Otto el gorila

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Otto el gorila Por Rosana De Greiff


Un dĂ­a como cualquiera, Otto el gorila saliĂł a recoger guayabas para su jugo. Como era su jugo favorito, cada semana iba a un claro de la selva a recogerlas. Desde la noche anterior Otto organizĂł todo lo que necesitaba para cogerlas las guayabas: un recolector de frutas y una cesta para llevarlas a su casa.


Al llegar al claro del bosque se encontró con Simona la orangutana y su bebé. Otto nunca las había visto y las saludó muy cordial. Hola, Señora orangutana, le dijo, ¿cómo está usted en este día tan bonito? Simona le prestó poca atención a Otto y siguió entretenida, tirada en el pasto, mirando cómo su hijo se columpiaba en las ramas bajas de los árboles.


Otto empezó a recoger sus guayabas como lo hacía siempre, cuando notó que el bebé de Simona estaba dañando las ramas. Como el lugar estaba lleno de letreros advirtiendo sobre la necesidad de cuidar los brotes de los árboles, Otto le pidió a Simona muy amablemente que evitara que su bebe dañara el árbol.


Simona no tomó bien la petición de Otto, se sintió amenazada por su apariencia diferente y comenzó a gritar. Hizo un escándalo tan grande que los demás animales de la selva se acercaron sin entender qué estaba pasando.


De repente llegó Leo el león, rey de la selva y de sus alrededores, sorprendido e intrigado por la algarabía que escuchaba desde lo lejos. Salió de un profundo sueño confuso y un poco perdido sin entender por qué Simona gritaba y movía sus brazos como si alguien la estuviera atacando.


Mientras Simona continuaba con su escándalo diciéndole a Leo el león que Otto le desagradaba y que la había amenazado a ella y a su bebé, Otto permanecía callado observando la situación, sin entender qué era exactamente lo que había hecho de mal.


Todos conocían a Otto por su amabilidad y dulzura, por eso a Leo El león le costaba creer todo lo que escuchaba. Una vez oyó ambas partes de la historia, le explicó a Simona las reglas de esa parte de su selva y le pidió que por favor se disculpara con Otto por haberlo juzgado por su apariencia y, sobre todo, por haber mentido diciendo que la había amenazado a ella y a su bebé.


Leo convocó a la asamblea de la Selva porque consideró que era necesario que eso no volviera a ocurrir y necesitaba aplicar la justicia. Simona fue condenada a utilizar el gorro de la vergüenza seis meses y durante esos seis meses se comprometió a recoger por Otto las guayabas para su jugo favorito. Desde ese día en adelante, Simona y su bebé aprendieron que todos los animales eran diferentes y merecían respeto.


FIN


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