendientes y también a los determinantes institucionales. El reglamento debe ser una herramienta para respaldar la acción ejecutiva de las acciones evaluativas que logre la integración de elementos fundamentales a dicho proceso como lo son la realidad, la vivencia y el mejoramiento académico.
Frutos ÂżQuĂŠ tipo de fruto queremos producir?
¿Qué frutos se podrían esperar en las aulas, aplicando un adecuado proceso de evaluación?
El logro de aplicar un adecuado proceso de evaluación sin duda culminará en un mejoramiento constante de la educación, ya que al ser la evaluación una acción dinámica y continua nos permitirá, durante el proceso, ir tomando las decisiones apropiadas para poder lograr los objetivos propuestos; además, orientará al estudiante con respecto a su desempeño. Las implicaciones son: utilizar instrumentos y procedimientos de valoración no tradicionales, insertar la evaluación a lo largo de los períodos de aprendizaje, no solo al final y aceptar la participación de otros sujetos, como los compañeros de aula (co-evaluación) y el propio estudiante (auto-evaluación), en la consignación de los resultados.
Un proceso de evaluación coherente con las múltiples posibilidades de aprendizaje que tienen los estudiantes y consensuado desde una visión constructivista y no tradicional logrará aprendientes auténticos y capaces de potencializar su propio aprendizaje. Además, un adecuado proceso de evaluación provee elementos que apoyan a la toma de decisiones sobre la implementación de acciones globales y focales que impulsen el logro de los estudiantes, y que se constituyan en mecanismos esenciales para el mejoramiento continuo. A nivel universitario, estas prácticas nos ayudarán a ir formando un aprendiente autocrítico, autoregulado y proactivo con las competencias deseadas en los profesionales del siglo XXI.
Bibliografía Ahumada, P. (2005). Hacia una Evaluación Auténtica del Aprendizaje. (1era. ed.). México: Editorial Paidós Mexicana, S. A. Cerda, H. (2000). La Evaluación como Experiencia Total: Logros–objetivos–procesos, competencias y desempeño. (2da. ed.). Colombia: Cooperativa Editorial Magisterio. Flores, C. (2010). Evaluación de los Aprendizajes en la Universidad. En Blanco & Negro, 1 (1), 2. Recuperado de ISSN: 2221-8874