Cerro Uritorco, en mi

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Puse un poco de música y obviamente con mi fiel amigo el mate empiezo estas líneas:

Mi viaje a Córdoba reamente me puso a prueba en muchas cuestiones espirituales. Fueron 7 días largos hasta el límite, realmente el día que volvíamos deseaba hacerlo y reencontrarme con mis cosas... tenía ganas de sentir mi vida otra vez. El contacto con las rutas, el viaje y sentir un despegue de la rutina te abre los poros del alma para empezar a disfrutar. Sentir el viento fresco de tierras lejanas y paisajes ajenos al horizonte cotidiano, iniciaron un flujo de emociones. Llegamos a Capilla del Monte para hacer primera escala en un camping llamado "La Toma", la ansiedad de armar campamento y desplegar el sinfín de cosas que llevamos opacó a primera vista lo que ese lugar ofrecía. La diferencia de organización y espacios comunes se notó a primera vista, muy diferente del camping que aquí tenemos, desde sus servicios hasta su temática. La toma, es un camping que se encuentra en la base del Cerro Uritorco, desde aquí nacen varias excursiones a dicho cerro como otro tipo de caminatas. El alzar la vista para apreciar la grandeza del Uritorco era constante, cada segundo que la mente se detenía era para apreciar con el alma en silencio la hermosura de una geografía tan impactante. La primera noche cociné una buena polenta con salsa para dar calorías ya que el frío se hace sentir apenas desaparece la luz del sol. La mañana siguiente con destino a la cima del cerro preparé el equipo de fotografía y Diego se hizo cargo de las provisiones para el viaje.

Nuevamente la ansiedad nublo nuestra atención respecto a las recomendaciones que te hacen para subir el cerro y emprendimos el viaje como mejor nos parecía. Arrancamos un ascenso de casi 2000 mt sobre el nivel del mar con una distancia de recorrido de casi 5,5km, según los datos deberá llevarte 4hs de ascenso y 2 hs de descenso. A los primeros pasos de iniciar ya el cuerpo entrando en ritmo se sentía que subíamos demasiado rápido y bajo el sabio consejo de un co-provinciano que encontramos allí nos dijo "Suban como un viejo para llegar como un pendejo" y muy cierto lo dicho, hicimos caso para continuar a un ritmo más lento pero continuo. Durante todo el ascenso muchas imágenes impactantes hacen sentirte un nada dentro de un todo, ser simples partículas de un gran planeta. A mí me quedó muy grabado los momentos


donde llegas al 4to descanso llamado "Quebrada del viento" porque ahí se cambia de cara del cerro y recibís la fuerza interminable del viento serrano, sumado a la altura, cansancio, concentración y sobre todo continua admiración... para mi ese punto ha sido muy impactante en todo sentido. Ya de ahí hacia la cima del cerro el camino se hace complicado, las condiciones físicas llegan al límite pero sobre todo las mentales te dejan la duda si continuar o no. En este ascenso que es mi primera vez de muchas, doy gracias a la compañía de mi viejo amigo que me dio aliento para continuar cuando todo mi ser decía que ya no siga; es por eso que la primera vez hay que ir con buena compañía... tanto para ayudarla como para saber que puedes contar con alguien en esos momentos.

Fue momento de estar a pasos de la cima y ahí sentí grandes límites, ganas de abandonar por sobre todo. Me vi sentado observando la llegada y pensé si ya lo veo ¿Por qué no llegar?... tomé aire, fuerzas sobre los pies y decidí subir esa última parte con todo lo que me quedaba... casi corriendo llegué a la meta tan extenuado que no podía sentir donde estaba, no podía comprender donde había llegado... llegué a la cima del cerro... pero sobre todo llegué a mis límites y los pasé corriendo.

Al tomar un poco de ese aire tan puro, calme mis sensaciones y me senté a disfrutar de aquella maravillosa imagen de todo el valle de Capilla del Monte y sus cerros, visualizar el Dique "El cajón" como una gota de agua, casas como puntos blancos en el inmenso verde y gris rocoso. Sería mentir sino admito que ahí sentí un gran nudo que bloqueaba mi respiración, ver rostros bañados de lágrimas, llantos que


rompen el silencio de la altura, risas y abrazos que descargan tanta energía como la que ahí se recibe. Ganas de llorar te inundan las venas, el aire frio penetra los pulmones y más te expone a la liberación de tantas emociones. Observar detalles en todas direcciones me llevo a sentarme sobre una piedra al borde de la cima, aún sin retirar la cámara de su funda miraba haciendo fotos mentales, la mirada perdida en el horizonte daba síntoma de mi desconexión completa... ahí me di cuenta que un nuevo año empezó, una nueva etapa por recorrer. Leer los mensajes de peregrinos que llegaron donde hoy yo apoyo mis pies, descanso mi alma; mensajes que recorren el camino de los días hasta dejarse llevar por el tiempo y desaparecer en los recuerdos de muchos peregrinos más y así dejar lugar a nuevos mensajes colgados de aquella cruz blanca que enaltece mucho más aquel inmenso Cerro Macho (Uritorco). En esos momentos pensando en una gran amiga, con quien compartimos este tipo de experiencias; cerré los ojos, alcé mis manos hacia el cielo y respiré bien profundo… para sentir el cielo sobre la punta de los dedos y luego repetirlo tantas veces como mi alma me lo pedía. Traernos la sensación del cielo en nuestras manos no tiene precio, el sacrificio realizado lo vale en cada paso… en cada esfuerzo. Llegó la hora del descenso para poner nuevamente a prueba las destrezas físicas, con la ilusión de un camino más fácil emprendí el destino a la base del cerro. Sorprendido por los paisajes invertidos que allí encontré y la nueva luz que los bañaba hizo que mi cámara no estuviera más de algunos segundos bajo su funda. El llegar nuevamente a la "Quebrada del viento" sentí con creces lo que la primera vez sentí, ahora con mucho más peso... con más valor... con la experiencia de conocer la cima, esta Quebrada se lleva el primer lugar en mi lista. Te preguntarás ¿Por qué ahí y no la cima?... esta parada para mí fue el paso que muchas veces no damos por miedo a continuar, esta parada fue sentir en la piel la valentía misma de seguir y dejar atrás tan precioso lugar en búsqueda de aquella meta. Aquí vi de frente los límites que creía tener.


Espero no estar aburriendo los renglones con mi relato, pero escribiría muchas líneas más para plasmar lo que aún siento al cerrar mis ojos y recordar esos caminos.

Fue así que al llegar a la base, el silencio del camino fue respetado por cada transeúnte que compartíamos la mirada al suelo esquivando peligrosas piedras sueltas y filosas, dando un cuadro de máxima concentración. El último giro antes de la llegada se siente como uno deja atrás tantas cosas buenas y malas, deja lo que ya no necesita… se alista para recibir esa pared verde donde se empieza el camino…

Aquel camino al cambio.

El campamento ya había disminuido su tamaño, todo se ve más chico... pero mucho más importante, más valioso y fue así que llegó el peso exacto de los párpados para que se adueñan de todo el cuerpo y enviarme a dormir… a descansar de tan grande experiencia, dar vuelta la hoja de nuestro libro.

El Uritorco: “Llegar a él no es imposible, ascenderlo tampoco, solo se necesita oír el llamado de la Pachamama” - Jorge Suárez-

Relato y fotografía: Rouge Gastón


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