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La Cámara-Libro del Dr. Rudolf Krügener. Francisco Boisset
la cámara-libro DEL DR. RUDOLF KRÜGENER
francisco boisset
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Estamos ante una de las primeras cámaras adecuadas s para los fotógrafos dedicados a captar imágenes fotográáficas de forma discreta, iniciando la saga que se dio en n llamar “cámaras de espía”.
Los años ochenta del siglo XIX se caracterizan por la implantación definitiva del gran avance de las placas secas listas para uso. Atrás quedaba la época del colodión húmedo, es decir, de la necesidad de llevar consigo un laboratorio portátil junto con la cámara, el trípode y un largo número de complementos. No obstante, la cámara, normalmente de fuelle y de gran tamaño, el trípode y los chasis cargados con las placas, todavía constituían una impedimenta incómoda para llevar consigo en las excursiones fotográficas. El Dr. Rudolf Krügener fue un eslabón importante en el largo camino para la miniaturización de la fotografía. Nacido en 1847 en Elberfeld –pequeña ciudad alemana posteriormente absorbida por Wuppertal– fue químico, trabajando en firmas industriales tan conocidas como Bayer y Höchst. Un accidente en 1880 durante un espectáculo de fuegos artificiales provocó que perdiera una pierna, lo que le llevó a cambiar de trabajo, diseñando cámaras fotográficas para la casa Krücke. Pero su espíritu inquieto e investigador le llevó a crear poco después su propia empresa, donde desarrolló una intensa actividad tanto en el campo de las cámaras fotográficas como de otros suministros. En su búsqueda por resolver el problema de tomar fotos fácilmente y en cualquier momento, en principio como apuntes para desarrollar su afición por la pintura, intentó solucionar el dilema de poder llevar en el bolsillo una cámara con sus placas y para la que no hiciera falta trípode –recordemos sus dificultades para desplazarse– y así nació la Taschenbuch Kamera (cámara-libro), patentada a principios de 1888. Esta cámara ya en la patente aparece como “cámara fotográfica secreta con forma y aspecto de libro” y así es, discreta, silenciosa y de tamaño reducido (45 x 100 x 140 mm). De alguna manera puede incluirse en la familia de las “detective” que comenzaban a estar en boga pero con características singulares, como es el formato reducido de sus negativos de 4 x 4 cm, de los que cargaba 24 unidades y que por medio de una sencilla palanca iban pasando una vez impresionados. El objetivo tiene una focal de 65 mm y la apertura es de 12. En cuanto al obturador es de guillotina con velocidad instantánea única y posibilidad de exposición manual (véase todo esto en el grabado que la revista holandesa De Natuur publicó en su número de 15 de octubre de 1888).
La variada actividad en el campo fotográfico del Dr. Krügener fue fructífera hasta que su empresa, junto con otras, pasó a formar parte de ICA en 1909. Esta cámara-libro tuvo la importancia de ser una de las primeras cámaras adecuadas para los fotógrafos dedicados a captar imágenes fotográficas de forma discreta, iniciando la saga que se dio en llamar “cámaras de espía” y que desde entonces tanto juego ha dado a la creación literaria y fílmica así como al uso real por los múltiples espías que pulularon por el siglo XX.