LA SOMBRA BAJO EL ÁRBOL 1. En el fondo somos lo que hemos aprendido y lo que queramos mejorar. Nos mueve el deseo. Para cuando nos habíamos dado cuenta, el concreto había llegado hasta nuestras puertas. El crecimiento de la ciudad se había visto equívocamente reflejado en el “deseo” de ensanchar las calzadas del vecindario. Fue paulatino, las áreas verdes de nuestras veredas desaparecieron, los árboles de la berma central fueron arrancados por maquinarias amarillas, no sabían que estaban trayendo abajo un centenar de historias, caricias, leyendas y sobretodo desconocían que le estaban quitando al vecindario un lugar privilegiado de encuentro, la sombra bajo el árbol.
En un tipo de grado cero, la secuencia de la acción inicia con el deseo de plantar la semilla. Semilla que se brinda a la tierra, se nutre y crece. Deseo de alguien anterior a mí, alguien que seguramente no he conocido, que quizá también trasplantó esta sábila de otra más grande. Y de esta manera se puede empezar a ver una secuencia de acciones que escapan de uno mismo, acciones paralelas. Del color al blanco y negro, invitación a mirar desde otra perspectiva; transición del ruido al silencio, del color al significado. La planta, que va a ser trasladada a unas versiones atomizadas de sí misma, se convierte en significado, se otorga a una secuencia generosa y fecunda, darse a los demás. La mirada desde la vivienda hacia la calle es interrumpida por soberbias cantidades de vehículos. Grandes olas que no permiten la relación entre las viviendas, quedando los ciudadanos tan lejos unos de otros que la calle, lugar de encuentro, pasa a ser un lugar desconocido donde no somos bien recibidos; se siente como un lugar que poco a poco dejó de pertenecernos.
Para cuando nos habíamos dado cuenta, el concreto había llegado hasta nuestras puertas. Una planta que crece, un deseo que se transmite, acciones paralelas que se unen para formar una sola, y aunque muchas veces no lo sepamos estamos colaborando, relacionándonos, sumando acciones que pueden inspirar a las personas a hacer algo distinto.
La mirada de la vivienda. Fuente: Propia
En el marco interno de las viviendas este es el horizonte cotidiano.
2. Sábila. Fuente: Propia
La mañana se despertaba como cualquier otro día, no estaba enterada, algo estaba a punto de suceder. A decir verdad, en un golpe de sinceridad,
tampoco yo sabía muy bien lo que iba a suceder. La intención era clara, pero todo quedaba del lado de los ciudadanos, ¿cómo iban a reaccionar?
Horizonte. Fuente: Propia
El horizonte empezaba a marcarse de actores, personas que se dirigen al trabajo, otras que llegan a hacer compras al mercado, bicicletas repartiendo periódicos, el sol que poco a poco asomaba en los edificios; todo estaba listo para un día más. De a pocos, como quien no se da cuenta, aparecieron. Unas pequeñas plantas delimitando el espacio, una banca de madera desafiando el paso, tan pequeñas y sencillas, tan necesarias. Era una pequeña porción de parque trasladado hacia esta calle, un árbol o arbusto o planta y una banca, el ciudadano no se necesitaba nada más para hacer suyo el paisaje. Era una invitación a descifrar el lenguaje de las plantas, había algo que se quería decir, y las personas de a pocos empezarían a descifrarlo.
Acciones Paralelas. Fuente: Propia
El espacio estaba dado, se estaba recuperando la calle, era símbolo de resistencia, los autos se movían lento y miraban, las personas pasaban fuera del espacio, se miraban, preguntaban si se iba a quedar para siempre, ya que tenían que estacionar sus vehículos, desconfiaban, no se sentaban en la banca. Se empezó a hablar un lenguaje diferente y ellos estaban tratando de entender qué estaba pasando. Yo no sólo quiero estimular a la gente, quiero provocarlos (Joseph Beuys) Se estacionaban al lado, no irrumpían en el espacio, aunque seguramente ganas no les faltaban, empezaban a leer el espacio.
3. Para cuando nos habíamos dado cuenta, las plantas habían llegado hasta nuestras puertas.
Lenguaje. Fuente: Propia
4. Hay un momento donde se funde o se hace plausible la intención de la recuperación de la calle con la interacción de lo cotidiano. Un momento de lenguaje sin palabras donde entendí de qué se trataba todo esto, eran como unas miradas entrecruzadas, una manera poco convencional de comunicarse, un momento de comunión. La planta ya se encontraba situada en el espacio, erguida, como de cierta manera siendo un oasis en el desierto. Un pequeño camión de carga llegaba a estacionarse donde muchas veces lo ha hecho y sin restricción de nadie. En ese momento se encuentra con la planta, de pie frente a él, sin el mínimo deseo de moverse, de hacerse a un lado. El conductor se acerca demasiado, la planta inmune, detenida, entre ingenua y desafiante, con el verde de sus hojas defendiendo la vida, no se mueve. El conductor mira, piensa y frena. Este pequeño instante, donde se cruzan las intenciones, las miradas, las reflexiones, es lo que importa. El conductor a pesar de su convencional modo de proceder, de vivir a podido ver a la planta, ha podido ver más allá de su blanco y negro diario, rutinario. A través de sus propios intereses pudo ver el verde de las hojas, el símbolo de la vida, del deseo de estar, de mejorar el lugar, de ser para los demás. Sus contrastes grises acababan de ser matizados por el verde, ese instante es lo que importa, la reflexión, la esperanza ha nacido. Ya que, somos lo que hemos aprendido y lo que queramos mejorar.
Confrontación. Fuente: Propia
Las personas empiezan a interactuar con el espacio, se quedan cerca de las plantas esperan el transporte público dentro de los límites, descargan el peso de sus bolsas en el suelo y se sientan en la banca, conversan, preguntan si está bien sentarse, se toman algún tiempo para ver alrededor y descubrir que nadie los apura, pueden quedarse si así lo quieren, ese sentimiento es revolucionario, se hallan en el espacio y este se halla en ellos. La relación se hace de ida y vuelta, entre la obra y el lugar que ocupa la obra. Paso a paso, y poco a poco las alturas parecieron volverse habitables, humanas, llenas de dicha. (Paul Auster sobre Philippe Petit)
Cassiel. Fuente: Propia
Damiel. Fuente: Propia
5.
6.
La obra termina fundiéndose con el medio.
Si pudiéramos percibir a través de las plantas y ver lo que ellas ven, ¿no valdría la pena detenernos un momento y dejarnos matizar por el verde de su esperanza?
El entorno, los ciudadanos, automóviles, terminan por disfrutar el lugar, miran las plantas, de paso las tocan con sus dedos, las alumbran, bajan la velocidad para observar de qué se trata, aun sabiéndolo, las personas necesitan verlo de cerca, estos espacios o lugares donde sentirse acogidos.
Comunión. Fuente: Propia
La colonización progresiva de la calle empieza a hacerse parte de lo cotidiano, repetible, estimulable, acupuntura urbana que debe ser repetida, que debe ser tomada y llevada para que vuelva a dar fruto, y así continúe su deseo inicial. Al final somos lo que hemos aprendido, y lo que queramos mejorar. Fuente: Propia
Arq. Rubén Paredes Ramírez M.A.P.A Transferencias interdisciplinares. Pensamiento y arte en la arquitectura del paisaje Integración. Fuente: Propia