Los Testigos anónimos del 20 de Julio de 1810.Un estudio comparado de fuentes.

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Los Testigos anónimos del 20 de Julio de 1810. Un estudio comparado de fuentes. Gracias a las narraciones que nos dejaron por escrito testigos presenciales, criollos y peninsulares, de los acontecimientos que tuvieron lugar en Santafé de Bogotá en julio de 1810, podemos conocer el inicio del proceso de independencia de Colombia, del que este año celebramos su bicentenario. Entre esos testigos hay, al menos, cuatro que se quedaron en el anonimato, y son conocidos como el Criollo Anónimo, el Anónimo Santafereño, el Testigo Anónimo, y el Testigo Ocular. Pero: ¿quiénes eran estos testigos anónimos?, ¿quiénes los descubrieron?, ¿dónde se encuentran sus escritos originales?, ¿quiénes los han publicado? A estas preguntas trataremos de responder mediante un estudio bibliográfico, hemerográfico y de archivo; y, comparando sus testimonios, trataremos de bucear en lo que uno de ellos llama la Conspiración Chapetoniana. Para facilitar el estudio, denominaré al Criollo Anónimo, como Anónimo 1; al Anónimo Santafereño, como Anónimo 2; al Testigo Anónimo, como Anónimo 3; y al Testigo Ocular, como Anónimo 4.

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Anónimo 1 (Criollo Anónimo). Este escrito fue encontrado por Carmen Pumar Martínez en el Archivo General

de Indias, con el título Relación de lo acaecido en la Capital de Santafé desde el memorable 20 de Julio hasta el día de la fecha1, y publicado en 1990 en el Boletín de Historia y Antigüedades con el título: “Diario de un criollo anónimo sobre el 20 de julio de 1810”2. Se trata de una relación de siete folios3, en forma de diario, de la que se desconoce el autor, y no consta en el escrito el lugar y la fecha de redacción, aunque por el contexto se desprende que está elaborado en Santafé de Bogotá durante los días que narra4, que abarcan del 20 al 27 de julio de 1810.

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Archivo General de Indias, Audiencia de Santa Fe, legajo 745 (cfr. PUMAR MARTÍNEZ, Carmen. “Diario de un criollo anónimo sobre el 20 de julio de 1810”. Boletín de Historia y Antigüedades 77(770): 563, Bogotá, 1990). 2 Boletín de Historia y Antigüedades, 77(770): 563-592, Bogotá, 1990. 3 PUMAR MARTÍNEZ, Carmen, o.c. p. 563 4 En esta noche fueron electos vocales de la Junta (…) En esta noche no hubo novedad mayor. (…) A cada hora entran infinitos campesinos a caballo y armados y en este día no hubo novedad. (Ibid., pp. 587, 588, 589).


2 Por el contexto se puede deducir que el autor fue, muy probablemente: •

un criollo5;

santafereño6;

de clase media7;

conocedor de la sociedad capitalina más representativa;

claramente partidario de la revolución8. No fue protagonista de los eventos, pero sí testigo de los mismos: directo en algunos

casos, indirecto en los demás. Su redacción y estilo, algo pobre en ocasiones, manifiestan una formación académica que no alcanzaría el nivel universitario de la época. Se aprecia un cierto conocimiento de los entresijos del ámbito clerical de Santafé, sin que por eso se pueda afirmar que el autor de esta relación fuese clérigo9. Utiliza un vocabulario que hace pensar más en su proximidad al ámbito legal que al clerical10 Llama la atención la descripción pormenorizada que lleva a cabo sobre lo que sucedió alrededor del Cuartel de Artillería durante esos días, como si fuera vecino próximo y testigo directo11; es el único que nos facilita el número de armas que las autoridades virreinales habían mandado fabricar ante la situación política inquietante que atravesaba el Nuevo Reino de Granada, y que se conservaban en ese Cuartel12; 5

Denomina a los españoles como chapetones, y él se incluye entre los criollos: como desde la noche del día antecedente se decía que los chapetones tenían dispuesta una matanza general contra nosotros (Ibid., p. 587). 6 Comienza el relato refiriéndose a Santafé, como alguien que vive en la ciudad: No se trataba en ésta sino de los preparativos para la entrada del Conde Villavicencio. Utiliza algunos vocablos o expresiones típicamente bogotanos como zarzo, volador, muchacho, petaca, colgaduras, privar, guaches, entierro. (Ibid., p. 565, 586, 591). 7 Carmen Pumar considera que no formaba parte de la nobleza santafereña ni del pueblo capitalino, y explica las razones: cfr. Ibid., p. 565. 8 todos esperábamos como el libertador de la Patria al Conde Villavicencio (sic) (…) Nuestros cuarteles fueron guardados por infinitos paisanos principalmente el de Artillería; en cada cuadra de la manzana había 4 centinelas de los nuestros (…) el viernes principio de nuestra revolución (Ibid., pp. 586, 588 y 592). 9 Sabía dónde vivía el Provisor del Cabildo Eclesiástico; a Juan Bautista Pey lo reconoce como Arcediano, es decir, la primera autoridad eclesiástica de Santafé en ese momento; cuando narra la excarcelación de Rosillo el día 21, cuenta que lo llevaban en brazos innumerables clérigos de la ciudad, y explica por qué hay tantos en Santafé: por el concurso a curatos. 10 Es el único de los testigos que emplea el término Juez Ordinario para referirse a los Alcaldes del Cabildo; comenta que, la noche del 20 de Julio, cada Juez Ordinario andaba con su piquete de soldados, como alguien que conoce bien el funcionamiento de esos menesteres; el día 24 señala con terminología jurídica precisa: lo demás del día se pasó en comisiones para el registro de varias casas sospechosas y se hizo el escrutinio del Acuerdo donde se han encontrado muchas cosas. 11 Ibid., pp. 588 y 590. 12 El número de armas blancas sube a 16.000 con machetes, sables, lanzas y desagarretaderas; 4.000 fusiles y 600 pistolas con 90 cañones (Ibid., p. 588).


3 también llama la atención el detalle con el que narra algunas cuestiones militares de esos días, mostrándonos su conocimiento del ámbito militar de la ciudad13. Este Testigo nos facilita datos inéditos sobre el encarcelamiento de otros chapetones durante esos días14, así como sobre la elección de nuevos diputados para la Junta Suprema de Santafé el domingo 22 de julio15.

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Anónimo 2 (Anónimo Santafereño) Según Enrique Otero D’Costa, el original (en copia) de este documento fue

enviado a la Academia Colombiana de Historia por Ignacio Borda, heredado probablemente de su padre16. En la Casa-Museo del 20 de Julio existe un manuscrito de este documento. Lo publicó por primera vez el mismo Otero D’Costa en 1930 en el Boletín de Historia y Antigüedades17, y Carmen Ortega Ricaurte en 199618. De autor desconocido, está redactado en forma de diario. No sabemos el lugar ni la fecha de composición, entre otros motivos, porque le faltan la primera y las últimas páginas; sin embargo, por el contexto se aprecia que el Anónimo 2 se encontraba en Santafé de Bogotá, y escribe poco después de los acontecimientos relatados19. La narración comienza con la entrega del Parque de Artillería a los patriotas, la noche del 20 de Julio, y queda cortada abruptamente el 5 de agosto de ese año; tampoco recoge todos los acontecimientos de los día 21 y 22, que estaban en la también desaparecida página 3. 13

Poseso condujo a Trillo a Palacio y de allí al cuartel del auxiliar de donde el Alférez Maza le llevó amarrado a la cárcel (…) en cada cuadra de la manzana había 4 centinelas de los nuestros y dentro del cuartel más de cien hombres con sus capitanes don José Ayala y Esquiaqui (…) Después salió el Bando con mucha solemnidad. Los balcones encortinados, cuatro soldados de caballería adelante y después cuatro vocales que fueron el coronel Baraya, Don Juan Gómez, Don José Santa María y Don Antonio Morales en caballos enjaezados, los sargentos y una compañía de Granaderos y detrás toda la caballería con su capitán el Doctor Panela y toda la de los campesinos. (…) Las bocacalles de la plaza eran defendidas cada una por 10 de caballería e innumerables paisanos. (…) un Edicto para el nombramiento de 4 batallones de caballería con sus capitanes y dos de Artillería, cuyo comandante primero es Don Fulano Esquiaqui y Don Isidro Bastida, capitán de Compañía Fija de Caballería de españoles de esta plaza pues Jiménez que lo era fue depuesto y ha pedido pasaporte de retirarse, y lo mismo el Coronel Sámano, Don Antonio Baraya Coronel de los voluntarios de la Guardia Nacional. (Ibid., pp. 587, 588, 589, 591 y 592). 14 Ibid., pp. 589, 590 y 592. 15 Ibid., p. 589. 16 OTERO D´COSTA, Enrique, “Relación de un testigo presencial de los hechos ocurridos del 20 de julio al 4 de agosto de 1810”, Boletín de Historia y Antigüedades, Bogotá, 18(209): 401, Mayo, 1930. 17 Ibid., pp. 402-414. 18 ORTEGA RICAURTE, Carmen, Revolución del 20 de Julio de 1810. Sucesos y Documentos, pp. 167177. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, 1996. 19 Lo mismo expresa el bando publicado hoy (…) a prima noche del día de ayer (…) Viernes 27. Como en este día se celebra la feria o mercado general de cada semana (Ibid., pp. 172 y 173).


4 Por lo que señala el autor los días 26 de julio y 3 de agosto, el escrito parece estar dirigido al público santafereño en general, y no a una persona concreta20. Por el contexto, se puede deducir que el autor posiblemente era: •

un criollo21;

vivía en la ciudad de Santafé22;

pertenecía a lo que hoy llamaríamos la clase media23;

conocía bien a la mayor parte de los principales protagonistas, aunque no a todos24;

por algunos datos que sólo aporta este autor25, y algunas referencias a cuestiones eclesiásticas o religiosas26, cabría pensar, como sugiere Otero D’Costa, que el Anónimo 2 formaba parte del clero capitalino;

no parece que estuviera entre los iniciados en el golpe del 20 de Julio, pero por el vocabulario que emplea manifiesta su cercanía a las ideas de los círculos revolucionarios de la época, de los que se considera parte, recordándonos algunas expresiones de José de Acevedo, así como de Caldas y Camacho en El Diario Político;

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Se me pasaba (como muchísimos particulares y otros curiosos las publicarán) (…) Acaso el lector curioso habrá echado menos la prisión y captura del doctor don Joaquín Rentería (Ibid., pp. 172 y 176). 21 Lo cierto es que a más de que se le atribuyó confabulación para la matanza nuestra, él se había echado encima el odio del pueblo (Ibid. p. 170). 22 Y para que esta importante orden tuviera efecto hicieron venir al Comandante don Mateo Aschiaqui (…) Siguen puntuales los vecinos de los pueblos y lugares de estas inmediaciones, en venir gustosos a hacer sus guardias (…) Hoy han salido para la villa de Honda el Teniente don Lorenzo Ley y el doctor don José Gregorio Gutiérrez (Ibid. pp. 167, 173 y 176). 23 El autor no se identifica con los patricios santafereños, ni con el pueblo, ni con lo que él llama en alguna ocasión el populacho: Marroquín que iba más muerto que vivo del susto, luego que estuvo en su casa salió al balcón y regó dinero al populacho para aquietarlo. (…) La excelentísima señora ((la Virreina)) que no se separaba de su gabinete, observaba divertida la revolina y de cuando en cuando obsequiaba al populacho con el dispendio de algunas pocas monedas que miraba éste con desprecio, pues sólo los muchachos iban a recogerlas (Ibid., p. 170). 24 Por ejemplo, deja en blanco el nombre del Fiscal del Crimen de la Real Audiencia, Manuel Martínez Mancilla (Ibid., p. 175). 25 El Anónimo 2 es el único que informa de la Misa de acción de gracias que prometió celebrar el Virrey en su oratorio en la mañana del 21 de julio, y que, efectivamente, se celebró: ¿sería el confesor del Virrey quien celebró esa Misa, y quien redactó este diario?, porque sabemos que fray Pedro Lobatón, dominico, confesor del Virrey Amar, era un patriota entusiasta, poeta y literato (cfr. IBÁÑEZ, Pedro María, Crónicas de Bogotá, vol II, p. 336. Imprenta Nacional. Bogotá, 1915). También es el único que nos cuenta que los dos que degollaron ((las autoridades coloniales a comienzos de año)) en los Llanos de Casanare, sin dejarlos confesar por más que lo suplicaron (cfr. ORTEGA RICAURTE, Carmen, o.c. p. 170). También es el único que nos describe con tanto detalle el homenaje del clero capitalino a la Junta Suprema la noche del 28 de julio, y que el famoso agasajo a Antonio Villavicencio a su llegada a Santafé se llevó a cabo en el Palacio Arzobispal (Ibid., pp. 174 y 176). 26 salió conducida ((la Virreina)) por dos sacerdotes que lo eran los otros dos señores vocales, doctor Rosillo y doctor Azuero, al monasterio de Santa Gertrudis. (…) En este día ((29 de julio)) se celebró una misa muy solemne en la Santa Iglesia Catedral en acción de gracias, la cantó el señor arcediano Gobernador de este Arzobispado. El doctor don Santiago Torres pronunció una oración bellísima, en que dio a conocer era esta obra del Omnipotente, a quien debíamos mirar tanto en la adversidad, como en medio de nuestras victorias y prosperidades &a. (Ibid., pp. 171, 174).


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era una persona con cierta sensibilidad artística y buen gusto27. Fue testigo presencial de algunos de los acontecimientos de esos días28, e

indirecto de los demás. Su estilo es directo, aunque algo pobre, pero rico en colorido29. Con la retórica propia de esos momentos, deja constancia del numeroso pueblo que intervino el 20 de julio y los días posteriores30. Aunque patriota y partidario de la revolución del 20 de julio, el Anónimo 2 muestra también en su escrito la ponderación que estaba en la mente de buena parte de los dirigentes, al menos en los primeros meses: evitar los desórdenes que fuesen más allá del objetivo logrado: hacerse con el poder de la autoridad colonial en la Nueva Granada. Quizá por eso, escribe al final de la última frase de la narración del día 3 de agosto: Habiendo entendido el pueblo que entre los muchos denunciantes que se hallan firmados en los papeles del Real Acuerdo se mezclan varios americanos, ha pedido el pueblo más de una vez se le dé lista de todos ellos para conocerlos. Hasta hoy nada se ha determinado sobre el particular. ¡Ojalá se olviden!31; aunque estas últimas palabras podrían significar que tuviese miedo de encontrarse entre los americanos denunciantes. En el documento original se aprecian anotaciones a pie de página y marginales. Las primeras parecen aclaraciones del autor, ya que se observa la misma caligrafía y tinta del texto; las segundas, son anotaciones posteriores de otra persona, que utiliza una caligrafía y tinta distintas, y que, en alguna ocasión, recrimina en cierto modo al Anónimo 232; posiblemente estas anotaciones marginales fueron posteriores a 1819, porque en la correspondiente al domingo 29 de julio de 1810, hay una referencia a la

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Al narrar los sucesos del sábado 28 de julio escribe: A las siete de la noche se presentó el Clero a la plaza, cada eclesiástico traía un cirio, acompañados de un golpe de música el más armonioso y agradable, quemando sin cesar muchísimos voladores y ruedas, &a. Como por la tarde ofreció este obsequio a la Junta; salió ésta a las galerías de Cabildo en donde lo recibió cantada a dúo una bellísima poesía, continuó la música tocando piezas de mucho gusto sin cesar de quemar en el vacío de la plaza muchísima pólvora. 28 repetidos vivas se oían cada instante en loor de la Suprema Junta del Reino (…) inmediatamente que oyeron la revolina vinieron, no parece que corrían, sino volaban (…) La plaza se llenó de gente y de la puerta de la cárcel hasta la salida de la ciudad se veía un cordón de gente de uno y de otro lado. (Ibid., pp. 168 y 175) 29 OTERO D´COSTA, Enrique, o.c. pp. 400-401. 30 dejando la plaza llena del numeroso pueblo que estaba en expectativa del resultado (…) Luego, corrieron innumerables campesinos de estas cercanías (…) Conforme se iba esparciendo la voz salieron los pueblos enteros a la capital (…) Se hizo retirar a un sinnúmero de mujeres y los hombres se formaron en grandes filas con sus armas preparadas (…) La plaza se llenó de gente y de la puerta de la cárcel hasta la salida de la ciudad se veía un cordón de gente de uno y de otro lado. (Ibid., pp. 168, 171y 175. 31 Ibid., p. 177-177. 32 Por ejemplo, cuando el Anónimo 2 escribe populacho, el anotador interroga: ¿Era pueblo o populacho?


6 expatriación de don Santiago Torres ordenada por Bolívar, ocurrida después de la batalla de Boyacá33.

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Anónimo 3 (Testigo Anónimo). Esta relación fue publicada el 13 de enero de 1864 en El Mosaico, periódico

bogotano34, y recogida en 1914 por el historiador Eduardo Posada en su libro El 20 de Julio con el título Revolución de Santa Fe de Bogotá35: Posada denomina al autor de este escrito Testigo Anónimo; también está recogido en Proceso histórico del 20 de Julio de 1810. Documentos36. No se conoce dónde se encuentra el documento original. Según Sergio Elías Ortiz, la relación de este cronista anónimo, testigo presencial de los hechos, según da a entender el escrito, está en general de acuerdo con las noticias que suministra el Diario de José María Caballero, y ambos documentos, junto con El Diario Político de Caldas y Camacho, constituían en 1960, las fuentes principales de datos sobre los acontecimientos del 20 de Julio37. Sin embargo, Sergio Elías Ortiz no tiene en cuenta otras fuentes primarias ya conocidas en ese momento, como las cartas de José de Acevedo, el diario del Anónimo 2, la carta del Anónimo 4, etc. No aparece explícitamente el lugar y la fecha de redacción del documento, pero por el contexto se puede deducir que está escrito en Santafé de Bogotá durante los días que describe o en los inmediatamente posteriores38. El relato tiene forma de diario, en el que el autor va narrando día a día los sucesos más importantes. Comienza con los del 20 de julio y se extiende hasta el 6 de agosto de 1810; se detiene sobre todo en los acontecimientos del 20 y 21 de julio, así como en los del 25 y 26 de julio; en cambio, del 2 al 6 de agosto se limita a afirmar: En éstos no ha ocurrido novedad alguna, y se mantiene todo en paz. Bendigamos a Dios39. El Anónimo 3 utiliza unas expresiones de las que podemos deducir que era:

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Ibid., p. 176. POSADA, Eduardo. El 20 de Julio, p. 2. Biblioteca de Historia Nacional, vol XIII. Bogotá, 1914. Considera Posada que esta relación fue una de las fuentes utilizadas por Caldas y Joaquín Camacho para su narración en el Diario Político. 35 Ibid., pp. 125-135. 36 Proceso Histórico del 20 de Julio de 1810. Documentos, p. 183-194. Banco de la República. Bogotá, 1960. 37 ORTIZ, Sergio Elías Génesis de la Revolución de 1810, p. 207. Ed. Kelly. Bogotá, 1960. 38 Desde las ocho de este día 21, ya vio la ciudad con asombro el patriotismo con que empezaron a venir a su socorro los pueblos comarcanos (…) Hoy ((27 de julio)) han estado los artesanos en sus talleres, los negociantes en sus tiendas, y cada cual en su oficio con suma tranquilidad (…) Hoy ((29 de julio)) asistió toda la junta en cuerpo a la fiesta de solemne acción de gracias en la iglesia Catedral (cfr. Proceso Histórico del 20 de Julio de 1810. Documentos, pp. 187, 191 y 192. 39 POSADA, Eduardo, o.c., p. 135. 34


7 •

criollo40;

posiblemente santafereño, o, al menos, vecino de Santafé en esos días41;

parece que formaba parte de la clase patricia capitalina, por las sutiles distancias que muestra hacia el pueblo42;

claramente patriota43;

hombre partidario de la paz y el orden44. Llama la atención, con respecto al Anónimo 1 y 2, el orden, la claridad, precisión

y capacidad de síntesis con la que describe los acontecimientos45; maneja con propiedad la terminología política: Diputados de las Provincias, Diputados del Pueblo, miembros del Congreso; su redacción, estilo y riqueza de vocabulario manifiestan una buena formación cultural, jurídica y capacidad intelectual. Además, se ve que conocía de cerca a los componentes de la Real Audiencia, a los que trata con deferencia, excepto a Frías y Alba, a quienes cataloga de malvado y tirano, respectivamente46. Se aprecia su estima por las buenas palabras en discursos y escritos47. Todo esto nos hace pensar que el Anónimo 3 posiblemente fuera uno de los prestigiosos abogados criollos de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá.

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Se publicó un excelente bando para la quietud del pueblo, su amor a los españoles europeos, nuestros hermanos, y su obediencia y respeto a la suprema junta (cfr. Proceso Histórico del 20 de Julio de 1810. Documentos, p. 188.). 41 Cada patriota es un soldado de infantería, caballería o artillería, y hay compañías arregladas de milicias de las tres clases, además de las vivas de esta capital (cfr. POSADA, Eduardo, o.c. p. 128). 42 Oídas éstas por algunos patriotas que pasaban, en el momento se le echaron encima; y si el teniente coronel don José Moledo no lo hubiera defendido e introducido en la casa inmediata de don Lorenzo Marroquín, desde luego lo habrían despedazado en unión del pueblo que en el momento se congregó, y tomó el asunto como suyo. (…) Serían las once de la propia noche del 20, cuando los miembros del Congreso a puerta abierta y oyendo al pueblo, comenzaron a entrar en materia.(Ibid. pp. 125 y 127). 43 Oídas éstas ((las infames expresiones)) por algunos patriotas que pasaban. Al referirse a los diputados elegidos la noche del 20 de julio, escribe: cuyas preciosas cabezas habían pedido los traidores. (…) Desde las ocho de este día 21, ya vio la ciudad con asombro el patriotismo con que empezaron a venir a su socorro los pueblos comarcanos. (Ibid. pp. 125, 126 y 128). 44

Así concluyó este día ((25 de julio)) sin la menor efusión de sangre, vilipendio ni insulto a los antiguos Ministros en medio de tanto pueblo y de tantas armas como tenía. Tampoco ha habido robos, sangre, ni otros excesos en los días anteriores sin embargo del indecible furor y agitación de todo el pueblo de Santa Fe y de los comarcanos que vinieron a su auxilio. (Ibid. p. 132). • Por la tarde ((29 de julio)) se han corrido toros de cuerda en la plaza, con suma alegría, y todo se halla tranquilo. Bendito sea Dios. (Ibid. p. 134). • DIAS 2, 3, 4, 5, y 6. En éstos no ha ocurrido novedad alguna, y se mantiene todo en paz. Bendigamos a Dios. (Ibid. p. 135). 45 Comenzaron a gritar ante el cabildo por la seguridad de las armas, a pedir nuevo gobierno y a nombrar por sus diputados y representantes (…) A las 5 de la mañana se concluyó la sesión, quedando instalada la suprema junta, reconocida y jurada por todos los cuerpos militares, políticos y de la real hacienda. (Ibid. pp. 126 y 127). 46 Ibid. p. 128. 47 Se oyeron discursos bellísimos (…) Se publicó un excelente bando (…) cumplimiento del bando y bella proclama al pueblo (Ibid., pp. 127, 129, 132).


8 Como en los demás relatos de criollos, el pueblo en este diario está continuamente presente en todos los acontecimientos como sujeto activo y muy numeroso48. El Anónimo 3 nos permite entrever que ese pueblo está conformado por gentes de todas las partes de la ciudad y de todas las clases sociales49. La finalidad del escrito la señala en una nota al final del día 29, cuando se refiere al diario que está escribiendo50. Por el texto, se desprende que el autor no fue testigo de La Reyerta51. Aunque aporta el dato de que fue José María Moledo quien introdujo a José González Llorente en la casa de Lorenzo Marroquín, para defenderlo de los patriotas. Equivocadamente escribe que González Llorente se quedó en casa de Marroquín hasta por la noche, y a las 3 lo sacaron en silla de manos hacia su casa. También aporta el dato de que Rosillo no salió la tarde del 20 de julio, porque, a pesar de la excarcelación aprobada por el Virrey, exigió satisfacciones con vista de su inicua causa52. A raíz del proceso previo a la detención del Virrey y de algunos funcionarios de la Real Audiencia, el Anónimo 3 recoge el día 24 de julio, que la Junta Suprema con mucho modo y suavidad había entretenido al pueblo en esta solicitud, y en varias infundadas delaciones relativas a altos magistrados, manifestando la división ya existente entre los chisperos y la Junta Suprema.

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Anónimo 4 (Testigo Ocular). Esta relación fue publicada en Papel Periódico Ilustrado el 1 de abril de 1885

por Ignacio María Gutiérrez Ponce, con el título La revolución de Julio de 1810 referida

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Era inmenso el pueblo, de todas partes y clases (…) fue conducido a la cárcel entre el inmenso pueblo (…) y aunque era inmenso el concurso del pueblo, no les hizo el más leve insulto (…) Fue inmenso el concurso de ambos sexos, demostrando en los semblantes y acciones su júbilo y alegría (..) A las once de la mañana entre un inmenso concurso fueron sacados de la cárcel los ex-ministros (Ibid., pp. 125, 126, 131, 133, 135). Contrasta este inmenso pueblo con los sesenta individuos que según el Anónimo 3 se congregaron en la Plaza Mayor la noche del 20 de Julio (cfr. Ibid. p. 126), quizá se trate de un error de transcripción del original, que se ha mantenido en las ediciones de Posada y del Banco de la República. 49 Era inmenso el pueblo, de todas partes y clases (Ibid., p. 125). 50 Nota.- Se ha olvidado decir en este diario que en los cuatro primeros días de confusión y sobresaltos, no solamente estuvo registrando el pueblo muchísimas casas, en que se presumía tenían escondidas armas, pólvora y balas para matar a los patriotas; sino que lo hizo también hasta en el convento de los religiosos padres capuchinos. (Ibid., p. 134). 51 Oídas éstas ((las infames expresiones)) por algunos patriotas que pasaban, en el momento se le echaron encima. (Ibid. p. 125). 52 Ibid., p. 126.


9 por un testigo ocular. Posteriormente fue publicada en 1894 por Ignacio Borda en el Libro de la Patria. En 1912 se recogió el texto en el Boletín de Historia y Antigüedades53. En 1914, Eduardo Posada, cita un párrafo de esta relación en su libro El 20 de Julio, y señala que esta carta anónima no se sabe dónde fue hallada por Ignacio Borda, ni quién posea el original54. Alberto Miramón la publicó en 1960 en la biografía que escribió sobre Antonio Nariño55. También en 1960, el Banco de la República la publicó en Proceso histórico del 20 de Julio de 1810. Documentos56, transcribiéndola del Boletín de Historia y Antigüedades de 191257. Sergio Elías Ortiz recoge buena parte de la crónica del Anónimo 4 en Génesis de la Revolución de 181058, y anota que no se sabe quién es el autor de esta relación de gran fuerza narrativa y colmada de detalles; concluye que debía ser, sin duda, un criollo, curioso, que tenía algún ejercicio de la pluma y andaba mezclado entre la multitud59. En 2008, editorial Planeta publicó Las Crónicas de mi Hogar o Apuntes para la Historia de Santafé de Bogotá, de Ignacio María Gutiérrez Ponce, que incluye también en el capítulo XXX el texto del Anónimo 460. Este relato es una carta escrita por un personaje, hasta ahora desconocido, el 26 de julio de 1810 desde Santafé de Bogotá, a un amigo cartagenero (NN), en la que le narra los acontecimientos más importantes del viernes 20 de Julio de 1810.

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Boletín de Historia y Antigüedades, 8(86): 108-111, Bogotá, 1912. POSADA, Eduardo, o.c., pp. 3-4. 55 MIRAMÓN, Alberto. Nariño, pp. 135-138. Ed. Kelly. Bogotá, 1960. 56 Proceso Histórico del 20 de Julio de 1810. Documentos, p. 165-167. En esta edición se omite, en el segundo párrafo, la hora de inicio de La Reyerta en la tienda de José González Llorente, que sí aparece en la edición del Papel Periódico Ilustrado del 1-IV-1885, y en el libro de Eduardo Posada El 20 de Julio, así como en la transcripción de Alberto Miramón. 57 En esta transcripción se introducen algunas variaciones con respecto al texto publicado en Papel Periódico Ilustrado y en Boletín de Historia y Antigüedades: • en el segundo párrafo se omite la hora de la Reyerta con Llorente: como las doce del día; • Francisco Morales se refiere a Llorente como un pobre sastrezuelo, en lugar de un sastrezuelo indecente; • al referirse a la actuación de los Morales se transcribe: los Morales, padre e hijos; en lugar de: los tres Morales, padre e hijos; • a comienzos del tercer párrafo, cuando narra el ataque de Antonio Morales a Llorente, se omite la actuación de Moledo y otros, para contener al agresor. Estos mismos cambios los encontramos en el texto del Anónimo 4, que transcribe Sergio Elías Ortiz en Génesis de la Revolución de 1810. 58 ORTIZ, Sergio Elías, o.c. pp. 149-152 y 163. 59 Ibid., p. 149. 60 GUTIÉRREZ PONCE, Ignacio María. Las Crónicas de mi Hogar. Ed. Planeta. Bogotá, 2008. 54


10 Según Alberto Miramón el autor de este relato fue Manuel Bernardo Álvarez, y su destinatario, Antonio Nariño; sin embargo, Miramón no explica las razones que lo llevan a esta afirmación61. Si comparamos el texto de la carta del Anónimo 4 con la parte de la carta de José Gregorio Gutiérrez Moreno a su hermano Agustín contándole los sucesos del viernes 20 de julio, encontramos que los textos son idénticos, las dos cartas están fechadas en Santafé de Bogotá, y redactadas el mismo día 26 de julio. Sin embargo, en la carta del Anónimo 4 se omiten cuatro párrafos de la carta de José Gregorio Gutiérrez a su hermano: •

uno referente a su impresión de dolor por la reacción popular cuando arrestan a Infiesta en la tarde del 20 de julio62;

otro en el que alaba al Virrey por su actitud de prudencia ese día63;

el tercero, en el que critica con suave ironía santafereña la elección de diputados la noche del 20 de Julio64;

y el cuarto, quizá el más largo, en el que narra la ayuda que le prestó a su tío Lorenzo Marroquín la noche del 20 de julio, para que pudiera huir de la ciudad65.

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Miramón se limita a escribir: Después de examinarla con todo detenimiento, nosotros nos aventuramos a lanzar la hipótesis de que su autor bien pudo ser don Manuel Bernardo Álvarez, miembro que fue en el ramo de Hacienda de la Suprema Junta instalada en Santafé el 21 de julio de 1810, y el destinatario, ningún otro que su pariente don Antonio Nariño. (Cfr. MIRAMÓN, Alberto, o.c. pp. 135-136). Miramón afirma también, equivocadamente, que el testimonio del Anónimo 4 sólo había sido publicado antes de 1960 por Ignacio Borda en 1894, sin tener en cuenta la publicación en 1885 en el Papel Periódico Ilustrado del 1 de abril de ese año, en el Boletín de Historia y Antigüedades, vol VIII, 1913, y la referencia de Eduardo Posada en 1914 en su libro El 20 de Julio. 62 Procurando cada uno como a porfía, afligirlo y atormentarlo. Te digo con verdad que jamás he presenciado espectáculo que más me moviera a compasión y hubiera deseado en aquel acto y también ahora, proporcionarle todos los consuelos imaginables (cfr. ORTEGA RICAURTE, Carmen, o.c. p. 160). 63 En todo se ha portado el Virrey con la mayor generosidad, de manera que no ha merecido el tratamiento que después te referiré, mucho más habiendo dado orden, según he oído a todas las guardias y cuarteles, que se estuviesen quietos sin usar de las armas y que si el pueblo se dirigía a su Palacio, le dejasen entrar francamente, que él saldría a la escalera a recibirlo (Ibid., pp. 160-161). 64 Ya te harás cargo que tal saldría una tal elección hecha tumultuariamente en que tal vez, como se dijo, tuvo mucha parte el cohecho, o la voz de uno solo que nombrara un sujeto y lo repetía todo el pueblo como un eco. Así fue que entre otros, porque todavía no te puedo decir quiénes son todos, salieron electos por vocales Gómez Panela que fue el principal actor en la comedia y el que atizó la revolución, don Manuel Alvarez, don Luis Azuola, don Camilo, Rosillo, el doctor Tenorio, Pey el canónigo, Pey el Alcalde, Gil, Benítez, el clérigo Azuero que ayudó tanto o más que el Panela; los dos Morales, Antonio y su padre, los dos Pombos, Omaña, don Fruto, Sinforoso Mutis, don Pepe Santa María y todos los capitulares (Ibid., p. 161). 65 Al pasar por la casa de mis tías, vi que estaba la puerta abierta, un piquete de soldados a la entrada y una multitud de pueblo en la calle y en el zaguán. Ya tenía yo antecedentes de que querían prender a Marroquín, porque decían que había ofrecido al Virrey 300 caballos armados y que estaba de acuerdo con don Clemente Alguacil, para que viniesen una noche contra la ciudad los negros de éste, con otras falsedades semejantes. No me atreví a entrar a la casa porque me lo impedía el tumulto y por temor de la


11 Podemos preguntarnos por qué el Anónimo 4 omite esos párrafos en la carta a su amigo cartagenero. Una posible respuesta sería que en esos momentos manifestar en algunos ambientes patricios deferencia por el Virrey, o ironizar sobre la elección de diputados a la Junta Suprema, podría ser considerado como manifestación de poco patriotismo; por otra parte, la omisión del primer y cuarto párrafo se explicaría por tratarse la primera de una cuestión muy personal, y la segunda de algo propio de la familia Gutiérrez Moreno. En la carta del Anónimo 4 también se omiten algunas expresiones más coloquiales e íntimas, que José Gregorio consigna a su hermano66; cosa bastante lógica por la confianza que tenía José Gregorio con su hermano Agustín, que quizá no tenía cabida en la carta al amigo cartagenero. La carta del Anónimo 4 nos permite, además, completar una frase que aparece sin mucho sentido en la edición llevada a cabo por Carmen Ortega Ricaurte de la carta guardia. Sólo pregunté a algunos qué estaban haciendo allí y me dijeron que registrando la casa porque decían que había mucha pólvora y municiones. Me fui para el cabildo a esperar el resultado de la pesquisa y después de algún rato vi entrar al Alcalde Gómez que fue el comisionado para el registro con varios ruanas que traían unas dos botellas y un frasco de pólvora con un saquito de munición pequeño. Dio el Alcalde razón de lo que había hecho y que después de haber registrado hasta el último rincón no se había encontrado otra cosa que aquello que llevaba. Todos los de la junta dijeron unánimemente que aquello era una cosa de poca consideración y que lo podía tener cualesquier hombre de campo aficionado a la escopeta. Ya te harás cargo del susto y aflicción en que estarían mis tías después de tal fiesta en que atropellaron la casa, desorejaron la puerta del cuarto de Marroquín y entró la plebe insolentada, vomitando blasfemias contra él. Yo que deseaba consolarlas fui a su casa, las encontré llorando amargamente y me preguntaron si sabía de Marroquín, o si lo habrían matado. Ya había corrido la voz de que lo habían puesto preso en el cuartel del auxiliar y creyendo yo que les daba algún consuelo diciéndoles esto y que estaba bueno y en seguridad, comenzaron a llorar más que antes, sin que me quedasen a mí expresiones qué decirles porque estaba tan afligido y acongojado como ellas. Me suplicaron que fuese al cuartel a averiguar la verdad en efecto fui con Pacho, nos dijo Núñez que no estaba allí y con esta noticia nos fuimos a la casa de don Antonio García. Allí lo encontramos y temerosos de que lo fuesen a buscar, me lo llevé a casa de mi padre en traje de ruana y bastante disfrazado. Reposó un buen rato, se le dio caballo y demás aperos y a la una de la mañana se fue para Canoas, a donde llegó felizmente como a las tres de la mañana. Todo esto, que se hizo con el mayor sigilo, se sabía ya al amanecer del siguiente día, porque en el camino lo encontraron algunos orejones que al instante lo regaron en la ciudad. En fin, yo me salí de casa de mi padre como a las once de la noche y todavía estaba en la Plaza la misma bulla de gente que habíamos dejado antes. (Ibid., pp. 161162). 66 Por ejemplo, en el segundo párrafo de la carta, José Gregorio le relata a su hermano Agustín las supuestas iniquidades dichas por Llorente contra los criollos: que se cagaba en el Cabildo y otras cosas de esta naturaleza, mientras que a su amigo cartagenero no le entra en detalles; al referirse a Lorenzo Marroquín, en la carta a Agustín, José Gregorio lo denomina simplemente el tío Marroquín, mientras que a su amigo cartagenero lo describe como D. Lorenzo Marroquín. Más adelante, cuando narra la huida de Llorente a la casa de Lorenzo Marroquín, José Gregorio le escribe a su hermano: Sosegado un poco aquel bullicio, se entró Llorente a la casa de mis tías. Mientras que a su amigo cartagenero, le escribe: Sosegado un poco aquel primer bullicio, se entró Llorente a la casa de las Morenos, situada en la primera Calle Real. A propósito de la casa de las Moreno, Sergio Elías Ortiz considera que el cronista anónimo la confunde con la casa de Lorenzo Marroquín –cfr. ORTIZ, Sergio Elías, o.c., p. 150-, quizá porque Ortiz no tenía el dato de que una de las Moreno estaba casada con Lorenzo Marroquín, quien vivía en la casa de ellas, como nos lo afirma José Gregorio Gutiérrez Moreno.


12 de José Gregorio Gutiérrez a su hermano Agustín, encajando perfectamente ambos relatos67. Teniendo en cuenta lo anterior, cabría pensar con bastante fundamento que el Anónimo 4 es José Gregorio Gutiérrez Moreno, quien después de escribir a su hermano Agustín copia parte de esa carta a su amigo N.N. de Cartagena, pero narrando sólo los hechos del día 20, omitiendo aquellos detalles que podrían ser contraproducentes para él en ese momento, así como los más íntimos de la familia Gutiérrez Moreno; el autor aprovecha esa segunda carta para corregir algunos detalles de estilo. No es de extrañar que José Gregorio tuviera buenos amigos en Cartagena, porque allí pasó el año de 180368, después de terminar sus estudios universitarios, escarceando en los negocios familiares; uno de sus mejores amigos cartageneros fue José María del Castillo y Rada, que en ese momento se encontraba en Cartagena69: ¿sería éste el destinatario de la carta del hasta ahora Anónimo 4?

5

La Conspiración Chapetoniana Una de las chispas70 que más se difundieron el viernes 20 de julio, así como en

los días previos y posteriores, fue la que el Anónimo 1 denomina conspiración chapetoniana; a ella harán referencia también el Anónimo 2 y el Anónimo 3. José Gregorio Gutiérrez no dirá nada en la carta a su amigo cartagenero, pero sí a su hermano Agustín, cuando le cuenta los acontecimientos del lunes 23 de julio71.

67

En la edición de Carmen Ortega Ricaurte José Gregorio escribe a su hermano: En este intermedio y desde el principio del pasaje referido, no faltaron algunos que bajo de cuerda energizaron a Llorente en la cárcel. Mientras que en la carta del Anónimo 4 aparece la siguiente relación: En este intermedio, y desde el principio del pasaje referido, no faltaron algunos que bajo de cuerda energizaron al pueblo y lo levantaron, en términos que, luego que metieron a Llorente en la cárcel. 68 GUTIÉRREZ PONCE, Ignacio. Vida de Don Ignacio Gutiérrez Vergara y episodios históricos de su tiempo, p. 31. Imprenta de Bradbury, Agnew & Cia Lda. Londres, 1900. 69 Ibid., p. 4. 70 Según Manuel José Forero, en el lenguaje ordinario de aquellos tiempos se daba el nombre genérico de chispas a todos los rumores, insinuaciones y afirmaciones tendenciosas que pasaban de uno a otro en cadena interminable, llevando de corazón a corazón mil inquietudes y congojas. De esta manera, los viajeros procedentes de Santafé llegaban a las aldeas del norte de Cundinamarca con un bagaje considerable de noticias alarmantes, y quienes venían de Tunja eran portadores de especies no menos dañinas para la tranquilidad ciudadana: cfr. FORERO, Manuel José. Camilo Torres, pp. 198-199. Biblioteca de Historia Nacional. Vol. XCIV. Ed. Kelly. Bogotá, 1960. 71 El lunes corrió generalmente entre todos que se había descubierto el plan que tenían los Oidores y el Virrey de decapitar a más de cien personas principales de aquí, que yo estaba el tercero en la lista de los proscritos y que la ejecución estaba meditada para el mismo lunes. Yo jamás lo llegué a creer, porque era el proyecto más inicuo y sanguinario que podía darse; pero después me lo dijeron tantos y me lo aseguraron tan de positivo, que llegué a dudar si sería cierto: últimamente salí de la duda porque me dijo que era falso, o a lo menos que hasta entonces no se había visto nada, uno de los vocales de la Junta. (Carta de José Gregorio Gutiérrez Moreno a su hermano Agustín el 26-VII-1810, en ORTEGA RICAURTE, Carmen, o.c., pp. 163-164).


13 ¿En qué consistía la supuesta Conspiración Chapetoniana? El Anónimo 1 nos dirá que, desde la noche anterior al 20 de julio, se decía que un grupo de chapetones tenía dispuesta una matanza general contra nosotros; entre esos chapetones se encontraba Lorenzo Marroquín, que ofrecía trescientos caballos para la causa. El día 25 de julio, siempre de acuerdo con el Anónimo 1, el Virrey Amar y los Oidores de la Audiencia son incluidos en la Conspiración, porque se decía que tenían sentenciados a muerte a más de 50 de las principales familias de Santa Fe y también a españoles y que por último en este mismo día querían ellos acabar con todo Santa Fe72. El Anónimo 2 incluye también a Marroquín en la confabulación para la matanza nuestra; añade que el 22 se había tenido aviso de que el partido enemigo trataba con grandes cohechos hacerse a la Artillería, sobornando al mismo tiempo la tropa de Caballería; y añade que el martes 24 se encontraron en la Real Audiencia voluminosos expedientes seguidos sin confesión ni requerimiento de parte contra cien sujetos ilustres proscritos, y sentenciadas a muerte familias enteras que habrían sido víctimas de la tiranía73. Comenta que el bélico aparato –la Conspiración Chapetoniana- estaba listo para asaltar esta ciudad la noche de Santiago de este mismo, y al siguiente día de Santa Ana se dice que juraba a José Bonaparte74. El Anónimo 3 incluye en la Conspiración Chapetoniana los pasquines que, pocos días antes del 20 de julio, fueron colocados en Santafé pidiendo al Virrey las cabezas de diecinueve patriotas, para evitar que sucediese en la capital lo acontecido en Cartagena unas semanas antes; se refiere al denuncio de una cierta conjuración para matar a los patriotas americanos, en el que se acusaba a José González Llorente, Ramón Infiesta y José Trillo de dirigirla; y relata la famosa Noche de los Negros, que entraría a formar parte de la Conspiración Chapetoniana: hacia las nueve de la noche del domingo 22 de julio se corrió la falsa noticia de que una multitud de negros del trapiche de Clemente Alguayacil (sic) se iban a tomar la ciudad, lo que provocó el pánico entre los santafereños75. Los tres Anónimos incluyen la chispa que se propagó el miércoles 25 de julio, que formaría parte de la supuesta Conspiración Chapetoniana: se decía que esa tarde el Virrey tenía preparados cañones en palacio, para volar la casa del Cabildo y disparar

72

Anónimo 1, en PUMAR MARTÍNEZ, Carmen, o.c., p. 591. ORTEGA RICAURTE, Carmen, o.c., p. 170. 74 Anónimo 2, en Ibid, pp. 170 y 171. 75 Anónimo 3, en POSADA, Eduardo, o.c., pp. 126 y 129. 73


14 contra el pueblo; esto provocó la primera prisión de los virreyes, contraria al parecer de la Junta Suprema santafereña.

6

Algunas Conclusiones 1. Con los datos que tenemos en este momento, podemos afirmar: a. con bastante certeza, que el Anónimo 4 es José Gregorio Gutiérrez Moreno; b. que posiblemente, el Anónimo 3 pudo ser uno de los abogados criollos que formaba parte de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá; c. que, muy posiblemente, el Anónimo 2 fue un clérigo que vivía en Santafé en esos días. 2. Los cuatro Anónimos eran criollos, partidarios de la revolución, y aunque no fueron protagonistas de los acontecimientos de esos días, sí fueron sus testigos. 3. Los cuatro afirman la importancia estratégica que representó el pueblo santafereño en los sucesos del 20 de julio, pero dejan entrever con claridad que los principales responsables fueron algunos patricios santafereños, que el 20 de julio utilizaron el movimiento popular para derrocar la autoridad colonial y hacerse con el poder. 4. De estos testimonios se alcanza a apreciar la división que se produjo enseguida entre la Junta Suprema y los llamados chisperos.

Manuel Pareja Ortiz Universidad de La Sabana Bogotá, 25 de marzo 2010


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