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Módulo II Análisis existencial y logoterapia
El análisis existencial El Análisis Existencial hace referencia directa a un modo de negrearse al ser humano que está en el mundo y dentro de un contexto histórico-social concreto. Distinguimos en el ser humano tres grandes dimensiones: 1. La dimensión somática. 2. La dimensión psíquica 3. La dimensión noética (también llamada dimensión del espíritu, o del logos). Dentro de este marco vemos que la dimensión somática y la dimensión psíquica (lo anímico) son propias de los seres vivos, animados, es decir de los animales y también del ser humano. Sin embargo, la tercera dimensión o del espíritu es una dimensión específica y privilegio único del ser humano. Ahora bien, esta dimensión existencial —y en adelante emplearemos este término de modo estable— por ser la más específicamente humana exige ser dilucidada.
Í N D I C E
a.
La dimensión existencial es ontológicamente distinta a la dimensión somática y a la dimensión psíquica.
b.
La dimensión existencial aunque es ontológicamente diferente a las dos anteriores, conforma una unidad-antropológica en el ser humano. Las distinciones son heurísticas.
c.
cLa dimensión existencial se caracteriza por tres notas específicamente humanas: La libertad y la responsabilidad de esa libertad que surgen como manifestaciones de la espiritualidad del ser humano.
d.
dLa dimensión existencial, sin negar la validez fundamental de las dimensiones somática y psíquica, se considera como la específicamente humana, lo que hace que podamos referirnos a este ser como ser humano.
e.
La dimensión existencial en cuanto que es la manifestación de la persona, es una dimensión que no está afectada ni sujeta al declinar inevitable de las dimensiones somática y psíquica. En otras palabras, sólo la facticidad psicosomática está llamada a la muerte y no la dimensión existencial que, en este punto concreto, es sinónimo del espíritu humano. Este espíritu en la concepción analítica existencial es inmortal y responde en sus raíces a lo más profundo del pensamiento occidental judeo-cristiano.
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Módulo II Análisis existencial y logoterapia
El Análisis Existencial como ya señalamos anteriormente es un análisis sobre la existencia humana y no un análisis de la existencia porque la existencia en sí misma no puede ser analizada. El Análisis Existencial señala que la existencia es un modo específico del Sein, del ser que llamamos ser humano y cuya característica de fondo es que, el ser humano no es un ser fáctico sino un ser facultativo. La diferencia entre el ser fáctico y el ser facultativo reside en que el ser humano siempre puede llegar a ser también de otro modo y no tiene que ser siempre así como sucede en la facticidad determinística de los animales, o como puede creer así la persona que se siente “paciente” y atenazada por un conflicto neurótico. Un punto de coincidencia entre Martín Heidegger y Viktor Frankl es que ambos entienden la existencia como este modo de ser facultativo y que, a esta modalidad especial del Dasein, se le llama existencia. (Para una ampliación mayor podemos referirnos a la obra fundamental de Martín Heidegger: Sein und Zeit, 1927. (El Ser y el Tiempo, traducción al español.) La existencia, Ek-sistir: “Ek-sistir significa salir de sí y enfrentarse consigo mismo, con lo cual el hombre sale del plano de lo corpóreo-anímico y llega a través del espacio de lo espiritual a sí-mismo. Ek-sistencia acontece en el espíritu. Y el hombre se enfrenta consigo mismo siempre que él, en cuanto existencia espiritual, se está enfrentando consigo mismo en cuanto organismo psicofísico”. Un padecimiento concreto como es la depresión endógena puede ilustrar el punto que estamos tocando. Se trata de una alteración psicofísica. Lo físico y lo psíquico están coordinados y unidos en paralelo. Junto con la depresión psíquica podemos ver trastornos somáticos en la menstruación, en la secreción gástrica, etc. El ser humano está deprimido en toda su dimensión somático v psicológica pero no en su dimensión existencial espiritual que no puede ser afectada. El que una persona afectada por la presión endógena sucumba y otro ser humano, también afectado, se distancie de su padecimiento no se debe atribuir a la depresión endógena sino a la fuerza del espíritu humano propio y específico de la dimensión existencial-espiritual. Así pues, así como existe un paralelismo psicofísico también existe un antagonismo psicofísico (o la fuerza opositora del espíritu humano ante la facticidad psicofísica). Y es ante ese antagonismo psiconoético ante el que se puede apelar.
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Sin embargo este antagonismo psiconoético no es algo a lo une el ser humano esté obligado. Una vez más el ser humano ha de ser el ser-decisivo, según el pensamiento de Jaspers, que se decide en favor de recurrir facultativamente al antagonismo psiconoético, ante el avasallamiento del paralelismo psicofísico del padecimiento. De esto tampoco podemos concluir que el ser humano siempre ha de estar en una actitud de resistencia, ni de recurrir siempre a la fuerza de su espíritu. Dicho en otros términos, la afirmación se da no sólo como se piensa a través de la oposición a los instintos, a la herencia y al medio ambiente, sino también gracias a ellos.
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1. La espiritualidad del ser humano Lo que constituye a la persona espiritual, como tal, es su capacidad de tomar actitud ante sí misma o tomar distancia de su dimensión psicofísica. Sólo así es como el ser humano se estructura a sí-mismo, como una unidad espiritual y psicosomática. El ser humano, en la perspectiva analítica-existencial siempre es visto como una unidad-antropológica, pese a las diferencias dimensionales de tipo ontológico. Recurriendo a dos comparaciones podemos decir que, si bien es cierto que un avión puede moverse muy bien en una pista, también es cierto que el avión, propiamente tal, es avión en cuanto logra despegar y volar pues para eso fue construido. Así, el ser humano, en cuanto puede ir más allá de su facticidad psicofísica es cuando puede llegar a ser persona en el sentido más pleno del término. De igual manera y de modo geométrico: Si tomamos un vaso y lo proyecto en el plano de una mesa, veré que la figura resultante es un círculo, mientras que en el alzado veo una figura rectangular. Esas dimensiones son compatibles pese a su contradicción si las entiendo como lo que son: proyecciones parciales de una totalidad. Así como yo no podría afirmar que el vaso está compuesto de un círculo y de un rectángulo, así tampoco puedo decir que el ser humano es un compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Son dimensiones del ser humano. Y de esas tres dimensiones la espiritualidad es la genuina dimensión de la existencia humana. Con todo esto, puede pensarse en el Análisis Existencial como un enfoque espiritualista, racionalista o intelectualista. Por el contrario, en la espiritualidad humana no sólo tienen su lugar el intelecto y la razón, sino también y, de modo especial, la emoción y los sentimientos. Los existenciales específicamente humanos no son características sino constitutivos del ser humano. Los existenciales básicos son: La espiritualidad, la libertad y la responsabilidad.
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En la tercera parte de este trabajo hemos tratado ampliamente acerca de la libertad y la responsabilidad como los existenciales esenciales de la vida humana y ahora queremos enfatizar esta dimensión espiritual o noética. También es momento de subrayar que, dentro de la espiritualidad humana, está la espiritualidad inconsciente. La espiritualidad inconsciente se entiende como aquella cuya inconscientización estriba en: “la supresión de la autoconciencia reflexiva, mientras que el autoentendimiento implícito de la existencia humana permanece en pie; pues tal autoentendimiento es peculiar de toda existencia, de todo ser hombre”. Así pues, el Análisis Existencial considera que no solamente hay una “impulsividad inconsciente” sino también una espiritualidad inconsciente y en esa espiritualidad inconsciente arraiga el logos (aquí tomado como “sentido”). El logos es para el Análisis Existencial el punto de partida y el punto de llegada. El logos, tomado como lo espiritual tiene, pues, poco que ver con la pura inteligencia y razón. Al hablar de espiritualidad inconsciente es bueno precisar que por inconsciente se entiende aquí lo irreflexionado Y lo irreflexionado es también y necesariamente irreflexionable.
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Lo anterior se puede ilustrar diciendo que el ojo humano es ciego a sí mismo —en el lugar de conjunción del nervio óptico con el globo ocular, donde se encuentra la mancha ciega de la retina. Este mismo ejemplo puede completarse con aquel otro que dice que: “el Atman (espíritu humano) a diferencia del Brahma (espíritu divino): Inconcebible, no es concebido”, Brhad-Aranyanka) Una conclusión directa que extrae, el Análisis Existencial es que, la autorreflexión humana ni se da perfecta ni tampoco es deseable pues el espíritu humano no está dirigido a contemplarse a sí mismo, sino encaminado hacia algo o hacia alguien que está más allá de él o junto a él. De este modo se comprende que el ser humano, es más plenamente humano en cuanto es intencional (intencional hace referencia a “trascendente”) y en cuanto más intencional tanto más existencial.
2. El marco de referencia del Análisis Existencial Una vez que hemos dejado claramente establecidas las tres dimensiones constitutivas del ser humano (somática, psíquica y existencial-espiritual) podemos señalar cuál es el ámbito propio del Análisis Existencial propuesto por Viktor Frankl. Hay tres caminos abiertos para nuestro acercamiento al fenómeno humano o, dicho en otras palabras, tres tipos de análisis.
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1.
Análisis somático. Este tipo de análisis tiene como objeto la comprensión de las alteraciones orgánicas, funcionales. Sus formas más frecuentes son los análisis clínicos de heces, orina, sangre, etc.
2.
Análisis psicológico. Este tipo de análisis revistió en nuestro siglo una forma importante y específica conocida como Psicoanálisis, el cual se asocia fundamentalmente con Sigmund Freud y, en sus variantes significativas con A. Adler y C. G. Jung. Aquí la atención está puesta en los procesos dinámicos de tipo inconsciente. La finalidad última de este análisis psicológico o Psicoanálisis es el restablecimiento del equilibro (homeostasis) entre las diversas instancias psíquicas.
3.
Análisis existencial. Este tercer tipo de análisis, del cual nos ocupamos básicamente en este estudio, presupone las aportaciones de los dos tipos de análisis anteriormente señalados, pero da un paso integrador y hacia adelante. Aquí se ve que lo importante es tomar al ser humano como una unidad antropológica que se convierte en persona precisamente en el ámbito de la dimensión existencial-espiritual. Y lo específicamente propio de la dimensión existencial del ser humano es su libertad y responsabilidad. Libertad y responsabilidad de la libertad son la esencia de la existencia auténticamente humana.
Ahora podemos intentar una definición más concreta de qué se entiende por Análisis Existencial: Si entendemos que el ser humano es el ser libre y responsable y que ha de ser consciente de esa responsabilidad y libertad, podemos decir que el Análisis Existencial es una forma psicoterapéutica que arranca del espíritu de la conciencia de responsabilidad y libertad. Por tanto, el objetivo fundamental del Análisis Existencial ha de ser la facilitación del proceso en el que el ser humano se hace consciente de que la esencia de su existencia es la conciencia de su libertad y la responsabilidad de su libertad (como ser único, irrepetible, llamado a buscar el
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sentido de su vida y a realizar los valores, finito, es decir, confrontado con la facticidad radical y con apertura a la trascendencia). Este objetivo fundamental se concreta en un objetivo práctico cual es que el ser humano descubra por sí mismo el Sentido de su existencia, el para qué o por quién vivir, el sentido de su ser en el mundo y el sentido de todo aquello que es componente o parte de nuestra condición humana. Por tanto nada le es ajeno al Análisis Existencial (el amor, el sufrimiento, el trabajo, la comunidad humana, la muerte, etc.). El Análisis Existencial, por otra parte, cuenta con los datos ofrecidos por el análisis somático y psicológico que traducen los llamados condicionamientos de tipo herencial, orgánico, psicológico y las condiciones sociales del medio ambiente. Con todos esos datos reunidos, que conforman el marco de referencia histórico-social de la persona, el Análisis Existencial procede a ver cuál es la ubicación del ser humano ante la situación concreta que vive. ◊◊
Í N D I C E
Material compilado para fines didácticos.
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Módulo II Análisis existencial y logoterapia
2.2
LOGOTERAPIA
◊◊
Referencia: Pareja, G. (2001). Viktor E. Frankl. (2 ed.). México: Coyoacán. (Páginas 238 a 243).
La Logoterapia La Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia se conoce también como Logoterapia, es decir, como un sistema psicoterapéutico que hace referencia directa al logos, como canal específico de acercamiento a los padecimientos humanos. Para esclarecer el enunciado anterior es necesario preguntarnos qué se entiende en el pensamiento frankliano por logos y en qué sentido la Logoterapia es un sistema terapéutico y cuál es su campo de acción.
1. El Logos y la Logoterapia Esta palabra griega tiene sentidos diferentes. El sentido preciso que le da Frankl a este término es doble: “sentido” y “espíritu”.
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Otras formas de entender la palabra logos, como podrían ser las acepciones de: lógica o estudio, tratado, etc., no tienen relación alguna con el significado específico que le asigna el pensamiento frankliano. Cuando Frankl asume el término logos como sentido y como espíritu se refiere, por una parte, a la necesidad de descubrir y satisfacer la necesidad profundamente humana de vivir una vida con sentido y, una vida con sentido es la consecuencia de experiencias con sentido para el ser humano. En esta misma línea es que Frankl acuñó el término de Voluntad de Sentido para designar que la motivación humana básica es la búsqueda de lo que tiene sentido en nuestra vida y no la búsqueda del placer o la búsqueda del poder. Esta Voluntad de Sentido es vista por la Logoterapia tanto como inconsciente espiritual como también en forma de consciente espiritual. En otros términos, el ser humano tanto en su dimensión inconsciente-pulsional
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e inconsciente-espiritual está atraído por aquello que tiene sentido y esa atracción no es determinante, pues ante ella el ser humano se manifiesta como un ser decisivo, un ser libre. Y a nivel consciente es el ser humano quien libremente se pone en búsqueda del sentido de su vida. Así pues, ahora podemos contestar a la pregunta previa: La Logoterapia es un sistema psicoterapéutico que se refiere al aspecto espiritual o existencial del ser humano en sí mismo, entendiendo de que esta dimensión ha de estar siempre presente en nuestro acercamiento al ser humano pues, de lo contrario la imagen resultante del ser humano se desfigura. En otras palabras, la Logoterapia como sistema psicoterapéutico quiere aportar algo fundamental: que los momentos difíciles de la vida, los padecimientos mentales, el sufrimiento y el desarrollo humano no pueden verse solamente en la perspectiva somática y psicológica porque el ser humano se constituye en su auténtica y genuina humanidad cuando se hace presente la dimensión existencial-espiritual arraigada en la libertad y la responsabilidad ante la propia vida. Esto mismo nos permite ver cuáles son los límites fundamentales de la Logoterapia: este sistema se originó como respuesta sintetizadora de las aportaciones de Freud y de Adler y como complementación de la psicoterapia tradicional en cuanto que está limitada a la pura dimensión psicológica. A partir de esa síntesis intenta dar una explicación y solución total a los problemas humanos. La Logoterapia no es en ningún sentido la sustitución de la psicoterapia sino la natural y necesaria complementación de la misma, porque aporta algo, como es la dimensión existencial-espiritual para llenar un gran vacío antropológico. Y esta aportación de la Logoterapia se realiza a través de la perspectiva antropológica del Análisis Existencial, que es el sólido fundamento filosófico donde se apoya la práctica de la Logoterapia.
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Con esto comprobamos que todo sistema psicoterapéutico, médico y de desarrollo humano que tiene una práctica concreta en relación al ser humano tiene también una antropología detrás. Este concepto del ser humano, en la medida en que considere o no considere el valor e importancia de las dimensiones humanas fundamentales traducirá en su actuar práctico los presupuestos teóricos. De esta manera tendremos que, en la medida que una antropología médica, psiquiátrica, psicológica y de desarrollo humano sólo consideraran la dimensión somática o psicológica, como lo único y más importante en el ser humano, podríamos esperar, en consecuencia, que su trabajo revistiera formas parecidas a una mecánica de reparación de un sistema descompuesto, o donde a la persona solamente se le ve como enfermo o solamente como un paciente al que hay que dirigir y ordenar y como a una víctima de determinados padecimientos, condicionamientos y fatalidades. La Logoterapia introduce en el campo múltiple de la medicina, la psiquiatría, la psicología y psicoterapia como también el desarrollo humano y aún en la misma pedagogía, la imagen del ser humano tomado en su unidad y en su totalidad antropológica. Un ser que es humano porque manifiesta la unidad de sus dimensiones somática, psicológica y existencial-espiritual y es precisamente en esa dimensión existencial-espiritual donde brilla la auténtica humanidad de la persona, es allí donde el ser-humano es capaz de ubicarse ante su situación personal histórica concreta. Es ahí donde el ser humano se descubre a sí mismo, si quiere aceptar el sentirse
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como un ser decisivo ante su aquí y ahora de las circunstancias concretas. Es ahí donde el ser humano toma una postura libre y responsable y decide si quiere sentirse víctima de las circunstancias o de los condicionamientos herenciales, psicológicos o sociales y si quiere sentirse siempre como atenazado y paciente que padece sus “padecimientos”. Si bien es cierto que la Logoterapia la propone un médico que es Frankl, la esencia de la Logoterapia está en la línea de facilitar que el ser humano no vaya por sus actitudes libres, más allá del modelo médico y más allá de toda actitud pasiva para convertirse en el protagonista de la búsqueda del sentido de su vida, en las circunstancias concretas que está viviendo. Y esta búsqueda se hace con la ayuda clarificadora de un método de acercamiento y comprensión de la vida humana que es el Análisis Existencial. La Logoterapia en cuanto sistema psicoterapéutico y el Análisis Existencial, metodología antropológica, se mantienen en el contexto de una fenomenología en el más puro sentido de la palabra. De tal modo que por su carácter científico, la Logoterapia no se debe identificar ni asociar a un sistema directivo, religioso o tampoco debe tomarse como un sistema de terapia religiosa. La congruencia científica de la Logoterapia sí permite ser valiosa ayuda para atender situaciones humanas donde el núcleo es religioso. La Logoterapia en cuanto sistema científico y por sus fundamentos antropológicos filosóficos considera la validez de lo religioso, afirma la naturaleza espiritual del ser humano y la validez de los valores religiosos. Como se puede concluir por los datos precedentes, la Logoterapia en cuanto sistema científico será tanto más valiosa a la Teología (de cualquier signo confesional), en la medida en que sea independiente de ella. Pero también hemos de añadir que el núcleo fundamental de la visión antropológica del Análisis Existencial descansa sobre los fundamentos de la tradición judeo- cristiana occidental y eso permite decir de la cercanía que se da entre este enfoque psicoterapéutico y antropológico-filosófico y las formas religiosas judeo-cristianas. Más aún, la Logoterapia va más allá de que la persona concreta sea creyente o no, porque los mismos principios analítico-existenciales de la Logoterapia señalan la presencia del inconsciente espiritual. De este modo podemos apreciar que el Análisis Existencial se preguntaría por el sentido que tiene la Fe para el creyente pero también se preguntará qué obstaculiza o a qué se debe la represión del Inconsciente espiritual en el no creyente.
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2. La Logoterapia ante el psicologismo El psicologismo como nihilismo reduccionista de la dimensión real del ser humano está presente de continuo en la teoría y en la práctica psicoterapéutica. A nivel teórico se presenta en la exclusión del nivel de la realidad existencia-espiritual o en su reducción a nivel de puro epifenómeno o, lo que es más dañino a formas neuróticas de conducta. En el nivel teórico hay algo más que lógica. Cuando una persona se plantea el silogismo clásico que dice:
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“Cayo es un hombre. Todos los hombres son mortales. . . luego Cayo es mortal”, podremos decir que el nivel de involucración existencial es mínimo a menos que la persona diga y sienta: “¡Yo también moriré!” La inclusión de sí mismo en el planteamiento refleja la dimensión existencial-espiritual. Y si una persona se siente cuestionada por el planteamiento directo de su propia muerte no se puede abordar su situación por medio de recetas, ni de medicinas.” En otras palabras, esta dificultad es existencial-espiritual y no patógena necesariamente. Este tipo de dificultad revela el fondo del ser humano, lo auténticamente humano. El abordar una problemática existencial-espiritual con categorías exclusivamente psicológicas y más aún con características psicopatológicas reduce la riqueza del ser humano hasta considerar que no hay más que una neurosis o psicosis. La división clásica de los padecimientos considera dos grandes grupos de padecimientos: neurosis y psicosis. Las psicosis ex-definitione son somatógenas y fenopsíquicas y las neurosis son psicógenas y fenopsíquicas (mas no enfermedades del sistema nervioso). Para las neurosis la terapéutica será psíquica y para las segundas
se requerirá también una somatoterapia. Este cuadro muestra que la problemática existencial-espiritual, que no es necesariamente patógena, se ha de atender por otro camino. Pero cuando el conflicto si se manifiesta con sintomatología neurótica (caso de la neurosis Noógena) la Logoterapia es el procedimiento específico.
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La razón es que las enfermedades antes mencionadas sólo afectan la facticidad somato-psíquica mas no así a la dimensión existencial-espiritual. Las categorías nosológicas de “sano y enfermo” se aplican, en consecuencia sólo en el nivel de la facticidad somato-psíquica y las categorías noológicas de “verdadero-falso” se aplican en el nivel existencial-espiritual. El psicologismo, según hemos dicho, está presente en la psicoterapia como en la psicología médica pero también se extienda a otros campos como puede ser la educación, etc. Cuando el ser humano se le considera sólo como la suma de soma y psique y como una unidad psicosomática cerrada se está produciendo una reducción dimensional que acarrea consecuencias objetivas.
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A menos de atentar contra la totalidad en unidad del ser humano la psicoterapia ha de cuidar, en su proceso, el respeto en la dimensión existencial-espiritual. Más aún, “puede suceder que la crisis de madurez de un hombre se desarrolle bajo el cuadro clínico de una neurosis”. Es decir, puede tratarse de un padecimiento existencial que se parece a una neurosis en la sintomatología pero difiere de ella en la etiología (neurosis Noógena).
3. La Logoterapia y la psicoterapia La Logoterapia es la aproximación a la dimensión existencial-espiritual que una psicoterapia psicologista no alcanza a descubrir. La diferencia está en que la Logoterapia capta la totalidad en unidad del ser humano que padece y que la psicoterapia psicologista captará lo psíquicamente enfermo. El ser humano, en conciencia, no tiene apertura a problemática existencial sino solamente a la patología —por medio de la que se explica toda búsqueda de sentido—. La Logoterapia tiene que ir más allá de la objetivación de la persona pues ésta se sustrae a toda objetivación. No pocas veces comprobaremos que la existencia humana tiene una dimensión de misterio, pues es una realidad que se nos manifiesta parcialmente y es inabarcable en su totalidad. Hay siempre una dimensión inefable. La existencia no la puedo poner delante de mí como un objeto pues está detrás de mí como sujeto. La Logoterapia en oposición a una psicoterapia psicologista no puede objetivar los actos intencionales del espíritu. Estos actos intencionales tienen a, su vez, objetos a los que se dirigen. Si los actos intencionales son objetivados, inmediatamente desaparecen los objetos a los cuales se dirigen estos actos. Y sabemos que, el objeto de un acto intencional espiritual es un valor. En consecuencia, para una psicoterapia psicologista queda borrada la dimensión del espíritu intencional y los valores.
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El análisis psicológico estricto no alcanza ni es suficiente para abordar la intencionalidad de la espiritualidad humana ni la existencialidad. Se requiere, entonces, del Análisis Existencial que aborda a la persona como sujeto y se requiere del método fenomenológico que puede garantizar la dimensión objetiva de la axiología. El análisis fenomenológico mantiene la unidad de la persona existencial-espiritual y los valores. Para la doble limitación del psicologismo —que pasa por alto la intencionalidad espiritual del ser humano hay dos correctivos que ofrece la Logoterapia. 1.
La autorreflexión sobre la existencia como correctivo de la ignorancia de la existencialidad del sujeto espiritual.
2.
La reflexión regresiva sobre los valores como correctivo para la ignorancia de la intencionalidad hacia lo objetivo-espiritual (los valores) sobre el logos.
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¿Qué es la Logoterapia? ◊◊
Referencia: Frankl, V. (2000). En el principio era el sentido. México: Paidós. (Páginas 101-138)
Antes de empezar a hablar sobre qué es la logoterapia, es recomendable decir lo que no es: la logoterapia no es ninguna panacea. La determinación del «método de la elección» en un caso determinado conduce a una ecuación con dos incógnitas = x + y, donde x es la personalidad única y exclusiva del paciente e y la personalidad no menos única ni menos exclusiva del terapeuta. Dicho de otro modo: ni todos los métodos son aplicables a todos los casos con las mismas posibilidades de éxito, ni todos los terapeutas pueden utilizar todos los métodos con la misma eficacia. Y lo que es válido en general para la psicoterapia, también es válido para la logoterapia en particular. Es decir, nuestra ecuación se puede formular ahora de este modo: = x + y = . Así, Paul E. Johnson se atrevió a afirmar una vez que «la logoterapia no es una terapia que rivalice con las demás, pero bien podría constituir un desafío para las mismas por su factor añadido». Sin embargo, el posible valor de este factor añadido nos lo revela N. Petrilowitsch, cuando opina que la logoterapia, al contrario que las otras psicoterapias, no se queda en el plano de la neurosis, sino que va más allá y entra en la dimensión de los fenómenos específicamente humanos. En efecto, el psicoanálisis, por ejemplo, ve la neurosis como el resultado de procesos psicodinámicos y, en consecuencia, intenta tratar la neurosis para que ponga en juego procesos psicodinámicos nuevos, tales como la transferencia. Por su parte, la terapia de la conducta, adscrita a la teoría del aprendizaje, ve la neurosis como el producto de procesos de aprendizaje o conditioning processes, en consecuencia, procura influir en la neurosis para que organice una especie de reaprendizaje o reconditioning processes. En cambio, la logoterapia asciende a la dimensión humana, situándose así en condición de admitir en su instrumental los fenómenos específicamente humanos con los que se tropieza. Y aquí se encuentran ni más ni menos que las dos características antropológicas fundamentales de la existencia humana: primero, la autotrascendencia, y segundo, la capacidad de autodistanciamiento, que resalta en no menor medida la existencia de la persona como tal, como persona.
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La autotrascendencia destaca el hecho antropológico fundamental de que la existencia de la persona siempre hace referencia a algo que nunca es ella misma, sino un hecho u otra persona. Es decir, o bien hace referencia a un sentido válido para ser realizado, o bien a la existencia del prójimo con quien se relaciona. Sólo entonces la persona será realmente persona, y ella será ella misma por completo sólo allí donde se vea absorbida por la entrega a un deber, allí donde se pase a sí misma por alto y se olvide de sí misma al servicio de una cosa o por amor a otra persona. Si no incluimos la autotrascendencia en la imagen que nos hacemos del hombre, no podremos comprender la neurosis colectiva actual. En general, la frustración que experimenta hoy el hombre ya no es sexual sino existencial, y ya no adolece tanto de un sentimiento de inferioridad como de un sentimiento de falta de sentido. Esta sensación de falta de sentido viene acompañada habitualmente de una sensación de vacío, de
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un «vacío existencial». La generalización de la falta de sentido en la vida es un hecho demostrado. Kratochvil, Vymetal y Kohler han apuntado que la sensación de falta de sentido no se limita únicamente a los países capitalistas, sino que también se hace mucho más patente en los estados comunistas. Y gracias a los estudios nos hemos hecho eco de la existencia de este hecho también en los países subdesarrollados. Si nos preguntamos qué es lo que ha producido y causado el vacío existencial, llegaremos a la siguiente explicación: al contrario que un animal, el hombre no tiene ningún instinto o impulso que le diga lo que debe hacer y, al contrario que en épocas pasadas, hoy ya no quedan tradiciones que guíen sus actos. Ni sabe lo que debe hacer, ni tiene nada que lo guíe, y desconoce completamente lo que de verdad desea. Las consecuencias de ello son o bien que el hombre sólo desea aquello que hacen los demás, es decir, conformismo, o bien al revés, que sólo hace lo que los demás desean, es decir, totalitarismo Hay aún otro efecto secundario más del vacío existencial, una neurotización específica, llamada neurosis noógena, que cabe atribuir etiológicamente al sentimiento de falta de sentido, es decir, a la duda que surge sobre el sentido de la vida. Con ello no debe entenderse que existe una patología inherente a esta duda. Preguntarse por el sentido de la existencia, cuestionar este sentido, es más un esfuerzo humano que una dolencia neurótica. En él se manifiesta, como mínimo, una mayoría de edad mental: la oferta de sentido ya no se toma exenta de crítica o de duda de las manos de la tradición, es decir, sin pensar, sino que el sentido pide ser descubierto y encontrado de forma independiente y autónoma. Por ello, el modelo de la medicina no se puede aplicar a priori en la frustración existencial. En caso de que se trate realmente de una neurosis, la frustración existencial será una neurosis sociógena. Así, un hecho sociológico, como la pérdida de las tradiciones, es lo que provoca tanta inseguridad existencial en el hombre de hoy.
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También existen formas encubiertas de frustración existencial. Me limitaré a citar los casos de suicidio, particularmente frecuentes entre los jóvenes estudiantes, la drogadicción, el tan extendido alcoholismo y la creciente criminalidad juvenil. No resulta difícil demostrar el importante papel que desempeña actualmente la frustración existencial en estos casos. Para este cometido tenemos a nuestro servicio el test PIL (disponible a través de Psychometric Affiliates), un instrumento de medida desarrollado por James C. Crumbaugh para cuantificar el grado de frustración existencial, y más recientemente, el Logo-Test de Elisabeth L. Lukas, que supone un aporte más al estudio exacto y empírico de la logoterapia. En lo que se refiere al suicidio, en la Universidad del Estado de Idaho se examinó a 60 estudiantes que habían intentado quitarse la vida y en un 85% de los casos se concluyó que «la vida no significaba nada para ellos». De esos datos se desprendía sin duda que, de los estudiantes que padecían este sentimiento de falta de sentido, un 93% disfrutaba de un estado de salud extraordinario, llevaba una vida social activa, tenía un
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historial académico inmejorable y mantenía una buena relación con su familia (según información de Vann A. Smith). En cuanto a la drogodependencia, una de mis doctorandas, Betty Lou Padelford pudo demostrar estadísticamente que detrás de este problema no se halla en modo alguno la «figura del padre débil» incriminada por el psicoanálisis en este contexto. A raíz de un estudio realizado con 416 estudiantes, Padelford pudo demostrar que el nivel de frustración existencial está, en realidad, directamente relacionado con el índice de implicación con las drogas. Dicho índice era de 4,25 en los casos de ausencia de frustración existencial, mientras que en los casos de frustración existencial se elevaba a 8,90, es decir, más del doble. Estos resultados coinciden con los hallazgos registrados por Glenn D. Shean y Freddie Fechtman. Es evidente que una rehabilitación que contempla la frustración existencial como un factor etiológico y que la elimina mediante una intervención logoterapéutica es una rehabilitación prometedora. Así, según Medical Tribune (año 3, n.° 19, 1971), de 36 drogadictos sometidos a un tratamiento de dieciocho meses, sólo dos se rehabilitaron con seguridad, lo que supone un porcentaje del 5,5. En la República Federal Alemana, de «todos los jóvenes drogadictos que se someten a tratamiento médico, menos de un 10% puede contar con su curación»; en Estados Unidos, la cifra media es del 11%. Sin embargo, Alvin R. Fraiser utiliza la logoterapia en el Narcotic Addict Rehabilitation Center de California, dirigido por él mismo, y puede llegar incluso a niveles del 40%. Lo mismo ocurre con el alcoholismo. Se ha demostrado que, entre los casos más agudos de alcoholismo crónico, un 90% de los afectados padecía un profundo sentimiento de falta de sentido. No es, pues, ningún milagro que James C. Crumbaugh, partiendo de los test, consiguiera objetivar los buenos resultados de la logoterapia de grupo en casos de alcoholismo y, comparándolos con los de otros tratamientos, determinar que «sólo la logoterapia registra una mejora estadísticamente significativa». En lo que respecta a la criminalidad, W. A. M. Black y R. A. M. Gregson, de una universidad neozelandesa, han descubierto que mantiene una relación inversamente proporcional con el sentido de la vida. Según las mediciones realizadas con el test del sentido de la vida de Crumbaugh, los presos reincidentes se diferencian del resto de la población media en una relación de 85 a 115.
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Con todo esto nos situamos ya frente a las posibilidades de una intervención logoterapéutica que, en tanto que tal, aspira a la superación del sentimiento de falta de sentido mediante la puesta en marcha de procesos de descubrimiento del sentido. Efectivamente, Louis S. Barber, en el espacio de seis meses y en su centro de rehabilitación para criminales, consiguió aumentar el nivel de realización efectiva del sentido determinado por los test de 86,13 a 103,46 convirtiendo dicho centro en un «entorno logoterapéutico». Así, mientras en EE.UU. el índice medio de reincidencia es del 40%, Barber consiguió rebajarlo en su caso al 17%. Después de analizar las múltiples y diversas formas de expresión y manifestación de la frustración existencial, llega el momento de plantearnos algunas cuestiones. ¿Cómo debe estar organizada la existencia de la persona?
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Módulo II Análisis existencial y logoterapia
¿Qué presupuesto ontológico hace que, por ejemplo, 60 estudiantes entrevistados por la Universidad del Estado de Idaho hayan intentado suicidarse sin que existiera ningún tipo de causa psicofísica o socioeconómica? En definitiva, ¿cómo debe estar constituida la existencia de la persona para que pueda existir algo como la frustración existencial? Dicho de otro modo, y utilizando las palabras de Kant, estamos preguntando por «la condición de la posibilidad» de la frustración existencial, y creo que no nos equivocamos si aceptamos que el hombre está estructurado de tal manera que su constitución es simplemente inconcebible si no hay sentido. En resumen, la frustración de una persona sólo se puede entender si entendemos su motivación. Y la presencia ubicua del sentimiento de falta de sentido nos deberá servir de indicador allí donde tengamos que encontrar la motivación primera, que es lo que el hombre finalmente desea. La logoterapia enseña que, en el fondo, el hombre está impregnado precisamente de una «voluntad de sentido». Antes incluso de su verificación y validación empírica, la teoría de la motivación de la logoterapia se puede definir también de forma operacional mediante la siguiente explicación: llamamos voluntad de sentido simplemente a aquello que se frustra en la persona cada vez que se sume en un sentimiento de falta de sentido o en una sensación de vacío. James C. Crumbaugh y Leonard T. Maholick, al igual que Elisabeth S. Lukas, se han ocupado de la fijación empírica de la teoría de la voluntad de sentido a partir de millares de sujetos de experimentación. Mientras tanto, cada vez se publican más estadísticas de las que se desprende la legitimidad de esta teoría de la motivación.
Í N D I C E
Llegados a este punto, debemos plantearnos cuál será nuestro cometido frente a la frustración existencial o frustración de la voluntad de sentido, y frente a la neurosis noógena. Actualmente, el sentido apenas se puede ofrecer, ni siquiera el terapeuta puede hacerlo, sino que debe ser encontrado, y sólo puede encontrarlo uno mismo. Por lo tanto, el sentido no se deja prescribir, pero sí que podemos describir lo que sucede en la persona cada vez que se pone a buscar su sentido. Se ha demostrado, por ejemplo, que el descubrimiento de un sentido conduce a la percepción de una forma, tal como explican Max Wertheimer y Kurt Lewin, quienes ya hablan de un «carácter exhortativo» latente en determinadas situaciones. Lo que ocurre es que la forma del sentido no consiste en una «figura» que nos asalta desde un «fondo», sino que lo que se percibe en el descubrimiento de un sentido es una posibilidad sobre el fondo de la realidad: la posibilidad de transformar la realidad de un modo u otro. Ahora se demuestra que el hombre modesto y sencillo (no el que se ha sometido a años de adoctrinamiento, ya sea como estudiante en una universidad o como paciente en un diván) casi siempre sabe qué caminos tomar para encontrar un sentido, y vemos que la vida se puede llenar de sentido. Ante todo, fijando una acción o creando una obra, es decir, de forma productiva, pero también mediante una experiencia, es decir, experimentando algo o a alguien, y experimentar a alguien en toda su singularidad y unicidad significa amarlo. Sin embargo, la vida se presenta sin reservas llena de sentido, y permanece así (tiene un sentido y lo conserva) bajo cualquier condición y circunstancia. Porque, en virtud de una autocomprensión ontológica prerreflexiva, de la cual podemos destilar una extensa axiología, el hombre de la calle es ante todo sabedor de que, en el
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Módulo II Análisis existencial y logoterapia
preciso momento en que se enfrenta a un hecho inevitable, puede demostrar su condición humana justamente en el dominio de esta situación, puede dar testimonio de las posibilidades del hombre. Lo que entonces cuenta es, pues, la postura y la posición con que se detienen los avatares del destino en la vida. Por lo tanto, el hombre está autorizado y dispuesto hasta el último suspiro para conseguir y ganarle un sentido a esta vida. Esta logoteoría, desarrollada al principio de forma intuitiva en el marco de la logoterapia y que era la teoría de los originalmente llamados «valores creadores, de la experiencia y de la posición», se ha ido verificando y validando a lo largo de los años. Se ha podido demostrar que el descubrimiento y la realización del sentido son independientes de la edad o del nivel de educación de cada uno, de si se es hombre o mujer, e incluso de si se es religioso o agnóstico, y en el caso de declararse religioso, con independencia de la confesión profesada. Y lo mismo ocurre con el coeficiente de inteligencia.
Í N D I C E
Con el paso del tiempo, parece que ha ido quedando claro que una psicoterapia que se atreve a ir más allá de la psicodinámica y el conductismo para entrar en la dimensión de los fenómenos específicamente humanos, o sea, una psicoterapia rehumanizada, es la única que será capaz de entender los signos de los tiempos y de hacer frente a sus trances. Dicho de otro modo, parece que ha ido quedando claro que para diagnosticar la frustración existencial o cualquier otra neurosis noógena estaremos obligados a ver en el hombre a un ser que, gracias a su autotrascendencia, está continuamente buscando un sentido. Sin embargo, en lo que respecta no al diagnóstico, sino a la terapia, y no a la terapia de la neurosis noógena, sino a la de la neurosis psicógena, deberemos recurrir, para agotar todas las posibilidades, a la no menos característica capacidad humana de autodistanciamiento, que encontraremos particularmente en forma de capacidad para afrontar las cosas con buen humor. Por lo tanto, una psicoterapia humanizada o rehumanizada implica tener un buen juicio de la autotrascendencia y aprender a llevarnos bien con el autodistanciamiento. Pero si vemos en el hombre a un animal, no podremos hacer las dos cosas a la vez. A los animales no les importa lo más mínimo el sentido de la vida y no son capaces de reír. Pero esto no quiere decir que el hombre no pueda tener también algo de animal. Efectivamente, la dimensión humana es superior a la dimensión animal, es decir, incluye a la dimensión inferior. La constatación de fenómenos específicamente humanos en la persona no está en absoluto reñida con el reconocimiento también de fenómenos subhumanos, dado que entre lo humano y lo subhumano no existe una relación de exclusión, sino, si se me permite decirlo, de inclusión.
La técnica de la intención paradójica La técnica logoterapéutica de la intención paradójica se propone exactamente movilizar la capacidad de autodistanciamiento dentro del tratamiento de la neurosis psicógena, mientras que una segunda técnica, la desreflexión, se apoyará sobre el otro hecho antropológico fundamental, es decir, la autotrascendencia. Pero para comprender ambos tratamientos, tendremos que partir primero de la teoría logoterapéutica de la neurosis.