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Cultura (música, artes, artesanía y literatura

El viaje transoceánico demoró treinta días, El capitán esperó el amanecer y verificó el estado del viento y la marea para poder bajar a los pasajeros con seguridad. Sin que existiese un muelle, los suizos debieron trasladarse en botes hasta unos pocos metros antes de la playa, donde los esperaban las carretas, tiradas por bueyes, que los conducirían a tierra firme.

Imaginemos a todas estas familias heroicas -haciendo el trasbordo con temperaturas bajo cero del otoño magallánico y un mar gris con oleaje- bajando a los botes con los niños, algunos muy pequeños, y luego pasando a las carretas, con todos sus bultos, hasta llegar a la playa.

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3. Playa de desembarco en Punta Arenas. Dibujo de Theodor Ohlsen (1883).

Viaje no acompañado a Valparaíso, por Enrique Ceppi

La imagen de Gildo, de trece años, viajando solo en un barco, es sobrecogedora. Fue la primera visión que me permitió identificarme con mi abuelo. Pensar en él, cruzando el océano sin su familia, me hacía palpar el miedo y la incertidumbre que yo sentía cada vez que me alejaba de mi casa más allá de lo permitido. Se embarcó, a fines de 1876, en el vapor Britannia, un barco inglés que unía las costas de Europa con las de América del Sur y en el que viajaron miles de migrantes desde el viejo mundo al nuevo continente. Era la primera línea regular de vapores que llegaba a

los puertos del Pacífico, haciendo escala en Punta Arenas y Talcahuano, antes de tocar Valparaíso.

A pesar de todo, la travesía tuvo un final feliz. En Valparaíso lo esperaba su hermano. La anécdota cuenta que al desembarcar no se podían encontrar. Tuvieron problemas para reconocerse a la distancia, Gildo había visto partir a Juan con los ojos de un niño, pero ahora el hermano era un hombre de veinticinco años. Por su parte, Gildo había adquirido sobrepeso en el viaje. Los cocineros le

4. Hermenegildo Ceppi. Santiago, 1882.

habían tomado cariño y le habían dado raciones dobles. Finalmente, llamándose a gritos entre los cientos de personas que atiborraban el muelle, lograron darse un abrazo e intercambiar saludos, recuperar el equipaje e iniciar una nueva etapa.

5. Puerto de Valparaíso. Fotografía de Emile Garreaud, ca.1870.

En vapor con seis hijos y otro en camino,

por Ivonne Reifschneider.

A fines del siglo XIX, François Fresard y Euphrasie Cuenin, mis bisabuelos maternos, se embarcaron, una mañana de octubre de 1885, en el puerto de Bordeaux hacia un nuevo hogar en el sur del mundo. El vapor Britannia fue el escenario inicial para esta aventura que cambiaría su destino y el de su numerosa descendencia.

Resulta difícil imaginar la compleja decisión que tomaron mis bisabuelos para venir a Chile. Ambos tenían treinta y cuatro años y Euphrasie viajó embarazada con mellizas que nacerían pronto, una vez arribados a su destino, lo que hace aún más increíble su entereza y valentía para

6. Euphrasie y François, ca. 1890.

7. Vapor Britannia levando anclas en Bordeaux, ca. 1880.

enfrentar el largo viaje hasta Sudamérica. Los acompañaban, además, sus seis pequeños hijos, cuyas edades fluctuaban entre uno y nueve años.

Un recorte de prensa de la época, que reportaba la llegada a Chile, dice así:

“En la mañana del lunes último llegó a Talcahuano el Britannia, un vapor inglés de la Compañía Pacific Steam Navigation que trajo 86 colonos para este territorio, quienes llegaron en un tren especial a las 8:30 pm a Angol. Este grupo estaba compuesto de las siguientes nacionalidades: 44 suizos franceses, 13 suizos alemanes, 23 franceses y 6 alemanes.” (Diario El Colono de Angol, 31 de diciembre 1885).

Viaje a Talcahuano, por René Trombert

Creo, ya que no conozco la fecha del zarpe, que el viaje se habría iniciado en la tercera semana de octubre de 1885, saliendo de Collombey, en tren local, hacia Ginebra y desde ahí, en tren francés, con un probable itinerario por Lyon y Clermont Ferrand, directo al puerto de Bordeaux en Francia. Recordemos que Suiza no tiene costas, es un país mediterráneo.

8. Alype Trombert y Marie Catherine Carraux. Turín, ca. 1883.

El barco Magellan1, de la Pacific Steam Navigation Company, zarpó una fría mañana otoñal en la medianía de la última semana de octubre de 1885. Traía en su interior a las familias de inquietos colonos europeos de todas las edades y repartidos en diferentes clases de acomodación de este transporte.

1El “Magellan” realizó su viaje inaugural, el 13 de marzo de 1869, desde Liverpool hacia Río de Janeiro, Montevideo y Valparaíso, vía el Estrecho de Magallanes.

Imagen de los vapores gemelos Magellan, Patagonia, Araucanía y Cordillera.

Las condiciones de vida en el barco durante el viaje son un capítulo aparte. Solo hay que imaginar las incomodidades por la estrechez de espacios, la mala comida, los olores nauseabundos por el encierro y qué decir de los servicios básicos sanitarios y la promiscuidad. Al menos los hombres tenían una ventaja: de tanto en tanto, sujetos a las barandas de la cubierta y mirando la luna, sentían como las olas abrazaban sus líquidos y los vientos ahuyentaban los ruidos repentinos.

El viaje desde Bordeaux a Talcahuano demoró, aproximadamente, 40 días y siempre navegando por el océano Atlántico, en dirección suroeste, teniendo a la vista las costas de España, Portugal, Islas Canarias y archipiélago de Cabo Verde (Frente a Dakar, África). Para terminar, cruzó el Ecuador en dirección a Recife, en Brasil, y de ahí continuó hacia el sur, con las costas de Sudamérica siempre a la vista.

Ya en este tramo de la ruta, luego de la travesía por el Atlántico, los barcos habitualmente fondeaban en Montevideo, Buenos Aires o Punta Arenas para aprovisionar las naves. Para llegar a Punta Arenas, ya entraban por el estrecho de Magallanes, navegación obligada, en esa época, entre el Atlántico y el Pacífico.

El cruce del Estrecho, siempre muy movido por los vientos estivales propios de la región, mantendría atentos a los colonos -observando esa naturaleza agreste e indómita- hasta la salida noroeste de este crucial paso marítimo, que enfrentarían en su ingreso al océano Pacífico (no tan pacífico en esas latitudes). Sentirían el alivio y la tranquilidad cuando el barco tomara rumbo al norte, cruzando el temido golfo de Penas, tumba de varios naufragios.

9. Puerto y estación de Talcahuano, ca. 1890

El puerto de Talcahuano se encontraba ya a pocos días de navegación y entre estos hombres, mujeres y niños, se acentuaba la impaciencia por el arribo.

Es de imaginar la alegría, a bordo del Magellan, la noche del 2 de diciembre de 1885, cuando el capitán del barco anunció que a la mañana siguiente llegaría el final de la primera parte de la aventura.

El desembarco en Talcahuano tenía que hacerse en lanchas, porque el barco no podía atracar directamente en el malecón. Esto, pues el puerto aún no contaba con infraestructura adecuada. Esta bajada de pasajeros y enseres no estuvo exenta de dificultades: con el fuerte oleaje, algunos bultos y también más de algún impaciente viajero, probaron las heladas aguas del Pacífico.

Uno era más que cero, por Patricia Mendoza

El contrato ofrecía viaje a Chile en el vapor Cotopaxi y la fecha de zarpe fue el 16 de enero 1886, desde Bordeaux. Además de un menú de primera clase, incluía, textualmente, “acompañamiento médico, medicinas y transporte cómodo hasta destino”. La sorpresa de los viajeros fue grande al ver que no se cumplió ni la comida ni las camas y que se convirtió en un viaje con muchos sacrificios. Sin embargo, la decisión y la suerte estaban echadas. Como dice el dicho: “uno era más que cero”, así que partieron a este incierto lugar. Christine, ya adulta, recordaba su experiencia y cómo vivió ese viaje. A veces, el mar estaba quieto, pero en otras, peligrosamente incierto. Para todos esos pasajeros era su primera vez en un barco. Había mucha tensión y el nerviosismo se percibía en estos colonos suizos atemorizados, tratando que a sus hijos les fuera llevadero el viaje.

Christine tenía en su memoria y relataba la imagen del Cotopaxi lleno de adultos y muchos niños. Ella trataba de jugar con los compañeros de viaje, pero no se les permitía, pues estaba prohibido (para los niños) correr y alejarse de los padres. También, mencionaba que dormían muy poco. El viaje, para ella, fue eterno.

10. Familia de David Spichiger y Elisabeth Teuscher: Emil (14 años), Christine (9), Friedrich (5) y Jacob (4) a su llegada a Chile, en 1886.

El día cuarenta y cinco se produce la llegada. Una vez en la bahía de Talcahuano, desembarcaban en alta mar. No había muelle para atracar y los trasladaban a tierra en bote. Luego fueron llevados en carreta al fuerte de Concepción, donde tenían que esperar el equipaje, que lo recibían varios días después de haber llegado.

11. Naufragio del vapor Cotopaxi, el 15 de abril de 1889, en el canal Messier, al sur del golfo de Penas.

Paula Luchsinger Escobar

Reconocida actriz chilena de orígenes suizos. Nació el 24 de diciembre de 1994, en Santiago, Chile. La familia Luchsinger proviene de la ciudad de Engi, cantón suizo de Glarus, y en 1882 llegó a la Región de la Araucanía. Desde pequeña, Paula quiso estudiar leyes y, de hecho, entró a la universidad. Sin embargo, luego de un año se dio cuenta que su vocación era la interpretación, lo que la llevó a ingresar a la carrera de actuación en la Facultad de Artes de la Universidad Católica de Chile.

Su trayectoria televisiva comenzó en 2015, en el canal Mega. Su debut se produjo en un capítulo de la teleserie Papá a la deriva. En 2017, fue parte de otra telenovela, pero ahora nocturna (Señores papis), donde interpretó a Ignacia Pereira. Con esto, pasó a ser parte del elenco estable del área dramática de Mega.

Durante 2017 y 2018 participó en la teleserie Tranquilo Papá, en la cual tuvo el papel de Madonna Poblete. En 2019, realizó el rol de Blanca Noriega en Yo Soy Lorenzo, mientras que en 2021 interpretó a Catalina Manzano en la telenovela Edificio Corona. Actualmente interpreta a Jeime Contreras en la teleserie Amar Profundo.

Paula ha trabajado en producciones internacionales como Los Espookys, comedia estadounidense que se estrenó, en junio de 2019, en HBO.

El 2019 apareció en la película Emma, del director chileno Pablo Larraín, y en la serie La Jauría, drama policíal coproducido por Fábula, Fremantle y Kapow en asociación con Televisión Nacional de Chile (TVN) y el Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Gracias a su papel en esta producción, Paula asistió a la gala del Festival de Cine de Zúrich (Suiza), realizada en 2019. En esta serie, Paula asumió su primer rol protagónico, interpretando a Celeste Ibarra. Esta última era la hermana de Blanca Ibarra, una líder feminista a quien secuestran. Posteriormente, se filtra un video en el cual se puede ver que ella es víctima de una violación en grupo.

¿Qué significa para ti tener ascendencia suiza?

Siento el reflejo de mis orígenes suizos, principalmente, en la organización y disciplina. Trato de ser lo más consistente entre lo que pienso y lo que hago.

¿Tienes lazos con Suiza o tu familia?

Lamentablemente, mi relación con la familia y el lado suizo es distante. Solo veo a mi abuelo y mis tíos. Es por esto que me pareció tan interesante poder ser parte de la revista del Club Suizo y poder retomar esta conexión con los orígenes de mi apellido.

Si bien mi familia no mantiene vínculos directos, hay practicas históricas que se mantienen. Por ejemplo, mi papá es montañista, buzo y documentalista. Un verdadero naturalista. También tengo recuerdos familiares de mi bisabuela, quien tuvo una quesería llamada Edelweiss y que preparaba unos deliciosos postres.

Sé que mi familia llegó a la Araucanía y se estableció en ese territorio. Luego, otros migraron a la zona central. Tengo entendido que mi apellido significa “canto de lince”, lo cual me encanta.

En 2019 viajé, como único representante, a mostrar nuestro trabajo en la serie La Jauría. Esto fue en el Festival de Cine de Zúrich. No conocía Suiza y fue una experiencia muy especial. El viaje fue breve, ya que tenía que volver a grabar en Chile, pero durante los cuatro días aproveché de recorrer y empaparme de su cultura. Me vi reflejada en todo. Encontré que todo funciona perfecto y me sentí segura y sin el estrés de la metrópolis. Lo que más me gustó fue el respeto y la conciencia de comunidad.

Me di cuenta que mi familia es muy parecida a los suizos. Para mí, ese viaje fue una manera de honrar a mi familia y a mis bisabuelos.

¿Sientes que tu apellido ha causado segregación en el mundo artístico?

No me gusta que la gente piense que soy de cierta manera por tener este apellido. Por ejemplo, me vinculan con tendencias o ideas políticas y a los grupos adinerados, lo cual no es así. Lamentablemente, mi apellido es vinculado, generalmente, al conflicto territorial que hay en la Araucanía. En un asunto complejo que le pertenece al estado chileno y no a los colonos que vinieron, huyendo de la posguerra, con una posibilidad de reiniciar sus vidas.

No estoy de acuerdo con la violencia, para ninguno de sus habitantes, que hay en esos territorios.

- Cuento suizo El agujero en la manga

Antiguo cuento suizo

Bernard, un niño muy alegre y juguetón, vivía en un pequeño pueblo de Suiza, al pie de las montañas alpinas.

Era primavera y la nieve ya se había ido. Los campos verdeaban y el paisaje coloreaba los corazones con las flores silvestres que asomaban por todas partes. Las aves, con sus trinos, preparaban los nidos desde los árboles y de pronto se oía el hermoso canto lejano del cuquillo que, escondido en un pinar, cantaba. “¡Cucú, cucú, cucú!”. A Bernard, todo este entorno le parecía lleno de felicidad y alegría de vivir.

En su pasado cumpleaños, el número diez, su padre le había regalado una linda chaquetilla que se llamaba “jubón”. Era ajustada y con mangas de color marrón. Bernard acostumbraba usarla, muy contento, para ir al colegio.

A Bernard le gustaba mucho jugar, saltar y subirse a los árboles. Todo el tiempo estaba en movimiento, mientras que su padre realizaba los trabajos del campo y su madre pasaba muy atareada con las labores hogareñas y el cuidado de los hermanitos menores.

Un día descubrió que, en sus continuos e inquietos juegos, se había hecho un agujero en la manga de su hermoso jubón. La situación le dio tanta pena y vergüenza que en el colegio no pudo prestar atención a la maestra, ya que trataba, constantemente, taparlo con su mano o con el brazo. Sin embargo, la rotura era tan grande que de todas maneras se veía.

“Todos se reirán de mí”, pensaba Bernard, muy triste. Al regresar a su casa fue a contarle a su madre lo que le había pasado y a pedirle que le zurciera el hoyo de su jubón, pero vio que ella estaba muy ocupada con los niños pequeños y los quehaceres de la casa. Entonces, no quiso molestarla.

Luego, fue donde sus vecinas, preguntándoles quién podría remendar su juboncillo, pero las señoras le dijeron que volviera al día siguiente, después que ellas lavaran los platos. Entonces, Bernard fue a casa de su abuelita, que vivía muy arriba en la montaña: — Abuelita, ¿podrías zurcir mi juboncillo? —Bernard, ¿puedes venir mañana? Hoy, estoy ocupada haciendo el queso. Se acercó también a sus amigas del colegio: — ¿Quién puede zurcir mi juboncillo? —No podemos, Bernard, pues estamos jugando a las escondidas.

Al día siguiente, tristemente resolvió que con el agujero en el jubón no podía entrar a clases y se escondió detrás del colegio. Al rato, cansado e incómodo de estar en su escondite, se encaminó, sin que nadie lo viera, hacia el bosque cercano. Allí, entre los hermosos árboles y el verdor de la primavera, se sentó a pensar.

A la distancia, un pequeño rebaño de ovejas y cabras blancas pastaban tranquilamente y observaban al niño con curiosidad, haciendo sonar los acordes armoniosos de sus “clochettes”. Era un hermoso día de pleno sol

y las montañas señoreaban luminosas conservando la nieve en sus cumbres, pero nada podía consolar a Bernard, que estaba muy angustiado por haber roto la manga de su querido juboncillo. ¿Cómo solucionar este problema? Ya no sabía a quién más recurrir para solucionarlo. Unas lágrimas empezaron a caer, suavemente, por sus mejillas. En su desesperación, de pronto se puso a gritar a todo pulmón, elevando su voz al cielo azul: “¿¡Hay alguien, en este mundo, que pueda zurcir mi juboncillo!?”.

Su voz resonó tan fuerte, en todo el bosque, que interrumpió el concierto del canto de los pájaros y el pequeño rebaño blanco de ovejas y cabras se dispersó asustado. Un gran silencio se apoderó del lugar y solo se oyó el susurro del follaje de los árboles moviéndose, suavemente, con la brisa.

Bernard quedó impávido, cerró sus ojos frente al cielo azul y sintió el calor de los rayos de sol que caían sobre su cabeza. “Quizás nadie podrá ayudarme”, pensó, ya sin ilusión ni ánimo.

Entonces, una araña descendió delante de su nariz, pendiendo de un largo hilo. Curioso, Bernard la miró fijamente y, recordando una canción que le habían enseñado en la escuela, se puso a cantar: ¡Oh, araña de larga patita! Es tu hilo como seda finita.

Y Bernard le agregó: “Zúrceme tú, araña, por favor, el agujero de mi jubón para que yo, ¡ay, pobre de mí!, pueda asistir hoy a la escuela”.

La araña escuchó la canción, se deslizó por su hilo hasta el niño y observó con atención el gran agujero de la manga. Ágilmente, corrió y anudó unas serie de hilos verticales y horizontales. Luego, corrió en círculo, quizás más de cien veces, alrededor del agujero. Después, con mucho afán, continuó poniendo hilos de arriba a abajo y de lado a lado hasta que el agujero desapareció.

Bernard, enmudecido por la emoción causada por el trabajo de la pequeña araña, se secó las lágrimas, le sonrió y, casi tartamudeando en voz baja, para no asustarla, le dijo

“¡gracias arañita, muchas gracias. Si pudiera, te daría un beso y un abrazo”.

La araña, pendiente de su hilo, solo lo miró de soslayo, pues, con la tarea cumplida, estaba lista para continuar con su trabajo diario.

“¿Cuánto tiempo durará el zurcido?”, le preguntó, tímidamente, Bernard, mientras contemplaba el maravilloso e impecable trabajo de la araña. Sin embargo, esta última no contestó.

En ese momento, un cuclillo, que había observado toda la escena desde un alto pino, pasó volando sobre su cabeza y cantó: “¡Cucú cucú, cucú!”. “Ah”, exclamó Bernard, contento. “¡Eso quiere decir que durará tres años!”.

Y, acercándose a la araña, le preguntó:

—Arañita, ¿me enseñarías a zurcir?, así no tendría que molestar a nadie.

—Ven mañana. Con hilo, aguja y un calcetín roto. Yo te enseñaré y así también podrás ayudar a tu mamá. Bernard no podía creer lo que le había sucedido. Corrió, rápidamente, hacia la escuela. Estaba muy contento con su jubón remendado. Nadie se dio cuenta cuando, sigilosamente, entró a la sala en punta de pie, para no hacer ruido, y se sentó en su lugar. Ahora, ya podría prestar atención a la clase y hasta alcanzó a dar su lección, tan bien, que recibió felicitaciones de su maestra. Así, Bernard volvió a ser el niño feliz de siempre.

La mirada de los niños sobre la obra de Paul Klee se toma la estación de metro ñuñoa.

La muestra, denominada “Paul Klee - Forma y color”, reúne a 134 reinterpretaciones de las obras de este reconocido artista suizo, que fueron elaboradas por estudiantes del Colegio Suizo de Santiago.

Esta exhibición, que fue inaugurada el 19 de mayo de 2022, puede ser visitada, entre mayo y septiembre de 2022, en la galería Suizspacio. Esta última forma parte de la plataforma de intercambio cultural que la Embajada de Suiza y Metro de Santiago llevan a cabo en la estación de metro Ñuñoa.

Allí se exhibirán, entre mayo y septiembre de 2022, 134 reinterpretaciones de las obras del artista suizo Paul Klee, las que fueron elaboradas por alumnos de tercero básico a tercero medio del Colegio Suizo de Santiago, que se encuentra a unas pocas cuadras de la estación Ñuñoa.

La iniciativa alcanzó a desarrollarse en paralelo a la muestra “Retrospectiva Paul Klee”, que se presentó, con gran éxito y hasta fines de julio, en el Centro Cultural Palacio La Moneda.

Con ella, se quiso incluir una reinterpretación de las obras de este maestro de las artes plásticas contemporáneas y darles una nueva visión. Para Paul Klee, el proceso siempre fue más importante que el resultado. Por eso, solía volver a mirar, constantemente, los dibujos de los niños e inspirarse en ellos.

Los estudiantes de enseñanza básica conocieron la obra de Paul Klee a través de sus pinturas, las clasificaron de acuerdo a su temática y, posteriormente, ejecutaron sus propias obras basándose en las de Klee. Esto último, usando diferentes técnicas, como acuarelas, frottages o collages, según la etapa de desarrollo en

la vida del artista. En cuanto al trabajo de los alumnos de educación media, partió con una revisión bibliográfica del artista suizo, tomando en cuenta cómo la música influenció su obra, ya que Klee era un virtuoso violinista. A partir de aquello, analizaron cómo sus creaciones se enmarcaron en movimientos artísticos y elaboraron sus dibujos.

Javier Pinto, director de la Corporación MetroArte, aseguró que “acercar el arte a las personas es una forma de aproximarlas a una mejor ciudad y en el Metro de Santiago apuntamos a construir este vínculo, ofreciendo espacios culturales a todas las personas. Las intervenciones en Suizspacio crecen año tras año, con instalaciones artísticas ligadas a la comunidad suiza en un sector que, además, está ligado, históricamente, al entorno de esta estación. Esto contribuye a fortalecer el conocimiento y el vínculo entre las personas y el barrio. Esta intervención en específico nos demuestra que el arte es transversal, no tiene barreras de edad y que es posible ponerlo al alcance de todos”.

En tanto, Walter Stooss, director del Colegio Suizo, señaló que “el poder interpretar las obras de este famoso artista suizo y luego admirar sus propias interpretaciones en una exposición pública en Suizspacio, es una experiencia única para los alumnos. El arte conecta países y culturas y el fomento de la creatividad es una parte importante de la educación integral que queremos entregar a nuestros alumnos”.

Paisajes Poéticos de Chile:

la obra de poesía y diseño gráfico que la Embajada de Suiza y Metro inauguran en estación Ñuñoa.

El 21 de julio de 2022, en presencia del gerente general del Metro de Santiago, Sr. Felipe Bravo, y el Embajador de Suiza en Chile, Sr. Arno Wicki, se inauguró, en la estación Ñuñoa, “Paisajes Poéticos de Chile”. Esta última es la nueva intervención artística permanente del proyecto Suizspacio, que es una plataforma de intercambio cultural entre Suiza y Chile, alojada, desde 2019, en mencionada estación de metro.

La muestra

Se trata de un muro de más de 40 metros de largo y cinco de alto, ubicado en el punto más confluido de la estación de metro Ñuñoa (combinación de las líneas 3 y 6), que cuenta con la representación gráfica de 12 paneles gigantes (de 2x3 metros) diseñados por la reputada Escuela Cantonal de Arte de Lausana (ECAL). Los 12 poemas representados son de autoría de los artistas nacionales Cecilia Vicuña, Raúl Zurita, Elicura Chihuailaf, Claudio Bertoni, Alejandra del Río Lohan, Juan Carreño, Juan Carlos Mamani, Matauiroa Manuel Atan, Rosabetty Muñoz, Gladys González y Gloria Dünkler.

En un afán de hacer una radiografía cultural chilena, “Paisajes Poéticos de Chile” recoge las voces de grandes poetas nacionales contemporáneos que relatan, desde sus respectivas realidades, distintas visiones de un mismo Chile. El

trabajo literario, cuyo proceso curatorial estuvo a cargo del destacado escritor nacional Álvaro Bisama, ha sido representado, gráficamente, bajo una mirada suiza, que aporta también desde lo estético y que ha dado origen a una obra de alta calidad e impacto.

El Embajador de Suiza en Chile, Sr. Arno Wicki, se refirió al alcance de esta iniciativa y expresó sus agradecimientos a quienes participaron en el proyecto. “Nos enorgullece saber que esta obra de arte inédita será visitada por millones de personas al año, en

el seno del transporte público santiaguino, y permitirá llevar el diseño y la poesía a un público amplio y diverso. Todo esto es el testimonio

de la rica cooperación cultural entre Suiza y Chile, que continúa profundizándose. Agradecemos a quienes formaron parte de este largo proceso e hicieron posible que “Paisajes Poéticos de Chile” sea una realidad”.

El gerente general del Metro de Santiago, Felipe Bravo, declaró sentirse muy satisfecho con que el Metro albergue esta intervención. “Las más de 20.000 personas que pasan a diario por la estación Ñuñoa serán testigos de esta inédita propuesta creativa y que funde dos expresiones muy representativas de las culturas suiza y chilena: el diseño y la poesía. Este tipo de intervenciones forma parte de la invitación que hacemos a nuestros pasajeros a que también viajen a través del arte, generando, al mismo tiempo, nuevos vínculos con nuestra comunidad. Esta obra es la número 73 del catálogo de MetroArte, lo que refuerza nuestro propósito de generar espacios que contribuyan a una mejor ciudad para todos y todas”, afirmó. Desde Suiza, el director de

ECAL, Sr. Alexis Georgacopoulos, también se expresó al respecto y dijo que “esta extraordinaria iniciativa dio a un grupo de jóvenes mentes la oportunidad de poner a prueba sus conocimientos, dar rienda suelta a sus visiones, descubrir horizontes inesperados y, por último, tomar conciencia de su responsabilidad como intérpretes. El entusiasmo obtenido refleja su agradecimiento a la Embajada de Suiza en Chile y al Metro de Santiago por este fantástico proyecto, que han demostrado, en un estallido de prosa gráfica, que la poesía también rima con Suiza”.

El destacado escritor Álvaro Bisama, quien tuvo a cargo el proceso curatorial literario de la obra, comentó que “la idea era pensar en los poemas como si fuesen paisajes, como un mapa donde la lengua fuera una forma de la geografía, haciéndolo en tiempo presente y mostrando la diversidad y la complejidad de esa palabra viva, que es una forma de la tradición, pero también del futuro”.

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